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Introducción:
La modernidad fue un proceso histórico que marcó un cambio de paradigma en todos los
niveles que incumben la actividad humana. A través de la historia la sociedad se ha venido
desarrollando progresivamente, evidenciándose dentro procesos marcados o importantes
etapas de trasformación, siendo éste uno de los más resaltantes.
Son dos las fuentes de las que se nutre la modernidad: el Renacimiento y la obra de Lutero.
Ambas concepciones serán fundamentales para entender las nociones de conocimiento,
el énfasis en la particularidad y la individualidad, y la razón como herramienta principal
de descubrimiento del mundo.
En el siguiente informe se abordará un análisis del sujeto moderno en relación con Dios,
la naturaleza, la realidad y su nueva posición social
Desarrollo:
Suele decirse que uno de los cambios profundos que inaugura la modernidad es el pasaje
del teocentrismo al antropocentrismo; es decir, se deja de mirar la realidad como si
estuviera centrada en Dios y se la piensa centrada en el hombre. Se produce entonces un
desplazamiento de temas principales; pero, en realidad, no se trata de una sustitución. No
es que los medievales no se interesaban por los asuntos humanos, o que los modernos no
se interesen por Dios. Mejor lo podríamos decir así: aquello que en el teocentrismo estaba
en segundo plano, ahora pasa al centro del foco y, si bien Dios va a seguir jugando un
papel en el pensamiento moderno, ese papel ya no es fundamental sino secundario.
Esta burguesía asume la imagen de una realidad sensible y natural; y el propósito del
realismo será afirmarla, sostenerla y defender sus valores. Lo real es el mundo de los
hechos y fenómenos comprobables; sin embargo, en la mentalidad burguesa surgen
ciertos cuestionamientos sobre el nivel de realismo que se está dispuesto a tolerar. En un
principio, el hombre acepta la verdad desnuda; pero luego se asusta y comienza a encubrir
y cuidarse de mostrar ese realismo. Tal como menciona Romero: “Lo propio de la
mentalidad burguesa es percibir la naturaleza como algo que está fuera del individuo,
que es objetiva y que puede ser conocida (…) El individuo se transforma en sujeto
cognoscente y la naturaleza en objeto de conocimiento”. ²
En contraposición a esto, Nietzsche niega la verdad como algo eterno y su valor absoluto,
principalmente porque el humano conoce lo que ve, pero viciado de su perspectiva
(subjetividad). Según el filósofo, para que algo sea absoluto se debería tener la posición
privilegiada de un dios que pueda ver las cosas como son.3
El hombre sale del mundo que conoce y comienza a contemplar otros “paisajes”, vistos
desde siempre pero percibidos con otros ojos. Entonces, ¿cómo explica la belleza de esa
realidad? Pues, reconoce su origen divino pero la interpreta a partir de instrumentos
propios, y tiene la capacidad de modificarla y experimentar sobre ella.4
Conclusión:
Bibliografía: