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El argumento del Amadís de Gaula

Al principio de la era cristiana, vivió en Bretaña un rey llamado Garinter, quien


había casado a su hija mayor con el rey de Escocia; pero su hija más pequeña, Elisena, no
encontraba atractivos en ninguno de los pretendientes que llegaban a la corte. Un día su
padre hospedó al rey de la Gaula, Perión, al que había visto derrotar a dos poderosos
caballeros y matar a un león. Éste y la princesa bretona se enamoraron, y con la ayuda de su
doncella Darolieta, Elisena y su amado tuvieron un encuentro secreto en los jardines del
palacio. Diez días después, el rey Perión se marchó.
Pasados nueve meses, Elisena dio a luz un niño, y gracias a la inestimable
colaboración de Dalioreta, logró encubrir su desliz. Fue esta la última quien llevó al niño a
un río que fluía cerca del palacio, y lo depositó en una barca. Al recién nacido le
acompañaban la espada de su padre, un anillo, y un pergamino que lo llamaba Amadís el
eterno, y lo declaraba hijo de un rey. La barquilla llegó hasta el mar, donde por suerte la vio
el caballero Gandales, que iba rumbo a Escocia. Recogió al niño Amadís, a quien llamó “el
Doncel del mar”, y lo educó junto a su hijo Gandalín.
Cuando Amadís tenía tres años, Gandales salvó a la maga Urganda de un caballero
que la perseguía, y el hada le vaticinó que su hijo adoptivo se convertiría, con el tiempo, en
la flor de la caballería, en el más honorable caballero del mundo, y le prometió que lo
ayudaría en cualquier momento en que lo necesitase. Al cumplir Amadís siete años, el rey
de Escocia , Languines, se lo llevó a su corte para educarlo entre sus caballeros. Cinco años
después, pasaron por esas tierras los reyes de Inglaterra, Lisuarte y Brisena, quienes se
dirigían hacia sus territorios a tomar posesión de ellos. La real pareja solicitó del rey de
Escocia que le permitiera dejar con él a su hija Oriana.
Languines consintió encantado, y le asignó a la princesa, como escudero al Doncel
del Mar. Los dos niños se enamoraron tan profundamente, que su amor no sería destruido
ni por el tiempo ni las tribulaciones. Para hacerse digno de Oriana, Amadís decidió hacerse
armar caballero. Oriana, para ayudarlo en su empeño, solicitó del viejo amigo de su padre,
el rey Perión, que se hallaba en Escocia en busca de auxilio contra su enemigo el rey de
Irlanda, que armara caballero a Amadís. Así lo hizo el rey Perión, sin saber que hacía este
honor a su propio hijo, y sin saber Amadís que lo recibía de su propio padre. Entonces salió
en busca de aventuras y con la esperanza de conquistar la fama.
En un bosque se encontró con Urganda, quién lo proveyó de la lanza con la que más
tarde rescataría al rey Perión de las manos de unos caballeros irlandeses, además de jurar
que auxiliaría al rey siempre que se hallase en peligro. Muchas otras aventuras siguieron a
ésta, a cuál más fantástica y extraordinaria. La más peligrosa fue probablemente aquella en
la que tuvo que enfrentarse a Galpano y a sus dos hermanos, quienes tenían por costumbre
asaltar y robar a los viajeros; y de estos encuentros el noble Amadís salió tan mal parado,
que sólo gracias a los cuidados de un buen amigo logró recuperar la salud.
Mientras Amadís buscaba la fama, sus padres se habían casado. Del pasar haber
perdido a su primer hijo, los consoló la llegada de un segundo varón, Galaor. Y para mayor
felicidad, reconocieron en Amadís, el valiente caballero que tan bien había defendido
siempre al rey, a su hijo abandonado. El feliz suceso ocurrió durante las fiestas de
celebración por la victoria sobre los irlandeses, a cuyo paladín el joven había derrotado, y
en las que portaba el anillo que su madre había puesto con sus pertenencias al abandonarlo.
Amadís sin embargo, permanecía triste, pues no se consideraba digno de su amada Oriana.
Cuando se encontraba visitándola en Vindilisoria, lo llamaron con urgencia para que fuera
al rescate de su hermano Galaor; pero no hubo tal llamado, pues en realidad fue un truco
del mago Arcalaus, quién mediante encantamientos desarmó al caballero.
A Oriana la visión de Arcalaus en el caballo de Amadís y portando sus armas, casi
le cuesta la vida; sólo nuevas noticias de las hazañas de su amado le retornaron el halito.
Pero Arcalaus no cesaba, e hizo desaparecer al rey Lisuarte, para poder raptar así a Oriana,
quen fue rescatada por Amadís y su hermano Galaor, a quién el propio Amadís había
armado caballero.
Pero ni esta hazaña, ni la de haber rescatado a la reina de Brisena del traidor
Barsinan que se había apoderado del reino, lo hicieron merecedor de la mano de Oriana
ante los ojos del rey Lisuarte, que había reaparecido. Con otros caballeros partió hacia Isla
Firme, donde se encontraba Apolidón, hijo del rey de Grecia. Aquí este último había
encontrado refugio tras fugarse con la hija del Emperador de Roma. En esta tierra recibió
Amadís un mensaje de Oriana en el que firmaba como la dama a la que la espada de
Amadís le había atravesado el corazón. Se describía así por haber prestado oídos a las
insidias de un enano malvado que alegaba que Amadís le era infiel.
Tal fue el sufrimiento del caballero, que cambió su nombre por el de Beltenebros, y
se refugió en una ermita en la Roca Pobre, convencido de que Oriana lo había injuriado.
Para que mayor fuera el equívoco, Lisuarte había concedido la mano de su hija al
Emperador de Roma. Al conocer Amadís que Oriana era transportada a Roma en una flota,
se lanzó a su encuentro, y bajo el nombre de “El caballero griego” derrotó la flota y llevó a
Oriana de retorno a Inglaterra. Lo único que pidió a cambio fue que no establecieran de
nuevo alianzas tan dispares. El rey consideró el hecho como una afrenta y atacó Isla Firme.
El mundo de la caballería se dividió en dos frentes. Arcalaus, que odiaba tanto a Amadís
como al rey de Inglaterra, quiso aprovechar la situación y convenció al rey Arábigo, que se
lanzó al pillaje. Amadís, advertido de la situación por el caballero Esplandián, salió en
ayuda del rey de Inglaterra. Con este gesto la enemistad quedó atrás, y Amadís y Oriana se
pudieron casar en Isla firme. Pasaron bajo el Arco del Verdadero Amor - lo que sólo podían
hacer los amantes fieles -, y se encontraron en una cámara nupcial mágica custodiada por
unos caballeros invisibles. 
Las sergas de Esplandián
Garci Rodríguez de Montalvo quiso continuar la historia de Amadís en Las sergas
de Esplandián (1510), breve novela caballeresca que narra las empresas y proezas de
Esplandián, hijo de Amadís y Oriana, desde el momento en que Urganda la desconocida lo
arma caballero hasta sus bodas con su amada Leonorina. La novela es muy inferior al
modelo, del cual repite con monotonía frases y temas: aventuras, combates, encantos y todo
el acompañamiento fantástico del Amadís. Con todo, en algunos episodios sobresale una
cierta originalidad de invención. Es famoso el juicio que emitió Cervantes en el escrutinio
de la biblioteca de Don Quijote: señalando un volumen, el Barbero declara: "Es Las sergas
de Esplandián, hijo legítimo de Amadís de Gaula"; y el Cura sentencia: "Pues en verdad
que no le ha de valer al hijo la bondad del padre. Tomad, señora ama; abrid esa ventana y
echadle al corral, y dé principio al montón de la hoguera que se ha de hacer". 
LEER CAPÍTULO V P. 39
http://biblioteca.cchs.csic.es/digitalizacion_tnt/pdfs/418026.pdf

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