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Camaradas:
La presente reunión, que ya lleva un mes y varios días de sesiones,
terminará dentro de poco. El Comité Central ha formulado el principio
rector básico de trasladar el centro de gravedad del trabajo de todo el Partido
a la tarea de hacer realidad las cuatro modernizaciones y ha resuelto toda
una serie de importantes problemas legados por el pasado, lo cual permitirá
reforzar la voluntad combativa de todo el Partido, ejército y pueblo de las
diversas nacionalidades del país, fortalecer su fe y afianzar su unidad. Ahora
ya podemos anticipar con toda seguridad que, bajo la justa dirección del
Comité Central, todo el Partido, ejército y pueblo de las diversas
nacionalidades del país irán conquistando más y más victorias en su nueva
Gran Marcha.
La presente reunión, que ha transcurrido en forma muy satisfactoria y
exitosa, será de gran importancia en los anales de la historia del Partido.
Hacía muchos años que en nuestro Partido no se habían realizado reuniones
como ésta, la cual, revalidando y llevando adelante las tradiciones
democráticas del Partido, se ha desarrollado en una atmósfera de vivacidad y
dinamismo, atmósfera que hemos de hacer extensiva a todo el Partido,
ejército y pueblo de las diversas nacionalidades del país.
En la presente reunión hemos discutido y solucionado un buen número
de problemas de crucial importancia de cuya solución depen-
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den los destinos del Partido y de la nación. Libres de toda traba mental,
hemos dicho con franqueza lo que pensábamos, hemos expresado sin reparos
lo que sentíamos en nuestro fuero interno y hemos expuesto la verdad de las
cosas. Hemos desplegado activamente la crítica, incluida la crítica al trabajo
del Comité Central, poniendo los problemas sobre el tapete. Algunos
camaradas se han hecho, por su parte, autocríticas en tal o cual grado. Todo
esto representa un gran avance en la vida del Partido y contribuirá
enormemente a la causa del Partido y del pueblo.
Hoy me voy a referir principalmente a un solo punto: la necesidad de
emancipar la mente, de poner en juego la inteligencia, da actuar en función
de la realidad y de mirar unidos hacia adelante.
y prioridades. Lo que pasa ahora es que nuestras leyes distan mucho de ser
perfectas y gran parte de ellas aún están por elaborar. Se suele considerar
como “leyes” lo que dicen los dirigentes y como “ilegal” todo lo que está en
desacuerdo con lo que ellos dicen, de modo que cada vez que tal o cual
dirigente muda de parecer, cambian en consecuencia las “leyes”. Por lo tanto,
debemos concentrar nuestras energías en elaborar un Código Penal, un
Código Civil, un Código de Procedimiento Penal y otras leyes que sean
indispensables, tales como las relativas a las fábricas, las comunas populares,
los bosques, las praderas, la protección ambiental, el trabajo y las inversiones
de ciudadanos extranjeros, discutirlos y aprobarlos según los procedimientos
democráticos establecidos y reforzar los organismos de fiscalía y de justicia,
de manera que haya leyes a qué atenerse, se obre conforme a ellas, se las
aplique a rajatabla y se impongan sanciones a todo el que las infrinja.
Asimismo, hay que adoptar leyes para regular las relaciones entre el Estado y
la empresa, entre las empresas, entre la empresa y el individuo, etc., ya que
muchas de sus contradicciones tienen que solucionarse por vías jurídicas.
Actualmente, es muy cuantioso el trabajo que debe realizarse en lo que se
refiere a la legislación y es muy poca la gente que se dedica a ello, razón por
la cual los textos de las leyes pueden ser un poco rudimentarios al principio
para luego irse perfeccionando. Algunos reglamentos pueden ser elaborados
a nivel local y a título de ensayo, para que luego se resuman las experiencias
y se pase a elaborar una ley de vigencia nacional. En cuanto a la revisión de
las leyes ya existentes, basta que se haya llegado a un parecer maduro sobre
un solo artículo para modificarlo o complementarlo, y no hay que esperar un
“juego completo de equipos”. En una palabra, es mejor algo que nada, y
proceder pronto que tarde. Además, debemos reforzar enérgicamente
nuestros estudios del Derecho Internacional.
El Estado debe tener sus leyes, y el Partido, sus reglamentos, de los
cuales el más esencial son sus Estatutos, sin los que será difícil asegurar la
vigencia de las leyes del Estado. La tarea de las comisiones de verificación de
la disciplina y los departamentos de organización a todos los niveles no sólo
consiste en atender los casos concretos, sino también, y esto es aún más
importante, en salvaguardar la vigencia de los reglamentos del Partido y
sanear con efectividad el estilo del Partido. A todo el que infrinja la disciplina
del Partido, sea quien fuere, hay que aplicarle las medidas disciplinarias
correspondientes para asegurar así una clara distinción entre los méritos y
las faltas y entre lo
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que debe ser recompensado y lo que merece sanción, y para fomentar las
tendencias sanas y combatir las malsanas.
A los camaradas que hayan cometido errores hay que impulsarlos a que
ellos mismos sinteticen sus experiencias para que saquen las debidas
lecciones y adquieran clara conciencia de sus errores a fin de corregirlos. Es
necesario dejarles tiempo para que reflexionen. Hay que aplaudirlos siempre
que hayan tomado conciencia del problema crucial de lo que es justo y lo que
es erróneo y hayan hecho una autocrítica. Debemos ser muy prudentes al
tomar medidas relativas a las personas. Respecto a los errores cometidos en
el pasado, cuando cabe el rigor o la suavidad, conviene aplicar esta última,
mientras que es preciso tratar con más severidad los errores que se cometan
de aquí en adelante. Conviene tratar con más dureza a los dirigentes que a
los militantes de fila, y con aún mayor rigor a los cuadros de alto rango.
En adelante, hay que proceder en forma estricta en la selección de
cuadros. En ningún caso deben confiarse cargos de importancia a los que se
dedicaron a la agresión, destrucción y pillaje, a los que están gravemente
contagiados de ideas fraccionalistas y a los que, vendiendo su alma al diablo,
hicieron acusaciones falsas contra sus compañeros e incluso pasaron por alto
los intereses vitales del Partido. A los que cambian velas según de dónde
sople el viento y se arriman al sol que más calienta, dejando a un lado los
principios del Partido, tampoco hay que tenerles fácilmente confianza, sino
que es preciso mantenerse alerta, educarlos e impulsarlos a transformar su
concepción del mundo.
De algún tiempo a esta parte, tanto dentro como fuera del país, hay gran
interés por nuestra apreciación del papel del camarada Mao Zedong y de la
Gran Revolución Cultural. Son eternamente imperecederas las grandes
hazañas realizadas por el camarada Mao Zedong en el curso de la prolongada
lucha revolucionaria. Basta recordar el fracaso de la revolución en 1927 para
saber que, de no haber sido por la dirección magistral del camarada Mao
Zedong, muy probablemente la revolución china aún no habría triunfado, y
entonces el pueblo de las diversas nacionalidades de China seguiría hasta
ahora debatiéndose bajo la dominación reaccionaria del imperialismo, del
feudalismo y del capitalismo burocrático y nuestro Partido tendría que seguir
luchando duro en medio de las tinieblas. Es por esto que no es ninguna
hipérbole la afirmación de que de no haber sido por el Presidente Mao no
existiría la Nueva China. El pensamiento de Mao Zedong ha formado a toda
nuestra generación. Puede decirse que todos los que estamos aquí presentes
hemos sido educados por este pensamiento. Así que tampoco es ninguna
hipérbole la afirmación de que de no
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modo que no llegamos a dominar como era debido el arte de construir, que
nuestra construcción no prosperó como debía haberlo hecho y que también
en el aspecto político se dieron grandes bandazos. Nos faltan aún más
conocimientos sobre la tarea actual de la construcción moderna. Es por esto
que todo el Partido debe proceder una vez más a aprender de nuevo.
¿Qué aprender? Lo esencial es estudiar el marxismo-leninismo y el
pensamiento de Mao Zedong y tratar de integrar los principios universales
del marxismo con la práctica concreta de materializar en nuestro país las
cuatro modernizaciones. La mayoría de nuestros cuadros deben todavía
esforzarse por aprender en los tres siguientes dominios: la economía, la
ciencia y la tecnología y la gestión. Sólo aprendiendo con éxito se puede
dirigir con éxito la obra constructiva de la modernización socialista, obra que
supone ritmos acelerados y niveles elevados. Conviene aprender a través de
la práctica, de los libros y de las experiencias y lecciones propias y ajenas.
Hay que vencer el conservadurismo y el culto a los libros. Los centenares de
miembros del Comité Central y los millares de cuadros de alto rango de nivel
central y local deben tomar la delantera en dedicarse de lleno al estudio de la
construcción económica moderna.
Sin duda podremos acelerar nuestro avance en la nueva Gran Marcha
siempre que nos unamos estrechamente con una sola voluntad,
emancipemos nuestra mente, pongamos en juego nuestra inteligencia y
aprendamos lo que no sabemos. ¡Avancemos valientemente bajo la dirección
del Comité Central del Partido y del Consejo de Estado para acabar con el
atraso de nuestro país y hacer de él un poderoso país socialista moderno!