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DESEO DE OBEDECER

9/18/2014

Aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis
entregados.
ROMANOS 6:17

Si yo fuera a definir la vida cristiana con una palabra, escogería la palabra obediencia. La obediencia, el
poder, la bendición y el gozo son elementos esenciales de la vida cristiana. Sin la obediencia, no habrá
poder, bendición ni gozo en nuestra vida.

Una distinción fundamental entre un cristiano verdadero y alguien que simplemente dice que es cristiano es
un sincero deseo de obedecer a Dios. Para el cristiano, obediencia es una palabra agradable, prometedora y
alentadora. Debe ser una expresión agradable del más profundo deseo de su corazón. Si está dispuesto a
obedecer a Dios, y su deseo de hacerlo es resultado del amor y no del temor, ese es un buen indicio de que
usted es un verdadero hijo de Dios.

17 DE SEPTIEMBRE
ESCRITURA:
“Vuelve, oh alma mía, a tu reposo, porque Jehová te ha hecho bien” (Salmos 116:7).

TESORO BÍBLICO:
Escuché de una mujer que despertó a su marido porque creyó que había un ladrón en el piso de abajo. El
esposo bajó con una linterna y ciertamente, había un ladrón en su casa. Le dijo: “¡Quédese quieto donde
está! ¡Tengo un revólver apuntándole!” De inmediato llamó a la policía, y antes de que llegara le dijo al
ladrón: “Antes de que venga la policía y se lo lleve, voy a llamar a mi mujer para que lo conozca. Ella le
ha estado esperando por 24 años.”

Amigo (a), muchas personas son así. Piden prestados problemas con anticipación, o viven preocupándose
“por lo que puede suceder”. Lo que usted necesita hacer es dejar de mirar el ayer con culpabilidad, o
anticiparse al mañana con ansiedades.

PUNTO DE ACCIÓN:
Descanse en el día que el Señor le ha dado hoy. ¿Cómo hacer eso? La primera vez que alguien le irrite o
algo frustrante le pase, respire profundamente y déle gracias a Dios por lo que quiera que sea. Pida y Él
le dará lo que necesita para manejar lo que quiera que sea, con Su gracia, paciencia y amor.
16 DE SEPTIEMBRE
ESCRITURA:
“El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas” (Proverbios 10:12).

TESORO BÍBLICO:
Hay personas, en cualquier reunión, que se gozan encontrando algo malo acerca de los demás. Y cuando
escuchan algo feo, se deleitan enormemente haciéndolo público. El amor no se regocija en la iniquidad.
El amor desea que nunca hubiera sucedido. El amor trata de cubrirlo. Eso no significa que disculpamos el
pecado. Sólo lo cubrimos.

Permítanos ilustrar esto. Noé tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Un día vino Cam y vio a su padre desnudo
y fue corriendo a contárselo a los otros. Sem y Jafet cubrieron con su ropa a su padre que estaba
desnudo. No para disculpar lo que había hecho, emborracharse, sino para cubrir su desnudez.

¿No sería el mundo mucho mejor si tuviéramos esa clase de espíritu?

PUNTO DE ACCIÓN:
Escriba los nombres de: 1) alguien que le ha hecho daño recientemente, 2) alguien que parece tener una
mejor vida que la suya, y 3) alguien que ha hecho algo malo, pero nadie más sabe al respecto, sólo usted.
Ahora, ponga a esas personas, en oración, delante del Señor, para que las perdone. Y pídale a Dios que le
dé a usted la oportunidad de demostrar amor a esas personas.

15 DE SEPTIEMBRE
ESCRITURA:
“Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1 Pedro 4:7).

TESORO BÍBLICO:
G. Campwell Morgan fue un gran expositor de la Palabra de Dios, y alguna vez dijo: “Nunca recuesto mi
cabeza en la almohada sin pensar que tal vez antes de despertar, mi mañana final haya llegado. Nunca
comienzo a trabajar sin pensar que Él puede interrumpir mi trabajo para hacer el Suyo.”

Cada noche, al irnos a acostar, deberíamos decir: “Jesús puede venir esta noche.” Y cada día al ir a
nuestros respectivos trabajos, deberíamos pensar que ese día pudiera ser el último día de trabajo para
nosotros. Debemos estar apercibidos para Su regreso.

¿Está usted orando por el retorno de Jesús? Si usted le ama, debería estar anhelando Su regreso y orando:
“Sí, ven, Señor Jesús” (Ap. 22:20).

PUNTO DE ACCIÓN:
Si éste fuera su último día sobre la tierra, ¿qué es lo que haría diferente? ¿Cómo invertiría su tiempo?
¡Piénselo! Luego viva como si Jesús fuera a venir cualquier momento. ¿Y sabe qué? ¡A lo mejor lo hace!
14 DE SEPTIEMBRE
ESCRITURA:
“La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra” (Proverbios 29:23).

TESORO BÍBLICO:
¿Ha enseñado a alguien a manejar? ¿Qué es la primera cosa que les enseña? Si usted es como lo fue el
pastor Rogers, antes de enseñar a sus hijos lo que es encendido, el acelerador o las señales direccionales,
les enseña dónde está el freno.
Ahora, suponga que su alumno dice: “¡Yo no quiero saber del freno! ¡Quiero saber del acelerador!” Usted
seguramente responderá: “Olvídate del acelerador. Antes de que puedas ir, debes saber cómo frenar.”

Ponga esto en el plano espiritual. Si le pidiésemos que se someta a Dios, y contesta: “No estoy interesado
en la sumisión. ¡Lo que quiero es la victoria!”

Amigo (a), Dios no va a derramar su poder en usted, hasta cuando Él no vea en usted un espíritu de
sumisión.

PUNTO DE ACCIÓN:
Si usted está físicamente apto, arrodíllese y dóblese en reverencia a Dios. Permita que esta posición de
humildad transforme su espíritu en una total entrega y sumisión al Todopoderoso Dios.

13 DE SEPTIEMBRE
ESCRITURA:
“Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no
dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” (Marcos 11:23).

TESORO BÍBLICO:
Cuando era niño, ¿alguna vez jugó al “rey de la montaña”? Cuando lograba llegar a la cima de un pequeño
montículo, usted podía empujar a los otros abajo, porque ellos trataban de empujarlo a usted, para ser
ellos los “reyes de la montaña”.
En Josué 14, leemos que Caleb enfrentó una ciudad de gigantes, y porque él había seguido fielmente al
Señor, tuvo la fortaleza del Señor y dijo: “Dame, pues, ahora este monte” (Josué 14:11,12).

Todos nosotros enfrentamos gigantes cada día: gigantes de la duda, del temor, del desánimo, de la
bancarrota, de la enfermedad, de amistades destruidas. ¿Cree usted que los gigantes que habitaban en la
Tierra Prometida, tomaron a Dios por sorpresa? Dios sabía que ellos estaban allí, todo el tiempo. Eran
parte de Su propósito para fortalecer la fe de Su gente. Es tiempo de que usted se aferre firmemente a la
Palabra de Dios, y crea que lo que Él dice es verdad.

PUNTO DE ACCIÓN:
¿Cuáles son los gigantes que usted está enfrentando hoy? Pídale a Dios fe para conquistar esos gigantes,
como lo hizo Caleb, pídale a Dios “que le dé esa montaña”.
12 DE SEPTIEMBRE
ESCRITURA:
“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve
serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).

TESORO BÍBLICO:
Cada rebelde tiene su razón para sus acciones. Usted seguramente habrá escuchado a algún jovencito
decir: “Bueno, mi papá bebe. Así que yo fumo marihuana.” Ese es un razonamiento irracional, lo
menciona 2 Pedro 2:12: “Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales
irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición.”

El joven al que hicimos referencia hace algunos segundos no piensa que debe obedecer a su padre. Y su
razonamiento aún va más allá: “Bueno, él no es digno de mi obediencia.”

¿Sabe quiénes son los únicos que pueden demandar padres perfectos? ¡Hijos perfectos! La única persona
que puede demandar tener un pastor perfecto, es un miembro perfecto de la congregación. La única
persona que puede demandar tener políticos perfectos, es el ciudadano perfecto. Nunca hay una licencia
para la rebelión. Hay maneras de razonar juntos en la iglesia, en el hogar, y en el gobierno. Un espíritu
de rebelión pondrá de rodillas a cualquier nación.

PUNTO DE ACCIÓN:
Segunda Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en Él.” Jesús dio su vida por usted. Pregúntese qué es lo que usted debe
hacer en respuesta. Ahora, ¡vaya y hágalo!

11 DE SEPTIEMBRE
ESCRITURA:
“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios” (Romanos 10:17).

TESORO BÍBLICO:
¿Alguna vez se ha preguntado por qué algunas personas parecen tener tanta fe, otras una fe débil, y otras
no tener ninguna fe? ¿Es Dios injusto? No, “Dios no hace acepción de personas” (vea 2 Crónicas 19:7). Él
ha dado a cada ser humano una medida de fe (vea Romanos 12:3).

Entonces, ¿qué es fe? Permítanos primero decirle lo que NO ES la fe. Fe no es pensamiento positivo ú
optimismo. Fe no es un “sentir” que puede hacer algo. Fe no es una corazonada o el mirar el lado
brillante de las cosas. Fe es recibir una palabra de Dios y actuar de acuerdo a esa palabra.

Verá, usted puede recibir una palabra de Dios y creer esa palabra. Eso es creer. Pero cuando usted actúa
de acuerdo a esa palabra, eso es fe. Fe es creer, ¡pero con piernas! Hoy es el día en que usted puede
poner sus pies de fe sobre las promesas de Dios y decir: “¡Esa promesa es mía!”

PUNTO DE ACCIÓN:
La mayoría de ministerios como “EL AMOR QUE VALE”, tienen “Declaraciones de fe”, o sea, una lista de
creencias a las cuales se adhieren. Tome algún tiempo esta semana para hacer lo mismo para usted.
Comience cada frase con: “Yo creo…” Algunos temas que podría cubrir son: la, salvación, la naturaleza de
Dios, la fe, la Palabra de Dios, etc.
10 DE SEPTIEMBRE
ESCRITURA:
“Mas Él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro” (Job 23:10).

TESORO BÍBLICO:
Para poder refinar el oro, el joyero pone el oro en un crisol, en el fuego, y lo hace hervir hasta que hace
burbujas y brilla. Cierne todas las impurezas que salen a la superficie, y sabe que cuando pueda verse
reflejado él mismo en esa superficie, el oro es puro. Eso es lo que el Señor hace cuando usted
experimenta problemas. Cuando Él puede ver su reflejo reproducido en su vida, entonces usted como oro
refinado, esta listo para Su uso y para Su gloria.

?Pero, ¡el fuego quema!”

Amigo (a), tiene toda la razón. Pero recuerde que Dios lo controla. Ningún joyero es tan cuidadoso con su
oro, como un padre con sus hijos. Él sabe lo que está haciendo.

?Pero, ¿qué de aquellas cosas que Él está quemando en mi vida?

Bueno, si las está quemando, es porque usted no las necesita. Si usted las necesitara, su amoroso Padre
se aseguraría de que las mantenga.

PUNTO DE ACCIÓN:
¿Ha quitado Dios algo de su vida, recientemente, que usted pensó que no podría vivir sin ello? Piénselo y
agradézcale a Dios.

9 DE SEPTIEMBRE
ESCRITURA:
“Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada
para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Pedro 1:5).

TESORO BÍBLICO:
Los creyentes son “guardados” por el poder de Dios. La palabra “guardados” en 1 Pedro 1:5 es un término
militar, y literalmente significa ser “protegidos”; como los soldados protegiendo una fortaleza. Piense
que el poder de Dios es como una fortaleza, y usted está adentro. Ahora, ¿cómo se siente?
Completamente seguro, ¿verdad? Muchas personas tienen la idea de que nosotros mismos nos
mantenemos seguros, protegidos. Amigo (a), Él nos guarda, nos protege.

Un padre estaba cruzando una calle con su pequeño hijo. El niño tenía su mano en la mano de su padre.
De pronto, las luces del semáforo cambiaron, y los carros comenzaron a moverse. El padre alzó a su
pequeño, lo puso entre sus brazos y cruzó rápidamente la calle para escapar del tráfico. Esa es la manera
en que Dios nos guarda. El Salmo 37:24 es una promesa: “Cuando el hombre cayere, no quedará postrado,
porque Jehová sostiene su mano.”

PUNTO DE ACCIÓN:
Usted está en las manos de Dios. Escriba eso en una tarjetita, y póngala donde pueda verla y meditar en
eso durante todo el día. Ahora, pregúntese a usted mismo: “Sabiendo esto, ¿puede cualquier cosa, esta
semana, cambiar esa verdad?”
8 DE SEPTIEMBRE
ESCRITURA:
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer
para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos” (1 Pedro 1:3).

TESORO BÍBLICO:
Hay algunas personas que piensan que pueden perder la salvación. Amigo y amiga, si usted pierde o no su
salvación, todo depende de cómo la obtuvo. Si usted es salvo por sus buenas obras, entonces puede
perder su salvación por sus malas obras. Pero la Palabra de Dios es muy clara en este asunto. Tito 3:5
dice: “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el
lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.”
¿Cómo se salva una persona? ¡Por gracia! Y si es por gracia, entonces usted es guardado por gracia. La
salvación no está cimentada en los méritos del hombre, sino única y exclusivamente en la gracia de Dios.

PUNTO DE ACCIÓN:
Alabe a Dios por el trabajo regenerador del Espíritu Santo, por la sangre salvadora de su Hijo, y por su
llamado en su vida.

18 de septiembre de 2014
¿Ha experimentado usted alguna vez una situación aparentemente imposible de soportar?
Años más tarde, ¿se dio cuenta de cómo le preparó la prueba para lo que vendría después?
La Biblia nos dice que el Señor, algunas veces, permitirá que seamos “zarandeados” para un
mayor servicio. En otras palabras, puede dar permiso a Satanás para que toque un aspecto
de nuestra vida. Dios lo hace para fortalecer nuestra fe y para transformarnos en testigos
más poderosos para Él.
En el pasaje de hoy del Evangelio de Lucas, Jesús explica este proceso a Pedro: “Satanás ha
pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo. Pero yo he orado por ti, para que no falle
tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos” (Lc 22.31, 32 NVI).
Cristo sabía lo que iba a suceder en los días siguientes —moriría en la cruz, resucitaría, y
luego ascendería al cielo. Esperaba que Pedro fuera el líder de sus discípulos, y que hiciera
grandes cosas para el reino. Pero Pedro no estaba preparado.
Por tanto, el Señor permitió que Satanás “zarandeara” a Pedro. Al hacer esto, Dios separaba
el “trigo” de la “paja” —los aspectos piadosos de la vida del discípulo, de los pecaminosos. Al
final, Pedro se volvió más fuerte por la experiencia, pasó a tener un papel clave en la
extensión del evangelio después de la resurrección de Cristo, y al final murió por su fe
valiente.
Si Dios no hubiera permitido ese tiempo de zarandeo, Pedro no habría estado preparado
para las cosas que vendrían. Al reflexionar en cuanto a su vida, ¿cómo le ha preparado Dios
para los tiempos difíciles?
Sabiduría para las pruebas de la vida
Leer | Santiago 1.5-8
17 de septiembre de 2014
A primera vista, el pasaje de hoy sobre la sabiduría no parece estar relacionado con el tema
de las pruebas, pero Santiago está, en realidad, siguiendo con la idea de los tres versículos
precedentes. Necesitamos sabiduría para saber cómo responder al sufrimiento. Esto significa
que debemos ver las pruebas desde la perspectiva de Dios, y comprender su propósito al
permitirlas.
Si usted quiere salir de las pruebas con gozo y victoria, debe comprender las siguientes
verdades:
1. Dios tiene control total del tiempo y de la intensidad de cualquier prueba.
2. Él tiene un propósito específico para su sufrimiento, y es posible que usted no lo
entienda hasta que éste haya terminado.
3. La prueba será provechosa si usted se somete a Dios y confía en Él.
4. Las situaciones difíciles son oportunidades para demostrar fe verdadera.
5. Si usted enfrenta la prueba con gozo y paz, el Señor demostrará el poder que tiene para
sostenerle.
6. El Padre celestial utilizará las dificultades para producir en usted un carácter como el
de Cristo.
7. Dios caminará a su lado en medio de las pruebas.
8. El Espíritu Santo le permitirá soportar la prueba y salir vencedor.
Si usted cree en estos principios, ellos le moldearán para responder apropiadamente a las
dificultades en la vida. Esta perspectiva elimina las reacciones negativas que provocan
normalmente las pruebas, y hace posible las respuestas sobrenaturales. En vez de
desdichado y desmoralizado, usted experimentará paz y gozo maravillosos.
Pruebas y gozo

Leer | Santiago 1.2-4, 12


16 de septiembre de 2014
“Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Stg 1.2). Con estas palabras
Santiago está presentando una perspectiva divina, no una humana. Hay algunos beneficios
sorprendentes en el sufrimiento que no son fáciles de discernir.
Primero que todo, necesitamos entender que estos versículos no nos están diciendo que nos
sintamos felices por nuestro sufrimiento, sino más bien que nos regocijemos por las
bendiciones que acompañan al sufrimiento. La palabra “tened” es un término contable que
significa “evaluar”. Cuando vemos las dificultades desde la perspectiva de Dios y les damos el
valor correcto, podemos regocijarnos por el resultado beneficioso, incluso mientras
experimentemos sufrimientos. Humanamente hablando, las pruebas duelen; pero desde la
perspectiva del Señor, ayudan.
La única manera de tener gozo en las pruebas es entender lo que Dios quiere que traigan. No
importa cuál sea el origen de la dificultad, sabemos que el Señor quiere utilizarla para probar
nuestra fe y, por tanto, producir paciencia y madurez espiritual. Quienes desean ser
transformados a la imagen de Cristo, pueden regocijarse por los muchos beneficios que
acompañan al sufrimiento.
¿Y usted? ¿Su anhelo de conocer al Señor y de ser transformado por Él es mayor que su
temor al sufrimiento? Ninguno de nosotros quiere experimentar dolor, pero ya que es una
realidad inevitable en este mundo caído, ¿por qué no responder de una manera que produzca
beneficios eternos? No desaprovechemos nuestro sufrimiento.
El cuidado de la conciencia
Leer | 1 Timoteo 1.5
15 de septiembre de 2014
Todos enfrentamos, en algún momento, decisiones que ponen a prueba nuestro carácter.
Cuando una decisión está en conflicto con nuestro sistema de valores, lo primero que
responde es nuestra conciencia. Sin embargo, incluso este regalo divino ha sido sometido a la
influencia del mundo, lo que significa que no solo debemos reorientar sino también
fortalecer nuestra “brújula interna”.
La fortaleza de nuestra conciencia depende tanto de la verdad como de la moral, y éstas, a su
vez, de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.
• La verdad. Puesto que Jesús declaró que Él es la verdad, mantener una estrecha relación
con Él mediante la oración y la obediencia fortalece nuestra conciencia. Tanto el Espíritu
Santo como la Palabra de Dios juegan un papel vital en este proceso de crecimiento. El
Espíritu no solo nos ayuda a distinguir entre la santidad y el pecado; también nos enseña y
nos guía a toda verdad (Jn 14.17, 26; 16.8, 13).
• La moral. Tanto José como David nos dieron un ejemplo que debemos seguir cuando
enfrentemos la tentación: Dejaron que sus conciencias les guiaran para honrar a Dios. A un
gran costo personal, José rechazó las exigencias de la esposa de Potifar (Gn 39). Y David,
aunque se le presentó la oportunidad de matar o humillar a Saúl, decidió dejar el asunto en
las manos del Señor (1 S 24.5-7).
Podemos tener la confianza de que el Espíritu Santo nos ayudará a tener una mejor
conciencia. Él nos ha dado todo lo que necesitamos para la tarea, que es esencial si queremos
vivir en santidad.
Con alas como las águilas

Leer | Isaías 40.28-31


10 de septiembre de 2014
La primera vez que vi a un águila volar entendí por qué Dios usó a esta ave para animarnos.
El águila, que simplemente abre sus alas y se remonta, depende totalmente de las corrientes
de aire para mantenerse arriba.
En cambio, nosotros batimos las alas tratando de ser mejores cristianos. Decidimos leer más
la Biblia o mejorar en el control de nuestro carácter. Nos esforzamos por escapar de los
viejos hábitos y tentaciones. Pero en vez de volar hacia las cumbres, nos mantenemos en el
fondo del valle con las alas cansadas. Esto se debe a que a veces confundimos lo que hace que
una persona sea madura espiritualmente. Un buen creyente no es aquel que trata y trata de
hacerlo todo bien. He sido creyente el tiempo suficiente para saber que no soy mejor hoy de
lo que fui el día en que me convertí.
Madurez espiritual significa reconocer que somos incapaces de cambiarnos a nosotros
mismos. La carne es corrupta, y no puede ser extirpada por ningún medio humano. Pero
nuestro Padre omnipotente vence nuestros impulsos imperfectos por medio de su Espíritu.
Por ejemplo, el Espíritu del Señor que habita en nosotros tiene la capacidad de aplacar la ira
y ejercer su poder para ayudarnos a no caer en tentaciones. Mientras que otros se fatigan
tratando de ser buenos, el creyente maduro confía en el Señor y “levantar[á] alas como las
águilas” (Is 40.31).
Isaías nos recuerda que hasta los jóvenes se debilitan y caen. Dios no hizo estos cuerpos,
estas mentes y estos espíritus humanos para que volemos sin ayuda. Él nos creó para que nos
remontemos con su poder.
Las bendiciones de sentirse insuficiente
Leer | 2 Corintios 3.4-6
9 de septiembre de 2014
La vida está llena de luchas que revelan nuestra insuficiencia humana. Los problemas físicos
nos dejan débiles; los conflictos nos causan confusión y estrés; las adicciones nos hacen
sentir derrotados; y las presiones económicas lesionan nuestra autoestima. A nadie le gusta
el temor y la frustración de lidiar con problemas, pero Dios puede utilizarlos para nuestro
bien.
Tal vez nunca ha pensando que sentirse incapaz sea una bendición. Después de todo, nos
hace sentir débiles e insignificantes. Pero Dios puede convertir las cosas negativas en
bendiciones si reconocemos nuestra impotencia, dependemos de su poder y enfrentamos
nuestros problemas con confianza en Él.
El sentimiento de insuficiencia puede ser una bendición, ya que:
 • Nos conduce a Dios, cuando reconocemos nuestra impotencia.
 • Nos libera de la carga de tratar de hacer la voluntad de Dios con nuestras propias fuerzas.
 • Nos motiva a vivir en el poder del Espíritu Santo.
 • Ofrece una oportunidad para que el Señor demuestre lo que es capaz de hacer.
 • Amplía nuestro servicio a Dios al sustituir el orgullo por la humildad.
 • Permite que Cristo reciba toda la gloria.
 • Nos da paz al depender de Él.
Gracias al poder del Espíritu Santo, los creyentes tenemos la capacidad de resistir
dificultades y de llevar a cabo lo que el Señor nos llama a hacer. Al aferrarnos a la suficiencia
de Cristo, podemos enfrentar cada circunstancia con confianza, no en nosotros mismos, sino
en Dios, quien todo lo puede.
Paz con nosotros mismos
Leer | Romanos 12.1-8
8 de septiembre de 2014
En el capítulo 12 de Romanos, Pablo dice que algunas personas tienden a considerarse
mejores de lo que son. También es verdad que otras se sienten tentadas a menospreciarse.
Por tanto, ¿qué debemos pensar en cuanto a nosotros?
Un sentimiento piadoso de autoestima ofrece una valiosa solución aquí. Se encuentra en el
corazón de una vida serena, y ofrece el sólido punto intermedio entre la zanja del
autodesprecio, por un lado, y el precipicio de la autoexaltación, por el otro. Este lugar de
descanso en Jesús se origina simplemente viéndonos como el Señor nos ve.
Cuando usted nace de nuevo, Dios le ve como su hijo amado y dueño de una nueva identidad.
Ya que su vida está escondida con Cristo en Dios (Col 3.3), puede decir que está completo en
Cristo. Y porque el Espíritu de Él habita en usted, puede tener una vida recta.
No obstante, conserva su naturaleza pecaminosa la cual todavía es capaz de manifestarse. Es
correcto, entonces, entristecerse por lo malo que haga, al igual que regocijarse por sus
progresos espirituales. Así es como lo ve Dios. Tenga en cuenta, sin embargo, que el agrado o
el desagrado del Señor por su conducta, de ninguna manera alteran el amor que le tiene, ni
tampoco su identidad como posesión suya. El Señor siempre le ve como suyo, y como una
persona infinitamente valiosa.
Al final, alcanzará la plena madurez espiritual en Cristo. Pero, mientras tanto, nunca olvide
que usted no es lo que hace. Usted es lo que es: Un hijo de Dios (Jn 1.12).

5 de septiembre de 2014
Gálatas 6.7-10 dice: “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que
siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu,
del Espíritu segará vida eterna . . . Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a
todos, y mayormente a los de la familia de la fe”.
Este pasaje nos recuerda que nuestras buenas acciones nos beneficiarán al final, mientras
que lo malo que hayamos hecho a la larga tendrá repercusiones nefastas. Este principio va de
la mano con la regla de oro que dice que debemos tratar a los demás como queremos ser
tratados. El Señor nos llama a ser bondadosos y respetuosos con los demás, aunque no sean
fáciles de amar. Es cierto que esto puede ser difícil cuando una persona nos agravia
constantemente, pero si cedemos a nuestra carne y nos vengamos, estamos sembrando
semillas de corrupción, y a su tiempo, cosecharemos de conformidad con lo sembrado.
Por otro lado, tratar a alguien bien —aunque no lo merezca— nos beneficiará. Según la
Biblia, debemos “[sembrar] para el Espíritu” y así cosechar recompensas. Algunos beneficios
pueden ser sobrenaturales y desconocidos para nosotros en el momento, pero sabemos que
la obediencia facilitará el perdón, forjará el carácter, y desarrollará la paciencia. No importa
lo que haga la otra persona, siempre ganamos cuando obedecemos al Señor.
Las fuerzas para mantenerse firme
Leer | Efesios 3.14-21
6 de septiembre de 2014
Sabemos quién es nuestro enemigo, y podemos incluso estar vestidos para la batalla (Ef
6.11). Pero no siempre nos sentimos preparados, debido a que nuestras debilidades parecen
grandes y nuestras fuerzas pequeñas.
Para mantenernos firmes en esta vida, necesitamos el poder de nuestro Señor actuando en
nosotros, lo cual requiere oración seria y continua (v. 18). Si nos comunicamos con el Padre
celestial, el Espíritu Santo nos dará discernimiento para que podamos reconocer las
verdades en cuanto a la guerra espiritual y las tácticas del adversario (1 Co 2.14). Comenzar
cada mañana con el Señor nos dará las fuerzas para permanecer firmes para Cristo, sin
importar lo que nos tenga reservado el día.
La oración es un elemento esencial para nuestra protección contra el diablo. Si no somos
personas de oración —es decir, si no buscamos la dirección de Dios y olvidamos ponernos su
armadura cada día— seremos derrotados. Nuestro discernimiento y nuestra visión sin el
Señor son demasiado limitados, y el enemigo es demasiado poderoso para que lo
enfrentemos solos. No obstante, Romanos 8.37 nos dice que, con Dios, seremos más que
vencedores. Él nos preparará si nos acercamos a Él por medio de la oración, escuchamos sus
instrucciones, y seguimos adelante con obediencia.
El enemigo le teme a las oraciones que se hacen por medio de la fe en Jesucristo, porque no
tiene ninguna defensa contra ellas. La oración perseverante nos fortalece y aplasta el poder
de Satanás (Stg 4.7). Caiga de rodillas en oración ante el Señor, y vea lo que pasa.

Piense en los conflictos como oportunidades para que otros sean testigos del amor de Dios
en acción. Con su ayuda, usted puede sembrar semillas de amor, gozo y paz que producirán
una rica cosecha para su propia vida y para la de otros.
¿Cómo llenar una vida vacía?
Leer | Juan 4.3-18
4 de septiembre de 2014
El clamor del vacío se oye desde el barrio más pobre, hasta la mansión más lujosa. Hay
ancianos, adultos y adolescentes con corazones igualmente vacíos, para lo cual no existe
ninguna receta médica.
La mujer samaritana en el pozo simboliza a millones de personas a través de la historia que
han hecho todo lo que han podido para satisfacer sus ansias de amor y de realización. Sin
embargo, hasta que la persona experimente el amor del Señor, su sensación de vacío no
podrá ser satisfecha de manera permanente. Fuimos creados para honrar y dar gloria a Dios;
ningún otro acto de adoración —ya sea a otra persona, al trabajo o al dinero— puede
proporcionar satisfacción permanente.
No es de extrañar que la samaritana aceptara con ansiedad la oferta de Jesús del sorbo que
saciaría su sed para siempre (Jn 4.15). La promesa de la salvación incluye más que la
eliminación de la culpabilidad. Cuando una persona pone su fe en Cristo como Salvador, el
Espíritu Santo mora en el nuevo creyente, y expresa el amor divino hacia esa persona y por
medio de ella. Si estamos dispuestos a aceptar la muerte de Cristo a favor nuestro, y a pedirle
su perdón por nuestros pecados que lo pusieron en la cruz, entonces podemos experimentar
el desbordamiento del amor de Dios llenando nuestro vacío.
El creyente que se siente vacío debe confesar cada pecado albergado en su corazón. La
transgresión y la idolatría bloquean la comunión con el Padre celestial, pero el
arrepentimiento rompe el dique de contención. Lo único que puede satisfacer una vida vacía
es el amor que Dios ofrece a manos llenas.
Esperar en Dios
Leer | Filipenses 4.18-20
29 de agosto de 2014
Cada necesidad que experimentaremos en la vida ha sido ya suplida en Jesucristo. Por su
poder, Dios ha preparado bendiciones para ocuparse de cada una de nuestras necesidades en
su tiempo perfecto. A veces, cuando la vida no es exactamente lo que esperábamos que fuera,
comenzamos a desesperarnos y olvidamos que el Señor sabe más que nosotros.
A veces, alguna necesidad —ya sea física, espiritual, interpersonal, emocional o económica—
continúa porque el Señor está tratando de captar nuestra atención. Dios quiere que nos
enfoquemos en Él para poder corregir nuestra manera de pensar. Desea que tengamos
abundancia, pero sabe que no podemos disfrutar de la bendición hasta que le hayamos
permitido que opere en nuestra vida.
En otras ocasiones, la manera en que nos acercamos a Dios puede ser lo que pone trabas a
las bendiciones que ha prometido. Quizás nuestras oraciones reflejan sentimientos de
inferioridad e inseguridad, aunque como miembros de la familia de Dios no tenemos
ninguna razón para venir a nuestro Padre arrastrándonos como un mendigo. ¡Él quiere que
sus hijos vengan con confianza, esperando recibir las bendiciones que anhela darles!
No me malinterprete. Podemos esperar bendiciones, pero no podemos imponer cuándo, o
cómo, o qué deben ser. Dios sabe lo que es mejor, y está de verdad interesado en nuestro
bienestar. Y aunque no promete que todo será fácil, sí promete darnos consuelo espiritual y
atender a cada una de nuestras necesidades. Mantenga la expectativa; Él va a hacer algo más
allá de lo que usted pudiera haber imaginado.
La orden de Dios para cada creyente
Leer | Mateo 28.16-20
25 de agosto de 2014
En el pasaje conocido como la Gran Comisión, el Señor Jesús menciona al discipulado, al
bautismo y a la enseñanza. Todos estamos de acuerdo con que el discipulado y la enseñanza
son esenciales para crecer en la fe; sin embargo, algunos cristianos relegan o ignoran la
orden de ser bautizados. La voluntad de Dios es que cada persona que recibe la salvación
ponga en práctica esta ordenanza bíblica dada por Jesucristo.
La Biblia contiene varios ejemplos de nuevos creyentes que se sometieron al bautismo por
obediencia después de ser salvos. Pablo y Silas dijeron a su carcelero que recibiera a Cristo y
que fuera bautizado (Hch 16.27-33). Asimismo, Felipe bautizó al eunuco etíope después de
escuchar su confesión de fe (8.36-38).
Muchos creyentes hoy rehúsan a hacerlo porque no consideran al bautismo como un
mandamiento, o porque no reconocen que no hacerlo es desobediencia. Este acto es
importante porque es una confesión pública de fe en nuestro Dios (Padre, Hijo y Espíritu
Santo). La disposición de humillarnos de esta manera honra a Dios como el Señor de nuestra
vida. El bautismo por inmersión simboliza también el poder transformador de la salvación:
Somos “sepultados” para demostrar que hemos muerto a los viejos hábitos; y somos
levantados del agua para demostrar que ahora andamos en novedad de vida (Ro 6.4).
¿Ha obedecido usted el mandamiento del Señor de someterse al bautismo? Si no lo ha hecho,
hable con su pastor y dispóngase a confesar públicamente su fe en el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo.
Un modelo para la oración
Leer | Colosenses 1.10b-14
23 de agosto de 2014
Sigamos utilizando la oración de Pablo por los colosenses como modelo. Ayer estudiamos sus
primeras dos peticiones —que entendieran la voluntad de Dios, y que vivieran dignamente
para Él. Ahora consideraremos las otras cuatro. Que:
• Llevaran fruto en toda buena obra (v. 10). El Señor desea que nuestras acciones lo
glorifiquen. Parece ser que todos estamos muy ocupados, pero ¿tienen valor eterno lo que
hacemos?
• Crecieran en el conocimiento de Dios (v. 10). Hay mucha información bíblica
disponible en libros, predicaciones e Internet. Pero el apóstol no estaba sugiriendo que los
creyentes conocieran hechos en cuanto a Cristo. Habla de un conocimiento espiritual, no
intelectual.
• Fueran fortalecidos con el poder de Dios (v. 11). Somos débiles cuando nos
apoyamos en nuestras propias fuerzas. A veces, es necesario que el Señor nos ponga de
rodillas para que le entreguemos el control y confiemos en su poder. Mantener la confianza y
el enfoque en medio de las dificultades requiere un poder más allá de nuestras fuerzas.
• Se mantuvieran agradecidos (v. 12). Cuando entendemos de dónde provienen todas las
cosas buenas, podemos vivir con gratitud. El contentamiento y el gozo tienen su origen en un
corazón agradecido, no en las circunstancias.
Por el trajín del mundo de hoy, la oración muchas veces es dejada fuera de nuestra agenda.
Pero la comunión con el Señor es vital para tener una buena relación con Él. Recuerde que
orar por nuestros seres queridos ante el trono de Dios es mucho más importante que otras
tareas que parecen más apremiantes.
El modelo de oración poderosa
Leer | Colosenses 1.9, 10A
22 de agosto de 2014
Orar de manera efectiva no es algo que sabemos hacer de manera natural; para la mayoría de
los creyentes es algo que necesitamos aprender. De hecho, uno de los discípulos que caminó
con el Señor Jesús le pidió ayuda en cuanto a este asunto (Lc 11.1).
A menudo escuchamos peticiones centradas en bendiciones, salud y protección. Y aunque
está bien orar por cosas como esas, hay otra manera más poderosa, de orar: utilizando la
Sagrada Escritura para hablar con el Padre celestial.
El apóstol Pablo es el autor del pasaje de hoy. Nos muestra las peticiones específicas que
trajo al Señor en cuanto a la iglesia en Colosas. Ellas también se aplican a nosotros en la
actualidad. Enfoquémonos en las dos primeras peticiones hoy, y en las cuatro restantes el fin
de semana.
Pablo rogó a Dios que los cristianos de Colosas . . .
• Entendieran el plan de Dios para sus vidas. Aunque el Señor normalmente no revela
todo de inmediato, dará a quienes le buscan suficiente información para que confíen en Él y
obedezcan su dirección.
• Anduvieran de una manera digna de Cristo y agradable a Él.Pablo anhelaba ver
que las vidas de los colosenses fueran cónsonas con su verdadera identidad espiritual (Gá
5.22, 23).
Uno de los regalos más grandes que podemos dar es orar por una persona. Y no hay una
manera más poderosa de hacerlo que con las palabras de la Sagrada Escritura. Colosenses
1.9-14 es un bello ejemplo de un pasaje de cómo orar por nuestros seres queridos y por
nosotros mismos ante el trono de Dios.
¿Dónde estás?
Leer | Génesis 3.7-13
21 de agosto de 2014
Después de desobedecer a Dios, Adán y Eva se encontraron en una situación terrible. Su
primera reacción fue ocultar la verdad en vez de reconocer lo que habían hecho. Las hojas de
higuera no pueden jamás ocultar la raíz del pecado (Gn 3.7); pero incluso hoy, tenemos la
misma actitud. En lugar de reconocer y confesar el pecado, buscamos esconderlo.
La segunda respuesta de Adán y Eva fue evitar a Dios. Ellos sabían que habían desobedecido,
pero en vez de venir al Señor para restablecer su relación, se escondieron de Él por temor (v.
8). ¿Alguna vez ha evitado orar o leer la Biblia por estar luchando con sentimientos de culpa?
Una tercera reacción fue tratar de evitar la responsabilidad personal, echando la culpa a
otros (vv. 12, 13). No obstante, cada uno de nosotros es responsable ante Dios por sus
acciones, independientemente de las circunstancias o de quién esté involucrado.
Pero, a pesar del pecado de Adán y Eva y de sus maneras escurridizas de manejarlo, el Señor
los buscó (v. 9). Nuestro pecado nunca es demasiado grande como para mantener lejos a
Dios; Él nos llama todavía y pregunta: “¿Dónde estás?” Él sabe lo que hemos hecho y por
qué, pero nos hace esa pregunta para que nos demos cuenta de nuestra condición.
Nunca permita que la culpa o la vergüenza le mantengan alejado del Señor. Él busca a
quienes han convertido sus vidas en un caos, y les habla por medio de su Palabra, de su
Espíritu Santo y de su pueblo. El perdón y la reconciliación con Dios aguardan a todos los
que estén dispuestos a escuchar, reconocer su pecado y arrepentirse.
El riesgo de obedecer a Dios
Leer | Lucas 5.1-11
19 de agosto de 2014
Nadie podría haber sido más sorprendido por la orden del Maestro que Pedro. Después de
trabajar arduamente toda la noche, ni él ni los otros pescadores tenían el fruto de sus
esfuerzos. Estaban cansados y desanimados; la última cosa que querían hacer era lanzar otra
vez las redes en otro intento inútil por atrapar unos pocos peces. ¿Qué podía estar pensando
Jesús? ¿Qué propósito podía haber tenido al pedirles que salieran a pescar otra vez?
Poco tiempo después, cuando las abultadas redes eran arrastradas a la playa, estos hombres
comenzaron a entender un principio eterno del que muchas personas no se han dado cuenta
todavía: Dios nunca nos pedirá que hagamos algo, a menos que tenga un propósito específico
y soberano para ello (Jer 29.11). La orden de Jesús debió haberles parecido innecesaria, por
no decir disparatada. Después de todo, estos hombres eran expertos en la pesca; sin
embargo, todavía les faltaba aprender que sin la intervención sobrenatural de Dios
todopoderoso, nuestro esfuerzo es en vano.
Pedro y sus hombres nunca podrían haber imaginado qué clase de recompensa les esperaba
por su obediencia. Lo que buscaban y deseaban más que nada era precisamente lo que Dios
le dio: redes repletas de peces. La diferencia era que la segunda salida a pescar fue hecha a la
manera de Dios y en el tiempo de Dios.
Por tanto, confíe en los planes de Dios para usted. Nunca conocerá la recompensa hasta que
esté dispuesto a correr el riesgo —cuanto mayor es el riesgo, mayor es la recompensa.
Fe y obediencia
Leer | 1 Reyes 18.1-15
18 de agosto de 2014
Piense en la fe y la obediencia como compañeras de viaje que se dirigen al mismo destino, es
decir, agradar y dar gloria al Señor. Usted no puede tener una sin la otra. Crecen
simultáneamente al practicarse, pero se marchitarán si se descuidan.
Elías era un hombre con ambas cualidades. Le creía a Dios, y siempre respondía con
obediencia. Cuando el Señor le dijo que se presentara ante el rey Acab, no dejó que el temor
lo detuviera. Había aprendido que el Padre celestial era fiel y digno de confianza.
El temor pone trabas a la fe cuando comenzamos a dudar de que el plan de Dios sea
realmente el mejor. Si permitimos que la preocupación gane terreno en nuestra mente, nos
negaremos a hacer lo que diga el Señor. Al rechazar el camino de la fe y la obediencia
estamos en realidad eligiendo la senda de la incredulidad y el pecado.
A Satanás le encanta que sintamos temor y desobedezcamos, para que así no recorramos el
camino que Dios ha ideado para nosotros. No podemos creer que el Señor hará cosas
grandes en un aspecto de nuestra vida si estamos permitiendo que haya pecado en otro.
¿Dónde ha flaqueado usted? ¿Le ha dado terreno al pecado? ¿Está negándose a obedecer
algo que Dios dice en su Palabra?
La fe grande comienza con pasos pequeños. Si usted decide obedecer la Palabra de Dios,
comenzará un ciclo cada vez mayor de fe y obediencia. No deje que el temor o el pecado le
roben la gran aventura que el Señor ha planificado para su vida. ¿Quién puede elegir mejor el
camino correcto —usted o Dios?
Preparación para un mayor servicio
Leer | 1 Reyes 17.1-24
16 de agosto de 2014
En Lucas 17.5, los apóstoles le pidieron a Cristo que aumentara su fe. El Señor les dijo que si
tenían fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrían hacer cosas grandes. Sin embargo,
recordemos que Dios no aumenta nuestra fe de manera instantánea.
Elías, por ejemplo, estaba en un programa de desarrollo de la fe. El Señor probó su confianza
y obediencia cuando, en el arroyo de Querit, el profeta tuvo que depender de Dios para su
supervivencia. Luego, en Sarepta, confió en que el Señor proveería tanto para él como para
una viuda, a la que después le serviría por medio de la resucitación de su hijo.
Cada acto de fe en Dios y cada paso de obediencia resultaban en más oportunidades para
Elías de servir al Señor y a otros. Resucitar muertos pudo parecer lo más importante de su
ministerio, sin embargo, después de esto venía la oportunidad de influenciar a toda una
nación para Dios. Elías estaba a punto de enfrentar la mayor batalla espiritual de su vida (1 R
18); todas sus demostraciones anteriores de fe y obediencia fueron la manera del Señor de
prepararlo.
Dios quiere que cada uno de nosotros ejerza influencia en su reino. Él sabe qué desafíos
presentarnos para poder confiarnos tareas aun mayores.
El Señor proveerá oportunidades para que usted le crea a Él y responda en obediencia. Estas
situaciones son las que llamamos “problemas”. Comience a ver cada dificultad como una
oportunidad creada por Dios específicamente con el fin de aumentar su fe, y de esa manera
hacer grandes cosas en usted y por medio de usted.
Una raíz amarga
Leer | Hebreos 12.15
15 de agosto de 2014
Ayer llegamos a la conclusión de que la amargura es un veneno que preparamos para otra
persona, pero que terminamos tomándolo nosotros. Hoy pensaremos en otra ilustración útil
que nos ayudará a entender los efectos negativos del resentimiento.
Hebreos 12.15 se refiere a la amargura como una “raíz”. Piense en esto. ¿Dónde se
encuentran las raíces? Por debajo de la superficie succionando los nutrientes del terreno que
está a su alrededor. Cada vez que vemos una planta, una flor o un árbol podemos estar
seguros de que por debajo se encuentra una raíz que está absorbiendo vida de la tierra y
enviándola a la planta.
¿Puede usted ver el paralelismo que hay entre esta ilustración y su vida espiritual? Quizás
usted tenga una raíz de amargura que prácticamente sea invisible a cualquiera que pase a su
lado. ¿Significa, entonces, que es inofensiva? ¡Por supuesto que no! Por el contrario, puede
tener la seguridad de que la raíz está haciendo su trabajo —robándole su vida y utilizándola
para alimentar una hierba mala de odio, impaciencia e insatisfacción.
Una raíz de amargura nunca producirá frutos saludables. Si la raíz es mala es absurdo
esperar fruto bueno en lugar de mala hierba.
Sin embargo, podemos alegrarnos pues existe una medicina para este serio problema. Todo
lo que necesitamos para matar la mala hierba es desenterrarla y deshacerse de la raíz. Saque
la fuente de su resentimiento del lugar donde esté oculta. Reconózcala, y entréguela a Dios,
quien sabe cómo cultivar el corazón.
En medio de las pruebas
Leer | Génesis 39.6-20
13 de agosto de 2014
La esclavitud de José duró trece años, y fue de mal en peor. Perdió su posición privilegiada
en la casa de Potifar, y fue echado en prisión cuando la esposa de su amo lo acusó
injustamente. Su esperanza de salir de la cárcel murió cuando el servidor del rey olvidó la
promesa que le había hecho (Gn 40.14, 23). El futuro se veía sombrío.
A pesar de la evidencia de las circunstancias, Dios estaba llevando a cabo su plan para
bendecir a José y ayudar a su familia. José era la persona que Él había designado para
salvarlos del hambre que vendría. Para lograrlo, José tuvo que aprender el idioma y
familiarizarse con la cultura de Egipto, desarrollar habilidades de liderazgo y madurar
espiritualmente. El plan del Señor logró todo esto.
José aprendió dos lecciones útiles. Primero, el Señor es un fiel compañero que
utiliza nuestras aflicciones para prepararnos para su obra. Cuando llegó el
momento, José estaba plenamente capacitado para convertirse en el segundo en autoridad,
después de Faraón; el rey egipcio declaró incluso que la presencia de Dios estaba con José
(41.38).
Segundo, cuando el Señor logra sus propósitos, la dificultad terminará. En el
momento elegido por Dios, José fue liberado de la cárcel, recompensado con un alto cargo y
reconciliado con sus hermanos. Es decir, fue bendecido grandemente por vivir en el centro
de la voluntad del Padre celestial.
La adversidad puede ser dolorosa, pero el Señor la utiliza para llevar adelante sus propósitos
y prepararnos para su plan, e incluso Jesús sufrió para cumplir con el propósito redentor de
Dios (Mt 16.21)
Cómo caminar por los valles de oscuridad
Leer | Génesis 37.18-28
12 de agosto de 2014
Cuando era adolescente, José lo perdió casi todo: su familia, hogar y libertad. ¡Qué
desconcertado debió haberse sentido por el odio de sus hermanos y por esas pérdidas tan
aplastantes! Pero lo que nunca perdió fue su fe en Dios.
La vida es así a veces para cada uno de nosotros. Los cambios repentinos en la salud o en las
finanzas, la muerte inesperada de un ser querido, o la deslealtad de un buen amigo puede
llevarnos a un tiempo de oscuridad. No entendemos por qué el Señor ha permitido la prueba
o dejado que el dolor siga. José probablemente se preguntaba lo mismo, pero supo aferrarse
a su fe. Incluso como esclavo en una tierra extranjera experimentó la bendición de la
presencia de Dios. Y al reconocer que el Señor estaba con este joven cautivo, su amo egipcio
se mostró favorable a él (Gn 39.2, 3).
La clave para caminar por los valles de oscuridad —tiempos cuando la vida parece estar
desmoronándose y el futuro se ve lúgubre— es aceptar la realidad de la presencia del Señor
con nosotros. En el momento en que una persona acepta a Cristo como salvador, el Espíritu
Santo viene a vivir dentro de ella y la sella como propiedad de Dios para siempre. Gracias al
Espíritu Santo que mora en nosotros, nunca prescindimos de la ayuda de Dios. Ninguna
circunstancia, sufrimiento o pérdida puede separarnos de Él o de su amor (Ro 8.35, 38, 39).
Tome unos minutos cada día para reflexionar en la promesa que nos hizo Jesús de que
estaría con nosotros siempre (Mt 28.20). Tal verdad se afincará en lo profundo de su alma y
le sostendrá en los momentos difíciles.
El servidor José
Leer | Génesis 37.1-17
11 de agosto de 2014
La historia de José es una de mis favoritas de la Biblia. Lo menciono con frecuencia porque
hay mucho que aprender de este exitoso joven. Efectivamente, su juventud es una lección
importante en sí misma, y el pasaje de hoy revela dos de sus cualidades de carácter que
debemos tratar de emular.
Primero, demostró un espíritu de servicio a temprana edad.En cada conversación
de José con su padre o con sus amos, él encarnaba la imagen misma del respeto y la
disciplina. El joven nunca actuó en contra de quienes tenían autoridad sobre él; por el
contrario, se afanaba continuamente por servir a los demás.
Vale la pena señalar que José tenía alrededor de 17 años de edad enGénesis 37. La
adolescencia es un tiempo en que los jóvenes de cualquier época son propensos a la venganza
y al egoísmo. Sin embargo, es claro que este joven fue enseñado desde temprana edad a
servir a los demás.
Segundo, José entendió a edad temprana que Dios controlaba su vida. ¿De qué
otra manera puede explicarse su incesante búsqueda de la excelencia? A pesar de todo lo que
le sucedía, José recordaba las visiones divinas que el Padre celestial había puesto en su
corazón en sus años de adolescencia (Gn 37.5-9). Estaba convencido de que había un plan
para su vida, y de que, de alguna manera, en algún momento, Dios le revelaría cuál era.
Ya sea que usted tenga 17 ó 77 años de edad, las lecciones de la vida de José son valiosas.
Nunca es demasiado tarde para aprender el arte de servir o de reconocer el plan perfecto de
Dios. Mejor aun, nunca es demasiado tarde para ayudar a alguien a descubrir estas cosas.
Los resultados de la inseguridad
Leer | Salmo 143.8
9 de agosto de 2014
Ya hemos identificado algunas de nuestras inseguridades. Ahora, necesitamos dirigir nuestra
atención a sus efectos.
Para empezar, las personas inseguras tienen dificultades para establecer relaciones buenas y
duraderas. Simplemente no son capaces de entender cómo pudieran añadir valor a la vida de
alguien. Esto es una tragedia, porque cada uno de nosotros necesita tener amistades que nos
ayuden a crecer.
Asimismo, las personas inseguras son vistas a menudo como orgullosas y presumidas. La
falta de confianza en sí mismas puede hacer que se distancien de los demás, lo que puede
confundirse fácilmente con arrogancia. Pueden, por ello, dar la impresión de que
simplemente no quieren estar con las demás personas.
Además, la inseguridad lleva con frecuencia a la indecisión y al temor. Las personas pueden
estar tan intimidadas por sus dudas que les resulte imposible tomar decisiones. Se
preguntan: ¿Y si cometo un error? Bueno, ¿qué puede pasar? Cometer errores es una de las
mejores maneras de aprender cómo hacer algo correctamente. No tenga temor de intentarlo.
Incluso, si no tiene éxito, al menos puede descansar en el hecho de que hizo lo más que pudo.
Al cabo de un tiempo, las personas inseguras generalmente se exasperan y comienzan a
molestarse por el éxito y la felicidad de los demás. No permita que esa calamidad afecte sus
relaciones. Ore por la capacidad de reconocer sus inseguridades, y luego dé un paso hacia la
libertad pidiendo al Señor que las sane.
Identifique su inseguridad
Leer | Salmo 139.13-24
8 de agosto de 2014
Examinemos algunas de las afirmaciones que ciertas personas se hacen con frecuencia. Al
leer cada una de ellas, pregúntese: ¿Pienso así?
• ¿Para qué molestarme en intentarlo? Nunca lo haré bien.
• Todo el mundo me está observando, esperando que haga el ridículo.
• Soy un fracasado.
• Soy una persona fea.
• Nunca puedo ganar. No soy más que un perdedor.
• No importa lo mucho que me esfuerce en mi trabajo, nadie lo reconoce.
• Soy incompetente en todo. Nada me sale bien.
• Nadie podría hablar bien de mí.
• Tuve un fracaso, así que no importa lo que haga, seguiré siendo un fracasado el resto de mi
vida.
• Es imposible que la gente piense bien de mí, que me respeten o acepten.
• No merezco que me traten bien.
• No encajo aquí ni en ningún otro lugar.
• Todo el mundo se ve feliz, menos yo.
• Soy una persona incompleta, y no hay nada que pueda hacer para cambiar.
• Mejor no digo nada, después de todo, ¿por qué va a interesarse alguien en escuchar mi
opinión?
• Las personas son amable solo cuando quieren algo de mí.
¿Son ciertas para usted algunas de las afirmaciones anteriores? Piense sinceramente en las
que captaron su atención. Luego, lleve estas inseguridades específicas al Señor, y permita
que Él le muestre su verdad en cuanto a cada aspecto. Dios quiere liberarle de cualquier cosa
que estorbe su crecimiento espiritual y le robe el gozo y la paz que Él tiene para usted.
El Ayudador en la oración
Leer | Romanos 8.26, 27
6 de agosto de 2014
La mayoría de las personas sienten que no saben orar correctamente. Inclusive el apóstol
Pablo reconoció que a veces no sabía cómo pedir como debía. En el diálogo sobrenatural
entre Dios y los creyentes, el Espíritu Santo actúa como un vehículo para nuestra
comunicación, poniendo nuestras necesidades y nuestros deseos delante del Padre.
Las personas hacemos nuestras peticiones con un conocimiento muy limitado del futuro y de
lo que realmente es mejor para nosotros. En consecuencia, surgen circunstancias que nos
llevan a preguntarnos cómo debemos orar. Si lo único que sabemos decir es: Señor, ¿cuál es
tu voluntad?”, el Espíritu Santo, que conoce los planes del Padre celestial para nosotros, le
hablará a Él de nuestra necesidad.
Nuestro Padre celestial no oculta su voluntad de nosotros. Él desea darnos toda la
información necesaria para que tomemos decisiones correctas y seamos conformados a la
imagen de su Hijo. Así como el Espíritu Santo lleva nuestras necesidades a Dios, también nos
indica cuál es la voluntad del Padre para nosotros.
Algunas personas encuentran intimidante el poder de la oración. A veces, dejan de orar antes
de recibir una respuesta por temor a haber estado pidiendo mal. Sin embargo, la naturaleza
divina del Espíritu Santo nos impide ir delante del Padre con una petición que está fuera de
su plan. En vez de eso, interviene para hacer la petición correcta. También inculca en
nosotros la necesidad de ajustar nuestros deseos. Por tanto, podemos orar en cada situación,
sabiendo que el Espíritu Santo es nuestro Ayudador.
El poder de la perseverancia
Leer | Filipenses 3.10-14
4 de agosto de 2014
Para poder perseverar debe . . .
• Aprender la diferencia entre ser un fracasado, yexperimentar un
fracaso. Después de poner nuestra fe en Cristo como nuestro Salvador somos trasformados,
así que nuestros fracasos del pasado son solo eso —fracasos que pertenecen al pasado. Los
errores que cometamos después deben ser considerados derrotas temporales; estos fracasos
no definen quiénes somos. El apóstol Pablo aprendió bien esta lección. No importa cuántas
veces fue vituperado, rechazado o apedreado, no se consideraba un fracasado. Por el
contrario, buscaba fortaleza en el Señor para comprobar que era un pecador perdonado,
enviado a llevar el evangelio a los gentiles (Hch 22.10, 21).
• Aprender que los obstáculos no son señales de que debamos cambiar de
dirección. Ellos pueden demorar el logro de nuestras metas, pero no son necesariamente
un callejón sin salida. Vea las pruebas como oportunidades que pueden ayudarle a alcanzar
las metas. En los momentos de derrota Dios quiere enseñarnos algo que nos ayudará a tener
éxito más tarde. Pablo no interpretaba las adversidades de su vida como indicaciones para
detenerse. Él sabía lo que Dios le estaba llamando a hacer, y por eso se consagraba a lograrlo.
También conoció el poder de la perseverancia para transformar su carácter y darle esperanza
(Ro 5.3, 4). Nosotros también somos sostenidos por esa esperanza, aun en nuestras crisis
más grandes.
Por medio de la obra del Espíritu Santo, el Padre celestial le capacitará para mantener el
rumbo. No se rinda. Acérquese a Dios, y permita que su poder le sostenga.
Dios sabe lo que usted necesita
Leer | Juan 4.1-16
2 de agosto de 2014
Una de las razones por la que a veces se debilita nuestra fe es porque tenemos una
perspectiva de Dios limitada. Lo cual tiene sentido, pues el Señor es muy grande. Entonces,
¿cómo podemos realmente tener una idea exacta de su forma de ser, de su manera de actuar
o de lo que piensa en cuanto a nosotros?
Puesto que el Señor sabía que necesitaríamos entenderlo, nuestro Padre celestial se reveló a
sí mismo por medio de su Hijo. Así pues, “aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre
nosotros” (Jn 1.14). Cuanto más lleguemos a conocer a Jesús, más entenderemos al Padre
(14.9).
Cuando observamos la manera en que el Señor Jesús trataba a las personas que estaban a su
alrededor, vemos una buena ilustración en cuanto al amor de Dios. Piense en la mujer junto
al pozo, en el pasaje bíblico de hoy. Esta era una persona que había sido marginada por la
sociedad. El hecho de que viniera a sacar agua durante el calor del día (4.6) —una hora en
que nadie más estaría en ese lugar— indica que la exclusión por parte de la gente del pueblo
era real, y que ella sentía la necesidad de mantenerse aislada.
Pero ¿qué hizo el Señor? Le demostró que la amaba, la aceptó y le dio lo que nadie más le
daría: atención y respeto. Al igual que lo hace con nosotros, pues no quiere que nos sintamos
abrumados por la culpa, la vergüenza y la tristeza. Tampoco quiere que vivamos aislados. Por
el contrario, nos llama a ser participantes activos en su reino.
¿Se ha aislado usted de quienes le rodean? Tome la mano de su Salvador hoy, y comience a
experimentar el gozo de ser aceptado por Él.
Plenamente vivo en Cristo
Leer | 1 Corintios 15.22
1 de agosto de 2014
Puesto que el apóstol Pablo reconocía las limitaciones del entendimiento humano, utilizaba
metáforas para explicar conceptos espirituales. En varias de sus epístolas escribió acerca de
estar “vivos en Cristo”. Señalaba que antes de que el Señor nos salvara estábamos muertos
espiritualmente. Pero una vez que recibimos a Jesús como nuestro Salvador, pasamos a estar
vivos en Él (Ro 6.11).
Pablo quería que entendiéramos que tenemos una nueva libertad, una nueva naturaleza y un
nuevo patrón de conducta. Para ejemplificarlo, escogió las imágenes de la circuncisión y el
bautismo (Col 2.9-17), los cuales proporcionan un punto de partida para que comprendamos
la verdad fundamental de la gloria de estar vivos en el Señor.
Si utilizamos el razonamiento humano para comprender una verdad espiritual como ésta,
seremos confundidos. Solo por medio de la enseñanza del Espíritu Santo podemos comenzar
a comprender todo su significado. Además, la Palabra de Dios viva debe ser experimentada.
Podemos conocer el hecho de que Jesús nos ha dado una nueva naturaleza, pero solo cuando
experimentemos esta nueva naturaleza y la libertad que ella da, descubrimos realmente el
significado bíblico de haber sido “vivificados”.
Piense en el bautismo y la circuncisión. Haga a un lado la lógica humana y confíe en el
Espíritu Santo para entenderlo. Acepte que usted es una nueva creación —que la vieja
naturaleza ha desaparecido y ha sido sustituida por la nueva (2 Co 5.17). El gozo espiritual
llenará su ser cuando experimente la verdad de estar plenamente vivo en Cristo.
El llamado a la santidad
Leer | 1 Pedro 1:13−2.3
31 de julio de 2014
Los creyentes somos llamados a ser un pueblo santo. Santidad significa ser apartados por
Dios para sus propósitos. Este proceso de santificación comienza cuando recibimos a
Jesucristo como nuestro Salvador personal, y continúa por el resto de nuestras vidas.
El Espíritu Santo hace que nuestra voluntad y nuestros anhelos estén en armonía con los
suyos. Al someternos a su dirección, comenzaremos a desear lo que Él desea. Con su guía,
decidiremos consagrar nuestra conducta, nuestra conversación y nuestro carácter a Dios
solamente. El Espíritu nos enseña cómo hacer de la santidad un modo de vida, en vez de
verla como algo inalcanzable. Dios nos ha colocado donde vivimos y trabajamos, no para
aislarnos sino para reflejar quién es Cristo mientras nos relacionamos con otras personas. Si
estamos en el proceso de ser conformados a la semejanza del Señor Jesús, entonces cuanto
más vivamos y maduremos espiritualmente, más podrán los demás reconocer al Salvador en
nosotros. Nuestros corazones deben volverse más suaves, y desear amar y servir más a otros.
Si somos embajadores de Cristo, entonces nuestras vidas deben ser santas; de lo contrario, lo
estamos representando mal. Si somos el cuerpo de Cristo, entonces nuestras manos son sus
manos; nuestros ojos, sus ojos; y nuestros pies, sus pies. Cuando permitimos que Jesús
hable, ame y sirva por medio de nosotros, los demás se verán impulsados a preguntar por
qué tenemos vidas tan vibrantes. Todos los seguidores de Cristo son llamados a ser santos.
Responder a este llamado cada día, es hacer nuestra la Gran Comisión.
Prepare su corazón con ayuno
Leer | Mateo 13.1-23
30 de julio de 2014
En la parábola del sembrador, Jesús enseña que se necesita un buen suelo para producir una
cosecha abundante. Advierte contra plantar semillas en pedregales, y habla también de lo
peligrosos que son los espinos que ahogan las plantas. Aplica directamente la parábola a
nuestra vida espiritual, explicando que la semilla es la Verdad de Dios; es solamente en el
suelo de un corazón fiel y devoto que se recibe la Palabra y se produce la abundante cosecha
espiritual. De hecho, dice que el suelo que está preparado para recibir lo que se siembra,
puede producir 30, 60 ó 100 veces lo que se siembra.
Muchas personas dan testimonio de que Dios ha usado el ayuno bíblico para preparar sus
corazones para recibir su verdad. Eso los ha preparado para la siembra de la Palabra, y por
medio de eso, recibir mayor comprensión y dirección (Ro 10.17). Durante las horas de ayuno,
se apartan de las preocupaciones terrenales y pasan su tiempo concentradas en las cosas
celestiales. Fue entonces que Dios les mostró las rocas y gruesas raíces que han enredado sus
corazones e impedido su crecimiento espiritual. Por medio de su Espíritu, Él también les dio
el valor de confesar y arrepentirse, y las fuerzas para obedecer.
¿Cuál es la condición del suelo de su corazón? ¿Cuánta “preparación” hay que hacerle para
que usted pueda recibir una mayor siembra de la Palabra? Dios desea quitar las rocas y las
malezas que hay en nuestras vidas, y eliminar cualquier suelo duro; el ayuno bíblico nos
prepara para tal siembra. Dios está llamando a su pueblo a consagrarse a Él. ¿No le gustaría
venir ante Él para que le prepare?
El ayuno bíblico
Leer | Salmo 42.1-2
29 de julio de 2014
“Mi amor...” La única respuesta que provoca esto es un distraído “Aja” acompañado por el
sonido producido al pasar las hojas del periódico. “¿Puedo hablar contigo?” Una vez más la
respuesta es “Aja”, seguida de un silencio. Luego se oyen unos pasos que se alejan. ¿Alguna
vez experimentó usted algo parecido?
Todos hemos sido culpables de desatender a las personas que amamos. Es tanto lo que clama
por nuestra atención, que a veces rehuimos el esfuerzo de invertir en una relación. Lo triste
es que podemos hacer lo mismo con Dios. Pero no queremos eso, ¿verdad?
El ayuno bíblico es una manera de ayudarnos a re-enfocarnos en nuestra relación con Dios.
El ayuno nos prepara para concentrarnos en Él. Es una oportunidad para poner de lado otras
cosas, a fin de buscar su rostro y escuchar su voz. Es un tiempo de preparación que nos lleva
a fijar nuestra atención en la voluntad y en los propósitos del Señor para nosotros.
Hay quienes nunca han probado el ayuno porque les parece demasiado extraño. No saben
por dónde empezar a buscar o cuándo encontrar el tiempo para hacerlo. Pero si ven el ayuno
como una experiencia de fe que agudiza nuestra visión espiritual, que acrecienta nuestro
deseo de Dios, y que nos lleva a comprender mejor su dirección —desearan probarlo.
¿Anhela conocer mejor a Dios? ¿Necesita conocer su voluntad? El ayuno bíblico es una
disciplina espiritual que le ayudará a tener un oído más agudo, una mente más clara, y unos
ojos firmemente fijados en el Señor y en sus planes. ¿Qué tal si descubre esto por sí mismo?
El “paquete de beneficios” de Dios
Leer | 2 Timoteo 3.14-17
28 de julio de 2014
Este mundo ofrece planes financieros, programas para perder peso, y una multitud de otras
oportunidades que aseguran rendir resultados beneficiosos. Pero nada es más provechoso
para nosotros que las Sagradas Escrituras.
Los planes de Dios no se limitan a la salvación. Su objetivo es que usted sea transformado
conforme a la imagen de su Hijo, y la herramienta que utiliza para lograr su propósito es la
Biblia. El pasaje de hoy esboza su programa de conjunto para su transformación espiritual.
El fundamento es la enseñanza de las verdades básicas de la Biblia. Estas doctrinas sobre el
carácter y la obra de Dios son un ancla para nuestras almas en las tormentas de la vida, y nos
protegen del engaño. Puesto que todos somos pecadores, la perfección es imposible. Pero
cuando la Biblia nos reprende, somos redargüidos por los pecados que cometimos.
Después de esto viene la corrección. El Señor nunca nos redarguye y nos deja en el caos que
hemos hecho. Nos da lo que necesitamos para arreglar las cosas.
El último paso es la instrucción en la justicia. Piense en esto como un curso privado de
discipulado con la Palabra de Dios. Si obedecemos la instrucción y la disciplina de la Biblia,
creceremos en obediencia y santidad, y con el tiempo necesitaremos menos corrección.
La plena participación del paquete de beneficio de Dios implica tres pasos: Leer la Biblia
cada día; creer todo lo que Dios señala en su Palabra —no solamente las partes que nos
resulten gratas (He 4.2); y hacer lo que Él dice. De esa manera, usted estará equipado para
cumplir el propósito que Dios tiene para usted.
Un Dios de amor
Leer | Efesios 3.17-19
25 de julio de 2014
El amor de Dios no se basa en nuestra manera de ser ni en nuestros logros. Sabemos esto por
la promesa de Juan 3.16, y por su acción al enviar a Jesús a morir en nuestro lugar (1 Jn
4.10).
La manera como el Salvador actúa con las personas, nos demuestra la profundidad del amor
de Dios. Judas Iscariote, uno de los doce discípulos de Jesús, ministró en estrecha
colaboración con el Señor durante tres años, pero al final decidió traicionarlo. Aunque Él
sabía lo que haría Judas, Jesús nunca lo rechazó. Por amor, el traicionado fue clemente con
el traidor.
En otro ejemplo, una mujer sorprendida en adulterio estaba a punto de ser muerta a
pedradas por su transgresión. Fue condenada por los líderes religiosos, pero Jesús intervino
para protegerla. Luego, por amor, le ordenó que no pecara más (Jn 8.11).
Además tenemos a Pedro, quien amaba al Señor Jesús y deseaba seguirlo siempre. Sin
embargo, en un momento de debilidad negó incluso conocerlo. Aunque Jesús sabía de
antemano que el discípulo iba a hacer esto, su amor por este hombre no menguó. Él
demostró esta realidad al aparecerse a Pedro después de la resurrección.
Dos ejemplos finales son Zaqueo, el codicioso cobrador de impuestos que se aprovechaba de
sus compatriotas; y la mujer samaritana que, tras una serie de relaciones destruidas, estaba
involucrada en un estilo de vida inmoral. Nada de esto impidió que Jesús se acercarse a
ambos para brindarles su amor perdonador.
Por la fe en Jesús, cualquier persona —aun el peor pecador— puede convertirse en un hijo de
Dios y experimentar la abundancia de su amor. Nadie está más allá de su alcance.
Pedro: Una persona común y corriente
Leer | Mateo 4.18-20
22 de julio de 2014
El apóstol Pedro fue una persona común y corriente que vivió en un tiempo extraordinario.
La suya fue la generación en la cual Jesús vivió en la Tierra y murió por la salvación de la
humanidad.
Fue Andrés quien trajo primero a su hermano Pedro (llamado originalmente Simón), para
que conociera al Señor (Jn 1.40-42). Cuando Jesús los invitó a convertirse en sus discípulos,
ambos hermanos dejaron de inmediato su actividad de la pesca, y se pusieron bajo la
autoridad de Cristo (Mt 4.20).
Pedro se convirtió en un seguidor apasionado que demostró siempre el ansia de estar cerca
del Salvador. Ya se tratara de encontrarse con el Señor Jesús en el agua durante una
tormenta (14.27-29) o de hablar con Él durante su transfiguración (17.1-5), Pedro estuvo
dedicado al servicio de su Maestro.
Al comienzo, el antiguo pescador era rápido para hablar y actuar, y esa impulsividad lo metió
en problemas. Por ejemplo, cuando el Señor Jesús estaba hablando de su inminente
sufrimiento y muerte, Pedro no estuvo de acuerdo, como si él supiera más que el Señor. La
reprimenda de Cristo fue rápida y directa (16.21-23). El apóstol aprendió de sus errores, y
más tarde le fue dada una gran responsabilidad. Pedro es un buen ejemplo de cómo debemos
deshacernos de los deseos personales, aceptar de todo corazón la voluntad del Señor Jesús, y
andar estrechamente con Él (Mr 8.34).
El Señor escoge a personas nada excepcionales como Pedro, usted y yo, para edificar su
Reino. Cuando lo hacemos, Él hace por medio de nosotros más cosas de lo que jamás
pudiéramos imaginar.
Los deseos de nuestro corazón
Leer | Salmo 37
19 de julio de 2014
El Señor nos ha dado muchas promesas maravillosas. Pero, lamentablemente, una de ellas es
malinterpretada con frecuencia. No es raro que alguien me hable de algo que pidió en
oración, y que añada después: “Dios ha prometido concederme los deseos de mi corazón”.
Esto hace que el Señor parezca más una tienda de juguetes que un Padre sabio. Cuando se
interpreta el Salmo 37.4, dentro del contexto correcto, podemos entender el principio de
Dios en cuanto a concedernos los deseos de nuestro corazón.
Deleitarse en el Señor (v. 4) significa gozarse en conocer más a Dios y en obedecer su
voluntad. Pasar tiempo con el Padre celestial aprendiendo lo que le agrada, y pidiéndole
discernimiento para tomar decisiones sabias, tiene dos resultados. Primero, el Espíritu Santo
armoniza los deseos de nuestro corazón con las Sagradas Escrituras; y, segundo, nos
preparamos para recibir bendiciones.
El deleite en Dios se deriva de la dedicación a Él. Cuando encomendamos nuestro camino al
Señor (v. 5), permitimos que su voluntad y sus mandatos moldeen nuestros pensamientos,
estilo de vida y metas. En otras palabras, reconocemos su derecho a determinar si nuestro
anhelo se ajusta a su plan.
Tal vez la parte más difícil para que nos sean concedidos los deseos de nuestro corazón, sea
esperar que se materialicen. No obstante, la Palabra de Dios insiste en que descansemos en
el Señor y que esperemos pacientemente en Él (v. 7).
Dios promete concedernos los deseos de nuestro corazón en el tiempo de Él, siempre y
cuando nuestras peticiones estén en armonía con su voluntad.
Para vencer el desánimo
Leer | Nehemías 2.1-9
18 de julio de 2014
A lo largo de la vida, el desánimo nos causará sentimientos temporales de desilusión. Pero si
sufrimos una y otra vez contrariedades, el desánimo puede alojarse en nosotros y afectarnos
de diversas maneras.
Primero, se produce una división en nuestra mente. Nos resulta difícil concentrarnos, no
importa dónde estemos o quiénes estén con nosotros, seguimos pensando en la desilusión.
Luego, buscamos a alguien a quien culpar. Es fácil pensar que nos sentiremos mejor diciendo
que el problema es por causa de otra persona, e incluso señalar a Dios por permitir la
prueba.
A medida que nuestra actitud empeora, comenzamos a enfocarnos en lo que no nos gusta o
no tenemos, hasta que estallamos de cólera porque personas o circunstancias nos han
fallado.
Con el tiempo, el desánimo conduce a tomar decisiones poco sabias. Con una mente dividida,
un enfoque equivocado, una actitud negativa e ira en el corazón, no pensaremos con claridad
ni actuaremos de una manera agradable a Dios.
De la historia de Nehemías podemos aprender cómo vencer el desánimo. Después de orar,
debemos esperar en Dios con la confianza en lo que Él hará. El Señor movió el corazón del
rey, quien se mostró solidario con su copero dándole los soldados y lo que iba a necesitar.
Nehemías aceptó la ayuda y se adelantó para reconstruir Jerusalén.
Dios moverá los corazones y enviará a las personas necesarias para ayudarnos en los
momentos de desánimo. ¿Acudirá usted al Señor con esperanza, y aceptará la ayuda que Él le
envíe?
Orar con la actitud correcta
Leer | Proverbios 16.5
16 de julio de 2014
En lo que se refiere a nuestra capacidad de escuchar la voz de Dios, pocas cosas tienen más
importancia que nuestra actitud. Si venimos a Él con rebeldía u orgullo no podremos
escucharle, pues estaremos totalmente desenfocados del Señor. No podemos esperar verle si
estamos mirando en la dirección equivocada. Por tanto, necesitamos reexaminar la manera
en que nos acercamos a Dios. Específicamente, tenemos que estar conscientes de tres
aspectos cruciales:
Primero, debemos venir sumisamente a nuestro Padre celestial, inclinándonos
con humildad delante de Él, y dándole las gracias por su accesibilidad. Como dice el
versículo de hoy, el orgullo es algo que Dios aborrece absolutamente. Él no tolerará que
vengamos a su presencia con arrogancia en nuestros corazones.
Segundo, debemos tener confianza en Dios, sabiendo que Él nos guiará en la
dirección correcta, y nunca nos dirigirá por el camino equivocado. Recordar su fidelidad en
el pasado puede hacer crecer nuestra confianza.
Tercero, debemos estar agradecidos y expresarlo con palabras, demostrando que
reconocemos y apreciamos las innumerables bendiciones que ha derramado sobre nosotros.
Debemos demostrar, como se dice, una “actitud de gratitud”.
Si venimos al trono de Dios con sumisión, confianza y gratitud, escucharemos a nuestro
Padre. Pero si estas características no están presentes en nuestra vida, es posible que no
lleguemos a conocer su mensaje. Piense en su actitud en cuanto a estos tres aspectos, y
pídale al Señor que reoriente su corazón y su mente hacia su perfecta voluntad.
Las recompensas de pasar tiempo con Dios
Leer | Salmo 63.1-8
15 de julio de 2014
Comunicarse con Dios es siempre una bendición, pues el creyente que pasa tiempo a solas
con el Padre celestial puede esperar grandes recompensas. Por ejemplo, los salmos del rey
David hablan a menudo de la paz de su alma y de las energías renovadas que experimentaba
por su tiempo en la presencia de Dios. Nuestro espíritu se aquieta con la oración, de modo
que la preocupación y la frustración se mitigan. Cuando el Señor nos renueva interiormente,
podemos sentir que desaparece la tensión de nuestros músculos. Ni siquiera el poeta David
puede explicar cómo sucede, pero la adoración al Señor resulta en nuevas energías en
nuestro ser.
Y como si eso no fuera suficiente, nuestras emociones sufren el mismo efecto. Los domingos
después de la predicación, termino agotado. Sin embargo, he descubierto que la cura
perfecta es sentarme con la Palabra, y pedirle al Señor una renovada sensación de su
presencia y de su amor.
A pesar de las grandes recompensas que resultan de pasar tiempo en la presencia de Dios,
muchos cristianos evitan hacerlo –especialmente cuando están tratando de ignorar el pecado
de sus vidas. Por eso hay que recordar que el Señor está resuelto a purificar nuestros
corazones para que podamos ser conformados a la imagen de su Hijo.
De manera que, el deseo de hacer frente a cualquier cosa que ponga estorbos a nuestra
conexión con el Padre celestial, llevará a una relación personal más íntima con Él, y traerá
muchas otras bendiciones. El tiempo invertido en su presencia siempre es recompensado.
El perdón de nuestros pecados
Leer | Salmo 103.1-5
14 de julio de 2014
A lo largo de los años he oído a cristianos decir: “Creo que he cometido un pecado
imperdonable”. Y, tal vez, usted también haya dicho lo mismo.
Con base en la autoridad de la Biblia, puedo decirle sin reservas que Dios le ama, y que Él
perdona a todos los que ponen su fe en Cristo como Salvador. La Biblia dice que:
• Con su sangre, Jesús pagó toda nuestra deuda de pecado (Mt 26.28). Todo pecado —sin
excepción (Col 2.13, 14).
• El perdón es dado a toda persona que cree en Jesús (Hch 10.43), y se mantiene al alcance
de todos los creyentes (1 Jn 1.9).
• Nuestro perdón por el pecado se basa en la abundancia de gracia de nuestro Padre celestial,
que supera siempre al agravio (Ef 1.7, Ro 5.20).
• Dios no mantiene un registro de los pecados pasados, presentes o futuros para usarlos en
nuestra contra (Ro 8.1; 2 Co 5.19).
Para reconciliarnos con Él, envió a su Hijo para morir en nuestro lugar. Aceptó el sacrificio
de Cristo como pago total por nuestros pecados. Él ofrece el perdón únicamente sobre la
base de nuestra relación con Jesús, no de nuestros méritos. Gracias a nuestra fe en la obra de
Cristo en la cruz, podemos estar seguros de que hemos recibido y que seguiremos recibiendo
su misericordia divina.
La Biblia nos asegura que no existe transgresión imperdonable para Dios. Esto no es una
licencia para pecar, ¡muy al contrario! El perdón divino debe motivarnos a buscar la
santidad. Si usted duda del perdón de Dios, lea otra vez los versículos mencionados
anteriormente, y agradézcale a Dios por ese regalo tan grande.
Algo tiene que cambiar
Leer | Efesios 4.22-32
12 de julio de 2014
¿Por qué es difícil seguir el camino de obediencia? Como dijimos la semana pasada, dentro
de todo creyente hay dos tendencias en conflicto: El viejo yo –o “la carne”– y la santidad de
la nueva naturaleza en Cristo. Las características de estas inclinaciones opuestas están
retratadas en los versículos de hoy. La calidad del perdón, o la falta del mismo, determinarán
en gran medida la tendencia que predomina en nuestra vida.
El resultado inevitable de la falta de perdón es la ira, la amargura y el rencor. Al negarnos a
perdonar, dejamos que la vieja naturaleza domine y produzca su venenoso fruto. Todos los
aspectos de nuestra vida son afectados cuando nos negamos a brindar el perdón que Cristo
nos dio con tanta generosidad —en esencia, estamos tratando a quienes nos rodean como no
quisiéramos jamás que el Señor nos tratara.
Aunque un agravio puede rompernos el corazón o herir nuestra autoestima, el negarnos a
perdonar le impide a Dios redimir la herida. Queremos que Él trasforme a la persona que
nos hizo daño y que le haga lamentar lo que hizo, pero a veces, el Señor lo que quiere es
transformarnos. El perdón nos ayuda a vivir a la manera de Cristo, y nos permite ver a los
demás con ojos de gracia y misericordia.
Lea de nuevo los versículos 31 y 32. ¿Cuál le describe? Como creyentes, anhelamos
demostrar las cualidades de nuestra nueva naturaleza, pero el Señor puede producirlas
solamente si estamos dispuestos a sustituir ofensas y resentimientos con el perdón de
nuestro corazón. Algo tiene que cambiar —deje que sea usted.
El significado de la Cruz
Leer | Mateo 16.21-27
9 de julio de 2014
El plan redentor de Dios está presente en toda Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis. En el
centro del plan está el Calvario, el lugar donde murió Jesús para que nosotros pudiéramos
ser perdonados. Al leer las Escrituras, vemos que la cruz es símbolo de...
Salvación. Jesús llevó nuestros pecados en la cruz y murió en nuestro lugar para que
pudiéramos ser reconciliados con el Padre y recibir la vida eterna.
Sacrificio. Cristo, “siendo por naturaleza Dios” (Fil 2.6 NVI), decidió renunciar a la
perfección del cielo para vivir entre pecadores. Al dejar de lado su autoridad divina, nació
como un bebé indefenso, totalmente dependiente de otros. Sus primeros treinta años los
pasó en el anonimato, sin el reconocimiento de su mesianismo. Durante su ministerio
público cumplió fielmente el plan de Dios desde el comienzo y hasta su muerte en la cruz (Ro
12.1).
Servicio. Jesús dijo que “no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en
rescate por muchos” (Mr 10.45). El mayor acto de servicio de Cristo fue morir en la cruz para
que pudiéramos tener vida eterna. Nuestro Salvador nos llama a negarnos a nosotros
mismos, y a seguirlo mediante el servicio a los demás (Lc 9.23).
En nuestra generación, el éxito se mide según los logros. Admiramos a quienes tienen éxito
en los deportes, los negocios y las artes. Sin embargo, la grandeza en el reino de Dios se
encuentra en una vida de obediencia. ¿Está usted obedeciendo su plan y ayudando a otros
como lo hizo Jesús? ¿Ha compartido las buenas nuevas de Cristo con ellos?
La gracia para vencer
Leer | 2 Corintios 12.7-10
7 de julio de 2014
El Señor afirma que su gracia es suficiente para cada situación dolorosa que afrontemos. Por
su abundante bondad, amor y misericordia, no tenemos que dejarnos vencer por el
desaliento, renunciar a la esperanza, o alejarnos de su plan. Sabemos que la gracia de Dios
está obrando en nosotros cuando...
Tenemos fuerzas para perseverar. Por medio del Espíritu Santo que mora en nosotros,
Dios libera su poder sobrenatural en nuestra vida para que podamos seguir sin rendirnos
(Hch 1.8).
Un espíritu de confianza en Él se enciende en nuestros corazones. La gracia nos
ayuda a creer que Dios sacará algún bien de nuestros problemas (Ro 8.28).
Sentimos su presencia y nos concientizamos de su auxilio constante.
Mantenemos nuestro enfoque en el Señor. La gracia nos ayuda a desviar la atención
de nuestra situación y ver la suficiencia de Dios.
Confiamos que Dios nos dará la victoria. No simplemente para sacarnos a flote, sino
para que nuestra fe crezca.
Estamos seguros de la soberanía de Dios. El Señor conoce nuestras debilidades. Por
eso ha prometido poner un límite a nuestras pruebas —a lo que nuestras debilidades,
fortalecidas por su poder, pueden soportar (1 Co 10.13).
El apóstol Pablo había sufrido naufragios, cárceles y golpizas, dificultades mucho peores a las
que la mayoría de nosotros enfrentamos. Sin embargo, no se dio por vencido porque se
acogía a la gracia de Dios que encontraba suficiente para cada circunstancia. ¿Dónde
necesita usted una infusión de gracia para no darse por rendido?
La gracia para seguir adelante
Leer | Romanos 16.17-20
5 de julio de 2014
“No soporto más”. “Me rindo”. “Renuncio”. Estas son palabras que pueden afectar
profundamente la vida de otros, así como la nuestra. Veamos tres factores importantes que
podrían causar que expresemos estos sentimientos.
Primero, Satanás y la influencia de sus ángeles caídos pueden hacer que decidamos alejarnos
del plan de Dios y que busquemos una manera inmediata de salir de los problemas. El diablo
trata de redirigir nuestra atención de la esperanza en Jesucristo, a nuestras emociones
negativas. Su estrategia es hacer que nos sintamos desanimados e impotentes para que
seamos menos efectivos para Dios.
La segunda razón por la que dejamos de seguir el plan de Dios es la influencia de nuestra
cultura. Los incrédulos están siempre listos para dar sus consejos a los creyentes, y con
mucha frecuencia encontramos atractivos los métodos y la “sabiduría” del mundo. Se
necesita la dirección divina si queremos diferenciarnos del pensamiento de los no creyentes,
y aun así permanecer lo suficientemente cerca de ellos para poder comunicarles el sentir y el
mensaje de esperanza de Dios.
Tercero, nuestras inclinaciones naturales están en conflicto con nuestra nueva naturaleza, lo
que nos tienta a abandonar el camino de Dios (Ro 8.8). El sacrificio no es cómodo; nuestra
tendencia innata es hacer lo que nos haga sentir bien, y que sea para beneficio nuestro o de
las personas que amamos.
Dios declara que su gracia es suficiente para que sigamos adelante en toda situación. Lo cual
significa que nunca tendremos por qué darnos por vencidos.
¿Quién es su amo?
Leer | Mateo 16.21-27
10 de julio de 2014
Nadie es totalmente libre. Romanos 6.16 dice que somos esclavos de aquel a quien
obedecemos —o somos esclavos del pecado, o lo somos de la obediencia al Señor. Ya que
todo ser humano nace con una naturaleza caída, ser el amo de nuestra propia vida es lo
mismo que ser esclavo del pecado.
La solución de nuestro Padre celestial para esta malsana situación es el sometimiento a Él.
Pero a menudo pensamos: Si le doy el control al Señor, entonces lo pierdo yo –lo cual me
aterroriza. Dios podría llevarme en una dirección que no quiero ir.
Cuando el miedo se filtre en su corazón, piense en los atributos del Señor. Él es santo y puro;
tiene sabiduría infinita, conocimiento perfecto y comprensión eterna de las cosas; Él le ama y
tiene el poder para cambiar todas las cosas para bien (Gn 50.20).
Si el Señor tiene autoridad plena sobre usted, todos los demás amos tienen que ser
destronados. El Espíritu Santo no se moverá en la vida de creyentes que toleren el pecado. La
gracia de Dios cubre la culpa de nuestras transgresiones, pero no puede utilizarse para
justificar la desobediencia constante (Ro 6.1, 2). Entristecemos al Espíritu cuando decimos sí
al pecado, y lo apagamos cuando decimos no a Dios (Ef 4.30; 1 Ts 5.19).
No se desanime por la magnitud de este llamado al sometimiento a Dios. Ninguno de
nosotros puede alcanzar la perfección, pero cada vez que demos un paso de obediencia,
disminuirá el poder del pecado sobre nosotros. Si persevera comenzará pronto a vivir libre
de la esclavitud y vivir para el Amo más maravilloso.
Cuando no escuchamos a Dios
Leer | 2 Timoteo 4.1-4
2 de julio de 2014
En su segunda carta a Timoteo, Pablo le encarga la tarea de predicar la Palabra de Dios, y de
amonestar y reprender con mucha paciencia (2 Ti 4:2). Es poco probable que un pastor
pueda tener un trabajo más difícil que éste, ya que pocas personas responden bien a la
corrección. Lo que usted hace cuando es criticado es un buen indicador de la madurez de su
fe. La Biblia nos dice que “el que tiene en poco la disciplina se desprecia a sí mismo”,
mientras que “el que escucha las reprensiones adquiere entendimiento” y “morará entre los
sabios” (Pr 15.31, 32LBLA).
Cada vez que enfrentamos la crítica podemos aceptar la corrección y crecer, o rechazarla y
comenzar a descender por la resbaladiza pendiente descrita en 2 Timoteo 4. En este pasaje,
Pablo habla de la conducta de quienes se cansan de la corrección. Dice que rechazarán la
sana doctrina y que, en vez de eso, buscaran maestros que les digan lo que quieran escuchar
(v. 3). Esto significa que tratarán de buscar iglesias o maestros de religión que no pongan en
práctica todas las amonestaciones de Dios y su Palabra. Entonces “apartarán de la verdad el
oído y se volverán a las fábulas” (v. 4).
No podemos permitirnos “apartar nuestros oídos”, ni siquiera de críticos que sean
inmaduros, ignorantes o mal intencionados. Recuerde que, si Dios habló por medio de la
asna de Balaam (Nm 22.28), Él puede hablar por medio de cualquiera. Esté, entonces, atento
para mantener los oídos abiertos a la voz de Dios, sin importar la forma en que ella pueda
venir
Dios y los períodos de espera
Leer | Génesis 16.1-6
1 de julio de 2014
¿Le ha dado Dios una visión que hasta ahora no se ha cumplido? ¿Le ha asignado una tarea
que está sin terminar, aunque usted ha hecho todo lo que sabía que debía hacer?
Los períodos de espera han sido creados por Dios con propósitos específicos. A veces, son
para prepararnos para su respuesta. Él puede estar esperando para cumplir su plan, pues es
posible que haya algo en nosotros de lo que necesite ocuparse —quizás de algunas asperezas
que deban ser suavizadas o una relación que deba ser restaurada. También puede estar
sometiendo a prueba nuestra fe al sondear su profundidad y ensanchar sus límites para
demostrarnos su fidelidad. O puede estar usando un período de sequía espiritual para
corregirnos: Dios no premiará al creyente que esté viviendo en rebeldía.
Oswald Chambers nos aconseja esperar en el Señor mientras nos prepara para sus
respuestas. Es imperativo que oremos y confiemos en Dios durante esos períodos, y
esperemos a estar seguros de conocer su voluntad. De hecho, puede ser peligroso escuchar a
otros en vez del Señor. Incluso personas con buenas intenciones pueden estar equivocadas;
vemos la mala decisión que tomó Abram después de seguir el consejo de su esposa. El
resultado fue que la sierva de Sarai, Agar, concibió un hijo de Abram, que ciertamente no era
parte del plan del Señor.
Cualquier cosa que no sea el plan de Dios, y que no se haga en el tiempo de Él, equivale a
poner la confianza en uno mismo. Dependa del Espíritu Santo cuando tenga que tomar una
decisión; cualquiera otra forma de proceder puede tener repercusiones graves y
permanentes.
¿Realmente importa tener un padre?
Leer | Efesios 5.22 − 6.4
14 de junio de 2014
Un gran engaño que se ha popularizado en los últimos tiempos, es que para un niño es
irrelevante crecer con su papá. Esto se debe a que los hombres son, por lo general, vistos
como egocéntricos e ignorantes. La madre es descrita como la persona que viene al rescate y
que resuelve con sensatez los problemas de la familia. Por otra parte, la ocurrencia frecuente
del divorcio y la ausencia del hombre en el hogar, ha llevado a muchas personas a considerar
a los papás innecesarios.
Pero veamos lo que dice el Señor acerca de los hombres. Después de todo, Él creó a la familia
y estableció los roles para cada miembro. Primero, Dios ha determinado que el esposo sea la
cabeza de la esposa (Ef 5.23). Segundo, prescribió que los hijos deben honrar y obedecer a
sus padres (6.1, 2). Esto no tiene nada que ver con el valor; Dios está simplemente
describiendo las áreas de responsabilidad. Todas las personas son valiosas —incluyendo los
padres.
De acuerdo con la Palabra de Dios, los padres deben ser honrados. Sé que algunos hombres
no experimentaron la bendición de ser criados en un hogar liderado por un hombre fiel a
Dios; sin embargo, este mandamiento no depende de las circunstancias o de la persona.
Debemos honrar a nuestros padres por la posición que Dios les ha dado. Aunque nuestros
papás pueden haber fracasado de muchas maneras, debemos de todas maneras tratarlos con
respeto.
En vez de no dar la debida importancia a su padre, o de encontrarle defectos, recuerde las
razones por las que puede estar agradecido por él. El Día del Padre es una buena
oportunidad para expresar a su padre su gratitud con palabras y acciones.
Cuando la trompeta suene
Leer | 1 Tesalonicenses 4.13-18
7 de junio de 2014
En lo que se refiere a los últimos tiempos y al retorno de Cristo, muchos creyentes se sienten
confundidos por el complicado simbolismo que utiliza la Biblia para describir estos
acontecimientos. No hay duda de que hay ciertos misterios en cuanto al fin de la vida como
la conocemos, y Dios ha querido presentar algunos de estos temas en términos peculiares e
interesantes.
Sin embargo, una revelación está muy clara: podemos estar seguros de las escenas, los
sonidos y los sentimientos que rodean el momento cuando el Señor Jesús regrese, como lo
enseña claramente el pasaje de hoy.
Oiremos la grandiosa voz del Señor cuando Él descienda del cielo. La voz de un arcángel y el
sonido de una trompeta de Dios serán también audibles (v. 16).
Veremos a Jesucristo con el arcángel, y los creyentes fallecidos que pusieron su fe en el Señor
serán resucitados para encontrarse con ellos en el aire (vv. 16, 17).
Sentiremos nuestros cuerpos transformados al instante cuando seamos “arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre
con el Señor” (v. 17).
Con estos acontecimientos milagrosos descritos en la Palabra de Dios, no hay razón para
sentir miedo por el regreso de nuestro Salvador. Será un tiempo de adoración y regocijo.
Pase lo que pase en el mundo que nos rodea, desde ahora y hasta ese día, sabemos que
podemos poner nuestra confianza en Jesucristo. Así como lo prometió, regresará —
acompañado por el arcángel y anunciado por una trompeta— para llevar a sus hijos al hogar
celestial por la eternidad.
La importancia del bautismo
Leer | Mateo 3.13-17
6 de junio de 2014
Los niños suelen imitar a los superhéroes. Ellos adoptan los gestos, la indumentaria y la
forma de hablar de su personaje favorito. Como cristianos, tenemos el deber de
identificarnos estrechamente con el Señor Jesús e imitar su conducta de la misma manera en
que los niños imitan a los superhéroes.
El Señor nos ha ordenado seguir su ejemplo en todas las cosas, incluyendo el bautismo (Mt
28.19). Al comienzo del ministerio público de Jesús, Juan el Bautista estuvo llamando al
pueblo judío a confesar sus pecados y a demostrar arrepentimiento mediante la inmersión en
el río Jordán. El Hijo de Dios —que no conoció pecado— pidió a Juan que lo bautizara. El
Señor Jesús se estaba identificando con el hombre pecador. Cuando seguimos su ejemplo en
las aguas del bautismo, estamos confesando públicamente nuestra fe en el Salvador e
identificándonos con Él.
Al participar en el bautismo, demostramos nuestra conexión no solo con Jesús, sino también
con nuestros hermanos en la fe: todos somos miembros de un solo cuerpo bajo la autoridad
del mismo Señor (Col 1.18). Es importante recordar que el bautismo no es un requisito para
la salvación, solamente la fe en Jesucristo lo es (Ef 2.8, 9). Pero, para ser obedientes,
debemos bautizarnos después de tomar la decisión de seguir a Cristo.
La fe no es algo que deba ocultarse, como no se esconde u oculta una luz debajo de un almud
(Lc 11.33). Debe expresarse con palabras y acciones. ¿Ha asociado usted su confesión de fe
con el acto del bautismo?
Cómo ven los niños a Dios
Leer | Efesios 5.1, 2
12 de junio de 2014
La primera imagen de Dios que tiene un niño es su padre terrenal. Nosotros, los cristianos,
pasamos mucho tiempo hablando de cómo preservar o mejorar nuestro testimonio.
Necesitamos vivir nuestra fe delante de los compañeros de trabajo y los amigos; pero
también queremos, en la intimidad de nuestro hogar, que nuestra familia vea a Jesús en
nosotros. Si demostramos perdón, paciencia y aceptación, nuestros hijos esperarán
encontrar esas cualidades en el Padre celestial.
Del mismo modo, las conductas negativas —como la severidad, la indiferencia, o el abandono
emocional— moldean el concepto de un niño en cuanto a Dios. Recuerdo a un joven que vino
a verme preocupado por su salvación. Había recibido a Cristo como su Salvador personal,
pero no estaba convencido de que realmente había sido perdonado. Cuando abrí la Biblia
para demostrárselo, respondió: “Las creo, pero no estoy seguro de que las promesas de Dios
sean para mí”. Pareció sorprendido cuando le pregunté después cómo era su relación con su
padre. Durante nuestra conversación, emergió que su padre muchas veces había hecho
promesas que había dejado de cumplir. Ahora, años más tarde, ese hijo carecía de la
seguridad de que Dios cumpliría su palabra.
Ser un reflejo del Señor no requiere habilidades especiales; la única guía que necesitamos es
la Biblia. Al ver la paternidad como un área de servicio y de ministerio, todos los hombres
son capaces de ser padres exitosos. Como sucede con cualquier servicio hecho a Dios, el
Espíritu Santo da a los padres la sabiduría y la guía que necesitan para criar a sus hijos.
Jesús, el Dios-hombre perfecto
Leer | Juan 20.30, 31
5 de junio de 2014
Existen tres posiciones en cuanto a Jesucristo: Primero, la de las personas que no creen que
Él sea Dios, por lo que rechazan y restan importancia a su obra de salvación, afirmando que
solo fue una buena persona. Segundo, la de quienes aceptan que Jesús es el Hijo de Dios,
pero no tienen una relación personal con Él. Y tercero, la de los verdaderos creyentes que
aceptan a Cristo como Salvador (Ro 10.9).
Efesios 2.1, 2 dice que antes de ser salvos, todos estamos muertos espiritualmente, y viviendo
de acuerdo con nuestra naturaleza pecaminosa. Quienes no tienen una relación personal con
el Señor Jesús se mantienen en ese estado. Sin embargo, cuando una persona pone su fe en
Él, se produce el nacimiento espiritual y se convierte en una nueva creación que ya no vive
más según la carne (Jn 3.3; Ef 2.5;4.24).
Nuestra posición en el Señor afecta nuestras actitudes, emociones, conversación y conducta.
La incredulidad de nuestra cultura ya no se ajusta a lo que somos. Como creyentes, tenemos
que crecer en la semejanza a Cristo y abrazar las ideas, la manera de pensar y las actividades
que agradan a Dios, al mismo tiempo que rechazamos todas las demás.
Jesús es el Dios–hombre perfecto que tomó voluntariamente sobre sí nuestros pecados y
experimentó la ira divina en lugar nuestro. Dios aceptó su muerte como pago total por
nuestros pecados, resucitó de los muertos para ahora estar sentado a la diestra del Padre
Celestial (Ef 1.20), y su Espíritu vive ahora en nosotros. Por tanto, acepte quién es Jesucristo,
y permita que ese conocimiento refuerce su propósito de ser como Él.
¿Qué significa “nacer de nuevo”?
Leer | Juan 3.1-16
4 de junio de 2014
En el pasaje de hoy, el Señor le dice a Nicodemo que nadie puede entrar en el reino de Dios,
a menos que “nazca de nuevo”. Jesús le dio a la frase un significado espiritual que puede ser
familiar para nosotros hoy, pero que Nicodemo no entendió. “¿Cómo puede un hombre
nacer siendo viejo?”, preguntó. ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su
madre, y nacer?” (Jn 3.4).
A pesar de que era un maestro fariseo, a Nicodemo le resultaba difícil entender lo que Jesús
estaba diciendo. Y sospecho que muchas personas —incluso a creyentes y no creyentes— no
tienen hoy una mejor compresión del concepto. Por tanto, tomémonos el tiempo para
entender esta importante idea.
“Nacido de nuevo” es una descripción acertada de lo que significa poner la fe en Jesús como
nuestro Señor y Salvador. Nuestra vida no escambiada cuando iniciamos una relación con
Cristo; en vez de eso, nuestra vida vieja termina, y somos renacidos totalmente en el
Espíritu.
Por consiguiente, tiene perfecto sentido decir que somos “nacidos de nuevo”. Esto significa
que ya no somos lo que éramos cuando estábamos viviendo en pecado. En vez de eso, somos
una nueva creación que existe para dar gloria a Dios (2 Co 5.17).
¿Refleja su vida en Cristo la gloria de Dios, o sigue aferrado a su vieja manera de vivir? Es
importante entender que el Señor no quiere simplemente cambiarle; lo que Él quiere es
rehacerle. Al orar hoy, pida el valor que necesita para rendirse a Dios y para vivir
proclamando que su viejo yo ha muerto. ¡Dios desea hacerle nuevo!
Cómo manejar el agotamiento
Leer | Salmo 62.1, 2
3 de junio de 2014
Debido a la necesidad del mundo por lograr más, de hacer más, y de ser más, es posible que
nos encontremos atrapados en un ciclo interminable de actividad.
Por sí solas, las responsabilidades diarias de la vida pueden parecer pequeñas. Sin embargo,
cuando se juntan día tras día, pueden ser el origen de tensión y un serio agotamiento; y es
entonces cuando debemos dar dos pasos de acción.
Primero, es imperativo que encontremos el tiempo para estar quietos delante del Señor y
descansar en Él. En Marcos 6.31, Jesús dijo a sus discípulos: “Venid vosotros aparte a un
lugar solitario, y descansad un poco”. Descansar en Dios renueva nuestra alma y aquieta
nuestra mente inquieta, lo que nos permite participar de su fuerza.
Segundo, debemos preguntarnos con frecuencia: ¿Son necesarias todas las cosas que hago,
y son las que quiere el Señor? Dios nos da esta instrucción en su Palabra: “Estad quietos, y
conoced que yo soy Dios” (Sal 46.10). En efecto, nuestro Padre celestial quiere que hagamos
una pausa, y que nos demos cuenta de que nuestra vida está en sus manos. Con esta
seguridad, podemos sustituir el afán por el descanso y la confianza. Lo que sea que hagamos
en la vida, debemos hacerlo para la gloria de Dios.
Tómese un tiempo hoy para disfrutar de un momento de quietud delante del Señor. Deje que
Él le dé las fuerzas y el descanso que necesita. Mientras hace esto, pídale que le revele
cualquier aspecto de su vida en la que esté “afanándose” sin necesidad. Él desea dar paz y
descanso a sus hijos.
Cuando nos sintamos agotados
Leer | Isaías 40.27-31
2 de junio de 2014
Casi todos podemos recordar momentos en los que nuestras mentes y nuestros cuerpos se
han sentido extenuados por el trabajo físico y la tensión mental. Si estas condiciones llegan a
ser constantes o extremas es muy fácil que nos agotemos.
Afortunadamente, se nos ha dado un aliciente preciso para esos momentos de agotamiento.
La lectura bíblica de hoy revela tres verdades reconfortantes en cuanto a Dios y su fidelidad
en nuestros momentos de debilidad.
Primero, descubrimos que Dios “no desfallece, ni se fatiga con cansancio” (v. 28). Su fuerza
no ha mermado, ni tampoco disminuirá en el futuro. Él es el mismo Dios ayer, hoy y por los
siglos (He 13.8).
Segundo, encontramos que “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene
ningunas” (Is 40.29). Nuestro Padre celestial no nos frunce el ceño cuando somos débiles.
En vez de eso, nos abraza y nos levanta cuando no podemos ayudarnos a nosotros mismos.
Por último, se nos ha dado una promesa increíble. El versículo 31 dice: “Pero los que esperan
a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se
cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.
La próxima vez que se sienta demasiado cansado o desalentado para seguir adelante,
recuerde que nuestro Dios es infatigable. Él es fiel para dar una provisión de fortaleza
extraordinaria e inagotable a quienes estén dispuestos a esperar su tiempo perfecto. En todas
las cosas, Él da exactamente lo que necesitamos en el momento adecuado.
Lo más importante
Leer | Lucas 11.1-4
31 de mayo de 2014
Muchos de nosotros hemos rediseñado el tiempo de oración para “ajustarlo” al afán de
nuestras vidas y para tener más comodidad, olvidando que lo más importante de la oración
es nuestra relación con Dios.
La oración debe ser un tiempo de separación del mundo para estar con el Señor. Esto tiene
lugar cuando entregamos planes, prioridades y nuestra propia vida al gozo de acercarnos a
nuestro Padre celestial. Es una ocasión para experimentar el amor de Dios, y para expresarle
el nuestro a Él; para recordar que la vida está centrada en el Señor Jesús, y que nuestra
prioridad es obedecerle. Es donde nuestras almas se nutren, y recibimos fuerzas para
continuar.
Para nosotros, como hijos del Rey, la oración es el medio para comunicarnos con Él. Es,
también, una de las maneras fundamentales para recibir sus respuestas. Pero aun más
importante, es un tiempo para deleitarnos en la presencia de Dios nuestro Padre celestial, y
de Jesús nuestro Salvador; y para ser guiados por el Espíritu Santo en la conversación
celestial.
El valor de la oración se ve en la vida de Jesús. Él se apartaba con frecuencia de las
multitudes e incluso de sus propios discípulos con el fin de pasar tiempo considerable con su
Padre. ¿Qué valor le da usted a la oración? ¿A quién o qué busca por medio de sus oraciones?
¿Con qué frecuencia entra en el trono celestial simplemente para pasar tiempo con Dios?
Dedíquese a buscar con ahínco una vida de oración como la de Jesús, teniendo a Dios mismo
como centro de atención y prioridad absoluta.
Cómo gastar sabiamente
Leer | Filipenses 4.11-19
30 de mayo de 2014
Dios confía a cada creyente una parte de sus recursos. Y al igual que cualquier supervisor
sabio, da sus pautas en cuanto a la mejor manera de utilizar su abundancia:
• El desembolso principal. La decisión financiera más sabia del creyente es apartar para
la iglesia la primera parte de sus ingresos. Al impulsar la obra de Dios, y proveer para ella, Él
preserva lo que nos queda (Dt 26.2; Mal 3.10, 11).
• La siguiente prioridad. Dios prometió proveer para nuestras necesidades de todo tipo
(Fil 4.19).
• La búsqueda de objetivos. Después, debemos utilizar el dinero para cumplir con los
propósitos del Señor para nosotros y nuestra familia. Él puede guiarnos a invertir en
educación, iniciar un negocio, o comprar algo —sea lo que sea, el creyente debe buscar con
ahínco la voluntad de Dios y persistir en ella.
• Una tarea noble. Dar a los necesitados es una inversión en el reino de Dios. Si bien no
debemos fomentar la pereza, un acto de misericordia para con un pobre, “es hacerle un
préstamo al Señor; [y] Dios pagará esas buenas acciones” (Pr 19.17 NVI).
• Usos de lo que queda. Lo último en la lista es la satisfacción de los deseos. Los creyentes
que se deleitan en el Señor también le obedecen. Él los bendice después con cosas buenas
(Sal 37.4).
Los buenos mayordomos preguntan: “¿Cuál es tu voluntad en cuanto al dinero que me has
dado?” Usted se sorprenderá de cuán gratificante es vivir de acuerdo con los principios
bíblicos. Hasta un poco de dinero parece más que suficiente cuando se gasta como el Señor
espera.
¿Por qué permite Dios el mal?
Leer | Génesis 2.15-17
24 de mayo de 2014
Cuando los creyentes hablan de cómo y cuándo entró el mal en el mundo, la mayoría señala
la tentación de la serpiente a Eva. Pero, en realidad, hay que remontarse al momento en que
Dios plantó el árbol de la ciencia del bien y el mal. Al ofrecer a Adán y Eva la alternativa de
elegir entre la obediencia y la rebeldía, Dios permitió que el mal entrara en su creación
perfecta.
Ahora bien, usted probablemente se estará haciendo la pregunta que inquieta a muchos
creyentes y no creyentes: ¿Por qué Dios permite el mal? Por años, se han dado algunas
respuestas insatisfactorias; por ejemplo, que eso no le importa al Señor, o que Él es
impotente para evitar el mal. Tales respuestas contradicen lo que Dios dice de sí mismo en
las Sagradas Escrituras (Ro 5.8; Sal 47.8). La verdad es que nuestro amoroso Padre celestial
tiene autoridad absoluta sobre este mundo.
Dios tuvo una razón para dejar que el mal entrara al mundo. El árbol del conocimiento era
un campo de prueba. Adán y Eva tuvieron que elegir entre la rebeldía y el amor, el mal y el
bien, la desobediencia y la obediencia. Puesto que el Señor deseaba el amor de los seres
humanos que Él creó, tenía que ofrecer una alternativa, o bien prescindir de todo el proceso
de la creación, o bien programar a la humanidad como robots que le dieran gloria y
alabanzas.
El Señor nos asegura dos cosas en cuanto al mal. Primero, su propósito no es que pequemos
(Stg 1.13). Él desea que tengamos intencionalmente una vida santa, para que el mal no
encuentre lugar en nuestros corazones. Segundo, cuando seamos tocados por el mal, Él usará
la situación para nuestro bien (Ro 8.28).
Maneras prácticas de llevar las cargas
Leer | 1 Tesalonicenses 5.14
23 de mayo de 2014
En todas partes hay personas que sufren, pero a veces no sabemos qué decir o hacer para
aliviar su dolor. He aquí seis maneras prácticas para ayudar a llevar las cargas de los demás:
1. Estar allí. A veces el mejor “método” de ayudar es simplemente estar presente. En
nuestras horas más tristes, no necesitamos a alguien que trate de arreglarlo todo; solo
necesitamos un amigo.
2. Escuchar. No intente dar respuestas o decirle a la persona qué es lo que tiene que hacer.
Las almas heridas muchas veces solo quieren tener un oído atento para poder expresar lo
que hay en su mente.
3. Compartir. Nunca haga alarde de ser alguien que al parecer tiene todas las respuestas.
En vez de eso, comparta sus fracasos, y permita que ayuden a otros.
4. Orar. Hay poder en pronunciar delante del Señor los nombres de las personas. Cuando
los demás escuchan a alguien hablar con Jesús a su favor, comienza a menudo a producirse
la sanidad.
5. Dar. A veces, ayudar a los demás implica más que un apretón de manos o un abrazo
cálido. Tal vez necesiten algo económico o material. Una de las mejores maneras de medir
nuestra sinceridad es nuestra disposición a dar a los demás.
6. Sustituir. Usted puede conocer a alguien que está llevando la carga de cuidar a otra
persona. Si interviene y toma su lugar por un tiempo, está imitando a su Salvador —Él,
también, fue un sustituto.
Ya que no éramos capaces de hacerlo por nosotros mismos, Jesús cargó con todos nuestros
pecados y sufrimientos. Si Cristo hizo eso por nosotros, ¿cómo podemos decir: “Estoy
demasiado ocupado para llevar la carga de otra persona”?
Los peligros de la enseñanza falsa
Leer | Gálatas 1.6-9
21 de mayo de 2014
La Palabra de Dios es viva y eficaz, y penetra el alma humana (He 4.12). Considere cuán
poderosa es la Sagrada Escritura que puede transformar los corazones, salvar vidas de la
condenación eterna y dar esperanza a los desesperados.
¿Es de extrañar, entonces, que la Biblia sea un campo de batalla para Satanás? El diablo hará
todo lo posible para destruir su mensaje y tergiversar su verdad.
Nuestro Padre celestial nos ha permitido, por su gracia, saber que el resultado de esta batalla
es la victoria de la verdad. Pero aunque el Señor tiene la victoria final, Satanás puede ganar
terreno entre las personas. Sus tácticas son peligrosas y engañosas para los incautos. Por esta
razón, debemos evitar sus ataques, que son difíciles de reconocer a menos que estemos
preparados.
La enseñanza falsa es una de las tácticas preferidas de Satanás para llevarnos por el mal
camino. A primera vista, esa enseñanza parece coincidir con la Biblia, pero no se deje
confundir por el engaño. Dos cosas son esenciales para mantenerse firme contra estas
escurridizas falacias: estar bien arraigados en la verdad de la Palabra de Dios, y escuchar a su
Santo Espíritu. Solo entonces podremos identificar el error, y evitar las trampas de las
mentiras del enemigo.
Satanás anhela inducir al error a los creyentes para hacerlos inútiles para el reino. También
quiere mantener a todas las almas lejos de la salvación que hay en Jesucristo. Hermano,
prepárese para la batalla, crezca en el conocimiento de la verdad y apóyese en el Espíritu de
Dios para que Él le guíe en todo momento.
El escudo de la fe
Leer | Efesios 6.14-17
17 de mayo de 2014
El apóstol Pablo escribió acerca de la guerra espiritual para que podamos conocer a nuestro
enemigo y saber cómo luchar contra él. Comparó la armadura y las armas que Dios nos ha
dado, con el equipo de un soldado: un casco para proteger nuestra mente, una coraza para
cubrir nuestro corazón, zapatos especiales para ayudarnos a mantenernos firmes, un
cinturón de la verdad de Dios para mantener unidas todas las partes de la armadura, la
poderosa espada del Espíritu, y el escudo protector de la fe.
Los soldados romanos tenían grandes escudos y cuando enfrentaban un ataque,
permanecían de pie, hombro con hombro, teniendo a su lado otros escudos que podían tocar.
Luego, cuando las flechas enemigas volaban hacia ellos, se arrodillaban al mismo tiempo
levantando sus escudos por sobre sus cabezas, manteniendo siempre el contacto con los
escudos que tenían a cada lado. Nada podía penetrar esa defensa.
Esta es una ilustración de cómo debemos luchar cuando Satanás lance dardos de fuego a
nuestro camino. Estos dardos entran a nuestra vida en forma de tentaciones, dudas y
ansiedades. Cuando mantenemos levantado nuestro escudo de la fe, el ataque falla. Sin
embargo, si lo bajamos o dejamos de mantenernos unidos como el cuerpo de Cristo, las
flechas penetrarán.
Nuestro Padre Celestial ha dado todo lo que necesitamos para vivir en un campo de batalla.
Ha garantizado la victoria por medio de Jesucristo, ha destruido el poder del pecado sobre
nosotros, y nos ha dado una armadura para que nos la pongamos. Nuestra parte es andar por
fe, creyéndole a Dios en todo momento.
La fe para perseverar
Leer | Hebreos 12.3-11
16 de mayo de 2014
A veces la vida puede parecer un largo y oscuro túnel. Tal vez no podemos descubrir la
solución para un problema, o no podemos encontrar alivio al dolor. Independientemente de
la dirección que tomemos, no podemos encontrar esperanza para nada mejor que nuestras
circunstancias actuales.
Afortunadamente, servimos a un Dios que siente nuestro dolor y conoce nuestras
limitaciones. Jesucristo caminó por el valle de sombra de muerte, y clamó: “Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mr 15.34). Esto significa que cuando nuestra fe llega
al límite, nuestras fuerzas se agotan, y nuestros sueños se hacen añicos, Jesús lo entiende. Él
nos pide que perseveremos, aun cuando queremos renunciar.
Renunciar no es más que abandonar la ayuda de Dios para valernos de nuestras propias
fuerzas. Tratamos de manipular una situación o simplemente evitar el dolor. En esencia,
elegimos creer que Satanás, con su poder terrenal, es más poderoso que Cristo dentro de
nosotros (1 Jn 4.4). Por supuesto, el diablo no es más poderoso, pero nosotros dejaremos que
gane una batalla si renunciamos a la seguridad de que Dios nos ayudará en la dificultad.
Cuando tenemos esa actitud, perdemos la bendición del Padre y limitamos nuestra utilidad
en su reino.
Aunque no podamos detectar su presencia, Dios está actuando en cada detalle de nuestro
problema. Pero tenemos que confiar en su tiempo perfecto para que nos muestre la
respuesta. El Padre celestial conoce su dolor, y Él vendrá a su auxilio en ese oscuro túnel. No
se rinda antes de recibir su bendición.
Impedimentos del éxito
Leer | Hebreos 12.1, 2
15 de mayo de 2014
Aunque a todo el mundo le gustaría sentirse exitoso, muchas de las personas —si no la
mayoría— no se ven de esa manera. Puede parecerle sorprendente, pero muchos creyentes
tampoco se consideran exitosos espiritualmente.
Uno de los culpables es el temor. Podemos pensar que carecemos de experiencia o
habilidades suficientes para realizar alguna tarea que Dios nos ha dado. Como resultado, el
temor puede convertirse en un sentimiento dominante. En vez de avanzar, comenzamos a
visualizar nuestro fracaso. ¿Podría ser este el caso suyo cuando imagina su futuro?
Otro impedimento del éxito es la duda. Nos hace cuestionar nuestra forma de pensar,
nuestras habilidades dadas por Dios, e incluso su dirección. Si no sabemos lo que el Señor
dice en su Palabra, nos resultará difícil entender lo que Él quiere de nosotros.
Por otra parte, los fracasos del pasado y los sentimientos de culpa por los errores cometidos,
pueden crear dudas; también los comentarios críticos de los demás pueden frenarnos.
El éxito también puede verse obstaculizado por las excusas que ofrecemos para no hacer lo
que Dios nos ha pedido. Adán culpó a Eva; Eva culpó a la serpiente; Moisés dijo que no era
bueno para hablar en público. ¿Qué excusas ha estado dando usted últimamente?
Hay maneras de eliminar los obstáculos del éxito. Contrarreste el temor con la Sagrada
Escritura; recuerde que ha recibido un espíritu de poder de parte del Señor (2 Ti 1:7); e
invierta tiempo en profundizar su relación con Dios; así podrá creer y obedecer sus
instrucciones.
Cómo amar a nuestras madres
Leer | 1 Corintios 13.4-7
10 de mayo de 2014
De niños, mostrábamos amor a nuestra madre con abrazos, dibujos y mimos. Pero ahora que
somos adultos, algunos no estamos seguros de cómo demostrarle amor. A veces, esto se debe
a que la relación es problemática. Atender sus necesidades a medida que envejece puede ser
agotador emocionalmente y requerir mucho tiempo. Quizás resentimientos o experiencias de
conflictos en el pasado, de maltratos o rechazo en la niñez, han creado una barrera.
Sin embargo, a pesar de las historias del pasado y de las dificultades en el presente, no
podemos ignorar el mandamiento bíblico de honrar a nuestros padres (Ef 6.2). Permítame
sugerirle cuatro maneras de respetar y amar a su madre, a pesar de lo que haya sucedido en
su relación.
1. Ámela con paciencia. Todos cometemos errores. Piense simplemente en cuán paciente
es Dios con usted, y haga lo mismo con su madre.
2. Trátela con amabilidad. La rudeza sólo revela nuestras propias imperfecciones y en
nada ayuda a su madre o mejora la relación.
3. Actúe con generosidad. Estamos llamados a seguir el ejemplo de Cristo de servir con
generosidad, en vez de lo que nos convenga o resulte cómodo.
4. Recuerde que el amor requiere perdón. Guardar resentimiento no solamente nos
envenena; también impide que se cultive una buena relación.
Ahora bien, todo esto suena imposible, y lo es —si Cristo no está viviendo en usted. Él sabe
exactamente cómo amar a su madre. El Señor le guiará y le dará el poder para responder
como Él lo haría, si le da el control de su vida.
Un amor imposible hecho posible
Leer | Gálatas 5.22, 23
8 de mayo de 2014
Cuando un doctor de la ley preguntó a Jesús cuál de los mandamientos era el más grande, su
respuesta fue: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda
tu mente”. Citó también el segundo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22.37, 39).
¡Qué tarea tan grande!
Con nuestras propias fuerzas, ninguno de nosotros podría cumplir con esta obligación, pero
Dios ha proporcionado una manera para que los cristianos hagan lo imposible. El Espíritu
Santo que habita en nosotros, obra para producir su fruto en nosotros, y el primero de la lista
es el amor (Gá 5.22). De hecho, las otras ocho cualidades son, realmente, descripciones de la
expresión del amor.
Cada vez que demostramos bondad, paciencia, o mansedumbre, vemos el amor del Señor en
acción por medio de nosotros, sobre todo cuando la otra persona ha sido poco amable y no
merece ese trato afable. Este fruto no se produce por esforzarnos en llenarnos de buena
voluntad para con alguien con quien es difícil llevarse bien. En vez de eso, piense en el
proceso más como la savia que corre a través de una rama en una vid. La rama no produce
uvas; la savia sí. De la misma manera, el Espíritu fluye a través nuestro, produciendo el amor
de Dios, para que nosotros, a su vez, podemos darlo a otros.
El amor ágape es la razón por la que somos capaces de amar a alguien que nos trate mal -—es
obra de Dios, no nuestra. Incluso la adoración que ofrecemos al Señor no es algo que
podemos producir en nuestro corazón sin su ayuda. Aunque el mandamiento de amar es
tremendo y pesado, la gracia de Dios es suficiente.
Orar en las crisis
Leer | Números 21.6-8
6 de mayo de 2014
¿Cuándo fue la última vez que usted clamó a Dios por algo que no fuera un problema
personal? A menudo estamos tan involucrados en nuestras vidas, que no somos capaces de
ver las crisis que enfrentan otros.
Estoy hablando de situaciones que no afectan a su familia directamente -—problemas
políticos de otras naciones o desastres naturales —¿acaso no siente como si tales asuntos
fueran demasiado grandes para que su oración pudiera tener alguna influencia?
Pues bien, no es así. El enemigo quiere que demos por sentado que la mayoría de los
problemas son demasiado grandes para nuestras oraciones. Pero la Biblia nos asegura que
“la oración eficaz del justo puede mucho” (Stg 5.16). Y el versículo 17 nos da un ejemplo
grandioso: “Elías era un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró
fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses”.
Dios todopoderoso tiene el poder de sanar, dar paz y cambiar las circunstancias. Él permite
que sus hijos tengan parte en esto por medio de la oración. Él nos dice que hablemos con Él
de lo que sea (Fil 4.6), y promete escuchar cuando el pecado no obstaculice nuestra
comunicación (Sal 66.18).
La próxima vez que usted sepa de una tragedia o un problema —independientemente de que
eso afecte a extraños o a personas que usted conozca— resista la tentación de distanciarse de
la situación. Usted puede tener un impacto en las vidas de otros cuando ore a favor de ellos.
Por tanto, permita que la noticia de una crisis se convierta en un motivo para orar.
Su diario personal de esperanza
Leer | Deuteronomio 7.17-19
5 de mayo de 2014
Al igual que un venado inmovilizado por la repentina aparición de los faros de un automóvil,
nosotros también podemos quedar paralizados por emociones o circunstancias inesperadas.
Con nuestras mentes en blanco y nuestras emociones congeladas, Satanás y sus huestes
están listos para susurrar mentiras a nuestro oído y desenfocarnos de la verdad.
La Biblia ocupa un lugar invalorable, sobre todo a la hora de señalarnos la verdad. Ella es un
registro de la relación y la obra de Dios en y por medio de la nación de Israel y la iglesia del
Nuevo Testamento. Somos bendecidos cuando leemos la manera como Dios ha obrado en la
vida de las personas. Es importante cultivar el hábito de leer la Biblia para que nuestra
respuesta automática sea acudir a ella cuando enfrentemos una crisis.
Un diario personal también tiene un valor incalculable, ¿por qué razón? Porque es un
registro de cómo el Señor ha obrado en nuestra propia vida. Si no se escriben, muchos
detalles se olvidan. Estos detalles dan un testimonio maravilloso de la presencia de Dios en
nuestra vida, y de su intervención en beneficio nuestro.
En el Antiguo Testamento se le dice a menudo a Israel que recuerde lo que Dios había hecho.
Poner por escrito cómo se ha dado Dios a conocer personalmente a usted, le ayudará a
recordar su misericordia. Esto también le ayudará en la lucha contra las mentiras del
enemigo, que dice que usted está indefenso. La Palabra de Dios y lo que usted ha escrito en
cuanto a la obra del Señor en su vida son un arma poderosa para hacer huir al desaliento.
Un momento extraño para sentir temor
Leer | 1 Reyes 19.1-4
31 de marzo de 2014
Normalmente, pensamos en el temor en términos de fracaso. Tendemos a atemorizarnos
cuando sufrimos alguna calamidad o sentimos que hemos sido juzgados injustamente.
Pero en 1 Reyes 18 encontramos una situación totalmente diferente; allí vemos que Elías
experimentó uno de los triunfos más espectaculares que hay en toda la Biblia. Armado
solamente con su fe inquebrantable en el Señor, se enfrentó a 850 sacerdotes de los dioses
falsos del país. Dios se movió con poder, destruyendo a los idólatras y trayendo gloria a su
nombre en todo Israel.
Pero, inmediatamente después de este enfrentamiento, cuando la euforia de su fe debería
haber estado en su punto más alto, Elías tuvo miedo. En 1 Reyes 19, el profeta se entera de
que la siniestra reina Jezabel había pedido su cabeza. Olvidando, al parecer, la poderosa
victoria de Dios de unos momentos antes, Elías huyó.
La historia de Elías nos recuerda que nuestros fracasos no deben representar el mayor
peligro para el crecimiento espiritual; el potencial para el fracaso puede estar oculto, en
realidad, dentro de nuestros éxitos. Cuando nuestra confianza está en su punto más alto, eso
es lo que a menudo nos lleva a quitar nuestra mirada del Dador del poder, para dirigirla a
nosotros mismos.
No nos engañemos, el Señor puede trabajar en, alrededor, o por medio de nosotros para
llevar a cabo su propósito, pero la victoria siempre le pertenecerá a Él. ¿Lo ha ofuscado el
éxito? Vuelva de nuevo su mirada al Señor. Toda la alabanza y la gloria son de Él. Usted no
tiene por qué tener temor.
Para mantener un espíritu tranquilo
Leer | Proverbios 26.4
28 de marzo de 2014
Cuando surge el conflicto, con frecuencia queremos defender nuestra posición. Tal vez,
incluso, nos sintamos con el derecho de culpar a otros. Sin embargo, Santiago 1.19 da un
consejo diferente para manejar la tensión y las controversias: “Todo hombre sea pronto para
oír, tardo para hablar, tardo para airarse”. En otras palabras, se puede lograr más con una
actitud calmada. Además, la Biblia nos dice que debemos…
• Orar. Primero, debemos pedir al Señor que guarde nuestra boca, y nos dé las palabras
adecuadas al hablar (Lc 12.12). También, debemos pedir discernimiento en cuanto a la raíz
del problema, incluyendo la posibilidad de que la falta puede haber sido nuestra.
• Tratar de ver con la perspectiva divina. Nuestro soberano Dios hace que todas las
situaciones obren a favor del creyente (Ro 8.28). Él no solo utiliza las dificultades para
enseñarnos, sino que también nos permite demostrar la vida de Cristo en nosotros por la
manera como respondemos.
• Perdonar. Aunque otra persona nos haya herido, debemos perdonar. Jesús murió para
perdonar todos nuestros pecados, y nosotros, por nuestra parte, debemos perdonar a los
demás. De hecho, si no lo hacemos, nuestra vida se verá agobiada por el resentimiento.
• Responder. Si hemos hecho algo que no está bien, debemos pedir perdón. Pero si la culpa
no es nuestra, podemos aun así manifestar aprecio a la otra persona y decirle que daremos
atención cuidadosa a sus comentarios.
¿Cómo responde usted a los conflictos? Pídale a Dios que le dé la entereza para mantener la
calma y hacer lo correcto.
Cómo tener paz interior
Leer | Lucas 8.22-25
9 de abril de 2014
Jesús prometió darnos su paz (Jn 14.27), la misma que le permitió mantenerse dormido
durante una feroz tormenta. Sin esa paz, seríamos como los discípulos que se sintieron
perdidos y asustados. Pero con ella, tendremos serenidad interior en medio de la tormenta.
Para tener la paz del Señor, debemos cumplir ciertos requisitos. El primero es recibir al
Señor Jesús como nuestro Salvador personal. Antes de ser salvos éramos, por naturaleza,
contrarios a Dios. Pero nuestra redención nos cambió. La Biblia dice que ahora tenemos paz
con Él (Ro 5.10) y somos miembros de su familia, en vez de ser sus enemigos. El temor a la
muerte —una de las razones por las que carecemos de paz— desaparece cuando conocemos
la gloriosa verdad de que pasaremos la eternidad con Dios.
Creer en la soberanía del Señor es la segunda condición para tener un corazón tranquilo. En
este mundo aquejado de problemas, la seguridad personal es una gran preocupación. Para
combatir el temor, debemos confiar en que Dios está en control de todas las cosas.
La tercera cosa que debemos hacer es entender que Dios conoce nuestras necesidades, y que
ha prometido ocuparse de ellas (Fil 4.19). Él es un Padre que se deleita en dar cosas buenas a
sus hijos. Es posible que no recibamos todo lo que queremos, pero nos dará lo que sea
necesario para llevar a cabo su plan para nosotros.
Una vez que hayamos recibido a Cristo como nuestro Salvador, el Espíritu Santo nos
recordará que nuestro futuro está asegurado, y que nuestro amoroso y soberano Dios se
encargará de que tengamos todo lo que necesitamos.
De pie ante la puerta abierta
Leer | 2 Corintios 2.12, 13
1 de mayo de 2014
En el pasaje de hoy, Pablo escribió acerca de puertas abiertas; utilizó esa figura retórica para
dar a entender que se nos presentan grandes oportunidades para predicar el evangelio. Esas
“puertas” eran importantes porque las limitaciones físicas, tecnológicas y geográficas
obstaculizaban su trabajo considerablemente.
Piense nada más en cuán diferentes son los esfuerzos de evangelización hoy. Estamos
viviendo en el momento más oportuno para alcanzar al mundo entero para el Señor Jesús.
Tenemos la tecnología para penetrar en todos los países y culturas.
En momentos como éste, debemos preguntarnos qué lugar ocupamos en el plan de Dios.
Puede haber todo tipo de razones por las que nos consideremos incompetentes, pero ya es
hora de que dejemos las excusas. Todos podemos leer y estudiar la Biblia, y hablar de ella
con los demás. Si usted ha puesto su fe en el Salvador Jesucristo, entonces ha recibido de Él
la vida eterna, y en usted mora su Santo Espíritu. Por tanto, debe ser capaz de hablar de Él.
Este es el momento de alcanzar al mundo entero con el Evangelio de Jesucristo. Ya no
podemos seguir pensando en términos de “mi lugar de trabajo”, “mi ciudad”, o “mi país”;
todo el mundo importa. Comencemos en donde vivimos, pero sin detenernos hasta que
hayamos alcanzado hasta lo último de la Tierra.
Jesús murió para redimir a los hombres de toda tribu, lengua y nación. No se descalifique ni
se excluya. Puede pasar por las puertas que Dios ha puesto delante de usted, y tener un papel
importante llegando al mundo con las buenas nuevas de Cristo.
Su diario personal de esperanza
Leer | Deuteronomio 7.17-19
5 de mayo de 2014
Al igual que un venado inmovilizado por la repentina aparición de los faros de un automóvil,
nosotros también podemos quedar paralizados por emociones o circunstancias inesperadas.
Con nuestras mentes en blanco y nuestras emociones congeladas, Satanás y sus huestes
están listos para susurrar mentiras a nuestro oído y desenfocarnos de la verdad.
La Biblia ocupa un lugar invalorable, sobre todo a la hora de señalarnos la verdad. Ella es un
registro de la relación y la obra de Dios en y por medio de la nación de Israel y la iglesia del
Nuevo Testamento. Somos bendecidos cuando leemos la manera como Dios ha obrado en la
vida de las personas. Es importante cultivar el hábito de leer la Biblia para que nuestra
respuesta automática sea acudir a ella cuando enfrentemos una crisis.
Un diario personal también tiene un valor incalculable, ¿por qué razón? Porque es un
registro de cómo el Señor ha obrado en nuestra propia vida. Si no se escriben, muchos
detalles se olvidan. Estos detalles dan un testimonio maravilloso de la presencia de Dios en
nuestra vida, y de su intervención en beneficio nuestro.
En el Antiguo Testamento se le dice a menudo a Israel que recuerde lo que Dios había hecho.
Poner por escrito cómo se ha dado Dios a conocer personalmente a usted, le ayudará a
recordar su misericordia. Esto también le ayudará en la lucha contra las mentiras del
enemigo, que dice que usted está indefenso. La Palabra de Dios y lo que usted ha escrito en
cuanto a la obra del Señor en su vida son un arma poderosa para hacer huir al desaliento.

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