El equipo del Centro Dra.

Lydia Coriat, con una experiencia

singular en bebés y niños pequeños, escribe aquí lo que se
concluye de más de treinta años de práctica, privada y
hospitalaria, que va desde la neurología al psicoanálisis, pasando
por la psicopedagogía y las
diferentes terapéuticas dirigidas a las patologías específicas del PROBLEMAS
desarrollo infantil.
La diversidad de la demanda originada por los problemas graves
de la infancia provoca intersecciones insoslayables entre
prácticas médicas, pedagógicas, técnicas y psicológicas. Tales
intersecciones, más allá del buen espíritu de colaboración
recíproca, suelen
colocar a profesionales frente a difíciles tanteos y confrontaciones DESARROLLO
cuando se trata de definir la operación clínica pertinente. Al interrogar acerca de la dirección de la cura respecto al sujeto que allí está en
juego, el psicoanálisis atraviesa el campo clínico tornando INFANTIL
legibles y transformando vigorosamente las claves de tal
operación.
Basadas en las contribuciones de los estudios sobre la
maduración
neurológica del niño y en los aportes del psicoanálisis acerca de las clínica transdiciplinaria
condiciones primordiales de estructuración del sujeto psíquico, se formulaban en la obra original que aquí ampliamos las hipótesis de
EDICIÓN AMPLIADA una dirección terapéutica que apostaba a la "plasticidad funcional y a la capacidad compensatoria del sistema nervioso
central". Hoy, tal "plasticidad" ya no es una hipótesis sino que la investigación básica neurológica la ha verificado de forma irrefutable. Los
relatos contenidos en el texto ofrecen esa comprobación de modo anticipa- Alfredo Jerusalinsky
do por la evidente mejora clínica de los pacientes qué, para las
concepciones estáticas de una neuropsiquiatría reduccionista, no

tenían esperanza. y colaboradores

I.S.B.N.- 950-602-408-1
Código N? 4081
Colección
Freud 0 Lacan
Freud, Sigmuncl: "Más allá del principio del placer" en Obras Con¿pletas,
Amorrortu, Buenos Aires,
Jerusalinsky, Alfredo: "La infancia sin fin", Diarios Clínicos, N O 3, Buenos
Aires, 1992.
Klein, Melanie: Principios clel análisis infantil, Hormé, Buenos Aires,
1974.
Klein, IVIelanie: A educação de crianças a luz da in vestigaçao psicanalitica,
Imago, Río de Janeiro, 1973.
Lacan, Jacques: Discurso de clausura en las Jornadas sobre la Psicosis
en el Niño, en Infancia alienada, Saltes, Madrid, 1980.
Levin, Esteban: La clínica psicomotriz El cuerpo en el lenguaje. Nueva
Visión, Buenos Aires, 1991
Winnicott, Donald W: O brincar e a realidade. Imago, Río de Janeiro,
1975.
Lacan, J., La dirección de la cura y los principios de su poder, en Lectura
estructuralista de Freud (Escritos vol. I en títulos sucesivos), México,
Siglo XXI, 1971, pág. 228.
Manacorda, M.A., Historia da Educação, San Pablo, Cortez Editora/Autores
Asociados, 1989.
Winnicott, D. W. , El niño y el mundo externo, Buenos Aires, Paidós, 1965.
— Escritos de pediatría y psicoanálisis, Barcelona, Laia, 1979.
Nisión
164
LA SEXUALIDAD DEL DEFICIENTE MENTAL (1)
La sexualidad tiene un papel fundamental en la estructura del sujeto
psíquico. La madre provee al bebé los objetos satisfactorios que, por
serlo, se instalarán como objeto de la pulsión. El hecho de que ellos
sean ofrecidos por otro, inscribe a estos objetos en el circuito de
dependencia de ese otro, o sea como objetos no totalmente disponibles
y que sólo se obtienen en la medida en que el bebé cumpla la condición
de agradar. Como vemos, para que el niño tenga interés por el mundo es
necesario que él mismo sea deseado por otro. Solamente así el contacto
con los objetos y personas podrá ser psíquicamente placentero,
desbordando el campo puramente biológico.
Es en esta relación madre-hijo que comienza la historia de la
sexualidad: la provisión de un circuito de simbolización le
permitirá al bebé postergar sus realizaciones eróticas puramente
corporales, y le otorgará un orden interno que le permitirá
dirigirse al mundo social de la comunicación y del aprendizaje.
Cuando se produce una inhibición meramente mecánica sin
dejar espacio para opciones alternativas y para una promesa de
realización sexual en el futuro, aparece el fantasma de las
neurosis graves o las psicosis, ya que los impulsos quedan
anclados a nivel del cuerpo y no encuentran derivación posible.
Una vida sin placer es una vida sin deseo, y esto equivale a la
locura. Este placer se gesta en la identificación con una madre
gozosa de tener su hijo, y con un padre que le abre promesas de
realización sexual futura en el mundo externo, a cambio de la
inhibición actual. Es por esto que aparecen con tanta frecuencia
problemas sexuales con los deficientes mentales:
• El deseo de la madre dirigido hacia el hijo queda perturbado,
a veces suspendido o quebrado.
e
La reciprocidad del intercambio madre-hijo deja de ser
gozoso, por la depresión materna, por la conmoción familiar, por
la sensación de intrusión que produce el recién llegado, no
coincidente con el hijo esperado.
• Las promesas de futura realización sexual quedan
suprimidas.
165
Los genitales del bebé, que habitualmente son objeto de
curiosidad y de bromas familiares, en estos casos suelen ser
ignorados o silenciados en su significación.
La etapa de la curiosidad sexual y de las teorías sexuales
infantiles coincidentemente con las preocupaciones del niño por
su origen, raramente aparecen en los deficientes mentales.
En los niños de 4 a 7 años, de niveles moderados de
deficiencia mental, no se puede justificar tal ausencia por
insuficiente inteligencia para formular tales cuestiones ya que
éstas son de nivel intuitivo (prelógico) elemental, y nunca de
nivel lógico. La falta de tales asuntos en los planteos del niño
parecen mucho más imputables a las dificultades que sienten los
padres para abordar esta cuestión. Los aspectos más
perturbadores para la familia están constituidos por asustadoras
imágenes con respecto al futuro de este niño, y por la habitual
confusión conceptual entre inteligencia y personalidad. Respecto
del primer factor, se observa la presencia, en casi todos los
casos, de temores de perversión sexual del hijo deficiente mental
durante la adolescencia, atribuyéndole una naturaleza
particularmente impulsiva, una incapacidad de control o una
ingenuidad que lo transformará en fácil víctima de
"inescrupulosos aprovechadores". Muchos padres preguntan
acerca de la maduración sexual, con la secreta pero perceptible
esperanza de que ésta pudiese no ocurrir, a causa de las
alteraciones biológicas que su hijo padece.
La demora en el control esfinteriano levanta grandes alarmas
ya que funciona, muchas veces, como una confirmación
inconsciente y anticipada de los temores sobre el control sexual,
por la obvia asociación de regiones erógenas.
El segundo factor perturbador: la confusión entre inteligencia y
personalidad, obedece a las antiguas concepciones de la psicología de la
conciencia que oponen razón a emoción, y que todavía hoy impregnan
el conocimiento vulgar, tanto de las personas en general cuanto de los
sectores profesionales no especializados en este tema.
El concepto de que la emoción es un efecto de impulsos
irracionales y bestiales, y que solamente la fuerza del
pensamiento lógico puede controlar e introducir orden en este
hipotético "animal humano", ya no es más un concepto científico
sino un arcaico remanente de la filosofía renacentista que se
arrastró a través del positivismo hasta nuestro siglo
Teniendo como supuesto inconsciente este prejuicio social,
los padres temen que la debilidad de la "razón" no ofrezca
barrera de contención suficiente para los primitivos impulsos
sexuales. En verdad, esto es de la dimensión del fantasma que,
por el mismo
166
hecho de estar presente, puede, sin embargo, llegar a tener una
eficacia real. Pero está claro que no responde a la realidad de la
dinámica de la deficiencia mental: la contención de los impulsos
sexuales no depende de la inteligencia sino de los procesos de
identificación y simbolización, y para que estos últimos ocurran
resulta suficiente una inteligencia intuitiva.
Además, de tanto insistir en el temor, el hijo acaba por temer
ser aquello que horroriza a los padres. La repetitiva mirada de los
padres constituyendo una imagen de ser sexualmente asustante,
acaba empujando al niño a ocupar ese lugar que constantemente,
inconscientemente, se insinúa como el que le pertenece.
Si bien es verdad que las limitaciones de la inteligencia pueden
generar un campo más restricto para el desplazamiento simbólico,
solamente en los casos más graves y profundos de deficiencia
mental esto llega a niveles que imposibilitan el proceso de
elaboración de los impulsos sexuales. Pero ocurre, precisamente,
que la cuestión del ejercicio sexual social solamente está presente
para los moderados o leves, porque solamente ellos pueden
alcanzar un nivel de autonomía que les asegure cierta amplitud de
circulación más allá de la familia.
En los casos más graves de deficiencia mental, la circulación
social es mínima y ultra-protegida, por lo que la problemática del
manejo sexual se restringe al ámbito de la intimidad
institucional, y en muy pocos casos ofrece dificultades más
serias.
Por lo tanto: los niveles de inteligencia raramente ofrecen, por
sí solos, riesgos para la elaboración adecuada de la sexualidad en
los casos en los cuales la cuestión de la circulación sexual social
permanece en pie.
Los mayores riesgos provienen de la resistencia parental a
enfrentarse con la obturación total de la sexualidad del hijo, que
la mayoría de ellos siente como inevitable.
Este cierre, que obtura el futuro personal del niño e induce a la
familia a anticipar en él un bebé eterno, constituye un sufrimiento
de una dimensión intolerable tanto para los padres cuanto para el
hijo. Es por esto que acaban produciéndose síntomas tales como:
oposicionismo, masturbación compulsiva, exhibicionismo, depre
siones psicóticas, conversiones, somatizaciones, etcétera.
Las regresiones de tipo autístico pueden ser la expresión de
búsqueda de complacencia en el autoestímulo, reproduciendo un
circuito narcisístico que denuncia la imposibilidad de incluir a
otro en su proyecto de placer.
La sexualidad es motivo y vehículo por el cual unimos o
desunimos nuestro destino a otra persona, aunque no sea en ella
misma
167
que se realice o desrealice esta unión, sino en lo que de ella
deriva: el orden psíquico. Es en la misma relación con ella que se
define el tener hijos, el resguardo de la intimidad, el cubrir el
cuerpo, los lazos de parentesco, las diferenciaciones de las
personas. El placer es el movilizador de gran parte de todo
nuestro actuar. El deficiente mental no puede quedar totalmente
excluido a priori de este proceso, a menos que se pretenda dejarlo
excluido a la condición de persona, y de toda circulación social.
Como podemos observar, la cuestión sexual no es una mera
cuestión de hábitos mal o bien administrados.
Existe una gran tentación para reducir la problemática de la
deficiencia mental a una pura cuestión de inteligencia, porque así
la tarea terapéutica se daría solamente a nivel de la estimulación
pedagógica. Esto evita el enfrentamiento con problemas más
angustiantes en el plano inmediato, a pesar de que esta actitud
acabe produciendo dificultades y limitaciones más serias a largo
plazo.
Las propuestas de producción de autómatas más o menos
eficazmente adaptados, de acuerdo con las expectativas de los
padres y sin ningún deseo constituido en los niños, reducen la
sexualidad a este concepto de "hábitos". Proponen programas de
entrenamiento para el manejo de los genitales con el mismo valor
de indiferencia con que se proponen el aprendizaje de una
clasificaciónn de círculos y triángulos.
Estos enfoques suelen ser muy tentadores: economizan el
tiempo y la angustia que produce la formulación y elaboración de
las preguntas sobre el destino, porque al fin y al cabo, para ellos
el deficiente mental no tiene otro "destino" más allá de lo
previamente establecido en los programas de enseñanza y
absorción progresiva
Existen movimientos tales como "People First", en los
EE.UU., o propuestas de actividad sexual vigilada como la
contenida en el programa de la Universidad de Michigan, además
de las innumerables experiencias aisladas, que muestran la
viabilidad del ejercicio sexual por parte del deficiente mental,
dentro de buenos niveles de seguridad individual y social. Pero
esto solamente es posible cuando se abandonan la tierra de los
prejuicios y las prácticas mecanicistas, que constituyen un
obstáculo para el abordaje profundo de este problema.
168
LA SEXUALIDAD DEL DIFICIENTE MENTAL (11)
La sexualidad y el juego
Esta primera parte es el producto de una rápida sustitución, ya que
inicialmente nos proponemos hablar de la sexuación. La sexuación
como todos sabemos y solamente para dejarlo apuntado, se diferencia
de la sexualidad en el hecho de que la sexuación no es un fenómeno
sino una operación. Una operación lógico-simbólica, lo que quiere de cir
que no es una manifestación (por eso decimos que no es un fenómeno)
no es un acto sexual. La sexuación consiste en el procedimiento
inconsciente del que se valen los padres y la cultura para situar al niño
(y al adulto también por consecuencia) en una cierta posición sexual.
Esa cierta posición sexual recibe el nombre de hombre o mujer. Y cabe
acotar que aunque hombre o mujer puedan decirse con cualquier otro
nombre (Mario o María, pelota o muñeca, etc.), no hay un tercer
nombre en la definición de la posición sexual.
En particular sobre la cuestión del tercer sexo Freud discrepaba. No
era que estuviese contra la homosexualidad sino contra la idea de
suponer la existencia de un tercer sexo. El se manifiesta explícitamente
respecto a esta cuestión en una nota a pie de página en "Un recuerdo
infantil de Leonardo Da Vinci". Allí afirma que es un contrasentido
hablar de un tercer sexo; señala que lo que existe es una sexuación de
un lado o del otro, y que su coincidencia o no con la anatomía es una
contingencia. Digamos que el hecho de que una mujer esté sexuada del
lado hombre, no implica un tercer sexo. Ni tampoco lo implica que un
hombre esté sexuado del lado mujer. Dice que lo que efectivamente
tiene valor es su sexuación o sea su posición psíquica sexual.
La importancia de distinguir la sexualidad de la sexuación reside
justamente en diferenciar las cuestiones anátomo-funcionales de la
inscripción que produce en el sujeto su identificación sexual: algo que
en él marca la posición desde la que va a ejercer un modo de gozar en el
mundo social al que pertenece, en el mundo cultural al que él pertenece.
Tomada así, de un modo muy global, la cuestión de la sexuación,
podemos agregar una pequeña nota: quiere decir entonces que la
posición sexual no es heredada genéticamente. La posición sexual,
desde la que se goza en el mundo social en el que el sujeto vive, no es
algo natural, es algo transmitido inconscientemente, inscripto. Quiere
decir, entonces, que no se puede esperar que un chico que nació
169
varoncito, por el solo hecho de haber nacido anatómicamente hombre,
tenga ya orientada su vida sexual. Lamentablemente (o quizá por
suerte) los seres humanos no tenemos una constitución instintiva
suficientemente definida, como la tienen los animales, como para que
ya estemos orientados desde nuestro nacimiento en cuanto al objeto de
nuestra satisfacción. El objeto de la satisfacción de la sexualidad
humana es completamente algebraico, completamente abierto (puede ir
desde un elefante hasta una zapatilla, desde una imagen hasta una
ausencia). Esto implica que la sexuación, aunque sea una operación
lógica, no es opcional, es obligatoria y, podría decirse, es tan inevitable
como imprescindible. Porque como el pequeño niño que acaba de
nacer no sabe cómo gozar, alguien tiene que venir a decírselo, se
produce esta inscricpción que se llama sexuación.
Es a partir de este punto donde fui desviado, de mi preocupación
original centrada en la sexuación, hacia hablar del juego y la
sexualidad. Y fui desviado por una escena conmovedora. Estaba
viniendo para aquí (de modo que este desvío es muy reciente) y, desde
el auto en que venía, observo que una señora que estaba pidiendo
limosna, muy pobremente vestida y con un bebé en brazos, se agacha
entre los autos a recoger algo. Inmediatamente pensé: se le habrá caído
alguna de las monedas que recibió. No podía ver, desde el ángulo
donde estaba, qué era lo que esta mujer se dirigía a agarrar. Cuánta fue
mi sorpresa cuando, al incorporarse ella entre los autos, pude ver que lo
que había ido a agarrar era una gran hoja amarilla que le da a su bebé.
Perciban: una mujer evidentemente acuciada por la necesidad, en
estado de miseria, tomada seguramente por la ansiedad de recoger
alguna limosna de cualquiera de los conductores que por allí pasaban; y
sin embargo "pierde su tiempo" entre los autos detenidos, y se agacha a
buscar un objeto que no sirve para nada. Un objeto con el cual ella no
iba a comer, ni su bebé tampoco, pero se lo da a su bebé y éste esboza
una amplia sonrisa y comienza a manipular la hoja jugando con ella. La
mamá queda entonces momentáneamente abstraída, participando ella
misma en este juego y vuelve a la vereda. Abandona transitoriamente
su trabajo de pedir limosna y se dedica a ese banal juego todos los
pocos segundos que alcancé a ver hasta que cambió el color del se sepa". ¿Y en qué consiste este que se sepa? ¿Qué tipo de saber
semáforo y el auto partió. es éste? ¿Qué se pone en juego, si no el saber con qué gozar?
Esto es del orden de la sexualidad entre la madre y el hijo. Es decir, se trata Con qué gozar en el sentido de su dirección simbólica. Gozar con
de la elección de un objeto que no tiene utilidad alguna. Un objeto que no el ser rosa. Gozar con el prendedor en el pelo. Gozar a partir de
tiene que ver ni con la velocidad, ni con la eficacia. Tiene que ver la mirada del otro ubicada en cierta posición. Esta es la expresión
simplemente con gozar. Pero no se trata de cualquier tipo de goce sino de un que en el campo de la relación con la madre y el bebé adquiere
goce que elige precisamente un objeto simbólico para producir la entrada en esto que se llama sexuación.
el campo del placer. Un objeto simbólico quiere decir: un objeto que no vale He aquí, entonces, otra cuestión relativa a esa diferencia. Quie-
nada a no
re decir, que si un niño no es concebido por sus padres, pensado
170
por sus padres como capaz de gozar en el campo de lo simbólico,
queda librado a su naturaleza, siendo que su naturaleza
ser lo que significa. Un objeto simbólico quiere decir que no tiene
ningún valor intrínseco a no ser fundamentalmente el de su nada le dice, ya que no hay ningún saber natural acerca de cómo
significación. gozar.
Esta mujer estaba articulando la sexuación de su bebé Un discapacitado precisa, por eso, de una madre que por un
precisamente en el campo cle lo simbólico. Podríamos agregar momento se detenga, que pierda de vista la utilidad de su gesto, y
que este bebé, por la cara que tiene de felicidad, al manosear, al se agache a recoger una simple hoja al pasar. Una hoja, un
manipular esta hoja, está demostrando que aunque pueda llegar a cabello, una mirada, que se transforme en símbolo placentero de
tener muchos problemas en la vida, por lo menos uno, bastante su sexualidad.
probablemente, no lo va a tener: es el problema de la posición
sexual en relación con el goce. Es decir, la placidez y la alegría 171
con que este objeto se situaba entre este niño y su madre, marcaba La sexualidad y el cuerpo
que, en la madre, el deseo hacia este hijo no estaba dirigido hacia
un objeto intermediario que simbolizaba algo de su relación. El padre de la antropología moderna, Marcel Mauss, decía que
Todavía cabe agregar, en esta primera parte, algo que se los ritos sociales son extremadamente importantes. Son
desprende automáticamente de esta observación: ella permite importantes porque ellos cargan la potencia, la fuerza con que se
percibir que cuando se trata de un bebé la sexualidad también está sostiene la distancia entre las personas de una comunidad. El
en juego. Y, por lo tanto, la diferencia sexual también lo está. Es decía que los ritos sociales son los que le ofrecen la garantía, a
fácil concebir en qué medida, que no es poca, un pequeño objeto los sujetos que componen un grupo culturalmente determinado,
simbólico, aquí corporeizado en una hoja de árbol, pero en de qué actos tendrán una significación social. Dicho de otro
otros momentos concretado en un color, en un prendedor, en una modo, que el acto de cada uno será acogido socialmente y se le
muñeca, puede contener la carga de esta diferencia. otorgará un cierto sentido. Es una garantía esencial para poder
De ahí el empeño de una madre en "anudar" al "pelo" de su vivir en grupo.
bebé —que todavía no tiene el pelo— el moño rosa que lo Hay innumerables instituciones en lo social: la familia, la institu
identifique (esos pequeños lazos, pegados con jabón al cuero paterna, la iglesia, ir de compras. Salir de compras en nuestra soci
cabelludo, que adornan la femineidad de las pequeñas). De nuevo comercial e industrial es una institución, porque para salir a hacer compras
un banal objeto sin utilidad alguna, que se coloca allí "para que que ordenar una serie de procedimientos y rituales. Uno llega, la vende
dice: "¿Qué desea?" y entonces uno tendría que responderle: "Mire, si y
digo todo lo que deseo, no terminaríamos nunca". Pero uno le respondeellas puedan estar en el orden de lo inconsciente. Quiere decir que
ritualmente a la vendedora: "Mire, yo lo que quería era una corbata", como si elpara que dos personas puedan reunirse sexualmente, tienen que
deseo de uno se resumiese en una corbata.
Es evidente que el acto de la vendedora, ritualizado en mi
escucha, le ofrece a ella la tranquilidad de que cuando pregunta
"¿Qué desea?" yo no me voy a acostar en el diván o encima del
mostrador para asociar libremente, ni tampoco le voy a decir
particularmente lo que deseo de ella. Es decir que los rituales
sociales permiten gobernar, establecer, anticipar y administrar la
distancia entre las personas. Una distancia medida en el campo de
las significaciones: cuando alguien sube a un ascensor que está
muy lleno, se encoge para no tocar demasiado a los otros. No es
lo mismo cuando abraza a su amante, donde no se encoge para
nada, todo lo contrario. Hay significaciones que gobiernan el
contacto entre los cuerpos de las personas que componen una
cultura determinada, y este contacto, esta distancia, está
ritualizada. El ritual economiza la evocación de los significantes
que dan cuenta de lo que se dice con un gesto. Pero, en última
instancia, lo que hay entre el cuerpo y otro cuerpo es una serie de
palabras. ¿Cuántas y cuáles palabras es necesario decir para que
cambie —o no cambie— la distancia entre mi cuerpo y el del
otro? Dicho de un modo más simple, si al llegar al lado de una
señorita un hombre le dice "¿vamos a tomar un café?" está
evidentemente po niendo esas palabras en el camino de su deseo.
Queda más o menos claro que con esas palabras ella ya sabe que
"sí, vamos a tomar un café", va a cambiar la distancia entre sus
cuerpos. Más tarde o más temprano la distancia entre sus cuerpos
va a entrar en cuestión.
172
Puede ser que nada cambie, pero eso va a depender de las
palabras que vengan clespués y así sucesivamente.
Quiere decir que lo que establece, lo que gobierna, lo que
administra la distancia entre los cuerpos de las personas, en una
cultura determinada, en un grupo determinado, es qué palabras se
ponen en el medio. Lo que gobierna entonces, como acabo de
ilustrar, la relación sexual, es un conjunto de palabras, aunque
producirse, atravesarse una serie de ritos sociales, que se van
estableciendo e hilvanando, y que van aproximando o
distanciando
esos cuerpos.
Estamos, por lo tanto, frente al hecho de que lo sexual y el
cuerpo no tienen una relación directa. Entre lo sexual y el cuerpo
median una serie de palabras que, por economía, quedan
resumidas en rituales. La relación entre lo sexual y el cuerpo es
indirecta. Lo que quiere decir que para producirse un acto sexual
no basta con dos cuerpos.
Puede ocurrir que dos cuerpos estén en presencia próxima y,
sin embargo, desde el punto de vista de la significación no estén
reunidos. Ustedes saben que uno le puede dar un abrazo a otro,
pero que ese abrazo no signifique ningún contacto mayor.
Ustedes saben, por ejemplo, que el saludo entre los rusos es un
beso en la boca. Entre diplomáticos rusos se besan en la boca para
saludarse y, ciertamente, no hay en ello una verdadera
aproximación sexual de los cuerpos. Con esto estamos queriendo
decir que para que haya una relación sexual es necesario un
montaje bastante complicado: tan complicado que cuando se llega
a la relación sexual, la serie de palabras que sostienen la relación
ha adquirido su autonomía con respecto a lo sexual como tal. La
relación queda de un lado y lo sexual del otro. Y aunque nos llene
de satisfacción y aunque haya muchos orgasmos, la "relación"
sexual se presenta siempre impregnada por una serie de
significados que poco o nada tienen que ver con lo propiamente
sexual, o sea que se presenta llena de síntomas. Quiere decir,
simplemente, que para llegar a la relación sexual, se tiene que
pintar, apretarse en el corsé, después sacarse el corsé y
despintarse, ponerse el rímel para después sacar se el rímel,
ponerse la ropa para después sacarse la ropa, pero no toda. Es
imposible contabilizar el conjunto de síntomas en que se incluye
la relación sexual.
 Por eso la relación sexual es algo complicada para los seres
humanos, no es nada sencillo, no basta la picazón, no bastan las
cosquillas, es necesario un conjunto de significados en los que se
173
amase la posibilidad de la relación sexual. Y esta posibilidad se
amasa desde que el niño nace, y aun desde antes. Este conjunto,
esta masa de palabras que aproxima y distancia, este conjunto de
palabras que puede abrir vías en la relación sexual o puede
cerrarlas, este conjunto de palabras se va inscribiendo, es una red
que captura ya al bebé. Ustedes bien saben, un pequeño niño o
niña de tres años ya mira con concupiscencia y con vergüenza y
provocación, aunque no sepa exactamente en qué consiste la
relación sexual.
En estos días una pequeña que tengo muy a mano porque es mi
hija y que tiene tres años, estaba tomando un baño en los brazos
de su mamá jugando en la ducha. A través del vidrio, como
percibió que yo iba a salir ya que estaba con mi portafolios, quiso
darme un beso. Aplastó su boquita contra el vidrio, que separa el
box de la ducha, yo me aproximé para darle un beso en su boquita
separada por el vidrio (es claro que yo no le daría un beso en la
boca si no hubiese este obstáculo físico entre su boca y la mía) y
en ese momento ella se sobresalta y ¿qué es lo que hace? gira el
rostro y me pone la mejilla y yo le doy un beso en la mejilla. Se
trata, evidentemente, del hecho de que la relación sexual ya hizo
en ella su síntoma. No se goza igual con el padre que con el
marido, ella misma se encarga de decirlo: "beso en la boca a papá
no se da". Prestemos atención: esto también quiere decir que a
alguien sí se le da, porque es el papá el que queda excluido de ese
beso en la boca. Quiere decir que algo hizo síntoma en ella ya de
chiquitita aunque ella no tenga ni idea de lo que es un beso
pasional, aunque nunca lo haya practicado ni nunca lo haya visto.
Esa diferencia se la han transmitido las palabras.
¿Qué ocurre cuando a un niño que recibe un diagnóstico de
discapacidad desde muy temprano ni es concebido ni se le habla
como si él fuese a transformarse con el tiempo en alguien capaz
de ejercer a pleno su sexualidad? Su diferencia, entonces, no
estará inscripta en la diferencia sexual, no se inscribirá un síntoma
de diferencia. El síntoma que él padecerá será entonces de
anulación de su posición sexual.
Es ahí, desde los padres de este pequeño niño discapacitado,
como no lo conciben y cuando no lo conciben capaz de gozar y de
llegar a constituir una posición sexual plena, lo eximen de los
ritos sociales relativos a la distancia entre los cuerpos simbolizada
por el lenguaje. Por eso a un niño discapacitado de quince años su
madre continúa dándole mamadera y comida pastosa. Por eso se
produce esta confusión, ya que no lo concibe como
174
capaz de gozar como sujeto de una posición sexual. Por eso se lo
exime, se lo considera al margen cle la ritualización sexual que es
característica de nuestra cultura. Se lo mantiene al margen de esto
que opera la distancia entre los cuerpos en nuestra sociedad. Es
por eso que los niños discapacitados, con una frecuencia notable y
lamentable, desarrollan relaciones íntimas con personas extrañas,
ya que fueron eximidos de ser introducidos a esta ritualización
social ellos no tienen idea de qué, significación tendrá su acto
para el otro. Son relaciones que no tienen el carácter de un abuso
sino de la satisfacción de una curiosidad. Una especie de juego
sexual infantil tardío. Así, del mismo modo, ellos pueden
preguntarle a un señor desconocido que pasa por la calle si a él le
gusta escupir y comentarle, como un gesto de amabilídad,
"porque a mí me gusta escupir ¿vio?" o pueden tomar de la mano
a cualquier extraño y pedirle un beso. No es que ellos sean
especialmente cariñosos sino que no fueron introducidos al
cuerpo de la sexualidad donde los cariños tienen otra determinada
significación.
Sexualidad y narcisismo
Lo dejamos para el último término, no porque sea el postre, sino
porque es el capítulo amargo.
¿Qué es lo que cada uno realiza en la sexualidad? Lo que cada
uno realiza en última instancia en la sexualidad es su narcisismo.
¿Qué quiere decir esto? Que cuando uno elige un partenaire
sexual amoroso, lo elige en función de que la aceptación de ese
partenaire le confiera a su persona algo de un valor ideal. No se
elige a cualquiera, se elige inconscientemente a aquel que,
aceptando mi propuesta, tal aceptación constituiría una
demostración de mi propio valor como persona. Algún ejemplo
de esto lo tenemos en que cuando un hombre espera que su mujer
goce sexualmente, es porque espera que su mujer testimonie de su
potencia. Cuando la mujer goza es porque el hombre es potente; y
fallas que pueda haber, estén tapados. No importa si están tapaclos
tapados con icleas, con clinero o con poesía (a cada uno las tapas
tiene. Pero se elige el partenaire entre aquellos que ofrecen el
ojos, las fallas y los clefectos que más insoportables me resultan.
entre aquellos que son capaces de devolverme una imagenParte 11
de lo sexual para un discapacitado es extremadamente difícil,
torna difícilmente cubrible, disfrazable, difícilmente ocultable. Es
llamados normales (es un exceso este nombre), nos resistimos a
devuelva una imagen decaída de nuestra pro-DE ABORDAJES
conquista. Es por eso que los discapacitados también se ocultan
estamos refiriéndonos a que se retraen en su vida sexual y sienten
porque socialmente no se los consideró, ya que desde bebés, ni
social, lo que les daría entonces la tranquilidad de saber cuál es el
Bien, es necesaria entonces una reversión completa de la
posición desde la que se educa y se transmite la sexualidad a los
discapacitados.
Para concluir esta última parte precisamos también decir que la
selección de los partenaires sexuales, ordenada según el principio
narcisismo, es el mismo principio de selección que sigue el
racismo. Bien, cuánto de renuncia narcisista hay en la selección de
partenaire sexual, es lo que va a permitir que esa pareja subsista.
posibilidad de eso que se llama "Amor", consiste en un cierto
"quantum" de renuncia narcisista. Cuando una madre, respecto de
pequeño bebé, que según Freud (que en este punto tenía toda la
es la primera pareja sexual, no puede hacer una renuncia narcisista
relación con el bebé con su problema, está colocando a su bebé en
destino sexual de discriminación. Discriminación que no solamente
cuando un hombre demuestra su potencia una mujer sabe que está
despertando su deseo. Dicho de otro modo, es en la consistencia
fálica del hombre donde la mujer mide cuánto de atractivo ella
tiene y es en el goce femenino donde el hombre mide cuánto de
potencia él es capaz de ejercer.
Cuando se elige un partenaire sexual se elige entonces una
figura que sea capaz de devolvernos una imagen entera, la más
completa imagen posible donde los agujeros que pueda haber, las
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con un modelo de Christian Dior, o lo están con rouge, o si están
que le convengan) o con lo que sea porque fallas el otro siempre
espectáculo capaz de ocultar, cle la mejor manera posible a mis
Dicho de otro modo, se elige al partenaire, al acompañante sexual
entera de mí mismo. Es por eso que lo sexual, el ejercicio social
porque ellos tienen un problema, un déficit o un defecto, que se
una falla gritante, que emerge y se repite, y así los que somos
elegir unTESTIMONIOS Y PROPUESTAS partenaire que nos
TERAPÉUTICOS pia potencia o de nuestra propia capacidad de
sexualmente. Cuando decimos que se ocultan sexualmente
mucha más vergüenza de la que sentimos nosotros. Sobre todo
eran capaces de gozar, ni tampoco se los incluyó en la ritualística
significado social de sus actos sexuales.
del
un
La
su
razón),
en
un
vendrá
de los otros, sino fundamentalmente de ese mismo sujeto que ya desde bebé fue
colocado en una posición de marginalización sexual.

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