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V¡r¡nro nB O[vErRA MAzzuolr

Profesor Asociado de De¡echo Internacional Púbüco


Universidad Federal de Mato Grosso, Brasil
Doctor sgnmd cttm hrde ettDerecho

Dpnscrro
IilrnnNecIoNAL
Púnrrco
CoNt.ervrpoRANEo

. TE,ORÍA GENERAL
. DERECHo DE LoS TRATADoS
. ORGANIZACIONES INTERNACIONALES
. ExrRADrcróN
. DERECHOS HUMANOS Y MEDIOAMBIENTE

' DERECHo INTERNACIONAL PENAL


' DERECHo INTERNACIoNAT DEL TRABAJo
. CoNFlrcros INTERNACTONALES

Tr¿dsdk&
Héctot Tulio B¡n¿s Florrs
CohbnadojuíJbt
Cúe Sqftrra e Jtúitb

@
¡lltall¡t

San Salvado¡,2017 ::i:' tt'3 r#:


-f i ;:ti ¡i.:: -.
Directotes editoriales

Henry Alexander Me¡le Héctor Tulio BATRES FLoREs


Catedrático de Derecho Colaborador jurídico
Constitucional y Administrativo, Cote Suprema de Justicia, El Salvador
Universidad de El Salvado¡

Conseio ciendlico
Colección Derccho y Relaciones Intemacionales
Valerio de OuvBrRA MAzzuoLI Jaime Roddguez AneNe-MUñoz
Ptofesor Asociado de Derecho Interna- Cated¡ático de Derecho
cional Públ.ico, Universidad Fede¡al Administativo, Universidad de
de Mato Grosso, á¡asil La Coruña, España
Claudio Z¡rr¡crrr Sanriago RoURA GóMEZ
Catedrático de Detecho Intemacional Catedrático de Derecho constituciona.l,
de la Universidad <it¿ Sapienzar> de Roma Universidad de A Coruña, España
Giuseppe Fmnco Fennent Cados JrMÉNEz PTERN s
Catedrático de Derecho Público Catedrático de De¡echo Intemacional
de la Unive¡sidad Público y Relaciones Intemacionales de la
Luigi Bocconi de Mlán Unive¡sidad de Alc¿li de He¡¡ares
Raul CANoSA USERA
Catedrático de Derecho Constitucional
Universidad Complutense de Mad¡id

El piesente libro es la t¡¿ducción de la obt¿ b¡asileñ¿ titr¡lada c*¡o de D¿¡¿ia I¡t¿otciottat púbtin,
10" edición, publicada por la editorial Revisa dos Tribunais, Sáo paulo, 2016.
Dencbo btkmacioul Público Co*cnpoúrc0. 7 edtcLótt. 2017,

T¡aductor Héctor Tulio BAIRES FLoREs.


Diagramación: Hécto¡ Tuüo BATRES FLoRES,
Corección de texto: Ana Gladis B¡ln¡S y Héctor Tuüo Barrcs Fr_onrs.
Dibujos de mapas: Gabriel Jor.er*
ISBN: 978-99961-931-2-5. Cofungb @ 2017, San Salvador, El Salvador, Centroamédca.

Obietivos de la colección:
La colección Derecho y Relaciones Intemacionales de Edito¡ial cuscatleca publicará
obras ciendficas relevantes para desarrollar y fortalecer los sistemas jwídicos iúeroame-
rlcanos.

Aviso para el amable lector


Estimado lector o lectora: el übro que tienés en tus manos eg un esfuezo del autor y de
la editorial pot llevar cultura e instucci ón a an pncio raloruble. Bn consgcuenci4 más
que apelar a los derechos de autor, lo hacemos z ttt soüdaridad y capatidad k pdgr: parl
evitar que de éste libro se saquen fotocopi¿s ilegales.
Obnes del ¿utot

^&Br¡c¡É
t- C-tt L üti itxnt¿cional público,7V S^o Paulo, Revisa dos T¡ibu¡ais, 201ó.
2 C-tt I t&tila¡ hnno¡. 4. ed., Sáo Paulo: Mé todo, 2017 .
L H b tado¡.2. ed., Rio de Janeiro: Forense, 2014.
L Ift ilbucinal priuado: cutso elementar. Rio de Janeiro: Forense, 2015.
5- Dinb i*nacional público: pane geral.8. ed. Sio Paulo: Ed. RT, 2014.
6. M i*naioxal, ,ratados e dinito¡ braanos frndameüais nd ordem j*ídica breriláru; Rvo
& Jmciro: Améric )unüf, 200 l.
^
7. Dia'bs btman¡ e cidadaxia i hldo ron ünito ixtemacioxal, Campinas: Minelli, ZDZ
8. Dinitos b*marc¡ ConrütuifAl e ot tratador intemnionaic uttadl anaüüco dd irr.a{Ao .
elir@
ú lmtado na orden j*rídiea braileira. Sio Pa.'¿lo. Jaatez de Ohváta, 2N2.
9- Naanryjxrídica e efcácia dos acordot statd-fo nn o FMI. Sáo Paulo: Ed. RT, 2005.
10. O nnnvtejurisdicional d¿ cottt¿t¿áowüdad¿ da¡ teis.4, ed., Sáá Paulo: Ed. RT,2016.
I l. O¡ istenas ngiottais de pnh¡áo dos direitos humano¡: sma axáli¡e anparatitn do¡ si¡taas
htcramericatto, eampex e africano. Sáo Paulo: Ed. RT, 201 1.
12. Por un lribxlal de juti¡a paru d Unarxl. ¿ flece¡¡idade de sma nrn de jrcü¡a pma a Anhica
úS sob ot paradignas do Tibxnal de Jasti¡a da Uniáo Empeia e da Corh Cntn-Amcricanz
& Jrcti¡a.Brasflta: Senado Federal/Secret¿ria de Editoragáo e Pubücagóes, 2014.
e o Pacto de San José da Costa Nut espeaal enfoque para os contta-
11. Prisáo ciuilpor diuida
tos de alienagáo fiduciária em garantia. Rio de JaneLo: Forense, 2002.
14. Tratado¡ ittemacioxais d¿ dinitos bmans e dircito ilteno, Sáo Paulo: Saraiva, 2010.
15. Tratados innnacioxdir. nm comcthirios i Cotwtt¡áo de Vina de 1969, 2. ed. rev., ampl e
rtual. Sáo Paulo: Juarez de Oliveir4 2004.
16. Tibunal Penal lrrtenacioxal e o dinito bra¡ibim,3, ed. rev. e atual. Sáo paulo: Ed. RT,
2012 (Colegáo "Di¡eito e Géncias AEns", vol. 3).

B: En inglés
Tbe law oJ nadu: y nnpnbeñue cd1 of the 1969 Vinrd Conwlüor and bqotd, Rio de Ja-
neiro: Forense, 2016.
C: Coautoda
1. Aam e¡áo de caryos públicor uma qtestáo de aplica¡áo da ConstituQdo. Escrito con Waldi¡
Alves. SáoPaulo: Ed. RT, 2013.
2. Conentáio¡
'i Cotwn¡áo Americaxa vbn Dinita¡ Htananos - Pacto de Sal Joú tla Costa Rica.
4- ed.. Com Luiz Flávio Gomes. Sáo Paulo: Ed. RT,2013,
3. Conextários i nfoma crinixal d¿ 2009 e á Couer¡áo de Vina ¡obn o Dinito do¡ Tratada¡.
Escrito con Luiz Fláüo Gomes e Rogério Sanches Cunha. Sáo paulo: Ed. RT, 2009.
4. Dirziro sapraansiacioraA do absolutismo ao Estado Consútucionel e Humenisa de
Di¡eito. 2. ed., Escrito con Luiz Flávio Gomes. Sáo P¿ulo: Ed. RT, 2013 (Colca¡o Di_
rcito e Gencias Afins", vol. 5).
5. Twia lridinett¡ioÍdl da¡ integrd{del Jta?rdnaciorai¡ uma aná)ise compatativa dos sistemas
e modelos de integtagáo da Europa e América Latina. Escrito con Mchele Carducci.
Rio deJaneiro: Forense, 2014,
D: Coautoda y Coordinación
O ,tlw diftitl intema¡ild fu nek aabiern Curitiba: Juruá, 2011.

E: Coautoda y Cocoo.dinación
I. Coúnh de nnaercionaüdade. w paxorama l¿tixo-dnericano (Brasil Argentina, Chile, Mé-
xico, Peru, Uruguai). Esctito con Luiz Guilherme M¿rinoni. Brasflia: Gazeta Jurídica,
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2. Cines da ditafuira nilitar ma anáüse,i bqdajrrispnüncia aval da Corle hxran¿icana de
Dinito¡ Hmaxos.Escrito cí¡r Luiz Flávio Gomes. Sáo Paulo: Ed. RT,2011.
). Dircito d liberdade nügiwa. futafos e perspeaiaas para o snth XX.Escrito con Aldir Gue-
des Sodano. Belo Hotizonte Fórum, 2009.
n*jrrisdiQes m Anerita l4ina- Esctito con Eduardo
4, Dínito da itrtcgra¡áo rugioral:, diábgo
Biacchi Gomes. Sáo Paulo: Saraiva, 2015.
5, Dinito intenacional do habalhl:0 estado da arte ¡obn a qlicqao er o;uaAcs intcnaciottai¡
da OIT rc Bratil.Escrito con Georgenot de Sous¿ Franco Filho. Sño P¿ulo:. lJr,2O76'
6. Dinito ittcmacioml do¡ üreitos bm¿nos: estudos en hotmqm á @:nra Flívia Piousan.
Com Mari¿ de Fátima Ribei¡o. Curitiba: Juruá, 2004.
7. Do*riu¡ usendais dc dhilo ixtenacional,S vols. Esc¡ito con Irriz Olavo Baptisa. Sáo
Paulo: Ed. RT, 2012.
8. Noras Per¡pcctilas do dinin anbieltal brarihin: visóes interdisciPlinres. Escrito con Ca¡-
los Teodoro José Hugueney Irigaray. Cüabá: Cathedrat Z[9.
9. Nolz¡ aertentes do dinito do nnénio irtemacilnol ComJeteJenc Fiorati. Barueri: Manole,
2003.
10. Nows utvdo¡ de dinitl intcrnadorrdl conhflporAreo,2 vols. Escrito con Helene A¡ande
Barozo y Márcia Teshima. Londrina: EDUEL, 2008.
I . O Brasil e os acordo¡ ¿nxímins intenaciottair. persp?lQilr4Jjnúútat c enñnian á lqdos aordos
1

nn o FML Escrito con Roberto Luiz Silva. Sáo Paulo: Ed- RT, 2003.
PRESENTACIóN

F-. las líneas que siguen pido paciencia al lector pam expücar porqué deci-
iEmoe traducir y publicar el libro del profesor MAzzUou, En vetda4 quien es-
cdbe nunca sintió afinidad por el Dercchl InAmacional Ptiblico cuando era esru-
di"nte de grado. Tal rama del Derecho pancía algo ahjado de la príctica diada del
ebogado; cómo podría sacar ptovecho de algo, decía, que nr¡nca podÉ apücar.
Mraba los textos de enseñanzas, pot demás inaccesibles, por raros y caros, y
convencido que nunca estada ante algún tdbunal intemacional, pasaba la página
Peto, ¡esa realidad ya cambió! El Detecho Intemacional Púbüco ya no es el
mismo de esos tiempol es más: ya no lo eta en tales tiempos, pues de la üión
cláica utatista, gllre ve a esa rama juldic a como rclaciones enhv Estados, seha pasaüo
vn aplicación n el ámüto nacional del conjunto de fuentes del De¡echo intema-
^cional. Y no se piense que me tefieto sólo a los
sistemas que prevén una jetarquía
s prahgal de los tratados internacionales. Es que la üsión filosófica del Derecho
Inte¡nacion¿l Público, con la elevación de la persona humana como sufeto de
detechos y debetes, imponen una perenne actualización de los juristas para ope-
rar en el ámbito interno. ¡In dabio pw bonirel
En esa línea de pensamiento, estoy muy agradecido con el profesor M.tzzu-
oLI, no sólo por haber aceptado la propuesta de ttaduición, sino ambién por
haberme most¡ado k iqueqa de posibiJidades que tiene el Derecho Intem¿cional
Público. En efecto, me refiero, principalmente a despenu de b pesadilla dnalista,
pues, aunque nos digan los textos legales que el sistema vigente es monista, el
Detecho intemo ha ejercido una esclavitud sobre el ojo del iurista esd4ütud
que no le deia ver más allá del sistema de fuentes de "su" Derccho naciooal ¡ a
partit de eso, olvida o ignora que en las fuentes del Derecho Intemacional posi
biemente esté una vía para soluciont dt m/or maaera el c¿so mwú.
Por eso, repito, quedo agradecido, poque en adclenre quiea t'rrtr concien-
cia de esa verdad podrá ltentificar vn ¿s¿litta W ü@ e mta y pcdtá
comptender cuál es h lógta de su ^discurso, por$É dcficode qr ninguna corte
intemacional, por ei:rplo, F¡€d€ 'inv-¿üd¡a 'n- scnmci¿ de una cofte su-
ptema, vértice del siste'¡¿ ir¡ritico "¡¡cb¡2l". Pcro ¿cuál sistetna jwídico? Esa
pregunta, fue formul¡d¡ dc --'*- incorrccr¡ a lrofúsito, en realidad no se ratá
de uál sistema iuddico, sino dsisrcoe iurllto.
Es decir, no existeo dos ds'..ná< iüilftos, sino zza en donde se aplicará la
notmz más ralottabb. En otr¡s pohh¡¡s; ú *.tr'eta de rt ?letoriedad, sno de co@b-
mmtariedad. Esa es la eql€firr¡ $E @o tE¿ductor puedo contar al lector, él
valotará si experimena lo
'rri¡¡'r.- E4o, uoe cosa es segu¡a: quien escudriñe las
páginas del libto del profesot Mazzuo quedará atrapado con su exposición,
anto de ideas propias como de eie"^s. De hecho, e1 manejo de sus fuentes en
varios idiomas -it¿li¿no, &encés, aleüuín, inglés, español y portuqúF, no nos
deia duda de la exhaustivid¡d de sus fuentes.
28

Dicho sea de paso, si los abogados que tepresentaban los intereses salvado-
reños hubiesen tenido acceso --o querido usar- la información que presenta el
profesor Mazzuou, quizás no se hubieta petdido el diferendo limíttofe con la
hermana Repúbüca de Honduras, quizás se hubiera podi do tomper el tü possiditis
i*s egado y ttittnfal de Honduras.
Finalmente, en Hispanoamérica
_
btasileños,
tenemos mucho que aprender de los juristas
tal vez igual o más que los de ottas latitudes, pues la academia bmsi-
leña ha fo{ado una cantidad grande de escuelas y iurisas que son de provecho,
sobre todo para los paÍses menos aventajados, como El Salvador. por éso, desde
Editorial Cuscadeca hemos emprendido este esfuerzo de lognr mayor difusión
de las obras btasileñas y lqgrar influencixnos
-¿ipr qú t¿!?- de sus hallazgos.
Este übro constituye la tercefa traducción al español de obras brasileñas y espe-
r¿mos que sigan muchas más, si los autotes nos hon¡¡n con la traducción de sus
obras. Empezamos con los übros del profesot I-uiz Guilhetme MABJNoNT, a
quien agtadezco por haberme despertado --enviándome en portugués un capí-
tulo de un übro suyo, hace casi 10 años- el intetés por ese idioma. ¡Mtito obrigado!
San Saluador, 4 de narlo de 2017
Hector Tulio B¡rRES Fr-oREs
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NorA DEL ALrroR A rá 1. EDrcróN casrErtaNA

Esta edición en lengua española coresponde a la 10'edición en lengua por-


tuguesa de nuestro Ctno fu Dmclto lrtenacional Públin, p'tb\cado en Brasil por la
E dttotril Rmist¿ dos Tribuais / Thonw Reúers.
Durante diez años consecutivos seguimos ampüando y actualizando este ü-
bro, con inmensa dedicación y mucho esfuerzo petsonal. Nuestra intención,
desde su primera impresión, fue. tratar en ptofundidad todos los temas del con-
te@oninco Dmcho lnlen¿cional Público y enfrentar las cuestiones más complejas de
esa disciplina" todo con el Frn de presentar las respuestas y soluciones que enten-
demos adelcrladas. Dutlnte todos estos años, también no medimos esfuerzos en
proporcionat a nuestfos lectores 1o más actual, que, taoto a nivel docttinario
como jurisprudencial, eúste en rei¿ción aI mosaico de temas que orbitan en el
conteanporáneo Derecho Intetnacional Público.
Sin falsa modestia, este libto se hizo el más compJeto y rcwahz*do Ctrco de
Dcrbo Irtemacional Púbüco p:ubluca;do actualmente en los países de lengua pomr-
guesa" motivo por el cual se hizo referencia en la judsprudencia del Supremo
Tribun¿l Fedenl de Btasil. Ahora, con su versión en español, será posible que
r¡¡e gama mucho más amplia de compañeros, acadérnicos y profesionales dei
Derccho, conozcan nuestras ideas y puntos de üsta rel¿cionados a nuestra dis-
ciplina. De hecho, echaba de menos que nuesüas tesis no fueran conocidas por
un númeto mayor de interesados, lo que ahora viene a concretizarse con esta
edición prepara& con total esmero pot Ia Editorial Cuscadeca.
Con el fin de hacer más fluida la lectura del texto, bicinu algrnar adqtaciones
m esta edición, espeia)mente supdmiendo del übro los temas específicos conect¿-
dos al Derecho brasileño, que son exffemadamente técnicos y sólo comprensi-
bles por aquellos que detentan sóüdos conocimientos de la est¡ucnra del orden
juídico bmsileño. Con eso dejamos el libro más digerible al lector de lengua
hispánica y atendemos a los mayores intereses de profesores y alumnos de esos
países. También, nuevos ejemplos fueton añadidos en vatias partes del übro,
todos de interés general con el fin de tclrr¡ar aún más las cuestiones teóricas
insertadas en la obte
Nos gustaría rqistrat nuestros más sinceros agradecimientos al Editor de
esta versión, Héctor T*u Bairu Flores, por el ttabajo cuidadoso que tuvo con
nuestro übro, así como por la paciencia durante todo el tiempo de su elabota-
ción. Por fin, quedamos siempre a la disposición de los estimados legtores, pro-
fesores y alumnos, que a lo largo de vados años nos han honado con la lectura
de este libro. Que, de ahora en adelante, la obra también pueda contribuir a la
formación de intmtacionali¡ta¡ de todos los países de lengua hispánica, Es lo que
deseamos, sinceramente.

Cdabá, l0 de nat4t de 2017.

Valerio de OuvErRA MAzzuo


29

N()rA DEL aurroR A rl, f EDrcxóN cllstru¡¡¡¡a


Esta edición en lengua española corresponde a le tü cdicfia cn lcogu pc,-
tuguesa de nuestro Cur¡o d¿ Deftcbo Intenaciunal Públia, pt$W
cn Brrd pa h
EAitotitl Re¡ista dos Tibanais / Tbonson Re uters.
Du¡ante diez años consecutivos seguimos ampliando y acnulizendor.+ F
bro, con inmensa dedicación y mucho esfuezo personal. Nuesül iñrpr¡.¡¡ir,
desde su pdmeta imprcsión, fue ftatat en profundidad todos los trr'-s dd c-
enfrentar las cuestiones más coqrlcls
temporánea Derecho httentacional Público y &
esa disciplina, todo con el fin de presentar las respuestas y soluciones que cm-
demos adecuad¿s. Durtnte todos estos años, también no medimos esfuezos ca
proporcionar a nuestros lectores 1o más actual, que, tanto a nivel doctrinrb
como jurisprudencial, existe en relación al mosaico de temas que orbian en d
contemporáneo Derecho Internacional Púbüco.
Sin falsa modestia, este übro se hizo el más completo y C$ro ¿c
^cfi^liz^do
Derecba Intem¿cional Público pul:,ltcado actualmente en los países de lengua pomr-
guesa, motivo pot eI cual se hizo refetencia en la jurisprudencia del Supremo
Tribunal Fedetal de Brasil. Ahora, con su versión en español, será posible que
una gfina mucho más amplia de compañeros, acadérnicos y ptofesionales del
Derecho, conozcan nuesüas ideas y puntos de üsta relacionados a nuestra dis-
ciplina. De hecho, echaba de menos que nuestras tesis no fuetan conocidas por
un númefo mayor de intetesados, lo que ahora viene a concredza$e con esta
edición preparada con total esmero por la Editorial Cuscatleca.
Con el fin de hacer más fluida la lectuta del texto, bicimos alguas ad4taciones
ex esia edición, especialmente suprimiendo del libro los temas específicos coneca-
dos al Derecho bmsileño, que son extfemadamente técnicos y sólo comprensi-
bles por aquellos que detentan sólidos conocimientos de la estructum del orden
jurídico brasileño. Con eso dejamos el libro más digerible d lector de lengua
hispánica y atendemos a los mayotes intereses de profesores y alumnos de esos
países. También, nuevos ejemplos fueron añadidos en varias panes del übro,
todos de interés general, con el fin d,e rclatar aún más las cuestiones teóricas
insertadas en la obr¿.
Nos gustaría regisftar nuestros más sinceros agradecimientos al Editor de
estz versión, Háctor T ia Bains Flores, por el tabajo cuidadoso que tuvo con
nuestto libro, así como por la paciencia durante todo el tiempo de su elabor¿-
ción. Por fin, quedamos siempre a la disposición de los estimadcis lectotes, pro-
fesores y alumnos, que a lo largo de varios años nos han honrado con la lecu¡a
de este libro. Que, de ahota en adelante, la obra también pueda contribuir a la
formación de irtemacionalistas de todos los países de lengua hispánica. Es lo qrr
deseamos, sinceramente.

C*iabá, l0 dc natTo de 2017.

Valerio de Or¡vEula u[aTz'att


3l
Nor DEx.aurorar l.EDrcxóN ür¡sdA
El Derecho Intem¿cional Riblico es el Derecho de h str -,I., F tFr
busca componet las tensiones por las cuales pasa la sociedad ;r'rr¡,É¡, i_
yendo estebiüdad y seguddad a las relaciones recíprocas de sus rn¡¡.n¡.roc. Sn
función principal consiste en traer al mundo contemporáneo l¡ cetezr & h
convivencia pacífica (o sea, de la pzz) entte las naciones. y, una vez qr¡e Ft s
naciones están comprestas por bombzr, se puede decir que la misión del ñ...¡"
Intetnacional Ribüco es, en ultinio anáiisis, la ptot ."iór, de la especie humana
como un todo.
Sin duda, \a pn y gr mantenimiento (por medio de la concotdi¿ entre hs
naciones) continúan siendo los ideales más altos de la humanidad, principal_
mente del mundo democrático, único escen¿rio posible de convivencia pacíhca
entre los pueblos. Peto es cierto que para alcanzar esos propósitos se deÜe esar
conectado a los hechos contemporáneos y sus desdoblamientos. Como se sabe,
la sociedad internacional actual (descentrali zada pot nátxúeza) en nada se ase-
meja más a ia existente hasta la segunda mitad del siglo X{
estando aho¡a inte_
grada por nuevos actotes, por ejemplo, las organizaciones intemacionales inter_
gubemamentales y las ptopias petsonas. El Derecho Intemacional púbüco ganó
también nuevas fuentes, entre las cuales se incluyen las decisiones (lan sensí) de
las citadas organizaciones internacionales y las manifestaciones unilate¡ales do
voluntad de los Estados. I-a suma de esos factores lleva a una necesidad apre_
miante: estudiat el Derecho Intemacional púbüco a partir de un enfoque teiro_
vrdo, capaz de tcompañar la tónica de esos nuevos y irecientes acontecimientos,
Curios¿mente, mateti¿s de las más importantes y actuales, como lt pmteccün
innmadoul de k¡ derccho¡ hamanos, er Derccho intemacional de / nedioambietk, el Dencbo
itttemacional del trabajo y el Dereclto intemaciotralpe,al, no han sido debidamente es-
tudiadas en los cursos y manuales de Derecho Intem¿cional Ribüco en Bmsil.
De la misma forma, cuestiones también actuales, como el modemo tr¿tamiento
jutídico de las controversias
-pdncipalmente ttas el suceso de hechos recientísi-
mos que la sociedad internacional üene expedmentando, en especial con el lla_
mado terrorisme, no han sido obieto de anáüsis por parte de la doctrina inter-
nacionalista_ en genetal que aún continúa tratando el aiunto como si los hechos,
los actos y los medios de agresión (y, consecuentemente, los métodos de solu_
ción de conflictos) fueran absolutamente los mismos que los vigentes al tiempo
de la Edad Media. Pot lo tanto, no se puede dejar que tales asuntos _que son
propios del Derecho Intetnacional Público- continúin siendo obviados -por los
intetnaciona.listas y no sean siquiera suscitados en los compend.ios doct¡i¡arios
De esa forma, es necesado que se reestructure el estudio del Derecho IoE_
nacional Púbüco, a fin de atribui¡le un contorno contempotáneo, afto baF
ct
punto de vista matedal, como bajo el aspecto del lenguafé (que, dcouo dd o_
texto d€ una exposición didáctica, debe llegar cada ver--*, iir- ¿r.+*¡ qc
están dando los pdmeros pasos en el estudio de la disciplioe). CñüÉ¿
esos dos elementos, el estudio acrual del Derecho In6¿doo.l!.lhtfrg¡
32 PRESENTACIóNALA 1. EDrcróN BRASTLEñA

además de las cuestiones ya sedimentadas, tanto en docrina como enla pticdcz


intetnacional, ot¡as materias de extema impo nancia pata, Ia coffecta compten-
sión de esa avalanch¿ de nuevos hechos que ocurten, desde hace poco tiempo
hasta los días de ho¡ en el escenatio internacional.
Este libro ptetende set, por encima de todo, didáctico y accesible para los
alumnos. Pot eso, sabiéndose que en Latinoamética faltan textos con claridad y
criterio pedagogico dirigidos a los estudiantes de los cursos de Derecho y Rela-
ciones Intetnacionales, tuvimos la intención de insertar en la obm aquellas nue-
vas temáticas $a citadas) de la pauta intemacional contemporánea, peto sin des-
prendernos de la hoja de ruta tadicional de la disciplina y de sus asuntos funda-
mentales, necesarios paga la formación mínima y global de cualquier intemacio-
nalista.
Nuesra intención fue la de condensar, en un solo volumen, el programa
básico actual del Derecho Internacional Público, siguiéndose una división meto-
dológica que, a nuestro vet, es más ptecisa y atieode a las expectativas de profe-
sotes y alumnos de los cursos de ücencianrra y posgrado en que la materia es
estudiada. Seguimos, para tanto, con poca vethción, el programa de la disciplina
de Ias pdncipales univetsidades brasileñas y extnoieras, así como el seguido por
la mayoda de los autores contemporáneos (en zu mayoría, exmanieos), pero con
énfasis en las matedas a Ia otden del día en l¿ esceo¿ inte¡n¡ciond.
Sabemos de l¿s dificultades que los profesores de Derecho Intemacional
Público tienen pata concluir ei progtama de l¡ discipli¡a en el escaso período de
tiempo que las facultades de Derecho y Rehci<roes Intemacionales, en Btasil,
colocan a su disposición. En muchas de ellas nuestr¿ disciplina es estudiada en
solo un semestre, siendo pocos los esablecimieotos de enseñanza superior cuyos
ptogramas de la materia son anuales, que, como mínimo, debeda ser, Po¡ tal
motivo, una condición esencial para que este Curso atienda a sus fin¿lidades es
Ia de set de fácil comprensión y asimilación- Esa condición nos llevó a hacet el
texto del libro lo más clato posible, buscando ücüat su estudio a aquellos alum-
nos que, por primel¿ vez, toman contacto con le disciplina, normalmente impar-
tida en el quinto y sexto semestres escola¡es. Por eso, deübetada¡nente evitamos
excesivas citas textuales o muchas tefe¡encies al pensamiento de otros. Las refe-
rencias en notas a pie de página son, normalmente, confrcntaciones o teferencias.
crazrdas ¿ la docttina conexa o correlaciooada al pensamiento expuesto. Ade-
más, eI lector ocasional o el profesional podrán pmfundizat su estudio en la bi-
bliografia citada al final de c¿da capítulo o sección de la obm (esta bibliografla
está organizada por la fecha de pubücación de las obms y no por el orden alfa-
bético de los autotes').
En ella indicamos los estudios clásicos de la disciplina (muchos de eüos pu-
bücados en el R¿ caeil des Corrs del Gin¡ark d¿ Dmcbo Intemacional de I-.a Hay) y los
rabajos más recientes y modernos sobre los temas especlficos tratados en los

' Estc oden d€ Ia bibliognfiÁ se nodi6có pal¡ la €dición quc roo¡mos dc bas€. En todo c¡eo, d 6r¡l dd übro se
€ncuotra l¡ bibliograffa coÍespondiente. Not¡ d€l rnductor
VALERJo DE oLIvEIMMAzzuoLI 33
respectivos capíh¡los y secciones del libto. Una observación final, sin embargo,
es necesada: la casi totalidad de las normas intemacionales citadas en el ttanscu-
rrit del texto se encuenüa en nuestra Recopilación de Derecho Intemacional,
que integta la colección de los RT Mini Códigos'. Esa recopilación debe servir
imprescindiblemente (para alumnos y profesores) como material de consulta y
de apoyo aI übto, así como pata el seguimiento de las dases**.
Regístense nuestros sinceros agradecimientos z la comunidad académica
brasileña, que siempre acoge nuestros tabajos en los cutsos de ücenciatüa y
posgrado en Detecho y Relaciones Internacionales, y en especial a aquellos pto-
fesores que nos honran aI adoptar nuestros libtos en sus respectivos cutsos. Este
autor se pone a Ia total {isposición de los estimados lectores, esperando de ellos
recibir cdticas y sugetencias. Por fin, si una percepción global del funciona-
miento y de los problemas de la sociedad intemacional pueda ser extraída de la
lectura de este übto, ya damos pot alcanzada la misión p'rincipal de esta obta.
París,jalio de 2006.
Valerio DE OrrvEnA Mlzzvot¡

' E¡ 6t¡ €diciód s. usa¡ los textos oicialcs er¡ castel¡no dc k s n¡t¡do6 cir¡dos por cl ¡uto¡. No¡'¡tcl tr¡ducroa
._- i' k T"pi"l¿r,, elaborada pot
"Rr/EihAtt e Ddsb Inbtutilral Pllf¿".
el pmf€so¡ M¡zzuor.I, t¡mbi€o s¿td¡Á public¡d¡ .n c¡lt lh¡o b¡io €l nonbrc
Noa del t¡¡ducror
Oro ejemplo fue la sucesión entre la Organización pan h C,rcr---
Económica Europea (OCEE) y la Oganización para la Cooperrcim r.{ Ib-
rrollo Económico (OCDE), ocurrida en el transcu¡so de la co- cludóo & rF-r¡r¡
de la década de 19ó0. No existen rdas clams ace¡ca de la sucesión ,úñrr;rt
de otganizaciones intemacionales, como ya se dijo. Todo depende de h r-..'-
ción de los Estados miembros en el momento de la sucesiónri:.

SEccróN II. DoMrNro TERRESTRE DEL EsrADo


1. INTRoDUCCTóN

La competencia territorial del Estado es ejercida, en regla, sobre su prolir


te¡rñorio (in re sla),lugar donde el poder estata.l tiene su inlidenciatc- p.."..o
casos más raros, también puede ser ejercida sobte el ter¡itorio de ot¡o Esado ,jr
n aliena), o también, en casos más excepcionales aún, en cierto territorio sor¡c-
tido a la dominación colectiva, o sea, a tínrlo indivi so (pm indiriso)ts.l:s úüdra.
dos hipótesis serán estudiadas en la.sección III de este -apínrlo, cuando rr¡remos
el problema de la restdcción de los derechos del Estado. Ahora, impona r-erücr
la cuestión de la competencia territodal del Estado ix re sra, o sea" aquelh qr
trata sobre su propio territorio. Ya se sabe que la competencia sobera¡re esr¡L
en la hipótesis examinada, se ejerce sobre su territorio, calificado como Ie eq>re_
sión demanial que necesita el Estado para su existencialós. Es irrecusabb i¡ m=
tatación de que la soberanía del Estado (i@eim) tiene como área geogÉ.icz dr
su ejetcicio el territorio. Este espacio físico es, como ya estudiamos .* ¿ ¡*
elementos constitutivos del concepto de Estado, sin el cual este üriñ1 m ñ+
jurídicamente.

¿Pero qué es, finalmente, el territorio? El territorio, s¡ le ¡.,?'-;h r.r*.*


poránea del Detecho Internacional Público, puede ser definido J-r-, L
cie terresüe (tiera firme -incluidas las aguas dulces que en elh sc r.r,qr¡- -r*i_ r
las zonas marítimas) sobre la cual se asienta una deterrni¡¿d¡ peó+
ejetce, por medio de un gobierno independiente, su sober¿n¡f d--,
F
d *i._
cio aéteo que se levanta sobre tal superficie (en que ateaize h ¡¡iiir cil r
miütar, y en relación al cual su utilización dependi j6 q¡¡,
subsuelo (incluyéndose la plataforma continental, que se
".,t -i-;¡i- ¡i
-ri..¡.b rÉ¡ fi Ch
-árry":: de_las-aguas superficiales estat¿les). l,a regh uoi*: -T-t
en relación alsubsuelo es su peftenencia al Estado qrre á.¡r¡- r*-É.ir sobrÉ
la supetficiel66. Esos tres elementos (supetficie t rrlt., fto r sb.
suelo) hacen del modetno concepto de te*ito¡io.,¡- ¡aH --ir bm*;+tql
razón por la cual se ptefiere aludir a la expresióo ¡ni rárri- & ¿r¿ir dd
Estado (compuesto por esos mismos elementos), dividÉo&b @ U- tnufii.
acaático y aéreo, áteas en relación a las cuales sc l-o¡<rnrh¡.. rrrn¡lrrs¡te
deci¡

ró, Vid. Ian BRov4\¡uE. Prir@,i! ¿¿ diftira


rd'Sob¡e el r¡na. v. DomroDo\^-n, Jbta. t ñto4o,
irbñ¿tiú¿l ptbtta, <i\p-fr-
Roo- tufar. A-m r
l& Vid. Cilda M,oel CoRMA VL\¡LR Rr \\ovÁ-\o.
Dl'¡i. *'dt+it-1j,¿c,
- ''
ró5 Vid. Oym2 Cesü l:.uAssú. CtBo ¿! dínto i,rtui@r*(i,,F'Jd.
Vid. Iú BRovl.rLrE. Prtr¿t ir * ¿¡¿a ¡oar"-;or¿ tí
'6ó fr,4t
que el Estado ejerce su iurisdicción. Esta sección es dedicada, exclusivamenre_ i
estudio del terdtono sti¡fo ¡enst del Estado, entendida por tal la porción de tiera
atinente a su suelo y subsuelo. El estudio relacionado a los dominios marítirno r
aéteo (mar, rios, espacio aéreo y cósmico, etc.) será hecho en la parte III de esu
obra, precedido de algunas consideraciones sobre las zonas polares
@olo Nor:
y Antártica).

2. CoNcEPTo y NATURALEZA
\ltmz dominia tenestre e1 área geogtáfica del Estado constituida por su t¿rri
Se
taio e¡ senúdo estricto, o sea, compuesta por el suelo y por el subsuelo de h
part¿ de la superficie, dentro de los timltes de s,.,s fronieias, y también por d
suelo y subsuelo de las islas y colonias a éI pertenecientesló7. El territorio pasa r
ser entendido como el área geográfica sobre Ia cual el Estado ejerce su dominio-
o sea, su soberanía, que se traduce en el poder que éI detenta de imponer, denuo
de su terdtorio y en ultima instancia, las reglas según su voluntad.

Sobre su tetritorio, el Estado ejerce, de forma general y exclusiva, lo que sc


llama jurisdicción. Decir que el Estado tiene jurisdicción general stgnifica que g_
dentro de su territorio, ejerce todas las competencias disponibles (egislativa, a&
ministrativa y jurisdiccional); r. habla¡ de jurisdicción exclusiva quiere decir que-
en el ejercicio de tales competencias, el Estado no se subordina o no concrlr:il
con cualquier otra potencia extraniera, siendo el ti¡:la¡ absoluto del uso legítirno
de la fuerza públicaló8.

Ese territorio en sentido estricto (suelo.v subsuelo) puede set continuo


(cuando está formado por una porción de tierra sin solución de continuidad) o
descontinuo (cuando presenta prolongaciones aisladas sobre los cuales el Estado
también ejerce su soberanía). Como ejemplo de la primera modalidad de domi_
nio terestre citada, se nene a \fé¡ico, Guatemala, El Salvadot, Honduras, Nice-
ragua, Costa Rica, Süza, Paraguar, etc.

Como ejemplos de la segr:nda se tiene ¿ Gran Bretaña, formada por Inglz_


terra, Escocia r el País de Gales, como terdtotio ptincipal, que se prolánga hasrr
Irlanda del None, de la cud se s€para por el Canal de Uliter y por el -Mar de
Idanda; Estados Lnidos de Amdca del Norte, que ptesenta una situación cu_
¡iosa al estar un Estado extranjero (Canadá) situado entre la mayor parte de zu
territorio r uno de sus Est¿dos (A_laska); Brasil, donde existe la prolongación en
lo que respecta al entonces Territorio de Fernando de NonoNu¡, e-tcróe. I¿s
cuestiones a ser analizadas, en lo que concierne al dominio terresre del Estado,
son: a) fronteras y límites; v, b) modos de adquisición de teritorio. Veamos cadr
una de ellas separadamente.

Vid. Hildebr¿ndo Acc¡ol-y. Trdra¿a d¿ ¿iEito isttui¿ at?tbtiñ,lol.tI, dt.,p.126.


'ó7
1ó3 Vid, 2rlmismo, J osé Fóndsco REzEy, Diqitú ;,r¿,r6iwt p,tbtna. . ., cn, p. 1\4.
16, Vid. Gilda Maciel CoRRÉA MEyER RussoMANo. D¡irb irreMú"a/ púb:¡¡tu, cu, p. 237 .
3.FRoNTERASY MrrEs
Es principio corriente del Derecho Internacional que la expansión fisica del
t Estado debe respetar el derecho de los demás Estados, comprendiendo su ter¡i-
torio una superficie de tierra que termina en el territorio de otro Estado- Esta
srperficie de tierra (lamada suelo) es, pot lo tanto, determinada por un conjunto
& líneas divisorias llamadas límites, dentto de las cuales el Estado ejerce las
competencias propias. Si la dimensión geogrí{rca, de los Estados fuem única,
dngrin problema habría en su delimitación, y sedan simple las reglas sobre sus
ftonter¿s. Ocurte que los espacios pertenecientes al dominio territorial de los
Estados son plúrimos, resultando ¡sí difícil la tarea atinente a su exacta delimita-
cirí¿. No fueron pocos los conflictos armados nacidos como consecuencia de
Foblemas relativos a la dematcación o rectificación de ftontetas170, así como
tzmpoco fueron pocas las vidas humanas petdidas en vim¡d de problemas terri-
oriales. De ahí entonces que el Derecho Internacional Público establezca teglas
i¡¡ídic¿s en la tentativa de tesolugión de esos problemas, las cuales deben ser
cstudiadas por el internacionalista.

Destáquese quc la. Conuención de Víena sobn el Dencbo de los Tratados, de 1969,
csableció, en su art. 62, \ 2, pánafo a, que r¡n cambio fundamental de circuns-
ancias no puede ser invocado por la parte como causa pata extinguir un tr¿ado'
o retirarse de él "si el trat¿do est¿bl¿ce una frontera"l?1. EI Derecho intemo de
r"¿¡ios Estados fue influenciado por normas de esa naturaleza, insenando en les
¡espectivas Constituciones reglas similares a las de la Convención de Viena" en
d sentido de no admitirse la extinción de tratados que tfaten sobre límites terri-
oriales en caso de cambio fundamental de las ci¡cunst¿ncias (ag., una guerr¡,i
entre los Estados partes.

A pesar que los tétminos fmnteras y lírrrites se utilicen casi indistint¿menr,


inclusive en la práctica de las relaciones intemacionales, técnicamente har nítid¡
diferencia enüe ambos. I-os límites son las üneas diüsodas o de separación (rec-
t2s, curvas o sinuosas) que definen geomét¡icamente la extensión precisa del te-
citorio del Estado. Ellos sepatan el territorio del Estado del territorio de k¡e
Esados vecinos, así como de l¿s áreas que direcamente pertenecen a la soci€d2d
inemacionai (2g., cuando el límite dei Estado encuentra el mar).
Las ftonteras, por su parte, son zonas espaciales (o geográficas) njrs o c-
oos ptecisa de los ümites, de mayor o más pequeña extensión, que corre?mdÉr
r cada lado de la línea establecida pot los iímites geogáficos de los Estudm::.
MÁs que líneas divisorias, las fronteras son zonas que cristalizan las ccrrrnlrÉ
sociales, económjcas y cultunles de las colectiüdades nacionales, reprts.Gúe-

r0 Para eiemplos, ¡z¿ Paulo Bo$^ C^sFtr4'Ditik irbnacional /d ,t¿rú, S¡o Paio: Ad4 2m9- !9. ::: -'rf.
17' Sobre el r€ma, ,t/ Daniel BARDoNNET, FDrt;tr t/nts nlúri¿ftt nAiúi, f'É a **L
tlt 15, Paris, 1989, pp. 55-56. Es jrte¡esete ¡ot¡r qu. cn la va6ión fimces¡ de"a/itiM, r/'ÉL-
l¡ CNc¡cit r d.
6 fnrt Td y io /id;tú coñ en los t*tos en ingles, aterú¡, FonugEi etc, C... r'¡ilrtgt ¿'É t- a.-.--. -c
Vid. O)%ña Cesar ITUASSú. Ctfto tb díEiro inhtu i.n¿l públin, tiL, W. 341346.
'7,
muchas veces, el producto d.e la Íterza del medio natural en que üve determi-
nada colectividad. Son franjas que bordean el territorio del Estado y que se ex-
tienden'h¿sta la secuencia de puntos formadores de las fneas llamadas fmites.
Bajo una óptica más objetiva y menos meta,urídica, se podría entender las
fronteras Qtricto senu) como naturales, dependientes de definición métrica esta-
blecida por medio de los ümites173. Percíbase, entonces, lo siguiente: si en toda
frontera existe un límite, no necesariamente en todo límite hay una fronteta. Para
haber frontem debe existir sepatación de un territorio a otro (establecida por
dichos límites); pero, en el caso de los Esados formados por islas, hay nítidos y
dematcados ümites, sin ninguna frontera (por ejemplo, lo que ocurre con Cuba,
Filipinas, Madagascat y Sri Lanka)lt4. EsTn'idente, sin embargo, que riene mayot
importancia para el Derecho Internacional Púbüco la división fronteriza que se
hace enhe Estados.

Las fronteras estatales tienen no sólo relevancia intetna, como también


grande importancia internacional, porque representan un factor de paz enüe los
Estados, así como pot el hecho que en ellas, los Est¿dos limítrofes emprenden
colaboración internacional e intercambian servicios administrativos. Además, es
en l¿s áteas de fronteras que se encuenran las autoridades aduaneras y de policía
mtgntoru,, que gamnüan mayor seguridad ente los Estados en 1o que respecta
a sus relaciones mutuas. Los Estados colindantes deben establecet, en cómún,
sus fronteras.

Los ürnites estatales pueden ser n¿turales (t^mbién llamados arcfinios) y/o ar-
tifciales (cottoctdos también pot irrtcbctsal¿s, couencionales, matemáücos o ashonóni
ros). Los primeros acompañan los límites (tasgos) físicos del territorio y corres-
ponden a determinados accidentes geográficos naturales, como ríos, lagos, mon-
tañas y valles, Ios cuales son útiles pan demarcar un teriitorio, teniendo la
enorme ventaja de se¡ visiblemente reconocibles para quien los utilizalTs. Tales
límites pueden también ser elegidc por medio de tratado celebrado enüe los
Estados fronterizos. Los segundos son las líneas llzLmadas geodíticas (o sea, los
paralekt y los neridianor) , que son siempre convencionales y coresponden a aque-
llo que fue fijado pot los Estados fronterizos en el tratado sobre frontera con-
cluido entre ambos. Eso es lo que ocure en e1 límite entre Canadá y Estados
Unidos de Amédca, así como en casi toda Áfric¿.
Tales ümites pueden ser cuando son fijados pot marcos físicos,
boyas, postes, balizvs, etc.; maternálieo¡, cuando son deümitados normalmente por
grados (son las llamad¿s ftonte¡as inrisibles del Estado, pot ejemplo el límite
que separa Cotea del Norte de Co¡ea del Sur, cortado por el paralelo 38); ashv-
nómicos, c.ua:nd,o siguen una línea astronómica, como un meddiano o patalelo, es
decir, longitud o laúnd; geonítricos, cuando esrán representados por alguna línea

r_r \'id. Gilda Nfaciel CoR¡ÉA ME ER Russorrd\o- Di?'o irt¿tuc¡a"at f¡ib¡i@, cjr., pp. 238-239.
T

I-a ,{rronio Remi¡o BRoroNs (./ a/l). Dtuk ;'t d&itul dL, p. 889.
:_: \'id. lorgr Bácel¡J courl't^. Mdrul ¿. dtf,il, ¡t¡dtu iwt ?ttbkú, dr-, p. 4BB.
geodésica, como rectas, atcos de círculo, etc., sin atencióú rr*i¡_ñ
a oF
lelos;_o canaencionales, cr,,ndo simplemente siguen un
rasgo erbimi'p co_
gido171 En general, como observa Accloiv, los Esüdoc *p,rt*rn
como.límites los rasgos físicos del suelo, sólo recur¡iendo a
e
l2s li,-<
artificiales cuando, en sus confines, no encuenüan accidentes n¡n,r-!-F_
o qb
deben definir convencionalmente los límites en ter¡eno
inexplor¡do{--
No basta descdbir los límites normalmente en tratados o co¡¡sencroc-
Er
necesario más: además de describidos, es preciso aún
ejecuar, in lx¡, a, d __
rreno limítrofe enre los Estados, aquéllos que quedaron antetiormenrc
esubk-
cidos. A esta ejecución se da el nor'ilt re de d¿naimdón, entendida
como lz cpea_
ción in loco desttnada a señalar precisamente, en el ptopio terreno
de los Esrzdc
limítrofes, la ünea divisoda que los delimita. l_os p^"r,emetros
modemos pao &_
marcación de fronteras son no¡malmente establecidos por comisiones té-,,i"_
(lamadas comisiones de demarcación o comisiones mixias),
co-prr.su_. po. p.-
ritos de los países limítrofes, cuyos trabajos conrtan d. a.Á, infármes
sludoc
y son indicados en mapas.

Nada impide que el método también sea puesto en vimrd de prer_io


cco_
ptomiso afbitral entre los dos países. Los puntos nofmalmente a ser
coñ<i.i.,--
dos son de dos ótdenes: a) si ya existen línútes definidos ent¡e
los Estados, be_.i:
su restablecimiento, si los mismos constan en documentación
confiable; b, pÉro
si no existieran tales ümites (o si los mismos desaparecieron),
será neces¿rio
ctearlos, por medio de nuevas fneas de demarcación. I-,a,
vdtdez del resr¡I¡ado
final de la dematcación --cuando entonces ésta será considerada
definitim_ de-
penden dc la aprobación de los trabajos de los peritos por
los gobiemos de loe
Estados frontedzos en causa, siendo cie¡to q"a u p""ti,
d. ese momento p¡-rit!
los marcos establecidos a ser obügatorios, deÉiendá set respetados
po..d oi.-
mos Estados, bajo pena de responsabiüdad intem¿cionai. '
Fn lo que r€specta a los límjtes naturales, los mismos se fijan de ecrrndo
con los accidentes geogtáficos de la, na¡ttd,eza. (de ahí
que sean natur¡l€s,, r:_
riando las fórmulas utilizadas pot el Derecho Irrtemacioni
para su dem¡¡c¡cija-
confo¡me esos accidentes sean montañas, ríos o lagos. a!""".
..glr.. p_ lo
tanto, merecen ser analizadas a continuación. Cuando los
t¡_it , ootzÉ *_
formados por una cadena de montañas, una sieta, un
monte o por rmr cnrú
llera, dos soluciones pueden ser adoptadas.
La pttmera co¡siste en pasaf una línea divisoria imaginaria
por sr cEs¡¡ ü,
por su cima (cdterio de la línea de-las ctestas o cumbres), ionectzndo
lo,r p
más altos, como en el caso de la ftonte¡a Indo_tibetaná.
En la seguod¡ "-.¡,¡_
dzd, el tazado de la ftontera sigue la línea del divisor
de agues, r.,,r¡;¡ 5¡
de reparto de las aguas o tliuoúiln acquanm,rito"¿o
.nr.i* .,-,.-, lifu!¡i_
ñcas. En ese caso, el reparto ogrrrr. ., la línea en
q,r. las €rrrs & fE:-_

i]: l:';:fis"... ^-'otx.


rtdt¿.h ¿e.l;E¡t int¿ñ@iñt
r,¡ub."or 4a-F r¿{_r
reparten, fluyendo por uno u otto lado de la montaña o cotdillera, tal como
ocurre en la frontera ítalo-ftancesa establecida por el Ttatado de Tudn de
1860118. Este es el método más preciso v que ofrece mayor facüdad a la demat-
cación, como probó la cuestión entre Chile y Argentina sobre la cordillera de los
Andes (decidida por el arbitraje del Rel de Inglaterra en 1,902), así como las
zonas montañosas entre Brasil, Venezuela, Colombia y Peru. En Brasil, sólo fue
adoptada la Línea de las cimas en el caso de las frontetas con Paraguay, Argentina
y, de cierto modo, con Uruguay. En el resto, Brasil siempre siguió el critedo del
divisor de aguas, que es, de hecho, el generalmente utilizadotte.
Cuando el fmite es representado por z7r el ptoblema es aún más complejo,
ya que pueden existir diversas situacio¡es, como:
a) penenecet el río, enteramente, a uno de los Estados ribeteños, pasando
la línea divisoda de la ftonteta por el margen opuesto;
ú) pertenecer el río, en condominio, a ambos Estados, permaneciendo indi-
üso y: aún,
diüsoria entre los Estados por el medio del río, dividiéndolo
y' pasar la linea
en dos partes (criterio de lz eqaüstanda)tu. La hipótesis más común es, ciert¿-
mente, esta última: si pasa la línea dirisoria entre los Estados por el medio del
río, dividiéndolo en dos panes, quedando las dos primeras hipótesis sólo como
ejemplos históricos, o, por Io menos, cada r-ez más infrecuenteslsl. El ctiterio de
la fnea de Ia eqtidistancia fue el utilizado entre Btasil y Bolivia en relación a la
drüsión de los ríos Guaporé (o Iténez), Nfamoré y Madeita (o Madera).
Cuando el río sea nalegable, la Iínea diüsoria entre los Estados fronterizos
debe pasar por su talweg es deci,por el eje de su canal principal o más profundo.
Se trata del proceso más conocido de determinación de frontetasl82. Esa expre-
sión alemana (talae{ es, a r-eces, taducida como "camino del valle"; otros en-
tienden que Ta/, e¡ el sentido de "valle", no puede integrar Ia exptesión talweg
debiendo el prefijo T¿l ser entendido cotno jasante (río abajo); otros aún lo en-
tienden como Tiefe -pnfndidad. Así, debería la expresión ser entendida como
camino o ünea de la profundidad183. El talwegse diferencia de Ia línea mediana
fluvial, ya que designa el camino ptincipal segu.ido pot los navíos de mayor pone
al descender el río, siendo la ünea media de su coriente.

Cuando el río no sea navegable, el límite es encontrado et la lnea de la nedia


distancia o línea mediana fluüal, es decir, por la línea imaginaria que diüde, geo-
métricamente v longitudinalmente, el río en partes equidistantes de los dos már-
genes. En ese caso, por no existir otta técnica, lo que valdrá será la división por
lz rinad del rurso de agta. Habiend.o alteraciones (mayotes o menotes) en el curso

r?s Vid. Gild¿ }faciel CoRRÉ \ \[E1TR Russorlr4No. idem, p. 242; y o]¿na Cesat Itu{ssú, Ctto ¿e üÉita i"htu it ¿
prbri.a, cir., pp. 348-3"].9.
1?, Vid. Hfdebrando -\ccroL\' . Tñt¿¿o d2 ¿¡ftno ;rtñü;Ma/ P'ib¡itu, !ol. Il, cir., pp. 136-137 .
130 Vid Or"má Cesd IrL Litt. C'ú ¿. ditito i¡tña.iú¿l píbltñ,.it, p.349.
13' Vid. Gil¿a i{aciel CoR¡li 1 \fE\ER RLssoM,{No. Dr's}¿ irtetuciüdl pnbua, cit., p. 243.

Vid. Ian BRo\\\-uE- P"at@ d. di-it' inbnatianal fubno, clr., p.138.


'3,
r3r Vid., entle or¡os, D' \ a¿ Btuüd't.I¿i'pzi's. ts . A.. Rrcckh^vs Y.¡l^s, 1938
I|cúeh Ta4.
del ío, se siguen las mismas reglas comentadas atriba, siwiendo el tah+¿del úo
o la línea mediana fluvial como límites fronterizos, conforme sea el río navegable
o no navegable, Ese método aún merece el aplauso de vados intemacionelisas,
habiendo sido también el adoptado por el Instituto Americano de Derecho ln-
temacional, con apücación en los tratados que pusieron fin a la Pdmera Guer¡a
Mundialls. Habiendo un puente sobre un río contiguo (aquel que separa un Es-
tado del oto, corriendo entre sus tenitorios y haciendo la ftontera natural entre
ellos)t85, se consideta como límite divisorio el medio del puente, no importando
el cutso de st talwego la línea mediana fluvial, los cuales podtán no cortesponder
exactamente a l¿ línea mediana del do.

;
Como ejemplo curioso de límite territodal está el que separa a Corea del
Norte con la del Sur, Sabido es que dichos límites están üazados por el paralelo
38o, surgido del armisticio firmado luego de la guerra de Corea (1950-1953). Pues
bien, justo en el paralelo 38o, está construida b loxa de segtidad nnpartida (Pan-
nanjon) qu'e attruesa por mitades la ünea divisoria. En tal zona de seguddad ha,v
b¿rr¿cones dot¿dos de puert¿s, con esttada y salida hacia el norte y otta hacia el
sut con iguales catacterísticas; en el cenüo del b¿r¡acón está una mesa donde las
auto¡idades de dichos países se reúnen cuando es necesario. Así, cuando están
en dicha mesa, las partes están cada cual en su "teritorio". Como se sabe, en la
configumción geogúfrca de cualqüet río aparecen incontables accidentes (como
ensenadas, huecos e islas), haciendo que la opción pot uno de los critedos estu-
diados atdba, a veces, no dé tesultado. De ahí el papel que los tratados intema-
cionales demarcadores de fronteras aún tienen en esa sede, por lo cual no se
puede decir que ellos sea una especie en extinciónltr.

4. MoDos DE ADeursrcróN DE TERRrroRro


En el pasado, como explica Rlznr, era común que los Estados que forma-
ban parte de las potencias navales adquirieran teritorio por descubrimiento, se-
guida de Ia ocupación efectiva (con el eiercicio continuo o la demostación efec-
tiva de soberanía) o presunta. El descubrimiento tenía por objeto la tera ntüts
(o tierra de nadie), que no era necesariamente desh¿bitada. El "descub¡imiento"
de Brasil por la flota pomrguesa de Pedro Arv¡n¡s C¡IRAL fue elemplo típto
de ese fenómeno, h¿biendo Eutopa, en la época, entendido que aquí s€ treeba
de te¡ra n üu (aunque aquí hayan sido encontrados nativos, que, con todo. m
ofrecieron resistencia).
Oto
modo de adquisición de territorio en el pasado, aunque no an Ér-
ctente, fuelr tera denlicta, o sez,la tiera abandonada pot su antiguo descubridc.
cuyo estatuto jurídico equivalía al de b teffa ntili s. Fue lo que ocurrió cm L iL
de Palmas, abandonada por España, así como con las Matvinas y hs C¡oLr-
que fueton ocupadas más tarde, respectivamente, por los Países Bair, prCa

rs. Vid. Hild€br¡ndo Accr a,y. Ttut¿¿o h ¿ifri¡o írt tui6¿t pttia,rol 4 c'r- F r,(}
t35Sobre los rios contiCuos, Panc IlI, c¡pínrlo II, scccito IV.
r& Vid. "7. c.
José Fnncisco P.EZEK Dirik int¿Mitul ,tl'lb. . ., p- 15&
Bretaña y por Alemania'8i. Los medios actualmente conocidos de adquisicrón
del dominio terrestre de los Estados son la ocupación, accesión, cesión, pres-
cripción adquisitiva, conquista v anexiónr88. Tales modos de adquisición del do-
minio tetrestre surgen para el Derecho Internacional, sobre todo, en cuanto al
territorio propiamente drcho del Estado, del cual los demás dominios (acuático
y aéreo) surgen como accesorios. Cabe aquí un anáüsis de cada uno de los medios
citados de adquisición de territorio. Pero, antes, se debe hacer la observación de
que esos medios de adquisición de territorio vienen tratados por Ia doctrina en
general de una forma estándar, reflejando la preocupación de sus autores con el
período anterior a la Ptimera Guerra \fundial. Las formas de adqüsición de te-
rritorio no pueden ser tratadas con orrodc,sia, una vez que la comprensión de la
situación real ocurrida solamente es pdsible mediante Ia confluencia de varios
principios que rigen conjuntamente cada caso en separadol8e. Veamos, entonces,
una a una las situaciones ariba apuntadas:

a) Ocupación
La ocupación -que en Derecho Prisado es descrita como posesión- siempre
fue la manera más frecuente de adquisición de domrnio. En su definición tradi-
cional, defendida por muchos intemacionalistas, la ocupación consiste en Ia
apropiación permanente, por parte de un Estado, de un determinado territorio
sin dueño (tena nallias), runque habitado por tnbus o pueblos que aún no se han
otganizzdo políticamente o cuya organización no les petmita reclamar derecho
de ocupación anteriort'0. Se dice "de6¡rción tradicional" porque, en relación a
éste su último aspecto, la comprensión de la práctica internacional siempre fue
en el sentido de que los terdtorios habi¡ados por esas tribus o pueblos eran sin
dueño, por la falta de organización polírica de esos habitanteslel, siendo así como
Portugal adquirió: Brasil, India v -itrica: r España adquirió: México, Centroamé-
rica, parte del Catibe, parte de América del Sur y Filipinas.
Muchos se opusieron a ese concepro de "propiedad", que autoriza a gran-
des potencias a ocupar tierras habitadas por pueblos más atasados, pero no por
eso destituidos de un caerpo socialque rire tranquila y pacíficámente. La prácttca
de la ocupación, que alcanzó su auge en la época de los descubdmientos
-cuando
el Papa, atnbuyéndose el Derecho dirino de donar tietras, otorgaba, por Ias bulas
pontificias, territorios y áreas a descubrir-, nunca respetó los territorios ya habi-
tados y jamás se preocupó en preserr ar la orgznización (aunque minima) y la
cultura de aquellos que allí estaban antes de la llegada del "descubridor,,1e2.

Vid., por rodos,José l;ra¡cisco RrzF( Ido. pp. ta-t¡5. Sob¡c cl asunn¡, ,,/. ¡ambién Ímes Ctu{vToRD. BDM¿)tr
'3r
pn¿ rh otp"t lk úhn n"ar. l¿u. t¡.. pp. )t\.)1)
'$N
Sobre el tena, 11 Paulo B or\a (:^st:JL\. D¡ñ:' B:ey,tui¿tr ¿q¿f,!, cir., pp- t,"7 -212.
13, Vid. Las obsenacioncs de Ián BR()\\r_rF:.
Pr'.¡,j ü tiipna Mbú¿.iotul lrb/,,o, cjt , p. 145.
rtotsneseexactosc¡tido,¿Hldebra¡dolccl(n).I¡,rz'¿d¿¿ircitoi"ren¿dor¿lp,ihti,voL.ll.cu.,p.285.
rr1 ]an BRovNt.lF: adhjrc qr¡e u¡, tiera nü!¿ ¡rr ,¡r¿¡, puede ser áque a ..quc r encucñm ¿n la,posesión de @
comunidad qu no poe una,,rfinización socú1r poLda . tdem. ¡. 152. Clólis Brvri.\eut, por su par¡e, ya ensen¡ba e¡ el
hic'(, del siglo )LX gue aunquc "los salráies ¡o poson org,tración poliú.a szDsf¿crona, no es lícib c;nsjderár sin dueno bs
rcnit(,nosqueellosoansavp,cificahcorcocupan'.Did?¿prbtta¡,tú¿.í0,¿/.,tt,.ir.,p.355.
Ltr Vid. ( )!aha Cesar ITU1 sst . a"6o lJe ¿¡e¡ta ¡itm.íútul pab/tu, c;t., p. 166.
La ocupación se relaciona a lo que puede ser cocsid¡rrdo r *5r
dueño), por ejemplo, una isla volcánica, y no a lo qrr g.'---L¡rr5
(cosa abandonada), cuando se verifica una ausencia mm¡is ddÉr
pero con la voluntad del antiguo poseedor de volrer a cierw soh á,r*
r¿nía. En ese caso, como no hubo fin de la posesión, no r pcdc &-L
posibiüdad de ocupación. Peto no se puede descarar la posibi[ded p -&L
pérdida del tí¡rlo en virtud de la falta de un mínimo de ligaoen dmrit *
determinado territorio. l,o que no se admite es la presuncióo Putz I --!¡. &
pérdida del tírulo, pot razones conectadas a la necesidad de mantener Ie csrf
dad teritorial y de evitar su usurpaciónte3.
) Hzce algún tiempo, la simple prioridad en el descubrimiento de m¡sz: ú-
rr^s y^ era suficiente para legitimar la adquisición del territorio. L n¡ badca
clavada en la tterra,lz elaboración de un acta y el envío de correspoodcÉs I
soberano sobre Ia nueva colonia eran los medios uti.lizados para la tom- & p
sesión de las tietas descubiertas, que fotmalizaban la prioridad de aqueth ti
sición, pteviniendo su derecho en relación a los demás Esados. Tr¡-< dcso-
bierto, el Estado se instal¿ba en ese territorio, a fin de mantener la effi
de la posesión, conservando su dominio. Es¿ efectividad se demuestre por ci
ejetcicio de los poderes de hecho, cotrespondientes al ejercicio de la sobea¡ir
que el Estado .pt . .tt elterntono.res tulliu.

Deberá pot eso p rol:,at su aúmus ocaupandi o animts possidendi como condd<in
esencial para la formación del tínrlo. Así, se puede decir que las condiciones r-
cesarias para que la ocupación sea considerada ldtima, son las siguientes: ar scr
el territorio res nallitts, ü) haber sido su posesión tomada pata eI Esado s en no-
bre de é1; f ser real y efectiva Ia posesión eiercida pot el Estado sobre el te¡ritono
res nttllius, y, d) ser la ocupación fomalmente notificad¿ a los demás miembrm
de la sociedad internacional.

De ahí que se entienda que el descubrimiento hace nacer Pa¡¿ el Estrdo


descubridor un tínrlo condicionado, oponible a los otros Est¿dos mienra-' no
sea conüadicho, debido a la ptesunciír juis tantum de vencidad (r de la efecri
vidad por un período razonable) de los actos de ocupación. En el caso Grtle'
landia Orienallea ia CPJI decidió a favot de Dinamatca contr¿ Nonr€g1 Fe
había anunciado su ocupación el 10 de iulio de 1931. El argumento & Dit2-
marca, en el sentido de que dutante mucho tiempo había existido a su Ésor r¡o
título válido, basado en la manifestación efectiva de autoddad esatal sobr€ Edr
Groenlandia, convenció al tribunal, que tomó en cuent¿ las actiridades eitrcik
por ese país entte 7921 y 1931 , incluyendo, "la imposición de legisleci<n rdn.
a un monopolio estatal de comercio, Ia atribución de concesiones cmci*.
de explotación minera y ottas, el ejercicio de funciones gubemzoe-'Jrs r&

Vid. Ian BRoVNUE. Prr.t i¡ de ¿;ft;to itr¿ñd.iotat Púbt@, .11., P. 158


'er
$a Ctuü/ardi¿ (en sroer'l^¡¿és, Kala¿lit N'tuL g\. signific¡JNÉsln tin": tr &ras C-i- e - tr
"tiena verde') t¡mbién es esditá m Brasl de dos otras foffist Glü'b¿ia @ Bb ¡rlzd¡, o Cl-' i L- -
ami¡ ra é :!-!- ¡-:-i
isla del mrúdo, desobidta por los viki¡gos isl¿.d€s€s airededo. d€l ¿no 985. Su
pe¡teneiendo al Reino de Dinámrc¿.

-
administtación, y Ia celebración de numerosos tratados en cuyos téminos apa-
recían explícitos los derechos daneses sobre Groenlandia"le5. Destáquese que,
los tiempos actuales, el tema de la ocupación de teritorio perdió significativa-
mente su irnportancia, una vez que todas las tierras de nuestro planeta ya están
efectivamente ocupadas, no existiendo más ter¡itorios desocupados posibles de
ocupación, no obsante haber sido éste el modo más frecuente de adquisición de
teÍritorio en el pasado. En un planeta ra prácticamente dorninado, no tiene peso
el estudio de la ocupación como modo de adquisición de territorio, a no ser
desde el punto de vista histórico.

b) Accesión
La,ll¿;mada, accesión consiste en aurnenro del dominio terrestre del Estado
de nueva porción de teffitorio, en si¡¡:d de hechos de Ia ¡zttr ezt (accesión
natutal) o por medio de acción humana (accesión artificial). Son ejemplos de esta
última la construcción de diques 1- rompeolas, const¡uidos a lo largo de la odlla
matídma del Estado y que aumenan su espacio fisico territori¿I, como testifica
el ejemplo de Holanda.

La accesión natural -que sigue la clásica regla jurídica seg6n la cual accestio
cedit princ;Pali (lo accesorio sigue a lo principat)- es figura bastante conocida del
Derecho Civil como una de las forma-. de adquisición de la propiedad privada,
siendo ejemplos el aluvión y la arrlsióo- Constituyen alaútin los aumentos que
sucesiva e imperceptiblemente se tt¡¡¡n-n por el depósito gadual de tesiduos
naturales en los márgenes de los ríos o e lo largo de los ütorales, en virtud de
corrientes fluvi¿le s o matítimas, abaio del punto al que llega el pleamar medio, o
del punto medio de las inundaciones ordinarirs, así como la parte del cauce que
se descubre pot eI alejamiento de les aguas. Tal aumento es independiente de la
voluntad humana y se produce por uf, t¡¡t'¿io lento y discteto de la naturaleza.
Esta adición gadual e imperceptible de subsancias al tetdtorio estatal es válida,
según Ian BRow'I.,tLIE, cu¿ndo este proceso dé origen "a una extensión en rela-
ción a áreas yabzio ocupación efectisa coo base en los principios de la contigü-
dad y de la cefteza"tn(.

Ya la awl¡ión tiene concepto distinto, pues es proceso súbito y violento de


accesión de territorio, causado por fireza impetuosa dela.¡atutaleza..La. avulsión
ocurre cuando, en virtud de fuerza natur¿l violenta, una porción de tiena se des-
prende del territorio de un Estado, iuoúndose al teritorio de otro, pasando a
formar parte de éstele7. Resulta solunad ajena al deseo particulat del Estado
beneficiado que, adquiriendo porción adicional de territorio sin haber contri-
buido para que eso ocurriera, ning!¡e responsabilidad úene por el evento. Por
este motivo es que no cabe solicitud de indemnización por p¿rte del Estado

s5 Ian BRowNuE. Prt¿l@ ¿e ¿tñro ¡r¡tñdtñ¿l públiú_ o.t, p. 156.


1t6ldem, 16ó.
P.
Itr Vid. Gilda Maciel CoRRTA tr{F. \,ER RLsso\Lrio. D,¡ar, itt ñditMl ptbh¿, .ir., p. 252.
periudicado, pues es principio de Derecho de Gentes el de no h4* r-i
miento de hechos causados pot lz na;tunleza,tot. De la misr¡¡ focr,-- k *e
islotes que se formen dento del lecho de los ríos de los Estadc o ca lrr
¡li
del mar territodal, sea por acumulación de tesiduos, sea por fueza&h-
leza, pasan automáticamente a pertenecer al dominio del Esado. El.-rtrrt-
tu¡al del curso de un río que abandon¿ su lecho primitivo en direccifu i n-
torio de otro Estado, también es causa natural de adquisición tenirori¡L E¡ b
que ocuffe, normalmente, con los cutsos de agua voluminosos r riohrmr ri
tuados en las regiones ftonterizas entre dos paíseslee.

c) Cesión
La cesión de territorio es el acto pot medio del cual un Estado tr¿n_sfcrc r
otro, voluntadamente, sus derechos soberanos sobte parte de su territodo, p-
diendo ser celebrada a tín o gratuito u oneroso. Por la cesión, un Esado d
cedente) renuncia, en favor de otro (eI cesionario), a los detechos y preÍog¡rir¡s
que detenta sobre parte de su territorio. Toda cesión debe ser fotmdtzzdz p
medio de un tratado internacional concluido entre ]os Estados partes (cedeoc r
cesionario), en que debetán constar todas las cláusulas de ejecución dei acuerdo.
sus condiciones y efectos jurídicos, así como las obligaciones de los Estados eo
relación a la parte del territorio cedido. Son condiciones para que haya la cesxln
eficaz: ef concurso de voluntades entre el cedente y el cesionatio y la tome d€
posesión efectiva por el cesionado2m.
La cesión puede ser concluida por medio de venta de territorio, como sucr-
dió con Luisiana, eue fue vendida por Ftancia, a Esados Unidos, en 1803, por
60 millones de ftancos; con las Islas Jónicas, hecha por Inglateffa a Greci4 eo
1863; y con Alaska, vendida por Rusia, también a Estados Unidos, en 1861, por
7 millones 200 mil dólares. Puede también llevarse a cabo por medio de pe¡murz-
tal como ocutdó enüe Brasil y Peru, eÍ 7874, en la región de la Tabatinga rsi
como las rcdizadas también enre Brasil y Boüvia, en 1903, cuando, por ñrezr
del Tratado de Petnipolis, esta úlfima, potencia cedió el Acre a Brasil, tecibieodo- r
cambio, ciertas áreas situadas en alto Madeim y el detecho de paso hacia el -\din-
tico. De igual maneta fue el acuerdo germano-checo de 1930, referente a,h m.
fionteriza, eI acuerdo ente Suiza y üechtenstein sobre el intercambio dd sco
del Reno y !üurznehorn en 1948, y el acuerdo ruso-polaco, en lo que respea r
la permuta de teritorios'en ta rdón de Drogóbich41. La cesión ydunrn c,
rara que ocutra, meteciendo registro la cesión de esa especie hechz, pa.Bd e

9-g"uy, de pane de la Laguna Miin Qt[etín) y del no Jagaú faguz-. o


algrrnas islas en ellos situadas, habiendo quedado establecido qrr h É.* cr-
tre estos dos países, en aquella teg¡ón, atavesxía sus aguas loogimfuh-
De la misma forma, el Estado del Congo se inco¡poró y6l¡¡¡¡^ri.nr=¡¿ ¡ BáEia

1rs Vid. O!"ma C€sd lruAssu. C'n d. diltiro i'r.ñcittat ?,tbtiaÁL, p. 364.
1rq Vid. Gilda Maciel CoRiErMEYETR RussoM No. D;ri", itbr"ati¿rd&f44p-753-
4 Vid. Clóüs BEvn-{euA. D¡r¿;lo pibia ¡th¡n@ittut..., t. t, ciL, p. 375.
,0' Vid. Oyd¡á Cesar JTrrAssu. Ct¡¡o dt ¿iÚik íúteñddod
Nbn@,cn, pp.37&t/9-
en 7907242. Menos raro que ocufra es la cesión forzadt de teritorio, que tiene
lugar cuando un Estado ejetce su poder sobre otro, exigiendo de éste, sin nin-
guna rétribución, la entrega forzosa de parte de su territorio. Destáquese que,
aunque tal cesión pueda ser fotmaiszada por medio de un tratado entre esos Es-
tados, dicho instrumento internacional puede set declarado nulo, en los términos
del art. 52 de la. Contunción de Viera sobre el Derecho de los Tratados (1969), que así
dispone: "Es nulo todo tratado cura celebración se ha1'a obtenido por la ame-
naza o el uso de la fuerza en violación de los principios de derecho internacional
incorporados e¡lz Cartz de las Naciones Unidas". En nuestro tiempo, se dene
como ejemplo de cesión forzadt el ocurrido dentro del marco inicial de la Se-
gunda Guerra Mundial, cuando Alemania exigió de Checoslovaquia la región de
los Sudetes en 1938, por la fuene presión política y z de guerra2o3. Mo-
^men
detnamente se ha adoptado el sistema de plebiscito, en que la población del Es-
tado manifiesta si acepta o no el ratado de cesión de territorio concluido por
éste Estado con otro. A ese sistema plebiscitario Ia púcttcz internacional ha
opuesto el sistema de opción, por medio del cual la población de un teritotio
cedrdo puede, indir-idr.ralmente, escoger entre Ia nacionalidad del Estado cedente
y la del Estado cesionario, segrin lo que le sea más conveniente.

Según enseña Rrzr.q un


caso de auibución de territorio por decisión polí-
dca de otganización intemacional ocurrió en el ámbito de la ONU en.1974, a
propósito del teparto de Palesdnz" r de nuevo en 1950 en cuanto a las excolonias
italianas. La CIJ, que es el órgano judicial de la ONU, no atribuye territorio,
Limitándose a decit a quién penenece ciena área, o cómo los contendores debe-
rán ptocedet pata el correcto repano de la región controv€rtida, por eiemplo,
Ios casos delTempk de Preah-Vihear de 1962, del Canenin SEtentrional de 1963 y áe
lz Ptatafonna Contineúal del Mar del \ort¿ de 1969:4.

d) Ptescripción adquisitiva
La prescripción adquisitrva --conocida en el Derecho i¡terno con el nombre
de usucapión- puede ser entendida como el modo de adquisición de teritorio
proveniente del ejercicio pacífico, real r- prolongado, de la competencia intema
de un Estado sobre determ.inado territorio. Su validez es indiscutible en el plano
internacional, habiendo sido reconocida por la lurisprudencia internacional. I-o
que diferencia la presctipción adqüsiosa de la ocupación es el hecho de que en
aquella no se eÁge :una terra na/lus,bas¡zndo la permanencia duradem y efectiva,
con animas dominz, sobre un determinado territorio:05.

La prescripción adqüsitiva tampoco se confunde con la llamada prescrip-


ción liberatoria, que -como se vetá en la Sección V, ítem n" 72, ixfra- es caso de

ro, Ídem, p 3i9


,0r vid. c'lda lfaoel CoRnE,\ \IEYER RussouANo. Dr'u;o üttunüál
?'iblíü, át . p. 255.
r0{José Francjsco Rr,zr.rK. Diftn| i,teñad¿n¿l ptblt,a-.., .it , p. 151.
¡5 Vid.I-oretr2 OR¡]zAHI.F. Deacho ¡rk adandl?iblia, c\r.,p.85.
exclusión de la responsabilidad estatal consistente en el sile¡cio dd ES L-
sionado en telación al eventual daño sufddo por acto d. o,ro. \li. .tfr.¡ - cs'-
tablecet la difetencia enffe la prescripción adquisitiva,v la ocupación eÉctise, cn
que dos soberanías eiefcen, contempotánea y concurentemente, srls ¿cririb&
en un determinado teritorio. En el caso Isk de las Palnas (isla sioz& emc k
islas Filipinas --€ntonces bajo sobetanía norteamedcana- y las Indias Orkmlcs
Holandesas --{omo eran llamadas), Ia Corte Permanente de Arbitraie üro (F
decidir cuál de las dos sobemnías -Estados Unidos u Holanda- detena el ci¡
tínrlo, habiendo entendido el árbitro Hunnn que existen pruebas "que tienden e
demosüar la existencia de actos incontestados de manifestación pacífica de h
soberanía holandesa en el período comprendido entre 1700 y 190ó, r'que [...]
pueden set considerados prueba suficiente de la existencia de Ia soberanía bo
landesa"2oó.

Percíbase, entonces, Ia diferencia de la ocupación efectiva para la usucapióo


@rescripción adquisitiva), que tiene lugar en espacio de tietta cuyo ejercicio no
es simultáneo por parte de las dos sobemnías, constituyendo un substitutiso del
tírulo. Algunos autores, con todo, no admiten la prescdpción adquisitira eo el
Derecho Internacional. Uno de ellos es Clóvis BEVILAQUA, para quien la rmpo-
sibiüdad que exista usucapión en el Derecho Intemacional ranscurre del hecho
que la posesión esá "fundada en justo títrfo, que, tecayendo sobre bien aieno.
por el ranscutso del tiempo, se üansforma de hecho, que era, en derecho, por-
que Ia obscuridad en que la negügencia del dueño dejó a su derecho, p..-itit
que se formatan, enraizaran y desenvolüeran, en la tranquiüdad de la bueoa ñr
intereses que la ley protege, teniéndolos pot más valiosos que los del propieterio
negügente", concluyendo, entonces que en la sociedad de Estados, "no se en-
cuentran las condiciones que determinan la existencia del instituto de la pres-
cñpclon *.
No obstante la lección del gran jurisconsulto, el ciertoes que la maroría de
la doctrina admite la prescdpción adquisitiva en el Detecho de Gentes, a pes:r
de concordarse que ésta no es exactamente la misma que conoce la doctrina cisü
La doctrina enumeta algunos tequisitos pztz \t existencia de esa modalidzd &
adquisición de territorio. En ptimet lugar, la posesión del territorio debe ser ¡e-
cífica e ininterrumpida por parte de la autoridad del Estado allí alojado, pues sóJo
así se puede ptesumit el abandono de los derechos por parte del Esudo .T*
antes los detentaba. O sea, no puede la posesión ser turbada \-, i2mFoco- EE-
mitente. Por lo tanto, no se puede hablar de prescripción adquisirise s¡ h m-
sencia de dos sobetanías que se disputan: la del Estado que eierce, qub ¡ gi
ficamente la posesión de determinado territorio, y la del que ti(r d rhrb &
dominio (utus titukt) en telación a esa potción de tierra- Una pcn &
ultimo Estado --el cual no necesita seguir obligatoriamente l¡ 'r;liz-lio & ro -
,06 Vid. I¿n BRo\¡/NuE. P'l'airt r ¿e ¿ifttto i"h'rlddañal?iblico, ci¡' p. l5tl5Á
,07 Clóüs BF]V¡¡"{QUA. D,D}, ?'lblio i,ttu.ian¿|..., r.I, cit., p. 380. F¡ d ¡ao slii\ ¡i C.-ffiEJb
;"reMiú¿t, c\t, p.225, pM quie¡ "la misma imprecisión quc rcda cs¡a ffi¡ lrÍ¡F -6 r-t-!-
paJa co¡ferir sobeianí¿ ternto¡ial".
de los mecanismos de solución de conuoversias de l¿s Naciones Unidas- ya es
suficiente para impedir que la posesión sea pacíFrca e inintemrmpida. Debe, aún,
existir'un efectivo ejetcicio de soberanía sobre este tenitorio (anino donin) por
los ótganos del Estado, y no por pafticulares. O sea, la posesión debe ser ejercida
) ühe de sowerain de forma dutadera. I-a posesión debe ser aún púbüca y notoria
por parte de los demás Estados integrantes de la sociedad internacional. La pu-
blicidad y noto¡iedad son imporAntes, una vez que, si así no es, no existirán
medios pan alegat el consentimiento úcito del sobetano por medio de la aquies-
cencia o aceptación208.

De eso deviene que la ocupación por reptesentación convencional no es


medio útil pata producit la prescripción, en rirtud que la acción delegtda, tetita
lt efetüuidad del ejercicio de l¿ sobe¡anía por parte del Estado que requiete para
sí el teritorio. No existe, en el Derecho Intemacional, un plazo prefijado pam el
ejercicio de los derechos sobetanos err cierto territorio, al final del cual la pres-
cripción adquisitiva se consumaD. Todo, el parecer, depende de la solución del
caso concteto llevado a un tribunal intemecional. Pero, por cierto, parece habet
un consenso en el sentido de que tal Iapso temporal debe set mucho más ampüo
que aquel exigido por el Derecho intemo de los Estados.

La aquiescencia del Estado ti¡¡la¡ del tín¡lo anteriot produce efectos idénti-
cos al teconocimiento, no presentada h protesa (o esperado) dentto de eie lapso
de tiempo ampüo. Entre los dife¡entes eiemplos de prescripción adquisitiva ad- 1

I
rnitidos por el Derecho Intemacion¡i, pueden ser citados el caso de Estados
Unidos contra México, en 1911, en rel¡ción al territorio del Charnizal2l0, y de
Inglatetra y Brasil, en 1904, acerca del territorio del Pirara211. Este último caso es
digno de nota.
La,lltmada, "Cuestión de Pi¡a¡e" n¡ció cuando Inglaterm ptetendió enviat,
a la entonces Guyana Inglesa, al explorzdor alernán Robert ScgotrmuRcK para
fines de explotación de las riquezas enimdes v vegetales de la región, creando
con Brasil una disputa de f¡ontera eo Ia Fenja de tierra al Este de donde hoy es
el actual Estado de Rotaima. I-a colocacióo" por el explotadot ScHolounctg de
dem¿rcadores de frontera en el área sin el aval del gobiemo brasileño acabó por
generar un incidente diplomático entre los dos países. Pero, en 1904, Bmsil acabó

,oa Vi¿. Oy* tü--'I


C""a. Iro Arsú. Crm ¿. ¿iEb FÉa, ci¿, pp. 382-383; y Iad BRov\1tlE, Pin í?iu ¿¿ ¿i'rjb
;nr.tu,iMl .+iG¡
?tbnco, .tt, p. 169. Ddúqucsc q¡¡. h r h ¡cept¿cióo difi€ren del 6rpúl d€l D€recho mglos¡ió4
consistente en 1¡ sure¡táció¡ de uia posición iuino
-.'.f-1'¡. con ¡ctos anteriomerte pr¿cticados por el sujeto en c.N
(i ño Pftpti¿n tt/Pitrd,reñ allsgrt o MiE MttuJú Fqú x¿r. S€ t¡¡ta de pri¡cipio fiúdado €n los pri¡cipios de bu...
-
fe y de la consiste¡cia. Asi si u¡ Estadq po¡ ¿cro Fih¡co, e ñniGest¡ en ú deteminalo sútido (ac€pta¡do o neg¡ndo
detemi¡ada situacjón de hecho), r,l @ifcs¡1cióo cr-ai1E fút@ ráüd¡ dc vsifrc¡i su inteÍcióo dc laoroccr (positi!.¡ o
¡eg¡tivanentE ¿quela sirución. D€ üj que d aÁ#Jmrib s.r c¡tcidido como la preduión, educidad o r€nunc¡ (expftn
o ácita) de ú derecho naterial. Sob¡e e1¿súro, sil
-{¡dE \L\t|t:., L'6tol,lx/ 4 ¿tu¡t i"ttuti.tulptlia patí¿¿ ¿''r q¿rtz ¿¿L
rbéo/i' d' fe¡r@,l," dtu;l ¿rdlnt, País: A. Pedonc, 1C9, 3a4, p. \¡d Am
Jórg P¡ul Müü-ER & Thomas CqrT¡ER, E trylea¿ü I
P" n l"ttunoral la,t,
'o]..
II, Rudolf BEL\I ¡yr (c¿i,.trErddz¡: Nonh HoI¡¡ ¿: 1992, p. 116 Iantcllo Eíotu 4iy l^ÍB
CfL\\xFoRD,BnM pi,cbLt ofptúlít i'td,4¿i.&l la, óL,W. 420421.
me Vid. Cés¿r ' SEPúLVEDA. Dtuk i,htúial c\L, p. 225, paE quien: 'No hay, por otro lado, le !.gta que p€fmi!¡ .
est¿blecer cutl es la dMció¡ aceptable pn"¡ c@Eljd h F6dipció¡".
2'0 Sobre el teña, ,¿¿ César SEPí'LYED
! idcr\ pp. Z2-237.
,rrVid. Gild¡ Maciel CoRa-É.{ MEYER Russor{\No. Drt}, írttuiúr¿l
?¡tbl;@, cir., p.25a.
acepta¡do eI laudo arbittal profetido por el rey italizno \ho.b EMf l.
que hizo que Brasil perdiera p¿ra Inglatena 19.687 km2 dc sr rr"iri¡

e) Conquista y anexión
.
La conquista (o /e bellaüo) y la, anenón son, por ultimo, las do6 'íhi'r. fri
de adquisición de tertitotio conocidas. Son, también, formas de rykiÉ.iñ- &
territorio condenadas por el modemo Detecho Intemacional Públko, u
que nacen como resultado triunfante de una guerra2l2. El famoso Tút l-ll-
ntncia a la Crcra Qacto BFJAND-KEI-I-oG), celebrado en 1928, pteve co be rrr
1 y 2 la condena de "la gae:ra panla solución de las conüoversias inte¡ra-ira-
les", así como reconoce que "la normativa o la solución de todas las conúrrsEr-
sias o conflictos, de cualquier naturaleza u origen que puedan surgir enuc c[rs,
jamás debetá ser buscado sino pot medios pacíficos". No obstante su enrmrizlo,
vadas fueron las violaciones a esos preceptos, ocur¡idas a Io largo de la historl
A1 final de la Segunda Guer4 Mundial, pot ejemplo, la Unión Sosiéticr in-
corporó, sin ninguna dificultad política, militat o diplomática, a Estonio, IjtuzoL
y I-etonia, a su ya vasto territotio2r3, habiendo esos países proclamedo sus indc-
pendencias en 1988/1989. El mismo fenómeno ocurrió, el 2 de agosto de 1990,
cuando Irak invadió Kuwait, intentando la incorporación de este territorio d
suyo, evento que quedó conocido como primera Guerra del Golfo Pérsico, ocl-
sión en que Kuwait se hizo, aunque tempofalmente, ptovincia iraquí haste s
übemción en 79972ta.
Es bueno aclatar que la conquista (tambiénllzmada, debelktio. porque aniqoile
a los habitantes nativos de dete¡minado teritorio) se encuentra proscrim s su
utiüzación acarrea la responsabiüdad intemacional del Estado2ls. Aunque el tímlo
de dominio (conquistado pot \a fietzz) sea eventualmente reconocido por er-
ceros Estados, estará siempre el Estado perdedot autotizado a imp¡rgna¡ los r-
tos del Estado agresor, a fn de recupetar el dominio completo sobre su tld¡o-
Áo216.

En suma, hoy en día la conquista no es offo modo válido de adquisiin &


tertitotio, no pudiendo generar ningún efecto juddico, ya que se eflcueúrn rE-
pudiada por el moderno Derecho de Gentes, por perturbar la paz, le segrriLd
y la esabiüdad de la sociedad internacional.

,', vid Resolución 242 (1967) d€l Cosejo de Scguid:d dc h ONU; y Rcsolución 2ó2s Gy,o) d. L -1-ii.-
de l¡ ONU. Esta últim enñricmmrc disponc que "el t€¡titorio de un Est¡do rc dcbc s.r obi.ro d. .d+¡*ti F Fj-
rcsulta¡tc de am€naz¿ o uso de l¡ tuda Ni¡gu¡a ¡dquisició! tcrriroi¡I r€sult¡¡E d. ¡* o E ¿ L i----
reconocida como )uldic¡". tucuérdese, .lin, $e la Crird$ih ¿r Viá'a tobn.l Dñk ¿¿ b! Tú 1*t. & é
tr¿tado o)E co¡clusión Á¡€ obtenida pot la meor o cl cñplco dc la Ár€r¿a ca vioL.iid & b. ry - ¿H -,-
Inteñacionrl inc¡¡stados en la Cana de las Naciones Unidis" (¡¡¿ 52).
nr Vid. Gild¡ Máciel Co¡¡nA MEYER Russon¿ANo. D¡iri, inhñarnallritaa, ú-n, 259-?lj-
,i4 En €ste Go espcciÉco, cl Conscio dc Scgqrid.d dc Ia ONU (por D.dio & h r.!&itu f.¿ iL t ¡{r'¿
decidió que L a¡exióo de KuMit por IEk, "cu¿lquicra qu€ sca la fodn¡ y cl F!.@, D ri!
debi{do ser consid€ñdr nul¡ e inváüd¡.
¡ 5 Sobre I¡ responsabüdad inteir¡acion l de los Est¡dos, vit. S€<.iA V d. .!. C+*l
--
nó üd. C¡.^wFo¡D Bwaác't pti".iphr i'bt:,.tiel b, <i-ñ. n-B- -,
Jdcs . ofttblit -
En cuanto a la anexión, que en teoría ocurre cuando se verifica la extinción
total de un Estado vencido, por haber sido su territorio transformado en re, na-
llius, con apropiación definitiva por el Estado vencedor, la misma solución de la
conquista se le aplica. Tales medios de adqursición territorial no son coherentes
con la prohibición del uso de la fuerza en el Derecho Internacional contempo
ráneo, los cuales no tienen más ninguna razón cle ser tras el gran cambio para-
digmático experimentado por la sociedad internacional en el pedodo post Se,
gunda Guerra N{undial:l-, principalmente con Ia evolución del proceso áe posi-
tivación de los derechos humanos en tratados internacionales, tanto del sistem¿
global como de los sistemas regionales.

SEccIÓN III. DEREcHos Y DEBERES DE Los EsTADos


1. INTRoDUCCTóN

Todos los Estados, en la condición de suietos del Derecho Internacional


Púbüco, gozan de prerrogativas jutídicas (derechos) y, de forma corelativa, res-
ponden por obügaciones ldeberes) en el plano internacional, sea en tiempo de
paz sea en tiempo de guerra. -\ctualmente va no se discute la ignldadjundica de
los Estados en el plano intemacional, lo que significa que los mismos derechos
v deberes impuestos a un Esudo más débil deben también ser impuestos a los
más poderosos, desde que todos ellos sean miembros de las Naciones Unidas.
Con todo, mientras algunos derechos v deberes son ejercitados en las relaciones
pactfcar entre F,stados, otros quedan suspendidos y sólo tienen aplicación cuando
ocurre la ruptura de relaciones d.iplomáticas, dentro del cuadro de un conflicto
armado internacional. Cabe agrlí de¡inricuáles son las prerrogativas v obügaciones
asignadas a los Estados, i- en qué medida tales derechos y deberes afectan el
conjunto de la sociedad intemacional en sus relaciones mutuas.

2, DERECHoS BAsIcos DE r-os EsrADos


Como ya se dijo, los Estados son jurídicamente iguales. por eso, disfrutan
de iguales derechos y de igual capacrdad para ejercedos, v tienen deberes idénti-
cos. Los derechos de cada Estado "no dependen del poder de que disponga para
asegurar su ejercicio" (conforme expresa el an. 10 de la Carta de la OEA), sino
del simplc hecho de su existencia como p€rsonas de Derecho Internacional, do-
tadas de capacidad v personalidad juridica internacionales.

La primera categoría de derechos estatales son los llamados deruhos


fuxda_
mentales. Tales derechos nacen del sentimiento común de los Estados, en el sen-
tido de que su necesidad es imperiosa para el equilibtio y Ia estabilidad de ias
relaciones internacionales, sin los cuales sería imposible mantener vivo el Dere-
cho Internacional. Muchos juristas, con todo, critican la utüzación de la expre-
sión derecltos Jandanentale¡ por el hecho que, según ellos, la misma se relaciona

ri' Vid. Paulo tsoRE.\ Crs¡t t.\. Dir¿la ¡rteñ¿.ianól dar 4!¿.a,. .jr., pp. 222-221.
CAPfruLo II
LAM^tr
SEccróN I
AGUAS INTERIoRES, MAR TERRIToRIALY ZoNAC6.IE-I
SuMARIor SECCIóN I. AGUAS INTERIoRES, r.ú{R TERRTToRL{L y zo:ü ccñ:aEct_ L
Introducción. 2. Aguas interiores. 3. Mar territotial. a) conepto- b) P¡$ i--_ C
Delirnitación. 4, Zora corigta. 5. Est¡echos. 6. Canales int*nyr'¡É -- F-,¡-
Archipiélagos. 8. Situación jurídica de los navíos. a) Embercacios Fit¡rr d---¡-
(o al servicio oficial de Estado). b) Embatcaciones privad¡s ñ^cirEL< o p-É
cuando soo utüzadas para fines comerciales). c) Embarcaciooes públios
-- .t
al servicio oficial del gobiemo extranjero). d) Embatcaciones privad¡s e¡ui:¡¡. g¡--
cIóN II. ZoNA ECoNóMICA ExcLUsrvA. 1. Comprensión. 2. Regtamcnrxióo ;--
cional e intema. 3. Derechos, deberes y jutisdicción del Est¿do coste¡o- .t- Dt¡cfu i
terceros Estados. SECCIóN UI. Pt-arAFoRMA CoNTNENTAT y Fo\DG rfl]¡(E L
Plataforma continental. 2. Fondos marinos. SEccIóN fV. Rios INTEL\\ooüi¡s- L
Concepto. 2. Ejetcicio de la jurisdicción estatal, 3. Río Amazoo¡s r d Ttzado .:L L
cuenca de lz PIat¡. 4. Otros regímenes intemacionales. SEccIóN V. L{ -{LT_\ \flr L
Imporancia de la materia. 2. Concepto de alta mar. 3. El Égimen iut(lico dc ¡la c.
a) Libenad de navegación y sobrevuelo. b) Liberad de pesca. c) Derecho de efecn¡¿¡
instalaciones de cables submarinos y oleoductos. d) Derecho (imitado) de aprosecbr
miento de los ¡ecursos existentes en el fondo del mar y en el subsuelo corrcspodie¡t¿
4. Límites a la übertad del ala ma¡. 5. Acceso al ala ma¡ pot los Esados sio lno.L.é-
Debe¡es de los Esados en alta rnar.

1. INTRoDUCCTóN

Las partes líquidas de la tierra ocupan cerca de tres cua¡Es p¿r¡E! & su s-
pefficie, que corfesponden a más de tfescientos millones de hllómerrs o¡¡d¡¡-
dos de agua. Fue en los mares que la humanidad encont¡ó d nmbo dd desarro-
llo y del progreso en todas sus veftientes. Pero la i¡divis¡ilx-lid¿d geq¡ráfica del
ttar se opone a la diüsibilidad jurídica de las aguas qE b intEgnn, lo que de-
manda una actua ción ?lnitira pot pane del Dete<üo, cn d scntido de reglamentar
las implicaciones juridicas de ahí decurreotcs

Actualmente, al contra¡io de lo $r oclrúr con el Detecho Intemacional


clásico, que concs[i¿ 5d6 rrne rinic2 divhióa de los espacios marinos (la existente
enffe la zona de soberanía del Estzdo y le da mar), lo que se notá es una mayor
reglamentación de la figura iurídica del ,nar. Al pttncipio. algunos Estados pte-
tendieron ápoderarse del mar, ul como hizo Pomrgal en el siglo ) 4I, al enten-
det que incontables porciones de ala ma¡ pertenecían a su dominio exclusivo.
A medida que se explorabe el mar y se llegaba más lejos de mar adento, patecie-
lógico que la ptetensión territorial sob¡e lo que se entendía haber "descubie¡to"
no guardaba ninguna injusticia. La doctdna, sin embafgo, no tardó en reaccionar
sobre el interés portugués, en especial por la obra de Hugo GRocIo, que defen-
dió que el mar debería ser abi€fto pan todos los paísesl. Tal opinión bó,
^c ^1

I Vi¿. Sn obr Mae bbdñ: lih D.


JrE qe¿ Bdún .o',,p.t, d In¿ie M',t,tío dt¡¿ndio, de 1609. Vid. Traducció¡ at
rndés TtyIt, !¿, ¡ñ¿. N.had Hakluyr (D¡vid AÍnitase, ed), Iddi¡mpoüs: übcny Fmd 2OO4
final, por prevalecer, principalmente en rtzó¡ de los intereses de varios países
(principalmente en el norte de Europa) en la existencia de un mar libre, abieno
a Ia navegtción de todas las banderas, faciüta¡do la explotación marítima y el
comercio con Oriente2.
De origen consuetudinario, el Dmcha dcl )Iai pasó a ser regl¿mentado por
tratados intetnacionales desde 1958, ai ¡ealiza¡se b Pinera Conferencia Intmtacioral
de las Naciotes Unidas ¡obre el Dencbo dtl |VIzr, que contó con la presencia de 86
Estados. En aquella ocasión se adoptaron cuatro convenciones al respecto: (a)
una sobre el mar territorial y la zona contigua" (b) una sobre la plataforma con-
tinental, (c) una sobre Alta Ma4 y, (d) .r¡a sobre pesca y conservación de los
recutsos vivos en Alta Mar.
Lz Mar se tea\zó
Segunda Conferencia de /.as Nacion¿s L'dda¡ sobn el Dencho d¿l
en 1960, con 88 Estados, y tuvo por objetir-o filar la exrensión del mar teffitorial,
que aún no había sido delimitada en ninguoa & las otras convenciones anterior-
mente concluidas. Tales principios, €sablecjdos po¡ esas dos confererrcias intet-
nacionales, inmediatamente quedaron obsoletos e inadecuados pata teglamentat
las necesidades actu¿les en cuestión de Derecho del Mar.

Fue cuando entonces se convocó, en diciembre de 7973, ala Tenera Coxfe-


elDmtb &l\Ia, conla presencia de 164 Fstados
rencia de la¡ Naciones Unidas sobre
(miembtos y no miembros de Ia ONL), qrre logro adoptar una Conaención sobre el
Derecbo del Mara , mediante una votación & l3O Estados a favot, 4 contta @,sta-
dos Unidos de América, Venezuela" Iseel s Turquía) y 17 abstenciones, ha-
biendo sido firmada en Montego BaI 02nat2) el 10 de diciembre de 1982s. Su
entrada en vigor internacional ocurrió el ló de noüembrc de 1994, de confor-
midad con su art. 308, S 1.

, Vid. Malcolrn N. SHA\í. D ¡Eno i"teñddful, d-F & C@


--T¡.'lYnr¡ SHrw: "I¡ üb€nád d€ altá md se rnDsformó
rápidmente e¡ un principio basil¡r del D€recho Dr@o..c{ F D ¡odc lc IMes se ca¡¡cteriz¿bm de ese modo. U¡
Estado libereno podía ápiopiars€ de le €xt.¡sión .drE ¡ $ lis coste¡a -l¡s aoadas aglas tditod.tes, o rlar
reriroriáL y Éatarla como pa.te insepaiable de $dd- -ii- kF r & h historia del De¡€cho del IÚ tuvo corno terM
ce¡tr¿l I¡ anchura del od teritorial o la localtacióo FÉiq & L ba &rEdn úÉe éste y l¡ ¿lta mat u otr¡s zonas reconocid¿s.
La detemieción o¡igi¡ari¿ asci¡ha 1á anchu¡¡ dd q Eir;¡ r L .T-i¡-r dd Esrado marítimo de domi¡ada con medios
müta¡es a p¡rrn de bs limites de su costa. Si¡ e-l-'Bo- d lftr S E*iñdt h co¡stant€ presión de los Estádos pán aunenur
es¿ feDia mariritu y, de €s€ nodo, suieid mÁs paG & bó '--r ¡ q¡ iuisdicaan exausiva- idera pp. óZ-.lo:. sotn
la delimitación ¿ctr¡d dd mar teÍitonal v. irú ¡" ], c,.t
I No háy qüe contundn d Dere.ho del \trr c@ d D.ró l¡riiD \fidrns ,qüá t¡at d€ la regl¡mentación juddica
del ma¡ y d€ la, compeEnci,s estatal€s sobre A 0ü .i-f.¡.',lE.,qi,q qr ianai el mü terirorb! Ia ptataforrM co¡tiner¡eü
la zon¡ económica cxclusira, los ríos i¡reffiiE¡li r L - e, a!¡. ¡ihimo ¡eglanentá tas activid¿ds pii?¿d¡s d€ l¡
navegrción (.omo las actiüd¿des de las emba@.i.E r & kE Érix. bé (úúrc mdtimos, los accide¡tes de la mvcAcion,
los s€gums maítims, l, ,ctiudad ponu{n d Fñ.fr} riEq .!L). Sobre d Derecho m¡ítim" y * .eg"Ua;",
€sp€cial¡ne¡te Eüa¡e M. Ocavilno trL{tT¡is, C,' , ¡!a L B2turi: Manole, 2004; y Carta Adri--" Co¡ar¡¡ ".
--
GI¡qtroM, Tüia ¿ pútia da ¿iftira ñ¿i¡iñ, 2 .¿- í-. c- dd_ ri, &J.Éno: RqDvd, 2OO5.
a No se piense, sin obdgq que sólo bc EÉ.h6 ¡-;--¡..
sú tudtes del Derecho del ¡{aa también lo son las
costuñbres i¡ternacioñales y los principios g.crlB & Drrtü. 5o5rt d rsuto, r. A. V. t-owE & R. R. CP.u[lctntL,Tlu lap
ol th !u, 3¡d e¿., M'l:Lchester M,rchesE¡ Uoilcir PrEs, 1999, ¡p. ttl (qü. se equivo@d sólo cua¡do se refis€n á los
"principios $nerales dd Derecho intetucb¡zl" r'i¡ FE.E¡ o d ¿ 38 dd Esr¡ruro de 1¡ Cone Int@cio¡rt dejusticiÁ. . .',,
pEs s€ sabi que el Estatuto habl^ de "pdncifix gd¡dr6 & l).'t.ho- (si¡ .1 cmpleñento..i¡temcio¡¡t') como qucric¡do
signi6c¿! ereranente los principios de Dcñ¡o br..ú -oobrE d,--o, r. pzne I, Capin¡lo IV, s€cción I, it€- A, qd.
5 Vid. Adherbal MHR{ iú{"iros. O M ¿iatü ¿. M. Rio ""
d. J¡circ: Ró('fu. 1996, pp. 1 2. Sobre la CoñeDción y el
sistema por eI¡ qeado, v. Tulio T?,E\E Th lar 4 tL tu tü F á.k$t, n Ia ABóno Bwit¿itv ¿, Dirjb Lblraci\nat,;oL
2, n" 11, Belo Horizoote, iul./2jtt, pp. m5-2
La Conaención de las Naciones [Jnidas sobre elDerecbo del Marestá
compuesta por
un pteámbulo seguido de 17 partes (con 320 artículos) y 9 Anexos,
fi¡n)izando
con la Acta Final de la conferencia de ras Naciones
uríias sobre er Derecho del
Mar. Los 9 anexos referidos se r:elacionan a las Especies
Altamente Migratorias
(anexo I), a la Comisión de Límites de la plataforma
Continental (anexo II), a las
condiciones básicas para- la prospección, explotación
y aprovechamiento del área
(anexo lu), a.[ estaruto de la emptesa (anexo fre,
a h cánciliación (anexo \), aI
estatuto del Tribunal Intetnacional del De¡echo
del Mar (anexo \T¡, al arbitraje
(anexo \4I!,. al arbitraie especial (anexo VIII) y a la participación
d e org;rrrlz:lciá_
nes i¡temacionales (anexo IX).. La Acta Finá esrá.o-pu..,.
por resoluciones
(Area y Clencia v Tecnologa), una declaración (margen
iontinental), además de
homenajes, etc.

su Preámbulo es posible sentir el deseo de los Estados partes ,.de


--, ?.td. con espíritu de comprensión y cooperación
solucronar mutuas todas las cuestio_
nes relativas ai de¡echo del mar,,, conscientes^ ..del significado
histórico de esta
Convención como contribución importante al
-anteíimi.rrto de la paz y la jus_
ticia y al progreso para todos los pueblos del mundo,,.
Demuesü4
tambiérq l¿ conciencia de esos mismos Est¿dos, en que ,.los
.
problemas de los espacios marinos están esffechamente
relacionados entr. sí y
han de.considerarse en su conjunro", y que los obietivos
de la Convención ...on_
tnburrá a la rea,ltzación de un o¡den económico intemacional justo
y equitativo
que tenga en cuenta los inte¡eses y necesidades de toda
l¿ huÁaniaaa y, en pur_
ticular, los intereses y necesidades especiales de los países
.r, d..rrráio, ,."n
ribereños o sin litoral". po¡ ultimo, dice el pre,ámbulo
que los Estados es¡án
convenidos que:
desarollo progtesivo y la codi.Ecacióo del de¡echo del ma¡ logrados
."El en esta Con_
vención contribután al fortalecimiento de la paz, la seguridad,
la coopetación y las dacio_
nes de amistad entre todas las naciones, d. .orrfo.rni¿7a
.o., io. p-";i.ipio. de la justicia y
os..y promoverán et p,"g** ..onarn;.á
i',ry]1f^
del mundo,T-a-.:::f
de conformidad con los propósitos y principios di
fsJJi d. todo. to. pu.bto,
las Naciones Unidas, enun_
ciados en su Ca¡t¿,,.

Esta sección I se dedica al estudio de las aguas intedores,


del mar teffitorial
y.de la zona contigua, estando ra ütima seccióñ
de ..,. ."piirlo d.dicada exclu-
sivamente al alta mar. todos regulados por la Convención
d^e las ¡.laciones Unidas
sottre el l)erecho del Mar de 1992 (también conocida
como Conunción de Montego
Baj'

2. AcuAs TNTERToRES
Ya vimos que el territorio del Estado, en un sentido
- ampüo, abarca también
-además del suelo y del subsuelo- el espacio aéreo y lr. ,S,r"l. El ¿o_irrio ..trt"l
ó tl roi¡lid¡d de rodos esos dsos se úcE¡ri¡ o n¡ru rÚ-,¡--lin & d.rÉho inteñado¡¿
RT pubücada por ie Ed.
se eierce, sea en las aguas intedores
-ríos, mares interiores, lagos, bahías, canales
etc.-, sea en el mar terfitorial y en la zona contigua. En su conjunto, las aguas
representan un todo territorial, peto presentan características propias que dÁen
s€r estudiad¿s separadamente. I-a expresión agus inteiores puede ser tomada en
dos sentidos: un geográfico y otro jurídico. El primero comprende las aguas en-
cenadas en el territorio del Estado (es decir, cercadas de tiertas por doquier, tales
como los lagos o Ios mares propiamente iritemos; son las llamadas ..aguas dul-
ces'); y el segundo comptende las que se encuentran más acá (o s.",;d"l l"do
de acá') de la línea base o de partida del ma¡ te¡ritorial, pero que desembocan
en ese ultimo (estando, por lo fanto, ya en el dominio de las ..aguas saladas')?.

Ellas corresponden a los puertos, a los golfos, a las bahías, a las ensenadas,
los recortes muy acentuados de las costas (fiordos, íos) y a las bahías históricas,
así como el suelo y el subsuelo de estas zonas y el espacio aéreo corespondiente8.
Só1o éste segundo caso (el tratado por el sentido iwídico) interesa aI Derecho
Internacional Púbüco y a la Convención de hs Naciones Unidas de 1982, por
tratatse de aguas de mar abierto. Sobre ellas el Esado eierce plenamente su so-
berania.
A l¿ suma de las aguas intedores con el m¡¡ Er¡itorial se le llamó agla: terri-
toiales. Pero la doctrina, no raras veces, ptefcre edbuir a esta ultima eipresión
sentido más restricto, a fin de entendeda como sinónima de mar terfitorial. Las
discusiones de codificación del Derecho del Mzr, sin ernbargo, fueton en el sen-
tido de sepatat el término aguas territoriales de h etF¡esión mat territorial, ha-
biendo sido esta riüt-ima la adopada por la CDI para distinguirias de las agtas
interioref.

El concepto de aguas interiores es¡á en el ¡r¿ 8, $ 1, de la Cotuención de Mon-


tego Bay Enlos términos de esa disposición, erqtuando lo dispuesto en la parte
fV de la Convención (que trata de los 'Est2dos Archipiélagos'), ..las aguas si-
tuadas en el interio¡ de la línea de base del m¡¡ territorial forman parte de las
aguas ioteriores del Estado". Así, para la Cotnclh de Montego Bal hi agats nte-
riores son todas aquellas situadas en el interior de l¡ línea base del mar tiritorial,
de_Ias cuales son eiemplos las hendidwas de le cosu, las bahías, los puertos, las
radas, las desembocadu¡as de ríos y estero, así como las aguas situadas entre las
islas e islotes o entre estas y la cosa, cuando se an.o.nt en determinadas
condiciones de proximidadlo. "o
Como se percibe, las aguas interiores a las cuales se refiere la Convención,
s:l ¿guT que forman parte del mar abieno, no siendo ..intedores', propiamente
dichas. Se trata sólo de una fcción jmüca, rula vez que las mismai,ro [.gar, ,
peneftar en el te¡ritorio del Estado (tales como los íos y lagos de agua dulce).

' Vid. Hdd€búndo AccroLy. Ttut¿do d' ¿into i,t¿ñztio,¿! pttta, rol tr, .ir, p. I 52, cirando cidel.
3 Vid. DrNH, DNIJTER & PEU-ET . DiE k ittt¿l"hiotut ptibta, <i, p. ttn .
o
Vid. Vrcenre MARofiA R¡NGEL. Noú,@J,/rút;b ;¿¿[Djr4¿, h M,ñirúialZ .d. rc!. S¡o pasto: RT, 1970, pp.
27-
a"
Vid. Oliveiros LrrprN'fo . Cttu ¿¿ ¿ifti,a kEñdior¿t Nbliñ, áL, p. 325.
'0
En oras palabtas, "corresponden a la porción de mar que se sitúa entre la tierra
seca y el límite interior del mar territodal, que es el espacio marítimo que se sigue,
en eI sentido de la tierra pata el mar, en una posición de inmediata aáyacencia al
tetritotio terresúe"11. Tales aguas nacen normaLnente de recortes y caüdades
sit¡radas antes de la línea de base del mar territo¡ial. por tal motivo es que no se
reconoce a la navegación exranieta de ningun Estado eI detecho de paso
inocente en esas aguas internas, al contrario de lo que sucede en el mar territádal
Se puede decir que las aguas intetiores son la parte interna del dominio marítimo
del.Estado. Por tratatse de aguas nacionales, el Est¿do no se sujeta a ningún
Iímite de sobemnía específicamente impuesto en relación aI mat terdtorial, os-
tenta soberaní¿ plena (ilimitada) sobre todas esas aguas.
De ahí que la docttina se tefieras a ella como '.aquellas que más se parecen
a la soberanía que se vive en la tierta 6rme est¿ta1"12. Así, no es übre el acceso a
sus puertos, sea a las emba¡caciones me¡cantes o de guetta, a menos que sean
autorizadas por lz crpittrttz. Normalmente, en la ptáctica, esa autorización es
dada con cierta antelación, en carácter duradeto, cuando se trata de líneas regu-
lares de catga y de pasajetos. La, attonzaLc,ó¡ tefedda pennite el ingeso de ern-
barcaciones en el intedor de las aguas del Estado, peto con la obligación que las
mismas se sujeten a las leyes y normativas del Esado costero.
Como destaca R-EznK,la mtoúzactón ambién puede constar expresamente
en tratado, a set aplicado, con base en concesión mutua, a todos los navíos --o a
todos los navíos de comercio- que ostenten el pabellón de cada Estado pac-
tante13. Cuando, sin embargo, hJ aguas interiores .,resr¡ltan de Ia apücación de
líneas de bases rectas que sean utilizadas en la definición interio¡ del mar territo-
rial, se admite que Ia soberanía que en ellas se ejerce padezc¡ rrrra restricción
rigiendo el régimen del derecho de paso inocente,'ra.
Este ultimo caso está expresamente regulado pot h Convención de Mon-
tego Bay, en estos términos: "Cu¿ndo el tr¿zado de ,¡u lí.¡eo de base recta, de
conformidad con el método esrablecido en d ¡níob 7, el efecto de @rnca.
enceffar como aguas interiores aCues qu€ ¡¡rcúrrr-re no se consideraban
como tales, existi¡á en esas aguas un dcrecüo dc paso inocente, t¡l como se es_
tablece en esta Convención" (att 8, $ )É. Ea d &Íiirt¡o de las aguas interiotes
se encuentran los mares intemos (crr".fo6 o ¿ltctbs), las bahías, los golfos, los
lagos, los estuarios, los puertos y Los fmdcederc (oaturales o artificiales). Son
todos accidentes geográficos que tie¡r¡n rcfc|:a
iurídicos en el Derecho Inter_
nacional, mereciendo b¡eve a¡álisis €o rd2cfun a algunos de ellos.

rr
Jorge BAcEr-^R co¡,\Er . MdMl d. dnib ;,8.údfu, ci¡-p. tfrt.
rr Ido, p. 509.
I Jos¿ F¡ncisco REZLK- D¡inrb ithMio,al piháo..., cjn.,p.2pg.
14Jorgr B^CEIAR cor E¡,{. M¿u¿l ds dinia htnsjopl ptA,, at-,p, W.
rs Ese regl¡ 6 Iá misr¡¡ dd úL 5, S 2, Co,'u,,¡ió' tutñ d MtTo,AtuiJ b z* Cd,tis*.
Los mares intetnos son aquelias grandes porciones marítimas, cercadas de
tierra, presentando, o no, comunicación navegable con el mar libre. En ese
ü_
timo c¿so son llamados " mares cetradal' (knd tocked sea), va que están totalmente
enclavados en el tertitorio de un Estado, ,ro p.....rt .ráo ámunicación
con el
océano o sólo comunicándose con él por medio de un estrecho cuya anchura
es
inferior al doble del mar territorial, caso en que los márgenes del esttecho tam_
bién pertenecen al mismo Estado16.
Son ejemplos de mar cer¡ado el Mar Mueno, el \far Caspio y el Mat de Atal.
-
Setán abiettos, por su parte, aquellos mares que, aunque rodeadós por tieras, se
.g-":t:1n con alta mar, por medio de una r.ía narural, teniéndore como.¡.--
plos el Mar Negro, el Mar de Aryf, el Mar de )Iármara, el Mat Blanco y el'Mar
BáItico.

Tales mares llevan también el nombre de semice¡rados por la Convención


de Montego Ray (an.122).F,stand,o el mar ce¡rado ci¡cundado por tieras de dos
o más Estados, la soberanía sobre él está diridida entre los mismos, sobre la
parte cottespondiente a su frari,a territorial costera- Tal práctica fue adoptada en
el caso del Mar Caspio entre Rusia y persia el cual quedó sometido a hlutisdic_
ción de un tratado que fue celebrado en trfoscu" el 26 de febrero de 1g2117. El
Mar de Mátmara es una excepción, una vez que sus rrrárgenes y su tránsito hacia
el mar Negto pertenecen enteramente a Turguía sienáo pot eso considerado
vetdadero mar libre.
I-ns estuario¡ coresponden a verdaderas bhíe-s por su anchura, formadas
cuando el río desemboca en el mar, haciendo que h desembocadura asuma el
aspecto de un estuado. Así, se llama estua¡io a l¡ bahh formada pot un río poco
antes de llegar al mar, cuando las aguas de eqrrl
- mezclan con las de éste úl-
A los estuarios, en regla, se aplican las reglzs establecidas para las bahías, a
l*o.
las que se asemejan. Sin embargo, según Crseu-r, ..si el estuaiio tiene un sólo
Estado dbereño debe ser tratado como simple prolongación del río, es decir,
que
debe unirse con éste, pata aplicánele el mismo ..gi-.", aplicable a las aluas
internas, sea cual fuere su anchura al desemboc¡r en el océano',18.
Para nosotros, el estuario debería penenecer a Ia cuenca fluüal, pero la in-
fluencia que el mar ejerce sobre sus aguas deterrnina la conexión con ios proble-
Son ejemplos de estuarios de rios que se proyectan en el ócéano:
1a9 ryrjti1os.
el río de la Plata (cteado por los ríos pataná r Umguarl .l Ámuro.ru.,
,v en Btasil,
el Mississippi, en Estados Unidos, así como el Scrrn r el Humber, en Inglatera"
y
el San Lorenzo, en Canadár".

16 Vid. Gild¡ M¿ciei CoRrÉA MEYER Rr rssorlNo. D;ú ,tuútñ¿f p a, ctt., p.2j2;y Or-¿mt Ces t 1-;u^sstS, C*tu
¿, diftito ¡'¡¿ú¿c;otul pnbüa, cir,
p. 416.
1? Vid. cilda

rB
Ma€lel CoRnFA tfEYuR Russol\rNo. D;b i,hñ.¡ú¿t pibt@, cLt., pp. 272 2:/3.
Páulo BoRaA CASEIJ-A. Dr¡alo i"ttuci&at dr¡ .tp¿¡u. c¡L,p. 383.
re Vid. OÍma Cesa. ITU^ssú. Crra ¿¿ ¿1ñ/v iú.ñüid¿lrtbtiú,dt. p.436-
IAiIE IÍIE¡üO'E!

Eltl¡l¡ior y DtrG, i¡tcrioh


. l,os pueftos (naturales o artificia.les) y los fondeaderos lo
tongación del mar a lo larpo
abrigo a los navíos de todls tas
de la.;;;il;;;; #:i;l:ff;,T1:HT;
b¿ndera., ,r,,;;;; i"riru.l son parre inte_
grante del dominio púbüco del
Estado, d;. ."lf"r'qL* jlrisdicción
mente absolut¿, pudiendo inclu.siv. jl.g";; práctica_
víos extranieros2o. pero en ese
;;"á.il:dir su acceso a na_
ütimo caso, es necesario qui el Estado
inequívocamente a las demás notifique
poten.il;;;;;T;]ll" a" ir..r..ir.., r"r,
ponsabiüdad internacional2l.
Ér. a"r..r,. a. pr"litiijri.." ,"a",
por el Derecho consuetudina es ümitado
exran jeros (,".r".i;;l;,
el anclaje se haga necesario
;#;,1:: l#n:H#.ffij,..,"ili:J:,.:il;
golfos y ,as bahías están a."i'"
irrr. ,áq"iri.iJn J.';r#ai;
,emedios, etc. Los
a. rri
u¡ Estado costero, pudiendo tu. ¡ut "g";, ñlr #;'ji
sólo cuando eüsre
al mar territoria.l, al mar libre.
irr'.o.rl".ioJ;r#lJ:.ste¡os penenecer
estar bajo.el ,¿g;." ;.J¿.minio
enúe los Esrados ribereños o establecido
ser repartidas enüe ellos2z.
Ya se intentó diferenciat los golfos
de las bahías, entendiéndose por
me¡os las cavidades de la costa, j. los pri-
r""-".io".ili¡ar, i"'rr lrirpli" raai" a.
van'a, y las segundas las cavidades ."._
g*.r;ü";;;";;'o."roá.r, .oo *"*",
il11l'#:*,(] il¿:lifiT"' '-prias) v apem'a pá, i, .,,¡ .r -,' p.n.*"ti
pot'
debiéndose en todo caso inv.rrTl?^t:ft' !:ttt
ugar ta slftación '-po'ootit - tt p'¿ttit"'
iurídica de ¡^tes
caüdadis.
Antiguamente se decía ouelos
golfos y las bahíos son D€n s de
diez millas
lilTffi :|1il,;"Ji;:g:"'d"*""e'iií,"i;;';#,enciaiurisdiccio
tt' medida Pasai¡n e t*o t"" fránia de nar
libre, perteneciendo a alta
-ullln
,o V¡d. cdd¡ M¡cjet CoRRi_r.\GtTr Rr sso-\rliii

I'- \,o. :ilrlil ü'J1d#*'Hi1:-3H#:ffat. ' "'


Yi!.
r,rdebr¿ndo Á, , p. zta.
roty. r-r¿. ¿ aa J'Y.i,a44b-,
,4 vd. oh¡ rn \5s;;"-tr ,u
ce.ár
nff;fi.ooro" o
La Convención de Montego Bav disiÉ la duda v teguló, en su art. 10, 4,
S
que "Si la distancia ente las líneas de baiamar de los puntos naturales de entrada
de una'bahía no excede de 24 millas marinas, se podrá ttzzr u¡ali¡ea. de demar-
cación entte las dos líneas de bajamar y las aguas gue queden así encenadas serán
consideradas aguas interiotes". La Conwención dice aún, en el arr 15 que
"cuando las costas de dos Estados se¿n adracentes o se hallen situadas frenti a
ftente, ninguno de dichos Estados tend¡á derecho, salvo acuerdo en contrario, a
extender su mar teritorial más allá de ¡rn¿ li¡s2 media cuyos puntos sean equi-
distantes de los puntos más ptóximos de l¡s líneas de base a partir a. hs cuales
se mida la anchu¡a del mar tetritorial de ,-,1^ r¡no de esos Estados,,. Los lagos
tienen un régimen en todo similar al de los ma¡es internos, abiertos o cefiad;s.
Es ejemplo de estos ultimos el lago de Consrzoza" formado pot el Rin, pettefle-
ciente a Alemania, Suiza y Austria.

3. M¡n t:rnnrronr¡r
El mar territorial, junto con la zonz contfuua, constituye modernamente la
parte externa del dominio marítimo est2.trl El mar territorial es el instituto más
estudiado del Derecho del Mar, habiendo sido objeto de incontables estudios a
1olatgo del tiempozs. Con todo, la idca de naJtaja de agu adlacente a la línea costera
del territorio estatal, fue ignorada en h Am!üedad. Motivos de orden ecoiómico y
r^zones de seguddad contra invasioncs ertrenjeras acabzton, sin embargo,
dando oportanidad a la reivindicació¡ & b¡ F,t-¿"¡ dz rna frat/a de agua que se
extendieta más allá de su teritorio, en h c--l d mismo pudiera ejetcer también
sus de¡echos de soberanía

a) Concepto
El régimen jurídico del mar ter¡itorizl --r¡mbién llamado mar jurisdiccional,
mar nacional o mar ütoml- ha sido debaddo e lo largo de varios años, habiéndose
fotmulad¿s incontables proposiciones ¿¿s,L entonces. Actualmente, el mar te-
rrito¡ial se encuentra regulado en d ¿rt 2 dc h Convención de Montego Ba¡
que así establece:
"Art. 2. Régimen jurídico del mer r-ir-i,l, del espacio aé¡eo situado sobre el mar
territorial y de su lecho y subsuelo
1. La soberanla del Esado ¡ibcrcio sc
-r;-tc
más allá de su territorio y de sus aguas
interiores y, en el caso del Esado arriipdi;i:o, de sus aguas archipelágicas, a la franjá de
mar adyacente designada coo el noob¡r & ma¡ tetritotial
2. Esta soberanía se extieode zl cspacio rérco sob¡e el mar ter¡ito¡ial, así como al lecho
y al subsuelo de ese mat,
3. La soberanía sob¡e el ma¡ ¡erritodel se eierce con arteglo a esta Convención y otras
normas de de¡echo intemacion¿.1".

,5Vid.,cntr€oros,cilb€itG'DE\I¿útuat¿&di|s,ÁRdry,!erC¿,,$ot.tB(1g34-tD,W.t33_278ty
Celso D. DE AúueuEReuF.MF'Jr., M6 t¿f,ib.ü|Rb d. pd
Jr¡.iro: F.ir.s Basto6, l9ó5, 235, p. u¡a visiór d"l .;,
¿ A. V. LowE_&-R_R CHURoHUL,Th t¿'
4tb E4cí, tp.7l-101; yJü¡€s CR vro¡.D, B;úi.,, "ñdi"brwrio;
pnr.i/4 ofltbie
l¿v, á¡-, W.255-265.
Ef ma¡ ter¡itorial puede, entonces, ser definido
. como la É¡nÉ rr¡r¡iu
t -
de un Estado y donde, hasta un [-i" p;;,"d", F
!^1" ¡*= d ñiñi iñ'
su. tuflsdrccron y competencia. Se trata
de una zona iniermedierh cmc i _
r la tierra ñrme (de dominio exclusivo del E.t"do .ort.ro¡,
cur¡ e¡rsErir _
encuentra. justificada por la necesidad de seguridad,
conseáación y defensz dcJ
Estado ribereño, así como por motivos lconómicos
(navegación, cabotaje,
pesca, etc.) y, aún. de poücía aduanera y fisca.l2u.

Cualqüera que sea el sistema adoptado, el mar territorial


interesa particular-
mente al Estado enel desempeño de esas relevantes
atribuciones intemacionales.
La Lonvencron de- Montego Bay, al decir que ..la
soberanía del Estado ribereño
se exdende más allá de su teffitorio y
de sus aguas inte¡iores (. . .), a la ftanja de
mar adyacente designada con el nomb¡e de rir
terdtodal,l, d..idi¿ colocar a
la naturaleza iurídica de parte integrante del iemtorio
:::., -1T"con la andgua del Estado,
acabando divergencia doctrinaria que, o lo entendía .o_o p.aa_
neciente al dominio estatal, o como perteneciente
a alta mar. En la sistemática
de la Convención, el mat territodal eseí comptendid"
á"""" a"l ao-irrlo esatal,
siendo entonces conside¡ado verdadero .,ierritorio
,"r*rgra.,, del Estador,
aunque (actualmente) con algunas limitaciones
relativas, prinápahente, a la pro_
rección ambiental2s.
Se puede entonces decir que
la soberanía del Est¡do, en cuenro a su rrrar
territorial, se exdende
ala frar\a de tierra (y respectivo J**l recubierta por
respectivas, así como al espacio"atrJsfédco
lm_1*ur
jurídicamente, aunque no geográficÁente,
do sobre ellas. Así,
el locho a *¡r"ao *¡racentes al
mar territorial, así como el espacio "
concspáoecnte,
".reo ; ñ;;;
formare¡, pane-r. En todz es¡ á¡te d ñ.¡',.L ¿"-r.
l"-1,
ros ^t:d-:,tpoderes soberanos
mrsmos Orácticamente
¡ehtivc a su t¡itirorio t¡¡¡€stre.
b) Paso inocente
Hay excepciones a ros de¡ecbc del Estzdo sobre
su mar territorial, una vez
que su soberanía sob¡e él no es abeolut¡- La t¡És
¡elevante de ellas se relaciona a
la üeja regla consuetudi¡aria del detech"
a. p..o irro.*i. 1r-Jg¡rlado por lo. arts.
77 al26 de la Convención)r. po¡ medio de
L ..gU a.ip"ri i?ocente, el Estado
costero debe aceptar, €n tiempo de paz, el tr:áficJ
inofeisivo ie nav¡os exuanje_
ros mercantes (no los navíos de guerre) po¡
sus aguas teritoriales, sin el cual la
navegac.ión de embarcaciones di todo J
mundJseria imfracticable. En ot¡as
palabras, como enseña Adhe¡bal M¡n¡ Marros,
.t ;";í;;cente es ..la nave-
gación en el mar territorial, con el obietivo ¿.
""#.".1o, .i" penetrar en las

,ó V_id. c,nda Maciel


CoturEA MEYER RussoM^No_ D¡iaj, irhn8iwat ?,¿b¡ra,.!r, w. n6-277.
27 V,id. Vicmte i\,UARor-rA RrrNeEL. N¿tu,úsúAa.
?3
d.tiñbiao d, ;;;,;ái;:.á;;r.
Vid. Pauto BoRr r CAsFu A. Dwro irr.ruAtut d.! .,r¿t !-.crL- n \A\
¡ vd Jorsr B\.LrrR cór*.o. u",_t d ¿_" ¡oí)*)tiüilár.. po. st r_5r2
r0 Desiáqueseque
ra resiaco"*et"a;"ar;aapzs"i"oc.";;ñH;¿5iiil;1e'a
drusc¡ir¡ 6m€opor!.raaé.ea, esta'do
excrus,v¡meñre a h naws¡cjon ú er m; s"u" J"*. '
sr¡, i O], "Liñi_illl
d'ñh d. pülagn not4db "-.o,r. il,e. u*.,,,.. c,.,,,,.*-, o
¿a úow ¿imtoi,Eñd;tuUo ñú, r¡U*, r.* r
o ^,
aguas interiores, ni hace¡ escala en un fondeadero o instalación portuaria situada
fueta de las aguas interiores o para dirigirse a ellas, de salir de ellas, o hacer escala
en unC¡ de esos fondeaderos o instalaciones"3l. Los submarinos (y otros apara-
taos sumergible) también tienen el derecho al paso, pero deben navegar en la
superficie y enarbolar su pabellón ftandera). Así, ese derecho, nacido de la cos-
tumbre, permite a los navíos extranjeros navegar en el mar terdtorial de deter-
minado Estado, se p^ta aúa\resarlo sin enttar en sus aguas interiores, sea para
ir hast¿ las mismas o pta alcanzar el otro lado de esas aguas.
EI carácter inofensivo del tráfico del navío extranjeto connota el deber que
tales navíos tienen de no practicar ningún acto que pueda ofender la sobetanía,
la seguridad, el orden público y los intereses económicos y fiscales de ese país.
De ahí la obügción impuesta también por la costumbre al tráfico de tales em-
barcaciones, que su paso sea continuo v brel'e, destituida de subterfugios y sin
de eventual práctica de acto ilícito, requisitos sin los cuaies la presun-
^menaza
ción de paso inocente puede cesar inmediaamente.
Ya se dijo que el derecho de paso inocente no se aplica a los navíos de guerra
exüanjetos, una vez que el paso libre fundase en el interés común de la, navega-
ción cometcial y no de la navegación bélica- Pero, también se ha entendido (y
esta es la posición de OppE\HEL\f) que el paso inocente de las embarcaciones
de guerra -que tienen inmuoidad a h ir¡tisdicción local- no estaría iritpedida
"cuando las aguas te¡rito¡ides se errr¡Éoúe¡r delimitadas de tal manera que el
paso a través de ellas es necesrrb para el tráfico internacional"32, Pero, en ese
caso, el Estado local pod¡á dirigir orden de retiro inmediato si entiende que las
reglas de paso están siendo viol¡d¡s pan dar lugat a las maniobras miütares u
oúas similares, que no se rglaciqn¡n d paso propiamente dicho.
Eso demuestta que el derecho de paso inocente no impide que el Estado
¡ibereño tome medidas de salvaguarda de zu soberanía, orden púbüco y otros
intereses, como los fiscales. Fuera del caso excepcional ariba citado, admitido
pot OnerNHena, nos p¿rece imposible disponer las aguas del Estado al paso
inocente de navíos de guerra, una vez Ílue el ñ¡ndamento del derecho de paso
deriva del intetés universal presentado por la überad de cometcio y de navega-
ción, lo que no existe en el caso del paso de embatcaciones béücas33. De ahí que
\a rr'ayoria de la doctrin¿ admita que el paso de navíos de guetra pot el mar
ter¡itorial de determinado Estado queda suieto a las reglas especiales establecidas
por este último.
Este punto de vista fue expresamente adoptado por el art. 11 del*Pnluto de
Rrglanentaciún en /0 qtle respecta al Mar Tetritorial en tienpo de Pa{', entonces adop-
tado por el In¡ütut de Dmit Intemacional, en su sesión de Esrocolrno de 1928, de

31 Adherbal MEIM M,\rros. O ¿orv ürcib do Dat, cjL, p. 18. SobÉ d dcecho de p¡so ino.ent€, ¿ aú Reb€cca M.M.
W NlltE: lltlytia¡¿l hv, cit., pp. 144- 147; C€lso D. DF, Al¡ueuEReuE MEu-o, C¡r¿ ¿¿ üftilo i,t tuk,¿tptbtid, vot. lI\ clr.,
pp. 1185-1190i Pado Bo¡3 c¡sgtr'^, Dit'ito i,rtuio'dl dot ¿lpapt, c1t, pp.392-394; y Matcotn N. sHAw, b,rirb i,t¿ñ¿,ioná\,
cit., pp. 417-419. ^ .
OPPENHET¡4 cit¿do po! Iú BRovNuE, in P'; prr d. üftito irr6tuint¿t ptibliü, cit., p. 212, nota o"
'
3r Vid. Hild€boDdo Accrot x. Tlat¿d' d¿ ¿irito int'/d.ia%l prbütu, vd. tt, ct¡., p. 2t9.
85.
que fueron relatores Sir Thomas B_rncl.,ry, L. O'PENHEIM,
Theodor Nm'"_
vrn, Phili. p Marshall BnowN y Alejandro Átv,tnrz, en estos términos: ..El
libre
paso d-e los navios de guerra puede estar sujeto a las reglas
especiales del Estado
nbereno . Como resume AJejandro AIVAR-EZ ..los Eitados ribereños
pueden
teglamentff su pasaje, pero no pueden prohibido. Estos navíos
no denen un
derecho de pasaje sin restricción, sino c,rando ellos efectúan
una misión interna-
cional confiada por la ONU"ra. En lo que respecta a los navíos
mercantes, para
los cuales el paso inocente es franqueado, lo q,r. s. entiende
es que el Estado
."*"r:.g:b: abstenetse de ejercer sobre ellos su jurisdicción civil, ialvo por res_
ponsabilidad proveniente directamente del propiá paso.
Tampoco podrá- ejercet
su jurisdicción penal, una vez que er tráfico ixcruve esa
f"cortrd .rtjtu.l t.ri,"[n
aquí.adoptada es que, al Estado coste¡o,..no lL impona conocer
los sucesos
relacionados sólo al navío y a su tripulacióo, sin repeicusión
en su costa,,3ó.

. Así, la jurisdicción penal del Estado costero no será ejetcida a bordo de na_
vío exúanjero ql: pase pot el mar tenitori¡I, con el fin áe d.terr..
a cualquier
persona o de rcakzar alguna investifción, m d¿ción a la
infracción cdÁnal
cometid¿ a bordo de ese navío durante srr peso, salvo en los
siguientes casos: a)
si la infracción criminal tiene consecue¡rj.s parz el Estado
coitero; ú) si la in_
fracción criminal es de tal na¡xaJez¡ q* h paz del país o el
Éd"
._" el mar territodal; y' si la asist ,r¡ de É ¡utoridades
".9.:
solicitada pot el capitán del navío o por d lepcscmne
Iocales ha sido
diplomático o funcio_
nado consular del Estado de bandera; o, /7 si^
la represión del tráfico iücito de estupeG¡lnr¡s "+o" medidas son necesanas para
6 de sr¡bsancias psicotrópicas
(att. 27, \ 1, de la Convención de Monrcgo Bay). Destáquese
qoe el der..Éo de
paso .inocente se relaciona a las aguas ¿a *,-i.trit
i"i del Estado, y no a las
extensiones de soberanía de esa franja de
€u1qrc ¡barca el suelo y eÍ subsuelo
situados bajo.ella y el espacio atmosfd respectivo.
Es pdncipio corrienre_
mente ¿ceptado que el detecho de paso inoc..te no rige
.r, l" ftania de espacio
atmosférico, aunque esté situada sobre el ma¡ erdto¡iJ
del Estadoit.

c) Deümitación

-___ Io ., de hoy que se discute la delimirzción del m¿r territorial. Desde


XIV, cuando el jurista itaüano S¡¡ioren¡rto sostuvo el límite de 100
el siglo
miltas
marítimas, pasando por el siglo XVII, cuando Hugo
Gnocto defenüó eI Mare
Libern,y por el siglo XVIII, cuando se esableció ia tegla del alcance
del tiro de
cañón para la distancia de tres millas
fnicialmente .o., iyNrnnsuoEK en 1702,
en la obra inti¡rla dz D¿ Donino Mari¡ v, posterio¡mente,
con GaUANI en,l7g2),
es que las conüoversias acerca de la natu¡aleza juídica
y del límite máximo del

r1Abia'dJo Árv¡x¡z' E/ Dtu.ha ht¿d¿aaerd s túth+ a b ud¿ a¿t*¿/ d¿ ta¡ p,¿tto,, Eüo,n^rrwíü. áe chre,
hduccnn de Rohndo pFN \ tnpr'/e,'
4 t,)62. j?4.
.Vd fo.e F nn. F( o tu.,/ | K. D¿tuk
Da!.
ir;ñai;,¿t paüa.. ., cil-. p. 299.
r¿Yu.ñfsun( \H\t I I- a¿lrtú ¿o ¿rlúgdñ. c;r. p ]¡5.
.enodo. !. f¡n BRo\t\LrE Andiri! ¿. dinjrú
úr.rru<ior¿J pibta. oL. p. tJJ. qur ¿rr
"cons€cuenreme¡re, er Deiecho rnrerücion4r no pedi"
espacjo ¿ér€o sobre el mar rerirorial,,.
u'a"ÁJi. * iJiJñ á" ill" l,l-"", _r".", *"*en:en¡:
ra
mar territorial vienen intensificándoses. En relación a la extensión del mar teffi-
torial -tema telacionado a la protección del teritorio- Brasil había unil¿teml-
mente hdoptado (en el inicio de la década de 1970) el cdterio de l¿s 200 millas
marítimas de anchun (correspondientes a 374 kilómetros y 400 mettos), medi-
das a partir "de la línea del bajo mat del litoral continental e insular bmsileño,
adoptado el método de las líneas de base recas pa.ra el tlazaldo de la línea exte-
rior", así como establecía el DectetoJey n'1.098, de 25 de m¿zo de 19703e. Esa
notmativa, según la doctdna, era afirmación de le soberanía nacional ..para la
necesa¡ia defensa jurídica de la nación b¡as¡leñ¡ cont¡a eventuales incutsiones
extranjems"0.
Peto a finales de 1982, con el cie¡re &h
Tanra Cnfenxcia de las Nacious
Unidas ¡obre el Derccbo del Mar, eI gobiemo bns
eño vendda a enfrentarse con la
decisión de firmar o ¡ola Cowencitin de Mnxgo fu, que t¡as numerosas reuniones
y latgos debates internacionales determi¡ó en 12 millas marítimas Q2,2lcrn) \a
extensión del mar territorial de cualquier Esredo ostero, habiendo admitido, sin
embatgo, las 200 millas (contadas a partir & h cmte) a tí¡:lo de zona económic¿
exclusivaal. La delimitación del mar territoriü se hce midiendo la anchuta de la
línea costem de mxeabrja (ínea base normal cmsiderada como la línea de baja
mar a lo largo de la costa, así como s€ irvlir- en las cartas marítimas de gran
escala, reconocidas oficialmente por el Esredo cmtero), alternada con la línea de
límite de las aguas interiotes .o"n¿s gxiírr lEhí¡s o pueftosa2. En los términos
de la Convención, el límite exterio¡ del m
citoriel es definido por una línea
en que cada uno de los puntos qued¿ . uE ,li.t'ñr-ir del punto más próximo a
la línea base igual a la anchura del r¡¡r terrimid (arr a). En los casos en que no
se verifican las mateas, la ünea base pocdc sct rnedi.te a partir de la ünea media
del mat en cuestión43. Las islas naturelcs (¡g- Femando de Noroña, en Brasil)
tienen franja de mar territodal ptopbs, en irel medida de 12 millas marítimas.

4. ZoNA coNTrcua
Se entiende por zona contigua h É¡nF ft
¡l¡a ¡¡¿¡ que se inicia inmediaa-
mente después del límite exte¡io¡ del mar r."ir.rirt en principio, de l¿ misma ¡
anchura, sobre la cual el Estado ccte¡o r;-
d derecho de tomar las medid¿s
de fiscalización que juzgue convenieres cn h deftnsa de su tenitorio, ejetciendo
el necesado control en el sentido de prwcoir o sancionar infracciones a sus nor-

rB Vid Adherbal MEr&{ M^Tros O É &i.¿-,.i. F qc t- B.ñ¡q-¡E, prt4,;, ú ¿iftitain dtu io,ar Nüa,clL,
pp.19ó-197.
_
1,
. 4sr 91lié1h¡bhn
hecho chilc
r PcnÁ (ó rer4 c6 rb ((r rxq,
El s¿lF¡dor (cn 19s0), Hordu¡s (en 19st) y
Ecuador (€n 1952). Paia Ls disosiones ebc h ¿.¡n¡--i.n! dd E ñir;r .r!es de r" co*"nJa" a" rroot g" n"¡';.
Vicente- MARorf RANGEL NarrEA júí{t' . ¿4 a E -*d'..F- tLlTq y l¡iz Aúgusto DE A¡Au.¡ó C.rsño,
O Bwt t o aou úmto do w dd tñ¡a,iat. rB ct, -
^-¡n, Bra!& R;d.fr, ¡¡,¡i¿r" ¿" d*-¡", tSgq, pp. 11_31.
r0 Adhúbal MErRA MÁr_ros. O M
& a ú, c¡-D.13.
tr Vid. Luiz AWUsto DF Ax¡t¿o C^srRo. dAd;,/.. n fu h ú...,.í,
p-1.
José Fmcisco RrzÉx- M i!ús*,t FEa..., .i¿, F. 30G3O1i y i|.€b€cc. M.M.V/¡JJ-^CB" In lr¿rn,u! td,,
a, Vid.
cir, pp. 139-140.
ar Vid. l¡n BRoVNUE. Ptatia ¿¿ ¿hib ie@ttutlibtí@,.i,p.198.
madvas aduaneras, fiscales, sanitarias, inmigración y seguddad, sea que
tales in_
fracciones hayan cometidas en su dominio teffesr; o án el mar tetÁtoÁala.
La
zona contigua se extiende más arlá del mar te¡¡itoriar hasta un rímite de
24 millas
marítimas contadas a partir de la fnea base. por lo tanto, la anchura
de la zonz
contigua, contándose su extensión desde el final de las 12 millas del mar territo-
rial, es también de 1 2 millas marítim x. r ,a na¡ttafeza jurídica de ra zona
contigua
no se confunde con la del mar territorial. Es la zona contigua una pane o frínia
de alta mat zdytce¡te a las aguas territoriales. Ella perteneie, por lo tanto,
a all
mar, a diferencia de lo que ocurre con el mar territorial, qoe.s p"n del .,terri_
torio sumetgido" del Estado (y en telación al cual éste ejetce la plenitud de su
soberanía)4s. F.n su frania el Estado ejetce tres tipos de coápetencias: ,7
aduanera
y fiscal (previniendo o .¡stigando inftacciones y fraudes a sus normativas); ú)
seguridad (en sus multiFles aspectos, como saluá, navegación e interés mi.lilr¡
y, y' conservación y explotación de las riquezas animales y minerales{.
En un único atículo la Conte¡ción dc Mo*ego Bqy ttató de la zona contigua.
Ttátase del art. 33, S 1, de la Convención, según el cual ,.en una zona contigL a
su mar tetritorial, designada con el nombte de zona contigua, el Estado ribáño
podrá tomar las medidas de fiscalización necesadas pataia) prevenir las infrac_
ciones de sus leyes y reglamentos aduaneros, fiscales, de inmigración o sanitarios
que se comet:rn en su tenitofio o en su mat tedtorial; b) Sancionar las infrac-
ciones de esas leyes y teglamentos cometidas en su terdtório o en su me¡ ter¡i_
torial".
Aún en los términos del att 33, $ 2,,12 zona, contigua no podrá extenderse
más allá de 24 mtllzs marinas contadas desde las fneas de base a partir
de las
cuales se mide la anchun del mar teritodal',. Como se oote, las 24 milLs
de la
zona contigua son contadas ,.a patir de las líneas de base- del rn¡¡ territori¿I.
Teniendo el mat teffitodal 12 millas, se tiene que la zom contigua propiamente
ücha no puede tebasar las mismas 12 millas (que fo.rrr.,,.- oat á. Z+
El tégrmen que cotresponde a la zona contigua- couespoode esencialmente -iU"g.
al de
la libertad.de alta mar. Bajo esa óptica, comó elptcaJ-oqBe Becelar
Gor,lurn, la
zona contgua representa sólo una limiacian protol-aa rq¡imen de alta
mat, en
el espesor de las 12 ¿ las 24 millas, peflride;do el Esredo"algunos poderes
de
mera jurisdicción, en el ámbito de l¡ fiscetiain dd c,rmplñento
ie su legis_
lación nacional, en dos materias definidas po'b propie Co^nvención: pod..eJd.
fiscalización que-tienen el objetivo de (e) erir
iifriciones a las leyá y norma-
tivas aduaneras, fiscales, de inmig¡¡cióa y stn¡rrrl)s e¡ su ter¡itorio o
en su mar
tefitodal; @) de repdmü l¡s in&¡c¡lxrs ahs lcyes y normativas en su tetri_
¡
torio o en su m¿r terdto¡iaÍ7.

r4 Vid. V.l-o\rE & R R. CHUf.cñr_ Th túaf*.ü,cir.pp.13?l4O¡ yJamc sct' vFo\D,


t Mti¿J?/i,.ipl6 of?,bli.
i"¡¿r,ariMl l¿s,
^. dt.,W. 2652.69.
.5 Vid. cild, Maci€l
CoFrÁa MEYER RussorvrtNo-. Dilb itu &,ral púbn o, cit.,p.285j y Celso D.
DE AuueuEReuE
MFu.o, C'ao d. ¿hi,o ÁhMiod¿t ptbliñ. \ ot. It. dt", p. 1242.
6 Vid. OyaÍ¡a Cesar IruAssú. C,so ¿¿ ¿injb;rbau.iel1ttb,at",F
a?JorgeBacelarcol¡El{. U"",a 4tt.
*,nia Aa,-a"*tpitt, r:t-,pl nZ.
5. EsrREcHos
En sentido propio, estrechos son accidentes geográficos naturales (pasajes
madtimos) que comunican dos mates entre sí. Se trata de pasillos de aguas inte-
grantes del mar territorial de uno o más Estados, 1'que benefician la navegación
internacional enúe áreas de alta mar o zona económica exclusiva. La CIJ, en el
casa del Estrecbo de Corfi entre Gran Bretaña
1' Ahaniaq, entendio, en sentencia de
1949 que, en consonancia con la costumb¡e intemacional, los Estados tienen el
derecho de, en tiempo de paz, atravesar con sus navíos de guera los estrechos
utilizados patz la navegación intemacional entre dos partes de alta mar, sin ne-
cesitar autodzación del Estado costero, desde que el paso sea inocente. Esto no
causa mayores ptoblemas cuando las aguas de los mares terdtodales de los Es-
tados ütorales no se encuentran. Sin embargo, cuando se encuentren sutge el
ptoblema de saber cuá1. es el límite de la frontera entre tales Estados, aunque Ia
regla aplicable sea nonnalmente el de la línea medianaae.

Peto, existen dos situaciones jurídicas disersas en lo que respecta a los es-
trechos: a) cuando el estrecho une un ma¡ intemo a un mat libre (como el estre-
cho de krtch, que une el Mar Negto aJ \lar de Aryf); ¡ b) cuando él conecta
dos mares libres (como los estrechos de \fagallanes, enre el Atlántico y el pací-
fico en el extremo Sur de América, tocando a Chile y Argentin a; el Smd y los
Beltr, cotect^nd.o el Báltico al Nfar del None; eI de Datdanelos y Bósforo, situa-
dos en territorio turco, que conect2n el }far \egro al Adriático; y el de Gibraltar,
comunicando el Adántico con el }fediterráneo)t.
F;gEa 6

E¡fr€cüor irarrricditrdo*
q Para m máüsis del caso, a Joña¡a DE CARvAúto RrBEt¡.o, A Elpentubi¡i¿^¿e do Elrada
. lrdt¿ a Coftc lrttuíMt ü
Irni.d, .it., pp. 125-134.
¡e Vid. Ian BRov¡\¡uE. Pr;rt)ío!
¿e ¿iúitú ,st ñarioral ptbt ñ, cj,'',p.z!{.
¡vid oyaña Cesar lru^sst:. C$io k ¿iÍna ;nteñd.íónal pibk', ci¿, pp. 417-418;J osé Fr¡¡cis coptEzF.K, Dini¡a i't¿ma¡iotut
,ir¿iz...,cir.,p.309;IDjNH,D,{rxER&pEU_E-r,Drisio;ot*;notpriit,at.,pPitO+_tSA.
Los casos arriba citados exigen soluciones que, ¿ veces, vadan según las cir-
cunstancias. En la primera hipótesis, como expljca Gilda RussoulNo, si los dos
márgenes del estecho pertenecen a Estados diferentes, sus aguas serán tenito-
riales (peto no internas), teniendo cada uno de los ribeteños jurisdicción hasta la
anchura mediana o (si Ia anchura del estecho es mayor que el doble del mar
terdtodal) hasta el límite de las respectivas aguas territoriales.
Si los dos márgenes del esttecho v las costas del mar interno pertenezcen a
un sólo Estado, el esttecho es parte integrante de su dominio marítimo interno,
con tal de que su anchum sea tan pequeña que el estrecho pueda set dominado
desde los mátgenes. Si el esttecho es der¡asiado largo, se considera que existe
una franja madtima central que debe ser tr¡ad¿ como mar üb¡e. En la segunda
hipótesis, es decit, cuando el estecho hece comunicar dos mates libres, su con-
dición juríüca pasa a ser tegulada por d 'nisno régimen de los mares übres,
apücándosele en todas las reglas admisibbs e estos últimos, así como por medio
de tratados internacionales5l. La Cnmcifu & Maxgo BE rcconoce el derecho y
la jurisdicción del Estado ribereño sob¡e los estrechos, su respectivo espacio aé-
reo, su lecho y su subsuelo, principalmeote en lo que tespecta al derecho de paso
en tráfico (expresión que no significa nada más Ere el conocido derecho de paso
inocente) en los esüechos utilizad65 para la navegación intemacional entre un¿
pate de alta mar y una zona económica exclusiva y otra parte de alta mar o una
zona económica exclusiva5:. En los términos de su ar¿ 38, $ 1, en los estrechos,
todos los navíos y aeronaves "gozarán del de¡echo de paso en tránsito, que no
será obstaculizado; no obstante, no regirá ese derecho cuando el estrecho esté
formado por una isla de uo Esado ribeteño de ese estrecho y su territorio con-
tinental, y del otro lado de la isla exista una ruta de alta mar o que araüese una
zona económica exclusiv4 igualmente conveniente en lo que respecta a sus ca-
tactedsticas hidrográñcas y de navegación".
Por paso de trá6co, como aduce el $ 2 de la misma disposición, se entiende
"el ejercicio, de conformidad con esta Parte, de la libemd de navegación y so-
brelrrelo exclusivamente para los fines del tínsito rápido e inintem:mpido por
el esttecho enffe una parte de la aita mar o de una zona económica exclusiva y
oüa parte de la alt¿ mar o de una zona económica exclusiva"; pero, continúa la
disposición "el requisito de tránsito úpido e inintemrmpido no impedirá el paso
por el esrecho para entrar en un Estado ribereño del estrecho, para salir de dicho
Estado o para regresar de é1, con sujeción a las condiciones que regulen la en-
trada a ese Estado". EI derecho de paso en ráfico no confiere a las embarcacio-
nes exttanieras el derecho de efectua¡ actividades de investigación científica o de
estudios hidrográficos, a no ser con la expresa autorización del Estado costeros3.

5t Vid., por todos, Gild¡ M¿ciel CoRnÉ^ MEY¡R RUssoMANo, Dit ib itddttd.iotallibli@, cit. p. 27 6.
A.
5, Vid. Adherbal MEI¡,A trdATros. O ,on ¿iftib ¿t ña, ci¿, p.
' s: Í¿em, p. zs.
6. CANAr-ES TNTERNACToNALES

Los llamados canales internacionales tienen con los esttechos Ia semejanza


de set (ambos) vías de paso que unen dos aguas a través del teritorio de un
Estado para facütar la navegación entte dos ma¡es. Pero, los canales intetnacio-
nales (incluso los interoceánicos) se diferencian de los esttechos por el hecho de
set vías anificiales de paso y de comunicación, creadas pot medio del tnbajo
humano. Así, mientras los estrechos son siempre conexiones naturales entre dos
mares, los canales intemacionales tienen la ca¡ecterística de ser siempre coneúo-
nes artificiales, pudiendo estar situados en el territorio de un sólo Est¿do o en el
territorio de dos o más Estados.
Es por eso --explica Jorge Bacelar Got-r'm- que su régimen no es de De-
recho Intetnacional general sino que se concibe pzlra cada canal, en atención al
esfuerzo económico en Ia tespectiva consm¡cciónr. Los canales internacionales
son consm dos por los Estados, o con su consentjmiento. en sus propios tetri-
torios, estando, en pdncipio, sujetos a su exdusiva soberanía, así como las demás
pates integrantes de su dominio. De esa manera, la reglamentación juddica de
los canales con intetés para la navegación es hecha por los Estados que lo cons-
truyeron en su teritotio, quedando suietos (como se dijo, en principio) a su ex-
clusiva soberanía, si otra rda distina no les es aplicable (una vez que los canales
pueden ser internacionalizados por tr¿tados o acuerdos entre los Estados, como
fue el caso de los canales de Suez, de Prnená v de Kiel.

Curlc¡ ircnrcionelizrdü,

.F:LL |,\tu|¿. ¿rrr1, útuüdt al


54
Joge BAcEr-An Gor litün,crt., p. 516. Sobre el tema, a ¡in Antonio R!úno BRA
roNs (.t ¿ll),Dñúa íite'tld,ia,¿ ciL, pp. 5ü-910: IJ.¡r6 CR ñpo¡D, BMI 's ?,i"c; ¿t of?rbk irhtulú¿l be,.jL, pp,3q-
342.
A di!rtr.'"-r¡ de lo que muches seces ocur¡e con lcs esrrrúor.¡-lrrL
_
de paso natur:les, los caodes no se encr¡enn¡n suietos e h scrsif*.** & tr¡¡
inocente. Sin embargo --explica Acctoly- ..la ptopia conr-eniencia de b,s Lqr-
dos que los poseen o, mejot, las eügencias de.l comercio intemacional l de .la
cteciente intetdependencia de las naciones hacen esi siernpre rmperaur,, l, na_
cesidad de la, apertura de los canales madtimos e le mr-egrión r comercio inrer_
nacionales"55.

Tales canales o se situan entre dos ríos --como el canal Volga_Don, en Rusia
y el Dottmund al Sin, en Alemania-, o enüe rur río r el mar--por ejemplo, el
canal de Albert, qu e conecta a L)ige y Anaer-, sie¡do tías internas de comunica-
ción, sujetas a la soberanía estatal. Los canales, también, a r-eces comunican dos
mares, como el canal de Suez, entte el Mediterráneo v el Nfar Rojo, construido
en 1869 en territorio egipcio, y el canal de Panamá" qul une el Atlántico y con el
Pacífico por medio de un sistema de compuertas en forma de esclusas, con ex-
tensión de ochenta y un kilómeffos Qos dos canales fueron pror.ectados por el
ingenieto francés Ferdinand DE LEssEps).
En ambos casos tales canales asumen enorme importancia para la nar-ega-
ción internacional en geneml y para el comercio en especialr. p"r" t.n.. r..r,
idea, la autoddad que administra el canal de Suez
1ue es un ¿cto unilateral_ és
el Ministerio del Comercio, en los términos del Derecho egipciosT.

7. EsTADos ARCHIPELAGICo s

La Convención de Montego Bay incluye a los Estados Archipiélagos en los


46 54. Segun la Convención (eLn. 46, páLttafo a), la exprésión ..Estado
^tfs. ^l
Archipiélago" significa un Estado constituido totalmente por uno o varios ar-
chipiélagos, pudiendo incluir otras islas$. Se trata de una de las principales no-
vedades de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Deiecho del
Mat, aunque con el ext¡año epígtafe Estados Archipiéiagos, que, según algunos
autotes "las designan eróneamente, porque está en cáusa o., esp".io
-"iíti-o
y no propiamente una calidad del Estado en su conjunto,,5e. Habrra sido real_
mente más correcto que la Convención hubie¡a ll¿mado al tema con el nombte
de a¿aas arcüpellgias en vez de Estados Archipiélagos. Archipiélago significa un
gn:po de islas, incluyendo partes de islas, las aguas circunyacentes y otros ele-
mefltos natutales que estén tan estrech,rmente telacionados entre sí que esas is_
las, aguas y otros elementos natur¿les fo¡man intrínsec¿mente una .otidud g"o_
gráfica, econórnica y política o que históricamente han sido considerados cJmo
tal (a:tt.46, párafo b). Se tiene, 1,g., el archipiélago de Indonesia como ejemplo

55 llildebiando Accroly. T¿ t¿¿o ¿. ¿ihib i;tñd.io,¿/?,rb[a,rct II, cir, p. 1BB.


s vid. O]em¿ Cesd lruAsst. C'to ¿. ¿iÉh st t 6iMt púbüdlci,p. 4i2.
57 Vid. lan
BRo\¡a{LrE. Pr;.apíú¡ ¿e diftito ¡tt¿ú¿.ior¿t pribln, áL,p.2i7.
53 Sobre el tma,
¿ spe.ialnent€ A. V. Lov,E & ¡- R Crtl:xcaiArU W o¡tt, n ,cir, pp. 118_131.
Jo.ge BAcEr-Ar cowEl\ . M¿rtdt d¿ ¿añíto inrñdcional Nblco, cj,t:, p. S2t .
5e
de 1o que se acaba de exponer, el cual, inclusive, tiene importancia estratégica
para la comunicación entte los océanos Pacífico e Índico60.

Él Estado Archipiélago puede razar iíneas de base Archipiélagas rectas que


unan los puntos extremos de las isias más exte¡iores y de los atrecifes emelgentes
del archipiélago, con la condición de que dentro de esas líneas de base estén
comprendidas las principales islas y una zona en quc la tazón entre la supetficie
matítirna, y la, supetficie terrestte, incluyendo los atolones, sea entfe 7 a7 y 9 a 1
(art. 47, $ 1). Si una parte de las aguas archipelágicas de un Estado Archipietágico
están situadas entre dos partes de un Estado vecino inmediatamente ¿dyacente,
los derechos existentes y cualesquiera oüos i¡tereses legítimos que este Estado
haya ejetcido tadicionalmente en tales aguas y todos los detechos estipulados
en acue¡dos concluidos entre Ios dos Esados continuarán en vigor y seún res-
petados (art. 47, S 6). Los navíos de cualquier bandem, a semejanza, de lo que
ocurre en el caso del mat tertitorial, también tienen detecho de paso inocente
por las aguas archipelígicas, salvo eventud suspensión de ese detecho pot el
Estado ArchipiéIago pata fines de protección de su seguddad. Tales embarca-
ciones gozan aún de paso de tráfico (continua v sin tetrasos) por las rutas marí-
timas designadas por los Estados Archipiélagos6l. L¿s normas indicativas de los
ejes de las rutas y del sistema de separación de tráfico establecidas por el Estado
Archipiélago deben ser pubücadas por éste' a fin de dar conocimiento a los otros
Estados (inclusive en el caso de sustitución de alguna regla o sistema). Si un
Estado Archipiélago no designa ruas m¡rítimas o aéteas, el detecho de paso por
lutas marítimas atchipiélagas puede ser eiercido a través de las ¡utas utilizadas
nomalmente para la navegación intemaciooal

8. SrTUAcróN JURfDrca DE Los NAyfo6

Conceptualmente, se entiende por navío toda construcción humana desti-


nada a-la navegación (en mares, ríosr lagos, etc) capaz de üansportar petsonas o
cosasó2. Los navíos son verdade¡os i¡stn¡meritos utilizados poi los Estados pata
su comunicación con los demás miemb¡os de la sociedad internacional63. Com-
pete a las leyes intemas de cada Esado regular, pan provecho propio, la cuestión
de la nacionalidad de los navíos, defi¡ieodo "las condiciones en que el estatuto
nacional puede habet confe¡ido a les embarcaciones"e. Así pues, como destaca
Oyama Cesar It.uAssú, lo que indica l¡ ¡acio¡alidad de la embarcación es el pa-
bellón izado, gatantizándole el abtigp diplornitico del Estado al que la misma
pertenece, así como la apücación de los traados celebtados y de la jurisdicción

Vid. Cclso D. DE AúueuEReuE \,lElr. Crr ¿ ¡6E¿b irhtuiotal


),iblia, !o\. tl, cir., p. 1194. E¡tre l¡os E t¡dos quc
ó0

tambié¡ €n@dJan en esta definición p€to oo s dcf¡.o.mo ¡'rhiFrágicos, estátr d Rciúo Unido yJ¡pón. v. M¡lcotññ.
se
Ss v. Dn.bo itt nei4Ml, c\., p. 413.
ó1 Vid. Adhübd ME¡R
{ l,{,{Tros . O tph diaib ú e, .í, p. n .
6, Si está.€rnple¿ndo aquí, evidotcñcnt r¡o codc€pto dplio de Mvío, quc
, comprcnde (pu tos 6nes que iDtscsan¿
est€ tópico) cu.lquid construcciód o!¿z de ruvcgd pd fr¡.r¿. pmp¿
ór Vi¿ l-rris lvani DE AMoetM A¡ úto.
Cn ¿¿ di/.it4 i,ú,tu io'at t ibl¡o,.jr., pp.221-222.
6a IÁo BRoVNLIE. Pá.lr;B ¿¿ ¿jftito
irttMid¿l ?a'lid, ctL, p. 44a.
nacional cuando el m.ismo se encuentra en alu mar65. La nacionaüdad es estable-
cidapor la matrícula v autoriza el uso del pabellón, obedeciendo a las reglas que
pueden variar de un Estado a otro. I-a matrícula es el registro que un navío tiene
en un determinado Estado, con las especificaciones de1 nombre, indicaciones de
su propietario y demás características. El puerto electo es su domiciüo e indica
el lugar de salida y de regreso, compleando la matrícula66. Se aplica también aquí
el principio del "vínculo efectivo" establecido por la CIJ en el ca¡o Nattebobnff .

I-os navíos pueden ser divididos en priblicos o privados, tomándose en con-


sidetación, para esta clasificación, l¡ natu¡¡leza de los sewicios por ellos desa-
rrollados. También han sido clasificados tomá¡dose en cuenta sus actividadesj¡ir
i@eii y ju
gestionis, pero la clasificación aún
"'ás aceptada es aquella que los
divide en púbücos y privados. Las embarcaciones que realizen actividades priva-
das quedan sometidas a la jurisdicción del Esado, siendo necesa¡io, para ranto,
que las mismas se encuentren en el territorio del Estado fnclusive en el caso de
sustitución de alguna regla o sistema) de donde son ¡aciondes o en alta mar.
Esto significa que las embatcaciones privadas no quedan bajo la jurisdicción del
Estado de origen cuando se encuentfan en puertos o aguas territotides exüan-
jeros. Así, no pueden asilar o dar abrigo a extranieros en esos casos, aunque esros
estén siendo perseguidos por crímenes políticos.

Ya en relación a los navíos púbücos, son ellos comúnmente divididos en


b¿rcos militares y civiles. Son civiles aquellos que desempeñan funciones admi-
nist¡ativas de n¿tutaleza púbüca, sin fines miliares, pot ejemplo, Ias embarcacio-
nes utiüzadas por los servicios aduaneros y de policía maÁittna, o puestas a dis-
posición de soberanos, jefes de Estado o de reptesenantes diplomáticos. Los
navíos mütares, por su parte, son los que se emplean en las actividades de de-
fensa en genetal, estando incorpotados al patrimonio nacional y, en patticular, a
las fue¡zas armad¿s. Al contado de lo que ocur¡e con las embarcaciones priva-
das, los navíos públicos gozan de ampüas inmunidades (destáquese qrre és" .s
una regla consuetudinaria) independientemente del lugar donde se encuentren.
O sea, incluso en ¿guas o pueftos de otro Esado, ellos continúan sometidos a
la jurisdicción del Estado de su nacionalidadú.
Pero decir que ellos ienen innntidad no significa decir que ellos son exten-
sión del tetdtorio de sus respectivos Esados, teoría ésta ya abandonada por el
Detecho de Gentes y por los i";"as ¡nís eminentes6e. La Convención de Mon-
tego Bay, con todo, no siguió la cosrumbrc intemacional en todos los puntos.
De ahí las controversias ificesantes en ese ámbito. De manera genetal, las reglas
intetnacionalmente aceptad¿s atinentes a l¿ situación juddica de los navíos pue-
den ser resumidas así:

ó5 Vid. qma Cesa.t IruÁssú. Ctt¡o ¿. dif,iñ árawi&r fi$a, clt., p. 415.
6 V'd.. po! rodo\. Oy"ma Cesú lru^ssu, id.ú. -
PP. 417 1tg. .
61 vtd. ICJ R4D,1¡ tt955), p.4.
ó3 Vid., o es€ €xacto s€ntidq Gild¡ Macid Co¡nÉ^ MEyEt ENisoM ¡ro, Dirjb irt ,,4riorz\íbn!0, &,pp.321_328.
ót üd. Ixis DEAzcARr c^. Dñbo i't lra.iMt etÉno.
José B¿lceto@ Aricl 1970, p. aO.
a) Embarcaciones públicas nacionales (o al servicio oficial de Estado)

lotcostumbre internacional se les aplica la ley de origen dondequiera que


se encuentren (por el pdncipio de extaterritorialidad), principalmente en cuanto
a los delitos practicados a bordo7o. Recuérdese que en cuestión de jurisdicción
penal las embarcaciones públicas civles (cuando estén en servicio) se equiparan
a las embarcaciones de guerra71. Destáquese, sin embargo, que el art. 96 de lt
Convención de Montego Bay restringió m r esa inmunidad absoluta, en
^ ^lfa ya sedimentado, en estos témi-
aparente oposición al Derecho consuetudinario
nos: "Los buques petenecientes a un Estado o explotados pot él y utilizados
únicamente para un servicio oficial no come¡cial tendtán, cuando estén en l¿ alta
mar, completa inmunidad de jurisdicción rcspecto de cualquiet Estado que no
sea el de su pabelión".

La finalidad de la disposición es hacer que los navíos de guerra o los navíos


civiles en uso oficial obedezcan las reglas pom:arias (positivas o consuetudina-
rias) del Estado en que se encuentreri, así como las leyes y normativas locales.
La duda que surge en ese ámbito se relaciona a los nacidos a bordo de tales
embafcaciones cuando están localizadas ef, €uas pertenecientes a otra sobera-
nía, habiendo Ia doctrina y la jurisprudencia (con cierta duda, sin embatgo) dis-
tinguido la situación de los navíos milita¡es de los públicos cirtles (uíase patte II,
r@ítulo IV, secrión L íten n" 7, a):

b) Embatcaciones privadas nacio¡ales (o púbücas cuando son utilizadas


pata fines comerciales)
Se les aplica la ley del país de otigeo si están en territorio nacional o en ala
mar (observándose ei principio del pabellón o de la bandeta). Estando en aguas
extranjeras, se les aplica, en regla, la le_r del Estado costero y sus normativas,
quedando también sujetas a su fiscalización. Fue lo que decidió el Insriat de Dmit
Intematiottal, en st sesión Estocoüno de 1928, cuyo tema tuvo como relator el Sr.
Gilbert Gnnr, según el cual los nzvíos, pasajeros y tripulantes de navíos de co-
metcio extranjeros están todos subo¡di¡ados "alx bis de police et á tottes hs diEa-
iüons ñglenertaires en uigaerr dar bpt o) ik slflt n{r!', o sea, "a las leyes de policla
y a todas las disposiciones en vigor en el puerto donde son reci-
bidos" (at. 29);

c) Embarcaciones púbüces exr¡enic.ras (o aI servicio oficial del gobiemo


extranieto)
Por costumbre intemacional están ampatadas por la ley de su pals de otigen,
no siéndoles aplicada la lev n¿cional ni aún en aguas nacionales. Se trataria, aquí,

7ovid. N¿lsor HuNc¡lA. CoD¿á,ú d C¡¡ir.P'4 vor I, L I, cir, p. 180. Segjn d ¿rL 5, S 1 del Código pc¡d b¡rsilcño:
"Pda los efectos Perálcs, sc considcr¿¡¡ c()@dl! sbo d.l Édirorio úcio¡al las embarcacioncs y aconzves bnsilcñ.s, &
¡¿tur¡l€za pública o a se|icio del gobicDo b!¡s cno dondcqui? quc se encleñt¡€n, asi c@o ias a€ron vcs y las @barc¡cion s
&asilcñas, mercant€s o dc ptopid.d ptierda qE s cr!¡¡, ¡csFctiy¿m€r¡re, m el esp.cio ¡ér€o corcspoddicotc o cn rll¡ Ílai'.
?1 Vid.
Celso D. DE ALBUeL'EReLE MEULo. D¡iEJr?d¿l . ¿ifrit¿ ídh/ratiordl, .lt., p. 27 .
de la hipótesis de exuaterritorialidad, que ocurte cuando el acto (por ejemplo,
un crimen) es cometido en tenitorio nacional, pero a él se aplic¿ el Detecho
extanjeto @or juez extranjero) de confo¡midad con las leyes del país de origen
de la embarcació n. La Conaenrión de Moúego Bay con todo, restringió (como se
dijo attiba) tal inmunidad absoluta a alta mar (sea pata los navíos de guera
-art.
95- o para las embarcaciones cir,'iles en uso oficial -an. 96);

d) Embarcaciones privadas extranieras


Solamente se les apLica la ley nacional si estén ancladas o en tráfico en terri-
torio nacionalT2, pues de lo contrario a ellas serán apücadas las leyes del E stado
en que se encuenttan ancladas o en trá6co. Po¡ fiq cabe decir que a ningún navío
le es fcito tener más de una bandera, pues, de ot¡o modo, se estaría fomentando
la ilegalidad de la navegación.

SECCIÓN II. ZoNA EcoNÓMIcA ExcLus[v^


1. CoupnnNsróN
La,'lfamzda zona económica exdusiva -que constituye .n de las principales
innovaciones de la Convención de Montego Ba¡ que trete. del asunto en los arts.
55 y siguientes- es el fuea marítima situeda más ellá del ma¡ te¡rito¡ial r' advacenie
a ésre, que inicia a partir del Iímite exte¡io¡ de este riLltimo v oa hasu el límire
máximo de 188 millas marítimas (descontándose rcí hs 12 mill¡s del ma¡ terri-
torial), conformando una extensión máxima de 200 milles contadas a pardr de Ia
línea base normal o recta, es decir, a partir de la costa?3.
En esa franja puede el Estado costero eiercet derechos de soberenía sobre
los recursos náturales vivos y no vivos, así como lutisdicción, de conformidad a
1o dispuesto en 1a Convención de Montego Bay7a. La zooa económica exclusiva
(ZEE) tuvo como origen histórico la declaración del P¡esidente de Estados Uni-
dos, en 1946, que buscó ampüar unilatetalmente la iutisdiccióo ame¡icana más
allá de su mar tertitorial para fines de protección de la pescar.

A partir de ahí, otros países, cuyas industrias p€sque¡¿s suftían las mismas
dificultades, declararon sus derechos sobre tal zonz, eÍ especial peru, Chile y
Ecuador. Posteriormente, en 1972, con lt Decla¿dís & Satb Domingo, se reco-
noció a los Estados costeros derechos sobera¡os a una frenja posterior al mar

.bordo
r'z bn¡* 'J¡--t ¡. h Lt búsileñ¡ a los delitos pracricados a
Así dispo¡e el ¿rt. 5, S 2, del Código Pen¡l brasileño: "FJ
de ¡eron¡v€s o obárcadoo€s extmieras de p¡opicd.d p'is¡d1 i¡drhdc .q'áh" ti.* ., a .".iro!io n¿cional
ó en aelo e¡ d espacio aéreo coÍespondienre, y ias que están co
7r Sobre la zo¡a económica qclusive,
Frtm o ""
oÍ *;*¡-l d. Bo"il-.
Vrf,t\\ L <* éarúiqu dclrnw: ¡i¿ih¿ ¿t r¿turtidiql¿
¿ Francisco Or¡r6o
hlJ; F¡blic¡d" r"'*p"a"yL. ao-.-d*" *,t i,.
ddr l¿ ¿'rit i"tñd¡ia"al,Á Rr*il d4 Cirñ,vol. 199 (1986-tv), pp.9 170,
ní4ñd J tutr¡al.í¿Jrídtu ú ¿l ¿n ba i'ttu.i0ról,S^nn,€' Ediror¡UüiL¡ & a:bft, tSSl. V ¡"n,,{¿¡o¡¿ VErM Nt_arros,
O ,aro ¿i,i/o do tut,ci,L,pp.28 33; Celso D. DE ADUeuEReirE MEro, &r¿ ¿tnit, irrt diotutpibti¡a,vol. II, cir., pp. 1202-

yJdes CR,\Var]RD, 3Mk\ ?ir,b/u ú.fp/bli. i'tu;6¿1t',4


428;
.\VAr W. n+Zn.
7{
Vid. Reb€cca M.M. ),^cE. Ittin¿tionat 18, <il-,W 762-163-
75 Vid.-Cdi Awusr
Ft-Etsc{r'p-'lb. nd of tdit*f'bt í^Raeit ¿a Cún,w\.&y) (1988 II), pp. 99-222; yJmes
-
Ln-a\vvopD, Bnnhi! pñrdpl,, aJ p'btt. ntñ¿¡ióMl"á¿ie
Lt- ciL, W- n rn6.
teritorial (entonces llamada mar patrimonial) para fines de explotación econó-
mica sobre los recursos renovables o no, de las aguas, lecho y subsuelo de esa
áreá con extensión delimitada en 200 millas'ó. Así, el interés de los Estados en Ia
zona económica exclusiva surgió con finalidades casi exclusivamente económi-
cas, pasando solamente después a conectarse las cuestiones de preservación y
conservación ambiental.

2. REGIáMENTACIÓN INTERNACIoNAL E INTERNA


La Convención de Montego Bav se abstuvo de definir la zona económica
exclusivá -así como la zona contigua- como un á¡ea marítima integante del mar
territorial. De lo que se desprende de su texto, l¿ Convención ptefrió no con-
fundir las cosas, y tesolvió tratar Ia zona económica exclusiva como algo en todo
distinto del mar teffitorial, dejando para este riltimo el concepto que el Derecho
de Gentes clásico le dio. Por lo tanto, la zona económica exclusiva pasó a tener
¡atlfi^leza jrÁdtca sai gereris, posevendo c¡¡¿cterísticas ptopias que no se con-
funden con las del mar teffitorial v de I¡ dta mar. En los Estados costeros que
adopten eI mar territotial de anchura i¡fetior a 12 millas, existe la posibi.lidad que
su zona económica exclusiva rebas€ l2s 180 ¡nillas, desde que sea respetado el
Iímite máximo de las 200 millas impuesas por la Convención de Montego Ba¡
contadas a partir de la línea base normal

3. DEREcHos, DEBERES yJuRrsDrcrcróN DEL EsrADo cosTERo


La Convención de Montego Ras trate, en su art. 56, de los derechos y debe-
res del Estado costero, así como de su iwidicción en el área. de zona, económica
exclusiva. En relación a los derechos v debe¡es de los Estados costeros, dice la
Convención que tales Estados allí ejetcen 'Derechos de soberanía para los fines
de exploración y explotación, conservrrción v administración de los recursos na-
turales, tanto vivos como no vivos, de hs aguas suprayacentes al lecho y del lecho
y el subsuelo del mar, y con tespecto . otras actividades con mims a la explora-
ción y explotación económicas de le zone" al como la ptoducción de energh
derivada del agua, de las cordentes r de los vientos;" (art. 56, $ 1, párrafo a)77.
Petcíbase que tales detechos de sober¿nía son taxativos para esos casos es-
pecíficos que el tratado establece. F',tre los deberes del Estado costero en la
zona económica exclusiva se encr¡€nú:r el de permitir la libert¿d de navegación
para los Estados sin ütoral y pan otros interesados, siendo obligado aún a tomar
todas las medidas necesa¡ias para el mantenimiento de los recursos üvos.

76 Vid. Adh€rbal MEr¡¡ MATToS . O tuM ¿iaj¡. ¿¿ ú-p.U, ta Éles 200 mil¡s a d¡no de ZEE foña¡ part , scg,jo
¡lgmos ¡uores, de la costumb¡ei¡tqmcio¡aL l'{¡lcoLn 'ú,
Sa,rw, 13, cs uoo de los que enriende quc ..cI númem y l, ¿i"trt¡"i¡
g@gtáfica de los Esrados que reclam¡n zor¡s ccmtmn:s qcnsi% sod úl€s que la qistenci¡ d€ tal zo¡¡ como nofrl..d.
Ddecho .onsüet¡¡di@rio está 6mem.¡re establ€cid¿" . D;frta itratuiñal, <iL, p. 427 .
?? Sobrc d asunro, v. el erhaustivo estudio dc Fcrn¡rdo
L"\rpGLR^sTc]s,A irlhw.it%¡tw¿o ¿ot ít to, tutñn ,ra/inbü,
Lisboa: Associ¿9¡o Ac¿d¿mica da Faculd¡d€ de DiBiro, 2m5, 1075, p
Tales medidas pueden ser resumidas así:

a) determlna: el nivel óptimo de captura de los recutsos vivos, a fin de evitar


exc€sos;
b) te tzx o permitir la real:zaciín de ésta por empresas privadas hasta este
nivel
y' permitit a Estados geográficamente desfavorecidos y sin litoral que pro-
cedan a la captura restante, si el Estado costero no la tealiza; y,
d) to contaminat y no permitir que se contaminen las aguas de la zon^ eco-
nómica exclusiva, sea pot embarcaciones nacionales o extranjetasTs.
En telación a la jurisdicción estatal sobre la zona económica exclusiva, dice
la Convención que ésta se refiere tan solamente a: "i) El establecimiento y la
tjlizaciín de islas artificiales, instalaciones y estructuras; ii) La investigación
cienúfica marina; iii) La ptotección y preservación del medio marino" (art. 56, $
7, pirrafo b, I, II y II!. Es bueno aclarar que los dencbos de soberanía que ienen
los Estados costeros, según el art. 56, $ 1, párrafo a, de la Convención de Mon-
tego Bay, son derechos didgidos exclusivamente a la "explotación y explotación,
conservación y administración de los tecursos naturales, tanto vivos como no
vivos, de J.as aguas suprayacentes al lecho y del lecho y el subsuelo del mar", y
no sobre la porción acuática ptopiamente dicha, como ocrüre con eI mar terri-
torial?e.

4. DERECHoS DE TERcERos EsrADos


Según el art. 58 dela Cowención de Mortego Bay todos los Estados, sea coste-
tos sea sin litonl8o, gozan de las liberades de navegación y sobrer.'uelo v de co-
locación de cables y ductos submadnos, además de otfos usos intemacional-
mente ücitos, telacionados con las refeddas libetades, tales como los conectados
a la operación de navíos, aeronaves, cabies y ductos submarinos compatibles con
las demás disposiciones de la Convención.

Es interesante notar que, en los tétminos del at 69, la Convención de Mon-


tego Bay asegura a los Estados sin ütoral -romo es el caso de Paraguay y de
Boüvia- "derecho a parttctpa;t, sobre una base equitatiwr, en la explotación de
una parte apropiada del excedente de ¡ecu¡sos vivo6 d€ l¿s zonas económicas
exclusivas de los Estados ribereños de la mi.-- sürcgir¡n o región, teniendo en
cuenta las caracteísticas económicas v geográfices peninentes de todos los Es-
tados intetesados . . .". Solamente el excedcntc de los recursos vivos, dice la Con-
vención, pueden ser aprovechedos, iamás los rccursos minerales. La Convención

?a
J.t Jd H(xxf\ A ¿ir1'a.Fff. a. #
Vid., por to¿os, útr.n Cd,wano ¿6 N¿f6,r U"i¿¿r lobt Díftit| d!
M¿r ¿e 1982 .MJ,¡lptu¿ar¡t;dwtaltu) e lñtúü ndrü, r99, [P. 104-110. 'ú
te \¡d. A.fherbal MEr¡-{ }f{fios. O ñ & a n.
& l¡s 31 paiscs dcl mundo o dc.úolk si¡ li@l-,<j+.p.
ñíiDr ¡d: ÁE¡nilrán, Año4 AzeibaiyáD, Botivia, Borsua@,
Bukina Fáso, Burúdi Buúq K2¡Éúa C¡¿4 Eti?a, I¡06, IÁoro, M¡c.dmi., Mat¡ui, lvfali, Moldrü¡, Mongolia, Nepzt,
Niger, PaJaguay, Kitguis¡ia Rep¡blic¡ C€nüo-A&i:¡a Rumd., $¡¡zil¡ndi¡, T¡yiL¡rán, Tu¡kmenisrán, Uq¡nda, Uzbekstán,
Z^ñhi^ y Z;ñlñlüq
dice.incluso que los términos y condiciones de esa participación deben ser esta_
blecidos por los Estados interesados por medio de acuerdos bilaterales, subre-
gionales o rdonales, tomando en cwenta, inter alia
"a) La necesidad de eviar efectos petjudiciales para las comunidades pesqueras o las indus_
trias pesqueras del Esrado ribereño;
b) La medida en que el Estado sin iitonl, de conformidad con Io dispuesto en este artículo,
esté participando o tenga derecho a participar, en rimrd de los acuerdos bilaterales, subre-
gionales o regionales existentes, en la explot¿ción de los ¡ecursos vivos de las zonas econó_
micas exclusivas de oftos Estados ribereños;
c) La medida en que ot¡os Estados sin üto¡al v Esr¡dos eo situación geográfica desventajosa
estén participando en Ia explotación de los rccu¡sos risos de la zona económica exclusiva
del Estado ¡ibereño y la consiguiente necesidad de erita¡ una catga especial para cualquiet
Estado ribereño o parte de ésrel
d) Las necesidades en mate¡ia de nutrición de hs pobLaciones de los respectivos Estados,'.

SEccIÓN III. PLATAFoRMA CoNTINENT^L Y FoNDos MARINoS


1, PT.aTAFoRMA CoNTTNENTAT

La plataforma contitental (?/a/ea contircntolpara los francese s, o conünental she$


para los angloamericanos) -antigu¿mgnte ll^rñe.L plaaforma submadna_ es una
planicie sumergida adyacente a la costa, como consecuencia de la form p^t_
ticulat del lecho del mar en ciertas costas, que se extiende a determinada^cié¡
distancia
a partit de la ttena y cuya profundidad norma¡mente no rebasa los doscientos
metros (o, aproximadamente, 100 brazos o 6{X) pies), tras la cual el lecho del mat
baja abruptamente hacia las grandes profundidades de la región abismal (ocali-
zada a muchos miles de metros de proñudid:d)8r. -
palabtas, La. platafoma contineoal es una extensión suave que se
. . .Et
inicia en"o_1:
el ütoral, donde termina la tierrr fime, v va hasta cierta distancia de la
costa, más allá de las aguas territoriales, donde se incüna radicalmente hasta caer
en las extremas profundidades de ala m¡- Se trata, como se ve, de un concepto
geológico8'z. Su descubrimiento se dio al¡ededor de 1930, cuando muchos Esta_
dos detectaron la existencia de peróleo r gas bajo el suelo y el subsuelo de sus
tierras sumergidas más allá del mar te¡¡itorial. Ese hecho llevó entonces a t¿les
Estados- (capitaneados pot Esados Unidos, con la Dularación Tranan de 19458\
a reivindicar el detecho de explotación exclusiva de esa franja de mar8a.

definición de plataforma continenal


.de Montego
-La fue establecida por la Convención
Bay, en su aft. 76, S 1, segrín cl cual .I_a platafoima continental de

Vid. Celso D_ D¡t ALBUeuEReurj MEuo


_ -_ ,,31
yTlTlR^",,r., - rJ pldtu,-aati¿6,¿t ¿ú t <a
]Í;r:..lTl" * ñtz it ¿.,¡ d. h;t. ñ R*¿i/ ¿a c.,t, vot. tóa
(r.rü) v), pp zór-4rU; DrNH, DATLTjLR & pEu'Er, D@b ituet jib¿@, oL,W.1ZO;,rZt:; L V. towr a n_ n. ólwctr;4
Tbebeoltk a,.;t.,pp. t41,rs8; Mrtcolm N. S|l"Ar, D@b ¡*,,¿,ilr"+i. $d¿lz,y ¡^ *ro*, t.o,,t;,tp,;*pto
olprbn. ir/tuh¿'tdl hD, cjr., pp. 269-274. "íC^
3? Vid. l{alcolrn N. SHA\X/. irrtuíor4t, áL,p.4^
D¡ft¡to
et cñro¡ft\ p¡€sdeote ór.údió qE los reüsos Mruates d€l subsu€lo, del fondo dct
, . ir lü :'i Pd¡rc¡ón. lar "*i:m
:1^l:".111:i1p -ntr¡ Jeb¡io de ¡rt¡.m¡,
enconuaDan \oñer¡do\ ¿ \u,ú\d,ccróñ y coouol \. Atu
, .d.e<.q!6¡ ¡¡ mst. úencm4 peneneÚ a Lsr¡dos unidG y se
& \id. ce.¿r rlp tvt,D^. Dn,ba,¿,@@ut. .dt,p. Jtul q t,td¿rs4ttj,, !ot.40 (rraó,. SWp.. pp.4548.
úó
un Estado ribereño comprende el lecho v el subsuelo de las áreas submainas
que se extienden más allá de su mar teritorial y a todo lo largo de la prolongación
natural de su territorio hasta el borde extetior del margei continintal
; bien
hast¿ una distancia de 200 millas marinas cont¿das deúe hs lineas
de base a
partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial, en los casos
en que el
borde exteriot del margen continental no llegue a es¿ distancia,,. Es obvio
que la
ampütud verdadeta de la platafotma continÁtal de cada Estado depende
d'e los
fmites geográficos que eventualmente lo separan de ora soberanía. Las 200 mi_
llas marítimas de que rata la Convención es el límite extemo máximo
que puede
tener la plataforma, en los casos en que el borde extedor del margen continental
no alcance esa distancia.
La Convención admite, en los $$ 5 v ó del mismo art. 76, que .,los puntos
flios 9ue constituyen la iinea del iímite exeriot de la plataforma continental en
el lecho del ma:.. tazzda de conformidad con los incisos i) y n) del apartado
a)
del párrafo 4, deberán estar situados a'na distancia que no áceda de 350 mir-ras
marinas contadas desde las líneas de base a
¡nrtir de l¿s cuales se mide la anchuta
del mar territorial o de 100 m las m¡tims cooudas desde la isóbata de 2.500
que es, una línea que une proñmdiüdes de 2.500 metros"; a pesar de
T:tros.,
"No obstante lo dispuesto en el párrefo 5, .o las c¡esas submarinas el ümite
extetior de la plataforma continental no ercede¡á de 350 m las marinas contadas
desde las üneas de base a partir de las cu¡ks se mide l¡ anchu¡a del mar tetito_
riaJ.
La Convención adoptó aquí, cmo explica Adherbal MEIRA MATTos, ..el
criterio de millas (v no de metros) r & extensión (y no de profundidad), ejer_
ciendo el Estado costero derechos de sobe¡anía sobre la phlform puí^ frÁ."
de explotación y aprovechamiento de sus ¡ecu¡sos naturales',, en los ^,
cuales se
comprenden "los recursos miner,¿l€s v ottos recrrsos no vivos de lecho del mar
y subsuelo, así como, los organismos vivos pertenecientes las especies sedenta-
rias, que, en el período de capnrra" eslin inmóvites en el lecho o iubsuelo
o sólo
pueden moverse en constante cootacto fisico con ese lecho o
[rlzl subsuelo',85.
Son abundantes las riquezas naturales, los minetales fquidos y gaseosos, cal_
.
cio, fosfato, pettóleo, así como inmensa reserva biológica vegetat y áe gran fauna
Trld-"., enconrados en la plataform¡ continental. ó. i"q". sean exclusivos
los derechos de los Estados costeros sobre su plataforma, "tno
iudiendo cualquier
Estado ejetcet ningrin dominio sobre ella. Los Estados costeás también
puÉden
adoptar las reglas que juzguen necesarias a la pteservación de los ¡ecutsos
natu-
rales allí presentes. No queda impedida la utilii¿ción
de la plataforma continental
del Estado costero por ot¡os Esados que pretendan en ella instalar
cables o
ductos submarinos, desde que sean observadis ciertas reglas internacionales,
una
vez que la soberanía de los Estados costeros está destinaáa, exclusivamente,
a la
explotación de los recursos natúrales de la plataforma, por vía de la prevenáón,

35 Adh€rbal MEIR,{ N{,{Tro s. O ,aú ¿iñto d¿ ñd, á1., p. 3.1.


reducción y control de Ia contamin¿cióne. En relación al problema de la exten-
sión de la plattfotma continental enre Estados contiguos (fronterizos frente a
fiedte uno con el otro), el cdterio utilizado ha sido el de la equidistancia, según
el cual el límite de la platafotma continental de cada uno va hasta el límite de una
línea imaginada pasada de fotma equidisante entre todos los puntos próximos
de las laterales de los respectivos mares terdtoiiales. Pero, en el caso de la Plata-
forna Conünertal del Mar del Norte (entre Alem"ni¡, de un lado, y Holanda y Dina-
marca, de otto), la CIJ prefrió la solución qu€ tornara en cuenta "el acuerdo
entre las pattes interesadas", con base en el ptincipio de equidad8T.
Bnsil, por medio del Decreto n" 28.84O, de 8 de noviembre de 1950, expe-
dido por el Ptesidente Durnr. y finnado por el Ministro R¿ul FnnNANoos, es-
pecificó que "1a plataforma submarina que bordea el continente y las islas, y que
se prolonga bajo zltz- m¿r, es un verdadero erritorio nacional sumetgido, que
constituye una sola unidad geográfica con las tier¡as adyacentes". Allí también
quedó "expresamente reconocido que la phteforma submatina, en la parte co-
rrespondiente al territorio continental e i¡suhr de Brasil se consideta integtada
en este mismo territorio, bajo jurisdiccióo y dominio exclusivo, de la Unión Fe-
deral" (art. 1).
En Ios considerandos tespectivos, se lee incluso que: 1) la plataforma sub-
marina "es un verdadero territorio sum€ryiio ¡ constituye con Ias tieitas a que
es adyacente, una sola unidad geogrÁfice"; 2) d intetés de tales declaraciones, "se
ha increment¿do, a consecuencia de le pool:fliüd, ca'dz vez mayor, de la explo-
tación o del aprovechamiento de l¡s dqas o¿turales ahí enconft¿d¿s"; 3) ha-
biendo varios Estados de Amédc¡ dcc¡e¡edo sus derechos de dominio y juris-
dicción sobre las rcspectivas plaufoms submarinas, "cabe al gobietno btasi-
leño, para salvaguarda del detecho de Btesl sobre la plataforma submadna, que
le cortesponde, formular idéntic¿ dc.+'-.ióo"; y que, 4), se debe ügilar "por la
integridad nacional y por la seguriüd ¡"r.rw. del país".
No obstante la posición de algrmc paíscs en ese mismo sentido, la existen-
cia de ese derecho sobre la plaaforma ootinental es criticada pot algún jurisa
que entiende que elfa es res coamtd¡ (m pndiendo set objeto de apropiación pot
parte de ningún Estado) y sulea d rfoi"*'r de alta mar. Nos parece, con todo,
que el Estado costefo no puede q'*f¡' ¿¡¡o a la explotación de esa franja su-
metgida, que es extensión de su elriub, debiendo ejetcitar sus prertogativas
con exclusividad, pero sin püiudicrr h nrvegación y ni causar obstáculos a la
colocación de cables subma¡inoeB-
Se debe atender el hecho que h noción iwídica "plataforma" no coincide
con su noción geogríñca. Baio el punto de vista jwídico, la plataforma conti-
nental se inicia a partir del m¿¡ terriori¡|, prolongándose enseguida hasta el

e Vid.
loli Francisco REzEr. Drdib iúú*¡t Fb. . ., <n- p. 3n5.
3t \L¿. Iq B4oú (1969),p.53, g 10l.sol,n d É"a .iú Sti Ltdtiñ. d¿tiñi¡¿tiú i' tkiti,jtu¿^d oftb lrr,¿-
tioral Co'd aÍJ'!/;E,Á Cbiw lozlrd oJl'drue&l I',aoL 9,' n" 2l¡4r6e
@fi\ W.2n-A1.
33 Vid. Olm¡ Cesal lru.{ssu.
Cm ¿¿ tu i"ú.i@t Ntk',.1L, p.415.
DERECH0 INTERNACT0NAL púBltco coNTEMpoRÁNEo 715
botde exterior del margen continental. Pot otro lado, geogtáficamente la plata-
fonna continental se inicia a partir de la costa (itoml), donde la tierra firme ter-
mina, siguiendo más allá de las aguas territoriales8e.

2. FoNDos MARINoS
La Convención de Montego Bav llama área, (o zont) el lecho del mar en La
tegión de los fondos marinos. Sobre es¿ área 1ue se encuentra fuera de los
límites de la jurisdicción del Estado- reposan las aguas del fondo del mar y el
espacio aéreo respectivo. Se ttaa de un espacio (terresre) considerado interna-
cional, que no se sujeta a la soberanía ter¡itori¿l de ningún Estado. La llamada
átea es, finalmente, el espacio terrestre que inrcgra, gmsso modo, el suelo y el sub-
suelo subyacentes a la alta mal \. que son la prolongación de la plataforma con-
tinentaleo. Son incontables los recu¡sos existentes en los fondos marinos, princi
palmente los minerales. Para los efectos de la Convención, la expresión "recur-
sos" sigrifica todos los recursos minetales sólidos, líquidos o gaseosos situados
en ei área, en ei lecho del mar o en su subsuelo, incluyendo los llamados nódulos
poümetáücos (zn. 133, páLuúo a).
De hecho, todos los recursos extraídos del áte¿ son denominados por la
Convención como "minerales". Aún en los términos de la Convención de Moir-
tego Bay (zrt. 136), el área y sus recrüsos son "patrimonio común de la humani
dad", siendo éste su ptincipio rectorel. Fue esta norma la que, según RnzEK,hizo
"que Estados Unidos repudiará el ratado: habrían preferido que los fondos ma-
rinos permanecietan en el estatuto jviüco de rcs wllits,a la espera de la iniciauva
de quien pudiera primero, con tecn ologíz avanzada, explorados"ez. Siendo patri-
monio común de la humanidad, se tiene que las pollticas generales relatirzs a las
actiüdades en el área deben primat por el desanollo armonioso del comercio
internacional, siempre a favor del desarrollo de todos los países, en especial a los
menos favorecidos y subdesarrolladose3.
El área también tiene un régimen juríüco propio, de que trata el aft. 137 de
la Convención de Montego Bay. En los té¡minos del $ 1 de esa disposición,
"ningún Estado podrá reivindicar o eiercer soberanía o derechos soberanos so-
bre pane alguna de la Zona o sus recursos, v ningrín Esado o persona natural o
jurídica podrá apropiarse de pane algun tJch,Zmo sus recursos. No se reco-
nocetán tal reivindicación o eiercicio de sobec¡ní¡ o de dercchos soberanos ni
tal aptopiación". I-a Convencióo fue expresa eo prohibir a cualquier Estado el
ejercicio de derechos sokranos sobte cl área- El $ 2 dd an. 137 repite el pdnci-
pio según el cual "pertenecen e tode h humanidad, (...) Estos recursos son
inalienables".

e Vid. Prulo Bo¡.BA CASEU-\. D¡E¡b i'tata¿i6¿! ¿tt


W,.i, p. 432.
Jorge BAcEL{i co\t"Et{. & ¿á¿b ;tbsrúftúblie, ci¿, pp. 539 540.
eo Vid.

e1 Vid. DrN
H, DArurER & PEr r,Et^I¿rel
. Dí¿iro ith@id¿l públo, dL,
,rJosé FE.cisco REZEK. DíEíto ¡thtu,io,¿t W. t2t5-1237 .
?íbliro..., clL, p.?f6.
,r Vid. Adh€rbal MErM M O ,ntb ¿iúih .h tu, c1i, p. 62.
^.rros.
716 VALER|o DE OLTVETRA MAzzuolr

La Convención instituye y reglamentó en su parte XI una Autorid¿d Inter-


nacional de los Fondos Marinos para ocuparse de la admjnistración del área (ats.
156 al 185f4. Así, estableció que los minerales extraídos del área podtán ser ven-
didos de conformidad con 1o que dispusiere la Convención y las normas, regla-
mentos y procedimientos de la refenda Autoridad. Esta es la que da el soporte
institucional del régimen en J.o que respecta a los recursos del área. De ella son
p^rtes, iProfado, todos los Estados partes en la Convención de Montego Bay (art.
156). Ella es competente para otganizar r- controlar las actividades comprendidas
en el átea (art. 15f. Sus órganos principales son una Asamblea, un Consejo y
una Secretaría (arr 158f5.

SEccróN IV. Rios INfERN^croN LEs


1. CoNcEPro

Los ríos pueden 561d¡si&-.lo¡s 6a n¿cionales e internacionales. Los prime-


tos son los que corren dentro dd errito¡io de un único Estado; los segundos
son los que sepamn o eü:¡vi€s¡n dos o más Estados. O sea, se consideran íos
intetnacionales aquellos gue b2ñ¡¡, simulránea o sucesivamente, tiertas de dos o
más Estados soberanos. El támino "intemacional" sólo quiere decit que el do
en cuestión bañ¿ los márgenes de dos o más Estados. Peto nada obsta que un
río sea realrnente l¡¡smaciqn¡liz-do, pasando a ser regido pot un estatuto propio
entetamente distinto del de las soberr¡íes que separa o atraviesa, debiendo esto
ser establecido por tratado intcrl2cional o por costumbte, genetal o regional%.

Pueden los ríos intemaciomles -{omo


se extrae del propio concepto ex-
puesto- ser contiguos o sucesivos. Aquellos cuyas aguas ba;ñan ala vez tiertas
de Estados diferentes, sepaá¡dokx, son denominados ríos contiguos (o limítro-
fes, o de frontera). Son ríos qw dividen dos Estados, demarcando los límites
entre ambos. En los ríos contiguos, h soberanía de cada E,stado se divide por el
talweg representativo de la línea mcdi¡¡e del canal ptincipal. Difieren, por su
parte, de aquellos ríos que fluven, sucesivamente, entre los territorios de dos o
más Estados diferentes (pasaodo por uno, después pot el otro, y así sucesiva-
mente), llamados íos sucesiros (o trensfronterizos).
En ot¡as palabras, el río internacional es contiguo cuando separa un Estado
del otro, corr'iendo entre sus tsdtorios v heciendo la fronteta natural ente ellos;
es sucesivo cuando atraviesa dos o nás Esados, pasando por el territotio de uno
y siguiendo pata el territorio del otro, v así sucesivamenteeT. Nada obsta que un
río se¿ simuláneamente contiguo v sucesivo, caso en que se aplica el régimen
pertinente a cada sección del río en separado. Los ríos intemacionales más im-
portantes (como el río Patzni, en Btasil, y como el Rin 1ue atraviesa Suiza,

'a
i'úeifut
Pan el estudio del asunto, v. P^úlo OrE..o, A ¿'¡'ti¿¿¿. ¿o{'ñ¿or tudírho¡: d"!tú. $h"t'tut . t.ttw j¡,t¿itu,
Lisboa: Associagáo Ac¿dénica da F.culdade de Dncio, 1988, 252, p.
e5 Vid. Ian BRo\¡NLIE. Pier;ot k dniro nttñdioral ?tb¡tto, ciL, p. 2?1; y Antonio R€mi¡o BRoToNs (r/ ¿¿), DqEtu
irttucíora¡, .it., pp. 98A 990.
eó Vid. Ián BRovNuE.
Pá ¡b;ot ¿. ¿iñ¡tó inbñh¡otdl ?íblr¿, clL, p. 29O.
e? Vid. C€lso D. DE ABuevERevEMEILo.
C'to .L ¿hiro íttñdi¿tu|ptbli.o,aot tt,.tt, p- 1295.
DERECHo INTERNACToNAL púBlrco coNTEMpoRANEo 717
Austtia, üechtenstein, Alemania, países Bajos_,
en _H,uropa) guardan
esas dos caracte¡ísúcas. ET Insü¡ut frl.ir,_,
de Draft I)nnaüona/,ln ,r-r ,..i¿.,
7971, sobre ta.,Regtanentarión Inlemacional
a. Ur¿¿¿ a.
drl ,r;;; ;;;¿;^; ))zgnn Iut _orioontu
fuera del Ejercicio det Derecho de Natngaciór,,, a. q* irr.ro., .lior.,
voN BAR y Heinrich H¡n¡unc¡n, fo.m,.llJ lo, Srs. Ludwig
hs ,ig_."i.r-..g1", para los ríos
contiguos y sucesivos, así resumidas p",
Accror_vl if n. ,io .o.,tigoo, u¡ ,i.,-
guno de los Estados cortibereños puÉde, ,ir,
.t .or..'nti-iento del otto v.., l"
ausencia de algún título jurídico esiecial
v váüdo, prr.;;;;l *;;;il*
ciales
{ margel.que no le p.n.o.i.; b) ninguno áe ro. lárri¡"..¡o, puede, en
su teffitorio, uriüzar o dejar utilizar
:t .g":i: modo que s,., utilización por el
otro.co¡tibereño sea gravemente periudicada;2)
En río'sucesivo: a) el punto en
que eJ atraviesa la fronte.a no pueáe ser alterado'por
,rrro i. ü, g.,r¿os ribereño
srn el asentir ento del otro; b) está prohibida
cua.lqüer alteración nociva del
ser re1r1d.a, por el ribe¡eño de río arriba,
:ff:::)^i:-p-:::. una cantidad de agua
tal que el caracter esencial del río, al llegar al
ribereño de río abajo, .. ..." g?u_
v,eme:te modificado; d) la utiüzación, cualquiera
q.re sea, no debe violar el dere_
cho de navegación, reconocido en virtud d;
1" d;; [;L", y, e) un tibe_
reño de.río abajo no puede hacer o p^errnitir "k
q-u. hrgurr, eri su territorio, obras
suscepdbles de producir inundacionesn8.

R¡¡&h¡nbbE¡¡H
Para efectos ilustrativos, se eiemplifcará
con dos casos resueltos por la CIJ,
sobre rio contiguo, el que
d. Ni*_g"";-¿;;,-n.", .l célebre ¡ío
divide'parl
SanJuan. El primer caio tiene que ser con
dere.Iho. d. navegación del rio San
Costa tuca y el seguna" p", f"
llil B:11"".,0.
correspondiente. I_os dos"Ufi8acrln-j.-'.ü* "l,.rr.ion.,
l^.:,:i:r"*,r, iargen
ron a tavor de Costa
casos, üstos globalmente,
Rica, con la-dife¡encia que, en el segundo
fue_
caso, la desesti_
mación de las pretensiones de Nicaragua f".
pá, ,."ri, ál p-.uu, es decir,
Nicatagua no pudo demostrar que l, .á.t-¡a.i¿.r"rr
o aa .i. San Juan
^f,..l.i¿"
e3 Hildebrar¡do Accroly. ft¿
--- tado d¿ dtr"ito út rraciowl lúbtíeo, vol. ll. cit., W. t8e_18s.
718 VALERIO DE OLIVEIRA MAZZU0LI

fuera sigrificativamente causada por la construcción de una carrera aledaña del


lado de Costa Rica. Veamos in eáeua los fallos citados, para dar una idea com-
pleta de las obügaciones que tiene los Estados coribereños.
Prinerfa/l0. Diferendo relatiao a los dencbos de nauegación 1 derecbos conexos (Costa
Nca c. Nicaragaa, 2009.*)
"Contexto geográfico e histórico y o¡igeo de la disputa
15. El río Juan corre aptoximadamente 205 kilómet¡os desde el Lago de Nicaragua al
San
mar Ca¡ibe (ver mapas 1 y 2). A 19 kilómeuos del mar Caribe, se diüde en dos b¡azos: el
San Juan propiamente dicho, que constiru¡'e el b¡azo septent¡ional, que desemboca en el
mar Caribe en la bahía de SanJuan del Norte; en el sur, el Colorado que es el más largo de
los dos brazos, cotre enterame¡te a lo lago del territo¡io costa¡¡icense desembocando en
el mat Ca¡ibe en la Bara del Colorado.
16. Pa¡te de la f¡ontera enre Costa fuca v Nicaragua se extiende a lo largo dei banco dere-
cho (es decir, del lado costarricense) del río San Jua-n desde un punto tres millas inglesas río
abajo del Castillo Viejo, un pequeño pueblo en \icamgua, al final de Punta de Castilla,
donde el ¡ío desemboca en el mar Ca¡ibe. Enre el Iago Nicaragua y un punto río abaio del
Castillo Viejo, el río coite enteramenre a tr¿ses del ter¡itotio nica¡agüense.
17. Ambos, Costa Rica y Nicangua, habiendo sido colonias españolas, accedieron a la In-
dependencia en 1821. Inmediatamente después su Independencia, Costa fuca y Nicaragua,
junto con El Salvador, Guatemala v Honduras, decidieron constituit Ia Repúbüca Federal
de Cent¡oamédca.
En 1824, los habitantes del disrito de NtoF¡ en l¡ Costa del Pacífico, originalmente parte
de Nicaragua, optaroo mediante plebiscito forrnar patte de Costa Rica. El 9 de diciembre
de 1825, el Congteso Federal de CentroaoÉtice pubücó un dec¡eto el cual esablecía que
Nicoya setía "momentáneamente-..sepá¡¡d¡ del Estado de Nicaragua y anexada al de Coita
Rica". La situación en ¡elación con \icore pctm¡neció invariable al momento de la disolu-
ción de la República Fede¡al de Centro¿métic¡ e¡ 1839. En adelante, Nicaragua no reco-
ooció, sin embargo, a Nicova como perte¡ecieote a Costa fuca.
18. Durante medi¿dos de los años 1850, \icrregua atravesó uo período de confucto intemo
que envolvió un gmpo de avenureros, cooocido como ..filibusteros',, Lidetados por William
Walker. El gobierno de Cosra Rice al iguel que los de El Salvador, Guatemala y Honduras
unie¡on esfuerzos con Nicaragua ¡rare sencer a los filibustetos. En mayo de 1g57, Walket
capituló y abandonó el territorio de Nicaregtu- Posteriomente, a Ia de¡rota de los filibus_
teros, se desencadenó una guerra entre Coara fuca r Nicaragua, Al final de esas hostiüdades,
los dos_países entaron e' oegociaciones pe¡¿ soluciona¡ los asuntos bilaterales pendientes
entre ellos, relativos sobrc todo a su fiootera común, el régimen de navegación en el San
Juan y la posible construcción de un canel i¡reroceánico que atravesaría el istmo cent¡oa-
me¡icano.
19. EI 6 de julio de 1857, fue fi¡mado u¡ tr¡tado de línites, en relación con los límites
territoriales y el estatus del río San Juar¡ ¡rro no fue ratificado pot Costa fuca. El g de
diciembre de 1857, un tratado de paz fue 6_tmado por las partes, pero no fue ratificado por
costa Rica ni por Nicatagua. Gracias a la mediación del Minisro de Relaciones Exteriores
salvadoreño,los gobiemos de Costa Rica v Nicaragua llegaron a un acuerdo el 15 de abril
de 1858 mediante un Ttatado de Límites, el cual fue ratificado por Costa Rica el 16 de ab¡il
de 1858 y por Nicaragua el 26 de abil de 1858. El T¡atado de Límites de 1g58 fijó el trazado
de la fronteta entie Costa Rica y Nicaragua desde el océano pacífico hasta el mar Catibe.
De acuerdo con Ia frontera entonces tfazada, el Dist¡ito de Nicoya se entonüaba en el

' T.ducción no oficial al espanol realizada por tucardo Abelo-c¿rvis v Mdh croli¡¡ C¿ro Femeynes. vid. lrc¿b
a:atu.a ¿. Dñ.b' I'ttuia"¿/ pnb/n|, V ot. 3, W. 195 2t0, 2010.
DEREcHo INTERNAcToNAL PltBLrco coNTEMpoMNEo 719
teritorio de Costa fuca. Entte un punto t¡es millas inglesas del Castillo Viejo y el mar
Caribe, el Tntado fijó la ftonten a Io largo de la margen derecha d,elÁo SanJuar^.'Estabkcía
el donixioli*isdicciótt nbetatos de Nitatagta nbre lat agras del ríc Sax
Jsat, p¿m al nir,rro ñerzpa
afmaba los derechu de nawgacióx de Costa Rica ,'cot obletos de conmia" et la p)*
baja ttet atniel
/o (artículo \¡I).
(...)
50. Se procederá a examinar la cuestión de s¿be¡ cuál es el sentido de la ftase ,.con objetos
de" tal como se emplea en el artículo \iI dd Tr¿ado De 1858, especialmente si signidca
'j{or pwpoes of " como Costa Rica atguve o 'ltú aticb of " como arguye Nicaragua.

()
70. La Corte concluye de lo antes erpuesto qrl bs Éroilos po¡ los cuales la extensión del
derecho de Costa Rica a la übre navegacirío h¿ silo de6¡ido, incluyendo en particular el
término "come¡cio", debe ser entendido co d si¡nifcado que tiene en cada momento en
el cual el Tratado se debe apücar, v no r--i."p-'.
en sus signrficados origioales.
Entonces, aun asumiendo que la noción &'crmcio"
ao tiene el mismo significado que
ahota al que tenía a mediados del siglo .rG, cs d s*dfc¡do actual el que debe ser aceptado
para los fines de aplica¡ el T¡¿tado,
71. En consecuencia, la Cone estioe gc d ¿.a-l'- & Ihr
o¡s€ación en cuest_ión aplica
al transporte de petsonas al igue.l qrr¡ d t -¡¡i.''r '*trríes,
dc siendo que actualmente
el tansporte de personas puede ser & nm|ra --r'¡;lTd es el caso si esta actividad
es ejercida por el tmnsportisra co 6ocs bcrairc. Uq cñtlá-.ió,o dererminante en este
sentido es sabe¡ si un precio (orro qrrc uoo P[r!r'.¡l..*¡'-¡.o)
cs pagado al traosportista
-operador del bote- por los pesajeros o co oqnlrr &,h
Si h respuesta a est¿ cuestión
es afirmativa, entonces la acrivid¡d del r¡¡o?ati¡¡¡ ¡¡ ansr.i-t ¡¡ ¡¿¡uld eza y la rravega-
ción en cuestió¡ debe se¡ visa como 'coo o$l¡¡ dc.'-*.'cif
eo el sentido del artículo
\¡I. I-a Corte no percibe ninguna nzón cocviñ?'r- F & cse categoría el rans-
porte de tudstas, sujeto al cumplimiento de h rri.ñ ñ-t -.\;
iÁ.r

El segtndofallo, Ciertas actitidades lbada a úpl{uqta cl ta Zonafn fei<a


(Costa Rica c. Nicaragua) y Constncciút ú na úEbt a C-otb Rita a b laryo del río
San fuan (2015)-. Vale aclarar que, para e¡ prcr.ri. cicmplo, sólo se util_izará los
argumentos feferentes a la constn¡cción de unr crrrtfcrr cn Cosa fuca a lo largo
del ío San Juan.
"IV. Asuntos en el caso Nicaragua c. Crm Xb
145. La demanda lnctirc cotttade ^-1-l prtrcude pol Nicaragu¿ el 22 de diciemb¡e
de 2011 (ver párafo 9 ariba) re6ec a h pnq¡n viüción por parte de Costa Rica de
sus obligaciones procedimentales y stsrlrrLks c¡ oo¡--ión con la consm¡cción de una
carete¡a a lo largo del río San Juao- I:
Ccre corn n-^á ¡ror considerar Ia presunta
violación de las obligaciones ptocedimrelcg
@ués, abordará la presunta violación
de las obügaciones sustanciales.
A- La pnuúa uiolaciótt de obligacioncs 1nw¿1-taLt
1 . I .a pmnta úolaeióx de la obligatiia & b
a ubo u cttudio de inpacto ambiental
146. De acuerdo con Nicatagua, Cca Ricr violó su obtigación bajo el detecho inter
nacional general de evaluar el impacto.ñ¡'i¡,¡¡Ft de la construcción de la ca¡¡ete¡a antes
de comeozarla, particularmente a l¡ luz dc lu extensión y ubicación de la canetera.

_ . ' Trldúción no ofrcial .l €sPañol realizada por Riardo Abcür-G¡lvb,


B^ftñs . Vid. Asktu Akñbi@ k Dtu)ú I'r¿MiM.t W4V'L tO.
Valt€r A¡&zlo R¡ñírez, ciovadni Addrés Vega
r 720 VALERIo DE OLTyEIRA MAzzUoLI

147. Cosa Rica niega esta acusación, Argumenta que la constlucción de la ca¡retem no
cteó un tiesgo de daño t¡ansftonterizo significativo a causa del vertimiento de sust¿n-
cias dañinas en el río SanJuan, y de cualquiet otra forma en el territorio de Nicaragua,
y que no existía uo riesgo" de que el ío pudie¡a ¡esultar afectado materialmente por las
cantidades telativamente insignificantes de sedimento provenientes de la carretera.
148. Costa fuca también sostiene que estaba exenta del requisito de preparar un estudio
de impacto ambiental debido al est¿do de emergencia creado pot la ocupación de la Isla
Portillos por parte de Nicaragua (ver párrafos 6}.óa ariba). En primer lugat, Cosa
Rica atgumenta que una emetgencia puede e¡oaeta¡ a un Esado del requerimiento de
llevar a cabo un estudio de impacto ambientat ra sea potque el derecho i¡te¡oacion¿l
col:.eÍe ln retloi derecho doméstico en este punlo, o porque incluye una excepción
^l
en sinlaciones de emergencia. En segundo luger, Costa Rica señala que la construcción
de la catteteta fue la tespuesta apropiada ¡ la sio¡ación de emetgencia, potque hubieta
faciütado acceso a los puestos de poücía l las co¡¡¡unidades remotas ubicadas a lo latgo
del ba¡co derecho del río SanJuan, particu.lzrocnte a la luz del iesgo real de confton-
tación miütat con Nicatagua, lo cual le hubiere crigido a Costa Rica evacuat el área. De
esa forma, Costa Rica alega que podía procedc con los trabajos de consm¡cción sin un
estudio de impacto ambiental.
149. En cualquier caso, Cosa Rica sosrieoe q¡¡e, iocluso si hubiera estado requerida por
el de¡echo intemaciooal a llevar a cabo u.d csudio de impacto ambiental en este caso,
cumpüó con la obligación al efectua¡ uo diÉo de estudios de impacto ambieotal,
incluyelado ut Estaüo de a 2o13.
üagnóttito aabiaúal
150. En respuesta, Nicatagua argumeore $r oo existía una emergencia en buena fe,
Señala que la carrete¡a no está ubicad¡ cerc¡ dd tetritorio en disputa, según se definió
en la orden de la Corte del 8 de ma¡zo dc 201l, ¡ gue la emetgencia fue declanda varios
meses después del comie¡rzo de los ¡nboioe dc coosm¡cción. Nicatagua a¡gumenta
también que no existe una excepción de --t*
Éente a la obügación intemacional
de ¡eaüzar un estudio de impacto 2mbic@L Agege que de forma inaptopiada Costa
Rica busca apoyalse en una decla¡acióo & -'pgencia bajo su derecho doméstico para
justificar el incumplimiento de sus obligrirc
krtemacionales.
151. Finalmente, Nicaragua señala qtle be c*¡dios de impacto ambiental producidos
por Costa Rica después de que la mr¡or pcrrr & be trabajos de const¡¡cción si habla¡
completado no constituyen un esnrdio dc i'frz-to ambiental adecuado. Como conse-
cuencia, le pide a la Corte decla¡a¡ grr Coe- Ric¡ oo debe [eva¡ ¿ cabo futuros desa-
r¡ollos en el á¡ea sio un esh¡dio de irry¿do robienol apropiado. (...)
1 60. Pasando ahora a la prcgunta de si Cr* Lb cumplió con su obügación de realizar

un estudio de ihpacto ambienat h C-anc oü6.rva que Costa Rica produjo varios estu-
dios, incluyendo un Plan de Maneir ^{oli:oul pan la caretera en abril de 2012, un
Eltdil de didgttó¡t¡co amb¡eltal er ncicúc de 2013 y un estudio de seguimiento en
enero de 2015. Estos estudios a¡lzliz¡¡m loe efcctos adversos que ya habían sido cau-
sados por la construcción de le c¡scm c¡ d medio ambiente y sugirieron pasos para
prevenidos o reductlos.
161. En el fallo en eI caso de bs PIa * &h¡a,lz Cotte seialó que la obligación de
üeva¡ a cabo un estudio de impacro .-li..rl €s d€ ca¡ácte¡ continuado, y que se debe
realizar un monitoreo de los efecc dd ¡rosecto en el medio ambiente, cuando sea
necesatio, a lo largo de la vida dd prtrcrro -Aj Beot¡ 2010, Q, pp. 83-84, para. 205-
. Sin embargo, la obligación de lLrz< a cebo wr estudio de impacto ambiental precisa
de una evaluaciór¡ ex aú¿ del ¡i=go & d2ño r¡ansftonterizo significativo, ¡ de esa
forma, "un estudio de impacto 2rnhi.ñFl dcbe lLer¡¡se a cabo antes de la implementa-
ción de un proyecto" (ibíd., p. 83, paa 205). En el presente caso, Costa Rica estab4
bajo la obligación de efecrua¡ ese ¿.ailisis ¿¡tes de comenzar la co¡strucción de la ca-
ffetera, para asegura¡ que el dirño de eje.cución del proyecto minimizada el riesgo de
DERECH0 INTERNACIoNAL púBlrco coNTEMpoR{NEo i21
daño transfronterizo significativo. En conüaste, er Entdir ¿e diagnhtito anúiextal de
Costa Rica y los otos esrudios fueron aná)tsis pott boc del impacto ambiental de las
secciones de Ia car¡etera que ya se habían const¡rido. Estos estudios no evarua¡on el
riesgo de daño futuro. La Corte observa a demás que el E*tdio de diagttóstica anbietral firc
llevado a cabo aptoximadamente ües años después de la coostmcción de la car¡etera.
'162.
Po¡ las razones anteriotes, la Corte concluye que Costa fuca no ha cumpLido con
su obügación baio el derecho intemacional general de llevar a cabo un estudio de im_
pacto ambiental relativo a la constn¡cción de la car¡eteÍa,,.

En cuanto a la pesca, puede ser ejercida en los fíos sucesivos dentro de los
límites de la parte que c¿da Estado tiene del río, hasta el límite inmediat¿mente
anterior de la división con el otro Estado por el cual también el río corre. Cada
Estado, en ese caso, deberá evitar la utilización de medios de pesca prejudiciales
(u.g.,la pesca predatoria) a los otros Estados que ¡ecibirán posteriormente las
aguas del río que por él corre. En el caso de los ríos contiguos, el límite normal
de pesca es la línea mediana que divide el lecho del río enüe los dos Estados.
Nada impide, con todo, que tales Estados acuerden entre sí atribuir a ambos
derechos de pesca sobre toda l¿ extensión del río qu€ corre entre ellos.
Otto problema que surge se relaciona a la navqeción en los ríos sucesivos.
En ese caso, se entiende que la übertad de navegación o de tráfico, para el Estado
ribereño supetior, depende de acuetdo previo con el ribereño ant;rior, atendida
la clár¡sula de reciprocidadee. El ccincepto de do intemacional con sus especifi-
cidades y abarcando simultáneamente sus afluentes, se encr¡ent¡a asociado al gra-
dual cambio de las relaciones internacionales a pertir del sigto XDq con los re-
cursos a la navegación fluvial. Este concepto fue consag¡odo p¡rla Conrentiótt1
Estatuto sobre el reginen de lar xrías naregables d¿ intets intn¿eiu¿l,Br¿¡celona, de 1921,
que proclamó dos principios rel¿tivos a esos nos: clphcipia dt übenad de naugación
(pdncipio que el Derecho consuetudina¡io no ¡econocár) y el de la igualdad en
el tratamiento de terceros.
Más recientemente, se petcibió una ampli¡ciin en el concepto de río inter-
nacional, considerando que el mismo aba¡c¿ rho¡a toda la cuenia hidrográfica y
también aspectos económicos v criterios de rcpatto. Se rata de la teiis de Ia
cuenca de drenado intemaciorral (intatdiotut &aiuge ba:il), aprobada en agosto
de 1966 pot la. Inknationa/ I ¿n,
'4ssriaio;,.o so 52" Confeiencia, dentrá del
cuadro de las Reglar d¿ Helinkj sobn b¡ rm¡ fu lzr agus en ks ríos intemacionales,
según las cuales "Una cuenca hidrográfica i¡temacional es I a, zona geográftca que
se extiende por el tenitorio de dos o rnás Esados determinada por la ünea divi_
soria (. . .) que fluyen hacia una salida común', (art. II)101. El intetés de los Estados
en los ríos internacionales se resumía" antiguamente, en Ia faciJidad de transporte

tt Vid. Clóus BEr'lL{euA Díftitol,tbtio intdwiúr¿l.., r.I, cil, p.290.


-q""
'm
De ahi l2 á6¡n'ació¡ de Ian BRou¡h¡uE: "f. .* mi¡oria de Estados hubie¿ ¿ceprado la
co¡Mtuín_tubÉ ¿l rigisü d! 1¿r ,í^ *wbt ';g"in""tioo en "aio
¿, iot",í, i"t *io"t,concluidá B¿¡celo¡¿ cn 1921, Ia cual p¡oé r¡ ribr€ na;ega.ió¡
entfe l¿sP_enes { '
los cu¡sos de agu mveg¡bles d! mrdés iotcntacio¿I". prrrá,, d. ¿ínira ia;tuiúal p,ibtitu..it., p.29;.
úr En €l origi¡al "-4, íitetut obal ¿tuitugt b6t' B a gpgrqbidt
. *f*
kñ¿t¡ af tk s!¡!h af v¿hls, ;r./'di"s ",ta
elñÁa¿ a"r ,,a ú tuñ srare!'d¿tñ¡,¿d b'tb, e¿rñb¿d
a^;,ñi,,|.
,.b,",-Jtni,z irto ¿ A pesa. de diversenc'; docÍ,nar,¿s,
l¿ Asáñble¿ cúeral de 12 oNU acogió "d ",¿A,",¿
el poyccro d€ h cDi, qü h¡bh a¡teriome¡te acepádo Ia tesrs, en diciembre de 1t97.
722 VALERTo DE OLrvErM MAzzuolr

fluvial. Modernamente, sin embargo, sus intereses son mucho más audaces. La
producción de energía eléctrica, la irdgación y su explotación industdal son las
que,'actualmente, han dictado la tónica del creciente interés estatal por los ríos
internacionales. De oto lado, despierta también interés su ptesewación por el
Derecho internacional del medioambiente y sus mecanismos de protección.
Después de la Conferenda de las Naciones Unidas sobn Medioambieúe1 Desarmllo E.io
de Janeiro, 1992),l^ cuestión del desarollo pasó a aliarse con la temática am-
biental, tanto en relación a la conservación y presewación de los recursos hídri-
cos, como en lo que toca a la responsabiüdad (civil y cdminal) de los causadores
de daño. Finalmente, también existe el interés económico ttaducido en la explo-
tación turística, tal como quedó manifestado en el D ferendo relaüao a los denchos de
naaegacióx1 derecbos conexos (Costa Nca c. Nicaragta, 2009.),y qte k
ryna del tío San
Juan es an hábitat Piüilegiodl floral fana
de qae p,teden ser ex?ktada¡ ?0r Costa NcaJ
Nicaragta.

2. EJERcrcro DE LAJURrsDrccróN Esr rÁr


En 1o que conciefne a los ríos sucesivos, es principio coriente que cada
Estado tenga el derecho de ejetcer su iurisdicción, según las üneas divisorias de
sus fronteras, en relación a la parte del río que core denüo de su territotio. Ese
detecho de jurisdicción mce y s€ egote a medida que las aguas del río enttan y
salen del territorio del Estado, rransfiriéndose, sucesivamente, pata el terdtorio
del Estado que esté situedo abeio de á en el cu¡so fluvial. En cuanto a los íos
contiguos, la lurisdicción de cad¡ Esedo ribereño se extiende hasta la ünea diü-
soria de las aguas, que normalmente es demarcada por tratados internacionales
sobre fronteras, concluidos por los países limítrofes directamente intetesados en
el asuntolo2. Nada impide que los ríos zucesivos o contiguos sean intemacionali-
zados, permitiéndose la navegación por parte de terceros Estados, como es el
caso del río Danubio, en Europaror.

3. Rfo AMAzoNAs y EL TRAT^ID DE tÁ cuENcA DE LA PLATA


El río Amazonas es eI río intemacional más importante de Sudamédca y uno
de los más importantes del mundo, "no solo por su considerable extensión y la
ate por su cuenca, sino también por el número de países baña-
^mphr
dos por él o^b^tcada
por sus afluentes"le. El ío Amazonas nace en petú, pero desen-
r-uelve la mayor patte de su curso de 6.500 km en eI territorio brasileño, hasta
desembocar en el Océano Adántico, sirviendo de vía de comunicación esencial
a Perú, Colombia, Venezuela y Bolivia, dando aún acceso a su cuenca por el do
Esequibo, favoreciendo, con eso, a la Guyana Inglesa y, por eI do Orinoco, a la
Guyana Francesa. Sus pates inferiot y media se encuenüan íntegtamente en el

Vid. Gilda Macid CoR¡iA MF)€R RussoMANo. D¡i?ir, it¡tt a.;ardpibtin, út,p.312.
'o?
r03 Sobre €l rCinen i¡t€m¿ciml del río Daoubio, ¿ paulo BoRB^ CAsEu-A, D¡idr, ;rtñd¡iowl dd .eaq, <at-,W.321_
327.
loa H debhndo Acc¡ol.y. Tu¡¿l, ¿¿ ¿;ft;b irt¿tu iatul ?tbli@,vol II, cit., p. 174.
DERECH0 INTERNACToNAL PúBLtco coNrEMpoRr{NEo 723

territorio btasileño, donde sus mavores afluentes desembocan. El Tratado de


Cooperación Anaqónica, adoptado en Brasüa, ei 3 de julio de 1978, entró en vigor
intemacional el 2 de octubre de 1980, reuniendo a Btasil, Bolivia, Colombia,
Ecuador, Guyana, Perú, Surinam v Venezuela. Por los Decretos Imperiales no
3.749, de 7 de diciembre de 1886,.v n" 3.920, de 31 de julio de 1867, Brasil fran-
queó, por actos propios y esponáneos, las aguas del río Amazonas y sus afluen-
tes a la navegación comercial de todas las bandens, abriendo también el Tocan-
tins y el San Francisco (régimen este que, en líneas generales, aún subsiste ac-
tualmente)1os. La cuenca del Plata es también de exraordinaria importancia para
vados países suramericanos, principalmente Atgentina, Boüvia, Paraguay y Uru-
guay, intetesando también a Brasil Es servida por sus afluentes, ríos Panná,
Paraguay y Uruguay.

En 1828, la entonces República de la Plata y Brasil firmaron un acuerdo en


el sentido de atribuir plena überad de esos ríos a los nacionaies de amb¿s nacio-
nes. En 1851, Brasil ,v Uruguav concordaron en el uso común del río de ese
último nombre en sus 1.600 lm de mvegación, en el río Paraná (3.700 km),
Uruguay y Pzrzgary, observando las norm¡tivas de policía y fiscales. En 1857,
este objetivo fue ampliado, declará¡dose l¿ apemua del Plata a todas las nacio-
nest*. El asunto es actualmente ¡eguledo pr eI Tratado de la Crcnca del Plala,
celebado en Brasilia, el 23 de abril de 1!)'69, ratificado por Argentina, Brasil,
Patzgozy y Uruguay, que entró en vigor €ú 1970. El objetivo del tratado es el
desarrollo armónico y la integración fisica del álea, la evaluación y el aprovecha-
miento de sus recursos, la utiüz¿ción nciooal dcl egua y la asistencia zla. nave-
gación fluvialtoT.

4. OTRos REGÍMENES TNTERNACToNALES

El tégimen jurídico más antiguo (y también uno de los más complejos) de


los ríos internacionales se relaciona al río Danubio, considerado el más impor-
tante de los ríos europeos. El Danubio -que, como ya se Eo, es un río interna-
cionalizado- pasa por varias capitales europeas, constituyendo frontera natural
entre diez Estados (Alemania, Austria, Eslovaquia, Hungría, Cro¿ci¿, Serbia,
Bulgada, Rumanía, Nloldavia y Ucrania) a lo largo de sus 2.850 klómetros. Su
esatuto juídico fue objeto de una conferencia inte¡nacional celebrada en París,
en 1921, de la cual paniciparon odginalmente Alemania, Austda, Bélgica, Bulga-
Áa,,ltdta, Checoslovaquia, Gran Bretaña, Francia, Grecia, Hungría, Yugoslavia
y Rumanía, cuyo resultando ñte el Estatlto Petm¿nente d¿l Datt bil,
^te¡üeÍdode^
los aspectos de las porciones fluvial y marítima. Otros ríos internacionales
televancia que pueden ser citados son: en Eutopa, el Rin, el Mosela, el Escalda,
el O/r4 el Vístnla, el Mosa, el Elba y eI Nienen: en Asia, el Ganges, el Indo y el

I05 Vid. Hildebn¡do AccIoLy. idm, p. 175. T,Ies dec!€tosio¡ ¡ctos urütet¡les
¿el Est¡¿o bnsileño, que váte¡ como
tue¡te del Derecho lntemacioMl tal como sc 6¡¡di'5 cn l¡ P¡rt I, C¡pi¡no IV, S€<ió. II, ítcm D" 5.
'6 Vid. Olm¿ Cesd Ir-Assú. C*n d. ¿iftib irra,,zio,¿l¡tíblia, cir, pp. 455-456.
Vid. José Fr¿dcisco RFZF,K Diúilo ¡rhtuiotal prlbli@. . ., ciL, p. 31 5.
'o7
724 VALERTo DE OLTvETRA MAZzuoLl

Mekong; ..r Áfticr, Congo, el Gambia, el Níger, el Nilo, Senegal y el Zembery; el


América del None, el río Grande, Colorado, el Columbia y el San Lorenzo.
Figara 9

Rio.i.tn&-.
SEccróN V. I-a ALTA MAR
1. IMPoRTANCIA DE LA MATERIA

Hasta ahora ya nos referimos varias reces a la alta mar, y en este punto el
lector ya debe haber percibido que ella sin-e de parámero jurídico paia varios
de los institutos del Derecho del Mar. Asi, sin-e de referencia para:
a) entendet el übre tráfico de aeronares en el Polo Norte;
b) para deltmitat el concepto de mar territorial;
c)para estwüat la extensión de la tr:nia de zona contigua;
d) para establecer la situación jurídic:' de los navíos;
e) para comprendet la plataforma condnental v los fondos marinos, etc.
Esos motivos ya bastan para atribuir a l¡ alta ma¡ una importancia d€ mayor
tamaño, que merece un estudio más proñmdo en sección autónoma de este übro.
Vamos ahora, por lo tanto, estudiar 12 alta ma¡ en sus aspectos juddicos más
importantes.

2, CoNcEPTo DE Arra MAR


La alta mar (por muchos fe5 ll^rn^do man libervn) fue definida por el art.
1 de la antrgua Cona¿nción sobn h AXa lI¿¡ dc Ginebra de 195g, comá el vasto
espacio marítimo situado después del rna¡ territorial, no petteneciendo a este ni
a las aguas interiores del Esado costeio r, por ese motivo, ..comprende las zonas
contiguas y las aguas situadas sobre la plaaforma continental y fuera del iímite
del mar terdtorial"loE.
Se trata de definición basad¡ en las lecciones de Utpr¡No, que decía que la
alta rnat era una porción de agua abierta tcrjlos (mare qrlod natuia onñbrc pate),
^ que la
y de Cnrso, que, equipatándola aI aire, decía aki mar e¡a un bien cómún

p _ -. 'ú vid Ián BRovf-uE Pii.íp¡¿t d. diÉh ¡',1¿e.t6¿r píbria. ci¿, p. 249; v Rebec@ M.M . wtü-AcE,Irr¿rr,arú¿r hrj,.iL,
1
'19 Para una definicni¡ de alta rúr en cl noo d€l s,gLo )ifi, ,: clóvG BE'rL\eLA, D¡ñto pibri.o inhñ¿¡io,at. . ., t. n, at" pp.
DERECHo INTERNACToNAL púBlrco coNTEMpoRr(NEo 725
de toda la-humani dald, (nare cuttmanem $ m omnibus hominibls
ut aeris). Este con-
cepto a'.uda a ent endet a la alfa mar como una inmensa porción
de agu a, intciada
más allá de la zona contigua, en que prevalece amplia ilbertad _s.r"de
.rr.,.gr_
ción, sea de aprovechamiento. bajo .lt"lqrri., fotmi (res connanis
lsrs)_ y doid,e
se agotan las competencias privativas y atsolutas
de ios Estados.
En los términos del art. 86 de la Convención de Montego Bay
de 79g2,la
alta mar es entendida como todas las panes marítimas, ,,no
ilcluidas en la zona
económica exclusiva, en el mar territorial o en las aguas interiores
de un Estado,
ni en las aguas archipelágicas de un Estado archip ,iag1ro,,. El moderno
Derecho
de Gentes, de que trataron las convenciones á. tíSa y d,e.l9g2, tiene
como
principio rector el de la übertad de ala mar (antiguamenie llamado
principio de
libettad de los mares), pero con paftones mínimás de conducta .

de los E,stados
en la utilización común de alta mzr. por ser área de mar libre por naturaleza,
pautada por el criterio de común utilización, la alta mar no forma
pane del terri_
torio parriculat de ningún Estado v no se sujeta a ningún domirut, a diferencia
de lo que ocurre con el ma¡ territorial (donde el EstadJcostero
ejerce soberanía).
4 il. es ylliu, expresión que connota algo sin dueño, o algo sujeto
^1t l? rys
a la apropiación d-el Il stado, pero sí z¡ inrnnis, o s.
icosa de uso libre i común,
destinada al beneficio de toda la sociedad intemacional,lo que
exclr.,r-. .i d...cho
de rsat (fus ttend), gozat (fnend) y disponer (abatend)t6r.

Just¿mente por existir Jibertad de actuación en la alta mar __cla¡o que con la
tegulación impuesta pot las normas internacionales citadas_
es que loi Estados
tienen interés cada vez más creciente en su utiüzación. Actual¡nente,
la impor_
tancia de la alta ma¡ trasciende el hecho de ser buena vía de
comunicación. l,os
descubrimientos científicos revelaton ya hace tiempos que
la ala mar es fuente
t1-*:, de recursos viv.os y minerales, motivo poiel crrat n" ,ido gorrdemente
atectada por el desarrollo cada vez más const¿nie de la tecnologír-
En veftiente
de todas esas citcunstancias es que se ha que estudiar l¡ aft2
m2¡iompletamente,
aún más cuando se tiene en vista que el pioblema eftcte
e h ciencia" economía y
a la política.

3. EL RÉcrMEN JURiDrco DE.ALTA MR


El régimen jurídico de alta m¡¡ rccoooce ¡ los Esados algunos detechos
.
sobre Tales derechos, intemacion¡lmente reconocidos, son lós siguientes:
é1.
a)
la-libertad de.navegación 1'sobtemelo; b) 12 libcÍad de p.sca;
c) el derecho de
efectuar instalaciones de cables submatinoc y oleoductos;
y, d) ei detecho (imi_
tado) de aprovechamiento de los recrrrsos existentes en
el fondo del mar v en el
subsuelo correspondiente. I-a enumeración es meramente
.i.-pfnlJá, p"-
diendo ser complementada atendiendo a los principios de
Dárecho Internacio_
nal. Cada uno de esos derechos me¡ece un examen ptopio.

10, Vid. Adhdbál MEI&{ I4{rr os. O tuh dhir, k ñú, ci¿, p. 40.
726 VALERTo DE oLrvErM MAzzuolr

a) Libertad de navegación y sobrevuelo


La primera de esas libertades -la libertad de navegación- rige desde hace
siglos en virtud de regla consuetudinatia internacional, sin haber dependido ja-
más de la existencia de acuerdos intern¿cionales conclüdos al respectolr0. Tales
acue¡dos posiblemente existentes se destinan sóIo a la garantía de la übertad de
navegación como tal, rodeándola de toda protección posible, inclusive el esta-
blecimiento de estaciones flotantes, destinadas a orientar a los navíos en cuanto
a los cambios de tiempo que afecten su seguridad.

Pot lo tanto, en alta rna4 todas las embarcaciones navegan übremente, sin
que tengan que someterse a las leyes de otra bandera diferentes a la suyalll. Ac-
tualmente se puede decit que esa libertad se encuentra un tanto reducida, con la
aparición de la zona económica exclusiva con extensión de 200 millas a partir de
la línea costera. El mismo principio de libertad es reconocido al sobrel,uelo en
alta mar de aeronaves de cualquier n^ítrilez (comerciales o militates). Así, se
entiende también que el espacio aéreo sob¡e alta mar es tan übre como las aguas
que 1o bañan. Lo mismo no ocuffe con el espacio aéreo sobre el mar territotial,
en que el Estado costero ejetce soberanía- Pero incluso en ese caso la libertad de
'tnoce¡te
sobrewelo no excluye la posibilidad de ateri zaje forzado, en caso de falla
en la ae¡onave u otros motivos de notori¡ fue¡za mavor.

b) Libertad de pesca
La übertad de pesca en alta ma¡ es un derecho inherente a los nacion¿les de
todos los Estados (inclusive de aquellos sin costa), desde que sean respetados
ciertos principios ambientales, est ¡do prohibido cualqüer impedimento al ejer-
cicio de actividad lícita112. El asunto viene regulado en los arts. 116 il 720 dela
Convención de Montego Bay.
Muchos Estados, sin embargo, h¡n reglamentado su pesca por medio de
leyes o normativas intemas; pero, en ese caso, no podrán tegir más allá de sus
aguas territotiales. También son ftecuentes los acuerdos bilaterales
@uscando
concü¿t inte¡eses comunes de los Estados) y muitilaterales (atendiendo a intere-
ses generales de determinadas tegiones) entre los Estados atinentes a la actividad
pesquera. Tales acuerdos, con todo, no pueden reb¿sar los límites ya estableci-
dos, inclusiv_e por la CDI, de la übertad que todo Estado tiene que ejercer a pesca
en alta marlt3.

114 \íd.H. so E!/E.ha k CoC¡,, tñ Iq Van! (1949),W.4 e 22.


Ir Vid.cild¡ Maciel CorxÉr\ MEYER RussoNANo. D¡iri, ¡rhtuiúdJpllbko, cr¡r., pp.296-29j.
'
c¡sos D,ürr ¿. P'wA,a/¿.Na/,q"BB, n ICI R lo,tr (tg'r), pp. tt6 y tú.y d! ZaM k patu, t Iq
-R'fon! '1,-Vid.ro
(197\,p.3.
l,/ít¿4¿o
11r Vid. Or"m¿ Cesar l:ruAssú.
C'so rl¿ ¿tú;ro i,ttu.iarat p,tbtid,.i, pp. 440 441.
DEREcHo INTERNACToNAL PúBLrco coNTEMpotu(NEo 727

c) Derecho de efectuar instalaciones de cables submarinos y oleoductos


El derecho de instalación de cables submarinos en alta mar ha sido recono-
cido desde 1854, cuando el primer tratado sobre el asunto (que jamás fue apü-
cado) fue concluido. Tal derecho está íntimamente conectado a la facilidad de
comunicación telefónica o telegráfica entre los Estados. En el presente, la CDI
artoriza también la colocación de oleoductos, 1o que presupone la existencia de
actividad industrial en el lecho de ala mar11a. Tales obras no podrán, sin em-
batgo, crear ningún tipo de obsúculos a la navegación en alta mar.

d) Detecho (ümitado) de aprovechemiento de los recursos eústentes en


el fondo del mar y en el subsuelo cor¡espondiente
Ese derecho, que otrora ¡a fue tenido como ilimitado, debe actualmente ser
entendido como posible, pero desde que no perjudique la libertad de navegación
y pesca, así como (v principalmente) no cause daños al ambiente en general o al
medioambiente marino, en especialrl5- Percíbase que el derecho de que se ttata
es el de aprovechamiento de los retr¡rsos existentes en el fondo del mar y en el
subsuelo correspondiente. No se treta" de manera alguna, de un derecho sin lí-
mites y capaz de lleva¡ a l¿ extinción determinados recursos naturales. Cuales-
quier actos de Estados que posiblemente causen daños ambientales son suscep
tibles de tesponsabilidad intemacioo¿L

4. LfMITES A I.A LIBERTAD DEL ALTA MAR

La übertad de alta mar esrá coodirio¡¿da a ciertas reglas, atinentes a la segu-


ridad y represión de los delitos in¡em¡cionales. Algunos accidentes marítimos,
como el famoso c so del Titanic, er 1912. causaton la cre¿ción de tn Código In-
tenacional de Seiales, además de otros sistemas internacionales de protección,
como las Convenciones de Bruselas de 1910, sobre abotdaje y asistencia, las de
Londres de 1914 y 1929, teferentes a Iu. salvagua¡da de la vida humana en el mar,
y la Organtzación Meteotológica }lundiel creada en \Tashingt on, en 1947116 .

En relación a Ia represión de d¡lir's intemacionales, existen reglas de com-


bate al ttáfico de personas y a,lz ¡itrzrría- En cuanto al primero, desde 1815 se
condena la esclavitud, y la medida coercitiva tomada al tespecto se relaciona a la
restticción a la liberad del mar. La pireteír, pot su parte, consiste en el saqueo,
depredación o aptesarniento efectuadog en genenl mediante violencia, a navío
u ota embarcación, con fines eminentcmente privados. Por lo tanto, en tales
actos, no hay autonzaclí¡ de gobiemo dguno en el sentido de la reaLización de
los actos de violencia, depredación o a¡rresemiento.

1a ídn, p.441.
115 Sobre la prot€cción del medio¡rnbi€nre mi¡o, v. B€!.d.r¡o C-<r¿Fo.-tt, Diit a ir¡ñ¿lorab, ¿x., 289i y úás
W.2a6
amplihmente en A. V.l]rwE & R. R CHUrcHrr! I& b 4& 4<i,W.3 -399.
11 6 Vid. Oyúa
Cesar ITUASSü. Ctl¡o d¿ dirib it6r¿.io&l ¡átlb, ór, p. 442.
728 VALERTO DE OLtvErM MAzzuolr

El criminal intetnacional, llamado pirata, actúa en nombre propio y está,


para los fines del Derecho Internacional, destiruido de nacionalidad, si..rdt corr_
side¡ado apárida en su actividad ilícita. por ese motivo, la ley nacional del pirata
no lo protege, quedando sujeto a la poücía de todos los Estados, cabiendo a
cualquier navío de guerta perseguido, abordarlo v capturado, según las leyes del
Estado que lo arreste (desde que el examen de los pápeles a boáo lo convenza
de su práctica). Se aplica entonces el principio de jurisdicción universal, según el
cual la persona acusada de ctimen "puede ser juzgada y castigada po. .oJq..i.,
nación bajo la bandera de cuya jurisdicción se pueda encontrar',11?.-
La piratena, zsí, üftere d.el corso. Nfientras en aquélla la persona (pirata) actua
en nombre propio, en éste, la persona (conario) actúa en nombre di su Estado,
del cual recibe autonzaciín para, en tiempo de guerra, practicar hostilidades en
el mar, con finalidad patriótica y bajo la ba¡dera nacional, estando sujeto a las
leyes y normativas militaresll8. La autorización que el Estado daba al cotsado
para la ptácúca. de los actos de hostilidad (apresamiento de navíos enemigos a
título de represaüa) se llamaba "catt, de corso" (lettn de marque o lettre de io*r¡e,
en ftancés), siendo un caso célebre en la historia el de Sir Francis Dn¡x¡. El
corso se encuentra juídicamente aboüdo desde la Declaración de parís de
185611'. Otro ürnite a la übertad de los ma¡es que se puede citar se relaciona a la
prohibición de ttansmisión no autorizade, de programas televisivos o radiofóni_
cos, ptoveniente de alta mar, sin que la emisora de las señales tenga registro en
algrin Estado.

5. AccEso AT ALTA MAR PoR Los EsTN}os sIN LIToRAL


El an. 3 de la Conaención sobn la alta nor d¿ Ginebra de 1958, dispone que, para
gozat d,e la libertad en igualdad de condiciones con los Estadoi cost;ros; los
Estados sin costa deberán tener libre acceso a alta mar. Esa norma, que fue con-
siderada regla de efecto solamente mor¡l, tue ¡eafirmada por el art. i25, 1, de
5
la Convención de Montego Bav, segin el cual los Estados sin litoral ..tendrán el
derecho de acceso al mar y desde el mar pare ejercer los derechos que se estipu_
l¿n en esta Convención, inclüdos los relecionados con la übe¡tad áe h alta Áar
y con el patrimonio común de la humanided", complementando que, para tal fin
"los Estados sin ütoral gozarán de riberad de tránsito a t¡avés dil te*itorio de
los.estados de [ánsito por todos los medios de t¡ansporte,,. I_os t&minos y con_
diciones para el ejercicio de la liberad de tráfico deben set acordados enüe los
Estados sin costa y los Estados de tránsito inte¡esados por medio de acuerdos
bilaterales, subregionales o tegionales (arc 125, 2).
$

ri' Tma 6
de l¡ opnión .Iidente Jet luez llooR¡ cl ¿rú Ir¡r, drado por tan BRo\¡NLrE, i¡ prrairr; .h ¿jñ¡to irt ñ¿-
,.
255 r¡ retr renc ú, con rodo, se ¡cl¡don ¡ h pi¿rrí¡ d.r Deleho l¡temrcionel, porque,ielDrccho intemo
dr mucho. I !¿ds dsjsnd r ca\dsan .omo ..phr.-- q""
ue, por e.o. no ^-;* ñeñ¡I
go?,¡ de iu¡ld¡c@n "fl".pn \€r"o."^;.1.. i".";"..1o, r¿rruG dcl
c¿.bg¿do" po, ,oda, t¿ymc,ones', td€Ír. p.
:5ó.
i 13 \id. Clór1s 8E\1LAeL p'blao/dytu"4t p.a'
, Dr@aM4.
@¡t _8- ::Pinl: .., ¿ II, or,
p. 82; Celso D. DE ArsueuEReuE MErro , O¡o,
t ¡., pp t 180. O) rru
r Cesr t$t, Cño
d. ¿¡ñ¡t¿ irtctu ioet pibt@,.it., pp. 442-443.
ITrj
: :r vrd. CeLso D. DE Ar.RL euEReuE MFrrro. D¡iü?rpa¿l ¿ Anío
-ktu iarat, <n.'pp. úg. ti}
DERECHo INTERNACToNAL púBltco coNrEMpoRANEo 729
Los Estados de tánsito, en el ejercicio de su plena sobemnía sobre su terri_
torio, tienen el derecho de tomar todas las medidas necesarias para asegufar que
los derechos y facilidades conferidos a los Estados sin costa no pe4,rñq,r.nie
fotma alguna sus legítimos intereses (art. 125, 3"). potla normativa a¡riba cit¿da
$
queda claro que no hay un derecho absoluto de tráfico para los Estados sin costa,
aunque la Convención establezca, pinaJacie, que tales Estados, gozan de ,.über_
tad de tránsito a través del ter¡ito¡io de los estados de tránsitó por todos los
me{i9s d¡ transporre", ya que ese trá6co debe tener sus términos y cond.iciones
establecidos por acuerdos bilaterales, subregionales o regionales,20.

6. DrnEnrs In ros EsTADos EN I.A ALTA MAR


Segun la Conuención dt Montego Bry, además de detechos, los Estados también
tienen incontables deberes. I-os debe,res del Estado del pabellón (an. 94 y
$$)
son, entre otros, los siguientes:
"1. Todo Estado ejercerá de rr¡¿oer¡ cGctiv¿ su jutisdicción y control eo cuestio¡es
administtativas, técnicas y sociales sobre bs buques que enarbolen iu pabellón.
2. En particular, todo Estado:
a) Mantendrá un registro de buques co d que figuren los nombtes
. y características de
los que enarbolen su pabellón, .oo o..p.i-
áe aquellos buques que, por sus reducidás
dimensiones, estén excluidos de las r!3locmciones internaciánales geoiralmente acepu_
das; y b) Ejercerá su jurisdiccióo de cofroided con su de¡echo inteÁo sobte
todo bulue
que enarbole su pabellón t sobre el cqi¡io, oúcbles y tripulación, respecto
de las cuestiones
administrativas, técoicas r sociales ¡eLri¡¡s el buque.
3. Todo Estado toma¡Á e¡ lcL.in @ los buques que enarbolen su pabellón, las
medidas necesa¡ias pa¡¿ gann¡iz.r h 61t el m"r * lo que respecta, eoüe otras
cuestiones, a: --il^d
consttucciór¡ el €quipo r L6 dftli.io,ñes de navegabiüdad de los buques;
a) I-a
b) La dotación de los buqueg hs .o.-¡¡;on"s de trabajo y ta capaciación de las tripu_
,
Iaciones, teniendo er¡ cuenra los i¡¡srroo.[G iotemacionales aplicables;
c) La utiüzación de seiales, sl m'rr-;riento de comunicaciones y la prcvención
_
abordajes.
de

4. Tales medidas incluirán las qrr sca oecese¡i¿s para asegurar:


a) Que cada buque, antes de su
. rprh'l'dón en el rcgistro y con posterioridad a ella
en inte¡valos apropiados, sea ex2mi¡2do
lroi uo inspector"de buques calificado r, üeve a
bordo las cartas, las pubticaciones cáuti:s y d equipo e instromentos de na.rregaiión que
sean apropiados para la seguridad de sr oavcgrción;
b) Que cada buque esté a cargo dc un cepitán y de oficiales debidamente caliñcados,
en particular en lo que se rcfiere a erycricocü rnarinera, navegación, comunicaciones
y
maquinaria naval, y que la competencü r d mimero de los tripul"antes
sean los apropiados
para el tipo, el tamaño, las máquirus r cl cquipo del buque;
c) Que el capitán, los oficiales y, en lo quc proceda, la tripulación conozcan
plenamente
y cumplan los reglamentos intemacioo¡lcs epÍcables que se rcfier¿n a la seguridad
de la
vida en el mar, Ia prevención de abordafeq h-p¡evención, reducción y conrol
de la conta
minación marina y el mantenimiénto de comuoicaciones por radio,,. '

r?0 Vid. M^LoLh N. SHA\V. Di¿i/r írt¿tu.irr¿t,d¡-, p. 425.


710 vALERro DE OLTvETRA MAzzuolr

Todo Estado debe aún otdenar la apernrta de una investigación, efectuado


por (o ante) un¿ persona o personas debidamente competentes, en relación a
cualquiet accidente marítimo o incidente de navegación en alta mar, que en-
'yuelva un navío enatbolando su bandera v en el cual hayan petdido la vida o
sufrido heridas graves nacionales de otro Esado, o se hayan provocado daños
gtaves a navíos o las instalaciones de otro Estedo o al medioambiente. El Estado
del pabellón y el otro Est¿do deben t¿mbién cooperal en la realización de cuai-
quier investigación que este ultimo efecníe en ¡elación a ese accidente marítimo
o incidente de navegación.
La Conaendón de Montego BE tarnblén exige del Estado otros debetes en alta
m r, p^t^ fines de coopemción y represión a c¡ímenes. Uno de esos deberes es
el de prestar asistencia, según el cual todo Esado deberá exigir del capiún de un
navío que enarbole su bandera, desde que lo pueda hacer sin acarrear peügto
grave para el navío, para la tripulación o para los pasajeros, que:
a) preste asistencia a cualquier pe¡sofur encontrada en el mat en peligto de
desapatecet;
b) se dtitjz, tan deprisa como sea posible, en socoro de personas en peligro,
desde que esté infomado de la necesid¡d de asistencia y siempre que haya una
posibilidad razonable de hacerlo; y,
y' preste, en caso de coüsión, asismci¡otro navío, a su ttipulacióri y a los
e
pasajetos y, cuando sea posible, comunique d ot¡o navío el nombre de su propio
navío, el puerto de tegistro y el pueno rn;s próximo en que hzrá esc z (2n.98,
s 1).
El $ 2 de la misma disposición stzblece que cada Estado "fomentará la
creación, el funcionamiento y el tn¡n¡6a¡¡¡snto de un servicio de búsqueda y
salvamento adecuado y eftcaz pzrz la seguridad maítima y zétea y,
cu¿ndo las circunstancias lo enlao, coopererá gara ello con los Estados vecinos
mediante acuerdos mutuos regionales"-
Lz Conaención de Montego Ba1 @rt- 99) tmbién ptohíbe el transporte de escla-
vos en alta m¿r. De hecho, el transporte de esclavos debe ser prohibido dento
o fuera de alta rnzl, dentro o fue¡a del tenitorio de un Estado y aún dento o
fuera del espacio aéreo, una vez que h práctica de la esclavitud viola la notma"jrs
cogens protectoras de los de¡echos de le ¡rrsona humana. De cualquier forma,
para la Convención "Todo Est¿do toma¡á medidas eficaces pata impedir y cas-
tigar el transporte de escl¿vos en buques auto¡izados pam enarbolar su pabe-
llón", añadiendo que todo esclavo "que se refugie en un buque, sea cual fuere su
pabellón, quedatá libre ip:o fattd'.
Todos los Estados también deben cooperar, en la medida de lo posible, en
la represión de la piratería en alta ma¡ o en cualquier otro lugar que no se en-
cuentre bajo la judsdicción de algrin Esado (art. 100). Destáquese también el
deber de cooperar para la represión del tráfico iücito de estupefacieirtes y subs-
tancias psicottópicas practicado por navíos en ala mar con üolación de las con-
venciones internacionales, pudiendo todo Estado que tenga motivos serios para
DEREcHo INTERNAcIoNAL PrrBlrco coNTEMpoRANEo 731
creer que un n¿vío enarbolando su pabeUón se dedica al tráfico ilícito de estupe-
facientes o substancias psicotrópicas soücitar Ia cooperación de otros Estados
para poner fin a tal tráfico (art. 108, $$ 1 y 2).Otto tipo de coopetación que los
Estados deben emprender (art. 109) se relacionan a la represión de transmisiones
no autorizadas a partir de alta mar. Por transmisiones no autorizadas se entien-
den las transmisiones de tadio o televisión difundidas a partir de un navío o
instalación en alta mar y dirigidas al público en general con violación de las not-
mativas internacionales, excepcionadas (es claro) las transmisiones de socorro.
En los términos del $ 3 del art 109 de la Convención, cualqüer persona que
efectue ttansmisiones no auto¡izadas puede ser procesada ante los tribunales de:
a) El Estado del pabellón del buque; b) del Estado de registro de la instalación;
c) del Estado del cual la percona es nacional; d) de cualquier Estado en que pue-
dan recibir las transmisiones; o, e) de cualqüer Estado cuyos servicios aotonza,-
dos de radiocomunicación sufran interferencias. Se garantiza a los Estados que
tengan jurisdicción de conformidad con el $ 3 del ar. 109 de la Convención de
Motttego Bay eI poder de detener a cualquier persona o apresar a cualquier buque
que efectue transmisiones no auto¡izadas e incautar eI equipo emisor.
733

CAPÍTULo III
EL Espacro AÉREo y ExTRAATMosFÉRrco
SEccróN I
ELESPACIoAÉREo
SUMARIo: SECctóN I. EL Esp_\clo _{EREo. l. Introducción. 9. Normativa internacional.
S Principios elementales. +. Las cinco libertades del aire. a) la libertad de sobrevuelo.
b) libertad de hacer escalas. c) libertad de embarcar. d) tibertad de desembarcar. e) li_
bertad de embarcar pasajeros, mercancfas y maletas. 5. Situación jurldica de las aerJna_
ves. 6. Seguridad en el aire. SEccró¡i II. EL EspACro ExTRMTMósrÉnlco. l. Orlgenes
de la reglamentación internacional 9_ Naturalezajurfdica del espacio extraatmosfÉrico.
3. Normativa internacional. Pla¡ de la parte IV.

1. INTRoDUCCIÓN

Durante mucho tiempo el espacio eáeo (ni se diga el espacio extraatmosfé_


tico) quedó al margen del estudio del D€recho Intemacion¿l público. De hecho,
durante latgo tiempo este ultirno ñ:e msllerado un Derecho sólo bidimensio-
nal, en que las cuestiones que lo ocrryabaa no rebasaban los ümites vinculados a
los dominios terrestre y marídmo. Además, l¡ imposibüdad ptáctica de aprove-
chamiento del espacio aéreo devalu2ba sr impo¡tancia y, por eso, era c¿modo
admitir que el mismo estaba horizootzhcae liñiado poths fronteras del Es_
tado y que, verticalmente, toda el áre. ¡mfétice sob¡eyacente, hasta el infinito,
también pertenecía al Estadol. Se entcndíA esi que no había motivos para preo_
_

cupaciones, sobre todo jutídicas, destin &s lE;. d espacio aéreo, cuando, en la
época, ni siquieta se sabía cómo alcz'r*.¡o. Es¿ cr¡estiór\ con todo, comenzó a
ser tepensada cuando el brasileño Sznc ltcrrol-r, el 12 de jüo de 1901, par_
tiendo, de un punto consiguió retomz¡ ¿l rni¡lrr h'gr¡ s6¡ un globo de hiáró-
geno, lo que le valió la medalla de oto d,.4a& de F¡encia. Satisfecho con
los resultados obtenidos en la maniobn¡bi[d¡d & ss globos, Santos DuMoNT,
eI 19 de octubte del mismo año, se inscrilió cn dpr:riro-Dalixch de k Me*rthd',
cuyo itinerario consistía en citcunoevegr h Tone Eiftl, volviendo al punto de
origen en por lo menos treinta minwoc
Lzhazañt fue realizada por él con arn ¡ I partn
.de todo jurídico.
de ahí, despertó el interés
el mundo El De¡ecbo fm"-r.cionel Ribüco, en ese momento,
se transfomó en tridimensional v el cspario a&eo pasaba a hacer coro junto a
los dominios terrestre y marítimo del Esudo. Actualmente, no hay ninguna duda
sobrc que el espacio ¿éreo estatal (deoüo d€ cietos límites) es una extensión de
ios derechos soberanos del Esado, e ul pmto que la CIJ expresamente se refi_
rió, en el caso de l^s Acüúdader Miütau1 poanititans ,oñirirogoo, que ..el ptin_
cipio de tespeto por la sobennía tefdtorial también es infringido di"..t"-.r,t
pot el sobrer,rrelo no autodzado del tcrritorio de un Esado por una aeronave
perteneciente al gobiemo de oEo Esado o baio su control',2.

1 Vid. Gilda lúaci€l CoR¡i"{ ME\€R Rus$M^No. DtE¿b irú.tu iorA


, Iq Rqott! (1986), pp. ta y tz8. t ibti¡o, <ir., pp.31.7 -3tB.
734 VALERIo DE OLIVEIRA MAZZU0LI

2, NoRMATrva INTERN cToNAL


El primer instrumento intetnacional en tratar el espacio aéreo (y en regir la
aüación civil) ñx la Conuerción de París (Conenüan poríaflt Mglementation d¿ l¿ Naui-
gation Aíienne) de 1919, celebrada al ftnalzar la Ptimera Guerra Mundial, que
adoptó la teoría según la cual el Estado ejerce soberanía completa y exclusiva
sobre el espacio atmosférico pot encima de su tertitorio, sin perjuicio, sin em-
batgo, del derecho de paso inofensivo o inocente de las aeronaves de otos Es-
tados (art. 1)3. En 1944,1^ Conaención de la At¡iación Ciül Intemacional (Conunción de
Cücago) -la ctnl no se aplica, con todo, a las aeronaves de Estado, ,d., los aviones
mütaresa- retomó la misma tesis de la soberanía absoluta sobre el áspacio aéteo
pot encima del territorio del Estado, haciendo que su utiüzación por otras na-
ciones dependiera de autoÁztción previa del Estado que posee soberanía en la
región sobtevolada (art. ó)s. Sin embargo, el sistema de la Convención de
Chicago --explica M¿lcolm Suav- quedó, en ciera medida, desgastado como
medio de reglamentación del ransporte aéreo internacional por la multipücación
de los acuerdos bilaterales entre Estados con la mism¿ finalidadó.

Lo cierto es que con el desarrollo tecnológico de la ciencia aeronáutica y con


la ida del hombre al espacio, la atención de los juristas acerca del aire y del sistema
que debe prevalecer en rel¿ción al poder del Estado en ese ámbito pasó a reve-
larse cada vez más. Como consecuencia de eso, entonces, nació la necesidad de
ümitación del espacio aéreo, en rel¿ción a los intereses estatales en su explota-
ción. En ese sentido, la Asamblea General de la ONU, en 19ó3, adoptó el primer
documento internacional sobre la materia: la Declaración de bs Prina,pios Jurídicu
Reguladorn de lat acüyidadu de ks Estadot n la Explotación uo del EEacio Cósmico1.
1
Y en esa Declaración quedó establecido que: 'El espacio cósmico y los cue¡pos
celestes están abiettos a la explotación r- uso por todos los Estados, en la base
de la igualdad y en consonancia con el Derecho Intern¿cional,,. Los principios
de esta Declaración de la ONL' se incorporaron en el Tratado sobre los pincipias
que deben regir las Actitidadts d¿ bs Estados n Ia Exptoración
1 IJtiliryción ful EEacio
Uhralemrtre, inclaso la l znal ohu Csapr Cebster de 19678.

r Vid- Louis l,E FuR. Púrr d. dtuit ít¡¿tutior4t


ttbk, dt_ p. tl3; DrNH, DArurER & pEt rBr, Diftito iir*iotut pittñ,
cit, pp. 1272-1273, y Céstt SEpUL.fED^, Da.ttu ¡,t ñ*i@L cir_ p_ l%. El de¡echo de paso iDocente er el espacio aér;o, cotr
to¿o, deió Postenomente de tene¡ reco¡ociñie¡to dé D.Gbo l¡ta¡¿oon¡l co¡sue¡¡dirurio, al conúario d€ io qu€ (a,in hoy)
ocüe con el riínsiio de embáreciones por el tÚ tcEiloó2L.. ítÉ\ n" 3, ¡,lta.
a Vid. art.
3 de 1a Co¡vención.
5 \¡id. cüda Maciel CoRRÉA MErER
RussoN(!\o. Dd ,ú¿,raiwt ?rtbti.¿. cjt., p. 320; y Oyama Cesd ITUAssú, Cre
¿. ¿'ñto iittutuMlp,ibko. cir., pp. 459 460. D.sáq*s gu. .- lidit¡cióú a;se darctro estatat (etaanaaa,
sin mbargo, ¿ los
ruelos no reguur€t s .norent¡¡ €n el an 5 de l^ co .fr¡cijo, disponer "cade Estd" .o"i"aante ."""iene en q,; tod¡s
$¡.
l¡s kronars de los dernís Esiados €ort¡¿tadres 4r. ,¿ t d túi.,o! iüt ñúio,¿la ft¿,h,,, teñ&,ú derc.ho, d. co,,
lo esEpulado e¡ €l prese¡te co¡voio, a pe¡€trd sobre su 'r¡lrd
tditono o sobrwot ilo sin Ácatas, y a hacer escalas en "-i:.do
él con 6¡es
no .omdcrÁ].s. !n n€asidad de obrencr pmiso prwio, r z tls<fr dcl de¡echo del Esrado sobrevoládo de exign arcriz¡i€.
SiD
eñb¡¡go. cd¡ l.<ado conú¡."nte s€ resetua, po¡ nzones de s.guid¡d de w€lo, el derecho de enigir qu€ t i aaom"e, q"e
d*ec¡ \ol,tr s¡re regiúes iúccesibles o que no cuenrú .on msrat¡cioDes y servicios adcc.ados pm la navegacr" ,o"", .i9"
Ls ruias pr.scnt¡s u obrengao p€misos esp€ciales para ta.les ruclos. Cúsivas ¡uestras.
6 lfalcoln\. SH1w. Dráb ;rretu iot¿|, út., W. 383-384
' Vid. Gilda Ma.iel CoRRE^ ME!€R RussoN(ANo. Drir¡¿ í"rtu.ionat púbti¡o, ci)r., p.324.
3 P@ deralles' r' I¡¡ BRor/NLtE,
_
P/i'cília! d. diñtó ;ntñ¿.i!tur ptblito, cit., pp. 286-290 (¿ebiendo €l lecror, co¡ todo,
¡ctuxld elgúos punrc del concepro )a sup€Bdos del texto, por ei€r¡plo, que no;nste mis el pdncipio de tib¡t ttiiza.ün ül
€sp¡cio aéreo )' de aha md.
DEREcHo INTERNACToNAL PúBLrco coNTEMpoMNEo 735
3. PRrNcrPros ELEMENTATES
Los Estados detentan todos los derechos de soberanía sobre el espacio aéreo
por encima de su territorio respectivo y de su mar teritorial. La misma discipJina
jurídica aplicada al suelo y al subsuelo se aplica, por lo tanto, al espacio aéreo.
Contrariamente, sin embargo, a lo que ocurre con el mar territorial, no existe en
el espacio aéreo ninguna gatantia, de paso inocente que tenga por fundamento
un ptincipio general de Derecho o una norma intemacional consuetudinariae.
Si eso es así con el mar territorial, en el tanscurso de norma proveniente de
la costumbre, tratándose del espacio aéreo la situación es diferente, ruzón porla
atal, a priori,lzs aeronaves deben tener prewi z autoÁztció¡ del Estado
-normal-
mente, por medio de tratado- para sobrevuelo. De ahí el principio según el cual
el paso sobre el espacio aéreo de un Estado deba ser por éste preüamente auto-
rizado, aunque se trate de paso sob¡e el mer teritodallo.
El Estado -repítase- detena todos los derechos soberanos relativos a su
espacio aéreo, sólo pudiendo ot¡o Esudo penetrar en él mediante acuerdo ex-
preso o por permiso ad hoc. Por otro hdo, en las áreas donde ningún Estado
detenta poderes soberanos -tales como Ia dta mat, el Polo Note y también, en
ese caso, el continente anránico- Ia nevegeción aérea, civil o miütar, queda evi-
dentemenre permitidar r.

4. Las crNco LTBERT^DES DEL


^rtE
La Convención de Chicago de 7 de diciembre de 1944, adoptó la teoría de
las "cinco libert¿des del ai¡e", aprobadzs en los zún vigentes Amerdos de Tnifnl
sobre Transporte Aéno, y gte pueden set resumidas así:

a) la libertad de sobrevuelo

Que comprende la übertad que


'- los aüones de un Estado de sobr€vo-
lar sin escalas el territorio de otro, pudfundo el Estado mitigar tal libertad sólo
en casos excepcionales, cuando esté en iuego la seguddad de su teritorio (desde
que lo haga sin discriminación a otras potencias soberanas);

b) libertad de hacer escalas


Desde que sin catácter comercial y ¡nra reparaciones técnicas, como para el
reabastecimiento de combustible o reparaciones en caso de desperfecto del
equipo;

, Vid.
José F¡ancisco R_EZEK. D¡ft¡tt i,/M¡o,4tp¿taa.._ crt F317.
r0 Vid. Ian BRo\x¡NLrE. P','44ar
¿. üfti/o i"¡ñüio,¿t jtLlo,c¡r.
F 133. Coho cptica Matcol¡¡ SrLAw, c*do ,,ese con-
sendmi€nio no es dadq se corfigura una invasiór\ lo qu. ,uru6.¡ h i.r.fccpcióa pem tro ú aáque annado efectivo (excepro
en casos .uv dcepciooales)" Diaita í'¡tu¿io'd,rit, p. isl. um d. csos e¡os (o(cepcioneret tiene lugd cua"¿"
*
ú ¿taque teroristá. Dice SH,{w: "Aur¡qu€ uú aeroúvc .ivil & Éádr-i! & F¿s¡ic.os ranm."r" orrezc" .* g, ado de s,me¡aza
","a"
$
{ue iustifiq* d€ffibe el i frold rtud¿ c¿nbl a tt ¿c scpti-¡'c ¿e zml dcmuestn que esa p;sibilidad eüsre,,.
Iden, p. 391. ^¡aqúe
I' Vid. José Francisco R€ZF.K D¡tit¿ ídt Mintut
?tbti@..., cir, p. 317.
736 VALERTo DE OLTvETRA MAzzuor.r

c) libertad de embatcar
.En el territorio de un Estado, mercancías, pasajeros y maletas que tengan
por destino el Estado de la nacionalidad de la aeronave;

d) übertad de desembarcar
En el territorio de un Estado, mercancias, pasajetos y maletas que hayan
sido puestas a bordo en el país al que pertenece la aeronave; y,

e) übertad de embarcar pasaieros, mercanclas y maletas

Que se destinen al territorio de cu-alquier Estado que panicipe de la conven-


ción y el derecho de desembarcar pasajeros, mercancías y cortespondencias ori-
ginatios de cualquier otto Estado conuatantet:. Tales libertades no son concedi-
das, ipsafacto, entre los Estados paftes en la Convención de Chicago (miembros,
por eso, de la Organización de la Arüción Ciril Internacional, la OACI), pero sí
pot medio de acuerdos bi.latemles entre ellos, en los cuales serán preüstos, a sus
criterios, cuál o cuáles de esas übertades serán concedidas. Países como Estados
Unidos han otorgado con más faciiidad la quinta übertad, mienttas que los países
en vías de desattollo ya son más du.ros en concededa, nada impidiendo, sin em-
bargo, que concedan la tercera r la cuart4 dependiendo de su libre elecciónl3.
Las tres últimas libertades del ai¡e son las llamadas "libertades comerciales", de-
pendiendo de acuerdos (convenciones de tráfico) entre los diversos países, lo
que hace que queden, rigurosamente, disciplinadas las reglas telativas a la capa-
cidad, ttáfico de las aeronaves que o¡rran en líneas regulares y tarifas, pudiendo
también regular cuestiones reladras ¡.1 nrimero de pasajeros, etc.

5. SITUACTóN JURfDTCA DE Ils AEroNAtaEs


Las aetonaves son considerad¡-s bienes muebles, aunque se les, muchas ve-
ces, apücan las reglas exclusisas de los bienes inmuebles. De ahí el motivo por
el cual algunos autores l¿s considercn bienes muebles s generis- En los términos
del at. 106, caput, del Código Bratilaia dt Aennáatica (,ey n" 7.565,de 19.12.1986),
se considera aeronave "todo aparato maniobrable en r,r,relo, que pueda soste-
nerse y circular en el espacio aéreo, mediante reacciones aerodinámicas, apto
Para transpoftar pefsonas o cosas". F) pánafo único de la misma disposición
complementa que la aeronare "es bien mueble registrable para el efecto de na-
cionalidad, matrícula, aeronar-egabilidad (arts. 72,1,709 y 114), transferencia por
acto entre vivos (ars. 72,I1v 175,f\), constitnción d.e hipoteca (ans.72,II y 138),
publicidad (arts. 72,III r' 1 1l e inscripción gen eral (ut 72, inc.I\"la.

Vid. por todos, G d. Ifaoel Co¡¡¿\ \fErEx RLs:so\L\\o, D¡rito irtñ¿.,or¿t pntti@. cit., pp. 320-321; Oya¡n¿ C6¡r
'?
l-fu Assú , Cúlo d¿ díftíh iñretututul ptbltd. <tr.,p. 4U. r lj-ts Iqoi DE A r,lo¡rrM ARAúJo Crtu ¿¿ ¿iftii M¿rtitu,N;
, l^netrgl
¿e
Fore¡se, 1998, pp. 15 16.
1r Vld. t¡rerra ORrrz AHrr' . Dtulb i,tMitul ltbkú, cL, p. 87 .
1a Vld. Luis Ivani DE A\roi.t\t
,\N-\tlo. Añ ¿¿ diaita añtotttiñ, cn, pp.53 54.
DERECHo INTERNACToNAL púBltco coNTEMpoRÁNEo 737
Similares definiciones y regímenes legales se encuentran en los diversos De-
techos intetnos, por ejemplo, en el Derecho español la I¿y 48/ 1960, d¿ 2l de
j*lio, de Nauegación Aéna, defne en el artículo 11, pot aeronave, ..a) Toda cons-
rucción apta pata el transporte de personas o cosas capaz de moverse en la
atmósfefa mefced a las reacciones del ai¡e, sea o no más ügera que éste y tenga
o no ótganos motopropulsores. b) Cudqüet máquina pilotada por conrol ri-
moto que pued¿ sustentarse en la atrnósfera por reacciones del aire que no sean
las reacciones del mismo contra la superficie de l¿ tiera".

Así como los navíos, las ae¡onaves deben tenet una sola nacionalidad. El
principio vigente actualmente exige t¿ necion¿lidad del propietario de la aeronave
para efecto del registo, es decir, solamente puede tener aquella calidad quien sea
nacional del Esado donde se hizo el regisao. Incluso en el caso de las compañías
aéreas plurinacionales, como es el caso de h Scadhati¿n Arlins Slsten y de lt
Air Afriqw, es necesario que cada avión posea sólo u¡¿ nacionalidad, lo que se
podtá verificar observando lo qrle dispone su matrícular5,
Las aeronaves, así como los navíos, también presentan señales de identifica-
ción, como el ptefijo conferido al Esado, los colotes nacionales, en lugar üsible,
\a marca. de la matrícula, el respectivo cetificado y demás papeles a botdol6.
Pueden, Ias aeronaves, ser públicas o pdvadas, tomándose en consideración Ia
naturaleza de los servicios por ellas desarrollados.
Los aviones que realizan actiüdades privadas (aunque pertenezcan o sean
contolados por el Estado) no quedan sometidos a la jurisdicción del Estado de
origen cuando se encuentren en el espacio aéteo sujeto a ouo Estado. Esto sig-
nifica que las aeronaves privadas (o púbücas qre rea)izan actividades privadai)
solamente quedan sujetas a la jurisdicción del Estado de origen cranáo se en-
cuentfan en suelo o en el espacio aéreo de este ultimo, jamás en el suelo o espacio
aéreo de tercer Esado. En el tema de avi¿ción, la equiparación de las aeronaves
estata.les utilizadas para 6nes come¡ciales es rnás imporante que la situación ju-
¡ídica de los navíos, una vez que la gran meyorír de las empresas de aviación civil
(u.9.,la, Aütalia,la, Air Frarce, etc) o es del Esado o ése tiene buena parte de sus
acciones conüoladasl7. Así, lo gue impora aqrí es qrr b actividad dJh ae¡onave
(púbüca) sea privada, caso en que l¡ rnism¡ qucüá sometida a la jurisdicción
del Estado en que se encuentra.
De esa form¿: a) encontrándose en d erdto¡io o espacio aéreo del Estado
de origen, a esta jurisdicción se suietq b) eocontrándose en el terdtorio o en el
espacio aéteo de otro Estado, se sujetará a la
iurisdicción de éste. En cuanto a
las aeronaves públicas, las mismas comriomeote se dividen en aviones de guerra
y civiles. Obüamente, en este punto, se está considefando como civiles aquellos
aviones que desempeñan funciones administrativas de ¡a¡ttaleza púbiica, o

I 5
Vid. José Fnncisco R¡z EK D¡fri¡o i,hMioel ptbb.. -, cj,-,
W. 3tg3m.
rb vi¿ oy¿m Ces¡¡ lru $ru. C'tu ¿. ¿lnib i';'ud.ü.!Fbto:á., pF ¿rr¡r8.
t7Vid.llild€bmdoAcc¡or.1&N^sc¡MENroES¡Lv.¡4rr¡y'd.áñib;rrirarior¿tpiblia,c$.,p.422.
738 VALERTo DE oLrvErM MAzzuolt

cuando están a la disposición de soberanos, jefes de Estado o de representantes


diplomáticos; por 10 tanto, no se está considerando aquí la ya referida situación
de iás ¿eronaves púbücas que desempeñan actividades privadas (v. saprQ. Son
aviones de guerra, por su p¿rte, aquellos que se emplean en actividades miütares
en general, estando incotpotados al patrimonio nacional y, en particular, a las
fuerzas armadas del Estado. Al contrario de lo que ocurre con las aeronaves
privadas, los aviones púbücos (de guerra o civiles) gozan de vados privilegios e
inmunidades, independientemente del lugar donde se encuentren, o sea, incluso
en espacios aéreos extranieros ellos continúan sometidos a la lurisdicción del
Estado de su nacionalidadl8.
Así, zg., el avión que transporta el Presidente de la República (sea o no de
guerra) no puede sufrir ninguna injerencia de un Estado extranjero (ingreso en
la aeronave, revisión, etc.) sin autorización expresate. La duda que surge aquí, sin
embargo, se telaciona a la nacionalidad de las personas nacidas a botdo de esas
aeronaves, habiendo la doctrina v la jurisprudencia (con cierto titubeo, es cierto)
difetenciado la situación de las aeronar-es de guerra de las públicas civiles (véase
pane II, capítu|l IV, seccióx I, íten n" 7, a).
Visto lo anterior, estúdiese el siguiente caso.
El 2 de julio de 2073 al avión presidencial de Bolivia, que tansportaba al
presidente Evo MoR-A.LES, se le impidió ¡te¡izar e¡ Italia, Francia, Pomrgal y
España para hacer escala y poder retomar a Boüvia. El presidente de Boliüa
procedía de Rusia y se había cofiido el n¡mor que la aeronave transportaba a
Edward SNowoEN, ex agente de l¡ Central de Inteligencia Americana (CIA),
requerido por Estados Unidos. Tal suceso causó una crisis diplomática enue los
mencionados países y el bloque de L\,\SUR, además de otras repercusiones
diplomáticas mundiales. I-os países 4rupados en la UNASUR, emitieron la lia-
mada Declatación de Cochabamba, d 4 de iüo de 2013.
En ella se dijo:
"Ante la situación a la que fuea smetido el Presidente del Estado Plurinacional de
Bolivia, Evo Morales, por parte dc bo gobiemos de Francia, Portugal, Ialia y España, de-
nunciamos ante la comunidad i¡tem¿cioo¡l r los diversos organismos multilate¡ales:
. La flagrante violación de los Tr¡rrdos Intemacionales que rigen la coovivencia paci
fica, soüdaridad y cooperacióo en¡r€ ouestros Esados, que constituye un acto insói.ito,
inamistoso y hostil, configurando rm hecho ilicito que afecta la übertad de tiánsito y des-
plazamiento de unJefe de Estado r su delegación oficial.
. El attopello y las práctices ococoloniales que aún subsisten en nuestro planeta en
pleno siglo XXI.
. La falta de transparencü sobre l¡s motivaciones de las decisiones políticas que impi-
die¡on el t¡ánsito aé¡eo de la oase prcsidencial boliviana y su presidente ,

'3
Vid. Gilda MÁciel CoRrá\ \tE\T¡ R!sso\H-\o. hir irhM¡.Ml ?ttbka, úr., pp. 327 -328.

',
Eso no siCnifica, con mdo, que Els aer(Drs no detrú Ésp€tal el orden público extr¿njero, ss r.glrs fisc¿lcs, súi-
DEREcHo INTERNAcIoNAL PÚBLIcocoNTEMPoRANEo 739
. El agravio sufrido po¡ el presidente Evo Morales, que ofende no solamente al pueblo
.boliviano
..
sino a rodasnursrras nacione\.
. Las prácticas ilegales de espionaje que ponen en riesgo los derechos y la
ciudadanos
convivencia amistosa entre naciunes.

F¡ente a estas denuncias, estamos convencidos que el proceso de co¡strucción de la


Paria Gnode, en el que estamos comp¡ometidos, debe coniolidarse en pleno respeto a la
sobennía e independeflcia de nuestros pueblos, sin la injerencia de los cenlos hegemónicos
mundiales, superando las viejas prácticas en las que se pretende imponer países áe primen
y de segunda clase.

LasJefas yJefes de Estado y de Gobiemo de países de la Unión de Naciooes Surame_


ricanas UNASUR, rcunidos en Cochabamb4 Bolivia el4 de julio de 2013,

1. Decla¡amos que la inacepable rest¡icción a la übe¡tad del presidente Evo Morales


A¡'rna, convirtiéndolo vi¡tualmente en un rchéo, coostituye una violación de de¡echos no
sólo al pueblo boüviano, sino a todos los países y pueblos de Latinoamerica y sienra un
peügroso precedente en mate¡ia del de¡echo iotemacional vigente.

2. Rechazamos las actuaciones cla¡amente r.iolato¡ias de normas y principios básicos


del de¡echo i¡te¡nacional, como la inriolabiüdad de tosJefes de Estado.

3. Exigimos a los gobiemos de Fr¿¡cia, Pomga! Italia y España, expliquen las razones
de la decisión de impedir el sobrevuelo del avión presideocial del Estado pludnacional de
Boliüa por su espacio aéreo.
4. De igual manera exigimos a tós gobiemos de Francia, pomrgal, Italia y España pre-
senten las disculpas púbücas corespondientes en relación a los graves hechos suscitadós.

5. Respaldamos la Denuncia presenada po¡ el Est¿do plurinacional de Boüvia ante la


Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, por la
grave violación de Derechos Humanos y puesta en peligro concreto de la Vida <lel p¡esi
dente Evo Morales. Asimismo, respaldamos el de¡echo del Estado plurinacional de Boür.ia
de ¡eaüzar todas las acciones que considefe necesa¡ias ante los T¡ibunales e insancias com,
Petentes.
6. Acordamos confo¡mar una Comisión de Seguimiento, encargando a nuest¡os Can_
cilleres la tarea de realizar las acciooes necesatias para el esclatecimiÁto de los hechos.

Finalmente, en el espíritu de los principios esrablecidos en €l T¡¡ado Constitutivo de


Unasur, exhortamos a la totaüdad de las Jefas vJefes de Esrrdo de le Unión a acompañar
la prcsente Declaración. De igua.l maner4 convoczmoo r h Organizeción de Ias Naciones
Unidas ¡ organismos regionales que aún no lo bzn hecto, e pconu¡ciatse sob¡e este hecho
injustificable l arbiaario.

Cochabamba, 4 de juüo de 2013".

Al final, la crisis se superó por disculpas de los Estados involucrados, de_


mostfando una vez más, que acn¡almente nos encontfamos en un escenario so_
cietario y no comufliario, de dinguia y m rb ünurge tia el- l^s relaciones Inter_
nacionales.
Por otro lado, la misma observación que se hizo en telación a las embarca_
ciones de guerra se puede repetir aquí, en relación ¿ parte de la doctdna que
sostiene que las aeronaves púbücas son unarextensión del territorio del Estaáo.
I-o que tales aeronaves tienen, en verdad, es Ia ganntiz de la inmunidad a la
jurisdicción local,lo que no significa que sea extensión del territorio de su Estado
740 VALERTo DE OLTVETRA MAzzuolr

de origen (así como tampoco son extensión de ese territorio las embajadas y las
sedes de misiones diFlomáticas, Ias cuales deben respetar las leyes y las costum-
bres locales, sus rdas flscales, sanitadas, etc.). Percíbase que Ia situación jurídica
de las aeronaves, no obstante ser semejante a la de los navíos, guárda con estos
algunos puntos de divergencia. Por tegla general, se puede tesumir de la siguiente
forma la condición jurídica de las aeronaves:

a) aeronaves púbücas (o al servicio oficial)


Se les aplica la ley del Estado de origen dondequiera que se encuentren (a
diferencia de la situación jurídica de los navíos púbücos, incluso los de guera,
cuya inmunidad está limit¿da por la Conuención de Mortego Ba1 t tt mar). De
hecho, en los términos del ¿rt. 5, $1, del Código Penal brasileño, para los efectos
penales, se consideran "extensión del ter¡itorio nacional" las aeronaves btasile-
ñas, de naturaleza púbüca o a servicio del gobierno brasileño dondequiem que
se encuentfen;

b) aetonaves privadas (o estatdes que se destinan a la actiüdad privada)


Se les aplica la le_v del Estado de origen si están en territorio nacional o en
sobrevuelo en alta ma¡ (obsersándose el pircipio de nacionalidad de la aemuue),
aplicándose la ley del Esudo extnnie¡o si sobrevuela el territorio de éste o si allí
estuüera en tieffa. Según el arc 5, $ 2, del Código Penal bnsileño, tratándose de
deüto, es también aplicable l¡ lev bresileña a aquellos deütos practicados a botdo
de aeronaves exttanjems de propiedad privada, si aterriza en el territorio nacional
o en vuelo en el espacio aéteo corrcqnndiente;

c) aetonaves púbücas extranieres (o al servicio ofrcial del gobierno extr¿¡n-


iero)
Están amparadas por la ley de su país de origen, no apücándoseles Ia ley
extrajera, aún cuando estén dentro de otro dominio teritorial o aéreo2o. Se aplica,
aqti, el pincipio de extrateñtoialidad, que significa que incluso habiendo sido el
delito cometido en territorio brasileño, por eiemplo, no se apüca la ley brasileña,
sino la ley del país de origen de la aeronave pública exranjeta, debiendo ser juz-
gado también por el juez exuanjero, en consonancia con las nonnas procesales
penales de aquel país;

d) aeronaves privadas extranieras


Se 1es aplica la ley local, cuando estén enterritorio nacional (en suelo, en los
aeropuertos, o en sobrel'uelo por el territorio extranjero), y la ley extranieta
cuando estén en vuelo o en suelo de paÍs extranjero, salvo si este país no juzga
el crimen, caso en el cual ley nacional setá aplicada.

á Vid. Nélson HuNcriA. Crrrr¿ir;r ao Cidigt Ptul, eol. l, t.l, dr,p. 179.
DEREcHo INTERNACtoNAL PúBLtco coNTEMpoMNEo 741

6. SEGURIDAD EN EL AIRE
V¿rios eventos sucesivos iniciados en e1 Siglo X)L como secuestros y toma
de aetonaves civiles, impulsaron un movimiento intemacional de seguridad en
los ransportes aéreos, lo que llevó a la adopción de incontables tratados inter-
nacionales telativos lL m^tetrz,, Una Convención celebrada en Tokio, en 7963,
^
disciplinó las infracciones ptacticadas a bordo de aeronaves; otra conclüda en
Monreal, en 7977, trató de la represión de los actos ilícitos conra lt avircio¡
civil; y finalmente, un protocolo firmado ambién en Montreal, en 1984, buscó
proteger el ráfico aéreo confta los abusos de los ptopios Estados en la preser-
vación de su segutidad teritorial2r.

SEccróN II. EL EspAcro ExTRAATMoSFÉRrco


1. ORfGENES DE LA REGT.aMENTAcTóN n¡TERNAcIoNAL

El espacio extra¿tmosférico -t¿mbien llamado con menos propiedad espa-


cio cósmico o sideral- tuvo como termino inicial de su teglamentación jurídica
el éxito de dos hechos de fundamental imponancia para la histoda de la hum¿-
nidad: la colocación en órbita del pdmer satélite artificial (el Spznik) por la
Unión Soviética, el 4 de octubre de 1957, y la llegda del hombte a Ia Luna, el 20
de iulio de 19ó9 (misión Apolo 912. Entre esos dos hechos de fundament¿l
importancia para la reglamentación del espacio extraatrnosférico, el Instit*t de
Dmit Intenatiotal adoptó, en su sesión de B¡uselas de 11 de septiembre de 1963,
Ia Prinera R¿solución sobn el Éginer jtídico del EEacio, tenendo como redactor del
tema el Sr. M. C. Wilfred JnNrs. En los tétminos del $ 1 de la rcferida Resolu-
ción:
"LbEacie aili qn les corps célestes ne petueúfain foliet
d'alnne appnpriation. Ib
penent par tous hs Etats a k des fnes exdrciwment paci-
étre libnment explorés et uülisés

-fqnu...", Percíbase la imperatividad con grrc e) Inütut tr:tó el tem¿: "El espacio
y los cuerpos celestes no pueden ser objeto de ninguna apropieción", pudiendo
ser "übremente explomdos y utilizados por todos los Estados para finalidades
exclusivamente pacíficas". Las normas intemaciooales postefiores siguieron Ia
misma línea: impedit la apropiación del espacio aÉreo, así como de los cueqpos
celestes, y limiar su explotación para fines exclusiy¡meote pacíficos. A partir de
ese momento histórico sulge, entonces, rm nrvo brazo del Derecho Interna-
cional Púbüco a regular las relaciones inernecinnaks decu¡rentes de la utiliza-
ción y explotación del espacio extraemfÉrko.

2. NATURAT-EZA JURlDrc^ DEx, Esípacxo ETTRAATMosFÉRrco

El espacio exttaatrnosfé¡ico se constituye en un espacio de inmensidad alre-


dedot del planeta, más allá de r¡na ciera altura aún no muy bien definida. Para

,r Vid.
José Francisco REZEK Diúik i,tdnsiortl püüa.. ., <it, p. 321.
2 Id.m, p. 322 y DINH, DArulER & PEIl-8:r, DriQi¡t irta"a;6¿l
NUL', cr¡,, p. Ul.
742 VALERIo DE OLIvEtRA MAzzuoLI

algunos, el espacio extraatmosférico inicia a partir de más o menos 90 a 100


millas de distancia; para otros, esa área comprende el espacio por encima de
aqué1 en que las aeronaves consiguen navegar meüante ptopulsión propia'?3. Tal
es la posición del Reino Unido, que entiende <1ue "para Frnes ptácticos, se con-
sidera el límite [entre espacio aéreo y espacio exteriot] la altitud máxima a que
puede volat una aeronave"z4. Sea como fuere, se puede entender el espacio ex-
ttaatmosférico como una prolongación del espacio aéreo, resguardado, sin em-
batgo, por las ümitaciones impuestas por el Derecho Intemacional a su explota-
ción y aprovechamiento económico. Así, se puede decir que la naturaleza jurídtca
del espacio extraatmosférico es de res commsnis omnium, qwe puede ser explotada
por los demás miembros de la sociedad internacional pacíficamente y para fines
lícitos, sin üolación de los principios del Derecho Internacional.
Peto esta afirmación no induce a pensar que continuatá siendo, el espacio
exffaatmosférico, siempre cosa de uso común. La nat:tnlez^ jurídica de algunos
institutos cambia -y es normal que así sea- cuando se modifican los hechos y
valores de la sociedad en causa. Tómese como ejemplo la alta mar, que ptáctica-
mente cambió de naaxaleza, deiando de ser considerado de uso irtestricto de los
Estados, a medida que el Derecho pasó a imponetles la observancia de notmas
internacionales de protección ambiental. Y el espacio extraatmosférico proba-
blemente pasará, en futuro no muv distante, por la misma experiencia, mientras
más dominado sea é1 por el hombre. Pero lo que no se puede decir es que el
espacio extraatmosférico se trate de ns n lirc y, por al motivo, considerar posi-
ble su aptopiación en las mismas formas que otrora se adquirieron los territo-
rios2s. Los Estados deben tener parsimonia en la utilización del espacio extaat-
mosférico, que se constituye e¡ ns connunis a la investigación científica y a las
actividades pata fines exclusivamente pacíficos.

3. NoRMATTVA rNTE RNACToNAL

El 27 de enero 1,967 se celebró en Nueva York, balo los auspicios de las


Naci.ones Unidas, el Tratado sobn los Pnncipios que deben regir las Actiridades de los
Estados en la Exploración 1t UliliTación dcl Epacio Ullraterestre, incluso la l,.ana1 otros
Caerpos Cehxes, que entró en vigor en octubre de aquel año.

En los considerandos del tratado se lee la inspiración de los Estados en "Ias


gtandes perspectivás que se ofrecen a la humanidad como consecuencia de la
entada del hombre en el espacio ultraterrestre", y el "intetés general de toda la
humanidad en el ptoceso de la exploración y utilización del espacio ultraterrestre
con fines pacíficos", entre otros. El art. 1 del instrumento dicta la regla según la
cual "La exploración y utüzación del espacio ultaterestre, incluso la Luna y

rr Vid. Antonio C,\ssESE. Dr;rí¿ i"tñ¿ia"¿/¿, clt.. p.92.


,' Nfalcolr¡ N. Sn\w D¡;rr, ¡ttñdd,tul. áL. p. 39.1, noa n" i2. Celso D. Dri ArlrueuEReuE MEll¡, a su vez, delimiF
el esp .k' e\teÁot Pú .x.r íór, en estos ¡éminos: "Só1o puede ser clan en un aspecto negativo, esro es, diciéndose lo que no es
espacio ex¡e¡ior. No cs cspacio cxrelio! el denominado esp .io Cttr, d, ¿;to;t¿ i"tñado'tal ptbliv, rol. II, c|r., p. 1324.
,5 Vld. Césai SripúLvriD.\. Dtfttbo i'ttu.iaMl, cit, p.205.^éreo".
DEREcHo INTERNAcIoNAL PúBLtco coNTEMpoRrñEo 743
otros cuelpos celestes, deberán hacerse en provecho y en intetés de todos los
países, se¿ cual fuere su gtado de desarollo económico y científico, e incumben
a toda la humanidad."; dice también que "El espacio ultraterrestre, incluso la
Luna y otros cuelpos celestes, esta¡á abieno para su exploración y utüzación a
todos los Est¿dos sin discriminación alguna en condiciones de igualdad y en
conformidad con el derecho internacional, r. habrá übertad de acceso a todas las
regiones de los cuerpos celestes."; y que tales "estarán abiertos a la investigación
científica, y los Estados faciütatán y fomentatán la cooperación intemacional en
dichas investigaciones".

En el art. 2 del Tratado de 1967 se lee que "El espacio ultraterrestre, incluso
Ia Luna y otros cue{pos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacion¿l
por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra. mtnera" .
Esta prohibición de reivinücación del espacio aéreo por acción soberana, uso,
ocupación o cualqüer otro medio, crea el problema de saber cuáI es eI ümite
entre el espacio aéreo nacional ,v el espacio extraatrnosférico. La práctica inter-
nacional y la doctdna conüovienen al respecto. Para nosotros, la altitud máxima
alcanzada por las aeronaves modemas puede set tenida como un frnite funcional
del espacio aéreo nacional. Los países ecuatoriales, lidendos por Colombia,
siempre entendieron que la delimitación del espacio téreo abarca la órbita geo-
estacionada, locahzada a 35.871kilómetros Q2.374 rnilas) por encima de su do-
minio terestre.
Pero esta tesis encontró fuertes opositores, principalmente los países sor-ié-
ticos (entonces URSS), para los cuales "lz 6tbi¡z geoestacionaria no puede ser
separada del espacio ulttaterrest¡e"e. El tratado impone a los Estados varias
obligaciones, ent¡e el.las la de no apropiarse del espacio extraatmosférico por
proclamación de soberanía, por uso u ocupación, o por cualquier otro medio; la
de no poner en órbia objeto porador de ¿rmas nucleares o de cualquier otro
tipo de armas de destrucción masiva, así como no instalar tales armas sobre los
cuerpos celestes y la de no colocar tales armas en el espacio cósmico; la de utilizar
la Luna y los demás cuerpos celestes con fines exdusivamente pacíficos; la de
no establece¡ bases, instalaciones y fonificaciones miütares en los cuerpos celes-
tes, etc.

Pr-aN DE r-A, PARTE IV


En la próxima parte de este libro (parte I\/) d¡'¡giremos nuestro estudio ha-
cia dos materias que emergieron en el escemrio intemacional hace relativamente
no mucho tiempo, ,v que son hov consider¡dus los dos grandes temas de la glo-
balidtd:. la Pmtedón lttenacionzl d¿ los detubs l:ltmatos y el Dencbo Intemacional d¿l
Medioanbnnte. En el capítr:lo relacionado a le protección internacional de los de-
techos humanos serán estudi¿dos los sistemas globales y tegionales de protec-

,dVidHildebr¿¡doAccroly&NAscrNGNroEStr-v.Mdl¿l¿.diftirairhMiotut?ibti.o,.1¡.,p.23O.
74 vAERro DE oLrvErM M^zuou

ción. Un anríüsis comparado será rcalizado entte los sistemas regionales inter-
americano, europeo, afticano y asiático. En el capltulo sobre la protección intet-
n¿cional del medioambiente, se hatí también tn esttdio de lzpmaaün iü¿mado-
nal & b¡ ¿encfur fundtoJ y su interrelación con l¿s nomras intemacionales de
protección ambienal

i.
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