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LOS CUENTOS CHOCOANOS Y SU FUNCIÓN

FORMADORA
LOS CUENTOS CHOCOANOS Y SU FUNCIÓN FORMADORA
El tiempo de sus relatos, siempre ha sido la noche, momento de encuentro entre mayores y
menores, tanto en la zona rural, como en la urbana. En ese pasado glorioso, lleno de disciplina y
de amor, los cuenteros y cuenteras, llenaban las mentes de los niños y jóvenes, con sus historias
fantásticas, cargadas de moralejas, las cuales ayudaban a cambiar la conducta equivocada, o la
conciencia que estaba a punto de dejarse permear.
La escuela, también ha jugado papel importante, en la trasmisión de normas de comportamiento a
través de los cuentos, como elementos de la tradición oral, analizada y estudiada por niños y
jóvenes, para identificar la función formadora, a través de la  actuación de sus personajes y de la
moraleja que esta generaba.
Los cuentos chocoanos, de acuerdo a los contextos donde se narren, toman denominaciones
diferentes: cuentos de novena, los cuales involucran a los animales, especialmente las hazañas
de “tío tigre, tío conejo y cabecita con anance”, asociados a la astucia del negro en la búsqueda de
su libertad y a la resistencia. Su narración durante toda la noche, ayudaba y aún ayuda,  a
mantener despiertos a los acompañantes.
Lo cuentos familiares, encaminados a formar, para vencer el miedo y armarse de valor,
señalaban a héroes como, “Juan sin miedo, al diablo y a las doncellas que este se raptaba”, las
cuales eran rescatadas por enamorados o hermanos. Este tipo de cuentos, se han diversificado a
su vez, en mayores y menores y así, se denomina  también a los contadores y contadoras de los
mismos, dependiendo de la calidad de sus contenidos y de su función formadora; ejemplo del
primer grupo, lo tenemos en el cuento de Sebastián de la gracia, ya perdido en el olvido, cuya
narración duraba tres noches y sus moralejas eran profundas.
Varias generaciones de chocoanos, vivimos en toda su dimensión,  el proceso formador a través
de los cuentos,  narraciones estas, que  pretendían inculcar el respeto por la palabra hablada,
despejar dudas, sacar enseñanzas, trasmitir normas consuetudinarias y valores, prohibir, trasmitir
identidad y sentido de pertenencia por el territorio, apropiación de la cultura y sobre todo
cohesionar a la familia y a la comunidad, para resistir los malos tiempos.
El momento de la narración de los cuentos, estaba cargado de magia, todos escuchaban en
silencio, lo que permitía que la atención no se dispersara fortaleciendo la parte formadora.
El relato de todos los cuentos, se acomodaba a una ensaladilla, que bien podía ser:” esta era la
vieja Estera, esta era la que no era…….Este era un hombre casado con su mujer, esta era una
mujer casada con su marido….., palabras que disponían el ánimo de todos los presentes, para
admitir las pausas del cuento desde el inicio, el nudo o trama y el desenlace, produciendo este
último momento, gozo para todos los escuchantes, por el final feliz que siempre se trasmitía.
Hoy, cuando estos elementos de la tradición oral han entrado en olvido, cuando son pocos los
docentes que utilizan su función formadora, cuando la familia ya no se reúne y algunas
comunidades solo lo hacen en torno a la política, es necesario llamar la atención de todos, frente a
la crisis de valores que estamos viviendo: el cuento, aún sirve de elemento formador y
cohesionador.
En alguno de los temas anteriores, analizábamos la rotura del diálogo intergeneracional en el
Chocó, causante de la pérdida de gran parte de nuestro conocimiento ancestral, de nuestras
costumbres y en general de muchos elementos de la cultura chocoana, que sirvieron de patrones
de comportamiento. El cuento también hizo parte de este diálogo.
Necesitamos que niños y jóvenes, vuelvan a escuchar y empiecen a escribir sus propios cuentos,
adaptados a su mundo y a las nuevas ideologías, pero también, inspirados en las historias
cotidianas de los personajes de sus regiones, de su entorno.
Rebusquemos en nuestra historia, a los contadores de cuentos que aún viven, recojamos
impresiones, tenemos muchos elementos de la tradición oral, que sirven no solo como conceptos
para repetir, sino como rutas de formación; posibilitemos para que niños y jóvenes vuelvan a la
lectura de los cuentos, hagamos la clase dirigida, escuchemos y atendamos el rumor del cuento de
nuestros hijos, quizá allí encontremos la respuesta, del por qué ellos han cambiado.
La Madre de Agua
 
La Madre de Agua (Marediagua) es, según la creencia, una mujer de cuerpo esbelto, atractiva y
hermosa, de cabellera rubia y larga, con buena voz para el canto. Cuando quiere atraer a alguien
basta con entonar una canción que escoge especialmente para el momento preciso. Quien la
escucha se fascina con el ritmo y la cadencia de su voz melodiosa, con los cuales logra hipnotizar
a sus victimas y hacer que la sigan automáticamente hasta un río o una quebrada, para ahogarlas
llevándolas después a las profundidades de las aguas, donde tiene su palacio.
 
La Madre de Agua, se dice, tiene preferencia por los niños a quienes atrae fácilmente con su
dulzura y su voz musical pegajosa. Es por ello que los moradores del campo no dejan a sus hijos
solos a orillas de los ríos, mientras salen a cumplir sus faenas diarias, pues el peligro de que la
Madre de Agua se los lleve es inminente. Los niños flechados por la Madre de Agua se enferman,
sueñan con ella, la llaman y la desean fervientemente. Como se dijo antes, basta con que se
escuche su voz para seguirla a ciegas, maquinalmente.
 
Esta mujer escultural y simétrica, según la creencia, también suele presentarse con traje de
musgos y lamas, se camufla entre los charcales a la orilla de los ríos, riachuelos y quebradas para
atrapar a los pescadores, llevárselos a su estancia subacuática y devorarlos.

LA TUNDA

Según los relatos, este es un personaje, que presenta como actividad principal el
llevarse a las personas internándolas en el monte hasta el punto en que el
desafortunado pierde todo sentido de orientación. La tunda toma la forma de la
madre de su víctima, por lo cual ésta la sigue como autómata monte adentro. La
leyenda afirma que la tunda alimenta a sus víctimas dándoles camarones, que al
parecer cocina dentro de su cuerpo. Para rescatar al "entundado" es necesario
que los padrinos vayan hacia el monte y llamen en voz alta a su ahijado, la tunda,
al escuchar los gritos, abandona a su víctima.

EL DUENDE
Este personaje ha traspasado los límites nacionales y su popularidad es casi
universal, ya que tanto en el litoral pacífico como en el departamento y la nación
ha hecho sus diabluras.
Según las versiones, el duende hace sus apariciones presentándose como un niño
que luce un enorme sombrero y en ocasiones fumando un tabaco también grande.
Tiene como característica el ser muy enamorado de las señoritas que aún
conservan su virginidad, a las que les manifiesta su atracción llenando su cama
con algunas frutas, flores, afirmándose que hasta dinero les deja debajo de la
almohada de su elegida.

Una vez que el duende ha logrado convencer a la infortunada muchacha, la


traslada hacía el monte en donde se dedica a acariciar sus senos, cuando ésta es
pasiva, y cuando se resiste, las golpea y las deja abandonadas en lo alto de las
copas de los árboles. Algunos aseguran que el duende es un gran guitarrista y que
enseña a tocarla en forma extraordinaria, a quien es capaz de enfrentarse a pelear
con él.

De su forma de niño va tomando le estatura de su Contrincante y si éste lo vence


en la lucha, lo convierte en un virtuoso del instrumento, pero si es derrotado, se
dolerá de la golpiza que el duende le suministra en la batalla.
La jota chocoana
Danza de ascendencia española que se ejecuta a
ritmo de abozao. Existen diversidad de variantes:
condoteña, careada, cruzada y sangrienta; todas
mantienen una estructura básica común, pero se
diferencian en su contenido argumental. La
sangrienta, por ejemplo, es un cuadro dramático
que gira en torno al duelo de dos enamorados
por ganar los afectos de la misma mujer. La
careada, por su parte, describe los recursos que
emplean los pretendientes para enamorar a su
pareja.

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