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Sumerios o los Elemitas

Los primeros números que utilizaron los sumerios o los elemitas fueron “cálculos”,
objetos de barro de diferentes formas y tamaños, que utilizaron tanto para representar
los números, como para realizar con ellos las operaciones aritméticas. Su antigüedad se
remonta, al menos, al milenio IV a.n.e.

Los números sumerios consistían en un sistema de numeración aditivo (es decir, al igual
que los números romanos, cada número se obtiene por acumulación de las cifras
básicas), de base mixta 10 y 60, cuyas cifras básicas eran un cono pequeño 1, una bola
pequeña 10, un cono grande 60, un cono grande perforado 600 (= 60 x 10), una esfera
3.600 (= 602) y una esfera perforada 36.000 (= 60 2x 10), y se desconoce cuál era la
forma de la figura de barro, si existía, para la siguiente cantidad, 216.000 (603).

Cifras básicas sumerias, que consisten en una serie de “cálculos” de arcilla con
diferentes formas. Imagen extraída del libro Historia universal de las cifras, de Georges
Ifrah
Como el sistema de numeración sumerio era aditivo, para representar el número
164.571, se utilizaban 4 esferas perforadas, 5 esferas, 4 conos grandes perforados, 2
conos grandes, 5 esferas pequeñas y 1 cono pequeño, ya que 164.571 = 4 x 36.000 + 5
x 3.600 + 4 x 600 + 2 x 60 + 5 x 10 + 1 x 1.
Represent
ación del número 164.571 utilizando los cálculos sumerios, es decir, 4 esferas
perforadas, 5 esferas, 4 conos grandes perforados, 2 conos grandes, 5 esferas pequeñas y
1 cono pequeño
Y con estos guijarros de arcilla, los sumerios realizaban además las operaciones
aritméticas que necesitaban para la contabilidad que necesitaban. Eran métodos muy
sencillos, que no abordaremos aquí, por falta de espacio, pero que cualquiera puede
imaginar, si se pone a ello.

En otras zonas, como la vecina Elam, los cálculos (de arcilla) eran un poco diferentes,
así como sus valores, un bastoncillo 1, una bola 10, un disco 100, un cono pequeño 300
y un cono grande perforado 3.000. Aunque esencialmente era un sistema de numeración
similar, con idénticos métodos de cálculo de las operaciones aritméticas.

Así, alrededor del año 3.500 a.c. en Sumeria (y también, en Elam) empiezan a sentir la
necesidad de guardar constancia de las informaciones numéricas asociadas a las
transacciones económicas o de los muy diversos datos estadísticos relacionados con la
vida y el gobierno de Sumeria, por ejemplo, las cantidades de cereales y animales
implicados en una compra-venta entre un agricultor y un ganadero, el registro del
número de ovejas de un pastor o la población de las diferentes ciudades de Sumeria.
Para ello se representaba la cantidad en cuestión con los guijarros de arcilla de su
sistema de numeración y se introducían estos en el interior de una bola de arcilla fresca,
se cerraba y en el exterior de la misma se imprimían uno o dos sellos cilíndricos para
garantizar su origen e integridad (por supuesto, los gobernantes o familias poderosas
eran quienes tenían sellos cilíndricos). Al secarse la arcilla se conservaba dentro la
información numérica deseada. Pasado un cierto tiempo, si era el momento de
comprobar la información, por ejemplo, para realizar el pago de la compra-venta, se
rompía la bola de arcilla y se podía acceder a la información numérica guardada.
Podríamos decir que fue el primer recibo de la historia.
Bolsa de arcilla, con sello cilíndrico impreso en el exterior, junto con algunos “cálculos”
de arcilla. Encontrada en la Acrópolis de Susa, que llegaría a ser la capital de Elam,
fechada en el período Uruk de Mesopotamia (entre 4.000 y 3.100 a.n.e.). Departamento
de Antigüedades Orientales del Museo del Louvre (París). Fotografía: Marie-Lan
Nguyen

Planteemos una situación hipotética en las que pudo utilizarse este sistema de registro
numérico. Imaginemos un ganadero y un agricultor sumerios que pretenden
intercambiar bueyes por trigo, y llegan a un acuerdo de compra-venta de 14 bueyes a
cambio de 686 cestos de trigo, a entregar al finalizar la época de siega del cereal.
Deberán recoger la información de la transacción, para cuando se produzca esta no haya
ninguna duda. Para ello el ganadero introduce una bola y dos conos pequeños, para
registrar la cantidad de 12 bueyes, en una bolsa de arcilla fresca, después la cierra e
imprime su sello cilíndrico en el exterior. Por su parte, el agricultor introduce un cono
grande perforado, un cono grande, dos bolas y seis conos pequeños, para indicar los 686
cestos de trigo, en otra bolsa de arcilla fresca, que después cerrará e imprimirá con su
sello cilíndrico personal. Una vez secas, intercambiarán las bolsas de arcilla, con las
cantidades registradas, que guardarán hasta el momento de realizar el intercambio de los
productos. Otra posibilidad es que exista un funcionario del gobierno que certifique la
transacción imprimiendo su sello a la bolsa de arcilla.
Imagen mediante rayos X de una bolsa de arcilla intacta, en la que se puede apreciar en
su interior algunos “cálculos” de arcilla, con forma de conos y ovoides. La bolsa de
arcilla fue encontrada en Dhahran, Arabia Saudí. Imagen del artículo The Earliest
Precursor of Writing de Denise Schmandt-Besserat

Con el fin de no tener que romper la bolsa de arcilla cada vez que se quería comprobar
la cantidad registrada, lo que implicada además tener que volver a preparar otra bolsa de
arcilla nueva, se empezaron a marcar los “cálculos” que luego iban a introducirse en la
bolsa de arcilla, sobre el exterior de la misma. De esta forma observando el exterior de
la bolsa de arcilla ya se conocía la cantidad representada en el interior.
Bolsa de arcilla cerrada con cálculos marcados, 3300 a.c., Susa, Irán. Musée du Louvre,
Département des Antiquités Orientales, París; y Denise Schmandt-Besserat.

El siguiente paso en el camino hacia el inicio de la escritura numérica, fue que los
sumerios se percataron de que realmente no necesitaban los “cálculos” que estaban
dentro de la bolsa de arcilla, bastaba con observar las impresiones en el exterior para
conocer el número que se representaba en la misma. Por este motivo, se empezaron a
utilizar simplemente tablillas frescas de arcilla sobre las que se presionaban los
“cálculos” y quedaba registrado el número contable, manteniendo la idea del sello
cilíndrico por encima de las cantidades, como certificación de autenticidad.
Tablilla de arcilla con números impresos en la misma y un sello, tanto delante, como
detrás, de la tablilla. Localizada en Jebel Aruda (Siria), del período Uruk V (aprox.
3500-3350 a.n.e.). Imagen: CDLI-Cuneiform Digital Library Initiative. CDLI n.
P235757

En las primeras tablillas de arcilla, atendiendo a las tablillas sumerias arcaicas


conservadas, se consignaban solamente las cantidades, sin especificar a qué se referían
estas, y una tablilla para cada cantidad. Se utilizaba simplemente una tablilla con el
número 137 impreso si por ejemplo se pretendía hacer un registro de 137 sacos de trigo,
y si se quería hacer otro registro, por ejemplo, de 63 ovejas, se tomaba otra tablilla de
arcilla fresca y se representaba el número 63. Tampoco quedaba registrada la propia
naturaleza de la operación contable, una compra-venta, un reparto, un inventario de
bienes, etc.
Tablilla de arcilla con marcas impresas representando el número 63 (números elamitas,
6 marcas redondas, correspondientes a bolas, 6 x 10 = 60, y 3 marcas alargadas de
bastoncillos, 3 x 1 = 3). Puede observarse el sello cilíndrico también. Localizada en
Susa (actual Irán), fechada aprox. 3.200 a.n.e. Imagen Musée du Louvre, Département
des Antiquités Orientales, París. Fotografía: Denise Schmandt-Besserat

Como lo importante eran las marcas que quedaban impresas en la arcilla, y no los
propios “cálculos”, se empezaron a realizar esas marcas con un sencillo buril (en el caso
de los números sumerios, muesca fina 1, impresión circular pequeña 10, muesca grande
60, muesca con impresión circular pequeña 600, impresión circular grande 3.600,
impresión circular grande con impresión circular pequeña 36.000), que irían derivando
hacia una grafía cuneiforme.
Ta
bla en la que se recogen los valores de las cifras básicas sumerias y las diferentes formas
de representarlas, primero como “cálculos” de arcilla, después las cifras arcaicas,
realizadas con un buril y que intentan imitar la forma de los cálculos al ser impresos en
la arcilla húmeda, y las cifras cuneiformes, realizadas con un también buril pero que ya
no se asemejan a los guijarros originales. Imagen: Historia universal de las cifras, de
Georges Ifrah
Tablilla contable sumeria del periodo Uruk, de la Acrópolis de Susa, aprox. 3200-2700
a.n.e. Musée du Louvre, Département des Antiquités Orientales, París. Fotografía de
Marie-Lan Nguyen

Las transacciones económicas se fueron multiplicando, así como los registros contables
de las mismas, por lo que hacía el año 3.100 a.n.e. se empezaron a incluir diferentes
registros en una misma tablilla (como en la imagen de arriba) y a utilizarse pictogramas,
que son los primeros signos de la escritura, para indicar los objetos a los que se refería
cada cantidad de la tablilla (cereales, ovejas, caballos, jabalíes, pan, ropa, etc). Estos
pictogramas que al principio solo registraban objetos, poco a poco fueron incorporando
otros significados, por ejemplo, acciones. Así mismo, se empezaron a combinar varios
pictogramas para obtener nuevos significados. Fue el nacimiento de la escritura.
Tablilla económica sumeria, con números y pictogramas. En la imagen podemos ver
que en la primera columna, fila 1, se cuenta 1 oveja, en la fila 2, 80 carneros y en la fila
6, 166 cabras. Encontrada en Tello (antiguamente Girsu). Del periodo de gobierno de
Urakagina, en la ciudad-estado sumeria de Lagash, aprox. 2350 a.n.e. Musée du Louvre,
Département des Antiquités Orientales, París. Fotografía: Pierre et Maurice Chuzeville

Tablilla sumeria, con números y pictogramas, que describe la compra-venta de 12


personas como esclavos. Aprox. 3100 a.n.e. Una descripción completa se puede
encontrar en Visible Language
En la siguiente imagen vemos algunos pictogramas sumerios arcaicos.

Pictogram
as de la escritura sumeria arcaica, del libro Historia universal de las cifras, de Georges
Ifrah

Y vemos la evolución de algunos de los pictogramas hacia su forma cuneiforme.


Evolución de algunos pictogramas de la escritura sumeria arcaica a sus representaciones
en la escritura cuneiforme. Imagen del libro Historia de la escritura, de Louis-Jean
Calvet

Más aún, a lo largo de los siguientes siglos, esos pictogramas acabarían derivando en un
lenguaje escrito en el que las imágenes, los signos, representaban sonidos del lenguaje
oral (hacia el 2.800-2.700 a.c.). Como explica Ifrah, la imagen de un horno deja de
emplearse en las tablillas para significar el objeto, sino que pasa a expresar el sonido
“ne”, que era la palabra sumeria para horno. O la representación gráfica de una flecha,
cuyo vocablo en sumerio es “ti”, se utiliza para representar este sonido. Como vida se
decía también “ti” en sumerio, el signo escrito de la flecha sirvió también para designar
a la vida. La flecha pasó a representar, no un objeto, sino un fonema. La palabra sumeria
para herrero era “ti-bi-ra”, y se representaba por tanto con tres signos, el primero de los
cuales es una flecha. El carácter deja de ser un pictograma, para convertirse en un
fonograma.

Terminamos con una imagen de uno de esos sellos cilíndricos de los que hemos hablado
en la entrada.
Sellos cilíndricos e impresiones de los mismos. El primero encontrado en Mari (Siria),
de aprox. 2500-2400 a.n.e. Departamento de Antigüedades Orientales del Museo del
Louvre (París). Fotografía de Jastrow. Los dos últimos encontrados en Khafajah (actual
Iraq), del último período Uruk, aprox. 3350-3100 a.n.e. Imagen de la
publicación Visible Language

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