Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DJN
Domingo Montero
6. El reconocimiento de Dios, primer paso de conversión (vers. 61b)
«Pedro se acordó de las palabras que le había dicho el Señor».
Pedro ha visto la mirada de Jesús y le ha penetrado dentro, muy dentro de su ser.
Aunque el texto no lo dice, seguro que se estremeció todo él. Y que ardió por el
dolor de sus negaciones: ¿cómo pudo suceder?, ¿por qué lo hice?… ¡Dios mío, ¿qué
he hecho?! Pedro comprende súbitamente su error, su inconsistencia, su pecado.
Pedro, el hombre destrozado y deshecho por su abandono de Dios, se reconstruye;
se siente invadido por el amor que desprende la mirada de Jesús. Se sabe culpable
y, al mismo tiempo, comprende que ha sido perdonado.
Esto es lo más terrible e incomprensible: ¿cómo puedo ser perdonado de mi pecado
sin haber hecho nada para merecerlo? Es algo que Pedro no alcanza a comprender,
que le supera: ¡no es posible que haya perdonado mi vileza! Y, sin embargo, se sabe
perdonado. Un perdón que genera una deuda de gratitud imposible de pagar.
Pedro sufrirá por el perdón de Jesús toda su vida; la pena de su pecado no le
abandonará nunca.