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MULTICULTURALIDAD Y DIVERSIDAD CULTURAL*

Héctor Mauricio Mayol


Profesor de la Carrera de Comunicación Social

Ciudades y sociedades
multiculturales
García Canclini (1997) afirma que gar donde nacieron e integrarse a otras
en la actualidad la búsqueda de la iden- sociedades y otras culturas, muchas ve-
tidad ciudadana no consiste en enten- ces, de manera traumática.
der qué es lo específico de la cultura “La complejidad multicultural de grandes
urbana, qué la diferencia de la cultura urbes como Buenos Aires, México o Sao Paulo
rural, sino cómo se da la es, en gran medida, resultado de lo que las
multiculturalidad, es decir, la expresión migraciones han hecho con estas ciudades al
de múltiples culturas en el espacio que poner a coexistir a múltiples grupos étnicos”
llamamos urbano. (GARCIA CANCLINI, N., 1997: 78).
La existencia de las ciudades Como consecuencia de estas migra-
multiculturales se origina principalmen- ciones, resulta la existencia de conglo-
te en el fenómeno de las migraciones, merados urbanos con características
que en este siglo se han dado como culturales comunes en convivencia con
nunca antes en la historia de la humani- subgrupos que responden a culturas de
dad. La búsqueda de una mejora en las diversas procedencias que se asientan
condiciones de vida de las familias, la en la ciudad y pasan a formar parte de
necesidad de nuevos horizontes funda- su paisaje urbano, así como, de regio-
mentalmente económicos pero también nes o ciudades en su ámbito de influen-
culturales e intelectuales o, simplemen- cia. La multietnicidad es una caracterís-
te, de acceso a la sociedad de consumo tica que marca a las grandes ciudades
son los motivos principales por los que de nuestro tiempo.
las personas deciden abandonar el lu- Pero la multiculturalidad es más que

* Extracto del capítulo 2 del trabajo de investigación - tesis “Diversidad cultural: la representación
del otro/inmigrante en la prensa de Barcelona”, del Máster en Ciencias de la Comunicación de la
Universidad Autónoma de Barcelona.

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eso, es la convivencia en una misma nos.
superficie urbana de varias ciudades, Este “estar en la ciudad” genera,
todas ellas configurándose a partir de según Antonio Mela (1989), dos carac-
la presencia de sus nuevos habitantes. terísticas que definirían a la ciudad a
En casi todas ellas, hay por lo me- partir de la experiencia del habitar: la
nos, una ciudad antigua, resultado de densidad de interacción y la aceleración
los primeros asentamientos del intercambio de mensajes. Este fe-
poblacionales y una ciudad producto de nómeno, no es sólo de naturaleza cuan-
la expansión y el desarrollo industrial, a titativa, sino también cualitativa, ya que
menudo generada por las primeras mi- exige a los habitantes de las ciudades
graciones del ámbito rural al urbano, adquirir continuamente nuevas compe-
que determina la convivencia de distin- tencias para comprender los distintos
tos tipos sociales, no solo marcados por códigos ciudadanos que son cada vez
su diferencia “étnica”, sino también por más complejos. Esta destreza muchas
la económica. veces no acompaña a los inmigrantes
En la mayoría de las ciudades euro- llegados desde culturas distintas, quie-
peas, al contrario de las americanas, nes, al menos en un primer momento,
donde la población de inmigrantes se tienden a “desubicarse” o entrar en con-
asienta en los suburbios de las grandes flicto con quienes sí las poseen.
ciudades, este hecho se verifica especial- Según Mela (1989), el espacio urba-
mente en aquellas zonas en las que se no contribuye a predefinir el significa-
pueden rastrear las huellas de su deve- do global de la acción social que se da
nir histórico como son los cascos anti- en él, proporcionando a los sujetos im-
guos. Estos lugares, generalmente situa- plicados en la interacción una clave de
dos en el centro de la ciudad, son a lectura para la interpretación de las se-
menudo el lugar elegido para instalarse ñales comunicativas. Pero, aunque esto
por los colectivos inmigrantes. es cierto, también lo es que estas seña-
El escaso poder adquisitivo de estas les metacomunicativas que el espacio
personas, es el principal determinante urbano proporciona y que es necesario
de esta elección, debido a la devalua- decodificar, muchas veces provocan si-
ción que suelen experimentar estos lu- tuaciones ambigüas e incluso conflicti-
gares con el paso del tiempo. Este he- vas, al ser interpretadas de maneras di-
cho, contribuye a hacer a los inmigrantes versas.
extranjeros, especialmente visibles en En este sentido, las ciudades no sólo
estas zonas de la ciudad y genera no son un fenómeno físico o un modo de
pocos conflictos con los antiguos veci- ocupar el espacio, sino, también, luga-

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res donde ocurren fenómenos expresi- se enfrentan los inmigrantes que llegan
vos, es decir, la ciudad como lenguaje. a la ciudad.
La expresión de un determinado len- La jerarquización y la selección se
guaje ciudadano por parte de algunos expresan por su parte en aquellos espa-
grupos de inmigrantes, muchas veces cios públicos que restringen el ingreso,
entra en tensión, con las pretensiones sometiéndolo al cumplimiento de requi-
de racionalizar la vida social. sitos previos incluso, cuando en estos
Las formas del vestir, del compor- espacios, la jerarquización no tendría
tamiento social, de las relaciones entre sentido, como es el caso de los hospita-
el núcleo familiar o los modos de inser- les o escuelas. Y es fuertemente sentida
ción en el ámbito laboral o el sistema en aquellos lugares donde la burocracia
escolar, marca las diferencias entre los del Estado expresa las futuras situacio-
grupos de inmigrantes y, a menudo, es nes de legalidad o ilegalidad, como es
motivo de algún tipo de discriminación. el caso de las oficinas de migraciones
Esto nos lleva a otra características de los gobiernos.
de las grandes ciudades: los espacios Todos estos hechos contribuyen a
urbanos y las relaciones de poder. Es dificultar la apropiación simbólica y
evidente que los ámbitos urbanos espe- normativa de los espacios urbanos y,
cíficos contribuyen a reproducir relacio- muchas veces, producen un efecto con-
nes de dominación y provocan diver- trario a la integración, es decir, el
gencias entre los sujetos dispuestos a reforzamiento de la identidad social
afirmar su supremacía y quienes la po- minoritaria, que termina siendo plena-
nen en discusión. mente asumida por los grupos
Esta relación se establece según de- inmigrantes y termina provocando la
terminados procesos de selección, constitución de unos otros distintos, ex-
jerarquización y exclusión. La exclusión traños que viven con nosotros.
absoluta o relativa que experimentan al-
gunos colectivos de inmigrantes se ex- Identidad y alteridad
presa, a menudo, derivada de la imposi- Desde una perspectiva psicológica
bilidad del acceso a determinadas zo- se puede afirmar que se adquiere iden-
nas de la ciudad, pensadas principalmen- tidad con la incorporación de un modo
te como vehículo de la expresión de particular de percibir la realidad. Esta
estatus social o de poder adquisitivo. identidad tendría, así, un modo de ex-
Esta especie de barrera ciudadana es, presión pública diferente de otro priva-
finalmente, la que contribuye a repro- do e, incluso, de tantos otros como ti-
ducir las condiciones de vida con que pos de situaciones marcadas socialmen-

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te sean posibles dentro de una cultura. bueno, valioso, lo que se debe hacer o
La identidad sería así la cultura no. “Es el horizonte dentro del cual
internalizada, subjetivada, apropiada puedo adoptar una postura” (TAYLOR,
bajo la forma de una conciencia de sí CH. 1993).
en un contexto de significaciones com- Desde una perspectiva más ideoló-
partidas por otros. Es decir, que esa ex- gica, Paul Gilroy (1998) señala que el
presión de identidad también se término identidad a menudo viene de
externaliza y se expresa en esferas de la mano del adjetivo cultural, afirman-
identificación con otros y por sentimien- do que este emparejamiento es el cami-
tos de pertenencia a un colectivo, a la no a través del cual la “identidad” diri-
expresión de un nosotros. ge la atención hacia un sentido más ela-
Pero estas identificaciones múltiples borado del poder de la cultura y la rela-
y sucesivas no son infinitas sino que tie- ción de la cultura con el poder.
nen su límite cuando se experimenta el Ahora bien, ¿cómo se expresa esta rela-
sentimiento de la otredad. El sentido de ción? En primer término, por el uso que
los otros, no como aquellos con los cua- hacen de ella en el contexto cotidiano
les nos identificamos, sino con los que los individuos y los medios de comuni-
nos diferenciamos. Muchas veces suce- cación.
de que la identificación deja paso a la “La identidad está manejada por las
confrontación. Es el momento en que industrias culturales de la comunicación
las identidades variadas son consagra- de masas, que han transformado la com-
das bajo una formación cultural abstrac- prensión del mundo y el lugar de los
ta que puede ser apelada a través de idea- poseedores individuales de identidad
les como “raza”, “espíritu”, “patria”, dentro del mismo” (GILROY, P., 1998:
“nación”. 65).
Ante la pregunta sobre quiénes so- La noción de identidad, entonces,
mos, la mayoría de las veces hacemos constituye un nexo o bisagra entre el
referencia a un lugar desde donde ha- mundo de la cultura y la política, resul-
blamos y a quién hablamos, es decir, tado del cual se derivan ciertas trampas
desde la comunidad que, de alguna ma- de la identidad. Para este autor, esta
nera, nos define. trampa estaría dada por la dicotomía
Para Taylor, la identidad se estable- existente en la utilización ambigua de
ce por los compromisos y las identifi- este término por parte de las estructu-
caciones que proporcionan el marco u ras de poder de la sociedad.
horizonte dentro del cual el “yo” inten- Es decir, por un lado puede haber
ta determinar, caso a caso, lo que es un uso “progresista” del término y por

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otro, uno “conservador” y manipulador nera prácticas significativas compartidas
que deriva de un pensamiento autorita- socialmente y enmarcadas
rio y que establece un sentido de lo institucionalmente.
nacional no sólo como una forma de Estas reflexiones sobre las trampas
cohesión política o cultural sino tam- de la identidad nos llevan hacia el papel
bién como un mecanismo de exclusión de la tradición en la vida social.
social. Thompson (1998), analiza este rol
“(…) las naciones son representa- retomando la clasificación realizada por
das como unidades culturales total- Lerner en 1958 de las sociedades mo-
mente homogéneas, formadas por dernas y las tradicionales. 1
personas cuya hipersemejanza las Para Thompson, si bien las socieda-
vuelve intercambiables” (GILROY, P., des modernas se caracterizan por su fle-
1998: 65). xibilidad y movilidad con respecto a las
Estas trampas que enmarañan el tradicionales, no es cierto que la tradi-
sentimiento de identidad, se expresan ción desaparezca, sino que por el con-
de tres formas distintas. Una de ellas es trario, su significado se retiene como
la confusión entre identidad y subjeti- medio de crear un sentido de pertenen-
vidad, es decir, de la conciencia de sí cia, es decir de identidad.
mismo y de las características La permanencia de la tradición está
identificatorias de los sujetos. Este ca- marcada en las sociedades modernas por
mino puede llevar a sostener ideologías el papel que en ella desempeñan los
o explicaciones históricas etnocéntricas, medios de comunicación de masas, ya
y en casos extremos, racistas y sexistas. que estos despersonalizan la tradición
El segundo concepto que se enma- al volverse los encargados de transmi-
raña con la identidad es el de igualdad, tirla en reemplazo del papel que en las
es decir, cómo el sujeto puede llegar a sociedades tradicionales cumplía la co-
verse a sí mismo a través de los demás munidad restringida del sistema de pa-
y ver a los demás en sí mismo. En este rentesco.
concepto, claramente derivado del pri- Este desarraigo de la tradición per-
mero actúan procesos de identificación mite entonces, su codificación por par-
con los otros que se constituyen en su te de quienes tienen el acceso o la pro-
“espejo”. piedad de los medios de producción y
El tercer concepto es el de solidari- de distribución de las formas simbóli-
dad, es decir, el sentimiento de que la cas mediatas, es decir, del ejercicio del
identidad es el producto de una deter- poder.
minante histórica y económica que ge- El movimiento de desarraigo y arrai-

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go de las tradiciones está gar y del papel de los extranjeros, de los
interrelacionado de manera compleja inmigrados en términos espaciales. La
con una característica de las sociedades derecha, mantiene la versión del dere-
modernas: las migraciones. La gente que cho a la diferencia a condición de que
se traslada de un lugar a otro del mun- los “diferentes” permanezcan en sus
do, lleva consigo los valores y creencias países de origen.
que forman parte de sus tradiciones. En algunos discursos de Le Pen en
Estas tradiciones que pueden ser man- Francia, por ejemplo, se hace referencia
tenidas a través de reafirmaciones a la idea de la incompatibilidad de cul-
ritualizadas, con el paso del tiempo van turas distintas para compartir un mis-
alterando su carácter, porque su con- mo territorio, porque cada persona, se-
texto se vuelve cada vez más remoto y gún esta concepción, pertenecería de
sus contenidos simbólicos van paulati- forma irreductible a su cultura de ori-
namente relacionándose con los deriva- gen. En este sentido, Le Pen afirmaba
dos de los nuevos contextos en los que que “los magrebíes ni son inferiores
se reproducen. ni superiores que los franceses, la cul-
La tendencia al mantenimiento y tura magrebí ni es mejor ni peor que
conservación de los ritos, puede, a ve- la francesa, pero ambas son incom-
ces, convertirse en un foco de tensión y patibles para compartir el territorio
conflictos. Estos conflictos a menudo francés; los magrebíes pueden desa-
se expresan bajo la forma de la intole- rrollar su cultura, pero en su casa”. 2
rancia o el rechazo y se acentúan cuan- Desde el marco ideológico contra-
do se vinculan con relaciones de poder rio, la preocupación por la integración
y de desigualdad social. muchas veces pasa porque los
Por su parte, Marc Augé (1994) sos- inmigrados se agrupen mayori-
tiene que con lo social sucede lo mis- tariamente en ciertos barrios. El senti-
mo que con los lugares: sólo desapare- do espacial de las nociones de circula-
cen para posteriormente recomponer- ción, muro, ghetto, periferia, frontera
se. En Europa, por ejemplo, apenas se tiene que ver con la relación entre la dis-
plantea algún problema de fronteras tancia del sí mismo y el otro.
reaparece la noción de minoría Existe, de esta forma, una alteridad
definiéndose en oposición a la etnia social que es consustancial a lo social
mayoritaria y a la reafirmación de las definido como un sistema de diferen-
identidades nacionales. cias instituidas: el sexo, la filiación, la
Por otro lado, también en la UE, se posición en el orden de nacimientos, la
plantea con insistencia el tema del lu- edad son otros tantos criterios

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diferenciadores que componen la tra- se define principalmente de acuerdo con
ma de lo social y que no están privados dos regímenes jurídicos, el jus solis y el
de expresión espacial. Para los extran- jus sanguinis, es decir, el derecho según
jeros, las reglas de la residencia, las pres- la tierra y el derecho según la sangre.
cripciones o las prohibiciones de matri- Por lo tanto, se considerará que forman
monio, las obligaciones de trabajo se parte del mismo grupo quienes hayan
conciben de forma rigurosa y corres- nacido sobre la misma tierra, o bien
ponden a una actividad del espacio muy quienes hayan nacido de padres nativos
codificada, de un espacio cuyo uso y u originarios de ese territorio.
frecuentación no son libres ni Posteriormente con la formación de
indiferenciados. los Estados-nación, se llega a la defini-
Pero también existe una alteridad ción moderna de la extranjería: el ex-
íntima, que atraviesa a la persona de tranjero es la persona que no pertenece
cada individuo, porque el cuerpo huma- al Estado en el que nos encontramos, el
no también es un espacio habitado, en que no posee la misma nacionalidad.
donde la alteridad y la identidad no se El extranjero condensa en su perso-
conciben la una sin la otra. na la fascinación y la abyección que pro-
voca la alteridad. Pero, sin embargo, no
El “otro”, el extranjero todas las diferencias confieren una di-
Julia Kristeva (1991) se pregunta mensión de extranjería. Las diferencias
quién es extranjero en las sociedades de sexo, de edad, de profesión o de con-
modernas, y responde: el que no forma fesión pueden converger con el estado
parte del grupo, el que no «está» en el de extranjero, recortándolo o
grupo, el otro. magnificándolo, pero no se confunden
Si hubiéramos de remontarnos en el con este estado.
tiempo y en la formación de las estruc- El grupo del que el extranjero no
turas sociales, el extranjero es el otro de forma parte tiene que ser un grupo so-
la familia, del clan, de la tribu. Un ex- cial estructurado alrededor de un deter-
tranjero que en un principio se confun- minado tipo de poder político. De en-
de con el enemigo. Pero también el ex- trada, el extranjero es catalogado como
tranjero ha podido ser el exterior a nues- benéfico o maléfico por ese grupo so-
tra religión, el descreído, el hereje. Es cial y por su poder y, debido a ello, es
alguien nativo de otra tierra, extranjero susceptible de ser asimilado o rechaza-
al reino o al imperio al que los demás do. Esto es así, tanto si carece de todo
pertenecemos. derecho, como si se beneficia de deter-
En realidad, el ser o no extranjero minados derechos que el poder político

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del que está excluido le concede. Es alteridades construidas y derribadas sin
decir, el extranjero se piensa en térmi- cesar. En el rechazo fascinado que sus-
nos de poder político y de derechos le- cita en nosotros el extranjero existe una
gales. parte de la inquietante extranjería en
Esta situación, que con multitud de el sentido de la despersonalización que
variantes se ha mantenido a lo largo de Freud descubrió en ella y que se rela-
la Historia, adquiere en la actualidad ciona con nuestros deseos y nuestros
toda su plenitud. miedos infantiles hacia el otro.
Ya Freud, había advertido el miedo Propone Freud que no reifiquemos
a los otros, a los distintos, como un al extranjero, que no lo fijemos en tan-
mecanismo de defensa inconsciente al to que tal, para no fijarnos tampoco no-
que denominó inquietante extranje- sotros como tales. Es decir, descubrir
ría. 3 Por medio de este mecanismo, el nuestra alteridad, puesto que es ella la
yo arcaico, narcisista, aún no delimita- que hace frente a ese «demonio», a esta
do por el mundo exterior, proyecta fue- amenaza, a esta inquietud que engen-
ra de sí lo que siente en su interior como dra la aparición proyectiva del otro en
peligroso o desagradable para crear un el seno de lo que mantenemos como
doble extranjero, inquietante, demo- un nosotros propio y sólido.
níaco. De esta manera, la inquietante De este modo, reconocer nuestra
extranjería sería un caso de angustia inquietante extranjería, significa recono-
en donde lo que angustia es algo repri- cer que el extraño está en mí, y que por
mido que retorna. lo tanto, bajo esta mirada, todos somos
Este retorno de lo reprimido bajo la extranjeros.
forma de angustia, de inquietante ex- Por su parte, Eric Landowski (1993)
tranjería, aparece como una metáfora también analiza la relación entre el yo y
llevada al límite del propio funciona- los otros, para resignificar el término
miento psíquico. Sabemos por Freud, extranjero en las sociedades modernas.
que el aparato psíquico se construye me- Para este autor, el yo no tiene existen-
diante la represión, y de esta forma, el cia autónoma a priori, sino que se defi-
constructor del otro, del extraño es la ne por su relación frente al otro en tan-
propia represión y su permeabilidad. to miembro de una comunidad.
La inquietante extranjería sería en- Esta relación de pertenencia a algu-
tonces, la vía a través de la cual se in- na unidad social englobante –la fami-
troduce el rechazo fascinado del otro lia, los amigos, el grupo de pertenencia
en un nosotros mismos, que se revela, o de referencia- es la que le otorga el
como un extraño país de fronteras y de sentido de identidad y por lo tanto des-

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de allí, establece relaciones de exterio- decir, el marginal que acaba siendo un
ridad con lo distinto. extranjero para su grupo de referencia
Landowski se plantea qué espacio y lo que más nos interesa, el extranjero
tiene ese otro en nuestro universo léxi- que termina siendo un marginal.
co y nocional moderno, y afirma que Landoswki afirma que ninguna de es-
los términos extranjero y marginal tas dos figuras se pueden considerar
comparten el rasgo semántico común desde un punto de vista estático, por-
de que caracterizan a un sujeto como que están inmersas en una dinámica so-
no perteneciente a cierta unidad social cial con un alto grado de inestabilidad.
que se toma como referencia. La cuali- En efecto, esta dinámica depende tanto
dad de extranjero se define por la con- de fuerzas económicas como de muta-
trariedad de sus atributos, es decir, que ciones sociales o flujos demográficos.
se es o no se es extranjero, dependien- Pero existe otro tipo de dinámica que
do de la nacionalidad. es aquella que pone en juego las signi-
Pero el ser extranjero no necesaria- ficaciones que construyen los agentes
mente se asocia con la marginalidad, sociales con referencia al estado de las
ya que ésta se expresa no en términos cosas en que viven, y que se manifies-
opositivos, sino más bien en términos tan a través de los discursos que las
de aproximación, es decir, se es más o construyen y las transforman. De este
menos marginal, pero no se es más o modo, ninguna de estas figuras en jue-
menos extranjero. La marginalidad pue- go son neutras en el plano de los afec-
de ser experimentada por los mismos tos, de la intersubjetividad y de las pa-
que forman el entre sí nosotros del siones. Al contrario, son elementos de
grupo de pertenencia. clasificación que se usan para drama-
La cualidad del extranjero, enton- tizar la semejanza, es decir, exaltar al
ces, se singulariza por una diferencia de grupo de afinidad y de esta manera,
naturaleza que se establece sobre una hacer surgir al desemejante y asignarle
discontinuidad formulada desde un den- su lugar.
tro del que no forma parte y un afuera Estas figuras de lo desemejante se
al que sí pertenece. En cambio, el mar- articulan mediante dos tipos de discur-
ginal, difiere del grupo de pertenencia sos culturales. Los primeros son aque-
desde el interior, solo en términos de llos que dan testimonio de una posición
grado y según la posición que se le atri- interrogativa, reflexiva, tratan de “pen-
buya. sar” la cuestión más que dar respuestas
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando categóricas, es decir, actualizan la cues-
ambas categorías aparecen juntas? Es tión como un problema a resolver. Los

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otros están marcados por un sello de ción, cuyo contrario es la asimilación y
certeza que por el contrario, sí ofrece la admisión cuya oposición es la exclu-
respuestas definitivas. Los marcos de sión.
análisis de estos últimos discursos se ven Bajo la forma de la segregación, se
como indiscutibles, por eso, la cuestión ubican aquellos dispositivos capaces de
de la relación con el otro, se ignora o se aprehender al menos ciertos aspectos
intenta “virtualizar”. del otro, o al menos de ver ciertos as-
Esta estrategia virtualizante tiene dos pectos del mismo en el otro. Esto es,
variantes. Una de ellas implica la asimi- porque el nosotros se compone de sufi-
lación de ellos y otra su exclusión. cientes elementos heterogéneos como
Con la asimilación, lo que se pretende para poder definir a la alteridad de ma-
es borrar las diferencias, producir una nera más flexible.
fusión de identidades, aunque está cla- En cuanto a los elementos de la ad-
ro que es el otro, el desemejante el que misión, los dispositivos del discurso,
debe volverse como nosotros. Estos dis- suponen que algo del otro, aunque sea
cursos de asimilación buscan de esta definido por su diferencia, debe ser re-
manera abolir en el otro, lo que tiene de conocido y asociado al mismo. Esto
singular, reducirlo para permitir su in- supone que para definir la identidad del
tegración. nosotros, es necesaria la presencia de
En los discursos de exclusión, lo que ellos, que tengan acceso al mundo del
se postula es la imposibilidad de redu- entre sí, pero en la medida en que asu-
cir las diferencias, los otros son vistos man el papel o la función del extranje-
como “demasiado” diferentes, y por lo ro. De esta manera, el régimen de se-
tanto adquieren una entidad amenaza- gregación responde a una doble necesi-
dora. Con esto, la exclusión busca en- dad: apartar de sí a ese otro y al mismo
tonces deshacerse del diferente. tiempo no excluirlo radicalmente. Mien-
Pero junto a estos discursos sobre tras, el régimen de admisión propone
el otro, que podríamos denominar, de acoger al otro, admitirlo con lo bueno
posturas extremas, existen otros de ca- que puede aportar aunque sin llegar a
rácter más moderado que buscan asimilarlo, es decir, no dejar de reco-
problematizar esta cuestión sin darla por nocerlo como diferente.
cerrada de manera dogmática. A estos
discursos, Landowski los denomina Diversidad cultural y diálogo
configuraciones actualizadoras, en intercultural
oposición a las virtualizantes y también Si aceptamos que la identidad nace
contienen dos posiciones, la segrega- de la toma de conciencia de la diferen-

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cia; entonces, estaremos de acuerdo que sistema que implica reconocer ciertos
una cultura no evoluciona si no es a tra- universalismos, como por ejemplo la
vés de los contactos, es decir, que lo democracia, y también ciertos
intercultural es constitutivo de lo cultu- particularismos de orden cultural, como
ral. La constante interacción entre las la existencia de minorías. En este dise-
culturas desemboca en la formación de ño político-cultural resulta fundamen-
culturas híbridas, mestizas, diversas, tal el secularismo que asegure la sepa-
pasando desde las metrópolis cosmo- ración entre sociedad, cultura y Estado.
politas hasta los Estados pluriculturales. Para lograr estos fines como prime-
Esta multiplicidad donde mejor se ra instancia se debe aceptar la diversi-
expresa es en el fenómeno de la dad y luego inducir líneas programáticas
multiculturalidad. Touraine (1998) dis- que impidan el debilitamiento de los
tingue el multiculturalismo de aquellos movimientos culturales en un espacio
esfuerzos claustrofóbicos que pretenden social secularizado. Es decir, programa-
construir ghettos o espacios homogé- ciones culturales que fortalezcan los
neos, a partir de una diferenciación que derechos civiles, sociales y culturales.
se extiende de manera radial por la so- Esta acción sobre una sociedad
ciedad. Este movimiento refuerza la multicultural fortalece a las culturas
autoafirmación de la identidad social frente al Estado y a los intereses de los
sobre la exclusión de la alteridad. Es el diversos grupos. De esta manera, se ase-
campo de los fundamentalismos nacio- guraría un espacio de apertura y de diá-
nalistas y étnicos. logo entre culturas que contribuiría a
Para este autor, la tolerancia es la construir la identidad de los sujetos den-
respuesta más evidente en la construc- tro de una pluralidad cultural.
ción de una sociedad multicultural. Una Por otro lado, la multiculturalidad
sociedad que se constituye en un espa- vivida como una amenaza social se iden-
cio social e individual a través del cual tifica plenamente con el temor de cier-
el sujeto puede integrarse desde las par- tos particularismos, como los naciona-
ticularidades de su cultura. Pero para lismos fundamentalistas. Consideremos
producir una verdadera integración se que muchos de estos fundamentalismos,
deben desarrollar estrategias de inser- no son sino, una reacción posible ante
ción en aquellas sociedades en donde un fenómeno que algunos sectores so-
se manifiesta la multiplicidad cultural. ciales viven como otro elemento ame-
Touraine pone el acento en la cons- nazante: la globalización.
trucción de un sistema que favorezca la
heterogeneidad y el diálogo cultural. Un Renato Ortíz (1996) afirma que la

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globalización permite realizar la idea de yen los diversos grupos étnicos. En es-
“mundo-mundo”. Una idea que posee tos gr upos el deseo es,
las siguientes características: la tecno- mayoritariamente, integrarse a la socie-
logía permite la unificación del espacio, dad de la que forman parte y que se les
es decir la globalización de los lugares; acepte como miembros de pleno dere-
cada lugar revela el mundo, debido a cho en ella. Es decir, en lugar de con-
que los puntos de esta red tecnológica formar ghettos, lo que buscan es que la
pueden intercomunicarse; de esta ma- sociedad sea más permeable a las dife-
nera, el mundo se hace menor y más rencias culturales.
denso. Una sociedad demuestra su plurali-
Bajo esta perspectiva, la dad cultural si acepta como inmigrantes
mundialización sería un conjunto a un gran número de individuos y fami-
extranacional de fenómenos sociales lias de otras culturas y les permite man-
específicos pero a la vez comunes a to- tener algunas de sus particularidades
das las sociedades. Es decir, que la cul- étnicas. Además, las fronteras que se-
tura mundial corresponde a una paran a los grupos culturales no son tan
territorialización globalizada, aunque no rígidas e inamovibles como “a priori”
por ello, homogénea. parecen. Por el contrario, son cambian-
Ahora bien, hablamos de una socie- tes e imprecisas. Los rasgos y las creen-
dad multicultural inserta en un mundo cias culturales de una sociedad van re-
globalizado, lugar de expresión de las novándose continuamente y los indivi-
diversidades. Pero, ¿qué implica este duos o los grupos sociales los crean, se
concepto de la diversidad cultural? los apropian o los abandonan.
Kymlicka (1996), afirma que hay dos Y por otro lado, los grupos cultura-
modelos de diversidad cultural. Uno, en les también son menos homogéneos de
donde la diversidad surge de la incor- lo que se cree, sobre todo, teniendo en
poración de las culturas que previamen- cuenta que las normas culturales no son
te disfrutaban de autogobierno. Son las aceptadas del mismo modo por todos
minorías nacionales, y su característica los integrantes de un grupo. A esto de-
distintiva es justamente el deseo de se- bemos sumarle la existencia, a menudo,
guir siendo sociedades distintas de la de rasgos similares entre individuos de
cultura mayoritaria de la cual forman grupos culturales distintos, más carac-
parte. terísticas y actitudes de comportamien-
En el otro modelo, la diversidad cul- to idénticos como resultado de la in-
tural surge de la inmigración individual mersión en una cultura globalizada.
y familiar. Estos inmigrantes constitu- Muchas veces, el resultado es que los

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parecidos culturales son tan significati- Gilroy, Paul (1998), “Los estudios culturales
vos como las diferencias. Lo que nos británicos y las trampas de la identidad” en
lleva a plantear el tema de la integra- CURRAN, J., MORLEY, D.,
ción. Para Todorov (1988), hace falta WALKERDINE, V., comp.., Estudios cul-
turales y comunicación. Análisis, producción
que haya integración para poder hablar
y consumo cultural de las políticas de identi-
de una cultura compleja, como es una dad y posmodernismo, Barcelona, Paidos.
sociedad mul-ticultural. Desde este pun-
to de vista, la cultura integrante y por lo Kristeva Julia (1991), Extranjeros para noso-
tanto dominante, sin dejar de mantener tros mismos, Barcelona, Plaza y Janés.
su identidad, debería enriquecerse por
las aportaciones de la cultura integrada Kimlicka, Will (1996), Ciudadanía
y descubrir en ella una vía de expan- multicultural, Barcelona, Paidos.
sión.
Ahora bien, debe quedar claro que Landowsky Eric (1993), “Ellos y nosotros:
notas para una aproximación semiótica a al-
integración no significa uniformidad
gunas figuras de la alteridad social” en Re-
cultural, sino que al contrario, esta inte- vista de Occidente Nº 140, enero 1993, Fun-
gración se debe realizar a partir de la dación Ortega y Gasset, Institut Français de
idea de la heterogeneidad. Una idea que Madrid.
tampoco quiere decir que se deba ne-
gar la identidad o las raíces culturales Mela, Antonio, Antonio (1989), “Ciudad,
de las sociedades de “acogida”, es de- comunicación, formas de racionalidad” en
cir, “perder la identidad”, simplemente revista Diálogos Nº 23, pp. 11-16, Lima,
significa reconocer que la heterogenei- FELAFACS.
dad se compone de muchas identida-
Ortiz, Renato (1996), “Uma cultura interna-
des que interactúan, producen intercam-
cional-popular” en Mundializaçao e cultura,
bios, se nutren mutuamente y disponen Sao Paulo, Editora Brasiliense.
de un estatuto igualitario de intercam-
bio. Taylor, Charles (1993), El multiculturalismo
y “la política de reconocimiento”, México,
Fondo de Cultura Económica.
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Júcar.

Touraine, Alain (1998), “¿Qué es una so-


ciedad multicultural?: falsos y verdaderos
problemas” en Claves de Razón Práctica,
Nº 56.

Notas
1
Según Lerner, las “sociedades modernas”
están modeladas por las sociedades occi-
dentales desarrolladas y son el resultado de
una transición desde las “sociedades tradi-
cionales”. Estas últimas se caracterizarían
por estar fragmentadas en comunidades ais-
ladas unas de otras y en las que el parentes-
co juega un papel dominante. En estas so-
ciedades, el horizonte de las personas se
halla limitado por la localidad y sus
interacciones con otros restringidas a las
personas conocidas que comparten su en-
torno inmediato. Los miembros de las so-
ciedades tradicionales no se preocupan por
las cuestiones que no estén directamente
relacionadas a su vida cotidiana, en cam-
bio, los que pertenecen a sociedades mo-
dernas, se caracterizan por su alto grado de
flexibilidad y movilidad. (Daniel Lerner, The
passing of traditional Society, 1958).

2
Citado por Pierre Taguieff en el periódi-
co L’Opinió Socialista, 1989

3
Sigmund Freud , «L’Inquiétante Étrangeté»
et autres essais, Gallimard, 1985.

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