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TRÁFICO DE LORO REAL AMAZÓNICO EN BOGOTÁ.

Valeria Olaya Jiménez


Stefanny Rojas Cañón.

Docente:
Luz Alejandra Araque Marín

Fundación Universitaria Agraria de Colombia


Metodología de Investigación
Medicina Veterinaria
Bogotá D.C
2021
JUSTIFICACIÓN:
La presente investigación se enfocará en el desarrollo de esta problemática (tráfico del
loro real amazónico) en Bogotá, realizando una identificación de los puntos débiles de la
normatividad colombiana en materia de comercio y medio ambiente, estas debilidades en
algunos casos son aprovechadas para la realización de actividades ilegales como el tráfico de
especies. Así, el presente trabajo permitiría mostrar una breve exposición y de los impactos
que esta actividad ilegal tiene en los ecosistemas. Una de las principales especies es la lora
real amazónico que es víctima del tráfico, sin embargo, la falta de estudios y análisis
rigurosos impiden tomar decisiones y entender lo que está ocurriendo con estas especies.

MARCO TEÓRICO:
TRÁFICO DE LORO REAL AMAZÓNICO EN BOGOTÁ.
1. Generalidades del loro Amazona ochrocephala
2. Lugares donde habita
3. Generalidades del tráfico
4. Cómo es el tráfico en Bogotá
5. Cifras de muertes en el tráfico
6. Daño psicológico generado por el tráfico.
7. Clínicas y santuarios de animales traficados
8. Leyes de la constitución
9. Castigos penales
10. La vida de un loro después de liberarlo

MARCO TEÓRICO:
Su nombre científico es Amazona ochrocephala o el más conocido loro real amazónico o
loro común, su habitad es desde el sur de México hasta Bolivia y Brasil, en selvas y bosques
tropicales de la Amazonía. La longitud de su cuerpo oscila entre los 34-37 cm, incluida la
cola y llegan a pesar entre 200-300 gr, su alimentación es herbívora, es decir que se basada en
frutas y semillas. (Zoobioparqueamaru, 2019)
Su descripción física principal es que tiene color verde con una mancha amarilla en la
corona y manchas de color rojo en los hombros y cola verde-amarillenta pálida, su pico es de
color cuerno con una punta de color más oscuro, anillo orbital de color blanco y ojos
naranjas, todas las variedades de amazonas tienen una cola corta, casi cuadrada y usualmente
siempre están en pareja. (Proaves, 2010)
Muchas de las poblaciones no nativas de Amazona ochrocephala son producto del tráfico
ilegal y comercio, por lo general provienen de las regiones tropicales donde su riqueza y
abundancia es mayor (Knight, 2016). Particularmente en Colombia este grupo es más
representativo en tierras húmedas bajas, pero pueden encontrarse en todos los hábitats, desde
el nivel del mar hasta los fríos paramos (Hilty & Brown, 1986). A la fecha se reconocen 53
especies distribuidas en 17 géneros por todo el país de las cuales 11 están bajo alguna
categoría de amenaza según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza
(UICN, 2015). La cacería, saqueo de nidos y captura de individuos vivos, así como la pérdida
y degradación de los hábitats naturales son las principales amenazas para las poblaciones de
loros nativos, causando su colapso poblacional (Murcia & Carvajal, 2009).
El tráfico de vida silvestre representa un problema complejo a nivel mundial. Es
considerado como uno de los comercios ilícitos más lucrativos debido a los bajos costos de
extracción, facilidad de transporte y a una demanda activa y creciente de consumidores (C &
Restrepo, 2010). La comercialización ilegal de vida silvestre ha afectado a las poblaciones de
muchas especies y ha contribuido en general a la disminución de la biodiversidad en el
planeta. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en el 2016 (UNODC)
reportó que por lo menos 7.000 especies fueron incautadas entre 2005 y 2015 en relación al
comercio ilegal de fauna y flora (Crime, 2016)
Colombia no es la excepción, y aunque hay poca información disponible sobre el tráfico de
fauna silvestre, es claro que existe una problemática compleja que opera a nivel regional y
nacional (Richardson, Rejmánek, & Panetta, 2001). Un acercamiento a este problema fue
realizado en Colombia por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (2012), por
medio del análisis de registros de incautaciones entre los años 2005 y 2009, que incluyó el
90% de instituciones ambientales del país. En ese estudio se reportaron 211.571 individuos
decomisados, donde los grupos de mayor representación fueron reptiles (80%), aves (14%) y
mamíferos (4%), y del total, el 60% correspondieron a la región Caribe y al Eje Cafetero. Sin
embargo, el estudio no incluyó los datos de Bogotá D.C., de ser así, la cifra total de
decomisos para este periodo hubiese alcanzado ~224.000 individuos.
Una alta cantidad del Amazona ochrocephala mueren debido a los métodos de captura,
condiciones de hacinamiento, enfermedad, estrés y desnutrición durante el transporte y
comercialización; cifra que puede oscilar entre el 75% y 90% de individuos antes de llegar al
comprador final (C & Restrepo, 2010). Durante las diferentes etapas del tráfico, las
autoridades competentes intentan recobrar, decomisar y procurar el bienestar de los
individuos, los cuales usualmente son ingresados a centros de recepción de fauna para su
recuperación (Knight, 2016)
La condición física y clínica con la que entran al centro de rehabilitación estos animales
demuestra que su comportamiento es muy dependiente a los seres humanos (Barragán,
Lozano, & Vanstreels). Es alta la cantidad de animales que ingresan día a día a los centros de
recepción de fauna, los cuales necesitan de mejoras tanto en la capacidad y como en la
calidad de la infraestructura (Mendivelso & Montenegro, 2017)). Por otra parte, es escaso el
presupuesto que el gobierno destina para el desarrollo de estos proyectos; desde el momento
de la recepción de los animales en los centros hasta el seguimiento posterior a su liberación,
se suman a la problemática (Grajal, Cadena, & Lozano, 2004). En muchos casos lo centros de
rehabilitación bajo estas condiciones reciben un gran volumen de animales y no cuentan con
la capacidad de carga adecuada, por lo tanto, es usual que sean sometidos a estrés por
hacinamiento y, por lo tanto, en esta etapa se incrementa la tasa de mortalidad (Proaves,
2010).

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