Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Índice
Bibliografía..................................................................................................................................................... 57
Anexos..............................................................................................................................................................59
Reseña de autoras principales investigadas......................................................................................59
1
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
3
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Por eso consideramos que era necesario un tema introductorio al curso, no solo por
conveniencia metodológica, sino también para colocar el piso sobre el cual nos queremos
mover. La cuestión es que, si no nos percatamos que el rol que juegan las imágenes de
Di*s en el desenvolvimiento de las personas y de las sociedades, no captaremos cuál es la
importancia que reviste el explorar las imágenes femeninas de Di*os en la Biblia.
Pero hay una pregunta que no podemos obviar: ¿Realmente necesitamos imágenes de
Di*s? ¿Por qué los seres humanos necesitamos imágenes de Di*s? Siguiendo a J. M. Velasco,
podemos decir que hay dos razones por las que las imágenes de Di*s son necesarias:
Es un hecho que hasta los místicos más conscientes de que el silencio es la mejor palabra
para Di*s, han tenido que servirse de imágenes de Di*s para expresarlo. El Maestro Eckhart
decía que “es mediante imágenes como hemos de derrumbar a los ídolos”2. Sin imágenes
de Di*s el ser humano no podría acoger la Presencia de la que vive. Pero no podemos
olvidar que las imágenes de Di*s no son Di*s mismo. Todas las imágenes que creamos,
1 En todos los temas de este curso optamos por escribir así la palabra Di*s como una llamada de atención
que nos haga pensar respecto a cómo cuando decimos Di*s hay que detenerse y cuestionarnos por qué
masculinizamos el nombre para la divinidad. Esta forma de nombrar a Di*s quiere indicar que no hay pa-
labra ni metáfora totalmente adecuada para la divinidad y que ella no cabe en ningún concepto. La in-
spiración para hacer esto la tomamos de Elisabeth Schüssler Fiorenza que para la divinidad escribe D-s
y últimamente lo escribe de esta forma: D**s. Con esto, ella Elisabeth Schüssler Fiorenza, levantando el
acta de insuficiencia e incapacidad del lenguaje humano para nombrar de manera adecuada lo Divino y
pretende poner de relieve que, en último término, D**s es innombrable e inefable (Ver el glosario de su libro
Los caminos de la sabiduría, Santander: Sal Terrae, 2004).
2 Citado por Dorothee Sölle, Dios, Madre de todos nosotros (Orientierung: 49, 1985), acceso el 23 de febrero
de 2021, https://es.scribd.com/document/99026450/Dios-Madre-de-Todos-Nosotros-Dorothee-Solle
5
Diplomad o Mujeres y Teología
incluso las más elevadas, son solo símbolos y lenguaje insuficiente sobre Di*s3. Esto vale
para todas las imágenes de Di*s, procedan ellas de experiencias humanas (femeninas
o masculinas), del mundo animal (zoomórficas), del mundo vegetal (dendromórficas) o
cósmicas.
Pero las imágenes de Di*s no sólo son necesarias, sino que también pueden ser
peligrosas, pues nos podemos olvidar de que ellas son solo imágenes, representaciones
que nos hacemos para facilitar nuestro hablar de Di*s como seres humanos. Uno de los
peligros es la tendencia a absolutizar nuestras imágenes. Como afirma J. M. Velasco,
tenemos la tentación permanente de traspasar a las imágenes de Di*s de nuestra propia
religión la condición absoluta que se atribuye al Di*s al que esas representaciones remiten
y descalificar como idolátricas las de las otras religiones. De aquí que “la idolatría, es decir,
la confusión de la imagen de Dios con Dios mismo, es el mayor peligro que amenaza al
proceso de producción de imágenes y representaciones para Dios”4.
De cara a nuestro curso, podemos decir que plantearnos el tema de la imagen de Di*s
es una cuestión de vida o muerte. Cualquier movimiento que lucha por la emancipación
de las mujeres ha de prestar atención a este tema de la imagen de Di*s, pues los sistemas
de creencias tienen mucho más poder del que imaginamos. No se trata de plantearnos
si pertenecemos a una religión o no, es algo que va más allá, que hunde sus raíces en
el hecho de que en nuestra vida los sistemas de creencias y nuestra concepción de la
divinidad nos condiciona en nuestro diario vivir y en nuestras opciones socio-políticas y
económicas.
Es por ello que afirmamos en el título de este tema que la imagen de Di*s es un asunto
crucial, es una cuestión de gran relevancia en el camino hacia un mundo de justicia y
equidad. Y lo es porque todos los seres humanos, de algún modo, funcionamos a partir de
una determinada imagen de la divinidad, sea que la expresemos abiertamente o que la
mantengamos discretamente guardada como agua subterránea.
Todos los seres humanos, de algún modo, tenemos una imagen de las personas, de las
cosas, de determinadas situaciones o de Di*s. Con ello queremos decir que todas y todos
nos hacemos una representación mental, nos imaginamos una determinada realidad
mucho antes de conocerla. Si yo digo: “dentro de una semana nos visitará una feminista”,
lo más seguro es que inmediatamente venga a nosotras alguna imagen de cómo sería
ella. Una característica de nuestra condición humana es que vivimos creando imágenes.
3 Cfr. Juan Martín Velasco, “Las imágenes de Dios. Aproximación desde una fenomenología de la religión
de orientación filosófica”, en Los rostros de Dios. Imágenes y experiencias de lo divino en la Biblia, ed. por
Carmen Bernabé (Estella: Verbo Divino, 2013), 35.
4 Martín, “Las imágenes de Dios. Aproximación desde una fenomenología de la religión de orientación filosó-
fica”, 36.
6
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Todos los seres humanos tenemos una imagen de Di*s. Incluso las personas ateas
parten de una determinada imagen de la divinidad para negarla o sostener que no creen
en esa divinidad. Puede ser una imagen femenina o masculina, de terror o de ternura,
cercana o lejana, etc. Lo cierto es que todos los seres humanos nos hacemos una
determinada imagen de Di*s. Por eso podemos decir que un rasgo que nos define a las
personas es que somos creadoras de imágenes.
Una de las imágenes de Di*s que ha resultado más dañina para las mujeres y para
la creación es la imagen de Di*s como poder. Es una imagen que refleja una mentalidad
patriarcal en nuestra relación con la divinidad, ya que el poder de Di*s se ha entendido
como dominio. A partir de ahí, se ha llegado a interpretar que Di*s ha puesto al hombre en
este mundo para ejercer su poder dominando la tierra y sometiendo a las mujeres.
Para encontrar una nueva imagen de Di*s necesitamos aprender a confiar en nuestras
experiencias como mujeres. Para creer en Di*s también hace falta que aprendamos a
5 Cfr. Ivone Gebara, Intuiciones ecofeministas. Ensayo para repensar el conocimiento y la religión (Madrid:
Trotta, 2000), 134.
7
Diplomad o Mujeres y Teología
creer en nosotras mismas, o más bien, desde nuestra fe podríamos decir también que es
creer que Di*s cree en nosotras.
La gran mayoría de los nombres, títulos y rasgos que se usan para referirse a Di*s en
la Biblia tienen que ver con características o funciones desempeñadas por los hombres.
Predominan así los nombres masculinos, como: Señor, Padre, Pastor, Rey, Juez, Esposo,
etc. Aunque se habla de Di*s en lenguaje humano y se le aplican características humanas
(lo cual se denomina como un antropomorfismo), por lo general, estas corresponden al
ámbito de los varones. Es decir, el antropomorfismo se expresa en términos androcéntricos.
Las imágenes de Di*s que nos ha inculcado el patriarcado suelen ser excluyentes,
presentan a un Di*s distante de nuestras luchas y enfatizan el poder de Di*s. Amparados
en esa imagen del poder de Di*s es que el sistema despliega su poder sobre personas y
grupos que consideramos inferiores. También la resolución de los conflictos que aparecen
en los textos son resueltos, sea por Di*s o por las personas, apelando al uso de la fuerza y
generalmente desde una decisión y una actuación individual y no de consenso comunitario.
Es decir, la forma de actuar de Di*s refleja un esquema de poder que no incluye, sino que
8
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Con frecuencia, nuestra interpretación del poder de Di*s no es más que una
reproducción de cómo se concibe el poder en los sistemas autoritarios. A lo largo de la
historia, el patriarcado, el antropocentrismo y el colonialismo, han reforzado el autoritarismo
y la exclusión. Esto tiene como trasfondo la imagen de un Di*s Todopoderoso, que todo lo
sabe y todo lo puede. En nombre de ese Di*s, se ejerce el poder sobre otros y otras, no sólo
explotándolos y dominándolos de forma visible, sino también bloqueando sutilmente sus
energías, su creatividad y su capacidad de iniciativa.
6 Cfr. Letty Russell, Bajo un techo de libertad. La autoridad en la teología feminista (San José, Costa Rica:
DEI, 1997), 40-42.
9
Diplomad o Mujeres y Teología
Para rastrear las imágenes femeninas de Di*s en la Biblia necesitamos una lectura
atenta y crítica, dándonos cuenta de que la Biblia no es un libro neutro, sino que fue escrito
en un contexto socio-cultural y religioso marcadamente androcéntrico-patriarcal en el
que las mujeres y lo femenino quedaba relegado a un segundo plano. Además, refleja
sobre todo las experiencias y los puntos de vista de los varones.
No podemos vivir sin imágenes, pero las imágenes no son estáticas, sino que van
cambiando en la medida en que despertamos y se nos abren los ojos y conocemos de
cerca, sobre todo por experiencia propia, una determinada realidad, ya sea humana o
divina.
Desde nuestra propia experiencia podemos constatar que las personas no solo
tenemos la capacidad de crear imágenes, sino que también somos capaces de romperlas;
todas somos iconoclastas (es decir, rompedoras de imágenes). Una persona iconoclasta
es aquella que no sigue las tendencias tradicionales, lo considerado normativo, sino que
va a contracorriente de lo convencional, de lo instituido como tradición y como dogma.
Iconoclasta es una persona revolucionaria y crítica ante lo establecido, que se atreve a
proponer otra manera de ver las cosas y abre nuevos caminos.
Pero al orden establecido a nivel socio-político o religioso, no les agradan las personas
iconoclastas porque sacuden los cimientos del sistema y porque cuestionan la autoridad.
También a nivel religioso, el statuo quo prefiere lo inamovible, lo estático, las posturas
10
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
En el contexto en que le tocó realizar su praxis del Reino, Jesús se manifiesta como un
iconoclasta, pues a partir de la experiencia que Él tiene de Di*s como Abba, rompió con las
imágenes tradicionales de Di*s que el sistema judío había canonizado como las imágenes
oficiales y verdaderas. Lo más novedoso que Jesús vino a traernos fue una nueva imagen
de Di*s. Él es el primero que vino a mostrarnos que, como dice María López Vigil, “otro Dios
es posible”7.
Para terminar este apartado, recordemos un ritual practicado por los hinduistas de la
India en el cual acostumbran a hacer imágenes de barro de la divinidad. Luego organizan
un festival anual en el cual las estatuillas son llevadas a la orilla del mar donde con toda
reverencia las colocan para que se disuelvan en el agua. Después regresan y comienzan
a preparar otras imágenes nuevas de la divinidad, la cual, al año siguiente, también es
llevada a que se disuelva en el agua. Esto lo hacen para recordarnos que nuestra mente
finita no es capaz de abarcar del todo a la divinidad infinita.
7 Cfr. María López-Vigil y José Ignacio López-Vigil, Otro Dios es posible (Guatemala: Libros a la Calle, 2018).
8 La expresión la tomamos del título del libro Senti-pensar el género: perspectivas desde los pueblos orig-
inarios, escrito en el 2013 en Chiapas, México, por varias autoras (Georgina Méndez, Juan López Intzin,
Sylvia Marcos y Carmen Osorio), que plantean la cuestión del género desde perspectivas descoloniales y
desde los pueblos Mayas.
11
Diplomad o Mujeres y Teología
Johnson.
En este curso queremos explorar esos otros modos de sentir, pensar y hablar de Di*s.
Muchos de ellos aparecen en la Biblia y otros aparecen en escritos posteriores. De todos
modos, se trata de desenterrar ese otro modo de percibir y hablar de Di*s para que nos
inspiren a buscar formas de hablar de Di*s en la actualidad que incluyan las distintas
experiencias humanas y no solo las experiencias de los varones.
Existen dos problemas que dificultan lo que las mujeres queremos decir de Di*s: 1) el
término Di*s suele estar asociado con una imagen humanizada o antropomorfa, en la que,
mayoritariamente, destacan los aspectos masculinos; 2) el lenguaje sobre Di*s presenta
unos rasgos masculinos que no logran expresar lo que las mujeres pensamos y sentimos
sobre Di*s10.
9 Elizabeth Johnson, La Que Es: El misterio de Dios en el discurso teológico feminista (Barcelona: Herder,
2002), 30.
10 Cfr. Mercedes Navarro, 10 Mujeres escriben teología (Estella: Verbo Divino, 1998), 105.
11 Cfr. Consuelo de Prado, “Yo siento a Dios de otro modo”, en Agenda Latinoamericana (1994), acceso el 13
febrero 2021, http://www.servicioskoinonia.org/agenda/archivo/obra.php?ncodigo=100
12
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
13
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Cuando se trata del ámbito de lo sagrado, encontramos que la forma más apropiada
para expresar el Misterio y las diversas experiencias religiosas, la constituye el lenguaje
metafórico, el lenguaje simbólico. Este es el medio más adecuado de que disponemos para
abrirnos al misterio, para expresarlo. El uso de este lenguaje “obedece a una necesidad
profunda, y en el fondo, equivale a una confesión anticipada de la derrota del pensamiento
ante el misterio divino, que lo sobrepasa, lo rompe y lo desborda”14.
12 Para este apartado y los siguientes de este tema seguimos los planteamientos del artículo de Geraldina
Céspedes Ulloa, “El reto del lenguaje sobre Dios”, Voces del Tiempo No. 29 (1999): 29-26.
13 Cfr. Navarro, 10 Mujeres…, 209.
14 Andrés Torres Queiruga, El Dios de Jesús, Aproximación en cuatro metáforas (Santander: Sal Terrae, 1991),
11.
15
Diplomad o Mujeres y Teología
que insinúa y que sólo toca una pequeña parte de un misterio inagotable. Lo importante
del lenguaje metafórico es que siempre nos deja una ventana abierta, sabe que siempre
hay algo más, abre a nuevas posibilidades y despierta nuestra imaginación y fantasía
creadora.
Sin embargo, constatamos que los nombres y los títulos que han predominado para
referirnos a Di*s son masculinos. Así, le llamamos Señor, Padre, Pastor, Juez, Padre Eterno,
Rey, Esposo, Altísimo, Todopoderoso, etc. Aplicamos a la divinidad roles, cualidades y
atributos que corresponden a los humanos. Es lo que se denomina como antropomorfismo.
Pero el problema es que, como señala Dolores Aleixandre, “el antropomorfismo es
expresado en términos androcéntricos”15. Por eso hoy es pertinente y necesario recuperar
imágenes y símbolos femeninos para hablar con Di*s y de Di*s. Nos encontramos ante
el desafío de un lenguaje diferente, que sea inclusivo y no excluyente. Esta es una tarea
urgente, dado que en el imaginario socio-religioso predominan las imágenes masculinas
para hablar de la divinidad y porque todavía hoy muchas personas tienen problema para
aceptar otras imágenes y otro lenguaje sobre Di*s.
Aunque sabemos que hablar de Di*s en términos femeninos o masculinos no es más que
una forma metafórica de hablar y que ambos lenguajes son igualmente válidos, lo cierto
es que en la práctica, el recurso al lenguaje femenino es algo sospechoso e incómodo para
muchas personas. Con las imágenes y símbolos masculinos casi nadie tiene problema,
15 Dolores Aleixandre, Círculos en el agua. La vida alterada por la Palabra (Santander: Sal Terrae, 1993).
16
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Podemos fijarnos en algunas dificultades que, desde el punto de vista religioso, quizá
hayan contribuido al destierro consciente o inconsciente de lo femenino en Di*s. Es posible
que algunas de estas cuestiones que señalamos a continuación hayan frenado o se hayan
usado como argumento para sepultar los símbolos, imágenes y expresiones femeninas
para hablar de Di*s. Dentro de los distintos factores que en la historia del cristianismo
podrían haber condicionado el uso de imágenes femeninas, señalemos algunos:
Según Leonardo Boff, la historia y la psicología religiosa muestran que en las distintas
religiones y culturas la divinidad ha sido representada tanto bajo el simbolismo paterno
como bajo el simbolismo materno. La utilización de este simbolismo está al servicio de dos
tipos de religiosidades:
17
Diplomad o Mujeres y Teología
Religiosidad uránica: concibe que el cielo, el sol, son los que simbolizan mejor la divinidad
o son el lugar donde habita y desde dónde ésta habla. Éste será un tipo de religiosidad en
la cual predominarán los rasgos masculinos y paternales.
Como señala Isabel Gómez-Acebo, el hecho de que Di*s sea representado con rasgos
predominante masculinos o femeninos, ligados al cielo o ligados a la tierra, no es una
cuestión indiferente. Hay toda una intención de fondo y en circunstancias históricas
concretas se ha hecho énfasis en una determinada imagen de Di*s que servía de
legitimación del orden establecido.
A la vez que consideramos algunos datos que nos suministra la historia de las religiones,
hay que tomar en cuenta algunas cuestiones del contexto histórico del pueblo de Israel y
cómo se fue conformando la religión bíblica. Es importante considerar, como señala Xavier
Pikaza17, que la religión de Israel tiene varios orígenes, entre los que pueden destacarse
estos dos:
Primero: La del grupo que afirmaba el «solo Yahvé», vinculada al parecer con los
invasores que vienen del desierto del Sur (y/o de Egipto), dirigidos e impulsados por un
Dios de la Guerra, celoso de su autoridad y soberanía, que no quiera pactar, sino imponer
su dominio sobre la tierra de Canaán.
17 Cfr. Xabier Pikaza, “Ashera, la diosa, ¿Una diosa-madre para Adviento?” 21 La revista cristiana de hoy
(2009), acceso 13 febrero de 2021, http://blogs.21rs.es/pikaza/2009/12/02/ashera-la-diosa-%C2%BFu-
na-diosa-madre-para-adviento/
18
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Segundo: La del conjunto de los habitantes de Canaán, que tienden a divinizar la tierra
y el proceso de la vida.
Según los hallazgos de los textos pre-bíblicos de Ugarit (antigua cultura cananea del
norte de Fenicia), los habitantes adorarían a una pareja. En los textos aparecen los dioses
El/Ilu y Athiratu/Ashera, pareja divina que fue relegada y suplantada por Baal y Anat-
Ashtarte.
Si partimos del Antiguo Testamento, podemos señalar que, posiblemente, una de las
razones la encontramos en el miedo a asumir algunos elementos de los cultos a la fertilidad.
Se trató de evitar la terminología explícitamente sexual para hablar de la experiencia de
19
Diplomad o Mujeres y Teología
Yahvé, ya que esto se prestaba a confusión con los cultos de la fertilidad de Baal y Astarté,
dioses cananeos que eran rivales de Yahvé, en cuyo culto la dimensión sexual jugaba un
papel importante. Es por este miedo que, posiblemente, en el Antiguo Testamento haya
cierta reserva en torno a la maternidad de Di*s, aunque los datos bíblicos y la diversidad
de imágenes femeninas, sobre todo maternales, muestran que la dimensión femenina de
Di*s, a través de las cuales pervivió la imagen de la diosa, nunca pudo ser desterrada del
inconsciente colectivo del pueblo de Israel.
El miedo al montanismo
Algunos echan mano de esta realidad de que el Jesús histórico era hombre para
rechazar el lenguaje femenino y en base a ese dato llegar incluso a justificar el dominio
de hombres sobre mujeres dentro de la Iglesia. Pero, hay que tomar en cuenta que Jesús
no hizo un absoluto de su condición sexual. El ser imagen de Cristo no significa adoptar su
condición sexual, como tampoco asumir su condición cultural (para ser seguidor de Jesús
no hay que hacerse judío). La condición sexuada de Jesús nos habla de la autolimitación
de Di*s y del realismo de su humanidad, pero no justifica un acceso preferencial masculino
ni privilegios de poder sacral de un sexo sobre otro.
20
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Ciertamente, Di*s no es varón ni mujer, sino que está más allá. Sin embargo, para
hablar de Di*s utilizamos símbolos y metáforas del mundo que conocemos. Son tan
válidas, así como también inadecuadas y limitadas, tanto las imágenes femeninas como
las masculinas. Pero en nuestra tradición occidental hemos privilegiado las imágenes
masculinas, sobre todo la metáfora de Padre. Esto ha condicionado nuestro modo de
imaginarlo, de creer y de rezar, exaltando su masculinidad en detrimento de sus cualidades
femeninas.
Como sostiene Ariel Álvarez18, quizá por eso nuestros países occidentales, que adoran a
un Di*s masculino y guerrero, no tengan reparos en gastar dinero para la guerra, mientras
dejan que millones de niños vivan en la pobreza. Quizás por eso nuestras iglesias, que
adoran a un Di*s que es Rey del cielo, buscan y predican una salvación eterna para el más
allá, mientras en el presente y aquí en la tierra muchos viven en la miseria. Tal vez por eso,
nuestras religiones, que son adoradoras de un Di*s justiciero, hayan priorizado el Derecho
Canónico (y muchas otras normas y leyes) por encima del amor, la ternura y la compasión
hacia las personas.
18 Cfr. Ariel Álvarez, “¿El Dios de Israel tenía una esposa?” Diario Digital (2015), acceso 20 diciembre de 2021,
https://www.revistacriterio.com.ar/bloginst_new/2015/11/02/el-dios-de-israel-tenia-una-esposa/
21
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
La utilización de un simbolismo
exclusivamente masculino para Dios resulta
peligroso, pues ha funcionado y sigue
funcionando de modo eficaz a lo largo de
la historia para negar a las mujeres las
posibilidades de una afirmación religiosa de
su poder, de su cuerpo y de su sexualidad,
de su voluntad y sus relaciones positiva con
otras mujeres19. El símbolo Kyriarcal20 de Dios
(varón-padre-señor) ha sido utilizado para
Imagen 6: Las raíces
legitimar la superioridad de los varones y les Fuente: Pexels (2016)
ha llevado a reafirmarse como los verdaderos
y únicos representantes de la divinidad, Dios, mientras que las mujeres son excluidas de
esa posibilidad, negándoles su condición de haber sido creadas a imagen y semejanza del
Creador, como afirma Gen 1, 2721.
Para buscar una imagen de Dios que incluya en pie de igualdad los símbolos femeninos
y masculinos, necesitamos mirar al presente con creatividad y atrevimiento y recrear
nuevos símbolos y nuevas imágenes. Pero también necesitamos mirar al pasado y revisitar
nuestras raíces antropológicas, culturales y religiosas, pues ahí nos encontramos con
algunas sorpresas respecto a cómo nuestros antepasados y antepasadas concibieron la
divinidad y se relacionaron con ella. Eso nos puede servir de inspiración y de provocación
para nuestro hoy porque nos ayuda a redescubrir que no siempre las cosas han sido así
como las hemos organizado desde el actual sistema patriarcal.
23
Diplomad o Mujeres y Teología
eso es importante revisitar nuestra herencia judía. Allí encontramos rastros de imágenes
femeninas de Dios, pero también huellas de diosas que fueron desterradas, como por
ejemplo, la figura de Asherá y de la Reina del Cielo.
Los primeros seres humanos comprendieron que lo que acontecía en la tierra, sucedía
también en el cielo. Así surge la idea de que, así como en la tierra las mujeres eran quienes
hacían posible el misterio y el sostenimiento de la vida, también en el cielo había una diosa
que era como un gran útero del cual procedía la vida. Es la creencia en la Gran Madre
celestial de la que salía todo lo creado. Ella era imaginada como “una inmensa matriz capaz
de generar a todo el cosmos. Por esta capacidad generadora, sus diosas representantes,
eran figuras a la que se imploraba para que se multiplicaran hijos, cosechas y ganado. La
vida en todas sus categorías dependía de ellas”22.
En la mayoría de las culturas antiguas encontramos esta imagen de la Gran Diosa que
generaba la vida y que suscitaba en las personas un sentido de protección y de cuidado.
Esto evocaba la seguridad que siente el feto cuando está en el útero materno.
También las diosas femeninas fueron asociadas a la tarea de las mujeres que, a
diferencia de los hombres que se iban lejos para perseguir a los animales, ocupándose
de la caza, las mujeres se quedaban en los alrededores de las viviendas para cuidar de
su descendencia; al mismo tiempo, ellas observaban y recolectaban frutos, raíces, hojas y
semillas para mejorar la alimentación. De la observación de la naturaleza, ellas adquieren
conocimiento del valor curativo de las plantas, dando origen al surgimiento de la medicina.
A partir del desarrollo de esta capacidad de curar con las plantas, en la antigüedad
se entenderá que las diosas femeninas tenían también la cualidad de curadoras y de
conocedoras de los secretos de las plantas23. Como señala Isabel Gómez-Acebo, “en casi
todas las zonas del planeta las diosas eran consideradas curanderas pues conocían el uso
24
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
¿De qué modo acontece esta asociación? Todo parte de la experiencia de los seres
humanos primitivos, dentro de los cuales, serán las mujeres quienes, por su vinculación
con las plantas, adquirirán un conocimiento profundo de las semillas y de los procesos de
reproducción. Ellas serán las primeras agricultoras.
Pero también vieron la necesidad de guardar los conocimientos que iban logrando
sobre las semillas y además necesitaban un sistema que les permitiese registrar lo que
habían almacenado del excedente de las cosechas. Así surge la escritura, algo creado
por las mujeres, aunque después ellas serán las excluidas de los procesos de lectura y
escritura, tal como podemos atestiguar hoy en la gran cantidad de mujeres analfabetas
en muchos lugares del mundo.
Las mujeres también fueron las primeras generadoras de cultura y quienes comenzaron
a convertir algunas materias primas que les ofrecía la naturaleza en otros productos.
Así inventaron nuevos alimentos y confeccionaron vestimentas para protegerse de las
inclemencias del clima. Es por ello que muchas mujeres han sido consideradas como
sabias en sus culturas, sobre todo a las mujeres ancianas, a quienes, por su experiencia
de vida, eran consultadas por personas de todos los niveles sociales y se les escuchaba
sobre distintos aspectos de la vida. Un ejemplo de ello fueron las pitonisas, que eran
mujeres sabias, generalmente de edad avanzada, que tenían el don de interpretar tanto
los acontecimientos como las señales de la naturaleza y podían vislumbrar el futuro
(recordemos la pitonisa de Delfos que era una sacerdotisa del Dios Apolo, asociada con
la serpiente o dragón; también en la Biblia, concretamente en Cro 10, 13 y en 1 Sam 28, 7,
se habla de una mujer que tenía un espíritu -la pitonisa de Endor- a la que el rey Saúl, de
noche y disfrazado, fue a consultar).
Con el paso del tiempo, sobre todo a partir del neolítico, el patriarcado fue despojando
de poder y quitando protagonismo a estas mujeres sabias y proféticas. Se les desprestigió
y en vez de llamarlas sabias, sanadoras y profetisas, se pasó a llamarlas brujas, adivinas
25
Diplomad o Mujeres y Teología
A medida que el dominio de los varones sobre las mujeres se fue acentuando en
las sociedades antiguas, las diosas fueron destronadas y sustituidas por dioses que
encarnaban los rasgos masculinos. Sin embargo, la presencia de las deidades femeninas
no pudo ser desterrada del todo y en el inconsciente colectivo pervive aún en nuestros
días. Cuando los varones asumían algún rol de mediación entre los dioses y los seres
humanos o realizaban rituales y ceremonias, mantuvieron estilos y ropas femeninas en el
culto y se castraban, lo cual fue interpretado como una manera de imitar el sacerdocio
femenino o los rasgos de las diosas.
Aunque algunas veces se quiere enfatizar que, ante ese mundo de protagonismo de
las diosas, el pueblo de Israel fue muy original y tuvo otro camino religioso, la investigación
muestra que sí pervivían algunos cultos a las diosas y que en algunas épocas no se vio
ninguna rivalidad entre Yahvé y las diosas (sobre todo con las diosas de la fertilidad). Como
señala Isabel Gómez-Acebo: “Los trabajos arqueológicos en muchas tumbas israelitas
han descubierto figurillas que representan a estas diosas, mujeres con anchas caderas y
pechos hipertrofiados como símbolos de fecundidad. Posiblemente los dioses familiares
que robó Raquel de la casa de su padre eran de este tipo. Y por la misma Biblia sabemos
que en el recinto del templo de Jerusalén las mujeres lloraban la muerte de Tammuz y que
la figura de Astarté era venerada junto a Yahveh”25.
Los estudios arqueológicos han comprobado que los israelitas creían que Yahvé tenía
una esposa. Esto fue así al menos hasta el siglo VII a. C., cuando se prohíbe el culto a la
diosa y se implanta el monoteísmo que propugna adorar solo a Yahvé. Esta es una idea
extraña en los pueblos de la antigüedad, pues en todos ellos los dioses tenían esposa y
eran adorados junto a ellas (en Egipto se adoraba a Amón y a su esposa Mut; en Babilonia,
a Marduk y a Sarpanitu; en Sumeria, a Enlil y a Ningal; en Grecia, a Zeus y a Hera; y en
25 Ibíd., 75.
26
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Roma, a Júpiter y a Juno). El único Dios al que se consideró célibe y soltero fue Yahvé, el
Dios de Israel. Pero, ¿esto fue siempre así?
El descubrimiento de Asherá26
Entre sus ruinas se hallaron cinco grandes bibliotecas con textos escritos sobre
tablillas de arcilla, las cuales eran del siglo XIV a.C. En ellos se descubre que la misteriosa
palabra “Asherá”, que aparece en la Biblia, no se refería a un objeto sino a una diosa: la
diosa madre de los cananeos. Supimos quién era, qué funciones desempeñaba y el culto
que se le rendía como divinidad principal de la región.
Las frases “por Yahvé” y “por su Asherá” estaban en paralelismo, lo cual significa que
ambas divinidades tenían el mismo nivel de importancia. La inscripción revelaba que la
diosa Asherá, descubierta en Ras Shamra, era venerada por los israelitas en el siglo VIII
a.C. y recibía el mismo culto que Yahvé.
26 Para este apartado nos basamos sobre todo en los estudios de Gómez-Acebo, Dios es ella., y en “¿El Dios
de Israel tenía una esposa?” Diario Digital (2015) acceso 20 diciembre de 2021, https://www.revistacriterio.
com.ar/bloginst_new/2015/11/02/el-dios-de-israel-tenia-una-esposa/
27
Diplomad o Mujeres y Teología
y esté con mi señor”. Esas antiguas oraciones revelaron que los israelitas solían venerar
tanto a Yahvé como a su esposa Asherá.
Por supuestos que la misma Biblia también evidencia de ese culto a Asherá, pues en
el Antiguo Testamento su nombre aparece unas 40 veces. Probablemente Asherá era
representada como una estela o como un tronco de árbol (representación del árbol de
la vida), lo cual hizo que su identificación femenina fuera olvidada en interpretaciones
posteriores. Veamos algunos textos bíblicos donde se menciona a la diosa Asherá:
1 Re 16, 33 nos dice que el rey Ajab “se había fabricado una Asherá”, es decir, una imagen
de la diosa, para adorarla junto a Yahvé, en Samaría, la capital del país.
El profeta Elías, defensor del Yahvismo, se enfrentó a los profetas de los dioses
cananeos. Subió al monte Carmelo y allí convocó “a los 450 profetas del dios Baal y a los
400 profetas de la diosa Asherá” (1 Re 18,19). Pero curiosamente, al empezar la disputa, Elías
se enfrenta únicamente a los profetas de Baal (1 Re 18, 22.25.40). Lo cual da a entender
que el conflicto era solo con los profetas de esos dioses masculinos y no con los profetas
de Asherá. Al terminar la disputa, Elías extermina sólo a los profetas de Baal, permitiendo
que el culto a la diosa Asherá siga vigente en el país (1 Re 18,40).
2 Re 13,6 dice que en tiempos del rey Joacaz de Israel, el historiador bíblico vuelve a
subrayar que la devoción a la diosa Asherá seguía fuertemente arraigada en Samaría.
Cuando en el año 721 a.C., durante el reinado del rey Oseas, el país es invadido y
destruido por los asirios, la Biblia afirma que en todo el reino se veneraba la imagen de la
diosa Asherá (2 Re 17,13), y se le daba culto postrándose ante ella (2 Reyes 17,16), algo que
se venía haciendo desde varias generaciones atrás (2 Re 17,14).
Todo esto hace pensar que esta diosa era la consorte de Yahvé y fueron adorados
ambos como pareja y que, incluso cuando se persigue el culto a otros dioses, el culto a
Asherá se mantuvo. La prohibición de dar culto a otros dioses se da en Israel cuando los
sacerdotes regresan del exilio. Hay alusiones que manifiestan que se prohíbe la adoración
de Asherá, como puede verse en este texto de Dt 16, 21-22: “No plantarás ningún árbol para
Asherá cerca del altar de Yahvé tu Dios, que hayas construido, ni te levantarás estela, lo
cual aborrece Yahvé tu Dios”.
Pero se cree que el culto a Asherá no pudo ser eliminado fácilmente, pues estaba
bastante arraigado en Israel. Ni siquiera la dureza de la reforma deuteronomista, que
comienza con el rey Ezequías y es reforzada por Josías, logró erradicar el culto a una
divinidad femenina. Cuando Ezequías sube al trono (716-687 a.C.), emprende una reforma
religiosa en el país y “destruyó los lugares altos (es decir, los santuarios de los otros dioses),
28
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
arrancó las imágenes, y rompió la Asherá”, o sea, la imagen de la diosa que estaba en el
Templo de Jerusalén (2 Re 18,4).
Pero ante esta medida deuteronomista que pretendía imponer un monoteísmo extremo,
hubo resistencias y críticas, de modo que el culto a la diosa se hizo clandestinamente, se
convirtió en “un culto oculto”, pero no desapareció. En un texto de Jeremías las mujeres
critican la supresión del culto a la diosa: “Desde que dejamos de quemar incienso y de
hacerle libaciones a la Reina de los Cielos carecemos de todo y por la espada y el hambre
somos acabados” (Jer 44,18). Para ellas, el abandono del culto de la diosa trajo como
consecuencia la falta de protección, el hambre y la muerte.
Algo que llama la atención es que en los profetas, por lo general, hay un silencio
respecto a la diosa Asherá. Ninguno de los que predicaron durante aquellos años (Elías,
Eliseo, Amós y Oseas) protesta ni levanta la voz contra la diosa. Esto manifiesta que el
culto a la diosa Asherá era una práctica normalmente aceptada.
Era una divinidad muy importante, pues recibía el título de Reina del Cielo, el cual
era otorgado a varias diosas importantes de la antigüedad en el Mediterráneo y en el
Próximo Oriente. Así, eran reconocidas como Reina del Cielo las diosas Inanna, Anat, Isis,
Nut, Astarté. Asherá; y en la época grecorromana, también Hera y Juno eran reconocidas
como Reina del Cielo. El título Reina del Cielo aparece dos veces en la Biblia, en el libro
de Jeremías (Jr 7,18 y Jr 44, 17-25) donde se puede ver que en la fiesta que se le celebraba
en su honor participaba toda la familia: hijos, padres y mujeres. La Reina del Cielo era
una divinidad muy apreciada, especialmente por las mujeres, dada la reputación que ella
tenía como diosa de la fertilidad.
La historia del culto a Asherá en Israel es una historia de resistencia, pues, aunque se
llegó a prohibir el culto, siempre pervivió. Durante el reinado de Ezequías el culto a la diosa
se suprimió y por algunas décadas dejaron de oírse en Jerusalén las plegarias a Asherá.
Pero cuando Ezequías murió, su hijo Manasés (687-642 a.C.), volvió a autorizar el culto
a Asherá que su padre había prohibido. Así lo afirma 2 Re 21,3.7: “(Manasés) construyó
altares a Baal, se fabricó una Asherá… y colocó su imagen en el Templo”. Manasés no
introdujo ninguna práctica nueva, sino que volvió al culto ancestral y oficial del pueblo
durante siglos.
El destierro definitivo de la diosa Asherá se dará con la reforma del rey Josías que busca
unificar el país bajo un solo líder político y un único Dios. El texto que relata esta medida
(2 Re 23,4-20) en el año 622 a. C. es revelador e impresionante, pues muestra el gran culto
que recibía la diosa en el país (y cómo era adorada en el mismísimo Templo de Jerusalén
junto a Yahvé), así como la violencia con la que actúa el rey Josías, quien: “ordenó sacar
del Templo de Yahvé todos los objetos que habían fabricado para Baal, para Asherá, y
29
Diplomad o Mujeres y Teología
para el ejército de los cielos, y los quemó fuera de Jerusalén” (v.4). Luego “sacó la Asherá
de la Casa de Yahvé, fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón; allí la quemó, la pulverizó, y
arrojó las cenizas sobre las tumbas del pueblo” (v.6). A continuación “derribó las casas…
donde las mujeres tejían velos para Asherá” (v.7). “Rompió las estelas sagradas, arrancó
las Asherá (que había en otras ciudades) y contaminó con huesos humanos los lugares
donde estaban” (v.14). Finalmente “derribó el altar que había en Betel… quemó el lugar
sagrado, lo redujo a polvo y quemó la Asherá” (v.16).
30
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
hecho.
Así, vemos que durante la marcha por el desierto Moisés se queja a Di*s por tener
que cargar con el pueblo: “¿Acaso he concebido yo a este pueblo? ¿Yo lo di a luz, para
que me digas: “llévalo en tu seno, como la que amamanta lleva al niño que mama?” (Nm
11,11-12). Moisés le recuerda a Di*s que él es la madre del pueblo y quien lo ha dado a luz.
Más adelante, el mismo Moisés cuando regaña al pueblo, lo hace utilizando imágenes
femeninas: “Desprecias a la Roca que te dio el ser, olvidas al Dios que te engendró” (Dt
32,18).
En el libro de Job, Di*s le pregunta a éste: “¿Quién engendra las gotas de rocío? ¿Quién
ha parido el hielo? ¿Quién da a luz la escarcha del cielo?” (Job 38,28-29), presentando a
Yahvé bajo el simbolismo de una mujer. Di*s es una madre que engendra constantemente
al mundo, que lo da a luz.
Pero será el Segundo Isaías quien aportará los ejemplos más atrevidos para hablar
de los rasgos femeninos de la divinidad. Pone en boca de Di*s estas expresiones que lo
presentan con todos los rasgos de una mujer en el momento del parto: “Yo estaba mudo…
pero ahora grito como una parturienta, resoplo y jadeo entrecortadamente” (Is 42,14). Al
31
Diplomad o Mujeres y Teología
alumbrar a Israel, Di*s padece el mayor dolor que una persona puede padecer: el dolor de
parto. Y ese sufrimiento le hace estar especialmente cercano con quienes padecen. Es el
Di*s compasivo, que consuela y cuida a su pueblo porque es una criatura frágil a la que
ha dado a luz.
Todo este elenco de imágenes femeninas para hablar de Di*s, no son más que una
forma de pervivencia de la diosa. El pueblo tuvo el ingenio y la sabiduría de atribuirlas ahora
a Yahvé aquellas imágenes y características que antes eran atribuidas a la diosa. Es decir,
la nostalgia de Asherá terminó aflorando por todas partes y así la divinidad femenina no
desapareció para siempre. Como señala Isabel Gómez-Acebo, la desaparición de la diosa
obligó a traspasar algunas de sus características a su compañero Yahvé, pues no resulta
fácil acabar con el inconsciente colectivo. Se puede decir que Yahvé recogió la herencia
de la diosa Asherá27.
A pesar de que la Biblia tuvo origen en un mundo patriarcal (y sigue siendo leída e
interpretada desde el paradigma androcéntrico-patriarcal), ha sido imposible desterrar
un lenguaje femenino para hablar de determinados rasgos y actuaciones de Di*s. Por eso
han pervivido textos que hablan de Di*s en femenino.
El redescubrimiento de los textos que nos presentan a Di*s con rasgos femeninos lo
debemos al esfuerzo de la teología feminista. Han sido textos olvidados o leídos desde
lentes androcéntricas. Además de los textos señalados ya en el apartado anterior, hay
muchos otros que presentan a Di*s bajo el simbolismo femenino. La mayoría giran en
torno a la cuestión de la maternidad, lo cual evoca la imagen de la Gran Diosa Madre de la
antigüedad. Está de fondo la idea de que Di*s es como un gran útero originario donde se
gesta toda la vida, de donde todo ser creado (no solo el ser humano) recibe la vida.
También Di*s es presentado en algunos textos como alguien que realiza ciertas tareas
o funciones que tradicionalmente estaban más ligadas a las mujeres. En otros textos, Di*s
aparece bajo el simbolismo de la hembra de algunas especies animales.
32
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
El símbolo del águila: “Como el águila incita a su nidada revoloteando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó y los llevó sobre sus plumas” (Dt 32, 11). Este texto se refiere
a cómo Di*s sacó al pueblo de Israel de la esclavitud, lo condujo y lo cuidó a través del
desierto. Di*s mismo se compara con el águila madre, pues en esta especie, el cuidado y
transporte lo hace la hembra, que es más fuerte y de mayor tamaño que el macho. Es un
símbolo que expresa la maternidad fuerte y providente de Di*s.
El símbolo de la osa y la leona: Di*s es como una madre que, para defender a sus
hijos, se arma de valor, se llena de una fuerza indecible para protegerlos: “Yo los ataco
como una osa despojada de sus cachorros, les desgarro el pecho y allí los devoro como
una leona” (Os 13, 8). Como señala Tania Veiera Sampaio, aquí aparece una visión de lo
femenino- materno que se caracteriza no solo por la dulzura, el cariño y la delicadeza, sino
también por la fuerza, el vigor y el poder liberador al que impulsan las situaciones límites
de preservación de la vida de los hijos28.
Di*s como una madre que engendra al pueblo y a toda la creación: “Te olvidaste de la
roca que te engendró, ya no te acuerdas del Dios que te dio a luz” (Dt 32, 18). Di*s aparece
como una madre que engendra la misma creación, que le ha dado a luz: “Alumbraré ríos
en las cumbres peladas” (Is 41, 18). Y cuando Moisés ya no aguanta más las quejas del
pueblo en el desierto, entonces se dirige a Di*s y se queja en estos términos: “¿Acaso lo
he concebido yo o lo he dado a luz para que me digas: llévalo en tu regazo?” (Nm 11, 12).
Di*s aparece con la bondad y la ternura de una madre sobre todo en los profetas: “Se me
conmueven las entrañas y tendré compasión de él” (Jr 31, 20); “Han sido llevados por mí
desde el vientre, sostenidos desde el seno materno” (Is 46, 3-4). Di*s se compara con una
madre que consuela: “Como a un niño a quien su madre consuela, así les consolaré yo” (Is
66, 13).
Di*s como nodriza: El recién nacido necesita ser nutrido para seguir con vida. En la
Biblia Di*s aparece como nodriza de Israel. Así lo vemos en abundantes citas, sobre todo en
estos textos: Núm 11,12; Sal 131,2, Is 66, 10-12 y 49, 15. En cierto modo, esto también aparece
en Jesús, sobre todo en Jn 7, 37- 38, un texto en el que Él habla de calmar la sed y la fuente
parece ser su propio cuerpo. Se trata de una labor que sólo la realizan las mujeres que
amamantan. La madre que se vacía para nutrir al hijo es el mejor ejemplo para expresar
su labor de nutrir a la nueva comunidad del reino.
28 Cfr. Tania Vieira Sampaio, “La desmilitarización y el rescate de la dignidad de la vida en Oseas”, RIBLA No.
8 (1991): 84.
33
Diplomad o Mujeres y Teología
Di*s como una comadrona: Hoy, sobre todo en las zonas urbanas, no somos capaces
de imaginar la gran importancia que una comadrona tenía para las sociedades primitivas.
En la mayoría, estas mujeres no sólo suministraban servicios sanitarios, sino que ejercían
a su vez funciones sacerdotales y legales. La historia de estas mujeres, una vez más, corrió
paralela a la degradación de las mujeres y lo femenino. En el año 500 a.C., la madre de
Sócrates tenía este oficio, lo que inspiró a su hijo a utilizarlo como metáfora para filósofos
y maestros. Mil años después, ya eran sólo viejas mujeres sobre las que recaían sospechas
morales, pues estaban cercanas al mundo del aborto, del control de la natalidad, de
mitigar el dolor del parto29.
Como señala Isabel Gómez-Acebo, en tiempos del Antiguo Testamento, era común que
las comadronas ayudaran a que el feto adoptara una buena postura a la hora de dar a luz.
También las comadronas ayudaban a aspirar las flemas del bebé, cortar y disponer del
cordón umbilical, lo cual tenía un significado legal y ritual. Otro servicio de las comadronas
era facilitar que los padres adoptaran a su hijo, pues la verdadera vida no empezaba
hasta ese momento. Si esta adopción no se llevaba a cabo, quedaba en manos de la
comadrona disponer qué hacer con el niño30.
En la Biblia, hay varios textos en los que Dios aparece ejerciendo la labor de comadrona:
“¿Iba yo a abrir el seno para no hacer nacer?, dice Yahvé. O yo que hago nacer, ¿lo iba a
cerrar? dice tu Dios” (Is 66, 9). También Eva aparece como la primera mujer a la que Dios
ayuda a traer una criatura al mundo. En el nacimiento de Caín, ella exclama: “He tenido un
hijo con la ayuda del Señor”. Esta expresión puede estar aludiendo a esta faceta divina de
34
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Di*s como comadrona. Pero hay otros textos del Antiguo Testamento en los que la tarea
de Di*s como comadrona está referida a la creación. Así lo vemos en Job 38, 8-9. Di*s,
tiene gestos de bondad, protección y ternura hacia el cosmos. Lo trata como un recién
nacido que necesita protección y cuidados tiernos: “Dándole yo las nubes por mantillas y
los densos nublados por pañales” (Job 38, 9).
Los términos hebreos ruah, hokmak, shekinah y raham (espíritu, sabiduría, presencia y
entrañas y ternura maternas), son términos que hacen alusión a experiencias femeninas
aplicadas a Di*s. Ruah es la presencia de Di*s que desde el Génesis a Pentecostés es
portadora y causadora de vida y movimiento; hokmak nos habla de la presencia de Dios
que es creadora de vida, es la compañera y guía del pueblo en su peregrinar a través de
la historia; shekinah representa el aspecto femenino de Di*s, es la presencia de Di*s, su
gloria, su resplandor que acompaña de día y de noche al pueblo; raham es uno de los
términos más empleados para Yahvé y lo presenta como alguien en quien nuestra vida
es generada, acogida, protegida y alimentada para que pueda crecer hasta salir a la luz.
En todas estas imágenes descubrimos al Di*s que se preocupa por la vida. Todos los
símbolos de alguna manera nos hablan del cuidado de la vida. En el origen, en el camino,
en el crecimiento y al final, toda la vida está cuidada y sostenida por la mano amorosa de
Di*s.
31 Este apartado está basado en el artículo de Céspedes Ulloa, “El reto del lenguaje sobre Dios”, 29-26.
35
Diplomad o Mujeres y Teología
de Di*s como un seno que se añora y en el cual se encuentra refugio. Se habla de Cristo
como un vientre, como líquido amniótico donde no tendremos frío32.
Juliana de Norwich, mística inglesa del siglo XIV es de las que mejor recoge la experiencia
de Di*s como Madre: “Entiendo que la omnipotencia de la Trinidad es nuestro Padre;
que su sabiduría profunda es nuestra Madre... Jesús es nuestra verdadera Madre. A El
debemos nuestra existencia, condición primera de toda maternidad, también le debemos
el ser conservados con una ternura de amor, renovada incesantemente. Dios es nuestra
Madre tanto como Padre... El oficio de la madre es el más íntimo, solícito, seguro. El más
íntimo por ser el más conforme a la naturaleza. El más solícito, porque es el más lleno de
amor. El más seguro, porque es el más verdadero. Nadie, excepto Jesús, ha podido ni podrá
realizar esta tarea con toda perfección... La madre alimenta al hijo con su leche. Nuestra
divina Madre, Jesús, nos alimenta con su carne en la santa eucaristía, que es el delicado
alimento de nuestra vida. Una madre puede reclinar tiernamente a su hijo contra su seno.
Nuestra tierna Madre, Jesús, puede introducirnos en el suyo a través del agujero abierto
en su costado... Este dulce nombre de Madre es tan suave y está ligado íntimamente a la
naturaleza, que a nadie le cuadra mejor que a Jesús; y tras El, a María, su madre y nuestra
madre”. También esta mística medieval, habla de los terribles dolores de Jesús en la cruz
como dolores de parto: “Empezó el parto y llegó el momento en el que tuvo que sufrir las
mayores contracciones y el máximo de dolor posible”.
Santa Teresa de Jesús: “Está el alma como un niño que aún mama, cuando está a los
pechos de su madre, y ella, sin que él paladee, échale la leche en la boca para regalarle…
que sólo trague la leche que su Majestad lo pone en la boca y goce de aquella suavidad”.
También algunos varones han recurrido a un lenguaje femenino para hablar de Dios.
Por ejemplo:
32 Cfr. Gómez-Acebo, Isabel, Dios también es madre. Reflexiones sobre el Antiguo Testamento. (Madrid: San
Pablo, 1994), 46-47.
36
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
El Maestro Eckhart, un místico dominico de la Edad Media, que traspasó los límites
establecidos para hablar de la divinidad (y cuyos escritos fueron prohibidos), decía que
todos hemos sido llamados a ser madres de Di¨*s en este mundo.
Anselmo de Canterbury se dirigía a Jesús como madre suya: “Y tú Jesús, Señor bueno,
¿no eres tú también madre? De verdad, Señor, tú eres mi madre. Eres tú, oh Señor, el que
eres mi madre”.
Clemente de Alejandría también decía: “Dios es amor y por amor a nosotros se ha
hecho mujer. El ser inefable del Padre, por compasión hacia nosotros se ha hecho Madre.
En su majestad inefable es Padre nuestro, pero en su amor se nos ha abierto y se ha vuelto
Madre nuestra”.
El Papa Juan Pablo I, en uno de los pocos discursos que alcanzó a pronunciar en 1978,
dijo algo inaudito para su época: “Dios es Padre, más aún, es una Madre”33.
33 Juan Pablo I, “Ángelus del Domingo 10 de septiembre de 1978”, acceso el 13 febrero de 2021, http://www.
vatican.va/content/john-paul-i/es/angelus/documents/hf_jp-i_ang_10091978.html
37
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
La Ruah de Di*s está presente en todos estos avatares, lo cual significa que toda
experiencia, toda la historia, el mundo entero, toda la creación y toda nuestra vida, son
39
Diplomad o Mujeres y Teología
Tanto la Ruah como las mujeres comparten en común que ambas han sido olvidadas
e invisibilizadas dentro del caminar eclesial. Sin embargo, cuando se analizan las causas
posibles del olvido del Espíritu en la teología de occidente esta cuestión no se plantea, sino
que, por lo general, se achaca a otros factores. Así, por ejemplo, la investigación teológica
ha señalado tradicionalmente que la escasa reflexión teológica sobre el Espíritu tiene que
ver con estos dos factores: por un lado, se debe al sistema de pensamiento adoptado por
la teología de occidente que ha subrayado más la trascendencia divina que sus aspectos
relacionales; por otro lado, tiene que ver con la ruptura de la Iglesia occidental en el siglo
XVI cuando, por un lado, la teología y la piedad protestante privatizan las actividades del
Espíritu y subrayan sus aspectos emocionales e individuales y, por otro, la contrarreforma o
reforma católica que sigue una dirección opuesta y peligrosa al pretender institucionalizar
el Espíritu y vincular su actividad al oficio eclesiástico y al ministerio ordenado.
40
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
El olvido de la Ruah de algún modo ha llevado a la actual crisis ecológica que brota de
una visión de la naturaleza como mercancía, como objeto de consumo y explotación y no
como espacio sagrado en el cual el Espíritu se manifiesta como “Señor y Dador de vida”.
La recuperación de la Ruah nos podría traer de regreso a unas relaciones de ecojusticia
y compasión ecológica, basadas en el respeto y la consideración de la sacralidad de la
tierra.
La recuperación de las mujeres y de la Ruah en la Iglesia tiene que ver con la superación
de ciertos patrones introyectados desde paradigmas colonialistas, monoculturales,
androcéntrico-patriarcales, etc. Para que la Ruah recupere el lugar que le corresponde
en la reflexión teológica y en la praxis eclesial, y también las mujeres seamos incluidas en
igualdad de condiciones dentro de la Iglesia, hay que hacer un proceso de descolonización,
desoccidentalización, despatriarcalización y desclericalización de la teología y la
pastoral35.
Shekinah es un término hebreo que significa morar, vivir, residir, presencia. Es la imagen
o entidad divina más destacada en el judaísmo. Es un término usado para referirse a la
dimensión femenina de Di*s, a su presencia constante en medio del pueblo. Significa
presencia de Di*s, la que habita, la que es vecina, la que es cercanía. En hebreo rabínico
antiguo, el término Shekinah se usaba con frecuencia para referirse a los nidos y a la
costumbre de las aves de habitar en ellos. En el pensamiento judío clásico, la Shekinah
se refiere a la morada de la presencia divina, el lugar donde Di*s habita y donde se
experimenta su cercanía con mayor fuerza.
35 Cfr. Céspedes Ulloa, “Olvido y recuperación del Espíritu y las mujeres en la Iglesia”, 354.
36 Para el desarrollo de este tema, seguimos principalmente a Susan Starr Sered, “Las mujeres judías y la
Shekinah”, en “El poder de la sabiduría: Espiritualidades feministas de lucha, eds. por Elisabeth Schüssler
Fiorenza y María Pilar Aquino (Madrid: Concilium No. 288, 2000): 89-101.
41
Diplomad o Mujeres y Teología
También la palabra Shekinah se utilizaba para referirse a la luz del planeta Venus
cuando estaba en su mayor esplendor, en particular durante el solsticio de invierno (21 de
diciembre). Los sacerdotes establecían sus oráculos cuando la luz de Venus, es decir la
Shekinah, radiara sobre ellos antes del amanecer. También muchos templos se construían
de manera que esta luz penetrara por alguna ventana oriental. La presencia de esa luz,
del resplandor era un signo de la presencia de la Di*s. Cuando la Shekinah brillaba en todo
su esplendor, se creía que nacía un nuevo rey o que era el anuncio de acontecimientos
especiales y de tiempos nuevos.
Se trata de un término que ha sido desenterrado por las feministas judías que se han
enfrentado al patriarcado del judaísmo que enfatiza mayoritariamente las imágenes y
los atributos masculinos de Dios. Así como por parte de las teólogas feministas cristianas
se ha dado una recuperación de la Sabiduría en la Biblia, también por parte de las de las
feministas judías se ha dado un redescubrimiento de la espiritualidad de la Shekinah37.
En la Biblia, las referencias a la Shekinah son pocas, pero son muy profundas. Se
habla de “las alas de la Shekinah” y de “la gloria de la Shekinah”, expresiones que guardan
relación con situaciones que vive el pueblo en las cuales Dios manifiesta su cercanía a la
humanidad. Shekinah es la presencia o la gloria de Dios, su resplandor que acompaña al
pueblo en todo momento, de día y de noche; durante el día, lo acompaña bajo el símbolo
de una nube y de noche en forma de una columna de fuego (Cfr. Ex 13, 21-22; Ex 14, 19; Ex
24, 16-18; Ex 40, 34-38; Nm 9, 15-23; Nm 10, 11). Shekinah es la presencia divina que va con
el pueblo al exilio, llora y se aflige por su aflicción, sufre su dolor, siente la muerte de la
gente38. Ella se mueve a donde se mueve el pueblo, es una imagen de Di*s que peregrina,
que no tiene lugar fijo ni se encierra en un solo lugar ni en el templo. La Shekinah es la
manifestación del Di*s que sabe acompañar al pueblo en todas las circunstancias, que
habita en medio de la gente, hasta llegar a hacerse carne y poner su tienda entre nosotros
(Jn 1, 14), como lo hace en Jesús, el Dios-con-nosotros.
37 Cfr. Elisabeth Schüssler Fiorenza, Los caminos de la Sabiduría. Una introducción a la interpretación femi-
nista de la Biblia (Santander: Sal Terrae, 2004), 39.
38 Cfr. Schüssler Fiorenza, Los caminos…, 117-122.
42
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Letanía del dolor: “Shekiná, la que habita dentro de todo ser: lloro la pérdida del hijo
que nunca tuve. Lloro la pérdida de la maternidad que imaginé. Lloro la pérdida de mi
capacidad para tener hijos. Lloro la pérdida de…”.
39 Estos cuatro momentos son señalados por Susan Starr Sered, “Las mujeres judías y la Shekinah”, 94.
43
Diplomad o Mujeres y Teología
Liberación del dolor: “Shekiná, la que da y quita: libero los sentimientos de cólera que
tengo por no poder dar a luz un hijo. Libero mi enfado con mi marido y le perdono por las
veces que peleamos por nuestra ansia de hijos. Libero mis sentimientos de deficiencia por
no ser físicamente capaz de concebir y me perdono a mí misma por los momentos difíciles.
Libero…”.
Símbolos que iban colocando en un cuenco sobre lo que admiraban en esa mujer:
“Shekiná, la que eternamente crea y renueva: celebro mi entrega al convertirme en alfarera
ante las dificultades. Celebro mi capacidad para cultivar un jardín exuberante. Celebro mi
relación con… Celebro mi gratitud por… Celebro mi valor para…”.
Danza en la que las mujeres bailaron en círculo: “Shekiná, te damos gracias por el
Misterio siempre presente que mora dentro de todo ser, que da y quita, que eternamente
crea y renueva la vida para el bien”.
40 Para este apartado seguimos sobre todo a Schüssler Fiorenza, Los caminos de la Sabiduría y la tesis de
Geraldina Céspedes Ulloa, “Cristo Sabiduría de Dios. El planteamiento de una interpretación inclusiva de
la figura de Cristo en la teología de Elizabeth Johnson” (tesis doctoral, Universidad Pontificia Comillas, Ma-
drid, 2004).
41 Cfr. Elizabeth Johnson, La Que Es: El misterio de Dios en el discurso teológico feminista (Barcelona: Herder,
2002), 127-129.
44
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Algunos escritos sugieren que aunque la figura de la Sabiduría presenta los rasgos de una
diosa, en la línea de las grandes figuras femeninas de Egipto, Siria y Mesopotamia, ella no
tiene un valor independiente, pues no aparece como una deidad separada de Yahvé, sino
como su compañera o como el mismo Yahvé42.
42 Cfr. Xavier Pikaza, Dios judío, Dios cristiano (Estella: Verbo Divino, 1996), 245.
43 Cfr. Johnson, La Que Es…, 127.
45
Diplomad o Mujeres y Teología
Se trata de tres poemas sapienciales en los que se describen los rasgos de la Sabiduría
en sus tres apariciones públicas. En la primera aparición, la Sabiduría se presenta como
una predicadora callejera, como una profetisa que proclama en el mercado y en las
puertas de la ciudad un mensaje de reprobación, de castigo y de promesa (Prov. 1,20-33).
La segunda aparición pública de la Sabiduría tiene un carácter más revelador. Después
de alzar su voz exigiendo atención a sus palabras, utiliza en su discurso la primera
persona del singular para describir su carácter y sus obras. Su rol no se agota en la obra
divina de ordenar y guiar, sino que está relacionado con el acto de la creación. También
aquí la Sabiduría existía antes del comienzo del mundo, como la primera de las obras
de Dios; aparece junto a Dios en los momentos vitales de la creación, como artesana o
como criatura predilecta de Dios (Prov. 8, 22-31). Una tercera aparición pública presenta
la Sabiduría como trabajadora de la construcción, carnicera, vinatera, mensajera de
profetas y anfitriona. Ella ilumina, enseña y guía por el camino de la paz. En un gesto
básico de cuidado de la vida, ella alimenta a sus hijos y a sus huéspedes, enviando a sus
sirvientes a invitar a todos a venir a comer su pan y a beber su vino (Prov. 9, 1-6).
46
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
de la obra de Dios; imagen de la bondad divina (Sab 7, 25-26). También este libro destaca
la conexión entre la Sabiduría y la creación. La obra creadora es suya porque ella existe
desde antes del comienzo del mundo y a través de ella todas las cosas fueron creadas.
Ella es llamada creadora o artífice del cosmos (Sab 7, 22; 8, 6), madre de todas las cosas,
responsable de su existencia y conocedora de los secretos más profundos (Sab 7, 12). Es
la encargada de poner el orden y la armonía, tanto en el universo como en la vida social;
ella alcanza el universo de extremo a extremo y ordena bien todas las cosas (Sab 8, 1).
Aunque permanece siendo la misma, la Sabiduría hace nuevas todas las cosas y al final,
ella obtendrá la victoria sobre el mal: “a la Sabiduría no la puede el mal” (Sab 7, 29-30).
A partir de todos estos rasgos de la Sabiduría que nos presentan los textos bíblicos, se
concluye que la Sabiduría es simplemente Dios que asume rasgos femeninos para expresar
su amor y su cuidado hacia la humanidad y hacia toda la creación y para expresar su
cercanía y la forma en que lo salva. La Sabiduría personifica la realidad divina y los textos
la presentan a través de la figura de una mujer. Para presentar la más profunda expresión
de la presencia y la actividad divina en el mundo los textos sapienciales han utilizado una
figura femenina.
Es interesante notar que los rasgos que describen a la Sabiduría en los libros
sapienciales se distancian de los estereotipos de femineidad que el pensamiento
androcéntrico-patriarcal ha considerado como propios de las mujeres. En este sentido,
el redescubrimiento de la Sabiduría reviste una gran importancia, ya que no solo riega las
raíces de una espiritualidad y un lenguaje feminista acerca de Di*s, sino que también abre
a una nueva imagen de lo femenino y de las mujeres. Pero, además, la Sabiduría nos abre
a una nueva interpretación del mismo Jesús, pues, como veremos con mayor profundidad
en el curso de Cristología, los primeros cristianos vieron que en Jesús se cumplían todas
las características y funciones que los libros sapienciales atribuían a la figura femenina
de la Sabiduría.
47
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Es por eso que el tema final de nuestro curso plantea la necesidad de usar imágenes
para Di*s que sean incluyentes, no sólo de lo femenino y lo masculino, sino también
del ámbito cósmico, de otras criaturas y otros elementos del pluriverso. Algunas de las
metáforas relacionales y cósmicas que presentamos a continuación45, pueden ayudar a
44 Dorothee Sölle, “Búsqueda Feminista de los nombres de Dios”, en Del cielo a la tierra. Una antología de Te-
ología Feminista, eds. por Mary Judith Ress, Ute Seibert y Lene Sjorup (Santiago de Chile: Sello Azul, 1997),
312.
45 Para el desarrollo de estas metáforas seguimos a Sallie McFague, Modelos de Dios. Teología para una era
ecológica y nuclear (Santander: Sal Terrae, 1994).
49
Diplomad o Mujeres y Teología
crear y/o recrear otras metáforas y símbolos que incluyan la diversidad de experiencias de
Di*s de mujeres y hombres.
50
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
como dioses, es decir, son colocados en un nivel superior y son los que tienen el poder de
hablar, dirigir, decidir y salvarnos.
Estas son metáforas que tienen rasgos comunes: todas están atravesadas por el amor
y reflejan un deseo de comunión; proceden del mundo de las relaciones humanas que
más nos realizan; expresan las tres relaciones más básicas y fundamentales de los seres
humanos; en ellas hay una dimensión de intimidad y de reciprocidad; todas implican dar
y recibir. Estas metáforas, ignoradas por la teología, sin embargo, son de gran hondura
para expresar la cercanía, la acción y la presencia salvífica de Di*s en el mundo.
Pero, sobre todo son imágenes de Di*s que nos implican seriamente en el compromiso
para colaborar con Dios en el cuidado del mundo. Como nos dice Sallie McFague, “El modelo
de Dios como madre, amante y amigo/a del mundo nos plantea una ética de respuesta
y responsabilidad hacia todos los seres humanos y hacia todas las formas de vida, en la
que nuestros profundos instintos parentales, eróticos y sociables puedan socializarse y
politizarse”47.
Dado que hemos sido creados a imagen y semejanza de Di*s, varón y hembra (Gn 1),
hablar de Di*s desde imágenes femeninas y masculinas es legítimo y con base teológica.
Esas metáforas femeninas han de incluir la metáfora de Madre, pero no reducirse a ella,
pues las mujeres no nos definimos solo por ser madres. La imagen de Di*s como Madre
51
Diplomad o Mujeres y Teología
Dios Madre es una metáfora, que como ya hemos visto en los temas anteriores, tiene
fundamento en la Sagrada Escritura y busca poner de relieve cómo la imagen paterna,
aunque haya prevalecido en el cristianismo, no es la única forma de hablar del poder
creador, generador y salvador de Di*s. Tanto en la Sagrada Escritura como en los escritos
de místicas y místicos hay abundantes evidencias de que los creyentes también se han
referido a Dios como Madre.
La metáfora del mundo como cuerpo de Di*s significa que Di*s ama los cuerpos: al
amar al mundo, Di*s ama un cuerpo. Esto desafía el dualismo de la tradición cristiana que
separa lo corporal, lo físico, lo material y que ha reprimido la sexualidad sana, viendo a
las mujeres como tentadoras sexuales y definiendo la salvación de forma espiritualista,
negando que las necesidades básicas, sociales y económicas tengan que ver con la
salvación. Hablar del mundo como cuerpo de Di*s y afirmar que Di*s ama los cuerpos
ayuda a tener una comprensión más holística de la salvación; nos ayuda a asumir que
las necesidades básicas de la existencia corporal —comida y vivienda adecuadas, por
52
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
ejemplo— son aspectos fundamentales del amor de Di*s a todas las criaturas y, por tanto,
han de ser nuestras preocupaciones fundamentales51.
Esta debería ser la metáfora de más fácil aceptación, pues todo el cristianismo se
sintetiza en una afirmación central: Di*s es amor. La tradición cristiana, basándose en lo
que afirman los textos bíblicos, sobre todo el Nuevo Testamento, siempre ha acentuado
esto. Sin embargo, hablar de Di*s como amante es un lenguaje que sólo encontramos
en los grandes místicos y místicas. Si la metáfora de Di*s como Madre habla del amor
creador, aquí se trata del amor salvador. Di*s tiene una gran pasión, encuentra al mundo
atractivo y valioso. Es el amor salvífico, apasionado por el mundo (eros).
La imagen de Dios como Amigo/Amiga tiene una gran fuerza inclusiva y transformadora,
pues la amistad es la más libre y la menos posesiva de todas las relaciones humanas. La
amistad es capaz de atravesar todas las barreras: edad, sexo, raza, nacionalidad, credo y
cualquier otro tipo de frontera. La amistad madura tiene un carácter inclusivo: es capaz
de abrir su círculo para acoger a los demás. Aparte de su poder para crear la persona del
otro, el amor de una amistad madura tiene la facultad de traspasar el propio círculo para
tender la mano a los demás.
Como señala Sallie McFague, la metáfora de la amistad enfatiza, no sólo que Di*s
es intrínsecamente relacional y amistoso, sino que también los seres humanos lo somos.
Nosotros somos seres amistosos en el sentido de que, desde las células de nuestros
51 Cfr. McFague, Modelos de Dios…, y también el artículo de la misma autora, “El Mundo como Cuerpo de
Dios”.
53
Diplomad o Mujeres y Teología
cuerpos hasta los más grandes proyectos que podamos tener en común, la relación y la
interrelación están en el centro de nuestra existencia52.
54
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Para relacionarnos con Di*s y hablar de Él/Ella de una manera nueva, necesitamos
ser personas ecocéntricas, pues el antropocentrismo y el androcentrismo ha llevado a la
destrucción de nuestro planeta. Y todo ello lo hemos hecho en nombre de una determinada
imagen de Di*s que está por encima del mundo o fuera de este mundo y que ha colocado al
hombre en la cima de la creación. Se trata de un modelo monárquico y piramidal copiado
de los sistemas políticos autoritarios que se basan en relaciones verticales y jerárquicas.
A lo largo de este curso hemos hecho una aproximación a otras metáforas válidas y
necesarias para hablar del Misterio de Di*s que nos habita. Desde la experiencia de la
Biblia y desde nuestra experiencia hoy, nos atrevemos a dar nombres a Di*s, a hacernos
imágenes o ideas de cómo es Él/Ella. Es importante abrir nuestro marco de comprensión e
interpretación de Di*s, atreviéndonos a desafiar las imágenes que han sido absolutizadas
por el patriarcado y que han excluido la experiencia y la perspectiva de las mujeres.
55
Diplomad o Mujeres y Teología
No cabe duda que las imágenes que los seres humanos nos hacemos de Di*s son
importantes. Como afirma Elizabeth Johnson, las imágenes de Di*s no son periféricas ni
dispensables para el lenguaje teológico ni para la praxis social y eclesial, sino que ellas
ocupan un puesto decisivo como mediadoras de nuestra relación con el misterio divino54.
Por eso hemos analizado la cuestión de las imágenes de Di*s, pues, se podría decir que
ellas revelan algo de Di*s y mucho de nosotras y nosotros. Y no solo revelan lo que es y
cómo lo vemos e interpretamos en el presente, sino que revelan hacia dónde apuntamos,
porque los símbolos apuntan más allá de lo que experimentamos, de lo que se ve y es
evidente. Ellos tienen el poder de sacar a luz rasgos y dimensiones que a veces están
ocultas. Como señala Elizabeth Johnson, los símbolos apuntan más allá de sí mismos, hacia
algo distinto, pero hacia algo en lo que ellos participan, poniendo de relieve dimensiones
de la realidad que de otra forma permanecerían cerradas y al mismo tiempo revelando
profundidades de nuestro ser que de otra manera quedarían intactas55.
Sin embargo, aun reconociendo que siempre vamos a funcionar haciéndonos algunas
imágenes de Di*s, es necesario plantear que necesitamos ir más allá de las imágenes,
reconociendo que el Di*s de Vida, que todo crea, lo habita y lo recrea, no cabe en nuestros
pobres conceptos e imágenes. Como afirma Johnson, ninguna forma de hablar de Di*s,
ninguna imagen atrapa al Trascendente, ya se trate de un símbolo tomado del mundo de
los seres humanos, del cosmos o aún de los conceptos filosóficos más abstractos56.
56
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Bibliografía
Aleixandre, Dolores. Círculos en el agua. La vida alterada por la Palabra. Santander: Sal
Terrae, 1993.
Álvarez, Ariel. “¿El Dios de Israel tenía una esposa?”. Diario Digital (2015): acceso 20
diciembre de 2021. https://www.revistacriterio.com.ar/bloginst_new/2015/11/02/el-dios-
de-israel-tenia-una-esposa/
Céspedes, Geraldina. “El reto del lenguaje sobre Dios”. Voces del Tiempo No. 29 (1999).
De Prado, Consuelo. “Yo siento a Dios de otro modo”. Agenda Latinoamericana (1994):
acceso el 13 febrero 2021. http://www.servicioskoinonia.org/agenda/archivo/obra.
php?ncodigo=100
María López-Vigil y José Ignacio López-Vigil. Otro Dios es posible. Guatemala: Libros a la
Calle, 2018.
Martín Velasco, Juan. “Las imágenes de Dios. Aproximación desde una fenomenología de
la religión de orientación filosófica”. En Los rostros de Dios. Imágenes y experiencias de
lo divino en la Biblia, editado por Carmen Bernabé. Estella: Verbo Divino, 2013.
Navarro Mercedes y Pilar de Miguel. 10 palabras clave en teología feminista. Estella: Verbo
Divino, 2004.
57
Diplomad o Mujeres y Teología
Pikaza, Xabier. “Ashera, la diosa, ¿Una diosa-madre para Adviento?”. 21 La revista cristiana
de hoy (2009): acceso 13 febrero de 2021. http://blogs.21rs.es/pikaza/2009/12/02/
ashera-la-diosa-%C2%BFuna-diosa-madre-para-adviento/
Russell, Letty. Bajo un techo de libertad. La autoridad en la teología feminista. San José,
Costa Rica: DEI, 1997.
McFague, Sallie. Modelos de Dios. Teología para una era ecológica y nuclear. Santander:
Sal Terrae, 1994.
Sölle, Dorothee. “Búsqueda Feminista de los nombres de Dios”. En Del cielo a la tierra.
Una antología de Teología Feminista, editado por Mary Judith Ress, Ute Seibert y Lene
Sjorup Santiago de Chile: Sello Azul, 1997.
58
Imágenes femeninas de Di*s en la Biblia
Anexos
En 1983 publicó su obra más conocida: In Memory of Her (En Imagen 12: Elisabeth Shüssler
Fuente: Oficina del Capellán
Memoria de Ella), subtitulado “una reconstrucción teológica y Vida Religiosa y Espiritual
(2018)
feminista de los orígenes cristianos” la que ha publicado en
inglés y traducido a diferentes idiomas, incluido el castellano. En ella apunta hacia la
recuperación del ignorado papel de las mujeres en la iglesia. Los trabajos e investigaciones
de Elisabeth Schüssler la llevaron a orientarse hacia una teología feminista inspirada en la
teología de la liberación y en la teología política europea.
59
Diplomad o Mujeres y Teología
Sallie McFague
Ivone Gebara
60