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Casalduero Joaquín. Descripción del problema de la muerte en Angel Ganivet. In: Bulletin Hispanique. Tome 33, N°3, 1931. pp.
214-246.
http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/hispa_0007-4640_1931_num_33_3_2414
DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA DE I \ MIRTE
EN ÁNGEL GANIVET1
Dos anécdotas.
11. En otra carta (10 Mayo 1893) hace del pesimismo un elemento nece
sario para la vida : « templa los ardores que a veces despiertan los pequeños
éxitos, e impide que, enorgullecidos porque en un primer encuentro, sin
saber por que, hicimos algo bueno y nos dieron una medalleja, vayamos en
refriega . más seria a ponernos delante de los cañones para ser carne de
ídem... » y como es posible que la lectura no baste para interesar nuestro
espíritu y lo que éste exija sea algo que le aleje de caer en la inacción pro
pone hacer vida social : « Las relaciones sociales, dígase lo que se quiera,
son un- gran medio de ventilar y refrescar el espíritu, y esto lo dice uno
que por vivir demasiado a solas anda a estas horas requemado física y moral-
mente » Luego volveremos sobre la vida solitaria de Ganivet.
DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA DE LA MUERTE 2Í9
sólo se la vence viviendo, sino que su dolor debe ser materia
prima de la creación. Entonces vívít será crear.
Desde el punto de partida nos encontramos el ánimo de
Ganivet en lucha; su espíritu se inclina a desasirse de lo real,
más él se afana en anclarlo en la vida, y como consecuencia
de ese anhelo, el estudio, el trabajo, aun la vida social.
Ha tenido doble centro de gravedad la conciencia en el siglo
pasado (idealidad y realidad); éste es el fundamento del dese
quilibrio — lo inestable — , la inquietud.
Carta de 4 Septiembre 1893 : « En el fondo de mi humilde
personalidad hay un vergonzoso dualismo, partiendo de abajo
por instinto y mirando hacia arriba por afición me quedo en
medio, en la situación más penosa que puede haber en la
vida, puesto que me revientan por igual los que dejo detrás
y los que tengo delante, y no encuentro, aunque lo deseo, a
quien mirar con buenos ojos, porque los que están en medio
me parecen peores que los precedentes 12. » Salvemos, subra
yándolo, el calificativo vergonzoso y nótese que nos hemos
adentrado en la personalidad de Ganivet con paso decisivo;
ya no se trata de un estado de alma más o menos esencial de
su ser; ocurre que ha descubierto en él un ansia (afición) a ir
hacia arriba — ¿adonde? — mientras otra parte de su yo queda
enclavada en tierra (abajo), el resultado es que ni puede part
ir, ni puede llegar, ni encontrar sitio hóspito para echar las
amanas.
Refugio para tal alma quizás lo ofrezca la religión y a Gani
vetno se le escapa, más no depende del individuo ir hacia
Y creyendo yo, como creo, que no tenemos ningún fin que cump
lir, c cómo me atribuyes tú eso de que lo que se hace sea obra de
la voluntad y la reflexión y no de la naturaleza? Yo estoy convencido
de que se debe hacer lo que buenamente salga, pero estoy más con
vencido de que salga lo que saliere no sirve para realizar ningún fin
particular nuestro; de que vivimos atados a la noria, unas veces
para dar vueltas en torno, porque la noria está seca, y otras para
sacar agua sin saber si sale o no, porque tenemos los ojos vendados
19. Carta citada del 18 Enero 1894.
20.4 Enero 1895.
21. 18 Agosto 1893 : « Cada hombre tiene su punto fuerte, y mi fuerte ya
sabes tú que es la voluntad. »
22. 14 Agosto 1894.
224 BULLETIN HISPANIQUE
para evitar el mareo. ¿Y de dónde sacas tú que con estas ideas haya
de convertirse uno en un canalla? Yo las profeso cada día con más
sinceridad, y no me tengo por canalla, aunque sí reconozco que
no seré muy útil a la sociedad 23.
Cerca acecha la muerte. El suicidio del minero de Charleroi
le merece aprobación laudatoria24, pero aún encuentra en la
sequedad de su espíritu una razón para continuar viviendo.
« Dígase lo que se quiera todo requiere un fin en el mundo,
y el gran desencanto llega cuando en el fin mas alto se des
cubre el vacío... Puedo permitirme la satisfacción de entr
etenerme con mis imaginaciones para disfrazar las miserias de
la vida e impedir que se acerque la idea del suicidio, que no
resuelve nada tampoco si, como es de temer, tenemos varias
ediciones, y cuanto antes nos inutilizamos tanto antes nos
echan tapas y medias suelas en el laboratorio de las almas,
para lanzarnos a funcionar de nuevo en este planeta o en otro,
si hay varios que nos ayuden en estas fuenas 25' » ; a pesar de
que él cree que « el escéptico26 tiene que dejarse atropellar
por el tren que viene resoplando y morir creyendo que el tren
es una ficción27. »
La única obra que podemos considerar pensada y escrita al
hilo del Epistolario (1893-1895) es La conquista del reino de
Maya; las otras son posteriores; van apareciendo escalonadas
Granada la bella, Idearium español, Cartas finlandesas, y por
último Los trabajos con El escultor de su alma; ésta elaborada
paralelamente a Los trabajos, como el Idearium lo fue a Gra
nada la bella.
23. 2 Enero 1895.
24. En el Idearium pág. 127 cuenta la historia (contemporánea al Episto
lario) del obrero Agatón Tinoco, de familia portuguesa, nacido en Managua
(Centro América), que después de trabajar en Panamá fue al Estado del
Gongo, donde contrajo la fiebre amarilla, y gravemente enfermo llegó a
Amberes para morir en el Hospital Stuyvenberg; agonizante ya le habla
Ganivet : « posee un mérito que solo está al alcance de los hombres verdade
ramente grandes, el de haber trabajado en silencio; el d.e poder abandonar
la vida con la satisfacción de no haber recibido el premio que merecían
sus trabajos... Piense V. en todo esto, y sentirá una llamarada de orgullo,
que le alumbrará con luz muy hermosa los últimos momentos de su vida,
porque le hará ver cuan indigno es el mundo de que hombres como V., tan
honrados, tan buenos, tan infelices, ayuden a fertilizarlo con el sudor de
sus frentes y a sostenerlo con el sudor de sus brazos. »
25. 4 Enero 1895.
26. Cf. 25 Mayo 1893.
27. Carta del 2 Enero 1893.
DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA DE LA MUERTE 225
Antes de estudiar el cariz que nos presenta el dolor ganíve-
tiano en estos libros, queda notado que el autor futuro de Los
trabajos del infatigable creador Pió Cid enfronta los años por
venir con gesto totalmente escéptico sin eliminar su conse
cuencia : el suicidio. Ateniéndose a la vida porque el morir
quizás no sea otra cosa que un continuar viviendo, y para
distanciar lo más posible el tentador momento de resolver el
enigma, sólo es hacedero hacer o imaginar.
los ideales, que nuestro autor crea deben ser insignia de una
sociedad. Por otra parte siempre que emplea Ganivet la pala
bra <( ideal » no quiere dar a entender otra cosa que el prin
cipio por el cual una persona o agrupación cualquiera debe
regir sus actos. Para él todo hombre o sociedad que tiene una
creencia no debe dudar en sacrificar a ella su vida.
No nos será tan fácil aclarar la otra cuestión : <j Qué es la
vida para Ganivet ? ¿ En qué consiste para él la vida ?
Deshacer la interrogación, he aquí el objeto de la tercera y
última parte de mi estudio. La vida nos llevará paso a paso a
la muerte de Ganivet y como la muerte y el amor — Fratelli
a un tempo stesso...; con él enriqueceremos nuestro botín,
parándonos aquí y allá en un detalle; encontrando quizás
explicación distinta a la dada hasta hoy al afán de creación
de Ganivet.
Dice un personaje de Stevenson : tengo gran aversión a eso
de hacer preguntas; tiene mucho de la fatalidad del juicio
final. Pone uno en marcha una pregunta y es lo mismo que
empujar una piedra. Está usted sentado plácidamente en lo
alto de un monte, y allá va la piedra, poniendo otras en movi
miento.
* *
En el grupo B inscribíamos La conquista del reino de Maya,
por el último conquistador español Pío Cid, Los trabajos del
infatigable creador Pío Cid, El escultor de su alma; añadamos
ahora algunos trabajitos, publicados en Libro de Granada®,
como De mi novia la que murió, Las ruinas de Granada, en
íntima relación con Los trabajos y El escultor. El protagon
ista de las dos primeras obras es el mismo personaje : Pío
Cid. Pedro. Mártir44 se llama el principal personaje de El
escultor, y el de las otras dos narraciones no tiene nombre.
Distintos seres que aluden a una misma persona : Ángel
Ganivet.
de
María
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protagonista.
43.
44.
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230 BULLETIN HISPANIQUE
Es de sentir que Navarro Ledesma no haya .continuado pu
blicando las cartas de Ganivet, y desearíamos que el actual
poseedor de dicha correspondencia se decida a hacerlo.
En el Epistolario nos hemos dado cuenta del gran poder de
introspección de Ganivet, y en las obras que paso a estudiar
veremos cómo el monólogo continúa, hasta el punto que
cuando Pío Cid no puede expresar tal o tal pensamiento o no
puede darnos el gráfico de su vida surgen otros personajes,
siempre fieles a Ganivet : Olivares, Gandaria, Juan de la
Cruz.
La Conquista — sátira de una civilización y sus medios para
imponerse — contiene ya en germen Granada la bella y el
Idearium y es el punto de incidencia de lo objetivo y subje
tivoen la obra de Ganivet. A quien le interese destacar las
ideas sociales o políticas de La Conquista no dudará en ponerla
en la misma línea que Granada y el Idearium; quien como yo
la utilice para encontrar a Ganivet, debe colocarla junto a Los
trabajos, etc.
Si La Conquista puede llamarse novela de aventuras es
más difícil definir Los trabajos, que yo clasificaría en el género
de la novela ensayo, estando impregnada del espíritu de D.
Quijote. No sólo la ingenuidad de la osadía nos hace pensar
en el héroe de Cervantes, sino también la suave tristeza que
cala el alma de Pío Cid. Al empezar cada nueva aventura —
los siglos han pasado y a las aventuras se les llama trabajos
— los ojos de Pío Cid no relampaguean con el fulgor del hom
breacostumbrado a vencer, por el contrario, su mirada vaga
en la lejanía, y aunque pretende amorosamente engañarnos,
esperanzarnos, sorprendemos siempre en el bullir de su act
ividad una gota de tedio — ¡Ah ! jD. Quijote renacentista, si
tú también fueras cuerdo !
Todo es claro en Los trabajos, hasta la parte autobiográfica;
no así en El escultor de su alma, drama místico en tres autos.
Otros han estudiado esta obra4*7; yo quisiera traer a colación
aquí — aunque lejos de aclarar el simbolismo de esta obra
84. Cf. Los trabajos, tomo I, pág. 231. « Me enamora sobre todo la vida
del espíritu, y son tantos los obstáculos que la entorpecen cuando se tran
sige a vivir rodeado de las obligaciones y compromisos que la sociedad
engendra, que creo preferible no empeñar el combate y volver desdeñosa
mente las espaldas, diciendo : ¿Qué me importa, triunfador o derrotado, esa
lucha, cuando tengo yo algo más alto adonde dirigir mis fuerzas y de donde
recibir más noble premio ? Cf. también tomo II, pág. 320 » — « De suerte que
para V. lo primero en el mundo, casi lo único, es el amor. — Hay algo más
grande; pero para llegar a ello no hay más camino que el amor. El mejor
es el espiritual, y si éste no basta, el amor corpóreo. »
83. El humano Ganivet se nos aparece empeñado en éste análisis más
por fuerza que por gusto « No merece en verdad mi amado héroe que se le
observe, analice y maltrate como a un conejo o rata de indias... » Los tra
bajos, tome I, pág. 0.
DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA DE LA MUERTE 243
más amor que el espiritual, y aun éste con trabajo — contestó
Pío Cid con cierto dejo misantrópico86 ».
No obstante para él
vivir no es más que correr
eternamente al redor
de la esfinge del amor 87.
Y como el amor puede ser sólo una ficción, un engaño,
Ganivet nos asegura que lo es 88, la vida se convierte en un
sueño y lo único que hay de cierto en este vivir, en este soñar,
es la lucha que depura al alma 89, siendo esta lucha lo que
caracteriza al hombre civilizado. La sombra de Hernán Cortés
le dice al conquistador del reino de Maya : « Los mayas eran
felices como bestias y tú los has hecho desgraciados como
hombres. El salvaje ama la vida fácil, en contacto directo con
la naturaleza, y rechaza todo esfuerzo que no tiene utilidad
perentoria; el hombre civilizado detesta, quizá con motivo,
esa vida natural, y halla su dicha en el esfuerzo doloroso que le
exige su propia liberación90», capacitándonos para las crea
ciones únicamente el dolor y el sufrimiento. « Para un espíritu
vulgar no son nada las desilusiones, los desengaños, los celos;
porque la vulgaridad tiene buena encarnadura, y sana de
todas las heridas que recibe. Pero los espíritus delicados no
sanan tan fácilmente, y una herida en el corazón menos; en
el amor propio, se les encona, y si cura, les deja una huella
indeleble. Y cuantas veces se pone el dedo en la herida, crea
ción tenemos segura. Todo hombre capaz de amar es un crea
dor, un poeta, cuya visión es tan grande como el objeto de
sus amores. Para la mayor parte de los hombres, la visión se
reduce a un individuo o a un pequeño grupo. Amo a una
mujer, la mujer me ama, constituímos una familia, nos que-