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El concepto “moderno” significa nuevo, actual.

El sentido de moderno como nuevo, actual,


renovador, sigue vigente”. Podemos decir que nuestra contemporaneidad es moderna porque es lo actual,
pero desde el punto de vista de una organización absolutamente arbitraria, occidental de la historia. Aquí
el paradigma de la historia comienza a centrarse en el hombre, y en su razón con la cuál logra saber y
conocer. Estos paradigmas se configuran a través de 3 esferas: Ciencia, arte y moral, con sus respectivos
idearios de verdad, belleza y bien. La racionalidad moderna es colonial, porque estos paradigmas se
trasladan y de alguna manera, se imponen, por lo tanto ensombrecen a las culturas que son colonizadas.
Para Esther Díaz y otros autores, la modernidad se habría agotado al promediar el siglo XX. Dice: “La
modernidad, preñada de utopías, se dirigía hacia un mañana mejor. La posmodernidad desmitifica los
valores absolutos de la modernidad, critica esos valores, no solo pretende novedades, sino también rescatar
fragmentos del pasado y, fundamentalmente, ahondar en la crítica a la modernidad, si bien tal crítica se
encuentra en las entrañas mismas de la modernidad”. “Nuestra época-desencantada- se desembaraza de
las utopías, reafirma el presente, rescata fragmentos del pasado y no hace demasiadas ilusiones al respecto.
Nos advierte también: “Es erróneo pensar que esta suplanta a la modernidad así como trazar una linealidad
histórica. De todas maneras hoy aún siguen vigentes los viejos paradigmas de razón y progreso, y el
progreso como evolución, pero como problemáticas del siglo XXI.
Ese “desencantamiento” de la modernidad del que venimos hablando, que ya lo expresa Ticio
Escobar (2004) cuando habla de identidad, y el giro identitario ante la caída de esos conceptos fuertes de
pueblo, clase, proletariado, humanidad, nación-estado: la crítica posmoderna los fue debilitando.
En nuestro caso (latinoamérica) dice Fernandez Cox, “La modernidad, nos llegó principalmente
desde afuera. Nos deja siempre en un estado de retraso relativo respecto a los países del norte, y nos
convierto en dependientes del “efecto demostración””, (publicidad de esos países para demostrarnos el
camino a seguir). (Modernidad revisada). Al auto imponernos un modelo dogmático de modernidad
predefinida, en verdad cambiamos el antiguo orden recibido, por otro orden recibido y no por un orden
producido. Toda modernidad debe ser Sui generis, para ser auténtica (Apropiada). A su vez la
posmodernidad nos sitúa en la posibilidad de aprender de los errores, descifrar los elementos que
producen la crisis y buscar una nueva modernidad y resignificarla (re encantada). En América Latina hoy no
hay Modernidad reencantada.
Según Richard “El feminismo como movimiento propone construir significados alternativos a las
definiciones hegemónicas que fabrican imágenes y los imaginarios sociales. Se concibe entonces como
estrategia de enunciación y puntos de vista que usan la diferencia genérico-sexual para deconstruir valores
y reconstruir significados en torno a las constelaciones fluctuantes de identidad, diferencia y alteridad”.
Para Gonzalez “La posmodernidad nos permite ejercitar la crítica de la modernidad en pleno siglo
XX. Esta crítica pone en tela de juicio las certezas, dogmas y utopías que durante el presente siglo han
gobernado el pensamiento político, religioso, científico y artístico occidental”.

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