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La primera versión de la Tabla Periódica fue publicada en 1869 por el profesor de química ruso Dmitri
Mendeléyev, y contenía 63 de los 118 elementos hoy conocidos en la naturaleza y estaba organizada
basándose en sus propiedades químicas. Por otra parte, el profesor de química alemán Julius Lothar Meyer
publicó una versión ampliada pero basándose en las propiedades físicas de los átomos. Ambos estudiosos
organizaron los elementos en filas, teniendo la previsión de dejar espacios en blanco en donde intuían que
habrían elementos aún por descubrir.
En 1871 Mendeléyev publicó otra versión de la Tabla Periódica que agrupaba los elementos según sus
propiedades comunes en columnas enumeradas desde la I hasta la VIII conforme al estado de oxidación del
elemento.
Finalmente, en 1923 el químico americano Horace Groves Deming publicó una tabla periódica con 18
columnas identificadas que constituye la versión utilizada actualmente.
Los elementos metálicos son los más abundantes de la corteza terrestre: de los 118 elementos que
integran la Tabla Periódica, apenas 25 son no metálicos. Suelen hallarse naturalmente en proporciones de
mayor o de menor pureza, formando parte de minerales del subsuelo terrestre, de los cuales han de ser
separados.
Los elementos metálicos se clasifican en distintos tipos, tal como aparecen en la Tabla Periódica. Cada
grupo presenta propiedades exclusivas.
Metales alcalinos. Están ubicados en el grupo 1 de la Tabla Periódica. Son brillantes, blandos y muy reactivos
en condiciones normales de presión y temperatura, razón por la cual siempre están formando compuestos
químicos y nunca libres. Presentan bajas densidades y son buenos conductores del calor y la electricidad.
Metales alcalinotérreos. Están ubicados en el grupo 2 de la Tabla Periódica. Su nombre proviene del hecho
de que sus óxidos (llamados “tierras” antiguamente) tienen propiedades alcalinas. Son más duros y menos
reactivos que los alcalinos, brillantes y buenos conductores del calor y la electricidad, además de tener baja
densidad y, a menudo, colores.
Metales de transición. Están ubicados en los grupos que van desde el 3 hasta el 12 de la Tabla Periódica. La
mayoría de los metales son de transición. Casi todos son duros, tienen elevados puntos de fusión y de
ebullición y además una buena conducción del calor y de la electricidad.
Lantánidos. Están ubicados en el periodo 6 de la Tabla Periódica. Llamados lantanoides o “Tierras raras”,
forman los “elementos de transición interna” junto a los actínidos. Son elementos muy similares entre sí y
muy abundantes en la superficie terrestre. Tienen comportamientos magnéticos únicos.
Actínidos. Están ubicados en el periodo 7 de la Tabla Periódica. Son metales de altos números atómicos,
muchos de ellos tienen todos sus isótopos radiactivos. Algunos son sumamente escasos en la naturaleza.
Transactínidos. Se trata de metales “superpesados”, que superan en número atómico al más pesado de los
actínidos: el lawrencio (Z=103). Todos sus isótopos tienen una vida media muy corta, ya que son muy
radiactivos y se obtienen únicamente por síntesis en un laboratorio.
Maleabilidad. Muchos metales, al ser sometidos a compresión, pueden formar láminas delgadas y
homogéneas del mismo material.
Ductilidad. Muchos metales, al ser sometidos a tracción, forman alambres o hilos homogéneos de material.
Tenacidad. Muchos metales son capaces de resistir a la fractura, cuando se los somete a fuerzas bruscas
como golpes o caídas. Mientras más tenaz sea un metal, menos propenso a romperse será.
Resistencia mecánica. Muchos metales son capaces de soportar la tracción, la compresión, la torsión y otras
fuerzas similares sin ceder en su estructura física (deformarse).
Conductibilidad. Los metales son capaces de permitir el paso de una corriente de electrones por su
superficie (electricidad) o de energía térmica (calor).
Son buenos conductores térmicos y eléctricos.
Tienen densidades elevadas.
Generalmente son sólidos a temperatura ambiente (con la excepción del mercurio).
Casi todos reflejan la luz (fotones), lo que les brinda un brillo muy característico.
En sus etapas iniciales, el universo estaba constituido de hidrógeno y helio, dos gases livianos. Estos dos
gases se fusionan en reacciones nucleares en el centro de las estrellas. Como consecuencia, se producen
enormes cantidades de energía y también se componen núcleos atómicos más pesados de nuevos elementos
estables. Así es como los elementos metálicos se formaron de manera paulatina en el corazón de las
estrellas.
Estos elementos pesados, como el hierro (Fe), se amontonan en el interior de las estrellas. Su presencia
hace más lenta la reacción atómica a medida que ésta se queda sin combustible, lo que ocasiona la muerte
del astro. Cuando finalmente estalla (una supernova), envía estos elementos a los diversos rincones de la
galaxia a su alrededor.
Los elementos no metálicos son esenciales para la vida orgánica y pertenecen, en su mayoría, a los
llamados halógenos, gases nobles y otros grupos diversos de la Tabla Periódica. Se diferencian de los
metales porque:
Son no metales: el oxígeno (O), carbono ( C ), hidrógeno (H), nitrógeno (N), fósforo (P), azufre (S), flúor
(F), cloro (Cl), bromo (Br), yodo (I), ástato (At), téneso (Ts), helio (He), neón (Ne), argón (Ar), kriptón (Kr),
xenón (Xe) y radón (Rn).
no metales-bromo