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Euristeo había dejado muy claras sus órdenes: Debía capturarla viva y llevarla
sana, sin un solo rasguño, hasta Micenas.
No parecía nada sencilla la tarea pero si alguien podía conseguirlo ese era
Hércules, quien no solo era fuerte sino que también destacaba por su
inteligencia, su perseverancia y su paciencia, algo que le iba a ser muy necesario
en esta ocasión.
De pronto en lo alto de la montaña, a lo lejos, Hércules vio por primera vez a la
Cierva de Cerinea. Hércules se quedó impresionado pues pese a que la
imaginaba realmente extraordinaria ningún animal que había visto hasta el
momento era comparable a lo que tenía delante.
Durante semanas Hércules, como si de una visión se tratara, veía cada día unos
instantes a la cierva para después ésta desaparecer. Realmente Hércules, un
consumado arquero, hubiese podido inmovilizar al animal con una de sus
flechas pero la orden que había recibido de Euristeo era muy clara: debía
conducir a la cierva a Micenas sana, sin el más leve rasguño. Así que día tras día
la cierva lograba escapar.
Furiosa comenzó a dar coces para liberarse, pero lo único que conseguía con sus
movimientos era enredarse aún más. Fue una lucha terrible la que mantuvo la
Cierva consigo misma. Desesperada, mordía la malla, se revolcaba en el suelo…
hasta que por fin, jadeante, decidió inclinar su cabeza.
Aprendizaje
En este trabajo de Hércules vemos la paciencia y la Cierva de Cerinea simboliza
la sabiduría y la superación. Por lo tanto con paciencia podemos lograr obtener
la sabiduría y así poder superarnos.