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DE OFICIO: GUIONISTA.

PANORÁMICA EN LA HISTORIETA ESPAÑOLA


CONTEMPORÁNEA

por Javier Mora Bordel

En los orígenes de la industria de la historieta española, el guionista era uno de los eslabones más
débiles de la cadena. Desde la popular Bruguera a las agencias de los setenta, que surtían de
material al extranjero, el guionista de tebeos era una figura anónima que asumía encargos sin más
pretensiones que cumplir con su cometido con profesionalidad. Solo Víctor Mora rompió con esta
tendencia, convirtiéndose en el modelo a seguir: dotado de una prosa prodigiosa y un ingenio capaz
de generar personajes exitosos a la par que profundos, su compromiso político contrario al régimen
franquista, le llevó a exiliarse a Francia en 1962 para convertirse en el primer español “scénariste de
bande dessinée”. Este proceso de superación personal lo definió como el abanderado de una nueva
generación de escritores (Alicia Palmer, Enrique Sánchez Abulí, Antonio Segura, Antonio Altarriba,
Pepe Gálvez o Felipe Hernández Cava, entre otros) que durante las décadas del setenta y ochenta
reclamó la presencia de un cómic adulto junto a un mayor reconocimiento para su profesión. Desde
entonces, y a pesar de la intensa crisis que sufrió el mercado en los años 90, el número de guionistas
españoles ha crecido de forma exponencial a su prestigio, constituyéndose en el eje de la nueva
historieta española de comienzos del siglo XXI. Pero ¿qué acontecimientos explican esta
revitalización y redefinición del ahora prestigioso oficio de guionista?

La génesis del boom

Desde mediados de los ochenta, la presencia de ciertos guionistas foráneos alcanza gran notoriedad
y se convierten en unos referentes generacionales en España que aún hoy se encuentran vigentes. En
primer lugar, hemos de hacer mención en las revistas de cómic para adultos al influjo de autores
argentinos como Trillo, Sampayo o Barreiro de estilo dinámico y directo. Pero, es en el género del
cómic book donde esta influencia se hace más evidente con el desembarco de los guionistas
británicos. Abanderados por Alan Moore, genio sin parangón dentro de la historieta mundial, los
Morrison, Ennis, Ellis, Delano, Wagner y Milligan de turno muestran con su forma de escribir
desenfada e irreverente, a la vez que culta y sofisticada, el camino a seguir y la inspiración
necesaria para cientos de guionistas en ciernes.

El verdadero aprendizaje

La enseñanza de este oficio ha sido una de las pautas que más ha evolucionado. Los tiempos del
aprendizaje artesanal dentro de una editorial donde los redactores elaboraban guiones junto a otros
cometidos como anuncios, chistes o pasatiempos, quedaron en desuso con su caída en desgracia.
Esta vía fue sustituida por una voluntariosa autoformación a través de los primeros manuales de
historieta (centrados más bien en técnicas de dibujo) o de libros teóricos de técnicas de escritura
cinematográfica. Con el paso de los años, esos lectores avezados, se han convertido en transmisores
de los recursos aprendidos. Es por ello por lo que en la actualidad, los futuros guionistas cuentan
con una amplia bibliografía especializada. Y no solo eso, también con diversas escuelas de
historieta en las que la asignatura de guion de cómic es contenido curricular. A ellas hay que sumar,
diversos cursos en línea, posgrados universitarios o blogs especializados.

Nunca caminarás solo

A lo largo de este siglo, y aprovechando la expansión de las redes sociales, han surgido numerosas
comunidades que han forjado sentimientos de camaradería. Los nuevos guionistas no se encuentran
solos. Comparten sus buenas o malas experiencias. En este sentido, ha sido significativo y relevante
el nacimiento en nuestro país, de la primera asociación profesional de guionistas de cómic: ARGH!
Nacida en 2019, no solo ha propiciado la defensa de los derechos de autor o se ha erigido como
intermediara cultural ante diversas instituciones. Ante todo se ha constituido como una beneficiosa
red de contacto entre sus miembros que les ha llevado a forjar una seña de identidad impensable en
el siglo pasado: la de ser guionista de cómics y sentirse orgulloso por ello. En este sentido, con
sendos premios, trata tanto de alentar el descubrimiento de nuevos talentos (Premio ARGH!), como
el reconocimiento a guionistas veteranos de contrastada trayectoria (Premio Ricardo Barreiro).

La más brillante generación

Sin embargo, el hecho capital que ha fortalecido a la figura del guionista español ante el público,
revelando la importancia de su papel en el proceso creativo, es el reconocimiento de la mayor y
mejor generación de escritores de tebeos de nuestra historia. Siete autores que han marcado un antes
y un después: Santiago García, Miguel A. Giner Bou, Teresa Valero, Raule, Hernán Migoya, El
Torres y Juan Díaz Canales,

Nacidos a finales de la década del sesenta y principios del setenta, hablamos de guionistas de
amplio bagaje cultural y sólida formación (muchos son además docentes que imparten clases de
narrativa) y que, aún con sus dispares voces, han mostrado una línea semejante sustentada en un
gusto por el diálogo dúctil, personajes pasionales y temas candentes. Guionistas con afán por el
contraste: reconocidos nacional e internacionalmente por obras arriesgadas y comprometidas, estas
a la vez son exitosas en el mercado; su amor incondicional hacia aquellos géneros populares que
definen la esencia de la historieta, no reniega de un credo de originalidad que devendrá en un
espíritu de superación. Mención aparte merece su capacidad de adaptación al medio cultivando
tanto la novela gráfica como otros formatos como álbumes, cómics books o incluso el manga.

En este sentido, y a riesgo de caer en un reduccionismo que no hará justicia a sus dilatadas
trayectorias, señalaremos aquellas aportaciones más relevantes.

Así, Santiago García (Madrid, 1968) ha trascendido las barreras del cómic de costumbres con El
Vecino, donde adereza la vida de un opositor con una trama superheroica entre realidad y fantasía.
Además, junto a Javier Olivares, ha realizado dos obras cumbres en la historieta española
contemporánea: Las Meninas (Premio Nacional de Cómic en 2015) y La Cólera. En ambas plantea,
mezclando con habilidad ensayo y narrativa, la gestación y desarrollo de los símbolos culturales.

Miguel Á. Giner Bou (Benetússer, 1969), premio Nacional de Cómic en 2019, ha planteado, junto a
su compañera Cristina Durán, una revisión del cómic de experiencia personal relatando con
sinceridad y naturalidad las dificultades de su vida en común (Una posibilidad entre mil y La
máquina de Efrén). Pero quizá su obra más reconocida sea El día 3, historieta de denuncia social
que aborda el olvido sistemático de las instituciones a las víctimas del accidente del metro de
Valencia el 3 de julio de 2006.

Teresa Valero (Madrid, 1969) la escritora de Brujeando o Curisosity shop muestra un estilo
académico y riguroso, pero no por ello menos artífice a la sorpresa. Con la reciente y exitosa
publicación de su proyecto Contrapaso, su prosa ha conseguido el dinamismo y ritmo necesarios
para que un relato fielmente documentado sea a la vez intenso emocionalmente con personajes,
interesantes y atractivos.

Raule (Barcelona, 1971) ha sido otro de los grandes renovadores de la bande dessinée de comienzos
de siglo con sagas emblemáticas como Isabellae o Arthus Trivium. Por encima de todas destaca uno
de los más potentes iconos culturales de la actualidad: Jazz Maynard, creado junto a Roger Ibánez.
Acción, misterio y crítica social se conjugan en las calles del Raval para ofrecer una mirada
trepidante de extrema calidad y belleza.
Hernán Migoya (Ponferrada, 1971) ha sido uno de los impulsores de la contracultura en España.
Defensor acérrimo del valor intrínseco de la historieta como medio de arte popular contrario a los
intereses soterrados de otras artes, ha concebido una obra que conjuga tanto propuestas de género
(Nuevas Hazañas Bélicas o las adaptaciones del Carvalho de Vázquez Montalbán), como otras más
intimistas (Olimpita y Plagio: El secuestro de Melina) o irreverentes (La salida de la clase o la
novedosa El amante de Lady Frankestein).

El Torres (Málaga, 1972) ha dado un aire fresco al terror, la fantasía heroica o el thriller psicológico
gracias a títulos como El velo, El fantasma de Gaudí o Bribones que le han permitido abrir la puerta
al mercado norteamericano a diversos autores. Sin embargo, es Goya lo sublime terrible su obra
más revolucionaria al superar los cánones del terror para adentrarse en la mente turbulenta de este
personaje histórico y ofrecer un retrato oscuro de las miserias de España.

Juan Díaz Canales (Madrid, 1972) coautor de una de las obras más mediáticas del medio en las
últimas décadas, Blacksad, donde más allá del empleo de animales antropomórficos nos
encontramos ante una ejemplar reconstrucción del género negro. Su éxito le llevará a asumir el reto
de redefinir uno de los personajes emblemáticos de la historieta mundial: Corto Maltés. Junto a
Rubén Pellejero ha elaborado ya tres álbumes donde presentan una visión lírica/ intimista
entremezclada con los mecanismos clásicos de la aventura.

Coda

Como podemos comprobar nos encontramos ante una edad dorada para el guionista de historietas.
Sus trabajos destacan por la calidad y cantidad de sus novedosos planteamientos, así como por la
eficacia y belleza de sus propuestas estéticas. Los nuevos medios de aprendizaje, la diversificación
de propuestas en el panorama comiquero, la multiplicación de publicaciones editoriales... nos llevan
a pensar en la continuidad de este momento. Nuevas voces surgen movidas por la necesidad de
contar sus historias ya sean comprometidas o evasivas, ya sean iconoclastas o tradicionales. En
cualquier caso, nacen con la firme intención de ofrecer un vivo retrato sentimental que recoja
nuestro ser como individuo o sociedad. El corazón de nuestra historieta late por primera vez con
fuerza.

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