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El libro Los Generales de Dios, nos habla de un
hombre llamado George Fox, quien nació en
Inglaterra en 1624; hijo de padres presbiterianos,
quien desde niño mostró una seria devoción religiosa.
No tuvo una educación formal, pero aprendió
a leer y a escribir. Durante su adolescencia, estaba
fascinado con la  Biblia, la cual estudiaba
continuamente. Después de un proceso de búsqueda
de Dios constante, en oración y lectura de la palabra,
Fox recibió cuatro revelaciones que serían la base de
su ministerio. 1. El nuevo nacimiento  2. La
verdadera autoridad  3. El templo del Espíritu Santo
es el creyente  4. El Espíritu Santo enseña al creyente.
Con estas revelaciones en su corazón, Fox
revivió la combinación del Espíritu Santo con la
Palabra y, al hacerlo, cruzó las mentalidades calvinistas
y religiosas de la época, creando un estilo de vida
cristiano posible para todos los que creían. Fue
pionero del regreso de la obra diaria del Espíritu
Santo en la vida de todo creyente, lo cual, preparó el
camino para los ministerios de los siglos XVIII y XIX.
El Espíritu Santo se convirtió en un Amigo
personal para quienes seguían a Fox. Debido a su
relación con el Espíritu Santo, Fox y sus seguidores
revolucionaron muchos aspectos del cristianismo que
habían estado adormecidos u olvidados.
Fueron uno de los primeros grupos en alentar
los ministerios femeninos, y apoyaban alegremente a
las mujeres que predicaban y enseñaban la Palabra
por todo el mundo. También se les reconoce el hecho
de ser uno de los primeros grupos de su época de los
que se sabe que echaban fuera demonios, sanaban
enfermos y obraban milagros por el poder de Dios.
Fox también se afirmaba en la verdad de que
ser cristiano no era algo en lo que se nacía o algo que
se producía como consecuencia de asistir a la iglesia o
bautizarse. No era algo que pudiera recibirse al
obtener un título en un seminario teológico o un
instituto bíblico. Para Fox, un cristiano era alguien que
conocía personalmente a Jesucristo como el Hijo de
Dios y confiaba diariamente en la ayuda del Espíritu
Santo para interpretar la Biblia y vivir según sus
principios en un mundo muy corrupto. Fox fue
conocido como “El Liberador del espíritu”.
 
Resumen sacado del libro Los Generales de Dios II
 
Significado de Reforma:
 
Arreglo, modificación o cambio cuyo objetivo es el de
mejorar algo. Modificación que se hace de una cosa
para mejorarla, generalmente rehaciéndola o
cambiando su forma o contenido.
En general se conoce como Reforma, a todos
los movimientos que establecieron algún tipo de
cambio en un dogma o en la organización de una
religión.
 
Dios siempre quiere hacer algo en la tierra. Para ello
busca personas de corazón perfecto, por medio de las
cuales trae un despertar espiritual, que se convierte en
un movimiento de avivamiento que en ocasiones ha
tocado a muchas naciones. Todo comenzó con un
hombre o una mujer, a quien Dios inquietó a ir más
allá de la vida cristiana rutinaria y sumergirse en el río
del Espíritu. Dicho movimiento puede llegar a
organizarse con el fin de lograr un mayor alcance. El
problema es cuando se pierde la dirección del Espíritu
Santo y los hombres comienzan a manipular o
controlar dicho movimiento; es por eso, que cuando
esto ocurre, debe darse lugar a una Reforma.
 
¿La iglesia necesita reformas?
 
Por supuesto que sí. La reforma es necesaria en la
iglesia del Señor, porque los hombres tenemos la
tendencia de apropiarnos de las cosas espirituales, e
incluso, llegar al punto de hacer a un lado al Señor. El
ser humano ha tenido la inclinación de adueñarse de
los movimientos espirituales que han traído
avivamiento, encajonándolos o atribuyéndolos solo a
una denominación, grupo o ministerio.
También es necesaria la reforma porque la
gloria siempre será de Dios y no de los hombres. La
Biblia señala: “generación a generación celebrará tus
obras”. Cada generación tiene su propia historia que
contar acerca de la obra de Dios. Lo que Dios hizo en
el tiempo de Moisés fue extraordinario, también lo
que ocurrió en el tiempo de Josué o la historia de
David venciendo al gigante; todos los avivamientos de
la historia de la iglesia han sido maravillosos y
poderosos. Gracias a Dios por lo que hizo en el
tiempo de nuestros abuelos y de nuestros padres, pero
ahora le toca a esta generación enfrentar sus propios
gigantes, pararse frente a su propio mar Rojo y en el
nombre del Señor abrirlo para pasar e ir rumbo a su
Canaán.
En tercer lugar, la reforma es necesaria porque
la vid del Señor fue invadida por la oruga, el saltón, el
revoltón y la langosta. La invadieron y la dejaron
asolada como lo enseña Joel 1.4:
 
Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que
quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta
comió lo que del revoltón había quedado.
 
Estas cuatro plagas atacan diversas partes de la vid. El
saltón se come las raíces,  el revoltón chupa la savia
(vida o nutrientes de los que se alimenta el árbol), la
oruga se come el follaje y la langosta devora el fruto.
¿Cómo queda después de esto? Completamente
desolada.
Estas cuatro plagas representan a cuatro
imperios que invadieron a Israel quitándoles la
libertad, propósito, belleza y poder que Dios tenía
para ellos. Los caldeos, persas, griegos y romanos,
vinieron y podaron la vid del Señor dejándola en
deplorables condiciones, no solo por medio de
esclavitud o explotación física, sino que también,
cuando dichos imperios llegaron, introdujeron formas
de pensamientos distintas, detrás de las cuales había
principados espirituales en operación, como leemos
en Daniel 10:20 donde el ángel que vino a dar una
palabra al profeta, le señaló que había un conflicto
espiritual en los aires.
Una vez que los caldeos controlaron a los
hebreos, trajeron a sus príncipes para enseñarles la
lengua de ellos (culturizarlos) y hasta el nombre les
cambiaron. Estaban arrancándoles las raíces;
robándoles la identidad.
Leemos que en el tiempo de los persas, como
ya señalamos, Daniel tuvo una visitación de un ángel
que le reveló que había una guerra en los aires. El
príncipe de Persia, bloquea la revelación divina,
inhabilita los dones espirituales, y busca bloquear
nuestro tiempo de oración; recordemos que en el
tiempo de Daniel unos hombres perversos hicieron
que el rey promulgara un edicto donde se prohibía
orar.   
Los griegos, eran filósofos cuyo pensamiento
les impedía creer en lo sobrenatural. Es el
intelectualismo introduciéndose en la iglesia; es el uso
de la razón que vuelve inoperante la fe.
Los romanos mataron a Jesús. Cristo significa:
el ungido. En ese sentido, es cuando se persigue la
unción o se impide que fluya dentro de las actividades
que tienen que ver con la obra de Dios. Los
emperadores romanos se hacían imágenes para que la
gente los adorara, así que, cuando este tipo de
pensamiento se introduce en la iglesia, se comienza a
idolatrar a los hombres.
En el tiempo en que el imperio romano tenía
control sobre la nación de Israel y habían pasado 400
años de silencio del cielo, en que no hubo profeta por
medio del cual Dios anunciara algo nuevo, Israel ya
había estado bajo el dominio de los caldeos, de los
persas y de los griegos y cada uno de dichos imperios
atacó algo de la vid del Señor, dejando a la vez su
semilla filosófica, espiritual y religiosa. Por esa razón,
la esencia de las Escrituras había sido torcida por
quienes desarrollaban el sacerdocio o enseñaban las
Escrituras en la sinagoga, como era el caso de los
fariseos, hasta que apareció Juan el Bautista,
anunciando un mensaje de parte de Dios. Por medio
de él Dios hizo una reforma; el mensaje era:
¡enderecen sus sendas torcidas! Él predicaba el
bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados;
la gente venía a él y confesando sus pecados se
bautizaba (Mateo 3:5 y 6).
Juan realizó bien su trabajo, de manera que
cuando Jesús inició su ministerio, llegado el momento
desapareció de escena. El mismo dijo que era
necesario que Jesús creciera y él menguara. Una vez
que terminó su labor, fue encarcelado y
posteriormente decapitado por el rey Herodes. Él
sólo vino a una cosa, la cual fue sumamente
extraordinaria: preparar un pueblo bien dispuesto
para la aparición de Cristo (Lucas 1:13-17).
 
Diferentes doctrinas y grupos en el
tiempo de Jesús
 
La vid del Señor fue afectada por estas plagas
mencionadas anteriormente, de modo que entraron
en operación doctrinas y grupos religiosos que tenían
sus tradiciones y costumbres, muy alejados de los
caminos de Dios, incluyendo a los mismos sacerdotes.
En el tiempo de Jesús existían diferentes tipos de
grupos con sus respectivos discípulos. Por ejemplo:
Los saduceos: Los cuales no creían que el
poder sobrenatural de Dios se pudiera manifestar. En
Mateo 16:1 leemos que personas de este grupo
vinieron con Jesús para tentarle pidiéndole señal. No
lo hacían con un verdadero interés de conocer más de
Dios y ver su poder en acción, sino que lo hacían para
probarlo (tentarlo). Jesús les dijo que ellos solo sabían
distinguir las señales climatológicas pero que las
espirituales no.
En Mateo 22:23 la Biblia señala que ellos
decían que no hay resurrección. En ese contexto, ellos
se acercaron a Jesús para hacerle una pregunta que
tenía que ver con la resurrección; por supuesto, sus
intenciones no eran saber acerca de la vida eterna,
sino más bien hacerle a Jesús una pregunta que
parecía complicada. El versículo 29 señala que Jesús
les respondió diciendo:
 
Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis,
ignorando las Escrituras y el poder de Dios.
 
Ellos erraban, porque ignoraban dos cosas: las
Escrituras y el poder de Dios. De manera que ellos
eran un grupo que seguían tradiciones; tenían su
propia doctrina, y habían hecho a un lado la idea de
que Dios podía manifestar su poder. En esas
circunstancias ¿Cómo desarrollar una vida de fe? Si
no creían en el poder de Dios, ¿para qué hablar de
buenas nuevas? Si no creían que las personas
pudieran cambiar gracias a una intervención divina.
Hoy en día esa doctrina puede estar en operación,
aunque no se les denomine saduceos; por ejemplo, si
no creemos que Dios pueda dar sanidad, realizar
milagros o liberar endemoniados hoy en día, sino que
creemos que esos son asuntos que dejaron de ocurrir
con la muerte de los apóstoles del tiempo de Cristo,
sin saberlo, estamos envueltos por este tipo de
doctrina.
Los fariseos: eran otro grupo que establecían
sus propias doctrinas en cuanto a la fe y la vida
piadosa. Jesús dijo que ellos invalidaban la Palabra de
Dios por seguir sus tradiciones (Marcos 7:13). Mateo
23 nos muestra muchos aspectos que el Señor Jesús
señaló acerca de ellos, por ejemplo, el versículo 4
señala que imponían cargas que ni ellos mismos
llevaban. El versículo 5 señala que hacían las cosas
para ser vistos por los hombres como personas muy
espirituales, ensanchando sus filacterias y extendiendo
sus mantos. La Biblia Dios Habla Hoy traduce más
claramente diciendo que se ponían versículos bíblicos
en la frente y en los brazos en anchas tiras, y se
adornaban con borlas muy vistosas. La ropa vistosa o
los versículos bíblicos no eran el problema; el asunto
es que a estas personas les gustaba llamar la atención y
volverse el centro de todo; que la gente pusiera su
mirada en ellos, pues aparentaban ser muy
espirituales. El versículo 6 dice que ellos también
buscaban los primeros asientos en las cenas y las
primeras sillas en las sinagogas, es decir, buscaban los
lugares de honor, el reconocimiento de la gente, que
las personas vieran que a ellos se les preparaba un
lugar especial en la plataforma o en las primeras filas.
Por supuesto, sentarse en esos lugares no es ningún
pecado, el asunto es que cuando sólo buscamos eso,
probablemente exista en nosotros un sentimiento de
orgullo, vanidad o el deseo de que la gente nos vea
como personas muy importantes. Jesús dijo que
cuando vayamos a un lugar donde seamos invitados,
no busquemos esos lugares; no sea que llegando
alguien más importante para quien organiza la cena,
nos pida que nos vayamos atrás y le dejemos el lugar a
esa persona. Mejor siéntate atrás y si el organizador
del evento te trae al frente, recibirás honra de parte de
él (Lucas 14:8-11). Como vemos aquí, el problema no
es el lugar en que se sentaban, sino más bien la
motivación que había en el corazón de ellos.
De manera que los fariseos pueden
representar a un grupo de personas u organización
donde se da lugar al legalismo, religiosidad,
tradiciones y costumbres operando; un lugar donde
las personas buscan el poder, viendo ese tipo de
posiciones como lo más sublime y honroso que les
pueda ocurrir.
Pero no todo es legalismo o religiosidad; existe
un tipo de fariseísmo actual, en donde puede haber
manifestaciones espirituales poderosas, revelación de
las Escrituras y una serie de asuntos más que dan
evidencia de que los dones espirituales están en
operación. Recordemos que eran los saduceos los que
no creían en este tipo de señales.
A los fariseos les gustaba que los llamaran
Rabí, cuyo significado es: mi maestro, el cual se usaba
como título para quienes enseñaban las Escrituras. 
Enseñar las Escrituras no era el problema, sino que
ellos amaban que la gente los llamara con un título
que los distinguiera de los demás; pero Jesús dijo a sus
discípulos que no buscaran que la gente los llamara
“Rabí”, porque su Maestro era Él y todos ellos eran
hermanos. No les prohibió que fueran Rabíes
(maestros de la Palabra) les dijo que no buscaran que
la gente les diera ese reconocimiento, es decir, no
hagan las cosas para ganarse la admiración, respeto o
tener control sobre la gente; ustedes son hermanos y
deben aprender a amarse y edificarse unos a otros.
Cristo ha dado dones a los hombres, de modo
que podemos ver apóstoles, profetas, evangelistas,
pastores y maestros en operación, que traen
edificación al cuerpo de Cristo y debemos dar gracias
a Dios por ellos. Algunos de estos dones son
establecidos para cuidar, exhortar y dirigir una
congregación, como es el caso del pastor o un grupo
de congregaciones como es el caso del apóstol; pero
debemos tener presente que todos ellos vienen en
nombre de Jesús a dar un mensaje a su novia; no
vienen a título personal. Sus enseñanzas, consejos,
exhortaciones, carisma y cuidado son en nombre de
Jesús, por lo tanto debemos enamorarnos más de
Jesús que de los emisarios del mensaje.
Es como cuando un hombre tiene que ir a
trabajar fuera del país y debe dejar a su esposa e hijos
por un tiempo. Estando en ese país lejano hace un
trámite para enviarle cartas y flores a su esposa, de
manera que un día a media mañana tocan la puerta de
la casa, la señora sale y encuentra a un hombre con
unas flores y una carta preguntando por ella (la llama
por su nombre pues la carta lo señala en la parte de
afuera), ella dice soy yo; le dan un papel para que
firme, recibe las flores y la carta y acto seguido el
mensajero se va. Ella entusiasmada al identificar que la
letra de la carta es de su esposo, pone las flores en un
recipiente, se sienta en el sillón y comienza a leer la
carta de amor que su esposo le envió. A la siguiente
semana se repite lo mismo y así continuó hasta que el
esposo regresó. ¿Qué pasaría cada vez que la mujer
veía venir al cartero? ¿Se entusiasmaba por el cartero
o por lo que traía en sus manos? Imagínate la cara de
felicidad que la mujer ponía al ver al cartero llegar con
flores y una carta. ¿El cartero debía ponerse orgulloso
por este hecho? ¿Podía decirle a la mujer, me pulí
buscando las flores, te traje las mejores que encontré?
¡Por supuesto que no! Ellos simplemente son
trabajadores de la empresa de mensajería y deben
concretarse a eso solamente. La mujer se alegra y
entusiasma porque cuando ve al cartero sabe que trae
algo de parte de su amado esposo.
Claro que llegamos a amar a las personas por
la palabra, enseñanza, cuidado, revelación y unción
que Dios les ha dado, pero por ningún motivo nuestro
compromiso o amor por ellos debe ser más alto que
el que tenemos por Jesús, Él es nuestro Maestro que
nos enseña por medio de ellos. 
Los fariseos querían recibir el reconocimiento
de la gente, la admiración de ellos por las enseñanzas
que daban, y  en vez de encausarlos a enamorarse
más de Dios y obedecerle, provocaban que la gente se
comprometiera y enamorara de ellos e incluso,
obedecieran más sus tradiciones y costumbres aunque
invalidaran la Palabra de Dios. Esta frase
“enamoramiento”, es usada por algunos hombres para
definir la labor que hacen, cuando van en busca de
algún ministro para meterlo en su red ministerial; le
regalan cosas, le dan cariño exagerado, lo adulan
diciéndole palabras que agradan al oído. El objetivo es
“enamorarlos” de su carisma, gracia, dones, manera
de ser y enseñanzas. Por supuesto que estas cosas no
son malas (la unción, gracia, poder de Dios,
revelación), el punto es que si detrás de esto hay un
hombre queriendo establecer su propio reino, ser el
centro de atención o cabeza de todo lo que en el
cuerpo de Cristo está ocurriendo, y busca que la gente
diga que es la red ministerial más grande, la punta de
lanza, entonces ya estamos en terreno peligroso. Una
de las cosas que Jesús dijo es que este tipo de
personas extienden sus mantos, lo cual puede ser
mostrado como el manto apostólico que algunos
extienden sobre otros ministros para hacer de la red
que tienen la más grande, o el manto pastoral que
algunos pastores extienden al invitar a toda persona de
otra congregación a formar parte de su iglesia; a toda
persona que ven la enamoran, le mandan mensajes, le
dan “palabra profética” y la invitan a ser parte de su
equipo, sobre todo si tiene resultados. ¿Estarán
buscando su propio reino?
Jesús agregó que además de no llamar Rabí,
tampoco digamos padre nuestro a ninguno que nos
instruya, enseñe o nos dirija en lo espiritual, porque
solo Uno es nuestro Padre: Dios. En algunos lugares
les llaman papá o papi a su mentor, apóstol o pastor
¿Por qué será? Algunos lo hacen por una especie de
cariño que tienen hacia la persona, otros más porque
tienen asuntos emocionales no arreglados de su
pasado, en relación a la paternidad, de manera que
ven en esta persona al padre que nunca tuvieron o que
siempre soñaron tener; pero en otros casos, es porque
quien dirige, enseña que le deben decir así
¿resultados? Se vuelven dependientes de esa persona
y nunca logran desarrollarse como debe ser, porque
no han entendido que su verdadero Padre es Dios y
que el llamamiento se los ha hecho Cristo, quien es
nuestro verdadero Maestro.
Por supuesto que debemos honrar, amar y
obedecer a nuestras autoridades, pero nunca haciendo
a un lado la Palabra de Dios ni honrándolos a ellos
más que al Señor. 
Juan el Bautista también tenía su propio grupo
de discípulos y era un verdadero profeta. Jesús dijo
que de entre los nacidos de mujer no había nacido un
profeta mayor que Juan (Lucas 7:28). Juan también
fue un verdadero apóstol, la Biblia en Juan 1:6 dice:
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba
Juan.
 
Uno de los verdaderos significados de apóstol
es enviado. En el sentido espiritual es alguien enviado
por Dios con una misión. En el caso de Juan el
bautista, él era un enviado de Dios con un mensaje
profético: preparar el camino al Señor. La Biblia
agrega que él vino para dar testimonio de la luz,
señalando que él no era la luz, sino que venía a dar
testimonio de la luz verdadera que había venido a los
hombres para darnos salvación: Cristo. El ministerio
de Juan no fue aceptado por los sacerdotes, pero
tenían miedo de hablar en contra de él porque el
pueblo lo consideraba como un verdadero profeta
(Mateo 21:23-26).
Su ministerio terminó cuando se cumplió la
encomienda que le fue dada, de modo que cuando
Cristo comenzó su ministerio, él comenzó a menguar.
Los sacerdotes estaban también en operación,
desarrollando en el templo las actividades que mucho
tiempo atrás fueron delegadas por Dios a Aarón; ellos
ofrecían los sacrificios en el altar, los cuales
simbolizaban la obra que Cristo, el cordero de Dios
vendría a hacer. Ellos conocían las Escrituras y sabían
dónde nacería el Mesías, lo vemos cuando Herodes
les mandó preguntar y ellos le dijeron que nacería en
Belén (Mateo 2:4-6). No obstante fueron el grupo que
más encarnizadamente se opuso a Cristo y fueron
quienes junto con los fariseos promovieron la
crucifixión del Señor.
Estos grupos pueden estar hoy en día en
operación, por ejemplo:
Los saduceos representan a un grupo donde
no se cree en el poder sobrenatural de Dios, de
manera que no permiten que en la iglesia haya
manifestaciones del Espíritu Santo; incluso, cuando no
se desarrolla ninguna labor evangelística, se está dando
evidencia de que de una manera inconsciente, se
encuentran bajo la influencia de una doctrina como la
de los saduceos.  ¿Por qué no se hace labor
evangelística si es una de las principales encomiendas
que Jesucristo nos dejó?  ¿Acaso no creemos que el
evangelio es poder de Dios para salvación? Hay
doctrinas actuales que señalan que el que se va a
salvar, se va a salvar porque fue predestinado para eso.
De ser así ¿por qué Jesús nos envió a predicar a todo
el mundo? ¿Será que de manera inconsciente estamos
bajo la influencia de los saduceos y no creemos que
Dios tenga el poder para pasar de muerte espiritual a
vida eterna por medio del mensaje de Jesucristo?
Los fariseos representan hoy en día a un
sistema donde se promueven las posiciones y cargos, y
se da lugar a tradiciones o costumbres de hombres
que nada tienen que ver con la Palabra de Dios,
donde quienes dirigen buscan su propio reino.
Juan el Bautista puede representar al
ministerio apostólico y profético, pues como ya vimos,
él tenía estas características y por supuesto no son
malas. El asunto es cuando nos quedamos en eso por
lo bonito que se escucha: “apostólico y profético”;
suena como algo nuevo y se escucha muy apantallante,
pero si no entendemos que estos dos ministerios no
son más que las otras partes del árbol, sino que
forman parte de un todo, si no entendemos que
tienen la finalidad de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, entonces nos quedaremos ahí, sin
crecimiento, sin expansión, promoviendo un “nuevo
mover”, sin llegar verdaderamente a preparar un
pueblo bien dispuesto, que aliste el camino para la
manifestación del Reino de Dios y la segunda venida
de Cristo.
¿Por qué hoy en día puede estar en operación
este tipo de doctrinas? Porque a lo largo de la iglesia
la vid del Señor fue afectada por las plagas ya
mencionadas.
 
Efectos de las plagas a lo largo de la
iglesia
 
La oruga se come el follaje, el saltón se come las raíces
del árbol o planta, el revoltón chupa la savia, es decir
lo que alimenta el árbol y la langosta se come el fruto.
Después de dicha invasión, el versículo 7 dice:
 
Asoló mi vid, y descortezó mi higuera; del todo la
desnudó y derribó; sus ramas quedaron blancas.
 
La vid del Señor en el antiguo tiempo representa a
Israel; en el tiempo de la gracia a los gentiles
representa a la iglesia. ¿Cómo quedó la vid del Señor?
¡Asolada! 
El follaje representa la cobertura o protección del
árbol. Puede simbolizar la cobertura que tenemos en
nuestra vida como consecuencia de obedecer a Dios;
el enemigo buscará dirigirnos por la senda de la
desobediencia para quitarnos la cobertura de Dios.
También puede simbolizar la unción que protege o
cubre la iglesia del Señor. Un árbol verde y lleno de
fruto se ve con vida, en cambio un árbol seco da
evidencias de la falta de vida en el.
El árbol se alimenta por medio de las raíces, esto
puede ilustrar la Palabra de Dios que alimenta y nutre
nuestra vida.
La savia, sube por el interior del tronco y nutre de
vida a todo el árbol; simboliza la presencia del Espíritu
de Dios en el interior del hombre o de la iglesia. La
savia puede representar también a hombres de Dios, a
quien Él ha llamado para edificar el cuerpo de Cristo.
Efesios 2:20-21 dice:
 
Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la principal piedra del ángulo
Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien
coordinado, va creciendo para ser un templo santo en
el Señor
 
El fundamento no son los apóstoles; la palabra
fundamento en este sentido significa enseñanzas, lo
cual quiere decir, que los apóstoles y profetas reciben
cierta revelación que permite dar enseñanzas al
cuerpo de Cristo. Dicho fundamento tiene como
piedra principal a Cristo, sobre quien todo el cuerpo
(árbol, vid) a la manera de un edificio, bien
coordinado, va creciendo, de manera que personas
con este tipo de llamado viajan de un lugar a otro
llevando palabra con revelación que nutre y edifica el
cuerpo de Cristo.
El fruto es una consecuencia de todo lo
anterior; la presencia del Espíritu Santo, la enseñanza
con revelación y la obediencia a la Palabra de Dios
nos traen vida, protección y edificación.
De manera literal, la iglesia del Señor en un
momento de su historia fue afectada en estos cuatro
aspectos mencionados anteriormente; todo comenzó
cuando la iglesia se “universalizó”. Antes de ese
suceso, los cristianos eran perseguidos por los
romanos. La historia relata que eran llevados al
coliseo para ser devorados por bestias o ser muertos a
manos de gladiadores, siendo un espectáculo para la
gente que ahí concurría. Pero entre más eran
perseguidos, más se multiplicaban. Era algo que el
imperio romano, aun con toda su fuerza, no podía
detener.
Después de eso, un emperador romano tuvo
una visión donde se le mostraba  una cruz y él
entendió que debía unirse a los cristianos en lugar de
perseguirlos. A partir de entonces la iglesia de Cristo
pasó a ser la “oficial” en el imperio romano y todos
debían profesar ser cristianos. Así dejaron de ser
perseguidos. Parecía una victoria de la iglesia cristiana,
ahora en lugar de ser perseguidos, el mismo
emperador romano profesaba su fe; no obstante, lo
que ocurrió, es que debido a que ahora todos eran
“cristianos”, sin haber experimentado un verdadero y
genuino nuevo nacimiento, producto de un
arrepentimiento real en sus vidas, la “iglesia del
Señor” tuvo un sincretismo religioso, es decir, una
mezcla de religiones, costumbres y tradiciones que
nada tenían que ver con la fe cristiana, debido a que
ahora todos los que se integraban a la nueva fe,
instaurada por el imperio romano, traían sus ídolos,
imágenes, costumbres y tradiciones, mezclándolas con
las enseñanzas bíblicas. En una visitación del Espíritu
Santo no debemos hacer a un lado la Palabra del
Señor; ella siempre será el ancla de nuestra fe y nos
llevará por la senda correcta. Si a la multitud que
viene a los pies de Cristo como resultado de un
avivamiento, no les ponemos el fundamento de la
Palabra de Dios en sus vidas, corremos el riesgo de
caer nuevamente en un sincretismo religioso, donde
cada quien traerá sus costumbres del mundo y las
mezclará con su nueva vida cristiana. Existen personas
a las que cuando se les trata de enseñar con relación a
ese tipo de conductas, salen con la frase: “no seas
religioso”. La santidad no es religiosidad; no
confundamos libertad con libertinaje (Judas 1:4).
Hubo una mezcla de poder político-religioso.
Roma institucionalizó la iglesia y  tomó el control
religioso, instauró sacerdotes a su criterio y vino una
debacle espiritual. Aquello que parecía un triunfo,
realmente se convirtió en el inicio de su caída.
Recordemos que Jesús dijo que su Reino no es de este
mundo y que claramente separó los asuntos del César
y los de Dios: “dad a César lo que es de César y a
Dios lo que es de Dios”. 
Posteriormente le fue quitada de las manos a
la iglesia la Palabra de Dios. El argumento era que
debido a su ignorancia, la gente no la entendería y se
confundirían ellos y a la vez ellos confundirían a otros.
Sumado a esto, las enseñanzas en el templo se daban
en latín, de manera que la gente no entendía lo que
decían, ni tenían una Biblia a la mano para conocer la
verdad.
Los apóstoles y profetas, así como los otros dones
del Hijo que aparecen en Efesios 4 (Maestro, Pastor y
Evangelista), de manera literal desaparecieron y en
lugar de ello, entró una estructura de “iglesia” muy
distinta a la establecida por Cristo, que por cierto era
manipulada y dirigida por hombres que no tenían
llamamiento divino, sino, que puestos por reyes o al
haber comprado un título eclesiástico, ejercían el
sacerdocio sin tener vocación o llamado para ello.
¿Cómo quedó la iglesia del Señor? 
Sin Biblia y sin personas con llamamiento divino
ejerciendo el ministerio ¿Cómo podría el pueblo
saber la voluntad de Dios y obedecerle?
¿Cómo podrían obedecer o llevar a cabo algo
que ellos no sabían y como consecuencia de eso ser
bendecidos y tener cobertura?
¿Cómo podrían desarrollar una vida dirigidos
por el Espíritu? Sin apóstoles y profetas verdaderos,
no habría revelación de la Palabra de Dios que trajera
edificación a las personas.
Por supuesto que Dios en su gran amor, de
alguna forma ayudó a los que de corazón perfecto le
buscaban; sin duda, su gracia estuvo presente para
salvación. Lamentablemente muchos que buscaban la
verdad y se oponían, eran quemados en la hoguera,
acusados de ser brujos (as) o herejes.
Uno de ellos fue Juan Huss. En Wikipedia se
relata lo siguiente acerca de él: 
 
“Jan Hus  también conocido como Juan Huss o Juan
de Hussenitz (Hussenitz, Reino de Bohemia, c. 1370 -
Constanza, Sacro Imperio Romano Germánico, 6 de
julio de 1415), fue un teólogo y filósofo checo. Rector
de la Universidad Carolina de Praga. Como
reformador y predicador se le considera uno de los
precursores de la Reforma Protestante; sus seguidores
se conocen como husitas. Murió quemado en la
hoguera, al ser condenado por hereje en el Concilio
de Constanza.
Jan Hus fue escritor de una gran obra
denominada Eclessia (Iglesia en griego), detallando
sus mayores discrepancias contra el sistema católico
romano imperante en esa época (Spinka, " Jan Hus "
Concepto de la Iglesia, p.261). Su conclusión más
importante se basa en que Cristo es la cabeza de la
Iglesia y no el Papa y los cardenales. Este escrito fue
clave para el despertar de la Iglesia Protestante.
Desde el púlpito, Hus, criticaba la corrupción
moral de la Iglesia, los abusos que cometía y la riqueza
que estaba acumulando, criticaba también las ventas
de indulgencias
Predicaba que Jesucristo era la verdadera
Piedra y no Pedro, y decía que el papa, con su
corrupción y sus muchos pecados y errores que
enseñaba a las personas, era la encarnación del
anticristo.
Algunos afirman que antes de ser quemado,
Hus dijo las siguientes palabras:
 
«Vas a asar un ganso, pero dentro de un siglo te
encontrarás con un cisne que no podrás asar.»
 
Los seguidores de la Reforma Protestante, suelen
identificar a Martín Lutero con esas palabras, ya que
102 años después, Lutero clavó sus 95 tesis en
Wittenberg y en su escudo de armas figuraba un
cisne”.
 
Anuncio de restauración
 
Joel 2:23-25 dice:
 
Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en
Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera
lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros
lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se
llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y
aceite. Y os restituiré los años que comió la oruga, el
saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que
envié contra vosotros.
 
Dios promete enviar su lluvia, la temprana y la tardía 
como al principio, de modo que tendremos una
cosecha abundante.
La lluvia temprana se daba en los meses de
septiembre y octubre, y permitía ablandar o preparar
la tierra para poner la semilla. La lluvia tardía se daba
en los meses de marzo y abril, y ayudaba a afirmar la
planta y fortalecerla para tener fruto. La lluvia tardía
casi garantizaba la cosecha.
Hablar de cosecha abundante es hablar de una
gran cosecha, la cual será el  resultado final de una
planta sana o en buen estado; para ello, debe ser libre
de plagas, tener raíces profundas, se requiere que la
savia esté subiendo fluidamente por el interior del
árbol, de modo que tenga el follaje con el cual poder
resguardar o cubrir el fruto.
 
Las raíces
 
Después de lo ocurrido a la iglesia, Dios la ha ido
restaurando del daño que las plagas que la invadieron
le hicieron. Nos fue restaurada la Biblia, es decir,
pudo llegar a manos de las personas, gracias a que
Dios levantó a un hombre llamado Martin Lutero,
quien fue un teólogo y fraile católico, por medio del
cual se impulsó la reforma religiosa en Alemania y en
cuyas enseñanzas se inspiró  la reforma protestante.
(Wikipedia) en esta página de Internet podemos
documentarnos más al respecto.
El punto es, que él fue un hombre que se
sumergió en el estudio de las Escrituras, y Dios lo usó
para traer revelación de la Palabra y enseñar aspectos
fundamentales de la fe cristiana, como la salvación por
gracia. En ese mismo contexto, Gutenberg inventó la
imprenta y el primer libro en el que trabajó para
publicar, fue la Biblia. ¡Dios estaba restaurando las
raíces de su vid! Pronto la gente tendría acceso a la
Palabra de Dios escrita.
Si como vimos anteriormente, se conoce
como reformas a todos los movimientos que
establecieron algún tipo de cambio en un dogma o en
la organización de una religión [entendiendo que un
dogma es el conjunto de puntos principales de una
religión, doctrina o un sistema de pensamiento que se
tienen por ciertos y seguros, y que no pueden ponerse
en duda], aquí se estaban rompiendo dogmas que la
iglesia católica había establecido y que nadie se atrevía
a contradecir.
 
La savia
 
Posteriormente Dios empezó a restaurar los dones del
Hijo, de modo que pastores, maestros y evangelistas,
comenzaron a aparecer, con sus respectivas
persecuciones, pues hasta entonces el único modelo
de iglesia que se conocía y aceptaba era el que la
iglesia católica había establecido, de modo que cuando
éstos aparecieron muchos cristianos no los aceptaban.
Dios también ha restaurado los otros dones
del Hijo que aparecen en Efesios 4: apóstol y profeta;
los cuales, al igual que los otros acontecimientos que
han restaurado partes fundamentales de la iglesia del
Señor (la Biblia y la unción del Espíritu Santo),
también han sido poco aceptados o incluso
perseguidos por ciertos grupos de la iglesia, quienes al
igual que en el caso de la llenura del Espíritu Santo
con la evidencia de hablar en otras lenguas, señalan
que los apóstoles y profetas cesaron cuando los
apóstoles de Cristo murieron.  
Efesios 2:20 señala que sobre el fundamento
de los apóstoles y profetas se edifica la iglesia. Los
apóstoles y profetas, así como los otros dones
mencionados en Efesios 4, son personas a quienes el
Señor les hace el llamamiento y les da la gracia para
recibir enseñanzas y revelación que nutren y edifican
al cuerpo de Cristo. Pero la iglesia (aun algunos hoy
en día) no los aceptaba.
Una cosa es enseñar historias bíblicas y otra
muy distinta es enseñar con revelación, los principios
espirituales que hay en dichas historias.
Una cosa es memorizar versículos bíblicos y
otra muy distinta es enseñar con el respaldo del
Espíritu Santo, llevando a las personas a tener la
convicción de la importancia de obedecer y llevar a
cabo lo que Dios nos enseña por medio de Su
Palabra.
Sin la revelación que Dios en su gracia da a
personas con este tipo de llamamiento ¿Cómo
podría  la iglesia de Cristo avanzar hacia la madurez
que necesita, y prepararse para ser la vid o árbol fuerte
que pueda soportar la gran cosecha que Dios dice que
se levantará?
La savia viene a ser como la sangre que corre
por nuestras venas llevando vida a todo nuestro
cuerpo. El cuerpo de Cristo no es solo una
congregación específica, sino que está conformado
por el grupo de creyentes en Jesucristo que habita en
todo el mundo. En ese sentido, el Espíritu Santo usa a
siervos suyos, para mostrar señales de Su poder y
llevar palabra con revelación, quienes, como si
viajaran por las venas del árbol, son usados por Dios
para llevar vida a diferentes segmentos
(congregaciones) que conforman el cuerpo. No
obstante, si no creemos en los dones del Hijo
mencionados en Efesios 4 ¿Cómo recibiremos esos
beneficios que Dios tiene para nosotros?
 
El follaje
 
El follaje trae belleza a la planta; también trae
protección al fruto que el árbol dará. En casa tengo
unas plantas, las cuales dan evidencia por medio de
sus hojas tristes cuando les hace falta agua.
  Cuando las raíces de la vid del Señor (Su Palabra)
han sido restauradas, podemos ser nutridos con el
alimento que nos permita tener la cobertura de Dios
sobre nuestras vidas, ya que por medio de ellas
podremos conocer el camino de la obediencia a Dios.
No obstante, no solo se trata de saber lo que tenemos
que hacer, sino que nuestro cuerpo debe hacer lo que
Dios nos dice por medio de Su Palabra. Para hacerlo
necesitamos del poder del Espíritu Santo, quien nos
dará la capacidad para hacer las cosas que en nuestras
propias fuerzas no podamos hacer.
En el año 1900 hubo un despertar espiritual, que
después fue conocido como el Movimiento
Pentecostal. Dicho nombre fue derivado de lo que
leemos en Hechos 2 que ocurrió en el Aposento Alto
un día de pentecostés, donde los que ahí estaban
fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a
hablar en otras lenguas. Dios estaba restaurando la
vida en el Espíritu dentro de la iglesia.
Sin embargo, no todos los cristianos de ese
tiempo abrazaron este despertar espiritual; incluso a la
fecha, hay quienes dicen que esas señales cesaron con
la muerte de los apóstoles o que eso solo ocurrió en el
aposento alto, con el propósito de que quienes
estaban en Jerusalén en esos días, los cuales provenían
de diferentes lugares y habían subido a esa ciudad
para adorar, fueran alcanzados con el evangelio,
escuchando el mensaje en su lengua natal.
Una reforma espiritual viene a romper dogmas
con relación a lo que se cree o se entendía como la
vida en el Espíritu. Dios estaba trayendo avivamiento a
su iglesia, la manifestación de su poder de una manera
visible. Para algunos eso solo ocurrió en el pasado, en
los tiempos bíblicos; pero la reforma espiritual vino a
romper la doctrina de muchos y su forma de pensar al
respecto.
Lo cierto es que Dios estaba  enviando su
lluvia tardía, para restaurar su vid y fortalecerla para
una gran cosecha. Peter Wagner, un prominente
escritor cristiano,  relata en uno de sus libros que la
iglesia pentecostal alcanzó un crecimiento numérico, y
de alcance mucho mayor y más rápidamente que la
iglesia anterior a ella (los que no habían tenido la
experiencia de la llenura del Espíritu Santo),
atribuyéndole dicho crecimiento y expansión a la
experiencia y llenura del Espíritu Santo. Si no
creemos que la llenura del Espíritu Santo sea para este
tiempo ¿será que tenemos una revelación a medias
acerca de la obra de Dios?
¿Cómo podremos tener revelación de las
Escrituras, autoridad (poder) para vencer las obras del
diablo y manifestar los dones espirituales (1 Corintios
12:7-11) si no creemos que la obra del Espíritu Santo
es para hoy?
 
Tiempos de fruto abundante
 
Hoy en día la vid del Señor ha sido restaurada, de
modo que las raíces están en su lugar, o sea, tenemos
acceso a la Palabra de Dios. También la savia está
corriendo a lo largo y ancho del cuerpo; la vida en el
Espíritu es llevada a la iglesia (diferentes
congregaciones dentro del mismo cuerpo) por
hombres de Dios llenos del Espíritu Santo. Los dones
del Espíritu se manifiestan donde le dan libertad a Él
de hacer Su obra; también los dones del Hijo
señalados en Efesios 4, están en operación. Efesios
4:11-12 dice:
 
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros,  a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo,
 
Apóstoles, Profetas, Evangelistas, Pastores y Maestros
están en operación; el propósito o finalidad de esto es:
“perfeccionar a los santos para la obra del ministerio”.
La gran cosecha que Dios anuncia en Joel no puede
ser levantada por un solo hombre; la obra de Dios no
debe depender de la figura de una sola persona, más
que la de Cristo. Durante un tiempo Dios levantó a
grandes evangelistas, quienes hacían campañas
multitudinarias (todavía se siguen haciendo) donde
había señales, milagros y sanidades, de modo que 
multitudes aceptaban a Jesús.
Un día escuché a un evangelista muy
reconocido, hablar de una experiencia extraordinaria
que le tocó vivir al realizar una campaña evangelística
en Colombia, para la cual invitó a las congregaciones
de dicho lugar. Durante los días de campaña
acudieron miles de personas, de los cuales muchos
fueron sanados y liberados; hubo milagros
extraordinarios y miles pasaron al frente para recibir a
Jesús como su Señor y Salvador.
Dos años después regresó a ese lugar para
hacer otro evento evangelístico, para lo cual convocó
nuevamente a las congregaciones de la ciudad para
apoyar dicho evento. Para su sorpresa, no pudo lograr
convocar ni a 200 servidores que participaran durante
los días de campaña. En ese momento él se preguntó
¿Dónde están los diez mil que decidieron entregar su
vida a Jesús en la campaña anterior? ¿Sólo pudimos
convocar a 200? Ahí entendió la importancia del
discipulado y la labor de activación de los santos para
levantar la cosecha abundante.
Un evento evangelístico de esas proporciones
es algo extraordinario; ver multitudes reunidas para
escuchar el mensaje de Cristo y mirar con nuestros
propios ojos cómo Dios usa a sus siervos para realizar
milagros, señales y sanidades a los ojos de todos, dan
evidencia de la existencia de un Dios todopoderoso
respaldando a su iglesia. El asunto es ¿después de eso
que? ¿Debe descansar la iglesia del Señor en la figura
y trabajo de una sola persona? Creo que Dios sigue
usando las campañas evangelísticas multitudinarias,
porque ese tipo de eventos llaman la atención de una
ciudad; pero en el diseño de Dios, vemos que Jesús
no solo hacia eso, sino que también formaba
discípulos, para después de un evento de esa
naturaleza poder atender a las multitudes que venían a
Él. Mateo 9:36-38 dice:
 
Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas;
porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas
que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A
la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a
su mies.
 
Este pasaje es muy conocido por muchos de nosotros,
pero la verdad es que la gran mayoría no oramos en
ese sentido; más bien oramos porque las almas de
conviertan y descuidamos el aspecto de formar
obreros, de modo que cuando se trata de levantar la
cosecha, no tenemos recursos humanos suficientes
para atender a las multitudes que se encuentran
desamparadas y dispersas como ovejas sin pastor.
Jesús no está diciendo que oremos por
pastores, maestros, evangelistas o apóstoles. Él dice
que debemos orar por obreros, es decir, por personas
que ayuden a levantar la gran cosecha de almas que,
como leemos en el libro de Joel, Dios promete enviar.
Hoy Dios está completando su diseño de
iglesia, de modo que está activando a los santos para la
obra del ministerio; la gran cosecha está siendo
levantada por hombres y mujeres que no tienen un
título de pastor, profeta, evangelista o apóstol, sino
que son amas de casa, empresarios, jóvenes
estudiantes, profesionistas, personas con algún oficio
como carpinteros, plomeros o albañiles, quienes sin
dejar su trabajo participan en su congregación,
haciendo equipo con su pastor o apóstol, para trabajar
en las dos encomiendas principales que Cristo nos
dejó: predicar el evangelio y hacer discípulos. 
¿Estás trabajando en formar discípulos o estás
trabajando en formar ministros? Hubo una
generación que se enfocó más en formar ministros de
instituto bíblico porque en su tiempo así se requirió; la
iglesia del Señor debía llegar a lugares alejados;
ciudades donde no había iglesias cristianas necesitaban
ser alcanzadas; en una misma ciudad había colonias
alejadas donde las personas no podían asistir a la
congregación por motivos económicos o falta de
transporte, lo cual requirió de abrir nuevas
congregaciones; las partes más remotas del país, en
medio de la sierra o la selva espesa, las comunidades
indígenas y otros lugares necesitaban de una iglesia
donde hubiera un pastor. Los institutos bíblicos
fueron un semillero de pastores de donde salieron
grandes hombres y mujeres de Dios que hicieron una
labor extraordinaria, sembrando con sangre y lágrimas
la Palabra de Dios en esos lugares.
Hoy estamos viendo congregaciones
multitudinarias, donde miles de personas acuden
semanalmente para buscar a Dios, recibir oración o
consejo, escuchar la Palabra y posteriormente ser
formados como discípulos. Debemos comprender
que una iglesia así no puede depender de un solo
hombre o ministro. Al ver el cuadro completo del
diseño de la iglesia, podemos ver en esta reforma la
activación de los santos para la obra del ministerio,
ayudando a levantar y cuidar la gran cosecha
anunciada por Dios.
Debemos ser entendidos en los tiempos. La
iglesia hoy, no es la misma de hace 50 o 100 años.
Querer hacer las cosas hoy con las estrategias de aquel
tiempo no nos dará mucho resultado. No se trata de
lo que tú o yo pensamos; nosotros no somos dueños
de la iglesia, solo servimos en ella; se trata de lo que el
Espíritu Santo dice a la iglesia de hoy. En el mensaje a
las iglesias que vemos en Apocalipsis 2 y 3, leemos
una frase recurrente: “el que tenga oído, oiga lo que el
Espíritu dice a la iglesia”.
 
La revelación de quién es Cristo
 
Mateo 16:13-16 dice:
 
Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo,
preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron:
Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías,
o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros,
¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón
Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente.
 
Veamos con atención sus respuestas. Ellos dijeron,
unos dicen que eres Juan el Bautista. ¿Cuál era la
labor de Juan el Bautista? Él predicaba el bautismo de
arrepentimiento para perdón de pecados.
También dijeron: otros dicen que eres Elías.
¿Qué hizo Elías? Hizo descender fuego del cielo,
exhibiendo la falsedad y el engaño de Baal y sus
sacerdotes.
Señalaron que otros decían que Jesús era
Jeremías, quien fue un profeta llorón, que daba un
mensaje de parte de Dios, de que los caldeos
destruirían a Jerusalén y se los llevarían cautivos.
Así mismo, dijeron que la gente señalaba que
era alguno de los profetas, es decir, ellos decían: “es
uno más”.
Hoy en día encontramos que muchas personas
tienen un concepto acerca de Jesús y su iglesia. ¿Para
ti, quién es Jesús? La manera en que como pastores
desarrollamos el trabajo en la iglesia o la forma en que
nos desenvolvemos dentro de ella como miembros o
discípulos de una, dará evidencia de lo que en
realidad creemos.
Por ejemplo, si creo que recibir a Cristo solo
consiste en arrepentirme de mis pecados y asistir
fielmente a la congregación y dar mi diezmo, pero de
ahí en fuera no me comprometo a nada más, entonces
yo tengo (quizás de manera inconsciente) la forma de
pensamiento que muchos en el tiempo de Jesús
tenían: Él es Juan o como él, solo se trata de confesar
mis pecados y bautizarme. Por supuesto que hay que
arrepentirnos de nuestros pecados y bautizarnos, pero
eso es solo el inicio de nuestra nueva vida ¿después de
eso que sigue?
Si creo que Cristo estableció su iglesia para
que asista a ella y sea lleno del fuego del Espíritu
Santo o mediante los dones espirituales ver milagros,
sanidades y prodigios, probablemente tenga el
pensamiento de los que en el tiempo de Jesús
señalaban que Él era Elías, de modo que solo asisto a
la congregación para pedir que el fuego del cielo
descienda sobre mi vida. Por supuesto que
necesitamos el fuego y la presencia del Espíritu Santo;
necesitamos de su poder para ser transformados y
cumplir con toda justicia (obedecer a Dios en todo lo
que Él nos manda) así como ver señales, maravillas y
milagros ¿pero después de eso que?
Si creo que Cristo estableció su iglesia solo
para que sepa de los asuntos del fin del mundo,
aprender escatología, profecía de los tiempos finales y
todo lo relacionado a lo mismo, estaré cayendo en el
rubro de los que en el tiempo de Jesús decían que Él
era Jeremías. Por supuesto que necesitamos saber de
los tiempos finales, no debemos ser un grupo
ignorante de lo que la Biblia anuncia al respecto; de
hecho Jesús señala que debemos conocer las señales
que ocurrirán en el mundo para que sepamos que su
venida está cerca ¿pero de qué me sirve saber eso y
continuar encerrado en la congregación, sabiendo
todo lo del fin del mundo, si no estoy haciendo nada
por salvar al mundo mediante la predicación del
evangelio?
Si creo que el evangelio de Cristo es otra
religión más, será como decir que es lo mismo que
Buda, Confucio, Aristóteles y muchos más, de manera
que caeré en la filosofía de pensamiento que dice que
al ser supremo cada quien lo concibe como mejor le
parezca. ¿Es así? Por supuesto que no. Nosotros
creemos que la Biblia es la Palabra de Dios y solo a
través de Cristo podemos llegar a Él.  
Fue entonces que Cristo le preguntó a sus
discípulos acerca de lo que ellos opinaban de Él, y
Simón le contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente. De inmediato Jesús le respondió:
bienaventurado eres Simón hijo de Jonás, porque no
te lo reveló carne ni sangre sino mi Padre que está en
los cielos.
Lo que Simón sabía acerca de Cristo, lo llevó a
dejar todo y seguirle ¿quién le reveló que Jesús, el
carpintero de Nazareth, era Cristo el Hijo de Dios? se
lo reveló el Padre. Cuando tenemos dicha revelación
sufrimos  una transformación, dejamos la etiqueta de
Simón (inestable) por la de Pedro (firme). Por eso
leemos en la Escritura que Jesús le dijo que ya no
sería Simón, sino Pedro.
Jesús agregó que sobre esa roca edificaría su
iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra
ella. La iglesia es el grupo de creyentes, no es el
edificio. Edificación en este caso no tiene que ver con
la construcción de templos (lo cual no es malo), sino
más bien con la edificación de los creyentes
llevándolos por una senda de crecimiento espiritual,
donde adquieran madurez, compromiso, santidad y
crezcan en relación y revelación acerca de Dios.
La roca no era Simón Pedro. La roca no es
ninguna iglesia ni persona, como algunos se atribuyen
el título. La roca es la revelación que Simón tuvo
acerca de Cristo. Una persona puede pertenecer a una
congregación, asistir fielmente a ella e incluso
participar sirviendo, pero mientras no tenga la
revelación acerca de quién es Jesús, no podrá ser
edificado y mucho menos podrá tener victoria sobre
las puertas del Hades. En cambio, cuando una iglesia
es edificada sobre la revelación que se tiene acerca de
Cristo, Dios hará su obra por medio de ellos; será 
notable el Reino de Dios en lo que están haciendo y
ni el mismo infierno (Hades) los podrá detener.
Para ello necesitamos que el Padre nos revele
a Jesús, lo cual no proviene por herencia, ni por el
solo hecho de escuchar a otras personas predicar la
Palabra, mucho menos por pertenecer a una
congregación, red apostólica o denominación
cristiana; no es por cobertura ministerial, es por la
revelación que el Padre nos da.
Con la revelación de Cristo y la edificación
que recibimos como consecuencia de ello, entraremos
a otra dimensión de revelación acerca del Reino de
Dios. Mateo 16:19 dice que Jesús le dijo a Pedro:
 
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo
que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo
lo que desatares en la tierra será desatado en los
cielos.
 
Las llaves del Reino para atar en la tierra y ser
respaldados por el cielo, desatar en la tierra y ser
respaldados por el cielo, no fueron entregadas única y
exclusivamente a Pedro; estas llaves son entregadas a
todos aquellos que tienen la revelación de Cristo, y
por medio de ellas tienen acceso a los beneficios que
el Reino de los cielos tiene para los que aman a Dios.
¿Qué revelación tienes acerca de Cristo y por
qué?
¿Qué enseñanza estás recibiendo? ¿Una
enseñanza afectada por el saltón? ¿Estás recibiendo
doctrinas bíblicas que han sido podadas por el
revoltón o la langosta? La falta de fruto puede dar
evidencia de que la langosta ha estado robándote.
 
¿Estamos actualizados?
 
Hechos 18:24-25 habla de un hombre llamado
Apolos:
 
Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos,
natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en
las Escrituras. Este había sido instruido en el camino
del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y
enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor,
aunque solamente conocía el bautismo de Juan.
 
Observemos las características de Apolos. Él era:
1.- Varón elocuente.
2.- Poderoso en las Escrituras.
3.- Instruido en el camino del Señor. No era un
neófito.
4.- De espíritu fervoroso, es decir, apasionado por
la obra de Dios.
5.- Esforzado en su servicio: enseñaba
diligentemente lo concerniente al Señor.
 
Cinco extraordinarias características de este hombre.
El asunto es que la Biblia señala que él, sólo conocía
hasta el bautismo de Juan.
¿En qué consistía el bautismo de Juan y cuál fue
la función de Juan el Bautista?
Juan el bautista predicaba el bautismo de
arrepentimiento y perdón de pecados (Lucas 3:3-18);
él tenía la encomienda de preparar el camino a Jesús.
El arrepentimiento nos prepara para una vida cristiana
genuina, que nos lleve a vivir de los beneficios del
Reino de Dios. Precisamente ese fue el mensaje de
Cristo: arrepentíos y convertíos porque el Reino de los
Cielos se ha acercado. 
El trabajo de Juan el bautista fue llevar al
pueblo a un verdadero arrepentimiento, que lo
preparara como un pueblo bien dispuesto para recibir
a Cristo.
Para el tiempo de Apolos, Juan ya había muerto y
Cristo ya había desarrollado su ministerio,
acompañado de milagros y prodigios; multitudes
escucharon su mensaje; después fue apresado y
crucificado; a los tres días resucitó, apareció durante
40 días a sus discípulos para hablarles principios del
Reino de Dios, y les dijo que no se fueran de
Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre;
ellos obedecieron, esperaron como les dijo el Señor y
el día de pentecostés el Espíritu Santo descendió
sobre ellos, siendo todos llenos de Él; comenzaron a
hablar en otras lenguas, se hizo un gran estruendo y
una multitud se aglomeró afuera del lugar donde ellos
estaban reunidos. Ese día se convirtieron 3000
personas con la predicación de Pedro, y comenzó un
avivamiento de proporciones extraordinarias; el
número de discípulos crecía; aun los gobernantes
tenían temor de ellos; algo grande estaba pasando.  
Pero aquí vemos, tiempo después, a un
hombre (Apolos) con un mensaje desactualizado,
predicando el bautismo de Juan, es decir, preparando
el camino a Jesús: ¡preparen el camino a Cristo!
Los versículos 26 al 28 dicen:   
 
Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero
cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte
y le expusieron más exactamente el camino de Dios. 
Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le
animaron, y escribieron a los discípulos que le
recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los
que por la gracia habían creído;  porque con gran
vehemencia refutaba públicamente a los judíos,
demostrando por las Escrituras que Jesús era el
Cristo.
 
Priscila y Aquila lo escucharon hablar, lo tomaron
aparte y le expusieron más claramente el camino de
Dios; después de eso, la Escritura dice que fue de gran
provecho a los que por la gracia habían creído.
Priscila y Aquila tuvieron el cuidado de
hablarle claramente acerca de lo relacionado al
camino de Dios; no lo rechazaron por predicar con
las formas de un ministerio que ya no estaba vigente
(Juan el bautista), sino que con amor y sabiduría lo
encausaron a lo que el Espíritu Santo estaba haciendo
en ese tiempo.
Por otro lado, Apolos tuvo la humildad de
escuchar a esta pareja y recibir una actualización
ministerial, que finalmente se tradujo en bendición
para el cuerpo de Cristo.
¿Te identificas con Apolos o con Aquila y
Priscila? Si eres como el primero, ¿Tienes la
humildad de aceptar dirección y consejo acerca de lo
que el Señor nos está llevando a hacer hoy, o te
rehúsas a los cambios? Tu ministerio y conocimiento
puede ser de mucha utilidad para el cuerpo de Cristo,
pero debes actualizar tu agenda a la  que el Espíritu
Santo tiene para esta generación.
¿Eres como los segundos? ¿Animas con buen
espíritu a siervos de Dios a que abran sus ojos y vean
las estrategias que el Espíritu Santo está revelando a su
iglesia hoy en día?
Estamos en tiempos de reforma, no te pierdas
de lo que el Espíritu Santo está haciendo hoy.
Actualiza tu agenda  y si es necesario cámbiala; la
obra de Dios requiere de todos nosotros.
Deja que el Señor te revele la agenda de Su
Reino para esta generación. Deja que el Espíritu Santo
te muestre el diseño completamente restaurado de su
vid.
¿Eres parte de la generación de reforma y
avivamiento que levantará la gran cosecha anunciada?
¡Refórmate!
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Corrección: Magda Mireya Sánchez Ardila
Diseño y formación: Eli Meza Zaragoza
 
 

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