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Una vez que el tóxico ha sido absorbido por el tracto gastrointestinal, la piel o los

pulmones, se distribuye rápidamente por todo el cuerpo. Finalmente, el hígado se


encarga de eliminar el carácter tóxico de la mayoría de las sustancias, que
también pueden ser excretadas en la orina. Los médicos intentan acelerar este
proceso de detoxificación y la eliminación de los venenos, al mismo tiempo que
intentan contrarrestar sus efectos tóxicos. Generalmente, se administran líquidos
por vía intravenosa para que la víctima esté bien hidratada y pueda mantener la
producción de orina. Para incrementar la cantidad de tóxico eliminado a traves de
la orina, se pueden agregar ácidos o bases leves a estos líquidos.

Los productos químicos que se unen a ciertos tóxicos, particularmente los metales
pesados como el plomo, pueden ser administrados por vía intravenosa para
ayudar a neutralizar y eliminar el tóxico. Posiblemente sea necesario recurrir a la
diálisis para eliminar los tóxicos que no se neutralizan fácilmente o que no
desaparecen de la sangre. Si se cuenta con un antídoto, debe ser administrado lo
antes posible. Ejemplos de antídotos son los anticuerpos de antidigoxina en el
caso de una sobredosis de digoxina y la naloxona para una sobredosis de morfina
o heroína.

Una intoxicación suele requerir tratamiento adicional, dependiendo de los


síntomas y de la sustancia ingerida. Es probable que se necesite un respirador
artificial si se produce un paro respiratorio, como puede suceder después de una
sobredosis de morfina, heroína o de barbitúricos. El cerebro a menudo se hincha
después de una intoxicación con sedantes, monóxido de carbono, plomo u otros
productos químicos que producen una depresión del sistema nervioso. Los
medicamentos destinados a reducir la hinchazón son los corticosteroides y el
manitol. La intoxicación puede causar insuficiencia renal grave, llegando a ser
necesario dializar a la víctima.

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