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29 de octubre, 2020
LA MUERTE Y EL MÁS ALLÁ
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en
él no se pierda, sino que tenga vida eterna” cf Jn 3,16, (epitafio). Inicio este análisis con mi
epitafio resaltando que la gracia brota en las personas gracias a la misericordia de Dios, por ello
como cristianos sabemos que la muerte es un paso al más allá, es decir a la vida eterna, entonces
como creyentes sabemos que tenemos que experimentar la muerte, pero entender bien que no es
la muerte eterna, sino que es la muerte del cuerpo, ya que mediante nuestro ser espiritual (nuestra
La palabra Muerte desde su etimología proviene del latín “Mors, Mortis” que significa
“Cesación de vida”. Es un fenómeno biológico natural que implica el fin irreversible de las
funciones vitales en la persona, pues se determina como fin de la vida. Al hablar de la muerte se
trata de un hecho natural irrefutable que acompaña desde el nacimiento, ya que el nacimiento y
muerte pertenecen a la vida y se contrapesan entre ambas, es decir, morir es existir, una es
Ahora bien la muerte es inherente a la vida ya que marca el fin y la trayectoria de todo
ser, en cuanto es, pues la vida tiende a preservar el ser donde la muerte constituye el punto final
de toda existencia material, esto acece a la totalidad terrenal del ser humano porque cada
momento vivido es un momento menos de vivir donde el ser humano marcha hacia delante, en
tiempo ya que el tiempo está matando, esta temporalidad contada, limitada, nos apremia a existir
no somos, cuando nosotros no somos, la muerte es, por tanto, con la muerte se termina la historia
personal, como afirma Heidegger en el fin del “ser ahí” siendo la posibilidad más peculiar, cierta
y en cuanto tal determinada del “ser ahí”, es decir, que la muerte limita y determina las
Para todo hombre el sufrimiento y la muerte es inevitable, puesto que la muerte no es una
opción en la vida, sino es parte de la naturaleza biológica. El hombre es capaz de soportar varios
sufrimientos, mientras no desaparezcan los miedos, desconfianzas y sobre todo la angustia que
vaya desarrollando integralmente, no significa perpetuarse dentro de un estado, se trata más bien
vivir cada etapa independientemente del estado en que se encuentre, sea en el sufrimiento o en la
alegría. De lo contrario deja de ser vida y se convierte en una fatalidad que lo impulsa a la
autodestrucción.
la vida eterna. De nada le sirve tratar de conquistar el mundo entero si se olvida de vivir, con
nada del mundo puede evitar que el fin de la existencia corporal. Para toda persona el
La muerte se presenta como deseable, siendo una puerta que abre la posibilidad de ser
discípulo del Señor en sentido pleno. Por eso el hombre muere como ser vivo y no como
parte de la naturaleza del hombre (somos mortales). La vida del hombre es en gran parte
añoranza de lo que aún no es y de lo que debería ser y se despreocupa del presente. Se olvida de
porque aunque existe en el mundo y frente al mundo, puede trascenderlo. Lo que se vive es la
idea de la muerte.
Para finalizar el creyente sabe que para mirar amistosamente a la muerte hay una
muerte continúa ostentando su faz oscura y trágica. El pecador no arrepentido está destinado a
resucitar, pero no gloriosamente, sino al margen de la comunión con Dios. Por consiguiente
peregrinación terrena del hombre, fin del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece
para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino.
BIBLIOGRAFIA
DESCLÉE DE BROUWER, Biblia de Jerusalén, nueva edición, Bilbao, 2009
Profesores de Salamanca, Biblioteca de autores cristianos, Código de Derecho Canónico.
Décimo sexta edición bilingüe comentada. Madrid 1999.