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Durante el primer mes de vida del bebé, su principal necesidad consiste en

establecer un ritmo respiratorio regular y constante y dominar funciones como


el llanto, el estornudo, la tos, el bostezo y todo aquello que le pueda suponer un
esfuerzo al pequeño. Los cinco sentidos del bebé en su primer mes de vida se
encuentran preparados para recibir estímulos y procesar informaciones
básicas, que más tarde se irán desarrollando.

La cabeza del bebé es grande y pesa mucho y carece de fuerza en el cuello,


así que tendrás que sujetarla con mucho mimo. Se está todavía formando, así
que deberás tener ciertos cuidados para que tu hijo no sufra ningún tipo de
malformación o la aparición de plagiocefalia, una deformidad del cráneo en los
niños. A la hora de meterlo en la cuna, intenta que su cabeza mire hacia el lado
derecho y, en otras ocasiones, hacia el lado izquierdo, y que no pase mucho
tiempo en la misma postura.

Además, el bebé consigue mover sus pies y manos. Si te fijas, desde sus
primeros días es capaz de flexionar las piernas y los brazos hacia sí mismo,
aunque lo haga de manera inconsciente. El bebé de un mes ejercita
sus reflejos. Consigue agarrar los dedos de sus padres e incluso tirar de ellos y
abre y cierra los ojos cuando algo le molesta, por ejemplo, la luz del sol. Y,
quizás lo más bonito, con un mes el niño ya empieza a regalarle a los
padres su primera sonrisa.

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