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Presentación
En el año de 1945, tras la denuncia de saqueos de murales prehispánicos
en un solar conocido como La presa de Atetelco, localizado en el Barrio de La
Purificación, en San Juan Teotihuacán, el arqueólogo Pedro Armillas dirigió la
primera excavación arqueológica en uno de los conjuntos arquitectónicos
teotihuacanos que mayor cantidad de pintura mural han dejado al descubierto.
Desde entonces, cada una de las intervenciones arqueológicas en el sitio
ha aportado información valiosísima, tanto de la propia ocupación teotihuacana,
como de las subsecuentes, llámese fase Mazapa o período Colonial temprano, a
través de una arquitectura sobria, murales de variada iconografía, artefactos de
cerámica, lítica, concha, hueso, e incluso una figurilla antropomorfa de metal,
ofrendada a un individuo inhumado en este lugar durante el posclásico temprano.
A pesar de lo anterior, los estudios de sus materiales eran mínimos, así
como las publicaciones al respecto, ya que muchos de los análisis habían
quedado documentados únicamente como informes técnicos. Por esta razón, en el
año 2007 organizamos un Seminario de estudios sobre Atetelco, en el Centro de
Estudios Teotihuacanos, con el objetivo de integrar por primera vez una mesa de
discusión e intercambio de opiniones, principalmente acerca de los materiales
arqueológicos obtenidos en las exploraciones más recientes en Atetelco, las de los
años 1997 y 1998.
De esta manera los participantes del seminario presentaron una serie de
estudios que incluyeron temáticas referentes a las ocupaciones humanas mejor
representadas en el sitio, los cuales se han incluido en esta antología. A través de
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Índice
Arquitectura y Planeación Pág.
El Conjunto Arquitectónico de Atetelco
Excavaciones, estudios y resultados generales . . . . . . . . . 1-17
Rubén Cabrera Castro
Iconografía
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corazones humanos, por lo que se infiere que representan un acto ritual vinculado
con el militarismo y el sacrificio humano.
Estas figuras van también enmarcadas con franjas de serpientes
entrelazadas y adornadas con puntas de maguey y cuchillos de obsidiana; y como
los felinos y canidos, las serpientes también se alimentaban con corazones
humanos (foto 4). 8
Foto 4.Figura de gobernantes y procesión de Coyotes, pórtico oriente del Patio Blanco
En la parte alta de este pórtico, dentro de los espacios romboidales,
aparecen figuras repetidas de un personaje que porta un cetro o bastón de mando,
portan un gran caracol como pectoral y un elaborado tocado en el que resalta la
cabeza de un ave. Estas figuras fueron interpretadas por Sejourne como el Señor
Quetzalcoatl (1956: 145), sin embargo por los elementos simbólicos asociados
Headrick (1996: 94) sugiere que se trata de un gobernante, cuyo rango es
señalado por su bastón de mando y por los demás elementos iconográficos con los
que se asocia. (Lamina 4). 9
Como ya lo he referido, los edificios del Patio Blanco fueron completamente
reconstruidos y sobre las paredes de sus espacios porticados se integraron parte
de los fragmentos murales encontrados en los rellenos. Esta reintegración
basada en los dibujos de Villagra fue continuada hasta la década de los años
80 por Don Santos Villasanchez, quien fuera ayudante del dibujante Agustín
Villagra. Don Santos, recientemente fallecido, dedico sus últimos años a la
conservación de este conjunto, y por el interés y dedicación que mostro en el
mantenimiento de este edificio ofrezco este articulo en su memoria.
En cuanto a los dos murales hallados sobre las paredes del pasillo de la
esquina noroeste del Patio Blanco, cada uno muestra un personaje con los ojos
llorosos y con los pies deformes (Fofo 5). Por sus características Juan Vidarte
(1968), los interpreta como Nanahuatzin, aquel personaje mítico de la leyenda
azteca relacionada con la creación del Quinto Sol.
Los materiales arqueológicos provenientes de las excavaciones de Armillas y
Margain fueron estudiados por Laurette Sejourne (1956-57), quien detecto
cerámicas correspondientes a las fases Teotihuacán II y III. Para corroborar esta
información realizo otras excavaciones mediante pozos estratigráficos, donde
encontró materiales de la misma temporalidad. Sobre la base de estos datos
Sejourne considero que la construcción de Atetelco debió comenzar cuando la fase
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materiales obtenidos han sido estudiados formalmente y por lo tanto no han sido
dados a conocer. 11
Posteriormente se recuperaron en el conjunto de Atetelco varios materiales
arqueológicos, producto de excavaciones motivadas por trabajos de restauración y
acondicionamiento, provienen por lo tanto de excavaciones de rescate. Entre estos
materiales se cuenta con varios entierros, algunos son entierros teotihuacanos y
otros de época posterior. Una de estas excavaciones fue llevada a cabo por los
arqueólogos Verónica Ortega Cabrera y Javier Romero (1996), localizada hacia el
lado sur del conjunto, donde encontraron dos esqueletos humanos en posición
sedente asociados con cerámicas de la Fase Mazapa. Formaban parte de un
pequeño asentamiento situado sobre las ruinas de Atetelco como se explica más
adelante.
En las excavaciones de rescate realizadas en Atetelco se hallo también un
horno para la producción de cerámica de principios de la época colonial (Cabrera
1988), dato que señala la continuidad de ocupación humana en este sitio.
Más tarde en el ano de 1997, la arqueóloga Verónica Rodríguez junto con
las restauradoras Haydee Orea y Alejandra Alonso, exploraron con estudiantes de
la Escuela de Restauración del INAH, dos fosas con entierros y ofrendas
cerámicas. El espacio donde estas se hallaban había sido explorado por Sejourne
en 1980-82; sin embargo no se detectaron en aquel momento debido a que el
lugar se hallaba cubierto de escombro. Al retirar dicho material se despejo el piso
sobre el cual se señalaron las siluetas de tres fosas aun selladas. Dos de ellas
fueron abiertas por los estudiantes de restauración arriba referidos, y una tercera
fosa se exploro posteriormente en ese mismo año por estudiantes de la ENAH,
como se explica a continuación.
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Bibliografía
Armillas, Pedro. 1950 Teotihuacán, Tula y los Toltecas. Las culturas post-arcaicas
y pre-Aztecas del centro de México. Ex cavaciones y estudios, 1922-1950´,
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Atetelco Ar queología, Dir. Joaquín García Bárcena, ed. Alba Guadalupe Mastache.
Dirección de Monumentos Prehispánicos, Instituto Nacional de Antropología e
Historia. No 4, octubre, 1988. pp. 47-75.
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El dios
Tal como fuera establecido por Cabrera y colegas (Cabrera et al . 2007: 132-
137), el personaje mencionado corresponde a una de las figuras destacadas del
panteón teotihuacano, al dios que originalmente fue identificado por Séjourné
(1959: 116-128; 1962) como el dios Xochipilli. Posteriormente, este mismo dios
ha sido reinterpretado y renombrado varias veces (Caso 1966: 259-263; von
Winning 1987, I: 111-124; Berlo 1983, 1992; Berrin - Pasztory 1993; Paulinyi
1995, 2006; Taube 2005; 2006: 164).
En mi opinión, su iconografía muestra un dios solar y de la fertilidad de las
plantas (Paulinyi 1995), y en consecuencia los rasgos básicos de su naturaleza
pudieron ser semejantes a los de Xochipilli. Lo llamaré Dios Mariposa Pájaro por
los motivos de mariposa y pájaro que se encuentran entrelazados en su
iconografía. No cabe duda de que analizando la tríada mencionada, exploraremos el
campo de la mitología teotihuacana, desconocida hasta hoy. La imagen del dios se
conservó relativamente bien en el Mural 3 (Figura 2); este aparece en una de sus
formas clásicas: tiene forma antropomorfa y se viste con un traje que reúne rasgos
de mariposa y de pájaro. Representaciones semejantes a la deidad de Atetelco
existen solamente en vasijas (p. e. Séjourné 1966a: fig. 38; Conides Ms. 2001),
en murales aún no han sido encontradas. Como veremos a continuación, en
general enseña atributos constantes y bien conocidos de su iconografía. La cara
del dios se encuentra destruida, el tocado de cabeza de pájaro que arriba remataba
en una lengua de mariposa, sobrevivió sólo parcialmente. Alas de mariposa se
anexan a sus brazos, y detrás de la espalda tiene el ala posterior de la mariposa.
Conviene destacar que las alas de su brazo exhiben aquellos ganchos que
acostumbran tener las alas posteriores de las imágenes de mariposa en general en
el arte Teotihuacano. 20
En su pecho porta un gran emblema del glifo Ojo de Reptil, rodeado de
símbolos de fuego llamados "doble peineta". Dicho glifo es muy frecuente en las
representaciones del dios, en algunas ocasiones parece reemplazarlo. El dios
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esparce con ambas manos, como en muchas otras ocasiones, aquellos símbolos
que forman el grupo llamado conjunto medular (core cluster ) por James Langley
(1986: 103 - 107). En el arte teotihuacano se observa que el acto de esparcir con
ambos manos, ya sean diferentes tipos de símbolos, objetos, ya sean gotas de
agua, es un privilegio exclusivo de los seres sobrenaturales, frente a los
ofrendantes mortales quienes pueden hacerlo solamente con una mano,
sosteniendo en la otra alguna talega o contenedor ritual. Aparte de nuestro dios,
también aparecen esparciendo con ambas manos la diosa de los murales de
Tepantitla y el Dios de la Lluvia (Séjourné 1966b: lám. XCII). De su espiral de voz
cuelga un motivo trébol con el símbolo "doble peineta" y otro motivo que
corresponde al extremo distal de dardo en forma de rombo, que con muy pocas
excepciones y alta frecuencia se observa en los incensarios de este mismo dios.
Figura 2. El Dios Mariposa Pájaro y la montaña fértil. Mural 3, Atetelco. (Cortesía de Rubén Cabrera Castro,
dibujo de Víctor Álvarez). 21
La montaña
El dios se ubica en un ambiente acuático, tal como ocurre con frecuencia en
sus representaciones de vasijas. Detrás de él observamos una secuencia de
amplias olas o franjas de agua diagonales, y del agua surge una montaña
monumental, cuyos cerros constituyentes llevan símbolos semejantes a parches
ovalados de significado desconocido.
Los cerros se encuentran ordenados en hileras sobrepuestas. Del cuerpo de
uno de los cerros nace una planta de dibujo borroso, la cual parece corresponder a
una calabaza. La forma alargada y levemente encorvada de los cerros parece una
hoja, lo que rara vez ocurre en el arte teotihuacano. Las plantas que crecen de la
montaña del vecino Mural 4, el cual sólo sobrevivió parcialmente, son claramente
calabazas (Figura 3).
Sus cerros son puntiagudos y alargados, nuevamente con parches. Es
probable que en los dos murales nos encontremos frente a una mítica montaña
fértil. En la cenefa del Mural 4, entre dos hileras verticales de flores de cuatro
pétalos (este último motivo frecuente de la iconografía del Dios Mariposa Pájaro),
se observan mariposas en descenso con dentadura humana, lo cual les concede a
las cabezas una aparición de calavera, motivo vinculado con la muerte. Agua,
fertilidad y muerte juntos parecen indicar que nos 22 encontramos en el inframundo
acuático. La montaña es probablemente una versión elaborada del destacado
20
Figura 4. El Dios Mariposa Pájaro surgiendo de una calabaza (Important Pre-Columbian Art: foto 191,
dibujo del autor).
Por una parte, el dios a veces aparece con montañas, ya sea un cerro triple
o múltiple. Por otra parte, lo podemos ver surgiendo de una mitad de calabaza
(Figura 4), así como en otra ocasión observamos el glifo Ojo de Reptil -
estrechamente identificado con esta deidad - apareciendo de entre las dos mitades
de una calabaza rota, la cual se ubica en el borde de una representación del dios y
de símbolos de triple cerro (Séjourné 1962: Fig. 20). Según el testimonio de estas
imágenes, el dios nace de una calabaza. Por lo tanto, con las montañas
de calabazas de Atetelco se cierra el círculo: es muy probable de que el lugar del
nacimiento haya sido esta montaña fértil. Sin duda, se trata de un momento clave
del mito del Dios Mariposa Pájaro, pero falta reconstruir, en la medida de lo
posible, el resto de este mito. 23
En relación con los parches que exhiben los cerros de la montaña fértil de
Atetelco, podemos observar que en un mural del Palacio del Sol, el cual representa
al Dios Mariposa Pájaro en descenso, las hojas de la planta ubicada debajo de él
muestran parches semejantes a los de los cerros de la montaña de Atetelco, y
también exhiben una forma parecida a dichos cerros (Figura 5). Por otra parte, la
planta ubicada sobre el personaje también lleva parches. En otro mural del mismo
Palacio, un jaguar reticulado muestra igualmente una versión de dicho parche,
mientras abraza una planta de maguey de hojas parecidas a los cerros de Atetelco
(Miller 1973: fig. 113). La semejanza de las hojas con parche y las de maguey del
jaguar reticulado con los cerros mencionados no puede ser producto de la
casualidad, sino más bien una alusión a algún vinculo entre la montaña fértil y la
planta de maguey. La propia montaña con cerros en forma de estas hojas causa la
impresión de una planta de maguey.
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El ave
El tercer ícono de Atetelco que analizamos es un ave sobrenatural. El Mural 1
presenta la figura entera de este animal (Figura 6), mientras que el Mural 2
solamente su parte posterior (Figura 7). La cabeza del ave del Mural 1 no
sobrevivió, salvo su pico inferior. Su torso exhibe un emblema de Ojo de Reptil,
igual al que el dios porta en su pecho en el mural cercano. Lo peculiar de este
pájaro es que lleva cabezas de pájaro de perfil en sus alas abiertas, en sus patas y
en su cola, en total once cabezas. Aparentemente, es un ave y al mismo tiempo un
conjunto de muchas aves. De manera interesante, en el borde superior del mural
se percibe un brazo sangrado, sostenido por el pico del pájaro en su pico: 25 debe
ser un brazo cortado o arrancado. En el Mural 2 nuevamente aparece la cenefa de
mariposas con dentadura humana, las cuales se encuentran esta vez en ascenso
entre las hileras de flores.
Figura 6. El pájaro con múltiples cabezas. Mural 1 (Cortesía de Rubén Cabrera, dibujo de Víctor Álvarez).
La posición de las alas llama la atención: su ala derecha mira hacia abajo,
mientras tanto la otra se extiende hacia adelante. Las alas de los pájaros de un
mural de Totómetla (Juárez Osnaya Ávila Rivera 2006 [1995]: lám. 10),
presentan la misma posición, y sus cabezas igualmente son parecidas a las de las
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es azul (Navarijo Ornelas 2001: lám. 14), es probable que el rojo y el azul de las
cabezas de guacamayo del mural correspondan a dos colores característicos de
este mismo pájaro.
En base a los murales de Atetelco y del Palacio del Sol, no cabe la menor
duda acerca de que el pájaro y la deidad se encuentran efectivamente vinculados.
Lo que es obvio es que comparten el aspecto ígneo. En el período Postclásico, el
guacamayo rojo se asociaba con el fuego (Miller y Taube 1993: 131-132; Aguilera
2004), y es razonable suponer que esto ya ocurría en tiempos de Teotihuacán. De
esta manera, el guacamayo parece expresar la naturaleza ígnea de la divinidad,
también encarnada por la mariposa, otro ser de importancia capital en la
iconografía del Dios Mariposa Pájaro. Después de todo esto, sería una opción
atractiva suponer que el pájaro de muchas cabezas es una manifestación de dicho
dios. Sin embargo, si traspasamos las fronteras de Teotihuacán, encontraremos
evidencias que hacen difícil sacar una conclusión clara. En lugar de esto, más bien
se nos abre la oportunidad de plantear alternativas posibles para interpretar dicha
relación. 27
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formado por el Dios Mariposa Pájaro, la montaña fértil y el guacamayo con cabezas
múltiples de Atetelco.
Es plausible suponer que esta bandada de guacamayos y el gran guacamayo
con muchas cabezas menores signifiquen lo mismo o algo parecido. El gran
guacamayo de Atetelco podría estar representando a la bandada como una entidad.
También es posible que se trate de una bandada que surge del cuerpo mismo del
pájaro, como en la mitología huichol (véase Taube 2005: 40-41). Tal como ya
hemos visto más arriba, la deidad nace en la montaña fértil, por lo cual es posible
que la bandada agitada de los guacamayos sobre el cerro sea una expresión visual
de su nacimiento.
Figura 9. Guacamayo sobrenatural de estuco de la cancha de juego de pelota en Copán (Fash et al. 2004,
fig.4.7, dibujo de Barbara Fash).
Aunque el guacamayo es de estilo maya, Taube (2003: 278-280) advirtió
que es análogo con el personaje en descenso del Palacio del Sol. Sin embargo, su
verdadero modelo en la iconografía teotihuacana es el guacamayo policefálico, cuya
imagen se nos presenta en el mural de Atetelco; sería difícil no aceptar que en
ambos casos se trata de la misma ave. Según la versión del Popol Vuh del período
Clásico el contrincante de los dioses gemelos no es un guacamayo, sino un pájaro
monstruoso llamado por los investigadores como la Principal Deidad Pájaro,
manifestación zoomorfa del dios Itzamná.
En Copán el guacamayo sobrenatural de origen teotihuacano aparece
ocupando el lugar de la Principal Deidad Pájaro, ya que porta precisamente el brazo
de Hunahpú. Este reemplazo sugiere que para el artista y su público los dos
pájaros sobrenaturales eran seres análogos. Por lo mismo, el reemplazo de la
Principal Deidad Pájaro del Popol Vuh por el guacamayo sobrenatural teotihuacano
plantea la alternativa de que este último no habría sido una manifestación del Dios
Mariposa Pájaro, sino un ser mítico diferente aunque estrechamente vinculado
con él - , el cual también habría sido un actor del mito del dios. 30
El brazo sangrante introduce un elemento de violencia en la escena. Si el
ave es la manifestación del Dios Mariposa Pájaro, el brazo significaría lucha contra
un tercer personaje mítico. Si no lo es, pero a pesar de esto tiene un vínculo
iconográfico estrecho con el dios, entonces surge la posibilidad de que se trate de
una contienda entre los dos: el brazo en este caso sería del dios. No obstante, si
el guacamayo sobrenatural pudiese haber sido el enemigo del dios y si entre ellos
se hubiese dado una confrontación, ¿cómo podríamos explicar que las
características corporales del guacamayo sobrenatural a veces aparezcan como
atributos del Dios Mariposa Pájaro? Por el momento, podemos preguntarnos
acerca de si los atributos mencionados del Dios Mariposa Pájaro podrían estar
indicando su victoria sobre el guacamayo, por medio de la apropiación de los
atributos o facultades del enemigo.
Conclusiones
El análisis de los murales de Atetelco ha resultado ser una incursión
explorativa en la desconocida mitología teotihuacana. Hemos encontrado que el
Dios Mariposa Pájaro de carácter solar nació - o renació, si tomamos en cuenta
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Agradecimientos
Vayan mis agradecimientos en primer lugar al Mtro. Rubén Cabrera Castro,
quien me enseñase en el año 2005 los murales de Atetelco que analizo en este
trabajo, y posteriormente me invitase a estudiarlos, poniendo a mi disposición
generosamente todas 31 las fotos, dibujos e informaciones arqueológicas
necesarias para realizar esta tarea. Por otra parte, agradezco a Helena Horta la
corrección estilística del texto original de este artículo.
Bibliografía
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sacred warfare and Teotihuacan iconography. En Te x t and image in Pre-Columbian
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Berrin, Kathleen. - Esther Pasztory (eds.) 1993 Teotihuacan: Art from the City of the
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28
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astronomía y la pintura mural en sitios del Área Maya. En La Pintura Mural
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Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 283-293.
Séjourné, Laurette, 1959. Un palacio en la ciudad de los dioses (Teotihuacán),
México, INAH.
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Criterios eidéticos en los programas pictóricos de los tres pórticos del Patio
Blanco de Atetelco
Jorge Arturo Zavala Arredondo1
Introducción
Desde 1947 se iniciaron exploraciones en un sitio, conocido entonces como
La Presa (Villagra, 1997b: 567) pero que a la postre sería denominado por Carlos
Margain como Atetelco. El interés por este lugar se comprende en medio de la
efervescencia suscitada en esa época por las pinturas, lo cual, si bien generó
investigaciones arqueológicas, también fomentó prácticas de saqueo y tráfico.
Agustín Villagra, restaurador del INAH, había trabajado en Tepantitla y se
encontraba realizando lo propio en Tetitla, cuando fue enterado de la existencia de
evidencias pictóricas en el lugar recién descubierto, las que debieron ser
consideradas muy relevantes, porque se distrajo de Tetitla y se incorporó a los
trabajos allí. Particularmente importante es su labor en el espacio arquitectónico
conocido ahora como Patio 1 o Patio Blanco, el cual está constituido
principalmente por tres edificios, que son cuartos porticados sobre una base
piramidal y que fueron liberados y reconstruidos casi completamente. En lo que a
pintura mural se refiere, la reconstitución se circunscribió a los muros de los tres
pórticos y se trató de un proceso que a pesar de haberlo dejado inconcluso, ahora
aporta valiosos referentes para inferir aspectos en esa materia. Uno de estos
aspectos tiene que ver con la forma, analizada aquí bajo el concepto eidética y
respecto de los cuales se va derivando su implicación con el caso de las pinturas
del Patio Blanco.
¿Eidética?
Para comprender el sentido que para este escrito tiene el concepto de
eidética, hay que asentar algunos antecedentes. En la antigüedad griega se
discutía que los objetos tienen no sólo una forma patente y visible, sino también
una forma interna e invisible, pero latente y captable por la mente. Para describir
31
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cuales son elementos mínimos, invariantes, pero al mismo tiempo tienen cierta
autonomía figurativa y también plástica. 2 Es la investigación, en proceso, para la tesis de
doctorado en Historia del Arte por la UNAM que se titula Estética y cambio en el arte Teotihuacano. El caso del
signo trapecio-y-triángulo.
Autonomía figurativa porque la base puede adquirir la forma de una
banqueta, un 38 basamento piramidal o una plataforma; un cuarto puede desplantar
sobre cualquiera de estas posibilidades, o incluso desplantar sólo del suelo y
puede o no tener un pórtico y; un techo puede constituirse de cornisa, sostener
remates arquitectónicos e inclusive elementos arquitectura efímera que lo
coronaba en fechas especiales. Autonomía plástica porque cada uno de sus
componentes puede ser pintado o esculpido, en fin, en múltiples y variadas formas
plásticas.
Como parte de un cuarto, un pórtico también presenta, por su cuenta, partes
y variantes. Se constituye de tres muros y columnas cuadrangulares o cilíndricas
para apoyar el techo. En los muros de los tres pórticos del patio blanco de Atetelco
se comprende, para cada uno, un Programa Pictórico constituido también de ciertas
partes figurativas las cuales hoy son visibles casi completamente. Pero antes de
decir cuáles son esas partes, dado que su apreciación se debe, en buena medida,
a la reconstrucción de Agustín Villagra, es pertinente revisar, en el marco del
contexto de su realización, cual fue la ruta seguida.
Un breve recuento
Acerca de los trabajos de Villagra en el sitio de Atetelco, antes que nada,
hay que apreciar que allí encontró la oportunidad de realizar lo que por encargos
sucesivos no había podido en ninguno de los sitios donde había trabajado. En
Tepantitla, realizó la consolidación de los fragmentos del mural Tlalocan; aunque,
había proyectado reconstruirlo al fresco. En sus palabras, eso le serviría para
ensayar la técnica prehispánica de la pintura mural. Pero tal reconstrucción no se
planeaba realizar in situ, sino en un muro sobrepuesto que estaría 39 colocado en
el interior del salón, con objeto de que se pudiera comparar con el original,
(Villagra, 1997b: 565). En Tetitla, si empezó a practicar: en diferentes técnicas: al
fresco, al seco, mezclando estas dos, con aglutinantes y sin ellos, etcétera)
(Villagra, 1997b: 566). Y también en ese sitio, empezó a ensayar un procedimiento
que practicaría en Atetelco y que consiste en consolidar en la parte posterior con
cemento los fragmentos de pintura mural. Asimismo por ese tiempo realizó un
trabajo en la casa de un particular, el general Ignacio Beteta, quien según la
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narración de Villagra, era dueño de los terrenos de Tetitla y los había cedido al
INAH a cambio de que se les pintaran algunas copias en su casa.
TECHO
CUARTO
BASE
Lámina 1. Modelo de un Programa Arquitectónico
Finalmente el trato con el instituto no se logró, pero Villagra si hizo el trabajo
por su cuenta. Paradójicamente allí es donde pudo explayar sus pretensiones de
emular la técnica pictórica teotihuacana: Usé materiales modernos y me serví de
la técnica prehispánica, mezclando cal a los colores y aplicándolos pastosos,
logrando así que el color quedara adherido al mortero y obteniendo la misma
calidad de los antiguos, con lo cual confirme mi creencia de empleaban colores
cargados de cal en la técnica de la pintura al fresco (Villagra, 1997b: 567).
Seguramente, lo ejercitado pretendía plasmarlo en Tetitla; pero los trabajos allí
fueron interrumpidos por el descubrimiento de Atetelco a donde fue comisionado.
Así pues, hay razones para creer que en Atetelco Villagra se empeñó en realizar,
ahora sí, una reconstrucción total de la pintura mural. Su labor se concentró en el
Patio Blanco, porque era un espacio con condiciones para sus pretensiones; en su
narración: Esta construcción la encontramos cortada y rellena de escombros,
sepultada por una estructura posterior. El reconocimiento por medio de túneles nos
mostró las paredes pintadas y en el enorme núcleo de tierra que cubría el patio
encontramos innumerables fragmentos, también pintados. Al ver tal cantidad de
material decorado tuve la impresión de que se podrían reconstruir los murales y
pusimos manos a la obra (Villagra, 1997a: 555). Lo que se conservó de las
paredes pintadas en realidad corresponden a sólo un parte, la más baja, de
algunos muros que constituyen los pórticos del Patio Blanco. Así pues, fue trabajo
de reconstrucción principalmente la parte alta de los muros, que corresponde a
más o menos tres cuartas partes de la superficie total de los muros. Los pasos
que siguió en su tarea fueron varios. Se calcaron y numeraron todos los
fragmentos encontrados con la finalidad de identificar y completar los diferentes
motivos de la composición. Por ejemplo, 40 en esta decoración se vio que había
personajes, rosetones y bandas que formaban la red, aunque todo estaba
incompleto (Villagra, 1961:1). A partir de eso, se hicieron croquis y luego un dibujo
al tamaño real. Sobre este, se fueron colocando las calcas de los fragmentos
originales, teniendo como las referencias particularmente los accidentes
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superior del Programa Pictórico. Hay que considerar al respecto que el primero de
los pórticos que reconstruyó Villagra es el Pórtico 2, a partir de lo cual extrajo un
patrón que reprodujo en los otros dos pórticos y que tiene que ver con los espacios
romboidales que van trazando las franjas diagonales en su entrelazado. Allí Villagra
se dio cuenta que repitiendo las figuras de rombos dos veces le daba allí una
altura de 3.32 mts., (Villagra, 1997a: 555), lo que sumado a lo que mide el ancho
de la cenefa (SEE, en nuestros términos) coincidía más o menos con la altura que
había observado en los muros de Tepantitla de 3.50 m (Í dem).
PARTE SUPERIOR PARTE INFERIOR VANO DE ACCESO
SEE
SEE
SEE
SEA SEA SEA RETICULADO DIAGONAL SEE
Lámina 2. Modelo de un Programa Pictórico en el muro frontal de un pórtico
Además de este criterio, resulta claro que ViIlagra pensó en cierta simetría
en la relación izquierda/derecha y arriba/abajo para comprender la manera como
se distribuyen los elementos pictóricos. Eso explica, entre otras cosas, que la
Superficie Enmarcada esta traslapada por la Superficie Enmarcante en áreas
similares y que también debió de ser un referente que repitió en la reconstrucción
de la Parte Superior de los otros dos programas pictóricos.
Conclusión
Con la noción eidética se describe la relación exterior/interior que existe en
la comprensión de la forma, y que en este caso ha pretendido ofrecer algunas
aproximaciones a la cuestión ¿Qué hay al interior de pinturas como las del Patio
Blanco de Atetelco? Inevitablemente una pregunta de este tipo hace patente la
relación platónica entre forma e idea del eidos que dio origen al concepto, porque
no se trata de comprender la forma por la forma misma, 43 por el contrario se trata
de profundizar hasta encontrar la correspondencia adecuada entre el pensamiento
que hizo posible esa obra humana y el pensamiento científico actual esforzado en
comprenderlo y traducirlo en nuestros términos, en un discurso como el nuestro.
Por eso me ha parecido pertinente la derivación de eidos en eidética, como
un concepto que también designa un problema semiótico, porque en aras de
articular un discurso, así como los conceptos lítica y cerámica, aunque en un
sentido distinto, aluden a la construcción de la piedra y de la arcilla, así eidética
describe que, en términos discursivos, la forma también debe ser construida.
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pictórico se ubica en la fase Xolalpan, comprendida entre los 450 a 600 d.C.
(Cabrera, 1996).
1 Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacán
48
El presente trabajo expone los rasgos característicos de la pintura mural del Pórtico
sur mural 1, en el que se representa la llamada Procesión de Coyotes. En los
muros se representa una procesión de canidos (coyotes o lobos) de perfil,
colocados uno a continuación del otro en un plano horizontal, estos están
expresados en los muros laterales.
Parecen dirigirse en el sentido exterior y los que se ubican en los murales
centrales parecen dirigirse hacia el área central del acceso al templo. Cada una de
las imágenes cuenta con delgadas y pequeñas líneas en las patas, cuerpo, cuello y
orejas, que parecen representar el pelaje del animal, que remata en plumas cortas
y por debajo de la mandíbula un mechón de pelos a manera de barbilla. Muestran
el hocico abierto, exponiendo parte de sus dientes y colmillos, del que emana la
vírgula de la palabra, canto u oración. Sobre la cabeza portan un rico tocado de
diademas onduladas que finalizan en largas plumas; a la altura del vientre del
animal se observa un círculo con tres líneas en diagonal. La cenefa que enmarca la
escena central de la procesión de los canidos se conforma por dos bandas, en la
parte superior una serie de trapecios, uno a continuación de otro, que rematan con
plumas cortas.
La segunda banda se conforma por lo que parece ser la representación de la
piel del canido con pequeños tallos de un cactus al interior. En ambos extremos y
centro del recuadro de la cenefa se encuentra un círculo con tres líneas diagonales
rodeadas de lo que parece ser la piel de los canidos (ver imagen 1).
Imagen 1. Procesión de coyotes, (tomado de De la Fuente, Beatriz, 2001) 49
En la parte superior de los muros laterales y frontal, se encuentran las
representaciones de un personaje erguido hombre-coyote de perfil, con rostro de
canido y el hocico abierto, mostrando los dientes, colmillos y la lengua de fuera, de
donde emerge la vírgula de la palabra, el canto o la oración. Porta orejeras
redondas formadas por círculos concéntricos, anteojeras y collar. Su rico atuendo
podría pertenecer a un guerrero, se trata de un faldellín adornado con anchas
bandas que cuelgan por delante y por detrás. Tiene una especie de medallón
decorado con elementos geométricos; sobrepuesto al medallón se observa un
pectoral formado por una serie de elementos simbólicos, en la espalda lleva un
44
medio circulo con nudo en el centro, que sujeta un remate similar al de la base del
tocado, con el elemento tridentado y plumas cortas, de donde sale una cinta o
franja adornada con los símbolos de flama. En la parte trasera del personaje se
aprecia un atuendo adornado con dardos, cintas, plumas, borlas y flecos de donde
salen también símbolos flamígeros. Porta sandalias con grandes hebillas entre las
que se encuentra representada la cola del canido, de cada uno de los pies se
observa el símbolo de flama. Sobre la cabeza trae como tocado una diadema con
varias franjas sobrepuestas en la parte inferior, dentro de un tablero tres figuras
circulares identificadas como figuras trilobuladas, orladas con flecos, en la parte
central de la franja intermedia se encuentra el signo del ano teotihuacano,
acompañado en sus extremos por unos rectángulos en posición vertical, con un par
de triángulos en su interior para rematar en un penacho de dardos adornados con
borlas y plumas, formando un borde orlado de donde surge el elemento flama
(Cabrera ibíd.: 205-206).
Dicho personaje se encuentra al interior de una retícula de anchas franjas,
formando espacios cuadrangulares a manera de rombos o quincunce. Al interior de
cada franja se identifica lo que parece ser la piel del canido con los elementos
flama y zacate carbonero, rematando cada una de los entrelaces con un medallón
circular adornado con el trapecio y del cual pende la cabeza de un coyote con el
hocico abierto, mostrando los dientes, colmillos y la lengua. En una de sus manos
empuña un atado de dardos con las puntas hacia atrás y su base hacia delante,
mientras que en la otra mano lleva un propulsor de dardos.
La parte superior de los muros se enmarca con una cenefa, que se
distribuye por tres franjas horizontales, en la parte inferior se representan una
sucesión de cuchillos colocados en hileras de tres una sobre otra, en la franja
intermedia se encuentra una banda o franja mas angosta con una serie de rayas
cortas en sentido vertical y unos pequeños 50 elementos al interior de forma
alargada y sobre esta franja hay otra de mayor grosor que la anterior, con la
representación de una serie de líneas cortas paralelas entre s, que rematan en su
parte exterior con un fleco orlado y en la parte superior con una serie de espigas de
una planta cactácea (ídem). En lo largo de dicha cenefa se distribuyen tres
representaciones de flamas con un halo de humo, de donde se desprenden cinco
flores con una espiga, con excepción de la flor central superior que lleva dos
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espigas. Del halo de humo se observa una mano portando el puno orlado
sosteniendo un bastón con tres ganchos (ver imagen 2).
Imagen 2. Personaje erguido dentro del quincunce, (De la Fuente, Beatriz 2001).
Con respecto a la policromía de estos murales, es de mencionar que en la
parte inferior de las cenefas se destaca el fondo en color rojo delineando en
colores rosado y blanco, el contorno de los animales y los elementos que le
acompañan. En la parte superior el fondo del mural es también rojo, atenuando los
contornos del personaje en rosado y blanco para destacar cada uno de los
elementos que lo conforman. 51
En la parte superior del muro central se encuentra una cenefa con tres
franjas horizontales; en la parte superior se encuentran una serie de espigas o
tallos de una planta cactácea.
Es importante mencionar que las escenas que hoy en día podemos apreciar
son una reconstrucción basada en los fragmentos originales que se pudieron
recuperar durante las exploraciones arqueológicas.
De la interpretación que se ha hecho de estas escenas en el Patio Blanco,
el Arqueólogo Cabrera ha planteado que se trata de elementos asociados a
acciones guerreras (ibídem). Hasso Von Winning describe los elementos que
identifican aspectos belicosos y deidades relacionadas a estos, propone una
organización estatal donde existía una jerarquía de guerreros profesionales que
rendían culto a su deidad especial: el Tlalóc-Jaguar, cuyas características
icnográficas los distinguen de otros personajes por portar armas, como por ejemplo
los lanza dardos, elaborados con madera y adornados con plumas en forma de
flechas a manera de propulsores, puntas de proyectil (flechas), cuchillos bifaciales
de obsidiana. Los escudos son implemento importante como parte del atuendo de
un guerrero, al igual que los cascos o yelmos, que son tocados en forma de casco
protector que cubre la cabeza y cuello del guerrero.
Para el caso que nos ocupa, el autor plantea que los tres templos fueron
edificios dedicados a las ceremonias de los guerreros, mismos que se representan
de perfil con distintas vestimentas, flechas y un panó de piel de canido en la mano,
lo que implica un significado ritual, asociado con el sacrificio de sangre, dentro de
un entrelace a manera de quincunce en todas las paredes (Von Winning, 1987:
86).
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Ahora bien y retomando los puntos de vista de cada uno de los autores con
respecto a la pintura mural representada en el pórtico sur, resulta interesante
abordar algunos aspectos concernientes a la iconografía y su simbología.
Por una parte los templos son lugares que suscitan asombro y distancia, y
son a la vez un espacio de expresión de la gran diversidad de lo sagrado, en este
sentido la arquitectura de lo sagrado es realizada y percibida como lugar sagrado,
marcado por la salida y la puesta del sol, considerado como manifestaciones de lo
divino, convirtiéndose en parte privilegiada del cosmos. De esta manera el templo
es considerado como un hábitat divino, como la misma tierra parte integrante del
cosmos, de ahí que la construcción de altares al aire libre nos refiere al
pensamiento de hombres con un profundo sentido de la orientación (Delahoutre,
op.cit .: 141) 53
Los templos entonces cumplían con una función determinada y concreta, en
ellos se plasman representaciones; imágenes en las que se encarna una idea y se
convierte en soporte de una forma (ídem: 141). En este sentido la imagen de culto
es considerada como un sustituto de lo divino y el templo es en consecuencia
venerado como la morada del dios.
Un oficiante o grupo de oficiantes se encargaran de su custodia (Gómez
García, 1981: 109- 111). Para el caso de las representaciones en los murales
laterales y central del pórtico 1, bien se observa este fenómeno.
La representación de imágenes que aluden a personajes, o están
disfrazados de animales, o bien se trata de humanos en proceso de
transformación. Este es uno de los temas más recurridos de la antropología y ha
sido denominado como totemismo. El termino de Totem, designa una especie
natural animal o vegetal- que sirve de epónimo a un grupo humano y se define,
por una parte, en que los animales difieren unos de otros porque pertenecen a
especies distintas, cada una de las cuales tiene un aspecto físico y hace un genero
de vida que le son propios; por otra, hombres entre los que los ancestros
constituyen un caso particular que difieren entre sí, porque están distribuidos entre
segmentos de la sociedad, ocupando cada uno una posición particular en la
estructura social. De esta manera los Tótems son criaturas naturales y se piensan
en términos sociales, por lo tanto el sentimiento individual de vinculación que lleva
a una conducta colectiva, ritualizada, y que se plasma en un objeto representativo
48
del grupo. De manera que la división social se traduce en división ritual y religiosa
(ídem).
En segunda instancia la iconografía sugiere aspectos relacionados con la
guerra, elementos plasmados en la pintura mural donde se destacan la
representación de armas e insignias militares, en este sentido la función del
sistema totémico consiste en integrar oposiciones y consolidar la integración
social. Del mundo animal se extraen las diferencias que resultan significativas y se
socializan y trasladan al mundo social. De la naturaleza a la cultura (ibídem: 114).
La elección de las especies naturales parte del hecho de colocar al hombre
en un método de pensamiento. Los Totem, animales o plantas, pueden ser o no
temidos o codiciados; lo decisivo estriba en que su realidad sensible deja ver
nociones y relaciones concebidas por el pensamiento reflexivo a partir de los datos
de la observación. De esta manera las especies naturales no se eligen por ser
buenas para comer, sino más bien por ser 54 buenas para pensar. Así es como el
totemismo se define como un operador lógico un modo elemental para organizar la
experiencia (ídem: 116).
Podemos argumentar que la importancia y relevancia del animal tótem
plasmado en la parte inferior de los murales a manera de procesión, es la
representación de un animal Totem identificado como canido (coyote/lobo),
portando un tocado de plumas largas, desprendiendo del hocico vírgulas del canto,
palabra o aliento, con un circulo con tres líneas diagonales en la altura del
estomago. Identificado este ultimo como un escudo relacionado con aspectos
bélicos. (Ver imagen 3).
Imagen 3. Personaje identificado como guerrero coyote, (Von Winning, Hasso, 1987).
Mientras que en la parte superior se encuentran los personajes en perfil,
dentro de una retícula ya antes descrita, parecen estar investidos con atuendos
que también aluden a la guerra. Sin embargo en el pórtico 1 el personaje que se
representa dentro del rombo o quincunce, carece de un elemento clave que le da la
connotación de Guerrero, no empuña entre cualquiera de sus manos el porta
dardos (ver imagen 4) lo cual sugiere preguntarse ¿que está representando o a
quien representa? Aun cuando no se ven los lanza dardos, si se observa el panó
ritual en una de sus manos, sosteniendo los trapecios del signo del ano y algunos
otros elementos, como llamas en torno al personaje que le dan connotaciones
belicosas.
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Imagen 4. Izquierda lanza dardos, Derecha lanza dardos sin plumón o borla, (Von Winning, Hasso 1987).
Partiendo de las propuestas de Paulinyi (op.cit .) agregaría algunos otros muy
modestos aspectos. Se pueden observar en los tres templos que conforman el
patio blanco la representación de animales: aves, canidos y jaguares, por una
parte y por otra, la representación de seres humanos o animales humanizados en
la parte superior de los murales, lo cual nos indica la intención de diferenciarse
unos de otros con respecto a cada templo, en este sentido se aplica la propuesta
hecha por Claude Levi Strauss, cuando propone un sistema totémico, que en el
caso del patio blanco estamos hablando de guerreros con diferentes atributos y
por lo tanto distintas actividades y funciones.
Para el caso especifico del pórtico 1, la iconografía nos proporciona datos
importantes, los personajes representados en el templo portan en una de sus
manos lo que han identificado como el lanza dardos, sostenido por el panó ritual,
al cual le han dado una connotación de actividad bélica, por lo que han sido
interpretados como guerreros. Al respecto Winnig habla acerca de las implicaciones
del panó ritual:
El significado del panó ritual en la iconografía de Teotihuacán es que se utiliza un panó
como si fuera una servilleta para presentar o recibir un objeto, circunstancia que
implica un significado ritual asociado con un sacrificio de sangre.
Encontramos una analogía en el arte maya en donde en varias esculturas y en la
cerámica aparecen ejemplos del uso de un panó como si fuera una servilleta en
escenas narrativas en las que se presentan las insignias reales. A veces el panó esta
doblado o plegado con las puntas cayendo a un lado y frecuentemente se encuentra
decorado con piezas de jade () Prevaleció la costumbre en Palenque durante el reino
de Chan-Bahlum (683-701 dic.) quien entrega personalmente las insignias sobre un
panó a Pacal () La Palabra maya Pach ah quiere decir apropiar, tomando posesión o
tomar para sí o escoger o elegir apropiando así. Resulta que el panó, o la servilleta 56
ritual pertenece a los accesorios en las ceremonias de la transferencia del poder de la
iconografía maya (Von Winning, op.cit: 86-87) (ver imagen 5).
En cuanto al trapecio que porta el panó ritual, es descrito como el signo del
año, conformado por los símbolos de un triangulo sobre un trapecio, asociado en
algunas ocasiones por un medallón con el ojo u otros elementos, lo que hace que
varié en su composición morfológica y su representación, según sea el contexto
iconográfico (Von Winning, op.cit.: 26). También ha sido interpretado como un
instrumento astronómico utilizado como cuadrante solar (reloj de sol) para medir el
50
tiempo del día y del año mediante las sombras producidas en el fondo circular
(Digby en Winning, op.cit .: 26).
Entre los zapotecas de Monte Alban Pina Chan (1993: 175 y 178) propone
que el signo del año simbolizaba las direcciones del universo que recorre el sol:
oriente, cenit, poniente, nadir y por lo tanto encarnaba el día en su totalidad y de
ahí la representación del rombo, destacando el trapecio. En sus múltiples facetas
dicha cultura desarrolla algunas variantes hasta realizar el símbolo del signo del
ano muy parecido al teotihuacano, el trapecio simboliza al inframundo o lugar
donde nace el sol y el Angulo simboliza el rayo de luz que emite el sol (Ver imagen
6).
Imagen 5. Varias formas de sostener con la mano el panó ritual, (Von Winning, 1987) 57
Imagen 6. El signo del ano arriba Monte Alban y abajo en Teotihuacán, (Von Winning, Hasso 1987)
Imagen 7. Izquierda, lanza dardos sostenido por las garras del personaje con el panó ritual y el trapecio del
signo del ano,
Derecha una reconstrucción hipotética del trapecio del signo del ano, (Von Winning, 1987).
Otro elemento importante es el tocado de borlas que porta el personaje, el
cual le da una connotación de pertenecer a una estructura interna altamente
jerarquizada (Paulinyi, op.cit .: 26). Un elemento más igualmente interesante es
la aparición del paño ritual, representado en piel de lobo y como parte del
enmarcado de las escenas a manera de cenefa. Tal situación nos lleva a pensar en
ambos elementos clave: el trapecio y el paño ritual que portan de una forma u otra
cada uno de los personajes y que parece implicar la ejecución de un rito de
iniciación en donde el especialista religioso o Chaman cumple con el papel de
intermediar entre los hombres y los espíritus para mantener una relación
privilegiada con la naturaleza y los animales salvajes, cuyos emblemas se
encontraran 58 representados en sus atavíos (Bonte, 1996: 151-152), quien
prepara a través de un ritual la transformación del neófito a la casta guerrera a la
cual será asignado con respecto a los rasgos de su animal Totem; en este sentido
el paño ritual con el trapecio del signo del año mismo parece enfatizar el momento
temporal de la acción o ejecución del ceremonial en el que se hará el ritual de
iniciación y transformación de los nuevos guerreros, protectores de la gran
metrópoli teotihuacana por parte del Chaman (ver imagen 7). Así vemos que las
representaciones que aparecen en el patio blanco corresponden a la concepción
que tiene Víctor Turner de símbolos instrumentales, ya que giran en torno a un
símbolo más amplio y trascendente como lo son las deidades acuáticas de
51
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Los templos son la representación de los cerros sagrados, donde se realizaban las
ceremonias y los sacrificios y donde residen las deidades. Las construcciones
principales de Teotihuacán, fueron decoradas con este elemento simbólico; los
muros estucados fueron cubiertos con pinturas murales y esculturas representando
al chalchihuitl , en forma de discos, o como ornamentos de personajes, sacerdotes,
guerreros o dioses. Estas representaciones daban al edificio una connotación
simbólica, como un lugar sagrado y precioso. 2 Clara Paz Bautista. 2007, comunicación
personal.
En las ofrendas mortuorias, los objetos de chalchihuitl eran un componente
indispensable. Como material sagrado, debía acompañar junto con otros bienes, a
los 62 difuntos desde personajes de alto rango social, y alta jerarquía militar y
sacerdotal, hasta grupos de artesanos y gente común. Diversos ejemplos de
entierros localizados en Teotihuacán nos indican esta costumbre, ya que junto a
ellos se encuentran máscaras funerarias, collares de cuentas, orejeras,
pendientes, discos, placas, o representaciones de personajes y figurillas.
Aquellas personas destinadas al sacrificio, eran acompañadas con ricas
ofrendas de objetos sagrados y preciosos, como conchas, vasijas, efigies,
herramientas de obsidiana y piezas de chalchihuitl. Son bien conocidos los
ejemplos de los sacrificios ofrendados al interior del Templo de Quetzalcóatl, y los
de la Pirámide de la Luna, que fueron acompañados con diversos objetos y
ofrendas de piedra verde (Cabrera y Sugiyama op.cit ., Cabrera Cortés, 2002).
El chalchihuitl era parte importante en el atavío de los dioses; las imágenes
sagradas eran ornamentadas con orejeras, sartales de cuentas tubulares y
esferoidales, pendientes, narigueras, discos, máscaras, placas, mosaicos, etc. Las
representaciones en pintura mural, escultura en piedra o arcilla de personajes y
deidades muestran gran riqueza y lujo en sus atavíos. Podemos observar figurillas
de deidades, sacerdotes, guerreros, personajes y diversos animales con lujosos
atavíos y grandes y complicados tocados decorados con plumas finas, conchas,
caracoles, y ornamentos de chalchihuitl .
El chalchihuitl también puede estar relacionado con el nombre de lugares y
de personajes importantes. Es posible que algunos topónimos de poblados, barrios
(Ortega, 2000) o de grupos de artesanos, fueran representados con glifos como los
de La Ventilla, donde observamos la imagen de una cuenta de chalchihuitl en un
cordel, un personaje con un sartal de cuentas o una nariguera de jade (King y
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Figura 2. Atetelco, Altar Central, Patio Pintado. Mascarones de Tláloc y Serpientes Emplumadas cubiertas de
plumas, quinternos y cuentas de chalchihuites verdes que indican fertilidad y agua. Según réplica de Miller;
Tomado de Giral, 2003.
Figura 4. Atetelco, Altar Central, Segundo Cuerpo. Patio Pintado. Sartales entrelazados de cuentas de
chalchihuites; escudos con quinternos y colmillos de jaguar de jade. Miller, tomado de Giral, 2003.
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Subsección 2 b: representa la ampliación sureste del conjunto, está integrada por una
extensa área de circulación que se extiende de norte a sur y por dos aposentos
alineados en la misma dirección, ubicados en la parte norte de dicho espacio.
Durante estas excavaciones también se logró liberar la parte sur de la calle
Este, así como la Calle Sur, recuperándose más de cuarenta mil tiestos de cerámica,
que al ser analizados y cuantificados nos dieron una idea de la temporalidad del
conjunto arquitectónico y sus diferentes ocupaciones.
Figura 1. Áreas exploradas en 1997, se señalan las secciones de donde proceden los materiales analizados
76
La cerámica teotihuacana
Entrando en la materia de este trabajo, la cerámica referida fue separada y
cuantificada siguiendo la tipología de Evelyn Rattray (2001) para la cerámica
teotihuacana, y la de Cobean (1990) para la Mazapa, así como las de Ratray (1966) y
Sanders (1986) para la cerámica del Epiclásico, mejor conocida como Coyotlatelco .
El material clasificado proviene del área en que se detectó la calle sur y el sistema de
cuartos construidos en fases tardías. El registro estratigráfico muestra cierta
homogeneidad debido a la semejanza de los espacios arquitectónicos, en donde se
pueden apreciar con claridad las diferentes etapas constructivas. Así, podemos
presentar una descripción general de los materiales identificados en las capas
estratigráficas más representativas para lograr el fechamiento de la sección sur del
conjunto arquitectónico:
- Capa I: Superficie del terreno, con un espesor promedio de 16 cm, se considera
como material resultante de los derrumbes arquitectónicos y los sedimentos
depositados de manera natural a lo largo del tiempo, contiene una alta concentración
de tiestos. En esta capa encontramos una alta concentración de material
teotihuacano, del cual la proporción más alta corresponde a la fase Metepec a través
de los grupos cerámicos bruñido, pulido y anaranjado San Martín, con sus formas
domésticas de ollas, cazuelas cráter, jarras, cajetes y cuencos, además del grupo
mate burdo, el pintado, el anaranjado delgado, el copa y el granular principalmente en
forma de ollas. Como podemos ver predominan las formas de uso doméstico, utilizado
principalmente en la preparación y servicio de alimentos.
- Capa II: Apisonado de tierra en el que se identificaron tiestos de las fases
Tlamimilopan, Xolalpan y Metepec; observamos la predominancia de artefactos de uso
doméstico como son las cazuelas, ollas, anafres de tres protuberancias y cajetes. El
grupo mate se compuso básicamente de fragmentos de incensarios y tapaplatos,
67
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que se anexaron unidades en las que se llevaban a cabo actividades domésticas tal
vez para el abastecimiento de alimentos de quienes moraban en el conjunto. El
análisis realizado debe ser tomado dentro de un estudio más general del conjunto ya
que solo de esa manera podremos entender la función del mismo dentro de las
dinámicas sociopolíticas de Teotihuacán desde Tlamimilopan Tardío hasta la fase
Metepec.
Bibliografía
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75
completo, sin embargo se sabe que se trata de orejeras por las características
formales, la especie utilizada y porque se han encontrado ornamentos similares, en
ambos lados del cráneo, como accesorios personales o de esculturas.
(Entierros 10 y 11 del PTQ y Entierro 2 del PPL). Los fragmentos se localizaron
dentro de la fosa del Entierro 43, que corresponde a un adulto joven, decapitado y
quemado (Kanjou 2002: 115-128), este enterramiento que pertenece a la fase
Xolalpan tardío (500-600 d.C.) y se localizó en un de los patios explorados (Fig. 3y
3a). 89
Figura 3. Fragmentos de orejeras, elaboradas con la especie Spondylus princeps. Superficies anteriores del
lado izquierdo. A la derecha se muestran las caras posteriores. El aspecto oscuro que presentan es por la
exposición al fuego. Entierro 43.
Figura 3a. Orejeras encontradas en el Entierro 17. La cara posterior (derecha.) muestra la huella que dejó el
sujetador. Izq. Se observa la superficie anterior con la acanaladura circular, abajo a la izquierda y en el lado
derecho abajo se observa un corte que se le realizó al ornamento, que indica la reutilización del objeto. 90
Pectorales
Se trata de 2 objetos xenomorfos, geométricos, tipo círculo calado y
perforado, que fueron clasificados como pectorales, que se encontraron asociados
con el entierro 17. Se manufacturaron con la especie Pinctada mazatlánica, las
valvas utilizadas en la elaboración de estos ornamentos fueron desgastadas de la
capa externa, para eliminar el periostraco, pero también pulidas de la superficie
interna, para descubrir el aspecto nacarado de esta especie. Se cortaron o
desgastaron de los bordes para obtener el círculo, así como los calados al centro.
Uno de ellos presenta 2 pares de perforaciones en los extremos de calado y el otro
solamente un par de horadaciones, también en los extremos del hueco calado
(Figura 4). Estos ornamentos son semejantes a los encontrados en algunas de las
ofrendas de Templo Mayor, conocidos como pectorales anáhuatl , que es uno de
los atributos del dios Tezcatlipoca (Velázquez 1999: 70).
Figura 4. Entierro 17, Pectorales tipo circular, calados y perforados. La especie con que se manufacturaron es
Pinctada mazatlánica. Estos ornamentos son similares a los pectorales anáhuatl , considerados como
atributos del dios Tezcatlipoca, entre los mexicas.
Pulseras
Son 4 pulseras y 3 fragmentos xenomorfas, no geométricas, sin umbo, que fueron
manufacturadas mediante la técnica de calado. Se encuentran en muy mal estado
de conservación, presentan laminación y pulverulencia. Se elaboraron con la
especie Spondylus princeps, se encontraron asociadas al Entierro 15, explorado
en el Patio 3, constituido por un individuo femenino, de edad adulta (Kanjou 2002:
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Figura 9. Micrografías a 100X de huellas producidas por desgaste con basalto en la capa externa de la especie
Spondylus princeps. Arriba: rasgos en el objeto arqueológico; abajo: las marcas dejadas en el en el
experimento con la misma herramienta. 97
Las superficies laterales que se pudieron observar, muestran marcas de
cortes, realizados con lascas de obsidiana. Resultó difícil determinar las áreas con
corte debido a que la mayoría de los rebordes que dejó la separación de la porción
por presión o por percusión la superficie, fueron corregidos con desgaste de las
superficies laterales. Los cortes con obsidiana presentaron líneas rectas continuas
y paralelas entre sí, que miden entre 1.5 a 3.5 m de ancho. (Figura 10).
w
Figura 10. Líneas rectas continuas y paralelas entre sí, producidas por el corte con lascas de obsidiana. Arriba:
micrografía a 600X del objeto arqueológico. Abajo huellas realizadas con lascas de obsidiana en el experimento
también a 600X 98
En el caso de las orejeras, las superficies anteriores presentan una incisión
circular, elaborada por medio de la técnica de acanalado , mediante lascas de
obsidiana y/o polvo de obsidiana, polvo de pedernal. Las lascas dejan bandas
irregulares de 4.6 a 18.6 m, de ancho, dentro de las cuales hay líneas de menor
w
Figura 11. Rasgos dejados por lascas de obsidiana, al llevar a cabo una incisión o acanaladura circular. Arriba:
objeto arqueológico y abajo experimento, ambos a 1000X.
13,7 µm
1.2 µm
13.7 µm
1.2
99
La técnica de pulido se llevó a cabo en las superficies anteriores, por medio
del un nódulo de pedernal, con este instrumento se logran áreas lisas y brillantes,
que hacen que las bandas que se hicieron con el basalto, se suavicen y se observe
un a superficie cruzada por varias líneas de 2 m y bandas más pequeñas de 13
w
Figura 12. Superficies cruzadas por varias líneas contenidas dentro de bandas. Rasgos característicos que deja
el nódulo de pedernal al frotarse en una superficie para realizar la técnica de pulido. Arriba huellas a 1000X en
el objeto arqueológico y abajo en el experimento. 100
Las micrografías observadas de las superficies bruñidas, muestran áreas
cruzadas por bandas rectas y redondeadas en distintas direcciones, su espesor va
de 60 a 80 m, y otras bandas más delgadas de 13 m y líneas rectas de
w w
sin curtir, frotándolo en el cara anterior, para obtener mas brillo y un aspecto
lustroso de la superficie (Figura 13).
80
Figura 13. Huellas que deja el bruñido de superficies que han sido desgastadas con basalto, pulidas con
pedernal y bruñidas con piel sin curtir. Arriba el objeto arqueológico y abajo el experimento a 100X. 101
Con el estudio de las huellas de manufactura y los experimentos realizados,
se han podido determinar algunas de las herramientas empleadas en la
elaboración de los ornamentos de Atetelco, particularmente los objetos conocidos
como orejeras. Con esta información podemos inferir las cadenas operativas, con
las que proponemos los pasos seguidos desde que el material malacológico no
presentaba transformaciones, hasta que el objeto se encuentra completamente
terminado (Figura 14).
Figura 14. Cadenas operativas inferidas en la manufactura de orejeras producidas con la especie Spondylus
Desgaste de la capa externa de la valva para suprimir el peristraco, mediante
princeps
herramienta de basalto.
Desgaste de superficie lateral para obtener forma de disco, a través de laja
de basalto. Acanaladura o incisión circular en la cara dorsal, por medio de lascas
de obsidiana.
Pulido de la superficie dorsal, con nódulo de pedernal.
Bruñido de la cara anterior, con piel sin curtir.
Baño de estuco pintado en la cara posterior, para unir el sujetador a la orejera.
102
Conclusiones
Se pudieron determinar las técnicas utilizadas en la elaboración de los
objetos ornamentales, gracias al análisis de las huellas de manufactura y a la
arqueología experimental, además de señalar las herramientas empleadas e inferir
los procesos que intervienen en la manufactura de las orejeras producidas con la
especie Spondylus princeps. (Figuras 15 y 16).
Figura 15. Ilustraciones del proceso de producción propuesto para la elaboración de orejeras de Spondylus
princeps.
Arriba: Desgaste de periostraco y de superficie lateral con laja de basalto, Abajo: marca de línea circular para
realizar acanaladura con lascas de obsidiana. Dibujos Víctor G. Alvarez A. 103
Figura 16. Ilustraciones de las técnicas de acabado inferidas en la manufactura de orejeras de Spondylus
princeps .
Derecha: pulido de la superficie anterior con nódulo de pedernal. Izquierda: Bruñido de la cara anterior con piel
sin curtir.
Abajo orejera con una ligera capa de estuco para unir el sujetador a la cara posterior del ornamento. Dibujo de
Víctor Álvarez
Sin embargo faltan precisar y comprobar los instrumentos y materiales
usados en algunas de las cadenas de operación; como es el caso de las
micrografías que indican el uso de abrasivos como: el polvo de obsidiana o bien, el
81
polvo de pedernal; para aceptar o refutar uno u otro material es necesario llevar a
cabo nuevos experimentos y la caracterización de sus huellas.
Así mismo, existen dudas respecto al desgaste realizado en la cara anterior,
ya que creemos que se eliminó la capa interna de la valva, para hacer que el color
naranja, característico de la especie, se notara. Es muy posible que se llevara a
cabo un desgaste con una herramienta pequeña de basalto, pero no existen
evidencias de las bandas que deja este 104 instrumento, quizá porque fueron
borradas al realizar acabados como el pulido y bruñido en esta superficie.
Por otro lado y de acuerdo a las costumbres funerarias propias de los
teotihuacanos, se sabe que el común de la población era enterrada en las
unidades residenciales, que el bulto mortuorio se acompañaba con los objetos
personales que indicaban la actividad que el individuo tuvo en vida. (Cabrera 1999:
514-516). Por lo cual, se puede interpretar que en Atetelco, hubo individuos que se
dedicaron a actividades artesanales, quizá especializadas en la producción de
objetos de concha.
Hasta ahora, en Atetelco no se han detectado los espacios en donde se
llevaron a cabo las actividades de manufactura de los objetos de concha, no
sabemos si los talleres estuvieron en el mismo conjunto residencial, pero sí hay
indicadores del trabajo en concha.
Es importante mencionar que las técnicas y herramientas utilizadas en la
producción de orejeras, incrustaciones y pendientes, demuestran semejanzas con
los instrumentos y los procesos empleados en la manufactura de los objetos de
concha del Templo de la Serpiente Emplumada (Indumentarias del Entierro 5 y 6).
Lo anterior podría indicar que se trata de una tecnología conocida desde el
inicio de la construcción del basamento (fase Miccaotli, 150-200 d.C.) y que se
siguió usando hasta la fase Xolalpan tardío (500-600 d.C) en Atetelco.
Con lo cual podemos inferir que la tecnología empleada en el trabajo de
concha, no fue modificada por lo menos en 3 o 4 siglos que duraron las siguientes
etapas cronológicas, de la ocupación teotihuacana de Atetelco; que por el
contrario, se fueron especializando tecnológicamente cada vez mas y que,
posiblemente el uso de abrasivos para facilitar la realización de acanaladuras, así
como el empleo de la piel en la técnica de bruñido, están indicando una mejor
solución tecnológica, en la producción específica de estos ornamentos (orejeras
tipo disco, manufacturadas con la especie Spondylus princeps).
82
Bibliografía
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Velázquez Castro, Adrián, Emiliano Melgar Tísoc y Anne Marie Hocquenghem.
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86
basalto gris, esta mano presenta en uno de sus extremos huellas de haber sido reutilizada como percutor.
(Fotografía Miguel Morales)
Morteros: son utensilios utilizados principalmente en actividades domésticas, no
obstante también sirvieron para moler pigmentos, arcillas, entre otros, dentro de
los talleres artesanales, o inclusive con fines rituales. Los morteros presentan una
superficie profunda y por lo general de forma cóncava, éstos al igual que los
metates son la parte pasiva en la acción de moler por lo que era necesaria una
parte activa, la cual correspondería a la mano de mortero o mejor conocidos como
tejolote.
En nuestro análisis identificamos 9 utensilios, de los cuales 1 corresponde
al tipo de mortero cuadrado sin soportes, 4 del tipo circulares sin soportes, 1
circular con base anular y 3 del tipo cuadrado con soportes, estos últimos
presentan una característica muy peculiar, ya que en la pared externa tienen
esculpida la representación de un tablero teotihuacano.
Este tipo de morteros también se han localizado en el Barrio de La Ventilla
durante la temporada 2004, aunque tampoco se sabe la función específica ya que
al igual que los de Atetelco, proceden de rellenos constructivos. (Figuras 3 y 4)
Figura 3 Izquierda. Proviene del Conjunto Arquitectónico de Atetelco y Figura 4 Derecha, procede del Barrio La
Ventilla. Morteros cerrados y cuadrados, con soportes circulares con la representación en la parte externa de
un tablero teotihuacano, elaborados en basalto gris. 110
Del total los morteros el 55% de la muestra corresponden a fases
teotihuacanas y el 45% restante corresponden a fases posteotihuacanas. La
materia prima en la que fueron elaborados estos utensilios, corresponde a basalto
de color gris.
Manos de Mortero o Tejolotes: Estos instrumentos son la parte activa en la acción
de moler y por lo general son de forma circular, el área activa es redondeada y
adaptada a la superficie cóncava del mortero, principalmente las muestras
analizadas corresponden a manos de metates reutilizadas, ya que con esto se
ahorran tiempo y esfuerzo en la fabricación de las manos de mortero. La materia
prima en la que fueron elaboradas estas manos corresponde a basalto gris.
De un total de 12 utensilios analizados se obtuvo la muestra siguiente: 4
manos con espiga cónica, 2 con espiga cilíndrica, 3 con espiga prismática y por
último 3 manos prismáticas sin espiga. Del total el 58% se encontraron en rellenos
con materiales de fases posteotihuacanas y el 42% relacionado a fases
teotihuacanas. (Figuras 5 y 6)
87
Figura 5. Izquierda, Elemento 15 objeto 7, utensilio lítico en forma de tejolote, de planta circular plana, con
agarradera cilíndrica. Figura 6. Derecha, mano de metate reutilizada y adaptada como tejolote. Ambos
utensilios están elaborados en tezontle de color gris. (Fotografías Miguel Morales)
Instrumentos de Albañilería
Estos instrumentos son utilizados en la construcción y para realizar los
acabados de espacios arquitectónicos, por lo que existe una gran variedad de
instrumentos como son plomadas, percutores, alisadores, cinceles, etc., pero los
más representativos en la mayoría de las excavaciones son los pulidores con un
mayor porcentaje ante los demás.
Pulidores: Son instrumentos utilizados para darle el acabado final a cualquier tipo
de arquitectura, esto es, sirven para recubrir, pulir y alisar los paramentos de
muros, pisos y plafones. La materia prima más utilizada para la elaboración de los
pulidores es el tezontle 111 principalmente, éste tiene dos colores característicos el
negro y el rojo, aunque hasta el momento no se sabe de la preferencia por el color,
creo que era irrelevante para ellos, el tezontle como ya lo había mencionado es una
roca ígnea extrusiva, por lo que la superficie o el área activa de los pulidores es
muy porosa, entonces es muy común encontrar pulidores con restos de estuco o
pigmentos adheridos a la superficie. (Figuras 7 y 8)
En el análisis se detectó que los pulidores tienen el mayor número en
presencia ya que se estudiaron 237 instrumentos, esto es el 61% del total de la
lítica pulida, por lo que para su estudio se tomaron en cuenta las diferentes
características morfológicas de cada uno, para realizar una clasificación y poder
formar grupos de acuerdo a su base, altura, presencia o ausencia de mangos o
agarraderas, entre otros. En cuanto a la materia prima de la muestra solo dos
grupos de 22 fueron elaborados en basalto.
Figura 7 Izquierda, Elemento 15 objeto 12, Instrumento lítico en forma de pulidor con mango, de base plana,
de planta rectangular elaborado en basalto gris, conserva restos de estuco en la superficie. Figura 8 Derecha,
Instrumento lítico en forma de pulidor con mango, de planta rectangular elaborado en tezontle negro.
(Fotografías Miguel Morales)
E lementos Ar quitectónicos: Esta familia está representada por el 3.61% de la lítica
pulida, esto es 16 piezas que, por sus características, se deduce que estuvieron
integradas directamente a la arquitectura.
Cortineros: Estos objetos se localizaron en las capas de relleno, pero originalmente
se encontraban empotrados parcial o totalmente en los muros que definen los
accesos; los cortineros presentan una perforación bicónica en donde posiblemente
88
era insertado un cilindro de madera que podría servir para restringir el paso al
interior de los cuartos. 112
Figura 9, Izquierda, Elemento 15 objeto 9, Elemento arquitectónico en forma de cortinero, con una perforación
bicónica en un extremo,elaborado en tezontle negro. Figura10 arriba derecha, Elemento 15 objeto 13,
Elemento arquitectónico en forma de cortinero, con una perforación en la parte distal, elaborado en tezontle
negro. (Fotografías Miguel Morales)
Almenas: Solo se encontraron 6 fragmentos, de éstos, 3 tienen en relieve la
representación de chalchihuites dentro de un recuadro, 3 poseen ganchos
entrelazados y uno más la representación de un espiral, todas provienen de
rellenos con cerámica teotihuacana.
Miscelánea
Este grupo esta integrado por fragmentos de artefactos de varias categorías,
de las cuales, aun no se tiene bien definida su función y por sus características
estilísticas pudieron ser utilizados en diferentes actividades de la vida cotidiana. A
continuación se mencionan solo algunos que considero son los más
representativos de la muestra de misceláneos.
Se cuenta con el 50% de un recipiente de andesita, de paredes curvo
convergentes, borde recto y decoración en alto relieve en forma de gotas sobre la
pared exterior, este recipiente probablemente es de uso ritual o ceremonial, ya que
la representación de estas gotas muchos autores la relacionan con el corazón
sangrante, así mismo se tienen representaciones muy similares en algunas
pinturas murales teotihuacanas. (Figura 11)
Fig.11
Recipiente con la representación de gotas, elaborado en andesita.
113
Cuenco de soporte anular, se tiene únicamente el 70% de la pieza, por lo
que solamente se pueden apreciar tres acanaladuras verticales y simétricas en las
paredes del cuerpo, el cuenco esta elaborado en basalto de color gris, y
probablemente corresponde a la época del contacto. (Figura 12)
Figura 12. Cuenco con base anular, elaborado en basalto gris
Otra categoría peculiar corresponde a las esferas realizadas en tezontle
negro y rojo, esta categoría representa el 3.61% del total de la lítica pulida (14
piezas), cuya función es desconocida hasta ahora, tienen un diámetro de entre 3.5
y 7.5 cm (Figura 13).
Figura 13. Esfera de tezontle negro
Conclusiones
89
90
Bibliografía
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92
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94
cantidad de ofrendas mortuorias de los entierros de esta sección (lo cual contrasta
con el resto del conjunto donde se detectaron entierros con más de 50 objetos),
podemos percatarnos de una clara diferencia en el acceso a los recursos entre los
ocupantes de la sección sur y el resto de Atetelco. Esto es indicativo de una
marcada diferenciación social para la sociedad del clásico la cual se manifiesta
incluso al interior de un mismo conjunto arquitectónico.
En términos numéricos, las ofrendas asociadas a los entierros Mazapa son
más homogéneas entre sí en comparación con las teotihuacanas del clásico,
aunque no son enteramente iguales. Esto puede estar relacionado con una
diferenciación social latente pero atenuada, es decir, menos marcada que en el
clásico. En la sociedad Mazapa el acceso a los recursos inherente a los estratos
superiores no se alejaba mucho de la media propia de los niveles inferiores y
esto fue así no por una tendencia intrínseca del grupo a la igualdad social, sino por
el desarrollo socio económico del grupo. La sociedad Mazapa tiene un menor
control de flujos energéticos que el Teotihuacán del Clásico (que se traduce en un
desarrollo económico más pobre). Esto provoca que haya menos productos y poder
acumulable por los niveles superiores y que la ostentación de esta diferencia social
sea menor a la del Clásico.
En los materiales recuperados en Atetelco se observa un mayor número de
objetos de origen foráneo en la muestra del periodo Clásico en comparación con la
muestra del 119 periodo Mazapa. Estos materiales se refieren tanto a la cerámica
como a la concha marina, piedra verde y pigmentos aloctonos. Tal diferencia,
manifiesta en la disminución tanto del número como en la variedad de objetos se
relaciona con los cambios en las redes comerciales ocurridos tras la caída de
Teotihuacán, mientras que en el Clásico esta región se encontraba en el centro de
las redes extraregionales, durante la fase Mazapa quedo ubicada en un sitio
marginal como mercado más bien secundario. Esto se tradujo en un menor
potencial económico debido a que el valle represento un mercado menos atractivo,
no solo por el menor número de consumidores resultantes del decremento
demográfico, sino además por su dispersión (ruralización) y por no controlar ya con
los suficientes bienes de consumo atractivos para otras aéreas (como la cerámica
Naranja Delgado y posiblemente la obsidiana verde).
La inestabilidad política de la fase previa, es decir la fase Coyotlatelco
(Parsons, 1987) junto con la desarticulación de la organización comercial
95
teotihuacana que permitía el comercio a larga distancia, fueron otros factores que
contribuyeron a sumir al valle en una recesión económica, de la cual ya no se
recuperaría o al menos no en las dimensiones alcanzadas previamente. Para el
Posclásico Tardío, periodo de relativa estabilidad en la región, existió un mercado
en Teotihuacán, pero este debió ser de tercer nivel, ya que fue de menor
importancia incluso que los mercados de Acolman y Otumba. Este ultimo
asentamiento ubicado en el límite Noroeste del Valle de Teotihuacán, fue el que
controlo el comercio a larga distancia en la región para la ultima parte del periodo
prehispánico, ya que de acuerdo con las fuentes históricas, hubo grupos de
mercaderes de este sitio a quienes se les permitía comerciar en los confines del
dominio azteca, aunque al parecer no más allá de sus fronteras (Hassig, 1990).
La recesión económica referida además del decremento en las
importaciones también se manifestó en las calidades de la producción local de
bienes manufacturados. La cerámica de la fase mazapa se caracteriza por una
técnica de manufactura mas descuidada y una menor variedad de formas,
acabados y decoraciones en comparación con las cerámicas netamente
teotihuacanas. Dicha homogeneidad o estandarización se puede relacionar con la
disminución en el numero de talleres, ya que al haber menos especialistas existe
probabilísticamente una menor tendencia a la variabilidad cultural. Al contraerse y
dispersarse el mercado (menos consumidores en un territorio más amplio) el grupo
social 120 como tal puede sostener a solo un pequeño número de especialistas, ya
que la producción cerámica y el intercambio de esta se contraen proporcionalmente
con el número de consumidores potenciales (no tiene sentido mantener una gran
producción que no entre en circulación y que no pueda proveer de los bienes de
consumo necesarios a un numeroso grupo de especialista de tiempo completo). La
industria lítica de ambos periodos también nos indica diferencias económicas.
Una buena parte de los fragmentos líticos recuperados durante el proyecto
Atetelco 1997 proceden de la denominada sección Sur, donde el 99 % de los
objetos recuperados sobre piso son herramientas de corte. El 93 % del total de la
muestra (que incluye materiales sobre piso y procedentes de rellenos y basureros)
son también de corte. Los objetos detectados sobre piso (o mejor dicho apisonado)
fueron utilizados por los ocupantes de la sección sur, cuyo estatus suponemos
inferior en relación a los habitantes del resto del conjunto. Por alguna razón esta
sección fue abandonada, no así otras aéreas de Atetelco, ya que sobre el patio de
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Figura 6. Proceso de producción de herramientas-canto: 1 canto rodado, 2 lascas secundarias, 3 herramienta-
canto (raspador).
127
Conclusiones
Tras la caída de Teotihuacán ocurren grandes cambios políticos y
económicos en el valle, que bien pueden incluir la llegada de nuevos grupos, sin
embargo esto dista mucho de una sustitución total de la población. La nueva
sociedad, nutrida por grupos de recién llegados observa profundos cambios
económicos, relacionados con el surgimiento de nuevos centros de poder político y
económico. Este proceso iniciado desde la última parte del periodo
teotihuacano se agudiza durante la fase Mazapa y se refleja en diversos
aspectos de la sociedad.
Teotihuacán pierde poder político y económico, lo que permite el surgimiento
primero de centros competidores y luego de sitios que al crecer dominan
económica y políticamente la región. Las bases productoras (sobre todo
artesanos), al romperse la estructura económica a la cual están perfectamente
adaptados y al dispersarse el mercado, observan un gradual retroceso.
Al disminuir la población y romperse el sistema de mercado, la sociedad
controla menos flujos de energía que impiden la acumulación de bienes a gran
escala y por ende impiden una clara manifestación de las diferencias sociales.
Para la fase Mazapa, aparte de una estratificación menos marcada (en lo referente
a la ostentación de objetos de estatus) podemos hablar de una disminución en los
niveles de poder (entendidos estos en términos de Adams como pares de
relaciones dominador-dominado), ya que disminuyen las fuentes de este y los
nichos administrativos.
La producción se vuelve menos especializada al contraerse el mercado y al
romperse las vías de circulación extra regionales controladas por Teotihuacán.
Existe un menor acceso a los recursos aloctonos por la contracción económica
interna. Esta contracción incentiva una producción domestica de artefactos líticos,
que si bien puede no ser la dominante, si complementa la demanda interna y sirve
para reflejar la situación económica imperante.
Durante la fase Mazapa Teotihuacán sigue estando poblada y es un sitio de
cierta importancia en el valle, aunque dista mucho de ser el gran centro económico
100
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101
directa con Teotihuacán. Aun después del colapso de la gran urbe, grupos
culturales continuaron viviendo en el lugar, reocupando espacios que se
encontraban en estado de abandono total y reutilizando materiales para la
construcción de sus viviendas. Evidencia de esta actividad realizada por diferentes
grupos culturales se ve reflejada en las diferentes exploraciones que se han
llevado a cabo en todo el sitio arqueológico.
Este patrón de reocupación de espacios y la reutilización de materiales
constructivos (aunque los mismo teotihuacanos reutilizaban material para seguir
construyendo); se ve reflejado en el valle de Teotihuacán desde la caída de la gran
urbe hacia 600-650 hasta el momento del contacto en 1521.
Teotihuacán en el Epiclásico ± Posclásico Temprano
Hacia finales de la fase Xolalpan (450 - 500 d.C.) todo aquel esplendor que había
alcanzado la ciudad comienza a decaer, la lucha de poder se va incrementando, los
templos y las esculturas son destruidos sistemáticamente por la población local
(Rattray 2001, retomado de Millon 1978), provocando esta inestabilidad un gran
desplazamiento poblacional, siendo los grupos dominantes (sacerdotes, artesanos
calificados) los primeros que comienzan elbabandono paulatino de la gran urbe
(Rattray 2001).
1 Zona Arqueológica de Teotihuacán
130
Período Año D.C Teotihuacán
Posclásico
1500
Azteca
1400
1300
1200
1100
Epiclasico
1000
Mazapa
900
800
Coyotlatelco 700
600
Clásico
500 Metepec
400 Xolalpan
300
Tlamimilolpa 200
103
100
Figura 1. Tabla Cronológica aplicada a Atetelco en este trabajo (Basada en Rattray 2001)
A pesar del florecimiento que tuvo Teotihuacán hacia el 600-650 d.C., la ciudad se
encontraba ya en un estado de semiabandono, quedando solo evidencia de un
nuevo grupo cultural, que en cierto modo estuvo presente durante la caída de este
gran centro y al que se le atribuye un papel importante durante el colapso de la
antigua urbe.
A este periodo de desestabilización se le conoce como el Epiclasico, el cual:
se identifica como un periodo de cambios demográficos, de transformaciones en
los estilos de vida, en las estrategias de aprovechamiento de recursos, en el
patrón de asentamiento, en la conformación de esferas socio-políticas como
surgimiento de nuevos centros multiétnicos 131 de poder, de movimientos
poblacionales, de inestabilidad social y de reestructuración de las redes de
intercambio (Manzanilla 2005).
Durante el Epiclasico la ciudad antigua de Teotihuacán nunca estuvo en total
abandono, ya que ciertos grupos minoritarios continuaron viviendo en el lugar,
reocupando espacios ya sea para vivir en el lugar o simplemente para realizar
actividades rituales sobre las ruinas de la antigua urbe. La extensión del
asentamiento calcula en 4.75 km², con una población de entre diez y veinte mil
habitantes (Rattray 2006).
Durante este lapso de tiempo tanto en el Valle de Teotihuacán como en la
Cuenca de México, comienza a prevalecer un nuevo complejo cerámico llamado
Coyotlatelco, que indica un estilo de vida diferente. La fecha más temprana para
esta cerámica en Teotihuacán es el ano 646 d.C. (hidratación de obsidiana)
(Manzanilla 1996; López 2003), ubicada en uno de los Túneles que excavo
Manzanilla en su proyecto de 1996.
Actualmente se han identificado a través de diferentes investigaciones
llevadas a cabo en la Antigua Ciudad varios lugares con evidencia tanto
arquitectónica como de grandes concentraciones de materiales y algunos entierros
que corresponden al Epiclasico.
Los materiales reflejan parte del estilo de vida de esta población, la cual
muestra un patrón generalizado de reutilización de espacios y materiales para la
construcción de nuevas aéreas habitables.
104
105
106
107
108
109
ENTIERRO 30
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
MOLCAJETE TRIPODE
SE DETECTO EN UNA FOSA, LA CUAL INTRUYE EN UN MURO DE DICHO
CONJUNTO. PARTE SUR DEL CONJUNTO
137
ENTIERRO 33
ADOLESCENTE
CAJETE RECTO DIVERGENTE
CAJETE CURVO CONVERGENTE, MAZAPA
JARRA MINIATURA PULIDA
FIGURILLA ZOOMORFA CON RUEDAS
FIGURILLA ANTROOMORFA FRAGMENTADA
FOSA CAVADA A PARTIR DE UN APISOADO, PARTE SUR DEL CONJUNTO
ENTIERRO 34
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
PECTORAL DISCOIDAL DE PIRITA
CISTA CONFORMADA POR UN ACOMODO DE PIEDRAS IRREGULARES UNIDAS
CON LODO, PARTE SUR DEL CONJUNTO.
ENTIERRO 35
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO ALTERADO
CAJETE CURVO CONVERGENTE, MAZAPA
MOLCAJETE TRIPODE
PLATO MINIATURA
MOLCAJETE TRIPODE
CAJETE CURVO CONVERGENTE
CAJETE CON PATRON DE PULIMENTO
INTERIOR DE UNA FOSA, PARTE SUR DEL CONJUNTO
ENTIERRO 36
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO, INDIRECTO
CAJETE CURVO CONVERGENTE
PLATO MINIATURA
CONCHA
FUE DEPOSITADO SOBRE UN PISO TEOTIHUACANO, PERO LA FOSA INTRUYE DE
UN NIVEL SUPERIOR
ENTIERRO 37
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
CAJETE CURVO CONVERGENTE, PATRON DE PULIMENTO
CAJETE CURVO CONVERGENTE, PATRON DE PULIMENTO
MOLCAJETE TRIPODE
CAJETE CURVO CONVERGENTE, PATRON DE PULIMENTO
OLLA GLOBULAR
JARRA GLOBULAR ALISADA
110
111
112
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113
114
115
a
b
146
116
Los objetos de metal aparecen por primera vez en Mesoamérica en la región del
Occidente de México alrededor de 700 d.C. o quizá un poco antes. La tecnología fue
introducida desde la baja Centroamérica y la zona Andina Sudamericana (Hosler
1988a, 1998b, 1994, 2005; Dewan and Hosler 2008). La mayoría de los artefactos
de metal recuperados antes de 1000 d.C. aparecen en sitios a lo largo de la Costa
Pacifica o en sitios con acceso fluvial hacia asentamientos tierra adentro (figura 2)
(Hosler 1988a, 1994, García 2006). Las sociedades de la zona metalúrgica del
Occidente de México (Guerrero, Michoacán, Colima, Jalisco, Nayarit) desarrollaron una
tecnología metalúrgica compleja basada en el cobre, la cual para 1150 d.C. se
caracterizo por el uso extenso del bronce (cobre-arsénico y cobre-estaño), cobre-plata y
otras aleaciones. En Oaxaca y el Sureste Mesoamericano tecnologías metalúrgicas
locales pero relacionadas pueden ubicarse cronológicamente después de 1150 d.C.
La metalurgia Oaxaqueña se distingue predominantemente por complejos
vaciados hechos de oro y aleaciones de cobre-oro y cobre-plata (Bray 1977; Caso
1962; Hosler 1994). En el Sureste de Mesoamérica los vaciados en cobre
(particularmente cascabeles, botones, anillos y otros ornamentos pequeños)
caracterizan esta tradición tecnológica. Fuentes de mineral de cobre para objetos
oaxaqueños están presentes en ese estado (Hosler y Macfarlane 1996). Las tierras
altas de Chiapas, Guatemala y Honduras presentan depósitos de cobre que pudieron
haber servido como fuentes para el material del Área Maya suroriental.
Sin embargo, no contamos con estudios de isotopos de plomo de estos depósitos
para determinar su origen.
Figura 2. Mapa del Occidente de México, Localización de Teotihuacán y algunos de los sitios donde se han
encontrado objetos de metal 147
Además de poseer un contexto inusual, la figurilla Mazapa de Atetelco es
atípica en el repertorio metalúrgico mesoamericano, esto plantea una serie de
preguntas acerca del lugar de manufactura de la misma. Pocos ejemplos de figurillas
de metal son conocidos en Mesoamérica, y de estas, muy pocas existen que sean
estilizadas (Pendergast 1962). Esta pieza en particular presenta un vaciado de espalda
abierta, una técnica rara en Mesoamérica, pero común en la Baja Centroamérica y
Colombia. La composición química del objeto complica la cuestión, ya que nuestros
datos analíticos demuestran que es una aleación de cobre y arsénico, con el arsénico
presente en concentración de 1.86% en peso. Los ejemplos de este tipo especifico de
figuras provenientes de la Baja Centroamérica y Colombia son invariablemente hechos
en una aleación de cobre-oro, típica en estas regiones. Los objetos de aleación de
cobrearsenico son virtualmente inexistentes en esos repertorios metalúrgicos. Si
117
asumimos la fecha de 800-900 d.C. para la figurilla Mazapa, esta aun precede
temporalmente los vaciados en aleación de cobre-arsénico en Mesoamérica (García
2007; Hosler 1994, 2005).
En el siguiente apartado describimos el objeto, su contexto deposicional en
Atetelco y los resultados de los estudios de laboratorio llevados a cabo para
determinar técnica de manufactura, composición química y procedencia. Después
presentamos la que creemos es la explicación más plausible para la presencia de una
figurilla de vaciado de espalda abierta de aleación de cobre-arsénico en un contexto
Postclásico Mazapa.
El contexto arqueológico
La figurilla fue recuperada en una excavación llevada a cabo en el lado sureste
del complejo arquitectónico de Atetelco en Teotihuacán, por el arqueólogo Rubén
Cabrera y sus estudiantes durante 1997 y 1998. Atetelco está localizado en el lado
oeste del recinto ceremonial de Teotihuacán, aproximadamente a 1500 m al suroeste
de la pirámide del sol (figura 3). Este complejo se encuentra en el sector N2W3 del
plano topográfico de la ciudad, elaborado por Rene Millon (1973).
El objetivo de las excavaciones de 1997 y 1998 era explorar el sector sureste
del complejo, y localizar la esquina sureste, (como se muestra en la figura 3) en un
proyecto mas a largo plazo, cuyo objetivo sería definir las dimensiones del complejo,
su secuencia constructiva y la función que pudo haber desempeñado este conjunto en
el 148 contexto urbano de la antigua ciudad. Trabajos anteriores realizados en Atetelco
(Armillas 1950; Margain en Sejourne 1956-1957; Sejourne y Romero 1982; Ortega
1996) proporcionaron información fundamental de este conjunto, pero no se
determinaron sus dimensiones ni su secuencia constructiva, ni el rol que Atetelco pudo
haber jugado en Teotihuacán antes y después del decaimiento de la ciudad.
Figura 3. Localización del conjunto de Atetelco en el marco de la Antigua ciudad de Teotihuacán
149
Como indica la figura 3, las excavaciones definieron la esquina y el limite
sueste del complejo arquitectónico, así como también el espacio donde se interceptan
las calles que demarcan los limites este y sur del complejo, separándolo de los otros
conjuntos que forman este sector de la ciudad. Las excavaciones arqueológicas que
aquí se realizaron revelaron inicialmente un apisonado de tierra compacta ubicado
entre 05- 15 cm bajo superficie. Trabajos subsecuentes demostraron que este piso
correspondía a una ocupación Mazapa post-Teotihuacana: el piso de la última
ocupación Teotihuacana yace debajo de este apisonado, en niveles que varían entre
40cm y 80cm. En el relleno formado entre estos niveles se descubrieron varios
118
La figurilla pesa 9.95 gr y mide 5.7 cm de largo (figura 1). El cuerpo es plano,
su grosor es de solamente 0.2 cm. La parte posterior de la cabeza es ligeramente
cóncava; la altura de la concavidad levanta la cabeza 0.9 cm en relación al plano del
cuerpo. La longitud de la cabeza, 1.8cm, es un tercio de la longitud total de la pieza.
Los ojos y otros rasgos faciales están parcialmente desvanecidos debido a los
productos de corrosión, pero es claro que están finamente detallados. Como sugiere la
fotografía que muestra el contorno de la cabeza, la cara puede estar cubierta por una
mascara (figura 1). La figurilla tiene la mano izquierda sobre su cintura. El otro brazo,
el cual fue roto antes de su deposición está extendido. La mano faltante pudo haber
sostenido un bastón u otro tipo de objeto. En el centro de la zona media de la figurilla
hay una pequeña protuberancia que representa el ombligo. El radio de la cintura a la
cadera (0.39 cm) produce una cintura angosta y caderas anchas. Los productos de
corrosión sugieren la presencia de una falda como atuendo, sin embargo esta
observación es imposible de confirmar. Los pies están redondeados, sin presencia de
dedos, extendidos y apuntan ligeramente hacia abajo. En la parte superior de la cabeza
hay una pieza con una protuberancia en el centro y otra a cada uno de los lados.
Orejeras redondas o de carrete u otros ornamentos cuelgan de sus orejas y en la parte
posterior del cuello se localiza un aro de suspensión vertical. 152
La figura 1a muestra el anverso de la figurilla donde se señala que está abierta
en su espalda y donde se localiza la posición y orientación del anillo de suspensión. a
figura 1b señala los lugares de donde se tomaron las muestras para nuestro trabajo
analítico, y la leyenda de la figura identifica el procedimiento seguido en el caso de
cada muestra. Aquellas partes del objeto donde se eliminaron las muestras
posteriormente se restauraron.
Estudios analíticos
Análisis de la composición química en el artefacto
Inicialmente llevamos a cabo escaneos con microscopio electrónico en la pieza.
Aunque la figurilla estaba bastante corroída entendimos que con esta técnica
estaríamos analizando productos de corrosión de la superficie, del lugar del artefacto
de metal subyacente, sin embargo creímos necesario reportar los datos elementales
obtenidos.
Efectuamos análisis espectro métricos de energía dispersiva de rayos X (XEDS
en ingles) usando electrones de energía de 20 kV y obtuvimos datos que identificaron
los elementos mayores y menores presentes en varios puntos de la superficie corroída
de la figurilla. La exactitud de XEDS en modo de presión variable no es suficiente para
determinar concentraciones elementales específicas. Sin embargo, en un punto de
120
121
peso [el promedio de los resultados de ICP-MS (1.64) e INAA (1.86)]. Este valor en la
concentración de arsénico corresponde también a los análisis llevados a cabo por
SEMXEDS (figura 7b) y que fueron determinados en los dos extremos del corte del
metal expuesto en el corte de donde se extrajo el aro de suspensión. 154
Posición en la muestra
kV Cu As [peso %]
Superior 15 95.9 4.1
Superior 15 96.5 3.5
Punto medio 30 88.9 11.1
Punto medio 30 86.5 13.5
Inferior 30 99.1 0.9
Promedio 93.4 6.6
Anillo de suspensión, muestra No. 4: XEDS ± Análisis Semi Cuantitativo
a
ICP-MS [peso%] INAA [ppm]
As Fe Zn As Ag Au Cu Sb
1.64 0.033 0.001 18600 168 2050 8 1.6
Brazo, muestra No. 1: Análisis Cuantitativo en Volumen
b
Figura 7. Resultados Analíticos. [a] Análisis XEDS semi-cuantitativos;
[b] Análisis cuantitativos ICP-MS e INAA.
155
Análisis de isótopos de plomo (figura 8)
Comparamos los resultados de los estudios de isotopos de plomo de una
muestra (muestra No. 2 tomada de un fragmento de la muestra 1), con nuestros datos
de isotopos de plomo provenientes de minas de cobre mesoamericanas, (Hosler y
Macfarlane 1996), así como también con datos de depósitos de cobre de la sierra y la
costa Ecuatorianas. Como indica la figura 8, existen dos aéreas de procedencia
posibles. La más probable es el Occidente de México (Inguaran y Bastan), donde los
valores caen precisamente en las minas de Michoacán. Las minas del Ecuador Central
() presentan una posible alternativa, pero de cualquier forma son una fuente alterna
menos probable (Andrew Macfarlane, comunicación personal).
Figura 8. Resultados de estudios realizados de las minas en las aéreas norteñas
del Perú y del Ecuador y del Occidente de México.
156
Técnicas de manufactura
Dos muestras fueron tomadas para determinar la técnica de manufactura (como
se muestra en la figura 7a), una del brazo derecho (muestra No.2), y otra del aro de
suspensión (muestra No. 4). Aunque la muestra del brazo es extremadamente delgada
(0.15 cm) y altamente corroída, la microestructura dendrítica típica del metal vaciado
122
123
posterior del núcleo quedo libre de esta. Esta configuración produjo un vaciado de
espalda abierta una vez que el metal se solidifico y el núcleo fue removido.
Orígenes: Los materiales del Cenote y una fuente Panameña/Colombiana
¿Donde se elaboro este objeto? Varias figurillas fabricadas con la misma
técnica o una similar han sido recuperadas del Cenote de los Sacrificios en Yucatán.
Las figurillas del Cenote fueron elaboradas a la cera pérdida usando oro, aleaciones de
cobre-oro o cobreplata-oro. Varios investigadores opinan que algunas de estas figurillas
fueron importadas de Panamá, de los estilos Chiriquí, Cocle y Veraguas (Lothrop
1952), donde los vaciados a la cera perdida de objetos antropomorfos y zoomorfos
constituyen la base de esa metalurgia. Aunque fechar los materiales del Cenote es
difícil, los investigadores argumentan que las importaciones centroamericanas a
Yucatán y al Cenote datan de 800-1150 d.C. y 1250-1539 d.C. (Coggins 1984:31).
Los artefactos importados fueron arrojados al Cenote de los Sacrificios como ofrendas
y después recuperados en varios proyectos de drenado del Cenote en el siglo XX
(Coggins 1984; Lothrop 1952).
Figura 11. a) Representación de una figurilla del tipo Veraguas, proveniente del Cenote Sagrado de Chichen Itza,
(Lothrop 1952: Figura 96)
b) Ilustración de un prototipo de figurillas de metal del Tipo Cocle del grupo Internacional. (Bray 1992: Figura 3. 4ª).
159
Algunas de las características estilísticas de la figurilla de Atetelco sugieren una
fuente Panameña, quizá de filiación Veraguas o Cocle. Un artefacto recuperado del
Cenote adscrito al estilo Veraguas (Lothrop 1952: figura 96) y reproducido en la figura
11a muestra similitudes cercanas con la figurilla Mazapa de Atetelco, incluyendo la
espalda parcialmente abierta, la orientación y ubicación del aro de suspensión. En los
análisis de este artefacto hechos por Root (Root en Lothrop 1952: tabla XXXIV), se
indica que el objeto fue vaciado usando una aleación de cobre-plata-oro. Lothrop anota
que las figurillas Veraguas (Panamá) son por lo general masculinas.
En su estudio de los artefactos de metal del sitio Conte en la provincia de
Cocle, Panamá, Warwick Bray (1992) identifico esos objetos como pertenecientes
estilísticamente a un grupo internacional. Bray describe las características de este
estilo en cuanto al tratamiento de la figura humana como generalmente simple, a
veces realista, y nunca muestra la extravagancia de la joyería clásica Conte o
Veraguas (Bray 1992:35-36). Dentro de la categoría de figurillas humanas, Bray define
un Tipo A (Bray 1992:36) cuyo prototipo ilustramos en la figura 11b (Bray 1992: figura
34a). De acuerdo a sus características estilísticas este prototipo se asemeja bastante
a la figurilla de Atetelco; no tiene atributos masculinos. Bray relaciona este tipo de
figurilla humana con las figuras Quimbaya del Valle del Cauca en Colombia, pero
124
sostiene que dentro del Istmo son más numerosas en Panamá que en cualquier
otro lugar (Bray 1992:36).
En general observa que tanto los ejemplos Ístmicos como los colombianos
comparten algunos atributos que aparecen con regularidad tales como tocados,
ornamentos para las orejas, y adornos en espiral a los lados de la cabeza (Bray
1992:36). Aunque algunos detalles de la figurilla de Atetelco han sido destruidos por
la corrosión, estos atributos que Bray considera familiares a las figurillas Tipo A
parecen estar presentes en la pieza de Atetelco. Las figurillas humanas que
pertenecen al Grupo Internacional datan para los periodos 5 (500-700/800 d.C.) y 6
(700-800/900 d.C.) definidos por Bray (1992:34, 36). Las fechas Panameñas
coinciden razonablemente bien con aquellas de la figurilla de Atetelco.
En la figura 12 se muestran dos figurillas metálicas del Cenote de los Sacrificios
(figuras 12a y 12c) situadas a los lados de la de Atetelco (figura 12b). Las tres
figurillas se reproducen al mismo tamaño para facilitar su comparación. Coggins
(1984) describe la figurilla 12a como ha sido hecha en el estilo Cocle, con orejas
en espiral, medio collar, objetos en ambas manos y brazos pequeños característicos y
muslos largos (Coggins 1984:65). La figurilla es elaborada con una aleación de
tumbaga que contiene 160 50% de cobre, 47.3% de oro, y 3% de plata en peso. La
ilustramos aquí debido a su postura inusual, con el brazo izquierdo doblado y su mano
en o cerca a la cintura, similar a la figurilla de Atetelco. Coggins data este artefacto
para los años 800-900 d.C. (Coggins 1984:65).
Figura 12. a) Imagen de una figurilla del estilo Clocle del Cenote sagrado (Coggis 1984: Figura 49); con la posición
del brazo izquierdo similar a la figurilla de Atetelco. b) Imagen de la figurilla de Atetelco. c) Imagen de una figurilla
del tipo Veraguas procedente del Cenote Sagrado, no existe similitud entre la indumentaria de estas figurillas y la de
Atetelco. Las tres son presentadas a la misma medida para facilitar su comparación.
La figura 12c fue vaciada con la técnica Veraguas de espalda abierta. Tiene
orejas espirales y sostiene un objeto en cada mano, a la manera del prototipo del
Grupo Internacional Cocle mostrado en la figura 11b. La reproducimos aquí para
mostrar la similitud entre los tocados de esta figurilla y la de Atetelco. La pieza de la
figura 12c fue vaciada usando una aleación que contenía 96.4% de oro y 3.6% de plata
en peso. Coggins data este objeto en 900-1150 d.C. (Coggins 1984:80). Los análisis
de ambas figurillas del Cenote (figuras 12a y 12c) fueron realizados por William Root
(ver Root en Lothrop 1952).
La comparación de la tecnología de producción de la figurilla Mazapa y la de las
figurillas Panameñas provee algunas otras pistas. La figurilla de Atetelco fue vaciada a
la cera perdida con la espalda abierta, un atributo que Lothrop identifica como
125
126
Aparte de la localización de este hallazgo en un entierro Mazapa-, las otras dos
características notables son el hecho de que el objeto es una figurilla y que fue
vaciada de una aleación de cobre-arsénico. Los datos de los análisis de isotopos de
plomo le asignan una probabilidad mayor de que su manufactura se halla realizado en
de Guerrero/Michoacán que en el Ecuador (Andrew Macfarlane comunicación
personal).
Es necesario enfatizar que las figurillas realistas son poco comunes en el
corpus de artefactos de metal de Mesoamérica aparte de aquellos que fueron
dragados del Cenote de los Sacrificios en Yucatán discutidos anteriormente y que
fueron importados de la Baja Centroamérica. Otros dos ejemplos han sido
mencionados por Saville (1920), uno de Tehuantepec y el otro de El Tajin. Teoberto
Maler refiere una tercera figurilla proveniente de un entierro Zapoteca saqueado (sin
ilustración), la cual es descrita como un rey zapoteca sentado. Ninguna de estas se
parece a la figurilla 163
Mazapa. Sin embargo cuatro figurillas de espalda abierta, varias incompletas y
una completa, forman parte de las colecciones del Museo Regional de Guadalajara en
Jalisco, México. Estos objetos están elaborados de cobre o aleación de cobre. Uno de
ellos (figura 14) tiene 5 cm de largo y la mano izquierda la tiene en la cadera, en tanto
que con la mano derecha sostiene un bastón u algún otro objeto. En esta figurilla se
definen sus características sexuales secundarias distintivas, y porta un collar de
cascabeles que son diseños típicos del Occidente de México (Hosler 1994). Lleva
cascabeles alrededor de la cintura, porta orejeras y un tocado. Fragmentos de otras
dos figurillas con la espalda abierta, vaciadas en cobre o aleaciones de cobre-arsénico
forman también parte de estas colecciones.
La importancia de estas figurillas se debe a que corresponden a los primeros
ejemplos de la técnica de producción de espalda abierta en el Occidente de México,
usada para hacer figurillas de cobre o sus aleaciones. Más allá de las características
de diseño de la figurilla ilustrada, el collar y el cinturón de cascabeles claramente
reflejan su origen en el Occidente de México.
Figura 14. Figurillas elaboradas con la técnica al vaciado con la espalda abierta. Provienen del Museo Regional de
Guadalajara, Jal.
Con respecto al tipo de aleación, los objetos de aleación de cobre-arsénico
fueron comunes en el Occidente de México después de 1150 d.C. (especialmente
cascabeles vaciados a la cera perdida, ornamentos trabajados en frio, agujas
trabajadas 164 en frio, hachas, punzones, y otros objetos) (Hosler 1986, 1988, 1994).
La arsenopirita es la mena de arsénico más común en México y basados en el
127
128
del enfoque del presente estudio. Otra explicación es que la figurilla llego desde
Ecuador, por una vía mejor documentada, responsable de la introducción de la
tecnología metalúrgica desde Sudamérica al Occidente. Al mismo tiempo, al menos
cuatro ejemplos de figurillas humanas, hechas de cobre o aleaciones de este y
vaciadas con la técnica de espalda abierta provienen del Occidente de México y una de
ellas muestra iconografía propia de esta región. Estos datos también proveen
evidencia plausible que sugiere fuertemente que la figurilla fue vaciada en el Occidente
Mexicano utilizando metal de la región. Si el peso de la evidencia (estudios de
isotopos de plomo, características estilísticas, metal y aleaciones) señala al Occidente
de México como la fuente para la figurilla Mazapa. ¿Como explicamos que esta
tradición figurillas espalda abierta vaciadas a la cera perdida no surgiera y se
convirtiera en un motivo principal en la producción de objetos metálicos en el
Occidente. No tenemos respuesta excepto que los metalurgistas del Occidente
Mexicano estaban interesados en el metal por el color y sonido (Hosler 1994, 2005)
en cascabeles y hoja de metal más que en figurillas humanas. Puede ser el caso de
que un numero de técnicas y clases de artefactos centro y sudamericanos fueran
inicialmente parte del repertorio experimental del Occidente de México y que con el
tiempo fueran descartados, pero que, al menos uno de ellos, este vaciado particular
de espalda abierta hecho a la cera perdida, llegara hasta el Valle de Teotihuacán
empleado como parte de la ofrenda a perteneciente a un grupo asentado sobre las
ruinas de Atetelco, un conjunto arquitectónico de la Antigua ciudad de Teotihuacán con
filiación Mazapa.
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México, D.F.
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135
- Forma: Olla, sin base ni fondo, cuerpo globular, con dos asas horizontales simples
en el cuerpo, cuello recto divergente alto, boca circular y borde divergente biselado.
Se tiene el 80% de la pieza. Con una altura de 40.5 cm y un diámetro de 34.0 cm.
Acabado de superficie: Bruñido en el cuerpo, raspado en el cuello exterior y alisado
al interior del cuerpo, con engobe en el cuerpo de color rojo, presenta una mancha
de pigmento blanco y amarillo aplicado a brochazos. Con restos de cal en el
interior. Pasta: De color café rojiza, con desgrasante de arena, algunas pequeñas
inclusiones negras (al parecer obsidiana) y cuarzos pequeños, textura fina,
compacta y sin núcleo por ausencia de materia orgánica y por una atmosfera
oxidante (Figura 6).
Figura 6 (Foto Miguel Morales)
- Forma: Olla, sin base ni fondo, cuerpo curvo convergente, con dos asas
horizontales simples en el cuerpo, cuello recto divergente alto, boca circular y
borde divergente biselado. Se tiene el 70% de la pieza. Con una altura de 44.0 cm.
y un diámetro de 36.0 cm. Acabado de superficie: Bruñido en el cuerpo, raspado en
el cuello exterior e interior y alisado al interior del cuerpo, con engobe en el cuerpo
de color café oscuro. Pasta: De color café oscuro, con desgrasante de arena, mica
y cuarzo, textura mediana, compacta y con núcleo oxidante, material orgánico
ausente delimitado por márgenes difusos (Figura 7).
Figura 7 (Foto Miguel Morales)
- Forma: Olla, sin base ni fondo, cuerpo curvo convergente, conserva solo una asa
horizontal simple en el cuerpo, cuello recto divergente alto, boca circular y borde
directo biselado. Se tiene el 50% de la pieza. Con una altura de 49.0 cm. y un
diámetro de 43.0 cm. Acabado de superficie: Bruñido en el cuerpo, raspado en el
cuello exterior e interior y alisado al interior del cuerpo, con engobe en el cuerpo de
color café rojizo. Pasta: De color anaranjado, con desgrasante de arena, algunas
inclusiones pequeñas blancas y negras (al parecer obsidiana), textura mediana,
semicompacta y con núcleo oxidante, material orgánico ausente delimitado por
márgenes difusos (Figura 8).
Figura 8 (Foto Miguel Morales)
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- Forma: Olla, sin base ni fondo, cuerpo globular, conserva solo un asa horizontal
simple en la parte media del cuerpo, cuello recto medio, boca circular y borde
directo redondeado. Se tiene el 50% de la pieza. Con una altura de 50.0 cm.
aproximadamente y un diámetro de 42.0 cm. Acabado de superficie: Bruñido en el
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cuerpo exterior y alisado al interior, con engobe en el cuerpo de color café oscuro.
Pasta: De color café oscuro, con desgrasante de arena, mica y cuarzo, algunas
inclusiones pequeñas negras (al parecer obsidiana), textura mediana, compacta y
con núcleo oxidante, material orgánico ausente delimitado por márgenes difusos
(Figura 9).
Figura 9 (Foto Miguel Morales)
- Forma: Cazuela/cráter, de base y fondo rectos, cuerpo de silueta compuesta, la
parte inferior recto divergente y la parte superior recta, con dos asas horizontales
planas ovaladas en el cuerpo, boca oval y borde directo redondeado. Con una
altura de 22.5 cm., largo 28.5 cm. y ancho 26.0 cm. Acabado de superficie:
Bruñido en el exterior de mejor calidad, raspado en el borde exterior, alisada la
base y el fondo se encuentra muy desgastado, con engobe en el cuerpo de color
rojo. Pasta: De color rojiza, con desgrasante de arena y mica, de textura mediana,
semi-compacta y sin núcleo por ausencia de materia orgánica y por una atmosfera
oxidante (Figura 10).
Figura 10 (Foto Miguel Morales)
- Forma: Cajete de silueta compuesta, de base y fondo rectos, cuerpo de silueta
compuesta, la parte inferior ligeramente recto divergente, la parte central recta y la
parte superior ligeramente recto-convergente, con dos asas horizontales planas
ovaladas en el borde, boca circular y borde convergente biselado. Con una altura de
12.5 cm y un diámetro de 17.5 cm. Acabado de superficie: Bruñido en exterior e
interior y alisada la base, con engobe en el cuerpo de color anaranjado con
pequeñas aéreas ennegrecidas. Pasta: De color rojiza, con desgrasante de arena y
mica, algunas inclusiones pequeñas negras (al parecer obsidiana), de textura fina,
compacta y sin núcleo por ausencia de materia orgánica y por una atmosfera
oxidante (Figura 11).
Figura 11 (Foto Miguel Morales)
En resumen, las características que presenta la cerámica son:
-Formas: grandes ollas, un cráter y un cajete; muestran un acabado de superficie
bruñido y alisado, se aplico por lo general un engobe rojo y café, a excepción del
cajete de silueta compuesta que presento un engobe anaranjado; pastas de color
café, rojo y anaranjado, de grano fino a mediano, conteniendo como desgrasante
arena, cuarzo, mica y algunas pequeñas inclusiones que al parecer son obsidiana.
Cocción: Se distinguió una atmosfera oxidante, con condiciones de alta
ventilación, lo que facilito la oxidación de las materias orgánicas y los compuestos
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ferrosos. Esta atmosfera suele producir pastas de color anaranjado, rojizo, café o
beige.
Posterior a la conquista europea, la Nueva España sufre una transformación
cultural, llegan nuevas manifestaciones y tecnologías, entre las que se cuenta la
aportación de la cerámica europea, principalmente la española; se recibieron y
asimilaron la influencia de nuevas técnicas de elaboración alfarera, sobre la base
de una avanzada alfarería prehispánica, y ya que estos cambios fueron más lentos
en el ámbito rural, la cerámica indígena siguió preservando muchos de sus
elementos y tradiciones propias.
Para el periodo Colonial Temprano (época del contacto), surge una tradición
cerámica de gran importancia, la cual aunque ya existían ciertas tradiciones
novohispanas, seguía manteniendo antecedentes prehispánicos. Respecto de esa
tradición cerámica Charlton, Fournier y Cervantes (1995: 137-138) mencionan que
las vasijas exhiben una pintura roja con acabado superficial bruñido y que forman
parte del conjunto al que Noguera llama cerámica del contacto y que el propio
Charlton llama cerámica roja bruñida de tradición colonial. Algunas de las piezas se
encuentran representadas por cerámicas alisadas y bruñidas en color café y rojo,
como lebrillos, ollas, jarras, cajetes y comales.
En Teotihuacán se han recuperado algunas piezas de este periodo gracias a
las intervenciones de salvamento arqueológico, dicha cerámica presenta
inclusiones de obsidiana gris como desgrasante en su pasta, similares a las que
se identificaron en las vasijas de Atetelco, lo cual nos puede indicar que algunas
de las arcillas utilizadas en la elaboración de las piezas fueron recolectadas en las
orillas de los cauces que arrastran estos cantos de obsidiana desde los
yacimientos de Otumba (Andrade 2006) y por consiguiente, haciendo una
comparación entre estos materiales, podemos sugerir que la cerámica 178
depositada en el horno de Atetelco tiene un origen y una producción local, además
de que conservan características de técnicas prehispánicas y comparten una pasta
similar.
Conclusiones
Para la construcción del horno cerámico, se tuvieron que cortar los dos
pisos de estuco teotihuacano y empotrar la estructura entre dos muros. Por las
características que presenta tanto el horno como la cerámica contenida en el
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Orton, Clive, Paul Tyers y Alan Vince, 1997. La Cerámica en Ar queología, Editorial
Critica. Barcelona, España.
Rattray, Evelyn, 2001. Teotihuacán. Cerámica, cronología y tendencias culturales,
INAH / University of Pittsburgh
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