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Índice 104 a. C.-104 a. C.
Fuentes Junto con Cayo Flavio Fimbria
Enlaces externos
100 a. C.-100 a. C.
Junto con Lucio Valerio Flaco
Fuentes Predecesor Cayo Mario
Manio Aquilio
Se conservan pocas fuentes dedicadas Sucesor Marco Antonio el Orador
principalmente a Cayo Mario. Se han perdido por Aulo Postumio Albino
completo los textos de las memorias de Lucio
Cornelio Sila, Marco Emilio Escauro y Publio 86 a. C.-86 a. C.
Rutilio Rufo, en las que Mario debió ocupar un
Junto con Lucio Cornelio Cinna
lugar destacado. Cicerón escribió un poema llamado
Marius, pero sólo se conservan pequeños Predecesor Lucio Cornelio Cinna
Cneo Octavio
fragmentos.1
Sucesor Lucio Cornelio Cinna
Una de las primeras fuentes que se conservan es la Lucio Valerio Flaco (cónsul
Guerra de Jugurta de Salustio. Los estudiosos la sufecto)
dividen en tres partes condicionales, más o menos
iguales en longitud, siendo la tercera de estas Información personal
(capítulos 79-114) la que narra el mando de Mario Nombre en
en Numidia y el final de la guerra.2 El autor de este latín
C.Marius C.f.C.n. Cor.
ensayo utilizó ampliamente las memorias de Sila y
Nacimiento 158 o 157 a. C.
Rutilio.3 Arpino
En la obra capital de Tito Livio, Ad Urbe condita, Fallecimiento 13 de enero de 86 a. C.
Mario fue, a juzgar por las períocas, el protagonista (71 o 70 años)
de varios libros. Al parecer, el libro LXI se dedicó Roma
principalmente a la etapa final de la guerra de Familia
Jugurta; el libro LXVIII a la derrota de los teutones Padres Cayo Mario
y los cimbros; el libro LXIX a la colaboración de Fulcinia
Mario con Lucio Apuleyo Saturnino; el Cónyuge Julia
libro LXXVII al conflicto de Mario con Sila; los
Hijos Cayo Mario
Información profesional
libros LXXIX y LXXX a la venganza de Mario y Ocupación Sacerdote de la Antigua Roma,
Cinna. Sin embargo, de todas estas partes sólo se político de la Antigua Roma,
han conservado brevísimas paráfrasis del contenido. militar de la Antigua Roma,
político y líder militar
La única biografía que se conserva de Mario fue Lealtad República romana
escrita por Plutarco y está incluida en sus Vidas
Rama militar Ejército romano
paralelas, junto con una biografía de Pirro. Sin
embargo, el texto de la «comparación» no ha Conflictos Batalla de Vercelas
sobrevivido o no se ha escrito. También se conserva Batalla de Aquae Sextae
la biografía escrita por Plutarco de Sila, el principal Miembro de Populares
enemigo de Mario. Otro escritor griego, Apiano de
Alejandría, dedicó mucha atención a Mario en su
Historia Romana (capítulos 29-76 del primer libro de las guerras civiles).
Los episodios individuales de la biografía de Mario se relatan con más o menos detalle en las colecciones
latinas de anécdotas históricas de Valerio Máximo y Pseudo-Aurelio Víctor, y en una serie de resúmenes
generales de la historia romana escritos por Veleyo Patérculo, Lucio Anneo Floro y Eutropio, y también por
el cristiano Paulo Orosio.
En la historiografía, Mario aparece inevitablemente en todas las obras generales sobre la historia de la
República romana, ocupando un lugar más modesto que su oponente Sila. Uno de los primeros trabajos
especiales dedicados a Mario es un voluminoso artículo en la enciclopedia alemana Pauly-Wissowa, escrito
por R. Weynand en 1935.4 Posteriormente se publicaron monografías sobre Mario, en inglés por R.
Evans,5 francés por J. Van Ooteghem6 y alemán por M. Labitzke.7
Biografía
Mario nació en la aldea de Cereatae, cerca de Arpino, en el sur del Lacio. Esta zona había sido conquistada
por los romanos en 305 a. C., y en 188 sus habitantes habían adquirido todos los derechos de los
ciudadanos romanos. Según Plutarco, los padres de Cayo —padre homónimo y madre llamada Fulcinia—
eran personas humildes y pobres que se ganaban la vida trabajando,8 pero otras fuentes afirman que los
Marios pertenecían al orden ecuestre.9 10
En la historiografía moderna, se acepta que la información sobre
los bajos orígenes de los Marios proviene de una tradición hostil a él; de hecho, los Marios formaban parte
de la aristocracia local no senatorial, desempeñando un papel bastante importante en la vida de su
municipio.11 Estaban estrechamente relacionados con otras familias nobles de Arpino, como los Gratidios
y los Tulios, y eran clientes de los Herenios y de la influyente familia senatorial romana de los Cecilios
Metelos;12 sin embargo, se cree que no existía una relación cliente-patrón con los Metelos y que sólo había
un apoyo puntual.13
El nacimiento de Mario sólo puede datarse de forma aproximada a partir de los relatos de los historiadores
antiguos sobre los últimos años de su vida. Por ejemplo, Plutarco informa de que en el año 87 a. C. Mario
tenía «más de setenta años»,14 y en relación con su muerte a principios de 86, dice que vivió setenta
años.15 Según Veleyo Patérculo, Mario tenía setenta y tantos años en 88 a. C.16 Basándose en estos
datos, la historiografía atribuye el nacimiento de Mario al año 158 o 157 a. C.;17 siendo el primer año el
más probable.18
Cayo Mario tenía un hermano menor, Marco, y también hermanas —se desconoce el número— que se
convirtieron en esposas de aristócratas locales: Lusia, Gratidia y Bebia.19 Algunas fuentes informan de que
Cayo no recibió una buena educación: no aprendió griego y permaneció indiferente a la cultura helénica
durante toda su vida, «su mente, gracias a sus honestos estudios, intacta», maduró en el servicio militar.20
21 Es probable que de este modo los autores antiguos intentaran contrastar al máximo a Mario como
«homo novus» con la nobleza romana de la época. De hecho, Mario debió haber tenido una buena
educación en latín.22 Pasó su juventud en su tierra natal, y su vida tardía en la ciudad,8 23
aunque esta
afirmación puede ser un homenaje a una tradición retórica que explota la imagen del aldeano modesto y
virtuoso, alejado del bullicio de la ciudad.11
Servicio militar
Las primeras noticias sobre el servicio militar de Cayo Mario datan de 134-133 a. C., cuando Escipión
Emiliano dirigió un asedio a la ciudad hispana de Numancia. Plutarco se refiere explícitamente a la guerra
numantina como la primera campaña en la que participó Mario;8 sin embargo, según Salustio, Mario se
alistó en el ejército «cuando apenas tenía edad para portar armas»,23 es decir, a los 17 años, en el año 141
o 140 a. C. En ese caso, en Numancia debía ser un militar experimentado y con cierto mérito. Esto también
puede explicar cómo Mario entró en el círculo íntimo del comandante y se ganó sus grandes elogios,24 que
Plutarco atribuye únicamente al valor y la eficiencia que mostró en esta campaña: «Dícese que peleando
con un enemigo le quitó la vida a presencia del general, por lo que, además de otros honores que este le
dispensó, moviéndose en cierta ocasión plática entre cena acerca de los generales, como preguntase uno de
los presentes, bien fuera porque realmente dudase, o porque hiciera por gusto aquella pregunta a Escipión,
cuál sería el general y primer caudillo que después de él tendría el pueblo romano, hallándose Mario
sentado a su lado, le pasó suavemente la mano por la espalda y respondió: “Quizás éste”».8
Junto a Mario, el círculo íntimo de Escipión Emiliano incluía a muchos otros jóvenes que más tarde se
convertirían en destacadas figuras políticas: Cayo Sempronio Graco, Quinto Fabio Máximo Alobrógico,
Sempronio Aselión, Publio Rutilio Rufo, Cayo Memio —posiblemente un tribuno de la plebe en 111 a. C.
—,25 Cayo Cecilio Metelo, el rey numida Jugurta.26 Escipión logró restablecer la disciplina en el ejército
y obligar a los numantinos a una rendición incondicional. Su estilo de mando en esta campaña pudo haber
tenido una influencia significativa en Cayo Mario.27
Más tarde, en una fecha inexacta, posiblemente de 131-124 a. C.,28 Mario se presentó como candidato al
tribunado militar y, aunque nadie lo conocía de vista, recibió los votos de todas las tribus gracias a sus
hazañas militares.29 La lista de sus honores militares puesta en boca de Mario por Salustio también puede
hablar de sus méritos en el campo militar: lanzas (hasta pura), banderas (vexillum), fáleras «y otros honores
militares».30
Mario comenzó su carrera civil presentándose como candidato en las elecciones locales de Arpino, pero fue
derrotado; sin embargo, más tarde ganó una cuestura en Roma e «irrumpió en el Senado».31 No se sabe
nada sobre este primer paso de su cursus honorum, incluida la fecha; sólo se especula con que Mario fue
cuestor no más tarde de 122 a. C.32 o de 121 a. C.33
En el año 119 a. C., Mario se convirtió en tribuno de la plebe34 con el apoyo de uno de los Metelos,
posiblemente Lucio Cecilio —más tarde Dalmático—, quien alcanzó el consulado ese mismo año,13 pero
también hay otras hipótesis.35 Fue una época de aguda lucha política interna, que no cesó con la muerte
violenta de Cayo Graco en 121 a. C. Mario propuso una ley que cambiaba el orden de las votaciones en las
elecciones de forma que se redujera la influencia de la nobilitas, y superó la resistencia a esta iniciativa por
parte de ambos cónsules, recurriendo incluso al arresto de su patrón Metelo. Sin embargo, al mismo tiempo
consiguió negarse a dar pan a la plebe y se ganó así la reputación de político valeroso e independiente.36
Al mismo tiempo, se sugiere «que cualquier ley sobre el pan en este momento aclaraba las disposiciones de
la ley de Cayo Graco y que Plutarco malinterpretó la acción, cuyo propósito era preservar la inviolabilidad
de las generosas normas de distribución de grano existentes», es decir, que Mario estaba actuando
precisamente en el interés del pueblo.37
Más tarde —según Plutarco al año siguiente,38 aunque es más probable que fuese en 117 a. C.—39 Mario
presentó su candidatura a edil, pero parte de la nobilitas adoptó una postura hostil hacia él.40 Cuando se
dio cuenta de que no podía acceder al cargo de edil curul, Mario intentó presentarse al de edil plebeyo, sin
embargo, sus intentos también terminaron en fracaso.41 En 116 a. C. ganó las elecciones al cargo de
pretor, aunque solo quedó en sexto lugar en términos de número de votos recibidos, pero fue
inmediatamente acusado de ambitus —corrupción electoral— y a duras penas consiguió que se desestimase
dicha acusación.38 31
Mario pasó un año sin incidentes en Roma y al año siguiente fue enviado a Hispania
Ulterior con el cargo de propretor o procónsul,42 donde luchó con éxito contra los «salteadores».43 No se
sabe cuándo terminó su gobierno; es posible que regresara a Roma en el año 113 a. C.44
En años posteriores, Mario se casó con Julia, miembro de una antigua familia patricia, cuyos hombres, sin
embargo, no habían ascendido por encima de la pretura durante mucho tiempo. Este matrimonio, al parecer
celebrado poco antes de 110 a. C., contribuyó a aumentar la influencia de Mario y le convirtió en miembro
de la alta sociedad.45
Guerra de Jugurta
Mario usó contra Metelo el hecho de que la guerra, aunque iba bastante bien, se prolongaba. Muchos de los
soldados que servían en Numidia escribieron a Roma indicando que la victoria final solo sería posible si
Mario se convertía en su comandante, lo que irritó a Metelo. Sin embargo, las relaciones se agravaron aún
más con el caso de Turpilio, oficial que gozaba del favor de Metelo, pero que, a causa de Mario, fue
injustamente condenado a muerte.53 En esta situación, cuando este último solicitó a Quinto Cecilio
permiso para ir a Roma para presentarse como cónsul para 107 a. C., le fue rotundamente denegado: «Se
dice que Metelo le aconsejó que no se diese tanta prisa en marchar, que harto llegaría a tiempo de pedir el
consulado cuando lo pidiese también su hijo»,54 es decir, más de veinte años después. Entonces, Mario
comenzó a actuar en contra de su comandante: hizo campaña contra él entre los soldados y los
comerciantes romanos de Numidia, acusando a Metelo de prolongar deliberadamente la guerra y afirmando
que él mismo capturaría rápidamente a Jugurta y a la mitad del ejército. Al final Metelo le dejó ir a Roma,
pero solo unas semanas antes del comienzo de las elecciones.55
Mario ya era un hombre muy popular cuando llegó a Roma, porque contaba con el apoyo de una parte
importante de la plebe y de los équites.56 Incluso, según la historiografía, todas las fuerzas antisenatoriales
se reunieron en torno a él.57 Utilizando la cooperación de los tribunos de la plebe y continuando con la
acusación contra Metelo de prolongar la guerra contra Jugurta,58 obtuvo una gran victoria electoral,
aunque también hay que tener en cuenta la aportación proporcionada por el resentimiento de ciertos
sectores de la aristocracia por el excesivo fortalecimiento de la familia de los Cecilios Metelo, lo que pudo
haber jugado un papel importante en su victoria.59 La asamblea popular lo nombró comandante en África,
aunque poco antes el Senado había prorrogado el mando de Metelo para el año siguiente.55 Como el
ejército de Quinto Cecilio había sido entregado al segundo cónsul, Lucio Casio Longino, para luchar contra
los cimbros, Mario tuvo que reclutar un nuevo ejército. Debido a las elevadas pérdidas de la guerra en los
años anteriores, no había suficientes reclutas, por lo que redujo drásticamente los requisitos mínimos para la
leva, lo que fue el catalizador de la reforma militar, pero esta innovación no logró reclutar más de cinco mil
hombres.60
El nuevo comandante llegó a Numidia ese mismo año 107 a. C. y llevaba como cuestor a Lucio Cornelio
Sila, un patricio de una rama de una antigua familia, especulándose si su esposa era una Julia, pariente
cercana de la cónyuge de Mario.61 Mario siguió saqueando el país, mientras dejaba a sus soldados con
todo el botín y los endurecía poco a poco en escaramuzas menores; capturó la importante ciudad de Capsa,
donde se almacenaban los tesoros de Jugurta,62 63
y después de esto el Senado le prorrogó el mando para
64
el año siguiente.
En la primavera de 106, Mario trasladó las operaciones al oeste de Numidia con el objetivo de intimidar al
aliado de Jugurta, Boco de Mauritania.65 Aquí ocupó una serie de fortalezas importantes; mientras tanto, el
enemigo había retomado Cirta, y cuando el ejército romano se dirigió a reconquistar esa ciudad fue atacado
por Jugurta y Boco. Mario fue expulsado a las colinas, pero al amanecer atacó repentinamente al ejército
contrario mientras dormía y lo derrotó.66 Orosio afirma que noventa mil númidas y mauritanos fallecieron
en esta batalla.67 Sin embargo, al cuarto día Jugurta volvió a atacar a los romanos; en medio de la batalla,
el rey gritó a los soldados contrarios que supuestamente había matado a Mario con su propias manos, pero
este truco no funcionó y los romanos obtuvieron una victoria completa.68
Después de estas victorias de Mario, Boco, el único aliado de Jugurta, comenzó a negociar con Roma. Se
le exigió que extraditara al rey númida, prometiendo a cambio una alianza y un aumento de territorios.
Mario envió a su procónsul Sila ante el vacilante Boco; en 105 a. C., este pudo obtener la extradición de
Jugurta y lo entregó a su comandante, lo que significó el fin de la guerra. Antes de finalizar el año, Mario se
ocupó de organizar un nuevo orden en la región: entregó Numidia Occidental a Boco, convirtió rey de
Numidia Oriental al hermano de su enemigo Gauda, suprimió los últimos focos de resistencia y concedió a
varios de sus aliados la ciudadanía romana y tierras.69 El 1 de enero de 104 a. C. Mario tuvo un triunfo en
Roma, tras el cual Jugurta fue ejecutado.
No todo el mundo consideraba a Mario como el vencedor indiscutible de la guerra: la propaganda hostil
hacia él lo oponía primero a Metelo, quien obtuvo victorias decisivas y, por lo tanto, recibió un triunfo y un
agnomen, y luego a Sila, quien logró la entrega de Jugurta.70 Sin embargo, esta propaganda pudo haber
tenido lugar después de su muerte, cuando Sila subió al poder, y, por lo tanto, la mayoría de los romanos
parecen no haber dudado de que él tenía el crédito principal de la derrota de Jugurta.
En el año del consulado de Mario y Lutacio, los bárbaros avanzaron finalmente sobre Italia. Los cimbrios,
rechazados por los celtíberos, regresaron de Hispania a la Galia y planearon invadir Italia a través de
Nórico; su camino fue bloqueado por Cátulo, a cuyas órdenes estaba ahora Sila, enviado, según una
sugerencia de la historiografía, por Mario para asegurar la cooperación entre los dos ejércitos romanos.81
Los teutones, por su parte, eligieron una ruta a lo largo de la costa mediterránea, en la que se encontraron
con el ejército de Mario.76
En el primer encuentro, el cónsul se negó a aceptar la batalla, puesto que esperó seis días en su
campamento fortificado en la desembocadura del Isère mientras los bárbaros pasaban hacia Italia. Luego
condujo a su ejército por una ruta paralela y volvió a bloquear el camino a los germanos en la ciudad de
Aquae Sextiae. Mario derrotó a una tribu de ambrones, que marchaba en vanguardia, y luego tendió una
emboscada junto a tres mil legionarios al mando de Claudio Marcelo que envió tras las líneas enemigas en
una batalla decisiva,82 en la que él mismo dirigió el ataque de la caballería. Como resultado, la tribu
teutona fue prácticamente aniquilada. Las fuentes informan de un total de ciento cincuenta83 o incluso
doscientos84 85
mil muertos, así como unos ochenta a noventa mil prisioneros.84 Quizá las cifras de
Plutarco —cien mil fallecidos y capturados— se acerquen más a la realidad,86 87 pero también provocan
88
escepticismo entre algunos estudiosos.
Vercelas
El cónsul posicionó a los hombres de Quinto Lutacio en el centro y a sus divisiones más avanzadas por los
flancos. Más tarde, Cátulo y Sila afirmaron en sus memorias que Mario hizo esto contando solo con los
suyos para ganar y obtener toda la gloria,93 pero la inverosimilitud de esta versión es evidente.97 Se ha
sugerido que probablemente a los soldados de Quinto Lutacio se les asignara un papel más pasivo porque
estaban menos preparados.98 Según Plutarco, los soldados de Mario, en contra de sus órdenes, se
precipitaron tras la caballería cimbria que había asestado el primer golpe, pero a causa de la espesa
polvareda «vagaron largamente por la llanura», mientras que la infantería bárbara tropezó por accidente con
las unidades de Cátulo.92 Este es el momento donde se desarrolló la batalla principal.
Inmediatamente después de la batalla estalló una disputa entre los dos caudillos sobre quién había
contribuido más a la victoria. Los árbitros fueron los embajadores de la ciudad de Parma, a quienes los
hombres de Quinto Lutacio condujeron por el campo de batalla para mostrar las lanzas que habían
atravesado los cuerpos de los cimbrios, las cuales la mayoría tenían el nombre de Cátulo grabado en la
punta.102 No se sabe nada de la resolución; estas disputas eran probablemente bastante comunes en la
época, y quizás el propio Quinto Lutacio no estuvo involucrado.105 106
Con motivo de su victoria, Mario y Cátulo fueron honrados con un triunfo. Plutarco cree que se le ofreció a
Mario celebrar esta ceremonia en solitario, pero se negó, probablemente para evitar una rebelión por parte
de los soldados de Quinto Lutacio.102 Quizá, en realidad, Mario seguía considerando a Cátulo como su
aliado y no quería dar a la nobilitas nuevos motivos de antipatía.107 Sin embargo, toda la fama fue para
Mario, quien alcanzó la cima de su popularidad, fue reconocido como el salvador de la patria84 y el tercer
fundador de Roma, y se le hacían libaciones en las comidas junto con la de los dioses.102 108 Además,
Mario fundó el templo de Honor y Virtud con los fondos del botín que incautó. 109
Más tarde, en sus memorias, Cátulo intentó presentarse como el principal vencedor en Vercelas.110
Reformas de Mario
Las fuentes clásicas atribuyen a Mario una reforma militar que comenzó con la inclusión de los ciudadanos
romanos sin tierra ni propiedades (capite censi) entre los varones que podían ser reclutados.111 112
113
La consecuencia de esta innovación fue una serie de cambios, como que, debido a la desaparición de facto
del censo, también desaparecieron las antiguas divisiones de los asteros, principes y triarios, lo que condujo
a una mayor uniformidad en la formación y el equipamiento. La caballería y la infantería ligera era
reclutada exclusivamente entre aliados y provinciales.114 Gracias a la abundancia de voluntarios, el
tamaño medio de la legión aumentó de 4 200 a 5 000-6 200 legionarios y, ahora, las legiones se componían
de diez cohortes de seis centurias cada una, en lugar de los treinta manípulos anteriores.115 La centuria
constaba de ochenta hombres y se dividía en grupos de ocho (en latín, contubernia), que vivían y comían
juntos en el campamento; en la batalla, en la marcha y en el campamento actuaba como una unidad de
combate. Además, durante la marcha llevaba consigo todas sus armas, los efectos personales de los
soldados, las municiones y los alimentos, lo que ayudó a reducir el tamaño total del convoy e hizo que el
ejército tuviera más movilidad. Para reforzar el espíritu corporativo, cada legión recibió un águila sobre su
asta como símbolo oficial.116 117
El entrenamiento de los soldados se intensificó con marchas forzadas, clases de trote con caballos e
invitando a instructores de las escuelas de gladiadores.118 Además, se introdujo un nuevo tipo de pilum,
que según Plutarco, ya se había hecho uso en la batalla de Vercelas: «Para esta batalla dicen que fue para la
que Mario hizo aquella novedad de los astiles de las picas; porque antes la parte de la madera que entraba
en el hierro estaba asegurada con dos puntas asimismo de hierro, y entonces Mario, dejando la una como
estaba, en lugar de la otra puso una estaquilla de madera fácil de romperse, proporcionando así que al dar el
astil en el escudo del enemigo no quedase recto, sino que rompiéndose la estaquilla se doblase, y la pica
permaneciese clavada, por el mismo hecho de haberse encorvado la punta».119
En la historiografía, muchas de las fuentes que relatan las reformas de Mario son discutidas. Por ejemplo, el
reclutamiento de algunos miles de voluntarios proletarios en el año 107 no supuso ningún cambio
fundamental en la formación del ejército:120 por un lado, Mario siguió reclutando a los ciudadanos más
acomodados bajo el antiguo sistema;121 122 por otro, la reducción del censo se venía produciendo desde la
segunda guerra púnica. De once mil ases a finales del siglo iii a. C., el censo bajó a mil quinientos en
129,123 por lo que la aparición de ciudadanos pobres en el ejército fue la conclusión lógica de un proceso
secular.124
La división de la legión en cohortes ya había sido practicada durante la segunda guerra púnica en
Hispania,125 126
127
y el ejército romano en Numidia a las órdenes de Quinto Cecilio Metelo contaba
tanto con manípulos como con cohortes.128 129
Probablemente, como parte de la transición a las cohortes,
también se llevó a cabo la unificación del armamento, que desde la época de los hermanos Graco era
comprado por el Estado romano y no por los legionarios.130
El nivel de formación de los soldados dependía exclusivamente del comandante. Mario fue guiado en estos
asuntos por Escipión Emiliano, a cuyas órdenes había servido en Numancia, pero las normas unificadas
solamente se desarrollaron bajo Augusto.131 132 Era bastante común en el mundo antiguo que los
soldados fueran cargados con su equipo, como hizo Metelo con los suyos en Numidia.133 Las legiones ya
portaban águilas antes de la llegada de Mario, quien simplemente desechó símbolos anteriores, como el
lobo, el minotauro, el caballo o el jabalí.134 135
Una innovación importante fue que, al reclutar a los pobres, Mario les prometió tierras al final de su período
de servicio.136 Posteriormente, estos compromisos se convirtieron en una práctica establecida y
adquirieron importancia para la historia política de la República.
Mario y Saturnino
Saturnino ayudó a Mario en su elección como cónsul en 102 a. C., lo que suponía su tercera vez
consecutiva en el cargo. Según Plutarco, Lucio Apuleyo persuadió a la asamblea popular para que eligiera
a Mario, y en respuesta a la fingida negativa de este último, le llamó «traidor a la patria».141 Esta historia
probablemente se remonta a la tradición antimariana, aunque tiene una base histórica.142
En 101, después de Vercelas, Mario ayudó a Saturnino a convertirse en tribuno por segunda vez. Además,
él mismo volvió a postularse para su sexto consulado y, según Plutarco, lo buscó como otros buscaban el
primero.119 La oposición a Mario crecía por la desaparición de la amenaza militar que había asegurado sus
anteriores elecciones, por lo que el candidato tuvo que reclutar a sus veteranos, sobornar activamente a los
votantes y utilizar la ayuda de Saturnino.143 Gracias a esto, finalmente fue elegido junto a Lucio Valerio
Flaco, a quien los opositores políticos calificaron de dependiente de Mario más que de un compañero de
armas.144
Con el apoyo de los soldados, Saturnino aprobó leyes para la venta de pan a precios reducidos y para la
entrega de colonias a los veteranos de Mario en Sicilia, Acaya, Macedonia y la Galia Narbonense; este
último debía dirigir la aplicación de todas las medidas agrarias. La perspectiva de tal aumento del poder del
cónsul despertó la resistencia de la nobilitas, por lo que Saturnino consiguió una disposición para que los
senadores juraran fidelidad a la ley agraria bajo amenaza de destierro. Mario, quien no quería romper del
todo con el Senado, declaró que era mejor no enfadar al pueblo que impulsaba la ley y fue el primero en
prestar juramento. El resto de los senadores siguieron su ejemplo, con la excepción de Metelo Numídico,
quien fue condenado al destierro.145 146
147
Pronto la actitud de Mario hacia Saturnino cambió, posiblemente debido al excesivo radicalismo del tribuno
de la plebe: «Mario estaba asustado por los demonios que él mismo había convocado». El seis veces cónsul
no podía tomarse la molestia de romper con la clase senatorial, y la política de maniobras podría haberle
puesto en peligro por ambas partes, especialmente en una situación en la que muchos équites se pusieron
del lado del Senado.148 Plutarco cuenta de Mario: «Habiendo ido a su casa de noche los varones
principales a hablarle contra Saturnino, recibió a este por otra puerta sin noticia de aquellos, y tomando por
pretexto para con unos y con otros una descomposición de vientre, ya estaba en una parte, ya en otra, con
lo que sólo consiguió indisponerlos e irritarlos más entre sí».149 Theodor Mommsen señaló la «aptitud
aristofánica» de esta historia, que la cataloga como ficticia.150
En el verano de 100 a. C. se produjo un conflicto abierto entre Saturnino y el Senado porque el partidario
del tribuno, Cayo Servilio Glaucia, fue destituido de las elecciones consulares y su rival Cayo Memio fue
asesinado en circunstancias poco claras. Los senadores, sin ninguna prueba, declararon a Saturnino autor
intelectual del asesinato y sugirieron que Mario actuara conjuntamente para «salvar el Estado». Este no se
atrevió a quedarse al margen151 y obedeció, aunque la ruptura con uno de los bandos enfrentados no le
aseguraba una alianza duradera con la nobilitas; su deseo de evitar una masacre sin ley de Saturnino y sus
partidarios, que habría empañado la reputación de Mario para siempre, pudo haber jugado un papel
importante.152
Los cónsules recibieron poderes extraordinarios por parte del Senado en forma de senatus consultum
ultimum. Mario organizó la distribución de armas de los arsenales del Estado a los partidarios senatoriales
y,153 cuando los partidarios de Saturnino fueron derrotados en una batalla abierta en el Foro y se retiraron
al Capitolio, ordenó que se cortaran los suministros de agua; como resultado, los tribunos tuvieron que
rendirse. Mario, quien había prometido la vida a los arrestados, los puso bajo guardia en la Curia Hostilia,
pero un grupo de partidarios del Senado, que no confiaba en el cónsul, irrumpió allí y los mató sin ningún
tipo de juicio.154
En la sombra (100-91 a. C.)
Según la historiografía popular, la ejecución de Saturnino fue desastrosa para la carrera de Mario porque,
con ello, perdió la confianza del pueblo, sin conseguir atraerse a la nobilitas, lo que le dejó sin apoyo y le
obligó de permanecer en la sombra durante toda la década de los noventa.155 156 Por otra parte, después
de cinco consulados consecutivos sin precedentes y la eliminación de una amenaza externa, el homo novus,
en cualquier caso, podría no haber tenido perspectivas especialmente brillantes: «no está del todo claro lo
que Mario podía esperar» en esta situación.157
Las fuentes afirman que, antes de terminar su mandato consular, Mario intentó sin éxito impedir el regreso
del exilio de su enemigo Metelo Numídico.158 159 Muchos historiadores están de acuerdo con la
tradición, 160 161 156
pero también se expresan dudas: para Mario, el conflicto abierto con una parte
importante de la sociedad romana, inevitable si se oponía a los partidarios de Metelo, era demasiado
desventajoso.162 Pronto Mario partió hacia Asia, formalmente para realizar sacrificios a la Madre de los
dioses, pero en realidad, según Plutarco, porque era «incapaz de soportar el regreso de Metelo»,
explicación que A. V. Korolenkov califica de «muy extraña»,163 y porque esperaba provocar una guerra
en Oriente, útil para la continuación de su carrera.158 Este último informe ha sido calificado por la
historiografía como demasiado ingenuo,164 y se sugirió que el viaje de Mario era de interés público y tenía
carácter de inspección, debido a que Mitrídates VI estaba ampliando activamente su esfera de influencia en
la región durante estos años y Roma necesitaba estudiar la situación cambiante. Mario visitó Galacia y
Capadocia, donde fue recibido muy respetuosamente por Mitrídates, pero, sin embargo, fue
extremadamente severo con el rey, y en particular declaró, probablemente en respuesta a alguna queja o
agravio, «o hazte ¡oh rey! más poderoso que los romanos, o ejecuta en silencio lo que te se mande».158 La
inspección de Mario fue importante para la política romana en la región, ya que determinó la actitud de los
políticos romanos hacia Mitrídates y les animó a oponerse más activamente a la agresión de este rey en
Capadocia.165
En su ausencia, Mario fue elegido miembro del colegio de augures, hecho que probablemente no podría
haber ocurrido sin el apoyo de una serie de personas influyentes,166 aunque se cree que este sacerdocio le
fue concedido a cambio de no ser candidato a la censura.167 Poco después de que Cayo regresara a Roma,
uno de sus aliados, Manio Aquilio, fue llevado a juicio, acusación que Mario consideró que iba dirigida
contra él mismo, por lo que contrató a Marco Antonio, uno de los mejores oradores de la época, como su
defensor, y apoyó al acusado con su presencia. Aquilio fue absuelto a pesar de la abundancia de pruebas
incriminatorias, lo que supuso un gran éxito para Mario:168 169 puede que incluso creciera su influencia
después de esto. 170 También pudo proteger a sus otros partidarios que fueron juzgados durante estos
años, 171 y casó a su hijo con Licinia, hija y nieta de dos de los miembros más destacados de la nobilitas,
Lucio Licinio Craso, cónsul de 95 a. C., y Quinto Mucio Escévola respectivamente.172
Guerra Social
Ese mismo año Mario derrotó a los marsos en otra batalla, que dejó un saldo seis mil guerreros enemigos
muertos y otros siete mil capturados.179 Además, según Apiano, Sila luchó en dicha contienda.180
A finales de año, Mario dejó de participar en las hostilidades, aunque la guerra continuaba con la misma
ferocidad. Plutarco afirma que esto se debió a la creciente incapacidad de mando del viejo cónsul: «porque
fue tenido por tardo en el acometer, y nimiamente cuidadoso en todo; de manera que, bien fuese porque la
vejez hubiese apagado en él la antigua actividad y ardor, pues pasaba ya entonces de sesenta y cinco años,
o bien porque, como él decía, padeciendo de los nervios y faltándole la agilidad del cuerpo, por pundonor
se había empeñado en aquella guerra a más de lo que podía». Finalmente, Mario renunció a su cargo
«imposibilitado a continuar por su debilidad».181 Sin embargo, esta información está probablemente
tomada de la tradición prosilana182 y, de hecho, Mario no renunció a su mando, simplemente no se le
prorrogó para el año siguiente porque los nuevos cónsules no querían compartir sus poderes y su gloria con
él, y la nobilitas en su conjunto no querían que volviese a ocupar un papel preeminente en la política
romana.183 184
Uno de los cónsules de 89 a. C. Lucio Porcio Catón, a cuyo habían pasado los soldados del legado
retirado, según Orosio, se jactó tanto de sus victorias, «Mario no había realizado mayores hazañas», que fue
asesinado por el hijo de este último «como si fuera un asesino desconocido».185
Mario y Sila
En el año 91 a. C., se instaló en el Capitolio por parte de Boco de Mauritania una estatua que
conmemoraba la victoria sobre Jugurta y una representación de una escena de la extradición de ese rey, lo
que estuvo a punto de ocasionar enfrentamientos entre los partidarios de Mario y Sila.188 191 La
historiografía está dividida al respecto: algunos estudiosos toman las pruebas de las fuentes al pie de la
letra,192 otros consideran que se trata en parte de una ficción derivada de las memorias de Sila;193 no
obstante, la instalación de las esculturas tuvo lugar con toda seguridad, lo que demuestra el apoyo que
recibió Sila de varias figuras políticas prominentes para su oposición a Mario.194
Durante la guerra Social, Sila pudo demostrar su valía, lo que le ayudó a conseguir el consulado en
88 a. C., gracias en parte a su alianza con los Metelos, viejos enemigos de Mario.195 Este último, según
los extractos del libro 37 de Diodoro Sículo, también reclamó el consulado y perdió las elecciones,196 pero
esta afirmación probablemente sea errónea:197 Mario no se presentó como candidato, debido a que sabía
que seguramente no ganaría.198 Esto le llevó a esperar ganar el mando de la guerra contra Mitrídates
mediante una alianza con el tribuno de la plebe Publio Sulpicio.199 186
Para entonces, Sulpicio había presentado una serie de iniciativas legislativas, que consistían en distribuir a
los nuevos ciudadanos entre todas las tribus —sólo esto les habría dado plenos derechos civiles—, permitir
regresar a los exiliados condenados en virtud de la lex Varia, y excluir del Senado a los nobles cuyas
deudas superaran los dos mil denarios.200 Para vencer la resistencia a estos proyectos de ley, liderados por
ambos cónsules, Sulpicio entró en una alianza secreta con Mario, que implicaba el apoyo mutuo con la
condición de que se aprobara otra ley, que daba a Cayo el mando de la incipiente guerra.201
En los enfrentamientos que siguieron en las calles de la ciudad, Sulpicio se impuso, armando a sus
partidarios. Sila incluso tuvo que refugiarse en la casa de Mario para salvar su vida; este, según una versión
de la tradición, le dio cobijo y le dejó salir por otra puerta.202 Es probable que Mario utilizara estos
acontecimientos para persuadir a Sila de que suprimiera los días de inasistencia y así aprobar realmente los
proyectos de ley de Sulpicio. A cambio, pudo haber prometido a Lucio Cornelio, quien no sabía nada de
sus planes, no impedirle ir a la guerra.203
Inmediatamente después de la partida de Sila hacia el ejército que aún asediaba Nola, Sulpicio aprobó sus
proyectos de ley, incluyendo uno nuevo sobre el mando para Mario; este probablemente recibió los poderes
de procónsul.204 Se enviaron tribunos militares al ejército para destituir a Sila del mando, pero los
legionarios, convencidos de que Mario reclutaría a otros soldados para la campaña y que así perderían el
botín que les correspondía en Oriente, se pusieron del lado de su comandante y apedrearon a los
mensajeros. Sila, en consecuencia, movió sus seis legiones sobre Roma.205 206 A los embajadores del
Senado, quienes le preguntaron cuál era el propósito de su marcha, respondió que iba a librar a su patria de
los tiranos.207
Esta rebelión fue una completa sorpresa para Mario; sin embargo, comenzó a prepararse para contraatacar
militarmente.208 Cuando los silanos entraron en la ciudad, Mario y Sulpicio retomaron la batalla en el
Esquilino y resistieron tan ferozmente que los rebeldes sólo empezaron a ganar la partida cuando algunas
de sus fuerzas dieron un profundo rodeo a lo largo del camino de Suburana. Mario se retiró al templo de la
Tierra, desde donde convocó a los esclavos en su ayuda, prometiendo la libertad a todos, pero ninguno de
estos respondió a la llamada; sin embargo, se ha sugerido que esto es probablemente una ficción de la
propaganda silana.209 Después de esto, huyó de la ciudad.210
Sila, tras hacerse con el control de Roma, ordenó al Senado que declarara enemigos (hostis) a Mario,
Sulpicio y a otros diez. Sólo Quinto Mucio Escévola protestó, diciendo que nunca reconocería como
enemigo al hombre que había salvado a Roma y a toda Italia;211 el resto de los senadores, y luego el
pueblo, apoyaron la propuesta de Sila. Sulpicio fue pronto asesinado y Mario sufrió una serie de desgracias,
descritas en detalle por Plutarco.212
Exilio y regreso
Mario huyó primero a Salonia, una de sus propiedades, y luego a Ostia, donde abordó un barco y navegó
por la costa hacia África. Debido a la tormenta, se vio obligado a atracar cerca de Circeo y a esconderse en
un bosque por la noche. Abandonado por sus compañeros, se escondió de unos jinetes que iban en su
búsqueda en una cueva, y luego en un pantano, pero lo terminaron encontrando y lo llevaron a la ciudad
más cercana, Minturno, desnudo y cubierto de barro. Las autoridades locales decretaron matar al prisionero,
pero un bárbaro, de origen galo o cimbro, que habían enviado no se atrevió a hacerlo y salió corriendo
gritando «¡Yo no puedo matar a Mario!» Esto hizo que los habitantes de Minturno se arrepintieran y
dejaran ir al fugitivo, a quien incluso le proporcionaron un barco.212
En la isla de Enaria, Mario se reunió con algunos de sus partidarios. Luego tuvo que atracar brevemente en
la costa de Sicilia, donde estuvo a punto de ser capturado. Después de esto, Mario se embarcó dirección a
la provincia de África, donde, una vez había desembarcado, un oficial le salió al encuentro, se puso justo
delante de él y le comentó que el gobernador de África le había prohibió desembarcar en esa provincia.
Tras escuchar esto, Mario se quedó sin palabras por «el dolor y la indignación», y durante un tiempo
permaneció callado mientras miraba con severidad al funcionario,
quien al preguntarle qué tenía que decir y qué respuesta dar al
gobernador, dijo «Dile que has visto a Mario fugitivo sentado sobre
las rutas de Cartago»; «poniendo con razón en paralelo la suerte de
esta ciudad y la mudanza de su fortuna para que sirviera de
ejemplo».213
Las fuentes hablan de que Mario realizó una matanza: los enemigos de este y Cinna fueron asesinados sin
piedad, sus cuerpos mutilados y las cabezas de los senadores asesinados expuestas en los estrados. El
antiguo pretor Quinto Ancario fue asesinado sólo porque Mario no respondió a su saludo al encontrarse con
él, y esto se convirtió desde entonces en una señal habitual: cualquiera que no fuera saludado por Mario era
asesinado en el acto.219 Un antiguo colega de Mario en uno de los consulados, Quinto Lutacio Cátulo,
convocado a la corte, optó por suicidarse. Las casas de los asesinados fueron saqueadas y sus esposas e
hijos fueron maltratados.220 Es probable que haya una serie de exageraciones en este cuadro, relacionadas
con el deseo natural de los seguidores de Sila de presentar el terror mariano en una escala mayor de lo que
realmente fue:221 en varias masacres se observó al menos la apariencia de legalidad;222 Ancario, en el
momento de su encuentro con Mario, aparentemente estaba siendo conducido a su ejecución,223 y el relato
de una «señal habitual» es una ficción obvia;224 los informes de confiscaciones por parte de las fuentes
son extremadamente vagos;225 los cuerpos de los asesinados fueron probablemente enterrados.224 El
terror mariano impactó a los contemporáneos no tanto por su magnitud como por el asesinato sin juicio de
personas de dignidad consular y pretoriana.226
Mario se proclamó cónsul del año siguiente, 86 a. C., sin la participación de una asamblea popular;227 fue
su séptimo consulado. Sin embargo, sus fuerzas no tardaron en abandonarle: la tensión de los últimos meses
pareció haberle pasado factura. Buscando remedios para el insomnio y las pesadillas, se entregó a la
embriaguez, desarrolló una pleuresía y, tras permanecer tumbado durante siete días, murió en los idus de
enero. En el delirio del lecho de muerte, «Pensó que se hallaba de general en la guerra de Mitrídates, y
tomaba todas las posturas y movimientos del cuerpo que son de costumbre en los combates, dando los
mismos gritos y las mismas exhortaciones a los soldados».15 Algunas fuentes afirman que Mario se
suicidó,228 229
aunque la historiografía tacha esta afirmación como falsa.230 231
Cuando Sila invadió Roma en 82 a. C., hizo que la tumba de Mario fuera saqueada y que sus restos fueran
arrojados al Aniene.232
Familia
Cayo Mario estuvo casado, desde aproximadamente el año
110 a. C., con una patricia llamada Julia,45 de la que nació su
único hijo, Cayo Mario el Joven, quien siguió luchando contra Sila
tras la muerte de su padre.
Un tal Amacio, en el año 44 a. C., afirmó ser hijo234 o nieto235 Busto de Cayo Mario.
236 de Cayo Mario.
Valoraciones
Cicerón, compatriota y socio de Cayo Mario, lo clasificó entre los «ciudadanos más sabios y valientes»,
diciendo que «soportó... grandes trabajos» a lo largo de su vida.237 Pero, por regla general, las
valoraciones de la personalidad y las actividades de Mario en las fuentes son menos inequívocas. Los
autores de la Antigüedad separan las guerras de Mario con los númidas y, sobre todo, con los germanos, en
las que salvó a Roma, y las últimas etapas de su vida, cuando desencadenó una guerra civil y el terror por
motivos egoístas. Las memorias de tres enemigos de Mario, Sila, Quinto Lucio Cátulo y Publio Rutilio
Rufo, escritas con un sesgo inevitable, pero que influyeron de forma determinante en la tradición,
desempeñaron un papel importante en la configuración de dichas valoraciones.
Incluso Salustio, después de haber descrito con entusiasmo a Mario mientras ejercía de legado —«tenía
industria, integridad, gran conocimiento de la guerra, y un espíritu impertérrito en el campo; era templado
en la vida privada, superior al placer y a las riquezas, y ambicioso sólo de la gloria»—,238 señala que fue
la ambición lo que le arruinó.239
Una clara característica de Mario está contenida en una de las períocas de uno de los libros de Livio: «Si
tenemos en cuenta todo, había sido un hombre del que no era fácil decir si era más excelente en tiempos de
guerra que peligroso en tiempos de paz. Por lo tanto, puede decirse que tanto como salvó al Estado como
soldado, tanto lo perjudicó como ciudadano, primero por sus artimañas, más tarde por sus acciones
revolucionarias».227
Ya con el objetivo de conseguir el primer consulado, Mario estaba preparado para congraciarse con los
soldados y zaherir a su comandante.240 «Un hombre de ideas y planes constantemente cambiantes,
siempre siguiendo a la fortuna»,241 242 Mario organizó un complot contra su enemigo Metelo
Numídico 243 244
y se convirtió en el verdadero culpable de la «rebelión» de Saturnino.241 245 Después,
ya anciano, seis veces cónsul y poseedor de un mérito excepcional, no pudo conformarse con esto246 y
soñó con nuevos honores,247 para lo cual inició las «leyes perniciosas» de Sulpicio.199 186 Mario llevó a
cabo una brutal guerra civil, organizó una masacre en Roma 248 y murió después de una serie de
«atrocidades», 227 mientras realizaba «terribles designios» contra Sila249 y lo veía luchar contra Mitrídates
15
en el delirio.
En la historiografía
Theodor Mommsen consideraba a Mario un político sin talento y con complejos de advenedizo, «un
hombre moral y políticamente inestable».250 Según este historiador, en el año 88 a. C. Publio Sulpicio
intentó utilizar a Mario para quitarle el mando a Sila, quien podría haber impedido las reformas. Como
resultado, no por iniciativa propia, volvió a salir a la escena «un anciano igualmente mediocre
políticamente, qué vengativo y ambicioso». Otros acontecimientos también pudieron haber sido causados
por el hecho de que Sila temía «todo tipo de violencia y locuras» que Mario podría haber cometido.251 En
su descripción de la masacre de Mario en Roma, Mommsen se limita a reproducir los datos de las fuentes
prosilanas252 con las palabras: «Por cada pinchazo de alfiler podía tomar represalias con un golpe de
daga».253
Serguéi Kovaliov creía que la disputa entre Mario y Sila decidía quién gobernaría en el este, si los
optimates o los populares.254
Los vínculos de Mario con los caballeros romanos se describen en la historiografía como los más estrechos;
es posible que la divergencia de intereses entre estos y populares en el año 100 a. C. hiciera que Mario
rompiera su alianza con Saturnino y Glaucia.263 Ese año, Mario pudo ser el líder de la parte principal de
los équites, mientras que Cayo Memio lideraba la clase alta, cercana al Senado, y Glaucia la parte de los
pagadores y comerciantes que apoyaron a Saturnino hasta el final.264
En los años noventa, las conexiones de Mario con los équites continuaron, lo que, entre otras cosas, se ha
asociado con la posible implicación del caudillo en la condena de Publio Rutilio Rufo, quien amenazaba los
intereses de los publicanos en las provincias;265 según otra hipótesis, el juicio de Rutilio fue sólo una de
las primeras manifestaciones de la alianza de Mario con los caballeros romanos.266 Sin embargo, los
partidarios entre el estamento del Senado comenzaron a abandonar a Mario poco después de Vercelas, algo
que pudo deberse a la eliminación del peligro militar, por lo que el homo novus ya no era necesario.144 El
primero fue probablemente Quinto Lutacio Cátulo,267 quien, según una hipótesis, pudo haber escrito una
memoria hostil a Mario ya en 101 a. C.268 269 No existe aquí una cronología indiscutible, pero Ernst
Badian concluye, a partir de la lista de legados del año 90 a. C., que para entonces «la mayoría de los
nobles de entre los partidarios de Mario lo habían abandonado».270 Esto dejó a Cneo Pompeyo Estrabón,
conocido como un hombre que odiaba a la nobleza,266 y a Quinto Servilio Cepión, quien se puso del lado
de los équites en su oposición al Senado.271 272
La plebe urbana, como demostraron los acontecimientos del año 100 a. C., apoyó al Senado antes que a
Mario, porque en la ciudad de Roma las clientelas de la nobleza siempre habían sido fuertes. Al mismo
tiempo, la plebe rural apoyaba al general, contando con nuevas concesiones de tierras y estando
estrechamente relacionada con los veteranos marianos.273 Estos últimos, según los autores antiguos,
fueron utilizados activamente por Mario en sus actividades políticas,119 pero esto puede ser una
exageración.144 Bajo el mandato de Mario comenzó la formación de ejércitos «clientes», pero él mismo no
hizo uso de los frutos de sus reformas. El primero en mover su ejército contra los oponentes políticos fue su
enemigo Sila, y actuó como un innovador incuestionable.206
Es posible que Mario haya planeado hacer de los itálicos «una base sólida» en la que «podría basar su
poder».274 La concesión de la ciudadanía romana a las dos cohortes aliadas de Camerino después de
Vercelas, así como a los habitantes de las colonias que se planeaban fundar bajo la ley de Saturnino, pudo
haber estado relacionada con esto.275 Mario logró establecer su influencia en Etruria y Umbría, pero, ante
la oposición de sus enemigos en el Senado, se enfrió ante la guerra itálica.276
En la cultura
El tema «Cayo Mario en las ruinas de Cartago» fue tratado por los pintores Joseph Kremer, John Vanderlyn
y Pierre-Nolasque Bergeret.
Cayo Mario es uno de los protagonistas de varias obras de ficción. Estas son:
Mijaíl Lérmontov planeó escribir una tragedia basada en la biografía de Plutarco sobre Mario. El plan de
trabajo que se conserva muestra las intenciones románticas del autor y la influencia de las obras de William
Shakespeare.277
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