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IilrnnNecIoNAL
Púnrrco
CoNt.ervrpoRANEo
. TE,ORÍA GENERAL
. DERECHo DE LoS TRATADoS
. ORGANIZACIONES INTERNACIONALES
. ExrRADrcróN
. DERECHOS HUMANOS Y MEDIOAMBIENTE
Tr¿dsdk&
Héctot Tulio B¡n¿s Florrs
CohbnadojuíJbt
Cúe Sqftrra e Jtúitb
@
¡lltall¡t
Conseio ciendlico
Colección Derccho y Relaciones Intemacionales
Valerio de OuvBrRA MAzzuoLI Jaime Roddguez AneNe-MUñoz
Ptofesor Asociado de Derecho Interna- Cated¡ático de Derecho
cional Públ.ico, Universidad Fede¡al Administativo, Universidad de
de Mato Grosso, á¡asil La Coruña, España
Claudio Z¡rr¡crrr Sanriago RoURA GóMEZ
Catedrático de Detecho Intemacional Catedrático de Derecho constituciona.l,
de la Universidad <it¿ Sapienzar> de Roma Universidad de A Coruña, España
Giuseppe Fmnco Fennent Cados JrMÉNEz PTERN s
Catedrático de Derecho Público Catedrático de De¡echo Intemacional
de la Unive¡sidad Público y Relaciones Intemacionales de la
Luigi Bocconi de Mlán Unive¡sidad de Alc¿li de He¡¡ares
Raul CANoSA USERA
Catedrático de Derecho Constitucional
Universidad Complutense de Mad¡id
El piesente libro es la t¡¿ducción de la obt¿ b¡asileñ¿ titr¡lada c*¡o de D¿¡¿ia I¡t¿otciottat púbtin,
10" edición, publicada por la editorial Revisa dos Tribunais, Sáo paulo, 2016.
Dencbo btkmacioul Público Co*cnpoúrc0. 7 edtcLótt. 2017,
Obietivos de la colección:
La colección Derecho y Relaciones Intemacionales de Edito¡ial cuscatleca publicará
obras ciendficas relevantes para desarrollar y fortalecer los sistemas jwídicos iúeroame-
rlcanos.
^&Br¡c¡É
t- C-tt L üti itxnt¿cional público,7V S^o Paulo, Revisa dos T¡ibu¡ais, 201ó.
2 C-tt I t&tila¡ hnno¡. 4. ed., Sáo Paulo: Mé todo, 2017 .
L H b tado¡.2. ed., Rio de Janeiro: Forense, 2014.
L Ift ilbucinal priuado: cutso elementar. Rio de Janeiro: Forense, 2015.
5- Dinb i*nacional público: pane geral.8. ed. Sio Paulo: Ed. RT, 2014.
6. M i*naioxal, ,ratados e dinito¡ braanos frndameüais nd ordem j*ídica breriláru; Rvo
& Jmciro: Améric )unüf, 200 l.
^
7. Dia'bs btman¡ e cidadaxia i hldo ron ünito ixtemacioxal, Campinas: Minelli, ZDZ
8. Dinitos b*marc¡ ConrütuifAl e ot tratador intemnionaic uttadl anaüüco dd irr.a{Ao .
elir@
ú lmtado na orden j*rídiea braileira. Sio Pa.'¿lo. Jaatez de Ohváta, 2N2.
9- Naanryjxrídica e efcácia dos acordot statd-fo nn o FMI. Sáo Paulo: Ed. RT, 2005.
10. O nnnvtejurisdicional d¿ cottt¿t¿áowüdad¿ da¡ teis.4, ed., Sáá Paulo: Ed. RT,2016.
I l. O¡ istenas ngiottais de pnh¡áo dos direitos humano¡: sma axáli¡e anparatitn do¡ si¡taas
htcramericatto, eampex e africano. Sáo Paulo: Ed. RT, 201 1.
12. Por un lribxlal de juti¡a paru d Unarxl. ¿ flece¡¡idade de sma nrn de jrcü¡a pma a Anhica
úS sob ot paradignas do Tibxnal de Jasti¡a da Uniáo Empeia e da Corh Cntn-Amcricanz
& Jrcti¡a.Brasflta: Senado Federal/Secret¿ria de Editoragáo e Pubücagóes, 2014.
e o Pacto de San José da Costa Nut espeaal enfoque para os contta-
11. Prisáo ciuilpor diuida
tos de alienagáo fiduciária em garantia. Rio de JaneLo: Forense, 2002.
14. Tratado¡ ittemacioxais d¿ dinitos bmans e dircito ilteno, Sáo Paulo: Saraiva, 2010.
15. Tratados innnacioxdir. nm comcthirios i Cotwtt¡áo de Vina de 1969, 2. ed. rev., ampl e
rtual. Sáo Paulo: Juarez de Oliveir4 2004.
16. Tibunal Penal lrrtenacioxal e o dinito bra¡ibim,3, ed. rev. e atual. Sáo paulo: Ed. RT,
2012 (Colegáo "Di¡eito e Géncias AEns", vol. 3).
B: En inglés
Tbe law oJ nadu: y nnpnbeñue cd1 of the 1969 Vinrd Conwlüor and bqotd, Rio de Ja-
neiro: Forense, 2016.
C: Coautoda
1. Aam e¡áo de caryos públicor uma qtestáo de aplica¡áo da ConstituQdo. Escrito con Waldi¡
Alves. SáoPaulo: Ed. RT, 2013.
2. Conentáio¡
'i Cotwn¡áo Americaxa vbn Dinita¡ Htananos - Pacto de Sal Joú tla Costa Rica.
4- ed.. Com Luiz Flávio Gomes. Sáo Paulo: Ed. RT,2013,
3. Conextários i nfoma crinixal d¿ 2009 e á Couer¡áo de Vina ¡obn o Dinito do¡ Tratada¡.
Escrito con Luiz Fláüo Gomes e Rogério Sanches Cunha. Sáo paulo: Ed. RT, 2009.
4. Dirziro sapraansiacioraA do absolutismo ao Estado Consútucionel e Humenisa de
Di¡eito. 2. ed., Escrito con Luiz Flávio Gomes. Sáo P¿ulo: Ed. RT, 2013 (Colca¡o Di_
rcito e Gencias Afins", vol. 5).
5. Twia lridinett¡ioÍdl da¡ integrd{del Jta?rdnaciorai¡ uma aná)ise compatativa dos sistemas
e modelos de integtagáo da Europa e América Latina. Escrito con Mchele Carducci.
Rio deJaneiro: Forense, 2014,
D: Coautoda y Coordinación
O ,tlw diftitl intema¡ild fu nek aabiern Curitiba: Juruá, 2011.
E: Coautoda y Cocoo.dinación
I. Coúnh de nnaercionaüdade. w paxorama l¿tixo-dnericano (Brasil Argentina, Chile, Mé-
xico, Peru, Uruguai). Esctito con Luiz Guilherme M¿rinoni. Brasflia: Gazeta Jurídica,
2013.
2. Cines da ditafuira nilitar ma anáüse,i bqdajrrispnüncia aval da Corle hxran¿icana de
Dinito¡ Hmaxos.Escrito cí¡r Luiz Flávio Gomes. Sáo Paulo: Ed. RT,2011.
). Dircito d liberdade nügiwa. futafos e perspeaiaas para o snth XX.Escrito con Aldir Gue-
des Sodano. Belo Hotizonte Fórum, 2009.
n*jrrisdiQes m Anerita l4ina- Esctito con Eduardo
4, Dínito da itrtcgra¡áo rugioral:, diábgo
Biacchi Gomes. Sáo Paulo: Saraiva, 2015.
5, Dinito intenacional do habalhl:0 estado da arte ¡obn a qlicqao er o;uaAcs intcnaciottai¡
da OIT rc Bratil.Escrito con Georgenot de Sous¿ Franco Filho. Sño P¿ulo:. lJr,2O76'
6. Dinito ittcmacioml do¡ üreitos bm¿nos: estudos en hotmqm á @:nra Flívia Piousan.
Com Mari¿ de Fátima Ribei¡o. Curitiba: Juruá, 2004.
7. Do*riu¡ usendais dc dhilo ixtenacional,S vols. Esc¡ito con Irriz Olavo Baptisa. Sáo
Paulo: Ed. RT, 2012.
8. Noras Per¡pcctilas do dinin anbieltal brarihin: visóes interdisciPlinres. Escrito con Ca¡-
los Teodoro José Hugueney Irigaray. Cüabá: Cathedrat Z[9.
9. Nolz¡ aertentes do dinito do nnénio irtemacilnol ComJeteJenc Fiorati. Barueri: Manole,
2003.
10. Nows utvdo¡ de dinitl intcrnadorrdl conhflporAreo,2 vols. Escrito con Helene A¡ande
Barozo y Márcia Teshima. Londrina: EDUEL, 2008.
I . O Brasil e os acordo¡ ¿nxímins intenaciottair. persp?lQilr4Jjnúútat c enñnian á lqdos aordos
1
nn o FML Escrito con Roberto Luiz Silva. Sáo Paulo: Ed- RT, 2003.
PRESENTACIóN
F-. las líneas que siguen pido paciencia al lector pam expücar porqué deci-
iEmoe traducir y publicar el libro del profesor MAzzUou, En vetda4 quien es-
cdbe nunca sintió afinidad por el Dercchl InAmacional Ptiblico cuando era esru-
di"nte de grado. Tal rama del Derecho pancía algo ahjado de la príctica diada del
ebogado; cómo podría sacar ptovecho de algo, decía, que nr¡nca podÉ apücar.
Mraba los textos de enseñanzas, pot demás inaccesibles, por raros y caros, y
convencido que nunca estada ante algún tdbunal intemacional, pasaba la página
Peto, ¡esa realidad ya cambió! El Detecho Intemacional Púbüco ya no es el
mismo de esos tiempol es más: ya no lo eta en tales tiempos, pues de la üión
cláica utatista, gllre ve a esa rama juldic a como rclaciones enhv Estados, seha pasaüo
vn aplicación n el ámüto nacional del conjunto de fuentes del De¡echo intema-
^cional. Y no se piense que me tefieto sólo a los
sistemas que prevén una jetarquía
s prahgal de los tratados internacionales. Es que la üsión filosófica del Derecho
Inte¡nacion¿l Público, con la elevación de la persona humana como sufeto de
detechos y debetes, imponen una perenne actualización de los juristas para ope-
rar en el ámbito interno. ¡In dabio pw bonirel
En esa línea de pensamiento, estoy muy agradecido con el profesor M.tzzu-
oLI, no sólo por haber aceptado la propuesta de ttaduición, sino ambién por
haberme most¡ado k iqueqa de posibiJidades que tiene el Derecho Intem¿cional
Público. En efecto, me refiero, principalmente a despenu de b pesadilla dnalista,
pues, aunque nos digan los textos legales que el sistema vigente es monista, el
Detecho intemo ha ejercido una esclavitud sobre el ojo del iurista esd4ütud
que no le deia ver más allá del sistema de fuentes de "su" Derccho naciooal ¡ a
partit de eso, olvida o ignora que en las fuentes del Derecho Intemacional posi
biemente esté una vía para soluciont dt m/or maaera el c¿so mwú.
Por eso, repito, quedo agradecido, poque en adclenre quiea t'rrtr concien-
cia de esa verdad podrá ltentificar vn ¿s¿litta W ü@ e mta y pcdtá
comptender cuál es h lógta de su ^discurso, por$É dcficode qr ninguna corte
intemacional, por ei:rplo, F¡€d€ 'inv-¿üd¡a 'n- scnmci¿ de una cofte su-
ptema, vértice del siste'¡¿ ir¡ritico "¡¡cb¡2l". Pcro ¿cuál sistetna jwídico? Esa
pregunta, fue formul¡d¡ dc --'*- incorrccr¡ a lrofúsito, en realidad no se ratá
de uál sistema iuddico, sino dsisrcoe iurllto.
Es decir, no existeo dos ds'..ná< iüilftos, sino zza en donde se aplicará la
notmz más ralottabb. En otr¡s pohh¡¡s; ú *.tr'eta de rt ?letoriedad, sno de co@b-
mmtariedad. Esa es la eql€firr¡ $E @o tE¿ductor puedo contar al lector, él
valotará si experimena lo
'rri¡¡'r.- E4o, uoe cosa es segu¡a: quien escudriñe las
páginas del libto del profesot Mazzuo quedará atrapado con su exposición,
anto de ideas propias como de eie"^s. De hecho, e1 manejo de sus fuentes en
varios idiomas -it¿li¿no, &encés, aleüuín, inglés, español y portuqúF, no nos
deia duda de la exhaustivid¡d de sus fuentes.
28
Dicho sea de paso, si los abogados que tepresentaban los intereses salvado-
reños hubiesen tenido acceso --o querido usar- la información que presenta el
profesor Mazzuou, quizás no se hubieta petdido el diferendo limíttofe con la
hermana Repúbüca de Honduras, quizás se hubiera podi do tomper el tü possiditis
i*s egado y ttittnfal de Honduras.
Finalmente, en Hispanoamérica
_
btasileños,
tenemos mucho que aprender de los juristas
tal vez igual o más que los de ottas latitudes, pues la academia bmsi-
leña ha fo{ado una cantidad grande de escuelas y iurisas que son de provecho,
sobre todo para los paÍses menos aventajados, como El Salvador. por éso, desde
Editorial Cuscadeca hemos emprendido este esfuerzo de lognr mayor difusión
de las obras btasileñas y lqgrar influencixnos
-¿ipr qú t¿!?- de sus hallazgos.
Este übro constituye la tercefa traducción al español de obras brasileñas y espe-
r¿mos que sigan muchas más, si los autotes nos hon¡¡n con la traducción de sus
obras. Empezamos con los übros del profesot I-uiz Guilhetme MABJNoNT, a
quien agtadezco por haberme despertado --enviándome en portugués un capí-
tulo de un übro suyo, hace casi 10 años- el intetés por ese idioma. ¡Mtito obrigado!
San Saluador, 4 de narlo de 2017
Hector Tulio B¡rRES Fr-oREs
29
' Estc oden d€ Ia bibliognfiÁ se nodi6có pal¡ la €dición quc roo¡mos dc bas€. En todo c¡eo, d 6r¡l dd übro se
€ncuotra l¡ bibliograffa coÍespondiente. Not¡ d€l rnductor
VALERJo DE oLIvEIMMAzzuoLI 33
respectivos capíh¡los y secciones del libto. Una observación final, sin embargo,
es necesada: la casi totalidad de las normas intemacionales citadas en el ttanscu-
rrit del texto se encuenüa en nuestra Recopilación de Derecho Intemacional,
que integta la colección de los RT Mini Códigos'. Esa recopilación debe servir
imprescindiblemente (para alumnos y profesores) como material de consulta y
de apoyo aI übto, así como pata el seguimiento de las dases**.
Regístense nuestros sinceros agradecimientos z la comunidad académica
brasileña, que siempre acoge nuestros tabajos en los cutsos de ücenciatüa y
posgrado en Detecho y Relaciones Internacionales, y en especial a aquellos pto-
fesores que nos honran aI adoptar nuestros libtos en sus respectivos cutsos. Este
autor se pone a Ia total {isposición de los estimados lectores, esperando de ellos
recibir cdticas y sugetencias. Por fin, si una percepción global del funciona-
miento y de los problemas de la sociedad intemacional pueda ser extraída de la
lectura de este übto, ya damos pot alcanzada la misión p'rincipal de esta obta.
París,jalio de 2006.
Valerio DE OrrvEnA Mlzzvot¡
' E¡ 6t¡ €diciód s. usa¡ los textos oicialcs er¡ castel¡no dc k s n¡t¡do6 cir¡dos por cl ¡uto¡. No¡'¡tcl tr¡ducroa
._- i' k T"pi"l¿r,, elaborada pot
"Rr/EihAtt e Ddsb Inbtutilral Pllf¿".
el pmf€so¡ M¡zzuor.I, t¡mbi€o s¿td¡Á public¡d¡ .n c¡lt lh¡o b¡io €l nonbrc
Noa del t¡¡ducror
Oro ejemplo fue la sucesión entre la Organización pan h C,rcr---
Económica Europea (OCEE) y la Oganización para la Cooperrcim r.{ Ib-
rrollo Económico (OCDE), ocurrida en el transcu¡so de la co- cludóo & rF-r¡r¡
de la década de 19ó0. No existen rdas clams ace¡ca de la sucesión ,úñrr;rt
de otganizaciones intemacionales, como ya se dijo. Todo depende de h r-..'-
ción de los Estados miembros en el momento de la sucesiónri:.
2. CoNcEPTo y NATURALEZA
\ltmz dominia tenestre e1 área geogtáfica del Estado constituida por su t¿rri
Se
taio e¡ senúdo estricto, o sea, compuesta por el suelo y por el subsuelo de h
part¿ de la superficie, dentro de los timltes de s,.,s fronieias, y también por d
suelo y subsuelo de las islas y colonias a éI pertenecientesló7. El territorio pasa r
ser entendido como el área geográfica sobre Ia cual el Estado ejerce su dominio-
o sea, su soberanía, que se traduce en el poder que éI detenta de imponer, denuo
de su terdtorio y en ultima instancia, las reglas según su voluntad.
Destáquese quc la. Conuención de Víena sobn el Dencbo de los Tratados, de 1969,
csableció, en su art. 62, \ 2, pánafo a, que r¡n cambio fundamental de circuns-
ancias no puede ser invocado por la parte como causa pata extinguir un tr¿ado'
o retirarse de él "si el trat¿do est¿bl¿ce una frontera"l?1. EI Derecho intemo de
r"¿¡ios Estados fue influenciado por normas de esa naturaleza, insenando en les
¡espectivas Constituciones reglas similares a las de la Convención de Viena" en
d sentido de no admitirse la extinción de tratados que tfaten sobre límites terri-
oriales en caso de cambio fundamental de las ci¡cunst¿ncias (ag., una guerr¡,i
entre los Estados partes.
r0 Para eiemplos, ¡z¿ Paulo Bo$^ C^sFtr4'Ditik irbnacional /d ,t¿rú, S¡o Paio: Ad4 2m9- !9. ::: -'rf.
17' Sobre el r€ma, ,t/ Daniel BARDoNNET, FDrt;tr t/nts nlúri¿ftt nAiúi, f'É a **L
tlt 15, Paris, 1989, pp. 55-56. Es jrte¡esete ¡ot¡r qu. cn la va6ión fimces¡ de"a/itiM, r/'ÉL-
l¡ CNc¡cit r d.
6 fnrt Td y io /id;tú coñ en los t*tos en ingles, aterú¡, FonugEi etc, C... r'¡ilrtgt ¿'É t- a.-.--. -c
Vid. O)%ña Cesar ITUASSú. Ctfto tb díEiro inhtu i.n¿l públin, tiL, W. 341346.
'7,
muchas veces, el producto d.e la Íterza del medio natural en que üve determi-
nada colectividad. Son franjas que bordean el territorio del Estado y que se ex-
tienden'h¿sta la secuencia de puntos formadores de las fneas llamadas fmites.
Bajo una óptica más objetiva y menos meta,urídica, se podría entender las
fronteras Qtricto senu) como naturales, dependientes de definición métrica esta-
blecida por medio de los ümites173. Percíbase, entonces, lo siguiente: si en toda
frontera existe un límite, no necesariamente en todo límite hay una fronteta. Para
haber frontem debe existir sepatación de un territorio a otro (establecida por
dichos límites); pero, en el caso de los Esados formados por islas, hay nítidos y
dematcados ümites, sin ninguna frontera (por ejemplo, lo que ocurre con Cuba,
Filipinas, Madagascat y Sri Lanka)lt4. EsTn'idente, sin embargo, que riene mayot
importancia para el Derecho Internacional Púbüco la división fronteriza que se
hace enhe Estados.
Los ürnites estatales pueden ser n¿turales (t^mbién llamados arcfinios) y/o ar-
tifciales (cottoctdos también pot irrtcbctsal¿s, couencionales, matemáücos o ashonóni
ros). Los primeros acompañan los límites (tasgos) físicos del territorio y corres-
ponden a determinados accidentes geográficos naturales, como ríos, lagos, mon-
tañas y valles, Ios cuales son útiles pan demarcar un teriitorio, teniendo la
enorme ventaja de se¡ visiblemente reconocibles para quien los utilizalTs. Tales
límites pueden también ser elegidc por medio de tratado celebrado enüe los
Estados fronterizos. Los segundos son las líneas llzLmadas geodíticas (o sea, los
paralekt y los neridianor) , que son siempre convencionales y coresponden a aque-
llo que fue fijado pot los Estados fronterizos en el tratado sobre frontera con-
cluido entre ambos. Eso es lo que ocure en e1 límite entre Canadá y Estados
Unidos de Amédca, así como en casi toda Áfric¿.
Tales ümites pueden ser cuando son fijados pot marcos físicos,
boyas, postes, balizvs, etc.; maternálieo¡, cuando son deümitados normalmente por
grados (son las llamad¿s ftonte¡as inrisibles del Estado, pot ejemplo el límite
que separa Cotea del Norte de Co¡ea del Sur, cortado por el paralelo 38); ashv-
nómicos, c.ua:nd,o siguen una línea astronómica, como un meddiano o patalelo, es
decir, longitud o laúnd; geonítricos, cuando esrán representados por alguna línea
r_r \'id. Gilda Nfaciel CoR¡ÉA ME ER Russorrd\o- Di?'o irt¿tuc¡a"at f¡ib¡i@, cjr., pp. 238-239.
T
I-a ,{rronio Remi¡o BRoroNs (./ a/l). Dtuk ;'t d&itul dL, p. 889.
:_: \'id. lorgr Bácel¡J courl't^. Mdrul ¿. dtf,il, ¡t¡dtu iwt ?ttbkú, dr-, p. 4BB.
geodésica, como rectas, atcos de círculo, etc., sin atencióú rr*i¡_ñ
a oF
lelos;_o canaencionales, cr,,ndo simplemente siguen un
rasgo erbimi'p co_
gido171 En general, como observa Accloiv, los Esüdoc *p,rt*rn
como.límites los rasgos físicos del suelo, sólo recur¡iendo a
e
l2s li,-<
artificiales cuando, en sus confines, no encuenüan accidentes n¡n,r-!-F_
o qb
deben definir convencionalmente los límites en ter¡eno
inexplor¡do{--
No basta descdbir los límites normalmente en tratados o co¡¡sencroc-
Er
necesario más: además de describidos, es preciso aún
ejecuar, in lx¡, a, d __
rreno limítrofe enre los Estados, aquéllos que quedaron antetiormenrc
esubk-
cidos. A esta ejecución se da el nor'ilt re de d¿naimdón, entendida
como lz cpea_
ción in loco desttnada a señalar precisamente, en el ptopio terreno
de los Esrzdc
limítrofes, la ünea divisoda que los delimita. l_os p^"r,emetros
modemos pao &_
marcación de fronteras son no¡malmente establecidos por comisiones té-,,i"_
(lamadas comisiones de demarcación o comisiones mixias),
co-prr.su_. po. p.-
ritos de los países limítrofes, cuyos trabajos conrtan d. a.Á, infármes
sludoc
y son indicados en mapas.
r?s Vid. Gild¿ }faciel CoRRÉ \ \[E1TR Russorlr4No. idem, p. 242; y o]¿na Cesat Itu{ssú, Ctto ¿e üÉita i"htu it ¿
prbri.a, cir., pp. 348-3"].9.
1?, Vid. Hfdebrando -\ccroL\' . Tñt¿¿o d2 ¿¡ftno ;rtñü;Ma/ P'ib¡itu, !ol. Il, cir., pp. 136-137 .
130 Vid Or"má Cesd IrL Litt. C'ú ¿. ditito i¡tña.iú¿l píbltñ,.it, p.349.
13' Vid. Gil¿a i{aciel CoR¡li 1 \fE\ER RLssoM,{No. Dr's}¿ irtetuciüdl pnbua, cit., p. 243.
;
Como ejemplo curioso de límite territodal está el que separa a Corea del
Norte con la del Sur, Sabido es que dichos límites están üazados por el paralelo
38o, surgido del armisticio firmado luego de la guerra de Corea (1950-1953). Pues
bien, justo en el paralelo 38o, está construida b loxa de segtidad nnpartida (Pan-
nanjon) qu'e attruesa por mitades la ünea divisoria. En tal zona de seguddad ha,v
b¿rr¿cones dot¿dos de puert¿s, con esttada y salida hacia el norte y otta hacia el
sut con iguales catacterísticas; en el cenüo del b¿r¡acón está una mesa donde las
auto¡idades de dichos países se reúnen cuando es necesario. Así, cuando están
en dicha mesa, las partes están cada cual en su "teritorio". Como se sabe, en la
configumción geogúfrca de cualqüet río aparecen incontables accidentes (como
ensenadas, huecos e islas), haciendo que la opción pot uno de los critedos estu-
diados atdba, a veces, no dé tesultado. De ahí el papel que los tratados intema-
cionales demarcadores de fronteras aún tienen en esa sede, por lo cual no se
puede decir que ellos sea una especie en extinciónltr.
rs. Vid. Hild€br¡ndo Accr a,y. Ttut¿¿o h ¿ifri¡o írt tui6¿t pttia,rol 4 c'r- F r,(}
t35Sobre los rios contiCuos, Panc IlI, c¡pínrlo II, scccito IV.
r& Vid. "7. c.
José Fnncisco P.EZEK Dirik int¿Mitul ,tl'lb. . ., p- 15&
Bretaña y por Alemania'8i. Los medios actualmente conocidos de adquisicrón
del dominio terrestre de los Estados son la ocupación, accesión, cesión, pres-
cripción adquisitiva, conquista v anexiónr88. Tales modos de adquisición del do-
minio tetrestre surgen para el Derecho Internacional, sobre todo, en cuanto al
territorio propiamente drcho del Estado, del cual los demás dominios (acuático
y aéreo) surgen como accesorios. Cabe aquí un anáüsis de cada uno de los medios
citados de adquisición de territorio. Pero, antes, se debe hacer la observación de
que esos medios de adquisición de territorio vienen tratados por Ia doctrina en
general de una forma estándar, reflejando la preocupación de sus autores con el
período anterior a la Ptimera Guerra \fundial. Las formas de adqüsición de te-
rritorio no pueden ser tratadas con orrodc,sia, una vez que la comprensión de la
situación real ocurrida solamente es pdsible mediante Ia confluencia de varios
principios que rigen conjuntamente cada caso en separadol8e. Veamos, entonces,
una a una las situaciones ariba apuntadas:
a) Ocupación
La ocupación -que en Derecho Prisado es descrita como posesión- siempre
fue la manera más frecuente de adquisición de domrnio. En su definición tradi-
cional, defendida por muchos intemacionalistas, la ocupación consiste en Ia
apropiación permanente, por parte de un Estado, de un determinado territorio
sin dueño (tena nallias), runque habitado por tnbus o pueblos que aún no se han
otganizzdo políticamente o cuya organización no les petmita reclamar derecho
de ocupación anteriort'0. Se dice "de6¡rción tradicional" porque, en relación a
éste su último aspecto, la comprensión de la práctica internacional siempre fue
en el sentido de que los terdtorios habi¡ados por esas tribus o pueblos eran sin
dueño, por la falta de organización polírica de esos habitanteslel, siendo así como
Portugal adquirió: Brasil, India v -itrica: r España adquirió: México, Centroamé-
rica, parte del Catibe, parte de América del Sur y Filipinas.
Muchos se opusieron a ese concepro de "propiedad", que autoriza a gran-
des potencias a ocupar tierras habitadas por pueblos más atasados, pero no por
eso destituidos de un caerpo socialque rire tranquila y pacíficámente. La prácttca
de la ocupación, que alcanzó su auge en la época de los descubdmientos
-cuando
el Papa, atnbuyéndose el Derecho dirino de donar tietras, otorgaba, por Ias bulas
pontificias, territorios y áreas a descubrir-, nunca respetó los territorios ya habi-
tados y jamás se preocupó en preserr ar la orgznización (aunque minima) y la
cultura de aquellos que allí estaban antes de la llegada del "descubridor,,1e2.
Vid., por rodos,José l;ra¡cisco RrzF( Ido. pp. ta-t¡5. Sob¡c cl asunn¡, ,,/. ¡ambién Ímes Ctu{vToRD. BDM¿)tr
'3r
pn¿ rh otp"t lk úhn n"ar. l¿u. t¡.. pp. )t\.)1)
'$N
Sobre el tena, 11 Paulo B or\a (:^st:JL\. D¡ñ:' B:ey,tui¿tr ¿q¿f,!, cir., pp- t,"7 -212.
13, Vid. Las obsenacioncs de Ián BR()\\r_rF:.
Pr'.¡,j ü tiipna Mbú¿.iotul lrb/,,o, cjt , p. 145.
rtotsneseexactosc¡tido,¿Hldebra¡dolccl(n).I¡,rz'¿d¿¿ircitoi"ren¿dor¿lp,ihti,voL.ll.cu.,p.285.
rr1 ]an BRovNt.lF: adhjrc qr¡e u¡, tiera nü!¿ ¡rr ,¡r¿¡, puede ser áque a ..quc r encucñm ¿n la,posesión de @
comunidad qu no poe una,,rfinización socú1r poLda . tdem. ¡. 152. Clólis Brvri.\eut, por su par¡e, ya ensen¡ba e¡ el
hic'(, del siglo )LX gue aunquc "los salráies ¡o poson org,tración poliú.a szDsf¿crona, no es lícib c;nsjderár sin dueno bs
rcnit(,nosqueellosoansavp,cificahcorcocupan'.Did?¿prbtta¡,tú¿.í0,¿/.,tt,.ir.,p.355.
Ltr Vid. ( )!aha Cesar ITU1 sst . a"6o lJe ¿¡e¡ta ¡itm.íútul pab/tu, c;t., p. 166.
La ocupación se relaciona a lo que puede ser cocsid¡rrdo r *5r
dueño), por ejemplo, una isla volcánica, y no a lo qrr g.'---L¡rr5
(cosa abandonada), cuando se verifica una ausencia mm¡is ddÉr
pero con la voluntad del antiguo poseedor de volrer a cierw soh á,r*
r¿nía. En ese caso, como no hubo fin de la posesión, no r pcdc &-L
posibiüdad de ocupación. Peto no se puede descarar la posibi[ded p -&L
pérdida del tí¡rlo en virtud de la falta de un mínimo de ligaoen dmrit *
determinado territorio. l,o que no se admite es la presuncióo Putz I --!¡. &
pérdida del tírulo, pot razones conectadas a la necesidad de mantener Ie csrf
dad teritorial y de evitar su usurpaciónte3.
) Hzce algún tiempo, la simple prioridad en el descubrimiento de m¡sz: ú-
rr^s y^ era suficiente para legitimar la adquisición del territorio. L n¡ badca
clavada en la tterra,lz elaboración de un acta y el envío de correspoodcÉs I
soberano sobre Ia nueva colonia eran los medios uti.lizados para la tom- & p
sesión de las tietas descubiertas, que fotmalizaban la prioridad de aqueth ti
sición, pteviniendo su derecho en relación a los demás Esados. Tr¡-< dcso-
bierto, el Estado se instal¿ba en ese territorio, a fin de mantener la effi
de la posesión, conservando su dominio. Es¿ efectividad se demuestre por ci
ejetcicio de los poderes de hecho, cotrespondientes al ejercicio de la sobea¡ir
que el Estado .pt . .tt elterntono.res tulliu.
Deberá pot eso p rol:,at su aúmus ocaupandi o animts possidendi como condd<in
esencial para la formación del tínrlo. Así, se puede decir que las condiciones r-
cesarias para que la ocupación sea considerada ldtima, son las siguientes: ar scr
el territorio res nallitts, ü) haber sido su posesión tomada pata eI Esado s en no-
bre de é1; f ser real y efectiva Ia posesión eiercida pot el Estado sobre el te¡ritono
res nttllius, y, d) ser la ocupación fomalmente notificad¿ a los demás miembrm
de la sociedad internacional.
-
administtación, y Ia celebración de numerosos tratados en cuyos téminos apa-
recían explícitos los derechos daneses sobre Groenlandia"le5. Destáquese que,
los tiempos actuales, el tema de la ocupación de teritorio perdió significativa-
mente su irnportancia, una vez que todas las tierras de nuestro planeta ya están
efectivamente ocupadas, no existiendo más ter¡itorios desocupados posibles de
ocupación, no obsante haber sido éste el modo más frecuente de adquisición de
teÍritorio en el pasado. En un planeta ra prácticamente dorninado, no tiene peso
el estudio de la ocupación como modo de adquisición de territorio, a no ser
desde el punto de vista histórico.
b) Accesión
La,ll¿;mada, accesión consiste en aurnenro del dominio terrestre del Estado
de nueva porción de teffitorio, en si¡¡:d de hechos de Ia ¡zttr ezt (accesión
natutal) o por medio de acción humana (accesión artificial). Son ejemplos de esta
última la construcción de diques 1- rompeolas, const¡uidos a lo largo de la odlla
matídma del Estado y que aumenan su espacio fisico territori¿I, como testifica
el ejemplo de Holanda.
La accesión natural -que sigue la clásica regla jurídica seg6n la cual accestio
cedit princ;Pali (lo accesorio sigue a lo principat)- es figura bastante conocida del
Derecho Civil como una de las forma-. de adquisición de la propiedad privada,
siendo ejemplos el aluvión y la arrlsióo- Constituyen alaútin los aumentos que
sucesiva e imperceptiblemente se tt¡¡¡n-n por el depósito gadual de tesiduos
naturales en los márgenes de los ríos o e lo largo de los ütorales, en virtud de
corrientes fluvi¿le s o matítimas, abaio del punto al que llega el pleamar medio, o
del punto medio de las inundaciones ordinarirs, así como la parte del cauce que
se descubre pot eI alejamiento de les aguas. Tal aumento es independiente de la
voluntad humana y se produce por uf, t¡¡t'¿io lento y discteto de la naturaleza.
Esta adición gadual e imperceptible de subsancias al tetdtorio estatal es válida,
según Ian BRow'I.,tLIE, cu¿ndo este proceso dé origen "a una extensión en rela-
ción a áreas yabzio ocupación efectisa coo base en los principios de la contigü-
dad y de la cefteza"tn(.
c) Cesión
La cesión de territorio es el acto pot medio del cual un Estado tr¿n_sfcrc r
otro, voluntadamente, sus derechos soberanos sobte parte de su territodo, p-
diendo ser celebrada a tín o gratuito u oneroso. Por la cesión, un Esado d
cedente) renuncia, en favor de otro (eI cesionario), a los detechos y preÍog¡rir¡s
que detenta sobre parte de su territorio. Toda cesión debe ser fotmdtzzdz p
medio de un tratado internacional concluido entre ]os Estados partes (cedeoc r
cesionario), en que debetán constar todas las cláusulas de ejecución dei acuerdo.
sus condiciones y efectos jurídicos, así como las obligaciones de los Estados eo
relación a la parte del territorio cedido. Son condiciones para que haya la cesxln
eficaz: ef concurso de voluntades entre el cedente y el cesionatio y la tome d€
posesión efectiva por el cesionado2m.
La cesión puede ser concluida por medio de venta de territorio, como sucr-
dió con Luisiana, eue fue vendida por Ftancia, a Esados Unidos, en 1803, por
60 millones de ftancos; con las Islas Jónicas, hecha por Inglateffa a Greci4 eo
1863; y con Alaska, vendida por Rusia, también a Estados Unidos, en 1861, por
7 millones 200 mil dólares. Puede también llevarse a cabo por medio de pe¡murz-
tal como ocutdó enüe Brasil y Peru, eÍ 7874, en la región de la Tabatinga rsi
como las rcdizadas también enre Brasil y Boüvia, en 1903, cuando, por ñrezr
del Tratado de Petnipolis, esta úlfima, potencia cedió el Acre a Brasil, tecibieodo- r
cambio, ciertas áreas situadas en alto Madeim y el detecho de paso hacia el -\din-
tico. De igual maneta fue el acuerdo germano-checo de 1930, referente a,h m.
fionteriza, eI acuerdo ente Suiza y üechtenstein sobre el intercambio dd sco
del Reno y !üurznehorn en 1948, y el acuerdo ruso-polaco, en lo que respea r
la permuta de teritorios'en ta rdón de Drogóbich41. La cesión ydunrn c,
rara que ocutra, meteciendo registro la cesión de esa especie hechz, pa.Bd e
1rs Vid. O!"ma C€sd lruAssu. C'n d. diltiro i'r.ñcittat ?,tbtiaÁL, p. 364.
1rq Vid. Gilda Maciel CoRiErMEYETR RussoM No. D;ri", itbr"ati¿rd&f44p-753-
4 Vid. Clóüs BEvn-{euA. D¡r¿;lo pibia ¡th¡n@ittut..., t. t, ciL, p. 375.
,0' Vid. Oyd¡á Cesar JTrrAssu. Ct¡¡o dt ¿iÚik íúteñddod
Nbn@,cn, pp.37&t/9-
en 7907242. Menos raro que ocufra es la cesión forzadt de teritorio, que tiene
lugar cuando un Estado ejetce su poder sobre otro, exigiendo de éste, sin nin-
guna rétribución, la entrega forzosa de parte de su territorio. Destáquese que,
aunque tal cesión pueda ser fotmaiszada por medio de un tratado entre esos Es-
tados, dicho instrumento internacional puede set declarado nulo, en los términos
del art. 52 de la. Contunción de Viera sobre el Derecho de los Tratados (1969), que así
dispone: "Es nulo todo tratado cura celebración se ha1'a obtenido por la ame-
naza o el uso de la fuerza en violación de los principios de derecho internacional
incorporados e¡lz Cartz de las Naciones Unidas". En nuestro tiempo, se dene
como ejemplo de cesión forzadt el ocurrido dentro del marco inicial de la Se-
gunda Guerra Mundial, cuando Alemania exigió de Checoslovaquia la región de
los Sudetes en 1938, por la fuene presión política y z de guerra2o3. Mo-
^men
detnamente se ha adoptado el sistema de plebiscito, en que la población del Es-
tado manifiesta si acepta o no el ratado de cesión de territorio concluido por
éste Estado con otro. A ese sistema plebiscitario Ia púcttcz internacional ha
opuesto el sistema de opción, por medio del cual la población de un teritotio
cedrdo puede, indir-idr.ralmente, escoger entre Ia nacionalidad del Estado cedente
y la del Estado cesionario, segrin lo que le sea más conveniente.
d) Ptescripción adquisitiva
La prescripción adquisitrva --conocida en el Derecho i¡terno con el nombre
de usucapión- puede ser entendida como el modo de adquisición de teritorio
proveniente del ejercicio pacífico, real r- prolongado, de la competencia intema
de un Estado sobre determ.inado territorio. Su validez es indiscutible en el plano
internacional, habiendo sido reconocida por la lurisprudencia internacional. I-o
que diferencia la presctipción adqüsiosa de la ocupación es el hecho de que en
aquella no se eÁge :una terra na/lus,bas¡zndo la permanencia duradem y efectiva,
con animas dominz, sobre un determinado territorio:05.
La aquiescencia del Estado ti¡¡la¡ del tín¡lo anteriot produce efectos idénti-
cos al teconocimiento, no presentada h protesa (o esperado) dentto de eie lapso
de tiempo ampüo. Entre los dife¡entes eiemplos de prescripción adquisitiva ad- 1
I
rnitidos por el Derecho Intemacion¡i, pueden ser citados el caso de Estados
Unidos contra México, en 1911, en rel¡ción al territorio del Charnizal2l0, y de
Inglatetra y Brasil, en 1904, acerca del territorio del Pirara211. Este último caso es
digno de nota.
La,lltmada, "Cuestión de Pi¡a¡e" n¡ció cuando Inglaterm ptetendió enviat,
a la entonces Guyana Inglesa, al explorzdor alernán Robert ScgotrmuRcK para
fines de explotación de las riquezas enimdes v vegetales de la región, creando
con Brasil una disputa de f¡ontera eo Ia Fenja de tierra al Este de donde hoy es
el actual Estado de Rotaima. I-a colocacióo" por el explotadot ScHolounctg de
dem¿rcadores de frontera en el área sin el aval del gobiemo brasileño acabó por
generar un incidente diplomático entre los dos países. Pero, en 1904, Bmsil acabó
e) Conquista y anexión
.
La conquista (o /e bellaüo) y la, anenón son, por ultimo, las do6 'íhi'r. fri
de adquisición de tertitotio conocidas. Son, también, formas de rykiÉ.iñ- &
territorio condenadas por el modemo Detecho Intemacional Públko, u
que nacen como resultado triunfante de una guerra2l2. El famoso Tút l-ll-
ntncia a la Crcra Qacto BFJAND-KEI-I-oG), celebrado en 1928, pteve co be rrr
1 y 2 la condena de "la gae:ra panla solución de las conüoversias inte¡ra-ira-
les", así como reconoce que "la normativa o la solución de todas las conúrrsEr-
sias o conflictos, de cualquier naturaleza u origen que puedan surgir enuc c[rs,
jamás debetá ser buscado sino pot medios pacíficos". No obstante su enrmrizlo,
vadas fueron las violaciones a esos preceptos, ocur¡idas a Io largo de la historl
A1 final de la Segunda Guer4 Mundial, pot ejemplo, la Unión Sosiéticr in-
corporó, sin ninguna dificultad política, militat o diplomática, a Estonio, IjtuzoL
y I-etonia, a su ya vasto territotio2r3, habiendo esos países proclamedo sus indc-
pendencias en 1988/1989. El mismo fenómeno ocurrió, el 2 de agosto de 1990,
cuando Irak invadió Kuwait, intentando la incorporación de este territorio d
suyo, evento que quedó conocido como primera Guerra del Golfo Pérsico, ocl-
sión en que Kuwait se hizo, aunque tempofalmente, ptovincia iraquí haste s
übemción en 79972ta.
Es bueno aclatar que la conquista (tambiénllzmada, debelktio. porque aniqoile
a los habitantes nativos de dete¡minado teritorio) se encuentra proscrim s su
utiüzación acarrea la responsabiüdad intemacional del Estado2ls. Aunque el tímlo
de dominio (conquistado pot \a fietzz) sea eventualmente reconocido por er-
ceros Estados, estará siempre el Estado perdedot autotizado a imp¡rgna¡ los r-
tos del Estado agresor, a fn de recupetar el dominio completo sobre su tld¡o-
Áo216.
,', vid Resolución 242 (1967) d€l Cosejo de Scguid:d dc h ONU; y Rcsolución 2ó2s Gy,o) d. L -1-ii.-
de l¡ ONU. Esta últim enñricmmrc disponc que "el t€¡titorio de un Est¡do rc dcbc s.r obi.ro d. .d+¡*ti F Fj-
rcsulta¡tc de am€naz¿ o uso de l¡ tuda Ni¡gu¡a ¡dquisició! tcrriroi¡I r€sult¡¡E d. ¡* o E ¿ L i----
reconocida como )uldic¡". tucuérdese, .lin, $e la Crird$ih ¿r Viá'a tobn.l Dñk ¿¿ b! Tú 1*t. & é
tr¿tado o)E co¡clusión Á¡€ obtenida pot la meor o cl cñplco dc la Ár€r¿a ca vioL.iid & b. ry - ¿H -,-
Inteñacionrl inc¡¡stados en la Cana de las Naciones Unidis" (¡¡¿ 52).
nr Vid. Gild¡ Máciel Co¡¡nA MEYER Russon¿ANo. D¡iri, inhñarnallritaa, ú-n, 259-?lj-
,i4 En €ste Go espcciÉco, cl Conscio dc Scgqrid.d dc Ia ONU (por D.dio & h r.!&itu f.¿ iL t ¡{r'¿
decidió que L a¡exióo de KuMit por IEk, "cu¿lquicra qu€ sca la fodn¡ y cl F!.@, D ri!
debi{do ser consid€ñdr nul¡ e inváüd¡.
¡ 5 Sobre I¡ responsabüdad inteir¡acion l de los Est¡dos, vit. S€<.iA V d. .!. C+*l
--
nó üd. C¡.^wFo¡D Bwaác't pti".iphr i'bt:,.tiel b, <i-ñ. n-B- -,
Jdcs . ofttblit -
En cuanto a la anexión, que en teoría ocurre cuando se verifica la extinción
total de un Estado vencido, por haber sido su territorio transformado en re, na-
llius, con apropiación definitiva por el Estado vencedor, la misma solución de la
conquista se le aplica. Tales medios de adqursición territorial no son coherentes
con la prohibición del uso de la fuerza en el Derecho Internacional contempo
ráneo, los cuales no tienen más ninguna razón cle ser tras el gran cambio para-
digmático experimentado por la sociedad internacional en el pedodo post Se,
gunda Guerra N{undial:l-, principalmente con Ia evolución del proceso áe posi-
tivación de los derechos humanos en tratados internacionales, tanto del sistem¿
global como de los sistemas regionales.
ri' Vid. Paulo tsoRE.\ Crs¡t t.\. Dir¿la ¡rteñ¿.ianól dar 4!¿.a,. .jr., pp. 222-221.
CAPfruLo II
LAM^tr
SEccróN I
AGUAS INTERIoRES, MAR TERRIToRIALY ZoNAC6.IE-I
SuMARIor SECCIóN I. AGUAS INTERIoRES, r.ú{R TERRTToRL{L y zo:ü ccñ:aEct_ L
Introducción. 2. Aguas interiores. 3. Mar territotial. a) conepto- b) P¡$ i--_ C
Delirnitación. 4, Zora corigta. 5. Est¡echos. 6. Canales int*nyr'¡É -- F-,¡-
Archipiélagos. 8. Situación jurídica de los navíos. a) Embercacios Fit¡rr d---¡-
(o al servicio oficial de Estado). b) Embatcaciones privad¡s ñ^cirEL< o p-É
cuando soo utüzadas para fines comerciales). c) Embarcaciooes públios
-- .t
al servicio oficial del gobiemo extranjero). d) Embatcaciones privad¡s e¡ui:¡¡. g¡--
cIóN II. ZoNA ECoNóMICA ExcLUsrvA. 1. Comprensión. 2. Regtamcnrxióo ;--
cional e intema. 3. Derechos, deberes y jutisdicción del Est¿do coste¡o- .t- Dt¡cfu i
terceros Estados. SECCIóN UI. Pt-arAFoRMA CoNTNENTAT y Fo\DG rfl]¡(E L
Plataforma continental. 2. Fondos marinos. SEccIóN fV. Rios INTEL\\ooüi¡s- L
Concepto. 2. Ejetcicio de la jurisdicción estatal, 3. Río Amazoo¡s r d Ttzado .:L L
cuenca de lz PIat¡. 4. Otros regímenes intemacionales. SEccIóN V. L{ -{LT_\ \flr L
Imporancia de la materia. 2. Concepto de alta mar. 3. El Égimen iut(lico dc ¡la c.
a) Libenad de navegación y sobrevuelo. b) Liberad de pesca. c) Derecho de efecn¡¿¡
instalaciones de cables submarinos y oleoductos. d) Derecho (imitado) de aprosecbr
miento de los ¡ecursos existentes en el fondo del mar y en el subsuelo corrcspodie¡t¿
4. Límites a la übertad del ala ma¡. 5. Acceso al ala ma¡ pot los Esados sio lno.L.é-
Debe¡es de los Esados en alta rnar.
1. INTRoDUCCTóN
Las partes líquidas de la tierra ocupan cerca de tres cua¡Es p¿r¡E! & su s-
pefficie, que corfesponden a más de tfescientos millones de hllómerrs o¡¡d¡¡-
dos de agua. Fue en los mares que la humanidad encont¡ó d nmbo dd desarro-
llo y del progreso en todas sus veftientes. Pero la i¡divis¡ilx-lid¿d geq¡ráfica del
ttar se opone a la diüsibilidad jurídica de las aguas qE b intEgnn, lo que de-
manda una actua ción ?lnitira pot pane del Dete<üo, cn d scntido de reglamentar
las implicaciones juridicas de ahí decurreotcs
2. AcuAs TNTERToRES
Ya vimos que el territorio del Estado, en un sentido
- ampüo, abarca también
-además del suelo y del subsuelo- el espacio aéreo y lr. ,S,r"l. El ¿o_irrio ..trt"l
ó tl roi¡lid¡d de rodos esos dsos se úcE¡ri¡ o n¡ru rÚ-,¡--lin & d.rÉho inteñado¡¿
RT pubücada por ie Ed.
se eierce, sea en las aguas intedores
-ríos, mares interiores, lagos, bahías, canales
etc.-, sea en el mar terfitorial y en la zona contigua. En su conjunto, las aguas
representan un todo territorial, peto presentan características propias que dÁen
s€r estudiad¿s separadamente. I-a expresión agus inteiores puede ser tomada en
dos sentidos: un geográfico y otro jurídico. El primero comprende las aguas en-
cenadas en el territorio del Estado (es decir, cercadas de tiertas por doquier, tales
como los lagos o Ios mares propiamente iritemos; son las llamadas ..aguas dul-
ces'); y el segundo comptende las que se encuentran más acá (o s.",;d"l l"do
de acá') de la línea base o de partida del ma¡ te¡ritorial, pero que desembocan
en ese ultimo (estando, por lo fanto, ya en el dominio de las ..aguas saladas')?.
Ellas corresponden a los puertos, a los golfos, a las bahías, a las ensenadas,
los recortes muy acentuados de las costas (fiordos, íos) y a las bahías históricas,
así como el suelo y el subsuelo de estas zonas y el espacio aéreo corespondiente8.
Só1o éste segundo caso (el tratado por el sentido iwídico) interesa aI Derecho
Internacional Púbüco y a la Convención de hs Naciones Unidas de 1982, por
tratatse de aguas de mar abierto. Sobre ellas el Esado eierce plenamente su so-
berania.
A l¿ suma de las aguas intedores con el m¡¡ Er¡itorial se le llamó agla: terri-
toiales. Pero la doctrina, no raras veces, ptefcre edbuir a esta ultima eipresión
sentido más restricto, a fin de entendeda como sinónima de mar terfitorial. Las
discusiones de codificación del Derecho del Mzr, sin ernbargo, fueton en el sen-
tido de sepatat el término aguas territoriales de h etF¡esión mat territorial, ha-
biendo sido esta riüt-ima la adopada por la CDI para distinguirias de las agtas
interioref.
' Vid. Hdd€búndo AccroLy. Ttut¿do d' ¿into i,t¿ñztio,¿! pttta, rol tr, .ir, p. I 52, cirando cidel.
3 Vid. DrNH, DNIJTER & PEU-ET . DiE k ittt¿l"hiotut ptibta, <i, p. ttn .
o
Vid. Vrcenre MARofiA R¡NGEL. Noú,@J,/rút;b ;¿¿[Djr4¿, h M,ñirúialZ .d. rc!. S¡o pasto: RT, 1970, pp.
27-
a"
Vid. Oliveiros LrrprN'fo . Cttu ¿¿ ¿ifti,a kEñdior¿t Nbliñ, áL, p. 325.
'0
En oras palabtas, "corresponden a la porción de mar que se sitúa entre la tierra
seca y el límite interior del mar territodal, que es el espacio marítimo que se sigue,
en eI sentido de la tierra pata el mar, en una posición de inmediata aáyacencia al
tetritotio terresúe"11. Tales aguas nacen normaLnente de recortes y caüdades
sit¡radas antes de la línea de base del mar territo¡ial. por tal motivo es que no se
reconoce a la navegación exranieta de ningun Estado eI detecho de paso
inocente en esas aguas internas, al contrario de lo que sucede en el mar territádal
Se puede decir que las aguas intetiores son la parte interna del dominio marítimo
del.Estado. Por tratatse de aguas nacionales, el Est¿do no se sujeta a ningún
Iímite de sobemnía específicamente impuesto en relación aI mat terdtorial, os-
tenta soberaní¿ plena (ilimitada) sobre todas esas aguas.
De ahí que la docttina se tefieras a ella como '.aquellas que más se parecen
a la soberanía que se vive en la tierta 6rme est¿ta1"12. Así, no es übre el acceso a
sus puertos, sea a las emba¡caciones me¡cantes o de guetta, a menos que sean
autorizadas por lz crpittrttz. Normalmente, en la ptáctica, esa autorización es
dada con cierta antelación, en carácter duradeto, cuando se trata de líneas regu-
lares de catga y de pasajetos. La, attonzaLc,ó¡ tefedda pennite el ingeso de ern-
barcaciones en el intedor de las aguas del Estado, peto con la obligación que las
mismas se sujeten a las leyes y normativas del Esado costero.
Como destaca R-EznK,la mtoúzactón ambién puede constar expresamente
en tratado, a set aplicado, con base en concesión mutua, a todos los navíos --o a
todos los navíos de comercio- que ostenten el pabellón de cada Estado pac-
tante13. Cuando, sin embargo, hJ aguas interiores .,resr¡ltan de Ia apücación de
líneas de bases rectas que sean utilizadas en la definición interio¡ del mar territo-
rial, se admite que Ia soberanía que en ellas se ejerce padezc¡ rrrra restricción
rigiendo el régimen del derecho de paso inocente,'ra.
Este ultimo caso está expresamente regulado pot h Convención de Mon-
tego Bay, en estos términos: "Cu¿ndo el tr¿zado de ,¡u lí.¡eo de base recta, de
conformidad con el método esrablecido en d ¡níob 7, el efecto de @rnca.
enceffar como aguas interiores aCues qu€ ¡¡rcúrrr-re no se consideraban
como tales, existi¡á en esas aguas un dcrecüo dc paso inocente, t¡l como se es_
tablece en esta Convención" (att 8, $ )É. Ea d &Íiirt¡o de las aguas interiotes
se encuentran los mares intemos (crr".fo6 o ¿ltctbs), las bahías, los golfos, los
lagos, los estuarios, los puertos y Los fmdcederc (oaturales o artificiales). Son
todos accidentes geográficos que tie¡r¡n rcfc|:a
iurídicos en el Derecho Inter_
nacional, mereciendo b¡eve a¡álisis €o rd2cfun a algunos de ellos.
rr
Jorge BAcEr-^R co¡,\Er . MdMl d. dnib ;,8.údfu, ci¡-p. tfrt.
rr Ido, p. 509.
I Jos¿ F¡ncisco REZLK- D¡inrb ithMio,al piháo..., cjn.,p.2pg.
14Jorgr B^CEIAR cor E¡,{. M¿u¿l ds dinia htnsjopl ptA,, at-,p, W.
rs Ese regl¡ 6 Iá misr¡¡ dd úL 5, S 2, Co,'u,,¡ió' tutñ d MtTo,AtuiJ b z* Cd,tis*.
Los mares intetnos son aquelias grandes porciones marítimas, cercadas de
tierra, presentando, o no, comunicación navegable con el mar libre. En ese
ü_
timo c¿so son llamados " mares cetradal' (knd tocked sea), va que están totalmente
enclavados en el tertitorio de un Estado, ,ro p.....rt .ráo ámunicación
con el
océano o sólo comunicándose con él por medio de un estrecho cuya anchura
es
inferior al doble del mar territorial, caso en que los márgenes del esttecho tam_
bién pertenecen al mismo Estado16.
Son ejemplos de mar cer¡ado el Mar Mueno, el \far Caspio y el Mat de Atal.
-
Setán abiettos, por su parte, aquellos mares que, aunque rodeadós por tieras, se
.g-":t:1n con alta mar, por medio de una r.ía narural, teniéndore como.¡.--
plos el Mar Negro, el Mar de Aryf, el Mar de )Iármara, el Mat Blanco y el'Mar
BáItico.
16 Vid. Gild¡ M¿ciei CoRrÉA MEYER Rr rssorlNo. D;ú ,tuútñ¿f p a, ctt., p.2j2;y Or-¿mt Ces t 1-;u^sstS, C*tu
¿, diftito ¡'¡¿ú¿c;otul pnbüa, cir,
p. 416.
1? Vid. cilda
rB
Ma€lel CoRnFA tfEYuR Russol\rNo. D;b i,hñ.¡ú¿t pibt@, cLt., pp. 272 2:/3.
Páulo BoRaA CASEIJ-A. Dr¡alo i"ttuci&at dr¡ .tp¿¡u. c¡L,p. 383.
re Vid. OÍma Cesa. ITU^ssú. Crra ¿¿ ¿1ñ/v iú.ñüid¿lrtbtiú,dt. p.436-
IAiIE IÍIE¡üO'E!
3. M¡n t:rnnrronr¡r
El mar territorial, junto con la zonz contfuua, constituye modernamente la
parte externa del dominio marítimo est2.trl El mar territorial es el instituto más
estudiado del Derecho del Mar, habiendo sido objeto de incontables estudios a
1olatgo del tiempozs. Con todo, la idca de naJtaja de agu adlacente a la línea costera
del territorio estatal, fue ignorada en h Am!üedad. Motivos de orden ecoiómico y
r^zones de seguddad contra invasioncs ertrenjeras acabzton, sin embargo,
dando oportanidad a la reivindicació¡ & b¡ F,t-¿"¡ dz rna frat/a de agua que se
extendieta más allá de su teritorio, en h c--l d mismo pudiera ejetcer también
sus de¡echos de soberanía
a) Concepto
El régimen jurídico del mar ter¡itorizl --r¡mbién llamado mar jurisdiccional,
mar nacional o mar ütoml- ha sido debaddo e lo largo de varios años, habiéndose
fotmulad¿s incontables proposiciones ¿¿s,L entonces. Actualmente, el mar te-
rrito¡ial se encuentra regulado en d ¿rt 2 dc h Convención de Montego Ba¡
que así establece:
"Art. 2. Régimen jurídico del mer r-ir-i,l, del espacio aé¡eo situado sobre el mar
territorial y de su lecho y subsuelo
1. La soberanla del Esado ¡ibcrcio sc
-r;-tc
más allá de su territorio y de sus aguas
interiores y, en el caso del Esado arriipdi;i:o, de sus aguas archipelágicas, a la franjá de
mar adyacente designada coo el noob¡r & ma¡ tetritotial
2. Esta soberanía se extieode zl cspacio rérco sob¡e el mar ter¡ito¡ial, así como al lecho
y al subsuelo de ese mat,
3. La soberanía sob¡e el ma¡ ¡erritodel se eierce con arteglo a esta Convención y otras
normas de de¡echo intemacion¿.1".
,5Vid.,cntr€oros,cilb€itG'DE\I¿útuat¿&di|s,ÁRdry,!erC¿,,$ot.tB(1g34-tD,W.t33_278ty
Celso D. DE AúueuEReuF.MF'Jr., M6 t¿f,ib.ü|Rb d. pd
Jr¡.iro: F.ir.s Basto6, l9ó5, 235, p. u¡a visiór d"l .;,
¿ A. V. LowE_&-R_R CHURoHUL,Th t¿'
4tb E4cí, tp.7l-101; yJü¡€s CR vro¡.D, B;úi.,, "ñdi"brwrio;
pnr.i/4 ofltbie
l¿v, á¡-, W.255-265.
Ef ma¡ ter¡itorial puede, entonces, ser definido
. como la É¡nÉ rr¡r¡iu
t -
de un Estado y donde, hasta un [-i" p;;,"d", F
!^1" ¡*= d ñiñi iñ'
su. tuflsdrccron y competencia. Se trata
de una zona iniermedierh cmc i _
r la tierra ñrme (de dominio exclusivo del E.t"do .ort.ro¡,
cur¡ e¡rsErir _
encuentra. justificada por la necesidad de seguridad,
conseáación y defensz dcJ
Estado ribereño, así como por motivos lconómicos
(navegación, cabotaje,
pesca, etc.) y, aún. de poücía aduanera y fisca.l2u.
31 Adherbal MEIM M,\rros. O ¿orv ürcib do Dat, cjL, p. 18. SobÉ d dcecho de p¡so ino.ent€, ¿ aú Reb€cca M.M.
W NlltE: lltlytia¡¿l hv, cit., pp. 144- 147; C€lso D. DF, Al¡ueuEReuE MEu-o, C¡r¿ ¿¿ üftilo i,t tuk,¿tptbtid, vot. lI\ clr.,
pp. 1185-1190i Pado Bo¡3 c¡sgtr'^, Dit'ito i,rtuio'dl dot ¿lpapt, c1t, pp.392-394; y Matcotn N. sHAw, b,rirb i,t¿ñ¿,ioná\,
cit., pp. 417-419. ^ .
OPPENHET¡4 cit¿do po! Iú BRovNuE, in P'; prr d. üftito irr6tuint¿t ptibliü, cit., p. 212, nota o"
'
3r Vid. Hild€boDdo Accrot x. Tlat¿d' d¿ ¿irito int'/d.ia%l prbütu, vd. tt, ct¡., p. 2t9.
85.
que fueron relatores Sir Thomas B_rncl.,ry, L. O'PENHEIM,
Theodor Nm'"_
vrn, Phili. p Marshall BnowN y Alejandro Átv,tnrz, en estos términos: ..El
libre
paso d-e los navios de guerra puede estar sujeto a las reglas
especiales del Estado
nbereno . Como resume AJejandro AIVAR-EZ ..los Eitados ribereños
pueden
teglamentff su pasaje, pero no pueden prohibido. Estos navíos
no denen un
derecho de pasaje sin restricción, sino c,rando ellos efectúan
una misión interna-
cional confiada por la ONU"ra. En lo que respecta a los navíos
mercantes, para
los cuales el paso inocente es franqueado, lo q,r. s. entiende
es que el Estado
."*"r:.g:b: abstenetse de ejercer sobre ellos su jurisdicción civil, ialvo por res_
ponsabilidad proveniente directamente del propiá paso.
Tampoco podrá- ejercet
su jurisdicción penal, una vez que er tráfico ixcruve esa
f"cortrd .rtjtu.l t.ri,"[n
aquí.adoptada es que, al Estado coste¡o,..no lL impona conocer
los sucesos
relacionados sólo al navío y a su tripulacióo, sin repeicusión
en su costa,,3ó.
. Así, la jurisdicción penal del Estado costero no será ejetcida a bordo de na_
vío exúanjero ql: pase pot el mar tenitori¡I, con el fin áe d.terr..
a cualquier
persona o de rcakzar alguna investifción, m d¿ción a la
infracción cdÁnal
cometid¿ a bordo de ese navío durante srr peso, salvo en los
siguientes casos: a)
si la infracción criminal tiene consecue¡rj.s parz el Estado
coitero; ú) si la in_
fracción criminal es de tal na¡xaJez¡ q* h paz del país o el
Éd"
._" el mar territodal; y' si la asist ,r¡ de É ¡utoridades
".9.:
solicitada pot el capitán del navío o por d lepcscmne
Iocales ha sido
diplomático o funcio_
nado consular del Estado de bandera; o, /7 si^
la represión del tráfico iücito de estupeG¡lnr¡s "+o" medidas son necesanas para
6 de sr¡bsancias psicotrópicas
(att. 27, \ 1, de la Convención de Monrcgo Bay). Destáquese
qoe el der..Éo de
paso .inocente se relaciona a las aguas ¿a *,-i.trit
i"i del Estado, y no a las
extensiones de soberanía de esa franja de
€u1qrc ¡barca el suelo y eÍ subsuelo
situados bajo.ella y el espacio atmosfd respectivo.
Es pdncipio corrienre_
mente ¿ceptado que el detecho de paso inoc..te no rige
.r, l" ftania de espacio
atmosférico, aunque esté situada sobre el ma¡ erdto¡iJ
del Estadoit.
c) Deümitación
r1Abia'dJo Árv¡x¡z' E/ Dtu.ha ht¿d¿aaerd s túth+ a b ud¿ a¿t*¿/ d¿ ta¡ p,¿tto,, Eüo,n^rrwíü. áe chre,
hduccnn de Rohndo pFN \ tnpr'/e,'
4 t,)62. j?4.
.Vd fo.e F nn. F( o tu.,/ | K. D¿tuk
Da!.
ir;ñai;,¿t paüa.. ., cil-. p. 299.
r¿Yu.ñfsun( \H\t I I- a¿lrtú ¿o ¿rlúgdñ. c;r. p ]¡5.
.enodo. !. f¡n BRo\t\LrE Andiri! ¿. dinjrú
úr.rru<ior¿J pibta. oL. p. tJJ. qur ¿rr
"cons€cuenreme¡re, er Deiecho rnrerücion4r no pedi"
espacjo ¿ér€o sobre el mar rerirorial,,.
u'a"ÁJi. * iJiJñ á" ill" l,l-"", _r".", *"*en:en¡:
ra
mar territorial vienen intensificándoses. En relación a la extensión del mar teffi-
torial -tema telacionado a la protección del teritorio- Brasil había unil¿teml-
mente hdoptado (en el inicio de la década de 1970) el cdterio de l¿s 200 millas
marítimas de anchun (correspondientes a 374 kilómetros y 400 mettos), medi-
das a partir "de la línea del bajo mat del litoral continental e insular bmsileño,
adoptado el método de las líneas de base recas pa.ra el tlazaldo de la línea exte-
rior", así como establecía el DectetoJey n'1.098, de 25 de m¿zo de 19703e. Esa
notmativa, según la doctdna, era afirmación de le soberanía nacional ..para la
necesa¡ia defensa jurídica de la nación b¡as¡leñ¡ cont¡a eventuales incutsiones
extranjems"0.
Peto a finales de 1982, con el cie¡re &h
Tanra Cnfenxcia de las Nacious
Unidas ¡obre el Derccbo del Mar, eI gobiemo bns
eño vendda a enfrentarse con la
decisión de firmar o ¡ola Cowencitin de Mnxgo fu, que t¡as numerosas reuniones
y latgos debates internacionales determi¡ó en 12 millas marítimas Q2,2lcrn) \a
extensión del mar territorial de cualquier Esredo ostero, habiendo admitido, sin
embatgo, las 200 millas (contadas a partir & h cmte) a tí¡:lo de zona económic¿
exclusivaal. La delimitación del mar territoriü se hce midiendo la anchuta de la
línea costem de mxeabrja (ínea base normal cmsiderada como la línea de baja
mar a lo largo de la costa, así como s€ irvlir- en las cartas marítimas de gran
escala, reconocidas oficialmente por el Esredo cmtero), alternada con la línea de
límite de las aguas interiotes .o"n¿s gxiírr lEhí¡s o pueftosa2. En los términos
de la Convención, el límite exterio¡ del m
citoriel es definido por una línea
en que cada uno de los puntos qued¿ . uE ,li.t'ñr-ir del punto más próximo a
la línea base igual a la anchura del r¡¡r terrimid (arr a). En los casos en que no
se verifican las mateas, la ünea base pocdc sct rnedi.te a partir de la ünea media
del mat en cuestión43. Las islas naturelcs (¡g- Femando de Noroña, en Brasil)
tienen franja de mar territodal ptopbs, en irel medida de 12 millas marítimas.
4. ZoNA coNTrcua
Se entiende por zona contigua h É¡nF ft
¡l¡a ¡¡¿¡ que se inicia inmediaa-
mente después del límite exte¡io¡ del mar r."ir.rirt en principio, de l¿ misma ¡
anchura, sobre la cual el Estado ccte¡o r;-
d derecho de tomar las medid¿s
de fiscalización que juzgue convenieres cn h deftnsa de su tenitorio, ejetciendo
el necesado control en el sentido de prwcoir o sancionar infracciones a sus nor-
rB Vid Adherbal MEr&{ M^Tros O É &i.¿-,.i. F qc t- B.ñ¡q-¡E, prt4,;, ú ¿iftitain dtu io,ar Nüa,clL,
pp.19ó-197.
_
1,
. 4sr 91lié1h¡bhn
hecho chilc
r PcnÁ (ó rer4 c6 rb ((r rxq,
El s¿lF¡dor (cn 19s0), Hordu¡s (en 19st) y
Ecuador (€n 1952). Paia Ls disosiones ebc h ¿.¡n¡--i.n! dd E ñir;r .r!es de r" co*"nJa" a" rroot g" n"¡';.
Vicente- MARorf RANGEL NarrEA júí{t' . ¿4 a E -*d'..F- tLlTq y l¡iz Aúgusto DE A¡Au.¡ó C.rsño,
O Bwt t o aou úmto do w dd tñ¡a,iat. rB ct, -
^-¡n, Bra!& R;d.fr, ¡¡,¡i¿r" ¿" d*-¡", tSgq, pp. 11_31.
r0 Adhúbal MErRA MÁr_ros. O M
& a ú, c¡-D.13.
tr Vid. Luiz AWUsto DF Ax¡t¿o C^srRo. dAd;,/.. n fu h ú...,.í,
p-1.
José Fmcisco RrzÉx- M i!ús*,t FEa..., .i¿, F. 30G3O1i y i|.€b€cc. M.M.V/¡JJ-^CB" In lr¿rn,u! td,,
a, Vid.
cir, pp. 139-140.
ar Vid. l¡n BRoVNUE. Ptatia ¿¿ ¿hib ie@ttutlibtí@,.i,p.198.
madvas aduaneras, fiscales, sanitarias, inmigración y seguddad, sea que
tales in_
fracciones hayan cometidas en su dominio teffesr; o án el mar tetÁtoÁala.
La
zona contigua se extiende más arlá del mar te¡¡itoriar hasta un rímite de
24 millas
marítimas contadas a partir de la fnea base. por lo tanto, la anchura
de la zonz
contigua, contándose su extensión desde el final de las 12 millas del mar territo-
rial, es también de 1 2 millas marítim x. r ,a na¡ttafeza jurídica de ra zona
contigua
no se confunde con la del mar territorial. Es la zona contigua una pane o frínia
de alta mat zdytce¡te a las aguas territoriales. Ella perteneie, por lo tanto,
a all
mar, a diferencia de lo que ocurre con el mar territorial, qoe.s p"n del .,terri_
torio sumetgido" del Estado (y en telación al cual éste ejetce la plenitud de su
soberanía)4s. F.n su frania el Estado ejetce tres tipos de coápetencias: ,7
aduanera
y fiscal (previniendo o .¡stigando inftacciones y fraudes a sus normativas); ú)
seguridad (en sus multiFles aspectos, como saluá, navegación e interés mi.lilr¡
y, y' conservación y explotación de las riquezas animales y minerales{.
En un único atículo la Conte¡ción dc Mo*ego Bqy ttató de la zona contigua.
Ttátase del art. 33, S 1, de la Convención, según el cual ,.en una zona contigL a
su mar tetritorial, designada con el nombte de zona contigua, el Estado ribáño
podrá tomar las medidas de fiscalización necesadas pataia) prevenir las infrac_
ciones de sus leyes y reglamentos aduaneros, fiscales, de inmigración o sanitarios
que se comet:rn en su tenitofio o en su mat tedtorial; b) Sancionar las infrac-
ciones de esas leyes y teglamentos cometidas en su terdtório o en su me¡ ter¡i_
torial".
Aún en los términos del att 33, $ 2,,12 zona, contigua no podrá extenderse
más allá de 24 mtllzs marinas contadas desde las fneas de base a partir
de las
cuales se mide la anchun del mar teritodal',. Como se oote, las 24 milLs
de la
zona contigua son contadas ,.a patir de las líneas de base- del rn¡¡ territori¿I.
Teniendo el mat teffitodal 12 millas, se tiene que la zom contigua propiamente
ücha no puede tebasar las mismas 12 millas (que fo.rrr.,,.- oat á. Z+
El tégrmen que cotresponde a la zona contigua- couespoode esencialmente -iU"g.
al de
la libertad.de alta mar. Bajo esa óptica, comó elptcaJ-oqBe Becelar
Gor,lurn, la
zona contgua representa sólo una limiacian protol-aa rq¡imen de alta
mat, en
el espesor de las 12 ¿ las 24 millas, peflride;do el Esredo"algunos poderes
de
mera jurisdicción, en el ámbito de l¡ fiscetiain dd c,rmplñento
ie su legis_
lación nacional, en dos materias definidas po'b propie Co^nvención: pod..eJd.
fiscalización que-tienen el objetivo de (e) erir
iifriciones a las leyá y norma-
tivas aduaneras, fiscales, de inmig¡¡cióa y stn¡rrrl)s e¡ su ter¡itorio o
en su mar
tefitodal; @) de repdmü l¡s in&¡c¡lxrs ahs lcyes y normativas en su tetri_
¡
torio o en su m¿r terdto¡iaÍ7.
Peto, existen dos situaciones jurídicas disersas en lo que respecta a los es-
trechos: a) cuando el estrecho une un ma¡ intemo a un mat libre (como el estre-
cho de krtch, que une el Mar Negto aJ \lar de Aryf); ¡ b) cuando él conecta
dos mares libres (como los estrechos de \fagallanes, enre el Atlántico y el pací-
fico en el extremo Sur de América, tocando a Chile y Argentin a; el Smd y los
Beltr, cotect^nd.o el Báltico al Nfar del None; eI de Datdanelos y Bósforo, situa-
dos en territorio turco, que conect2n el }far \egro al Adriático; y el de Gibraltar,
comunicando el Adántico con el }fediterráneo)t.
F;gEa 6
E¡fr€cüor irarrricditrdo*
q Para m máüsis del caso, a Joña¡a DE CARvAúto RrBEt¡.o, A Elpentubi¡i¿^¿e do Elrada
. lrdt¿ a Coftc lrttuíMt ü
Irni.d, .it., pp. 125-134.
¡e Vid. Ian BRov¡\¡uE. Pr;rt)ío!
¿e ¿iúitú ,st ñarioral ptbt ñ, cj,'',p.z!{.
¡vid oyaña Cesar lru^sst:. C$io k ¿iÍna ;nteñd.íónal pibk', ci¿, pp. 417-418;J osé Fr¡¡cis coptEzF.K, Dini¡a i't¿ma¡iotut
,ir¿iz...,cir.,p.309;IDjNH,D,{rxER&pEU_E-r,Drisio;ot*;notpriit,at.,pPitO+_tSA.
Los casos arriba citados exigen soluciones que, ¿ veces, vadan según las cir-
cunstancias. En la primera hipótesis, como expljca Gilda RussoulNo, si los dos
márgenes del estecho pertenecen a Estados diferentes, sus aguas serán tenito-
riales (peto no internas), teniendo cada uno de los ribeteños jurisdicción hasta la
anchura mediana o (si Ia anchura del estecho es mayor que el doble del mar
terdtodal) hasta el límite de las respectivas aguas territoriales.
Si los dos márgenes del esttecho v las costas del mar interno pertenezcen a
un sólo Estado, el esttecho es parte integrante de su dominio marítimo interno,
con tal de que su anchum sea tan pequeña que el estrecho pueda set dominado
desde los mátgenes. Si el esttecho es der¡asiado largo, se considera que existe
una franja madtima central que debe ser tr¡ad¿ como mar üb¡e. En la segunda
hipótesis, es decit, cuando el estecho hece comunicar dos mates libres, su con-
dición juríüca pasa a ser tegulada por d 'nisno régimen de los mares übres,
apücándosele en todas las reglas admisibbs e estos últimos, así como por medio
de tratados internacionales5l. La Cnmcifu & Maxgo BE rcconoce el derecho y
la jurisdicción del Estado ribereño sob¡e los estrechos, su respectivo espacio aé-
reo, su lecho y su subsuelo, principalmeote en lo que tespecta al derecho de paso
en tráfico (expresión que no significa nada más Ere el conocido derecho de paso
inocente) en los esüechos utilizad65 para la navegación intemacional entre un¿
pate de alta mar y una zona económica exclusiva y otra parte de alta mar o una
zona económica exclusiva5:. En los términos de su ar¿ 38, $ 1, en los estrechos,
todos los navíos y aeronaves "gozarán del de¡echo de paso en tránsito, que no
será obstaculizado; no obstante, no regirá ese derecho cuando el estrecho esté
formado por una isla de uo Esado ribeteño de ese estrecho y su territorio con-
tinental, y del otro lado de la isla exista una ruta de alta mar o que araüese una
zona económica exclusiv4 igualmente conveniente en lo que respecta a sus ca-
tactedsticas hidrográñcas y de navegación".
Por paso de trá6co, como aduce el $ 2 de la misma disposición, se entiende
"el ejercicio, de conformidad con esta Parte, de la libemd de navegación y so-
brelrrelo exclusivamente para los fines del tínsito rápido e inintem:mpido por
el esttecho enffe una parte de la aita mar o de una zona económica exclusiva y
oüa parte de la alt¿ mar o de una zona económica exclusiva"; pero, continúa la
disposición "el requisito de tránsito úpido e inintemrmpido no impedirá el paso
por el esrecho para entrar en un Estado ribereño del estrecho, para salir de dicho
Estado o para regresar de é1, con sujeción a las condiciones que regulen la en-
trada a ese Estado". EI derecho de paso en ráfico no confiere a las embarcacio-
nes exttanieras el derecho de efectua¡ actividades de investigación científica o de
estudios hidrográficos, a no ser con la expresa autorización del Estado costeros3.
5t Vid., por todos, Gild¡ M¿ciel CoRnÉ^ MEY¡R RUssoMANo, Dit ib itddttd.iotallibli@, cit. p. 27 6.
A.
5, Vid. Adherbal MEI¡,A trdATros. O ,on ¿iftib ¿t ña, ci¿, p.
' s: Í¿em, p. zs.
6. CANAr-ES TNTERNACToNALES
Curlc¡ ircnrcionelizrdü,
Tales canales o se situan entre dos ríos --como el canal Volga_Don, en Rusia
y el Dottmund al Sin, en Alemania-, o enüe rur río r el mar--por ejemplo, el
canal de Albert, qu e conecta a L)ige y Anaer-, sie¡do tías internas de comunica-
ción, sujetas a la soberanía estatal. Los canales, también, a r-eces comunican dos
mares, como el canal de Suez, entte el Mediterráneo v el Nfar Rojo, construido
en 1869 en territorio egipcio, y el canal de Panamá" qul une el Atlántico y con el
Pacífico por medio de un sistema de compuertas en forma de esclusas, con ex-
tensión de ochenta y un kilómeffos Qos dos canales fueron pror.ectados por el
ingenieto francés Ferdinand DE LEssEps).
En ambos casos tales canales asumen enorme importancia para la nar-ega-
ción internacional en geneml y para el comercio en especialr. p"r" t.n.. r..r,
idea, la autoddad que administra el canal de Suez
1ue es un ¿cto unilateral_ és
el Ministerio del Comercio, en los términos del Derecho egipciosT.
7. EsTADos ARCHIPELAGICo s
tambié¡ €n@dJan en esta definición p€to oo s dcf¡.o.mo ¡'rhiFrágicos, estátr d Rciúo Unido yJ¡pón. v. M¡lcotññ.
se
Ss v. Dn.bo itt nei4Ml, c\., p. 413.
ó1 Vid. Adhübd ME¡R
{ l,{,{Tros . O tph diaib ú e, .í, p. n .
6, Si está.€rnple¿ndo aquí, evidotcñcnt r¡o codc€pto dplio de Mvío, quc
, comprcnde (pu tos 6nes que iDtscsan¿
est€ tópico) cu.lquid construcciód o!¿z de ruvcgd pd fr¡.r¿. pmp¿
ór Vi¿ l-rris lvani DE AMoetM A¡ úto.
Cn ¿¿ di/.it4 i,ú,tu io'at t ibl¡o,.jr., pp.221-222.
6a IÁo BRoVNLIE. Pá.lr;B ¿¿ ¿jftito
irttMid¿l ?a'lid, ctL, p. 44a.
nacional cuando el m.ismo se encuentra en alu mar65. La nacionaüdad es estable-
cidapor la matrícula v autoriza el uso del pabellón, obedeciendo a las reglas que
pueden variar de un Estado a otro. I-a matrícula es el registro que un navío tiene
en un determinado Estado, con las especificaciones de1 nombre, indicaciones de
su propietario y demás características. El puerto electo es su domiciüo e indica
el lugar de salida y de regreso, compleando la matrícula66. Se aplica también aquí
el principio del "vínculo efectivo" establecido por la CIJ en el ca¡o Nattebobnff .
ó5 Vid. qma Cesa.t IruÁssú. Ctt¡o ¿. dif,iñ árawi&r fi$a, clt., p. 415.
6 V'd.. po! rodo\. Oy"ma Cesú lru^ssu, id.ú. -
PP. 417 1tg. .
61 vtd. ICJ R4D,1¡ tt955), p.4.
ó3 Vid., o es€ €xacto s€ntidq Gild¡ Macid Co¡nÉ^ MEyEt ENisoM ¡ro, Dirjb irt ,,4riorz\íbn!0, &,pp.321_328.
ót üd. Ixis DEAzcARr c^. Dñbo i't lra.iMt etÉno.
José B¿lceto@ Aricl 1970, p. aO.
a) Embarcaciones públicas nacionales (o al servicio oficial de Estado)
7ovid. N¿lsor HuNc¡lA. CoD¿á,ú d C¡¡ir.P'4 vor I, L I, cir, p. 180. Segjn d ¿rL 5, S 1 del Código pc¡d b¡rsilcño:
"Pda los efectos Perálcs, sc considcr¿¡¡ c()@dl! sbo d.l Édirorio úcio¡al las embarcacioncs y aconzves bnsilcñ.s, &
¡¿tur¡l€za pública o a se|icio del gobicDo b!¡s cno dondcqui? quc se encleñt¡€n, asi c@o ias a€ron vcs y las @barc¡cion s
&asilcñas, mercant€s o dc ptopid.d ptierda qE s cr!¡¡, ¡csFctiy¿m€r¡re, m el esp.cio ¡ér€o corcspoddicotc o cn rll¡ Ílai'.
?1 Vid.
Celso D. DE ALBUeL'EReLE MEULo. D¡iEJr?d¿l . ¿ifrit¿ ídh/ratiordl, .lt., p. 27 .
de la hipótesis de exuaterritorialidad, que ocurte cuando el acto (por ejemplo,
un crimen) es cometido en tenitorio nacional, pero a él se aplic¿ el Detecho
extanjeto @or juez extranjero) de confo¡midad con las leyes del país de origen
de la embarcació n. La Conaenrión de Moúego Bay con todo, restringió (como se
dijo attiba) tal inmunidad absoluta a alta mar (sea pata los navíos de guera
-art.
95- o para las embarcaciones cir,'iles en uso oficial -an. 96);
A partir de ahí, otros países, cuyas industrias p€sque¡¿s suftían las mismas
dificultades, declararon sus derechos sobre tal zonz, eÍ especial peru, Chile y
Ecuador. Posteriormente, en 1972, con lt Decla¿dís & Satb Domingo, se reco-
noció a los Estados costeros derechos sobera¡os a una frenja posterior al mar
.bordo
r'z bn¡* 'J¡--t ¡. h Lt búsileñ¡ a los delitos pracricados a
Así dispo¡e el ¿rt. 5, S 2, del Código Pen¡l brasileño: "FJ
de ¡eron¡v€s o obárcadoo€s extmieras de p¡opicd.d p'is¡d1 i¡drhdc .q'áh" ti.* ., a .".iro!io n¿cional
ó en aelo e¡ d espacio aéreo coÍespondienre, y ias que están co
7r Sobre la zo¡a económica qclusive,
Frtm o ""
oÍ *;*¡-l d. Bo"il-.
Vrf,t\\ L <* éarúiqu dclrnw: ¡i¿ih¿ ¿t r¿turtidiql¿
¿ Francisco Or¡r6o
hlJ; F¡blic¡d" r"'*p"a"yL. ao-.-d*" *,t i,.
ddr l¿ ¿'rit i"tñd¡ia"al,Á Rr*il d4 Cirñ,vol. 199 (1986-tv), pp.9 170,
ní4ñd J tutr¡al.í¿Jrídtu ú ¿l ¿n ba i'ttu.i0ról,S^nn,€' Ediror¡UüiL¡ & a:bft, tSSl. V ¡"n,,{¿¡o¡¿ VErM Nt_arros,
O ,aro ¿i,i/o do tut,ci,L,pp.28 33; Celso D. DE ADUeuEReirE MEro, &r¿ ¿tnit, irrt diotutpibti¡a,vol. II, cir., pp. 1202-
76 Vid. Adh€rbal MEr¡¡ MATToS . O tuM ¿iaj¡. ¿¿ ú-p.U, ta Éles 200 mil¡s a d¡no de ZEE foña¡ part , scg,jo
¡lgmos ¡uores, de la costumb¡ei¡tqmcio¡aL l'{¡lcoLn 'ú,
Sa,rw, 13, cs uoo de los que enriende quc ..cI númem y l, ¿i"trt¡"i¡
g@gtáfica de los Esrados que reclam¡n zor¡s ccmtmn:s qcnsi% sod úl€s que la qistenci¡ d€ tal zo¡¡ como nofrl..d.
Ddecho .onsüet¡¡di@rio está 6mem.¡re establ€cid¿" . D;frta itratuiñal, <iL, p. 427 .
?? Sobrc d asunro, v. el erhaustivo estudio dc Fcrn¡rdo
L"\rpGLR^sTc]s,A irlhw.it%¡tw¿o ¿ot ít to, tutñn ,ra/inbü,
Lisboa: Associ¿9¡o Ac¿d¿mica da Faculd¡d€ de DiBiro, 2m5, 1075, p
Tales medidas pueden ser resumidas así:
?a
J.t Jd H(xxf\ A ¿ir1'a.Fff. a. #
Vid., por to¿os, útr.n Cd,wano ¿6 N¿f6,r U"i¿¿r lobt Díftit| d!
M¿r ¿e 1982 .MJ,¡lptu¿ar¡t;dwtaltu) e lñtúü ndrü, r99, [P. 104-110. 'ú
te \¡d. A.fherbal MEr¡-{ }f{fios. O ñ & a n.
& l¡s 31 paiscs dcl mundo o dc.úolk si¡ li@l-,<j+.p.
ñíiDr ¡d: ÁE¡nilrán, Año4 AzeibaiyáD, Botivia, Borsua@,
Bukina Fáso, Burúdi Buúq K2¡Éúa C¡¿4 Eti?a, I¡06, IÁoro, M¡c.dmi., Mat¡ui, lvfali, Moldrü¡, Mongolia, Nepzt,
Niger, PaJaguay, Kitguis¡ia Rep¡blic¡ C€nüo-A&i:¡a Rumd., $¡¡zil¡ndi¡, T¡yiL¡rán, Tu¡kmenisrán, Uq¡nda, Uzbekstán,
Z^ñhi^ y Z;ñlñlüq
dice.incluso que los términos y condiciones de esa participación deben ser esta_
blecidos por los Estados interesados por medio de acuerdos bilaterales, subre-
gionales o rdonales, tomando en cwenta, inter alia
"a) La necesidad de eviar efectos petjudiciales para las comunidades pesqueras o las indus_
trias pesqueras del Esrado ribereño;
b) La medida en que el Estado sin iitonl, de conformidad con Io dispuesto en este artículo,
esté participando o tenga derecho a participar, en rimrd de los acuerdos bilaterales, subre-
gionales o regionales existentes, en la explot¿ción de los ¡ecursos vivos de las zonas econó_
micas exclusivas de oftos Estados ribereños;
c) La medida en que ot¡os Estados sin üto¡al v Esr¡dos eo situación geográfica desventajosa
estén participando en Ia explotación de los rccu¡sos risos de la zona económica exclusiva
del Estado ¡ibereño y la consiguiente necesidad de erita¡ una catga especial para cualquiet
Estado ribereño o parte de ésrel
d) Las necesidades en mate¡ia de nutrición de hs pobLaciones de los respectivos Estados,'.
e Vid.
loli Francisco REzEr. Drdib iúú*¡t Fb. . ., <n- p. 3n5.
3t \L¿. Iq B4oú (1969),p.53, g 10l.sol,n d É"a .iú Sti Ltdtiñ. d¿tiñi¡¿tiú i' tkiti,jtu¿^d oftb lrr,¿-
tioral Co'd aÍJ'!/;E,Á Cbiw lozlrd oJl'drue&l I',aoL 9,' n" 2l¡4r6e
@fi\ W.2n-A1.
33 Vid. Olm¡ Cesal lru.{ssu.
Cm ¿¿ tu i"ú.i@t Ntk',.1L, p.415.
DERECH0 INTERNACT0NAL púBltco coNTEMpoRÁNEo 715
botde exterior del margen continental. Pot otro lado, geogtáficamente la plata-
fonna continental se inicia a partir de la costa (itoml), donde la tierra firme ter-
mina, siguiendo más allá de las aguas territoriales8e.
2. FoNDos MARINoS
La Convención de Montego Bav llama área, (o zont) el lecho del mar en La
tegión de los fondos marinos. Sobre es¿ área 1ue se encuentra fuera de los
límites de la jurisdicción del Estado- reposan las aguas del fondo del mar y el
espacio aéreo respectivo. Se ttaa de un espacio (terresre) considerado interna-
cional, que no se sujeta a la soberanía ter¡itori¿l de ningún Estado. La llamada
átea es, finalmente, el espacio terrestre que inrcgra, gmsso modo, el suelo y el sub-
suelo subyacentes a la alta mal \. que son la prolongación de la plataforma con-
tinentaleo. Son incontables los recu¡sos existentes en los fondos marinos, princi
palmente los minerales. Para los efectos de la Convención, la expresión "recur-
sos" sigrifica todos los recursos minetales sólidos, líquidos o gaseosos situados
en ei área, en ei lecho del mar o en su subsuelo, incluyendo los llamados nódulos
poümetáücos (zn. 133, páLuúo a).
De hecho, todos los recursos extraídos del áte¿ son denominados por la
Convención como "minerales". Aún en los términos de la Convención de Moir-
tego Bay (zrt. 136), el área y sus recrüsos son "patrimonio común de la humani
dad", siendo éste su ptincipio rectorel. Fue esta norma la que, según RnzEK,hizo
"que Estados Unidos repudiará el ratado: habrían preferido que los fondos ma-
rinos permanecietan en el estatuto jviüco de rcs wllits,a la espera de la iniciauva
de quien pudiera primero, con tecn ologíz avanzada, explorados"ez. Siendo patri-
monio común de la humanidad, se tiene que las pollticas generales relatirzs a las
actiüdades en el área deben primat por el desanollo armonioso del comercio
internacional, siempre a favor del desarrollo de todos los países, en especial a los
menos favorecidos y subdesarrolladose3.
El área también tiene un régimen juríüco propio, de que trata el aft. 137 de
la Convención de Montego Bay. En los té¡minos del $ 1 de esa disposición,
"ningún Estado podrá reivindicar o eiercer soberanía o derechos soberanos so-
bre pane alguna de la Zona o sus recursos, v ningrín Esado o persona natural o
jurídica podrá apropiarse de pane algun tJch,Zmo sus recursos. No se reco-
nocetán tal reivindicación o eiercicio de sobec¡ní¡ o de dercchos soberanos ni
tal aptopiación". I-a Convencióo fue expresa eo prohibir a cualquier Estado el
ejercicio de derechos sokranos sobte cl área- El $ 2 dd an. 137 repite el pdnci-
pio según el cual "pertenecen e tode h humanidad, (...) Estos recursos son
inalienables".
e1 Vid. DrN
H, DArurER & PEr r,Et^I¿rel
. Dí¿iro ith@id¿l públo, dL,
,rJosé FE.cisco REZEK. DíEíto ¡thtu,io,¿t W. t2t5-1237 .
?íbliro..., clL, p.?f6.
,r Vid. Adh€rbal MErM M O ,ntb ¿iúih .h tu, c1i, p. 62.
^.rros.
716 VALER|o DE OLTVETRA MAzzuolr
'a
i'úeifut
Pan el estudio del asunto, v. P^úlo OrE..o, A ¿'¡'ti¿¿¿. ¿o{'ñ¿or tudírho¡: d"!tú. $h"t'tut . t.ttw j¡,t¿itu,
Lisboa: Associagáo Ac¿dénica da F.culdade de Dncio, 1988, 252, p.
e5 Vid. Ian BRo\¡NLIE. Pier;ot k dniro nttñdioral ?tb¡tto, ciL, p. 2?1; y Antonio R€mi¡o BRoToNs (r/ ¿¿), DqEtu
irttucíora¡, .it., pp. 98A 990.
eó Vid. Ián BRovNuE.
Pá ¡b;ot ¿. ¿iñ¡tó inbñh¡otdl ?íblr¿, clL, p. 29O.
e? Vid. C€lso D. DE ABuevERevEMEILo.
C'to .L ¿hiro íttñdi¿tu|ptbli.o,aot tt,.tt, p- 1295.
DERECHo INTERNACToNAL púBlrco coNTEMpoRANEo 717
Austtia, üechtenstein, Alemania, países Bajos_,
en _H,uropa) guardan
esas dos caracte¡ísúcas. ET Insü¡ut frl.ir,_,
de Draft I)nnaüona/,ln ,r-r ,..i¿.,
7971, sobre ta.,Regtanentarión Inlemacional
a. Ur¿¿¿ a.
drl ,r;;; ;;;¿;^; ))zgnn Iut _orioontu
fuera del Ejercicio det Derecho de Natngaciór,,, a. q* irr.ro., .lior.,
voN BAR y Heinrich H¡n¡unc¡n, fo.m,.llJ lo, Srs. Ludwig
hs ,ig_."i.r-..g1", para los ríos
contiguos y sucesivos, así resumidas p",
Accror_vl if n. ,io .o.,tigoo, u¡ ,i.,-
guno de los Estados cortibereños puÉde, ,ir,
.t .or..'nti-iento del otto v.., l"
ausencia de algún título jurídico esiecial
v váüdo, prr.;;;;l *;;;il*
ciales
{ margel.que no le p.n.o.i.; b) ninguno áe ro. lárri¡"..¡o, puede, en
su teffitorio, uriüzar o dejar utilizar
:t .g":i: modo que s,., utilización por el
otro.co¡tibereño sea gravemente periudicada;2)
En río'sucesivo: a) el punto en
que eJ atraviesa la fronte.a no pueáe ser alterado'por
,rrro i. ü, g.,r¿os ribereño
srn el asentir ento del otro; b) está prohibida
cua.lqüer alteración nociva del
ser re1r1d.a, por el ribe¡eño de río arriba,
:ff:::)^i:-p-:::. una cantidad de agua
tal que el caracter esencial del río, al llegar al
ribereño de río abajo, .. ..." g?u_
v,eme:te modificado; d) la utiüzación, cualquiera
q.re sea, no debe violar el dere_
cho de navegación, reconocido en virtud d;
1" d;; [;L", y, e) un tibe_
reño de.río abajo no puede hacer o p^errnitir "k
q-u. hrgurr, eri su territorio, obras
suscepdbles de producir inundacionesn8.
R¡¡&h¡nbbE¡¡H
Para efectos ilustrativos, se eiemplifcará
con dos casos resueltos por la CIJ,
sobre rio contiguo, el que
d. Ni*_g"";-¿;;,-n.", .l célebre ¡ío
divide'parl
SanJuan. El primer caio tiene que ser con
dere.Iho. d. navegación del rio San
Costa tuca y el seguna" p", f"
llil B:11"".,0.
correspondiente. I_os dos"Ufi8acrln-j.-'.ü* "l,.rr.ion.,
l^.:,:i:r"*,r, iargen
ron a tavor de Costa
casos, üstos globalmente,
Rica, con la-dife¡encia que, en el segundo
fue_
caso, la desesti_
mación de las pretensiones de Nicaragua f".
pá, ,."ri, ál p-.uu, es decir,
Nicatagua no pudo demostrar que l, .á.t-¡a.i¿.r"rr
o aa .i. San Juan
^f,..l.i¿"
e3 Hildebrar¡do Accroly. ft¿
--- tado d¿ dtr"ito út rraciowl lúbtíeo, vol. ll. cit., W. t8e_18s.
718 VALERIO DE OLIVEIRA MAZZU0LI
' T.ducción no oficial al espanol realizada por tucardo Abelo-c¿rvis v Mdh croli¡¡ C¿ro Femeynes. vid. lrc¿b
a:atu.a ¿. Dñ.b' I'ttuia"¿/ pnb/n|, V ot. 3, W. 195 2t0, 2010.
DEREcHo INTERNAcToNAL PltBLrco coNTEMpoMNEo 719
teritorio de Costa fuca. Entte un punto t¡es millas inglesas del Castillo Viejo y el mar
Caribe, el Tntado fijó la ftonten a Io largo de la margen derecha d,elÁo SanJuar^.'Estabkcía
el donixioli*isdicciótt nbetatos de Nitatagta nbre lat agras del ríc Sax
Jsat, p¿m al nir,rro ñerzpa
afmaba los derechu de nawgacióx de Costa Rica ,'cot obletos de conmia" et la p)*
baja ttet atniel
/o (artículo \¡I).
(...)
50. Se procederá a examinar la cuestión de s¿be¡ cuál es el sentido de la ftase ,.con objetos
de" tal como se emplea en el artículo \iI dd Tr¿ado De 1858, especialmente si signidca
'j{or pwpoes of " como Costa Rica atguve o 'ltú aticb of " como arguye Nicaragua.
()
70. La Corte concluye de lo antes erpuesto qrl bs Éroilos po¡ los cuales la extensión del
derecho de Costa Rica a la übre navegacirío h¿ silo de6¡ido, incluyendo en particular el
término "come¡cio", debe ser entendido co d si¡nifcado que tiene en cada momento en
el cual el Tratado se debe apücar, v no r--i."p-'.
en sus signrficados origioales.
Entonces, aun asumiendo que la noción &'crmcio"
ao tiene el mismo significado que
ahota al que tenía a mediados del siglo .rG, cs d s*dfc¡do actual el que debe ser aceptado
para los fines de aplica¡ el T¡¿tado,
71. En consecuencia, la Cone estioe gc d ¿.a-l'- & Ihr
o¡s€ación en cuest_ión aplica
al transporte de petsonas al igue.l qrr¡ d t -¡¡i.''r '*trríes,
dc siendo que actualmente
el tansporte de personas puede ser & nm|ra --r'¡;lTd es el caso si esta actividad
es ejercida por el tmnsportisra co 6ocs bcrairc. Uq cñtlá-.ió,o dererminante en este
sentido es sabe¡ si un precio (orro qrrc uoo P[r!r'.¡l..*¡'-¡.o)
cs pagado al traosportista
-operador del bote- por los pesajeros o co oqnlrr &,h
Si h respuesta a est¿ cuestión
es afirmativa, entonces la acrivid¡d del r¡¡o?ati¡¡¡ ¡¡ ansr.i-t ¡¡ ¡¿¡uld eza y la rravega-
ción en cuestió¡ debe se¡ visa como 'coo o$l¡¡ dc.'-*.'cif
eo el sentido del artículo
\¡I. I-a Corte no percibe ninguna nzón cocviñ?'r- F & cse categoría el rans-
porte de tudstas, sujeto al cumplimiento de h rri.ñ ñ-t -.\;
iÁ.r
147. Cosa Rica niega esta acusación, Argumenta que la constlucción de la ca¡retem no
cteó un tiesgo de daño t¡ansftonterizo significativo a causa del vertimiento de sust¿n-
cias dañinas en el río SanJuan, y de cualquiet otra forma en el territorio de Nicaragua,
y que no existía uo riesgo" de que el ío pudie¡a ¡esultar afectado materialmente por las
cantidades telativamente insignificantes de sedimento provenientes de la carretera.
148. Costa fuca también sostiene que estaba exenta del requisito de preparar un estudio
de impacto ambiental debido al est¿do de emergencia creado pot la ocupación de la Isla
Portillos por parte de Nicaragua (ver párrafos 6}.óa ariba). En primer lugat, Cosa
Rica atgumenta que una emetgencia puede e¡oaeta¡ a un Esado del requerimiento de
llevar a cabo un estudio de impacto ambientat ra sea potque el derecho i¡te¡oacion¿l
col:.eÍe ln retloi derecho doméstico en este punlo, o porque incluye una excepción
^l
en sinlaciones de emergencia. En segundo luger, Costa Rica señala que la construcción
de la catteteta fue la tespuesta apropiada ¡ la sio¡ación de emetgencia, potque hubieta
faciütado acceso a los puestos de poücía l las co¡¡¡unidades remotas ubicadas a lo latgo
del ba¡co derecho del río SanJuan, particu.lzrocnte a la luz del iesgo real de confton-
tación miütat con Nicatagua, lo cual le hubiere crigido a Costa Rica evacuat el área. De
esa forma, Costa Rica alega que podía procedc con los trabajos de consm¡cción sin un
estudio de impacto ambiental.
149. En cualquier caso, Cosa Rica sosrieoe q¡¡e, iocluso si hubiera estado requerida por
el de¡echo intemaciooal a llevar a cabo u.d csudio de impacto ambiental en este caso,
cumpüó con la obligación al efectua¡ uo diÉo de estudios de impacto ambieotal,
incluyelado ut Estaüo de a 2o13.
üagnóttito aabiaúal
150. En respuesta, Nicatagua argumeore $r oo existía una emergencia en buena fe,
Señala que la carrete¡a no está ubicad¡ cerc¡ dd tetritorio en disputa, según se definió
en la orden de la Corte del 8 de ma¡zo dc 201l, ¡ gue la emetgencia fue declanda varios
meses después del comie¡rzo de los ¡nboioe dc coosm¡cción. Nicatagua a¡gumenta
también que no existe una excepción de --t*
Éente a la obügación intemacional
de ¡eaüzar un estudio de impacto 2mbic@L Agege que de forma inaptopiada Costa
Rica busca apoyalse en una decla¡acióo & -'pgencia bajo su derecho doméstico para
justificar el incumplimiento de sus obligrirc
krtemacionales.
151. Finalmente, Nicaragua señala qtle be c*¡dios de impacto ambiental producidos
por Costa Rica después de que la mr¡or pcrrr & be trabajos de const¡¡cción si habla¡
completado no constituyen un esnrdio dc i'frz-to ambiental adecuado. Como conse-
cuencia, le pide a la Corte decla¡a¡ grr Coe- Ric¡ oo debe [eva¡ ¿ cabo futuros desa-
r¡ollos en el á¡ea sio un esh¡dio de irry¿do robienol apropiado. (...)
1 60. Pasando ahora a la prcgunta de si Cr* Lb cumplió con su obügación de realizar
un estudio de ihpacto ambienat h C-anc oü6.rva que Costa Rica produjo varios estu-
dios, incluyendo un Plan de Maneir ^{oli:oul pan la caretera en abril de 2012, un
Eltdil de didgttó¡t¡co amb¡eltal er ncicúc de 2013 y un estudio de seguimiento en
enero de 2015. Estos estudios a¡lzliz¡¡m loe efcctos adversos que ya habían sido cau-
sados por la construcción de le c¡scm c¡ d medio ambiente y sugirieron pasos para
prevenidos o reductlos.
161. En el fallo en eI caso de bs PIa * &h¡a,lz Cotte seialó que la obligación de
üeva¡ a cabo un estudio de impacro .-li..rl €s d€ ca¡ácte¡ continuado, y que se debe
realizar un monitoreo de los efecc dd ¡rosecto en el medio ambiente, cuando sea
necesatio, a lo largo de la vida dd prtrcrro -Aj Beot¡ 2010, Q, pp. 83-84, para. 205-
. Sin embargo, la obligación de lLrz< a cebo wr estudio de impacto ambiental precisa
de una evaluaciór¡ ex aú¿ del ¡i=go & d2ño r¡ansftonterizo significativo, ¡ de esa
forma, "un estudio de impacto 2rnhi.ñFl dcbe lLer¡¡se a cabo antes de la implementa-
ción de un proyecto" (ibíd., p. 83, paa 205). En el presente caso, Costa Rica estab4
bajo la obligación de efecrua¡ ese ¿.ailisis ¿¡tes de comenzar la co¡strucción de la ca-
ffetera, para asegura¡ que el dirño de eje.cución del proyecto minimizada el riesgo de
DERECH0 INTERNACIoNAL púBlrco coNTEMpoR{NEo i21
daño transfronterizo significativo. En conüaste, er Entdir ¿e diagnhtito anúiextal de
Costa Rica y los otos esrudios fueron aná)tsis pott boc del impacto ambiental de las
secciones de Ia car¡etera que ya se habían const¡rido. Estos estudios no evarua¡on el
riesgo de daño futuro. La Corte observa a demás que el E*tdio de diagttóstica anbietral firc
llevado a cabo aptoximadamente ües años después de la coostmcción de la car¡etera.
'162.
Po¡ las razones anteriotes, la Corte concluye que Costa fuca no ha cumpLido con
su obügación baio el derecho intemacional general de llevar a cabo un estudio de im_
pacto ambiental relativo a la constn¡cción de la car¡eteÍa,,.
En cuanto a la pesca, puede ser ejercida en los fíos sucesivos dentro de los
límites de la parte que c¿da Estado tiene del río, hasta el límite inmediat¿mente
anterior de la división con el otro Estado por el cual también el río corre. Cada
Estado, en ese caso, deberá evitar la utilización de medios de pesca prejudiciales
(u.g.,la pesca predatoria) a los otros Estados que ¡ecibirán posteriormente las
aguas del río que por él corre. En el caso de los ríos contiguos, el límite normal
de pesca es la línea mediana que divide el lecho del río enüe los dos Estados.
Nada impide, con todo, que tales Estados acuerden entre sí atribuir a ambos
derechos de pesca sobre toda l¿ extensión del río qu€ corre entre ellos.
Otto problema que surge se relaciona a la navqeción en los ríos sucesivos.
En ese caso, se entiende que la übertad de navegación o de tráfico, para el Estado
ribereño supetior, depende de acuetdo previo con el ribereño ant;rior, atendida
la clár¡sula de reciprocidadee. El ccincepto de do intemacional con sus especifi-
cidades y abarcando simultáneamente sus afluentes, se encr¡ent¡a asociado al gra-
dual cambio de las relaciones internacionales a pertir del sigto XDq con los re-
cursos a la navegación fluvial. Este concepto fue consag¡odo p¡rla Conrentiótt1
Estatuto sobre el reginen de lar xrías naregables d¿ intets intn¿eiu¿l,Br¿¡celona, de 1921,
que proclamó dos principios rel¿tivos a esos nos: clphcipia dt übenad de naugación
(pdncipio que el Derecho consuetudina¡io no ¡econocár) y el de la igualdad en
el tratamiento de terceros.
Más recientemente, se petcibió una ampli¡ciin en el concepto de río inter-
nacional, considerando que el mismo aba¡c¿ rho¡a toda la cuenia hidrográfica y
también aspectos económicos v criterios de rcpatto. Se rata de la teiis de Ia
cuenca de drenado intemaciorral (intatdiotut &aiuge ba:il), aprobada en agosto
de 1966 pot la. Inknationa/ I ¿n,
'4ssriaio;,.o so 52" Confeiencia, dentrá del
cuadro de las Reglar d¿ Helinkj sobn b¡ rm¡ fu lzr agus en ks ríos intemacionales,
según las cuales "Una cuenca hidrográfica i¡temacional es I a, zona geográftca que
se extiende por el tenitorio de dos o rnás Esados determinada por la ünea divi_
soria (. . .) que fluyen hacia una salida común', (art. II)101. El intetés de los Estados
en los ríos internacionales se resumía" antiguamente, en Ia faciJidad de transporte
fluvial. Modernamente, sin embargo, sus intereses son mucho más audaces. La
producción de energía eléctrica, la irdgación y su explotación industdal son las
que,'actualmente, han dictado la tónica del creciente interés estatal por los ríos
internacionales. De oto lado, despierta también interés su ptesewación por el
Derecho internacional del medioambiente y sus mecanismos de protección.
Después de la Conferenda de las Naciones Unidas sobn Medioambieúe1 Desarmllo E.io
de Janeiro, 1992),l^ cuestión del desarollo pasó a aliarse con la temática am-
biental, tanto en relación a la conservación y presewación de los recursos hídri-
cos, como en lo que toca a la responsabiüdad (civil y cdminal) de los causadores
de daño. Finalmente, también existe el interés económico ttaducido en la explo-
tación turística, tal como quedó manifestado en el D ferendo relaüao a los denchos de
naaegacióx1 derecbos conexos (Costa Nca c. Nicaragta, 2009.),y qte k
ryna del tío San
Juan es an hábitat Piüilegiodl floral fana
de qae p,teden ser ex?ktada¡ ?0r Costa NcaJ
Nicaragta.
Vid. Gilda Macid CoR¡iA MF)€R RussoMANo. D¡i?ir, it¡tt a.;ardpibtin, út,p.312.
'o?
r03 Sobre €l rCinen i¡t€m¿ciml del río Daoubio, ¿ paulo BoRB^ CAsEu-A, D¡idr, ;rtñd¡iowl dd .eaq, <at-,W.321_
327.
loa H debhndo Acc¡ol.y. Tu¡¿l, ¿¿ ¿;ft;b irt¿tu iatul ?tbli@,vol II, cit., p. 174.
DERECH0 INTERNACToNAL PúBLtco coNrEMpoRr{NEo 723
I05 Vid. Hildebn¡do AccIoLy. idm, p. 175. T,Ies dec!€tosio¡ ¡ctos urütet¡les
¿el Est¡¿o bnsileño, que váte¡ como
tue¡te del Derecho lntemacioMl tal como sc 6¡¡di'5 cn l¡ P¡rt I, C¡pi¡no IV, S€<ió. II, ítcm D" 5.
'6 Vid. Olm¿ Cesd Ir-Assú. C*n d. ¿iftib irra,,zio,¿l¡tíblia, cir, pp. 455-456.
Vid. José Fr¿dcisco RFZF,K Diúilo ¡rhtuiotal prlbli@. . ., ciL, p. 31 5.
'o7
724 VALERTo DE OLTvETRA MAZzuoLl
Rio.i.tn&-.
SEccróN V. I-a ALTA MAR
1. IMPoRTANCIA DE LA MATERIA
Hasta ahora ya nos referimos varias reces a la alta mar, y en este punto el
lector ya debe haber percibido que ella sin-e de parámero jurídico paia varios
de los institutos del Derecho del Mar. Asi, sin-e de referencia para:
a) entendet el übre tráfico de aeronares en el Polo Norte;
b) para deltmitat el concepto de mar territorial;
c)para estwüat la extensión de la tr:nia de zona contigua;
d) para establecer la situación jurídic:' de los navíos;
e) para comprendet la plataforma condnental v los fondos marinos, etc.
Esos motivos ya bastan para atribuir a l¡ alta ma¡ una importancia d€ mayor
tamaño, que merece un estudio más proñmdo en sección autónoma de este übro.
Vamos ahora, por lo tanto, estudiar 12 alta ma¡ en sus aspectos juddicos más
importantes.
p _ -. 'ú vid Ián BRovf-uE Pii.íp¡¿t d. diÉh ¡',1¿e.t6¿r píbria. ci¿, p. 249; v Rebec@ M.M . wtü-AcE,Irr¿rr,arú¿r hrj,.iL,
1
'19 Para una definicni¡ de alta rúr en cl noo d€l s,gLo )ifi, ,: clóvG BE'rL\eLA, D¡ñto pibri.o inhñ¿¡io,at. . ., t. n, at" pp.
DERECHo INTERNACToNAL púBlrco coNTEMpoRr(NEo 725
de toda la-humani dald, (nare cuttmanem $ m omnibus hominibls
ut aeris). Este con-
cepto a'.uda a ent endet a la alfa mar como una inmensa porción
de agu a, intciada
más allá de la zona contigua, en que prevalece amplia ilbertad _s.r"de
.rr.,.gr_
ción, sea de aprovechamiento. bajo .lt"lqrri., fotmi (res connanis
lsrs)_ y doid,e
se agotan las competencias privativas y atsolutas
de ios Estados.
En los términos del art. 86 de la Convención de Montego Bay
de 79g2,la
alta mar es entendida como todas las panes marítimas, ,,no
ilcluidas en la zona
económica exclusiva, en el mar territorial o en las aguas interiores
de un Estado,
ni en las aguas archipelágicas de un Estado archip ,iag1ro,,. El moderno
Derecho
de Gentes, de que trataron las convenciones á. tíSa y d,e.l9g2, tiene
como
principio rector el de la übertad de ala mar (antiguamenie llamado
principio de
libettad de los mares), pero con paftones mínimás de conducta .
de los E,stados
en la utilización común de alta mzr. por ser área de mar libre por naturaleza,
pautada por el criterio de común utilización, la alta mar no forma
pane del terri_
torio parriculat de ningún Estado v no se sujeta a ningún domirut, a diferencia
de lo que ocurre con el ma¡ territorial (donde el EstadJcostero
ejerce soberanía).
4 il. es ylliu, expresión que connota algo sin dueño, o algo sujeto
^1t l? rys
a la apropiación d-el Il stado, pero sí z¡ inrnnis, o s.
icosa de uso libre i común,
destinada al beneficio de toda la sociedad intemacional,lo que
exclr.,r-. .i d...cho
de rsat (fus ttend), gozat (fnend) y disponer (abatend)t6r.
Just¿mente por existir Jibertad de actuación en la alta mar __cla¡o que con la
tegulación impuesta pot las normas internacionales citadas_
es que loi Estados
tienen interés cada vez más creciente en su utiüzación. Actual¡nente,
la impor_
tancia de la alta ma¡ trasciende el hecho de ser buena vía de
comunicación. l,os
descubrimientos científicos revelaton ya hace tiempos que
la ala mar es fuente
t1-*:, de recursos viv.os y minerales, motivo poiel crrat n" ,ido gorrdemente
atectada por el desarrollo cada vez más const¿nie de la tecnologír-
En veftiente
de todas esas citcunstancias es que se ha que estudiar l¡ aft2
m2¡iompletamente,
aún más cuando se tiene en vista que el pioblema eftcte
e h ciencia" economía y
a la política.
10, Vid. Adhdbál MEI&{ I4{rr os. O tuh dhir, k ñú, ci¿, p. 40.
726 VALERTo DE oLrvErM MAzzuolr
Pot lo tanto, en alta rna4 todas las embarcaciones navegan übremente, sin
que tengan que someterse a las leyes de otra bandera diferentes a la suyalll. Ac-
tualmente se puede decit que esa libertad se encuentra un tanto reducida, con la
aparición de la zona económica exclusiva con extensión de 200 millas a partir de
la línea costera. El mismo principio de libertad es reconocido al sobrel,uelo en
alta mar de aeronaves de cualquier n^ítrilez (comerciales o militates). Así, se
entiende también que el espacio aéreo sob¡e alta mar es tan übre como las aguas
que 1o bañan. Lo mismo no ocuffe con el espacio aéreo sobre el mar territotial,
en que el Estado costero ejetce soberanía- Pero incluso en ese caso la libertad de
'tnoce¡te
sobrewelo no excluye la posibilidad de ateri zaje forzado, en caso de falla
en la ae¡onave u otros motivos de notori¡ fue¡za mavor.
b) Libertad de pesca
La übertad de pesca en alta ma¡ es un derecho inherente a los nacion¿les de
todos los Estados (inclusive de aquellos sin costa), desde que sean respetados
ciertos principios ambientales, est ¡do prohibido cualqüer impedimento al ejer-
cicio de actividad lícita112. El asunto viene regulado en los arts. 116 il 720 dela
Convención de Montego Bay.
Muchos Estados, sin embargo, h¡n reglamentado su pesca por medio de
leyes o normativas intemas; pero, en ese caso, no podrán tegir más allá de sus
aguas territotiales. También son ftecuentes los acuerdos bilaterales
@uscando
concü¿t inte¡eses comunes de los Estados) y muitilaterales (atendiendo a intere-
ses generales de determinadas tegiones) entre los Estados atinentes a la actividad
pesquera. Tales acuerdos, con todo, no pueden reb¿sar los límites ya estableci-
dos, inclusiv_e por la CDI, de la übertad que todo Estado tiene que ejercer a pesca
en alta marlt3.
1a ídn, p.441.
115 Sobre la prot€cción del medio¡rnbi€nre mi¡o, v. B€!.d.r¡o C-<r¿Fo.-tt, Diit a ir¡ñ¿lorab, ¿x., 289i y úás
W.2a6
amplihmente en A. V.l]rwE & R. R CHUrcHrr! I& b 4& 4<i,W.3 -399.
11 6 Vid. Oyúa
Cesar ITUASSü. Ctl¡o d¿ dirib it6r¿.io&l ¡átlb, ór, p. 442.
728 VALERTO DE OLtvErM MAzzuolr
ri' Tma 6
de l¡ opnión .Iidente Jet luez llooR¡ cl ¿rú Ir¡r, drado por tan BRo\¡NLrE, i¡ prrairr; .h ¿jñ¡to irt ñ¿-
,.
255 r¡ retr renc ú, con rodo, se ¡cl¡don ¡ h pi¿rrí¡ d.r Deleho l¡temrcionel, porque,ielDrccho intemo
dr mucho. I !¿ds dsjsnd r ca\dsan .omo ..phr.-- q""
ue, por e.o. no ^-;* ñeñ¡I
go?,¡ de iu¡ld¡c@n "fl".pn \€r"o."^;.1.. i".";"..1o, r¿rruG dcl
c¿.bg¿do" po, ,oda, t¿ymc,ones', td€Ír. p.
:5ó.
i 13 \id. Clór1s 8E\1LAeL p'blao/dytu"4t p.a'
, Dr@aM4.
@¡t _8- ::Pinl: .., ¿ II, or,
p. 82; Celso D. DE ArsueuEReuE MErro , O¡o,
t ¡., pp t 180. O) rru
r Cesr t$t, Cño
d. ¿¡ñ¡t¿ irtctu ioet pibt@,.it., pp. 442-443.
ITrj
: :r vrd. CeLso D. DE Ar.RL euEReuE MFrrro. D¡iü?rpa¿l ¿ Anío
-ktu iarat, <n.'pp. úg. ti}
DERECHo INTERNACToNAL púBltco coNrEMpoRANEo 729
Los Estados de tánsito, en el ejercicio de su plena sobemnía sobre su terri_
torio, tienen el derecho de tomar todas las medidas necesarias para asegufar que
los derechos y facilidades conferidos a los Estados sin costa no pe4,rñq,r.nie
fotma alguna sus legítimos intereses (art. 125, 3"). potla normativa a¡riba cit¿da
$
queda claro que no hay un derecho absoluto de tráfico para los Estados sin costa,
aunque la Convención establezca, pinaJacie, que tales Estados, gozan de ,.über_
tad de tránsito a través del ter¡ito¡io de los estados de tránsitó por todos los
me{i9s d¡ transporre", ya que ese trá6co debe tener sus términos y cond.iciones
establecidos por acuerdos bilaterales, subregionales o regionales,20.
CAPÍTULo III
EL Espacro AÉREo y ExTRAATMosFÉRrco
SEccróN I
ELESPACIoAÉREo
SUMARIo: SECctóN I. EL Esp_\clo _{EREo. l. Introducción. 9. Normativa internacional.
S Principios elementales. +. Las cinco libertades del aire. a) la libertad de sobrevuelo.
b) libertad de hacer escalas. c) libertad de embarcar. d) tibertad de desembarcar. e) li_
bertad de embarcar pasajeros, mercancfas y maletas. 5. Situación jurldica de las aerJna_
ves. 6. Seguridad en el aire. SEccró¡i II. EL EspACro ExTRMTMósrÉnlco. l. Orlgenes
de la reglamentación internacional 9_ Naturalezajurfdica del espacio extraatmosfÉrico.
3. Normativa internacional. Pla¡ de la parte IV.
1. INTRoDUCCIÓN
cupaciones, sobre todo jutídicas, destin &s lE;. d espacio aéreo, cuando, en la
época, ni siquieta se sabía cómo alcz'r*.¡o. Es¿ cr¡estiór\ con todo, comenzó a
ser tepensada cuando el brasileño Sznc ltcrrol-r, el 12 de jüo de 1901, par_
tiendo, de un punto consiguió retomz¡ ¿l rni¡lrr h'gr¡ s6¡ un globo de hiáró-
geno, lo que le valió la medalla de oto d,.4a& de F¡encia. Satisfecho con
los resultados obtenidos en la maniobn¡bi[d¡d & ss globos, Santos DuMoNT,
eI 19 de octubte del mismo año, se inscrilió cn dpr:riro-Dalixch de k Me*rthd',
cuyo itinerario consistía en citcunoevegr h Tone Eiftl, volviendo al punto de
origen en por lo menos treinta minwoc
Lzhazañt fue realizada por él con arn ¡ I partn
.de todo jurídico.
de ahí, despertó el interés
el mundo El De¡ecbo fm"-r.cionel Ribüco, en ese momento,
se transfomó en tridimensional v el cspario a&eo pasaba a hacer coro junto a
los dominios terrestre y marítimo del Esudo. Actualmente, no hay ninguna duda
sobrc que el espacio ¿éreo estatal (deoüo d€ cietos límites) es una extensión de
ios derechos soberanos del Esado, e ul pmto que la CIJ expresamente se refi_
rió, en el caso de l^s Acüúdader Miütau1 poanititans ,oñirirogoo, que ..el ptin_
cipio de tespeto por la sobennía tefdtorial también es infringido di"..t"-.r,t
pot el sobrer,rrelo no autodzado del tcrritorio de un Esado por una aeronave
perteneciente al gobiemo de oEo Esado o baio su control',2.
a) la libertad de sobrevuelo
, Vid.
José F¡ancisco R_EZEK. D¡ft¡tt i,/M¡o,4tp¿taa.._ crt F317.
r0 Vid. Ian BRo\x¡NLrE. P','44ar
¿. üfti/o i"¡ñüio,¿t jtLlo,c¡r.
F 133. Coho cptica Matcol¡¡ SrLAw, c*do ,,ese con-
sendmi€nio no es dadq se corfigura una invasiór\ lo qu. ,uru6.¡ h i.r.fccpcióa pem tro ú aáque annado efectivo (excepro
en casos .uv dcepciooales)" Diaita í'¡tu¿io'd,rit, p. isl. um d. csos e¡os (o(cepcioneret tiene lugd cua"¿"
*
ú ¿taque teroristá. Dice SH,{w: "Aur¡qu€ uú aeroúvc .ivil & Éádr-i! & F¿s¡ic.os ranm."r" orrezc" .* g, ado de s,me¡aza
","a"
$
{ue iustifiq* d€ffibe el i frold rtud¿ c¿nbl a tt ¿c scpti-¡'c ¿e zml dcmuestn que esa p;sibilidad eüsre,,.
Iden, p. 391. ^¡aqúe
I' Vid. José Francisco R€ZF.K D¡tit¿ ídt Mintut
?tbti@..., cir, p. 317.
736 VALERTo DE OLTvETRA MAzzuor.r
c) libertad de embatcar
.En el territorio de un Estado, mercancías, pasajeros y maletas que tengan
por destino el Estado de la nacionalidad de la aeronave;
d) übertad de desembarcar
En el territorio de un Estado, mercancias, pasajetos y maletas que hayan
sido puestas a bordo en el país al que pertenece la aeronave; y,
Vid. por todos, G d. Ifaoel Co¡¡¿\ \fErEx RLs:so\L\\o, D¡rito irtñ¿.,or¿t pntti@. cit., pp. 320-321; Oya¡n¿ C6¡r
'?
l-fu Assú , Cúlo d¿ díftíh iñretututul ptbltd. <tr.,p. 4U. r lj-ts Iqoi DE A r,lo¡rrM ARAúJo Crtu ¿¿ ¿iftii M¿rtitu,N;
, l^netrgl
¿e
Fore¡se, 1998, pp. 15 16.
1r Vld. t¡rerra ORrrz AHrr' . Dtulb i,tMitul ltbkú, cL, p. 87 .
1a Vld. Luis Ivani DE A\roi.t\t
,\N-\tlo. Añ ¿¿ diaita añtotttiñ, cn, pp.53 54.
DERECHo INTERNACToNAL púBltco coNTEMpoRÁNEo 737
Similares definiciones y regímenes legales se encuentran en los diversos De-
techos intetnos, por ejemplo, en el Derecho español la I¿y 48/ 1960, d¿ 2l de
j*lio, de Nauegación Aéna, defne en el artículo 11, pot aeronave, ..a) Toda cons-
rucción apta pata el transporte de personas o cosas capaz de moverse en la
atmósfefa mefced a las reacciones del ai¡e, sea o no más ügera que éste y tenga
o no ótganos motopropulsores. b) Cudqüet máquina pilotada por conrol ri-
moto que pued¿ sustentarse en la atrnósfera por reacciones del aire que no sean
las reacciones del mismo contra la superficie de l¿ tiera".
Así como los navíos, las ae¡onaves deben tenet una sola nacionalidad. El
principio vigente actualmente exige t¿ necion¿lidad del propietario de la aeronave
para efecto del registo, es decir, solamente puede tener aquella calidad quien sea
nacional del Esado donde se hizo el regisao. Incluso en el caso de las compañías
aéreas plurinacionales, como es el caso de h Scadhati¿n Arlins Slsten y de lt
Air Afriqw, es necesario que cada avión posea sólo u¡¿ nacionalidad, lo que se
podtá verificar observando lo qrle dispone su matrícular5,
Las aeronaves, así como los navíos, también presentan señales de identifica-
ción, como el ptefijo conferido al Esado, los colotes nacionales, en lugar üsible,
\a marca. de la matrícula, el respectivo cetificado y demás papeles a botdol6.
Pueden, Ias aeronaves, ser públicas o pdvadas, tomándose en consideración Ia
naturaleza de los servicios por ellas desarrollados.
Los aviones que realizan actiüdades privadas (aunque pertenezcan o sean
contolados por el Estado) no quedan sometidos a la jurisdicción del Estado de
origen cuando se encuentren en el espacio aéteo sujeto a ouo Estado. Esto sig-
nifica que las aeronaves privadas (o púbücas qre rea)izan actividades privadai)
solamente quedan sujetas a la jurisdicción del Estado de origen cranáo se en-
cuentfan en suelo o en el espacio aéreo de este ultimo, jamás en el suelo o espacio
aéreo de tercer Esado. En el tema de avi¿ción, la equiparación de las aeronaves
estata.les utilizadas para 6nes come¡ciales es rnás imporante que la situación ju-
¡ídica de los navíos, una vez que la gran meyorír de las empresas de aviación civil
(u.9.,la, Aütalia,la, Air Frarce, etc) o es del Esado o ése tiene buena parte de sus
acciones conüoladasl7. Así, lo gue impora aqrí es qrr b actividad dJh ae¡onave
(púbüca) sea privada, caso en que l¡ rnism¡ qucüá sometida a la jurisdicción
del Estado en que se encuentra.
De esa form¿: a) encontrándose en d erdto¡io o espacio aéreo del Estado
de origen, a esta jurisdicción se suietq b) eocontrándose en el terdtorio o en el
espacio aéteo de otro Estado, se sujetará a la
iurisdicción de éste. En cuanto a
las aeronaves públicas, las mismas comriomeote se dividen en aviones de guerra
y civiles. Obüamente, en este punto, se está considefando como civiles aquellos
aviones que desempeñan funciones administrativas de ¡a¡ttaleza púbiica, o
I 5
Vid. José Fnncisco R¡z EK D¡fri¡o i,hMioel ptbb.. -, cj,-,
W. 3tg3m.
rb vi¿ oy¿m Ces¡¡ lru $ru. C'tu ¿. ¿lnib i';'ud.ü.!Fbto:á., pF ¿rr¡r8.
t7Vid.llild€bmdoAcc¡or.1&N^sc¡MENroES¡Lv.¡4rr¡y'd.áñib;rrirarior¿tpiblia,c$.,p.422.
738 VALERTo DE oLrvErM MAzzuolt
'3
Vid. Gilda MÁciel CoRrá\ \tE\T¡ R!sso\H-\o. hir irhM¡.Ml ?ttbka, úr., pp. 327 -328.
',
Eso no siCnifica, con mdo, que Els aer(Drs no detrú Ésp€tal el orden público extr¿njero, ss r.glrs fisc¿lcs, súi-
DEREcHo INTERNAcIoNAL PÚBLIcocoNTEMPoRANEo 739
. El agravio sufrido po¡ el presidente Evo Morales, que ofende no solamente al pueblo
.boliviano
..
sino a rodasnursrras nacione\.
. Las prácticas ilegales de espionaje que ponen en riesgo los derechos y la
ciudadanos
convivencia amistosa entre naciunes.
3. Exigimos a los gobiemos de Fr¿¡cia, Pomga! Italia y España, expliquen las razones
de la decisión de impedir el sobrevuelo del avión presideocial del Estado pludnacional de
Boliüa por su espacio aéreo.
4. De igual manera exigimos a tós gobiemos de Francia, pomrgal, Italia y España pre-
senten las disculpas púbücas corespondientes en relación a los graves hechos suscitadós.
de origen (así como tampoco son extensión de ese territorio las embajadas y las
sedes de misiones diFlomáticas, Ias cuales deben respetar las leyes y las costum-
bres locales, sus rdas flscales, sanitadas, etc.). Percíbase que Ia situación jurídica
de las aeronaves, no obstante ser semejante a la de los navíos, guárda con estos
algunos puntos de divergencia. Por tegla general, se puede tesumir de la siguiente
forma la condición jurídica de las aeronaves:
á Vid. Nélson HuNcriA. Crrrr¿ir;r ao Cidigt Ptul, eol. l, t.l, dr,p. 179.
DEREcHo INTERNACtoNAL PúBLtco coNTEMpoMNEo 741
6. SEGURIDAD EN EL AIRE
V¿rios eventos sucesivos iniciados en e1 Siglo X)L como secuestros y toma
de aetonaves civiles, impulsaron un movimiento intemacional de seguridad en
los ransportes aéreos, lo que llevó a la adopción de incontables tratados inter-
nacionales telativos lL m^tetrz,, Una Convención celebrada en Tokio, en 7963,
^
disciplinó las infracciones ptacticadas a bordo de aeronaves; otra conclüda en
Monreal, en 7977, trató de la represión de los actos ilícitos conra lt avircio¡
civil; y finalmente, un protocolo firmado ambién en Montreal, en 1984, buscó
proteger el ráfico aéreo confta los abusos de los ptopios Estados en la preser-
vación de su segutidad teritorial2r.
-fqnu...", Percíbase la imperatividad con grrc e) Inütut tr:tó el tem¿: "El espacio
y los cuerpos celestes no pueden ser objeto de ninguna apropieción", pudiendo
ser "übremente explomdos y utilizados por todos los Estados para finalidades
exclusivamente pacíficas". Las normas intemaciooales postefiores siguieron Ia
misma línea: impedit la apropiación del espacio aÉreo, así como de los cueqpos
celestes, y limiar su explotación para fines exclusiy¡meote pacíficos. A partir de
ese momento histórico sulge, entonces, rm nrvo brazo del Derecho Interna-
cional Púbüco a regular las relaciones inernecinnaks decu¡rentes de la utiliza-
ción y explotación del espacio extraemfÉrko.
,r Vid.
José Francisco REZEK Diúik i,tdnsiortl püüa.. ., <it, p. 321.
2 Id.m, p. 322 y DINH, DArulER & PEIl-8:r, DriQi¡t irta"a;6¿l
NUL', cr¡,, p. Ul.
742 VALERIo DE OLIvEtRA MAzzuoLI
En el art. 2 del Tratado de 1967 se lee que "El espacio ultraterrestre, incluso
Ia Luna y otros cue{pos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacion¿l
por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra. mtnera" .
Esta prohibición de reivinücación del espacio aéreo por acción soberana, uso,
ocupación o cualqüer otro medio, crea el problema de saber cuáI es eI ümite
entre el espacio aéreo nacional ,v el espacio extraatrnosférico. La práctica inter-
nacional y la doctdna conüovienen al respecto. Para nosotros, la altitud máxima
alcanzada por las aeronaves modemas puede set tenida como un frnite funcional
del espacio aéreo nacional. Los países ecuatoriales, lidendos por Colombia,
siempre entendieron que la delimitación del espacio téreo abarca la órbita geo-
estacionada, locahzada a 35.871kilómetros Q2.374 rnilas) por encima de su do-
minio terestre.
Pero esta tesis encontró fuertes opositores, principalmente los países sor-ié-
ticos (entonces URSS), para los cuales "lz 6tbi¡z geoestacionaria no puede ser
separada del espacio ulttaterrest¡e"e. El tratado impone a los Estados varias
obligaciones, ent¡e el.las la de no apropiarse del espacio extraatmosférico por
proclamación de soberanía, por uso u ocupación, o por cualquier otro medio; la
de no poner en órbia objeto porador de ¿rmas nucleares o de cualquier otro
tipo de armas de destrucción masiva, así como no instalar tales armas sobre los
cuerpos celestes y la de no colocar tales armas en el espacio cósmico; la de utilizar
la Luna y los demás cuerpos celestes con fines exdusivamente pacíficos; la de
no establece¡ bases, instalaciones y fonificaciones miütares en los cuerpos celes-
tes, etc.
,dVidHildebr¿¡doAccroly&NAscrNGNroEStr-v.Mdl¿l¿.diftirairhMiotut?ibti.o,.1¡.,p.23O.
74 vAERro DE oLrvErM M^zuou
ción. Un anríüsis comparado será rcalizado entte los sistemas regionales inter-
americano, europeo, afticano y asiático. En el capltulo sobre la protección intet-
n¿cional del medioambiente, se hatí también tn esttdio de lzpmaaün iü¿mado-
nal & b¡ ¿encfur fundtoJ y su interrelación con l¿s nomras intemacionales de
protección ambienal
i.
I
i