Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PERSONAJES
Madhav
Mamá de Serena
El Médico
La lechera
La vieja
El Médico Real
Niños de la aldea
Rey
Acto Primero
Escena Primera
MADHAV - ¡No sé qué es esto! Antes de venir él, todo me era igual ¡y me sentía
tan libre! Pero ahora que él ha venido, Dios sabe por qué, su cariño me colma el
corazón. Y estoy seguro de que mi casa no será ya casa si él se va… ¿Usted
cree…?
19
MEDICO – Si su destino es que viva, vivirá años y años; pero por lo que los libros
dicen, me parece…
MEDICO – Bien claro lo dicen los libros: “Humus acedo, parapéndido agitante,
paliadura y chisparrón, todo empieza lo mismo…”
MEDICO – Pues no hay otro remedio. Este sol y esta humedad del otoño pueden
hacerle mucho daño, porque como dicen los libros…
MADHAV - ¡Hombre, por Dios, déjeme en paz con los libros! Entonces no queda
otro remedio que encerrar al pobrecito. ¿No se puede hacer otra cosa?
MADHAV – Lo que usted dice es muy duro para él. Y como además es tan
obediente… ¡Me parte el corazón ver su carita cuando está tomando esos
remedios que usted le ha dado!
(Sale)
Escena Segunda
19
VIEJA – Tú no eres niño ni tienes niños en tu casa… ¿Qué te importa?
VIEJA – ¡Esa era una idea muy vieja! Y además, a ti no te hacía ninguna gracia…
MADHAV – Tienes razón, ¡no sabes lo que me ha costado reunir ese dinero! Y
que el hijo de otro entrara por la puerta a tirarme lo que yo, con tanto esfuerzo,
había ido ahorrando… pero esta criatura se me ha metido en el corazón de una
manera…
VIEJA - ¡Buena la hemos hecho! Y ahora todo se te irá en darle gustos al niño…
MADHAV – Antes, el dinero era para mí un vicio. ¡Trabajaba por avaricia! Ahora,
como sé que es para este niño al que quiero tanto, ¡Me da una alegría ganarlo!...
MADHAV – El médico dice que está algo enfermo y que lo único que hay que
hacer es resguardarlo de este viento y este sol de otoño… ¡Pero tú eres el
demonio! ¡Cuidado con lo que le dices!
VIEJA - ¡Bendito Dios! ¿Así que soy tan mala? Pero también sé hacer que los
niños estén quietitos en casa. Esta tarde cuando termine mi trabajo, vendré a jugar
con tu niño. (Sale)
Escena Tercera
19
AMAL - ¡Un poquito nada más!... Voy con la tía a ver moler las lentejas… mira la
ardilla sentada sobre su cola peluda; mira como junta con sus manitos las semillas
y se las come... ¿Voy de una carrera?
AMAL - ¡Ojalá fuera una ardilla! Iba a jugar tanto… Dime tío, ¿por qué no me dejas
ir a donde quiero?
MADHAV – Claro, los hombres sabios que lo saben todo, son como tú, nunca
salen de casa…
MADHAV – Claro, si desde que se levantan hasta que se acuestan están leyendo
y leyendo y no les queda tiempo para otra cosa. Cuando tú seas mayor, serás
sabio. Estarás siempre metido en casa leyendo librotes.
AMAL - ¡No, tío, yo no quiero ser sabio! Me gustaría más ir a muchos lugares y ver
todo lo que hay que ver.
AMAL – (Señalando por la ventana) Quiero ver esa montaña de allá. Algunas
veces me dan ganas de irme volando por encima de ella.
MADHAV - ¡Tú estás loco, hijo! ¿No comprendes que si esa montaña está allí de
pie es por algo? Si pudiéramos ir más allá ¿para qué habrían hecho una cosa tan
grande?
AMAL - ¿Tú crees, tío que la han hecho para que nadie pase? Pues a mí me
parece que como la tierra no puede hablar, levanta las manos hasta el cielo y nos
llama; y los que viven lejos y están siempre sentaditos solos en su ventana, como
yo, la vemos llamar. Ayer conocí a uno que también quiere cruzarla.
AMAL – Alguien que llevaba un palo al hombro con un atadito de tela en la punta y
un jarro en la mano y tenía puestas unas botas muy viejas… Iba camino de los
19
montes, por aquella pradera que está allá... Y yo le pregunté, gritando: ¿Dónde
vas? Y él me contestó: A cualquier parte. Y yo le pregunté otra vez: ¿Por qué te
vas? Y me dijo: voy a buscar trabajo… Tío, ¿Tú no tienes que buscar trabajo?
AMAL - ¡Eso sí que sería divertido! Entonces iría más lejos todavía… yo estuve
mirando mucho tiempo a ese hombre que se iba. Cuando llegó al arroyo donde
está la higuera, se puso a lavarse los pies; después sacó de su paquete un poco
de harina, le echó un chorrito de agua y se la comía… después, ató su paquetito,
se lo puso otra vez al hombro y cruzó el arroyo. Ya le he dicho a tiíta que me deje
ir al arroyo a comer mi comida como él…
AMAL – Que me sane y que luego ella me llevará. ¿Cuándo voy a sanarme?
MADHAV - ¿Y si te raptaran?
AMAL - ¡Eso sí que me gustaría! Pero no, nadie me lleva. A nadie se le ocurre
sacarme de aquí…
19
MADHAV – Tengo que irme a trabajar. Prométeme que no saldrás.
(Sale Madhav)
Escena Cuarta
(Amal y La lechera)
(Entra La Lechera)
LECHERA - ¿Conmigo?
AMAL – Sí, me entra una tristeza cuando te oigo pregonar allá lejos…
AMAL – No sé, como no soy sabio… Dime lechera, ¿de dónde eres?
LECHERA – De mi pueblo.
AMAL – Sí, sí... yo creo que vi una vez tu pueblo, pero no sé cuándo fue.
19
AMAL – No, yo no he estado, pero creo que he visto tu pueblo... Tu pueblo está
debajo de unos árboles muy grandes y muy viejos, ¿no? Junto a un camino
colorado…
AMAL – Y las mujeres llevan vestidos de colores y llenan los cántaros en el río y
luego vuelven con ellos en la cabeza…
LECHERA – Así mismo. Todas vamos por agua al río. No cabe duda: has estado
alguna vez en el pueblo de los lecheros.
AMAL – Te digo que no estuve nunca, pero el primer día que el médico me deje
salir, ¿me llevarás?
LECHERA – Calla… ¿y para qué ibas a vender quesitos? No, tú leerás libros muy
grandes y serás sabio.
AMAL - ¡No! Yo no quiero ser sabio, yo quiero ser como tú… venderé mis quesitos
en un pueblo que estará en un camino colorado. ¡Qué bien pregonas: quesitos,
quesitos, a los ricos quesitos! ¿Me quieres enseñar a decirlo?
LECHERA – No, niño, nada. No sabes lo contenta que me voy. Me has enseñado
a ser feliz vendiendo quesitos…
19
(Sale)
Escena Quinta
(Amal solo)
AMAL - ¡Quesitos, quesitos… a los ricos quesitos del pueblo de los lecheros, en el
país de los montes de Diamantes, junto al río de Oro! ¡Quesitos, a los buenos
quesitos!...
(Dirigiéndose a la Señora del tiempo) ¡Señora del tiempo, ven a hablar conmigo!
Escena Sexta
AMAL - ¡El Rey! Sí, Sí, llévame… Pero el médico no me deja salir… Nunca puedo
irme con nadie… Todo el día tengo que estar aquí sentado…
SEÑORA - ¡Pobrecito!
AMAL - ¡Qué raro! Unos dicen que es temprano y otros que es tarde. Pero yo
estoy seguro que si tocas tu gong será la hora justa.
19
SEÑORA – Para decirles a todos que el tiempo no es inmóvil sino que siempre
está andando…
AMAL – Entonces será que nadie ha estado allí nunca… ¡Cómo me gustaría irme
con el tiempo a ese país que nadie ha visto!
AMAL – No, no lo hará, estoy seguro, nadie me saca de aquí… pero cuando oigo
tu gong, me da una cosa… Dime, Señora…
AMAL - ¿Qué es esa casa grande del otro lado del camino, que tiene arriba una
bandera? Entra y sale gente y gente…
SEÑORA – Claro. El día menos pensado viene una carta para ti.
SEÑORA – Si no, ¿para qué iba a poner el Rey su correo frente a tu ventana, con
su bandera flameando?
SEÑORA – El Rey tiene muchos carteros. ¿No los ves cómo corren por las calles?
Unos que llevan una señal dorada en el pecho…
19
AMAL - ¡Qué bien! ¡Yo voy a ser cartero del Rey cuando sea grande!
SEÑORA - ¡Ja, ja! ¡Qué ocurrencia! ¡Cartero! ¿Pero sabes lo que dices? Que
llueva o haga sol, al rico y al pobre, cartas y más cartas siempre, siempre,
siempre… ¡Creerás tú que eso no es trabajo!
AMAL - ¡Ya lo creo que lo es! ¡Cómo me gustaría! ¿Por qué te ríes? Si tú también
trabajas mucho… Cuando al mediodía hace tanto calor y no se oye nada, tu gong
suena: don, don, don… Y algunas veces que me despierto por la noche, lo oigo en
la oscuridad, muy suavecito… don, don, don…
SEÑORA - ¡Ahí viene el Jefe! Me voy, que si llega a verme hablando contigo…
SEÑORA – Ya está aquí, míralo. ¿No ves esa gran sombrilla que parece que
viene saltando?
AMAL – Y será que el Rey le ha dicho que sea Jefe de aquí, ¿no?
(Sale)
Escena Séptima
(Amal solo)
Amal - Ahora que me acuerdo ¿y si el cartero no sabe quién soy? (Al Jefe) ¡Señor
Jefe, Señor Jefe! ¿Puedo decirle una cosa?
Escena Octava
(Amal y el Jefe)
AMAL - ¿Usted es el Jefe, verdad? ¿Todo el mundo hace lo que usted dice?
EL JEFE - ¡También!
19
AMAL - ¿Querría usted decirle al cartero que Amal es el niño que está sentado
aquí en la ventana?
EL JEFE – (Riéndose) ¡El Rey! ¡Tú estás soñando! ¡Claro, como que tú eres su
mejor amigo y no se han visto en tanto tiempo, el Rey se está muriendo de pena
y… ¡Sí, espera sentado, que mañana tendrás la carta!
AMAL – Señor Jefe, ¿por qué me habla así? ¿Usted está enojado conmigo?
EL JEFE - ¿Contigo? Mira los aires que se da tu tío… ¡Claro, como ha ganado esa
fortuna ahora se habla de reyes y príncipes en su casa! ¡Que yo lo vea y ya va a
ver! Y tú, mequetrefe… ¡ya diré al cartero que te traiga la carta!
EL JEFE - ¡Se lo voy a decir ahora mismo al Rey! ¡Espera que no tardará la carta,
en cuanto el Rey lo sepa, te mandará un criado suyo! ¡Valiente impertinencia!
Como el Rey se entere…
(Sale)
Escena Novena
AMAL - ¿Quién eres tú, niña? ¡Cómo suenan tus pulseras! ¡Espera un poquito!
NIÑA - ¡Ay, entonces no salgas! Debes hacer caso de lo que te diga el médico,
porque si no, se enojará contigo. Deja que te cierre un poquito la ventana…
AMAL – No, no cierres; es la única ventana que está abierta… ¿Quieres decirme
quién eres? Me parece que no te conozco…
19
NIÑA – Yo soy Serena, la hija de la vendedora de flores. ¿No lo sabías?
AMAL - ¿Flores? ¡Por eso tienes tan alegres los ojos y tus pulseras repican
contentas cuando caminas! Si yo pudiera salir, te arrancaría las flores de las
ramas más altas, que ya no se ven…
NIÑA - ¿De veras? ¿A qué no sabes tantas cosas de las flores como yo?
NIÑA - ¡Qué tonto eres! ¿Cómo voy a ser tu colibrí si yo soy Serena y mi madre es
la vendedora de flores? Si supieras las guirnaldas que tengo que hacer todos los
días… ¡Ay, quién pudiera estar como tú, sin hacer nada!
MAMA - ¡Serena, hija!... Vamos que se nos hace tarde. El sol está subiendo a lo
alto del cielo y su resplandor ya no nos dejará juntar las flores.
NIÑA - ¡No puedo! Pero si eres bueno y te quedas aquí, cuando vuelva con las
flores pasaré a hablar contigo.
AMAL – Yo te pagaré cuando sea grande, antes de irme a buscar trabajo más allá
de aquel arroyo…
NIÑA – Bueno.
19
NIÑA – Sí, volveré.
(Sale)
Escena Décima
AMAL – No, no. ¿Por qué no juegan aquí en el camino para que los vea?
AMAL - ¡Les daré mis juguetes! Sí, tomen mis juguetes. Yo no puedo jugar solo y
se están cubriendo de polvo.
19
CHIQUILLO - ¡Una muñeca!
AMAL - No, nadie me reta. Pero ¿van a jugar con ellos aquí todas las mañanas?
Cuando se rompan, les daré otros…
CHIQUILLO - Uy, escuchen el gong… ¡ya debemos irnos! Pero mañana temprano
volveremos.
AMAL – Cuando vuelvan mañana ¿quieren traerme uno para que sepa quién soy?
Acto Segundo
Escena Primera
(Amal y Madhav)
AMAL – Eso no es cierto, cuando estoy en la ventana ¡me encuentro tan bien!
MADHAV – Eso te parece a ti, pero no, hijo. Luego, sacas la cabeza y te pones a
hablar con todo el que pasa y no puedes hacer eso.
19
AMAL – Y mi Mago, como no me verá en la ventana, se irá.
AMAL – Pues no tardará. ¡Por favor, dile que entre un ratito a hablar conmigo!
Escena Segunda
LA VIEJA – Sí, la Isla de los Loros. (A Madhav) ¿Tú crees que yo soy como tú?
(Negando exageradamente) Yo no tengo más que poner mis pies en movimiento,
y me voy por donde quiero, y no me cuesta nada…
AMAL – (Aplaudiendo) ¡Qué bien! ¿No olvidarás que me has prometido llevarme
contigo cuando esté bien?
LA VIEJA – Claro que no. ¡Y te voy a enseñar unos pases mágicos gracias a los
cuales, nada, ni por mares ni por bosques o montañas, podrá cerrarte el paso!
19
MADHAV – Hijo, siempre estás pensando en irte… ¡Si supieras la pena que me da
oírte decir esas cosas!
LA VIEJA – Es la tierra de las maravillas. Allí viven todos los pájaros del mundo y
no hay un solo hombre; y no creas que allí se habla o se camina, sólo se canta y
vuela.
LA VIEJA – Pero eso ya no podrá ser… A mí me han dicho que tú has hablado
con la Lechera para vender quesitos cuando seas mayor; y como a los pájaros no
les gustan los quesitos, me parece que te saldría mal tu negocio…
MADHAV - ¡Me van a volver loco entre los dos! ¡No puedo con ustedes! ¡Me voy!
19
MADHAV - ¡Cállate de una vez! ¡No puedo escucharte con calma!
(Sale)
Escena Tercera
(Amal y La Vieja)
AMAL – Oye, Mago, ahora que se ha ido mi tío; ¿no ha venido carta del Rey para
mí?
AMAL - ¿De camino? ¿Y por dónde vendrá? ¿Vendrá por esa veredita llena de
árboles, la veredita que se ve cuando sale el sol después de llover, hasta el fin del
bosque?
AMAL – Pues no sé cómo, pero lo veo tan clarito… El Cartero del Rey viene
bajando la cuesta, con un farol en la mano izquierda y una bolsa muy grande, llena
de cartas, en la espalda. ¡Viene bajando hace mucho tiempo, sin descansar! Y
cuando va llegando a aquella montaña donde empiezan los arroyos, sigue por la
orilla y entra al campo de centeno. Luego, entra en el cañaveral, por ese caminito
estrecho y pasa entre las cañas… ¡No se lo ve! Luego, llega a la pradera grande
donde cantan los grillos… mira, no hay nadie más que él. Lo siento venir más
cerca, más cerca… ¡Qué contento estoy!
LA VIEJA – Me cuentas tan bien las cosas, que mis ojos las ven como cuando era
niño…
AMAL – Dime, Mago… ¿conoces al Rey que ha puesto aquí este Correo?
AMAL - ¡Qué bien! Cuando yo me ponga bien, también iré a pedirle limosna, ¿no?
AMAL – No, no, yo iré a su portón y gritaré: ¡viva mi Rey! Y luego bailando, le
pediré mi limosna. ¿No crees tú que estaría bien?
19
AMAL – Le diré: Hazme cartero tuyo, para ir con mi farol, de puerta en puerta,
repartiendo cartas. ¡No me tengas en casa todo el día!
LA VIEJA – Pero, vamos a ver… ¿por qué estás tan triste en tu casa?
AMAL - ¡No, si no estoy triste! Al principio me parecían muy largos los días, pero
desde que han puesto enfrente el Correo del Rey, cada vez estoy más contento,
como sé que un día voy a tener una carta… ¡No me importa quedarme aquí
quietito! Dime, ¿sabré leer su carta?
LA VIEJA - ¡Qué te importa! ¿No tienes bastante con que tenga tu nombre?
Escena Cuarta
MADHAV - ¡Que todo el mundo anda diciendo que el Rey ha puesto ahí enfrente
su correo para escribirle siempre a los dos!
LA VIEJA - ¿Y qué?
MADHAV – Entonces, ¿por qué no tienes más cuidado? ¡No debieras nombrar al
Rey en vano! ¡Me vas a arruinar con tus cosas!
Escena Quinta
19
ASISTENTE DEL MEDICO – Mmmmm… ¡No sé qué tiene hoy el aire! ¡Había una
corriente cuando entré!... Y eso no es bueno. Lo mejor sería cerrar la puerta. El
médico ha dicho que no debe filtrarse el aire otoñal.
MADHAV – Ha cerrado los ojos, debe haberse dormido. (Mirándolo) ¡Lo quiero
tanto…! ¡Haré todo lo que haya que hacer para que se mejore!
ASISTENTE DEL MEDICO - ¿Quién es? ¡Este Jefe que tiene que meterse en
todo!.. Bueno, tengo que irme. En cuanto llegue a casa, mandaré una buena dosis
de esa medicina que el médico le recetó a ver si conseguimos mejorarlo pronto…
Escena Sexta
Escena Séptima
EL JEFE - ¡Pues va a ser mentira! ¡Si eres su mejor amigo! ¡Mírala! (Mostrando un
papel en blanco) ¡Tómala! ¡ja, ja, ja!
19
AMAL – No se burle de mí… Mago, dime ¿es verdad?
LA VIEJA – Sí, hijo mío. Yo que soy Mago te digo que esta es la carta del Rey.
AMAL – ¡Pero si no veo nada! ¡Me parece todo tan blanco! Señor Jefe, ¿Qué dice
la carta?
EL JEFE – Dice: “Iré enseguida a verte. Tenme preparado arroz al horno, que la
comida de palacio empieza a fastidiarme…” ¡Ja, ja, ja!
LA VIEJA - ¿Loca? Estaré loca pero aquí dice bien clarito que el Rey vendrá a ver
a Amal con el médico de la corte…
AMAL – Señor Jefe, yo creía que usted estaba enojado conmigo y no me quería…
¿cómo me iba a imaginar que fuera usted quien me trajese la carta del Rey?
Déjeme que le quite el polvo de los pies.
EL JEFE – Deja, niño. La verdad que esta criaturita tiene instinto de veneración.
Es un poco simple, pero su corazón es bueno.
AMAL – Creo que ya oscureció. Escuchen el gong: don, din, don… ¿Ya salió la
estrella de la tarde? Como está todo cerrado…
(Llaman afuera)
Escena Octava
19
HERALDO UNO – (Entrando) ¡Nuestro Rey soberano llega esta noche!
HERALDO DOS – Cuando la Señora del tiempo toque el gong en las puertas de la
ciudad. Pero manda delante a su médico más sabio para que cuide a su amiguito.
Escena Novena
MEDICO REAL – (Entrando) ¿Qué es esto? ¿Por qué está todo tan cerrado?
Abran de par en par. (A Amal) ¿Cómo estás, hijo?
AMAL – Muy bien, señor Médico del Rey, ya no me duele nada. ¡Ay, qué gusto da
esto tan abierto y tan fresco! ¡Ahora sí veo temblar las estrellas en la oscuridad!
MEDICO REAL - ¿Crees que podrás salir esta noche cuando llegue el Rey?
AMAL - ¡Ya lo creo que sí! ¡Si tengo unas ganas de salir! Le voy a decir al Rey que
me enseñe la estrella polar…
AMAL – No, déjelo que es amigo mío. Él fue quien me trajo la carta del Rey.
AMAL – Le pediré que me haga cartero suyo, para ir de puerta en puerta, por
todas partes repartiendo sus cartas…
19
AMAL - ¡Arroz al horno! ¡Señor Jefe, usted tenía razón! ¡Sí, usted fue el primero
que lo dijo! Usted lo sabía todo, todo…
Escena Décima
(Sale)
Escena Undécima
19
MADHAV – Claro, mi niño.
AMAL – Yo quisiera ser su Cartero y recorrer muchos pueblos llevando sus cartas.
Me gustaría atravesar valles y montañas, cruzar los ríos y caminar por los campos
de trigo. Ver las praderas azules y juntar flores para mi amiga Serena.
TELON
19