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TU CAFÉ YA FRÍO

Una mesa,
dos sillas
y tu café a punto
de enfriarse.

Ya voy esperando
por ti más de
una hora y
no has llegado.

Me has enviado
un mensaje que
a penas puedo ver,
diciéndome

“amor, lo siento,
no puedo,siempre
te querré" Supe que
jamás ibas a llegar.

El sabor del café


ya no es suficiente,
necesito algo más fuerte
para soportar esto.

Veo entrar a tu mejor amiga,


se sienta conmigo, me dice
que no tuviste la valentía
de venir a hablar,

que un antiguo amor


visitó nuevamente
tu vida, que no lo has
podido olvidar y que

a pesar de las heridas


quieres volver a su
lado para ver
si ahora resulta.

Siempre me cayó mal


tu amiga desde que descubrí
que era hipócrita contigo,
y ahora lo confirmo,

porque mientras
me lo dice veo cómo
sale de sus labios
una pequeña sonrisa.

Se levanta y se va,
y yo comienzo a extrañarte.
Ni si quiera te has ido
y ya me haces falta.

Como buen melancólico


y masoquista,
comienzo a recordar
los tiempos vividos,

mientras bebo del irlandés


que me han traído.
Siento tu risa
que será de otro,

siento tus piernas


que serán de otro,
siento tu pecho
en el que dormirá otro,

y yo no puedo más con esto.


Antes de salir corriendo,
me acerco a la mesera.
Le pago lo que consumí

y tu maldito café ya frío,


le doy las gracias y
una buena propina como siempre,
a diferencia que esta vez

pido su mano
y le dejo un anillo,
ella me mira sorprendida
y con tristeza a la vez,

pues ve una lágrima


en mi mejilla.
Ella supo lo que
tú nunca sabrás,

que este día,


en esta tarde,
yo quería
casarme contigo.

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