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FUNERARIA Y RITUAL VAN DE LA MANO

Lic. Yaneth Rubio Pinilla


Tanatóloga

Una de las preguntas que con mayor frecuencia se hace es qué es lo que hace que un
servicio funerario esté debidamente atendido? Los elementos del mismo? El trabajo de
tanatopraxia? La sala de velación elegida? El empresario funerario siempre asegura que
presta el mejor de los servicios, sin embargo, cuando preguntamos a los dolientes acerca
del tema, la respuesta es que no recuerdan casi nada de lo sucedido en la funeraria y no
guardan agradecimiento especial por una u otra persona en particular.
Entrevistamos entonces a 20 funcionarios de empresas funerarias, cuyo rol es el de
Coordinador de Servicios, encontrando que aseguran que su servicio es el mejor, sin
embargo, desconocen de Ritual y de Duelo, ofrecen el servicio a todas las familias de la
misma manera y la única diferencia la generan en si hay o no misa de exequias. Llama la
atención además, que el proceso de cremación directa que solicitan algunas familias, les
parece de lo mejor, toda vez que consideran que los gastos son menores para la empresa.
Se viene hablando del tema de fortalecer el ritual desde hace unos años, pero pareciera
que es un discurso sin valor, que se debe ser prácticos y evacuar los servicios cual proceso
industrial, olvidando que el empresario funerario tiene su razón de ser en el
acompañamiento, en el servicio.
También se habla de innovación en el servicio funerario, sin embargo, cada vez las salas
son más pequeña y las áreas sociales son insuficientes, cuando no es que la familia tiene
que esperar horas para entrar su ser querido a velación; la ausencia de seres humanos
atendiendo seres humanos también es notoria, veo cafeterías que con la excusa de que
son autoservicio muestran desorden y suciedad, no es suficiente con dejar vasos, azúcar,
mezcladores y termos con tinto y aromática, hace falta la calidez de la palabra.
Se hace urgente informarse acerca de Ritual y Duelo y cambiar algunos protocolos,
acercarse más a las familias dolientes, personalizar de verdad verdad. Hoy, cuando la
multiplicidad de religiones se hace evidente, se hace necesario disponer de recursos
mayores, olvidarse del presupuesto asignado y cumplir a cabalidad con la función del
funerario. La ausencia de conocimiento formal inhibe el brindar apoyo social a los
dolientes, perdiendo una valiosa oportunidad de recordación, olvidamos con quien reímos
pero jamás con quien lloramos.
En sus escritos sobre Rituales Funerarios, Religiosos y Laicos, Laura Yoffe, Psicóloga
especialista en el tema, dice:
Cada credo religioso propone funerales, prácticas y rituales de Duelo,
formas de recordación de la persona fallecida, así como modos de apoyo
social, religioso y espiritual para que los deudos puedan expresar su dolor,
mitigar su pena y reunirse en comunidad para no sufrir tanto la soledad y la
tristeza por la pérdida. Cada religión inmersa dentro de una cultura
propone gran diversidad de modos de afrontamiento de la muerte y de las
pérdidas de seres queridos (Pargament, 1997).
La muerte y los rituales de Duelo son vistos como un acto social, los rituales permiten
fortalecer los vínculos sociales, algunas familias hablan acerca de lo que es apropiado
frente a la expresión de las emociones de sus integrantes, encontrando apoyo de su red
social, útil a la hora promover los sentimientos positivos.
Durkheim (1912), plantea que los rituales funerarios y los de Duelo protegen a los deudos
al brindarles sostén para expresar su dolor y tristeza, estimulándolos en la aceptación de
la muerte. Barreto y Soler (2007), señalan la importancia de poder disponer de familiares y
amigos que escuchen empáticamente, que no repriman el llanto o las expresiones de
frustración de los deudos: tal tipo de escucha produce un efecto positivo en la salud,
evitando que la falta de apoyo social sea un importante factor de riesgo en el Duelo. Los
rituales buscan reducir la ansiedad y el sentimiento de incertidumbre (Hinde, 1999). Según
Erikson (1966), el ritual permite una autoafirmación personal que aumenta el sentido de
seguridad y de conexión con los demás, incrementa el sentido, reduce el estrés, la
ansiedad y la impulsividad. Los rituales favorecen los lazos sociales y permiten canalizarlas
emociones destructivas y extremas a través de formas controlables.
Según Yoffe, cuando se enfrenta la muerte de un ser querido surge una sensación de
unidad con los demás, que incluso provoca una renovación del interés por la vida. Los
rituales refuerzan las emociones y fortalecen la cohesión y la movilización social.
Por tanto, favorecido en ocasiones por la empresa funeraria, la ausencia del ritual
complica la elaboración del Duelo, prescribe mayor expectativa en relación a su duración,
genera confusión e inseguridad, refuerzan la integración familiar y social. La dilación de los
rituales funerarios actúa como fuente generadora de gran malestar dificultando los
procesos de separación y despedida y la aceptación de la pérdida. Jaramillo (2001). Se
anula la representación del ser querido fallecido y su transformación de ser un ser físico a
ser un ser espiritual.
Los rituales permiten la aceptación del hecho de la muerte, reducen la ansiedad,
colaboran en el logro de bienestar a través de la búsqueda espiritual que permite la
conexión de los individuos religiosos con una fuerza superior a éstos, promoviendo
estados positivos de tranquilidad, confianza y sentido de la vida en los deudos (Yoffe,
2012c). Pargament (1997) afirma que -desde la perspectiva religiosa- los ritos de pasaje se
dirigen al difunto como también a los sobrevivientes, ya que éstos últimos son
introducidos al rol de deudos, y son asistidos y acompañados en su Duelo para ser
reintegrados a la comunidad. El difunto es incorporado a un reino trascendente a través
de ritos de transición de la vida a la muerte. Los rituales llevados a cabo a posteriori de la
muerte del ser querido señalan lo sagrado del suceso y la separación del difunto de su
comunidad.
Los deudos son libres de incluir en el servicio funerario el significado religioso que deseen
y quienes profesan alguna religión resaltan la importancia del ritual, encontrando apoyo
en el momento de su separación definitiva con la persona fallecida.
Hoy, cuando las salas y capillas de velación tienen hora límite y no permiten a los deudos
quedarse toda la noche en el velorio, por seguridad, comodidad o economía, surge la
imperiosa necesidad de compensar éstos tiempos, proponiendo acciones que refuercen el
ritual y despedida, generando mayor importancia del acto de recordar al ser querido
fallecido como aquello que conecta a los deudos con el difunto, quien ya no es más una
entidad con presencia física, sino que es simbolizado como aquel que ha partido dejando
tras de sí un legado de recuerdos, imágenes y emociones a sus familiares y amigos
(Pargament, 1997; Pérez del Viso, 2006).
Se propone igualmente espacios íntimos familiares en momentos importantes como la
recogida del cadáver, la colocación de la lápida, la entrega de las cenizas. Las ceremonias
de recordación del difunto buscan reconectar a los deudos con la vida y con lo
imperecedero de la existencia humana, desde la intención de que puedan centrase en el
presente y en su vida actual, reforzando la afectividad positiva y la satisfacción con sí
mismo, ayudando a los deudos a salir de la soledad y a sentir mayor comunión con los
demás, mayor armonía y fortaleza.
A partir de los hallazgos del estudio (Yoffe, 2012c), se considera que tanto las prácticas
funerarias como los rituales de Duelo colectivos o privados, religiosos o laicos deben ser
respetados y no trivializados; ya que el velorio, la misa de cuerpo presente, el entierro, la
cremación, el esparcido de cenizas, el responso para los muertos, las plegarias de los
clérigos o maestros espirituales, las palabras de consuelo de familiares y pares religiosos y
no religiosos son una vía para que los deudos afronten de manera más eficaz el Duelo y
repercuten positivamente en la aceptación de la pérdida.
No se puede dejar de lado, una vez acaba el servicio, que la tarea de la funeraria no ha
terminado, continua desde el acompañamiento y orientación que puedan brindar a sus
clientes – dolientes desde los centros de asistencia o Unidades de Duelo.

REFERENCIAS
Yoffe, L. (2002). El Duelo por la muerte de un ser querido: creencias culturales y
espirituales. Psicodebate 3. Psicología, Cultura y Sociedad. Buenos Aires: Facultad de
Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad de Palermo, 127-157.
Yoffe, L. (2006). Efectos positivos de la religión y la espiritualidad en el afrontamiento de
Duelos. Psicodebate 7, Psicología, Cultura y Sociedad. Psicología Positiva. Buenos Aires:
Universidad de Palermo, 193-205.
Yoffe, L. (2012a). Beneficios de las prácticas religiosas espirituales en el Duelo. Avances en
Psicología 20 (1), Enero-Febrero, 2-10. Recuperado de: http://www.unife.edu.pe/
pub/revpsicologia /avances2012.
Yoffe, L. (2014). Rituales funerarios y de duelo colectivos y privados, religiosos o laicos.
Recuperado de:
http://www.unife.edu.pe/publicaciones/revistas/psicologia/2014_2/145_LauraYoffe.pdf

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