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Theee Yeeeeaaaar I Met Youuuu
Theee Yeeeeaaaar I Met Youuuu
Esta traducción fue realizada sin fines de lucro con el único propósito de
¡Disfruta la lectura!
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Sinopsis
Jasmine sabe dos cosas: uno, que ama a su vulnerable hermana
incondicionalmente, y luchará hasta la muerte para protegerla de cualquier
persona que la moleste. Dos, siempre ha sido buena solo en una cosa, su
trabajo de ayuda en la creación de empresas.
Jasmine tiene todas las razones para que no le guste Matt, y el sentimiento
parece ser mutuo. Pero no todo es lo que parece, y pronto Jasmine y Matt se
verán obligados a pensar de nuevo...
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Índice
Portada
Sinopsis
Índice
Staff
Dedicatoria
Invierno
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Primavera
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Verano
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Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Otoño
Capítulo 27
Capítulo 28
Agradecimientos
Acerca de la autora
Nosotros
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Staff
Coordinador
HJ González
Traductores
María José
Cami T.
Vale
Romy O.
Mariana C.
Leyaah D.
Paula Q.
Sabrina U.
Gaby A.
Karen A.
Giovanni
M.Arte
HJ González
Dulce Q
Diseño
M.Arte
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Dedicatoria
Para mi amiga Lucy Stack.
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Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez
que caemos.
Confucio
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Invierno
La estación entre otoño y primavera, que comprende en el Hemisferio Norte
los meses más fríos del año: Diciembre, Enero y Febrero.
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1
Tenía 5 años cuando me enteré de que iba a morir.
No se me había ocurrido que no viviría para siempre; ¿Por qué lo haría? El tema
de mi muerte no se había mencionado de casualidad.
Así que fue muy perturbador saber que la muerte también me encontraría.
1
Marca de galletas comerciales del Reino Unido.
del pantalón. Anciana. No, no quería morir como mi abuelo, pero morir vieja,
reveló mi fuente, era el mejor de los casos.
Aprendí de mi inminente muerte por mi primo mayor Kevin el día del funeral
de mi abuelo, mientras nos sentábamos en el césped al final de su largo jardín
con vasos rojos plásticos de limonada en nuestras manos y lo más lejos posible
de nuestros padres en luto, que parecían escarabajos peloteros en lo que era
el día más caluroso del año. El césped estaba cubierto por dientes de león y
margaritas y estaba mucho más alto de lo normal, la enfermedad había
impedido que el abuelo perfeccionara su jardín en sus últimas semanas.
Recuerdo haberme sentido triste por él, a la defensiva, ya que de todos los días
que pudo mostrar su hermoso jardín a los vecinos y amigos fue en un día en
que no era la perfección a la que él aspiraba. No le hubiera importado no estar
ahí, no le gustaba hablar mucho, pero al menos se hubiera encargado de la
presentación, y luego hubiera desaparecido para escuchar los elogios lejos de
todos, tal vez arriba con la ventana abierta. Pretendería que no le importaba,
pero si lo haría, una sonrisa de satisfacción en su rostro, junto con las rodillas
manchadas de césped y las uñas negras. Alguien, una mujer mayor que
sujetaba con fuerza un rosario alrededor de sus nudillos, dijo que podía sentir
su presencia en el jardín, pero yo no. Estaba segura de que no estaba ahí.
Estaría muy molesto por el aspecto del lugar, no sería capaz de soportarlo.
Todos rieron en voz baja; todos reían siempre por lo que decía Kevin porque
era genial, porque era el mayor, cinco años mayor que yo y a la gran edad de
diez decía cosas malas y crueles que ninguno de nosotros se atrevería a decir.
Incluso si no creíamos que fuera gracioso sabíamos que debíamos reír porque
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Nombre de un periódico.
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Brezo en castellano, por eso al recibir brezos la madre llama a su bebé Heather.
siempre he esperado que generalmente las personas silenciosas tengan una
magia y conocimiento de las que las personas menos contenidas carecen; que
no digan nada significa que los pensamientos más importantes están
sucediendo en su cabeza. Tal vez su aparente simplicidad esconde un mosaico
oculto de pensamientos fantasiosos, entre ellos, el del abuelo Adalbert
queriendo que me llamara Jasmine.
Sentada en un círculo de seis, siendo la más joven del grupo, con mi hermana
a unos metros de distancia dando vueltas sobre sí misma y disfrutando de
marearse y caer, una cadena de margaritas envuelta alrededor de mi tobillo,
un nudo tan enorme en la parte trasera de mi garganta que no estaba segura
de sí me había tragado uno de los abejorros gigantes que pululaban alrededor
del buffet de flores al lado de nosotros, traté de asimilar el hecho de mi futuro
deceso. Los otros se sorprendieron de que él lo dijera, pero en vez de brincar
en mi defensa y negar este horrible anuncio/premonición, me vieron con
miradas tristes y asintieron. “Sí, es verdad” coincidieron con una mirada. “Vas
a morir Jasmine.”
Uno cosecha lo que siembra, incluso en la muerte. Y así llegué a la siembra. Página 14
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Fui despedida del trabajo, me despidieron, seis semanas antes de Navidad, que
en mi opinión es un momento muy poco digno para dejar ir a alguien.
Contrataron a una mujer para que me despidiera por ellos, una de esas
agencias externas entrenadas en dejar ir adecuadamente a empleados no
deseados, para evitar una escena, una demanda o su propia vergüenza. Me
llevó a almorzar, a un lugar tranquilo, me dejó ordenar una ensalada César y
para ella sólo café negro, y se sentó a observarme prácticamente
atragantarme con el picatoste4 mientras me informaba sobre mi nueva
situación de empleo. Supongo que Larry sabía que no tomaría la noticia de él
o de nadie más, que trataría de convencerlo de cambiar de parecer, que lo
abofetearía con una demanda o solamente lo abofetearía. Había tratado de
dejarme morir con honor, sólo que no sentía tanto honor cuando me fui. Ser
despedido es público, tendría que decirle a la gente. Y si no tenía que decirle a
la gente es porque ya sabían. Me sentí avergonzada. Me siento avergonzada.
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Rebanada pequeña de pan tostada con manteca o frita.
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Póngalo en marcha.
ofreció a comprarlo. Así que lo vendí. Después inicié otro negocio y de nuevo,
lo vendí. Rápidamente desarrolle la siguiente idea. La tercera vez ni siquiera
tuve tiempo suficiente para desarrollar la idea porque alguien amó el concepto
u odió que hubiera sido un fuerte rival al suyo, y lo compró inmediatamente.
Esto me llevó a una relación laboral con Larry, la puesta en marcha más
reciente y la única de la que he sido despedida. El concepto del negocio no fue
mi idea inicial sino de Larry, desarrollamos la idea juntos, fui cofundadora y
alimenté a ese bebé como si hubiera salido de mi propio vientre. Lo ayudé a
crecer. Lo vi madurar, desarrollarse más allá de nuestros más locos sueños, y
me preparé para el momento en el que lo vendiéramos. Eso no pasó. Me
despidieron.
Ahora que lo analizo en mis días de inactividad puedo ver que mi relación con
Larry había empezado a romperse hace algún tiempo. Me estaba dirigiendo,
tal vez ciegamente, hacia la ruta “vende la compañía”, como lo había hecho ya
3 veces, cuando él aún planeaba quedársela. Un gran problema, en
retrospectiva. Creo que lo presioné demasiado, encontrando partes
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Fábrica de Ideas.
creciendo, mientras que yo creía que llevar a cabo algo significaba venderlo y
empezar de nuevo con algo más. Me alimenté con la visión de finalmente decir
adiós, él se alimentó con la de esperar. Si vieras la forma en la que es con su
hija adolescente y su esposa, sabrías que es su filosofía para casi todo. Espera,
no lo dejes ir, es mío. No se debe ceder el control. De algún modo.
Tengo treinta y tres años y trabajé ahí cuatro años. Nunca tuve un día de
enfermedad, una queja, una acusación, nunca recibí ninguna advertencia,
nunca tuve un incidente inapropiado, al menos que resultara en algo negativo
para le empresa. Le di todo a mi trabajo, notablemente todo para mi beneficio
porque quería, pero esperaba que la máquina para la que estaba trabajando
diera algo a cambio, para honrar mi honor. Mi creencia previa de que ser
despedido no era personal se basaba en el hecho de que nunca había sido
despedida, sino yo despidiendo a otros. Ahora entiendo que es personal,
porque mi trabajo era mi vida. Amigos y colegas han sido un increíble apoyo
de una forma, que me hace pensar que si alguna vez tengo cáncer, quiero
tratarlo sola sin que nadie lo sepa. Me hacen sentir como una víctima. Me
miran como si fuera la próxima persona en subirme en un avión a Australia
para convertirme en la próxima persona sobre cualificada para trabajar en una
granja de sandías. Apenas han pasado dos meses, y ya estoy cuestionando mi
valor. No tengo un propósito, nada para contribuir a la vida cotidiana. Siento
como si solo me estuviera aprovechando del mundo. Sé que esto es a corto
plazo, que puedo llenar esa función de nuevo, pero así es como me siento
actualmente. Sobre todo, han sido casi dos meses y estoy aburrida. Soy
emprendedora y no he estado haciendo mucho.
Todas las cosas que pensé que haría durante mis ocupados y estresantes días
ya las hice. Completé casi todas en el primer mes. Reservé unas vacaciones en
el sol poco antes de Navidad y ahora estoy bronceada y con frío. Me encontré
con mis amigas, que todas son nuevas madres con licencia de maternidad,
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Me han pedido que sea madrina dos veces en siete semanas, como si eso
pudiera ayudar a ocupar la mente de la amiga que no está ocupada. Ambas
propuestas fueron atentas y amables, y me conmovieron, pero si yo hubiera
estado trabajando no me lo hubieran pedido porque no las hubiera visitado
tan a menudo, o hubiera conocido a los niños, y al final todo se relaciona de
nuevo al hecho de que no tengo trabajo. Ahora soy la chica que las amigas
llaman cuando están en su pericia, con su cabello como si hubiera una mancha
de aceite sobre su cabeza, apestando a sudor y vomito de bebé, cuando dicen
al teléfono en voz tan baja que me da escalofríos que tienen miedo de lo que
van a hacer, así que corro a sostener al bebé mientras ellas tienen su ducha de
diez minutos. He aprendido que una ducha de diez minutos y el regalo de ir al
baño sin contar el tiempo del reloj recobran mucho más en los nuevos padres
que la higiene personal.
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Sándwich hecho con pan italiano.
términos, cuando sé que algo me espera después. Cuando las vacaciones se
terminan, necesito una meta. Necesito un objetivo. Necesito un desafío.
Necesito un propósito. Necesito contribuir. Necesito hacer algo.
Amaba mi trabajo, pero para sentirme mejor acerca de no poder trabajar más
allí, trato de concentrarme en lo que no voy a extrañar.
No extrañaré a las personas del trabajo. Las personas son lo que más me
molesta en la vida. Me molesta mucho que a tantos les falte sentido común,
que sus opiniones puedan ser tan sesgadas y retrógradas, tan absolutamente
frustrante, equivocada, mal informada y peligrosa que no puedo soportar
escucharlas. No soy una enojadiza sin sentido. Me gustan los chistes que no
tratan sobre ordenadores en ambientes controlados donde es apropiado y
cuando es obvio que la broma es a expensas de los ignorantes que dicen tales
cosas. Cuando el final de un chiste es dicho por alguien que cree genuinamente
que es verdad, no es gracioso, es ofensivo. No me gusta un buen debate sobre
lo que supuestamente está bien o mal; preferiría que todo el mundo solo lo
supiera, desde el momento en que nacen. Una prueba de talón y una inyección
de sentido común.
encontrar una forma de lidiar efectivamente con cosas que he estado evitando
durante mucho tiempo. Esto incluye el vecindario al que me mudé hace cuatro
años y que no tenía nada que ver con él hasta ahora.
También incluye lo que pasa por las noches: No estoy segura de si de alguna
manera me las arreglé para ignorarlo antes, si ha aumentado o si mi ociosidad
me ha llevado estar fascinada, casi obsesionada por eso. Pero son las diez de
la noche y está a unas cuantas horas de mi distracción nocturna.
Es víspera de año nuevo. Por primera vez en la historia, estoy sola. He decidido
hacer esto por algunas razones: primeramente, el clima es tan horrible que no
me atreví a salir después de casi ser decapitada por la puerta cuando abrí para
recoger mi comida tailandesa para llevar, del valiente hombre que había
luchado contra los elementos para entregar mi comida. Las galletas de
camarón prácticamente se habían disuelto y había derramado la salsa de mis
dumplings al fondo de la bolsa, pero no tenía corazón para quejarme. Su larga
mirada triste que fue más allá de mi puerta principal hacía la seguridad y calor
de mi casa me detuvo de mencionar el estado de la entrega.
Los ladridos del perro al otro lado de la calle son apenas audibles por encima
del viento, creo que el Dr. Jameson ha olvidado meterlo de nuevo. Se está
haciendo un poco olvidadizo, o tal vez tuvo un problema con el perro. No sé
su nombre pero es un Jack Russell. Lo encuentro corriendo alrededor de mi
jardín, algunas veces se caga, en algunas ocasiones entró a mi casa y tuve que
perseguirlo y devolverlo al otro lado de la calle al correcto y honorable
caballero. Lo llamo correcto y honorable caballero porque es un hombre
mayor en sus setentas, médico de cabecera retirado, y por diversión y risas era
el presidente de cada club al que asistía: ajedrez, bridge, golf, cricket y ahora
de la sociedad gestora del vecindario, que se ocupa de quitar las hojas, sustituir
las bombillas en las farolas de la calle, vigilancia vecinal y cosas similares.
Siempre está bien arreglado, pantalones y camisas perfectamente planchadas
con pequeños suéteres con cuello en V, zapatos lustrados y cabello ordenado.
Me habla como estuviera dirigiendo sus oraciones por sobre mi cabeza, con la
barbilla levantada y las fosas nasales frontales, como un actor aficionado de
teatro, aunque nunca es descaradamente grosero así que no me da motivos
para ser grosera, solo distante. La distancia es todo lo que puedo dar a alguien
que no puedo entender realmente. Hasta hace un mes no sabía que el Dr.
Jameson tenía un perro, pero estos días parece que sé mucho de mis vecinos.
Cuanto más ladra el perro por encima del viento, más me preocupo que el Dr.
Jameson se haya caído o haya salido volando al jardín trasero de alguien como
los trampolines que han estado saltando por el jardín durante las tormentas.
Oí que una niña despertó para encontrar un juego de columpios y tobogán en
su jardín trasero y pensó que Papa Noel había venido de nuevo, pero resultó
que había venido de cinco casas abajo en la misma calle.
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No puedo escuchar la fiesta más abajo en la calle, pero puedo verla. El Sr. Y la
Sra. Murphy están teniendo su habitual fiesta familiar de Año Nuevo. Siempre
inicia y termina con canciones irlandesas tradicionales y el Sr. Murphy toca el
bodhrán8 y la Sra. Murphy canta con tal tristeza como si estuviera sentada en
un campo de papas negras podridas. El resto de sus invitados se unen como
balanceándose de un lado a otro en un barco de hambruna en mares
tormentosos hacia las Américas. No estoy triste porque el viento esté llevando
sus sonidos lejos en otra dirección, sin embargo puedo oír una fiesta que no
veo, probablemente a unas calles de distancia; unas pocas palabras de
aquellos que están suficientemente locos para fumar fuera se cuelan por mi
chimenea, junto con el ritmo distante de música para fiesta; sonidos y hojas
revoloteando en un frenesí violento en mi puerta.
Fui invitada a tres fiestas, pero no pude pensar en nada peor que ir brincando
de una fiesta a otra, encontrando taxis en víspera de año nuevo con este clima,
sintiéndome así. También los shows de TV se supone que son geniales en
víspera de año nuevo, y por primera vez en la historia, quiero verlos. Envuelvo
la manta de cachemira alrededor de mi cuerpo, tomo un sorbo de vino tinto,
sintiéndome feliz con mi decisión te estar sola, pensando que cualquiera que
este fuera está loco. El viento ruje de nuevo y alcanzo el control remoto para
subir el volumen, pero tan pronto lo hago, todas las luces de mi casa, incluida
la televisión, se apagan. Estoy sumergida en las tinieblas y la alarma de la casa
da pitidos furiosamente.
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Tambor irlandés.
Salgo de la cama y abro las cortinas. Las luces se han ido en toda la calle, veo
las llamas parpadeantes de velas de algunas casas pero sobretodo negrura, la
mayoría de mis vecinos están en sus setentas y están en la cama. Estoy
confiada en que no me veo porque mi casa, también, está a oscuras; puedo
pararme en la ventana con las cortinas abiertas y mirar libremente el
espectáculo que sé que está a punto de tener lugar.
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3
No soy una acosadora pero haces que sea difícil no verte. Eres un acto de circo
y no puedo evitar ser tu audiencia. Vivimos justo al otro lado de la carretera
en este callejón suburbano sin salida en Sutton, al norte de Dublín, que fue
construido en los años setenta y fue inspirado en un suburbio americano.
Tenemos grandes jardines frontales, sin cercos o arbustos para separar el
camino de nuestros jardines, sin puertas, nada para detener a una persona de
caminar directo hasta nuestras ventanas delanteras. Nuestros jardines
delanteros son más grandes que los traseros así que toda la calle ha tenido el
orgullo de mantener el frente, cada uno podaba, preparaba, alimentaba e
hidrataba cada pulgada de su vida natural. Todo el mundo en nuestra calle,
excluyendo a los ocupantes de tu casa y la mía, está retirado. Pasan horas y
horas en sus jardines y, porque están afuera, al frente, todos saben quién viene
y quién va, y a qué hora. Aunque yo no. Ni tú. No somos jardineros y no
estamos retirados. Eres probablemente diez años mayor que yo pero estamos
por debajo de la edad promedio en la calle por treinta años. Tienes tres hijos,
no estoy segura de qué edades tienen pero supongo que uno es adolescente y
los otros dos menores de diez.
Siempre has vivido frente a mí, desde que me mudé, y siempre me has
molestado más allá de mis creencias, pero ir a trabajar todos los días y todo lo
que eso implicaba para mí (distracción y saber que hay cosas más importantes
en el mundo) me alejaron de que me importara, de quejarme y estar por ahí
golpeando tus luces.
Siento que ahora estoy viviendo en una pecera y todo lo que puedo ver y oír
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desde cualquier ventana de mi casa es a ti. Tú, tú, tú. Así que a las dos y media
de la mañana, que es una hora respetable para que vuelvas a casa, me
encuentro a mí misma, con los codos en el alféizar de la ventana, con la barbilla
apoyada en mi mano, a la espera de tu próxima metedura de pata. Sé que será
una buena porque es víspera de año nuevo y eres Matt Marshall, DJ en la
estación de radio más grande de Irlanda y, a pesar de no querer, escuché tu
programa esta noche en mi teléfono antes de que también se descargara. Fue
tan intrusivo, repugnante, repulsivo, desagradable, sucio, asqueroso y
nauseabundo como lo han sido los otros. Tu programa de entrevistas “El
Micrófono de Matt Marshall”, que está al aire desde las once de la noche hasta
la una de la madrugada, tiene el mayor número de radioescuchas que ningún
otro show en Radio Irlandesa. Has estado al frente de programas de
entrevistas nocturnos durante diez años. No sabía que vivías en esta calle
cuando me mudé, pero cuando un día escuché tu voz, supe instantáneamente
que eras tú. Todos lo saben cuándo te escuchan, y la mayoría se emociona
pero a mí me repugnaba.
Eres todo lo que no me gusta de las personas. Tus puntos de vista, tus
opiniones, tus discusiones que no hacen nada para arreglar el problema que
pretendes querer arreglar y, en cambio, avivas frenesíes de ira y
comportamientos de mafia similares. Proporcionas un núcleo para el odio y el
racismo y que la ira se ventile, pero lo presentas como libertad de expresión.
Por esas razones me desagradas; por razones personales, te desprecio. Entraré
a ellas más tarde.
Has conducido a casa, como siempre, a sesenta kilómetros por hora en nuestra
silenciosa y tranquila calle de jubilación. Compraste tu casa a una pareja mayor
que quería una casa más pequeña. Compré la mía a una viuda que murió o al
menos a sus hijos que querían sacar provecho. Hice bien, comprar cuando las
casas estaban en lo más bajo, cuando la gente estaba tomando lo que podía,
antes de que todo subiera de nuevo, y estoy aspirando a ser librada de la
hipoteca, una ambición que he tenido desde que tenía cinco años, queriendo
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que todo lo que sea mío sea de verdad mío y no esté a la merced de otros y
sus errores. Nuestras casas parecían sacadas de un episodio de The Good Life9
y ambos teníamos extenso trabajo que hacer y teníamos que pelear con la
sociedad gestora del vecindario, que nos acusaba de haber arruinado la
imagen del lugar. Nos las arreglamos para comprometernos. Nuestras casas se
parecían a las de The Good Life por el frente; dentro lo teníamos extensamente
renovado. Como sea, rompí una regla con mi jardín frontal por la que aún sigo
pagando. Otra más para después.
Veo una luz encenderse en el cuarto del Dr. Jameson; debe ser una linterna
porque se está moviendo alrededor, o bien la persona que la sostiene está
desorientada. El perro está ladrando furiosamente ahora y me pregunto si lo
dejará entrar antes de que alguna niña pequeña despierte por la mañana y vea
que Papá Noel ha dejado un Jack Russell mareado en su jardín trasero. Veo la
linterna moverse por los cuartos del segundo piso. Aparentemente, al Dr.
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Después pasas a los gritos. Sé que odia los gritos porque la avergüenza, tal vez
porque tu voz es tan distintiva, aunque no pudimos pensar alguna vez que era
otra pareja en la calle la que se comportara así. No sé porque aún no lo has
descifrado y vas directo a los gritos. Ella sigue determinada por primera vez
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que yo haya visto. Haces algo nuevo. Regresas al auto y empiezas a tocar la
bocina.
Veo la linterna del Dr. Jameson moverse del piso superior a una habitación en
el piso inferior y espero que no vaya a salir para intentar calmarte. No dudarás
en hacer algo drástico. La puerta frontal del Dr. Jameson se abre y me llevo las
manos a la cara, preguntándome si debo correr fuera y detenerlo, pero no
quiero involucrarme. Voy a ver y cuando las cosas se tornen violentas
intervendré, aunque no tengo idea de que haré. El Dr. Jameson no aparece. El
perro corre alrededor de la casa a alta velocidad, casi cae sobre sí mismo en el
inundado y empapado césped en su carrera por entrar. El perro corre dentro
y la puerta se cierra de golpe. Río en sorpresa.
Pero sé, al igual que ella, que tu sentido práctico pertenece a tu sobriedad, y
en su lugar está este desesperado y salvaje hombre. Siempre crees que te ha
dejado fuera, que deliberadamente te ha dejado afuera. Eres tú contra el
mundo, o más bien contra la casa, y que debes entrar usando todos los medios
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necesarios.
Guardas silencio por un momento mientras tomas las llaves colgando enfrente
de ti y luego te tambaleas mientras la alcanzas, la acercas a ti y la asfixias con
abrazos y besos. No puedo ver tu cara pero si la de ella. Es la imagen de la
complicación, la silenciosa tortura interna. Te ríes y revuelves la cabeza de tu
hijo al pasar, como si todo aquello hubiera sido una broma, y te detesto aún
más porque no puedes decir lo siento. Nunca dices lo siento, al menos no que
haya visto. Apenas entras la electricidad regresa. Te das la vuelta y me ves, en
la ventana, las luces de mi habitación encendidas, revelando mi gloria
escurridiza.
Me miras, después das un portazo, y con todo lo que has hecho esta noche,
me haces sentir como la rara.
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4
Una de las cosas que me gustó de las vacaciones de la reciente pasada navidad
era que nadie estaba trabajando, lo que nos ponía a todos en el mismo nivel.
Todos estábamos en modo vacaciones, no tuve que compararme ni
contrastarme con ellos, ni a ellos conmigo. Pero ahora todos están
nuevamente trabajando, así que de nuevo estoy sintiéndome como me sentía
antes de las vacaciones.
Otra de las cosas malas de ser despedida es que mi papá me visita, sin ser
invitado.
Está en el patio delantero con mi media hermana Zara cuando llego a casa.
Zara tiene 3 años, mi papá tiene sesenta y tres. Se retiró de su negocio de
impresión hace tres años, después de venderlo por un muy buen precio que le
permite vivir cómodamente. Tan pronto como Zara nació, se convirtió en
esposo y padre en la práctica mientras que su esposa nueva, Leilah, trabaja
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como instructora de yoga en su propio taller. Es adorable que papá haya tenido
una segunda oportunidad en el amor, y es adorable además que haya sido
capaz de abrazar plenamente la paternidad, adecuadamente, por primera vez
en su vida. Abrazó plenamente el cambio de pañales, la alimentación nocturna,
el destete11 y cualquier otra cosa que criar a un niño le trajera. Resplandece
todos los días con el orgullo que siente por ella, esa niñita notable que ha
logrado hacer cosas increíbles por sí sola. Crecer, caminar, hablar. Se maravilla
ante su ingenio, cuenta largas historias acerca de lo que hacía ese día, las cosas
divertidas que decía, la imagen inteligente que proyectaba para alguien tan
joven. Como dije, es adorable. Adorable. Pero él lo ve con una alegría como
por primera vez, un principiante, alguien que nunca lo ha visto suceder antes.
madre. Fue más difícil para ella, por supuesto, tener que dejar este mundo
cuando no quería hacerlo. Tenía cosas que quería ver, cosas que quería hacer,
11
Destete: Momento en que se deja de dar de mamar a un niño o a otro mamífero.
cosas que había estado posponiendo hasta que yo terminara el colegio y fuera
adulta, entonces ella podría empezar con su vida. Ella no había terminado aún;
en muchas maneras, no había siquiera empezado. Tuvo su primer bebé a los
veinticuatro, luego a mí, el accidente, a los veinticinco, crio a sus bebes e hizo
absolutamente todo por nosotros y debería haber habido tiempo para ella.
Zara está saltando de un adoquín a otro y tratando de no pisar las rayas. Insiste
en que papá haga lo mismo. Él lo hace. Ahora sé eso de él y, aun así, viéndolo,
con su barriga de Navidad colgando sobre su ropa interior y rebotando arriba
y abajo de la misma manera en la que salta de piedra en piedra, no puedo
evitar no saber quién es este hombre. Me mira cuando entro.
—Estábamos tomando un paseo por la costa, mirando las olas, ¿no es cierto,
Zara? —La toma en brazos—. Cuéntale a Jasmine acerca de las olas.
Siempre le pide a Zara que nos diga cosas; estoy segura que la mayoría de los
padres lo hace, pero eso me enfurece. Prefería tener una conversación con
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Asiente nuevamente.
una cortina y salir hacia tu coche, pero eso es todo. No sé qué estoy esperando
a ver.
12
Trastorno obsesivo compulsivo.
—¿Le dijiste a tu papá que hicimos cupcakes13 juntas la semana pasada? —le
pregunto a Zara.
—Tu amigo está en problemas otra vez —dice papá cuando estamos sentados
en la mesa con una taza de té y galletas sobrantes de mi enorme cajón de
golosinas de navidad, que constantemente estoy acabando, y miramos a Zara
sobre la caja de juguetes que guardo para ella. El sonido de los legos golpeando
el piso hace que él olvide lo que iba a decir.
13
Pastelito, magdalena, queque individual con decoración.
—¿Quién? —pregunta papá, saliendo de su trance.
—Oh, él. —Como si fuese una hora antes que lo nombraba por primera vez—
. Su programa en la víspera de año nuevo recibió quejas.
—Bueno, pensé que dijiste que no habías oído acerca de ello —dice,
completamente a la defensiva.
que sería divertido recibir el nuevo año con el sonido del orgasmo de una
mujer. Un regalo encantador para tus oyentes, un agradecimiento de hecho,
por su apoyo. Luego hiciste un concurso para adivinar el sonido de un orgasmo
falso de uno real y luego una discusión completa acerca de los hombres que
fingen orgasmos durante el sexo. No fue ofensivo, no para mí, no en
comparación a la inmundicia que has hablado en otros programas, no había
estado al tanto de que los hombres fingían orgasmos así que fue un poco
informativo, si no incómodo, tal vez incluso personalmente esclarecedor—con
respecto al hombre de la oficina del que no me arrepiento, quién se arrepiente
de mí, posiblemente—aunque la imbecilidad que tuviste en el programa para
contar su lado de la historia hizo muy poco para educar. Sueno como si te
estuviera defendiendo. No lo hago. Solo que ese no fue el peor programa. Por
una vez el problema no eres tú y tu falta de encanto, si no el derecho de
escuchar el sonido de una mujer en el clímax sin considerarlo ofensivo.
—Matt Marshall.
—Sólo tiene cuarenta y dos. —digo. Suena como una defensa hacia ti, pero no
me refiero a algo personal. Tengo treinta y tres y necesito encontrar un nuevo
trabajo, estoy preocupada de la edad ahora, particularmente a la actitud hacia
la edad en el lugar de trabajo, eso es todo. Pienso en ti suspendido e
inmediatamente me siento encantada. Siempre me has disgustado, siempre
he querido tu programa fuera del aire, pero luego me siento mal y no estoy
segura por qué. Tal vez a causa de tus hijos y tu agradable esposa, a quienes
ahora saludo todas las mañanas.
Estamos en silencio.
—Podría hablar con Ted, si quieres —dice papá de repente, como continuando
una conversación que no recuerdo tener.
Frunzo el ceño.
—¿Quién es Ted?
La ira se apodera de mi tan rápido que tengo que luchar con el deseo de
perderme ahí mismo. Y estuve muy cerca. Papá le vendió su compañía a Ted
Clifford. Podría haberla vendido por tres veces el monto en los buenos
tiempos, quería decirle a todo el mundo, pero no son buenos tiempos ahora,
así que la puso en una razonable suma de dinero que aseguraría largos meses
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Mi orgullo. Fácilmente dañado. Odio la ayuda. Necesito hacer todas las cosas
por mí misma, todo el tiempo. Su oferta me hace sentir débil, me hace pensar
que él cree que soy débil. Tiene muchas connotaciones.
—Sólo digo. Sería fácil conseguir una oportunidad. Ted te ayudaría cualquier
día.
Lo dice como si fuera algo malo: hazlo a tu manera. ¿No es esa una buena
manera de hacerlo para cualquier persona? ¿Cuándo querría, o he querido
alguna vez hacerlo a su manera? Si hubiera querido ayuda, él hubiera sido la
última persona a la que hubiese acudido. Y entonces se me ocurre
nuevamente que eso parece ser un problema, cuando realmente nunca ha
habido un problema, eso me sobresalta. Me doy cuenta que estoy de pie fuera
en el frío, mirando hacia la calle donde el auto hace mucho desapareció.
Rápidamente miro al otro lado de la calle a tu casa y creo que he visto un ligero
movimiento en una cortina de arriba, pero probablemente lo imaginé.
14
Práctica no científica que afirma tratar de lograr la sanación o equilibrio del paciente a través de la
imposición de las manos del practicante, canalizando cierta supuesta “energía vital universal.”
procesarlo, para deshacerme de ello, así que tomo su consejo. Me quito los
calcetines y ando alrededor de la alfombra por un tiempo, esperanzada en que
me sentiré “cómoda” para evitar que mi cabeza vaya a la deriva nuevamente
hacia un territorio de ira garantizada. Piso algo afilado, el final de un gancho
de ropa, maldigo mientras reviso mi pie. Lo tomo entre mis manos. No estoy
segura de cuán arraigado debería sentirse, pero no puede ser así.
Miro hacia afuera. No hay césped en mi jardín. Eso fue terrible, algo
inexplicable que hice cuando me mudé hace cuatro años. No era fanática de
los jardines, tenía veintinueve años, estaba ocupada, apenas estaba en casa,
nunca lo suficiente para hacer caso de mi jardín. Tenía un jardín relativamente
bonito cuando compré el lugar, para evitar el esfuerzo que conlleva
mantenerlo, lo desenterré y lo remplacé con una cerca de adoquines
mantenibles. Tenía un aspecto impresionante, costó una fortuna, horrorizó a
los vecinos. Puse unos lindos maceteros negros en el frente de mi casa con
plantas que permanecían verdes todo el año, podadas en ingeniosas y
modernas formas retorcidas. Me preocupé un poco sobre cómo eso afectaba
a mis nuevos vecinos, pero nunca estaba en casa para discutirlo con ellos
extensamente, y razoné conmigo misma que me ahorraría el pago de un
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Miro a tu casa, tu jeep no está ahí y las luces están apagadas. Nunca tengo
que preocuparme por la casa de otras personas. Nunca parezco preocuparme.
Me coloco un chándal15 y bajo las escaleras descalza. Sintiéndome como una
detective, corro de puntillas a través del frío pavimento hacia mi cochera y
directa al césped del camino. Reviso si el césped tiene caca de perro. Reviso si
hay caracoles y babosas. Tomo los extremos de mi chándal y permito que mis
pies pisen el césped mojado. Está helado pero suave. Me río de mi misma
mientras camino arriba y bajo, inspeccionando la calle a media noche.
Por primera vez desde que me mudé, me siento culpable por lo que le hice a
mi jardín. Miro a las casas y veo como el mío es oscuro y gris en medio del
color. No es que haya mucho color en los jardines en Enero, pero al menos los
arbustos, los árboles, el césped, sobrepasan el concreto gris de los pavimentos,
el marrón y gris de mi pavimento.
15
Prenda para hacer deporte compuesta por un pantalón y una chaqueta o jersey anchos y cómodos.
menos de que registre y visualice completamente en mi mente lo que estoy
buscando. Por ejemplo, hurgando en mis bolsos demasiado grandes para mis
llaves, digo ya sea en mi cabeza o en voz alta, “llaves, llaves, llaves.” Hago lo
mismo en mi casa: Vago de habitación en habitación, hablando o
murmurando, “lápiz labial rojo, lapicero, factura del teléfono…” o lo que sea
que esté buscando. Tan pronto como lo hago, encuentro la cosa más rápido.
No sé la razón de esto, pero sé que tiene sentido, que es verdad, que Deepak
Chopra podría explicarlo más sofisticadamente, informarlo, de una manera
filosófica, pero siento que cuando me digo a mí misma que es lo que estoy
buscando, entonces sé por completo que es lo que tengo que encontrar. Orden
dada: el cuerpo y la mente responden obedientes.
16
Se refiere a un juego de palabras ya que “suspensión remunerada” en inglés es “gardening leave” tal como
“jardinería” es “gardening”.
Vagabundeo de arriba y abajo en el césped mojado, mis pies empiezan a
sentirse helados pero mi mente zumba con una nueva idea. Un nuevo
proyecto. Una meta. Un objetivo. Algo que hacer. Debo corregir un error. Voy
a arrancar de raíz el mismo suelo que piso, lo que será fácil porque siento como
si ya me hubiera sido arrancado.
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5
—Es hermoso —susurro, mirando al pequeño bebé en brazos de mi amiga
Bianca.
—Sí, es… maravilloso. —Mira hacia otro lado, su sonrisa un poco tambaleante,
sus ojos hundidos hacia el interior de la parte trasera de su cabeza por la falta
de sueño por dos días—. Oye, ¿has empezado ya un nuevo trabajo?
—Oh, cierto —dice, entonces hace una mueca y se queda en silencio por un
momento. No me atrevo a interrumpir sus pensamientos—. Encontrarás algo
—dice, regalándome una simpática sonrisa.
desde lejos cada vez que esto pasa, como fuera de mí, mirándome estar quieta
y en silencio mientras los demás se mueven alrededor, pendientes de su
trabajo, sus hijos. Desde que me di cuenta de esto, he intentado no reunirme
con nadie durante el día mientras están en medio de algo y yo no. He intentado
hacer citas para salidas nocturnas, cenas, tragos, momentos en los que sé que
podemos estar sobre terreno llano, cara a cara, uno a uno. Pero es difícil, todos
están muy ocupados, alguien que no puede conseguir una niñera, parece que
no podemos sincronizar una salida nocturna que se adapte a todo el mundo, y
así luchamos para organizar cualquier cosa. Me llevó semanas organizar una
cena en mi casa este fin de semana. Entonces estaré ocupada y puede que
ellos también. Mientras tanto, estoy en el hospital, sentada en la cabecera de
una de mis amigas más queridas quien recién tuvo su primer bebé, y mientras
estoy feliz por ella, por supuesto que lo estoy, estaba secretamente
maravillada por el permiso de nueve meses por maternidad ya que podría
tener compañía por el resto del año, sé que la realidad es que no la veré
mucho, y si lo hago, ella estará ocupada y yo estaré quieta, me sentaré frente
o al lado de ella esperando a que esté lista, teniendo la mitad de su atención.
Siento miedo pero arreglo mi cara en lo que espero que sea la perfecta mirada
de interés.
—¿Serías su madrina?
fin de darme algo que hacer. ¿Y qué voy a hacer? Ir a la iglesia y pararme a su
lado mientras ellos sostienen al bebé, mientras el sacerdote vierte agua,
mientras todos hacen algo y yo me quedo de brazos cruzados.
—¿Escuchaste acerca del hijo de tu amigo?
—¿Qué amigo?
Ella mueve a su hijo de tres días a una posición diferente, sosteniéndolo como
una pelota de rugby, sus pechos enormes más grandes que la cabeza del bebé
y luciendo como si fueran a asfixiarlo. El bebé mama y está en silencio otra vez.
Es casi un bonito momento, aparte del hecho que cuando la miro tiene
lágrimas corriendo por su rostro.
—Tiene la boca llena de colmillos, es lo que tiene —dice Bianca, haciendo una
mueca de nuevo.
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escondida bajo una capucha, con el rostro bajo, audífonos en la cabeza, pelo
rojo que se asoma por debajo de su capucha, mientras se aleja de la casa a la
parada de autobús. He sido su vecina por cuatro años y me doy cuenta de que
ni siquiera sé su nombre, pero los comentarios bajo el vídeo me dicen que es
Fionn.
Soy una gran fanática de tu padre, ayudó a mi hijo cuando estaba siendo
acosado en el colegio, ayudó a traer luz sobre las leyes de acoso en Irlanda.
Una pequeña parte de los comentarios de apoyo que los telespectadores han
hecho.
Fionn tiene quince años y por su uniforme de cada mañana puedo decir que
va a Belvedere, una costosa escuela privada en Dublín. Aunque no lo he visto
todavía, ya sé que no les gustará. Aquí en la pantalla puedo ver que tiene ojos
de color café, sus mejillas y nariz son ligeramente pecosas. Está mirando hacia
abajo sobre la cámara web, su computadora está en un ángulo que lo capta
completo, en el que las luces del techo se están estrellando en la cámara. Sus
fosas nasales están grandes y quemándose de ira. Hay música de fondo,
supongo que está en una fiesta, estoy suponiendo que está ebrio. Sus pupilas
están dilatadas aunque tal vez la ira esté causando eso. Lo que sigue son cuatro
minutos de insultos acerca de cómo oficialmente le gustaría apartarse de su
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padre perdedor, tú, quien él cree que no es un padre real. Dice que eres una
vergüenza, un vago, que su mamá es la única persona que mantiene las cosas
en marcha, que no tienes talento. Y así sucesivamente, un chico bien hablado,
intentando ser más fuerte de lo que es en un ataque mal construido hacia ti,
resumiendo por qué cree que deberías ser despedido y nunca ser contratado
de nuevo. Es una queja bastante vergonzosa que me hace temblar y que miro
desde detrás de mis manos. La música de fondo se hace más fuerte, al igual
que las voces masculinas. Da una rápida mirada detrás de él y entonces el
video termina.
A pesar de la forma en que me siento hacia ti, esto no me llena de ningún tipo
de felicidad o entretenimiento. Me siento mal por verlo, me siento mal por ti,
por todo de ti.
Hago una compra rápida, sintiéndome triste mientras me apuro entre los
pasillos. A veces me olvido de por qué me siento de esa manera, solo tengo
ese sentimiento de que algo malo me ha pasado y afectó mi vida. Luego
recuerdo por qué me siento mal e intento quitármelo de encima, porque no
tiene nada que ver conmigo. El problema es que, aunque sé que es tonto de
mi parte, no puedo evitar sentirme conectada con lo sucedido.
Esta noche estás peor que de costumbre. Sospechaba que este sería el caso.
Estoy segura que sabes acerca de la publicación en YouTube. Escuche la radio
para ver si era verdad lo de tu suspensión y había otro DJ sustituyéndote a ti y
a tu equipo. Tú y el equipo completo han sido suspendidos por tus traviesas
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Dieciséis años atrás, en otra estación a otra hora, presentaste un debate sobre
el síndrome de Down. Era acerca de muchos aspectos del síndrome de Down,
algunos eran informativos, gracias a la enojada pero firme mujer que llamó
desde Down Syndrome Ireland para explicar las realidades.
Desafortunadamente ella se consideró muy calmada y paciente para tu
programa y tú rápidamente le colgaste. Los otros eran incultos, ignorantes
desagradables a quienes se les dio mucho tiempo al aire. Gran parte de la
discusión fue acerca de MVC, Muestra de Vellosidades Coriónicas, y
amniocentesis, también denominada prueba de líquido amniótico o AFP, que
es un procedimiento médico usado en el diagnóstico prenatal de
anormalidades cromosómicas e infecciones fetales. La razón más común para
llevar a cabo dicha prueba es determinar si un bebé tiene ciertos trastornos
genéticos o una anomalía cromosómica, como el síndrome de Down. Las
mujeres que deciden hacerse esta prueba son las que están en mayor riesgo
de problemas genéticos y cromosómicos principalmente, en parte porque la
prueba es invasiva y conlleva un pequeño riesgo de aborto. Puedo ver porqué
querías tener esa conversación; vale la pena tener esa conversación, podría
ayudar a mujeres a tomar la decisión, si es tratado en una forma madura y
honesta, pero no a tu manera, no en la manera en la que tu programa maneja
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Tenía diecisiete años, en una fiesta con un chico que había fantaseado por
años. Todos estaban ebrios, los padres de alguien se habían ido, y en lugar de
escuchar música hubiera sido genial escuchar a Matt Marshall. No me
importabas en ese entonces; de hecho, pensaba que eras sensacional, porque
era genial escuchar el tipo de cosas que estaban discutiendo mientras nosotros
seguíamos tratando de encontrar nuestra propia opinión. Pero la conversación
me hizo sentir enferma, fluyó de los altavoces y continuó dentro de la
habitación de la fiesta y tuve que escuchar a mis amigos, quienes debería
haber conocido mejor, y a gente que no conocía, y el chico con el que había
fantaseado, dando sus opiniones del tema. Nadie quería un niño con síndrome
de Down. Una persona dijo que prefería uno a un bebé con VIH. Me sentía mal
por lo que escuchaba. Tenía una hermana hermosa durmiendo en casa, con
una madre que estaba recibiendo tratamiento para el cáncer que estaba más
angustiada por dejar a mi hermana que dejar todo lo demás en su vida, y no
podía entender lo que estaba escuchando.
Así que estoy en la ventana ahora viendo tu cuerpo inmóvil en el jeep, sin
importarme si me ves o no mirándote porque estoy preocupada. Justo cuando
estoy pensando en ir afuera para ayudarte, la puerta del jeep se abre y te caes.
La cabeza primero, tu espalda afuera como si la estuvieras apoyando sobre la
puerta. Te deslizas lentamente y tu cabeza golpea el suelo. Tu pie está
enredado en el cinturón de seguridad del asiento de cuero. No te mueves.
Busco mi chaqueta y entonces te escucho riendo. Luchas para desenredar tu
pie del cinturón de seguridad, tu risa disminuye a medida que te vas poniendo
irritado y necesitas concentrarte en liberarte mientras la sangre corre por tu
cabeza.
Te miro un rato, pero finalmente pierdo interés porque no estás haciendo nada
más que beber y soplar anillos de humo en el tranquilo cielo nocturno.
Te veo mirando las estrellas, las cuales están tan claras esta noche que Júpiter
puede ser visto al lado de la luna, me pregunto en qué estás pensando. Qué
hacer con Fionn. Qué hacer con tu trabajo. ¿No somos tan diferentes después
de todo?
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6
Son las 8.30 y estoy de pie en el jardín con un constructor llamado Johnny, un
gran hombre de mejillas rojas que actúa como si me detestara. Nadie dice
nada; él y su colega, Eddie, apoyado en el martillo mecánico, están sólo
mirándome. Johnny te mira en el jardín del frente, durmiendo en tu silla de
jardín con las botas puestas sobre la mesa, y después me mira de nuevo.
—Así que, ¿qué quieres que hagamos? ¿Esperar hasta que se despierte?
—¡No! Yo…
—Eso no es lo que dije —digo con firmeza—. ¿No son las ocho y media
demasiado temprano para empezar a hacer tanto ruido? Pensé que la hora
oficial de inicio de las obras de construcción era 9:00 a.m.
Mira a su alrededor.
—No en esta calle —le respondo—. Nadie trabaja en esta calle —Ya no.
—Mira, amor, dijiste que necesitabas esto listo inmediatamente. Tengo dos
días para terminar este trabajo y entonces me ocuparé de otras cosas, así que
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Sin una palabra, Eddie, que parece como si tuviera diecisiete, se pone sus
audífonos. Entro rápidamente. Me quedo parada en la ventana en la sala de la
tv, que da hacia tu jardín, te veo en la mesa, la cabeza hacia atrás, en un sueño
pacifico después de la borrachera. Tienes una manta alrededor tuyo. Me
pregunto si tu esposa fue la que te la puso o si la sacaste del auto durante la
noche después de despertar, congelado. El sentido común debería haberte
dicho que te quedaras en el auto y pusieras el calentador, pero tú no eres de
los que escuchan el sentido común.
Algo definitivamente parece fuera de lugar esta mañana. A parte del hecho de
que estás durmiendo en medio de tu jardín destruido y desequilibrado.
Muebles de jardín mal acomodados por donde se vea, tu casa estaría
usualmente ocupada a esta hora. Los niños están de regreso de la escuela, tu
esposa debería estar yendo y viniendo mientras los deja y va a sus asuntos,
pero nada está pasando esta mañana. No hay signos de vida en la casa, las
cortinas están exactamente igual que la mañana de ayer. El auto de tu esposa
no está. La sombrilla sigue atrapada en el árbol. No hay signos visibles de que
tu familia esté en casa.
Puedo ver cómo le gritas a Eddie. Él probablemente no puede oírte por encima
del ruido y sus audífonos, pero puede ver al hombre parado enfrente de él,
abriendo y cerrando la boca con enojo, una mano en la cadera, y la otra
apuntando hacia la casa, demandando ser escuchado. Eddie te ignora y
continúa excavando en mi costoso pavimento. Camino hacia a la sala y me
paseo ante la puerta, esperando a que llames. Doy un salto cuando suena el
timbre. Solo una vez. Nada grosero en absoluto. Una sola pulsación, un “riiing”
claro, nada de nada como la rutina con tu esposa.
Abro la puerta, tú y yo estamos cara a cara por primera vez en la historia. Esto
es por mi hermana, es por ti, Heather, es por mi madre también, por la
injusticia al tener que dejar a su hija que nunca quiso dejar. Me lo repito a mí
misma una y otra vez, abriendo y cerrando las manos, lista para pelear.
Puedo asegurar que sigues borracho. A pesar de que estas parado firmemente,
tu cuerpo se mueve circularmente, inclinándose, como el paso de Michael
Jackson.
Me miras como si fuera la mayor y más loca perra que has conocido y te
marchas.
Hay muchas cosas que podría haber dicho. Muchísimas maneras en las que
podría haberte transmitido mi disgusto por la forma en que hablaste acerca
del síndrome de Down. Una carta. Una invitación a tomar café, quizás. Una
conversación adulta. En cambio dije eso, en nuestro primer encuentro. Me
arrepiento de inmediato, no porque quizás te hice sentir mal, sino porque
quizás desperdicié una oportunidad para hacer algo importante. Y entonces se
me ocurre por primera vez que tal vez ni siquiera recuerdes ese programa en
particular. Has hecho tantos, que probablemente no signifiquen nada para ti.
Solo soy una vecina odiosa que no te dijo acerca de sus trabajos de
Página 62
construcción.
Te veo cruzar el camino hasta tu casa. Eddie sigue ignorando al mundo y
excavando el suelo, el sonido tamborilea en mi cabeza. Caminas de arriba a
abajo por la parte delantera y trasera de la casa, mirando por las ventanas,
intentando imaginar cómo entrar. Vacilas un poco, todavía borracho. Entonces
vas a la mesa y creo que te vas a sentar, pero en cambio tomas una silla de
jardín y la llevas a la puerta de enfrente. La balanceas hacia atrás con todas tus
fuerzas y luego la azotas, una, dos, tres veces contra la ventana junto a la
puerta principal, rompiendo el vidrio. Nada de esto puede ser oído por el ruido
del taladro. Te pones de lado, tu complexión robusta hace difícil que te deslices
por el pequeño espacio que has creado, pero de todas formas entras en la casa.
A pesar del hecho de que he sido testigo de que haces esto, una vez más me
has hecho sentir irracional.
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7
Eddie trabaja firmemente durante dos horas, y después desaparece por tres.
Durante ese tiempo la máquina se queda en mi jardín delantero, que ahora se
parece a la escena de un terremoto. He creado un caos y odio mirarlo, pero no
puedo evitarlo porque estoy mirando por la ventana, no por ti, sé que no
aparecerás por horas, sino por Eddie que desapareció por el camino aún con
su casco puesto y nunca regresó. Llamé a Johnny, pero no atendió mi llamada
y su teléfono no tiene servicio de mensajería. Eso no es una buena señal. Fue
recomendado por el paisajista que contraté para mi jardín, lo que tampoco es
una buena señal.
Mi tía estaba lejos con mi mamá el fin de semana, en uno sus retiros para
ayudar a mi mamá y, como siempre hacía entonces, yo me quedaba a dormir
en su casa. Mi tío Billy estaba viendo TV y Kevin y yo estábamos sentados en
el columpio del patio trasero, abriendo nuestros corazones el uno al otro. Le
estaba diciendo acerca de mamá estando enferma y él estaba escuchando.
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No nos hablamos después de eso. Nunca le dije a mi tía, pero yo sabía que ella
lo sabía, asumo que mi mamá se lo dijo, pero nunca lo discutió conmigo.
Después de ese primer año ella pasó de ser nerviosamente comprensiva sobre
lo que pasó, a estar irritada conmigo. Creo que sentía que mi perdón sería la
única cosa que podría traérselo de vuelta. Él no se había ido del país en esa
época, pero Kevin nunca había querido ser una parte de algo o de alguien, al
menos de su familia, siempre había sido problemático, siempre había sido
inseguro de sí mismo y de todos a su alrededor. Había tenido suficiente con lo
que lidiar en esos tiempos, sus asuntos eran demasiado para mí. Puede que
eso sea cruel, pero a mis diecisiete no tenía manera de entender sus
problemas; era mi desagradable primo adoptado con problemas que me había
besado, y lo quería lo más lejos de mí posible. Pero ahora está de regreso y
uno de estos días voy a tener que enfrentarlo. Ya no tengo un problema con
él, ya no tengo la necesidad de lavar mi boca cuando pienso en él. Aun así,
aunque no tengo nada importante que hacer, puedo pensar en mejores
maneras de pasar mis días que entablar una incómoda conversación con un
primo, que trató de darme un beso francés en el columpio del jardín dieciséis
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años atrás
17
Publicada en 1954, es la primera y más célebre novela de William Golding.
Mientras estoy mirando por la ventana y esperando que Eddie vuelva cuando
el teléfono de la casa suena. Nadie tiene ese número aparte de papá y Heather,
y por lo general es Heather quien llama, así que respondo.
Me detengo, tratando de ubicar la voz, no creo que sea Kevin. Imagino que
ahora tendría un acento australiano, pero tal vez no. De cualquier manera no
creo que sea él. La tía Jennifer tendría que ser increíblemente cruel para darle
el número. Tiene un acento que no puedo ubicar del todo detrás de un acento
dublinés, de algún lugar fuera de Dublín, pero adentro de Irlanda. Una suave
cadencia campestre.
—¿Podría decirme quién está hablando, por favor? Soy el ama de llaves de la
Sra. Butler.
18
Dialecto de inglés que se habla en el área central de Inglaterra
—Pen19 —digo, y trato de no reírme— Pen—ny. Penélope, pero me llaman
Penny.
—Sí. —Sonrío.
—Oh no, solo en caso de que te llame de nuevo y la Sra. Butler no esté en casa.
En la remota posibilidad de que eso pase.
—Ah. —Miro a la mesa y veo un bloc de notas al lado del bolígrafo, ruedo los
ojos—. Pad20 —Toso para esconder la risa—, Paddington.
—No podría decirlo. —Me siento en el brazo del sofá, aún mirando al exterior
y veo al Dr. Jameson en la puerta delantera de tu casa—. Va y viene, por el
trabajo —El Dr. Jameson está mirando a través del vidrio roto—. ¿Para qué la
llama?
—¿Ella lo conoce?
19
Juego de palabras. “Pen” significa bolígrafo.
20
Juego de palabras. “Notepad” se traduce como Bloc de Notas.
—Intentaré en su celular ―dice.
—¿Tiene su celular?
—Gracias, Penélope, has sido de gran ayuda. Que tengas un buen día. —Cuelga
y me quedo escuchando el tono de marcar, confundida.
—Jasmine —me llamo con un tono cantarín—, un bicho raro total acaba de
llamar preguntando por ti.
—Hola, Jasmine.
—No, en absoluto… —Sacude su mano con desdén, aunque con prisa para
decir algo más—. Estaba al otro lado de la vía, buscando a nuestro amigo, pero
parece que está entretenido de otra manera —dice, como si nuestro amigo, es
decir tú, está afuera en el patio trasero haciendo globos de animales para un
grupo de niños y no desmayado en el piso del baño sobre su propio vómito.
Solo suponiendo.
—Amy me dio esto para el Sr. Marshall, ¿podemos llamarlo Matt, no? —La
manera en que me mira con complicidad me hace pensar que sabe que he
estado observando, y mucho. Pero no puede saberlo a menos que me esté
observando, y sé que eso no es cierto porque lo observo a él.
—¿Quién es Amy?
—Pienso que es bastante urgente que reciba esto. —Mueve el sobre blanco—
. Pero no me responde. Lo dejaría en la, eh… ventana abierta, pero no podría
estar seguro de si lo conseguirá. Además aquí hay una copia que me gustaría
darte a ti. —Sostiene una envoltura hacia mí.
—La llave de la casa. Amy hizo dos para los vecinos, ella pensó que sería
práctico —dice, de una manera sorpresiva, cuando los dos sabemos que es la
cosa más obvia y sensata que hemos escuchado—. No creo que ella esté ahí,
o que vaya a estar por un tiempo —dice, con sus ojos taladrando los míos.
Ah. Entiendo.
Muevo las manos lejos de la llave y el sobre blanco que me está confiando.
—Pienso que sería mejor que usted los guarde, Dr. Jameson. No soy la persona
correcta para cuidar de ellos.
—¿Por qué?
—Conoce mi vida, todo el tiempo estoy yendo y viniendo. Estoy muy ocupada.
Trabajo y… ya sabe, cosas. Creo que sería mejor dejárselas a alguien que esté
aquí más.
—Ah. Tenía la impresión de que tú… estás en casa más seguido estos días.
En el blanco.
—Bueno, sí, pero aún creo que es mejor que usted los cuide. —Estoy mirando
el piso.
—Ya tengo una llave, pero me voy dos semanas. Mi sobrino me pidió que
pasara las vacaciones con su familia. Es la primera vez. —Su cara se enciende—
. Aunque muy amable de su parte, estoy seguro de que tuvo que ser
convencido por Stella. Adorable señorita. Y lo aprecio. España ―dice, sus ojos
relucientes―. De todas maneras… —Su cara se ensombrece— Tendré que
encontrar un hogar para estos. —Luce completamente molesto por esto.
Tan culpable como me hace sentir, no puedo hacerlo. No puedo tomar las
llaves de alguien. Un completo extraño. Es raro. No quiero estar involucrada.
Quiero ser reservada. Sé que te observo, pero… no puedo hacer esto. No seré
conmovida, a pesar de su cara preocupada y perpleja. Si tuviese un trabajo, no
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estaría en este lío suburbano ahora mismo, teniendo que ocuparme de las
cosas de otras personas que deberían guardar para sí.
—Tal vez podría dárselas al Sr. y la Sra. Malone. —No tengo ni idea de sus
nombres. He estado viviendo al lado de ellos cuatro años y sigo sin saberlos, a
pesar de que me envían una tarjeta de Navidad todos los años con sus
nombres en ella.
—Entiendo. —Asiente, con los labios apretados y toma el sobre de nuevo con
las dos manos. Fija su mirada en mí y sé que ha sido testigo de la misma escena
nocturna que yo—. Realmente entiendo.
Me despide y tengo que empezar a correr para evitar que cruce la calle
mientras una ambulancia viene corriendo a toda velocidad. Los dos miramos
automáticamente hacia tu casa, pensando que algo debe haber pasado, pero
la ambulancia se detiene afuera de la casa de los Malone y los paramédicos
corren a su puerta.
—Oh, ¡Dios mío! —dice. Nunca he conocido a alguien que diga tantos
carambas, tonterías, Dios mío, cielos y oki dokis como el Dr. Jameson.
De píe junto a él, veo como sacan a la Sra. Malone en una camilla, con una
máscara de oxígeno sobre su rostro, y es llevada a la parte trasera de la
ambulancia. Un Sr. Malone con cara cenicienta los sigue. Se ve conmocionado.
Se me rompe el corazón allí mismo. Espero que no fuese mi culpa. Espero que
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no fuera el ruido del taladro en mi jardín lo que le dio un infarto, como casi te
había dado uno a ti.
—Vincent —dice, mirando al Dr. Jameson—. Marjorie. —Asumo que es su
esposa y me siento terrible por nunca saber su nombre. Pobre Marjorie.
Espero que esté bien.
—Cuidaré de ella, Jimmy —dice el Dr. Jameson—. ¿Dos veces al día? ¿Comida
en la despensa?
—Sí —dice el Sr. Malone casi sin aliento mientras es ayudado a entrar en la
parte trasera de la ambulancia.
No, no es la esposa.
Las puertas se cierran y la ambulancia se va, dejando la calle tan vacía como
estaba, como si nada hubiera pasado, la sirena desvaneciéndose a medida que
se aleja.
No siento nada más que culpa y temor, y un leve rencor porque el universo
conspiró contra mí. Sería grosero de mi parte sugerir a otro vecino en este
punto, aunque es lo que quiero hacer. Dos no en un solo día no me hará ver
bien.
Por supuesto que sí. Parece que todo el mundo tiene la llave de todo el mundo
en esta calle, excepto la mía. Mira abajo hacia el sobre en su mano, con tu
única llave dentro, como si fuera la primera vez que lo ha visto. Me doy cuenta
que sus manos están temblando.
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21
Hongo de color blanco.
8
Eddie regresa y hace otras dos horas de trabajo. Lo sé porque estoy en medio
de poner comida para gatos en un tazón de Marjorie cuando ella brinca del
susto por el sonido del taladro y desaparece. Pienso en ir a buscarla, pero no
quiero deambular por la casa y ser una intrusa, además es una gata, estará
bien. Eddie está trabajando duro cuando Johnny regresa a inspeccionar su
trabajo y es como si nunca se fuera en absoluto. Escucha mis quejas sobre
Eddie sin pestañar, y sin hacer comentarios, inspecciona el trabajo, declara que
están bien según el programa y se van en una maltratada furgoneta roja una
media hora antes porque tienen otro trabajo. No se van lejos, se meten de
reversa en tu entrada para coches y salen de un salto. Soy consciente de que
me he convertido en una observadora por la cortina, pero no puedo evitarlo,
estoy intrigada. Johnny mide la ventana rota de al lado de la puerta principal,
después toman un pedazo de madera de la parte de atrás de la furgoneta, y
no los puedo ver, pero si escuchar serruchando detrás de la puerta abierta.
Son solo las cinco y media y ya está oscuro como boca de lobo. Están
trabajando en relativa oscuridad, iluminados solo por la luz del porche, y hay
un débil resplandor que viene de la parte trasera de la casa, la cocina. Ya debes
de estar despierto.
Estoy despierta cuando llegas. “Paradise City” está sonando otra vez. Frenas
antes de golpear la puerta de la cochera, tomas las llaves, te tambaleas a la
puerta, te enredas con tus pies un par de veces mientras te concentras en las
llaves sonando en tu mano. Te toma un tiempo pero metes la llave en el
cerrojo. Tropiezas dentro y cierras la puerta. La luz de la sala se enciende. La
luz del descanso se enciende. Se apaga la de la sala. La luz del cuarto se
enciende. Cinco minutos después se apaga.
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El fin de semana tengo mi cena. Somos ocho. Son buenos amigos míos. Bianca
no está, se quedó en casa con su recién nacido, pero Tristan ha aparecido. Está
dormido en el sillón cerca del fuego, incluso antes de que empezáramos con
los entremeses. Lo dejamos ahí y empezamos sin él.
sobre el tema y lo que lo hace más jugoso es que eres famoso. Pero no me
atrevo a decírselo a nadie. Es como si fuera mi secreto. He decidido protegerte
y no sé por qué. A lo mejor es porque me tomo tu situación muy seriamente
como para hacer una broma sobre ella en una cena. Tienes hijos, una esposa
que te acaba de haber dejado. Te detesto, todo aquel que verdaderamente me
conoce lo sabe, y nada sobre ti me da ganas de reírme de ti. Cierro las cortinas
para que no te puedan ver.
Te escucho golpear, pero todos continúan hablando, esta vez un debate sobre
quien debería ligarse las trompas y quien debería hacerse la vasectomía, y no
notan tu ruido. Piensan que estoy bromeando cuando digo que me haría la
vasectomía, pero no he estado concentrada.
Quito los platos del postre, mis amigos están hablando y riendo, la atmósfera
está genial y Tristan sigue durmiendo en el sillón, achicharrado junto a la
chimenea. Caroline me ayuda y pasamos unos minutos más en la cocina
mientras me satura de las cosas que ella y su nuevo novio han estado
haciendo. Debería estar impactada por lo que escucho, ella quiere que esté
impactada, pero no me puedo concentrar, sigo pensando en ti afuera. Y la llave
está a mi lado en el mostrador, todavía palpitante. Cuando Caroline sale para
ir al baño, hago mi huida, tomo la carta y la llave, me pongo mi abrigo y salgo
sin que nadie lo note.
Mientras cruzo la calle te veo sentado en la mesa. Son las 11 p.m. Temprano
para que regreses a casa. Estás comiendo de una bolsa de McDonald. Me
observas cruzar la calle y me siento cohibida. Envuelvo mis brazos alrededor
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de mi cuerpo, fingiendo tener más frío del que siento con el alcohol
manteniéndome caliente. Me detengo en la mesa.
—Hola —digo.
—Hola —dices.
Es un buen comienzo.
—Sabes, la esposa del Dr. J murió hace quince años, no tuvieron hijos, su
hermano y su esposa fallecieron, la única familia que tiene es ese sobrino y
nunca visita o invita al Dr. J para nada ―dices, claramente molesto por esto,
entonces eructas—. Discúlpame.
Me miras.
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Estoy confundida. No puedo decir si estas fingiendo que nunca nos hemos
conocido o si verdaderamente no te acuerdas. Trato de entenderte.
—Oh sí. En el número tres, ¿no?
No es tanto como estrechar la mano con el diablo como pensé. Tu mano está
helada y tu piel áspera, como si estuviese agrietada por el frío de invierno.
—También me dio una llave de tu casa, tu esposa hizo copias para él y para mí.
—La extiendo hacia ti.
Miras la llave
—Colocando césped.
—¿Por qué?
Me río a la ligera.
—Buena pregunta.
Tomas el sobre.
—No.
—Podría ser una cosa de vecinos. El Dr. J siempre organiza algo. Una barbacoa.
—¿En enero?
—Una recepción con bebidas sobre el reciclaje entonces. ―Te gusta eso y te
ríes entre dientes. Puedo oír los cigarros en tu pecho, una ruidosa y pesada
risa.
—Léelo.
—No puedo. Lo siento. —Lo pongo en la mesa. Ves el sobre y no dices nada—
. Buenas noches.
están llenos, sé que es importante, es sobre su papá que está enfermo, acaban
de descubrir que tiene cáncer, pero no me puedo concentrar. Sigo mirando
por la ventana al sobre mientras la lluvia sigue aumentando. El esposo de
Rachel alcanza su mano para ayudarla a continuar. Balbuceo algo sobre
conseguirle un pañuelo, luego salgo sin mi abrigo, corro a través de la calle y
tomo el sobre.
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Johnny y Eddie por fin terminan de excavar en mi pavimento una semana
después de lo prometido, citando tantas excusas y problemas técnicos que no
sé por dónde empezar a discutir con ellos, pero al menos cien metros
cuadrados han sido despejados para colocar el césped y el resto de mi jardín
aún es mi adorado pavimento. Mi papá me dijo que me quedara con las piedras
rotas que extrajeron del suelo ya que piensa que tienen valor, por lo que las
tengo en un pequeño cubo de basura en mi entrada de autos. Sus creencias
son justificadas por la repentina ansia de Johnny de ayudar a “deshacerse” de
ellas por mí. Trato de pensar en maneras de poder usarlas, pero no tengo idea
y sospecho que probablemente las tiraré.
le regalé un viaje a ver Disney sobre Hielo. Dedicaron el primer acto completo
a La Sirenita y nunca he visto Heather tan quieta, tan completamente
concentrada en algo durante toda mi vida. Fue hermoso, y estar con ella
siempre es hermoso. Cuando Úrsula, la Bruja del Mar, entró a escena, un
enorme pulpo inflable se deslizo por el hielo y había una música tenebrosa y
ruidosos chasquidos. Muchos niños empezaron a llorar y estaba preocupada
de que Heather tuviera miedo, pero tomó mi mano, me dio un apretón y me
susurró: Todo estará bien, Jasmine, y supe que estaba tranquilizándome,
estaba preocupada de que yo me asustara. Ella es mi hermana mayor y está
protegiéndome constantemente, incluso cuando pienso que la estoy
protegiendo. Cuando el show se acabó, las luces se encendieron, fue revelado
todo el lío de palomitas de maíz y granizadas y toda la magia se fue, me miró,
con sus manos en el pecho donde está su corazón, sus enormes ojos llenos de
lágrimas detrás de sus gruesos lentes y dijo: Estoy conmovida, Jasmine, tan
conmovida.
La amo, amo todo de ella. Lo único que cambiaría de ella es el malestar que a
menudo siente debido a su hipotiroidismo que se manifiesta algunas veces en
fatiga, aletargamiento e irritabilidad. La observaría como un halcón, pero no
me deja. Después de años de tratar de enseñarle de maneras que pudiese
entender, lo que finalmente aprendí sobre mi hermana es que Heather
siempre fue y siempre será la maestra y que yo soy su estudiante. Su habla a
veces no es clara, aunque puedo por lo general entenderla, tiene dificultades
con sus habilidades motoras y su oído, pero Heather puede decirte el nombre
de cada uno de los personajes de cada una de las películas de Disney, y los
cantantes y escritores de cada canción. Ama la música. Tiene una enorme
colección de vinilos; a pesar de que trato de introducirla a los iPods e iPads, es
una chica de la vieja escuela en su corazón y prefiere sus grabaciones. Puede
decirte el nombre de los músicos que tocan los instrumentos y quién produjo
e hizo los arreglos de cada canción. Lee la pequeña etiqueta de cada álbum y
dice la información instantáneamente. Cuando vi que tenía un apetito por
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donde con frecuencia comíamos los domingos como familia; fue amueblado
de nuevo durante el periodo del boom y la casa principal fue dividida en siete
apartamentos. Es un hogar impresionante, hermosamente conservado por
Leilah con su estilo bohemio. A los treinta y cinco, Leilah tiene casi la misma
edad que Heather y yo, y sin embargo, parece tan lejos de convertirse en una
especie de amiga para mí. Es una mujer joven que se casó con mi papá y por
eso siempre me preguntaré qué está mal en ella. No tengo ningún problema
real con Leilah, pero en la distancia es mi amiga y es donde la mantengo. Por
el contrario, Heather la acogió inmediatamente, tomó su mano la primera vez
que se vieron y Leilah se ruborizó. Fue un acto que ni Leilah ni papá sabían que
era el mayor cumplido jamás dado. Heather descifró de manera correcta mis
sentimientos hacia Leilah y, aunque nunca lo hemos discutido, intenta
encontrar cosas que Leilah y yo tenemos en común, como una mamá
intentando ayudar a que dos niñitas se hagan amigas en una fiesta. Es adorable
y dulce, y eso me encanta de ella. Sin embargo las dos le seguimos la corriente
por el bien de Heather, eso extrañamente es suficiente para ayudar a
comunicarnos.
Zara abre la puerta vestida como pirata. Golpea el aire frente a nosotras con
un garfio de plástico que sostiene en su mano y grita:
—Arrrrrgh, ¡amiguitas!
Siento que Heather se dobla a mi lado. Heather aprecia a Zara, pero es un poco
inestable. A sus tres años, Zara puede ser temperamental. Sus protestas
ruidosas, el llanto repentino y explosivo o incluso su extrema hiperactividad
pueden inquietar mucho a Heather.
—Bueno, arrrrrgh para ti. —Me agacho para abrazarla, luchando con sus
protestas de pirata y sus amenazas de caminar por la plancha y termina en el
suelo con ella montándose a horcajadas sobre mí, la punta del garfio puesta
en mi cuello. Heather nos esquiva rápidamente, camina silenciosamente por
el pasillo y se dirige a la sala.
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—Observándote.
Sonríe.
—¡Jasmine!
regresa al cuarto en silencio, el parche de ojo se rompió para dejar ver dos ojos
rojos y tristes. Con una chupeta en la mano, se sienta en una esquina del cuarto
y juega con su nuevo set de veterinaria que le compré, hablándose a sí misma
con oraciones mal construidas con palabras aleatorias que aclara que las ha
escuchado de nosotros. Heather la observa rápidamente y se concentra en el
adorno de cuentas. Es una compañía sencilla durante veinte minutos, mientras
las dos niñas se concentran, mientras Leilah prepara la comida. No estoy
siendo floja, ambas sabemos que es mejor que me quede en la habitación con
Zara y Heather por si surgen más conflictos.
un gran gesto. Soy sensible cuando se trata de Heather, mucho; creo que
queda claro por cómo te trato a ti, así que no siempre sé si lo que siento acerca
del trato de las otras personas hacia ella es real o intensificado o simplemente
un caso de proyectar mis miedos. Probablemente, ante mis ojos, todos
cometerán errores cuando se trate de ella. Sin embargo, siento que en treinta
y cuatro años Papá ha hecho muy poco para superar la vergüenza que siente
cuando presenta a Heather a extraños, especialmente a la gente que admira,
gente como Ted ante la que siempre ha tenido un raro apego de escolar,
intentando complacerlo constantemente, vender su empresa y a la final
malvenderla, porque era Ted y no quería que pensara que no es genial. No es
necesariamente que esté avergonzado de Heather, ya que él no tiene el
corazón de hielo, pero es consciente del hecho de que algunos se sienten
incómodos alrededor de Heather. Se ocupa de ello al prestarle la menor
atención posible a ella, haciéndole tan poco caso como se pueda, restándole
importancia a todo, como si fuese a hacer sentir mejor a los demás. Por
supuesto, su aparente falta de atención a su hija tiene el efecto opuesto. Lo he
sacado a flote muchas veces con él, pero cree que soy muy emocional e
irracional acerca de todo el asunto.
—Ah —dice Ted, mirando a Heather de una manera que no me gusta—. ¡Hola!
—dice con una voz inusual—. Bueno, no puedo dejarte fuera, ¿verdad? —dice
y extiende su mano para estrecharla con la de ella.
Para lidiar con esto, desde que somos pequeñas aprendimos el concepto de
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Veo a Heather mirar confundida su mano extendida. Sé que sabe qué hacer,
pero me ve en busca de apoyo.
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Pero Ted no la toma en serio. Se ríe entre dientes por lo que dice, sin darle
ninguna consideración, y envuelve los brazos alrededor de ella en un abrazo
de oso. De inmediato Heather comienza a gritar y yo tiro de sus brazos para
alejarlo de ella.
Ted se aparta, levanta las manos en el aire como si fuera la víctima de un asalto
y dice:
—De acuerdo, de acuerdo, solo estaba siendo amigable. —Por encima de todo
el ruido.
Heather aún está gritando, acurrucada en mis brazos, y sé que lo mejor para
nosotras es irnos. No querrá sentarse en la mesa a cenar con él aquí, después
de que rompió una regla bastante seria para ella.
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—No hay necesidad de exagerar —dice Papá mientras nos sigue por el
corredor. Heather está escondiendo la cabeza en mi pecho, abrazándome;
quisiera que Papá se callara. Me está hablando a mí, pero ella podría pensar
que se está dirigiendo a ella.
—Es la última vez que pasa esto. No vamos a hacer esto más. He tenido
suficiente —dice, con una furia saliendo de él de una manera que no había
visto en años—. ¡No más de esto! —Nos señala a Heather y a mí, y después a
la mesa del comedor, como si este episodio completo hubiese pasado antes y
fuera nuestra culpa.
Ofrezco llevar a Heather a mi casa, para que se quede a dormir ahí, pero dice
que no, dándole a mi cara una palmadita maternal antes de salir del carro,
como si estuviese lamentando que todo esto hubiese sido demasiado para mí.
Es más feliz cuando está en su casa, rodeada de sus cosas.
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Estoy decepcionada de que Heather no pasara la noche conmigo por una serie
de razones: Primero, porque me gusta su compañía, segundo, porque quiero
asegurarme de que se encuentra bien después del incidente en lo de papá; y
tercero, porque habría sido una gran excusa para cancelar la temida reunión
con mi primo Kevin, que va a tener lugar mañana. O tal vez incluso la lleve a
ver a Kevin conmigo, pero Heather está demasiado ocupada con su trabajo del
viernes en la Procuraduría.
En el fondo sé que todo irá bien. Se disculpará por sus veintidós años de
egoísmo, me dirá cómo siempre se ha sentido perdido y solo, un marginado
que usó la fuerza y el miedo como una forma de mantener el control sobre una
vida que sintió que estaba fuera de control. Me dirá que ha hecho una
búsqueda espiritual en sus viajes, llevaba un diario, comenzó una novela, o tal
vez se volverá todo “pies peludos y sandalias22” y se convertirá en poeta. Por
otro lado, quizás terminó trabajando en un banco. Probablemente conoció a
una mujer, o un hombre tal vez, quién sabe, y ahora que está contento con
quien es, es capaz de hacer frente a quién era y disculparse por el incidente de
hace tantos años. Sé que el hielo se derretirá rápidamente y podemos forjar
algo, riendo de cómo atamos a su hermano Michael a un árbol, bailamos a su
alrededor vestidos como indios y accidentalmente disparamos una flecha a su
pierna; o cómo robamos la ropa de Fiona mientras estaba nadando desnuda y
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la pusimos sobre las rocas para que se viera obligada a subir a por ellas,
descalza y con el trasero desnudo. Podría mencionar la charla entera sobre
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Se refiere a que se volverá hippie.
“Vas a morir Jasmine” que cambió el curso de mi pensamiento para siempre,
y tal vez llegue tan lejos como para mencionar a Santa Claus.
Ha encontrado una pequeña mesa, con dos sillas donde debemos sentarnos
diagonalmente para evitar que nuestras rodillas se toquen. Tenía la esperanza
de llegar de primera para agarrar dos sillones bien lejos el uno del otro. Me da
un fuerte abrazo, uno largo. Su cabello está escaseando, tiene arrugas
alrededor de los ojos, creo que es la única persona que he pasado tanto tiempo
sin ver. Es un gran salto para el cerebro y es extrañamente desconcertante.
―Vaya ―digo cuando me siento y miro una cara familiar asomándose hacia
mí desde detrás de una rara máscara. No sé por dónde empezar.
―Eh. Sí. Decidí quedarme con los ojos. ―Me río. Nerviosamente―. Así que…
―Un largo silencio mientras nos miramos el uno al otro. Está sonriente y sigue
sacudiendo la cabeza como si no lo pudiera creer. Lo entiendo, pero ya es
suficiente, sigamos adelante. Una vez más me alegra que no eligiéramos una
cita real para almorzar.
―Está feliz de tenerme de vuelta aquí, por supuesto, pero está encontrando
las circunstancias duras. Estoy de regreso para buscar a mis padres biológicos
―dice, sus manos ahuecadas alrededor de la enorme taza de café. Está
mirando hacia abajo, todo lo que puedo ver son sus largas y negras pestañas,
y cuando alza la vista reconozco esos perdidos, confundidos y torturados ojos
de cachorro. Él sigue buscando, aunque parece menos enojado, la mirada
rencorosa se ha ido. Hablamos de la búsqueda de su madre biológica un poco
más, acerca de su sentido de identidad perdido por mucho tiempo, de su
incapacidad para establecerse y tener sus propios hijos sin entender su propio
linaje, de no ser capaz de establecer una relación, de sentirse atado a otra
persona, a otro lugar todo este tiempo. Espero estar tranquilizándolo. Y
entonces llegamos al momento incómodo.
―Lo que dije en el columpio… ―Comienza, como si fuera hace cinco minutos
atrás y no dieciséis años―. Fue un error de mi parte hacer lo que hice. Era
joven, estaba tan confundido, te asusté, lo sé, y lo siento. Me fui y traté de
averiguarlo, de verdad traté de averiguarlo todo, me decía a mí mismo que
debía haber confundido nuestra amistad. Siempre teníamos tanto en común,
siempre sentía que me entendías. Todo el asunto contigo y tu papá... —Lo que
me confunde de nuevo, porque no había nada entre papá y yo, pero no
importa—. Me fui y traté de olvidarte, pero cuando me fui, todas las otras
mujeres... —Y se pone incómodo durante un tiempo mientras escucho acerca
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Por lo general soy una persona emocionalmente estable. Siento que hago
frente bien a las cosas. No soy dramática, soy racional, razono las cosas
relativamente bien. Pero esto... no puedo. No ahora, en medio de mis propios
asuntos. Pido disculpas, me pongo de pie y me despido.
―La tierra me llevó más tiempo para prepararla de lo que pensé. Tendré que
volver el lunes.
―¿El lunes? Me dijo que trabaja los fines de semana. ¿Por qué no puede venir
mañana?
Lo veo irse. Me paro en mi jardín, con las manos en las caderas, me lo quedo
mirando como si mi mirada sola lo hiciera regresar y terminar el trabajo. No lo
hace. Inspecciono la pila de césped junto a mí. Mañana es el primer día del
mes de febrero. Casi tres semanas esperando por este jardín cuando podría
haber utilizado el dinero para irme de vacaciones, y sentarme en el césped
verde de otra persona.
Me pongo el abrigo sobre el pijama y salgo. Miro los rollos de césped apilados
y miro el pedazo despejado de suelo a mi derecha. Si quieres algo bien hecho,
debes hacerlo tú mismo, siempre ha sido mi filosofía. No debería ser tan difícil.
Recojo el primer rollo de césped y es más pesado de lo que pensé que sería.
Lo suelto, maldigo y espero que no lo haya roto. Miro el espacio y trato de
imaginar cómo hacer esto. Luego lo ruedo. Dos horas más tarde estoy sucia y
sudorosa. Me he deshecho del abrigo, limitaba mis movimientos, y en su lugar
me cubrí con capas de un viejo vellón. Estoy cubierta de lodo, césped, sudor y
en un momento hay incluso lágrimas de frustración: por el césped, por el
trabajo, por Kevin, Heather y mi mamá, y la uña que me rompí cuando choqué
contra el cubo de basura. Estoy tan perdida en mí misma, en mi tarea, que casi
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se me sale el corazón por la boca cuando escucho una tos romper el silencio.
—¿Cuánto tiempo has estado allí? —Repito. Ahora que sé que estás ahí puedo
empezar a ver tu silueta, sentado en la silla de la cabecera de la mesa, la misma
silla, como de costumbre.
Levanto la vista y me doy cuenta de que es por eso que no podía verle. El Dr.
Jameson estará molesto por esto cuando regrese. Abajo en el suelo está el
vidrio roto que ha caído y uno de mis ladrillos del cubo de basura está en medio
de la carretera. Me pregunto por qué no lo escuché suceder, estaba tan segura
de que no había dormido. Te miro acusadoramente.
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—Decomisado en la ciudad.
—Deberías haber dicho algo —digo de nuevo, por fin mirándote a los ojos,
luego miro a otro lado, sintiéndome tan vulnerable.
Cuando regreso a casa me doy cuenta de que mis manos están temblando, mi
garganta está seca y cerrada, mi pecho se siente apretado. No puedo dejar de
moverme. No me he dado cuenta de lo frenética que estoy hasta que veo que
he caminado en confusos círculos por el piso, dejando lodo en todas partes, el
rastro de las paradas y arranques de una loca.
con una falda que es demasiado corta, tambaleándose con piernas de Bambi
en tacones sobre los que no puede mantener el equilibrio. El estrés por ella lo
matará.
—Larry, soy yo.
—Jasmine —dice aturdido—. Jesús. ¿Qué hora es? —Le oigo buscar a
tientas—. ¿Estás bien?
—Sí, sí, lo has dicho antes, pero escucha, tengo que hablar sobre algo más.
Esta suspensión remunerada. No está funcionando para mí. Necesitamos
cancelarla. Detenerla.
Titubea.
—Sí, lo acordamos, hace cuatro años cuando no creí que fueras a despedirme
y luego me obligas a sentarme en mi trasero un año entero. Necesito que lo
detengas. —Sueno carrasposa, exhausta, como si necesitara un arreglo. Sí.
Necesito trabajar. Necesito trabajo como un adicto a la heroína necesita una
dosis. Estoy desesperada—. Me está matando, lo juro, Larry. No sabes lo que
esta mierda hace a tu cabeza.
—Jasmine. ―Está alerta ahora, su voz firme—. ¿Estás bien? ¿Estás con...
Es innecesario. Es…
—No es innecesario.
—Lo es. O es demasiado larga. Acórtala. ¿Por favor? Han sido más de dos
meses ya. Eso está bien. Dos meses está bien. Muchas empresas lo dejan a los
dos meses. Necesito estar ocupada, me conoces. No quiero convertirme en el
hombre al otro lado de la carretera, un loco hombre búho nocturno que…
Me congelo.
—Sí, lo harías, Jasmine, lo harías. Porque sé que te reunías con él. Sé que
ustedes dos tomaban café. Inmediatamente después de que salías de aquí,
entrabas a un restaurante con él. Grafton Tea Rooms, ¿no era así? —Está
enojado ahora y puedo escuchar el sentimiento de traición en su voz—. El
mismo lugar donde ambos solían reunirse cuando estabas tratando de vender
la empresa que no debías estar vendiendo, ¿no es cierto?
—Mira, Jasmine, tienes que tener cuidado, ¿sabes? Nunca sabes quién te está
vigilando. ¿Creías que no iba a escuchar sobre eso? Porque lo hice, y estaba
jodidamente molesto, para ser honesto contigo. También sé que él te ofreció
un trabajo y que le dijiste que sí, pero no trabajaría contigo en los términos de
la suspensión. Lo sé porque sus abogados se pusieron en contacto con nuestro
personal jurídico para indagar sobre los detalles exactos. Parece que un año es
demasiado tiempo para él. No vales la pena para esperar por tanto tiempo. Así
que no me llames ahora, rogándome que sea paciente contigo, no cuando ibas
a traicionarme…
—No voy a perder mi tiempo con esta conversación. Pero escúchame alto y
claro, Jasmine: No. Dejaré. La. Cláusula. De. La. Suspensión, Remunerada.
Ahora, si pudiese hacerla por dos años de duración lo haría. No me importa lo
que hagas por el resto del año, toma unas vacaciones, ve a un maldito retiro,
trata de terminar algo que hayas comenzado por una vez en tu vida. No me
importa, solo no me vuelvas a llamar a mi maldito número de nuevo, y
especialmente no a esta hora. Es un año. Un condenado año y luego puedes
volver a empezar y vender y nunca acabar, lo mismo que siempre haces, ¿de
acuerdo?
Voy y vengo por la cocina, mascullando acerca de terminar las cosas que he
empezado, con enojo compilo una lista de tantas cosas que se me ocurren. Ha
dado en el clavo. Fue repentino, sorpresivo y me ha dolido más que cualquier
otra cosa que haya dicho, más que el acto de despedirme. De hecho, es lo más
doloroso que alguien me haya dicho alguna vez y estoy temblando. Sigo
debatiendo el punto con él en mi mente, pero es inútil ya que yo soy yo y yo
soy él, y como yo soy yo siempre ganaré. Miro el desastre del jardín, que me
manda a una espiral de ira. Salgo y pateo un rollo de césped, mi pie lo perfora,
y luego lo pateo, enviándolo dando volteretas fuera de la pila y cayendo sobre
el suelo, abierto y desenredado. El césped se divide en el agujero donde lo he
pateado. Avergonzada por mis acciones, y sorprendida, miro hacia arriba y veo
tus cortinas ondeando. Vuelvo adentro y cierro de golpe la puerta.
Oigo tu voz una y otra vez: Fue agradable no estar solo aquí afuera por una
vez. Me has traído a tu mundo, sin mi permiso, sin consentimiento, me has
incluido en tu crisis, en tu estado de ánimo, me has comparado contigo. Y al
hacerlo me has hecho sentir avergonzada, porque siempre he creído que tus
palabras son veneno, que son lo peor de ti, que son peligrosas.
Pero cuando bajo la guardia, tus palabras me dieron afecto. Fue agradable no
estar solo aquí afuera por una vez. Cuando dijiste esas palabras, me dieron
consuelo. O bien no me sentí sola entonces.
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Por primera vez en mucho tiempo cuando me despierto mi cuarto está
inundado de luz amarilla y una sensación de calma. Es extraordinario, diferente
a la luz gris azulada que apenas iluminaba la habitación durante los últimos
meses. Es primero de febrero y aunque todavía no ha surgido la primavera, da
motivos para creer que se puede ganar la batalla. Hay una sensación en el aire,
o tal vez es porque por primera vez en mucho tiempo me he levantado tarde.
No me gusta dormir hasta tarde, me hace sentir perezosa; incluso después de
una noche larga encuentro que un largo paseo por la bahía es la única cura
para mí, pero estoy agotada después del esfuerzo físico de mi jardinería
nocturna. Tan pronto como me muevo, siento la rigidez en mis extremidades.
Mi radio dice que he dormido durante ocho horas y una vez más el país ha sido
golpeado duramente por tormentas, “fábrica de tormentas" es el nuevo
término que se está acostumbrando a escuchar, junto con “vórtice polar”, sin
duda nuevos nombres de bebés para el 2015. Advierten que hay otros quince
días de caos en camino, gracias al tiempo inestable del Atlántico. La calma
exterior es engañosa. Tres ciudades están bajo el agua, se pronostican olas de
cinco metros, y la charla en la mayoría de las estaciones se desvía hacia el
calentamiento global y el derretimiento de los polos que está alimentando las
tormentas. Las lluvias de enero estuvieron un 70 por ciento por encima de lo
normal y el pronóstico para febrero es más de lo mismo. Pero hoy no. Miro por
la ventana y me siento reanimada por el claro cielo azul, las tenues nubes
ocasionales. A pesar de que todavía estoy dolorida de mi entrenamiento
nocturno en el jardín, y avergonzada de que lo vieras. Entierro todo eso en el
fondo de mi mente.
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Investigación en línea, algo que debería haber hecho ayer por la noche en lugar
de dejar que la adrenalina y la ira me dominaran, es la respuesta. Me enseña
cómo arreglar exactamente ir arreglando el problema. Una hora más tarde he
vuelto desde la jardinería y estoy lista y armada. Nunca hagas algo que no
pueda ser deshecho, eso es lo que siempre me digo y lo repito ahora mientras
evalúo la tarea delante de mí. Sucio, lento, desafiante y frustrante, pero
posible. El paisajista ya había preparado el terreno para mí perfectamente; le
había llevado más tiempo de lo que había dicho, pero lo había hecho. A pesar
de que yo había pisado tontamente todo el césped anoche, me doy cuenta hoy
que no debí, ruedo cuidadosamente cada pieza de césped de nuevo antes de
llevarla a su lugar correcto. Coloco la primera fila a lado del borde derecho
donde la tierra se encuentra con las piedras, desenrollándolo lentamente para
minimizar el daño. El que había pateado y atravesado con mi talón todavía
yace en el camino de entrada como un cadáver en la escena del crimen. Pongo
el siguiente rollo lo más cercano al último como me sea posible y aseguro un
buen contacto con el suelo golpeando firmemente con la parte posterior del
rastrillo. Ahora sé que todo esto debería haberlo hecho la noche anterior, pero
también sé que no habría tenido la paciencia para ello. Anoche se trataba de
moverme, estar ocupada, hacer algo, no acerca de hacer las cosas bien.
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El conductor tiene que hacer un giro triple ya que es sólo un camino corto. Lo
veo comprobar los números de las casas, que no es una tarea fácil, ya que todo
el mundo ha elegido mostrarlos de diferentes formas en distintos lugares. Tú
tienes una placa negra con hermosas flores rosas para mostrar tu número, el
Dr. Jameson tiene un ganso en el vuelo y al lado tiene un gnomo de jardín con
una mano sosteniendo un 2, la otra mano está sosteniendo los pantalones,
que se han caído exhibiendo los calzoncillos con enorme corazones rojos y
blancos. El mío es el menos emocionante de todos: un buzón negro pegado a
la pared con un 3 en él.
—O quizás eres Penélope Paddington —dice, y frunce los labios para ocultar
su sonrisa, dos enormes hoyuelos aparecen en sus mejillas.
—Cierto. Es un asunto privado. Quería hablar con usted yo mismo y no… con
su ama de llaves.
Lucho con cómo responder a eso. Estaba claro cuando hablamos por teléfono
que él no sabía que me despidieron. No estoy segura de por qué nadie le dijo
eso, tal vez porque técnicamente no he sido despedida, todavía estoy
contractualmente atada a ellos a pesar de que no me dejarán pasar de la
puerta frontal.
—Eres una mujer difícil de encontrar —dice, con una sonrisa, que es una cosa
hermosa de observar. Dos hoyuelos definidos y una pequeña astilla en su
diente delantero: incluso su imperfección es perfectamente perfecta. En mi
humilde opinión.
Todavía estoy pensando en el estado de la casa, una larga pausa que confunde
con desconfianza, por lo que pide disculpas y escarba en sus bolsillos y
recupera una tarjeta de negocios. Me la da. Tiene que inclinar sus largos brazos
sobre la hierba para llegar a mí; sabe que no debe pisar el césped y eso me
gusta. Examino la tarjeta. Monday O'hara. Reclutador. Diversified Search
International. Todo esto me hace sonreír.
—No tenemos que hablar ahora, solo quería hacer contacto primero y…
—No, no, ahora es perfecto. Bueno, no ahora mismo... —me pasó la mano por
mi cabello sucio y enredado, y encuentro una hoja seca en él—. ¿Te importaría
si tomo unos veinte minutos para cambiarme rápidamente? ¿Podríamos
encontrarnos en el Marine Hotel a la vuelta de la esquina?
—Me gustaría dar el brindis para agradecer —dice Lily, con una profunda y
elegante voz—. La mantequilla y la mermelada.
Lily hace algunos discursos más, que me hacen reír para mis adentros. Me
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siento tranquila mientras ellas están ocupadas juntas, pero no voy a estar
tranquila y sola por mucho tiempo. Mi reclutador regresa. Este hombre me ha
cazado, se siente bestial. Siento sonrojarme y trato de poner un alto a las
ridículas travesuras en mi cabeza. Pongo toda mi atención en Monday, todos
los pensamientos de la niña se han ido de mi mente.
Se inclina, colocando los codos en las rodillas. Esto lo trae lo bastante cerca,
pero sentarme bien sería grosero por lo que me pierdo en su cara y entonces
recuerdo que no debería estarlo, que debería estar concentrada en las
palabras que salen a través de su diente blanco quebrado, fuera de su
suntuosa boca y por qué estoy aquí. Porque él me ha encontrado, me buscó, y
cree que soy una persona maravillosa y altamente cualificada. O algo así.
Puedo decir que está completamente a gusto con mi pregunta, y sin duda se
lo han preguntado miles de veces.
Mi turno.
—Mi abuelo le llevó a mi madre un ramo de jazmines de invierno de su jardín,
cuando estaba en el hospital después de que yo naciera. Así que me nombró
Jasmine.
Parece sorprendido.
—Si tienes una historia sobre tu nombre, tienes que contarla —digo.
23
Significa “Brezo”
24
Significa “Mala Hierba”
25
Película británica de 1993.
conocí, ni idea de quién es, mi madre nunca le ha contado a nadie. Aunque mis
amigos y yo solíamos suponer que era cada hombre negro que veíamos
cuando era pequeño, que obviamente no había muchos en Galway. Solía ser
un juego. Adivina quién es el padre de Monday. Había un músico callejero en
Quay Street que tocaba el saxofón; mis amigos solían bromear diciendo que
era él. Cuando tenía doce años, le pregunté. —Se ríe—. No era él, pero dijo
que se reuniría con mi mamá si quería.
Es triste pero ambos reímos, y luego de repente se sacude eso y entra en modo
negocios.
Coloca una carpeta de negocios delante de mí. Muy corporativa, muy seria, de
apariencia muy costosa: una foto de un hombre y una mujer en traje de rayas
en frente de un edificio de cristal, ambos mirando al cielo a través de la cámara
como si un meteorito se dirigiera a ellos, pero no están en lo más mínimo
preocupados. Mi corazón canta. Me quieren. Me necesitan. Piensan que soy
altamente cualificada y maravillosa. Piensan que soy necesaria, que soy un
recurso. Me quieren pagar para distraerme del mundo y los asuntos mundanos
reales. Estoy sonriente y no puedo evitarlo.
—De las mejores diez en el mundo. Correcto. ¿Eres consciente de que las
empresas de este tipo cuentan con programas de responsabilidad social
corporativa?
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RR.PP: Relaciones Públicas.
—Es posible que no quieras mencionar eso en la entrevista. —Sonríe, y luego
la cara profesional vuelve otra vez—. Si se tratara de un ejercicio de Relaciones
Públicas, entonces no podría calificar como una obra de caridad, que es lo que
tienen en mente: la Fundación DavidGordonWhite, una campaña de caridad
para la justicia climática, los derechos humanos y el cambio climático. Ellos
quieren que trabajes para ellos... —Hace una pausa, obviamente esperando a
ver si voy a hacer una pregunta o si debería continuar. Estoy tan decepcionada
que no sé qué decir. No es un buen trabajo; quieren que trabaje para una
organización benéfica—. Voy a seguir hablando de todo, me detienes si tienes
alguna pregunta, ¿de acuerdo?
Asiento con la cabeza. Estoy molesta. Con DavidGordonWhite. Con él, por
engañarme con su hermosura y adulación, haciéndome pensar que estaba
ofreciéndome un buen trabajo. Siento mis mejillas sonrojarse. Él habla y habla
y habla sobre el trabajo. Nada de lo que dice despierta mi interés.
—¿Debo continuar?
Quiero decir que no. Quiero decir más que eso, me siento exaltada, pero no
debo sacar mis frustraciones personales con este hombre, guapo como lo es.
—Estoy confundida sobre por qué estoy en esto —le digo—. Nunca he
trabajado con o para una organización benéfica. Creo nuevas empresas, las
convierto en éxitos brillantes, y luego las vendo por tanto dinero como sea
posible.
Hasta yo sé que esto es una manera horrible para describir lo que hago. De
hecho, suena como algo que Larry me ha ladrado en el pasado, cuando en
realidad soy muy apasionada en lo que hago. No es más complicado que lo que
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he dicho, pero quiero que suene lo más lejos de la caridad como sea posible.
Se ha equivocado. ¿Cómo surgió mi nombre en el sistema cuando escribió
"Caridad", aparte del hecho de que me estoy empezando a sentir como un
caso de caridad.
Me mira, esperanzado.
Sonrío.
cuando finge que me conoce y dice la verdad. Porque a pesar de que sólo nos
hemos conocido hace una hora, probablemente tenga razón. Tal como están
las cosas, un trabajo, cualquier trabajo, sería bueno para mí. Podría ser lo único
que puede detener la caída en lo que sea que he estado cayendo.
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12
La tormenta que barrió esa noche alcanzó el nivel de huracán, con vientos en
algunas partes del país bordeando los 170 kilómetros por hora. De acuerdo a
las noticias hay doscientas sesenta mil personas sin electricidad. Hay reportes
de accidentes en la autopista, camiones derribados, árboles caídos aplastando
autos, imágenes de la destrucción de los hogares de la gente, techos
despegados de la construcción, ventanas rotas por escombros voladores. La
costa este fue relativamente poco afectada. Veo ramas ensuciando la
carretera, hojas, contenedores de basura tirados por ahí y juguetes de niños
donde no deberían estar, pero en comparación con las personas cuyas casas
se inundaron, somos increíblemente afortunados. Como sea fue una noche
salvaje para nuestra calle, y por varias razones.
derecho se han hundido más en el césped que los del lado izquierdo y te he
visto haciendo cosas que parecen ayudarte a concentrarte en lo que sea que
tu mente esté reflexionando: Una y otra vez pones tu encendedor en el
extremo superior de la mesa inclinada y lo ves deslizarse otra vez hacia tu
palma abierta. No sé si te das cuenta de esto, la expresión en tu rostro sugiere
que tu mente está por completo en algún otro lugar.
La mayoría de las noches te has llevado tus llaves o has manejado hacia algún
otro lugar cuando no puedes encontrarlas, pero he tenido que dejarte entrar
en tu casa con las llaves de repuesto tres veces en total. Y todas esas veces me
diste con la puerta en la cara, y yo sabía que al día siguiente no lo recordarías.
Es irónico, para mí al menos, que la cosa por la que te odio es algo que tú
probablemente no recuerdas, y todas las cosas que alimentan mi odio las
olvidas cada vez que despiertas.
El viento es tan fuerte que no puedo entender las palabras, pero los gritos giran
en el aire y ocasionalmente dan la vuelta en dirección a mí: Palabras al azar
que no aportan mucho para revelar el tema de la discusión. Miro por la
ventana de mi dormitorio y los veo en el jardín, ambos gritando, agitando los
brazos. Puedo ver tu cara, pero no puedo ver la cara de Fionn. Ninguno de los
dos lleva abrigo lo que me indica que no habían planeado esta discusión bajo
las estrellas. Fionn es un lebrel alto y flaco de quince años, que sigue siendo
sacudido por el viento cuando hay ráfagas, o al menos eso parece hasta que
me doy cuenta de que no es por el viento: se está cayendo al suelo borracho.
Tú eres firme, alto, amplio, tienes las zapatillas de entrenar firmemente
clavadas al suelo, tu cuerpo es macizo y se nota que hace no mucho tiempo
estabas en forma, a pesar de que ahora te hayas puesto un poco suave en los
bordes. Puedo ver levemente los excesos de grasa en tus costados, tu
estomago ha aumentado un poco desde que tu esposa se mudó, o tal vez es
solo que el viento está soplando tu camisa, apretándola contra tu cintura y
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Te las arreglas para agarrarlo por la cintura, lo tiras hacia la casa, pero él se
retuerce fuera de tu alcance. Él te golpea, es el primer roce con alguna parte
de tu cuerpo y tú caes hacia atrás como si te doliera. Pero no es eso lo que me
hace moverme, tus dos hijos pequeños están de pie en la puerta de enfrente,
mirando petrificados vistiendo pijamas, uno sujeta un osito de peluche contra
su pecho, son ellos los que me hacen salir de la cama, tirar de mi chándal antes
que pueda pensarlo dos veces. Cuando puedo abrir la cerradura de la puerta
delantera, casi soy noqueada por la fuerza con la que se abre de golpe, tan
fuerte es el viento. Todo en el pasillo el cuaderno de notas en la mesa del
teléfono, sombreros, abrigos, parecen despegar, corriendo a todos los
rincones de la casa, como los ratones cuando la luz se encendida. Tengo que
luchar para tirar de la puerta que se cerró detrás de mí usando las dos manos,
tiro con todas mis fuerzas.
Veo qué ocurre, algo que nunca te perdonarás, y a pesar de que no soy tu
mayor fan, sé que no fue intencional. Tú no pretendías golpear a tu hijo, pero
eso es lo que hiciste. Mientras intentabas alcanzarlo y protegerte de sus puños,
de alguna forma alcanzaste su cara. Da la casualidad, que veo tu cara en ese
momento, y antes de saber lo que has hecho, tu expresión me lo dice. Alguien
que no estuviera mirando tu cara quizás no hubiera entendido que fue
accidental, pero yo sí lo entendí. Tus ojos son perseguidos de repente,
asustado, consternado. La repulsión es tan fuerte, parece como si te fueras a
poner enfermo. Estás desesperado por llegar a él y protegerlo, pero él está
gritando y empujándote lejos, sosteniendo su nariz ensangrentada,
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Sé que esto no terminaría bien para mí, pero cuando camino hacia tu casa ,tu
hijo anuncia que no quiere volver a poner los pies en tu casa de nuevo y se
pone en marcha por el camino, solo, sin abrigo, borracho, contra un viento de
cien y pico kilómetros, con la cara ensangrentada y esto cambia las cosas.
Con una taza de café en la mano, examino mi jardín delantero, feliz de que la
mayoría del césped ya hubiera sido instalado antes de la tormenta. Los rollos
restantes yacen destruidos, rotos y rasgados, algunos aparte atrapados bajo la
rueda de mi auto. Tan pronto como me ves, se abre la puerta de tu casa y
cruzas el camino, como si hubieras estado esperando que yo abriera la puerta
toda la noche.
—Bien, bien.
—¿Bien?
—Podrías hacer una rocalla con aquellas —dices, indicando las piedras rotas
en el salto—. Mis abuelos tenían una colina en su jardín. La volvieron
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— Oh. Cuando?
Miras tu reloj.
—No es un gran día para una resaca. —Esa es otra cosa por la que Belvedere
no estará muy feliz.
—Se suponía que debía recogerlo del rugby ayer. Él no estaba allí cuando
llegué. Se Había ido con sus amigos. Llegó a casa ayer por la noche, drogado
como una cometa. Bueno, no drogado, tomado. O eso es lo que yo creo—.
Frunces el ceño otra vez entonces, mirando a mi casa
—Comenzó a ir en mi contra.
—Mira, todos hemos pasado por eso —digo, recordando las veces que me
había excedido como adolescente. El por qué te ofrezco consuelo está más allá
de lo que puedo entender. Tú, el hombre que en el camino a casa ha estado
muchas más veces ebrio que la cantidad de desayunos calientes que ha tenido
en su vida, pero pareces apreciar el gesto.
Una vez dentro, pongo atención al timbre de la puerta, con miedo de que
continúen su pelea aquí, pero veo una imagen en la televisión que me paraliza.
Es la niñita. La del hotel de ayer, la niña de cuatro años con cara de duende,
ojos azules, nariz de botón, que quería hacer un brindis. La televisión esta en
mudo para poder escuchar a Fionn, así que no sé qué están diciendo, pero no
puede ser bueno. Su foto es seguida por una de su madre. Ambas con una gran
sonrisa, la niña Lily, si mal no recuerdo está sentada en las rodillas de su madre,
el brazo de su madre está alrededor de su hija; Ellas miran a la cámara como
si pensaran que alguien dijo algo gracioso. Detrás de ellas hay un árbol de
navidad de hace unas cuantas semanas. Y luego una imagen de un auto y un
camión en la carretera, el auto aplastado, el camión volcado y tengo que
sentarme. Subo el volumen y escucho los acontecimientos. Ambas murieron,
el conductor del camión está en situación crítica y yo estoy atormentada por
el duelo. Cuando suena el timbre lo ignoro, sigo escuchando las noticias. Suena
de nuevo. Y de nuevo. Sin dejar de llorar, y enojada por la intrusión, abro la
puerta y me enfrento con tres caras asustadas.
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—Lo siento —dice, Amy tu esposa—. Llamo en mal momento. —La ira de ella,
intuyo que se disipa inmediatamente.
—No... yo solo ... yo solo vi una mala noticia .
—De nada —le digo, sin saber qué es exactamente lo que Amy cree que pasó…
Aliviado al estar fuera de la línea de fuego, Fionn vaga al otro lado de la calle a
la casa, arrastrando los pies, con los pantalones arrugados cayendo por debajo
de sus calzoncillos. Tú y tu esposa aun miran por encima de mí, la televisión.
Amy está en realidad mirándola, tú intentas averiguar algo más.
—Las vi ayer por la tarde, a Rebecca y a Lily —digo sus nombres como si las
conociera, lo que se siente como una mentira, pero es la verdad.
—Sucedió ayer por la tarde. Debes haber sido una de los últimos en verlas —
dice Amy.
De todas las cosas que podría haber escuchado, esto hace que te levante una
ceja.
—Siempre preguntó por ti. —Ella se gira hacia mí—. Matt va a ir contigo.
—¿Perdón?
—Irá contigo. Para presentar sus respetos. ¿No es así? Haz algo bueno —dice,
y no de una manera agradable—. De todos modos, lo siento por molestarte,
yo sólo quería decir gracias, por cuidar de Fionn.
Me miras.
—Está bien, ella se hubiera dado cuenta de todas maneras. Mejor que se
enterara por mi primero.
En realidad no fue así, pero creo que te refieres a que vino de tu versión de los
hechos, y no estoy segura como me encuentro de tu lado, cuando cada noche
te veía aporrear la puerta, cerrada, y yo deseaba que ella no te dejara entrar.
—¿Ella va a volver?
—No sé. Ella no me habla. Esas frases que oíste fueron lo más que ella me ha
dicho en días.
—Sí, lo sé.
—Debes leerla.
No respondes.
—Si me dieran una carta escrita por mi esposa que me dejó, me gustaría saber
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lo que dice.
—¿Eres lesbiana?
Ruedo los ojos.
—No.
—Bien. —Sonríes—. Sabes que eso en realidad no significa que tengas que
hacer tu jardín.
—Por supuesto, si lo sé. ¿Qué hay de ti? Leí que habías perdido tu trabajo. —
Lo digo sin rodeos, con dureza, y me miras de esa manera confusa, intrigada,
insultada que pones cuando te quiebro, lo que es seguido cuando recuerdo
que no me gustas.
Te ríes.
—Sí.
—¿Por cuánto?
—Un año.
Te quedas boquiabierto.
—No es una sentencia a prisión. No hice nada. Es solo que no funciono para la
competencia.
—Tengo un par de ideas —digo—. Es bueno tener un año para pensar en ellas.
—No me creo ninguna palabra de lo que acabo de decir—. ¿Y qué hay de ti?
—Conozco tu programa —digo esto con voz de desaprobación que hace que
te rías con voz silbante de fumador.
—¡Lo sabía!
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—¿Sabías que?
—Es por eso que eres así conmigo. Tensa, conflictiva, siempre a la defensiva.
Si mis amigos tuvieran que describirme, esas no serían las palabras que ellos
usarían. Estoy sorprendida de que me describas de esa manera. No me gusta
que alguien piense así de mí, y por alguna razón no quiero que tú pienses eso
de mí, a pesar de que esa es la manera exacta en la que me he proyectado. Me
había olvidado de que tu no sabías que así no es como soy siempre. Tú no
entenderías el esfuerzo que tengo que hacer, para desviarme del verdadero
yo para ser extremadamente grosera contigo. Mis amigos dirían que soy un
espíritu libre. Siempre hago lo que quiero, nunca bailo al ritmo de nadie, nunca
lo hago. Quizás dirían que soy testaruda, terca en el peor de los casos, pero
sólo conocerían el lado fácil y libre de mí, mientras que tú sacas lo peor de mí.
—¿A qué te refieres? —Mi corazón late. Después de todos estos años, en
realidad estamos aquí, en el punto en que puedo explicarme. Aquí estamos.
Mi mente trabaja horas extras para encontrar las palabras para explicar cómo
me has herido.
—¿Qué programa ? ¿Qué tema? ¿Qué es lo que dije con lo que no estabas de
acuerdo? Tú sabes, tengo un instinto para los oyentes que odian el programa.
Apenas entro en una habitación, puedo decir si alguien es fanático o no. Mi
sexto sentido. Es la forma en que me miran.
—Ves, de ese tipo de cosas estoy hablando. —Sonríes y chasqueas los dedos—.
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—Tengo que hacerlo. Eso es lo que los mantiene llamando para hacer
funcionar el debate.
—¿Y tú crees que esos debates son necesarios? —te digo. Hemos parado de
caminar y estamos cara a cara, fuera de la casa de Steven, donde la hierba ha
desaparecido debajo de una masa de flores y regalos, ositos de felpa, velas y
cartas escritas a mano—. No es como si tu programa hiciera algo para educar
a personas sobre los hechos. Todo lo que haces es invitar a un manojo de
lunáticos a que den rienda suelta a sus opiniones opresivas, racistas y sin
educación.
Me miras seriamente.
—Cada persona, cada voz en esto es real. Ellos representan lo que la gente real
en este país piensa. Pienso que la gente debe oír eso. No está bien pasar todo
tu tiempo con tus amigos políticamente correctos, pensando que el mundo es
un lugar maravillosamente abierto y comprensivo, solo para subir a las cabinas
de votación y de repente descubrir que no es así. Nuestro programa les da a
todos una voz. Como resultado de nuestro programa, algunos de estos temas
se han discutido en el Dáil27: bullying, matrimonio del mismo sexo, hemos
cerrado hogares de ancianos negligentes, guarderías… —Empiezas a enumerar
cosas con tus dedos.
—¿De verdad piensas que le haces un favor al país? —le pregunto pasmada.
27
Nombre que recibe la asamblea legislativa de Irlanda
—Buena idea, Kim Jong—un. La libertad de expresión es mala —dices
claramente molesto.
—Oh, así es. Así somos Bob y yo. — Sostienes los dedos cruzados—. Bob la
cabeza de la radio, ha estado conmigo desde el principio. Él sólo está haciendo
esto para seguir el procedimiento. No se vería bien si no lo hiciera. Cuando un
programa recibe tantas quejas como nosotros, lo que tienes que hacer seguir
todo el procedimiento.
comida: lasaña, pasteles y bocadillos que los vecinos han ido reduciendo. Se
nos conduce a través de la sala de estar, donde un hombre está sentado solo
en un sillón mirando por la ventana. Las paredes están llenas con fotografías
de estudio profesional de la joven familia: retratos en blanco y negro de
Steven, Rebecca y Lily. Papi y mami en camisetas negras contra un telón de
fondo blanco, la pequeña Lily en un lindo vestido blanco, brillando bajo las
luces del estudio como un ángel, enseñando una sonrisa grande con pequeños
dientes. Una de Lily sosteniendo una paleta, una de Lily girando, una riéndose,
una sacando la lengua mientras mami y papi miran, grandes sonrisas en sus
rostros. Reconozco a Steven por las fotos y como alguien a quien regularmente
veía alrededor del área, en el supermercado, la carnicería, corriendo a lo largo
de la bahía...
—Lo siento mucho por tu perdida —digo, ofreciendo mi mano, que él toma.
—No estoy seguro de que ellas estuvieran allí… —dice, con el ceño fruncido.
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—Ella estaba de muy buen humor. Rebecca no podía parar de reír. Pude oírla
tan pronto entré al vestíbulo. Lily estaba intentado hacer un brindis.
Apagas tu cigarrillo.
—Me hubiese gustado saberlo también —dices—. Eso fue lindo. —Alcanzas y
aprietas mi hombro.
La reunión solía ser semanal en los días en que ella estaba haciendo planes
para la escuela, la secundaria y lo que quería estudiar en la universidad, que
terminó siendo una universidad residencial para aprender a cómo vivir de
forma independiente, cómo tomar el transporte público, cómo comprar
comida y lo esencial, habilidades de cocina y preparación para el trabajo. Era
importante mantener las reuniones regularmente mientras ella planeaba la
dirección que quería que su vida tomara, pero cuando llegó el momento fue
Heather por sí misma la que decidió cambiarlo a reuniones mensuales.
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La reunión estaba planeada para las 2:00 p.m., sin embargo, ella está aquí a la
una en punto, caminando hacia nosotros, cara a cara con el hombre que
personifica todas las cosas de las que he estado intentado tan duro protegerla
desde que era una niña. Las palabras no pueden describir cómo me siento en
este momento, pero lo intentaré. He pasado de un sentimiento cálido y de
consuelo por tus palabras, una vez más, consolación que deliberadamente
estaba buscando de ti, y que en sí me hace sentir en conflicto, a querer
proteger a mi hermana de ti. No me extraña que no me puedas entender.
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Pongo toda mi atención en Heather, camino hacia ella para que no se acerque
más a ti, me posiciono de forma que quedamos dos contra uno, con mi brazo
alrededor de sus hombros de manera protectora. No puedo mirarte a la cara;
no quiero ver como podrías burlar, juzgar, analizar o tratar de calcular otra
parte de mí por verla. Solo la miro, sonriéndole con orgullo, rebosando de
amor por ella desde cada poro de mí ser, esperando que lo entiendas,
recuerdes tu programa, te sientas horrible acerca de esto, te reevalúes a ti
mismo, tu trabajo y tu vida entera. Pongo mucho esfuerzo en esto. Estoy
segura de que Heather detectará lo desagradable, deplorable, injusto,
repugnante y sentencioso que eres. A pesar de si lo que dices es puramente
para mantener el debate fluyendo, esas palabras siguen saliendo de tus labios,
tú eres la fuente, la raíz, el creador. Heather posee este talento para leer a las
personas y no hay un mejor momento que ahora para ver esa habilidad en
acción. Quiero que le extiendas la mano y quiero que ella te la rechace como
hizo con Ted Clifford. Quiero verte retorcerte y contorsionarte con esa cara de
sorpresa que pones cuando te corto el rollo, cuando paso de altos a bajos.
giro hacia ella sorprendida, pero está mirándote con una sonrisa educada en
el rostro. Quiero parar este intercambio, este apretón de manos con el diablo,
pero no estoy segura de poder explicar por qué estoy haciéndole esto a
Heather, sobre todo después del alboroto en la casa de papá, del que todavía
no he escuchado.
Está llevando el bolso que le di por su cumpleaños, hace cinco años. Lo usa
cada día y lo mantiene como nuevo, se asegura de limpiarlo y protegerlo de
cualquier rasgadura. Es un bolso de DJ estilo retro, que sirve para el
almacenamiento de los discos de vinilo, junto con el tocadiscos portátil. Al ver
que ella prefiere escuchar sus discos de vinilo, pensé que sería un buen regalo
para que pudiera llevarlos de un lugar a otro. Y lo hace, casi a todas partes. La
imagen en el exterior del bolso es de un disco de vinilo, por lo que incluso
cuando no está transportando su colección, lo usa para llevar su billetera, el
almuerzo y su paraguas al trabajo y viceversa. Siempre esas tres cosas, en vano
he suplicado que lleve su móvil.
—Oye, es muy genial —dices, dando un paso adelante para mirar dentro, pero
no tan cerca—. Y veo que tienes algunos vinilos ahí también.
—And the Furious Five —te corrige—. “The Message”, una colaboración con
Melle Mel y Duke Bootee, grabado en Sweet Mountain Studios, producido por
Sylvia Robinson, Jiggs Chase y Ed Fletcher. Con una duración de siete minutos
y once segundos —prosigue.
Y Heather comienza a hablarte acerca del disco de Stevie Wonder: Cuándo fue
grabado, cada canción en el álbum, incluso nombra los cantantes de sesión,
los músicos. Estás claramente impresionado, divertido, entretenido y se lo
dices. Luego le dices que eres DJ. Que trabajas en una radio. Heather está
interesada al principio, hasta que escucha que la mayor parte de lo que haces
es hablar. Te dice que no le gusta escuchar hablar, le gusta la música. Le
preguntas si ha estado alguna vez en un estudio de grabación para ver como
los músicos graban sus canciones y ella responde que no, entonces le dices que
podrías llevarla si quiere. Heather está increíblemente emocionada, pero no
puedo hablar, estoy demasiado aturdida por la conversación. No es así como
pensé que pasaría. Nunca. Empiezo a retroceder, llevo a Heather conmigo,
digo adiós de una manera vaga, mientras ustedes dos, ya buenos amigos,
prometen mantenerse en contacto a través de mí. A través de mí. Una vez
dentro, Heather de todo de lo que habla es de lo que le has prometido y me
empiezo a sentir enojada, intento averiguar formas de herirte si no haces lo
que le prometiste. Y cuando se pone demasiado violento en mi cabeza,
empiezo a pensar en formas de hacer que Heather olvide lo que dijiste,
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—¿Matt? —pregunta.
—Sí. No hay nada malo con eso, no te preocupes tanto, pero tú no lo conoces
y es solo curiosidad… Cuéntame.
Heather sonríe ante esta sugerencia y yo también. Me gusta esta idea: tiempo
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—Vaya. Bien. Eso es. Ya veo. Bien. —Tomo un sorbo de té—. ¿Dónde te
gustaría ir?
—Ni siquiera te ha dicho la fecha —dice Jamie, sin ocultar su descontento con
lo que está pasando.
—En primavera —dice Heather—. Jonathan dice que en verano hace mucho
calor.
Durante las últimas semanas había estado planeando llevar a Heather a Isla
Fota, que se encuentra en el puerto de Cork, y es el hogar del único parque de
vida salvaje en Irlanda. Ahora sugiero este lugar porque no puedo pensar en
otra cosa en ese momento. Está convencida de inmediato. España está
olvidada. Jonathan ama a los animales, ama los trenes, esto es perfecto. No
puedo evitar sentirme triste, porque el lugar al que estaba emocionada de
llevarla será una experiencia que compartirá con alguien más.
Puedo decir que Heather está avergonzada por esta parte, así que tomo el
control.
—Las opciones son: dos habitaciones o una habitación con dos camas
individuales. O... —No me atrevo a decirlo. Jonathan y Heather son dos
personas con deseos y pasiones como todo el mundo, pero me siento como
una madre sobreprotectora cuando su hija ha anunciado que le gustan los
chicos. Respiro y me obligo a decirlo—. O una cama matrimonial en una
habitación, pero Jonathan podría ser un hombre diagonal, ¿quién sabe? —
Agrego juguetonamente—. Quizá ocupe la cama completa y tú podrías rodar
al suelo en medio de la noche.
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Heather se ríe.
—O quizá ronque —dice Jamie—. Como esto… —Hace ruidosos sonidos de
cerdo y todas reímos.
—O quizás sus pies huelen realmente mal —dice Leilah, tapándose la nariz
—Jonathan no huele mal —dice Heather, poniendo mala cara, las manos en
las caderas.
Esta no es la primera vez que Heather ha estado lejos: ha viajado antes con
grupos de amigos, pero siempre con su asistente de apoyo u otro adulto que
sé que los cuidaba. Esta es su primera vez sola, con un hombre, y tengo que
pelear contra la bola de tensión y nervios en mi estómago, el nudo en mi
garganta y las lágrimas que están brotando.
Siempre me gusta ser positiva en estas reuniones, así que reúno toda la
jovialidad que puedo.
—Quizás podemos planearlo para la próxima vez. Tal vez. Quizás. Después de
que hable con él y vea si hay algo que pueda hacer. Si es que tiene tiempo…
aunque está teniendo un momento personal fuera del trabajo por ahora. Así
que… Sí. Quizá —digo por fin.
Cierro la puerta con gran tristeza cuando todos se van después de que la
reunión es finalizada y subo a mi habitación. No estoy celosa de mi hermana,
nunca lo he estado. Siempre he querido una vida mejor para ella, aunque sé
que es feliz con la vida que tiene. Hoy, sin embargo, se me ha ocurrido por
primera vez que ella siempre ha sabido la dirección en la que quiere llevar su
vida, siempre ha tenido un equipo para ayudarla, aconsejarla y guiarla.
Siempre lo ha tenido claro. Soy yo la que no lo tiene claro. Soy yo quien de
pronto no tiene idea de lo que estoy haciendo, soy yo la que no tiene un
“PAME” en absoluto. La comprensión me golpea como una tonelada de
ladrillos y parece que no puedo recuperar el aliento. No puedo decirle a nadie
mis sueños si me preguntaran ahora mismo, ni mis esperanzas y deseos. Si me
pidieran poner un plan en acción, no sabría dónde empezar.
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Toda mi vida he seguido y respetado las señales. Cuando conduzco por una
estatal y hay señales de niños jugando, la respeto y bajo la velocidad. Cuando
veo una señal de renos mientras conduzco a través de Phoenix Park, sé que
tengo que mantenerme alerta en caso de que alguno aparezca desde detrás
de un árbol y se lance en el camino. Siempre paro en las señales de pare, cedo
el paso cuando debo hacerlo. Confío en las señales. Creo que son exactas, sin
contar con las veces en las que algún vándalo obviamente ha alterado las
señales para apuntar en la dirección equivocada. Creo que las señales están de
mi lado. Aquí es donde me confundo cuando las personas dicen que creen en
las señales, como si fueran una cosa iluminadora y notable, porque ¿qué es lo
que no hay que creer acerca de algo que te apunta a algo y te indica que debes
realizar algo? ¿Qué es lo que no hay que creer acerca de algo físico? Es como
decir que creo en la leche. Por supuesto que lo haces, es leche. Creo que la
mayoría de las personas que dicen que creen en las señales en verdad quieren
decir que creen en los símbolos.
Los símbolos son algo visible que representa algo invisible. Un símbolo es
usado abstractamente. Una paloma es un pájaro pero también es un símbolo
de paz. Un apretón de manos es una acción pero es también un símbolo de
amistad. Los símbolos representan algo por asociación. Los símbolos a menudo
nos obligan a imaginarnos lo que es invisible; ya que no siempre es obvio.
Mientras troto por la bahía de Dublín de regreso a casa el primero de marzo,
el primer día de primavera, veo el arcoíris más hermoso, que de lejos parece
aterrizar directamente en lo más alto de mi casa, pasando por mi techo y entre
mi hogar, o aterrizando en mi jardín trasero. Esto no es una señal. No me está
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diciendo que haga algo. Es un símbolo. Como lo eran las campanillas de febrero
que se peleaban por resurgir del suelo en Enero y Febrero, hombro con
hombro, luciendo preciosas y tímidas, como si la mantequilla no se derritiera,
como si haciendo lo que habían hecho, logrando lo que habían logrado en
contra de los elementos no significara una hazaña. Lo habían hecho parecer
fácil.
Hoy es el día de trabajo ideal porque el suelo está seco. Habiéndome dado
cuenta que mis piedras de pavimentación de “arenisca india natural” no darán
la apariencia tosca que concibo para mi jardincito rocoso, he hecho arreglos
para que la piedra natural ideal sea entregada. Justo a tiempo, el joven
ayudante de la jardinería que ha estado enseñándome en cada viaje se detiene
en su auto, trayendo las piedras tras de sí en un remolque. Estudia mis piedras.
Nos quedamos parados mirando a las losas con las manos en las caderas.
—Podrías hacer peldaños —dice por fin—. Como han hecho en la casa de al
lado.
cuidadoso con el martillo neumático, así que mis piedras tienen formas
irregulares. Es más natural de esta manera y lo prefiero así. El hombre del
centro de jardín toma su camino, dejándome para divertirme moviendo las
losas de arenisca por mi nuevo césped. Improviso, usando el final de mi
rastrillo para decidir lo profundo que quiero posicionar las losas. Luego mido
mi zancada y coloco las piedras para que haya una piedra debajo para cada
pisada. Tomo mi bordeadora de media luna junto a la pavimentadora, piso
sobre ésta para cortar por completo a través de las raíces del césped. Realizo
un contorno de la piedra y luego quito el césped. Cavo en una profundidad
igual al grosor de la piedra, luego repito este proceso para las diez piedras que
tengo conduciendo desde mi casa hacia donde estará la rocalla. Mezclo el
cemento con agua en mi nueva carretilla hasta que su consistencia está como
la de la masa del pastel. Añado dos pulgadas de mezcla a cada agujero para
prevenir que se muevan o se hundan, luego contoneo las piedras en cada
ranura y las golpeo con un mazo de goma. Uso un nivelador para ajustar cada
piedra equilibradamente. Todo esto me toma cierto tiempo.
Para las seis de la tarde está oscuro y estoy sudando, hambrienta, dolorida,
cansada, y más satisfecha de lo que puedo recordar haberme sentido alguna
vez. He perdido totalmente la noción del tiempo, aunque en algunas etapas
era consciente del señor Malone podando sus rosas y cortando el crecimiento
excesivo de sus plantas, mientras me decía en una voz jovial que debería haber
hecho esto en Enero y Febrero pero no pudo, no con Elsa tan enferma.
Cuando tenía siete años, mamá me compró mi primera bicicleta, una Heather
púrpura, con una canasta blanca y morada en el frente, y una campana que
solía amar, jugando incluso cuando estaba sentada en el césped con la bicicleta
recostada en el suelo a mi alrededor. Amaba su sonido, sentía como si fuese la
voz de mi bicicleta. Le haría una pregunta y respondería con un briiing. Pasaba
todos los días en bicicleta afuera en la calle, dando vueltas, subiendo y bajando
por los brocales, rápido, lento, frenando, casi como si fuese una patinadora de
hielo girando alrededor con una audiencia observándome, los jueces
sosteniendo calificaciones y todo el mundo animándome. Me quedaría afuera
todo el tiempo que pudiera en las noches, comería mi cena tan rápido que
estaría atascada dolorosamente en mi pecho antes de correr de nuevo a la
bicicleta. En la noche lloraba, al dejarla. La aparcaría afuera en el jardín y la
vería, sola, mientras esperaba por mí y nuestra próxima aventura. Ahora me
siento como esa niña de nuevo, mirando por la ventana hacia mi jardín a
oscuras, sabiendo exactamente qué irá en qué lugar, imaginando cada
característica, cómo puedo moldearlo y nutrirlo, todas las posibilidades.
El Dr. Jameson hace una pausa para ver dónde ha aterrizado, luego continúa
hablando. Estoy confundida. Tal vez ha perdido sus llaves de tu casa y los dos
son demasiado educados como para molestarme por mi juego de llaves.
Encuentro esto bastante improbable. Eructas, tan fuerte que parece rebotar
en la última pared de un callejón sin salida y hace eco. No puedo oír las
palabras del Dr. Jameson, aunque quiero, y me quedo dormida escuchando el
calmante ascenso y descenso de su tono gentil.
Esta vez sueño con una conversación con el abuelo Adalbert. Aunque soy una
adulta, me siento como una niña de nuevo. Estamos en su jardín trasero y está
mostrándome como sembrar semillas. Bajo su mirada vigilante, rocío las
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semillas de girasol, las cubro con tierra y luego las riego. Me está hablando
como si todavía fuera una niña. Me está mostrando como poda su floreciente
jazmín de invierno, que me dice que puede ser podado cuando las flores se
han marchitado por completo. Me muestra como poda cualquier madera
muerta o dañada necesaria para extender el armazón o la cobertura de la
planta y, luego recorta todos los crecimientos secundarios de la estructura
principal hasta dos pulgadas de los tallos principales. Esto alentará muchos
nuevos brotes que florecerán el invierno siguiente
—Esto no es una señal, abuelo —le digo en una voz de bebé que estoy
poniendo porque no quiero herir sus sentimientos recordándole que ahora soy
una adulta. Eso puede hacerle darse cuenta de que ha estado muerto por
mucho tiempo y podría hacerlo sentir triste—. No me dice que dirección tomar
—digo, pero me está dando la espalda mientras continua trabajando.
—Sí, abuelo. El jazmín está podado de nuevo, pero está listo ahora, listo para
crecer y eso no es una señal, es un símbolo.
Mientras estoy fuera mirando las piedras, Amy llega con los niños. Ellos se
bajan del auto y lentamente, infelizmente, caminan lejos de ella. Abres la
puerta de enfrente y, antes de que puedas bajar a la entrada para saludarla
ella se va. Eres dejado observándola irse. No es una buena señal. Los niños te
abrazan, no Fionn, él simplemente continua arrastrando sus pies por todo el
camino de la entrada y entra a la casa.
Por fin hay silencio y, me gusta, es solo que no dura tanto. El señor Malone
esta devuelta en su jardín y puedo oírlo cepillar sus piedras del pavimento.
—¿Sin ella?
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—Con ella, sin ella. Ella no es la misma. El ataque, eso… —Asiente para sí
mismo como terminando la oración en su cabeza y luego concordando con
ella—. No es la misma. Sin embargo, Marjorie estará feliz de verla. Limpiaré lo
de todos lados allí adentro también, pero no sé si ella notará gran cosa.
Mi rato de deber alimentar a Marjorie terminó tan pronto como el Dr. Jameson
volvió de sus vacaciones, pero me había dado cuenta que Jimmy no había
estado enfrentando muy bien que su esposa no estuviera por allí. El fregadero
de la cocina tenía platos sucios apilados y un mal olor emanaba del
refrigerador. No fue mucho y no fue invasivo, pero había limpiado los platos y
tirado los vegetales mohosos y la leche cortada en la nevera casi vacía. Estaba
tan acostumbrado a ser atendido en casa que no se había dado cuenta, o al
menos no había comentado. Aun así, tan pronto como el Doctor Jameson
regresó a su labor de buen vecino trabajador, dudaba que sus labores
incluyeran lavar los platos. Aunque sus labores contigo anoche, si eso es lo que
eran, se habían extendido hasta las 3.30 a.m. De lo que ustedes dos hablaron
hasta entonces, contigo ciego de la borrachera, cantando y gritando, y el Dr.
Jameson en su chaqueta de North Face y su bronceado, es un misterio para
mí.
—Ayer —dice, luego se ríe entre dientes, la tristeza todavía en sus ojos—.
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—Oh —No estoy segura de cómo responder—. Yo, em, no necesito ayuda.
Estoy bien, en serio. Pero gracias—. Me gusta la paz de trabajar sola. No quiero
tener que hacer una pequeña charla o explicar que es lo que quiero hacer.
Preferiría simplemente ponerme en esto por mí misma.
—Parecen pesadas.
—No quiero volver allí dentro —dice, tan bajo que cuando lo miro observando
a las rocas es como si no hubiera hablado y me pregunto si realmente lo
escuché. ¿Cómo puedo decirle que no después de eso? Y me pregunto de
quien fue la idea de salir a ayudarme. Dudo que fuese tuya.
Tener a Fionn aquí me hace moverme más de prisa, tomar decisiones más
rápido de lo que las hubiese tomado. Al principio me es difícil encontrar cosas
que decirle, cosas geniales, ingeniosas, jóvenes, pero mientras el tiempo pasa
y continúan sus respuestas monosilábicas, me doy cuenta de que él no quiere
conversar más de lo que yo quiero. Y así que trabajamos en silencio,
comenzando desde el fondo de la pendiente y trabajando hasta arriba, con un
par de palabras aquí y allá acerca de mover una piedra a la derecha, a la
izquierda, ese tipo de cosas. Conforme pasan las horas, comienza a ofrecer
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—Tendrá mejor aspecto con las plantas y las flores —digo conscientemente,
protectora de mi terreno.
Me encojo de hombros.
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—Lo necesitaras para la bomba. Mira, tienes luces—. Se da un paseo por el
jardín, buscando la fuente de electricidad de las luces de mi jardín—. Aquí. Será
mejor ponerla cerca de aquí.
—Como, ¿explotar?
—Mañana.
—La mitad.
—¿Para qué?
—Para aplastarlas.
—Oh.
—Hola —dices, recorriendo el camino hacia mí, con las manos enterradas en
tus bolsillos. Revisas la rocalla—. Luce bien.
—¿Qué?
—Hola —les dice a ti y a Fionn, quien está colocando las piedras en la carretilla
muy cuidadosamente, a pesar de su aparente intención de aplastarlas.
hacia la ventana y echo un vistazo sobre el alféizar para ver. Kevin parece un
sacerdote, con el cabello hacia atrás, zapatos de cordones marrones y un
impermeable. Todo está preciso, ordenado, con tonos terrosos. Puedo
imaginarlo con sandalias en el verano.
—Oh Dios. Está bien, entonces lo intentaré con su móvil de nuevo —dice Kevin,
empezando a retroceder—. En caso de que no pueda contactarla, ¿le dirías
que Kevin pasó por aquí? Kevin —repite.
—Gracias.
—¿Novio?
—Y tú no.
—No.
—Jesús.
—Fue adoptado.
—Oh.
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Silencio.
—Tengo una prima: Eileen —dices de repente—. Tenía el par de tetas más
grande, incluso cuando éramos niños. Todo lo que recuerdo cuando pienso en
ella son…—Pones tus manos extendidas sobre tus pectorales y aprietas unos
grandes pechos de aire—. Siempre he tenido un capricho por ella. Tetas
Sorprendentes, siempre la llamábamos, porque todo solía encajar justo en su
lugar, sabes. ¿Cómo una estantería?
—Ha tenido algunos niños ahora. Están más por aquí estos días… —Bajas las
manos para que esos senos imaginarios caigan alrededor de tu cintura—. Pero
si me dijera que fue adoptada mañana… lo haría, ¿sabes?
—Matt. —Suspiro.
Te miro y veo que tienes esa mirada pícara en tu rostro. Sacudo la cabeza. Ya
sea que tu historia sea real o no, me estás torturando deliberadamente. No
morderé el anzuelo.
—Tiene Síndrome de Down. —Te adelanto, cruzando los brazos, lista para la
pelea. Siempre lista para: ¿Qué fue lo que dijiste de mi hermana? La causa de
la mayoría de mis peleas de adolescente. Algunas cosas nunca cambian.
—He organizado algo para ella la próxima semana. Un tour por la estación.
¿Crees que estaría interesada? Creí que podría estarlo, lo he hecho por algunas
personas antes, pero nunca para alguien como ella que creo que realmente lo
apreciaría, con todas las ventajas. ¿Qué dices?
—Bien. Espero que esté bien preguntar, pero solo quiero saber ¿Cuál es la
manera correcta para hacerlo? ¿La recojo aquí, o quieres llevarla? ¿O lo hará
a su manera?
Pareces confundido.
—Pequeña —digo.
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Frunces el ceño.
Una sonrisa cosquillea en las esquinas de mi boca, pero rehúso a dejarla salir.
Desvío la mirada hacia Fionn. Sigues mi mirada.
Silencio.
Durante veinte minutos aplasta todo en pequeños pedazos, con las mejillas
sonrojadas por el esfuerzo y el rostro crispado de rabia. Tu hija, la rubia que
baila por todos lados en vez de caminar, lo está observando desde dentro del
jeep, es lo más cerca que la dejarás ir y, estás en la puerta delantera, con los
brazos cruzados, parado derecho, observando con menos vergüenza y más
preocupación mientras destroza mis piedras costosas. Cuando ha terminado,
examina su trabajo, con los brazos sueltos, larguiruchos y libres de tensión.
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—Gracias —gruñe, antes de irse de nuevo arrastrando los pies, con la cabeza
gacha mientras pasa a su familia y se empuja más allá de ti, a través de la
puerta principal. Desde el otro lado de la carretera escucho el portazo en la
parte superior de la casa.
Debería. Pero no lo hago. Tras unos pocos meses dentro de esta suspensión
remunerada me di cuenta que había cerrado mi puerta de un golpe hace
mucho tiempo, no sé cuándo paso, cuándo golpeé la puerta y exactamente
cuándo me di cuenta de eso, pero ahora es obvio para mí, y no estoy lo
bastante lista para salir de mi cuarto aún.
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Me despierto en medio de la noche con las mismas voces bajas siendo traídas
por el viento suave hacia mi casa, como si la brisa fuera un mensajero,
trayendo las palabras especialmente para mí. Tan pronto como despierto, sé
que estoy despierta por completo y lo estaré bastante tiempo. Esto sin
importar el hecho de que estoy agotada, completa y absolutamente
devastada; la jardinería ayer fue tan demoledora e intensa que siento los
efectos cada vez que me muevo, pero es un dolor satisfactorio. No el dolor de
cabeza que solía darme por pasar demasiado tiempo hablando por el teléfono
móvil, la oreja caliente, la mejilla caliente dolorida y el malestar en los ojos,
por mirar fijo la pantalla de la computadora durante todo el día o los
problemas en la parte baja de la espalda y la tensión en el hombro derecho
por la mala postura en el escritorio, encorvada sobre la computadora. No se
iguala a nada de eso, ni tampoco se iguala al dolor que experimento después
de entrenar después de un descanso del ejercicio. Este sentimiento es tan
completamente diferente y satisfactorio que estoy casi zumbando. A pesar de
que estoy exhausta, mi mente está viva. Es vigorizante, estoy con las pilas
puestas y algo de eso se debe al hecho de que mi alma se siente alimentada
por la tierra, pero mayormente se debe al hecho de que no puedo imaginar
por qué el Dr. Jameson se te ha unido otra vez en la mesa de tu jardín,
sentándose afuera en el aire frío de la noche hasta la una de la mañana. ¿Qué
es tan importante que no puede discutirse a la luz del día? Incluso más
confuso, ¿qué demonios podrían tener él y tú en común? Ustedes dos son los
candidatos menos probables para una alianza en esta calle, quizás menos
probable que tú y yo, y eso es mucho decir. Al final razono que tú eres un
desastre y el Dr. Jameson es alguien que necesita limpiar todo, arreglar las
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Cruzo la calle con unas botas Ugg y un abrigo Puffa llevando un frasco de té y
unas tazas.
—Ah, ahí está la mujer misma —anuncia el Dr. Jameson, como si ustedes dos
hubieran estado hablando sobre mí.
—Por favor. —Sus ojos cansados brillan con la luz de la luna, su segunda noche
despierto pasada la medianoche.
—Ya no más. —Te miro a hurtadillas sobre mi taza. Quizás estoy buscando
pelea, no estoy segura. Estaba intentando imitar tu tono, pero no funciona
cuando lo hago. Me das una mirada pétrea que me sorprende y sé que he dado
en el clavo. Y me gusta.
Sonrío. Recompensa.
—¿Qué ha pasado Matt? ¿Bob no va a arreglarte? Pensé que eran así… —Cruzo
los dedos del modo en que tú lo has hecho.
—Dr. J, esta mujer sube y baja más que una stripper en un palo.
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—A menos que vayan a contratar a un nuevo amigo tuyo para tomar su lugar.
Alguien que esté dispuesto a mirar por encima de tu gran error de juicio. Otra
vez.
—La, en realidad —dice el Dr. Jameson—. Olivia Fray. Una mujer inglesa. De
una estación de radio muy exitosa en UK creo.
—Sabes qué, Matt, puedo entender en un modo extraño, cómo crees que lo
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Tratas de interrumpir.
—Espera, espera. —Levanto la voz.
—Los he mezclado antes y habría estado bien, excepto que todavía tenía
pastillas para dormir en mi sistema desde esa mañana —explicas. El Dr.
Jameson se lleva horrorizado las manos a la cabeza.
—Entonces aceptas que ese espectáculo de vísperas de año nuevo estuvo mal
—digo, más sorprendida por la confesión de culpabilidad que por el brebaje
de drogas que habías tomado.
—Oh, bueno —se recompone—. Fue bastante agradable ver a los niños y…
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—Dr. J, me dices que enfrente los hechos, es hora de que hagas lo mismo. Te
usaron.
Lo que queda sonando en mis oídos es me dices que enfrente los hechos. Un
pequeño destello sobre tu relación con el buen doctor, enfrentar hechos no es
lo que pensé que estuvieran haciendo a esta hora, afuera en tu jardín.
—Es… ya sabes, es… estaba esperando quedarme con ellos para Navidad, ves,
pero no. Eso no pasará ahora.
—Un poco menos que eso —dice—. Estaba esperando que este año fuera
diferente. Pero —se anima—, no importa.
—Tiene quince años. Nadie quiere estar con su padre cuando tienen quince —
dices.
Coincido.
—Y no hay nada que hacer aquí —continúas—. Los tres solo quieren sentarse
todo el día jugando con sus iPads.
—Entonces haz algo con ellos —digo—. Piensa en algo. Le gusta estar fuera de
casa, haz un proyecto con él. —Miro la mesa—. Lija y barniza esta cosa. Lo
mantendrá ocupado. Háganlo juntos. Incluso podrían comunicarse. —Jadeo
sarcásticamente ante la idea.
Silencio de nuevo.
—Un año.
—Era cofundadora de una compañía llamada The Idea Factory. Se nos ocurrían
e implementábamos ideas y estrategias para otras compañías.
—¿Consultoría? —preguntas.
—Publicidad entonces.
—No es hablar en voz alta para que la gente escuche, Matt, es lo que no es —
estallo.
—Hoo hoo hoo —te ríes—cantas, sabiendo que has dado en el clavo y he
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Miro hacia mi jardín, la única cosa que puede despegar mi mente de todo estos
días, la única cosa que me sacará de esta conversación y evitará que diga algo
de lo que podría arrepentirme. Has sido bien enérgico hasta ahora, pero sé
que si sigo apretando tus botones podrías romperte, y lo mismo conmigo.
—¿Qué harás? —pregunta el Dr. Jameson, y siento como si hubiera tenido que
regresar desde un lugar muy lejano para contestarle.
—No me refería a…
—Esa pareja que vive al lado mío Dr. J —digo, sin darme cuenta de que ahora
estoy usando tu apodo para él, hasta que reaccionas.
Te ignoro.
—¿Quién va a rentar?
—Un empresario. Solitario. Las compañías pagan fortunas por sus directores
generales ahora, ¿no? Se muda en algún momento de la próxima semana. Lo
vi echando un vistazo alrededor. Un tipo joven.
Haces un breve ruido bizarro que me doy cuenta va dirigido a mí. Una burla de
un colegial.
—Por favor.
—El tiempo está pasando. No te estás volviendo más joven. Tic, tac, tic,
tendrás que empezar a hacer a esos niños pronto.
Siempre he sabido que no quería hijos. Incluso cuando era una niña, lo sabía.
Sacudes la cabeza.
Bufas, agitas el whiskey en tu vaso. Apenas has tomado algo desde que me
senté, lo cual es bueno porque tus hijos están en la casa, su única noche de la
semana con papi y estás fuera, borracho.
—¿Por qué se despedirían de ti? Difícilmente eres la vecina del siglo. Dos
meses excavando para ayudar a superar alguna clase de brote psicótico…
en tu puerta?
Algo hace ruido en mi cabeza. Estalla, mejor dicho. Me he dado cuenta de algo
y siento el ardor de la ira quemando dentro de mí.
—No —dices despacio, levantando los ojos del vaso de whiskey para
encontrarse con los míos—. Están planeando reestructurar la estación. No voy
a poner un pie en ese lugar hasta que me digan que está pasando con mi
trabajo.
Me estudias para ver si voy en serio, luego cuando no sonrío ni río ni respondo
golpeas tu vaso contra la mesa, lo que hace que el Dr. Jameson y yo saltemos.
La ira explota dentro de mí, corre por mis venas como un veneno. Por todos
lados. Odio. Ira. Repulsión. Rabia.
Siento que el Dr. Jameson me mira, percibiendo algo en mi voz que siento pero
que tú no oyes.
—Tengo a tres niños dentro. Y una esposa que me gustaría mucho que viniera
a casa conmigo. Son por lo que estoy preocupado en este momento.
—¿Sí? Interesante. Porque ahora son las dos y cuarto de la mañana y estás
bebiendo whiskey en tu jardín, cuando deberías estar dentro con ellos. Pero la
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de pie, al igual que todos ahora, y extendiendo los brazos para mantenernos
separados, como un árbitro de boxeo, solo que la longitud de la mesa
mantiene una distancia entre nosotros de todas formas.
—Perra loca, cómo te atreves a decir esas cosas —siseas.
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Como tarea de la escuela, mientras estudiábamos mitología griega, se nos
pidió que escribiéramos nuestras propias versiones de la historia de Aquiles.
Luego, nos pidieron que las leyéramos en voz alta, y mientras mis compañeros
de clase, uno tras otro, leyeron sus historias, historias reales de personajes a
lo largo de la historia, líderes derrotados por sus debilidades, me di cuenta que
había malinterpretado la tarea, pero la había entendido. Escribí acerca de una
bruja que odiaba a los niños debido a sus corazones crueles, por las cosas
hirientes que decían acerca de su gata preferida. Ella planeó atraparlos,
matarlos y comérselos, pero el problema era que tenía miedo de las piruletas,
y parecía ser que cada vez que se encontraba cerca de un niño, ellos tenían
una piruleta en sus bocas, lo que servía como un campo de fuerza protector
de dulce alrededor de ellos. La voz se corrió y pronto todos los niños cargaban
piruletas, sosteniéndolas hacia ella, pegajosas y dulces, agitándolas en su
rostro para que sintiera tal repulsión que tuviera que correr y esconderse de
los niños para siempre.
Saque una C+, lo que fue molesto, pero lo más embarazoso fue la forma en la
que los niños se reían mientras la estaba leyendo, algunos pensando que era
una broma deliberada para molestar al profesor, la mayoría de ellos
simplemente pensaron que era estúpido. La razón por la cual el profesor me
dio una C+ no fue porque no entendí la tarea, sino porque él pensó que había
fallado al comprender el significado de la historia. Las piruletas no podían ser
el talón de Aquiles de la bruja, me dijo, eran algo que ella temía, pero que no
produjeron su caída. Nunca me dio la oportunidad de responderle, esto no
sucedía en la escuela, podías ser entendido o no, pero era él quien estaba
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Me siento horrible por todas las cosas hirientes que te he dicho esta noche, sin
embargo me fuerzo a bloquearlo todo. El sueño viene a mí fácilmente porque
a mi mente no le gusta la alternativa de enfrentar todo lo que te he dicho. El
último pensamiento que tengo, mientras me quedo dormida, es preguntarme
si la gata de la bruja hubiese sido más feliz si la bruja la hubiese protegido
menos. Después de todo, ¿de qué le sirve a la gata la desgracia de la bruja?
Puedo ver que fue muy estresante para ella en ese entonces, perder a su hijo
y a la sobrina a la que le prometía que su hermana estaría a salvo con ella. Ella
no nos había perdido exactamente, estábamos justo aquí, pero cuando Kevin
se mudó, aun no podía asentarme en la casa y decidí vivir en el campus de la
Universidad Limerick, una pausa fresca para todos, un nuevo comienzo para
mí. Veía a Heather cada fin de semana de por medio. Me instalé con algunos
amigos y creamos nuestra propia familia, me permití ser la consentida de sus
familias en las festividades. Heather era feliz en el alojamiento que Mamá le
había preparado antes de morir y en ocasiones familiares se quedaba con
Jennifer, y Papá vendría a comer y a ponerse al día con Heather como si esa
fuese la base de su relación. Todo funcionaba bien para todo el mundo,
incluyéndome, y mientras todo esto sucedía, creaba una madre para Heather
en mi mente que no necesariamente existió, dándole ideales que no sé si ella
cumplía en realidad.
Su cabello es rojo teñido, y ha llevado un corte al estilo pixie desde que puedo
recordar. Usa tonos tierra, verdes insípidos y bronceados en terciopelos
triturados, largos vestidos hippy con leggins debajo, zapatos que siempre
tienen suela gruesa, como aerodeslizadores, grandes collares gruesos. Sus
labios son siempre del mismo color que su cabello, aunque su pelo es más bien
un caoba que un rojo como el de mi camión de bomberos.
— ¿No es esta una sorpresa encantadora? Pasa, pasa. Oh, desearía haber
sabido que vendrías, le habría dicho a Fiona que se quedara. Se ha ido a misa
con Enda. Lo sé, no me mires así, nadie en esta casa ha ido a misa desde la
boda de Michael, pero Enda va a hacer su primera comunión este año y les
están animando a ir para que no camine como si fuera un turista.
Aparentemente los niños pueden participar en la misa de las diez a.m. Si siguen
pensando así, la iglesia católica no tendrá un banco libre.
Registro su sorpresa, pero se la guarda para sí misma. Estoy segura que estaba
esperando que le hablara acerca de Kevin.
—Bueno, es algo vago. Como era ella con Heather? Quiero decir, sé que era
protectora, por supuesto que lo era. Sé que quería que Heather fuese
independiente, que tuviera una buena vida, pero no sé cómo se sentía. ¿De
qué tenía miedo? ¿Alguna vez habló contigo acerca de Heather? ¿Confió en ti?
¿De qué quería mantener alejada a Heather? Ella está realmente desplegando
sus alas ahora, siempre lo ha hecho —reconozco—. Ella tiene novio.
—¿Lo hicieron?
Me rio y luego cubro mi boca. Las muñecas Rusas de porcelana siempre nos
hicieron reír.
—Está bien. —se ríe—. Valió la pena ver a Billy levantar las piernas tan alto.
Guardamos un silencio divertido hasta que se altera.
—Sabes, Jasmine, estás haciendo un gran trabajo. Heather es feliz. Está segura.
Está increíblemente ocupada, ¡Por Dios santo, necesita una asistente para
ayudarla a controlar su agenda! No puedo seguirle la pista.
—Una vez, una mujer dijo algo acerca de Heather. Algo horrible. No
deliberadamente, simplemente de una manera ingenua.
—Esos son los peores —le digo, pero mis oídos se han agudizado. Esto es lo
que necesito escuchar.
—¿Lo hizo?
Frunzo el ceño.
—Esa fue su respuesta? ¿Hacer que una mujer desperdiciara una hora de su
noche innecesariamente?
—Ella quería que viera a Heather en casa, del modo en que era todo el tiempo,
su manera de ser natural, con ustedes tres repasando su rutina de noche, justo
como cualquier otra familia a esa hora del día. Ella se aseguró que la mujer
viera y escuchara absolutamente todo, toda la normalidad, supongo. ¿Y sabes
quién era esa mujer?
—Carol Murphy.
—Tu madre nunca dejó de lado a nadie Jasmine, porque esa era la misma cosa
que ella temía que le hicieran a Heather.
Y eso era lo que estaba buscando. Mi plan es tomar esta información y ponerla
en práctica en mi vida de alguna manera, y luego a mi plan se le acaban las
ideas.
—Oh, Jasmine —dice Heather tan pronto como ve lo que he hecho con el
jardín—. No puedo creer que sea el mismo jardín.
—Me encanta.
—¡Tú no puedes decir nada! —Trato de mantener mi voz ligera—. Tienes una
agenda mucho más ocupada que la mía.
Mueve un cabello que cae sobre mis ojos, detrás de mi oreja. Tiene que
ponerse de puntillas para hacerlo.
—Sí, pues, estoy en licencia por jardinería después de todo, así que… —
Aplaudo—. Antes de que empecemos, tengo algo para ti.
Le doy las ropas de jardinería que ordené en línea. Botas verde Wellington con
flores rosas, un mono de trabajo, un sombrero tibio y guantes de jardinería.
El test de una buena persona justo aquí. Luego me acuerdo que debo dejar de
establecer tanta importancia a ese momento: la presentación. Pero Fionn pasa
el test, murmurando la misma respuesta inaudible hacia Heather, sin mirarnos
a ninguna de las dos a los ojos.
—Sí, eso hacemos. —Me siento terrible, pero tan equivocada como estaba al
decir las cosas que te dije anoche, no voy a pasar el día cuidando de tu hijo de
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nuevo. Además, he planeado pasar el día con Heather. Pero no puedo hacerlo.
No puedo rechazarlo. Tú estás probablemente aún en la cama, con resaca. Me
imagino tu cuarto oscuro y repleto, a ti como un bulto debajo de las sábanas,
cortinas oscuras dejando fuera la luz del día, mientras tus hijos están abajo,
todavía en pijama a medio día, tirando el cereal alrededor de la cocina,
saltando en él, engrudándolo en la alfombra. Prendiendo las cosas en fuego.
Justo cuando estoy entregándole la pala a Fionn oigo una explosión de risa de
los niños y tú y los dos niños rubios aparecen por la esquina del jardín trasero
de tu casa. Estás diciendo algo, muy jovial, alegre, juguetón. Había una energía
en tu caminar, estás en buena forma para alguien que estaba tirando copas de
whiskey a mi cabeza en el mismo jardín hace no menos de doce horas.
Sé que es para Fionn. Fionn sabe que es para Fionn, pero no se da la vuelta. Yo
tampoco miro hacia arriba.
—Estoy ayudando. —La voz de Fionn sale en una queja y luego se quiebra.
Fionn suspira, suelta la pala y, sin decir una palabra a Heather o a mí, camina
penosamente devuelta a la calle, sus manos desapareciendo en los bolsillos
mágicos de nuevo, el peso de sus largos brazos empujando sus pantalones
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—Seré educada Jasmine —dice, con los ojos suplicantes y me rompe el corazón
porque nunca tuve ninguna duda que sería educada y no quiero que piense
que es ella quien me preocupa. Finalmente dejo de trabajar.
Esa es otra cosa acerca de mi hermana. Una vez tiene algo en la cabeza, debe
hacerlo. Absolutamente. Si no puede, no puede comprenderlo y esto sacude
su mundo. Tal vez haya algo que decir acerca de tener desafíos en la vida; te
hacen trabajar más duro para enfrentar las cosas, no te dejan aceptar un no
como respuesta. Haces más de lo que la gente haría ordinariamente para surgir
del desafío y asegurar que tu miedo, o lo que sea que amenaza con detenerte
no pueda ganar. Cuando terminaba mi tarea y podía ver televisión, Heather
tenía terapia del lenguaje. Cuando podía salir y jugar con mis amigos en la calle,
Heather tenía clases de lectura extra. Aprender a andar en bicicleta fue un
esfuerzo prolongado, mientras que yo simplemente despegué. Ella siempre
trabajó más duro por todo. Este es porqué las reuniones son importantes,
porque si ella sugiere algo que no es ideal, entonces al menos, como un grupo,
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Una vez conocí una madre que, al describir el carácter de su hijo decía, ‘Típico
síndrome de Down.’ Quería abofetearla. No se puede definir a una persona
por una simple cosa en ningún momento; todos somos únicos. Esta parte de la
personalidad de Heather no tiene absolutamente nada que ver con tener
síndrome de Down. Si así lo fuera, entonces papá y yo también tendríamos
síndrome de Down porque no hay manera de detenernos cuando se nos mete
algo en la cabeza.
¿Qué estoy haciendo? La estoy enviando allá, para que le rompas el corazón.
Yo estoy haciendo esto. Estoy dejando que esto suceda. Estoy temblando, no
puedo respirar y me siento en la banca del jardín viéndola atravesar la calle.
Los dos niños rubios paran de lijar para observarla con cautela.
Te veo explicarle algo, con tu expresión suave, tus manos en gestos gentiles
para dar forma a lo que dices. Luego paras de hablar y la observas. Esperas a
escuchar su reacción, pero ella no está diciendo nada. Tus manos van a tus
caderas. La observas, inciertamente. No estás seguro si acercarte a ella o no;
lo haces y luego no haces contacto, que sepas que es mejor no hacerlo. Luego
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me miras a mí. Estas preocupado. No sabes qué hacer con esta chica que te
observa sin decir nada. No sabes qué decir. Necesitas mi ayuda.
Me mata hacerle esto a Heather, pero no voy a dártela.
Empiezas a decir algo más, pero Heather se gira y regresa atravesando la calle.
Parece como si hubiese sido abofeteada. Una mirada altiva en su rostro, ojos
vidriosos, una nariz roja. Me quedo donde estoy, observándola mientras se
acerca hacia mí y luego me pasa de largo.
—Te llamé un par de veces, pero estabas en tu propio mundo. —Me dice
sonriendo. Se pone de cuclillas—. ¿Qué tienes ahí?
—Un gran lío. —Le muestro lo que se supone que debería estar haciendo.
—¿Puedo?
—Por favor.
Me alcanza su mano y la tomo, le dejo que me saque del hoyo que he cavado.
Sin una señal. Ni siquiera un símbolo. Es algo que de verdad está pasando. Tan
pronto como mi piel toca la suya, no sé si soy solo yo, pero lo siento por todo
mi cuerpo. Él no se aparta del borde del hoyo y soy empujada cerca de su
cuerpo, mi nariz tocando la tela de su camisa, capaz de ver la carne debajo de
sus botones. Me gustaría quedarme allí por siempre, sintiendo su cuerpo duro
contra el mío, pero en vez de eso, me alejo torpemente, incapaz de mirarle en
caso de que pueda ver cómo me está aturdiendo. Se quita la chaqueta y la
llevo adentro por él, tomando la oportunidad de limpiarme, arreglar mi
cabello, mi delineador, calmarme. Cuando regreso, se ha arremangado los
puños de la camisa y está arrodillado en la grava, cejas fruncidas en señal de
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—Sí.
De pronto lo entiendo.
—Ah. Pensé que te referías a hablar por teléfono, que es porque yo… nosotros
nunca acordamos un día, pero hoy es genial.
ese lado vulnerable de él, que ha pasado sin anunciarse porque genuinamente
quiere verme. En el momento que ocurre entre nosotros, creo que es una
posibilidad, pero ahora son negocios, como es usual, o no del todo, ya que está
destrozando un traje perfectamente bueno mientras se dobla sobre un hoyo
en mi jardín.
Nos miramos a los ojos cuando dice eso. Él no le habla lento, como si fuera
incapaz de entenderle, o fuerte, como si fuera sorda. Aunque ella si usa un
aparato auditivo. Sus oraciones son cortas y simples, al grano.
Comienza cada oración con ‘Jasmine es…’ la primera oración la completa con
‘amable’ y luego da un ejemplo de mi amabilidad. Le dice que pague por su
apartamento.
Espero que haya acabado ahora; es adorable, pero difícil escucharla alabarme.
En vez de eso, continua, ‘Jasmine es generosa,’ y yo sacudo la cabeza volviendo
a lo que estaba haciendo.
—Jasmine suena como una gran persona —le dice con sus ojos puestos en mi
de nuevo—. Y yo estoy de acuerdo. Creo que muchas personas serian
afortunados de tenerla. —No lo estoy mirando, pero puedo verlo desde la
esquina de mi ojo, el ángulo de su rostro en el mío, cada movimiento que hago
es descuidado, mientras mi corazón resuena y mi estómago revolotea. Dejo
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—Soy su hermana mayor. Cuando nuestra madre murió, me dijo que soy la
hermana mayor y que tengo que cuidar de Jasmine. Hago todas estas otras
cosas, pero proteger a Jasmine es mi trabajo principal.
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Para comenzar la mañana del lunes, soy despertada por el sonido de una
cortadora de césped justo fuera de mi ventana. Esto me lastima en muchos
niveles. Principalmente porque es justo después de las ocho a.m. y es
generalmente un sonido intrusivo, y en segundo lugar porque tomé una
botella de vino tinto antes de ir a dormir. Quizás esté mintiendo sobre la
cantidad, puede haber sido más e incluso pudo haber sido otra bebida
espirituosa distinta, pero lo siento hoy, el golpe sordo, golpe, golpe, que
penetra mi cráneo directo hacia mis neuronas, matándolas al alcanzarlas, y
luego perfora mi nuca donde lo siento palpitar sobre la almohada. El
desconsiderado dueño de la cortadora de césped podría ser cualquiera de las
cuatro parejas de retirados que viven alrededor y se manejan con sus propios
horarios, evitando cualquier pensamiento sobre los demás, particularmente
desde que saben que no tengo empleo. Podría ser cualquiera, pero ya sé que
eres tú. Sé que lo eres incluso antes de levantar la cabeza de la almohada, lo
sé porque se demora demasiado. Nadie en el mundo tiene tanto césped; solo
un jardinero inexperimentado tardaría tanto. Cuando miro hacia fuera es
como si hubieras estado esperando que apareciera. Miras hacia arriba
inmediatamente y me saludas animadamente con la mano. Veo el sarcasmo
chorreando de cada poro. Luego apagas la cortadora de césped, como si
hubieras triunfado en lo que te habías propuesto hacer, y cruzas la calle hacia
mi casa.
Abro la puerta principal y la luz del día crea hoyos en mis ojos. Hago una mueca
y me agazapo, me retiro hacia la seguridad de la oscuridad en el cuarto con las
cortinas cerradas. Me sigues hacia adentro.
—Wow —dices—. ¿Noche difícil? Todo rock and roll aquí en el número tres en
una noche de domingo.
Gruño en respuesta.
Te detienes.
—Aleluya.
Te sientas en el sillón frente a mí, al lado de la ventana que es tan brillante que
tengo que mirar de soslayo.
Te ves casi angelical con la luz sobre ti, tu lado derecho que pareciera
desdibujarse en los bordes como si fueras un holograma. Das un suspiro
cansado, nada de santidad en eso. El suspiro, me doy cuenta, no es porque
estés cansado. Te ves rejuvenecido de alguna forma, animado por el aire fresco
de la mañana, tus ropas oliendo a hierba recién cortada. Estas cansado por mí.
Lo pienso de nuevo.
—Sabes que no dije que no pudiera pasar nunca, solo que no en un futuro
inmediato.
Me quedo mirándote con sorpresa. Estoy más sorprendida por el hecho de que
pude haber dicho algo para influenciarte, pero no estoy sorprendida en
absoluto porque admitas que has dejado la bebida. Porque no te creo. No creo
que lo digas en serio o que vaya a pasar. Es como si fueras un marido infiel y
yo fuera una tonta ante tus declaraciones sobre que puedes cambiar. Estamos,
extrañamente, así de cómodos el uno con el otro.
—Oh, por favor Matt —digo exasperada, me doy por vencida—. No tenía razón
sobre nada. No te conozco. No conozco tu vida.
Silencio.
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—De todas formas, quiero que tomes esto… —Me entregas el sobre arrugado
que contiene la carta de tu esposa.
Sacudes la cabeza.
—Léemela entonces.
—¿Demostrarle qué?
—Mostrarle a mí mismo.
—Creo que ya lo has hecho. Por eso se ha marchado —digo esto medio riendo,
pensando que vas a sonreír, pero no lo haces.
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Examinas el auto desde la ventana, con las manos en las caderas y el ceño
fruncido. Estás guapo sin embargo. No es que seas viejo —apenas estás en tus
cuarentas— pero a pesar de tu estilo de vida, las noches levantado hasta tarde,
el alcohol y la mezcla de pastillas para la ansiedad, pastillas para dormir y
cualquier otra cosa que hagas, no te ha afectado tanto exteriormente como lo
debería haber hecho.
—No creo que sea para mí —dices aún examinando el auto—, solo está
sentado en el auto.
—Lo hice —dices dándote la vuelta, sorprendido tanto como yo de que te haya
hecho una pregunta sobre ti, sobre tu vida, sobre tu trabajo—. Hace unos cinco
años tuve un programa de entrevistas por la noche, un programa de discusión
como el de la radio. Miércoles por la noche, a las once treinta.
—Nos sentábamos en una mesa con un grupo de gente que había invitado otra
persona, hablando de cosas de las que yo quería hablar, pero sin hablar sobre
ellas correctamente. Lo dejé. No puedes decir nada en la televisión. Hay mucha
más libertad en la radio.
Suspiras y te sientas.
—Las mujeres no son las únicas personas que hablan sobre las cosas, lo sabes.
Estoy confundida.
—No. No soy yo. —Te creo—. Un día Joey me cuenta que él y su mujer están
teniendo problemas de fertilidad. Han estado casados siete años y nunca han
tenido hijos. Después de tomar una pinta una noche me cuenta que ha estado
fingiendo cuando están en la cama. La primera vez que escucho algo así. De un
hombre haciéndolo. No hay daño cuando una mujer finge, obviamente, pero
es diferente cuando es un hombre y su mujer quiere niños, entonces se
convierte en un problema. No puede contarle que ha estado fingiendo.
Realmente se ha acorralado a sí mismo en una esquina, ¿sabes? Ella se ha
hecho los chequeos y todo parece estar bien de su lado…
—Entonces ella quería que él se hiciera chequear su cosa. Por la fertilidad. Pero
él no quería porque sabía que todo estaba bien. O presume que lo está.
Entonces en vez de admitir que ha estado fingiendo la mayor parte del tiempo,
y de que quizás preferiría hacer las cosas en la cama de una forma distinta que
pudiera ayudarle, ya sabes, le dice que no quiere tener hijos. En realidad
quiere, pero entró en pánico y no sabía que más hacer. De cualquier forma, se
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—Así que Tony tiene esta idea de llamar en Año Nuevo a esta mujer. Digo,
bueno, está bien, lo que quieras. No me importaba la verdad. Pensé que sería
gracioso. Mezclarlo en la discusión. No era gran cosa.
—¿Quién es Tony?
—No. Es mi show. Debería haber sabido lo que estaba haciendo. Para ser
honesto, estaba tan mal esa noche, toda esa semana, no sabía lo que estaba
pasando. He hecho eso millones de veces y me he salido con la mía, pero esta
vez… —Te levantas y miras por la ventana una vez más—. ¿Qué está haciendo
ese tipo? Está embobado mirando mi casa.
—Sí, una chica estaba tan loca por mí que se mudó a la casa de enfrente.
Pelirroja. Grandes pechos. No tenía suficiente de mí.
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Realmente sonrío.
—Pequeño…
—No hagas nada estúpido Matt —te advierto—. Solo vas a meterte en más
problemas —grito detrás de ti, pero mi consejo no va a oídos sordos sino a
oídos ausentes mientras sales disparado fuera de la casa. Es como si mis
palabras te hubieran dado una idea, porque haces exactamente lo que te
advertí que no hicieras: cargas contra el fotógrafo. Se da vuelta y te ve, ve la
agresión en tu rostro y sonríe complacido ante la oportunidad de la foto. Pero
tú no te detienes. Vas a por la cámara, la agarras, la tiras en la calle, luego
agarras al fotógrafo contra el auto. No veo todo exactamente como pasa,
porque estoy mirando desde detrás de mis manos. Además, algo me dice que
es mejor que no haya testigos.
Como resultado de tu comportamiento, una hora más tarde aún tengo puesta
la bata y hay tres fotógrafos más acampando fuera de tu casa, mirando hacia
mi casa, mientras tú caminas de un lado al otro en mi salón, tapándome la vista
de Diagnosis Murder y gritando a tu agente por el teléfono. La noticia de que
has sido despedido se ha filtrado a la empresa, antes de que la estación te lo
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No puedo trabajar en mi jardín por los fotógrafos que están fuera, a pesar de
que la fuente de agua me está llamando para que la termine, y mi resaca
necesita desesperadamente un poco de aire fresco. He tenido la esperanza de
que se fueran a por un bocadillo de media mañana, pero en vez de eso uno de
ellos ha desaparecido y ha vuelto con una bolsa llena de rollos de EuroSpar y
todos ellos se han inclinado sobre el auto para comerlos fuera. Intenté salir
cuando estaban tomando este descanso, pero tan pronto como abrí la puerta
el jamón, huevo, coliflor y bolsas de papel madera volaron por el aire, al
tiempo que descartaron la comida y tomaron sus cámaras. A pesar de mis
protestas de ser un ciudadano privado, siguieron tomándome fotos. Sólo
cuando se dieron cuenta de que las tarjetas de memoria se quedarían sin
espacio y yo seguiría arrodillada haciendo mi jardinería se detuvieron. Sin
embargo me sentía demasiado consciente de mi misma para seguir trabajando
bajo su mirada constante, especialmente dado que no sé lo que estoy
haciendo, así que me retiré de nuevo hacia mi casa.
—Disculpa —dices cuando golpeo la puerta del frente y me giro hacia ti, con la
cara roja. Cuando el cielo se abre por el resto del día y todos se retiran dentro
de un solo auto, acurrucados con sus enormes cámaras en el regazo, grito
“¡Ja!” en sus caras.
Miras hacia arriba desde tu propia furia silenciosa y me observas con diversión.
El Dr Jameson llama, pretendiendo estar molesto, pero internamente amando
el dilema y la excitación. Quiere discutir el tema de los paparazzis en nuestra
calle y lo que podemos hacer al respecto. Subo a mi cuarto para recostarme.
Ella viene, tan emocionada que está a punto de estallar, y en el único lugar que
podemos hablar es en mi habitación porque tú estás paseándote y hablando
con tu abogado, porque el fotógrafo al cuál le quitaste la cámara está
amenazando con presentar cargos por daño criminal. Estos cargos no van a
perdurar porque ya ha vendido las fotos que te tomó. Ya han navegado por la
red, en una variedad de páginas de cotilleo y entretenimiento, y te ha
capturado tomando la cámara, pareciendo como si fueras a matar a alguien.
Te ha tomado desde un ángulo bajo, por lo que pareces como King Kong con
dos dobles mentones y una panza abultada, intentando romper todo en tu
camino.
mala cara.
Me voy al piso de arriba antes de que puedas hacer el gran King Kong conmigo,
y el Dr. Jameson regresa a mirar Homes Under the Hammer.
—Ese edificio estaba mejor antes de que lo arreglaran —dice mientras dejo la
habitación.
—Esta es una casa de locos —dice Caroline, tomando la taza de café que le he
traído.
—Oh, Dios —digo con los ojos bien abiertos, muy emocionada pero un poco
ansiosa también. Trabajar con amigos es algo engañoso y todavía no he
escuchado la idea siquiera. Ideo mentalmente mi escape, esperando que sea
basura—. Cuéntame sobre ello.
Está más preparada de lo que espero. Saca una carpeta con el nombre GÚNA
NUA —el irlandés para ‘nuevo vestido’—. La idea es que postees una foto de
tu vestido en un sitio web —ya ha comprado el nombre del dominio— y eliges
otro vestido con el cuál cambiarlo. El vestido luego se va de tus manos y uno
nuevo llega en su lugar. No hay dinero que cambie de manos, todo viene con
la promesa de ser lavado en seco y en perfecto estado.
—Una cuota de asociación. Una membresía. Por cincuenta euros al año puedes
tener tantos vestidos gratis como desees. Honestamente, Jasmine, sé que hay
un mercado para esto, veo la situación de la gente todos los días y es
deprimente. El intercambio de vestidos es la forma de mejorarlo, estoy segura.
—Se también que realmente necesitas esto ahora, así que piensa en ello —
dice en un esfuerzo por convencerme. De hecho, esto solo hace lo contrario.
Frunce el ceño.
—No, no es la idea. Es, es solo eso, no estoy atrapada por el trabajo, Caroline,
aprecio que pienses en mí y que esto podría ser bueno para mí, pero de hecho
ya tengo una oferta de trabajo.
—¿Qué trabajo?
Esto pretende ser gracioso. Todos mis amigos últimamente han estado
bromeando sobre mi dedicación hacia mi jardín. He rehusado reuniones para
tomar café, he hablado sobre el proceso en salidas por la noche. Es el nuevo
tema: bromeemos todos sobre el jardín de Jasmine. Lo entiendo, de verdad lo
hago, pero… La forma en que Caroline me mira me hace pensar si siquiera
debería considerar tomar el trabajo, pero no me importa su actitud, sino la
implicación de que la necesito a ella.
—Bueno, pero quien quiera que sea con quien estés planeando esto, tienes
que decirle que se afeite todo allí abajo, porque se pone un poco pegajoso.
Es un sentimiento hermoso que sea algo inusual, dada nuestra relación, pero
él se mueve veloz a pesar de que no ha confirmado nada. Suena como si
estuviera fuera, puedo escuchar el tráfico, la gente, el viento. Hombre ocupado
en la ciudad, cazando talentos, mientras yo estoy aquí, en mi jardín, el lugar
que he elegido para llamarle, porque es el único lugar donde mi mente puede
encontrar paz y claridad estos días. Es el día tres y los paparazzis están en el
auto, escondiéndose del aire fresco, esperando que Matt regrese a casa y se
comporte mal nuevamente, presionándole para que explote, mientras las
revelaciones de lo que realmente sucedió en año nuevo en su estudio salen a
la luz en los periódicos, una historia que fue perfectamente corroborada por
lo que él me contó, pero que ha tomado vida propia en la prensa, con la
prostituta en cuestión vendiendo su historia y revelaciones sobre su “relación”
con Tony saliendo a la luz. Es una aventura sórdida de la que cualquier emisora
de radio se apartaría.
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Me detengo y miro alrededor para mirar si está ahí, a pesar de que sé por el
sonido de fondo del teléfono que no lo está.
—Al ritmo que vas, lo harás. Así que, la razón por la que estaba pensando en
ti es que leí hoy que la campanilla luchará para mantener su posición en la cara
del cambio climático. Durante períodos de frío, flores de primavera como las
campanillas ya han empezado el proceso de crecimiento preparando las hojas
y flores en bulbos subterráneos durante el verano y el otoño.
—Sería una pena, en todo caso, ¿no crees? ¿No tener esa bruma azulada en
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los bosques?
Es una imagen preciosa, pero porque cree que eso va a convencerme de tomar
el trabajo está más allá de mí.
—Monday —digo, y escucho la seriedad en mi voz—. Hay algo que no te he
contado.
—¿Sí?
—Debería habértelo dicho antes, pero, erm… —Me aclaro la garganta—. Estoy
en suspensión remunerada. Durante un año. Termina en noviembre.
—Hubiera sido de ayuda saber esto hace unas semanas, Jasmine. — La forma
en que dice mi nombre me hace encogerme. Estoy tan mortificada que no
puedo decir nada. Siento como si me hubieran encontrado con los pantalones
bajados y los paparazzis estuvieran a mi alrededor, sacando fotos. La única
gracia salvadora es que Monday y yo no estamos cara a cara.
Hay un largo silencio. No estoy segura de a dónde ir con esto. Si este trabajo
ya no es más una posibilidad entonces no tendremos razón para vernos de
nuevo, pero realmente quiero verle de nuevo. ¿Mencioné esto? ¿Le invité a
salir? ¿Es esto un hasta luego? Me salva al hablar.
Me imagino el escenario donde digo que no. El cuelga, nunca vuelvo a oír de
él, regreso a mi retiro, mi futuro incierto, mi presente aburrido y aterrador. No
quiero volver a como me sentí estos últimos meses.
—Bien —dice—. Tendré que hablar con ellos sobre esto y ver que me dicen,
¿De acuerdo?
Oculto la cara entre mis manos y me encojo por unos buenos cinco minutos y
luego, como una forma de ocultarme de la conversación que acabo de tener,
vuelvo a mi jardín. Finalmente todos los pensamientos desaparecen de mi
mente, al tiempo que me concentro en martillar el suelo de madera,
espaciando las maderas por unos milímetros, para poner sobre él la vasija con
agua.
Es mientras estoy apilando las losas de arenisca india una sobre la otra, y
marcando el centro con un lápiz para perforar un hoyo para el caño, cuando
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Al lado de donde Monday se sentó un par de días atrás hay una foto mía, de
Heather, papá y mamá —la única foto que tengo de nosotros cuatro juntos—
tomada en uno de nuestros típicos viajes al Jardín Botánico. Todos tenemos
grande sonrisas para la cámara, a mí faltándome uno de los dientes delanteros,
mientras estamos sobre un campo de campanillas.
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La fotografía me hace pensar, me hace pensar por un largo rato acerca de un
montón de cosas. Esto es lo que hago mientras termino mi fuente de agua, y
también mientras martilleo el enrejado y lo pinto de rojo en honor al abuelo
Adalberto Mary, y fijo tornillos y alambres a la pared de mi casa para que mi
jazmín de invierno recién plantado pueda escalar. Y luego, cuando pienso que
ya no puedo pensar más y las personas están detrás de mí para tomar
decisiones acerca de mi vida, decido poner más césped al lado de la casa y
sembrar una pradera de flores. Eddie regresa a cavar y esta vez no soy una
tonta, completa el pequeño parche en un día entero, preparo el suelo y la
semana siguiente planto una pradera de semillas mezcladas, incluyendo
amapolas, manzanilla de maíz, margaritas ojo de buey y acianos. Es un área
pequeña, pero los siembro a pesar del espacio que estoy guardando para el
futuro invernadero, que estará contra la pared libre de mi casa, ligeramente
separado. Para evitar que los pájaros se coman las semillas, una de las
actividades dominicales con Heather es establecer una serie de hilos con CD’s
enganchados en ellos a través la superficie sembrada. Incluso esto lo hacemos
a conciencia, escogiendo canciones que creemos asustarán a los pájaros.
nuevas olas de frío, y mientras los días se están haciendo más cálidos
gradualmente, aún hay algunos vientos intensos y lluvias fuertes. Pienso en
mis flores cuando estoy fuera con amigos, especialmente si hay una tormenta
particularmente fuerte y la gente entra en el restaurante sacudiendo sus
sombrillas y tirando sus abrigos empapados. Lo primero en lo que pienso por
la mañana es en mi jardín. Pienso en mi jardín cuando estoy recostada en los
brazos de un hombre que conocí en un bar y escuchando el aullido del viento
fuera de la ventana de su habitación, y quiero estar en casa con mi jardín,
donde las cosas tienen sentido. Me sigo moviendo. No quiero que el césped
crezca demasiado y que luego aparezca amarillo cuando sea cortado. No
puede estar descuidado. Rastrillo regularmente la “paja”, sin querer que la
hierba muerta y el desorden se acumulen, esperando un césped más sano, que
el musgo y las malas hierbas no se establezcan. Y todo el tiempo en el que lo
hago, pienso.
Los narcisos que una vez florecieron altos y orgullosos del suelo, el primer color
en el gris de la primavera adelantada, ahora están marchitos. Las flores vienen
y van y así, con tristeza, corto las cabezas detrás de las partes inflamadas;
dejando el tallo intacto. Si las flores marchitas se dejan, la energía de la planta
será desviada a la producción de semillas. Al quitar las flores muertas la
energía de la planta se desvía en cambio a la formación del botón floral del
próximo año dentro del bulbo.
Es solo una entrevista, aún no es un trabajo, así que no estoy lista para tomar
una decisión acerca de la propuesta de Caroline. Nos hemos reunido en
algunas ocasiones por Gúna Nua, y la he ayudado a desarrollar su idea sin
comprometerme totalmente en una participación a largo plazo. Esto hará
posible escabullirme si debo hacerlo, pero en materia de negocios no es la
situación ideal para ninguna de las dos. Sé que no es suficiente que seamos
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Han pasado más de dos meses desde el incidente con Heather en la casa de
Papá. Heather ha asumido su maravillosa y usual manera de perdonar u olvidar
o no ser aparentemente afectada, y su relación con Papá ha seguido su curso
igual que siempre. La mía no lo ha hecho. No hablarle ha sido de alguna manera
útil, pero de otra manera empeoró las cosas. Ha significado que no tengo que
lidiar con él, y ha significado que me he vuelto cada vez más loca a causa suya
conforme continúan las disputas en mi cabeza. Pero también significa que, al
no verlo, tampoco he visto a mi hermanita Zara, y eso es inaceptable. Es
principalmente por ella que agarro el teléfono. Lo arreglo para reunirme con
ellos en el parque infantil cerca del muelle Howth. Es un día brillante, aunque
debemos abrigarnos contra el frío del viento marino. Nuestros atuendos de
invierno han dado paso a ropa más ligera, las chaquetas de primavera están
siendo sacadas al aire o son usadas por primera vez, la gente se recuesta en el
prado comiendo pescado y patatas fritas de Beshoff, el vinagre mezclándose
con el aire salado y haciéndome la boca agua.
—Cuéntale a Jasmine cómo alimentamos a las focas marinas con unos peces.
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Lo hace.
Zara es la clase de niña que parece atraer atención, siempre le pedían ser la
asistente del mago, le permitían entrar en la cabina para conocer al piloto, le
mostraban las cocinas profesionales de los chefs. Es una de esos niños que
exuda interés en la vida, se relaciona con la gente y a cambio, las personas
quieren complacerla, recompensarla, impresionarla. Por último, cuando Papá
y yo ya no nos podemos hablar a través de ella, no tenemos otra opción más
que quedarnos parados lado a lado fuera del parque infantil y verla dispararse
por todo el lugar con sus nuevos mejores amigos que conoció hace dos
segundos.
—Ese incidente con Ted Clifford no estuvo bien —digo de repente, sin ser
capaz de decir la frase o abordar el tema apropiadamente.
—Quise decir, con Heather. —Lo miro por primera vez y la expresión en su
rostro me revela que se está esforzando para desvelar a lo que me puedo estar
refiriendo.
—¿Y?
—Ahora lo sabes.
—Ella tiene treinta y cuatro años, hemos estado haciendo lo del concepto del
Círculo durante bastante tiempo.
—No lo hago. La trato como a todo el mundo y eso es lo que te enfada. Eres tú
la que la trata diferente —dice—. Y deberías pensar en ello. Y si no te importa
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—¿Es ese tu abuelo? —pregunta una niña y Zara se ríe como si nunca hubiese
escuchado algo tan ridículo—. ¡Este es mi papi!
Estoy bastante impactada con lo que me ha dicho. Lo dijo tan fácilmente, sin
enojo, lo que debería hacerlo más fácil de ignorar, pero no lo hace. Es la calma
con la que lo dijo la que me hace escuchar, que me hace escucharlo fuerte y
claro.
El Círculo Naranja del saludo es el círculo más lejano del Círculo Morado
Privado, que representa a la persona en cuestión, en este caso, a mí. Es el
círculo para los conocidos distantes, para aquellos con los que no tienes
contacto físico o emocional en absoluto.
Aunque, tal vez mi círculo rojo es el más grande de todos. Algunas personas
permanecen como extraños para siempre.
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Amo junio, y junio en un jardín regado con amor es la mejor recompensa que
un jardinero podría recibir por su trabajo duro. Cada mes y estación tiene su
belleza, pero el verano es cuando todo es más vigoroso, más brillante, más
orgulloso, más dramático. Si la primavera es optimista, el verano es orgulloso,
el otoño es humilde y el invierno es resistente. Cuando pienso en la primavera,
veo unos grandes y jóvenes ojos como los de Bambi mirándome a través de
largas pestañas, cuando pienso en verano veo hombros atrás y pecho
levantado e inflado. Cuando pienso en otoño, pienso en una cabeza gacha con
una pequeña sonrisa perdida en la nostalgia, y para el invierno imagino rodillas
huesudas magulladas y puños, gruñendo, listo para la pelea.
Junio trae consigo riego constante, renovación del abono, poda semanal,
media docena de canastas colgantes, peonías rosadas, rosas color crema,
plantas perennes de todos los diferentes colores y un amplio jardín de hierbas,
que tengo creciendo en una maceta fuera de la cocina. Junio trae frecuentes
visitas tuyas y de tus hijos a tu jardín, donde también has comenzado a tener
un gran interés en comenzar un jardín de cocina al lado de tu casa, para
rivalizar con el mío, sembrando judías verdes y francesas, zanahorias, coles de
Bruselas y calabacines. Competimos cada mañana para ver quién sale primero
a atender nuestros jardines y quien llega temprano saluda con aire de
suficiencia al que llega tarde. Ahora es una competencia para ver quien abre
las cortinas del cuarto primero. Allí ambos trabajamos, tú en tu jardín y yo en
el mío, mientras los Malone se sientan frente a su puerta principal, la Sra.
Malone en su silla, el ataque dejándola inmóvil e incapaz de hablar y leer,
mientras el Sr. Malone lee para ella, poemas de Patrick Kavanagh en su suave
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—Ok, así que cuénteme otra vez desde el principio, Sra. Butler.
—Monday —me quejo, mientras nos sentamos en la mesa de la cocina y él
repasa la entrevista por décima vez—. ¿Haces esto con todos tus talentos?
—Todos los otros candidatos tienen trabajos —dice por fin—. Tú te lo mereces.
—Sabes que no puedo decirte eso —dice, sonriendo—. Además, que tú sepas
no haría ninguna diferencia.
Se ríe, me mira de esa manera que hace que mi interior se derrita, como si le
interesara y desconcertara al mismo tiempo.
—Por cierto —me dice, mientras comienzo a levantar los platos—. Ha habido
un cambio de planes. La entrevista ha sido trasladada para el diez.
—Es solo un día después, Jasmine, no estés tan asustada —me dice, sonriendo,
frotando su mano a lo largo de su mandíbula mientras me estudia.
—No estoy asustada, estoy… —Me debato si decirle o no. No sé por qué no le
diría, pero no decírselo me revela que no estoy, en este momento,
completamente comprometida para esta entrevista y eso me asusta. Necesito
esta entrevista. Necesito este trabajo. Necesito volver a la pista.
empacando con ella, para asegurarme de que todo está listo para su viaje del
día siguiente. Desconfía, y tiene razón en hacerlo, soy vaga, y aunque en mi
mente estoy comprometida a ir a la entrevista, cuando digo las palabras en voz
alta ni siquiera yo me las creo. Necesito el trabajo. Necesito poner mi vida de
vuelta en orden. Pero Heather. Mi corazón está completamente desgarrado y
estoy abrumada por la preocupación.
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Tipo de avispa australiana.
mientras exploran los jardines del exterior, trato de mantener tanta distancia
como sea posible, pero no es suficiente para mí ver a Heather desde lejos,
necesito ver su cara. Necesito ser capaz de leerla para saber que está
realmente bien. Me vuelvo un poco más valiente y me escondo detrás de unos
árboles cercanos. Encuentran un parque de juegos cerca de unas casas de
vacaciones, que está animado y con una multitud de niños. Heather se sienta
en un columpio y Jonathan la empuja. Me siento en el césped, levanto la cara
al sol y cierro los ojos, y escucho y sonrío al sonido de su risa. Me alegro de
estar aquí, he hecho lo correcto.
Esa noche cuando enciendo mi teléfono hay cuatro llamadas perdidas más de
Monday y mensajes de texto que van desde furioso a preocupado.
La Caladium steudneriifolium finge estar enferma; el patrón de sus hojas imita
el daño causado por larvas de polilla cuando nacen y se comen la planta, y esto
evita que las polillas depositen sus huevos en ella. Le digo a Monday que he
estado terriblemente enferma. Engañar es natural.
Bebo una botella de vino del mini bar y escucho el abrir y cerrar de las puertas
de las habitaciones en el corredor. Cada vez que escucho una puerta que
pienso que está en su dirección, espío afuera y vuelvo a entrar. Se quedan en
sus cuartos toda la noche.
Al día siguiente viajan a Isla Fota. Pasan mucho tiempo viendo y fotografiando
a los gibones Lar, quienes cantan fuerte y se columpian salvajemente, para el
deleite de Heather. Toman fotografías uno del otro y luego Jonathan le pide a
un muchacho que tome una foto de ambos. No me gusta el aspecto de ese
muchacho, no es alguien a quien personalmente le hubiera confiado mi
teléfono, y el que Jonathan lo haga me molesta. Me muevo más cerca, por si
acaso. La pandilla de amigos del muchacho ya se está riendo de los rostros
felices de Jonathan y Heather apretujados juntos para la foto. Me muevo más
y más cerca, lista para lanzarme sobre él cuando corra con el teléfono de
Jonathan. El muchacho toma la foto y se lo devuelve. Me congelo, luego me
muevo detrás de un árbol para que no me vean. Jonathan y Heather examinan
las fotos y me sorprenden dirigiéndose de vuelta en mi dirección, y mientras
lo hacen mi teléfono suena. Es un mensaje de Heather; la foto de ella y
Jonathan. Esto me hace sentir mal por dentro, decepcionada de mí misma por
estar aquí. Es como si alguien hubiera tomado un alfiler y reventado mi globo.
¿Por qué no confié en que Heather me mantendría informada y por tanto
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involucrada en cada paso del camino? Había querido compartir este lugar con
ella, había sido mi sugerencia que ellos vinieran aquí y aun así, ella lo comparte
conmigo. Sintiéndome nerviosa, me alejo un poco más.
Heather y Jonathan pasan cuatro horas en el parque. Está caluroso, húmedo y
ocupado con visitas escolares y familias. Deseando tener un cambio de ropa
más apropiado para el clima que el traje negro que me puse para la entrevista,
me mantengo en la sombra, pero nunca los pierdo. Se detienen por helado y
charlan durante una hora, luego vuelven al hotel. Se sientan en el bar, ambos
bebiendo 7Up y continúan su conversación. No creo haber hablado tanto con
alguien en una sentada, pero las palabras fluyen de cada uno y su atención
está completamente concentrada en el otro. Es hermoso, pero de nuevo
siento un poco de tristeza, lo que me hace sentir ridícula. No estoy aquí para
sentir lástima de mí misma. Comen en el bar y se van temprano a la cama,
cansados de un largo día fuera.
Es el tercer día. Se irán mañana y están sentados enfrente del hotel hablando.
Lo que comenzó como un día hermoso ha cambiado rápidamente. Mientras
todos entran para protegerse de la brisa fría, Heather y Jonathan,
inconscientes del frío, continúan hablando. A veces no hablan y solo se sientan
cómodamente en la compañía del otro, y no puedo dejar de verlos,
absolutamente fascinada por lo que ocurre entre ellos.
alguna vez lo descubre, sé que pondría en peligro mi relación con ella. Este
viaje es importante para ella y el que esté aquí es faltarle el respeto. Sé esto y
aun así me doy cuenta ahora. La he traicionado viniendo aquí, y me siento
molesta y enferma conmigo misma por eso. Traicioné a Monday por esto, otra
traición. Tengo que irme.
Estoy tan sorprendida por sus miradas, y me siento tan atrapada, que no sé
qué decir. La culpa está escrita en toda mi cara. Ambos lo saben y se miran el
uno a otro, viéndose tan espantados como me siento.
—Quería asegurarme de que estabas bien —mi voz titubea—. Estaba… tan
preocupada. —Mi voz se agrieta y susurro—. Lo siento.
—Me estoy yendo ahora, lo prometo. Lo siento. —Mis labios besan su frente
rápidamente mientras me marcho, golpeando torpemente a la gente mientras
camino hacia la puerta.
Perdí una oportunidad importante en mi vida, para poder estar ahí para
Heather. Pero Heather no me necesitaba. Me repito esto a mí misma. Heather
no me necesitaba. Tal vez soy yo la que se aferra a ella, buscando ayuda, para
escapar de mi propio mundo. En lugar de vivir mi propia vida por mí misma, he
asumido el papel de guiarla y de alguna manera ser su madre. Ya sea que esto
fue el resultado de cuidarla, o la razón por la que escogí hacerlo, no estoy
segura. No creo que importe de todos modos, pero ahora sé que es un hecho.
—Bien, bien, bien, ¿qué tenemos aquí? —dices, acercándote a mí con una
enorme sonrisa. Alborotas mi cabello molestamente como un hermano mayor
antes de unírteme en la mesa de jardín—. Estás elegante esta noche.
—Solo pensé que llamaría a una reunión de vecinos urgente —digo sin
pronunciar bien, luego empujo un vaso hacia ti y me inclino para llenarlo. Casi
me caigo de mi silla mientras lo hago.
Pienso en ello.
—No
—Aguafiestas.
—Alcohólica.
—Eres un idiota, eso es todo. Egoísta. Escoges noches a altas horas más que
noches tempranas. No eres un adicto, en realidad no tienes un problema de
bebida, tienes un problema de vida. Quiero decir, ¿vas a reuniones?
Frunces el ceño.
—Así que se largó a la final. —No tengo idea de por qué estoy diciendo las
cosas que estoy diciendo. Probablemente por el motivo de ser molesta, lo cual
claramente soy. Es divertido ser tú, puedo ver por qué lo haces.
—Kris y Kylie. Así que esos son sus nombres. Incluso suenan como gemelos.
—Lo son.
—Oh.
—Estás celosa.
—No estoy aquí para ser positiva. Estoy aquí para ser realista. Si quieres
consejos alegres, ve con el seguro Dr. J.
—Lo hago.
Nos quedamos en silencio y masticas los nachos. Trago mi vino. Me doy cuenta
que he hecho lo normal de atacarte.
Silencio.
—¿Entonces cómo sabes que es verdad? Tal vez no es difícil vivir contigo en
absoluto, quizás solo eres una mujer ocupada, exitosa, hermosa que no se
conformará con nada que no sea lo mejor, ¿y por qué deberías?
—Esta noche me dijo que se sentía solo en mi compañía. Por eso me dejó.
Silencio.
Imagina como me sentí, imagina como se sintió él, estando con alguien que lo
hacía sentirse solo. Es algo bastante horrible sentirse solo en compañía de
alguien que amas. Es demasiada cosa decirlo, es insoportable ser el que lo
escucha, ser de quien lo dicen.
—Era un truco —dices, molesto—. Vamos, Jasmine, era un truco. Apuesto que
ustedes dos estaban por su cuenta en algún sitio, apuesto que era el final de
la noche, te lleva a un lado, habla con Jasmine, aún soltera y desempleada,
obligada a estar en un estado vulnerable, sus amigas con hijos a su alrededor.
Aunque ella diga que no los quiere, aún la va a dejar pensando. Y luego saca el
libreto de su bolsillo. Te mira, todo cabello rojo y tetas grandes…
—Delineador corrido…
—Dos veces. Una vez conseguí un trago en mi cara, en la otra tuve mi final
feliz. Y el trago en cuestión era un Sambuca, que en realidad me irritó la piel,
con el grano de café aún en llamas.
Me rio.
Enciendo un cigarrillo.
—No fumas.
—Salvaje.
—Entonces, ¿qué con tu novio? ¿Vas a decirle lo que hiciste esta noche?
—¿Qué novio?
—El chico guapo que llama todo el tiempo. El que no es tu primo. —Levantas
las manos y ríes—. Lo siento, no pude evitarlo.
—¿Monday?
—Nació en un lunes.
Me miras directamente.
Pienso en decirte la verdad. Significaría tener que explicar mis miedos de que
Heather se vaya por su cuenta, y no quiero reforzar tu visión estereotipada del
síndrome de Down, incluso si mi propio pensamiento era incorrecto. Ha estado
en casa una semana y aunque hemos hablado por teléfono; por supuesto que
me habla, Heather no podría ser de otra forma, las cosas no son iguales. Está
distante. He perdido una parte de ella, la parte invisible que nos mantenía
juntas.
Página 253
—Estoy bien —digo, más calmada—. Es que estoy… tan… —Hago un sonido de
flatulencia con la boca y luego suspiro, incapaz de resumir mis sentimientos
mejor que eso.
—Sí. Entiendo.
—El hombre que viene a tu casa con la niña pequeña. ¿Es tu padre?
Asiento.
Creo que vas a comenzar a molestarme otra vez, pero mientras recorres con
la mano la suave madera barnizada, sé que estás pensando en ti y en tu
situación actual.
—Lo es ahora —digo. Quiero agregar para otra persona. Pero no lo hago.
—Interesante.
—Te dije que eras un papá terrible porque eras un papá terrible.
—Pero lo notaste. Te molestó.
—No, está interfiriendo con mi vida, una cosa del todo diferente. —Ante tu
mirada interrogante, me explico—. Está tratando de conseguirme un trabajo.
En su vieja compañía. Cobrar algunos favores, ese tipo de cosas.
—En realidad, sí, lo es. Director contable, dirigir un equipo de ocho. Cuarenta
mil —repito el mantra de papá en una mala imitación de él.
—Entonces cree en ti. Cree que eres capaz. Estoy seguro de que es un hombre
orgulloso. No querría ser avergonzado por una hija que rinde poco.
—Como sea.
Suspiras.
—¿Si te dijera que conozco a alguien con una gran idea para empezar un
negocio, y busca a alguien con quien trabajar, estarías interesada?
—Sí, la necesitas.
Me quedo en silencio.
Me quedo en silencio.
—Sé que no te gustan las opiniones de otras personas. Crees que están
equivocados. Que no tienen una mente abierta. No me mires así, me lo has
dicho. A veces, solo a veces, creo que ves las cosas de manera totalmente
incorrecta. No sé de qué crees que te estás defendiendo, pero son todas las
cosas erróneas.
Me miras impasiblemente.
Me miras impasiblemente.
—Nada. El reproductor del jeep está atascado. Es la única canción que suena.
—Será mejor que vuelva a la cama, los niños se despertarán temprano por la
mañana. Vamos a recoger guisantes mañana y plantar tomates.
Hago una falsa cara de impresionada. La verdad estoy celosa. Mis guisantes
fracasaron.
—Sí.
—Sí no fuera por ti, habría estado solo demasiadas veces. Nunca me he sentido
solo en tu compañía, ni por un segundo.
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22
La mañana siguiente me despierto por el sol filtrándose en mi cara y el timbre
sonando. Mi cabeza está caliente, como si hubiera estado recostada en el
pavimento con una lupa sostenida sobre mi cara, la infantil broma de Dios
sobre mí. No me molesté en cerrar las cortinas cuando caí en la cama. Todo
viene de nuevo a mí en un instante, como si estuviera siendo golpeada en la
cabeza con un calcetín lleno de piedras. El bautizo, Laurence. Ni siquiera me
importa que anoche te arrastrara fuera de la cama, es Laurence el que arrasa
con todo, manos abajo. El timbre continua sonando.
—¡Ella no está aquí, papá! —Escucho una voz de niña gritando bajo mi
ventana. Kylie. O tal vez Kris, cuya voz no se ha roto aún.
—Ella está ahí. Sigue intentándolo. —Te oigo gritar a través del camino.
Gruño mientras abro los ojos y trato de ajustarlos a la luz blanca. Mi boca es
como papel de lija y miro a la mesita de noche buscando agua y en su lugar
veo una botella vacía de Vodka. Se me revuelve el estómago. Esto se vuelve
demasiado familiar y lo sé, solo sé que esta será la última vez que pase. No
puedo soportar más. Queriendo estar fuera de mi sistema ahora todo está
fuera de mi sistema. Quiero volver ahora. Mi despertador dice que es mediodía
y le creo, el sol del mediodía en mis mejillas calientes.
Abro la puerta un poco para que él pueda entrar y luego corro hacia arriba
para tomar una ducha y humanizarme. Regreso abajo sintiéndome refrescada
pero sensible. Todo está dolorido, mi cabeza, mi cuerpo…
—No creo que tengamos mucho tiempo para hablar —dice mirando su reloj y
mi corazón se encoge.
—Si puedes, por favor quédate, te explicaré todo…
Suspiro y abro la puerta y dentro caminas con tus hijos rubios, mi papá, Zara,
Leilah quien luce muy compungida, y detrás de ella está Kevin, seguido de
cerca por Heather y su asistente Jamie. Heather parece muy orgullosa de sí
misma. Tú observas como si encontraras esto graciosísimo. Monday
repentinamente me mira con preocupación. Da un paso alejándose del
mostrador y baja los brazos cruzados.
— ¿Estás bien?
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—Heather me pidió que invitara a Jennifer, pero no estaba en casa, así que
pensé en venir yo solo.
—¿Eres el jardinero? —te dice Kevin, recordándote del día que llamó.
29
Gato de Cheshire: Personaje ficticio creado por Lewis Carroll en su conocida obra Alicia en el país de las
maravillas.
Todos se trasladan a la sala de estar, y se sientan, algunos toman las sillas de
la cocina, ya que no hay suficiente espacio para sentarse. Tú miras alrededor
con una gran sonrisa en la cara, lleno de entusiasmo. Los niños se sientan
juntos en la mesa de la cocina, con sus libros para colorear y Play—Doh30. Voy
y vengo por la cocina pretendiendo que estoy haciendo café y té, pero estoy
imaginando planes de escape, excusas, frases para salir de aquí. Monday se ha
colocado atrás, aunque tengo tanto en mi cabeza que no estoy presente.
Dejo de pasearme.
—Quiero morir —digo firmemente—. Quiero jodidamente morir ahora.
Deja caer sus manos y mira por encima a la reunión, mordiéndose el labio con
su diente astillado. Parece que estuviera tratando de encontrar una manera
para sacarme de aquí. Me aferro a la esperanza.
Jamie va hacia la cocina. Puedo oír las plantas de sus pies pegándose y
despegándose de sus sandalias al caminar. Creo que prefiero cuando usa sus
calcetines deportivos.
—Yo tomaré café, con dos de azúcar y un toque de leche, querida— dices.
30
Play-Doh: Marca comercial de pasta para moldear.
31
Jaffa Cakes: Marca comercial de pastelillos del tamaño de una galleta.
Caroline entra, llevando gafas negras lo suficientemente grandes para cubrir
la mitad de su cara.
—Oh por Dios, tengo tanta resaca. Estos bautismos me están matando. ¡Oh
Dios! —Ella me pega juguetonamente en el brazo y sisea—. ¡He oído que te
acostaste con Laurence, la noche pasada!
Ella asiente, toma un paquete de pastillas para el dolor de cabeza del bolso y
se toma dos con una botella de agua.
Estoy entrando en pánico por dentro. Quiero correr, realmente quiero hacerlo,
pero una mirada a Heather, quien está sentada en la cabeza del círculo,
vestida con su mejor blusa y pantalón, luciendo tan orgullosa, radiante,
confiada y con brillo en los ojos sobre lo que ella ha hecho, y sé que no me
puedo dejarla ahora. Tengo que soportar.
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Me siento en el sillón individual que han dejado libre para mí, todos los ojos
me miran. Los tuyos están centellando con alegría, contentos de verme
incómoda y vulnerable, como el buitre que eres. Los ojos de Monday son duros
y fríos, y miran fijamente la pata de la mesa de café, cualquier preocupación
previa que sentía por mí ahora está muerta y enterrada. Los ojos de Caroline
están inyectados de sangre y ella rechaza el plato de Jaffa Cakes pasándolo
como si fuera una bomba de tiempo.
Kevin me está mirando fijamente, inclinándose hacia adelante con los codos
sobre las rodillas, tratando de canalizar sus buenos, felices, positivos y
pervertidos pensamientos en mi dirección. Esto es inquietante. Los peludos
dedos de sus pies, en sus sandalias asomándose por debajo de sus ceñidos
cordones marrones, son inquietantes. Él es inquietante, punto. Leilah tiene
miedo de mirarme, lo sé; ella se muerde el labio y mira alrededor de la
habitación, preguntándose porque no se casó con un hombre con una familia
menos complicada. Papá está a un lado de ella texteando lentamente con sus
grandes y gruesos dedos. Monday se apretuja al otro lado de ella.
Jamie inicia.
—Gracias a todos por haber venido aquí hoy. Heather se ha tomado su tiempo
de contactarlos a todos individualmente, ha puesto una gran cantidad de
planificación en esto, y todos son bienvenidos. Tienes la palabra, Heather.
ella.
—Gracias a todos por venir. Durante más de quince años, mi hermana Jasmine
ha venido a mi círculo de apoyo y me ha ayudado mucho, ahora quiero darle
la misma experiencia a ella. Ustedes son el círculo de apoyo de Jasmine, su
círculo de amigos. —Ella mira alrededor orgullosamente.
Miro las personas que han aparecido y me siento patética. Tú me guiñas el ojo
y te llevas una galleta a la boca y quiero lastimarte físicamente. Te lastimaré
físicamente.
Las lágrimas brotan de mis ojos. Me cubro con brazos, piernas, manos, todo
retorcido y doblado como diciendo “Cerrado”.
—Gracias a todos por venir. Estoy segura que todos saben esto es una sorpresa
para mí así que no estoy preparada para esto, pero gracias Heather, por
organizarlo. Sé que tienes las mejores intenciones en tu corazón. —Voy a
mantener esto básico. Darles algo pero a la vez nada, no permitir que nadie
entre, pero hacer que parezca que llevo la corriente. Tomar toda crítica con
una sonrisa. Darles las gracias. Seguir adelante. Ese es el plan de juego—.
Perder mi trabajo en noviembre fue realmente duro. Amaba ese trabajo y han
sido seis meses muy difíciles, no ser capaz de levantarme en la mañana y
sentirme… inútil. —Me aclaro la garganta—. Pero ahora me doy cuenta, o me
he dado cuenta, que no es tan malo como pensé.
¿Decirles que estoy disfrutando aspectos de ello, de una manera que nunca
pensé que podría sería dar demasiado? Miro tu ansioso rostro, después a Kevin
tan comprometido, a Monday que al instante aparta su mirada, contemplando
la pata de la mesa de café, y decido que ellos no necesitan saber de mi terapia
de jardinería. Decirles que me ayuda sería tanto como admitir que necesitaba
ayuda, y no quiero ir allí.
sarcasmo. Explotas una Pringle32 en la boca. Puedo oler la crema agria y cebolla
desde aquí, y mi estómago se revuelve.
32
Marca comercial de papas fritas
—Bien ¿Qué planeas hacer tú, después de dejar la jardinería, Matt? Comparte
con nosotros.
Tú deberías haber ganado peso con todas esas colaciones que has estado
haciendo desde que dejaste de fumar, pero no lo haces. Pareces más esbelto,
en mejor forma, más fresco que antes, lo que se debe al no alcohol.
—Creo que es justo decir que, aparte de Peter y Heather, parece que he
conocido a Jasmine desde hace más tiempo. —Kevin me mira y sonríe. Me
estremezco—. Así que siento que la conozco y la entiendo mejor.
—¿De verdad? —dices girando hacia él—. Entonces nos puedes decir cuál de
los tres puestos de trabajo es más adecuado para ella.
Nos has aterrizado en la mierda tanto a Kevin como a mí. Ninguno de nosotros
tiene ni idea, por supuesto por distintas razones.
Es irónico que seas tú el que mejor me conoce de todas estas personas, y esa
es la pregunta más pesada que hacer, porque las tres personas que me
ofrecieron esos trabajos están aquí y mayormente no saben nada el uno del
otro. Me están mirando y esperando una respuesta. Extrañas emocionarte en
antena, así que usas mi vida para tu propio entretenimiento.
—¿Cuáles son las tres opciones? —pregunta Kevin, mirándome con una
sonrisa amable, suave y de entendimiento como si me estuviera ayudando—.
¿Hmm?
No me gusta la manera en que me está mirando. Repentinamente rompo la
tensión hablando.
—Así que la razón por la que menciono a Monday es porque él esta con
Divirsified Search International y es él quien me reclutó para un trabajo en
DavidGordonWhite.
—Pero ese trabajo se ha ido así que, Monday, si sientes que te quieres ir de
aquí ahora, nadie se sentirá insultado —digo sonriendo nerviosamente. Quiero
que se vaya, no quiero que el hombre al que adoro escuche el desastre que
estoy hecha en este círculo de terror, y después de que escuchara lo que dijo
Caroline, le puedo sentir hecho una furia. Dejo que se vaya.
—Creo que deberíamos oír sobre los otros trabajos —añade—. Yo no sabía
que había otras opciones para ti.
La manera en que dice otras opciones me hace preguntarme si él no está
hablando sobre el trabajo, como si estuviera hablando de Laurence. Hay tanto
que quiero explicarle cuando todo esto termine, aunque solo a él. No me
importa lo que los demás piensen. En cuanto a ti, eres la única persona que lo
sabe todo.
Heather
Monday me está mirando con una nueva suavidad. Todos lo hacen menos
papá. Él está sacudiendo la cabeza hacia mí y concentrándose en su teléfono
en un esfuerzo de detenerse a sí mismo de soltar algo abruptamente. Esto no
es bueno. Siento ardor detrás de los ojos. No puedo llorar.
—Yo solo estaba… ella nunca ha sido… era la primera vez que ella… tu sabes,
con un… —Suspiro, todos los ojos en mí. Escucho el titubeo en mi voz.
Finalmente miro a Heather—. No estaba lista para dejarte ir. —Antes de que
pueda hacer algo para detenerlo, una lágrima cae y la limpio antes de que me
llegue a la barbilla, como si nunca hubiera pasado.
—No iré a ninguna parte, Jasmine. No te estoy dejando ¿Te has perdido tu
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En eso, otra lágrima cae. Y otra. Limpio todas rápidamente, ojos bajos, no
queriendo verlos como me miran.
—¿Me disculpan? —digo, sonando como una niña.
—Hola.
—Nada —digo. Pero está recortado y mi nada suena como un algo—. Bien, es
solo que yo no estoy exactamente “ayudando” con eso. Estoy desarrollando
eso contigo, que es lo que hago, desarrollar, implementar… “ayudar” suena…
tu sabes…
Ella me mira de la forma que lo hace cuando esta ofendida. El parpadeo único,
la tensa y brillante frente, aunque se debe al Botox, y usualmente yo me
retractaría porque ella es mi amiga, aunque en negocios yo persistiría, lo cual
inmediatamente me dice que estamos condenados.
Interrumpo a Kevin.
—Este no es el momento para…
Eso ni siquiera fue malo, sin embargo ella arruga tanto la cara que creo que
va a rebotar hacia mí como un gato en una caja.
—Has venido a mí para ayudarte a llevar la idea más lejos, pero no tomas
ninguna de mis sugerencias.
—Ella podría hacerlo durmiendo —lo dice al cuarto, mirando al teléfono móvil
en sus manos como si estuviera leyendo, pero no lo está—. Si se presenta a
la entrevista.
—No quiero exactamente un trabajo que puedo hacer durmiendo —le digo,
con una sonrisa.
—Ahora, Peter. Creo que le debes una disculpa a Jasmine por ese comentario.
—Siempre has sido igual, desde que éramos niños. —La ira ascendiendo en
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él—. Cada vez que Jasmine no quería hacer lo que querías que hiciera, la
apartabas.
Y en ese momento todas mis conversaciones con Kevin volvieron a mí. Todas
las preocupaciones, los miedos, frustraciones de mis años adolescentes me
inundaron de nuevo. Las conversaciones nocturnas hablando con Kevin en el
columpio antes de que me besara, en fiestas, caminando a la escuela. Él
siempre me escuchaba. Todo lo que me preocupaba sobre mi vida lo
compartía con él. Me parece que ya me había olvidado de todo eso pero
evidentemente él no lo había hecho.
—Con el debido respeto —dice papá sin el menor atisbo de respeto—, esto
no tiene nada que ver contigo. Francamente ni siquiera sé qué haces aquí.
—Su madre la educó para tomar sus propias decisiones. Cuidarse a sí misma.
Encontrar su propio camino. Ella lo iba a tener que hacer, porque su madre no
iba a estar allí. Ella creó sus propias empresas…
Larry trataba su empresa como a su hija. Se había negado a dejar ir. Mi mamá
me crio sabiendo que tenía que irse.
—¿Y este asunto que tiene que ver contigo? —Papá levanta la voz y las manos
de Heather van a sus oídos—. Tienes un problema con todos en esta familia.
Siempre lo has tenido. Excepto con ella, por supuesto. Siempre conspirando o
cualquier carajo en lo que ustedes dos estuvieran…
Eres tú. Me estás mirando y por primera vez no estás sonriendo. No estás
riendo más. Tus palabras suenan muy lejanas.
Balbuceo algo.
—Estás pálida —dices, y estás a punto de levantarte, en su lugar me pongo de
pie. Pero lo hago demasiado rápido. Estoy deshidratada de la noche anterior
y emocionalmente drenada por este espectáculo, y Monday estira el brazo
para detenerme de desfallecer. Me estabilizo en el respaldo de la silla y
mantengo la mirada en la puerta principal. Esta vez no estoy pidiendo permiso.
Todavía no se mueve.
—Kevin… —Suspiro—. Gracias por hoy. Aprecio que intentes ayudarme. Había
olvidado… todas esas cosas, pero claramente tú no lo hiciste. Siempre
estuviste ahí para mí.
—¿Y estas lágrimas por qué son? —Sonrío—. Tontita, no hay necesidad de
estar triste… —Limpio sus mejillas.
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Cuando era pequeña, tal vez ocho años, me encantaba juguetear con los
camareros. Desde entonces, aprendía sobre el lenguaje silencioso en los
restaurantes, y lo quería hablar. Me gustaba que hubiera un código con el que
pudiera comunicarme con alguien, a un adulto, que nos pusiera en un campo
de juego. En nuestro lugar preferido había un camarero particular al que yo
molestaba. Yo ponía mi cuchillo y tenedor juntos, entonces cuando lo veía
venir a recoger los platos, los separaba rápidamente de nuevo. Me encantaba
verle alejarse rápidamente, a pocos metros de nuestra mesa, como un misil
abortado. Yo hacía eso varias veces en una sentada, no demasiadas para que
no se diera cuenta de que lo hacía deliberadamente. Lo hacía también con el
menú. Cerrado significaba decisión tomada, abierto significaba que no la había
hecho. Cerraba la mía, junto con mi familia, y tan pronto él se dirigía con una
pluma y libreta en mano la abría de vuelta, giraba la cabeza hacia arriba y fingía
todavía estar decidiendo.
No sé qué quiere decir eso ahora, que esté pensando en eso. No sé qué idea
me da, aparte del hecho de que me ha gustado, desde una edad temprana,
enviar señales mezcladas.
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23
Fue cuando caminaba de regreso a casa después de ver a Heather en la parada
de autobús, ante su insistencia de que no condujera porque yo estaba, en su
opinión “enojada”, que registré lo que me habías dicho. Finalmente con un
momento para pensar, te escucho agradecerme por dejar la carta la noche
anterior. Campanas de alarma comienzan a sonar y me detengo a medio paso.
Hay de hecho, algo aterrador en que te digan que hiciste algo que no hiciste.
Primero pensé que te habías equivocado, sabía que te habías equivocado.
—Buen día Jasmine —dice el doctor Jameson, muy alegre—. Digo, estaba
pensando en hacer una pequeña velada el día de pleno verano. Una barbacoa
en mi casa para celebrar este fino verano que estamos teniendo. ¿Qué dices?
No he tenido respuesta del tío del número 6, estoy a punto de intentar
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contactarlo de nuevo.
Matt,
Organízate.
Amy
Me enfurecí. Recuerdo eso. Lloré con decepción por Amy, por el mundo. ¿Y?
No puedo recordar lo que hice después. Pensé que me había quedado
dormida, pero ¿por qué está aquí la carta que tú dices tener en posesión y no
en tu casa?
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Estrecho los ojos, miro alrededor del cuarto. Debe haber pistas. Bajo mi
tocador veo un papel arrugado en forma de bola. Veo todo un cesto
desbordante de papeles arrugados. Y de pronto tengo miedo de mirar más de
cerca. Pero tengo que hacerlo. Me pongo de rodillas y gimiendo desenrollo la
bola de papel.
Querido Matt,
Oh no, pensé. Jasmine, qué idiota. Busco en cada pieza de papel, leyendo
diferentes versiones de la misma introducción, algunas completamente
diferentes, todas versiones horribles, ebrias y garabateadas de lo que creó que
Amy debió haberte dicho, de lo que creo que te habría motivado, y apenada
por mis sentimientos de odio hacia ti. No tengo la mínima idea de cuál versión
cruzó la calle, pero estoy contenta de que ninguna de las que frenéticamente
leí fue la que saliera de este cuarto.
—No.
Silencio.
—No.
Estoy confundida. ¿Esto qué tiene que ver con la carta? Trato de encontrar la
conexión.
—No lo estoy.
—No me importa. Solo hará más fácil que me comunique contigo. Puedo hacer
frases más cortas, hablar despacio.
—Está teniendo algo. ¿De acuerdo? Cada media hora. Desde medio día.
—Una mujer llegó a las tres. Se quedó 30 minutos. Luego se fue y un hombre
llego a las 3:30, luego se fue justo antes de las 4, y una pareja llego a las 4:30.
Entonces…
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—Bueno, si esta mañana nada lo apartó de tí, nada lo hará —dices y yo sonrío.
Monday se baja del auto, y dando grandes zancadas con sus largas piernas,
gira las llaves en el dedo.
—¿Lo Ven?
—Hmm —dice Monday, avanzando hacia la calle para tener una mejor visión
de la mujer sospechosa que camina por la calle.
—Eso no es bueno.
—Ella limpiaría tu casa —dice Monday. Y tengo que sonreír mientras ustedes
dos hacen equipo y se convierten en el Turner y Hooch33 del vecindario. Tú
eres Hooch por cierto.
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33
Película cómica americana de los años 80’s sobre detectives.
—Podría no estar aquí por el Dr. J —les digo mirándola. Lleva un chándal de
Adidas y zapatillas de deporte limpias. Esta ya sea ebria o drogada. Yo supongo
que drogada, parece adicta a la heroína—. Podría ser fanática tuya —digo.
Ella estudia las casas, mirando a los números, luego entra en la casa del Dr.
Jameson. Lunes avanza hacia la calle, para tener una mejor visión. Tú lo sigues.
Yo los acompaño porque ¿Qué más podría hacer? Cruzamos la calle y
decidimos sentarnos en tu mesa de jardín para tener una mejor visión de la
casa del Dr. Jameson y para escuchar el conflicto interno. O al menos eso es lo
que ustedes dos deciden después de una rápida discusión sobre si irrumpir en
la casa o no. Los dos planean una historia sobre lo que dirán si tienen que
entrar. Un plan de extracción, el cual los emociona.
—¿Cuál carta?
—Gracias Jasmine.
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— ¿Ahora?
—Sí. —Me encojo de hombros ligeramente—. Sácalo del camino. —Miro a
Monday para explicarle.
—Su esposa le dejó. Ella dejo una nota. Él no la va a leer. Lo cual está bien. —
Vuelvo a mirarte—. Yo debería leerla, deberías dármela.
Monday esconde una sonrisa tras sus dedos. Él tiene dedos largos y hermosos.
Dedos de pianista.
Estoy a punto de decir que los niños no están cerca como para escuchar, pero
ellos estropean mi plan. Los dos rubios aparecen desde el jardín del número 6
y con el ceño fruncido.
El ríe y sacude la cabeza; maldición, piensa que soy una chica traviesa. Me
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—Y césped.
Porque te debo cinco libras es un misterio, pero viendo que he falsificado una
carta para ti de tu esposa que te ha dejado, dejaré que te salgas con la tuya.
—Ese tipo está comenzando a hacerme enojar —te desahogas, y puedo ver
como cierras las manos en forma de puños.
—A mí también, todos los días lo saludo y ni siquiera se ha molestado en
girarse a mirarme —digo.
Monday se ríe.
—Tal vez deberías llevarla a cenar. Para el trabajo —dices. Y yo sé lo que estás
implicando igual Monday, pero se mantiene tranquilo.
No quiero que lo hagas marcharse por continuar con esto. Me giro hacia ti y
continúo con el asunto.
—Y todo lo que él tenía que hacer era soltar algo de dinero para los chicos que
han estado trabajando tan duro en su perfume. ¿Pidió siquiera poder olerlo?
Eso te enciende aún más, lo cual yo sabía que ocurriría porque esa era mi
intención.
—¿Qué le vas a decir? —pregunta Monday, con una sonrisa de oreja a oreja,
mientras cruza una pierna sobre la otra, la parte final de sus pantalones está
raída y un agujero en el muslo revela piel desnuda.
—Solo que debería ser más amistoso si va a vivir en un vecindario. Solo tienen
7 años —dices tú.
Estoy emocionada. Has dejado la puerta frontal abierta. Mientras vas a discutir
con el hombre Corporativo puedo colarme, encontrar la carta que escribí y
destruirla. Es un plan perfecto.
—¿Yo?
—Sí, tú
—No necesitas mi ayuda —te digo, ignorando a Monday—. Son tus hijos,
puedes hablar por ellos sin mí.
hace que me guste aún más porque puedo ver que está preparado para
competir conmigo. No andará dándome puntapiés, tratando de complacerme.
Me pondrá a prueba, me dará lo que yo le dé. Monday quiere jugar.
—Le echaré un ojo a la casa del Dr. J — me hace un guiño.
—Es uno de los vecinos de nuevo —dice, sus palabras derivan a través de la
ventana abierta.
Tú rabias hacia la ventana abierta y justo cuando parece que vas a entrar, el
hombre corporativo es salvado cuando escuchamos que Monday llama.
—¡Eh!.
Nos damos la vuelta y observamos a Monday correr hacia la mujer que acaba
de salir de la casa del Dr. Jameson.
—¡Quítame las manos de encima! —le grita ella a Monday, quien está
agachándose y moviéndose para esquivar las manotadas y los puñetazos.
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—Parece que tienes algo bajo el chándal que le pertenece a mi amigo —dice
Monday.
—Yo creo que sí —dice sonriendo, esos ojos verde avellana brillan.
—Estoy embarazada.
—Porque quizá. —Te giras hacia la mujer, quien parece estar considerando
huir, luego dices en voz baja—. Quizá el Dr. J se la dio. ¿Saben a lo que me
refiero?
—Yuu Juu.
yo debo reírme.
—¡Mags! Fui a hacerte una taza de té. ¿Te vas tan pronto?
—Creo que se le rompió la fuente —digo yo, mientras todos vemos la laptop
del Dr. Jameson estrellarse en el suelo.
Tú, yo y el Dr. Jameson estamos sentados en la mesa del jardín frontal viendo
a Monday reparar la laptop, que tiene daños menores, y escuchando al Dr.
Jameson explicar el anuncio que colocó en el periódico. Escucho su explicación
y me rompe el corazón. Ha colocado el anuncio buscando compañía para
navidad.
—Carol murió cuando tenía 61, muy joven. Muy joven. Como sabrán nunca
tuvimos hijos, no pude organizar mis cosas hasta que ya era demasiado tarde.
Nunca me perdonaré por eso. —Sus ojos están humedecidos y su mandíbula
trabaja para tratar de controlar las emociones. Monday deja de trabajar en la
laptop y se concentra en él—. Tengo 81. Eso son veinte años sin ella. Diecisiete
navidades solo. Solía ir con mi hermana pero ya falleció, que en paz descanse.
No quería pasar otra navidad solo. Escuché sobre un joven que puso un
anuncio en el periódico sobre buscar un ama de casa. Él y ella son ahora
inseparables. No en ese sentido pero al menos ahora tiene a alguien. Cada día.
Ahora, no quiero a alguien cada día, no necesariamente, pero creo que al
menos para el único día en el que no puedo soportar la soledad, al menos
podría encontrar compañía, alguien que se sienta de la misma forma que yo.
Debe haber gente que no quiera estar sola en navidad.
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Puede que no estés físicamente solo, no como el Dr. Jameson, alguien, algún
amigo te invitara a pasarla, pero incluso entre amigos te sentirás más solo que
nunca. Puedo verte imaginar todo esto. Quizá puedan ser tú y el Dr. Jameson
juntos, sentados en lados opuestos de la mesa del comedor de caoba pulida,
teniendo una conversación tensa, o mejor aún, con platos de cena sobre sus
regazos viendo especiales de navidad en la televisión.
La sincronización de Amy no pudo ser mejor. Ella llega para recoger a los
chicos. Como siempre, no se baja del auto, sigue dentro, con las gafas de sol
puestas, mirando al frente, esperando a que los chicos salten al auto. Fionn
está a su lado, pero él tampoco te reconoce. Tú intentas hablarle, ella no abrirá
la puerta. Tu golpeteo constante en el cristal la obliga a bajar ligeramente la
ventanilla. Es muy triste mirarlo. No sé qué le estás diciendo pero no es algo
fluido, es un intento desarticulado tuyo de iniciar una conversación. Una
conversación corté con la mujer que amas. Los chicos corren emocionados
hacia el auto con bolsas en las manos. Te dan un rápido abrazo y mientras se
suben al auto anuncian que atraparon a un adicto a la heroína. Tu cara parece
dolida. La ventana se cierra y Amy acelera.
Aunque estoy conectada de la propia idea de lo que voy a hacer, las horas
avanzadas de la noche anterior y bebiendo se me está haciendo difícil
mantener los ojos abiertos para estar alerta. La pastilla para el dolor de cabeza
me da aún más sueño, y las cinco tazas de café me hacen sentir preparada,
pero al mismo tiempo un poco agotada por enfermedad. Finalmente, cerca de
medianoche, las luces de la sala se apagan y te veo subir las escaleras. Estoy
lista para la acción, pero luego la luz del dormitorio se enciende, permanece
encendida, al igual que la TV, y sé que esta será otra larga noche. Cabeceo y
me quedo dormida. Me levanto a las 3 am, vestida y miro hacia afuera para
revisar tu casa. Todas las luces están apagadas.
con Coca Cola y vodka y tus llaves del cuenco de limón. He pensado en la
posibilidad de un sistema de alarma, pero en los ocho meses de verte entrar y
salir, no he visto ninguna evidencia de uno y seguramente hubiera venido un
código con el juego de claves. Empujo la llave tranquilamente en la cerradura
y resulta fácil. Estoy dentro. Me quito los zapatos y los dejo en el vestíbulo, mis
ojos ajustándose a la oscuridad mientras mi corazón martillea en mi pecho. No
sólo he entrado en una casa me guste o no, tengo un plan, he tenido toda la
noche para hacer un plan. Y tengo una linterna.
Me traslado a la sala de TV. Huele a café y vinagre, que coincide con las bolsas
que te vi llevar a casa desde el coche a las 8 pm. antes de disponerme a entrar
la primera vez. Esa fue una buena lección. Me enseñó a esperar, a ser paciente.
Ilumino con la linterna la estantería en el rincón. Libros, DVDs, te gusta la
novela negra. Incluso veo Turner y Hooch. Hay fotos enmarcadas en los
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Respiro hondo y luego me parece oír otro ruido en la parte trasera de la casa,
en la cocina, contengo la respiración, con miedo de que alguien escuche mi
exhalación. Estoy empezando a entrar en pánico, tengo que exhalar y el pulso
en mis oídos es tan fuerte que me está impidiendo escuchar y oír lo que está
en la habitación de al lado, así que exhalo lentamente, una respiración larga y
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Tengo una foto de mi padre en la nevera. Eso me ayuda cada vez que voy a
abrirla para tomar un trago.
Es muy dulce.
No es verdad. Era un alcohólico delirante. La foto está ahí para recordarme
que no quiero ser como él.
Vuelvo a dirigir la lámpara por el pasillo y me muevo con rapidez y con
seguridad a la cocina. Creo que la nevera es mi respuesta. Estaba llena de
dibujos y certificados de gimnasia pero no comprobé por la carta. Levanto la
lámpara para que ilumine la puerta de la nevera y veo el sobre, el sobre real
con la carta falsa y sonrío de felicidad pero luego ¡BAM! Algo duro me golpea
en un lado de la cabeza, lo siento sobre todo en mi oído, como una bofetada
en la cara y golpeo contra el suelo, caigo como un saco de patatas, mis
piernas están muertas debajo de mí, gritando de agonía en el suelo. Oigo
pasos en la escalera y todo lo que puedo pensar es que un ladrón me ha
atacado. He molestado a un ladrón y ahora vienes al peligro y la confusión,
debo advertirte, pero primero tengo que conseguir la carta de la nevera y
cambiarla con la original y lo haría si no fuera por el dolor que estoy sintiendo
en mi cabeza y la rigidez en mi cara.
—¡Te dije que esperaras! —Te oigo sisear, estoy confundida. ¿También estás
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Me quejo.
—No apruebo…
—¿Con que le pegaste? Jesús ¿con un sartén? Te dije que agarraras un palo
de golf.
casi, alcanzarla.
—¡Jasmine! —exclamas.
—¿Golpeaste a Jasmine?
¿Puntos?
Me examinas y puedo ver tus pelos rojizos de la nariz. Uno nervudo y gris se
asoma, quiero tirar de él.
Me aclaro la garganta.
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—He utilizado mis llaves, pensé que tenías un intruso. Debe haber sido el Dr.
J —digo débilmente, cerrando los ojos mientras él le da un toquecito a mi
cabeza—. Ay.
Suspiro.
—…para recuperar una carta que dices que escribiste para alguien más. ¿Por
qué no simplemente me dijiste eso?
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Lo muevo.
—Sí.
—¿Duele aquí?
—Sí.
—¿Duele aquí?
—Sí.
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—¿Y aquí?
—Sí.
Dejas de caminar y me miras.
—Matt —digo.
Te ríes.
—Matt.
—Sí.
—Léela en voz alta —dice el Dr. Jameson, le lanzo la almohada y alcanzo otra
para ocultarme.
—Querido Matt —dices, con ese rostro descarado y pícaro, una voz de
lectura que destila sarcasmo, pero a medida de que lees en silencio a ti
mismo para ver lo que viene, el sarcasmo cae. Haces una pausa. Levantas la
mirada hacia mí, luego reanudas la lectura con tu voz normal.
Aclaras tu garganta.
—Bueno, estoy seguro de quien quiera que sea ese Matt, estará muy
agradecido por lo que has dicho de él.
encuentran con los tuyos, me doy cuenta de que estás serio. Tu mano
acaricia la mía en su lugar. Asientes en agradecimiento, unas sinceras y
emotivas gracias.
Sonrió en respuesta.
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Estamos en mitad de nuestra segunda ola de calor este verano, también
estamos en medio de una escasez de agua, el Consejo ha interrumpido el agua
por algunas horas todos los días y si alguien es visto usando una manguera
para limpiar su coche, jardín, perro o a sí mismo son susceptibles a ser colgados
en el acto. O algo.
Los registros de los días de permisos están en su punto más alto esta semana,
los parques están llenos de cuerpos semidesnudos, el olor a crema solar y
barbacoa están en el aire, y autobuses rebosantes desde el centro de la ciudad
hacia la costa balanceándose lentamente en ambos sentidos mientras llevan
su alegre carga.
bien misterioso que sabré dónde encontrarlo. Creo que el jacinto es una pista.
De hecho lo es. Preocupado de que terminaría durmiendo durante la noche en
Phoenix Park mientras deambulaba siguiendo las pistas equivocadas, me
escribió: “El jacinto es una pista”, lo que es más bien patéticamente dulce de
su parte.
Hay zonas para niños, zonas de cocina, etapas principales y etapas más
pequeñas con chefs haciendo exhibiciones de cocina, el público agolpado
alrededor, degustando, bailarines irlandeses, exhibiciones de aficionados,
exposiciones de burbujas y desfiles de moda. El parque es un hervidero de
evento tras evento, algo para cada persona. A mi alrededor, diseñadores de
jardines galardonados han creado nuevos mundos enteros en sus pequeñas
parcelas de tierra. Hay un jardín Scandic fino y elegante, un jardín japonés, un
jardín chino, un jardín del Mago de Oz, algunos divertidos, algunos peculiares,
algunos impresionantes, todos ellos llevándome a otro mundo.
Rio.
Cuando me acerco, ve el enorme bulto causado por la sartén del Dr. Jameson,
y sostiene mi cara en sus manos, la preocupación y la ira en su rostro.
—¿Qué pasó?
—Un accidente.
—¿Qué?
—Me puedo imaginar lo que les das cuando consigues una comisión real —
Bromeo—. Entonces de verdad deseo haber conseguido ese trabajo.
Me mira con una mirada que hace que mi corazón se acelere y trato de calmar
mi interior azorado mientras nos sentamos en la pequeña caravana, nuestras
rodillas tocándose debajo de la mesa plegable.
—Vaya.
—Lo sé. Ella estaba desesperada. Todavía lo está. Maimeó me crió realmente.
Una mujer fuerte, se trasladó desde las Islas Aran cuando mi mamá quedó
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embarazada de mí, aunque era una isleña Aran en el corazón y estar lejos casi
la mató. Me llevaba allí cada vez que podía.
—¿Aún vive?
—No.
—Lo siento.
—Tu casa es mucho más tranquila de lo que lo era la mía la última vez que
estuviste allí. Siento lo de la reunión... —Tengo que hacerle frente.
—No lo sientas. Lamento haber aparecido así. Esa señora que trabaja con tu
hermana, Jamie, me dijo que sería una sorpresa para ti. Pensé que tal vez te
gustaría.
—No te conozco muy bien, Jasmine. Pero quiero. —Sin sonrojarse esta vez,
sólo ojos color avellana esmeralda—. ¿Cómo está tu ex?
—La verdad siempre está muy bien conmigo. —Se encoge de hombros con
facilidad.
—¿Qué tal un hombre negro de 1.82 m, cabello negro, ojos verdes y cara
pecosa de Connemara? Uno entre un millón. De hecho, uno entre 4.7 millones.
Mi corazón se acelera.
—Me lo llevo —le digo, y él se inclina para besarme, y es tan largo y exquisito
como he soñado e imaginado que sería.
—Y no mides 1.82.
—Ahora es mi turno para disculparme —dice, jugando con mis dedos. No soy
una mujer pequeña pero mis manos se ven como de muñeca en las suyas—.
Lamento que me tomara tanto para…
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Se rie.
—Soy más del tipo de hombre de grandes gestos —dice y nos reímos—. La
cosa del exnovio me dio la patada en el culo que necesitaba.
Me estremezco de nuevo.
—Oh.
—Me llamó a la 1 a.m. hace algunas noches cantando “Bootie Call” de All
Saints. Canta como un monaguillo.
—Oye, te compré algo. —Se frota la nariz, se rasca la sien, de repente se pone
nervioso y está murmurando incoherentemente, y me resulta tan entrañable
que solo me siento a la mesa y observo con una gran sonrisa en mi cara, sin
hacer nada para ayudarle en absoluto—. Es para tu jardín —dice,
avergonzado—. Pero si crees que es estúpido, lo devuelvo, no hay problema.
No es caro, lo vi y pensé en ti, o pensé que te gustaría, quiero decir, realmente
no conozco a otra persona que se pase tanto tiempo en su jardín tanto como
tú, aparte de mi mamá, por supuesto, que literalmente vive en el suyo… De
todos modos, lo devolveré si no te gusta.
—Es hermoso.
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Monday y yo estamos recostados en mi cama. Estamos en agosto. Son las diez
de la noche y mis cortinas están abiertas. El cielo aún está claro. Aún puedo oír
a los niños de las calles cercanas jugando. Mi jardín sigue lleno de vida. Aún
hay sonidos de vida y actividad a nuestro alrededor, el olor de barbacoa en el
aire. Estoy en una maravillosa burbuja de felicidad, yaciendo desnuda junto a
Monday, bañándome en la gloria y la alegría de después del sexo. Estoy
mirando el firmamento, maravillándome con el cielo rojo.
Empiezas a reírte, un sonido depravado y lunático, y puedo ver en tus ojos que
estas borracho.
Monday gime.
—¿Tú crees?
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Lo miro.
—Ve —me dice, cansado—. Ve a hacer lo que sea que ustedes dos hacen a las
diez p.m. en una noche de jueves.
Yo silbo.
Me maldices.
Al ver la puerta de tu casa abierta de par en par, pongo tus llaves en mi bolsillo
y me siento.
—Veo que finalmente te dio un trabajo —dices y luego resoplas y ríes en esa
desagradable forma sucia y congestionada de nuevo. También has vuelto a
fumar esta noche.
—Vete al carajo.
micrófono para que todo el mundo pudiera escuchar lo que tenía que decir
fuerte y claro. A los organizadores no les gustó mi comportamiento. Así que
me echaron a patadas de allí.
Dos pasos adelante y uno atrás. Es lo mismo con nosotros. Es natural, supongo.
Nada ni nadie es perfecto. No juzgo, no en voz alta de todos modos.
Despotricas acerca del trabajo, acerca de no estar trabajando, acerca de todas
las personas en el mundo que trabajan. Es difícil seguirte el hilo, comienzas y
te detienes, abandonas ideas antes de que se hayan desarrollado por
completo. Tu proceso de pensamiento es indicativo del lugar en el que te
encuentras en este momento. En cierto modo, concuerdo contigo. Algo de lo
que dices es como solía sentirme por momentos el pasado año, como todavía
me siento a veces mientras lucho por encontrar mi lugar cada día. La sociedad
está construida alrededor de la industria, dices, solo los niños y las personas
jubiladas se relajan por no trabajar y la cantidad de personas jubiladas que
mueren de ataques cardíacos, poco después de su retiro, es una de tus
preocupaciones. Crees que morirás de aburrimiento y haces una nota para
charlar con el Dr. J acerca de ello.
Luego te mueves hacia el presentador que ganó tu premio, el premio que has
ganado todos los años durante seis años consecutivos, un hombre que habla
acerca de los pájaros y la jardinería al aire. También sé que estas tratando de
herirme por mis nuevos intereses, pero no muerdo el anzuelo. Ahora conozco
tus trucos. Cuando estás sufriendo tratas de herir a otras personas. No
funcionará conmigo.
—Vamos, Matt.
Me sigues a través del camino. Finalmente sonríes cuando ves lo que estoy
haciendo y te unes, ansiosamente. Pasamos diez minutos en silencio tirando
papel higiénico por todo el jardín del Empresario, riéndonos tanto que casi nos
orinamos y tenemos que parar para descansar, presionando nuestras manos
sobre la boca del otro para no hacer tanto ruido y despertarlo. Lo balanceamos
a través de las ramas de su árbol de castaña y dejamos pedazos colgando como
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—Él esta borracho, pero no sé cuál es tu excusa —dice Monday, con los brazos
cruzados—. En serio, ustedes dos realmente necesitan conseguir un trabajo.
—¿En qué?
Monday se ríe.
—No, eso fue la noche en la que hiciste lucir a tu casa como si hubiera
vomitado césped en tu jardín.
Ignorando el consejo del Dr. Jameson de conservar tus zapatos, caminas frente
a nosotros, pateando fuera tus zapatos de cuero y tirando tus medias
apestosas en mi dirección. Decides poner los pies en la tierra, conectándote,
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pero haciendo un inusual baile de hippie que nos hace reír a todos ya sea que
nos guste o no. Es bastante divertido hasta que pisas un trozo de vidrio de la
botella rota que estrellaste a través del camino.
El Dr. Jameson va corriendo a ayudarte.
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Otoño
La estación entre verano e invierno, por lo general comprende en el
Hemisferio Norte los meses de Septiembre, Octubre y Noviembre.
Un período de madurez.
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Monday, tú y yo nos sentamos en fila en un sofá, comiendo Stroopwafels34, en
la sala de estar impecablemente conservado del Dr. J que huele a albahaca y
limón por la hilera de plantas de albahaca en el alféizar de la ventana y el árbol
de limones en la esquina tomando el sol. El perro está echado al sol
mirándonos con ojos perezosos. Esta no es la primera vez que todos hemos
estado aquí, de hecho, es el tercer sábado consecutivo que hemos estado
presentes en sus entrevistas de acompañantes para el día de Navidad.
No hemos sido tan crueles como para no invitarlo nosotros mismos. Tú fuiste
el primero en preguntarle, aunque debido a que estás tratando de ganar
puntos de scout con Amy, quien todavía está aferrándose a ti, esperando una
señal de que estás haciendo un esfuerzo, que eres un hombre diferente, que
en efecto has puesto las cosas en orden. Esa nota que escribió, a propósito, en
lugar de desmotivarte como creí que lo haría, en realidad te dio esperanza. Al
parecer es una nota que ha escrito algunas veces antes en diferentes etapas
de su vida juntos, siendo una cuando trataste de proponerle matrimonio tres
veces pero te acobardaste. Ves su nota como una intervención, un tipo de
círculo de apoyo para tu matrimonio. Lees entre líneas que hay una pista
oculta que significa que de hecho regresará a ti, pero es agosto y todavía no
hay gran comunicación entre ustedes. Pensaste que creería que la invitación
del Dr. Jameson era una prueba de cómo has cambiado, vio tu amabilidad
como falta de consideración, la falla de no poner a tu familia primero como de
costumbre, siempre pensando en tus propias necesidades, una señal de que
no querías estar con ella para Navidad. Tenía una buena lista de cosas por
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decir, la escuché gritándotelas una noche, otra noche que Empresario sabía
que no debía quejarse. Estoy segura de que el Dr. Jameson escuchó también,
lo que hizo tu oferta un tanto más fácil, e incómoda, de rechazar. Que su amigo
34
Especie de galletas originarias de los Países Bajos.
más cercano y vecino en la calle no sea capaz de invitarlo a cenar en navidad
debe haber sido un golpe bajo para él y veo que parece mayor de repente, más
cansado, aunque intenta actuar como si estuviera disfrutando todo esto.
Pero era un mal momento cuando habías comenzado el tema, tus payasadas
en los premios de la radio habían pegado en las noticias otra vez y habías
echado por tierra cualquier oportunidad para un buen trabajo que habías
estado esperando en las pocas estaciones de radio rivales que te
considerarían. Eres demasiado arriesgado. En lugar de lo que habías estado
esperando, te habían ofrecido un trabajo en una radio local poco conocida,
transmitiendo solamente en Dublín, pero al menos es tu propio show, THE
MATT MARSHALL SHOW del mediodía a las 3:00 p.m. hablando acerca de los
asuntos del día. Tendrás que tener tu mejor comportamiento. Empezaste hace
dos semanas, y amablemente has arreglado que Heather pueda trabajar en tu
oficina un día a la semana, algo que discutimos cuando asististe al círculo de
apoyo de Heather. El nuevo espectáculo quiere decir que has tomado una
enorme reducción de salario y no tienes el mismo equipo a tu alrededor que
tuviste alguna vez, así que has vuelto a lo básico y Amy está volviendo a
trabajar, pero creo que a pesar de ser forzados a ello, el cambio va a ser bueno
para ambos. Me gustaría saber.
cuando nos decimos que tenemos que ir despacio, ver a nuestros amigos,
pasar noches solos, es una tortura, veo estas cosas y deseo que estuviera aquí
conmigo. Tiene un perro, Madra, un labrador dorado que se comporta como
el dueño del lugar, quien se ha establecido en mi sillón favorito, lo que está
bien conmigo ahora que me recuesto con Monday en el sofá, incluso se queda
conmigo las noches que Monday no está, que manera de hacer fallar el
propósito del ejercicio. Algunas veces todavía me necesitas por la noche, pero
no como antes. Algunas noches miro por la ventana y espero escuchar el
sonido de tu jeep corriendo por la calle con Guns N Roses a todo volumen,
pero nada como antes.
Monday se ríe otra vez. Hace eso mucho y no piensa que nos damos cuenta,
como si fuéramos un montón de raritos en la televisión y él solo nos observa
y viene en el viaje. Se le olvida que de hecho podemos verle.
—Bueno, solo hay una más para pasar —digo, tratando de animarlos un poco.
El Dr. Jameson parece hoy más deprimido que nunca.
—Son casi las tres, Dr. J, estará aquí pronto. Ya ha salido, no puede cancelar.
El Dr. Jameson la mira por un momento, luego nos deja sin decir palabra. Lo
vemos caminar por el sendero del jardín y acercarse al auto.
Zara está sentada en la rodilla de Leilah al otro lado de Papá, así que por una
vez no la tenemos actuando como el puente entre nosotros.
Heather me ve, se ilumina con emoción y saluda. Nunca parece nerviosa con
los desafíos de la vida, los ve como una aventura, la mayoría del tiempo los
crea ella misma, lo que no podría ser más inspirador.
—Está bien.
—Eso escuché. Pero gracias. Por pensar que sería capaz de hacerlo.
Sonrío para mí misma. Ese es el mejor halago que alguna vez me ha dado.
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Es una fotografía mía y del abuelo Adalbert Mary. Estoy plantando semillas,
totalmente concentrada, ninguno de los dos mira a la cámara, en su patio
trasero. Debo de tener unos cuatro años. En el reverso está la letra de mi
mamá que dice Papá y Jasmine, plantando girasoles 4 junio 1984.
—Gracias —susurro, con un nudo en la garganta, y papá mira hacia otro lado
incómodo con mi repentina emoción. Leilah tira un pañuelo hacia mí, viéndose
complacida, y observo como Heather comienza su exhibición.
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Mi jardín en noviembre no es necesariamente aburrido. No hay abundancia de
flores pero tengo arbustos herbáceos de corteza colorida para hacerlo más
interesante. Mi jazmín de invierno, brezo que florece en invierno, arbustos de
hoja perenne, y una elegante hierba plumosa que ondea con la más ligera brisa
le dan movimiento, bayas de color rojo brillante le dan color y la madreselva
del Sr. Malone es elegante y colorida. Los vientos de otoño han comenzado a
soplar y hay muchas precipitaciones, así que paso la mayoría de los días
quitando hojas secas, que luego utilizo para hacer moldes de hojas. Limpio mi
equipo de jardinería y lo almaceno para el invierno, sintiendo como mi pecho
se encoge mientras lo hago, y ato mis enredaderas para protegerlas de los
vientos. Mi proyecto de noviembre es plantar rosas “a raíz desnuda”35 y mi
investigación de cómo ocuparme de eso ha divertido a Monday sin fin. Es un
asunto serio.
—Son solo rosas —dijo Monday. Pero no son solo cualquier cosa. Y le dije
exactamente por qué era así, y escuchó, porque siempre escucha, y cuando
terminé me besó y me dijo, por primera vez, que eso es por lo que está
enamorado de mí. Y ahora las rosas me recuerdan su amor por mí.
Pero las rosas, como tú y yo, tienen sus problemas. Las rosas sembradas en
tierra, donde han crecido rosas por varios años, son propensas a una
enfermedad llamada enfermedad de la rosa. Si siembras rosas en esta
situación debes sacar tanta tierra vieja como sea posible y reemplazarla con
tierra fresca de otra parte del jardín, donde no hayan crecido rosas
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35
Se limpian las raíces para poder plantar las rosas, esto solo puede hacerse en invierno
Todos experimentamos esa enfermedad. Es mejor movernos, desarraigarnos
y comenzar de nuevo, solo entonces floreceremos.
El Empresario pasa a toda velocidad. Los dos soltamos una mano de la mesa
para saludar. No se da cuenta. Reímos y continuamos. No hablamos, pero
trabajamos bien juntos, maniobrando la pesada mesa por el lado de la casa y
hacia el patio trasero. Se siente como una mudanza, como si estuviéramos
llevando el ataúd de un amigo querido. Lo hacemos juntos y siento un nudo en
la garganta.
—Sí, así es —dices, pero no te ves muy feliz—. No puedo echar esto a perder.
—No lo harás.
—No me dejes.
—Lo reparaste.
ochentero.
Asiento.
—Bien. De lujo.
—No, solo se sintió bien. —Los dos miramos hacia el lugar donde solía estar la
mesa. El césped está aplanado donde solían estar las patas de la mesa. Se ve
la tierra. Tendrás que resembrar.
—No.
—Lo harás.
—Sí.
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Nos abrazamos, en el césped del patio delantero, donde solía estar la mesa.
Mi corazón late con fuerza y estoy segura que puedes sentirlo. Me delata.
—Lo siento.
—¡Madra! —grito—. ¡No! Cariño, ¿cómo pudiste dejarlo…? ¡Oh, mis flores!
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Está cavando al pie del letrero que me compraste, el que dice: Los milagros
solo crecen donde los plantas y caigo de rodillas para limpiar el desorden, pero
mientras lo hago mis ojos se topan con una caja en la tierra. Una caja de metal,
como un oxidado cofre del tesoro.
—Ábrela.
Este año ha sido la metamorfosis para mí. No por fuera. En el exterior sigo
viéndome igual, un poco más vieja quizá. Pero por dentro he cambiado. Lo
siento. Y es como magia. Mi jardín es el reflejo de mí. Mi jardín que una vez se
vio árido y estéril, ahora está lleno, floreciente y maduro. Crece y prospera.
Quizás podrías decir lo mismo de mí. Perdí algo que creí que me definía y me
sentía como el caparazón de una persona. En lugar de tratar de recuperarlo,
tuve que descifrar por que no podía sentirme completa conmigo misma.
esa persona?” Cuando durante eso todo lo que pensamos es “¿En quién me
estoy convirtiendo?” Y en qué momento exacto fue que cruzamos esa línea,
¿Cuándo una versión de nosotros se convirtió en la otra? Pero es gracias a la
lentitud que recordamos el viaje, nos reservamos el sentido de dónde
estábamos, a dónde vamos y por qué. Si el destino es completamente
desconocido, podemos apreciar la travesía.
Fin
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Agradecimientos
Un enorme agradecimiento a las siguientes personas cuyo apoyo valoro y
honro:
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Sobre la autora
Cecelia Ahern es un éxito de ventas internacionales. Fue catapultada a la fama
con su novela debut “P.d. Te amo”, la cual fue adaptada a una gran película. El
filme de su segunda novela “Love, Rosie” (publicada como Donde termina el
arcoíris) fue estrenada en todo el mundo en 2014, protagonizada por Lily
Collins y Sam Claflin.
Para mayor información sobre Cecelia, sus escritos, libros y eventos, síganla en
Twitter @Cecelia_Ahern, únanse a la página de Facebook
https://www.facebook.com/ceceliaahernofficial y visiten su página oficial
http://www.cecelia—ahern.com/
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También de la autora
P.d. Te Amo
Recuerdos prestados
Cien nombres
Como enamorarse
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