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Necesitamos colportores, evangelistas, ministros, que hayan recibido el Espíritu Santo y sean

participantes de la naturaleza divina. Necesitamos obreros que sean capaces de hablar con
Dios y después con el pueblo. Estoy alarmada al ver cuántas obstrucciones se presentan para
distraer a los hombres de la obra evangélica, y así dificultar la obra de Dios… Amonestemos a
los que deben estar en la obra del colportaje haciendo circular los libros que tanto se necesitan
por doquiera, a ser cuidadosos y a no desviarse de la obra que el Señor nos ha llamado a
realizar. Que los hombres que Dios ha llamado a hacer obra evangélica no se enreden con las
perplejidades de los negocios. Mantengan sus vidas en la atmósfera más favorable para la
espiritualidad… Dios quiere que todo obrero que pretende creer en la verdad presente se
consagre—en cuerpo, alma y espíritu—a la obra de tratar de salvar a las personas que perecen
a su alrededor.—Manuscrito 44, 1903. – CE 24.1

https://m.egwwritings.org/es/book/172.190

De todas partes repercute el llamado macedónico: “Pasa y ayúdanos.” Dios ha abierto campos
delante de nosotros, y si los hombres quisieran colaborar con los agentes divinos, muchísimas
almas serían ganadas para la verdad. Pero los que pretenden formar parte del pueblo de Dios
se adormecieron sobre el trabajo que les fue asignado, de manera que en muchos lugares este
trabajo casi no ha sido principiado. Dios ha enviado un mensaje tras otro para despertar a su
pueblo y animarlo a hacer algo inmediatamente. Pero al llamamiento: “¿A quién enviaré?”
pocos han contestado: “Heme aquí, envíame a mí.” Isaías 6:8. 3JT 308.2

No entra en los planes de Dios que el cuidado de sembrar la semilla de la verdad sea dejado
principalmente a los predicadores. Hombres que no son llamados al ministerio de la palabra
deben trabajar para su Maestro según sus distintas capacidades. Un obrero que se entrega sin
reserva al servicio del Señor adquiere una experiencia que le asegura siempre más éxito en la
obra que efectúa para su Maestro. La influencia que le atrajo a Jesús le ayuda a llevar otros a
él. Aunque no sea llamado a hablar en público, es no obstante siervo de Dios y su obra
atestigua que es engendrado de Dios. 3JT 346.4

Ojalá que millares más de nuestros hermanos tuvieran la comprensión del tiempo en que
vivimos y de la obra que ha de ser hecha en el campo de labor, de casa en casa. Hay muchos,
muchísimos, que no conocen la verdad. Necesitan oír el llamado a acudir a Jesús. Los tristes
han de ser alegrados, los débiles fortalecidos, los que están de duelo consolados. Ha de
predicarse el evangelio a los pobres. CE 25.2

Cuando los colportores salgan con corazón humilde y llenos de fervorosa actividad, hallarán
muchas oportunidades de dirigir una palabra oportuna a las personas a punto de perecer en el
desaliento. Después de trabajar por estos menesterosos, podrán decir: “En otro tiempo erais
tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor”. Efesios 5:8 CE 38.3

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