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Manuel Hódar Maldonado

San Juan de la Cruz


Guía de Maestros Espirituales
Meta, camino y guía del místico

Monte Carmelo

Capítulo I
San Juan de la Cruz, maestro espiritual y guía de maestros del espíritu, durante su vida y a
través de sus escritos, para las generaciones posteriores.

1. Experiencia como maestro espiritual y guía de maestros.


2. Claves para entender sus enseñanzas sobre la manera de guiar a las almas.

Capítulo II
Los guías espirituales.

1. El espiritual no dará fruto sin la ayuda de un guía.


2. Un maestro virtuoso mantendrá el fuego en el espiritual.
3. Dos cualidades de las guías-idóneas y despiertas- y el tramo – hasta la cumbre- en el que
ejercen su acompañamiento.
4. Algunas cuestiones sobre lo que se busca en este proceso espiritual. Insiste también en la
necesidad que tiene de haber hecho un tramo considerable de su camino.
5. La influencia negativa llega al alma no sólo por el confesor, sino que también le influyen las
personas estimadas.
6. Los guías espirituales necesitan saber guiar en desnudez de todo, pues ésa es la voluntad de
Dios. Si queda claro el contenido de la desnudez tanto para el místico como para el guía, el
camino espiritual habrá experimentado un gran progreso.
7. Al ser muy pocos los guías capacitados, le interesa mucho a quien quiera progresar en el
camino de la perfección pensarse bien en qué manos se pone.
8. El principal guía es el Espíritu Santo. El guía humano queda en segundo lugar. Si éste se sitúa
en el papel principal, la acción pierde equilibrio y armonía, por tratarse de un importante
error.
9. Los guías habrán alcanzado el éxito de su trabajo sí han dispuesto para el encuentro con
Dios a quienes se les han confiado.
10. Un discípulo puede disponer de más de un guía si lo necesita, pero si con uno basta, todos
los demás estorban.

Capítulo III
Los títulos: “Padre espiritual”, “confesor” y “prelado” revelan con qué frecuencia ha sido el
sacerdote quien ha realizado el oficio de guiar a los espirituales.

1. En la carta a monja escrupulosa aparece san Juan de la Cruz ejerciendo de guía espiritual,
tratando sobre la confesión.
2. Los padres espirituales han de tener luz y experiencia de estos caminos, los de la
contemplación. Si le faltan pueden dificultar y dañar a las almas. Luz y experiencia equivale a
las cualidades ya comentadas, guías idóneas y despiertas.
3. Durante la purificación del espiritual, lo único que puede hacer el confesor es consolar y dar
ánimo a su hijo espiritual. Todo lo que se salga de esto es interferirlo en su camino y estorbar a
Dios en su acción.
4. Ambos, alma y confesor, deberán conocer si lo que le ocurre es la purgación o noche oscura,
y de serlo, si es del sentido o del espíritu. También tendrán que saber distinguirla de la
depresión u otra imperfección del sentido o del espíritu.
5. Para discernir sobre la vida espiritual no basta conocer los datos confusos y molestos por los
que pasa el alma. Es importante tomar conciencia de la realidad positiva que va emergiendo
en su interior que consiste en tener noticia y atención amorosa en paz.
6. Si el confesor, u otra persona con prestigio, tiene personalmente interés por las visiones,
puede anular, con la fuerza de su convicción oculta, el desinterés por estas cosas que está
inculcando verbalmente en su discípulo.
7. El confesor estará capacitado para la tarea de maestro en la medida en que sabe guiar en
desnudez.
8. Es sorprendente ver qué parecido tan grande existe entre el padre y el hijo espiritual, pues,
como ocurre con el hijo natural, no es únicamente cuestión de instrucción, sino que se
transmiten las convicciones profundas que tiene el maestro.
9. La inclinación del padre espiritual a revelaciones y visiones influye sobre el hijo.
10. El confesor ha de cortar en seco con las visiones en la relación con su discípulo, tanto si a él
le interesa como si no. Cualquier referencia a ellas pone la mente a elucubrar, que es una
manera de ocuparla, en lugar de vaciarla.
11. La razón más contundente que aduce para justificar la necesidad de ignorar y rechazar las
revelaciones es que a Dios no le gustan ni las quiere. Motivo más que suficiente para
descartarlas del panorama espiritual personal y del oficio de maestro.
12. El entendimiento humano no tiene ninguna seguridad de comprender correctamente las
revelaciones de Dios, por eso es peligroso ponerlas como fundamento del camino espiritual.
13. Presenta unidos los títulos de confesor y padre espiritual.
14. A Dios se busca por el no saber, porque es un camino de fe, no inteligencia.
15. Aunque las revelaciones no se hayan de poner en práctica, pero se han de manifestar al
confesor maduro o a persona discreta. Compartir lo que se vive deja libre para seguir
caminando.
16. De tres maneras diferentes nombra a los guías: maestros espirituales, confesores y
prelados.

Capítulo IV:
El maestro espiritual necesita capacitación y solidaridad con quienes hacen el camino
espiritual que él realizó.

1. El discípulo no debe darle importancia a nada de lo que le ocurra de manera involuntaria,


pero tendrá que mortificar los apetitos voluntarios para que queden en vacío.
2. La luz de la fe es la maestra de la luz natural, igual que el maestro enseña al discípulo a ir
desde los sentidos a la fe.
3. La misión de los maestros es enseñar a los espirituales.
4. Ante las visiones de sus discípulos, los maestros espirituales pueden hacerles daño hasta con
su íntima adhesión.
5. La actitud que han de tener los maestros y los discípulos ante las visiones que Dios les
proporciona.
6. Algunos maestros, no todos, son poco discretos confundiendo la bondad de las revelaciones
divinas en el alma con la validez de éstas en el camino de su discípulo.
7. Aunque el discípulo busque y quiera las aprehensiones espirituales, el maestro tendrá que
apartarlo, mostrándole el camino de la verdadera libertad.
8. La relación maestro y discípulo es de solidaridad. Ambos se juntan para saber y a hacer la
verdad.
9. Sobre la manera de comunicar el discípulo al maestro las gracias sobrenaturales que recibe.
10. Si existiera diferencia entre lo que entiende el discípulo y el maestro, permaneciendo el
discípulo fiel al juicio propio, no dejará de creer y dar la razón a lo que dijere y mandare su
maestro, así enderezará su camino espiritual más en fe que en razón.
11. Es un gran descanso para el alma dejar de andar detrás de las opiniones de los maestros
espirituales.
12. La doctrina aprovecha según la actitud del que enseña y la del que aprende.
13. Cuando los principiantes experimentan sorprendidos los primeros gozos en el camino
espiritual, buscan a toda costa que sus maestros los conduzcan buscando y favoreciendo la
satisfacción y la gula espiritual.
14. El discípulo se hace más humilde en el trato con su maestro según va avanzando en
perfección.
15. El maestro espiritual puede convertirse en guía ciego que saque al alma de su camino.
16. Si los maestros no tienen experiencia de lo que es puro y verdadero espíritu, hacen mucho
daño a muchas almas.
17. La misión del maestro con el discípulo es de liberación, como fue la de Moisés con el
pueblo de Israel, sacándolo de la esclavitud de Egipto y guiándolo en el largo camino hacia la
tierra prometida.
18. La mayoría de los maestros obligan a meditar a quienes son llevados por Dios a la
contemplación. El daño que produce este error es mayor de lo que se puede decir.
19. Obligar a meditar al discípulo después de haber alcanzado la contemplación, es como si un
entrenador de natación obligara al atleta a dar vueltas a la piscina en el tiempo que dispone
para sumergirse en el agua.
20. Para llevar al discípulo por el verdadero camino, necesita el maestro distinguir lo natural de
lo sobrenatural. Esto lo consigue quien entiende de recogimiento interior y de soledad
espiritual.
21. El maestro espiritual que no distingue entre caminar en fe o en razón, entre avanzar
natural o sobrenaturalmente, no está capacitado para el oficio de guía espiritual.
22. Los maestros que no han experimentado la contemplación quieta y ociosa, la estorban e
impiden en sus discípulos.
23. Aunque sólo aparece el pronombre éstos, este texto re refiere también a los maestros
espirituales.
24. Hay maestros que quieren que el alma esté siempre trabajando, sin descansar nunca.
25. Ser maestro espiritual es tener un oficio que, como cualquier otro profesional, está
obligado a acertar, ejerciéndolo correctamente.
26. El maestro espiritual reconocerá humildemente que, cuando el discípulo no avanza en el
camino espiritual por donde Dios lo lleva, es el momento de encomendarlo a otro maestro.
27. La tarea del maestro termina cuando las potencias han quedado en vacío, pues el trabajo
que sigue pertenece a Dios.
28. No hay maestro preparado para todos los discípulos, ya que a cada uno lo lleva Dios por
camino diferente y original.
29. El maestro conduce al discípulo, como el pastor apacienta su ganado, pero no se aprovecha
de él.
30. El maestro espiritual ha de favorecer que el discípulo cambie de maestro, si el discípulo lo
plantea. Esta libertad forma parte del camino, ya que existe la posibilidad de que Dios quiera
llevarlo por otro derrotero, o de que el mismo maestro haya cambiado y no corresponda a lo
que el discípulo necesita en ese momento.
31, Los maestros pueden estorbar de muchas maneras al Espíritu Santo, que es la vida del
alma.
Capitulo V.
Dios es el verdadero maestro que guía al alma desde el interior.

1. Dios nos ha dado un maestro divino que es Cristo.


2. El maestro divino enseña y alumbra el entendimiento humano.
3. La persona está habitada en su interior por el Espíritu Santo, que la mueve y enseña.
4. Oscuridad del camino y seguridad en el caminante son dos términos que no se conjugan
bien, pues la oscuridad parecería que siempre produce inseguridad.
5. El Espíritu Santo es el Maestro que enseña en el interior sin saberlo el mismo ser humano.
6. Dios es un misterio total que el contemplativo lo conocerá cuando se haya hecho uno con él.
7. En la contemplación, el amor que arde en el corazón ansiando al Amado es el que guía y
mueve al alma.
8. El maestro al que se refiere aquí es el Amado del Cántico Espiritual. Y lo que le enseña este
maestro es ciencia y amor o, lo que es lo mismo, teología mística.
9. Cuando el alma llega a vivir en Dios solo, ya no necesita de maestros, porque Dios mismo es
ya su guía.
10. Dios, maestro, amando al alma la hace a ella maestra de amor.
11. En la contemplación, el papel de Dios es darse al alma, y del alma recibir a Dios.
12. La operación de las potencias es la meditación. Cuando el discípulo llega a la
contemplación se termina el tiempo de la meditación.
13. El discípulo es portador de un destino original recibido de Dios mismo, la tarea del maestro
es favorecer que caiga en la cuenta de la originalidad de su destino.
14. Como Dios no tiene forma ni figura, cuanto más nos alejamos de imaginaciones, más nos
acercamos a Dios.

Epílogo

1. San Juan de la Cruz maestro


2. El camino
3. El místico
4. Los maestros espirituales
5. Dios

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