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El sistema linfático comienza su desarrollo en una etapa posterior al del sistema

cardiovascular, y no aparece sino hasta la quinta semana de la gestación. Los

vasos linfáticos se generan como invaginaciones saculares a partir del endotelio

de las venas. Se forman seis sacos linfáticos primarios: dos yugulares, en la

unión de las venas subclavia y cardinal anterior; dos iliacos, en el punto de

unión de las venas iliaca y cardinal posterior; uno retroperitoneal, cerca de la

raíz del mesenterio; y una cisterna del quilo, dorsal a la región del saco

retroperitoneal. Conductos numerosos conectan los sacos entre sí y drenan la

linfa desde las extremidades, la pared corporal, la cabeza y el cuello. Dos

canales principales, los conductos torácicos derecho e izquierdo, unen los sacos

yugulares con la cisterna del quilo y, pronto, se establece una anastomosis entre

estos conductos. El conducto torácico se desarrolla así a partir de la porción

distal del conducto torácico derecho, la anastomosis y la porción craneal del

conducto torácico izquierdo. El conducto linfático derecho deriva del segmento

craneal del conducto torácico derecho. Los dos conductos conservan sus

conexiones originales con el sistema venoso y drenan en la confluencia de la

vena yugular interna y la subclavia. Las anastomosis numerosas generan muchas

variaciones en la estructura final del conducto torácico.

La determinación del linaje linfático está regulada por el factor de

transcripción PROX1, que induce una regulación positiva de los genes para los

vasos linfáticos y regulación negativa sobre los genes para los vasos sanguíneos.

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