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6(3 GRADO§

ru&RTE
UN VIAJE EN BUSCA DE MI F{OGAR

MALACHY TALLACK
Tneoucc¡ótl oe Mnefe FrnuÁHpez Rulz

Ifiu§*:, [, É :EoG.u \§ \g
"
CANADA
JUNTO A LOS RÁPIDOS

i NlNcur.re orRA NecróN sE HA esforzado tanto en compren-


\ der, definir y llegar a un acuerdo con el norte. Y, sin duda,
ninguna otra nación tiene una relación tan contradictoria
con este lugar que alavez engloba y encarna. Canadá es un
país norteño y se ve a sí mismo como tal, sobre todo en su
relación con Estados Unidos. En torno al cuarenta por cien-
to de su territorio se encuentra aI norte de los sesenta grados,
una extensión que puede compararse atoda la Unión Euro-
pea. No obstante, el centro de gravedad del país se encuentra
al sur. La población, alrededor de treinta y tres millones de
habitantes se concentra a 1o largo de la frontera meridional
yla ciudad más al norte de más de medio millón de habitan-
tes es Edmonton, justo por encima de los cincuenta y tres
grados, en la misma latitud que Dublín. Actualmente, solo
I
viven unos cien mil canaüenses por encima del paralelo 6o, i
muchos menos, de hecho, que estadounidenses. '."--,*l

Por 1o tanto, pxalamayoría de los canadienses elnorte


les es ajeno, un vecino aI que no conocen. Muchos sueñan
con é1, pero son pocos los que se despiertan allí. Es un lugar
sobre el que se lee en los libros, que sale en las películas o
en la televisión, pero que rara vez se visita. Vista desde fue- do al noroeste, las granjas se diluían hasta ser solo siluetas:
ra, esta región es una maraña de contradicciones. El norte enormes manchas negras en una tierra que iba desvane-
implica páfigto y aventura, pero también refugio' Promete ciéndose.
opórtunidades y miedos, belleza y terror- Casi está vacío de En Edmonton cambiamos de autobús. Era medianoche,
gente, pero sus fantasías 1o desbordan. pero la estación estaba repleta de gente. Muchos pasajeros
Sin embargo,Puralos que desean conocer el norte y ver- llevaban almohadas y mantas y, cuando el vehículo se aden-
1o por sí mismos, la primera dificultad consiste en llegar a tró en la oscuridad,las voces fueron dejando paso al silencio.
é1, porque casi siempre se antoja más allá del horizonte' Yo
Enrollé la chaqueta y la coloqué entre el respaldo y la venta-
aterricé e n C algary, Alb erta, y mi destin o er a la 1o calidad de na.Cerré los ojos para intentar dormir.
Fort Smith, jrrito en la frontera de los Territorios del No- A las tres de la mañana, cuando llegamos al pueblo de
roeste. Estaba a veinticuatro horas de autobús. Slave Lake, se vislumbraba un resplandor blanquecino en
Aquella tarde el calor veraniego bañaba- Calgary; un ra- el cielo del noreste. Poco después la oscuridad comenzó a
cimo áe rascacielos se elevaban como signos de exclamación disiparse. Los árboles emergían de la noche impidiendo ver
en la llanura de la pradera. Como yavenía siendo habitual, más a17á del borde de la carretera. Más o menos una hora
después,1a pradera estaba de vuelta y los campos se desple-
mi miedo a volar no me dejó dormir durante el trayecto
y el cambio horario tampoco ayudaba. Cuando el autobús gaban en todas direcciones. Las granjas estaban cuidadas:
áe h .o-pañía Greyhound salió de la estación hacia lalaz todo eran líneas rectas con jardines muy arreglados, casas
del sol que inundaba las calles' eran las ocho de la tarde y antiguas de madera y silos gigantes. Hasta los coches viejos
1os abandonaban formando una fila impecable,quizá alinea-
ya llevaba mucho tiempo sin dormir. Dejamos Ia ciudad en
dos en el orden en el que habían dejado de funcionar. Varios
dirección norte y nos adentramos en las grandes llanuras'
Al oeste las nubes se amontonaban como escombros sobre ciervos de cola blanca pastaban aquí y iláy,en una ocasión,
el conductor tocó el claxon a un par de ellos que iban vagan-
las Montañas Rocosasr Que se recortaban entre la niebla en
do por la. carretera. Los ciervos se vieron obligados a tomar
el horizonte. En el autobús estaba todo el mundo hablando,
una decisión rápida,la decisión correcta.
pero fuera la. fuz suave de la tatde se extendía como una
manta de silencio sobre el camPo. trl viaje hacia e1 norte la historia, en la literatura,
-en
en la imaginación- es un viaje que te aleja de los centros
La primera parada' fue Red Deer, poco antes de las diez,
de Ia culturayla ciwlización, y te lleva a 1o desconocido y al
cuandó se estaba poniendo el sol. Tenía la mente abarrota-
da de pensamienás desbaratados nacidos del agotamiento,
otro.Margxet Atwood escribió eue «al volver la mirada al
norte, penetramos en nuestra mente inconsciente. Siempre,
pero me mantuve despierto mirando aturdido por la venta-
en retrospectiva, el viaje al norte tiene las características de
na. Un, hora después, mientras continuábamos el camino
un sueño>>. A-1 mirar por los cristales tintados del autobús,
hacia Edmonton, el recuerdo del sol aún se prolongaba' Los
mi propio viaje parecí4 algo onírico. Sin embargo, no parecía
colores se iban apagando, dejando atrás una luz tenue, y a
un sueño propio, sino el inconsciente de otra persona pro-
medida que el cielo se lba sttvizando hacia un gris dora-

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obligado. Pero ahora es distinto. Dos años después de que


vectándose en el cristal . La \tz caramelizada
de los albo-
m" i"rrtu, de vuelta a las Shetland, con dieciséis años y
i;;;ñi^, el desfile de campos, granjas' árboles y pueblos
Me sentía desorientado y huérfano de padre, encontré otra salida, otro modo de seguir
parecían aigo irreal y
"-oio'
il;;;;;,ráo del exierior' Lo observaba' Pero no lograba adelante. Supongo que en aquella época ya'había llegado a
comprender que fuera adonde fuera a pattit de entonces,
i*pti."r-". Dejé que el sol de la mañana se derramara
siempre acabaúa regresando a las Shedand. Ya no tenía pa-
sobre mí, hora tras hora'
rientes cercanos ni amigos en ningún otro sitio, ya no te-
En ry64,e1 pianista Glenn Gould viajó en el M",t}:S
nía ninguna conexión con otros lugares, salvo con las islas.
Express, que recorría una distancia de
mil setecientos kiló-
entre Mi centro de gravedad se había desplazado hacia el norte y,
*.,ro, y árrrrbu un día y dos noches.' Era un trayect-o aunque todavía no sentía cómo titaba de mí, sabía que ya se
f,li""ip"g y Churchill io' 1' orilla de lab,.hía de Hudson' había producido el cambio.
Gould le de-
fr" ,,, pñáer viaje po,91 norte y,.a1 regresar' no fue un do- La verdad es que no mostré mucho entusiasmo cuando,
norte
dicó un programa dÉ radio' La nición de finalmente, decidí ir alauniversidad. Como los demás iban,
.,r*.ra¿ ráiofórri.o convencional, sino más bien tn collage
un geógra- 1o normal era que yo también fuera. Era una vía lógica de
de voces. fJttTizó entrevistas con un funcionario,
ellos con experiencia escape. Sin embargo, no iba a llegar muy lejos con el puñado
fo, una enfermera y un sociólogo, todos
de notas mediocres que saqué en elúltimo año de instituto,
.í "t ,rora" de Canadá, junto con una especie-decreónarrador por 1o que me apunté a clases nocturnas y me examiné de
llr-r¿"Wully Maclean' De este modo' Gould 1o que
del notte a clntrt?untl' ,r"ro. Otravez notas mediocres. A1 final convencí a una
é1 mismo denominó una imagen
diferentes universidad Para que me acePtara, suPongo que basándo-
Como si se tratara de un to'o dot'de compiten me más en la cantidad que en la calidad de mis exámenes.
melodías, estas voces surgen y c
erthasta perderse' Las ideas
Tuve mucha suerte de que me aceptaran, porque disfru-
;.tg*'y vuelven a deivanecerse' como si se percibieran
se oyen con claridad'
té cada segundo de aquelios cuatro años desde que llegué
desde un tren en movimiento' A veces
tren sobre las hasta la graduación, y progresé allí como no había con-
únicamente con el traqueteo de fondo del seguido hacerlo en el instituto. Durante aquellos años en
las diferentesvoces
vías; otras veces los ,o,tiáo' se solapan y Escocia empecé a mirar hacia el norte cuando pensaba en
H.acia
ti"rr"n que luchar Por caPtar la atención del oyente' mi casa y hasta a sentirme aliviado cuando, en vacaciones,
el final á"1progruá ultimo movimiento de 1a
^,oÁi"'o^el sobre el el tren me llevaba hasta elferryt para- Pasar una noche de
l¡"i"i ";5 d'e Sibelius, que enseguida se elevaba travesía en el mar del Norte.
*í"Jf.g" final de Maclean, ame¡azando con aplastar sus
palabrafasta que todo quedaba en silencio'
por lo que Eran poco más de las seis de la mañana cuando descendi-
Para.mí, ir hacia el norte implica'ir a casa'
inundu d" mos por el valle delaPaz. El silencio había reinado en el
en cada viaje que hago en esa dirección me Y:1
esa sensaclon autobús durante tres horas, a pesar de que algunos, como era
sensación d. tátottto. Hubo un tiempo en que
que 1o hice mi caso,lleváramos toda la noche despiertos' En el río de la
resultaba desagradable al recordarme las veces

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Paz, nos bajamos del vehículo aletargados y deslumbrados directas sobre situaciones sociales y medioambientales que
por la luz. Como nos habían dado noventa minutos para tienen lugar en el país. Sin embargo, hay un problema, ya que
llenar e1 estómago y estirar las piernas, fui paseando hasta el Ia, nordicidales un concepto sureño, un intento de retener 1o

centro del pueblo y me tomé un buen desayuno en eI Rusty's incontenible, y los criterios que se utilizan para evaluarlo no
Diner. Solo estábamos la camarera y yo. Me trajo una mon- son realmente medidas de nordicidad la latitud, por
-salvo
taña de tortitas humeantes bañadas de sirope de arce que supuesto-, sino de frío, aislamiento, inaccesibilidad y desa-
comí ávidamente disfrutando de cada bocado.Ya casi estaba lr:úgo. En otras palabras, sirven para calcular si un lugar se
otravez en plena forma. corresponde con una idea preconcebida de 1o que debería
Cuando llegó la hora de reemprender el camino solo ser el norte, ejemplificado a través de las características del
quedábamos siete en el autobús. Llovía mucho mientras se- lugar más extraño del planeta, el Polo Norte. Así, Hamelin
guíamos avanzando por un paisaje cambiante. Aunque con- sostuvo que se había producido <<un 25 por ciento de des-
tinuábamos por las praderas, se apreciaba una explotación nordifcación en todo el norte [en el siglo pasado]r, como si
agrícola menos intensiva, las granjas eran más pequeñas y el norte fuera menos norte por el hecho de que cambie, se
las carreteras más irregulares. El espacio estaba diüdido de desarrolle o se caliente.
una manera más o menos equitativa entre camPos de gana- Sin embargo, desde dentro las cosas se aprecian de otro
do y forraje, y bosques caducifolios no muy frondosos. De modo. El norte es todo 1o que abarca. Es un lugar capaz
vez en cuando se veían vacas pastando entre los árboles. de transformarse y de ser plural, un lugar inconmensurable.
Este país cuenta con una multitud de líneas divisorias Entraña prejuicios, pero también 1o insospechado e inimagi-
y fronteras detrás de las cuales se encuentra el norte. Estas nable. Y, por encima de todo, para los que viven allí, el norte
fronteras entrañan un significado cultural y político, alavez es el hogar. Ni es un sitio remoto, ni aislado, ni lejano, es el
que geográfico, y se ha invertido mucho esfuerzo en iden- centro del mundo. En mi opinión,la misma arbitrariedadl
tificarlas. En un mapa se pueden dibujar una serie de de- del paralelo io,lafatta total de 1o que Hamelin denominói
marcaciones y límites entre el norte y el sur, o entre el norte releáancia natural es su gran ventaja, convirtiéndolo en un\
cercano y el norte lejano. Existe el límite arbóreo el sendero ideal por el que explorar el norte. El paralelo no es, \,
-donde por 1o tanto, una línea que mide algo cuantitativamente, ni i'
bosque boreal da paso a la tundra-, el límite meridional
una frontera entre ,rtt t rgut y otro. Él paralelo es, más bien,
I

del permafrost, el círculo polar ártico y el paralelo 6o. Pero


también pueden hacerse otro tipo de mediciones. Se ca-lcula algo completamente indefinido. Permite que exista una granl'
la temperatura,las precipitaciones,la accesibilidad o la den- variedad de nortes.
sidad de población y se asigna un nivel de nordicidad segÚn A media mañana solo se veían árboles abe-
-abedules,
una escala desarrollada en los años setenta por el geógrafo tos, álamos temblones, alerces tamarack, álamos balsámi-
Louis-Edmond Hamelin. cos- y un espacio estrecho a ambos lados de la carretera.
. Estos datos les son de utilidad a científicos, políticos y Del bosque iban emergiendo por doquier extensiones de
funcionarios. Permiten establecer comparaciones fiables y terreno pantanoso y alg"" lago, donde a menudo se veía en

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había quina y daba la sensación de que no_nos hubiéramos movido.
la orifa alguna madriguera de castor' Para entonces
y el día' e¡tala Parecíaque no existía nada, salvo el bosque.
á.iado d""11orr"r, el ciefo se había despejado
El autobús llegó al pueblo de Hay River, el final del tra-
;Hrd.;.; l^lír.observé los árbolás medio hipnotizado
de esta exten- yecto, a las cuatro de la tarde. En aquella estación sucia y
v me puse a pensar en 1o que habría más allá
lJ" í" u"óe. Ahí fu.r^,lejos de la imposición estilizada ái*inot* hacía un calor asfixiante, sobre todo después de
más' Este. in- venir en el autobús con el aire acondicionado puesto. Cuan-
de la carretéra, está el país ántero y mucho
menso bosque boreal, esta taiga co-n su.s ciénagas'
se extlen- do salió el microbús quince minutos más tarde, yo era el
continúa por único pasajero que iba a hacer el viaje de doscientos seten-
i" ,o, el nárte de Canadá y Alaska, después enlaztndo
ta kilómetros hácia el sureste parallegar a Fort Smith' En
Sib:;irt io, urut.. hasta [Lgar a Escandinavia'
el norte, las distancias son tan largas entre los pueblos que
toda la'ParÍe superior del pianeta' No es difícil
imaginar
en este bosque y caminar bajo tiene más sentido medirlas en horas que en kilómetros' F'n
;;";Jpodría .um"rgirs"hasta emerger en un lugar com- este caso era un viaje de tres horas sin paradas. El conductor,
1'^ ,ornbrá de sus árboles
del norte' Pero' claro' Andrew, insistió en que me sentara en Ia primera frla' paru
t;;t^'Ñr.. diferente, en otra parte
'
oletamente
lj" ir".r,o,1o -e' probable es que quien se ir haciéndome el tour turístico. Cuando salíamos me explicó
este lugar de que tenía sordera parcial y me pidió que le hablara claro y
adentrase en el bosque, a no ser que conociera
se perdiera áirerrdolo. Esta sordera también hacía que hablara de una
verdad, se desorieni^r^ d, inmáiato, después
manera muy insistente todo el tiempo, como si no se ñara de
y,urr., o después, acabaramuriendo' Aquí la naturaleza
es
y rebosa vid-a' que le entendiera bien.
í., pr.r"r,cia contradictoria' Es exuberante intromi-
pero se muestra arfieflLzante y hostil ante nuestras Emprendimos el trayecto con 1a clase de historias que yo
Como ya no no qo"ií, escuchar. Con idea de entretenerme, Andrew relató
siones. El bosque es la antíte'i' dt la carretera'
de camino al con todo lujo de detalles dos ataques de oso en la zona que
sabemos vivir en él,lo crtzamos rápidamente
siguiente claro. habían resultados mortales. La' primeru erala historia de un
hombre que se había estrellado con su coche-en esta misma
En la carretera había Poco tráfico' Cada diez
minutos
un camión' y cafietefai q"" después atrtio la atención del oso al quedarse
más o menos pasaba una éamion etl, o a veces
que luego des- tirado sangiando en el arcén. Fue demasiado tarde cuando
en una ocasión vi un autobús escolar amarillo
1o encontraron, a medio devorar. El segundo ataque 1o sufrió
,f"r..iO. Las horas Pasaron y la mañana d9jó.pa¡g a.la1arde'
una pareja de Hay River que había acampado junto aI Gran
Nos detuvi*o, p-, uh^o'áu' en el pueblo de High f'evel'
de co- Lago del Esclavo. Ni que decir tiene que nunca regresaron
.or, ,,.r fi1a horrible de moteles, barei y restaurantes
*ida rapida, y después en 1á gasolinera plagada. de insectos , .áru. Parece que por aquí había muchos osos. De hecho,la
ultima vez quLe Andrew hizo este recorrido üo a seis entre
de h aláea dá lttdir" Cabins' A las dos y
media cruzamos
6o y la frontera de los Territorios de1 Noroeste' los dos p,r.blor. Intenté mostraf interés sin parecer, asustado,
"if"tAa"
ioio q,redabaÁos tres pasajeros' n|9aisa:1 pxecía idéntico pero no era fácil. Estaba pensando en la tiendecita de camPa-
una es- n, q,r" llevaba en la mochila enlaque pensaba dormir'
kilOmitro tras kilómetio, nada cambiaba' Doblamos

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:3§í:.11
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realidad, reconozco que me Pone un poco nervioso no que vn vez poblaron las Grandes Llanuras a millones y
-En
1o de los osos que casi llegan a extinguirse por culpa de tt cazt.
-admití. La mayor parte del viaje entre Hay River y Fort Smith
Andrew se giró, porque no sabía si hablaba en serio o
estaba de broma. la hicimos atravesando el Parque Nacional del Búfalo de los
va! No estés nervioso dijo al darse cuenta Bosques, Patrimonio de la Humanidad de la uNpsco. Con
-¡Qré
de que iba en serio-.
-me
No te va. a pasz;r nada. una extensión de 44 BoT km2, es la segunda zona Protegida
más grande del mundo, tras el parque nacional del noreste
Aunque la seguridad con la que 1o dijo no me ofrecía su-
de Groenlandia. El parque nacional se creó efl rg22 para
ficiente garantía, me tranquilizó stber que los de esta zona
ayudar a proteger a una de las ultimas manadas salvajes de
eran osos negros y no pardos. El oso negro es más pequeño,
búfalos de los bosques que existía y, hoy en día, quedan unos
menos agresivo, más fácil de ahuyentary,etgeneral, un tipo
cinco mil en la zona. Como les ocurre a muchos animales
de oso menos peligroso. Y aunque de vez en cuando mate
grandes, ei bisonte parece lastrado por su propio peso y se
gente era menos corriente de 1o que las historias de Andrew
desplaza más despacio que otras criaturas. Se movían con
me habían hecho creer. Como decía é1, seguramente no me
pesrdezpor los bordes de la carretera o la crozabansin prisa,
iba a pasar nada.
aparentemente ajenos al vehículo que se encontraba entre
Cuando Andrew pisó el freno, estaba en mitad de una ellos.IJna densa nube de moscas merodeaba por sus lomos
frase y en mitad del bocadillo. y sus cabezas, un enjambre nauseabundo, pero hasta cuando
señalando hacia delante. sacudían sus colas cortas para aplastarlas 1o hacían a cámzra.
-Bisontes -escupió, lenta. A pesar de que en la siguiente hora ümos otros treinta
Era imposible no verlos. Había un grupo de seis ejem-
plares, algunos en pie, otros revolcándose en el polvo junto a o cuarenta bisontes, a veces en grupo y a veces solos, en cada
la canetera. Eran unas criaturas enormes, indiferentes a que ocasión resultaban increíbles. Entonces, de pronto, apareció
redujéramos la velocidad hasta casi detenernos a pocos me- algo diferente.
tros de ellas. Eran unas bestias extrañas, por detrás parecían Una mancha negra junto a la carretera, a unos cien me-
ganado, pero la parte delantera.yla cabeza. daban la impre- tros. Una figura del tamaño de una roca que cobró vida al
sión de tratarse de un animal totalmente diferente: inmenso, aproximarnos. IJna figura que levantó la cabeza,desplegó las
oscuro, peludo, con barbas y cuernos. Parecían vestigios de extremidades y se convirtió en un oso. Esta vezftúyo el que
épocas pasadas. Los adultos medían casi dos metros hasta avisó a Andrew. El oso se puso en pie y observó el vehículo
sus hombros encorvados y los machos más grandes podían mientras reducíamos la marcha. No era muy grande, quizi
llegar a pesar una tonelada. Los más jóvenes tenían un Pe- tuviera un año o dos, pero parecía seguro de sí mismo y se
laje más claro y se parecían bastante a los terneros de las va- quedó quieto bastante rato, sin moverse hasta que estuümos
cas. Estos bisontes de montaña o búfalos de los bosques son casi a su lado. Nos miró detenidamente, como si estuviera
los mamíferos terrestres más grandes de América del Norte. calculando la amenaza, y nosotros 1o miramos a é1, seguros
Conforman una de las dos subespecies de bisonte america- dentro de nuestra caja de metal y cristal. Sin embargo, en el

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la vuelta las actuales proüncias de Alberta y de Saskatchewan- por
preciso instante en que nos detuvimos, el oso se dio
en el bosque' Continuamos en silencio' el río de los Esclavos hasta el Gran Lago del Esclavo, conti-
i, se adentró sin prisa
nuando después por otro río más largó hasta el océano Á¡-
Andrew me dejó en el camping qrtefua;bía a la entrada de
tico, abrió 1o que se convertiría en una de las mayores rutas
Fort Smith. No se veía a tuái.' Deambulé entre los espi- comerciales de Canadá. El segundo río, al que bautizó como
cubierto
gados pinos de Jack en busca de un lugar llano y-a
y en río Decepción cuando llegó alfinal, ahora se 1lama Macken-
,
áorrd" .o1o , i^tienda. Después, con mucho esfuerzo
zre y es el más largo de todos los que fluyen íntegramente
medio de algun arranque de rabia y frustración,la monté y
sí com- por territorio canadiense.
clavé las piq:uetas en ál suelo. Una t^rea y^ de por
y Aquella ruta hasta elÁrtico tendría una importancia ca-
plicada, Áet ¿if.l aún por 1os mosquitos el cansancio'
il4" ,".q.ré el cuello y la cara, cerca de sufrir alucinaciones pital en los dos siglos siguientes, al convertirse en un medio
fiable para que los misioneros y comerciantes que recorrían
.., .1 .io, de la tardá. Estaba débily mareado, y me dolían
los ojos ú. tratar de concentrarme' No había dormido en la región pudieran llegar a las comunidades del norte. La
gran ventaja de esta ruta en particular consistía en su senci-
.u.i J.rur.rrta y ocho horas. Lafatigame invadió cuando me
11ez.F,n los z 5oo kilómetros que separan el lago Athabasca
arrastré de.ttá de la tienda y me tumbé con la cabeza
sobre
del Artico, solo había que salvar un obstáculo en 1o relativo
la chaqueta. Una leve náusea se apoderó de todo mi cuerpo'
al transporte. Hacia la mitad del río de los Esclavos, jus-
p"ro d"r"pareció en un suspiro' Me sentí completamente
.o1o, p..o demasiado cansado para experimentar tan- to donde crtza el paralelo 6o, cuatro enormes tramos de
"staba rápidos agitan el agua hasta convertirla en un oleaje des-
ta soledad. Durante un instante también me sentí exultante
controlado de espuma blanca y marrón. La combinación
de estar ellí en el bosque. Y entonces me quedé dormido'
de olas altas, hoyos profundos y rocas ocultas provoca que
sea imposible recorrer en barco gran parte de este tramo de
Los
Siempre ha sido complicado desplazarse Por este país' veintisiete kilómetros.
borqr", densos, los terrenos Pantanosos, las temperaturas Hoy en día, algunos de estos rápidos proporcionan unas
extrámas y los insectos hostiles hicieron que los- primeros
a in- de las aguas más desafiantes y emocionantes para piragüistas
exploradores euroPeos vieran retrasado su viaje debido
y kayakistas, pero en el pasado los viajeros tenían que hacer
numerables peligros. Históricamente,la forma más conve-
todo 1o posible para evitar el peligro,lo que implicaba aban-
niente de via¡arionsistía en abandonat la tieua y meterse donar el río. Antes de que los primeros europeos llegaran a
.., ugrru. io, lugo, y los ríos,han sido durante mucho este lugar, existía una serie de rutas para portear las canoas,
tiempo las autopisás del norte, donde se podía ir remando
"1
que se fueron mejorando progresivamente a medida que
.rr',rá.rro y en tiineo o caminando en invierno' En r78g'el la gente hacía el viaje con más frecuencia. A principios del
exploradoi escocés Alexander Mackenzie estaba buscando siglo xrx, cuando ya se utilizaban unas embarcaciones de
uá ruta por el norte para llegar al océano Pacífico' pero mayor tamaño, también había que transportarlas por tierra
se encontió con algo muy diferente' AI subir hacia
el norte
á".d" ellago Athaiasca l"n la parte más septentrional de
con esfuerzos ímprobos. Este caso se daba sobre todo en

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de la mercan- Desde la zora de acampada hasta el pueblo solo había un
los rápidos Mountain, donde el transporte paseo por la carretera. Soplaba un aire caliente y se oía el
cía suionía un ascenso escarpado de
vcintitrés metros y una
Aunque se zumbido de los insectos, así que me mantuve cerca de la
b"iud, igual de pronunciadi p^t^ volver al río' sombra del bosque, ocultándome del sol. Durante mi ca-
;yi;fu; de un cabrestante para transPortarlo' noelera una
minata solo vi pasar un vehículo, una vieja camioneta gris
tárea sencilla. Los viajeros ná tenían
otra opción' río era
tenido la tenta- que se dirigía hacia el oeste, al aeropuerto. Aparte de eso, no
demasiado traicionerá. Y si alguno hubiera había tráfico alguno.
había un recor-
ción de arriesgarse a continuar por ef agua'
Las primeras casas del pueblo eran grandes y se encontra-
lrari. constínte del peligro pótencial que entrañaba' por- ban algo alejadas de la carretera, deümitadas por alambradas
que hoy se conocen
oue debaio de los t,.t i"rnot de rápidos
cuarto tramo o vailas de madera. La calle era ancha y estaba bordeada
á*o Cassette, Pelican y Mountain' -haY un
de 1os Ahogados' por polvo y gtlvl, con cunetas pronunciadas a ambos lados
que ya por entonc., '" i"*uba rápidos
tras un accidente y una a.ceÍa amarillenta. Algunos de los jardines parecían
Este nombre, que se le concedió en t786
vida' servía tanto para descuidados, pero no abandonados del todo, y el aire olía. a,
en el que cinco hombres perdieron la
pinos, a flores y ala tierra de principios de verano. Cuando
;;;;;*"rar a los falleciáos como para tdvertir a los demás' pasé por delante de una casa, dos perritos salieron corriendo
de Hud-
A finales del siglo xrx,la Compañía de la Bahía desde la parte de atrás para ladrarme con furia, pero ningu-
ribera oeste del
,or, .r.ó dos mod"estos asentamientos en la no se atrevió a escapar por la verja abierta.
En los
;i;;";. en cada extremo de la ruta de transporte' que ahora No llevaba mapa y no tenía ni idea de adónde iba. No
rápidos Cassette se encontraba Smith's
Landing'
a los rápi- tenía pianes, más allá de los que había hecho mi estómago
;tF*; Fit g.rrld, y en un acantil-ado que- daba era del para desayunar. Continué por la calle McDougal con la idea
á". á. r", ,ft oguáát estaba Fort Smith' LJna nueva de que me toparía con el centro del puebtro, y más o menos
en la década de
transporte, máJsimpli frctdz',dio comienzo
único tramo así fue. El centro consistía en un cruce entre las calles
r88o al conseguir reducir e1 transporte a un
de vapor comenzaron McDougal y Breynat, con la farmacia Wully err una esqui-
de veintisiete filómetros y los barcos
u fu.r.ior*. a ambos lados de los rápidos'
El país üvió una na, 1a catedral de Saint Joseph, y varios bancos de madera en

cambió para siempre' Fi norte y^ era' accesibte


los que sentarse a ver pasar el tráfico. Cerca de esta intersec-
ilñ;t era la puerta ción se agolpaban una biblioteca, dos supermercados y una
p'rr, .rrd[rriera que quisiera iiallí y Fort Smith
de tienda que vendía fl.ores, bombones y café. En el césped de la
á" El pueblo creció depriia' Se crearon empresas
"n*^4". que abundaban las ofertas catedral se alineaban ordenados unos árboles y unas macetas
transporte Pronto Prosperaron-y
tipo de empleos' En rgzr extravagantes colgaban de las farolas como si fueran cere-
á" ,ráUr¡o d. *rrro d. ábt"y otro
zas. Sin pensarlo, giré a la derecha por la avenida Portage y
.. frubi, como centio administrativo de los Territo-
"rigido después entré a la gasolinera Kellyt a comer y beber algo.
rios del Noroeste.
En cuanto me senté al sol con mi zumo y mi bocadillo, no
tardaron en unirse a mí un grupo de avispas hambrientas.

B9
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Prácticamente todo el pueblo está comprimido en una Y otros evocan lugares que nada tienen que ver
deigada franja de tierra entre el úo y la Áutopista 5.En con este,
como Primrose Lane, que significa .l ,.nd".. d.
Smith, como 1o llaman los lugareños, viven alrededor de il pi;_
mulas y que parece r".ráo de un cuento infantil
de Beatrix
dos mil quinientas personas, pero al estar tan aislado pare- Potter,-pero que aquí se 1o han puesto a un accidentado
ca_
ce más grande. Cuenta con la infraestrucfltra que corres- m1no, de grava que conduce al bosque hasta un
pondería a una ciudad. Tiene colegio, instituto y univer-
*orroÁ.rrio
talTado enrre los árboles y dedicaáo a Edward Mr;.irr,
sidad, un centro de ocio y un club de golf,, un periódico mejor leñador del norrer. ";
local, varios sitios para comer, unos cuantos barei, algunas
Más tarde regresé al cruce entre Breynat y McDougal
iglesias y un museo, pero todavía hay pocos turistas a prin- y
me senté en uno b., bancos , ,r", p"r^, tá, .och", h,
cipios de verano. 9"
camionetas. Eran las cinco y algo y se apreciaba
]
El pueblo también levemlnte
se caracteriza por una hospitalidad el ajetreo de la vuelta , .rrr. Háciándo caso omiso
cautivadora. La gente me sonreía y me saludaba aL pasar. aJ tráfi-
co, los.cue:vo: se pavoneaban con una arrogancia
Si me crttzaba con ellos por segunde-vezrme ofrecían otra inquieta
por el borde de la carretera, llamándose unos a otros
sonrisa y asentían al reconocerme. de la
acera a) poste de terégrafos y de ahí ar tejado
de la catedral.
El aire estaba cargado y húmedo mientras paseaba por las De la carretera llegó una brisa que trajo consigo polvo
v
calles y se escuchó un leve trueno procedenti de una nube aire fresco, arrastrando el atardecer tras"de si.
M? d';; ;
negra al oeste. Empezó alloviznar,pero la acera se secaba escuchar un rato más, prestando atención a aquel
ruido de
en cuanto las gotas tocaban el suelo. A primeras horas de la fondo tpagado que flotába en el aire como una neblina.Tfas
tarde me dieron un mapa en la oficina del parque nacional l3s.apremiantes graznidos de los cuervos y tras
los sonidos
y continué caminando rodeando el centro para explorar las de la calle, se oía un susurro suave sobre .1
qrr. ,. .rigí;; l;;
afueras del pueblo. A mediados del siglo xx, en un momen- demás ruidos. Aquel susurro era el río.
to poco inspirado, les pusieron unos nombres a las calles A comienzos de1 siglo xx, F.ort Smith seguía estando
de tr'ort_Smith que no solo forzabanla idoneidad cultural y muy lejos de la cívlización. En Ia parte occidental
geográfica, sino que también demostraban un inexplicable de ca-
nadá,la fiebre del oro de Klondike áio l rg,
a una afluencia
gusto por la aliteración. Antes casi ninguna calle tená nom- masiva de gente. ElTerritorio del yukón
ya estaba conecta_
bre y para los vecinos es como si la mayoría de ellas siguiera do con el resto del mundo gracias al ferrocarril,
al telegraá
sin tenerlo. Sin embargo ahora, al menos oficialmente, al y a los intercambior .o*.r.Iales, pero los avances
final de la calle McDougal se encuentra la avenida Woo- no habían
llegado a todos los aspectos de la üda y los
dbison, ia calle Wilderness, la calle Whipoorwill y la calle
trampe;;i;;
comerciantes y los misioneros eran prátticamentá
Weasel, y en el otro extremo están la callé Park, la calle pa- los úni_
cos habitantes no nativos que vivíanL
ás aJráde ros sesenta
ddle,la avenida Portage y las calles Pickerel, Poppy, pine y años. No obstante, las cosas estaban
empezando a cambiar
Polar. Algunos nombres son asquerosamente .,ririr, como y en las décadas siguientes er ritmo de desarrollo
se aceleró.
Teepee Trail, que iiteralmente significa el camino de Tipi. wad,a vez se transportaban mayores
cantidades de comida,

90
91
i
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i[U!tJIr,!
+5 i''

:'::::.| :

:1..,

y maquinaria Por la ruta entre Fort Fil.:zgerald nos üenen para escapar del ritmo frenético del sur, otros
mercancías
para encontrar trrbrjo o calma. Algunos solo se quedan una
y Fort Smiá, sobie todo áespués del hallazgo de petróleo
We1ls ei rg2o, de uranio en Port Radium en
a.i
temporada, otros nunca se marchan. No obstante, todos
,

L, Nor*rn .11

ellos traen al norte una querencia por el cambio. Contri-


rg3o y de oro en Yellowknife en tg34 La suerte de Fort
buyen a crear Ia sensación de que se trata de un lugar aún
S-itf, estaba estrechamente ligada a la de los Territorios
incompleto, de un lugar en ciernes.
del Noroeste y cuando el ejército estadounidense llegó al
pueblo, a prináipios de la década de los cuarenta, se estaban Uno de esos inmigrantes es Ib Kristensen, que lleva más
produciendo grándes cambios por todo el norte' de cuarenta años en Fort Smith. Una tarde cálida me senté
con é1 delante de North of 6o Books en la avenida Portage,
Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se
la librería y cafeteríaque su mujer Lillian y él habían abierto
hizo cargo de la constnrcción de dos importantes Proyectos
en rg\S.Tomamos caféy observamos como su Perro Pastor
.., Crrráá. El primero fue la denominada Autopista AIas-
ka, que pasaba por la Columbia Británica y el Yukón y que
coría a saludar a crda c]iente que llegaba a la tienda. Unas
en nubes deshilachadas viajaban sobre nuestras cabezas, dibu-
el ejárciio completó con enofme esfuerzo en ocho meses
una üstancia jando unas finas sombras sobre la hierba que nos rodeaba.
,.gjz. Se trataÉa de una carretera que cubría
dL', a5r kilómetros por una parte del país que pocos ha- Ib, con ei pelo y labarba. blanca bien recortados y las gafas
cómodamente posadas sobre el rostro, se reclinó en el asien-
bían llegado a visitar y que proporcionó por primera ve7' un
.rríu lerristre. El segundo proyecto fue- to. Sonreía mientras me hablaba de la mitad de su vida que
acceso á norte pot
había pasado en este pueblo.
ron el oleoducto y la carretera canol (Canadian oi1) entre
Norman We1ls y Whitehorse. Los suministros y el eqüpo
:Iuve mucha suerte de encontrar este lugar dijo.
-me
tenían que Pasar por Fort Smith, por 1o que el incremento En el invierno de ry59,tras un viaje tempestuoso por el
del tr¿fiio requiriá que se modernizara aquel camino p.ara.el Adántico,Ib y Lillian llegaron a Halifax, en Nueva Escocia.
transporte que satíaáe Fort Fitzgerald, algo que hizg el.ejér- Tenían cuatrocientos dólares en el bolsillo y no hablaban ni
cito. É1proy..to también necesitó una carretera de invierno una palabra de inglés. Al recordar cómo se sintió aquel día
hasta el puáblo d. Hay River, en 1a oriila sur del Gran Lago frío, hace más de cincuenta años,Ib meneó la cabeza.
del Esclavo. Estos proyectos, junto con las bases aéreas que pudimos acabar aquí? rio.
el ejército construyó en Fort Smith y en otros lugares, trans- -¿Cómo -se
Pocos meses antes,la pareja había entrado en una oficina
for*a.on el norte para siempre. Esta zona nunca volvería a de turismo del Gobierno de Canadá y se habían sentado a
estar tan aislada dál resto del país. T[as la Segunda Guerra
ver una película sobre Vancouver. Habían tomado la deci-
Mundial se produjo un incremento demográfico repentino' sión de marcharse de Europa, pero aún no habían concre-
El norte de canadá está entfetejido por las historias de tado adónde.
aquellas personas que han elegido dejar el sur atrás' Un por- :Ienía la sensación de que me faltaba espacio en Dina-
.ütr¡" áonsiderable de la población no indígena nació en marca explicó Ib.
otros lugares y trae consigo una plétora de historias'Algu- -me

93
92
En aquella cinta vieron un lugar con más espacio del que ry67,elGobierno canadiense designó una capital oficial de
los Territorios del Noroeste y, ?0r suerte, según decía Ib, le
cualquieia pudiera necesitar o llegar a imaginar' La pateia
tocó a Yellowknife. Aunque aún quedaban y quedan algunos
gestionó el permiso de emigración aquella misma tarde'
puestos de trabajo gubernamentales,la atención se centró en
De Haiifax,los Kristensens viajaron en tren hacia el oeste
otro lugar y desaparecieron las responsabilidades del pue-
atravesando las inmensas entrañas del país. Se desplazaron
blo. Prácticamente de la noche a la mañana pasó de ser una
desde la costa del Atlántico a la del Pacífico,llegando a Van-
bulliciosa puerta aI norte a un lugar sin propósito a-lguno
couver, donde establecerían su hogar los ocho años siguien-
al final de un largo camino de tierra. Lo lógico habría sido
tes. Ib era encuadernador y tipógrafo y Lillian era tejedora,
que ia vida del pueblo terminara en ese momento, Pero no
y ambos encontraron trabajo en la ciudad' Sin embargo, más
fue así.
ádelante, el trabajo de Ib 1o llevaría de vuelta al este, a la
Universidad McGill de Montreal. Allí, el matrimonio y sus
Ib Kristensen y^ está mayor. Habla despacio, con la se-
dos hijos vivió a finales de la década de los sesenta, Pero no
renidad de alguien que ha pensado tranquilamente antes de
hablar. A menudo esboza una amplia sonrisa,llena de una
fue .r.ra época demasiado fehz.Elnacionalismo quebequés
calidezgenerosa y sincera,y habla de este pueblo como si no
iba en aumento,lo que produjo que hubiera una mayor pre-
se imaginara en otro lugar. Me dijo que había un lugar para
sencia militar en la ciudad-
cada persona y este era el suyo.
crecí durante 1a guerra Ib-' No quería vol-
-Yo -d,jo Al Lillian Kristensen en zoo6,Ib decidió jubilar-
fallecer
ver a ver un uniforme en la vida.
se y vender la librería North of 6o Books. Se encontró allí
Así que la pareja puso la mirada en el norte' Buscaban un
conmigo como un cliente más, si bien el propietario actual
lugar dánd" p"dilru" vivir juntos como una familia y for-
1o recibió con un abraizo- Sentados allí fuera, charlando,Ib
már parte de on, comunidad, así que el rg7r se decidieron
rememoró la libertad y el potencial que encontró en la 1o-
po, Éo., Smith. Compraron una casa hecha con troncos de calidad a principios de los setenta, cuando el futuro de Fort
*ud.r, por quinientoi dólares y el terreno en el que estaba Smith no estaba muy claro. Los que formab¿n parte de este
por mil.Ib se formó como carpintero y se construyeron un
pueblo sintieron la responsabilidad de crear el lugar en el
hogar.
que querían vivir, moldeando la comunidad y mejorándola.
En la época en la que llegaron los Kristensens,la loca- Y ese sentimiento de lugar inacabado y repleto de posibili-
lidad de Fórt Smith ya se había convertido en una víctima dades todwía sigue vigente.
del desarrollo del norte, o en su beneficiaria, según se mire'
lugar como este ofrece sin duda grandes oportuni-
En los años sesenta había abandonado de golpe sus antiguas -Un Ib-. Si hay algo que quieras hacer y no
dades
funciones de capital de facto y de entrada a los Territorios -comentó
se le ha ocurrido a nadie más, adelante. Si 1o que buscas es
del Noroeste. Y es que a principios de esa década habían
esa libertad, aquí sigue existiendo.
construido una carretera y una línea de ferrocarril que unía
Edmonton con Hay River, rodeando Fort Smith y, Por tan- Cuando la ruta de transporte paralela al río de los Es-
clavos ya no era necesaria, todo cambió. Este pueblo dejó
to, haciendo innecesaria la ruta de transporte' Después, en

95
94
.," i

de ser un punto clave en el camino hacia el norte y dejó de Allí donde los factores económicos 1o permiten,las co-
ser prioritário en 1o relativo al desarrollo de infraestructuras. munidades se ven fortalecidas por su aislamiento. En las
LaJ miradas se centraron en ese momento en Hay River, Shedand, islas pequeñas como Fetlar,las Skerries Exteriores
Yellowknife yWhitehorse.Y el pueblo también se despidió y la isla de Fair han mantenido un sentimiento de unidad
del río y de ú afluencia de personas y del dinero que 1o había hasta en momentos en que han tenido que luchar contra la
reütalizado. Fort Smith se había replegado en sí mismo y se despoblación,la pérdida del trabajo y otros desafíos. Esto se
había convertido' utilizando las palabras del escritor Wen- debe en parte a que las islas siempre son su propio centro,
deil Berry en (<su propio centro de atención».Tiempo atrás pero también es una cuestión de puro pragmatismo. En este
había sido el punto de encuentro transitorio de los Provee- tipo de lugares, e1 reconocimiento de la importancia de la
dores de servicios de la ruta de transporte al norte' AI igual comunidad no es opcional. Cualquier otro modo de vida
que una ciudad dormitorio, su centro se encontraba siempre resultaría perjudicial. El aislamiento revela la vulnerabilidad
en otra pzrte. Sin embargo, ahora es distinto. Actualmente, de un lugar y deja claro la dependencia absoluta que la gente
Fort Smith tiene 1o más preciado: una comunidad que se tiene entre sí.
acepta y se valora tal y como es. Su mirada introspectiva y su Fort Smith también es una isla, aunque no esté rodeada I
preócupación por 1o local demanda y refterza un reconoci- de agua, sino de un océano de árboles. Y no cabe duda de I

miento sincero a la interdependencia. Este reconocimiento que se encuentra aislada. Hay River es la población de cierto i
'
es crucial para el carácter del lugar. tamaño más próxima, pero un viaje de ida y vuelta de más de
) Vi.ri-os en una era de mucha desunión y alienación, en quinientos kilómetros resulta, afortunadamente, demasiado
ser una alternativa viable o largo pa;.t desplazarse a diario al trabajo o pata ir de com-
\ lu qr. las redes sociales fingen
son más que una pras con regularidad. Exceptuando a los que tienen empleos
i un sustituto de la comunidad, cuando no
recíproca de las bien remunerados en las minas de diamante de Yellowknife
\prrodi" de ella. Reconocer la dependencia y vuelan hasta allí, los habitantes de Fort Smith suelen que-
;personas que comparten un lugar es el acto
comunitario
)-furrdam"nirt. Hoy en día, es un acto radical, una impii- darse en el pueblo y en las aldeas vecinas de Fort Fitzgerald
cación deliberada y voluntariosa que ignora los cantos de y Salt River. Por este motivo,la comunidad que se ha forjado
sirena de la libertad solitaria. Desde mi punto de vista,los aquí se parece mucho a la de una isla pequeña. Los veci- f
lugares donde aún predomina este modo de vida son lu- nos reconocen que están en deuda unos con otros, pero estei
g"t.t qrr" alimentan la esperanza. No la esperanza de que endeudamiento no supone una carga. También se da una\
irrrroLriiot emos e intentemos vivir como nuestros abuelos, especie de equilibrio en el que apenas se aprecia la división
sino la espetar:za. de que 1o'que se ha visto menoscabado social en el pueblo y la relación entre los canadienses <<eu-
en el sigló pasado,la sabiduríayla cercanía de la üda en ropeos>> y los indígenas suele ser buena. La población está

co-,rtidud, t o t" haya perdido por completo. Fort Smith mezclada de una manera bastante uniforme.IJn tercio son
es uno de esos lugares, principalmente Por motivos geo- -de..rlqg,
una tribu de 1as Naciones Originarias de Canadá del
gráficos. grupÜd.lengua atapascana. Otro tercio son métis,un grupo

96 97
étnico mestizo descendiente de las uniones entre
euroPeos gritos de una esquina a otra,partida tras partida, intentando
y miembros de las Naciones Originarias' Y el ultimo tercio escucharnos por encima de todo eI ruido que había fuera.
abtaza¡
está compuesto por blancos' Entie los que deciden
Pasaron más de dos horas hasta que la tormenta amainó 1o
las limitaciorre. á"1 aislamiento geográfico y
quedarse' surge bastante como para que me atreviera a salir a la calle.
que
inevitablemente una conexión con el aquí,tnaconexión Más tarde, cuando aclarí el cielo, caminé hasta el pro-
puede tornarse en un compromiso más amplio
y más pro- montorio que daba al úo. Desde el banco se veían los r,ípi-
'furrdo. reman
Estas comunidades nunca son perfectas' Pero dos de los Ahogados y las manchas blancas que dibujaban
en la dirección correcta. los pelícanos en el agua. Dejé que mis ojos sé rehjarán en
aquel paisaje, disfrutando de la distancia. Casi siempre he
vez más vivido en casas que daban al mar. En Fort Smith, cárcado
Era justo después de comer' Hacía un calor cada
una ad- por los bosques, me sentía medio ciego, y este enclave me
p"gJ¡o.o y ugobirrrre. Sobre ei bosque refunfuñaba
regaló 1o más parecido al horizonte que encontré. Me ima-
i.ñ"r.iu"roábriu y todo permaneció en silencio durante giné el a^gua apresurándose hacia el Á¡tico. Ante los ojos
un instante. Se hizo una Pausa como cuando se contiene
como si emergiera de Fort Smith habían pasado océanos enteros. Los denes
1a respiración y después 1a presión lbió
un tornlque- llaman a esta zona Tltebacha, que signlfrcajunto a los nipidos.
del mismo suelo. El aire nos comprimía como
unas primeras El río ha determinado la historia de este lugar.
te. Y entonces estalló la tormenta' Cayeron
gotas gordas como un martilleo, después como
un rugido' Esa noche me costó meterme en la tienda.Tenía los bra-
E*ft.iaiendola apuietzzos con el polvo a ambos lados del zos enrojecidos y con erupciones, me había quemado y me
A continuáción sobrevit o il t*..to, irrumpiendo habían picado, parecía que hubiera contraído una enfeime-
^rfulto. cortinas
enfurecido por el pueblo. La lluvia caía en grandes dad repugnante. No obstante,los insectos ya se habían des-
que
entrecortad^as, agujereadas Por los rayos' Las
cunetas' vanecido yhacía una noche fresca y tranquila. Los pinos de
antes me habían pLecido excesivamente profundas'
estaban Jack que rodeaban la zona de acampada susurrab"r, y .rrr-
era agua' jían, como si no quisieran que los oyeran, a pesar de que su
a rebosar al cabo de pocos minutos'Todo
olor dulce y afilado inundara el aire. Cuanias más ntches
Huí hasta la iglesia de San Isidoro, que forma parte del
reconstru- pasaba en la tienda, más consciente era del terreno sobre el
Parque l{istórico de 1as Misiones, donde están
cató- que dormía. No tenía esterilla y, aunque las primeras noches
y.rráo o restaurando los edificios de los misioneros
'li.or. no me había dado ni cuenta, ahora conocía cada raíz,piña o
Cr".ión el martilleo de la lluvia y enseguida empezó
ramita que tenía bajo el cuerpo. Notaba cómo se me clava-
a colarse por el tejado y p.or la puerta' Aquel cielo
negro
ban cada una de sus formas.
hinchado estalló ,rt, erupción de gtanizo' El ruido'era
"., por 1a sala, entreteniéndome con los La tormenta se desató de nuevo a las once y media de
atronador. Deambulé
carteles explicativo., ,rrl,odeuttdo, hasta que la chica
q:" la noche, cuando lafalta dehn me obligó a dejar de leer.
li-
la vieja
bía detrás áel mostrador me invitó a jtgar al biliar en Varios estruendos lejanos se iban aproximando y sonando
a con una mayor frecuencia y, de pronto,la tienda se iluminó.
mesa que había en el centro de la iglesia' Nos hablábamos

98 99
Conté los segundos. IJno, dos, tres, cuatro" ' Pasaron doce do nos conocimos, acababa de regresar de Noruega, donde
segundos hala que otro chasquido y un largo estellido 1o habían invitado a dar una charla a los accionistas de sta-
11e-

,rri* aire. Aquellas primeras gotas se convirtieron en un toil,u.n1de las empresas que e4plota las arenas de alquitrán
diluvio qo" arrñ"b cinfrercra las paredes de la tienda' Me
"1 de Athabasca, al norte de Alberia. El discurso que dio aquel
^ y no
senté y m" us"guré de que todo estaba bien amarrado día en Stavanger comenzaba así: <..Lo qu" hagi, .orr...r-
boca arriba y esperé' Otro tro dinero es asunto vuestro. Pero si empezáil a gastarlo en
-" *á;"rír. Eiton.e. me tumbé mi territorio [de una manera] que alteia y destruye nues_
fogonaro.Ocho segundos. Y otro' Cinco segundos'
tro modo de vida, nuestra civ'ú,,ación, entonces también se
El Parque Nacional del Búfalo de los Bosques estaba en
Los rayos convierte en asunto mío».
aTerta ro;a debido a un largo período de sequía'
podrían provocar un incendio en el bosque facilmente. La Paulette tiene una figura imponente e intimidante. Mide
mañana ánterior se veía en el cielo un humo azul grisáceo alrededor de un metro noventa,lleva elpelo cano ylargo re-
procedente de algun incendio en el Parque' Había h:liciq- cogido en una coleta y luce un bigote fino en un rostro am-
't.ro, ,obr.'oohnáo la zo.,ay personas en las torres de ügi- plio y de facciones duras. cuando entra en una habitación,
lancia. La lluvia en la iona aullaba sin cesar. cerré los ojos, enseguida es el centro de todas las miradas. Todo el mundo
intentand'o dejar que me inundara aquel sonido' Y no sé acude a saludarlo. É1b, da la mano,les hace pr.grram y r.
cómo, me dormí. acuerda de sus nombres, como un perfecto hombr" d. Ertádo.

Lahny elfrío me despertaron a las seis de la mañana' cuando una tarde nos sentamos en un restaurante casi
Estaba a punto de congelarme y sentía unos fuertes escalo- vacíorFrangois hablaba despacio y con un fuerte acento. Ha_
fríos. Me eché más ropa encimay me acurruqué, tratando de cía wa pausa entre frasesr Que á. veces duraba mucho. Sin
entrar en calor. El sueRo se coló sigilosamente en la tienda embargo, no estaba esperando que le respondiera ni que re-
seguido de cerca Por una mañana clany luminosa donde no llenara los silencios de aquellos intervalos. Más bien estaba
qu-edaba ni rastro de la violencia de la noche' hablando al ritmo adecuado. Estaba poniendo minuciosa-
mente en orden sus ideas.

blancos han perdido su vínculo con la tierra -me cultura dene se basa en nuestro vínculo con la tierra
-Los -La Se trata de una relación espiritual. Es emocio_
contó Frangois Paulette-. Seguramente 1o tuvieron Porque -afirmó-.
nal, mental y ftsica. La tiena es sagrada y existen ceremonias
si no no hatrían sobreviüdo miles de años. Pero ahora solo i

para todo. Si cojo una planta del bosque, debo dejar tabaco'
piensan en el dinero. Lo único que les importa es elünero'
como agradecimiento. Si navego por el río, tengo que dar las,
Me miró seriamente y siguió comiendo' Paulette fug un gracias al río.
antiguo jefe de 1a Nacién Originaria- de Smith's Landing'
Esta insistencia en la gratitud ylareparación es diferente
Et ..i" ,ri.irrro influyente y respetado de la tribu dene suliné' i
de la de los
que actualmente emplea la mayor parte del tiempo T dt-
inuits en Groenlandia. se Lentra en la recipro-
i
cidad y en el vínculo entre las personas y el lugar.-f¡:" f"e
fender los derechos territoriales y el medioambiente. cuan- ;

&I§t, h ri._Í319 g_:.q! recursg,, es una pi...rr.ü; .;a*á ,

".
too 101
gidos y los alumnos que vivieron allí recibieron millones de
distinto de la comunidad, sino que es Parte de ella' Frangois
construir una f,br*r .o-o compensación. El legado que dejó esta red de
se mostró categórico al contarme que q-uerían
idea que ya internados es ñÍoz. Los colegios consiguieron su objetivo
presa hidroeléclrica en el río de los Esclavos, una
'surgió muy de separar a los niños nativos de sus comunidades, Pe_ro no
a finales de los setenta y que aún hol s9 antojaba
poá probuble. Al restringir la corriente del río e inundar tuvieion tanto éxito en el proceso de asimilación. Cuan-
do completaban sus estudios en el internado, a estos chi-
io, t"*erros circundantes, algunos de los cuales pertenecían
cos les resultaba imposible integrarse en su comunidad y
a los denes, la presa no solo "profanaría el río", sino que
en cualquier parte,lo que dio lugar a una gran variedad de
,.ptofarraría nuestra historia».
problemas psicológicos y sociales: trastorno por estrés pos-
ocurrirá mientras yo viva aseguró'
-No Laumático, delincuencia, alcoholismo, drogodependencia o
Desde el punto de vista histórico hay que reconocer que depresión.
los pueblos indígenas de Canadá sufrieron una violencia Aunque aquella experiencia que sufrieron los jóvenes
,.r"rro. directa por Parte de los colonizadores euroPeos que nativos canadienses se ha descrito como genocidio cultural,
los nativos de Éstados Unidos' Lo que tamPoco es mucho los internados no consiguieron erradicar las tradiciones de
decir. A 1o largo de los siglos explotaron, discriminaron y ios pueblos indígenas. Las tradiciones sobrevivieron' En
abusaron de eñ, pueblos nativos' Hasta finales del siglo
xx
parti gracias ala Perseverancia y elocuencia de activistas
existió o.r" .rrpr.rión activa de la cultura y tradiciones nati- .o-o Frangois Paulette, que han contribuido a poner de
vas y aún .orriirrúurr los enfrentamientos sobre los derechos
relieve los problemas de las Naciones Originarias de Ca-
terrítoriales. Desde Ia déctda de tSTo,obligaron a miles de nadá. Con iodo,las palabras de Frangois me apenaron. Su
jóvenes indígenas a ir a internados, como el de Breynat Ha1l
sentencia sobre /as blancos sonaba a veredicto irrevocable;
en Fort Smilh, cuya función principai consistía en la cristia-
era una acusación cultural aplastante' Y la verdad es que
nizacióny.r, i" Áimilaciónáe los indios a la sociedad do- no me extrañaba. El vínculo de los denes con la tierra ha
minante.'A menudo prohibían a los niños hablar su lengua evolucionado a través de innumerables generaciones y se
materna y algunos pasaban meses, y hasta años, viendo poco transmite a través de historias y ceremonias. Sin embargo,
o nada srrs }amilias. Muchos sufrieron abusos sexuales y
ft-
" dichas historias y ceremonias son exclusivas de su cultura y
sicos en estas instituciones,ylos niveles de higiene solían ser
forjan una forma de pensar que no puede entenderse des-
pésimos, 1o que provocó que murieran Por- 1o menos 4 ooo de fuera. Para el resto del mundo, comprender a los denes
,riRor, robre iodá por enfermedades como la tuberculosis' resulta wa t^nea" prácticamente imposible. Y si Frangois
En zoo8, doce años después de que cerrilrilrr el ultimo Paulette está en 1o cierto, si las cultura§ europeas han per-
internado,los líderes de los principales partidos políticos de dido completamente aquellas tradiciones que fomentaban
Canadá emitieron un comrini.udo u modo de disculpa, al un vínculo con la tierra, ¿estamos destinados a sentirnos
igual que los representantes de las iglesias que los gestio- extraños en nuestro propio hogar? ¿]amás nos sentiremos
,rubrr,. s. creó una comisión de oerdad y reconciliación para realmente en casa?
evaluar los enormes daños culturales y psicológicos inflin-

'lo3
142
La respuesta a estas preguntas me llegó de la mano de también daba vueltas en círculos. Durante las horas que
para hablar de los pelí- pasé con é1 volvíamos una y otra vez a" su visión de uni-
Jacques Van Pelt, con quien quedé
.^rror, o eso creía. En este tramo del río de los Esclavos se dad y conectiCIidad con la Naturaleza. Cuando mencionaba
encuentra la zona de cría más al norte del pelícano blanco a ios pelícanos era para intentar explicarme 1o que le habían

americano. Sus nidos se concentfan en las islitas pedregosas enseñado estas aves. En las últimas décadas,Jacques había
de los rápidos Mountain Portage, pero también los he visto pasado innumerables horas observando a los pelícanos del
sobrevolando el pueblo como espectros. Hay pocas Personas río de los Esclavos haciendo un recuento, conociéndolos y
que hayan pu.rdo tanto tiempo observando, grabando y es- advirtiendo a los demás de la fragilidad de su población.
todi"ndo .it^, ur., como Jacques Van Pelt, pero el día que Había recorrido la región a pie y en kayak, a veces durante
1o conocí no tenía mucho interés en hablar de los peLícanos, semanas. Había traído a los turistas a que vieran este lugar
al menos no como yo esperaba. En lugar de eso, quería ha- que amaba para compartirlo con ellos. Y aunque ya no po-
blar sobre conexiones- día hacer estas cosas, aunque tenía la espalda encorvada y
mudó a Fort Smith las articulaciones rígidas y doloridas, todavía se desenvolvía
Jacques vino al norte en rySg y se
con una suerte de energía estática y un optimismo inque-
*irrno año. Lo contrataron para tabaiar por todos
"r.
los territorios de1 norte en proyectos gubernamentales de
brantables. Y ese tiempo que había pasado con las aves, el
desarrollo comunitario. Posteriormente, su esposa y é1
tiempo en el río y en el bosque eranla esencia de la persona
que había llegado a ser.
montafon una empresa turística y llevaban a los visitantes
de excursión por el río y Por tierra firme. La primer? vez Me encantaba Jacques, su franqueza y generosidad y
que quedamoiJr.qrr.t me saludó con un abtazo y me llamó cómo rebosaba alegría aI hablar. Pero e1 cínico que llevo
,.h"r-"tto Malachyr. Se movía con dificultad, pero era de dentro recelaba. Mientras 1o escuchaba, me costaba adhe-
mente ágil. Hablaba con entusiasmo y emoción, a pesar de rirme a su visión del mundo. Tenía la sensación de estar
que no iig.ri.t, un hilo argumental claro. Algunas de-sus aferrándome al agua, agarrándome a algo vívido y lleno de
á,pr.tiotát hicieron que me estremeciera, ya gue evocaban üda, que resbalaba entre mis dedos cuando intentaba coger-
los tópicos del movimiento neus age.Hizo referencia a ula 1o. Pese a ello, no podía restar importancia a sus palabras. No

.ornrrt iót entre las Personas y la Naturaleza>> y me aconsejó podía ignorar la sensación de que no había entendido algo
que el yo debería convertirse en un nosotros. fundamental, algo importante de verdad que yo no había
podido, o quizá no había querido, comprender.
í.í'' rTacouest
habiaba muchas veces de círculos, c1e cómo los
j¡ '\ p"ebloi indígenas habían construido.Ea§.§=.cg9-1lkI99 .eA Más tarde me di cuenta.Tras ese lenguaje de espirilua-
' iqgrt de utiliz4r paredes reqta:g- Habían entendido el si'g- lidad, tras los tópicos y el optimismo, la lección de Jacques
niñcado de 1as formas, decía, y habían reconocido sus cua- era simple. Lo importante no era comprenderlo.IJno nunca
lidades metafóricas y físicas. El paralelo 6o 1o enfusiasmaba podría, por mucho que observara o pensara, comprender a
por el mismo motivo: conectaba a las personas y lo-s luga- la perfección las conexiones entre tu propio cuerpo y los
ies. Tenía la sensación de que mi conversación con Jacques pelícanos del río, o con el mismo río. La magnitud de dichas

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t,:-:':.
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riii ,

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era im- Tras la tormenta, Sam Stokell y Shawn Bell, periodistas del
conexiones las convertía en ininteligibles' Lo que
periódico local y compañeros de casa, se apiadaron de mí y
portante era el reconocimiento de su existencia' a.:

me invitaron a que me refugiara en su sótano, un lugar más


En la obra titulada A Sand County Álmanac, Aldo seco que mi sitio bajo los pinos. Me atendieron muy bien y
Leopold escribió acenc de una "comunidad de la tierra» me proporcionaron buena comida y buena compañía. Pos-
atodala biosfera de un lugar determinado' Esta
"rrgiob"rrdo de la tierra no está separada ni es exactamen- teriormente, en mi último día en Fort Smith, ya sin nubes,
coáunidad me llevaron a ver e1 río.
te complementaria a la comunidad humana; forman parte
En el coche,la radio 1lamó nuestra atención. Una noticia
1, .rrru d. lu otra. Para entender 1o que describe Leopold
espiri- sobre la creciente adicción ú, Prozac en Norteamérica dio
no hace falta ninguna iluminación o discernimiento
de la realidad' pie t otra sobre el impacto de la cocaína en la memoria a
*ul, rino simpleñente una cierta conciencia
corto plazo de las babosas. Sam, Shawn yyola escuchamos
La comida q,i" .o*.-os nace de la tierra y se alimenta de
y deI hasta que ya fio pudimos contener 1a risa.
las vidas de otros organismos, del sol que nos calienta
ugrm q"" calma nue-stra sed' Estamos unidos de
multiples Fuera, una nube de polvo nos perseguía por el camino
,í^."i", al mundo que nos rodea. Estas relaciones son un de grava que salía del pueblo. Giramos a la izquierda por
hasta
hecho y existen en tádos los niveles, desde el atómico la pista que se dirigía al este, hacia el río. Continuamos un
e1 macroecológico. poco más hasta que paramos y apagamos el motor. La quie-
tud descendió sobre nosotros cuando salimos al calor inten-
El concepto de conexión de Jacques era un reconoci-
so, que los árboles mantenían paruhzado. Desde la carretera
miento actiá de h interdependencia de las cosas. En cierto
descendimos entre los árboles por un sendero muy escarpa-
modo, requería de la comprensión más corriente y trivial'
do, guiados por el sonido del agua. Al final de la pendiente
una aceptación conscienteáe 1o que debería ser obvio' Pero
el camino desembocaba en la orilla del río: una playa de
todavíaioy en día, como ocurre con la idea de comunidad'
radicai. arena y barro plagada de árboles secos y madera tirada de
este acto dL compr.rsión resulta cuanto menos algo
de arraigo: un compromiso todos los tamaños. En esta zona el río tendría una anchura
Jacques defendíá una especie
de cuatrocientos metros y era de un marrón denso y casi
.o" lugar que está unido con, y se ve reforzado por, nues-
"1 caldoso.
tro comp"ro*-iro .o.r las personas' Naüe puede desconectar-
," .o*pl"tamente del mundo, todos somos dependientes' Caminamos río arriba hacia los rápidos Mountain Por-
,i"mprJ. Pero si no conseguimos reconocer y recuperar de tlgey acada paso se oía más fuerte el fragor de las aguas.
,rr¡¿ ir".r.ra consciente estás conexiones y esta dependencia' A la altura de la salida de los rápidos estuvimos recogiendo
lugar
si fracasamos a la hora de establecer un vínculo con el madera, seleccionando las ramas más pequeñas y quedán-
y la comunidad, nos arriesgamos a encontrarnos sin hogar' donos con aquellas que estaban más secas. Las colocamos
Y eso deja de ser libertad en un lugar resguardado en la orilla de granito rosado. A
nuestro lado las aguas producían un torrente continuo que
se dirigía hacia el norte. Con las aguas embravecidas, el río

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se enroscaba sobre sí mismo en torbellinos y remolinos, cuando se elevaban hacia el cielo. Aunque parecen pesados
amontonándose en olas que no llegaban a romper. Era un y gigantescos en la tierra, cuando emprenden el vuelo se tor-
movimiento tumultuoso e incesante que resultaba hipnótico nar, grácies, con la parte negra de las alas titilando al surcar
y desconcertante alavez.No podía dejar de mirarlo. el aire cálido. Dentro de varios meses estas aves viajarán al
sur, hacia los ríos y los lagos dela. zona del golfo de México
Intentamos encender el fuego agachados alrededor del
montón de troncos. Sam y yo sosteníamos cerillas encen- yregresar:in la próxima primavera. Siempre saben cuándo
marcharse y cuándo quedarse.
didas junto a las ramitas y la cottezl con la esperanza de
que prendieran. IJn llama. Un poco de humo. Y después Entonces me acordé de Ib, y de Jacques, que habían ve-
nada. Otra vez. Después de varios intentos las astillas de la nido a Fort Smith para quedarse, y de Sam y Shawn, que
cottezl comenzaron a crepitar y saltó una chispa entre los estaban aquí trabqando temporalmente para después mar-
palos. Nos pusimos de pie y observamos cómo se ProPa- charse a otro lugar. Me preguntaba cómo se sabe cuando
gabala.llama y el humo salía de ta fogtta" como una nube hemos encontrado nuestro lugar en el mundo. ¿Cómo se
que se elevaba hacia el cielo. E1fuego prendió con furia, así sabe cuando debemos dejar de vagaf por é1?
que nos apartamos a tumbarnos al soI, a la espera de que se El cielo era de un azul insondable, estaba despejado y
apacigoara un Poco. la brisa que venía del río bastaba para mantener alejados
'ÍJnavez que se redujeron algo las llamas, nos sentamos a los mosquitos. IJn cuervo merodeaba por nuestra fogata
los tres alrededor de la hoguera. Ensartamos salchichas en en busca de restos de salchichas. No emitía ruido alguno,
unas endebles ramitas verdes que habíamos arrancado de pero tenía el pico abierto por el calor de aquel día. Los tres
unos árboles cercanos y las colocamos sobre una parrilla im- nos tumbamos contentos sobre las abrasadoras rocas rosas y
provisada. El humo se arremolinaba sobre elfuego y se nos cerramos los ojos. El olor del fuego se nos había quedado en
metía en los ojos y los pulmones.Tosiendo, asfixiados por el las fosas nasales y nuestra mente se inundó del estruendo y
humo,fuimos cocinando la carne con más o menos éü-to.Al la quietud de los rápidos.
final comimos todo 1o que quisimos y abandonamos nuestra
barbacoa para subir a unas rocas que había en l.o alto.
Dos jóvenes pekcanos chapoteaban cerca de la orilla, y
en el río había muchos más ejemplares en medio de las ro-
cas y de las aguas turbulentas.La mayoría estaban instala-
dos en las islitas de granito en las que anidaban, Pero otros
estaban pescando, manteniéndose firmes en el río agitado
y sumergiendo 1a cabeza bajo la superficie. Sobre nosotros
había más, panzudos como un hidroavión, con unos enor-
mes y prominentes picos amarillos. Las alas, de un blanco
puro cuando estaban en reposo, dejaban ver un borde oscuro

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