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Institución Educativa Mercedes Abrego

Ética y Valores - Grados 10° - Iperiodo - DOCENTE: Iván Darío Salazar

Quiénes son jóvenes en América Latina


Con fines estadísticos, la ONU considera “jóvenes” a quienes cuentan entre 15 y 24 años de edad, y “niños” a
los menores de 14. Aunque la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño protege como tal
a toda persona menor de 18.
Por su parte, el PNUD -que monitorea la relación entre gobernanza y participación juvenil en la región-, así
como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), extienden sus investigaciones sobre
la población joven latinoamericana hasta los 29 años.
Cuándo adquieren derechos y deberes ciudadanos
¿Cuál es la edad mínima en la que estos jóvenes adquieren derechos y deberes ciudadanos; pueden
asociarse, votar, ser elegidos para cargos públicos o se consideran penalmente responsables, en una región
donde los jóvenes representan más de un cuarto de su población, de más de 600 millones de habitantes? 
Pablo Marshall, profesor del Instituto de Derecho Público de la Universidad Austral de Chile.
En América Latina, “la edad en que se considera que una persona se vuelve adulta es a los 18 años. Eso
significa que a esa edad desaparece toda limitación para ejercer derechos o realizar actividades que son
consideradas riesgosas (por ejemplo, manejar un automóvil) o dañinas (por ejemplo, consumir alcohol)”, así
como para cumplir obligaciones frente a la sociedad y el Estado, explica a DW Pablo Marshall, profesor del
Instituto de Derecho Público de la Universidad Austral de Chile, que ha investigado sobre “El derecho a
sufragio de los menores de edad: capacidad y edad electoral”.
Los 18 años representan, legalmente, la “mayoría de edad”, frente a la que el Estado dejar de actuar
“paternalistamente con la finalidad de proteger a los menores de edad de sus propias decisiones o de la
influencia perniciosa de terceros”, aclara el jurista chileno.
Votar: ¿derecho o deber?
En lo que respecta a los derechos de participación política, la edad en que son reconocidos en América Latina
suele coincidir con la adultez: a los 18 años. Pero esta “es una norma en proceso de cambio”, recuerda
Marshall. Y es que esta es la región del mundo en la que más países han rebajado la edad mínima para votar
hasta los 16 años: Argentina, Brasil, Cuba, Ecuador y Nicaragua.
“Para la democracia, la participación política de personas más jóvenes representa una mirada más progresista
de la política”, afirma a DW la socióloga brasileña Jayane Maia, investigadora del Instituto GIGA de Estudios
Latinoamericanos de Hamburgo. En su país, el voto joven ha impulsado derechos de las personas LGBTI o
derechos femeninos como el aborto, ilustra.
Además, según la encuestadora Data Folha, más del 50% de los jóvenes brasileños rechaza hoy la política
del ultraconservador presidente Jair Bolsonaro, mientras apoyan las medidas de distanciamiento social frente
a la pandemia de COVID-19 y se preocupan por la baja percepción de riesgo entre sus coterráneos, menciona
la investigadora del GIGA.
En este minuto, “en un país caracterizado por una gran desigualdad social, principalmente los jóvenes más
pobres se han quedado sin escuela y sin ingresos para sobrevivir con sus familias; pero están atentos a sus
derechos y quieren un país mejor", resume.
En Argentina y Brasil, el voto adolescente (entre los 16 y 17 años) es voluntario, pero a partir de los 18 y hasta
los 70 es incluso obligatorio, y su incumplimiento se sanciona, con excepción de las personas analfabetas.
Algo similar sucede en Ecuador, donde el voto es facultativo desde 2009, para adolescentes de entre 16 y 17
años de edad. Allí, los adolescentes representan el 25 % del electorado y su participación se ha mantenido
constante, por encima del 60 % en cada elección, señala el diario local El Universo.
Otros países donde, además de un derecho, el voto es obligatorio para los jóvenes mayores de edad y se
sanciona su incumplimiento son: Bolivia, Honduras, Paraguay, Perú y Uruguay. En Costa Rica, México y
República Dominicana, mientras tanto, votar a partir de los 18 años también es considerado un deber, pero no
se sanciona su incumplimiento.
Asociarse o postularse a cargos electivos
Comparativamente, el derecho a asociación “es un derecho de contenido muy amplio, se reconoce a los
niños/as y adolescentes para organizar sus propias iniciativas e incluso asociarse a partidos políticos”,
recuerda a DW el profesor de Derecho Público de la Universidad Austral de Chile.
El derecho a postularse como candidato, al contrario, es el de acceso más restringido para los jóvenes
latinoamericanos. Así, en Chile, por ejemplo, se requieren 21 años cumplidos para ser candidato a diputado, y
35 para senador o presidente. Mientras, los argentinos pueden postularse como diputados con 25 y como
senadores o presidente con 30, contrasta Marshall.
En su país, ilustra la socióloga brasileña Jayane Maia, la edad mínima para ejercer cargos públicos varía
también: 18 años para concejal, 21 para diputado federal, diputado estadual, alcalde y vicealcalde; 30 para
gobernador y vicegobernador, y 35 para presidente, vicepresidente y senador.
Asumir responsabilidad penal 
Por otra parte, la responsabilidad penal completa se adquiere, por regla general, entre los 16 y los 18 años.
“Sin embargo, en Latinoamérica se han creado estatutos de responsabilidad penal especiales para
adolescentes”, que se aplican a los mismos hechos que en los adultos, aunque con medidas diferentes,
explica el jurista chileno.
Así, en Chile, Paraguay, Colombia y Perú la responsabilidad penal adolescente se adquiere a los 14 años. En
Brasil, Costa Rica y Ecuador, a los 12. Y en Uruguay a los 13, precisa Marshall. Estas rebajas se justifican,
por un lado, con la necesidad de prevenir y sancionar el delito. “Otras veces, y algunas de ellas demandadas
por los propios jóvenes, se busca reconocer su capacidad en asuntos para los cuales se los considera
competentes”, agrega.
A más deberes y derechos, más participación, ¿o viceversa?
¿Cómo influye esta adquisición de deberes y derechos en la participación de los jóvenes en la vida política de
nuestros países? 
“Los jóvenes, menores y mayores de edad, no necesitan un reconocimiento formal para manifestarse
políticamente”, opina Marshall. Y aunque considera que es un tema pendiente de estudio, su experiencia vital
en Chile apunta a que “los jóvenes, transversalmente, muestran desprecio por las instituciones, a las que ven
como corruptas e inauténticas. Tienden a no creer en la representación y desarrollan prácticas de acción
directa, como manifestaciones masivas, protestas y tomas, como una forma legítima, auténtica y necesaria de
expresión política.” Algo que ha ocurrido recientemente también en Colombia, Perú o Ecuador.
Pero esas formas de acción "no van dirigidas normalmente al reconocimiento de derechos de participación
sino al reconocimiento de derechos sociales u otros derechos”, insiste. Particularmente en su país, donde las
protestas estudiantiles, feministas y el más reciente estallido social, con un visible protagonismo joven, han
sido vitales para los cambios sociales experimentados en los últimos años, observa Marshall, los jóvenes “no
creen en la participación electoral, lo que se demuestra con sus bajas tasas de participación, no les interesa
ser incluidos en ese ámbito.” ¿Es hora de renovar la democracia?

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