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ELAI Editorial
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Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción de
esta obra, total o parcial, sin la debida autorización del autor o la
editorial.
ISBN 979-866-6857-99-1
EDITOR GENERAL
ELAI Editorial
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN INTERNA
@RubenOchoaLife
DISEÑO DE PORTADA
@RubenOchoaLife
Impreso en USA
Printed in USA
AGRADECIMIENTO
Información.
La gente no falla al decidir por falta de información. El mundo
está lleno de información. Quizás hace años para tomar algunas
decisiones trascendentales era necesario consultar a una decena de
expertos que, una vez analizado el contexto de la información,
procedían a dictar sus veredictos individuales y los exponían en la
organización.
Posteriormente la junta directiva en pleno se reunía, buscaba
resúmenes hechos por los vicepresidentes y gerentes de las áreas
específicas para que, luego de un debate, comenzaran a ver los
puntos de encuentro de las diversas opiniones y así, y solo así,
luego de un consenso absoluto se podía comenzar a elaborar una
minuta de las conclusiones de lo que se habló para al fin tomar una
decisión al respecto.
Este tipo de metodología no es mala, aunque quizás para
muchos no es muy buena debido a la aceleración de las cosas
cotidianas. Hoy, cualquiera sin ningún tipo de conocimiento previo,
puede buscar en Google un tutorial de lo que sea y de inmediato, en
alguna parte del mundo, hay alguien con un vídeo en YouTube o con
algún blog, que le permite saber lo que necesita. Luego lo procesa y
le da forma. Conversa con un par de amigos el asunto. Ellos
también se meten en YouTube o el sitio web, y así juntos ven la
información y deciden rápidamente lo que sea.
Donde busques vas a encontrar información. Puede ser en el
teléfono, el televisor, la computadora que conecta a Google, en
redes sociales, entre otros. Existen miles de variables que te
intoxican el discernimiento, te agobian y en algunos casos se
convierten en axiomas casi irrevocables para la mayoría de los que
reciben dicha carga llena de contenidos.
Ahora bien, si vemos el detalle de ambas formas te darás cuenta
que dependiendo del tipo de decisión que se deba tomar, sea
trascendental o sea banal, hay metodologías variadas para hacerlo.
Lo que se requiere en realidad es tomar acción y decidir.
La información es en sí misma, el paso inicial para tomar una
decisión difícil. No se puede decidir algo que no se conoce. No se
puede proceder sin saber al menos los antecedentes de la
organización o del entorno en el que nos encontramos. No podemos
hacer nada sin crear un criterio sano sobre las personas
involucradas en el asunto o por lo menos conocer de primera mano
las razones por las cuales se decidió de esa forma antes que tú
llegaras ahí. No puedes actuar sin entrevistarte con las personas
que han tomado alguna decisión.
La información es vital para el manejo de las estructuras en la
toma de decisiones. Conocer las variables determina en gran
medida el éxito de la gestión y del proceso de conformación de
cuadros mentales con posibles alternativas para tomar decisiones,
las cuales de no poseer la búsqueda precisa de datos,
probablemente conlleven a un desastre en el concurso de ideas
para proceder.
Ciertamente, y soy insistente con esto, las personas no fallan por
falta de información, pues la hay por doquier, fallan por falta de
carácter, por falta de disciplina y por no saber liderarse a sí mismos.
Las decisiones pueden ser tomadas de forma diversa, con o sin
consenso, con o sin consulta, se pueden verificar opiniones donde
sea, hacer encuestas, moverse en cualquier escenario que dé
acceso a procesos definitivos de consolidación de datos y así poder
estar más cerca de una realidad… pero al final, la decisión debes
tomarla tú y debes estar informado.
Carácter.
¿Qué es lo que hace que una persona tenga éxito o no en la
toma de decisiones? Su carácter. La forma que tiene para enfrentar
las cosas cuando las tiene adelante. El modo en que sostiene su
postura una vez que se atreve a dar algún paso que pueda sacudir
el ambiente. Es sencillamente, la forma en la que presenta cómo se
lidera a si mismo.
Hay personas que solamente agitan el entorno, arengan, vitorean
y empujan a otros a alcanzar cosas que ellos ni siquiera han
pensado hacer ni de lejos. Hay otros que te hablan con claridad
profunda y te hacen ver que se las saben todas, pero si los analizas
y ves sus vidas, te das cuenta que no tienen nada qué aportar. Y
existen los que deciden cosas que jamás terminan y todos los
meses de enero tienen unas listas de proyectos tan largas que
honestamente hasta da pereza leerlas.
Uno de los reyes de la historia de Israel llamado Sansón, tomó
una decisión alocada buscando una esposa basada en sus deseos y
emociones y carente de todo carácter. Dalila fue una filistea a la
que Sansón amó y que también fue su perdición. Ella fue lo que
significa su nombre: la que lo debilitó.
Los padres de Sansón, antes de pagar la dote que se requería
para el matrimonio, le preguntaron: “¿No hay mujer entre las hijas
de tus parientes o entre todo nuestro pueblo, para que vayas a
tomar mujer de los filisteos incircuncisos? Pero él le respondió a su
padre: “Tómala para mí, porque ella me agrada”.[3]
El carácter es esencial en el liderazgo y así como Sansón hay
millones de líderes que toman decisiones sin fundamento, sin
cimientos y sin comprender que cada cosa que hagas tiene
consecuencias. Hay líderes que deciden con las vísceras o como
dice mi padre: “Deciden por la tapa de la barriga y entienden todo
como los gigantes; por el ombligo”.
Para Sansón la historia es trágica y además lo llevó a la tumba
luego de una larga y pesada etapa de esclavitud, maltrato,
castración, amputación de ojos, sufrimiento y dolor. ¡Un final terrible!
Entonces: ¿cómo puede tener un final feliz una historia cuyo
comienzo fue producto de una decisión ausente de carácter?
Te quiero llevar al punto de decisión. ¿Es tan difícil decir “NO”?
¿Es tan complicado no sucumbir a tus debilidades naturales? ¿Es
complicado decir: “Mientras yo sea el responsable de la decisión yo
no lo haré”?
Medita en esta frase de uno de mis autores favoritos Myles
Munroe: "El carácter: protege la vida interior del líder; extiende la
longevidad del liderazgo; preserva la causa y el legado del líder y
evita que un líder dañe a quienes le rodean".
¿Por qué el carácter protege la vida interior
del líder?
Porque el carácter es poder liderarse a sí mismo. El carácter no
es lo que la gente cree. El carácter es la posibilidad de decidir
basado en un cúmulo de principios y valores inquebrantables. He
aquí la clave de la sobrevivencia: cuando un líder toma decisiones
sin principios, sin ética y sin valores sólidos, las consecuencias son
idénticas: sin principios, sin ética y con antivalores, lo que tiene
como secuela natural el absoluto caos.
Cuando el líder vulnera los principios y el orden natural de las
cosas que Dios estableció como modelo, el desorden se apodera
del entorno. La más nefasta consecuencia de la ausencia de
carácter para un líder es que cada decisión que se toma sin
fundamento en el carácter, hace que la conciencia se cauterice. Esto
es producto de la falencia de estructuras que sirven de muro de
contención para el liderazgo y, por ende, los seguidores pervierten
sus acciones y comienzan a vivir en un ciclo terrible mediante el cual
todos comienzan a llamar a lo malo bueno y viceversa. Entonces, se
produce una espiral indetenible de malas y erráticas decisiones,
producto de la vulnerabilidad interior del líder, hasta que el caos se
hace evidente e irremediable.
Intimidad.
El ímpetu del liderazgo muchas veces demanda más esfuerzo del
requerido. Agrega extensas horas de trabajo duro. También procura
intensidad en el control de las variables y desarrolla habilidades
extremas que hacen que el enfoque sea tan preciso que nada nos
pueda distraer.
Repetir frases como: ¡Claro que podemos! ¡Vamos, sigamos a la
meta! ¡No se termina hasta que se termina! Entre otras, son cosas
que un líder maneja a la perfección, ya que la determinación para
alcanzar el siguiente paso hace que nada te detenga.
Ahora bien, ¿Qué pasa cuando te esfuerzas y sobrepasas tus
propias expectativas, el equipo está animado, hay determinación,
pero las cosas no marchan ni fluyen como pensamos y planeamos?,
¿Qué ocurre en la mente del líder cuando faltan horas para llegar a
la fecha límite y todavía, pese al esfuerzo, no hay un horizonte
claro?, ¿Qué decir cuando sabes que hicieron todo lo que
planeaste, ya es la fecha, y no se logró el objetivo que trazaste?
Estos son los momentos en los cuales honestamente desearías
que otra persona fuera al frente. Quisieras que otro tuviera que dar
la cara o que sencillamente tú solo fueras un miembro más de ese
equipo que trató y no pudo. Ese es el momento en el cual un líder
consciente de su compromiso debe detenerse y hacerse esta
pregunta: ¿Y si Dios no quiere? Eso es detener la máquina por
completo.
La intimidad con Dios, con la fuente de vida, con el creador es
definitivamente el único aliado incondicional que tiene un líder. Tener
la certeza de que cada oración que se pide en busca de dirección
delante de Dios, te da la certeza y la satisfacción propia de que lo
que estás buscando será encontrado.
Crear un ambiente de relación con Dios por medio de la fe,
garantiza el rendimiento óptimo y la oportunidad precisa de no fallar,
pues en cada paso que das en el liderazgo existen momentos de
poca claridad y confusión que te pueden llevar al lugar donde nunca
querrás ver tu liderazgo: la parálisis.
Paralizar tu visión por falta de enfoque claro, por ausencia de
directrices o sencillamente por agotamiento, puede ser desastroso
para tus intenciones de alcanzarla. Quizás tomar alguna decisión en
ese momento podría ser el peor error que jamás hayas cometido.
Por eso es necesario detenerse y pensar en las aristas de la
situación particular que estás enfrentando, conectar con Dios y
enderezar el rumbo.
Puede ser que esto te parezca fuera de todo pronóstico, pero tu
vida, tus planes y tus sueños le pertenecen a Dios. Él fue quien te lo
dio todo. Detente un segundo y en ese momento a solas con Dios,
pregúntale a tu creador: ¿Era este el camino correcto para llegar
donde me dijiste o sencillamente en mi propia sabiduría hice lo que
creí mejor porque controlaba las variables? Ahí en su misericordia,
Dios te dirá qué quiere y cómo puedes enderezar el plan. Confía,
eso es todo.
Antes de tomar decisiones difíciles piensa que la fuente principal
y el motor más importante de tu vida debe ser Dios. En Él
encontrarás una fuente inagotable de sabiduría y cerca de Él las
cosas pueden llegar a ser más fáciles de lo que pensabas. Poder
tener la certeza de que Dios responde, es la garantía plena que
tiene alguien que al llegar a una encrucijada sabe que la decisión
correcta prevalecerá.
Determinación.
La determinación implica tomar riesgos, asumir
responsabilidades y retar nuestra propia fe hasta el máximo
potencial. Si no corres riesgos encapsulas los niveles de expansión
de la visión, ya que sin riesgos o sin fe caes en inacción y en
consecuencia será muy difícil tomar decisiones acertadas, por ende,
la comodidad y el riesgo no pueden coexistir.
El riesgo aumenta la tolerancia al dolor. Te hace percibir la
sensación de intentarlo tantas veces como sea necesario, asumir la
posibilidad de perder, aprender de tus errores y subir a otro nivel de
determinación.
Muhammad Alí dijo: “Piensa 100 veces antes de tomar una
decisión. Pero una vez que la decisión es tomada, mantente en pie
como un hombre”. Todas las mañanas deberías levantarte diciendo:
“Hoy no es un día solo para aprender, sino para decidir”, porque
miles de personas dejan de ser bendecidas a causa de tu pereza y
de la limitante de tomar riesgos. Muchos esperan de ti esa
determinación capaz de cambiar las cosas.
Es increíble como la mente juega un papel tan importante en el
efecto determinación. La mente puede ser el elemento que
neutralice o maximice tu potencial. Es el ímpetu inicial o el letargo
intermedio para realizar cualquier cosa. En tu mente siempre
encontrarás tu mayor obstáculo para decidir.
La mente es la que hace preguntas inconvenientes tales como:
¿Qué pasaría si no lo logras? ¿Cuál será la explicación que darás a
la gente después de fracasar? ¿Cómo vas a empezar? En fin, tu
mente codifica el fracaso como una señal de alerta ante la toma de
decisiones. Tu trabajo es eliminar toda limitación de ella y seguir
hacia adelante.
Estos son algunos principios sobre la determinación, que pueden
ser utilizados como manual de procedimiento para para ayudarte y
prescribir un camino que te lleve al éxito cuando tengas que decidir:
Visión.
Las visiones son confusas y se parecen a un torbellino de ideas
en la mente del visionario mientras no se llevan a cabo. Un líder
tiene una paleta de colores en su cabeza que se va entremezclando
hasta que cada pincelada lleva el color correcto.
Las personas que están viendo el trabajo del líder (al mirar el
lienzo) no ven nada. Solamente admiran con ansiedad unos trazos
amorfos sin sentido que no tienen forma definida, pero que esbozan
un gran sueño. Al ver la paleta de colores con los que trabaja el
visionario en su cuadro, los demás ven un caos generalizado,
mezclas de colores fugaces, paletas, pinceles sucios, tubos de
pinturas apretados y desordenados, es decir, un perfecto caos.
Poco a poco el caos comienza a hacerse más evidente pues a
medida que líder trabaja en su cuadro grande, los colores
comienzan a mezclarse con la rapidez que una visión amerita y,
quienes observan el trabajo, no pueden entender cómo es que tanto
desastre, puede llevar algún día a una obra maestra.
Los que te están viendo trabajar no entienden ni de cerca qué
pretendes lograr con tus pinceles. Por eso tu trabajo es repetir
diariamente cómo va a quedar el cuadro final, pues a simple vista
para tus seguidores lo que se hace visible es un desastre de colores
que aún no tienen sentido.
Cuanto más avanza el proceso de la visión ocurre algo
maravilloso: todo el caos de la paleta comienza a dar resultados y
las trazas amorfas en el lienzo se desdibujan y permean figuras
completas que comienzan a tener sentido. El cuadro grande
comienza a tener forma y el sueño se hace visible.
Todos los que caminaron contigo te van a ver agotado, sucio de
colores y verán tus herramientas de trabajo en un caos profundo. En
ese instante alguien (que no te conoce ni vio el proceso) hará esta
pregunta: ¿Cómo este loco sucio, con materiales tan desordenados,
mezclados y con todos los colores sin coherencia, pudo llegar a
pintar esto? Ahí es donde un líder comienza a desarrollar influencia
sobre los que le siguen.
Tus seguidores repetirán una y cientos de veces cómo es que
tenías la paleta limpia y ordenada, el lienzo blanco y después de un
tiempo todo se invirtió. Habrá un cuadro claro hacia dónde van a ir
todos como equipo, pero un desorden evidente en tu paleta que fue
la que recibió los golpes del trabajo duro. Aun así, sigue pintado el
cuadro grande ¡la visión que Dios te dio lo amerita!
¿Cómo puede alguien decidir sobre su vida sin tener una visión
clara de lo que va a ser su futuro? ¿Acaso puede alguien sin visión
vivir la vida decidiendo cosas intrascendentes sin pretender que
algún día su vida sea intrascendente? Lo dudo. Cualquiera que
piense así, debe adaptarse a la definición de locura que se le
atribuye a Albert Einstein: “La locura es seguir haciendo lo mismo y
esperar resultados diferentes”.
Robert Nesta Marley (conocido como Bob Marley) dijo en su
canción "Éxodo": "Nosotros sabemos a dónde vamos, nosotros
sabemos de dónde venimos"... y de acuerdo con esta sencilla pero
contundente declaración, hoy te pregunto; ¿Cómo líder sabes hacia
dónde vas?, ¿Conoces de dónde vienes?
Si no encontraste respuesta significa que estás siguiendo a la
persona incorrecta, porque los que no deciden son seguidores. Los
verdaderos líderes pueden responder esas preguntas y muchas más
pues en sus propósitos existe la huella indeleble de la
transcendencia y del legado generacional.
Paciencia.
La paciencia es una de las más importantes virtudes que tiene el
liderazgo, es el elemento fundamental para lograr las cosas. No
importa cuánto te tardes en decidir, la paciencia debe ser el factor
determinante en la consecución del logro.
Tener paciencia es una decisión. La desesperación no lleva a
ninguna parte, solo lleva al ocaso del día en medio de la angustia.
Un sueño fuera de lo común, demanda paciencia fuera de lo común.
Una decisión fuera de lo común, amerita paciencia extrema para
poder llegar a la meta.
En relación con la desesperación, Álvarez dijo: “Las respuestas
negativas comienzan a salirse completamente fuera de proporción.
Se produce el pánico, y se toman decisiones equivocadas,
decisiones que determinan nuestro destino”.[10] El temor te dice que
no esperes, pero la paciencia te dice que algo va a pasar. Por eso
es esencialmente importante tener certeza de los tiempos y saber el
momento exacto en el que una decisión tendrá respuesta.
La paciencia es un hábito cultivado que viene adherido
naturalmente al desarrollo del carácter. No existe el desarrollo de la
paciencia sin un proceso previo de perseverancia y desasosiego.
Maxwell expresa que: “(…) para subir, tienes que renunciar. Cada
vez que enfrento otro sacrificio, cada vez que reconozco que queda
otro precio que pagar, recuerdo que para subir hay que
renunciar”[11].
¿Estás dispuesto a renunciar? ¿Estás dispuesto a eliminar los
distractores naturales y habituarte a tener la paciencia suficiente
para construir decisiones estables y duraderas? Estoy convencido
que no hay liderazgo sin paciencia. La cima siempre es más alta
que tus desesperos, muy lejos de tus antojos y casi inalcanzable de
tus caprichos.
Uno no coloca un problema en un microondas y luego aprieta
tres teclas esperando unos segundos a que suene una alarma que
diga: “¡Listo! Puedes seguir avanzando”. Tal cosa es irreal en el
proceso de alcanzar un gran sueño. La paciencia es una semilla que
se siembra y tarda años en germinar.
Puede ser que algunas decisiones tengan inmediatez en el
resultado, pero seguramente ninguna de esas tiene que ver con el
propósito de Dios para tu vida. Lo inmediato pervierte los resultados
de las decisiones y deja un sinsabor indescriptible que lleva a la
frustración.
Veamos lo que ocurre los primeros días de cada año. Todos
tenemos expectativas del nuevo comienzo porque enero es sin duda
el mes de las promesas. Prometemos hacer dieta, empezar con
buen pie nuestras relaciones personales, terminar nuestros
estudios, inscribirnos en la universidad, dejar a nuestra pareja
porque sabemos que esa relación es tóxica… y prometemos, y
prometemos y seguimos prometiendo, aunque realmente ése no sea
el problema central.
Perseverar.
Perseverar es insistir hasta que se llega al final. Es “mantenerse
[13]
una opinión”.
Por regla general, asiente González “las personas que toman una
decisión en un estado emocional de euforia, suelen fallar tanto como
aquellas que toman una decisión en un estado de enfado o tristeza.
(…) Pero cuando se trata de tomar decisiones que afecten nuestro
futuro, asegúrate de estar en lo que yo denomino un estado anímico
neutral, o al menos ser conscientes de que estamos analizando una
situación sin que nuestras emociones interfieran en ello”.[14]
Las consecuencias de nuestras decisiones pueden ser
irreversibles. Cada quien debe tener su propio termómetro para
realizar el testeo permanente del presente y de las posibles
consecuencias del futuro.
El tonto de la casa.
Desde ese día, solo de recordarme que podría llegar a ser el tonto
de la casa (aun sin serlo), adquirí un hábito desenfrenado por leer y
estudiar incansablemente al punto de casi volverse una obsesión.
Un día, luego de 30 años, mi esposa Adriana me preguntó: – “Mi
amor ¿Hasta cuándo vas a estudiar? ¿No crees que es suficiente?”
– Contesté de forma altiva: – “Nunca es suficiente”. Pero ese día
recordé la frase: “eres el tonto de la casa” y caí en cuenta que había
superado mis propios límites, y los de muchos de mis amigos que
solo se graduaron de la universidad, producto de aquel día donde
una decisión equivocada marcó el futuro de mi vida.
Ese día le conté a mi esposa esta historia y me dijo risueña: –
“Menos mal que eras el tonto, sino imagínate a dónde hubieras
llegado. ¡Detente ya! No tienes que demostrarle nada a nadie”.
Decide hoy y preserva tu futuro.
CAPÍTULO III
VERDADES ACERCA DE LA TOMA DE
DECISIONES
El problema de equivocarse.
Me equivoqué. Lo reconozco. Ya no me da vergüenza reconocer
mis errores, más bien eso me deja un espacio en mi agenda para
rectificar y aprender solo, y junto a mi equipo.
Lo que he aprendido de mis errores es que, cuando tomas la
decisión equivocada, pueden ocurrir tres cosas según mi
perspectiva: estancamiento, hacer daño a tus seguidores o rectificar
y empezar de cero.
1. Estancamiento
Cuando caminas fuera del rango de la decisión correcta, es muy
probable que te invada una sensación de quietud emocional. No hay
subidas. No hay bajadas. Todo está en calma, excepto por una
cosa, estás muriendo lentamente en el lado equivocado de la
historia.
Esa lenta agonía asintomática produce un letargo en ti y en el
equipo de trabajo, por ende, el ambiente de frustración genera
agotamiento y desinterés por hacer las cosas. ¿Por qué? Sencillo,
nadie tiene pasión y no existe una inspiración natural desde el
liderazgo hacia el resto del equipo por lo que todos comienzan a
entumecer sus intenciones.
El estancamiento deriva en un sinfín de males para la
organización, pues cada uno de los miembros, al permanecer en su
estatus quo, se acomodan de tal forma que cualquier buena
intención por avanzar se convierte en un gesto de buena voluntad
por sobrevivir.
El pastor Joel López dijo alguna vez: “No te estanques en las
cosas viejas que ya conociste. No permitas que los paradigmas te
amarren. Lo que funcionó ayer no necesariamente funcionará
mañana. Hoy todas esas cosas pasadas son un hermoso recuerdo.
Dios tiene un nuevo capítulo más sustancioso que el anterior, con
nuevos colores, con nuevas experiencias, con nuevos desafíos. Lo
que lograste en el pasado fue un escalón para llegar a este nuevo
desafío. Tienes que decirle a Dios: “Señor no me voy a quedar
estancado”, y Él te responderá con su palabra: “le irá bien al justo”.
Cada etapa en la producción de una decisión implica hacer
ciertas cosas que eviten permanecer detenido en ese mismo lugar
donde solo se piensa en ¿qué hacer? La parálisis en medio del error
es normal, pero permanecer demasiado tiempo en ese lugar puede
producir entumecimiento en las ideas y eso es extremadamente
peligroso.
Tu nacimiento.
Tú fuiste creado por Dios, la prueba irrefutable es, que aunque
quisieras no pudiste influir en ninguno de los elementos externos
que determinaron tu nacimiento. No pudiste escoger a tus padres,
tampoco la fecha de tu nacimiento, ni mucho menos el lugar. No
tuviste forma de elegir a tus ancestros, así como tampoco puedes
decidir tu fecha de muerte. Todos esos factores tienen una
estructura ilógica para el ser humano que sólo puede hallar
respuesta en la providencia.
Dentro de cada uno de los que están leyendo este libro hay un
líder potencial que tiene el ADN de Dios y quien, desde la eternidad,
prefijó para este tiempo una serie de sucesos dentro de los cuales
están los que estás viviendo y que por alguna razón desconocida, te
permiten pensar que para este tiempo debías nacer y dejar una
huella.
Quiero decirte a través de estas líneas que lo que está
ocurriendo en tu ciudad, en tu país y en tu entorno familiar y
personal, es una jugada de parte de Dios para sacar de ti la mejor
parte de su creación. Él está determinado a hacerte ver que los
hechos que hoy ocurren a tú alrededor, son parte de una
provocación divina para que tú reacciones ante los problemas y te
puedas hacer parte de algo hermoso que está dentro de ti:
¡grandeza! Dios siempre habla, pero cuando las pernas no lo
quieren oir, provoca circunstancias incómodas para hacernos
reaccionar y seducirnos para que le busquen y tengan una relación
de amor intima, real y personal con el creador.
Todo el proceso externo e interno que estás viviendo, te está
forzando a que descubras ese líder que está en tu interior y que
nació con la única misión de ser la respuesta natural a una serie de
necesidades históricas que están pasando por delante de tu vida y
que generan inconscientemente una insatisfacción impresionante.
Estoy seguro que muchas veces te has hecho preguntas que te
producen impotencia como: ¿por qué es que esta gente que
conduce los destinos de este país lo hace de esta forma?, ¿por qué
en cada decisión que se toma en esta empresa se piensa en los
intereses propios y no en los de la organización?, y la mejor de
todas: ¿por qué no me preguntan a mí para que dé mi opinión al
respecto?
Yo he estado ahí donde tú estás. Sé que la impotencia por lo que
ocurre, estando tú de manos cruzadas, es insufrible. Sé que cada
vez que te preguntas eso, la sangre te hierve y quieres gritar. Sé
que a veces piensas que no vale la pena arriesgarse pues es difícil
que tu opinión sea oída. Todo eso en conjunto tiene una respuesta:
dentro de ti hay un líder que está a punto de salir y hacer ebullición
como un volcán.
El propósito no es el destino
La frase que se ha trillado hasta el cansancio para nuestras vidas
es la siguiente: “Todos tenemos un propósito”. Digo “trillada” porque
con frecuencia oigo, veo y analizo los comentarios de grupos de
personas (abiertos y cerrados) donde a menudo se utiliza la palabra
“propósito”.
Visto desde el punto de vista analítico, el destino es una suerte
de casualidad cósmica en que todos los seres humanos estamos
envueltos y que conlleva a una serie de acontecimientos fácticos e
inevitables que determinan la vida de los seres humanos. Esto
ocurre sin mayores métodos o fórmulas de acción pues de todas
maneras hagas lo que hagas siempre la providencia determina
dentro de sus exclusivos caprichos la forma y manera en que se
mueven los individuos.
Es trágico ver cómo personas altamente brillantes se determinan
a creer que el destino marca de forma absoluta el modo de conducir
sus vidas, sin detenerse a pensar por un segundo que todas y cada
una de las cosas que determines hacer en el presente serán las
consecuencias directas del futuro. Escuchar a personas que repiten
a diario refranes tales como: “El que se va a morir en lo oscuro ni
que le prendan velas” es algo frustrante pues todos ellos, en función
de esta creencia, aceptan que “el destino” les jugó una mala pasada
o que la providencia siempre tiene juegos pesados y hace cosas
caprichosas para que nunca puedas levantar cabeza.
La verdad del asunto del “destino” es que Dios prefijó desde la
eternidad una serie de particularidades que marcan el inicio de tu
existencia en la tierra y que determinan las circunstancias originales
del proceso que te corresponderá transitar.
Es imposible que Dios se haya equivocado en el destino que te
dio, es decir, en la concepción, período, lugar y propósito marcado
en nuestra vida. No es coincidencia que el destino ya esté marcado
desde antes de la fundación del mundo, pues es su perfecta
voluntad llevar a la cada uno al lugar donde Él planeó que debíamos
cumplir con nuestro propósito.
Hoy estás plantado aquí, naciste aquí y debes tomar una
decisión, tomando en cuenta que la decisión incorrecta puede
llevarte a desviar el destino de una nación entera y por ende, mover
a Dios a hacer impensables maniobras a fin de devolverte al
propósito, aunque moleste y aunque duela, pues en Él cada cosa
tiene su lugar y su momento.
Recuerdo hace algunos años que entre muchos otros cargos que
desempeñé en la administración pública en mi país natal Venezuela,
hubo uno en donde tuve que lidiar con toda clase de irregularidades
y cosas que a los ojos de las personas parecían correctas pero que
si los pesabas en la balanza de la integridad, dejaba mucho que
desear.
Fui expuesto en reiteradas oportunidades a situaciones
incomodas en las cuales debía por mandato de las autoridades
gubernamentales decir que si o sencillamente, hacerme quizás la
vista gorda de los que se iba a realizar, sin embargo, siempre me
ponía en la incómoda situación de tener que decir:
“Lamentablemente, mientras yo esté aquí eso no se va a hacer”.
Siempre me preguntaba en las noches ¿Cómo podría yo
presentarme delante de Dios mañana si accedía a vulnerar mis
principios? Y ahí a pesar de la crítica de las personas que me
rodeaban, sentía una paz asombrosa que me decía en mi interior:
“mañana tú podrás dormir con la conciencia tranquila, ellos quizás
no”.
Esos fueron honestamente unos días de increíble aprendizaje, de
relaciones impresionantes, de conexiones inesperadas y de
oportunidades ilimitadas para mi vida, pero había un solo detalle que
me atormentaba, sostener mi carácter y mi integridad por encima de
las decisiones populares que se tomaban.
Recuerdo que en aquellos tiempos, si yo pasaba una sola
mañana sin acercarme a Dios a rendir cuentas de lo hecho en el día
anterior, mis convicciones podían ser seducidas e inclusive ser
vulnerables ante tanto poder.
No quiero decir que soy perfecto, por supuesto que no, pero
puedo decir que mientras de mí dependió, las decisiones que se
tomaron en mi despacho fueron pensadas y pesadas en la balanza
de la integridad y contestándome a mí mismo muchas veces esta
pregunta: ¿Esto agrada a Dios?
Cordeiro (2016) corrobora que ciertamente que “Si no he
decidido ni establecido firmemente mis convicciones antes de
encontrar alguna situación por el estilo en mi vida, ellas bien se
pueden trasformar en “opciones”. Puedo juguetear con esas ideas
en mi mente…. O incluso, ceder a ellas. Pero si ya he establecido
ciertos límites, y los he hincado profundamente en el suelo de mi
alma, esa clase de preguntas golpearán y rebotarán, como pelotas
de tenis contra una pared”[31]
¿Qué conceptos está refiriendo Cordeiro en este texto?
Sencillamente valores y principios inconmovibles que solo pueden
ponerse a prueba contestando preguntas claras en nuestro interior,
que nos conduzcan a tomar la decisión correcta antes que la
decisión popular o sencillamente la decisión acomodaticia a las
circunstancias y que se encuentran en la palabra de Dios.
Preguntas sencillas como por ejemplo:
¿Permitiría yo, la corrupción en mis decisiones sin afectar mi
relación con Dios?
¿Puedo negociar esto, sin que incurra en un riesgo del que
mañana me pueda arrepentir?
¿Podría esta decisión afectar a mi familia y nuestro cuadro
de valores y principios?
No hay nada más complejo en el liderazgo que luchar en contra
de uno mismo. Ese momento en el cual debes decidir pronto en la
encrucijada y poner a prueba tus valores y medir que tan
inquebrantables son, es el momento en el que solo el carácter en
medio de la presión, del calor y del fuego del propósito es puesto a
prueba.
Un país, sociedad, empresa, iglesia o equipo, no pueden avanzar
mientras las personas que lo conforman sean permisivas con las
carencias de carácter del liderazgo de quien lleva las riendas y
toman las decisiones por todos en conjunto. Una sociedad se daña
si llamamos a lo malo "bueno" y a lo bueno "malo". Por eso es tan
importante distinguir las falencias de ética y moralidad basadas en
principios correctos de quienes nos lideran. Ya se ha dicho: El
carácter es saber liderarse a sí mismo y yo le agrego poder decir
con orgullo: ¡YO NO!
En tus manos está el tesoro más valioso que existe sobre tu
liderazgo: “tu buen nombre”. Ése sólo lo puedes conservar si
mantienes tu carácter por encima de tus talentos. ¿Aplaudirías con
ovación cerrada a alguien que disfraza su carácter e integridad con
argumentos que sólo le hacen lucir y parecer intachable? Piensa y
escríbeme en mis redes sociales al respecto.
Actitud. Decide correctamente:
La actitud demuestra un acto de voluntad por hacer las cosas
correctamente. La determinación solo se alcanza por medio de la
actitud disciplinada de llegar más allá de las circunstancias. La
actitud te muestra la forma correcta o incorrecta de hacer ciertas o
determinadas cosas, por ende la conducta positiva frente a la vida
nos lleva a sumar voluntades diarias hacia nuestro propósito.
¿Por qué su actitud es tan importante como decisión del
liderazgo?
4. Su actitud es contagiosa.
La actitud es como la risa, se contagia. Cuando trabajas con la
perspectiva correcta de las cosas y te propones que la actitud
correcta sea la bandera que enarboles, cada cosa que haces
permea de una manera única en la órbita de tu influencia.
Parece mentira y casi imposible de creer, que pueden existir
organizaciones felices. Ciertamente si te llegas a preguntar ¿cómo
se puede a llegar a eso? la respuesta es sencilla: las organizaciones
están conformadas por personas y la suma de las actitudes
positivas o negativas dentro de ella determinan si está infectada o
está sana.
El primer paso para resolver un problema de actitud colectiva es
comenzar. Los ganadores están inspirados por un desafío y están
apasionados por ganar la victoria.
La actitud determina la forma en la que se miren las
circunstancias y como se modela en el liderazgo, por ende, cada
uno puede medir el tamaño de la persona por el tamaño del
problema que está dispuestos a enfrentar y eso permite hidratar a
todo el equipo.
Provisión.
La palabra provisión proviene del latín “provisio”, provisión es la
acción y efecto de proveer (facilitar lo necesario para un fin, conferir
un empleo o cargo, resolver un negocio). El término suele utilizarse
para nombrar al conjunto de cosas que se reservan para un fin
determinado.[38]
Cuando analizamos el concepto de provisión desde el punto de
vista financiero, una provisión es un asiento contable en el pasivo
que reconoce un determinado riesgo habido o por haber. Se trata de
una cuenta que sirve para hacer apartados de recursos para honrar
una obligación potencial o para pagar a futuro una obligación, para
asegurar el dinero necesario con anticipación.
Ahora bien, ¿para qué sirve la provisión? En el liderazgo la
provisión es esa porción adicional que se necesita para avanzar en
el desarrollo del propósito y en la construcción de una gran visión
que te permita dejar un legado. La provisión te permite prever con
anticipación el costo financiero del sueño y recibir parcialmente los
aportes financieros para la construcción del mismo.
No existe tal cosa como recibir la provisión para la visión de una
sola vez. Munroe dice: “La habilidad y los recursos están disponibles
para aquello que tú naciste para hacer, pero tu provisión
normalmente se encuentra escondida hasta que tu comienzas a
actuar en tu visión”[39] por ende la provisión debe ser prevista
previamente por el líder para que una vez que se comience con el
trabajo de construir ese gran sueño, diariamente recibas la porción
que se necesita para llevarla a cabo.
Aprovisionar para la visión es la decisión primaria que debe
tomar un líder, saber los costos, medir cuanto se necesita,
determinar el alcance de los recursos iniciales y conocer cuáles son
los recursos con los que cuenta para iniciar debe ser un cuaderno
de bitácora que prevé y aparta provisionalmente todo lo que haga
falta para pagar los asuntos de tu gran sueño.
Ninguna visión se construye de la noche a la mañana, pero
tampoco se puede esperar a iniciar con todo lo que has previsto
financieramente que se necesita. Los grandes líderes tienen que
tener una fe extrema en el propósito de Dios y sobretodo en las
miles de personas que se van impactar con esa gran visión que se
va a desarrollar. Para empezar el trabajo solo se cuenta con lo que
se tiene de inicio y nunca con lo que se quiere o se cree que va a
necesitar en las postrimerías del comienzo.
Líder la decisión más difícil que he tomado en materia de
provisión fue creer que con tan solo un pequeño salón de clase para
25 personas, de las cuales solo 10 iniciaron la primera Cohorte de
entrenadores certificados, me permitiría ver lo que hoy es La
Escuela de Liderazgo de Alto Impacto y ELAI Leadership
International Academy. Me desgastaba día a día formando aquella
primera generación, daba personalmente las clases, los asistía, los
evaluaba, les deba mentoría personalmente, corregía sus tareas
para aprobar el nivel, en fin creía que lo que tenía inicialmente me
llevaría a ver con mis ojos la gran visión: Ser la primera escuela de
liderazgo de Venezuela e Iberoamérica y formar lideres para la
transformación que gobiernen sus vidas, sus familias, sus empresas
y sus entornos de influencia con sabiduría y Temor de Dios.
Hoy al ver aquel camino que empezó en 2014 y contabilizar los
cientos de entrenadores de liderazgo certificados que suman y se
multiplican en más líderes, medir el crecimiento de los maestros
certificados internacionalmente, sentir el orgullo de tener
conferencistas de talla mundial en diferentes escenarios mundiales
inspirando a líderes emergentes y seguir soñando con los mejores
líderes formados en nuestros salones, los cuales después de un
proceso de formación intenso puedan ser asesores de la
presidencia de la Escuela, me hace meditar en esto: la provisión
para cada día y para cada etapa siempre estuvo ahí, solo que había
que llegar a la estación de provisión para abastecerse.
Hoy ELAI ha inspirado a varios miles de líderes, ha impactado a
cientos de jóvenes, ha potenciado a cientos de emprendedores y
empresarios consolidados y le ha devuelto las ganas de soñar y
seguir a todos los que han podido conectar desde su propósito con
el mío.
La provisión es ilimitada, pero buscarla correctamente en medio
de cada etapa dentro de tu propósito es lo que te lleva a
materializarla.
Prosperidad. Decida alcanzarla.
Es difícil pensar en prosperidad sin poner en la balanza mental
primeramente el dinero necesario para comprar todo lo que se
desea. Pero te pregunto ¿es el dinero el único elemento que nos
lleva a ser prósperos? Yo creo que no.
Ser próspero debe tener una connotación más amplia que el
dinero, Nuestro creador quiere que nosotros prosperemos en todo,
no en algo nada más y la prosperidad viene atada una serie de
decisiones fundamentales que tienes que tomar para establecer los
factores que deben ser importantes en tu vida en las cuales quieres
ser próspero.
Yo decidí hace mucho tiempo ser rico, no hacerme rico. Quizás te
pueda sonar contradictorio, pero ser rico conlleva para mí a ser rico
en salud, sabiduría, momentos de familia únicos, propósito, visión,
legado, paciencia, carácter, amistades y un sinfín de pequeños
momentos que me permiten ser feliz con lo que tengo y de acuerdo
a la temporada en la que estoy viviendo.
Mi decisión de ser próspero va más allá del dinero, de la
abundancia material y de la fortuna que sé que con el tiempo voy a
poder tener producto de mi trabajo y de haber sembrado en la vida
de tantas miles de personas.
Decidir ser y sentirme bien con lo que tengo, sin dejar de aspirar
a mayores y mejores cosas para mí y para mi familia, poder dar en
abundancia y hacerlo además, sin limitaciones y sin esperar nada a
cambio por cada semilla de valor que agrego en la vida de cada
persona que me circunscribe.
Ser próspero es poder servir a los demás aun cuando no tenga
los recursos necesarios para dar, pero tener la convicción de que el
servicio desde la perspectiva del liderazgo, te hacer dar desde lo
que tienes dentro de ti y no desde lo que esta fuera o de lo que es
aparente.
Sentirte bien con lo tienes, sin conformarte no es malo. Aspirar
tener más y mejores cosas para alcanzar a más personas para
cambiarles la vida es ser próspero, porque de la abundancia de tus
frutos personales al añadir valor te hará florecer en las áreas donde
estás sembrando.
La prosperidad tiene que ver con la actitud, tiene que ver con los
aspectos personales que utilizamos para medir nuestros logros y
creo sentirme responsable en este momento de recordarte que la
mayoría de las personas están convencidos de que ser próspero es
tener fortunas, pero como dice el refrán popular: “hay personas tan
pobres que lo único que tienen es dinero”.
He aprendido en el devenir de mi liderazgo, que la prosperidad
es una sumatoria de buenas decisiones que se toman en diferentes
áreas de la vida y que repercuten en tu entorno personal.
Sinceramente siempre me he sentido próspero inclusive en las
temporadas donde los recursos han escaseado de manera reiterada
y he comprendido, que si mantengo mi fe puesta en mi creador y
mantengo inalterable mis convicciones, puedo llegar a ver la
prosperidad en mi vida más allá de mis circunstancias financieras.
Este es un buen momento para que reflexiones sobre lo
siguiente: ¿Tienes lo suficiente?, ¿Cuánto es suficiente?, ¿Dónde
están los límites de tus aspiraciones?, ¿Puedes manejar más dinero
del que tienes sin que te controle?, ¿Cuáles áreas de tu vida son
abundantemente ricas y cuales son pobres?.
Sé que cuando lees un libro no te gusta detener la lectura para
responder preguntas pero como soy coach, me encanta hacer
preguntas, y es importante para poder llevarte a niveles de
conciencia superiores, definir tus áreas de conflicto para comenzar a
trabajar desde ahí hacia el futuro, dejar de acumular dentro del
archivo del dolor todas aquellas cosas que te limitan y te hacen
presa de situaciones que solo están en tu mente producto de
conductas aprendidas o quizás de paradigmas propios de nuestras
propias experiencias.
La posibilidad de tener todas las áreas de tu vida en orden es lo
único que te llevará a ser próspero en la vida. Por eso decide hoy
alcanzar la prosperidad integralmente.
Dar. Decide que no duela.
¿Por qué nos cuesta tanto dar? Sencillamente porque los seres
humanos estamos acostumbrados a recibir. Nos encanta tener
derechos, pero nos cuesta cumplir con los deberes.
Dar es una decisión del corazón. Es poder ser más y mejores de
lo que actualmente somos. Es poder ir un peldaño más alto en
nuestra escalera del éxito. Sentir la necesidad de dar, es algo que
se adquiere con el tiempo. No es una decisión sencilla pues el acto
en sí mismo de dar conlleva el desprendimiento de algo que empuja
a dejar de poseer para ser merecedores de algo mejor que no se
conoce porque el sentimiento y las emociones se aferran a lo que se
ve.
Relaciones
Escuché a Melinda Gates pronunciar esta Frase: “Sin el carácter
y sin relaciones, el empoderamiento que otorgues lo que va a
producir es una cantidad de enemigos”[40] Esa frase marcó para mí,
una huella en materia de toma de decisiones y sobre todo de las
relaciones que se tienen para el momento en el cual se decide cierta
o determinada cosa. Llegue luego de mucho meditar a esta
conclusión: las relaciones correctas, con el carácter correcto son los
mejores aliados de una visión trascendental.
Relaciones sanas basadas en principios de lealtad, son pilares
fundamentales para la toma de decisiones saludables. Las personas
que se suman a las visiones son los ejes motores por medio de los
cuales las ausencias manifiestas del liderazgo son suplidas en
alguna forma. Hacer equipos estables de personas con talentos y
dones sobresalientes y desarrollarlos hace que la lealtad se
convierta, no en una exigencia, sino que por el contrario, sea un
derecho adquirido de quien promueve la visión y por ende de quien
todos esperan tome las decisiones correctas.
Las personas correctas en el lugar correcto, van a ayudar
significativamente en la toma de decisiones a largo plazo, van a
alcanzar mejores resultados y por supuesto, van a evitar la
manifestación visible de enemigos. Los enemigos serán tantos como
el número de personas erradas que hayas sumado a tus proyectos y
sueños.
Relacionarse tiene algunas premisas y necesidades humanas por
eso dudo mucho que alguien pueda ser un ermitaño y vivir
felizmente, pues al final de cuentas se necesita compartir con y
conversar con alguien, incluso se necesita pelear o discutir con las
personas porque ser socialmente normal implica eso.
A las personas en general les gusta ser queridos, animados,
respetados, el centro de atención, ser reconocidos… pero ocurre
que a veces te encuentras con ese tipo de personas que realmente
son un poco indeseadas y con los cuales no quisieras compartir.
Incluso nunca quisieras llegar a ser su jefe, porque se trata del típico
insensato en el trabajo, que aunque le digas mil veces algo le entra
por un oído y le sale por el otro y con la autoridad superior, podrías
despedirlo.
La gran pregunta es: ¿Qué hacer con esa gente. Despreciarla,
dejarla de lado? o ¿sencillamente ignorarla podría ser una solución?
Quizás tienes la oportunidad de botarla y ser feliz por siempre.
Quizás rotarla de departamento te haría feliz porque ya no tienes
que verla. De ese tipo de situaciones y personas es que te quiero
hablar.
En un equipo no todos pueden reírse contigo, menos aún si ese
equipo no lo formaste tú desde el principio. En todo equipo tiene que
haber alguien que con su irreverencia y poca afinidad con el resto
haga el trabajo que nadie puede hacer: formar carácter en el líder.
Jesús, por ejemplo, sabía que era necesario tener un Pedro
impetuoso y terco, un Tomás que no creyera y el mejor de todos: un
Judas que por unas monedas lo entregara. Él se pudo haber
quedado con Juan y Mateo que no daban muchos problemas. O
quizás pudo despedir a Judas o dejar a Pedro y sus terquedades en
medio del proceso, pero no lo hizo. En tu liderazgo debes aprender
a convivir con los que no te hacen la vida fácil. Créeme que cada
vez tendrás más gente difícil a tú alrededor. Si tú no consigues
problemas en el equipo, algo estás haciendo mal. Si sales de esos
que forman carácter en ti, alguien se encargará de poner a otro que
lo forme correctamente.
Formar equipos sólidos, basados en servicio, lealtad, carácter y
desarrollo de actividades, siempre será un gran triunfo de todos al
formar mesas de discusión para la toma de decisiones. Pero ¿Cómo
subir el nivel de nuestro círculo íntimo?
La definición básica de una sana cultura organizacional es decir
frases como: "aquí lo hacemos así y lo hacemos bien", y como
consecuencia lógica la interpretación natural de quién trabaja en una
organización así es: "yo estoy incluido en los que hacen bien la
cosas aquí".
Es muy fácil desde nuestra perspectiva decir al personal de una
empresa u organización: "aquí las cosas se hacen así y se hacen
bien" así como queriendo darle un formato general a lo que se
piensa que es una política de la organización, sin embargo, esto
puede ser contraproducente.
Cuando en una decisión se excluye la sensación de equipo, es
decir que limitamos el “nosotros”, parte del entorno personal del líder
sentirá que no vale la pena esforzarse, pues no son tomados en
cuenta y eso afecta de manera significativa la cultura organizacional.
Si el líder tiene la voluntad intencionalmente de decir: “siempre” y
“nosotros”, los resultados en el equipo van a ser sorprendentes
porque ellos después de un tiempo (y al sentirse parte de la
organización), dirán a los que están debajo de ellos frases como:
"en este equipo se hacen las cosas así y las hacemos bien",
"siéntanse orgullosos de pertenecer al equipo de esta organización",
"nosotros somos excelentes, hagamos esto con excelencia".
Siempre tus intenciones pueden ser buenas a la hora de
organizar, pero la forma en la que lo dices es lo que marca la
diferencia. Debes “SER Y PARECER”, alguien que incluye y no que
excluye. Debes promover el respeto de las ideas por equivocadas
que pueden ser, debes incluirte en los equipos que apoyan a otros y
debes inspirar a muchos a querer hacer las cosas juntas y así
decidir mejor.
El poder de las relaciones, encierra un sinfín de oportunidades
que te llevan a vivir a plenitud tu propósito. Cada vez que alguien
me conecta por mis redes sociales y me dice cosas como: “Quizás
no me recuerdes, pero estudié contigo en el Colegio hace 30 años”
digo valió la pena conservar y cultivar esa relación.
¿Te has preguntado por qué pareciera que algunos líderes no se
dan por enterados de las necesidades de su equipo y dejan de
tomar decisiones urgentes para salvaguardarlos? La respuesta es
muy sencilla, les rodean varios aduladores, de los cuales hablamos
antes, por eso en tu liderazgo es esencial que identifiques a tus
posibles aduladores o de lo contrario, te verás, en futuro no muy
lejano, envuelto en toda clase de problemas debido a que no
supiste identificar tus fallas o puntos ciegos a causa de “amistades
peligrosas”.
Si lideras una organización, empresa, iglesia o simplemente
llevas a cabo un proyecto que incluya a más personas, entonces
debes ser precavido de aliarte con personas que puedan convertirse
en amistades peligrosas. De hecho, si lideras a un equipo, es
probable que a tu lado existan personas que no te dejan ver algunas
realidades. Sé de lo que te hablo, yo he tenido la posibilidad de
conocer a muchísima gente, dirigir equipos en diferentes ámbitos,
trabajar en muchos lugares y siempre he encontrado lo mismo:
líderes que terminan dañando la confianza en el liderazgo y con
ésta, la moral del equipo generando un impacto negativo en su
organización.
Como te dije anteriormente, si estás evaluándote y piensas que
estás haciendo las cosas bien sólo porque tienes la percepción de
que hay un grupo que te apoya ¡detente! Si tienes una posición de
liderazgo, corres el mismo riesgo que todos: ¡desviarte y convertirte
en alguien peligroso! La opinión favorable que un grupo de personas
tenga sobre tu liderazgo no es garantía, ni mucho menos la mejor
referencia, de un liderazgo saludable.
Dios. Decide encontrarlo.
Quisiera pedirte con mucho respeto que no te sientas obligado a
leer este capítulo del libro si no quieres, no es un tema que quiera
compartir por compromiso, si no que quiero decirte desde mi
corazón algunas verdades que son soporte y fundamento para mi
vida y en la mayoría de los casos es lo que me permite decir que he
sido ayudado a no equivocarme cuando tomo decisiones difíciles,
las cuales y por una larga temporada de mi liderazgo he tenido que
hacer seguidamente hasta el punto de decirme a mí mismo: Todo
esto ¿valdrá la pena? Y la respuesta siempre es la misma dentro de
mi corazón como algo que me susurra: “si valdrá la pena, quizás hoy
no lo veas pero un día volverás al lugar donde te llamé y darás
gracias”.
Quizás no lo sepas, pero soy un hombre de profundas
convicciones cristianas, las cuales me hacen pensar que la fe es
uno de los elementos incondicionales del liderazgo, por eso cada
vez que tengo que hablar de esto siento un compromiso inmenso al
saber que alguien del otro lado de la radio, de la televisión o de
alguna red social y hoy, desde estas páginas, puede sentir lo que yo
siento y percibir que sin Dios difícilmente llegarás muy lejos.
La idea de la existencia de Dios para mí no fue ajena desde niño.
Estudié hasta que me gradué en un colegio católico de
denominación Lasallista, en honor a su fundador Juan Bautista de la
Salle y siempre todo mi entorno estuvo impregnado de un concepto
teórico de la existencia de Dios.
Como en cualquier niño de aquel entonces en mi ciudad natal
Caracas que tanto amo, fui por primera vez a mi colegio. Recuerdo
que era enorme, había capacidad para miles de alumnos todos
uniformados y tenía una particularidad: estaba a los pies de esa
maravillosa montaña que da antesala al valle de la ciudad, ese
monumento inmenso que se llama Cerro Ávila, resguardado como
parque Nacional desde la década de los setenta y que denota la
majestuosidad de la creación.
Ya en las aulas y como cualquier colegio católico teníamos
enseñanza catequista sobre la tradición católica y siempre la
palabra Dios estaba ahí presente para todo. Las mojas y los
sacerdotes paseaban por toda la institución y siempre creí que de
alguna forma Dios estaba cerca, que no era lejano y que viendo
aquel espectáculo de montaña, era imposible negar la existencia de
ese ser supremo que controlaba todo desde arriba (o al menos eso
me decían) con lo cual a pesar de sus altibajos, siempre el concepto
estaba ahí: Dios existe.
Aquellos años de mi vida los recuerdos íntegros, iba todos los
miércoles sin excepción a misa con un sacerdote italiano, era subido
de peso y siempre nos daba un empujón amigable fuera de la iglesia
y nos decía: “pórtense bien, Dios les está viendo”. Me hice amigo de
los hermanos lasallistas, compartía con ellos, hasta en un grupo de
discipulado estuve para ver si tenía vocación sacerdotal, aunque la
verdad, estaba buscando a Dios.
Cumplí con todo lo que la religión me exigía o mejor dicho la
tradición, rezaba en las noches con la esperanza de que ese Dios
enorme me oyera y dentro de mí siempre estaba esa inocente
pregunta ¿Será que me oye? Pero un día con la entrada de la
adolescencia y al no tener la obligación de seguir aquello que era
tradición religiosa, mi búsqueda de Dios sencillamente, se perdió.
Recuerdo que después de aquella temporada de sequía
espiritual, intentaba buscar a Dios, pero honestamente no lo
conseguía, mis dudas seguían iguales y me debatía entre la religión,
la tradición y un Dios que sabía que existía pero que era
inalcanzable. Era tan grande que no cabía en mi corazón.
En aquellos días y pasados los años conocí a mi esposa, la
mujer más bella del mundo entero. Adriana no tenía ni un síntoma
de conocer a Dios, de haber estado en su regazo y de vivir bajo
mandatos divinos. Era digamos normal y yo medio anormal, pero
nos llevábamos bien y decidimos casarnos.
Me casé en la misma iglesia del Colegio La Salle, donde fui miles
de veces a misa los miércoles, porque era mi referencia obligatoria
de Dios, quizá eso fue lo más cerca que había estado de Él y sin
saberlo ese día cuando me comprometí con Dios delante de testigos
a ser su esposo y como siempre, en sus juegos pesados, algo
increíble iba a ocurrir en mi vida y en la de todas mis generaciones.
Puedes dejarlo hasta aquí si quiere, como te dije al principio, no
tienes por qué sentir obligación por aquello que fue la decisión más
difícil de mi vida y de la que jamás me arrepentiré de haber la
tomado.
La gran sorpresa de mi vida, es que Adriana era cristiana y yo no
lo sabía y a ella, en una especie de amnesia temporal, también se le
había olvidado. Un día sábado luego de algunos meses de casados
me dijo: “me reconcilié con Dios”, y te confieso que sentí una envidia
santa. ¿Se reconcilió? Dije, ¿Cómo alguien se pudo haber peleado
con Dios si siendo tan grande no lo puedes ver? Eso para mí era
totalmente fuera de orden y absurdo.
Durante un año completo ella iba el domingo a la iglesia y nunca
me habló de ese Dios del cual se había reconciliado. Nunca me lo
nombró, solamente me daba testimonio con sus hechos modelando
principios de vida que yo no entendía pero que me gustaban.
Aquella conducta me enamoró cada día más y más de ella, pero
en verdad lo que me gustaba no era del todo lo que veía, si no lo
que irradiaba. Era la paz que jamás había encontrado en ninguna
parte, era el fin de mis miedos, era la certeza del futuro, era la
interminable sensación de la manifestación de un amor que yo no
conocía, de un amor como aquel que me leyeron el día que me casé
por la iglesia. Era así de sencillo porque quien ama de esa forma
tiene paciencia en todo, y siempre es amable. No es envidioso, ni se
cree más que nadie. No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No
se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo
que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino a los que
hablan con la verdad. El que ama es capaz de aguantarlo todo, de
creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo. En esa
temporada no estaba ni cerca de sentir que solo el amor vive para
siempre y que ese amor así solo puede ser dado por Dios.
Ella iba a la Iglesia y yo por tener argumentos para rebatir los
suyos –(como buen abogado) leía la Biblia sin que ella supiera. Era
un libro gordísimo y yo no entendía nada, pero Dios tenía un plan
conmigo desde antes de la fundación del mundo y desde que estaba
en el vientre de mi madre.
Cada texto que leía me parecía impresionante y aquella Biblia
tenía textos rojos cuando Jesús hablaba en el relato. Me pregunté
muchas veces ¿Por qué el énfasis en lo que Jesús decía? ¿No se
supone que lo que Dios diga es más importante? Al final, pensaba
yo, éste último era más grande y además el padre. Pero no era así.
Cada línea roja que leía me decía algo que nunca había conocido,
era una verdad incesante, era como si fuera una lámpara a mis pies
que me alumbraba el camino.
Así pasé un año haciendo lo mismo y Adriana jamás me habló de
Jesús, ni de su fe, ni me hablaba de Dios, solo actuaba diferente a
todas las esposas de mis amigos, tenía una gracia especial que me
conquistaba y lo que estaba pasando es que Jesús mi salvador, me
estaba seduciendo porque sabía que era muy difícil dejar atrás la
religión y convertirme en su seguidor. Era imposible pues yo conocía
la verdad, pero nadie me contó el desenlace final de esa historia.
Fuimos un día al cine a ver la película la pasión de Cristo de Mel
Gibson y ella lloró desconsoladamente y yo estaba como si nada.
Cuando se calmó le pregunté asustado ¿Dime porque te pones así?
Y ella solo me dijo: “Jesús vivió todo eso por amor a nosotros aun
sin conocernos, ninguno de nosotros había nacido, pero ya nos
había amado y por eso fue que murió en aquella cruz y resucitó”. Yo
creía que eso era exageración, pero ya era muy tarde para mirar
atrás, mientras ella iba a la iglesia yo estaba seducido y persuadido
de seguir a Jesús, a ese que Dios prometía que me reconciliaría con
Él y que me haría que entrara en mi corazón.
Ese día llegó y decidí tomar aquella decisión difícil, decidí dejarlo
todo atrás, incluso en contra de mi propia familia y como dijo el
mismo Jesús: “No se puede pertenecer al reino de Dios y hacer lo
mismo que hace un mal campesino. Al que se pone a arar el terreno
y vuelve la vista atrás, los surcos le salen torcidos”.[41] Tuve un
encuentro con Jesús y ese día mi vida cambió para siempre. Mi
matrimonio, mis hijos, mi familia, mis finanzas, mi propósito, mis
dones, mis talentos, mi llamado, todo sin excepción gira alrededor
de Jesús.
Dios se convirtió en alguien, no en algo. No dejó de ser inmenso,
pero ahora tengo la certeza de que está en mi corazón y quisiera
decirte que cada decisión que tomo la pongo en sus manos,
sabiendo que siempre responde. ¿Me equivoco? Si y aun así por
medio de Jesús, encuentro perdón a mis faltas y una forma nueva
cada mañana de ver las oportunidades.
Esa es mi Fe, solo eso y es tan sencillo como decir: Me
arrepiento de lo que he hecho hasta ahora y reconozco que Jesús
es suficiente para que, por medio de su muerte y resurrección,
pueda reconciliarme con el padre. Ese es el secreto de mi éxito,
saber que Dios existe, es real y está solo a una decisión de
distancia. Yo tuve un encuentro personal con Él. ¿Te atreves?
Hay días buenos y son geniales, son momentos de euforia y de
aplausos y de vitoreo. Es fantástico poder celebrar con el equipo,
decirles ¡Vengan celebremos. Victoria que no se celebra no se
repite! Pero cuando no hay nada que celebrar ¿qué ocurre?
Cuando recibes un revés, cuando te equivocas, cuando sientes
que avanzaste metros y de repente retrocediste kilómetros el líder
se siente más cansado que cuando llega a la meta. Ahí se quiere
tirar la toalla y dejar todo de lado. Ese minuto desagradable donde
tienes que dar la cara y decir perdimos, es peor que aquel en el cual
vendías la visión sin cesar solo. Pero te pregunto algo ¿Es acaso
peor la derrota habiéndolo intentado, que la inacción? ¿Puede
aprender alguien que nunca pierde o que no se equivoca al decidir?
Lo dudo. Cada vez que tienes un revés, no retrocedes. Es solo una
sensación. No creas que los golpes te debilitan, solo te endurecen y
te enseñan una forma distinta de hacerlo diferente.
En mis momentos de intimidad con Dios he sentido la tentación
de pensar cómo sería mi biografía. He soñado con el día en el que
uno de mis seguidores me llame y me diga: ¡Quiero comenzar por
grabar tus memorias para hacer un libro que cuente esta gran
historia!
Cuando llega la escena de la grabación me detengo a pensar.
!Hay que hacer algo grande, para contar una historia grande, que
inspire a personas a hacer cosas grandes! Ahí me detengo y digo:
Debo dejar de soñar y hacer algo para que esta escena sea una
gran historia. !Ponte a trabajar!
Ese día sé que también harán preguntas incómodas, tendré que
contar cosas que nadie sabe, tendré que decir el lado oscuro de las
decisiones que se tomaron erráticamente o incluso mencionar los
nombres de los que quedaron heridos en el camino, de los que
pudimos salvar y de los que sencillamente no soportaron la presión
y fallecieron en medio del intento de seguir esta visión.
[25] D M , C. (2015) 8 .R
F M .D :// . /2D P9 . [C : 07 M
2018]
[26] M J. (1976) I :U 90
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[27] M M., (2003) L V .E W
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[28] ASIAN, A., (2016) 5 .
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[29] M J., (2008) S P I .E G N .
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