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Sin embargo, lo que llamamos ‘nano’ (palabra que viene del griego y significa enano) no es
nuevo en la naturaleza. Hace miles de millones de años, pequeñas moléculas de oxígeno,
hidrógeno y nitrógeno se ensamblaron y constituyeron la base a partir de la cual la
evolución engendraría una criaturas cuyos órganos y tejidos estaban formados por
nanomáquinas naturales como el ADN, el ARN o las proteínas, y que sería capaz de
caminar, pensar y hasta soñar.
Y es precisamente esta última capacidad la que ha hecho que el ser humano, gracias a los
descubrimientos científicos de las últimas décadas, se plantee hoy la siguiente pregunta:
¿Sería posible que nuestra especie pudiera construir cosas con la misma virtuosidad que lo
hace la naturaleza átomo a átomo y molécula a molécula? Parece que así, o al menos así lo
consideran los científicos que opinan que la respuesta podría estar en la combinación de la
nanotecnología, la genética y la nanorobótica
Bajo la premisa de “cuanto más pequeño más eficiente” es posible entender por qué los
dispositivos del futuro serán capaces de transmitir información más rápidamente, cuánto
menos necesite viajar un electrón dentro de un circuito (...)
En los últimos años, gracias a las nuevas técnicas de replicación, que han permitido
estudiar por primera vez la molécula del ADN, es posible analizar miles de genes
simultáneamente,algo en lo que antes tardaba años. “En chips diminutos se pueden
depositar los genes que constituyen la especie humana, lo que nos permite comprender
mejor los mecanismos de la vida” señala Carlos Martínez, director del departamento de
inmunología y oncología del centro nacional de biotecnología del CSCI (...)