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Si alguien desea aventurarse a entender el problema armado en Colombia, está con una pregunta,

¿desde en qué momento puede decirse existente problema armado en el país?

La primera fecha marca el principio y paralelamente la terminación de un tiempo, en la que la


violencia partidista en la primera mitad del siglo XX tomó enorme fuerza y desarrolló una espiral
de maltrato que casi pone al territorio al borde de una guerra civil. Una primera constante es la
contienda por el poder político por medio de las armas, o sea, la violencia estructural, ya que a
partir de la misma configuración del Estado de Colombia en 1821, con la expedición de la que
puede considerarse la primera Constitución de la nación (con la que se coronó la guerra por la
independencia), la contienda por el poder político por medio de las armas marcó la pauta que
seguiría esta sociedad por bastante más de doscientos años. En este entorno, en el siglo XIX,
básicamente el más grande honor social era ser militar o tener a alguien en el núcleo familiar
dentro del batallón, ya que esto representaba casi que la exclusiva actividad que permitía
movilidad social.

Paralelamente, por vía constitucional, era autorizado en ciertos periodos del siglo XIX que los
particulares tuvieran armas, una vez que el Estado era aún bastante débil y era bastante difícil la
comunicación y el transporte dentro de la región.

Con este panorama empezó el siglo XX para Colombia, y concluyó con un problema armado
llegando a su cúspide, alternándose la contienda armada por el poder político con elecciones, que
decidían los nombres y partidos de que quienes gobernaría a lo largo de un periodo al territorio,
sin embargo que difícilmente cambiarían las propiedades estructurales de la sociedad, como la
reafirmación de una economía poco industrializada, basada en la tenencia de gigantes extensiones
terrestres, lo cual ha convertido al territorio por un periodo en el primer exportador de café de
todo el mundo.

La escalada de maltrato alcanzó un rato inusitado en la historia de Colombia, una vez que en 1985
se otorgó la toma y retoma del Palacio de Justicia, en la que el ejercito disparó con tanques la obra
de la Corte Suprema de Justicia, ya que habían sido secuestrados allí miembros de dicha
organización por guerrilleros del M19.

La materialización de los derechos en Colombia ha estado supeditada al modelo económico


neoliberal, por lo cual, aunque en la Constitución se haya llevado a cabo una "revolución de los
derechos" (Jaramillo, 2016), en la verdad poco o nada se materializa.

Esto por cuanto la administración de la economía no posibilita adelantos significativos en materia


social, en tanto que ni siquiera hoy, en pleno siglo XXI, la industrialización alcanzó en enorme
medida a Colombia. Por consiguiente, ¿cómo dialogar de democracia actualizada en un territorio
no industrializado? Fundamentalmente, ¿cómo puede haber democracia actualizada en un
territorio que reúne su riqueza, todavía, en el almacenamiento de enormes extensiones de tierras
improductivas? De esta forma es imposible que se desarrolle una democracia en buen estado de
salud.

Ahora tal vez sea viable entender pues la ONU en febrero de este año informaron de un mal
trabajo por parte gubernamental de Colombia en la administración del posconflicto, así como ya
que hay fotos de mandatarios y ex mandatarios de la nación con narcotraficantes, y además
pruebas de ingreso de dinero producto del tráfico ilegal de drogas a campañas políticas,
destinados entre otras cosas para mercar votos, en especial en la ruralidad. Finalmente, “En
Colombia todavía perdura la relación entre armas, votos y tierras”. “Armas, tierras y votos, el
problema del Conflicto armado en Colombia, Luis Bermeo Alvares, Mondopoli, Roma (2020)”

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