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Prácticas conservacionistas
de suelo y agua en la Región
de Aysén
Prácticas conservacionistas de suelo y agua en la Región de Aysén
Financia:
Asociados:
Editores:
Prácticas conservacionistas
de suelo y agua en la Región
de Aysén
Editores:
Osvaldo Teuber Winkler
Investigador y Extensionista en Producción Animal y
Recursos Naturales, INIA Tamel Aike
E-mail: oteuber@inia.cl
Autores INIA:
Osvaldo Teuber Winkler - Christian Hepp Kuschel - Marcelo Panichini Panichini
Autores Externos:
Jaime Salinas Sanhueza – Bernardo Acuña Aroca – Carolina Solís Olave - Andrés
Naguil Troncoso - Carlos Luco Molina
Equipo asistente:
Adriana Carvajal Acuña – Elda Monsalve Romero - Margot Monsalve Romero -
Cristian Fernández Marín
Para enfrentar el cambio climático y sus consecuencias se puede actuar por dos
vías, a través de la mitigación y de la adaptación. La primera es la más relevante y
deberá ser la principal ruta de acción que deben tomar los gobiernos del mundo,
para así evitar la catástrofe que se ha proyectado. Sin embargo, esta mitigación
también se puede abordar desde lo individual, realizando acciones y prácticas que
eviten generar más gases de efecto invernadero o que permitan capturar gases
de efecto invernadero para que estos no lleguen a la atmósfera. Por otra parte, la
adaptación se centrará en adoptar medidas, prácticas o sistemas que minimicen
los efectos negativos del cabio climático, permitiendo a las personas, localidades y
países, sortear de mejor forma este nuevo escenario global.
Introducción 7
Capítulo 1.
Caracterización Físico-Química de los Suelos de la Región de Aysén 13
Christian Hepp Kuschel
Capítulo 2.
Prácticas Conservacionistas en Suelos Arables de Aysén 41
Osvaldo Teuber Winkler, Carolina Solís Olave, Marcelo Panichini Panichini y
Andrés Naguil Troncoso
Capítulo 3.
Prácticas Conservacionistas de Suelo y Agua en Suelos de Pendiente
de Aysén 81
Osvaldo Teuber Winkler, Carolina Solís Olave y Andrés Naguil Troncoso
Capítulo 4.
Prácticas Agroforestales y Restauración Ecológica para Conservación
de Suelos y Agua en Aysén 133
Jaime Salinas Sanhueza, Osvaldo Teuber Winkler, Bernardo Acuña Aroca y
Carlos Luco Molina
Capítulo 5.
Referencias Bibliográficas 193
1.1 Introducción
El suelo sustenta gran parte de la vida en el planeta y es un recurso que debe ser
manejado con criterios y técnicas sustentables. Si bien puede considerarse al
suelo como un recurso renovable, ya que los procesos pedogénicos están activos,
es también un ente frágil y que puede perderse con relativa facilidad a través de
procesos erosivos o de agotamiento, producto de sistemas de manejo inadecuados.
En agricultura, la producción de alimentos es uno de los fines más importantes
de los suelos, por lo que es necesario conocer sus características, propiedades
y potenciales, ya que ellos presentan una amplia variación. La variabilidad y
potencialidad de los suelos se relaciona principalmente a las condiciones climáticas
imperantes, los materiales de origen y los procesos que han actuado en la formación
de los mismos.
1
Investigador principal, Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Tamel Aike, Coyhaique, Chile.
E-mail: chepp@inia.cl
Figura 1.1. Glaciar en el Valle Exploradores (zona sur de Aysén) donde se observa el material
arrastrado por el hielo y la formación de morrenas.
Se originaron así los suelos volcánicos de la región, que cubren casi la totalidad de
los suelos de las vertientes occidental (Zona Húmeda) y oriental (Zona Intermedia)
de Aysén. Hacia las zonas más secas de la Zona de Estepa, se suelen encontrar suelos
más antiguos y evolucionados, los que tienen un origen fluvio-glacial, pero también
cuentan con presencia de cenizas volcánicas en sus perfiles.
De esta forma, sólo una fracción de la superficie regional presenta condiciones para
la producción silvoagropecuaria. Un estudio desarrollado en la zona (Hepp, 2014 a)
dividió la región en 68 valles de interés productivo, lo que sumó un total de cerca
de 1,5 millones de hectáreas, es decir, un 14,5% de la superficie regional. En base a
ese estudio, sólo un 7,9% de dicha superficie fue catalogada como “arable” (clase
de capacidad de uso III y IV, con uso preferentemente agrícola). Ello representa sólo
un 1,2% de la superficie total regional.
Figura 1.4. Régimen térmico en la región de Aysén: Temperatura media anual (°C) en diferentes
zonas de la región de Aysén. (Creado en base a modelo desarrollado por Hijmans, et al (2005).
El clima andino boreal (Cfc) también puede encontrarse en sectores altos de la Zona
Esteparia, con transición hacia condiciones más frías, en que empieza a predominar
el clima de estepa fría (Csc). Por ejemplo, en Balmaceda se registra una precipitación
promedio anual de 588 mm (50 años). En dicha localidad, la temperatura media
anual es de 6,4°C, la máxima media anual es de 11,6°C, mientras que la temperatura
mínima media anual es de 2,2°C. El mes más cálido presenta una temperatura
media de 12°C, una máxima media de 18,1°C, y una mínima media de 6,7°C. El
mes más frío tiene una temperatura media de 0,2°C, una máxima media de 3,8°C, y
una mínima media de -2,7°C. La amplitud térmica media entre el mes más cálido
y el más frío es de 11,8°C (en base a datos de DMC, 2014). Las precipitaciones son
principalmente invernales, existiendo meses secos en el verano (Silva, 2014).
En toda la zona oriental son frecuentes los fuertes vientos del oeste, que afectan
esta zona especialmente en la primavera.
En la figura 1.5 se aprecia que la precipitación promedio anual presenta una clara
tendencia desde la occidental, con un régimen pluviométrico údico (húmedo) hasta
la zona oriental, que presenta un régimen más xérico (seco).
Valles Zona Norte Región de Aysén Valles Zona Sur Región de Aysén
A B
Figura 1.7: Valles con potencial productivo silvoagropecuario de la zona norte (A) y de la zona
sur (B) de la región de Aysén.
Figura 1.8. Órdenes de suelo en la región de Aysén: Entisol (A); Inceptisol (B)
Otro orden taxonómico descrito corresponde a los suelos Inceptisol (Figura 1.8B),
que son de desarrollo incipiente, aún con poca diferenciación de horizontes, escasa
eluviación que no evidencia todavía un horizonte B. Generalmente en Aysén son
suelos derivados de cenizas volcánicas recientes, con escasa intemperización.
Muchas veces se trata de suelos más bien delgados, en zonas de pendiente, aunque
también se encuentran en valles y zonas más planas y pueden ser allí más profundos.
Entre los grandes grupos, se clasificaron: Humixerepts (inceptisol rico en humus,
pero desarrollado en ambiente xérico); Haploxerepts (suelo sencillo con subsuelo
poco desarrollado y en ambiente seco o xérico); Dystrudepts (inceptisol con baja
saturación de bases, en ambiente húmedo); y Humaquepts (suelo rico en humus y
con evidencia de humedad o falta de drenaje).
Figura 1.9. Órdenes de suelo en la región de Aysén: Mollisol (A); Andisol (B)
Figura 1.10. Órdenes de suelo en la región de Aysén: Histosol (A); Spodosol (B)
Finalmente, en la zona sur de Aysén, en un sector localizado del valle del río Mayer,
se encontró un suelo del orden Spodosol (Figura 1.10 B), que se caracteriza por
ser suelos desarrollados en ambientes fríos y de alta pluviometría. Son de textura
arenosa y muy susceptibles a la lixiviación. Presentan compuestos como óxidos de
hierro y aluminio en el horizonte B. Fe y Al en horizonte de iluviación (horizonte B).
Es muy característica la presencia de un horizonte de eluviación (horizonte E) desde
el cual se han movilizado dichos compuestos, quedando éste de una coloración muy
clara. Estos suelos son típicos de ambientes forestales siempreverdes, más comunes
en el hemisferio norte. El suelo descrito pertenece al gran grupo Haplorthods
(spodosol con escaso bajo desarrollo en subsuelo, drenaje excesivo y sujeto a
lixiviación).
1.7.2 Topografía
1.7.4 Estructura
Dr = peso seco de la fracción sólida (g) / volumen que ocupa esta fracción (cm3)
Cuadro 4. Densidad aparente, densidad real y porosidad total de suelos de la Zona Intermedia
de Aysén.
0-10 cm Densidad suelo (g/cm3)
Porosidad total (%)
DA (aparente) DR (real)
Promedios 0,82 1,88 56,6
Min 0,57 1,76 40,4
Max 1,12 2,2 69,7
10-30 cm Densidad suelo (g/cm3)
Porosidad total (%)
DA (aparente) DR (real)
Promedios 0,83 1,98 58,1
Min 0,41 1,76 39,4
Max 1,2 2,11 79,3
Fuente: Hepp (2022 no publicado)
Para lograr lo anterior, es necesario mantener una aereación adecuada del suelo
de modo de mantener un suministro de oxígeno para las plantas. También se debe
controlar la fijación de nutrientes y su transformación a compuestos insolubles, de
modo de proveer elementos nutritivos durante toda la temporada de crecimiento
vegetal. El suelo debe mantener una actividad biológica que permita la mineralización
de nutrientes desde la materia orgánica y también asegurar un equilibrio en sus
sistemas de intercambio iónico y pools lábiles y no-lábiles de nutrientes.
Demanda planta y% x%
Eficiencia ???
SUELO: FERTILIZACIÓN
Suministro de nutrientes
2.1 Introducción
La región de Aysén se encontraba cubierta por bosques nativos antes de su
colonización, a excepción de sectores de la zona oriental, donde predominaban
planicies cubiertas de coironales. En su proceso de colonización se eliminaron, a
través del fuego, cerca de 3 millones de hectáreas para habilitar tierras para la
ganadería. Esta remoción de masas boscosas ocurridas desde la colonización hasta
hoy, sumado a la pérdida constante de fertilidad de los suelos, algunas inadecuadas
prácticas de manejo silvoagropecuario, los procesos geológicos propios de los suelos
de Aysén y las condiciones climáticas adversas, se señalan como las principales
causas de la erosión y degradación de suelos en la región.
De acuerdo a estudios realizados por CIREN (2010), una fracción significativa de los
suelos de Aysén (más del 24%), se encuentran con diferentes grados de erosión,
lo que significa que hay más de 2,6 millones de hectáreas con erosión entre
ligera a muy severa, de las cuales sobre 580.000 ha se encuentran en estado de
erosión muy severa. Adicionalmente, estudios realizados por INIA a finales de los
90, determinaron que los suelos volcánicos predominantes en la región de Aysén
presentan alta susceptibilidad a la erosión, al tener texturas livianas, altos niveles
de materia orgánica y escasa estructura. Lo anterior los hace muy susceptibles a
la erosión, principalmente eólica (Figura 2.1 y 2.2), sobre todo cuando se realiza
1
Investigador Principal, Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Tamel Aike, Coyhaique, Chile.
E-mail: oteuber@inia.cl
2
Asistente de investigación, Inst. de Investigaciones Agropecuarias INIA Tamel Aike, Coyhaique, Chile.
E-mail: cg.solis.olave@gmail.com
3
Investigador, Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Quilamapu, Chillán, Chile. E-mail: marcelo.
panichini@inia.cl
4
Ejecutivo Integral Instituto de Desarrollo Agropecuario, Cochrane, Chile. E-mail: anaguil@indap.cl
Figura 2.1. Erosión eólica en preparación de Figura 2.2. Erosión eólica en siembra
suelo tradicional, Valle Simpson, Coyhaique tradicional, Vista Hermosa, Coyhaique
Figura 2.3. Máquina cero labranza de discos, Figura 2.4. Máquina cero labranza de
marca Semeato® zapatas, marca Aitchison®
Evaluación del Sitio: Una vez seleccionado el sitio, se debe realizar un muestreo
de suelos, idealmente de acuerdo a las normativas e instrucciones SIRSD-S, para
Protección del sitio: Se debe excluir el sector a sembrar, a través del establecimiento
de un cierre perimetral. Este cierre podrá tener distintas características, dependiendo
de la disponibilidad de recursos del productor, el tipo de animales existentes en el
predio y el posterior uso que se le dará al sector a intervenir. Lo ideal es un cerco fijo,
con postes a 3 o 4 metros de distancia dependiendo de la topografía del terreno,
con unas seis hebras de alambre, entre liso y de púas.
Siembra: Para realizar la siembra de cero labranza, se requiere contar con una
máquina especialmente diseñada para este tipo de siembra directa. En la región de
Aysén existen varios tipos, marcas y modelos, algunas con sistema de zapatas como
Connor Shea, Duncan y Aitchison (Figura 2.7), pero también las hay de discos como
Semeato (Figura 2.8), Sulky, Gaspardo y Kuhn, por mencionar las principales. Para el
caso especial de este programa se utilizó una máquina Semeato de discos, modelo
TDAX 2500, operada con un tractor de al menos 80 HP, para alcanzar un adecuado
funcionamiento.
Figura 2.7. Forma de surcos generados por la Figura 2.8. Forma de surcos generados por la
máquina cero labranza de zapatas máquina cero labranza de discos
Para las siembras de cero labranza en las diferentes zonas agroclimáticas de Aysén,
se recomienda establecer no más allá de finales de octubre, para asegurar que se
haya alcanzado una adecuada temperatura de suelo y al mismo tiempo una humedad
óptima, que permita asegurar una rápida germinación y emergencia del cultivo. Sin
embargo, hoy día también se esta evaluando la siembra de otoño, especialmente
con especies de cereales de grano pequeño en la Zona Intermedia, lo que permitiría
ampliar las épocas de siembra. La Zona Húmeda por su condición de humedad y
temperatura permite un mayor rango de fechas de siembra.
La primavera del 2018 se hizo un primer intento de siembra, pero por disponibilidad
de máquina esta se realizó a finales de noviembre (Cuesta Alvarado y Ñirehuao),
lo cual fue muy tarde y la emergencia fue muy baja. Se repitió el establecimiento
el 2019 (10 de noviembre en Cuesta Alvarado y 14 de noviembre en Ñirehuao),
resultando satisfactorio el establecimiento, realizándose evaluación de las forrajeras
las temporadas 2019/20 y 2020/21. En el sector de mañihuales se establecieron
las forrajeras el 30 de octubre de 2020, por lo que sólo tuvo una temporada de
evaluación.
Figura 2.11. Producción de biomasa con Figura 2.12. Producción de biomasa con alfalfa
alfalfa y pradera mixta establecida con y pradera mixta establecida con labranza
labranza tradicional versus cero labranza, tradicional versus cero labranza, Ñirehuao
Cuesta Alvarado
Figura 2.13. Pradera mixta establecida con cero labranza en Figura 2.14. Pradera
Cuesta Alvarado, en estado de emergencia mixta establecida con
cero labranza en Cuesta
Alvarado (Evaluación)
Figura 2.15. Alfalfa establecida Figura 2.16. Pradera mixta establecida bajo cero
bajo cero labranza en Ñirehuao labranza en Ñirehuao
Producción con forrajeras anuales establecidas con CL y LT, Producción con forrajeras anuales establecidas con CL y
sector Cuesta Alvarado LT, sector Ñirehuao
Figura 2.17. Producción forrajera con Figura 2.18. Producción forrajera con
especies anuales, bajo dos sistemas de especies anuales, bajo dos sistemas de
establecimiento, Cuesta Alvarado establecimiento, Ñirehuao
Otra especie anual que se evaluó fue el nabo forrajero, donde al ser evaluado en
Cuesta Alvarado se alcanzaron producciones de 10,2 y 9,9 t MS (hoja + raíz)/ha, para
CL y LT, respectivamente, cuando fue cosechado en el mes de marzo (Figura 2.17).
Sin embargo, cuando se dejaron las plantas por dos meses más en el potrero y se
cosecharon en mayo, las producciones alcanzaron los 12,8 y 9,5 t MS (hoja + raíz)/ha,
para la CL y LT, respectivamente. Es decir, en términos generales las producciones
fueron similares para la evaluación más temprana y aumento levemente en CL para
la cosecha más tardía, aunque este aumento pudo deberse a diferencias en la toma
de la muestra, más que al sistema de establecimiento usado en si.
Esta misma especie evaluada en Ñirehuao (Figura 2.18), alcanzó producciones de 8,6
y 7,8 t MS (hoja + raíz)/ha, para CL y LT, respectivamente, cuando fue evaluada en el
mes de marzo. Cuando se atrasó la evaluación hasta el mes de mayo, la producción
alcanzó 6,2 y 8,7 t MS (hoja + raíz)/ha, para la CL y LT, respectivamente. En este caso
el atraso en la evaluación mostro un aumento de la producción para la LT, lo que
también sería más atribuible a diferencias en el muestreo, que a las prácticas de
establecimiento evaluadas.
Figura 2.21. Producción de triticale con dos sistemas Figura 2.22. Triticale producido
de establecimiento, Mañihuales con cero labranza en Mañihuales
Figura 2.23. Escarificado de suelo Figura 2.24. Transito de maquinaria pesada sobre la
con arado Earthquaker, Ñirehuao pradera, una de las causantes de compactación de suelo
Las etapas de selección del sitio, evaluación del sitio y protección del sitio son
muy similares a las señaladas para el caso de la cero labranza (ver punto 2.2.1).
La diferencia está en que esta práctica se trabajó sobre una pradera polifítica ya
establecida y no se realizó ni preparación de suelo, ni siembra de una pradera nueva.
Figura 2.25. Vista lateral de arado escarificador Aitchison, Figura 2.26. Líneas de
modelo Earthquaker, Ñirehuao escarificado con separación de
50 cm aprox., Cuesta Alvarado
Esta práctica fue establecida en los sectores de Cuesta Alvarado (Zona Intermedia) y
Ñirehuao (Zona de Estepa), teniendo como objetivo evaluar el impacto de la labranza
vertical y/o escarificación de suelos, en la productividad de praderas polifíticas de
la región de Aysén.
Figura 2.31. Evaluación de la pradera sometida Figura 2.32. Vista del trabajo
a tratamientos con y sin escarificación, Cuesta realizado por el escarificador, con
Alvarado evidente daño a la cubierta vegetal
En la región de Aysén, desde hace unas cuatro décadas atrás, se comenzó a estudiar
y fomentar el uso de fertilizantes inorgánicos para la producción de cultivos y
praderas, por sobre el uso de enmiendas o abonos de tipo orgánico. Sin embargo, con
la tendencia mundial de producir en forma más sustentable, orgánica, agroecológica,
o bajo cualquier otra forma de producción más natural, la región de Aysén y parte
de sus productores han ido paulatinamente adoptando sistemas de producción más
naturales. Debido a esta demanda, se necesita generar información local acerca de
la respuesta productiva de diferentes mejoradores de suelo, para posteriormente
transferirla a los productores locales.
Las etapas de selección del sitio, evaluación del sitio, protección del sitio, barbecho
químico y siembra, son las mismas señaladas para el caso de la cero labranza (ver
punto 2.2.1). La diferencia es que para esta práctica se realizó una preparación
de suelo total y se establecieron cultivos perennes (pradera mixta y alfalfa), más
cultivos anuales que se rotaron año a año. Sobre estos cultivos se evaluaron distintos
tipos de mejoradores de suelo, cuyos resultados se detallarán a continuación.
Se debe aclarar que las dosis usadas para cada mejorador y para los fertilizantes
inorgánicos, que son diferentes unas de otras, fueron determinadas por el criterio
de costo/ha de cada tratamiento (costo de la dosis/ha). Es decir, al momento de
implementarse el ensayo (primavera del 2018), cada uno de estos mejoradores y
fertilización inorgánica, tenían un costo de aproximadamente $ 280.000 pesos/ha.
1 5 9 1 5 9 1 5 9 5m
2 4 5 2 4 5 2 4 5
3 8 10 3 8 10 3 8 10
4 2 8 4 2 8 4 2 8
5 7 1 5 7 1 5 7 1
6 1 4 6 1 4 6 1 4
7 10 2 7 10 2 7 10 2
8 6 7 8 6 7 8 6 7
9 3 3 9 3 3 9 3 3
10 9 6 10 9 6 10 9 6
1 Zeolita dosis alta 2 Zeolita dosis baja + fert. Inorg.
3 Guano rojo dosis alta 4 Guano rojo dosis baja + fert. Inorg.
5 Roca Fosf. Dosis alta 6 Roca Fosf. Dosis baja + fert. Inorg.
7 Sin fertilización 8 Fertilización Completa
9 Guano Orgánico dosis alta 10 Guano Orgán. dosis baja+fert. Inorg.
Figura 2.35. Esquema de distribución de tratamientos con mejoradores de suelo, fertilización
inorgánica y testigo absoluto, sector El Richard
Figura 2.36. Producción forrajera de pradera mixta con aplicación de diferentes mejoradores
de suelo, El Richard
A B C D
Figura 2.37. Abonos orgánicos Italpollina (A), Dix (B), Phenix (C) y Guanito (D)
Los dos siguientes tratamientos en cuanto a producción fueron la roca fosfórica 300
kg/ha + 50% de la fertilización inorgánica completa, que permitió producir 11,5 t
MS/ha, mientras que la fertilización inorgánica completa alcanzó una producción
de 11,4 t MS/ha.
Como ya fuera señalado, la producción más alta fue obtenida con la fertilización
inorgánica completa (80N-80P2O5-80K2O-30S), la que permitió alcanzar los más
altos rendimientos, con 16,9 t MS/ha, acumulado de tres temporadas agrícolas.
Evaluando que pasaba con el contenido de agua en el suelo que sostenía la producción
de la pradera mixta y alfalfa, establecidas bajo labranza tradicional y cero labranza,
se determinó que la labranza tradicional mantenía un menor volumen de agua en el
suelo, para todas las fechas evaluadas en el sector de Cuesta Alvarado (Figura 2.41),
mientras que en la cero labranza el contenido de agua en el suelo fue siempre algo
superior. El contenido inicial de agua en Cuesta Alvarado era de 13% para la alfalfa
en cero labranza y el menor era de 9% para la pradera mixta en labranza tradicional.
Se destaca que con alfalfa generalmente hay mayor contenido de agua que con
pradera mixta, lo que podría estar asociado con que la alfalfa ocupa agua desde
zonas más profundas del perfil, mientras que el grueso de raíces de la pradera mixta
capta agua en los primeros 10 a 15 cm de suelo, por lo que tienden a agotar más
este recurso a esa profundidad de suelo, que es donde mide el instrumento (TDR).
Figura 2.41. Contenido volumétrico de agua Figura 2.42. Contenido volumétrico de agua
bajo dos sistemas de establecimiento de bajo dos sistemas de establecimiento de
cultivos, Cuesta Alvarado cultivos, Ñirehuao
Variación del contenido de humedad, con y sin escarificación Variación del contenido de humedad, con y sin escarificación
de suelo, sector Cuesta Alvarado de suelo, sector Ñirehuao
Figura 2.43. Contenido volumétrico de agua Figura 2.44. Contenido volumétrico de agua
con y sin escarificación de suelos, Cuesta con y sin escarificación de suelos, Ñirehuao
Alvarado
Figura 2.45. Medición de humedad de suelo Figura 2.46. Medición de humedad de suelo
en ensayo de cero labranza, Cuesta Alvarado en ensayo de escarificación de suelo, Cuesta
Alvarado
Otro aspecto muy relevante, dice relación con el impacto de las prácticas sobre la
fertilidad del suelo. Para ello se realizó un análisis preliminar a los suelos de cada
sitio (primavera 2018 y 2019), lo que se comparó con los resultados del análisis
final, realizado posterior a las tres temporadas de evaluaciones (mayo 2021).
Cuadro 2. Nivel de fertilidad inicial de suelos de los sitios seleccionados para implementar
las prácticas conservacionistas
N inicial P inicial K inicial S inicial pH inicial M.O. inicial
Suelo Sector Ensayo
mg/kg %
Andisol Cuesta Alvarado CL vs LT 21 16 221 6,2 6,4 14,2
Andisol Cuesta Alvarado Escarificación 18 11 155 4,2 6,4 11,7
Molisol Ñirehuao CL vs LT 16 32 505 0,3 6,2 7,7
Molisol Ñirehuao Escarificación 11 27 452 0,3 6,2 7,9
Andisol El Richard Mejoradores Suelo s.i. 24 299 4,4 6,7 10,0
Figura 2.47. Variación del nivel de azufre Figura 2.48. Variación del nivel de materia
del suelo sometido al uso de diferentes orgánica del suelo sometido al uso de
mejoradores, El Richard diferentes mejoradores, El Richard
El otro parámetro que se vio disminuido fue el pH del suelo, el cual decreció entre
0,05 y 0,22, con los tratamientos de zeolita + 50% de fertilización inorgánica y guano
rojo + 50% de fertilización inorgánica, respectivamente. Finalmente, la materia
orgánica fue el último parámetro evaluado que también sufrió una disminución
de su contenido en el suelo, salvo en el tratamiento de abono orgánico + 50% de
fertilización inorgánica, donde subió 0,13% (Figura 2.48). En todos los tratamientos
restantes la materia orgánica disminuyó entre 0,3% y 2,95%, con los tratamientos
de zeolita + 50% de fertilización inorgánica y roca fosfórica pura, respectivamente.
Esta disminución en el contenido de materia orgánica puede considerarse dentro
de lo esperable, ya que en esta práctica se realizó un barbecho químico y posterior
preparación de suelo en forma tradicional (rotovator), por lo que era esperable una
oxidación de parte de la materia orgánica que quedó expuesta a los microorganismos,
posterior a la labranza.
La escarificación de suelos se realizó en dos sectores, con dos tipos de suelos distintos
en cuanto a origen y características físico-químicas. El ensayo de escarificación
realizado en Cuesta Alvarado produjo disminución en los contenidos de nitrógeno,
potasio, pH y materia orgánica, aumentando sólo el contenido de azufre, mientras
que los cambios en fósforo se mostraron un tanto erráticos.
Para este ensayo se esperaban algunos cambios distintos, sobre todo en cuanto al
contenido de materia orgánica, la cual se esperaba que al menos se mantuviera en
La permanencia del carbono dependerá en gran medida del balance entre los
aportes al suelo y las pérdidas por descomposición. Sin embargo, hay factores
que desempeñan un rol fundamental como, por ejemplo, la mineralogía del
suelo, los factores climáticos, la labranza, el cambio de uso del suelo y la tasa de
incorporación de materia orgánica. La capacidad y potencialidad de incrementar
o disminuir el carbono es afectada por los cambios en el uso y manejo del suelo,
por lo tanto, cualquier cambio puede alterar este balance, afectando la capacidad
de estabilización y por lo tanto de almacenamiento. Esto podría explicar en buena
medida las disminuciones de materia orgánica y carbono en el suelo, posterior al
manejo del suelo con las prácticas conservacionistas implementadas.
3.1 Introducción
La región de Aysén se encontraba cubierta por bosques nativos antes de su
colonización, a excepción de sectores de la zona oriental, donde predominaban
planicies cubiertas de coironales. En su proceso de colonización se eliminaron, a
través del fuego, cerca de 3 millones de hectáreas para habilitar tierras para la
ganadería. Esta remoción de masas boscosas ocurridas desde la colonización hasta
hoy, sumado a la pérdida constante de fertilidad de los suelos, algunas inadecuadas
prácticas de manejo silvoagropecuario, los procesos geológicos propios de los suelos
de Aysén y las condiciones climáticas adversas, se señalan como las principales
causas de la erosión y degradación de suelos en la región.
De acuerdo a estudios realizados por CIREN (2010), una fracción significativa de los
suelos de Aysén (más del 24%), se encuentran con diferentes grados de erosión, lo
que significa que hay más de 2,6 millones de hectáreas con erosión entre ligera a
muy severa, de las cuales sobre 580.000 ha se encuentran en estado de erosión muy
severa (Figura 3.1 A y B). Esto se debe a la interacción conjunta de la erodabilidad
y la erosividad, bajo los efectos de la componente hídrica en los suelos de Aysén.
Estas condiciones tienen toda lógica, ya que es común observar en Aysén suelos de
origen volcánico poco evolucionados y delgados, en pendientes superiores al 30%,
existentes sobre roca pulimentada por acción glacial, lo que aumenta su riesgo de
erosión. Sin embargo, además de los suelos en pendientes, también se encuentran
suelos con alto índice de fragilidad, particularmente en las áreas agrícolas, dentro
de la comuna de Coyhaique (CIREN, 2010).
1
Investigador Principal, Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Tamel Aike, Coyhaique, Chile.
E-mail: oteuber@inia.cl
2
Asistente de investigación, Inst. de Investigaciones Agropecuarias INIA Tamel Aike, Coyhaique, Chile.
E-mail: cg.solis.olave@gmail.com
3
Ejecutivo Integral Instituto de Desarrollo Agropecuario, Cochrane, Chile. E-mail: anaguil@indap.cl
Figura 3.1. Erosión de suelo en sectores de ladera abrupta (A) y en laderas de pendientes más
suaves (B), en la Zona Intermedia de la región de Aysén
3.2 Microterrazas
En la topografía montañosa y de laderas de la región de Aysén, existen muchos
sectores susceptibles de sufrir procesos erosivos. Una de las formas de evitarlos, es
con la implementación de estructuras conservacionistas, como las microterrazas.
Las terrazas y microterrazas corresponden al mismo tipo de prácticas y estructuras,
que sólo se diferencian por la magnitud de estas (las microterrazas son mucho más
pequeñas que las terrazas). Corresponden a técnicas estructurales ancestrales,
ampliamente utilizadas en culturas que habitan y desarrollan sus sistemas
productivos en zonas montañosas o de pendientes abruptas.
Por el pequeño tamaño que representa una microterraza, puede ser construida de
forma manual, donde las dimensiones de la base pueden ser de 0,5 a 1 metro de
ancho, con una pendiente levemente inclinada hacia el borde interno (pendiente
negativa de 1%) y con un talud en la zona de corte de entre 0,2 y 0,3 metros de
altura (Figura 3.3).
Protección del sitio: Una de las primeras acciones a realizar, para proteger las
estructuras, así como las especies herbáceas, arbustivas y/o arbóreas que se
plantarán asociadas a las microterrazas, será el excluir el sector a través del
levantamiento de un cierre perimetral, para así eliminar todas las posibles causas
de daño que puedan afectar a estas plantas en el futuro (animales domésticos o
silvestres). Este cierre podrá tener distintas características, dependiendo de la
disponibilidad de recursos del productor y el tipo de animales existentes en el
predio y sectores aledaños. Lo ideal es un cerco fijo, con postes a 3 o 4 metros de
distancia dependiendo de la topografía del terreno, con unas seis hebras de alambre,
entre liso y de púas e idealmente provisto de malla hexagonal (gallinero), para evitar
el ingreso de lagomorfos que puedan dañar las plantas. De agregarse malla a este
cierre, esta debe ir enterrada al menos unos 20 cm, para evitar el ingreso de liebres
y conejos por debajo de la malla (Figura 3.4).
Figura 3.4. Cierre perimetral típico, con Figura 3.5. Determinación de curvas de nivel en
postes, alambres y malla hexagonal terreno de pendiente, usando nivel de albañil
Las microterrazas fueron evaluadas en un mismo ensayo con las zanjas de infiltración
y ambas fueron comparadas con un testigo absoluto que fue el establecimiento
de los árboles y arbustos (ciruelillos, ñires y calafates), establecidos sin ninguna
práctica conservacionista.
Cuadro 1. Distribución de los ensayos con microterrazas y zanjas de infiltración en las cuatro
provincias de la región de Aysén
Provincia Productor Sector Año
Coyhaique Alejandro Ossa Cuesta Alvarado 2018
Aysén Enrique Alliende Mañihuales 2020
Gral. Carrera Ernesto Sandoval Bajado Ibáñez 2020
Capitán Prat Cesar Reyes El Maitén 2019
En las figuras 3.8 y 3.9 se presenta la altura de plantas y el diámetro a la altura del
cuello de las plantas (DAC), medidas en tres temporadas agrícolas. En cuanto a la
altura se puede observar que las plantas de ñires eran las de mayor desarrollo al
momento de ser plantadas (103,8 y 102,9 cm para las establecidas en microterrazas
y el control, respectivamente). Las plantas que se establecieron en microterrazas
lograron un aumento de altura de 1,3 cm en dos temporadas de crecimiento, versus
0 cm en las establecidas sin ningún tipo de práctica de conservación (Figura 3.8).
Por su parte el ciruelillo y calafate fueron establecidos con plantas de menor altura
si se compara con las plantas de ñire, con alturas de plantas entre los 21 a 23,8 cm.
Para el caso del ciruelillo, en los dos sistemas, se pudo observar un incremento en
altura pasando de 23,8 a 46,7 cm en las microterrazas y de 21,8 a 45,6 cm en el
control, después de dos temporadas de crecimiento. Es decir, en ambos sistemas
lograron duplicar su altura después de dos años. Mientras el calafate las alturas
pasaron de 22,9 a 27,4 cm para las plantadas en microterrazas, mientras que
las establecidas como control pasaron de 21 a 22,7 cm. Es decir 4,5 y 1,7 cm de
incremento para las establecidas en microterrazas versus las establecidas sin
práctica conservacionistas, respectivamente (Figuras 3.12 A y B).
Figura 3.8. Evolución de la altura de Figura 3.9. Evolución del DAC de ñire, ciruelillo
ñire, ciruelillo y calafate plantados en y calafate plantados en microterrazas
microterrazas y comparadas con un control y comparadas con un control en Cuesta
en Cuesta Alvarado Alvarado
El ciruelillo, al igual que lo sucedido con el incremento en altura, fue la especie que
más aumentó su DAC. Esta especie pasó de 5,1 cm a 9,2 cm cuando fue establecido
en las microterrazas, mientras que el incremento fue desde los 5,0 cm a los 9,7 cm
en el control. En tanto el calafate aumento su DAC desde 5,3 a 6,9 cm cuando fue
establecido en la microterrazas y de 5,0 a 6,0 cm cuando fue establecido como
control, después de dos temporadas de evaluación. Es decir, los incrementos en
DAC fueron de 1,7; 4,1 y 1,6 cm para los ñires, ciruelillos y calafates establecidos
en microterrazas, respectivamente, versus 0; 4,7 y 1,0 cm para estas mismas tres
especies, establecidas como control, respectivamente.
El maitén mostró la misma tendencia que los ñires, en cuanto a que aumentó
más su altura al ser establecidos en microterrazas, versus el control. Esta especie
pasó de 41,1 a 46,7 cm cuando fue establecido en microterrazas, mientras que las
establecidas en el control pasaron de 48,7 a 52,7 cm. Es decir, la altura aumento
5,5 cm y 4,0 cm para las plantas de maitén establecidas en microterras y control,
respectivamente.
Figura 3.10. Evolución de la altura de Figura 3.11. Evolución del DAC de ñire, maitén
ñire, maitén y calafate plantados en y calafate plantados en microterrazas y
microterrazas y comparadas con un control comparadas con un control en El Maitén
en El Maitén
Las zanjas se deben trazar perpendicular a la pendiente del terreno, siguiendo dos
objetivos: a) conducir el exceso de agua interceptada hacia otros sectores, para lo
cual se le debe dar una pendiente de 3/1000 (Carrasco et al., 2012) o b) construirlas
con pendiente cero, para obligar al agua a permanecer en la zanja y que infiltre sub-
superficialmente.
Figura 3.13. Zanjas de infiltración Figura 3.14. Diseño y dimensión de las zanjas de
construidas perpendicular a la infiltración establecidas en el presente programa, sector
pendiente y en curvas de nivel, Cuesta Alvarado
Cuesta Alvarado
Selección del Sitio: Los criterios para seleccionar el sitio donde establecer las
zanjas de infiltración, son similares a los ya señalados para las microterrazas. Las
zanjas son una práctica de conservación de suelos que busca detener el flujo o
escurrimiento superficial del agua, en un suelo saturado producto de un evento de
lluvia excesiva. Este escurrimiento superficial en su movimiento pendiente abajo
es obligado a detenerse, a acumularse dentro de la zanja, obligándola a penetrar
Protección del sitio: Es similar a lo planteado en las microterrazas, ver punto 3.2.1
y Figura 3.4.
Preparación del Sitio: Es similar a lo planteado en las microterrazas, ver punto 3.2.1
y Figura 3.5.
Establecimiento de la Práctica: Una vez trazadas las curvas de nivel y ya definidos los
sectores donde se construirán las zanjas de infiltración, se procede a la construcción
de las mismas. Las zanjas de infiltración construidas en el presente programa fueron
diseñadas con dimensiones más pequeñas que las que normalmente se utilizan
en suelos con problemas de infiltración. Lo anterior se debe a que los suelos de la
región son, en general, muy livianos, orgánicos y poco estructurados, lo que podría
exponerlos a erosión eólica e hídrica, si se dimensionaban muy grandes. Por ello las
dimensiones de las zanjas de infiltración fueron de 30 cm el fondo o base, 30 cm
de alto y 40 cm de abertura en la parte superior, dejando el talud de 70 a 80°, para
evitar su desmoronamiento (Figura 3.14).
Para su construcción se procedió a trazar una lienza (Figura 3.15), donde se realizaría
el corte de la pradera y se formaría la zanja. Con una pala plana se procedió a
confeccionar la zanja (Figura 3.16), perpendicular a la pendiente del terreno y
procurando siempre mantener la curva de nivel. Posteriormente se nivelaba el
terreno, a través de la formación de la zanja (terreno plano), en nivel cero, para
facilitar el aposamiento del agua y posterior infiltración de esta en el perfil del suelo.
Todos estos niveles se verificaban permanentemente con el nivel de albañilería
o nivel de construcción. Con las zanjas ya listas, se procedió a continuar con el
establecimiento de especies arbóreas y arbustivas asociadas a esta estructura de
conservación.
Las zanjas de infiltración fueron evaluadas en un mismo ensayo con las microterrazas
y ambas fueron comparadas con un testigo absoluto que fue el establecimiento de
los árboles y arbustos (ciruelillos, ñires y calafates), plantados sin ninguna práctica
conservacionista.
Por su parte el ciruelillo y calafate fueron establecidos con plantas de menor altura
si se compara con las plantas de ñire, con alturas de plantas entre los 20,3 a 23,2 cm.
Para el caso del ciruelillo, en los dos sistemas, se pudo observar un incremento en
altura pasando de 23,2 a 47,9 cm en las zanjas de infiltración y de 21,8 a 45,6 cm en
el control, después de dos temporadas de crecimiento. Es decir, en ambos sistemas
lograron duplicar su altura después de dos años. Mientras el calafate las alturas
pasaron de 20,3 a 21,6 cm para las plantadas en zanjas de infiltración, mientras
que las establecidas como control pasaron de 21 a 22,7 cm. Es decir 1,3 y 1,7 cm de
incremento para las establecidas en zanjas de infiltración versus las establecidas
sin práctica conservacionistas, respectivamente (Figuras 3.23 A y B).
Figura 3.19. Evolución de altura de ñire, Figura 3.20. Evolución del DAC de ñire,
ciruelillo y calafate plantados en zanjas de ciruelillo y calafate plantados en zanjas de
infiltración y comparadas con un control en infiltración y comparadas con un control en
Cuesta Alvarado Cuesta Alvarado
El ciruelillo, al igual que lo sucedido con el incremento en altura, fue la especie que
más aumentó su DAC. Esta especie pasó de 5,4 cm a 9,8 cm cuando fue establecido
en las zanjas de infiltración, mientras que el incremento fue desde los 5,0 cm a los
9,7 cm en el control. En tanto el calafate aumento su DAC desde 4,9 a 7,2 cm cuando
fue establecido en la zanjas de infiltración y de 5,0 a 6,0 cm cuando fue establecido
como control, después de dos temporadas de evaluación. Es decir, los incrementos
en DAC fueron de 1,7; 4,4 y 2,3 cm para los ñires, ciruelillos y calafates establecidos
en zanjas de infiltración, respectivamente, versus 0; 4,7 y 1,0 cm para estas mismas
tres especies, establecidas como control, respectivamente.
El maitén mostró la misma tendencia que los ñires, en cuanto a que aumentó más
su altura al ser establecidos en zanjas de infiltración, versus el control. Esta especie
pasó de 44,3 a 48,7 cm cuando fue establecido en zanjas de infiltración, mientras que
las establecidas en el control pasaron de 48,7 a 52,7 cm. Es decir, la altura aumento
4,3 cm y 4,0 cm para las plantas de maitén establecidas en zanjas de infiltración y
control, respectivamente. En el calafate las alturas pasaron de 35,7 a 38,4 cm para
las plantadas en zanjas de infiltración, mientras que las establecidas como control
pasaron de 33,1 a 38,4 cm. Es decir 2,7 y 5,3 cm de incremento para las establecidas
en zanjas de infiltración versus las establecidas sin práctica conservacionistas,
respectivamente, siendo la única especie que presento mejores incrementos de
altura al ser establecida sin práctica conservacionista (Figura 3.21).
Figura 3.21. Evolución de la altura de ñire, Figura 3.22. Evolución del DAC de ñire, maitén
maitén y calafate plantados en zanjas de y calafate plantados en zanjas de infiltración
infiltración y comparadas con un control en y comparadas con un control en El Maitén
El Maitén
A B C
En términos generales se debe señalar que las tres especies evaluadas, siempre
presentaron un efecto positivo al ser establecidas con prácticas conservacionistas,
tanto microterrazas, como zanjas de infiltración. Sin embargo, las diferencias en
cuanto a crecimientos en altura y DAC no son de gran magnitud, si uno las compara
con el control sin práctica conservacionista.
Son muy útiles para evitar los procesos erosivos en cárcavas y la erosión permanente
del suelo por efecto de la escorrentía superficial, pero para ser funcionales
deben poseer adecuadas características de ingeniería de diseño. Es decir, deben
contemplar al menos: a) determinar el caudal de agua a conducir; b) la intensidad
de la precipitación; c) calcular la sección del canal; d) calcular los parámetros
hidráulicos (Pizarro et al., 2004).
Protección del sitio: Una de las primeras acciones a realizar será el excluir el sector
a través del levantamiento de un cierre perimetral, para proteger las estructuras
representado por el canal propiamente tal y por las zonas de amortiguación o
descarga, que serán descritas más adelantes. El cierre debe impedir el ingreso
Figura 3.30. Cárcava activa generada por escurrimiento de Figura 3.31. Sistemas de
agua superficial, sector Villa Ortega control de cárcava, sector Villa
Ortega
Las cárcavas son zanjas más o menos profundas, originadas por el socavamiento
repetido del terreno, debido al flujo no controlado del agua que escurre ladera abajo
(escorrentía superficial de agua). La presencia de cárcavas en un terreno indica un
grado muy avanzado de degradación de este, ya que la mayoría de las veces se
inician luego de la perdida superficial del suelo por efecto del impacto de las lluvias,
la destrucción de los agregados naturales del suelo, la erosión laminar y en surcos,
o como consecuencia del uso y manejo inadecuado de los suelos y la ausencia de
prácticas de conservación (Rivera, J. 1998).
El control de cárcavas contempla una serie de pasos a seguir, que permitirán llegar al
objetivo final de detener y revertir el proceso erosivo, los cuales se pueden agrupar
en dos: a) control el flujo de agua o escorrentía superficial en el centro y laderas de
la cárcava (causante de la erosión) y b) revegetación y estabilización de las laderas
de la cárcava. Sin embargo, antes de eso se deben seleccionar el sitio a intervenir y
proteger este sitio.
Protección del sitio: Al igual que lo señalado para las prácticas conservacionistas
analizadas previamente, la zona de la cárcava donde se establecerán los diferentes
sistemas de control del escurrimiento superficial de agua y la revegetación del
interior de la cárcava, deben ser aislados a través de un cierre perimetral. Con este
cierre se evitará el daño que puedan causar los animales domésticos o silvestres,
sobre los distintos sistemas implementados para el control de la cárcava (Ver Figura
3.4, en sección microterrazas).
• Diques de contención con fardos de paja: Este fue construido con 3 fardos
de paja, generando una sección vertical o de contención del flujo de agua de
0.37 m². Los fardos fueron dispuestos con uno en la base y dos en la segunda
línea, dejando una zona de abertura o rebalse en la parte superior del dique
(Figura 3.32 D). Para dar firmeza a la estructura se dispusieron cuatro postes
de lenga enterrados y los fardos fueron amarrados con alambre a los postes
y entre sí.
Figura 3.32. Diques de tapas de lenga (A), de polines de pino impregnado (B), de sacos rellenos
de tierra (C) y de fardos de paja (D), sector Villa Ortega
• Hidrosiembra: Este sistema fue distinto a los tres anteriores, ya que en este
caso la siembra se hizo a través de la técnica de hidrosiembra, la cual permite
sembrar la semilla junto a un sustrato, utilizando una motobomba. Para ello
se hace una mezcla en un estanque con agua, al cual se le agrega celulosa
y otros compuestos adhesivos comerciales, que mejoran la adherencia de
las semillas al suelo, lo que le otorga mayor protección y conservación de
la humedad, para mejorar la germinación y emergencia. La mezcla hecha se
A
B
Figura 3.35. Protección con geomalla (A) Figura 3.36. Revegetación de ladera
y geomanta (B) sobre la siembra en ladera erosionada de cárcava a través de
hidrosiembra
Figura 3.37. Esquema de distribución de los tratamientos evaluados con diques de contención
y sistemas de revegetación en cárcava activa sector Villa Ortega
Los resultados en cuanto al porcentaje de cobertura alcanzado por cada uno de los
sistemas de revegetación, fueron determinados a través de la aplicación Canopeo®.
Esta corresponde a una aplicación móvil, que permite seguir el crecimiento de los
cultivos mediante el cálculo de la fracción de cubierta vegetal verde, usando para
ello la colorimetría.
Figura 3.38. Cobertura vegetal alcanzada por los sistemas de revegetación de cárcava, en
dos épocas de siembra, usando la app Canopeo®
Figura 3.39. Cobertura vegetal de especies Figura 3.40. Evolución del cubrimiento
forrajeras establecidas con protección de vegetal de la ladera de la cárcava con
geomalla diferentes sistemas de establecimiento
A B
Figura 3.41. Condición inicial de la cárcava en abril de 2019 (A), versus condición final de la
cárcava en marzo de 2021 (B)
La cosecha de aguas lluvia es una técnica que permite capturar o desviar el agua
caída en forma de lluvia y/o nieve (Figura 3.42), para posteriormente redirigirla hacia
lugares de acumulación o almacenaje (pozos, estanques, tambores, etc.) (Figura
3.43). Esa agua acumulada podrá ser usada para consumo familiar, bebida animal
o riego de cultivos (Carrasco et al., 2015). La cosecha se realizará durante todo el
año, pero principalmente en los meses de mayor precipitación (otoño, invierno e
inicios de primavera), para posteriormente utilizarla en la época de escasez hídrica
(primavera, verano e inicios de otoño).
Figura 3.42. Colecta de agua en forma de Figura 3.43. Cosecha de agua lluvia en techo
nieve, sector Cuesta Alvarado y acumulación en estanques, región O´Higgins
Selección y habilitación del Sitio: Se seleccionó una ladera con pradera natural,
de aproximadamente 30% de pendiente (Figura 3.44), la cual era ideal para
implementar y evaluar los dos sistemas de colecta de agua lluvia. El sitio fue
habilitado limpiando la superficie del terreno, sacando restos de madera muerta,
piedras, arbustos, etc. Ambos sistemas se establecieron próximos, pero con sistemas
de cosecha, conducción y acumulación de agua independientes. Los estanques de
acumulación de ambos sistemas quedaron dispuestos bajo el techo construido para
el primer sistema (Figura 3.45).
Figura 3.44. Ladera seleccionada para la Figura 3.45. Sistemas de cosecha de aguas
instalación de los sistemas de cosecha de lluvia en techo y sobre suelo
aguas lluvia
El sistema de colecta en techo fue construido con cuatro pilares por lado, con sus
correspondientes tijerales y cerchas, permitiendo levantar dos aguas (cubierta de
zinc acanalado), de 2,4 metros de ancho, por 3 metros de largo cada media agua, lo
que permitió generar una superficie total de techo de 14.4 m². Sistemas de canaleta
para la colecta el agua lluvia fueron instalados en ambos aleros de cada media agua.
De ambas canaletas salieron tubos de bajada, conectados a tubos de PVC sanitario,
que permitieron conducir el agua hasta el estanque de acumulación de 1.000 litros,
ubicado bajo el techo.
En la figura 3.48 se presenta la evaluación del año 2020, donde se puede apreciar
que tanto el sistema de colecta de agua lluvia en techo, como en suelo, permitieron
colectar cantidades relativamente similares de agua, a lo largo de los meses en que
se realizaron las mediciones. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el sistema de
techo mostro tener una mayor eficiencia de colecta.
Al sumar las colectas de cada uno de los sistemas, se pudo determinar que entre las
mediciones realizadas desde el 28 de abril al 6 de noviembre de 2020, el sistema
de techo logró colectar 5.677 l, versus 5.069 l en el sistema de colecta en suelo. Es
decir, el sistema de colecta en suelo tendría sólo un 89% de eficiencia, comparado
con el de techo.
En la figura 3.49 se presentan los datos de colecta del año 2021, donde se observó
una mayor heterogeneidad en los datos colectados. Sin embargo, de igual forma se
observa una tendencia a mayor colecta en el sistema de techo, por sobre el de suelo.
Entre las mediciones realizadas el 4 de enero y el 12 de julio de 2021, el sistema
de techo acumuló 3.723 l, versus 3.351 l del sistema de suelo, lo que le daría a este
último sistema una eficiencia de 90%, muy similar a la definida el año anterior.
INIA Tamel Aike implementó este módulo en mayo del 2019, en un coironal
degradado de la Estancia Ñirehuao, en la zona de Estepa de la comuna de Coyhaique.
La evaluación de línea base se realizó en octubre del mismo año, a través de la
evaluación MARAS.
Para el caso del presente módulo, se procedió a establecer un par de MARAS, dentro
del sitio excluido del coironal degradado. Para este monitor se establecen estacas
metálicas galvanizadas de 2 metros de largo, pintadas con colores rojo y blanco,
alternando cada color cada 15 cm a lo largo de la estaca. Estos colores son para
hacer visibles las estacas dentro del sitio.
Finalmente, una vez establecidos los dos MARAS, en una de ellas se establecieron
parcelas con fertilización y especies forrajeras, para determinar su impacto en el
mejoramiento vegetacional y productivo del coironal degradado.
La evaluación inicial del estado del coironal (línea base), así como la incorporación de
algunos inputs tecnológicos como la inclusión de especies forrajeras y fertilización,
en uno de los MARAS, se realizó el 23 de octubre de 2019. En esa determinación
de la línea base se tomó un total de 500 puntos (cada 20 cm), a lo largo de 100
metros de los MARAS, determinándose que es lo que existe en cada uno de esos
puntos. Los resultados muestras que en cuanto a las condiciones de suelo, donde
se evaluó: Suelo desnudo, mantillo, muerto en pie, efímeras, fecas y roca, fueron el
suelo desnudo y mantillo las condiciones más abundantes del sitio, ambas con un
17% de prevalencia (Figura 3.54).
Además, remitiéndose a las especies vegetales del sitio, fue Festuca pallescens
la especie que esta con mayor frecuencia en el sitio, observándose en un 19% de
los puntos evaluados. Esto no debería ser algo extraño, ya que los coironales de la
Zona de Estepa de Aysén, se encuentran formados principalmente por esta especie.
Sin embargo, llama la atención su baja presencia de sólo un 19%, lo que reafirma
que el coironal elegido se encuentra en alta degradación. La segunda especie en
importancia es Molinum spinosum (Neneo), especie también muy abundante en la
Zona de Estepa, pero con mayor abundancia en sectores degradados. Finalmente,
otras especies con algo de presencia fueron Cerastium arvense con 3,8%, Acaena
serícea con 3,4%, Festuca Ovina con 3,0%, Poa ligularis con 2,1% y Taraxaxum
officinale también con un 2,1%.
Figura 3.55. Fertilización y siembra a mano Figura 3.56. Siembra y fertilización con
incorporado con rastrillo, sin resultados máquina cero labranza, con resultados
positivos positivos
Las especies forrajeras sembradas fueron pradera mixta y alfalfa, para evaluar su
adaptabilidad a las condiciones edafoclimáticas de este sector de coironal y su
capacidad para repoblar el sector del intercoirón. Con esto se espera determinar
el efecto de estas nuevas especies forrajeras sobre la producción del coirón, la
cobertura del intercoirón y la producción de la pradera natural del lugar.
Figura 3.57. Crecimiento aéreo y radicular Figura 3.58. Semillas de alfalfa emergidas en
de las plantas gramíneas de la mezcla sector de coironal degradado
45
Precipitación acumulada (mm)
40
35
30
25
20
14,1
15 11,5 12 11,2
10,4
9,3
10 6,9
5
0
Oct-2020 Nov-2020 Dic-2020 Ene-2021 Feb-2021 Mar-2021 Abr-2021
Figura 3.59. Precipitaciones y temperatura del aire en el sector de Ñirehuao, desde octubre
del 2020 a abril del 2021.
Es decir, investigaciones futuras deben continuar por la vía de explorar especies con
mayor resistencia al déficit hídrico y tecnologías de siembras más tempranas (quizás
otoño), uso de acondicionamiento de semillas para germinación y emergencia más
rápida y/o la posibilidad de realizar riegos eventuales y estratégicos en algunos
sectores de coironales, que al menos permitan establecer las semillas durante la
primera temporada.
Por otro lado, las cárcavas corresponden a grados de erosión y degradación de suelo
muy elevados, ocurridos en sectores de laderas. Los sistemas evaluados en este
programa, permitieron definir distintos tipos de diques en cárcavas, confeccionados
con diferentes tipos de materiales encontrados fácilmente en la región. Además, los
sistemas de revegetación han probado ser efectivos en ayudar al repoblamiento de
las laderas erosionadas con especies herbáceas, lo que sin duda frenará la erosión
existente y al mismo tiempo permitirá revertir el proceso, volviendo a generar una
cubierta vegetal sobre el suelo. A esto se debe añadir la incorporación de especies
arbustivas y arbóreas al interior de la cárcava en el corto plazo, para seguir dando
mayor estabilización a sus laderas y la repoblación general de toda la superficie
erosionada.
4.1 Introducción
En la actualidad existe un amplio consenso científico en cuanto a que el fenómeno del
cambio climático es un hecho inequívoco, causado principalmente por la acción del
hombre y evidenciado en hechos empíricos tales como el aumento en la temperatura
de la atmósfera y océano, la disminución en los volúmenes de reservorios de nieve
y hielo, el aumento en concentraciones de gases de efecto invernadero, los cambios
en los regímenes de precipitaciones, por mencionar los principales. En este sentido,
es de gran importancia que las distintas naciones comiencen a incorporar medidas
que permitan una adaptación a estas nuevas condiciones que se están manifestando.
Para responder a esta necesidad, en Chile se han elaborado conjuntamente entre
actores públicos y privados distintos documentos, planes y estrategias nacionales,
de las que se destacan el Plan de Acción Nacional para el Cambio Climático (MMA
2016) y un Plan Específico para el Sector Silvoagropecuario (MMA 2003), los que
definen antecedentes, estrategias, objetivos y principios para afrontar este desafío,
en el cual la institucionalidad ambiental tiene un rol preponderante.
1
Investigador Principal, Gerente Instituto Forestal (INFOR) Sede Patagonia, Coyhaique, Chile. E-mail:
jsalinas@infor.cl
2
Investigador Principal, Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Tamel Aike, Coyhaique, Chile.
E-mail: oteuber@inia.cl
3
Asistente de investigación, Instituto Forestal (INFOR) Sede Patagonia, Coyhaique, Chile. E-mail: bacuna@
infor.cl
4
Estudiante de Ingeniería Forestal UACh, alumno en práctica Instituto Forestal, sede Patagonia, Coyhaique,
Chile.
Los sistemas secuenciales son aquellos en los que cultivos y árboles son turnados
para ocupar el mismo sitio. Estos sistemas generalmente comienzan con cultivos
y luego de la cosecha de los mismos se plantan árboles, logrando que el tiempo
en que se mantiene la competencia sea mínimo. La componente arbórea en este
caso debe ser de rápido crecimiento, sistema radicular profundo y gran desarrollo
de dosel para competir mejor con las malezas (Gatica et al., 2000). Los sistemas
más implementados son el mejoramiento del barbecho, la rotación de cultivos y el
sistema Taungya, entre otros.
Otro beneficio de las cortinas es que pueden ser utilizadas como deslindes de
predios, cercos y, con un adecuado manejo de los árboles, se pueden obtener
productos maderables (madera, leña, carbón, postes) y/o productos no maderables
(frutos, flores para miel, hongos y otros).
A B
Figura 4.4. Cortina cortaviento forestal con especies nativas y exóticas, sector Cisne Medio.
Establecimiento septiembre 2008 (A) y medición en marzo 2018 (B).
A B
Figura 4.5. Barreras vegetales en sistema de protección de riberas antes del manejo (A) y
después del manejo (B), sector Cerro Galera región de Aysén.
Una vez identificados los sitios, se diseñaron las diferentes prácticas. Para algunas
prácticas ya existen diseños probados, por lo que la implementación fue rápida.
En otros casos, las prácticas debieron ser más trabajadas y analizadas con mayor
detalle. Para la implementación de las prácticas se realizaron diversas actividades
que se detallan a continuación:
Alambre de púas
Alambre liso
Alambre liso
Figura 4.8. Esquema de cerco tradicional con malla hexagonal implementado para proteger
las prácticas.
C D
Figura 4.9. Confección de casilla con barreno ahoyador (A), casilla confeccionada (B),
plantación realizada y trabajo de suelo para instalación de mulch (C) y planta con mulch
plástico (D).
A B
Coigue
Calafate
Ciruelillo
Figura 4.10. Diseño de plantación en núcleos del módulo de restauración forestal (A) y
protección de plantas con shelter de polipropileno (B)
La elección de cada especie arbórea y/o arbustiva es relevante para una correcta
adaptación al sitio. En esta práctica se evaluaron especies arbóreas y arbustivas
ya conocidas y probadas en la región. Sin embargo, también se implementaron
varias especies nuevas, con el fin de evaluar su respuesta y comportamiento a los
diferentes sitios evaluados. El detalle de cada especie, para cada una de las hileras
de la cortina, se presentan en el cuadro 4.2.
2m 2m 2m 2m
2m 2m 2m 2m
1 1 1 1 1 1 1
Maitén Calafate
Tras una observación preliminar de las características del sitio y de los ecosistemas
forestales predominantes del lugar, se decidió a establecer las siguientes especies:
Figura 4.13. Especies y principal uso de la cortina cortaviento multipropósito de Bajo Hondo
A Supervivencia (%)
100
Supervivencia (%)
80
60
40
Pino ponderosa
20
Calafate
0
2018 2020
B C
14,0 HTOT (cm)
12,0 50,0
10,0 40,0
DAC (mm)
HTOT (cm)
8,0
30,0
6,0
20,0
4,0
2,0 10,0
0,0 0,0
2018 2020 2018 2020
Pino ponderosa Calafate Grosella Pino ponderosa Calafate Grosella
Figura 4.14. Estado de supervivencia (A) variación de DAC (B) y altura/HT (C) de las especies
de la cortina multipropósito de bajo Hondo.
En relación al diámetro a la altura al cuello (DAC) y altura total (HT) de las especies,
se realizó la medición sólo de algunas plantas (plantas con una placa identificadora).
En la figura 4.14 B y C se presenta la variación de incrementos en DAC y altura de las
diferentes especies plantadas.
1m
1,8
2m
1,8
1m
En relación al diámetro altura al cuello (DAC) y altura total (HT) de las especies,
el cuadro 4.4 presenta un resumen de las variables registradas. Lamentablemente
no fue posible mantener una nueva evaluación que muestre los incrementos de
cada planta, debido al ingreso de ganado caprino que perjudico el ensayo. Solo se
muestran los antecedentes iniciales de la cortina, que muestran en la hilera N°1 que
álamo posee mayores tamaños (DAC= 18,3 mm y HT= 112,6 cm), seguidos de pino
piñonero (DAC= 8,0 mm y HT= 41,7 cm) y pino oregón (DAC= 6,8 mm y HT= 54,3 cm),
respectivamente.
Figura 4.15. Cortina cortaviento Mañihuales antes del control de malezas (A) y después del
control (B)
0,6 2m
1,8
2m
1,8
1m
0,6
Álamo Hill 9,7 ± 1,7 52,3 ± 13,7 100% 12 ± 2,3 93,7 ± 16,2 100% + 22,9 + 84,7
Álamo árbol 1 16,5 ± 4,3 108,3 ± 10,1 100% - - 0% - -
Raulí 8±1 76 ± 5,6 100% 11,7 ± 3 84,7 ± 11,8 100% + 44,9 + 12
Nogal 28,1 ± 5,8 108,3 ± 1,5 100% 30,3 ± 4,6 113,2 ± 3,3 100% + 8,6 + 4,5
Av. Europeo 16 ± 0,3 157,3 ± 19,1 100% 16,4 ± 0,4 159,3 ± 22,8 100% + 2,2 + 1,1
Calafate 5,2 ± 1,6 47 ± 21,3 100% 6,1 ± 1,3 49,3 ± 19,4 100% + 21,2 + 7,5
Hilera 3
Luma 4,4 ± 0,2 40 ± 10,4 100% 4,5 ± 0,2 42,2 ± 4,1 100% + 2,3 + 9,2
Grosella 6,2 ± 1,1 47,7 ± 4,7 100% 8,4 ± 2 51,3 ± 3,8 100% + 38,3 + 8,3
Maqui - - - 8±1 45,4 ± 13,3 100% - -
0,6 2m
1,8
2m
1,8
1m
0,6
Se contabilizaron y midieron 30
plantas con placa de identificación
y se cuantificó la sobrevivencia
(Figura 4.17 y Cuadro 4.6). Se
determinó una mortalidad del 10
% del total de plantas con respecto
a la medición de septiembre del
2020. Pino oregón presentó una
mortalidad del 33,3 % y Avellano
europeo del 66,6 %. Las demás
especies mantuvieron un 100 %
de sobrevivencia lo que evidencia
una buena adaptación de las
Figura 4.17. Cortina cortaviento multipropósito
plantas a la cortina establecida en Chile Chico.
esta zona de Microclima.
Calafate 4,5 ± 2,2 30,3 ± 9,3 100% 3,04 ± 0,5 32,7 ± 3,5 100% - 21,4 + 16,8
Luma 3,8 ± 0,9 40 ± 5,3 100% 5,2 ± 0,4 38,7 ± 2,5 100% + 42 - 2,7
Grosella 5,3 ± 0,7 50 ± 5,6 100% 8,6 ± 1,7 42,3 ± 4,2 100% + 63,1 - 14,2
0,6 2m
1,8
2m
1,8
1m
0,6
álamo guard 19,55 ± 1,36 74,25 ± 7,8 100% 21,2 69,5 25% +10,4 +2,2
álamo erídano 24,37 ± 2,9 91,25 ± 14 100% 20,9 94,5 25% 0 +3,86
pino piñonero 5,1 ± 0,4 25 ± 3,9 100% 5,22 ± 0,35 25,6 ± 2,7 75% +5,08 +8,9
alerce europeo 4,9 ± 0,84 30,7 ± 13,1 100% - - 0% - -
calafate 6,9 ± 1,5 36,5 ± 8,8 100% 7,4 ± 1,5 41 ± 6,2 100% +7,5 +14,3
A B
Figura 4.19. Plantación forestal de pino a alta densidad para fines madereros (A). Plantación
manejada con poda y raleo para habilitar un sistema silvopastoral (B)
Lenga Ciruelillo Araucaria Ñirre Raulí Castaño Nogal Pino Piñ. Avell. Eur. Encino Maitén x x x 3m
x x x
Ñirre Castaño Raulí Nogal Pino Piñ. Lenga Avell. Eur. Encino Ciruelillo Maitén Araucaria
Pino Piñ. Nogal Avell. Eur. Maitén Ciruelillo Encino Araucaria Ñirre Lenga Castaño Raulí
Las evaluaciones se han ido realizando año a año, pero una vez transcurridos dos
años desde la plantación (octubre 2018 a abril de 2020), se logró determinar
sobrevivencia del 100% para las plantas de las especies nogal, pino ponderosa y
araucaria, seguida por encino con un 92% de sobrevivencia, maitén y ciruelillo con
85% de sobrevivencia y avellano europeo con 55% de sobrevivencia. Las demás
especies como castaño, ñire, lenga y raulí, han mostrado sobrevivencias menores,
fluctuando entre 19 y 41%.
Por otro lado, al evaluar la evolución de la altura de las plantas (Figura 4.23), después
de las dos primeras temporadas, se pudo determinar que hay especies con un
crecimiento lento en altura, pero constante en el tiempo. Entre estas especies están
el pino piñonero, nogal, avellano europeo, maitén, encino y ñire, con aumentos de
altura que fluctuaron entre 1,8 y 6,6 cm de crecimiento, específicamente para las
especies encino y ñire, respectivamente.
x x x
Por su parte, el crecimiento en DAC igual reportó fuertes aumentos para todas las
especies evaluadas (Figura 4.26). Nuevamente fue ciruelillo la especie de mejor
comportamiento en cuanto a crecimiento, aumentando su DAC en 3,8 mm, seguido
de pino piñonero con 2,5 mm, ñire con 2,2 mm y lenga con 2,1 mm. Encino y maitén
fueron los que menor crecimiento en DAC presentaron, con sólo 1,6 mm y 1,3 mm,
respectivamente.
Figura 4.29. Bosque original de la región de Figura 4.30. Bosque nativo fragmentado por
Aysén, eliminado por el fuego para habilitar acción del hombre y actividad ganadera en su
campos interior
Parcela 4
11 12 13 14 2
2 m.
Figura 4.31. Panorámica de la restauración ecológica de Mano Negra, con plantas establecidas
en núcleos y en forma individual.
A B C
Figura 4.32. Variación temporal del diámetro a la altura del cuello (A), altura de planta (B) y
supervivencia (C) de calafate, ñire y lenga establecidas en núcleos en restauración ecológica
Mano Negra
En cuanto al DAC, lenga tuvo un gran aumento de 5,1 mm en promedio desde marzo
del 2019 a junio del 2020, posteriormente registró una disminución en 2,57 mm
debido a una alta mortalidad de plantas (45%), durante el periodo 2020-2021 (Figura
4.33 C). Ñire presentó un crecimiento constante en su DAC, con un aumento de un
138,7% desde el inicio al fin del periodo (+4,3 mm). Calafate presentó una reducción
de su DAC en la última medición (-1,3 mm), debido principalmente a que este tipo
de plantas arbustivas generalmente posee roturas del tallo principal, siendo los
tallos secundarios los que adquieren dominancia, causando disminuciones en las
mediciones entre temporadas.
A B C
Figura 4.33. Variación temporal del diámetro a la altura del cuello (A), altura de planta (B)
y supervivencia (C) de calafate, ñire y lenga establecidas individualmente en restauración
ecológica Mano Negra
A B
Figura 4.34. Ejemplo de cluster establecido en ensayo de restauración Mano Negra (A) y vista
interior de shelter de polipropileno con planta nativa creciendo en su interior (B)
Coigue
Calafate
Ciruelillo
Al igual que para las demás prácticas de restauración ecológica, aquí se procedió
a establecer plantas de calafate, ciruelillo y coigüe, en forma individual y en
núcleos (Figura 4.35). Se realizó un registro de la sobrevivencia, DAC y altura de la
totalidad de plantas dentro de los 3 clúster o núcleos, lo cual corresponde en total
a 39 mediciones (4 Ciruelillos, 1 Coigüe y 8 Calafates por clúster) (Cuadro 4.12). En
relación a la sobrevivencia se determinó un 100 % para Ciruelillo y Coigüe en cada
uno de los núcleos, mientras que para Calafate la sobrevivencia fue del 50% en un
clúster y 88% para los dos restantes.
sep-20 ene-21
Especie
N° de plantas Supervivencia DAC (mm) Altura (cm) Supervivencia
Ciruelillo 4 100% 13,7 ± 1,03 159,5 ± 18,9 100%
Clúster 3 Clúster 2 Clúster 1
Se obtuvo una sobrevivencia del 100 % de las plantas con protección y sin protección,
observándose un buen crecimiento en las 10 plantas evaluadas. Para el caso de las
cinco plantas con protección, se determinó un crecimiento medio de 106 cm de
altura y 11,46 mm de DAC a septiembre de 2020 (Cuadro 4.14). Para la medición
realizada en febrero de 2021 estos valores aumentaron a 120,6 cm de altura y 13,29
mm de DAC (+ 13,7 % de altura y + 15,96 % de DAC). Para el caso de las plantas sin
protección se obtuvieron valores para septiembre de 2020 de 104,4 cm de altura y
11,18 mm de DAC, mientras que para la medición realiza durante febrero de 2021,
estos valores aumentaron a 119,1 cm de altura y 12,42 mm de DAC (+14,08 % en
altura y + 11,09 % en DAC).
A B
Figura 4.36. Plantación utilizando legado biológico de arbusto (A) y de tronco muerto (B)
Lenga-Maitén
Lenga
Ñirre
Calafate
A B
El cuadro 4.15 presenta un resumen de las variables DAC y altura para las dos
mediciones hechas entre septiembre del 2020 y enero del 2021. Se observa para
lenga un crecimiento positivo en todos los clúster, con valores que van entre 3,8
y 19,8 % (0,3 mm clúster 1 y 1,8 mm clúster 2). En relación a la altura, se observa
un máximo de crecimiento en lenga del clúster 1-MA con 21,3 cm en promedio
durante la temporada y las del clúster 2 son las que poseen menor crecimiento
Ñirre 5,8 ± 1,5 28,8 ± 2,2 4 6,5 ± 0,5 30,5 ± 2,1 2 + 11,5 +3
Calafate 3,6 ± 0,6 33,8 ± 11,3 4 4,9 ± 1,3 33,5 ± 11,6 4 + 38 - 4,2
Lenga 10 ± 0,9 109,8 ± 11,9 5 10,3 ± 1,6 106,4 ± 15,6 5 + 3,8 - 2,9
Ñirre 8,1 ± 3,7 27,7 ± 10,4 4 7 ± 3,9 34,5 ± 3,8 3 - 15,8 + 15,8
Calafate 4,5 ± 1,4 36,9 ± 14,1 4 6,1 ± 0,7 42,5 ± 12,3 4 + 44,7 + 17,7
Maitén 11,7 79 1 - - 0 - -
Clúster
Ñirre 10,4 ± 3,5 35,5 ± 5,5 4 10,7 ± 3,2 36,5 ± 3,5 2 + 20,5 - 0,4
Calafate 4,2 ± 1,6 41,8 ± 10,9 4 6,02 ± 0,5 39,9 ± 15,9 4 + 63,3 - 0,7
Maitén 4,8 60 1 5,2 61 1 + 8,3 + 1,7
Clúster
Lenga
2-MA
8,9 ± 2,8 78,3 ± 11,6 4 10,7 ± 3,7 82,5 ± 13,1 4 + 19,8 + 5,4
Ñirre 6,4 ± 2,3 37 ± 8,4 4 7,6 ± 4,3 36,5 ± 0,7 2 + 26,8 + 6,1
Calafate 5,3 ± 1,6 35,8 ± 10,9 4 6,2 ± 2,5 37,4 ± 10,6 4 + 21,2 + 5,5
D= diámetro de cuello. HT= altura total. S= supervivencia.
El cuadro 4.16 presenta la media para el DAC, altura y supervivencia para el total
de especies dentro de los 4 clúster, además de la determinación del incremento de
diamétrico (mm) y el incremento en altura (cm). Se observa un buen crecimiento
para lenga de 1,2 mm de DAC y 7,61 cm de altura total, con un porcentaje de
sobrevivencia del 88,8 % y también para calafate con un aumento diametral de
1,37 mm y 1,28 cm de altura. Para ñire se observan incrementos positivos de DAC y
altura (+0,12mm y +1,28 cm), pero el menor porcentaje de sobrevivencia con sólo un
56,25 %. Por último, maitén presenta 1 individuo vivo de los dos establecidos en los
ensayos, con disminuciones en DAC y altura (-3,05mm y -8,5cm).
Cuadro 4.18. Resumen de las variables medidas en terreno para la práctica de protección de
riberas de Mañihaules
Supervivencia feb-2021
Especie
(nov-2020) DAC (mm) Altura (cm) Supervivencia
Aliso 100% 16,6 ± 0,05 170,3 ± 1,5 100%
Sauce 100% 11,2 ± 3,3 146 ± 35,8 100%
Coigüe 100% 14,3 ± 0,7 98,3 ± 13,3 100%
Pino Oregón 100% 8,4 ± 0,5 59,3 ± 10,4 100%
Calafate 100% 4,9 ± 0,02 25,5 ± 3,5 67%
Maqui 100% 3,6 ± 0,9 20 ± 6,1 100%
Ciruelillo 100% 16,1 ± 7,4 156,2 ± 27,8 100%
Figura 4.39. Establecimiento de especies por el borde del estero (A). Especies brotadas y con
tutor después de la primera temporada (B).
Cuadro 4.19. Comparación de las variables de altura y DAC para los alisos de la protección
de riberas en Tres Lagos
Sept-2020 Abr-2021
N° aliso
Htot (cm) DAC (mm) Htot (cm) DAC (mm)
1 147 13,1 170 14,6
2 174 16,2 223 18,2
3 140 14,5 223 18,2
4 150 11,6 168 15,9
5 157 13,4 176 14,7
Media 154 13,7 192 16,3
Figura 4.43. Vista general de la práctica de protección de riberas con poblamiento de las
especies sauce y aliso después de una temporada