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INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

Investigaciones recientes en el conjunto


arquitectónico de Atetelco
Teotihuacán
Coordinadores
Rubén Cabrera Castro
Verónica Ortega Cabrera

Presentación
En el año de 1945, tras la denuncia de saqueos de murales prehispánicos
en un solar conocido como La presa de Atetelco, localizado en el Barrio de La
Purificación, en San Juan Teotihuacán, el arqueólogo Pedro Armillas dirigió la
primera excavación arqueológica en uno de los conjuntos arquitectónicos
teotihuacanos que mayor cantidad de pintura mural han dejado al descubierto.
Desde entonces, cada una de las intervenciones arqueológicas en el sitio
ha aportado información valiosísima, tanto de la propia ocupación teotihuacana,
como de las subsecuentes, llámese fase Mazapa o período Colonial temprano, a
través de una arquitectura sobria, murales de variada iconografía, artefactos de
cerámica, lítica, concha, hueso, e incluso una figurilla antropomorfa de metal,
ofrendada a un individuo inhumado en este lugar durante el posclásico temprano.
A pesar de lo anterior, los estudios de sus materiales eran mínimos, así 
como las publicaciones al respecto, ya que muchos de los análisis habían
quedado documentados únicamente como informes técnicos. Por esta razón, en el
año 2007 organizamos un Seminario de estudios sobre Atetelco, en el Centro de
Estudios Teotihuacanos, con el objetivo de integrar por primera vez una mesa de
discusión e intercambio de opiniones, principalmente acerca de los materiales
arqueológicos obtenidos en las exploraciones más recientes en Atetelco, las de los
años 1997 y 1998.
De esta manera los participantes del seminario presentaron una serie de
estudios que incluyeron temáticas referentes a las ocupaciones humanas mejor
representadas en el sitio, los cuales se han incluido en esta antología. A través de

1
 

cada artículo se dan a conocer nuevas perspectivas en el estudio iconográfico,


materiales arqueológicos inéditos así como los datos más recientes de la
arquitectura y planeación del conjunto prehispánico.
Estamos seguros que la presente edición permitirá mostrar la riqueza
cultural de Atetelco y el enorme potencial que aún guardan los materiales
arqueológicos en él recuperados, esperando que estimule la generación de nuevos
acercamientos, con los que se pueda lograr su conservación integral y el
entendimiento de su complejidad.
Rubén Cabrera Castro
Verónica Ortega Cabrera
Teotihuacán, 2011

Índice
Arquitectura y Planeación Pág.
El Conjunto Arquitectónico de Atetelco
Excavaciones, estudios y resultados generales . . . . . . . . . 1-17
Rubén Cabrera Castro
Iconografía

 

El universo del Dios Mariposa Pájaro


en la pintura mural de Atetelco . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18-33
Zoltán Paulinyi
Criterios eidéticos en los programas pictóricos
de los tres pórticos del Patio Blanco de Atetelco . . . . . . . . 34-46
Jorge Arturo Zavala Arredondo
La pintura mural de Atetelco: revisando aspectos
de la ritualidad teotihuacana . . . . . . . . . . . . 47-59
Rosalba Aguilera Muñoz
El chalchihuitl  como elemento simbólico en las pinturas
murales de los patios Blanco y Pintado de Atetelco . . . . . . 60-71
Gilberto Pérez Rico
Materiales arqueológicos
La cerámica de la sección sur de Atetelco . . . . . . . . . . . 72-83
Verónica Ortega Cabrera
Los objetos de concha recuperados en el conjunto
habitacional de Atetelco, aspectos de su manufactura . . . . 84-105
Clara Paz Bautista
Ocupación Teotihuacana
Pág.
La lítica pulida proveniente de Atetelco . . . . . . . . . . . . . . 106-115
Gonzalo Morales Hernández
Comparación socioeconómica de las industrias de
lítica tallada teotihuacana y Mazapa en Atetelco . . . . . . . . 116-128
David Andrade Olvera
Materiales arqueológicos
La cerámica del Epiclásico y Posclásico temprano de Atetelco . . 129-144
Claudia María López Pérez
Una figurilla de aleación de cobre de la fase Mazapa
encontrada en Atetelco, Teotihuacán. Datos y propuestas . . . . 145-168
Rubén Cabrera Castro
Dorothy Hosler
Materiales arqueológicos
Producción de cerámica de contacto en Atetelco . . . . . . . . . . 169-179
Erika Carrillo Ruíz
Ocupación Mazapa


 

Ocupación Colonial temprano


1

El Conjunto Arquitectónico de Atetelco. Excavaciones, estudios y resultados


generales
Rubén Cabrera Castro1
El conjunto habitacional de Atetelco se ubica hacia el oeste del centro
ceremonial de la ciudad de Teotihuacán, dentro del cuadrante N2W3 del plano de
Millon, (1973), y según Armillas el lugar era un solar conocido como La Presa de
Atetelco situado en la margen izquierda de un arroyo que baja del área de
Oztoyahualco.
Las excavaciones en este lugar se iniciaron desde hace más de cincuenta
años, donde hasta esta fecha se ha explorado una extensión de cerca de 3260 m2,


 

espacio en el que se han puesto al descubierto varias de sus secciones


arquitectónicas situadas en diferentes niveles constructivos y claramente definidos
por la estratigrafía. También se han reportado en este lugar numerosos entierros
humanos, cantidades considerables de cerámica, lítica, concha, hueso y otros
materiales. En gran parte de las paredes de sus habitaciones y templos se
conservan numerosos fragmentos murales que tratan temas diferentes, en su
mayoría refieren acciones bélicas y del sacrificio humano, aunque como en otros
murales teotihuacanos, en estos se muestran elementos del cosmos del agua y de
la fertilidad. 2
1 Zona Arqueológica de Teotihuacán. Director del Proyecto Atetelco

No obstante la cantidad de información de campo obtenida, son pocos los


estudios realizados acerca de este conjunto arquitectónico, cuyos resultados han
permitido conocer en términos generales algunas de sus características, sin
embargo, quedan muchos problemas pendientes por resolver para conocer mejor la
función que desempeño en el contexto de la ciudad. Por ejemplo no se cuenta con
datos precisos acerca de su cronología y de la secuencia que tuvo en su desarrollo;
tampoco se conoce su extensión, total pues a la fecha solo se han despejado
parcialmente tres de sus lados, además de que no todo el material arqueológico
que proviene de este lugar ha sido estudiado. Se han dado a conocer datos cerca
de su sistema constructivo, (Margain, 1951); y aunque de este lugar se han
recuperado numerosos entierros no todos se han analizado, salvo aquellos
provenientes de las excavaciones más recientes, (Kanjou, 2002). También se
clasificado parte del material cerámico y de la lítica (Ortega y Andrade, 1999), así 
como se ha referido en diversos estudios a los murales, principalmente en la
magna obra de La Pintura Mural Prehispánica, publicada por la Dra. Beatriz de la
Fuente (1996), así mismo se han dado a conocer otros estudios y se cuenta con
algunas tesis con importantes aportaciones.
En este compendio varios participantes retoman parte de la información que
existe de este lugar para enfocarse a estudios específicos con diferentes
metodologías. Esto es con la finalidad de actualizar la información existente del
conjunto y continuar con su análisis, para llegar a entender el significado que tuvo
en el contexto de la gran urbe teotihuacana.


 

Así mismo recientemente iniciamos un proyecto con excavaciones


arqueológicas tendientes a obtener más información con el mismo fin, lograr un
mayor conocimiento de Atetelco; definir sus límites para conocer su extensión total
y determinar su secuencia constructiva y su cronología.
En el presente escrito integro información general acerca de los datos que
se tiene de Atetelco, señalando algunos de los problemas más importantes
pendientes de resolverse, con la finalidad de centrar nuestra atención en aquellos
temas de mayor prioridad. 3 

Excavación del Patio Rojo

En la lamina 2 señalamos las excavaciones llevadas a cabo en este


conjunto arquitectónico. La primera fue dirigida por Pedro Armillas en 1945,
excavación motivada por la denuncia de hallazgos clandestinos en el lugar,
derivados de la búsqueda de antigüedades para la venta a turistas y traficantes de
piezas arqueológicas. En aquella fecha Armillas centro su excavación en la sección
central de este conjunto arquitectónico, conocida como Patio Rojo.
Armillas refiere que en los niveles superiores del área excavada se hallaban
rellenos de tierra removida de cerca de dos metros de espesor, con gran cantidad
de tiestos, entre los que abundaba cerámica teotihuacana, de la fase Coyotlatelco,
así como restos óseos y otros materiales posteotihuacanos.
El Patio Rojo es la sección más grande de este conjunto arquitectónico, se
ubica en su parte central y está formada por cuatro basamentos piramidales
situados hacia los puntos cardinales y orientados hacia una amplia plaza donde
hoy se encuentra un altar con un pequeño templo en su parte superior,
completamente reconstruido. 4
Foto 1.El Altar central de la sección del Patio Rojo.
Pedro Armillas comenta que este altar se hallaba desmantelado, y sus
bloques de cantera labrada se encontraban esparcidos en torno a este. Fue
construido con bloques de piedra labrada, cubiertos de estuco policromado, con
figuras de serpientes emplumadas, efigies de Tlalóc y la repetida imagen del
quincuncen que refiere al cosmos; datos con los que se hizo su reconstrucción
policromada, como se ha dado a conocer en publicaciones. (Miller, 1973).
La plaza del Patio Rojo limita hacia sus lados con una amplia banqueta,
sobre la cual desplantan los muros en talud con tablero de los cuatro basamentos


 

piramidales. Estos muestran abundantes restos de pintura mural, indicando que


los edificios se hallaban profusamente decorados. En los muros en talud de las
fachadas se representaban cuchillos curvos, colocados uno a continuación del otro;
las molduras de los tableros iban decoradas con figuras triangulares como flechas
o puntas colocadas unas seguida de la otra, motivos iconográficos que Alfonso
Caso (1958:59) interpreto como sendas de guerra y conquista (ver lamina 3). En
cada tablero de los basamentos y en las pilastras ubicadas en el área porticada de
los aposentos se representaban figuras de serpientes emplumadas, con las fauces
abiertas, según dibujos elaborados por Don Santos Villasanchez ayudante del
restaurador y dibujante Agustín Villagra. 5 
Los aposentos localizados sobre los basamentos que limitan la plaza
también estuvieron profusamente decorados con pintura mural, como se muestra
en el aposento sur, donde aún se conservan restos de figuras humanas asociadas
con grandes caracoles marinos con boquilla en uno de sus extremos,
representando instrumentos musicales.
Y como se observa en el plano arquitectónico correspondiente, el conjunto
de Atertelco tenía su acceso principal en su lado oeste, además de contar con otra
entrada por su esquina suroeste.

Excavación del Patio Blanco

Los estudios de Atetelco continuaron en 1947 con el arqueólogo Carlos


Margain y el restaurador Agustín Villagra. En esta fecha se siguió despejando la
sección central iniciada por Armillas, y la excavación continuó en la sección
conocida como Patio Blanco. Esta es de dimensiones menores y está situada en
un nivel inferior, por lo que es más antigua que el Patio Rojo.(ver lamina 2, figura
b). 6
En este espacio se hallaron también numerosos murales, además de una
gruesa capa de escombro y cascajo, producto de las demoliciones de los edificios
de esta sección para dar lugar el siguiente nivel constructivo. El relleno allí 
encontrado contenía numerosos fragmentos de pintura mural que fueron dibujados
por Villagra, cuyos datos fueron la base para reconstruir completamente los tres
templos (Villagra, 1951).
Son tres los basamentos piramidales de un solo cuerpo los que integran
esta sección, en cuya parte superior se encuentran los respectivos aposentos


 

porticados. Las paredes de estas construcciones muestran un fino acabado de un


blanco pulido, de aquí la denominación de Patio Blanco. Se orientan hacia una
pequeña plaza en cuya parte central se encuentra un altar de planta cuadrada, que
al ser explorado contuvo un entierro humano en posición sedente.
Por su composición, esta sección corresponde al complejo de Tres Templos,
distribuidos estos hacia los lados norte este y sur de la plaza, y cerrada casi
completamente en su lado oeste por un largo muro, salvo por su esquina noroeste
donde se encuentra un angosto pasillo formado por muros con restos de pintura
mural. La entrada principal a este recinto se hacía por su esquina sureste, en
donde se localiza una amplia escalinata. En las paredes cubiertas con murales de
las tres áreas porticadas se representan diversos temas: en la parte baja del
pórtico norte, hacia los lados del acceso central se muestran personajes ricamente
ataviados, danzando sobre una plataforma, escena a la que Laurette Sejourne
(1956) le dio el nombre de Danza de los Guerreros. Estos portan grandes
cuchillos curvos atravesando corazones y llevan un panó ritual de piel de coyote
sosteniendo largas lanzas. 7
Foto 2. Danza de Guerreros, pórtico norte del Patio Blanco.
En la parte alta del mismo muro, hacia el interior de los rombos generados
por las franjas diagonales, se muestran otros elementos iconográficos que
complementan el mismo discurso, relacionado con acciones militares y el sacrificio
humano.
En los taludes del pórtico sur se muestran procesiones de coyotes alineados
uno a
Continuación del otro, con dirección hacia la puerta central del aposento
(Foto 3). Llevan grandes penachos de plumas, elaboradas vírgulas de la palabra
salen de su hocico, escudos o chimallis llevan colocados sobre sus cuerpos y
devoran corazones humanos sangrantes.
En los muros verticales de este pórtico se representan en el interior de los
espacios romboidales diversos elementos simbólicos refiriendo el mismo tema.
Foto 3. Procesión de Coyote y Jaguar (órdenes militares).
El aposento oriente de la sección del Patio Blanco es el más importante de
los tres, por su ubicación central y con dirección hacia el poniente. En su área
porticada se representan de perfil procesiones de canidos seguidos de felinos,
ricamente ataviados con exuberantes penachos. Llevan en sus hocicos figuras de


 

corazones humanos, por lo que se infiere que representan un acto ritual vinculado
con el militarismo y el sacrificio humano.
Estas figuras van también enmarcadas con franjas de serpientes
entrelazadas y adornadas con puntas de maguey y cuchillos de obsidiana; y como
los felinos y canidos, las serpientes también se alimentaban con corazones
humanos (foto 4). 8 
Foto 4.Figura de gobernantes y procesión de Coyotes, pórtico oriente del Patio Blanco
En la parte alta de este pórtico, dentro de los espacios romboidales,
aparecen figuras repetidas de un personaje que porta un cetro o bastón de mando,
portan un gran caracol como pectoral y un elaborado tocado en el que resalta la
cabeza de un ave. Estas figuras fueron interpretadas por Sejourne como el Señor
Quetzalcoatl (1956: 145), sin embargo por los elementos simbólicos asociados
Headrick (1996: 94) sugiere que se trata de un gobernante, cuyo rango es
señalado por su bastón de mando y por los demás elementos iconográficos con los
que se asocia. (Lamina 4). 9
Como ya lo he referido, los edificios del Patio Blanco fueron completamente
reconstruidos y sobre las paredes de sus espacios porticados se integraron parte
de los fragmentos murales encontrados en los rellenos. Esta reintegración
basada en los dibujos de Villagra fue continuada hasta la década de los años
80 por Don Santos Villasanchez, quien fuera ayudante del dibujante Agustín
Villagra. Don Santos, recientemente fallecido, dedico sus últimos años a la
conservación de este conjunto, y por el interés y dedicación que mostro en el
mantenimiento de este edificio ofrezco este articulo en su memoria.
En cuanto a los dos murales hallados sobre las paredes del pasillo de la
esquina noroeste del Patio Blanco, cada uno muestra un personaje con los ojos
llorosos y con los pies deformes (Fofo 5). Por sus características Juan Vidarte
(1968), los interpreta como Nanahuatzin, aquel personaje mítico de la leyenda
azteca relacionada con la creación del Quinto Sol.
Los materiales arqueológicos provenientes de las excavaciones de Armillas y
Margain fueron estudiados por Laurette Sejourne (1956-57), quien detecto
cerámicas correspondientes a las fases Teotihuacán II y III. Para corroborar esta
información realizo otras excavaciones mediante pozos estratigráficos, donde
encontró materiales de la misma temporalidad. Sobre la base de estos datos
Sejourne considero que la construcción de Atetelco debió comenzar cuando la fase


 

II de Teotihuacán aun no había terminado, por lo que su ocupación mayor debió


tener lugar durante la fase Teotihuacán III. Y como ya lo señalaba Armillas,
Sejourne reporta también cerámica de los periodos Coyotlatelco y Mazapa además
de escaso material azteca.

Excavación de la Sección noreste

Las excavaciones en Atetelco continuaron con Laurette Sejourne en el marco


del Proyecto Teotihuacán 1980-82 dirigido por quien suscribe. En esa ocasión, con
la ayuda del entonces pasante de arqueología Manuel Nogueron, la arqueóloga
pretendía encontrar la calle que debió comunicar este conjunto con los conjuntos
de Tetitla y Zacuala, (Sejourne y Nogueron, 1982). Su excavación abarco una
extensión aproximada de 700 m2, despejando la porción noreste de Atetelco y
parte de su límite este, donde dejo al descubierto dos secciones del conjunto
arquitectónico (ver lamina 2, figura 2c). La sección del lado noreste se forma por
aposentos ordenados hacia los puntos cardinales, orientados hacia un patio. 10
central y aunque bastante mutilados, los muros de esta sección aun conservan
restos de murales, donde se representan temas relacionados con elementos
bélicos: aves y canidos sobre pedestales, adornados con biznagas, espinas de
maguey y cuchillos (lamina 5). En los murales de esta sección también se
encuentran representaciones de guerreros vistos de perfil, portando lanzas y
escudos; representaciones de flechas atravesando corazones sangrantes, datos
iconográficos relacionados con el militarismo, señalando posiblemente el papel que
Atetelco desempeño en la ciudad de Teotihuacán. En dos murales de esta sección
se detectaron restos de personajes mayas representados de perfil y con
indumentaria de aquella región; se hallan en posición sedente con grandes vasijas
colocadas hacia su parte frontal. Aunque no conocemos por ahora su significado, la
presencia de estos personajes en el referido contexto señala las relaciones que
Teotihuacán tuvo con la cultura maya como lo he planteado en otra parte (Cabrera,
1996). Además de estos fragmentos murales, Sejourne encontró en asociación
numerosos entierros con ofrendas, algunos corresponden a la cultura teotihuacana
y otros son de épocas más tardías. Entre estos materiales abunda la cerámica, la
lítica y la concha. Sin embargo, ni los espacios arquitectónicos descubiertos, ni los

10
 

materiales obtenidos han sido estudiados formalmente y por lo tanto no han sido
dados a conocer. 11
Posteriormente se recuperaron en el conjunto de Atetelco varios materiales
arqueológicos, producto de excavaciones motivadas por trabajos de restauración y
acondicionamiento, provienen por lo tanto de excavaciones de rescate. Entre estos
materiales se cuenta con varios entierros, algunos son entierros teotihuacanos y
otros de época posterior. Una de estas excavaciones fue llevada a cabo por los
arqueólogos Verónica Ortega Cabrera y Javier Romero (1996), localizada hacia el
lado sur del conjunto, donde encontraron dos esqueletos humanos en posición
sedente asociados con cerámicas de la Fase Mazapa. Formaban parte de un
pequeño asentamiento situado sobre las ruinas de Atetelco como se explica más
adelante.
En las excavaciones de rescate realizadas en Atetelco se hallo también un
horno para la producción de cerámica de principios de la época colonial (Cabrera
1988), dato que señala la continuidad de ocupación humana en este sitio.
Más tarde en el ano de 1997, la arqueóloga Verónica Rodríguez junto con
las restauradoras Haydee Orea y Alejandra Alonso, exploraron con estudiantes de
la Escuela de Restauración del INAH, dos fosas con entierros y ofrendas
cerámicas. El espacio donde estas se hallaban había sido explorado por Sejourne
en 1980-82; sin embargo no se detectaron en aquel momento debido a que el
lugar se hallaba cubierto de escombro. Al retirar dicho material se despejo el piso
sobre el cual se señalaron las siluetas de tres fosas aun selladas. Dos de ellas
fueron abiertas por los estudiantes de restauración arriba referidos, y una tercera
fosa se exploro posteriormente en ese mismo año por estudiantes de la ENAH,
como se explica a continuación.

Excavaciones de la sección sureste


En el año de 1997 la excavación en Atetelco continuo, con la participación
de estudiantes de arqueología de la ENAH en sus prácticas de campo, dirigidas por
quien suscribe y el arqueólogo Sergio Gómez (Cabrera y Gómez 1998) Esta
excavación se ubica en la porción sureste de Atetelco cerca del lugar donde
consideramos debería encontrarse su esquina sureste (ver lamina 2, figura 2d).
Además de la realización de prácticas de campo de estudiantes de la ENAH y la
atención a trabajos de acondicionamiento, vinculados con el carácter turístico de la

11
 

zona arqueológica, el principal objetivo de este proyecto fue obtener información


que permitiera 12 dar solución a varios problemas del conjunto arquitectónico:
conocer sus límites a través de excavaciones extensivas, buscar información
mediante excavaciones profundas para conocer su secuencia constructiva y
esclarecer la función que este conjunto desempeño en el marco de la antigua
ciudad de Teotihuacán.
Esta excavación abarco un espacio de 900 m2, donde parte del equipo de
estudiantes se aboco a la verificación y exploración de algunas fosas de entierros
que habían sido detectadas con anterioridad en las áreas ya despejadas. En estas
se hallaron entierros teotihuacanos asociados con numerosas ofrendas cerámicas.
La otra parte del grupo se centro hacia el lado sureste del conjunto habitacional,
donde una vez reticulado el terreno se excavo de manera extensiva, dando como
resultado el descubrimiento de una serie de cuartos y patios que se integraron a
los espacios explorados con anterioridad.
Denominamos este nuevo espacio como Sección Sureste, y se integra por
un patio central, cuyo lado norte se une con las áreas exploradas anteriormente,
mientras que su lado sur lo hace con varias habitaciones limitadas por el grueso
muro que enmarca al conjunto arquitectónico.
La sección sureste está conformada por un patio central limitado en su lado
este por un pequeño templo porticado y con aposentos igualmente porticados en
sus tres lados restantes, orientadas todas las construcciones hacia el patio
central, cuyo acceso se encuentra hacia su esquina noroeste, donde por medio de
un angosto pasillo se comunica con la sección del Patio Rojo. Ambas secciones
son contemporáneas, corresponden al último nivel de ocupación teotihuacano.
Aunque la orientación y el acomodo de los espacios y volúmenes sigue el mismo
Patrón, por sus dimensiones es notable la diferencia de ambas secciones:
en tanto que el Patio Rojo se forma de ostentosos y amplios espacios, la Sección
Sureste cuenta con espacios mucho más reducidos. En este patio se practico una
excavación a mayor profundidad, detectando una secuencia de tres niveles
constructivos, incluyendo el que se tiene a la vista.

El grupo de habitaciones con murales

12 
 

Hacia el lado sur de este patio se detectaron varias habitaciones con


espacios reducidos, distribuidos a su vez alrededor de un diminuto patio, no
obstante, en sus reducidos y 13  fragmentados muros se representan fragmentos
murales con motivos iconográficos de gran importancia (lamina 6 Números 1- 5).
Son cinco los temas representados en estos cuartos: 1) Felinos en posición
sedente colocados hacia los lados de un área porticada. 2) Pequeñas figuras
humanas, donde se muestran números personajes de tamaño reducido que danzan
y actúan en torno a un altar sobre el que se representa un ave con las alas
extendidas; 3) Aves con las alas extendidas como si cubrieran y protegieran a sus
polluelos mostradas sus cabezas alrededor de su cuerpo; 4) Personajes con
atributos de mariposa y pájaro representado en el marco de una montana florida,
portan trajes y yelmos de aves identificados como la deidad Xochipilli (por Zoltan
Paulinyi en este compendio) y 5) la representación de montanas. 14 Algunos de
estos murales ya han sido referidos en una publicación recientemente editada en
homenaje a la Doctora De la Fuente (Cabrera, Gómez y Gazzola 2007), pero su
estudio formal está pendiente llevarse a cabo.

Habitaciones con funciones domésticas  


Hacia el sur del grueso muro que limita al conjunto de Atetelco, se encontró
otro grupo reducido de habitaciones que por su contexto y sus asociaciones
constituyen un área habitacional destinada para actividades domesticas. Se
asocian a varios fogones colocados sobre los pisos quemados, con restos de
vasijas rotas y calcinadas, carbón pulverizado y ceniza. El espacio cuenta con otros
cuartos también de reducidas dimensiones, ocupados posiblemente como vivienda
y para el almacén de los víveres. Esta evidencia de gran importancia, señala el
lugar donde se preparaban alimentos, era seguramente ocupado por grupos
sociales dependientes de aquellos otros que ostentaban el poder, datos que es
necesario corroborar mas adelante con el estudio total de los materiales
arqueológicos hallados en esta sección. Cerca de este depósito de elementos de
carácter domestico, pero hacia el interior del conjunto residencial se detecto una
vasija del tipo Naranja San Martin incrustada en el piso y utilizada como posible
almacén, cuyo estudio formal está pendiente de llevarse a cabo (lamina 7, figuras
a y b ). 15 

13 
 

Con las excavaciones de 1997 pudimos delimitar la esquina sureste de este


conjunto mediante la detección y exploración de las calles este y sur y sus
ampliaciones. Con la liberación en parte de estas dos calles fue posible conocer
parte de los límites de los tres conjuntos vecinos situados al otro lado de estas.
Durante los últimos años, hemos avanzado un poco más en la exploración del
conjunto, pero aun está pendiente determinar su límite norte y sus esquinas
noreste y noroeste para conocer su extensión total y a la vez corroborar el sistema
urbano, conformado según Millon (1973) por miles de conjuntos departamentales.
Con las excavaciones realizadas por Armillas, Margain, Sejourne y las
efectuadas por nosotros en 1997 y 1998, se libero el conjunto arquitectónico que
hoy conocemos (aproximadamente 3600 m2), donde se hallan varias secciones de
aposentos habitacionales, templos, plazas y patios, ordenados en un patrón
cruciforme según la clásica distribución teotihuacana.
De gran interés es la información obtenida acerca de las ampliaciones de
este conjunto en los momentos finales de su desarrollo, y las modificaciones que
tuvo en su límite sur, señaladas con la existencia de angostos callejones o pasillos
que separa el área de carácter residencial y religioso del espacio habitacional que
tuvo funciones domesticas.

La ocupación Mazapa en Atetelco

De gran importancia es la detección de un asentamiento Mazapa hallado


sobre las ruinas del conjunto teotihuacano; se asociaba a numerosos entierros,
algunos con ofrendas cerámicas características de esta cultura, como se explica en
el escrito de la arqueóloga Claudia López.
En asociación a este asentamiento posteotihuacano se localizo una figurilla
de cobre ofrendada a uno de los entierros de filiación Mazapa. Los resultados de
su análisis se presentan en este compendio.
El análisis de la cerámica obtenida en las excavaciones de 1997-98, fue
llevada a cabo por Verónica Ortega Cabrera y el estudio de la lítica y los demás
materiales obtenidos en esta excavación fue realizada por David Andrade (Ortega y
Andrade 1999); ambos arqueólogos presentan en este compendio algunos de los
resultados de su estudio. 16 En cuanto a los entierros del periodo clásico y los de la

14 
 

época posteotihuacana, fueron estudiaron por Kanjou (2002) y ampliada la


información por el Dr. Carlos Serrano.

Bibliografía
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y pre-Aztecas del centro de México. Ex cavaciones y estudios, 1922-1950´,
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Argentina: III, (1-2), p. 37-70.
Cabrera, Castro Rubén. 1988 Horno cerámico posteotihuacano en el palacio de
Atetelco  Ar queología, Dir. Joaquín García Bárcena, ed. Alba Guadalupe Mastache.
Dirección de Monumentos Prehispánicos, Instituto Nacional de Antropología e
Historia. No 4, octubre, 1988. pp. 47-75.

15 
 

Cabrera, Castro Rubén. 1996 Atetelco en: La Pintura Mural Prehispánica en


Mé x ico: Teotihuacán, Vol. I . Catalogo, Beatriz de la Fuente (Coord.). México
IIE/UNAM. pp. 203-256.
Cabrera, Castro Rubén. 1996 Teotihuacán y las interacciones sociopolíticas con
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significado con el Militarismo y el Sacrificio Humano en: Ideología y Política a
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Cabrera C. Rubén y Sergio Gómez Ch.1998. Proyecto Atetelco. Informe de los
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Caso Alfonso. 1958 Glifos teotihuacanos. Revista Me x icana de E studios
 Antropológicos, XV, pp. 51-70. Sociedad Mexicana de Antropología. México.
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Teotihuacán, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de
Investigaciones Estéticas, 1995, 2 T.
17
Headrick, Annabeth. 1996. The Teotihuacan Trinity: UnMASCKing the Political 
Structure. Tesis para el Doctorado en Filosofía. The University of Te x as at Austin.
Kanjou, Joussef. 2002 Identificación de Poblaciones y Definición de Relaciones
Interpoblacionales en el enfoque Biocultural Aplicado a la Población
Posteotihuacana. Tesis para obtener el grado de Doctor en Antropología Física.
Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Investigaciones Antropológicas. UNAM.,
México.
Rodríguez, Verónica; Aydee, Orea y Alejandra Alonso. 1997 Exploraciones en el
Conjunto residencial Atetelco (N2W3), al oeste del centro urbano. Archivo de la
Zona Arqueológica de Teotihuacán. Julio de 1997.

16 
 

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Informe del análisis de materiales arqueológicos obtenidos en la temporada de
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17 
 

El universo del Dios Mariposa Pájaro en la pintura mural de Atetelco


Zoltán Paulinyi1

Las excavaciones dirigidas por Rubén Cabrera en 1997-1998 descubrieron


un conjunto de murales pintados con matices de rojo y de rosado en el sudeste del
conjunto habitacional Atetelco, fechados en la fase Xolalpan (ca. 350 - 550 d.C.)
(Figura 1). Los murales que ocupan la mitad oriental de un pequeño espacio
arquitectónico, cerca del patio 7, han sido analizados sólo de manera preliminar
(Cabrera Castro et al . 2007). En los cuatro murales se repite una tríada de motivos:
en primer lugar, un personaje con atributos de mariposa y pájaro; junto a él una
montaña con vegetación, y un pájaro, cuyo cuerpo se encuentra cubierto por
muchas cabezas. (En esta oportunidad, los murales de la mitad occidental -
caracterizados por escenas complejas en las cuales se observan pequeñas figuras
antropomorfas inmersas en una amplia gama de actividades - no serán tratados
por mí). En relación con la tríada mencionada, surge la pregunta: ¿qué significado
tienen estos tres motivos y qué tienen que ver entre sí? En la búsqueda de

18 
 

respuesta, constataremos que el valor iconográfico de estos murales es


excepcional.
1 Universidad de Chile
Figura 1. La ubicación de los murales analizados en Atetelco, Teotihuacán, con la numeración de estos últimos
(en base a Cabrera Castro et al . 2007: fig. 1). 19

El dios
Tal como fuera establecido por Cabrera y colegas (Cabrera et al . 2007: 132-
137), el personaje mencionado corresponde a una de las figuras destacadas del
panteón teotihuacano, al dios que originalmente fue identificado por Séjourné
(1959: 116-128; 1962) como el dios Xochipilli. Posteriormente, este mismo dios
ha sido reinterpretado y renombrado varias veces (Caso 1966: 259-263; von
Winning 1987, I: 111-124; Berlo 1983, 1992; Berrin - Pasztory 1993; Paulinyi
1995, 2006; Taube 2005; 2006: 164).
En mi opinión, su iconografía muestra un dios solar y de la fertilidad de las
plantas (Paulinyi 1995), y en consecuencia los rasgos básicos de su naturaleza
pudieron ser semejantes a los de Xochipilli. Lo llamaré Dios Mariposa Pájaro por
los motivos de mariposa y pájaro que se encuentran entrelazados en su
iconografía. No cabe duda de que analizando la tríada mencionada, exploraremos el
campo de la mitología teotihuacana, desconocida hasta hoy. La imagen del dios se
conservó relativamente bien en el Mural 3 (Figura 2); este aparece en una de sus
formas clásicas: tiene forma antropomorfa y se viste con un traje que reúne rasgos
de mariposa y de pájaro. Representaciones semejantes a la deidad de Atetelco
existen solamente en vasijas (p. e. Séjourné 1966a: fig. 38; Conides Ms. 2001),
en murales aún no han sido encontradas. Como veremos a continuación, en
general enseña atributos constantes y bien conocidos de su iconografía. La cara
del dios se encuentra destruida, el tocado de cabeza de pájaro que arriba remataba
en una lengua de mariposa, sobrevivió sólo parcialmente. Alas de mariposa se
anexan a sus brazos, y detrás de la espalda tiene el ala posterior de la mariposa.
Conviene destacar que las alas de su brazo exhiben aquellos ganchos que
acostumbran tener las alas posteriores de las imágenes de mariposa en general en
el arte Teotihuacano. 20
En su pecho porta un gran emblema del glifo Ojo de Reptil, rodeado de
símbolos de fuego llamados "doble peineta". Dicho glifo es muy frecuente en las
representaciones del dios, en algunas ocasiones parece reemplazarlo. El dios

19 
 

esparce con ambas manos, como en muchas otras ocasiones, aquellos símbolos
que forman el grupo llamado conjunto medular (core cluster ) por James Langley
(1986: 103 - 107). En el arte teotihuacano se observa que el acto de esparcir con
ambos manos, ya sean diferentes tipos de símbolos, objetos, ya sean gotas de
agua, es un privilegio exclusivo de los seres sobrenaturales, frente a los
ofrendantes mortales quienes pueden hacerlo solamente con una mano,
sosteniendo en la otra alguna talega o contenedor ritual. Aparte de nuestro dios,
también aparecen esparciendo con ambas manos la diosa de los murales de
Tepantitla y el Dios de la Lluvia (Séjourné 1966b: lám. XCII). De su espiral de voz
cuelga un motivo trébol con el símbolo "doble peineta" y otro motivo que
corresponde al extremo distal de dardo en forma de rombo, que con muy pocas
excepciones y alta frecuencia se observa en los incensarios de este mismo dios.
Figura 2. El Dios Mariposa Pájaro y la montaña fértil. Mural 3, Atetelco. (Cortesía de Rubén Cabrera Castro,
dibujo de Víctor Álvarez). 21

La montaña
El dios se ubica en un ambiente acuático, tal como ocurre con frecuencia en
sus representaciones de vasijas. Detrás de él observamos una secuencia de
amplias olas o franjas de agua diagonales, y del agua surge una montaña
monumental, cuyos cerros constituyentes llevan símbolos semejantes a parches
ovalados de significado desconocido.
Los cerros se encuentran ordenados en hileras sobrepuestas. Del cuerpo de
uno de los cerros nace una planta de dibujo borroso, la cual parece corresponder a
una calabaza. La forma alargada y levemente encorvada de los cerros parece una
hoja, lo que rara vez ocurre en el arte teotihuacano. Las plantas que crecen de la
montaña del vecino Mural 4, el cual sólo sobrevivió parcialmente, son claramente
calabazas (Figura 3).
Sus cerros son puntiagudos y alargados, nuevamente con parches. Es
probable que en los dos murales nos encontremos frente a una mítica montaña
fértil. En la cenefa del Mural 4, entre dos hileras verticales de flores de cuatro
pétalos (este último motivo frecuente de la iconografía del Dios Mariposa Pájaro),
se observan mariposas en descenso con dentadura humana, lo cual les concede a
las cabezas una aparición de calavera, motivo vinculado con la muerte. Agua,
fertilidad y muerte juntos parecen indicar que nos 22 encontramos en el inframundo
acuático. La montaña es probablemente una versión elaborada del destacado

20
 

motivo triple cerro de la iconografía teotihuacana; dicho motivo aparece


frecuentemente junto con el Dios Mariposa Pájaro y posee características
acuáticas y de fertilidad vegetal (von Winning 1987, II: 11-13).
Estas complejas representaciones de la montaña fértil de Atetelco son
importantes, porque en ellas se establece por primera vez con claridad el vínculo
entre el dios, la montaña fértil y la calabaza, aunque imágenes anteriormente
analizadas ya hicieron sospechar esta relación (Paulinyi 1995).
Figura 3. La montaña fértil. Mural 4 (Cortesía de Rubén Cabrera, dibujo de Víctor Álvarez) 

Figura 4. El Dios Mariposa Pájaro surgiendo de una calabaza (Important Pre-Columbian Art: foto 191,
dibujo del autor).
Por una parte, el dios a veces aparece con montañas, ya sea un cerro triple
o múltiple. Por otra parte, lo podemos ver surgiendo de una mitad de calabaza
(Figura 4), así como en otra ocasión observamos el glifo Ojo de Reptil -
estrechamente identificado con esta deidad - apareciendo de entre las dos mitades
de una calabaza rota, la cual se ubica en el borde de una representación del dios y
de símbolos de triple cerro (Séjourné 1962: Fig. 20). Según el testimonio de estas
imágenes, el dios nace de una calabaza. Por lo tanto, con las montañas
de calabazas de Atetelco se cierra el círculo: es muy probable de que el lugar del
nacimiento haya sido esta montaña fértil. Sin duda, se trata de un momento clave
del mito del Dios Mariposa Pájaro, pero falta reconstruir, en la medida de lo
posible, el resto de este mito. 23 
En relación con los parches que exhiben los cerros de la montaña fértil de
Atetelco, podemos observar que en un mural del Palacio del Sol, el cual representa
al Dios Mariposa Pájaro en descenso, las hojas de la planta ubicada debajo de él
muestran parches semejantes a los de los cerros de la montaña de Atetelco, y
también exhiben una forma parecida a dichos cerros (Figura 5). Por otra parte, la
planta ubicada sobre el personaje también lleva parches. En otro mural del mismo
Palacio, un jaguar reticulado muestra igualmente una versión de dicho parche,
mientras abraza una planta de maguey de hojas parecidas a los cerros de Atetelco
(Miller 1973: fig. 113). La semejanza de las hojas con parche y las de maguey del
  jaguar reticulado con los cerros mencionados no puede ser producto de la
casualidad, sino más bien una alusión a algún vinculo entre la montaña fértil y la
planta de maguey. La propia montaña con cerros en forma de estas hojas causa la
impresión de una planta de maguey.
21
 

A propósito de esto, llama la atención que en los relieves de la Cancha de Juego


de Pelota Sur de El Tajín aparezca la imagen de una montaña mítica cubierta por
magueyes (Kampen 1972:fig. 25). Dicha montaña ha sido comparada con
Pozonaltepetl, el cerro donde los dioses inventaron el pulque según la tradición
nahua (Wilkerson 1984: 126), así como con un cerro florido paradisíaco, al igual
que con Tamoanchan, lugar de creación de la tradición nahua (Koontz 2009: 276-
282). Puesto que la montaña de El Tajín también se ubica en un contexto acuático,
no es descabellado proponer que en ambos casos  Atetelco y El Tajín - se trate de
la misma montaña fértil del inframundo. Por otra parte, podemos 24 preguntarnos si
la montaña fértil de Atetelco asociada al maguey, ¿no estaría vinculada también
con el pulque? En la búsqueda de un posible significado para los parches  que
internamente poseen muescas en el borde y a veces también puntitos - la espuma
del pulque me parece un buen candidato.
Figura 5. El Dios Mariposa Pájaro en descenso. Mural del Palacio del Sol
(de la Fuente 2006 [1995]: fig. 6.4)

El ave
El tercer ícono de Atetelco que analizamos es un ave sobrenatural. El Mural 1
presenta la figura entera de este animal (Figura 6), mientras que el Mural 2
solamente su parte posterior (Figura 7). La cabeza del ave del Mural 1 no
sobrevivió, salvo su pico inferior. Su torso exhibe un emblema de Ojo de Reptil,
igual al que el dios porta en su pecho en el mural cercano. Lo peculiar de este
pájaro es que lleva cabezas de pájaro de perfil en sus alas abiertas, en sus patas y
en su cola, en total once cabezas. Aparentemente, es un ave y al mismo tiempo un
conjunto de muchas aves. De manera interesante, en el borde superior del mural
se percibe un brazo sangrado, sostenido por el pico del pájaro en su pico: 25 debe
ser un brazo cortado o arrancado. En el Mural 2 nuevamente aparece la cenefa de
mariposas con dentadura humana, las cuales se encuentran esta vez en ascenso
entre las hileras de flores. 
Figura 6. El pájaro con múltiples cabezas. Mural 1 (Cortesía de Rubén Cabrera, dibujo de Víctor Álvarez).
La posición de las alas llama la atención: su ala derecha mira hacia abajo,
mientras tanto la otra se extiende hacia adelante. Las alas de los pájaros de un
mural de Totómetla (Juárez Osnaya  Ávila Rivera 2006 [1995]: lám. 10),
presentan la misma posición, y sus cabezas igualmente son parecidas a las de las

22 
 

aves de Atetelco. Además, la composición de la parte superior del mural de


Totómetla se centra precisamente en glifos Ojo de Reptil.
Puesto que el ave de Totómetla fue identificada como guacamayo verde
(Navarijo Ornelas 2006 [1995]: 338-339), surge la sospecha de que el ave de
Atetelco pudiese corresponder a alguna especie de guacamayo sobrenatural. Más
adelante veremos que esta sospecha es confirmada por otras analogías, que
provienen tanto de Teotihuacán, como de fuera de él.
¿Quién es el pájaro con muchas cabezas y qué tiene que ver con el dios y su
montaña fértil? Establecer la identidad del pájaro e insertarlo en la iconografía
teotihuacana es la tarea más difícil de este análisis. El emblema del pájaro,
elemento común con el dios, indica algún vínculo estrecho con este. Para aclarar
este vínculo, hay que volver al personaje en descenso y vestido de pájaro en los
murales del Palacio del Sol (Figura 5). Su 26 vestimenta ornitomorfa es la única
analogía conocida en el arte teotihuacano para el pájaro sobrenatural de Atetelco.
Figura 7. Parte posterior del pájaro con múltiples cabezas. Mural 2 (Cortesía de Rubén Cabrera, dibujo de Víctor
Álvarez).
En cada una de sus alas vemos cabezas de pájaro de perfil semejantes a
las del pájaro de Atetelco y dispuestas de manera parecida. En la cola aparece una
cabeza frontal. La cabeza principal y todas las cabezas menores mencionadas
fueron identificadas como guacamayos. Las cabezas del ave de Atetelco son
suficientemente semejantes para afirmar que ellas también son de guacamayo
(Taube 2003: 278-230). La identidad del personaje del Palacio del Sol es por lo
tanto clara: se trata del Dios Mariposa Pájaro con sus atributos característicos;
estos son la pintura facial escalonada, los ojos rectangulares, las orejeras con
anillos colgantes, el color rojo del cuerpo y el carácter ornitomorfo de su
vestimenta.
Las líneas en forma de V que aparecen en las plumas de las alas del dios
en el Palacio del Sol, cuando fue pintado con matices de rojo, son otro punto en
común con el pájaro de Atetelco. La punta y el resto de la pluma, separados por la
línea mencionada, presentan dos distintos matices, indicando que se trata de dos
colores diferentes.
Efectivamente, en los murales policromados el extremo de las plumas rojas
de las cabezas de guacamayo es de un color diferente: azul (Miller 1973: fig. 109).
Puesto que buena parte del plumaje de la especie del guacamayo rojo  (Ara macao)

23 
 

es azul (Navarijo Ornelas 2001: lám. 14), es probable que el rojo y el azul de las
cabezas de guacamayo del mural correspondan a dos colores característicos de
este mismo pájaro.
En base a los murales de Atetelco y del Palacio del Sol, no cabe la menor
duda acerca de que el pájaro y la deidad se encuentran efectivamente vinculados.
Lo que es obvio es que comparten el aspecto ígneo. En el período Postclásico, el
guacamayo rojo se asociaba con el fuego (Miller y Taube 1993: 131-132; Aguilera
2004), y es razonable suponer que esto ya ocurría en tiempos de Teotihuacán. De
esta manera, el guacamayo parece expresar la naturaleza ígnea de la divinidad,
también encarnada por la mariposa, otro ser de importancia capital en la
iconografía del Dios Mariposa Pájaro. Después de todo esto, sería una opción
atractiva suponer que el pájaro de muchas cabezas es una manifestación de dicho
dios. Sin embargo, si traspasamos las fronteras de Teotihuacán, encontraremos
evidencias que hacen difícil sacar una conclusión clara. En lugar de esto, más bien
se nos abre la oportunidad de plantear alternativas posibles para interpretar dicha
relación. 27

Las aves de Xelhá


Revisaremos algunas imágenes provenientes de Xelhá, Escuintla y Copán.
Parecería que existe una analogía interesante en la ciudad maya Xelhá, Quintana
Roo, en un conjunto de murales con iconografía teotihuacana del periodo Clásico
Temprano (Lombardo de Ruíz 2001:106-109; Ruíz Gallut 2001:289-291). En uno
de estos murales se aprecia la representación de un personaje vestido a la manera
teotihuacana, quien porta un tocado en forma de cabeza de mariposa o de
mariposa con dentadura de jaguar (véase Miller y Taube 1993: 49). En la misma
pared, en un mural cercano se observa la imagen deteriorada, pero reconocible de
una montaña, constituida por varias hileras de cerros sobrepuestos al estilo
teotihuacano; se trata de una montaña de complejidad semejante a la de Atetelco.
Sobre dicha montaña se observa una gran bandada de pájaros revoloteando; según
la identificación de Navarijo Ornelas, la mayor parte de estos pájaros corresponden
a guacamayos rojos (  Ara macao), pero también aparecen loros verdes  (Amazona),
(Navarijo Ornelas 2001: 247-242 fig. 8).
En estos murales de Xelhá, el conjunto que forman el personaje con tocado
de mariposa, la gran montaña y el grupo de guacamayos, es similar al conjunto

24 
 

formado por el Dios Mariposa Pájaro, la montaña fértil y el guacamayo con cabezas
múltiples de Atetelco.
Es plausible suponer que esta bandada de guacamayos y el gran guacamayo
con muchas cabezas menores signifiquen lo mismo o algo parecido. El gran
guacamayo de Atetelco podría estar representando a la bandada como una entidad.
También es posible que se trate de una bandada que surge del cuerpo mismo del
pájaro, como en la mitología huichol (véase Taube 2005: 40-41). Tal como ya
hemos visto más arriba, la deidad nace en la montaña fértil, por lo cual es posible
que la bandada agitada de los guacamayos sobre el cerro sea una expresión visual
de su nacimiento.

Los seres ornitomorfos de Escuintla y Copán  


Algunas imágenes de Escuintla y Copán fueron identificadas por Karl Taube
como análogas con la representación del personaje en descenso del Palacio del
Sol (Taube 2003 y 2005), en momentos en que todavía no habían sido publicados
los murales con el ave de Atetelco. Respecto de Escuintla, en varios incensarios de
estilo teotihuacano provincial 28  aparecen representaciones del Dios Mariposa
Pájaro con vestimenta ornitomorfa igual al del dios del Palacio del Sol (Figura 8).
Figura 8. El Dios Mariposa Pájaro con cuerpo cubierto por cabezas de guacamayo. Cerámica escultórica,
Escuintla (Taube 2005: fig. 6a)
Es de notar que el brazo cortado que vimos en el pico del pájaro de Atetelco
aparece junto con el Dios Mariposa Pájaro en dos de estos incensarios, aunque
como adornos de techo en modelos de edificios aparentemente dedicados a este
dios. Por su parte, en Copán encontramos una analogía especialmente interesante
en forma de los guacamayos monumentales que adornaban la primera cancha de
  juego de pelota de la ciudad (aquí Figura 9; Fash y Fash 1996: 131-132). Esta
cancha fue construida en el siglo V d.C., probablemente por el fundador de la
dinastía de Copán, Kinich Yaax Kuk Mo, quien arribó de otras tierras, trayendo
consigo un amplio uso de la iconografía teotihuacana. Los pájaros representados
en cada ala de los guacamayos monumentales llevan cabezas menores, idénticas
a la cabeza principal. Del abdomen del pájaro nace una cabeza de serpiente
emplumada, parecida a las de Teotihuacán; dicha serpiente presenta un brazo
humano atravesado en la boca, al igual que el pájaro de Atetelco en su pico. El
brazo 29 enseña un círculo: probablemente se trate del brazo arrancado de
Hunahpú, uno de los héroes gemelos del Popol Vuh (Fash et al. 2004: 74).
25 
 

Figura 9. Guacamayo sobrenatural de estuco de la cancha de juego de pelota en Copán (Fash et al. 2004,
fig.4.7, dibujo de Barbara Fash).
Aunque el guacamayo es de estilo maya, Taube (2003: 278-280) advirtió
que es análogo con el personaje en descenso del Palacio del Sol. Sin embargo, su
verdadero modelo en la iconografía teotihuacana es el guacamayo policefálico, cuya
imagen se nos presenta en el mural de Atetelco; sería difícil no aceptar que en
ambos casos se trata de la misma ave. Según la versión del Popol Vuh del período
Clásico el contrincante de los dioses gemelos no es un guacamayo, sino un pájaro
monstruoso llamado por los investigadores como la Principal Deidad Pájaro,
manifestación zoomorfa del dios Itzamná.
En Copán el guacamayo sobrenatural de origen teotihuacano aparece
ocupando el lugar de la Principal Deidad Pájaro, ya que porta precisamente el brazo
de Hunahpú. Este reemplazo sugiere que para el artista y su público los dos
pájaros sobrenaturales eran seres análogos. Por lo mismo, el reemplazo de la
Principal Deidad Pájaro del Popol Vuh por el guacamayo sobrenatural teotihuacano
plantea la alternativa de que este último no habría sido una manifestación del Dios
Mariposa Pájaro, sino un ser mítico diferente  aunque estrechamente vinculado
con él - , el cual también habría sido un actor del mito del dios. 30
El brazo sangrante introduce un elemento de violencia en la escena. Si el
ave es la manifestación del Dios Mariposa Pájaro, el brazo significaría lucha contra
un tercer personaje mítico. Si no lo es, pero a pesar de esto tiene un vínculo
iconográfico estrecho con el dios, entonces surge la posibilidad de que se trate de
una contienda entre los dos: el brazo en este caso sería del dios. No obstante, si
el guacamayo sobrenatural pudiese haber sido el enemigo del dios y si entre ellos
se hubiese dado una confrontación, ¿cómo podríamos explicar que las
características corporales del guacamayo sobrenatural a veces aparezcan como
atributos del Dios Mariposa Pájaro? Por el momento, podemos preguntarnos
acerca de si los atributos mencionados del Dios Mariposa Pájaro podrían estar
indicando su victoria sobre el guacamayo, por medio de la apropiación de los
atributos o facultades del enemigo.

Conclusiones
El análisis de los murales de Atetelco ha resultado ser una incursión
explorativa en la desconocida mitología teotihuacana. Hemos encontrado que el
Dios Mariposa Pájaro de carácter solar nació - o renació, si tomamos en cuenta

26 
 

que contamos con representaciones de su descenso al inframundo - de una


calabaza en la montaña fértil del inframundo acuático. La montaña se vincula con
la planta maguey, al igual que su contraparte de El Tajín, que con sus cerros en
forma de hoja parece una gran planta de maguey. Por otra parte, se ha aclarado
que el guacamayo de muchas cabezas es un actor sobrenatural que hasta aquí no
se conocía en Teotihuacán; además, es altamente probable que se trate de un
personaje del mito del Dios Mariposa Pájaro. Ya sea la manifestación zoomorfa del
dios, ya sea su enemigo, el brazo sangrante que el pájaro sostiene en su pico
habla de un acto de agresión, lo cual incluye la posibilidad de que sea el brazo del
dios mismo. El ave es un punto de contacto entre el Popol Vuh y el mito del Dios
Mariposa Pájaro teotihuacano; investigar la naturaleza de este contacto es tarea
de extrema importancia.

 Agradecimientos
Vayan mis agradecimientos en primer lugar al Mtro. Rubén Cabrera Castro,
quien me enseñase en el año 2005 los murales de Atetelco que analizo en este
trabajo, y posteriormente me invitase a estudiarlos, poniendo a mi disposición
generosamente todas 31 las fotos, dibujos e informaciones arqueológicas
necesarias para realizar esta tarea. Por otra parte, agradezco a Helena Horta la
corrección estilística del texto original de este artículo.

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34

30
 

Criterios eidéticos en los programas pictóricos de los tres pórticos del Patio
Blanco de Atetelco
Jorge Arturo Zavala Arredondo1
Introducción
Desde 1947 se iniciaron exploraciones en un sitio, conocido entonces como
La Presa (Villagra, 1997b: 567) pero que a la postre sería denominado por Carlos
Margain como Atetelco. El interés por este lugar se comprende en medio de la
efervescencia suscitada en esa época por las pinturas, lo cual, si bien generó
investigaciones arqueológicas, también fomentó prácticas de saqueo y tráfico.
Agustín Villagra, restaurador del INAH, había trabajado en Tepantitla y se
encontraba realizando lo propio en Tetitla, cuando fue enterado de la existencia de
evidencias pictóricas en el lugar recién descubierto, las que debieron ser
consideradas muy relevantes, porque se distrajo de Tetitla y se incorporó a los
trabajos allí. Particularmente importante es su labor en el espacio arquitectónico
conocido ahora como Patio 1 o Patio Blanco, el cual está constituido
principalmente por tres edificios, que son cuartos porticados sobre una base
piramidal y que fueron liberados y reconstruidos casi completamente. En lo que a
pintura mural se refiere, la reconstitución se circunscribió a los muros de los tres
pórticos y se trató de un proceso que a pesar de haberlo dejado inconcluso, ahora
aporta valiosos referentes para inferir aspectos en esa materia. Uno de estos
aspectos tiene que ver con la forma, analizada aquí bajo el concepto eidética y
respecto de los cuales se va derivando su implicación con el caso de las pinturas
del Patio Blanco.
¿Eidética?
Para comprender el sentido que para este escrito tiene el concepto de
eidética, hay que asentar algunos antecedentes. En la antigüedad griega se
discutía que los objetos tienen no sólo una forma patente y visible, sino también
una forma interna e invisible, pero latente y captable por la mente. Para describir

31
 

esa creencia, Platón en numerosos pasajes de los Diálogos, emplea usualmente la


palabra eidos (ei3doç), con la cual refiere a veces a la idea y otras a la forma.
(Ferrater Mora, 1979: 1269-1274). De esto se derivaría la noción de que 1 35  la
captación de la forma en las cosas ocurre por medio de una intuición; noción que,
por cierto, resucitaría Edmund Husserl en el siglo XX, con la expresión intuición
eidética. Aristóteles, por su parte, utiliza también esta palabra en muchos pasajes
de sus obras Física y Metafísica para diferenciar la causa formal  de la causa
material (Idem). Para él, la captación del eidos es una elaboración abstractiva de la
forma a partir de la materia. Más recientemente, en semiótica, Louis Hjelmslev
(1984: 72) estableció que todo signo tiene un  plano de e x  presión y un   plano del 
contenido. A su vez, diferenció que cada uno de estos planos se constituye de
forma, materia y sustancia. En lo que respecta a la forma, comprendía la existencia
de figuras que llamó no-signos o formantes, bajo la premisa de que a partir de
ciertas figuras se forman signos. En esa lógica se entiende que hay figuras
correspondientes para los dos planos del lenguaje. En lo que corresponde al plano
de expresión, esta teoría ha sido seguida, entre otros autores, por Algirdas
Greimas de la Escuela de París que los llamó formantes figurativos y que se
caracterizarían por tener rasgos figurativos para constituir signos, si el número de
rasgos que reúne es mínimo, pero necesario y suficiente para permitir su
interpretación como un objeto del mundo natural (Greimas, 1983: 25). Esto es
algo que puede ser ilustrado, por ejemplo, cuando en el siglo XIX Cezanne decía
que se podían comprender las cosas del mundo a través de figuras básicas como
el cilindro, la esfera y el cono. Pero también es posible identificar formantes
figurativos en culturas antiguas como Teotihuacán, en tanto podemos aproximarnos
a sus propias interpretaciones del mundo natural. El ejemplo por antonomasia es
lo que se puede denominar figura-pirámide, la cual, en la lógica hasta aquí 
trazada, puede ser considerado un no-signo porque es patente que su contorno
sirve para generar signos propios de la cultura teotihuacana, precisamente porque
es un formante figurativo común a toda la Mesoamérica que alude a un objeto del
mundo natural común: la montaña, el cerro.
Doctorado en Historia del Arte. UNAM
Agradezco al Arqlgo. Sergio Gómez la lectura a este texto
Ahora bien, es evidente que en Teotihuacán, como en todos los casos, la
correlación figurativa entre los objetos culturales y la naturaleza no es tan clara y

32 
 

es un hecho que muchas formas no coinciden precisamente con el mundo natural.


Es posible comprender ese alejamiento del referente natural, debido
particularmente a la intermediación de recursos plásticos empleados para formar
las cosas y para crear discursos. Así las líneas, los colores, los relieves etc., son
elementos que por sí mismos son capaces de desviar el sentido 36 de las
producciones figurativas y crear ambigüedad discursiva; una de las características
claves para reconocer al arte. Por eso, Heinrich Wölfflin (1988: 13) establecía que
por principios fundamentales de la historia de la arte entendemos lo siguiente: en
toda obra de arte se puede distinguir una forma externa y una forma interna.
Misma inercia de los estudios más avanzados en semiótica que refieren que los
discursos artísticos se distinguen precisamente por la presuposición reciproca
entre los dos planos del lenguaje (Jakobson, 1981; Della Volpe, 1966; Lotman,
1982): a un cambio en la forma de la e x   presión corresponde un cambio en la
forma del contenido. Pero volviendo a lo plástico, Félix Thurlemann y Jean Marie
Floch, de la Escuela de Paris, elaboran una semiótica plástica y postulan ciertas
categorías para el plano de expresión. Entre estas, se encuentra una categoría
denominada precisamente eidética que, en sus términos, designa todas las
categorías que sirven para definir una configuración plástica en el nivel de la
forma(Thurlemann, en: Greimas y Courtes, 1991: 82). Lo importante de esa
propuesta radica en la clarificación de que los elementos plásticos pueden
funcionar, a su vez, como formantes plásticos (Greimas: 1983:40); es decir,
modelos que, desligados de su referente figurativo, sirven para la creación de otros
lenguajes. Por esa razón se puede asegurar que la comprensión discursiva, por
ejemplo, en ciertos edificios teotihuacanos va más allá del formante figurativo
montaña del cual proceden y se puede apreciar que los elementos plásticos que
los constituyeron, adquieren cierta autonomía discursiva. Tal es el caso de
esquema talud-tablero de las bases de los edificios, el cual puede ser
considerado formante plástico porque, en perspectiva, su comprensión va más allá
de ser mero revestimiento de la pirámide, convirtiéndose en generador, a su vez,
de otros lenguajes. Entonces es soporte para discursos diversos, mediante
colores, relieves, etc., adquiere una vasta autonomía que vale para advertirlo tan
alejado de la pirámide y encontrarlo expresado, entre otros objetos, en el
contorno de las placas nasales y bucales de máscaras y personajes de incensarios
y ser relacionado entonces con discursos que hablan de mariposas y de muerte.

33 
 

Los programas figurativos


Con tales antecedentes me refiero a la eidética como un concepto que
designa al problema semiótico de la construcción discursiva del eidos, de la forma.
En tanto construcción, se 37 entiende también como un proceso dinámico, que
alude a una dialéctica continúa y tensión permanente entre lo interior  y lo e x terior 
en los aspectos de la realidad que se perciben. En este caso, dado que las
pinturas del Patio Blanco corresponden a un lenguaje plástico, se trata de de
comprender a los elementos y asociaciones plásticas con su interior figurativo.
Para apoyar esa intención, traigo a colación propuestas teóricas que he
realizado en otro lado2. En primera instancia refiero la categoría de programa
figurativo que se define como E l proyecto que contiene un conjunto de
información, de instrucciones o reglas de asociación de las partes o condiciones
mínimas a que se sujeta toda producción figurativa.
De allí se deriva la distinción de cuatro tipos de programas figurativos de
naturaleza plástica con que mediante diversas materias y varias formas se
construyeron en Teotihuacán:   programas ar  quitectónicos, pictóricos, gráficos y 
escultóricos. Varias cuestiones se implican de esas categorías, debido a que es un
intento de cobertura conceptual tendiente a sistematizar en un futuro, bajo criterios
comunes, los estudios de todas las manifestaciones comprendidas bajo el rubro de
lo plástico. Se entenderá pues que no me detenga aquí a pormenorizar sobre todo
eso y remito a consultar en su momento al estudio ya mencionado.
No obstante, es necesario adelantar que derivado de esa propuesta, y en tanto un
problema eminentemente semiótico, es decir de construcción discursiva, es
necesario llamar a las pinturas murales, por tanto en este caso a las de los
pórticos de Atetelco, como Programas Pictóricos que se constituyen de ciertas
partes que responden a un interior figurativo. En esa lógica hay que resaltar el
vínculo que tienen entre sí este tipo de programas con otros, principalmente con
los arquitectónicos. Y es que hay que entender que los edificios del Patio Blanco,
en cuyos muros se encuentran los Programas Pictóricos que nos interesan,
debieron de corresponder, a su vez, a un Programa Arquitectónico. Esto es
importante ya que cualquier interpretación que se haga de los Programas Pictóricos
debe de realizarse teniendo en cuenta que es solo una parte de un programa más
amplio. Así pues, hay que mencionar que en su estatuto de programa figurativo
cada edificio tiene sus partes constituyentes: base, cuarto y techo (lámina 1) los

34 
 

cuales son elementos mínimos, invariantes, pero al mismo tiempo tienen cierta
autonomía figurativa y también plástica. 2 Es la investigación, en proceso, para la tesis de
doctorado en Historia del Arte por la UNAM que se titula Estética y cambio en el arte Teotihuacano. El caso del
signo trapecio-y-triángulo. 
Autonomía figurativa porque la base puede adquirir la forma de una
banqueta, un 38 basamento piramidal o una plataforma; un cuarto puede desplantar
sobre cualquiera de estas posibilidades, o incluso desplantar sólo del suelo y
puede o no tener un pórtico y; un techo puede constituirse de cornisa, sostener
remates arquitectónicos e inclusive elementos arquitectura efímera que lo
coronaba en fechas especiales. Autonomía plástica porque cada uno de sus
componentes puede ser pintado o esculpido, en fin, en múltiples y variadas formas
 plásticas.
Como parte de un cuarto, un pórtico también presenta, por su cuenta, partes
y variantes. Se constituye de tres muros y columnas cuadrangulares o cilíndricas
para apoyar el techo. En los muros de los tres pórticos del patio blanco de Atetelco
se comprende, para cada uno, un Programa Pictórico constituido también de ciertas
partes figurativas las cuales hoy son visibles casi completamente. Pero antes de
decir cuáles son esas partes, dado que su apreciación se debe, en buena medida,
a la reconstrucción de Agustín Villagra, es pertinente revisar, en el marco del
contexto de su realización, cual fue la ruta seguida.
Un breve recuento
Acerca de los trabajos de Villagra en el sitio de Atetelco, antes que nada,
hay que apreciar que allí encontró la oportunidad de realizar lo que por encargos
sucesivos no había podido en ninguno de los sitios donde había trabajado. En
Tepantitla, realizó la consolidación de los fragmentos del mural Tlalocan; aunque,
había proyectado reconstruirlo al fresco. En sus palabras, eso le serviría para
ensayar la técnica prehispánica de la pintura mural. Pero tal reconstrucción no se
planeaba realizar in situ, sino en un muro sobrepuesto que estaría 39 colocado en
el interior del salón, con objeto de que se pudiera comparar con el original,
(Villagra, 1997b: 565). En Tetitla, si empezó a practicar: en diferentes técnicas: al
fresco, al seco, mezclando estas dos, con aglutinantes y sin ellos, etcétera)
(Villagra, 1997b: 566). Y también en ese sitio, empezó a ensayar un procedimiento
que practicaría en Atetelco y que consiste en consolidar en la parte posterior con
cemento los fragmentos de pintura mural. Asimismo por ese tiempo realizó un
trabajo en la casa de un particular, el general Ignacio Beteta, quien según la
35 
 

narración de Villagra, era dueño de los terrenos de Tetitla y los había cedido al
INAH a cambio de que se les pintaran algunas copias en su casa.
TECHO
CUARTO
BASE
Lámina 1. Modelo de un Programa Arquitectónico
Finalmente el trato con el instituto no se logró, pero Villagra si hizo el trabajo
por su cuenta. Paradójicamente allí es donde pudo explayar sus pretensiones de
emular la técnica pictórica teotihuacana: Usé materiales modernos y me serví de
la técnica prehispánica, mezclando cal a los colores y aplicándolos pastosos,
logrando así que el color quedara adherido al mortero y obteniendo la misma
calidad de los antiguos, con lo cual confirme mi creencia de empleaban colores
cargados de cal en la técnica de la pintura al fresco (Villagra, 1997b: 567).
Seguramente, lo ejercitado pretendía plasmarlo en Tetitla; pero los trabajos allí 
fueron interrumpidos por el descubrimiento de Atetelco a donde fue comisionado.
Así pues, hay razones para creer que en Atetelco Villagra se empeñó en realizar,
ahora sí, una reconstrucción total de la pintura mural. Su labor se concentró en el
Patio Blanco, porque era un espacio con condiciones para sus pretensiones; en su
narración: Esta construcción la encontramos cortada y rellena de escombros,
sepultada por una estructura posterior. El reconocimiento por medio de túneles nos
mostró las paredes pintadas y en el enorme núcleo de tierra que cubría el patio
encontramos innumerables fragmentos, también pintados. Al ver tal cantidad de
material decorado tuve la impresión de que se podrían reconstruir los murales y
pusimos manos a la obra (Villagra, 1997a: 555). Lo que se conservó de las
paredes pintadas en realidad corresponden a sólo un parte, la más baja, de
algunos muros que constituyen los pórticos del Patio Blanco. Así pues, fue trabajo
de reconstrucción principalmente la parte alta de los muros, que corresponde a
más o menos tres cuartas partes de la superficie total de los muros. Los pasos
que siguió en su tarea fueron varios. Se calcaron y numeraron todos los
fragmentos encontrados con la finalidad de identificar y completar los diferentes
motivos de la composición. Por ejemplo, 40 en esta decoración se vio que había
personajes, rosetones y bandas que formaban la red, aunque todo estaba
incompleto (Villagra, 1961:1). A partir de eso, se hicieron croquis y luego un dibujo
al tamaño real. Sobre este, se fueron colocando las calcas de los fragmentos
originales, teniendo como las referencias particularmente los accidentes

36 
 

arquitectónicos: puertas, molduras, esquinas y taludes, cuyas huellas se conservan


en muchos de esos fragmentos (Ibídem: 2). Después se re-dibujó todo para
adecuar las plantillas a los fragmentos de estuco pintado originales. Sobre el muro
del pórtico se estarció el dibujo final, para pasar el dibujo con color rojo, marcando
con un contorno y con el número correspondiente, el lugar de los fragmentos
originales. Allí se horadaba para incrustar los fragmentos que previamente habían
sido consolidados por atrás con cemento. Después se incrustarían los fragmentos
originales y en el resto del muro se pintaría con el procedimiento prehispánico
pero sin dar el pulido original, para diferenciar los antiguo de lo reconstruido
(Idem). En realidad este último paso solo se cumplió en el muro frontal del Pórtico
2, por lo tanto es el único que ahora está completo y que muestra los tres tonos
de
rojo, evidentes en las partes originales: un tono esta dado por el color puro; otro
mezclado con cal, y el tercero está rebajado con agua, dando un color rosa muy
claro (Villagra, 1997a: 556).

Los programas pictóricos del Patio Blanco de Atetelco


En base a la reconstrucción de Villagra hoy es apreciable, en los muros de
los tres pórticos, las siguientes partes que constituyen su Programa Pictórico:
Parte Superior ; Parte Inferior .
Cada una de estas, a su vez, refiere una Superficie E nmarcante (SEE) y una
Superficie E nmarcada (SEA). Además, en lo que respecta a los muros frontales, el
vano de acceso a la habitación puede presentar una Superficie E nmarcante como
en los pórticos 2 y 3. Hay, asimismo hay otro elemento que caracteriza a estos
programas pictóricos y que atrae la atención cuando se ven, es lo que contiene la
Superficie E nmarcada de la parte superior de cada uno de esos Pórticos, la cual
he llamado Reticulado Diagonal .
Desde un principio tuve la intuición de que todas estas partes que
constituyen los programas pictóricos de los tres pórticos respondían a un orden
interior. La hipótesis era que se trataba de una cuadricula vertical/horizontal que
como figura interna subyace a lo que ahora vemos. Para demostrarlo, he vuelto a
dibujar los programas pictóricos de los tres 41 pórticos de esta plaza. Las

37 
 

referencias primigenias fueron las medidas de lo original, que corresponden a lo


largo de la base de los muros, las cuales fueron después cotejadas con las
medidas de la reconstrucción de Villagra que fundamentalmente dieron la altura.
Lo que procedía era dividir en n partes la longitud de la base, en lo que
inherentemente es un problema de determinación de la proporción utilizada para
diseñar estos programas. Después de algunos ensayos, encontré que la medida
del ancho de la Superficie Enmarcante de la Parte Superior, -de lo que por cierto
hay fragmentos originales en los tres programas pictóricos-, fue la medida de
referencia, aunque no en sí misma, sino en su mitad y por tanto, esa es la unidad
de proporción de la cuadricula base.
Hay dos aspectos que debe corroborar la correspondencia entre esta
cuadricula interior y lo que se conserva en lo exterior. Una es la adecuación de la
Parte Inferior de los Programas Pictóricos a la cuadricula. Como se aprecia en las
láminas 3-5, la Parte Inferior de los Pórticos 1 y 3 coincidió perfectamente con el
cuadriculado, y en el Pórtico 2 la altura tiene una relación proporcional de 3 ½ y el
largo de 10 ½ debido a la saliente en talud de esta parte de muros laterales. El
segundo aspecto que corrobora la relación forma interior/exterior en la
construcción de los Programas Pictóricos del Patio Blanco, es la coincidencia entre
el cuadriculado base y la retícula diagonal que, en cada uno de éstos, constituye la
Superficie Enmarcada de la Parte Superior. De los ensayos en los dibujos que
realicé resultó que, efectivamente, dicho cuadriculado interior es la base para la
proyección de las líneas que configuran ese reticulado diagonal  tan característico
de las pinturas de 42 Atetelco. En los muros frontales de los Pórticos 1 y 3 esas
líneas se proyectan exactamente de la esquina de la base y coinciden con las
bandas del reticulado diagonal de la Parte Superior. En el Pórtico 2, la cuestión es
algo más compleja, ya que allí las bandas diagonales no son rectas, sino
curvilíneas; no obstante, como se aprecia en la lámina 4, la disposición de éstas
franjas corresponde también con las líneas imaginarias que se proyectan de las
esquinas de la base. Hay que señalar que los datos para sustentar estas
afirmaciones corresponden a lo que se alcanza a ver en los fragmentos originales
que se conservaron en los tres pórticos, donde se aprecia el límite de la parte
inferior y el desplante de la parte superior, donde precisamente se pueden
corroborar los puntos de las intersecciones y las medidas de las franjas del
reticulado diagonal. Cabe mencionar ahora los criterios para calcular el límite

38 
 

superior del Programa Pictórico. Hay que considerar al respecto que el primero de
los pórticos que reconstruyó Villagra es el Pórtico 2, a partir de lo cual extrajo un
patrón que reprodujo en los otros dos pórticos y que tiene que ver con los espacios
romboidales que van trazando las franjas diagonales en su entrelazado. Allí Villagra
se dio cuenta que repitiendo las figuras de rombos dos veces le daba allí una
altura de 3.32 mts., (Villagra, 1997a: 555), lo que sumado a lo que mide el ancho
de la cenefa (SEE, en nuestros términos) coincidía más o menos con la altura que
había observado en los muros de Tepantitla de 3.50 m (Í dem).
PARTE SUPERIOR PARTE INFERIOR VANO DE ACCESO
SEE
SEE
SEE
SEA SEA SEA RETICULADO DIAGONAL SEE
Lámina 2. Modelo de un Programa Pictórico en el muro frontal de un pórtico

Además de este criterio, resulta claro que ViIlagra pensó en cierta simetría
en la relación izquierda/derecha y arriba/abajo para comprender la manera como
se distribuyen los elementos pictóricos. Eso explica, entre otras cosas, que la
Superficie Enmarcada esta traslapada por la Superficie Enmarcante en áreas
similares y que también debió de ser un referente que repitió en la reconstrucción
de la Parte Superior de los otros dos programas pictóricos.

Conclusión
Con la noción eidética se describe la relación exterior/interior que existe en
la comprensión de la forma, y que en este caso ha pretendido ofrecer algunas
aproximaciones a la cuestión ¿Qué hay al interior de pinturas como las del Patio
Blanco de Atetelco? Inevitablemente una pregunta de este tipo hace patente la
relación platónica entre forma e idea del eidos que dio origen al concepto, porque
no se trata de comprender la forma por la forma misma, 43  por el contrario se trata
de profundizar hasta encontrar la correspondencia adecuada entre el pensamiento
que hizo posible esa obra humana y el pensamiento científico actual esforzado en
comprenderlo y traducirlo en nuestros términos, en un discurso como el nuestro.
Por eso me ha parecido pertinente la derivación de eidos en eidética, como
un concepto que también designa un problema semiótico, porque en aras de
articular un discurso, así como los conceptos lítica y cerámica, aunque en un
sentido distinto, aluden a la construcción de la piedra y de la arcilla, así eidética
describe que, en términos discursivos, la forma también debe ser construida.

39 
 

Aquí yo he ofrecido algunas aproximaciones eidéticas para la comprensión


de los Programas Pictóricos del Patio Blanco de Atetelco, pero desde luego la
profundización puede ser mayor. De acuerdo con la teoría de los formantes, arriba
expuesta, toda forma tiene un precursor figurativo que, a su vez, es producto de
una interpretación de la naturaleza. Por esto, son aspecto pendientes, que las
partes y elementos de cada uno de los programas pictóricos proceda de un modelo
natural o imaginario y que su ubicación en el espacio pictórico corresponda a una
concepción en el orden del mundo. Por esto último, preferí denominar, por ejemplo,
como superficie enmarcante a la parte a la que suele llamarse cenefa, cuya
connotación puede reducir a mera decoración, una figura que en su calidad de
formante plástico, pudo tener su equivalente figurativo en alguna interpretación
teotihuacana de la naturaleza.
Con todo, precisar esas y otras suposiciones implica la comparación
eidética con otros programas pictóricos similares, tales como son el Patio 25  de
Tetitla, el Corredor 9 de Tepantitla y el Pórtico 1 de Totometla, a fin de identificar
constantes y variantes.
Asimismo es importante relacionar las partes de cada programa pictórico
con los personajes antropomorfos, zoomorfos y demás figuras que las componen,
lo cual no hice en esta oportunidad sobre todo porque supone empezar a entrar en
terrenos del contenido, lo que rebasa los fines y espacio de que esta exposición.
Además, no profundizar hacia esos niveles puede ser tomado también como un
exhorto para prestar mayor atención los criterios formales en arte teotihuacano. En
la investigación esa consideración procede de hechos concretos, ya que es un
hecho que lo que en primera instancia se percibe es la forma, por más que la
muy arraigada tendencia contenidista en la investigación del ámbito de
prehispánico conduzca a reconocer, antes que nada, los significados. 44
Lámina 4. Muro Frontal del Pórtico 2 del Patio Blanco de Atetelco
Lámina 3. Muro Frontal del Pórtico 1 del Patio Blanco de Atetelco
Lámina 5. Muro Frontal del Pórtico 3 del Patio Blanco de Atetelco
46 45 

40
 

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47

42 
 

La pintura mural de Atetelco: revisando aspectos de la ritualidad


teotihuacana
Rosalba Aguilera Munoz1
Teotihuacán ha sido descrita como una de las ciudades más importantes del
periodo Clásico, enfatizando su planeación y la perfección de su traza urbana. Los
complejos arquitectónicos han sido estudiados tomando en consideración el uso y
función que pudieron haber tenido cada uno de ellos, de acuerdo a la ubicación,
forma arquitectónica, decoración y acabados de superficie, planteando la presencia
de palacios, conjuntos residenciales, conjuntos de casas, conjuntos de cuartos y
templos.
De estos últimos tanto la arquitectura como las concepciones estéticas bien
pueden comprenderse como sagradas, pues en la metrópoli teotihuacana abundan
las manifestaciones pictóricas en las que se expresan imágenes, ritos, colores,
texturas y símbolos utilizados para acceder a lo divino:
La función de los templos religiosos tiene un objetivo bien definido: el culto y la
liturgia, entendiendo por el primero un servicio para la divinidad, eventualmente
presente bajo la forma de una imagen, para esta eventualidad no se requiere
demasiado espacio y puede ser realizado por un solo oficiante especializado. Así en el
plano arquitectónico la construcción y distribución del lugar o espacio sagrado no exige
amplitud a diferencia de un edificio destinado a la liturgia en donde se requiere de un
espacio con mayor dimensión o amplitud para la realización y predicación de La
ceremonia comunitaria en donde la circulación del ritual involucra todo un pueblo o
una comunidad de mayor numero. De tal forma que la función primaria de un templo
religioso es mostrar una imagen u objeto sagrado para su veneración (Delahoutre,
1995: 130-132).
Rasgos que bien se pueden observar en el denominado Patio Blanco ubicado en
la parte noroeste del conjunto arquitectónico de Atetelco. Este espacio se
conforma de tres templos porticados, localizados en torno a un patio central con un
altar-adoratorio; estratigráficamente corresponde al segundo nivel constructivo de
una secuencia de cuatro superposiciones arquitectónicas. En cuanto al estilo

43 
 

pictórico se ubica en la fase Xolalpan, comprendida entre los 450 a 600 d.C.
(Cabrera, 1996).
1 Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacán
48 
El presente trabajo expone los rasgos característicos de la pintura mural del Pórtico
sur mural 1, en el que se representa la llamada Procesión de Coyotes. En los
muros se representa una procesión de canidos (coyotes o lobos) de perfil,
colocados uno a continuación del otro en un plano horizontal, estos están
expresados en los muros laterales.
Parecen dirigirse en el sentido exterior y los que se ubican en los murales
centrales parecen dirigirse hacia el área central del acceso al templo. Cada una de
las imágenes cuenta con delgadas y pequeñas líneas en las patas, cuerpo, cuello y
orejas, que parecen representar el pelaje del animal, que remata en plumas cortas
y por debajo de la mandíbula un mechón de pelos a manera de barbilla. Muestran
el hocico abierto, exponiendo parte de sus dientes y colmillos, del que emana la
vírgula de la palabra, canto u oración. Sobre la cabeza portan un rico tocado de
diademas onduladas que finalizan en largas plumas; a la altura del vientre del
animal se observa un círculo con tres líneas en diagonal. La cenefa que enmarca la
escena central de la procesión de los canidos se conforma por dos bandas, en la
parte superior una serie de trapecios, uno a continuación de otro, que rematan con
plumas cortas.
La segunda banda se conforma por lo que parece ser la representación de la
piel del canido con pequeños tallos de un cactus al interior. En ambos extremos y
centro del recuadro de la cenefa se encuentra un círculo con tres líneas diagonales
rodeadas de lo que parece ser la piel de los canidos (ver imagen 1).
Imagen 1. Procesión de coyotes, (tomado de De la Fuente, Beatriz, 2001) 49
En la parte superior de los muros laterales y frontal, se encuentran las
representaciones de un personaje erguido hombre-coyote de perfil, con rostro de
canido y el hocico abierto, mostrando los dientes, colmillos y la lengua de fuera, de
donde emerge la vírgula de la palabra, el canto o la oración. Porta orejeras
redondas formadas por círculos concéntricos, anteojeras y collar. Su rico atuendo
podría pertenecer a un guerrero, se trata de un faldellín adornado con anchas
bandas que cuelgan por delante y por detrás. Tiene una especie de medallón
decorado con elementos geométricos; sobrepuesto al medallón se observa un
pectoral formado por una serie de elementos simbólicos, en la espalda lleva un

44 
 

medio circulo con nudo en el centro, que sujeta un remate similar al de la base del
tocado, con el elemento tridentado y plumas cortas, de donde sale una cinta o
franja adornada con los símbolos de flama. En la parte trasera del personaje se
aprecia un atuendo adornado con dardos, cintas, plumas, borlas y flecos de donde
salen también símbolos flamígeros. Porta sandalias con grandes hebillas entre las
que se encuentra representada la cola del canido, de cada uno de los pies se
observa el símbolo de flama. Sobre la cabeza trae como tocado una diadema con
varias franjas sobrepuestas en la parte inferior, dentro de un tablero tres figuras
circulares identificadas como figuras trilobuladas, orladas con flecos, en la parte
central de la franja intermedia se encuentra el signo del ano teotihuacano,
acompañado en sus extremos por unos rectángulos en posición vertical, con un par
de triángulos en su interior para rematar en un penacho de dardos adornados con
borlas y plumas, formando un borde orlado de donde surge el elemento flama
(Cabrera ibíd.: 205-206).
Dicho personaje se encuentra al interior de una retícula de anchas franjas,
formando espacios cuadrangulares a manera de rombos o quincunce. Al interior de
cada franja se identifica lo que parece ser la piel del canido con los elementos
flama y zacate carbonero, rematando cada una de los entrelaces con un medallón
circular adornado con el trapecio y del cual pende la cabeza de un coyote con el
hocico abierto, mostrando los dientes, colmillos y la lengua. En una de sus manos
empuña un atado de dardos con las puntas hacia atrás y su base hacia delante,
mientras que en la otra mano lleva un propulsor de dardos.
La parte superior de los muros se enmarca con una cenefa, que se
distribuye por tres franjas horizontales, en la parte inferior se representan una
sucesión de cuchillos colocados en hileras de tres una sobre otra, en la franja
intermedia se encuentra una banda o franja mas angosta con una serie de rayas
cortas en sentido vertical y unos pequeños 50 elementos al interior de forma
alargada y sobre esta franja hay otra de mayor grosor que la anterior, con la
representación de una serie de líneas cortas paralelas entre s, que rematan en su
parte exterior con un fleco orlado y en la parte superior con una serie de espigas de
una planta cactácea (ídem). En lo largo de dicha cenefa se distribuyen tres
representaciones de flamas con un halo de humo, de donde se desprenden cinco
flores con una espiga, con excepción de la flor central superior que lleva dos

45 
 

espigas. Del halo de humo se observa una mano portando el puno orlado
sosteniendo un bastón con tres ganchos (ver imagen 2).
Imagen 2. Personaje erguido dentro del quincunce, (De la Fuente, Beatriz 2001).
Con respecto a la policromía de estos murales, es de mencionar que en la
parte inferior de las cenefas se destaca el fondo en color rojo delineando en
colores rosado y blanco, el contorno de los animales y los elementos que le
acompañan. En la parte superior el fondo del mural es también rojo, atenuando los
contornos del personaje en rosado y blanco para destacar cada uno de los
elementos que lo conforman. 51
En la parte superior del muro central se encuentra una cenefa con tres
franjas horizontales; en la parte superior se encuentran una serie de espigas o
tallos de una planta cactácea.
Es importante mencionar que las escenas que hoy en día podemos apreciar
son una reconstrucción basada en los fragmentos originales que se pudieron
recuperar durante las exploraciones arqueológicas.
De la interpretación que se ha hecho de estas escenas en el Patio Blanco,
el Arqueólogo Cabrera ha planteado que se trata de elementos asociados a
acciones guerreras (ibídem). Hasso Von Winning describe los elementos que
identifican aspectos belicosos y deidades relacionadas a estos, propone una
organización estatal donde existía una jerarquía de guerreros profesionales que
rendían culto a su deidad especial: el Tlalóc-Jaguar, cuyas características
icnográficas los distinguen de otros personajes por portar armas, como por ejemplo
los lanza dardos, elaborados con madera y adornados con plumas en forma de
flechas a manera de propulsores, puntas de proyectil (flechas), cuchillos bifaciales
de obsidiana. Los escudos son implemento importante como parte del atuendo de
un guerrero, al igual que los cascos o yelmos, que son tocados en forma de casco
protector que cubre la cabeza y cuello del guerrero.
Para el caso que nos ocupa, el autor plantea que los tres templos fueron
edificios dedicados a las ceremonias de los guerreros, mismos que se representan
de perfil con distintas vestimentas, flechas y un panó de piel de canido en la mano,
lo que implica un significado ritual, asociado con el sacrificio de sangre, dentro de
un entrelace a manera de quincunce en todas las paredes (Von Winning, 1987:
86).

46 
 

Zoltan Pauliny, en un estudio iconográfico concerniente a la representación


de personajes en la pintura mural de los templos en Teotihuacán y las
representaciones registradas en esculturas en la región maya, descubre algunos
elementos significativos en los atuendos de esta gente, relacionados con un grupo
dominante de alto rango de alguna institución en la ciudad y que abrían de
desempeñar un papel relevante en las relaciones exteriores diplomáticas, así como
en acciones militares con otras ciudades y grupos culturales. Desde su punto de
vista las funciones rituales y militares no se encontraban separadas y existían
algunos implementos en su atuendo que ayudaban a distinguir la función precisa
de cada personaje; por ejemplo enfatiza el uso de dos grandes y exuberantes 52
tocados, mismos que se portan sobre la cabeza, el primero descrito con lo que se
conoce como el tocado de borlas y el segundo descrito por el autor como el gran
tocado; el primero se identifica por llevar entre sus adornos una especie de
círculos esponjosos de los que se desprenden una serie de cintas cortas, muy
distintiva por tratarse de un adorno que clasifica al personaje dentro de un grupo
de nobles de alto rango con poderes mágicos, de carácter sagrado y a la vez
guerrero. En el segundo se observan otros implementos como adornos del tocado,
destacando por ejemplo una corona de plumas, borlas colocadas de
manera horizontal, una hilera de objetos cuadrangulares perforados, lleva por lo
general en cada costado un penacho lateral de plumas.
Dicho tocado era portado por un grupo de alta jerarquía y rango en la ciudad,
centrado en el manejo de la relación con el dios de la lluvia Tlalóc, investidos
por un poder político máximo y poseedor de una estructura interna jerarquizada.
Para el caso de los personajes representados en el palacio de Atetelco Paulinyi
encuentra que los personajes vestidos de jaguar y canidos son guerreros y
ofrendantes, ataviados de diferentes maneras, portando tocados, trajes y armas.
Un rasgo característico de dichos personajes es la representación de flamas en su
entorno, lo cual desde el punto de vista del autor indica la fusión entre lo sagrado y
lo militar, lo que también implica un alto rango, cuerpos corporativos de altos
dignatarios-ofrendantes de una estructura de poder político fuertemente
segmentado (Paulinyi,2001), puntos de vista que han sido compartidos con otros
investigadores como Clara Millon y Esther Paztory.

47 
 

Ahora bien y retomando los puntos de vista de cada uno de los autores con
respecto a la pintura mural representada en el pórtico sur, resulta interesante
abordar algunos aspectos concernientes a la iconografía y su simbología.
Por una parte los templos son lugares que suscitan asombro y distancia, y
son a la vez un espacio de expresión de la gran diversidad de lo sagrado, en este
sentido la arquitectura de lo sagrado es realizada y percibida como lugar sagrado,
marcado por la salida y la puesta del sol, considerado como manifestaciones de lo
divino, convirtiéndose en parte privilegiada del cosmos. De esta manera el templo
es considerado como un hábitat divino, como la misma tierra parte integrante del
cosmos, de ahí que la construcción de altares al aire libre nos refiere al
pensamiento de hombres con un profundo sentido de la orientación (Delahoutre,
op.cit .: 141) 53 
Los templos entonces cumplían con una función determinada y concreta, en
ellos se plasman representaciones; imágenes en las que se encarna una idea y se
convierte en soporte de una forma (ídem: 141). En este sentido la imagen de culto
es considerada como un sustituto de lo divino y el templo es en consecuencia
venerado como la morada del dios.
Un oficiante o grupo de oficiantes se encargaran de su custodia (Gómez
García, 1981: 109- 111). Para el caso de las representaciones en los murales
laterales y central del pórtico 1, bien se observa este fenómeno.
La representación de imágenes que aluden a personajes, o están
disfrazados de animales, o bien se trata de humanos en proceso de
transformación. Este es uno de los temas más recurridos de la antropología y ha
sido denominado como totemismo. El termino de Totem, designa una especie
natural animal o vegetal- que sirve de epónimo a un grupo humano y se define,
por una parte, en que los animales difieren unos de otros porque pertenecen a
especies distintas, cada una de las cuales tiene un aspecto físico y hace un genero
de vida que le son propios; por otra, hombres entre los que los ancestros
constituyen un caso particular que difieren entre sí, porque están distribuidos entre
segmentos de la sociedad, ocupando cada uno una posición particular en la
estructura social. De esta manera los Tótems son criaturas naturales y se piensan
en términos sociales, por lo tanto el sentimiento individual de vinculación que lleva
a una conducta colectiva, ritualizada, y que se plasma en un objeto representativo

48 
 

del grupo. De manera que la división social se traduce en división ritual y religiosa
(ídem).
En segunda instancia la iconografía sugiere aspectos relacionados con la
guerra, elementos plasmados en la pintura mural donde se destacan la
representación de armas e insignias militares, en este sentido la función del
sistema totémico consiste en integrar oposiciones y consolidar la integración
social. Del mundo animal se extraen las diferencias que resultan significativas y se
socializan y trasladan al mundo social. De la naturaleza a la cultura (ibídem: 114).
La elección de las especies naturales parte del hecho de colocar al hombre
en un método de pensamiento. Los Totem, animales o plantas, pueden ser o no
temidos o codiciados; lo decisivo estriba en que su realidad sensible deja ver
nociones y relaciones concebidas por el pensamiento reflexivo a partir de los datos
de la observación. De esta manera las especies naturales no se eligen por ser
buenas para comer, sino más bien por ser 54 buenas para pensar. Así es como el
totemismo se define como un operador lógico un modo elemental para organizar la
experiencia (ídem: 116).
Podemos argumentar que la importancia y relevancia del animal tótem
plasmado en la parte inferior de los murales a manera de procesión, es la
representación de un animal Totem identificado como canido (coyote/lobo),
portando un tocado de plumas largas, desprendiendo del hocico vírgulas del canto,
palabra o aliento, con un circulo con tres líneas diagonales en la altura del
estomago. Identificado este ultimo como un escudo relacionado con aspectos
bélicos. (Ver imagen 3).
Imagen 3. Personaje identificado como guerrero coyote, (Von Winning, Hasso, 1987).
Mientras que en la parte superior se encuentran los personajes en perfil,
dentro de una retícula ya antes descrita, parecen estar investidos con atuendos
que también aluden a la guerra. Sin embargo en el pórtico 1 el personaje que se
representa dentro del rombo o quincunce, carece de un elemento clave que le da la
connotación de Guerrero, no empuña entre cualquiera de sus manos el porta
dardos (ver imagen 4) lo cual sugiere preguntarse ¿que está representando o a
quien representa? Aun cuando no se ven los lanza dardos, si se observa el panó
ritual en una de sus manos, sosteniendo los trapecios del signo del ano y algunos
otros elementos, como llamas en torno al personaje que le dan connotaciones
belicosas.
55 

49 
 

Imagen 4. Izquierda lanza dardos, Derecha lanza dardos sin plumón o borla, (Von Winning, Hasso 1987).
Partiendo de las propuestas de Paulinyi (op.cit .) agregaría algunos otros muy
modestos aspectos. Se pueden observar en los tres templos que conforman el
patio blanco la representación de animales: aves, canidos y jaguares, por una
parte y por otra, la representación de seres humanos o animales humanizados en
la parte superior de los murales, lo cual nos indica la intención de diferenciarse
unos de otros con respecto a cada templo, en este sentido se aplica la propuesta
hecha por Claude Levi Strauss, cuando propone un sistema totémico, que en el
caso del patio blanco estamos hablando de guerreros con diferentes atributos y
por lo tanto distintas actividades y funciones.
Para el caso especifico del pórtico 1, la iconografía nos proporciona datos
importantes, los personajes representados en el templo portan en una de sus
manos lo que han identificado como el lanza dardos, sostenido por el panó ritual,
al cual le han dado una connotación de actividad bélica, por lo que han sido
interpretados como guerreros. Al respecto Winnig habla acerca de las implicaciones
del panó ritual:
El significado del panó ritual en la iconografía de Teotihuacán es que se utiliza un panó
como si fuera una servilleta para presentar o recibir un objeto, circunstancia que
implica un significado ritual asociado con un sacrificio de sangre.
Encontramos una analogía en el arte maya en donde en varias esculturas y en la
cerámica aparecen ejemplos del uso de un panó como si fuera una servilleta en
escenas narrativas en las que se presentan las insignias reales. A veces el panó esta
doblado o plegado con las puntas cayendo a un lado y frecuentemente se encuentra
decorado con piezas de jade () Prevaleció la costumbre en Palenque durante el reino
de Chan-Bahlum (683-701 dic.) quien entrega personalmente las insignias sobre un
panó a Pacal () La Palabra maya Pach ah quiere decir apropiar, tomando posesión o
tomar para sí o escoger o elegir apropiando así. Resulta que el panó, o la servilleta 56
ritual pertenece a los accesorios en las ceremonias de la transferencia del poder de la
iconografía maya (Von Winning, op.cit: 86-87) (ver imagen 5).
En cuanto al trapecio que porta el panó ritual, es descrito como el signo del
año, conformado por los símbolos de un triangulo sobre un trapecio, asociado en
algunas ocasiones por un medallón con el ojo u otros elementos, lo que hace que
varié en su composición morfológica y su representación, según sea el contexto
iconográfico (Von Winning, op.cit.: 26). También ha sido interpretado como un
instrumento astronómico utilizado como cuadrante solar (reloj de sol) para medir el

50
 

tiempo del día y del año mediante las sombras producidas en el fondo circular
(Digby en Winning, op.cit .: 26).
Entre los zapotecas de Monte Alban Pina Chan (1993: 175 y 178) propone
que el signo del año simbolizaba las direcciones del universo que recorre el sol:
oriente, cenit, poniente, nadir y por lo tanto encarnaba el día en su totalidad y de
ahí la representación del rombo, destacando el trapecio. En sus múltiples facetas
dicha cultura desarrolla algunas variantes hasta realizar el símbolo del signo del
ano muy parecido al teotihuacano, el trapecio simboliza al inframundo o lugar
donde nace el sol y el Angulo simboliza el rayo de luz que emite el sol (Ver imagen
6).
Imagen 5. Varias formas de sostener con la mano el panó ritual, (Von Winning, 1987) 57
Imagen 6. El signo del ano arriba Monte Alban y abajo en Teotihuacán, (Von Winning, Hasso 1987)
Imagen 7. Izquierda, lanza dardos sostenido por las garras del personaje con el panó ritual y el trapecio del
signo del ano,
Derecha una reconstrucción hipotética del trapecio del signo del ano, (Von Winning, 1987).
Otro elemento importante es el tocado de borlas que porta el personaje, el
cual le da una connotación de pertenecer a una estructura interna altamente
 jerarquizada (Paulinyi, op.cit .: 26). Un elemento más igualmente interesante es
la aparición del paño ritual, representado en piel de lobo y como parte del
enmarcado de las escenas a manera de cenefa. Tal situación nos lleva a pensar en
ambos elementos clave: el trapecio y el paño ritual que portan de una forma u otra
cada uno de los personajes y que parece implicar la ejecución de un rito de
iniciación en donde el especialista religioso o Chaman cumple con el papel de
intermediar entre los hombres y los espíritus para mantener una relación
privilegiada con la naturaleza y los animales salvajes, cuyos emblemas se
encontraran 58  representados en sus atavíos (Bonte, 1996: 151-152), quien
prepara a través de un ritual la transformación del neófito a la casta guerrera a la
cual será asignado con respecto a los rasgos de su animal Totem; en este sentido
el paño ritual con el trapecio del signo del año mismo parece enfatizar el momento
temporal de la acción o ejecución del ceremonial en el que se hará el ritual de
iniciación y transformación de los nuevos guerreros, protectores de la gran
metrópoli teotihuacana por parte del Chaman (ver imagen 7). Así vemos que las
representaciones que aparecen en el patio blanco corresponden a la concepción
que tiene Víctor Turner de símbolos instrumentales, ya que giran en torno a un
símbolo más amplio y trascendente como lo son las deidades acuáticas de

51
 

Teotihuacán: Tlaloc-Chalchiutlicue, que en el pensamiento de Turner aparece como


símbolo dominante:
en tanto que mueve a la acción. Se movilizan en torno a ellos, celebran sus cultos ante
ellos, realizan otras actividades simbólicas cerca de ellos y con frecuencia para organizar
santuarios compuestos les añaden otros objetos simbólicos. Habitualmente, esos grupos
de participantes representan ellos también importantes componentes del sistema
secular, linajes o bien grupos corporativos. (Turner, 1988: 25)
Si bien en la ciudad de Teotihuacán no podemos aventurar la posibilidad de la
existencia de linajes, si se puede hablar de grupos corporativos, que en el caso de
la presente ponencia seria el del grupo de los canidos coyote-lobo, que como ya se
ha dicho están representados en la pintura mural del Patio Blanco de Atetelco. 59

Bibliografía
Cabrera Castro, Rubén, 2001. Atetelco en Beatriz de la Fuente. (coord.) Pintura
Mural Prehispánica en Mé x ico, Teotihuacán. Tomo I. UNAM; IIE, México
Delahoutre, Michel, 1995. Lo Sagrado y su Expresión Estética: Espacio Sagrado,
Arte Sagrado, monumentos Religiosos, en Julián Ries. Tratado de Antropología de
lo Sagrado (1). Trotta, Madrid
Gómez, García Pedro, 1981. La antropología E structural de Claude Lévi Strauss,
Tecnos, Madrid
Ortega Cabrera, Verónica, 2000. E l Barrio en Teotihuacán: Un análisis
 Ar queológico Tesis de licenciatura, ENAH, SEP México
Paulinyi, Zoltan, 2001. Los Señores con Tocado de Borlas: Un estudio sobre el
Estado Teotihuacano, en  Ancient Mesoamerica Vol. 12, No.1 Cambrige University
Press, USA
Pina Chan, Román, 1993. E l lenguaje de las piedras. F. C. E. México
Turner, Víctor, 1988. E l Proceso Ritual, Taurus, Madrid
Von Winnig, Hasso, 1987. La Iconografía de Teotihuacán; los dioses y los signos
Tomos I y II, UNAM. México

52 
 

60

El chalchihuitl  como elemento simbólico en las pinturas murales


de los patios Blanco y Pintado de Atetelco
Gilberto Pérez Rico1
Las culturas mesoamericanas veneraron diversos materiales que fueron
considerados muy valiosos, como las plumas de aves, las pieles de animales, el
cacao, las conchas blancas y rojas de algunos moluscos, la mica, la pizarra, la
obsidiana y una gran gama de piedras semipreciosas de color verde-azul conocidas
como chalchihuitl . La relevancia de este material se debía al simbolismo religioso
atribuido al mismo, y a sus aspectos tecnológicos, económicos, políticos y sociales
relacionados con su obtención, trabajo, circulación y uso.
Con chalchihuitl , los lapidarios labraban las imágenes de los dioses, las
  joyas, los ornamentos y diversos objetos rituales, que eran un elemento
indispensable para las ofrendas a los dioses y a los templos. Su símbolo fue
ampliamente representado en escultura mayor, en cerámica, y en pintura mural; su
representación indicaba profundos aspectos religiosos relacionados con la vida, la
fertilidad, el agua, la vegetación y también con la guerra y el sacrificio ritual de
sangre.
En este trabajo trataremos de señalar algunos de estos aspectos
relacionados con el simbolismo y uso del chalchihuitl  en Teotihuacán,
enfocándonos principalmente a sus representaciones pictóricas en los muros del
Patio Blanco y del Patio Pintado de Atetelco.
El simbolismo relacionado con el chalchihuitl 

53 
 

En Teotihuacán, la ciudad sagrada donde residían los dioses, las piedras


semipreciosas tenían un lugar primordial en el pensamiento religioso de sus
habitantes. Las excavaciones arqueológicas han proporcionado infinidad de objetos
donde podemos observar la importancia y el simbolismo que este material tenía
para la sociedad teotihuacana.
1 Zona Arqueológica de Teotihuacán 61 

El chalchihuitl , fue considerado por las culturas mesoamericanas sinónimo


de lo valioso, lo precioso y lo sagrado. Las piedras verdes por su color, eran
asociadas con la vegetación, con la vida, con la fertilidad y con el líquido que da
vida: el agua. El chalchihuitl  era una sustancia que daba vida a las imágenes de
piedra o barro de los dioses.
Los sacerdotes teotihuacanos colocaban en los pechos de sus
representaciones, placas de piedra verde preciosa que simbolizaban el corazón vivo
de la imagen.
Las pinturas murales nos muestran la relación existente entre el agua y el
chalchihuitl . De las manos de los dioses del agua o sacerdotes salen chorros de
liquido con semillas, flores, frutas, animales acuáticos, conchas y objetos de jade,
que indican que es un elemento precioso, que fecunda la tierra para dar vida a la
vegetación y alimento a los hombres.
El chalchihuatl, agua preciosa es también la sangre de los sacrificados.
Las representaciones del chalchihuitl  rojo en concha (Pinctada mazatlánica y
Spondilus princeps)2 y en pinturas imitan el color del líquido que era ofrecido a los
dioses: la sangre. El agua preciosa verde-azul de los ríos y arroyos, los
manantiales, el mar y la lluvia, vital para los hombres a cambio del agua preciosa
roja, la sangre, vital para los dioses. Este líquido precioso era ofrendado a las
deidades en un chalchiuhxicalli o vasija de piedra verde (Sahagún, 1989).
Los chalchiuhtepetl cerros verdes de piedra preciosa (Flores, 1989: 17)
eran sagrados para la sociedad teotihuacana; de las faldas de los cerros baja un
torrente de agua, la serpiente emplumada que forma los ríos Chalchihuapan
(Sahagún, op.cit .), y los manantiales que abastecían del liquido a la ciudad y a los
campos de cultivo. La montaña sagrada (Cabrera y Sugiyama, 2004: 16) es el lugar
donde la gran diosa del agua, Chalchiuhtlicue, la de faldas de jade recibe de su
esposo, Tláloc, dios de la lluvia, el líquido precioso que fecunda la tierra.

54 
 

Los templos son la representación de los cerros sagrados, donde se realizaban las
ceremonias y los sacrificios y donde residen las deidades. Las construcciones
principales de Teotihuacán, fueron decoradas con este elemento simbólico; los
muros estucados fueron cubiertos con pinturas murales y esculturas representando
al chalchihuitl , en forma de discos, o como ornamentos de personajes, sacerdotes,
guerreros o dioses. Estas representaciones daban al edificio una connotación
simbólica, como un lugar sagrado y precioso. 2 Clara Paz Bautista. 2007, comunicación
personal.
En las ofrendas mortuorias, los objetos de chalchihuitl eran un componente
indispensable. Como material sagrado, debía acompañar junto con otros bienes, a
los 62 difuntos desde personajes de alto rango social, y alta jerarquía militar y
sacerdotal, hasta grupos de artesanos y gente común. Diversos ejemplos de
entierros localizados en Teotihuacán nos indican esta costumbre, ya que junto a
ellos se encuentran máscaras funerarias, collares de cuentas, orejeras,
pendientes, discos, placas, o representaciones de personajes y figurillas.
Aquellas personas destinadas al sacrificio, eran acompañadas con ricas
ofrendas de objetos sagrados y preciosos, como conchas, vasijas, efigies,
herramientas de obsidiana y piezas de chalchihuitl. Son bien conocidos los
ejemplos de los sacrificios ofrendados al interior del Templo de Quetzalcóatl, y los
de la Pirámide de la Luna, que fueron acompañados con diversos objetos y
ofrendas de piedra verde (Cabrera y Sugiyama op.cit ., Cabrera Cortés, 2002).
El chalchihuitl era parte importante en el atavío de los dioses; las imágenes
sagradas eran ornamentadas con orejeras, sartales de cuentas tubulares y
esferoidales, pendientes, narigueras, discos, máscaras, placas, mosaicos, etc. Las
representaciones en pintura mural, escultura en piedra o arcilla de personajes y
deidades muestran gran riqueza y lujo en sus atavíos. Podemos observar figurillas
de deidades, sacerdotes, guerreros, personajes y diversos animales con lujosos
atavíos y grandes y complicados tocados decorados con plumas finas, conchas,
caracoles, y ornamentos de chalchihuitl .
El chalchihuitl  también puede estar relacionado con el nombre de lugares y
de personajes importantes. Es posible que algunos topónimos de poblados, barrios
(Ortega, 2000) o de grupos de artesanos, fueran representados con glifos como los
de La Ventilla, donde observamos la imagen de una cuenta de chalchihuitl  en un
cordel, un personaje con un sartal de cuentas o una nariguera de jade (King y

55 
 

Gómez, 2004). Esta imagen también la encontramos representando numerales, en


forma de cuentas de chalchihuitl (Taube, 2002).

Aspectos económicos, políticos y sociales relacionados con el chalchihuitl 


Teotihuacán ostentó durante siglos el rango de ciudad sagrada y su prestigio
impulsó su poder a los pueblos aledaños, alcanzando regiones muy lejanas, como
la Zona Maya, Michoacán, la Costa del Golfo, Guerrero, Zacatecas y Oaxaca. Hasta
la capital llegaban inmigrantes y peregrinos atraídos por su grandeza, y
comerciantes, militares y posiblemente recolectores de tributos, que traían desde
regiones distantes diversos bienes y productos no 63  existentes localmente. Estos
bienes se obtenían en los pueblos sometidos al poderío político-ideológico de la
metrópoli y en los enclaves militares-comerciales que los pochtecas, guerreros o
embajadores habían establecido en estas lejanas regiones, donde existen
evidencias de ocupaciones teotihuacanas (Paulinyi, 2001).
Es posible que existieran tres formas mediante los cuales la ciudad se
abastecía de diversos bienes alimenticios, enseres domésticos, artículos de lujo y
suntuario:1.- la obtención de tributos de los pueblos y provincias sujetos al poderío
político-militarideológico de la ciudad. Era una forma de redistribución de los
bienes.
2.- el tráfico exterior, realizado en los puertos de intercambio situados en enclaves
comerciales ubicados en localidades distantes. Este sistema estaba a cargo del
grupo de mercaderes: los pochtecas, quienes también tenían funciones de
guerreros-embajadores.
3.- el intercambio mercantil de bienes se realizaba en el mercado o tianguis local
de los poblados sujetos al poderío de la metrópoli y al interior de la misma.
De esta forma los bienes circulaban y se redistribuían en el área de
influencia teotihuacana. El tributo, permitía al Estado acumular excedentes en
manos de la clase dominante (Broda, 1978: 115). Era un tipo de impuesto extraído
de las provincias sujetas (Berdán, 1978: 78-79), que por lo general pagaban los
productos que producían localmente, aunque en ocasiones, debieron conseguir
estos bienes mediante el intercambio comercial (Litvak, 1971: 11). La metrópoli
teotihuacana también podía acceder a los recursos de otras regiones mediante la
circulación interregional (tráfico) y el intercambio mercantil (comercio). El comercio
podía ser el mecanismo mediante el cual se realizaban los intercambios

56 
 

interregionales, aunque también pudo existir un tráfico basado en el intercambio


recíproco de bienes entre la metrópoli y otras entidades. (Carrasco, 1978: 20- 21).
Para el periodo Posclásico, existían ya rutas comerciales bien establecidas
que conducían hasta los lejanos puertos de intercambio, situados a lo largo y
ancho de Mesoamérica. Los más importantes eran las provincias de Tochtepec y
Anahuac Xicalanco, 64 Coatzacoalcos, Cimatlán, la Chontalpa y Putunchan, situados
en las costas del Golfo. Al interior, se ubicaba Acalan y los poblados entre los ríos
Chamelcón y Ulúa. Al sur, el Xoconochco, y al sureste, en el Golfo de Honduras, los
puertos del Río Sarstun, Nito, y el Valle del Motagua (Chapman, 1959). Otros
poblados con importantes mercados provinciales donde se reunían los traficantes y
comerciantes a ofrecer sus productos, se ubicaban en Tepeaca, Puebla;
Tehuantepec, Cholula, entre otros. Es posible que varias de estas rutas
comerciales existieran desde épocas anteriores establecidas entre Teotihuacán y
los centros importantes del periodo Clásico, como Tikal, Copán, Kaminaljuyú,
Monte Albán, Tajín, Cholula, Matacapan, Tingambato, etc.
Aspectos tecnológicos, tipos de materiales y procedencia de los
chalchihuites
Hasta Teotihuacán llegaban objetos trabajados y materias primas traídas
desde muy lejos. En la ciudad existieron barrios de lapidarios chalchiuhteque, que
trabajaban las piedras semipreciosas. Estos artesanos residían en conjuntos
habitacionales ubicados en la periferia del centro administrativo y ceremonial de la
ciudad, como en el denominado Tecopac o barrio de los lapidarios del sector
N3E5 del Plano de Millon (Hempenius, 1987), o en La Ventilla (King y Gómez,
2004). Los artesanos teotihuacanos desarrollaron técnicas que les permitieron
obtener de las burdas piedras objetos de gran belleza que irradiaban destellos
azules y verdes, las que eran lucidas en grandes ceremonias y festividades
importantes, o eran ofrendadas a los dioses.
El primer paso era la obtención de la materia prima en sus yacimientos y
cantos rodados en los lechos de los ríos (Kidder, 1946: 119); el tamaño y forma de
la piedra podía determinar la forma del objeto a elaborar, o se obtenían diversos
objetos a partir de un solo bloque de piedra.
Para perforar las piedras, se usaban taladros de caña o hueso (Idem: 117),
unidos con arenas abrasivas y puntas elaboradas con piedras muy duras, como
  jade, cuarcitas, sílex, etc. Con estas herramientas se obtenían perforaciones

57 
 

cónicas y bicónicas, taladradas de uno o ambos lados, o tubulares, para elaborar


depresiones, excavar ojos y bocas o para realizar incisiones. Con el picoteado se
modelaban algunas piezas golpeándolas con otra piedra, o se frotaban una piedra
o arenas abrasivas para darles forma. Con la abrasión, se limaba o raspaba la
superficie para obtener un acabado liso. Con el corte o aserrado se 65  obtenían
fragmentos pequeños y placas de un bloque mayor; se usaban lascas delgadas y
filosas de piedra y arenas abrasivas unidas a tiras de madera o caña (Foshag,
1954); también se obtenían fragmentos pequeños mediante la percusión directa
(Sahagún, códice Florentino).
El objeto entonces era pulido con arenas finas y finalmente bruñido, con
fragmentos de madera, polvo o arena muy fina, caña, tela, piel y piedras pulidas y
duras, que le daban un acabado lustroso a las superficies (Foshag, op.cit .)
Los lapidarios emplearon diversas piedras y minerales duros de color azul-
verde, entre los que se encuentran las diversas variedades de jadeítas AlNa
(Si2O6), serpentinas, dioritas, cuarcitas, esquistos, gneises, calizas, areniscas,
filitas, tecalli, pizarra, mármol e infinidad de rocas metamórficas. Estos materiales
eran fácilmente obtenidos en varias regiones bajo la influencia teotihuacana,
aunque otros, como las jadeítas y algunas serpentinas debían ser traídas desde
lugares tan distantes como el Valle del Motagua en Guatemala, donde se
encuentran importantes yacimientos (Foshag, 1984: 10-12; Harlow & Olds, 1987;
Harlow, 1993; Bishop, Sayre & Mishara, 1993:30-60).
En las regiones que proveían de chalchihuitl  a la metrópoli existen
naturalmente los yacimientos, o estas se encuentran como material de arrastre de
ríos y arroyos. Las piedras verdes se han reportado en el río Moctezuma y en
Zimapán, Hgo; en la Mixteca y Zapoteca Oaxaqueña; en el río Usumacinta, en el
Grijalva; Ocosingo y cerca de Palenque, en Chalchihuitán, Chiapas (Mena, 1927).
Los esquistos, gneises, serpentinas y rocas metamórficas verdes al sur de Puebla
en Tehuitzingo, Tachinola, hasta Tecolutla (Foshag, 1984: 10-12), y onfacitas en
Acatlan (Ortega, 1973). Las dioritas y gneises se encuentran en Michoacán,
Guerrero, Oaxaca y Chiapas; filitas y esquistos en Oaxaca, Puebla, Guerrero,
Michoacán, Zacatecas y Estado de México (Lorenzo y Reyes, 1980: 35); las
serpentinas se ubican en Arcelia, y en los ríos Balsas y Mezcala, Gro. (Olmedo y
González, 1990). En los ríos Tesechoacan y Papaloapan entre Oaxaca y Veracruz, y
en Niltepec-Cintalapa, en Tehuantepec y Chiapas (Thouvenot, 1982: 165-175).

58 
 

Diversas piedras verdes también se encuentran en los ríos Atoyac, Cotaxtla,


Coatzacoalcos, Playa Vicente, Cuicatlan, y en la Huasteca; algunas variedades de
amazonitas verde-azules en Mapimi, Durango; en Santa Cruz Sonora y en Hidalgo
del Parral, Chihuahua (Pérez, 2001). En Chalchihuites Zacatecas, se podían extraer
piedras verdes y otros minerales (Schavetti, 1993).
66
Representaciones simbólicas del chalchihuitl  en las pinturas murales de
Atetelco.
Como un material muy importante, el chalchihuitl  fue ampliamente
representado, debido a su connotación simbólica relacionada con lo precioso, lo
sagrado, la vida y la fertilidad. En el conjunto de Atetelco, se encuentran varias
muestras pictóricas en las cuales el chalchihuitl forma parte de la composición. En
este sitio el chalchihuitl  representa una dualidad manifestada simbólicamente en
los colores, ya que vamos a observarlo representado en forma de elementos
pintados en verde, en el Patio Pintado, y en rojo en el Patio Blanco, asociados a
otros elementos iconográficos que nos indican aspectos militaristas de guerra y
sacrificio de sangre (Giral, 2003).
En Teotihuacán, el color verde-azul representa en algunos contextos al agua
para los hombres, los ríos, arroyos y manantiales, la lluvia, mientras que el rojo
asociado a otros elementos y contextos nos indica agua, pero también se refiere al
agua para los dioses, la sangre del sacrificio (Von Winning, 1987). Ambos colores,
rojo y verde-azul, nos indican esta doble connotación simbólica asociada al
chalchihuitl  en Atetelco, como material sagrado y como líquido precioso: el agua
preciosa que da vida a la vegetación y a los hombres, a cambio de el agua
preciosa del sacrificio de animales sagrados y personas para los dioses.
El chalchihuitl  se representa unido a otros elementos iconográficos asociados al
militarismo, la guerra y al sacrificio ritual, en el Patio Blanco, como personajes con
trajes de coyotes, águilas y jaguares, que pueden representar a las órdenes
militares (Pasztory, 1990, Von Winning 1987), guerreros que van a ser iniciados, y
a los espíritus protectores o tótems3 de los gobernantes, sacerdotes y guerreros;
personajes especiales con deformidades así como diversas insignias, escudos,
proyectiles y lanzas; filas de cuchillos manchados; elementos palmeados o
manchas de sangre (Langley, citado por Giral: 2003); personajes danzando con
mascarones del denominado Tláloc B y sosteniendo cuchillos que atraviesan
corazones ensangrentados; sacrificando aves de las que escurren gotas de sangre

59 
 

de la cabeza; personajes cantando u orando y arrojando chorros de agua preciosa


con semillas y flores y sosteniendo caracoles emplumados que emiten sonidos
para llamar al agua (Giral, 2003); así como pieles de animales desmembrados,
espinas o tallos de cactos, elementos flamígeros, trilobulados, gotas de sangre,
aves, entre otros (Cabrera, 1995; Von Winning, 1987; Angulo, 1995; Villagra,
1961; Miller, 1973)
3 Aguilera Muñoz, Rosalba, 2007, Comunicación personal
67
A su vez, el chalchihuitl  se encuentra también representado como una
oración o suplica a las deidades acuáticas para pedir agua, como se observa en el
Patio Pintado, donde observamos serpientes emplumadas cubiertas con cuchillos
ensangrentados que pueden representar el sacrificio y que nos recuerdan los
grandes cuchillos serpentiformes de la Pirámide de la Luna (Cabrera y Sugiyama,
op. cit .). Así como personajes ricamente ataviados con caracoles emplumados que
representan el canto y el sonido como un culto al agua y como una oración a las
deidades. Mientras que en el Altar Central los elementos iconográficos se
transforman en símbolos que representan la fertilidad y el agua celeste y terrestre.
En los cuerpos del altar vemos pintadas conchas marinas, sartales de cuentas de
chalchihuites verdes entrelazadas, serpientes cubiertas con plumas de quetzal
arrojando chorros de agua por las fauces, quinternos; escudos decorados con
cuentas y colmillos, plumas y quinternos; colmillos de jaguar de jade y mascarones
de Tláloc, elementos que simbolizan el agua y la lluvia (Von Winning, op cit ,
T.I:130)
Figura 1. Atetelco, Patio Blanco, Pórtico 3, Mural 4.
Personaje ricamente ataviado y con un gran penacho danzando en una plaza o plataforma decorada con
chalchihuites en los tableros; sostiene un cuchillo con un corazón sangrante atravesado, señal del sacrificio;
es observado por personajes con mascarones, pectorales de discos y grandes tocados
68 
Así pues, Atetelco nos muestra la importancia del chalchihuitl  y el
simbolismo religioso asociado a este material tan importante para la cultura
teotihuacana. Es el chalchihuatl el agua y la sangre, los líquidos vitales para
conservar la vida de los hombres y para mantener satisfechos a los dioses: El
agua preciosa de piedra verde.
Figura 3, Atetelco, Patio Blanco, Pórtico 2. Jaguares y coyotes devorando corazones sangrantes; Serpientes  
coyotes con vírgulas con trilobulados y gotas de sangre y personajes ricamente ataviados, con grandes
penachos y caracoles emplumados con vírgulas, que indican cantos y oraciones para petición de lluvia

60
 

Figura 2. Atetelco, Altar Central, Patio Pintado. Mascarones de Tláloc y Serpientes Emplumadas cubiertas de
plumas, quinternos y cuentas de chalchihuites verdes que indican fertilidad y agua. Según réplica de Miller;
Tomado de Giral, 2003.
Figura 4. Atetelco, Altar Central, Segundo Cuerpo. Patio Pintado. Sartales entrelazados de cuentas de
chalchihuites; escudos con quinternos y colmillos de jaguar de jade. Miller, tomado de Giral, 2003.
70
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63 
 

Von Winning, Hasso, 1987, La iconografía de Teotihuacan. Los dioses y los


signos, México. UNAM, IIE, T.II.
72

La cerámica de la sección sur de Atetelco


Verónica Ortega Cabrera1
Introducción
El análisis macroscópico de la cerámica, nos permite distinguir atributos
formales y ubicar a los materiales en fases cronológicas predeterminadas por las
tipologías ya establecidas, como las de Müller (1966) o Rattray (2001), sin embargo
no debemos tomar la ubicación temporal en un sentido estricto y fijo, ya que este tipo
de análisis debe auxiliarse y complementarse con estudios más específicos y
fechamientos absolutos a partir de materiales orgánicos, que tienen un rango de error
más controlable. Con esto no queremos decir que las tipologías existentes no cuentan
con ese tipo de datos, sino que para el caso de Atetelco, hacen falta fechamientos
absolutos además de los formales.
El fechamiento relativo obtenido a través de los análisis cerámicos, resulta ser
un elemento práctico y eficaz en la arqueología, al poder efectuarse de manera directa
al contar ya con una tipología aceptada y probada para Teotihuacán (Rattray, 1966).
Sin embargo el análisis de los materiales cerámicos debe ser visto desde una
perspectiva integral, como parte de un estudio general de todos los materiales
registrados durante la excavación. En nuestro caso particular, la cerámica obtenida en
el proyecto de investigación arqueológica Atetelco, temporada 1997, fue trabajada con
el objetivo de definir la cronología de la parte sur del conjunto arquitectónico, la cual
podría ser utilizada de manera muy general para los demás sectores del mismo; así 
también se pretendió observar patrones de comportamiento en el uso de los artefactos
para tener un panorama más amplio de las posibles funciones de Atetelco en las
dinámicas urbanas de Teotihuacán.
Antecedentes
En realidad son escasos los análisis de materiales cerámicos provenientes de
intervenciones en este sitio, de entre los que destaca el de Laurette Sejourné, quien
atendiendo una invitación que le hiciera el arquitecto Ignacio Marquina, excavó cuatro
pozos estratigráficos y analizó la cerámica proveniente de los rellenos del Patio Blanco.
De acuerdo con lo anterior, su impresión es que el material analizado proviene de un
área de desecho, por lo que encuentra una gran cantidad de fragmentos de formas

64 
 

1 Zona Arqueológica de Teotihuacán


73 
correspondientes a una sola época y exclusivamente de manufactura local. Esta
homogeneidad la lleva a considerar que dichos materiales fechan de manera directa la
arquitectura con pintura mural, considerando entonces que Atetelco tuvo únicamente
una etapa constructiva, correspondiente a Teotihuacan III (Xolalpan Temprano 450-550
dC), aunque matiza con el hecho de haber encontrado también elementos de
Teotihuacan II en las capas más profundas, donde aparece la llamada cerámica
negra, en su forma más frecuente  el cajete de fondo plano, paredes fuertemente
cóncavas y tres soportes cónicos, macizos, muy pequeños y a veces simples botones,
que según la clasificación de Pedro Armillas, es la vasija más característica de ésta
época (Sejourné, 1956-57: 16). Sin embargo para la arqueóloga este rasgo sólo es
indicativo de que para el inicio de la construcción de Atetelco, aún prevalecían formas
cerámicas de la etapa anterior, por ello podía encontrarse tiestos de cerámica negra.
Con los resultados del estudio de los tiestos analizados, Sejourné estableció 12
grupos cerámicos de Atetelco, de los cuales los grupos del 1 al 4 están basados en
las formas, mientras que el 7 tiene el nombre de la clase de cerámica, es decir el
anaranjado delgado y el 12 cubre en una sola categoría al material Coyotlatelco,
Mazapa y Azteca (Müller, 1966: 24).
Los murales de Atetelco han sido fechados asignando una cronología general al
conjunto, ya que para Armillas las pinturas de los pórticos que rodean el patio Blanco
corresponden a la fase Tlamimilolpan. Sin embargo en su mismo artículo también
apoya la idea de Rémy Bastién, quien dice que el simbolismo y aún el estilo de los
  jaguares fue adoptado por los toltecas debido a la situación periférica de Atetelco,
ubicado entre Teotihuacan III y IV (cfr. Cabrera: 1995: XXVII).
Para Clara Millon algunas de las pinturas corresponden al Clásico Tardío,
mientras que René Millon las ubica en la fase Xolalpan tardío. A partir del estilo
pictórico Sonia Lombardo estima que pertenecen a la cuarta fase estilística que
corresponde a la fase Xolalpan entre los años 400 y 650 d.C, aunque con los análisis
arqueoastronómicos se le asigne una cronología que va entre el 215 y los 350 años
d.C. (idem).
Las excavaciones de la sección sur de Atetelco 1997-199 8 
Este trabajo se enfoca al material cerámico de la época Clásica, recuperado en
el conjunto arquitectónico de Atetelco, durante la temporada 1997, con la finalidad de
74 ubicar cronológicamente las diferentes etapas constructivas registradas en dichas

excavaciones. Los materiales arqueológicos provienen de la parte sur del conjunto

65 
 

arquitectónico, en donde se liberaron dos secciones formadas por grupos de espacios


y estructuras. Ambas secciones poseen características propias a pesar de su cercanía,
y fueron nombradas, con fines operacionales, como secciones 1 y 2. Sección 1:
Constituye la parte sur del patio número 5 y está integrada por un conjunto de cuartos,
pasillos y pórticos, algunos de los cuales poseen pintura mural, con representaciones
temáticas diversas. Esta sección, que en el momento anterior a la última ocupación,
limitaba al conjunto de Atetelco por el sur, mediante un ancho muro perimetral, se
puede dividir en 3 sub-secciones:
Sub-sección 1 a: Integrada por un cuarto y su respectivo pórtico, los cuales constituyen
el aposento Sur del Patio 5, por lo que posiblemente en este espacio se desarrollaron
actividades ceremoniales y/o administrativas.
Sub-sección 1 b: Esta unidad se localiza al Este de la subsección 1 a, se conforma de
habitaciones intercomunicadas y distribuidas al Sur, Sureste y Este de un pequeño
patio, que posee dos accesos que comunican esta subsección con el pórtico del
aposento Este y con la esquina sureste del Patio 6. Por las características y
distribución de estos cuartos, posiblemente se trate de un área habitacional.
Sub-sección 1 c: Está integrada por 2 pórticos y un cuarto, alineados de Este a oeste.
El espacio porticado comunica directamente al patio 5, por su esquina
suroeste, con ambos cuartos, los que posiblemente funcionaron como habitaciones. Al
sur de ambos aposentos, se localiza un amplio cuarto de planta rectangular (que
posiblemente sufrió modificaciones), con posibles funciones de almacenamiento, ya
que dentro de este se detectó una olla empotrada en el piso. Frente a dicho cuarto se
ubica un área de circulación que comunica la sección 2 con el Patio 5, y que
probablemente funcionó como habitación en el momento anterior a la última
ocupación.
Sección 2: Representa el área de ampliación sur-sureste del conjunto y se localiza
fuera de lo que en un primer momento fue el muro perimetral que limitaba al Conjunto
de 75  Atetelco. Esta sección, que se distingue por su distribución y técnicas
constructivas del resto del conjunto, puede ser dividida con fines operativos en dos
sub-secciones:
Sub-sección 2 a: está integrada por un espacio de circulación que se extiende de
oriente a poniente, y por un conjunto de 6 aposentos y un pórtico, distribuidos al sur,
suroeste y oeste de dicho espacio.

66 
 

Subsección 2 b: representa la ampliación sureste del conjunto, está integrada por una
extensa área de circulación que se extiende de norte a sur y por dos aposentos
alineados en la misma dirección, ubicados en la parte norte de dicho espacio.
Durante estas excavaciones también se logró liberar la parte sur de la calle
Este, así como la Calle Sur, recuperándose más de cuarenta mil tiestos de cerámica,
que al ser analizados y cuantificados nos dieron una idea de la temporalidad del
conjunto arquitectónico y sus diferentes ocupaciones.
Figura 1. Áreas exploradas en 1997, se señalan las secciones de donde proceden los materiales analizados
76
La cerámica teotihuacana
Entrando en la materia de este trabajo, la cerámica referida fue separada y
cuantificada siguiendo la tipología de Evelyn Rattray (2001) para la cerámica
teotihuacana, y la de Cobean (1990) para la Mazapa, así como las de Ratray (1966) y
Sanders (1986) para la cerámica del Epiclásico, mejor conocida como Coyotlatelco .
El material clasificado proviene del área en que se detectó la calle sur y el sistema de
cuartos construidos en fases tardías. El registro estratigráfico muestra cierta
homogeneidad debido a la semejanza de los espacios arquitectónicos, en donde se
pueden apreciar con claridad las diferentes etapas constructivas. Así, podemos
presentar una descripción general de los materiales identificados en las capas
estratigráficas más representativas para lograr el fechamiento de la sección sur del
conjunto arquitectónico:
- Capa I: Superficie del terreno, con un espesor promedio de 16 cm, se considera
como material resultante de los derrumbes arquitectónicos y los sedimentos
depositados de manera natural a lo largo del tiempo, contiene una alta concentración
de tiestos. En esta capa encontramos una alta concentración de material
teotihuacano, del cual la proporción más alta corresponde a la fase Metepec a través
de los grupos cerámicos bruñido, pulido y anaranjado San Martín, con sus formas
domésticas de ollas, cazuelas cráter, jarras, cajetes y cuencos, además del grupo
mate burdo, el pintado, el anaranjado delgado, el copa y el granular principalmente en
forma de ollas. Como podemos ver predominan las formas de uso doméstico, utilizado
principalmente en la preparación y servicio de alimentos.
- Capa II: Apisonado de tierra en el que se identificaron tiestos de las fases
Tlamimilopan, Xolalpan y Metepec; observamos la predominancia de artefactos de uso
doméstico como son las cazuelas, ollas, anafres de tres protuberancias y cajetes. El
grupo mate se compuso básicamente de fragmentos de incensarios y tapaplatos,

67 
 

mientras que en el anaranjado delgado se observó una gran cantidad de vasos


moldeados trípodes.
- Capa III: Esta capa corresponde a un piso teotihuacano, sin embargo en la unidad 86
se trata de un apisonado de tierra del que se obtuvo la siguiente información:
Predominan los tiestos de la fase Metepec con los grupos bruñido y pulido con formas
de ollas, cazuelas, jarras, cajetes y vasos, además de los grupos mate, anaranjado
San Martín, anaranjado delgado y granular. Cabe mencionar que se registraron varios
tiestos bruñidos impregnados de cal, a 77 manera de herramientas contenedoras de
este material, que podrían haberse utilizado en el aplanado de las paredes, o al hacer
pequeñas reparaciones de los acabados de las mismas.
- Capa VIII: Firme de tepetate de un piso teotihuacano. Los materiales de esta capa se
encuentra debajo del piso, por lo que hablamos de un estrato sellado sin alteraciones
posdeposicionales que pudieran afectar a los materiales, y en ella encontramos una
alta proporción de cerámica de la fase Metepec (88%); observamos una concentración
importante de de cajetes curvodivergentes y vasos pulidos, así como vasos trípodes
con decoración moldeada del grupo anaranjado San Martín.
- Capa XII: Firme debajo de piso de concreto teotihuacano. Este material nos sirve para
fechar la ocupación del piso 3, ya que no tiene perturbaciones posdeposicionales por
encontrarse en un contexto sellado. Se obtuvo un 85% de cerámica de la fase Metepec
y 15% de la fase Xolalpan, dominando el grupo anaranjado delgado y en orden
decreciente en la cuantificación los grupos bruñido, pulido, mate y anaranjado San
Martín.
Figura 2. Cajete del grupo pulido, fase Xolalpan Figura 3. Cajetes curvodivergentes con soportes de botón.
Cerámica de la fase Xolalpan
78 
Figura 5. Fragmentos de cerámica de la fase Xolalpan tar dío
Figura 4. Grupo pulido. Vaso trípode con decoración acanalada. Cerámica de la fase Xolalpan Tardío
Figura 6. Fragmentos de cerámica de las fases Xolalpan tardío y Metepec 79
Conclusiones
En general Atetelco ha sido considerado como un conjunto arquitectónico
construido en el apogeo del desarrollo de Teotihuacán, cuya función pudo haber estado
relacionada con las actividades político-militares del estado (aseveraciones basadas
en la iconografía que presentan algunos de los espacios del conjunto). Estas
afirmaciones han sido planteadas principalmente a partir de elementos arquitectónicos
e iconográficos, sin embargo, como se ha mencionado, carecemos de análisis amplios
e integrales de los materiales registrados durante las diversas intervenciones en el
conjunto, por lo que no se podía asegurar ninguna de ellas.

68 
 

En este conjunto, a partir de los datos cronológicos con que se cuenta, se


identificaron dos áreas habitacionales ocupadas por grupos sociales diferentes que
interactuaron en mayor medida durante las fases Xolalpan y Metepec. Esta diferencia
se estableció a partir de la comparación entre las características que observan los
espacios y estructuras arquitectónicas (calidades de los acabados, distribución de
aposentos, pasillos y patios) cuyo conjunto define a cada una de las secciones.
Figura7. Cerámica de la fase Metepec 80
Lo que se ha denominado como sección 2, representa una ampliación del
conjunto de Atetelco, realizada durante la fase Xolalpan Tardío, sobre lo que en un
primer momento fue la calle sur del conjunto. Esta área estuvo ocupada por un grupo
cuyas actividades probablemente estuvieron enfocadas al servicio doméstico del resto
del conjunto arquitectónico, servicio que implicaba tanto la preparación de alimento
como el mantenimiento de los espacios arquitectónicos.
La preparación de alimentos en esta sección es indudable, ya que se
detectaron 6 fogones al interior de dos pequeños patios contiguos, que por su
ubicación y cantidad es claro que la actividad se realizaba de forma colectiva, para un
número de personas mayor al de los ocupantes del área de servicio. Por su parte la
reparación y/o construcción de estructuras arquitectónicas, está atestiguada por el
número, variedad y distribución de pulidores y aplicadores de argamasa, así como por
la presencia de cal en una gran cantidad de fragmentos de ollas y cazuelas (ver figura
8).
En general, la sección sur del conjunto presenta evidencias cerámicas
continuas a partir de la fase Tlamimilolpan Tardío, con una mayor presencia hacia las
fases Xolalpan Tardío y un incremento abrupto de tiestos de la fase Metepec.
A través del análisis se observa una continuidad en cuanto a los patrones de uso de
los artefactos, los cuales generalmente están relacionados con actividades de tipo
doméstico. Esto se encuentra directamente vinculado con el tipo de espacios en los
que se registraron los materiales, es decir, las excavaciones se concentraron en lo que
parece ser el área doméstica del conjunto, debido a la existencia de pequeños cuartos
y la calle sur, área en la que seguramente se concentraron desechos de las
actividades cotidianas, por ser un espacio exterior.
Figura 8. Fragmento de cerámica impregnado con restos de cal 81
El análisis realizado corresponde a materiales en contacto directo con las
superficies de ocupación y a rellenos constructivos, a partir de una excavación
controlada de la que se tiene un buen registro estratigráfico, por lo que podemos
establecer un parámetro general para la cronología del conjunto, sin dejar de lado la

69 
 

necesidad de realizar excavaciones de sondeo que tengan como objetivo central el


obtener materiales para afinar la cronología, en los diferentes espacios que lo
integran.
Es importante también aclarar que únicamente hablamos de fragmentos de
objetos, sin incluir piezas completas, como las de la ofrenda del entierro 16, que son
objeto de otro análisis.
En la cerámica del Clásico se observa una continua predominancia del material
de la fase Metepec, por lo que podríamos hablar de una mayor densidad de ocupación
en esa fase, mientras que para Tlamimilolpan y Xolalpan tardío las evidencias son
reducidas, lo que podría corresponder al crecimiento que tuvo el conjunto en las
distintas fases cronológicas y su extensión en el terreno. La mayor concentración de
materiales tempranos la encontramos en los pozos excavados en el cuarto Norte del
Patio 8, en donde también se registró un entierro (entierro 16) con una rica ofrenda
compuesta de vasijas fechadas en Tlamimilolpan Tardío y Xolalpan, elemento del cual
podemos inferir que las áreas centrales del conjunto tienen las construcciones más
tempranas y a medida de ir avanzando hacia la periferia encontraremos las
construcciones más tardías. Además la mayor parte de los materiales analizados
corresponden a la periferia del conjunto (calle sur), zona en la que se identificaron
áreas de actividad domésticas y adecuaciones de la calle para construir pequeños
cuartos (aunque esto último se observa con mayor claridad en fases pos-
teotihuacanas).
Figura 9. Fragmentos de vasijas de uso doméstico de las fases Tlaimilolpan y Xolalpan 82
Esta sección está separada del resto del conjunto por un grueso muro en talud
que en un primer momento constituía el límite sur del conjunto de Atetelco, y su único
acceso comunica con el patio 5, alrededor del cual se distribuyen los aposentos que
conforman la sección 1.
Dicha sección se localiza inmediatamente al norte de la sección 2 y
posiblemente fue ocupada por una elite administrativa o militar que controlaba las
actividades del grupo con actividades más domésticas, ya que esta sección está
conformada por un espacio público (patio 6) alrededor del cual se distribuyen
diferentes secciones habitacionales, así como 4 aposentos porticados, donde
posiblemente se realizaron actividades religiosas y/o administrativas.
Figura 10. Candelero y fragmento de tapa de incensario, del grupo mate, fase Metepec
Figura 11. Fragmento de almena zoomorfa, del grupo mate burdo, fase Metepec 83 
Sin generalizar al grado de decir que en Atetelco se llevaban a cabo actividades
de tipo doméstico, si podemos definir a este conjunto como un área administrativa a la

70
 

que se anexaron unidades en las que se llevaban a cabo actividades domésticas tal
vez para el abastecimiento de alimentos de quienes moraban en el conjunto. El
análisis realizado debe ser tomado dentro de un estudio más general del conjunto ya
que solo de esa manera podremos entender la función del mismo dentro de las
dinámicas sociopolíticas de Teotihuacán desde Tlamimilopan Tardío hasta la fase
Metepec.

Bibliografía
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Müller, Florencia, 1966. Secuencia cerámica de Teotihuacan en Teotihuacan, XI
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Revista Me x icana de E studios Antropológicos, Tomo Décimo cuarto, segunda parte,
México
1966 Ar queología de Teotihuacán. La cerámica. FCE, México
Ortega Cabrera, Verónica y David Andrade Olvera, 1998. Proyecto Ar queológico
  Atetelco. Informe del análisis de materiales ar  queológicos obtenidos en las
temporadas de e x cavación 1997-1998 . Archivo Técnico del Proyecto Atetelco, ZMAT,
México
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Final Report  Vol. 4 The Toltec Period Occupation of the Valley, Excavations and
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State Univ., Univ. Park Pennsylvania
Rattray, Evelyn, 1966. An archaeological and stiylistic study of Coyotlatelco pottery
en: Mesoamerican Notes 7-8: 87-211, Universidad de las Américas, México
2001 Teotihuacan, ceramica, cronología y tendencias culturales. Serie Arqueología de
México. Instituto Nacional de Antropología e Historia-Universidad de Pittsburgh
84

71
 

Los objetos de concha recuperados en el conjunto habitacional de Atetelco,


aspectos de su manufactura
Clara Paz Bautista1
Introducción
Los ornamentos elaborados con exoesqueletos calcáreos, es decir con
conchas y caracoles de origen marino, fueron de los objetos más apreciados en
Teotihuacán. Se consideraron como bienes de prestigio y como indicadores de
estatus social; su circulación fue restringida entre los distintos grupos jerárquicos,
debido a su valor simbólico y a la importancia en la cosmovisión teotihuacana.
Este trabajo incluye el estudio de los objetos de concha, recuperados en las
exploraciones realizadas en el conjunto residencial de Atetelco, en los años 1997 y
1998.
Mediante el análisis tipológico, la identificación taxonómica, el estudio de
las huellas de manufactura y la reproducción experimental de objetos, se pudieron
determinar las técnicas de manufactura de estos ornamentos.
La arqueología experimental tiene como base, el hecho de que una
herramienta particular, utilizada de una manera específica, debe producir rasgos
característicos y diferentes entre sí. (Velázquez y Melgar 2006: 23). Por medio del
análisis de huellas de manufactura, impresas tanto en los ornamentos
arqueológicos, como en las piezas experimentales, se pueden precisar los
artefactos y las técnicas empleadas en la producción de los objetos de concha.

72 
 

Como parte de las investigaciones sobre tecnología, pueden identificarse


procesos técnicos también llamados cadenas de operación-, que son la serie de
pasos que se siguen desde que el material está intacto hasta que el objeto se
encuentra totalmente terminado. En cada una de las fases de estas secuencias de
actividades, los productores deben enfrentarse a diversas dificultades relacionadas
con variables y constantes, restringidas por factores ambientales, históricos,
sociales, y culturales (Lemonnier, Schiffer, Leroi-Gourhan; Citados en Velázquez y
Melgar 2006: 21-23).
1Proyecto Técnicas de manufactura de los objeto de concha del México prehispánico , Museo del Templo
Mayor del INAH 85 

El Proyecto ³Técnicas de manufactura de los objetos de concha del México


prehispánico´
El objetivo de este proyecto, es determinar las transformaciones generadas
por las diferentes técnicas y/o materiales, por medio del análisis de las huellas de
manufactura. Las huellas en los experimentos son estudiadas a través de la
Microscopia Electrónica de Barrido (MEB), que es la técnica mas adecuada para el
estudio de las huellas de trabajo, debido a que se pueden caracterizar los rasgos
que los artefactos dejan en los objetos de concha. Con la MEB se puede observar
la morfología (topología, rugosidad, porosidad y tamaño), ya que se logra aumentar
hasta 300,000 veces el tamaño las huellas, además de que se lleva a cabo el
análisis de composición elemental de los objetos. (Velázquez 2005: 5-7).
La elaboración controlada de diversos experimentos, realizados con
distintosmoluscos actuales, ha generado un amplio banco de información del
proyecto, que permite la comparación de éstas huellas de trabajo, con los rasgos
que presentan los objetos arqueológicos. La obtención de ambos tipos de huellas,
se hace mediante acetatos reblandecidos con acetona, que se presionan en el
área que presenta las marcas y al secarse queda el negativo, posteriormente estos
polímeros son cubiertos con una capa delgada de metal, para ser observados al
Microscopio Electrónico de Barrido (MEB). Los materiales que se pueden estudiar
con MEB, deben ser conductores de electrones o tener un recubrimiento de metal
para poder observar las superficies y caracterizar los rasgos dejados por las
herramientas.

73 
 

El MEB funciona por un haz de electrones, el cual es generado de un


filamento, que hace incidir el material analizado, dando como resultado varios tipos
de electrones y rayos X característicos. El MEB detecta los electrones secundarios
de las superficies analizadas y los electrones retrodispersos que se generan a
mayor profundidad de las áreas observadas.
El microscopio utilizado en este análisis es de marca Joel, modelo JSM-
6460 KV, se utilizó a una potencia de 20 KV, una apertura de haz de 44 a una
distancia de trabajo de 10 mm, en modo de alto vacío. Se obtuvieron 4 imágenes
de cada muestra a 100X, 300X, 600X y 1000X., las cuales se describieron y
midieron sus rasgos, para poder compararlos con las huellas dejadas en los
objetos experimentales. Este microscopio se encuentra en la Subdirección de
Laboratorios y Apoyo Académico del INAH y a cargo del Ingeniero Químico José
Antonio Alba Medina.
Los objetos de concha de Atetelco
Este material, anteriormente fue estudiado por David Andrade, en su
investigación él propone la existencia de un taller especializado en la manufactura
de discos para orejeras; tomando como indicadores, varios fragmentos con
evidencias de exposición al fuego, que fueron hallados dentro de una fosa
funeraria, los cuales se encontraban asociados con huesos y pizarra también
quemados y junto con punzones y cinceles. (Ortega y Andrade 1999).
Los contextos en que fueron recuperados los objetos de concha son dos
distintos: uno de ellos, corresponde a capas de relleno o derrumbe ya sea de
cuartos o patios que constituyeron el conjunto residencial, durante las diferentes
épocas de ocupación. El otro contexto esta relacionado con la actividad funeraria,
en donde los materiales malacológicos se localizaron dentro de fosas mortuorias
(Entierro 15, 17 y Entierro 43) y asociados directa e indirectamente con las
osamentas y objetos cerámicos y líticos principalmente (Figura 1. Plano
Atetelco/Ent. 15, 17 y 43)
Figura 1. Plano del conjunto residencial de Atetelco, muestra la ubicación de los entierros 15, 17 y 43. 87
Clasificación del material malacológico
La clasificación se basa en la tipología establecida por Lourdes Suárez y
modificada por Adrián Velázquez (Suárez 2002 ; Velázquez 1999).
De acuerdo a su función específica, los objetos malacológicos de Atetelco, se
clasificaron como ornamentos, se agruparon en 5 categorías distintas, que son:

74 
 

incrustaciones, orejeras, pectorales, pendientes y pulseras, todos pertenecen


a la familia  x enomorfa, en la que se incluyen los objetos que no presentan la forma
natural de la especie. Las subfamilias agrupadas son: geométricas (tipos
cuadrangular, rectangular y disco) y no geométricas (tipos irregular y sin umbo).
Así mismo, se estudiaron los fragmentos con evidencias de trabajo, que indican la
utilización de desechos de talla, de piezas con defectos de manufactura, y de
objetos fracturados o reutilizados; tanto en rellenos constructivos, como en
enterramientos. En esta colección también están presentes los objetos que no
tuvieron transformaciones culturales, denominados objetos no trabajados, estas
piezas, se localizaron igualmente, como parte del relleno constructivo y del
contexto funerario
El total de los objetos y fragmentos clasificados es de 149, algunos de ellos
están completos o les falta una pequeña porción, pero en términos generales la
mayoría del material se encuentra fragmentado, aunque en buen estado de
conservación; ya que el nivel de degradación no es elevado, se observaron pocos
objetos con pulverulencia, solo 2 objetos presentaron laminación y costras oscuras
por contacto con materia orgánica.
Incrustaciones
Dentro de esta categoría se agruparon 5 piezas, todas se agruparon dentro
de la familia xenomorfa, subfamilias geométrica y no geométrica. Una incrustación
se clasificó dentro del tipo cuadrangular, otra en el tipo rectangular, 2 se agruparon
como discos (con perforación y sin perforación) y otra más tiene forma irregular. 4
de estos objetos se manufacturaron con la especie Pinctada mazatlánica y solo 1
con Unio sp., que es un pelecípodo que tienen su hábitat en agua dulce.
Cuatro de estas incrustaciones se encontraron en contextos de relleno (capa
II, capa III y capa VIII) y otra estaba asociada al Entierro 43 (Figura 2).
88 
Figura 2. Diferentes tipos de incrustaciones, manufacturadas con la especie Pinctada mazatlánica y Unio Sp
(Especie de hábitat dulceacuícola). Entierro 43.
Orejeras
Es la categoría de ornamentos que presentó el mayor número de fragmentos
(121), se clasificaron dentro de la familia xenomorfa, subfamilia no geométrica,
tipo disco y grupo inciso. Fueron manufacturados con la especie Spondylus
 princeps. La mayoría de éstos presentan evidencias de exposición al fuego, en
menor o mayor grado de incineración, en este grupo no hubo ningún objeto

75 
 

completo, sin embargo se sabe que se trata de orejeras por las características
formales, la especie utilizada y porque se han encontrado ornamentos similares, en
ambos lados del cráneo, como accesorios personales o de esculturas.
(Entierros 10 y 11 del PTQ y Entierro 2 del PPL). Los fragmentos se localizaron
dentro de la fosa del Entierro 43, que corresponde a un adulto joven, decapitado y
quemado (Kanjou 2002: 115-128), este enterramiento que pertenece a la fase
Xolalpan tardío (500-600 d.C.) y se localizó en un de los patios explorados (Fig. 3y
3a). 89
Figura 3. Fragmentos de orejeras, elaboradas con la especie Spondylus princeps. Superficies anteriores del
lado izquierdo. A la derecha se muestran las caras posteriores. El aspecto oscuro que presentan es por la
exposición al fuego. Entierro 43.
Figura 3a. Orejeras encontradas en el Entierro 17. La cara posterior (derecha.) muestra la huella que dejó el
sujetador. Izq. Se observa la superficie anterior con la acanaladura circular, abajo a la izquierda y en el lado
derecho abajo se observa un corte que se le realizó al ornamento, que indica la reutilización del objeto. 90
Pectorales
Se trata de 2 objetos xenomorfos, geométricos, tipo círculo calado y
perforado, que fueron clasificados como pectorales, que se encontraron asociados
con el entierro 17. Se manufacturaron con la especie Pinctada mazatlánica, las
valvas utilizadas en la elaboración de estos ornamentos fueron desgastadas de la
capa externa, para eliminar el periostraco, pero también pulidas de la superficie
interna, para descubrir el aspecto nacarado de esta especie. Se cortaron o
desgastaron de los bordes para obtener el círculo, así como los calados al centro.
Uno de ellos presenta 2 pares de perforaciones en los extremos de calado y el otro
solamente un par de horadaciones, también en los extremos del hueco calado
(Figura 4). Estos ornamentos son semejantes a los encontrados en algunas de las
ofrendas de Templo Mayor, conocidos como pectorales anáhuatl , que es uno de
los atributos del dios Tezcatlipoca (Velázquez 1999: 70).
Figura 4. Entierro 17, Pectorales tipo circular, calados y perforados. La especie con que se manufacturaron es
Pinctada mazatlánica. Estos ornamentos son similares a los pectorales anáhuatl , considerados como
atributos del dios Tezcatlipoca, entre los mexicas.
Pulseras
Son 4 pulseras y 3 fragmentos xenomorfas, no geométricas, sin umbo, que fueron
manufacturadas mediante la técnica de calado. Se encuentran en muy mal estado
de conservación, presentan laminación y pulverulencia. Se elaboraron con la
especie Spondylus princeps, se encontraron asociadas al Entierro 15, explorado
en el Patio 3, constituido por un individuo femenino, de edad adulta (Kanjou 2002:

76 
 

111-115), junto con 91 estos ornamentos se encontraron 1 cajete y 2 fragmentos


de navajillas de obsidiana verde (Fig. 5).
Figura 5. Pulseras manufacturadas con la especie Spondylus princeps, Entierro 15.
Pendientes
Solo se clasificó 1 pendiente, xenomorfo, no geométrico, tipo irregular ; no
se pudo identificar la especie, pero presenta un buen estado de conservación y
huellas visibles de su manufactura en la superficie posterior. Tiene 2 perforaciones
cónicas y líneas incisas, es posible que este objeto se haya elaborado con el labio
de un gasterópodo de grandes dimensiones.
Fragmentos trabajados
Se identificaron siete fragmentos trabajados, con evidencias de desgaste de
su capa externa o periostraco, el mismo fragmento puede presentar uno o dos
cortes y perforación. Los fragmentos que presentan estas transformaciones son
pelecípodos de las especies: Anadara grandis, Chama echinata, Pinctada
mazatlánica, Pecten diagénesis y Spondylus Princeps. (Figura 6). 92
Figura 6. Fragmentos con evidencias de trabajo (cortes y perforación). Especies:   Anadara grandis, Chama
echinata y Pecten diagensis. Hallados en contextos de relleno constructivo y derrumbes.
Material no trabajado
Siete objetos no están trabajados, en este grupo se incluyen fragmentos de
gasterópodos de la especie Astrea olivacea, Fusinus dupetittohuarsi y Melongenea
melongena, y pelecípodos de la especie Chama echinata y Pinctada mazatlánica.

Identificación taxonómica y clasificación de los objetos. (Tabla 1. )


Dulceacuícola 1incrustación Unio sp.
P. Panámica 121 fragmentos de orejeras
Spondylus princeps
P. Panámica 4 pulseras Spondylus princeps
P. Panámica* 4 incrustaciones
2 pectorales
Pinctada mazatlánica
P. Panámica* 1 Pecten diagensis
1 pendiente No identificado
P del Caribe** 2 Melongena
melongena
P. Panámica* 1 Fusinus
dupetitthouarsi 
P. Panámica* 2 1 Chama echinata
P Panámica* 1 Astrea olivacea
P. Panámica* 1 Anadara grandis

77 
 

Procedencia Fragmentos no Fragmentos trabajados Objetos completos o


semi completos
Especie
Provincia Panámica: Habitan más de 2000 especies de moluscos en aguas templadas. Inicia en California y
continúa hasta el Ecuador 93 

El análisis de las huellas de manufactura.


Esta investigación se llevó a cabo mediante tres niveles de análisis: El
estudio macroscópico ; tuvo como base, la observación a simple vista de los
objetos, por medio de la cual se pudieron determinar: desgastes, cortes
perforaciones y acanaladuras realizadas en los ornamentos.
Con el estudio de microscopia estereoscópica de bajos aumentos (de 10X hasta
30X), se determinaron las áreas con las huellas dejadas por las herramientas
empleadas. La localización de éstas zonas, sirvió para obtener las muestras en
polímero reblandecido con acetona, que posteriormente fueron recubiertas con oro
y analizadas en el Microscopio Electrónico de Barrido.
La microscopia electrónica de barrido , es la técnica mas adecuada para definir
las herramientas utilizadas en la manufactura de los objetos de concha, ya que
aporta información que permite caracterizar con detalle los rasgos que dejan las
técnicas empleadas. Cada herramienta utilizada, presenta huellas diferenciales
entre sí y dimensiones en micras para poder comparar estas marcas con las
huellas en los experimentos realizados.
Se obtuvieron un total 29 muestras de objetos arqueológicos, cada una fue
analizada a 100X, 300X, 600X y I,000X, el total es de 116 micrografías analizadas,
que corresponden a superficies anteriores, posteriores, laterales, acanaladuras
circulares y acabados de superficie como el pulido y bruñido.
Gracias a la asesoría de Adrián Velázquez, en la identificación de las
herramientas, se pudieron señalar los artefactos empleados en la elaboración de
incrustaciones, pendientes y orejeras.

Los experimentos realizados


Los experimentos que permitieron la comparación con las huellas de los
objetos arqueológicos, fueron realizados con anterioridad por el proyecto Técnicas
de manufactura de los objetos de concha del México prehispánico; de estas

78 
 

experiencias se obtuvieron las características de las huellas de trabajo, para


confirmar o refutar los artefactos observados en los ornamentos teotihuacanos. 94
Se seleccionaron 6 experimentos (82, 160, 218, 370,434 y 444), realizados con
las especies Pinctada mazatlánica y Spondylus princeps, debido a que son las
especies mas utilizadas en la producción de los ornamentos de Atetelco (Fig. 7).
Figura 7. Especies actuales de Pinctada mazatlánica y Spondylus princeps
Se emplearon ejemplares actuales de las mismas especies identificadas en
el conjunto habitacional. Los experimentos consistieron principalmente en
desgastes de capas externas, cortes y/o desgastes de superficie laterales, y
acabados de superficies como el pulido y bruñido. Las herramientas líticas
fabricadas con basalto y obsidiana, que se utilizaron en las experiencias, son parte
se los recursos locales del Valle de Teotihuacan. El material foráneo que se
empleó, es el pedernal, que podría proceder de los Estados de Hidalgo o de
Morelos. Con esta materia prima, se fabricaron artefactos que sirvieron como
pulidores, perforadores y abrasivo. Estas herramientas también se emplearon en
los objetos del Templo de la Serpiente Emplumada (atuendos ceremoniales) y
actualmente en los experimentos que se llevan a cabo en el Taller, para hacer las
reproducciones de los ornamentos del Templo de Quetzalcóatl. (Figura 8). 95 
Figura 8. Experimentos realizados. Desgaste, acanalado, pulido y bruñido.
Tiempo, herramientas y materiales empleados en los experimentos. (Tabla
2.) 30 min. Piel sin curtir Bruñido de cara anterior Sp* 30 min. Nódulo de pedernal
Pulido de superficie anterior Sp* 3 hrs. 20 min. Lascas obsidiana y/o polvo de
pedernal o polvo de obsidiana Acanaladura circular Sp* 76 hrs. 36 min. Fragmento
mano de basalto, agua Desgaste de capa interna Sp* 30 min. Laja de basalto,
agua Desgaste de rebordes Pm** 5 hrs. 14 min. Lascas de obsidiana con filo vivo
Corte superficies laterales Pm** 1:30 2:00 hrs. Laja de basalto, agua Desgaste
capa externa Sp
Spondylus princeps ** Pinctada mazatlánica 96
Tiempo Herramientas y materiales Técnica aplicada y especie
Resultados
El desgaste con basalto fue la técnica utilizada para eliminar el peristraco
en los pelecípodos, con los que manufacturaron los ornamentos. Las huellas que
deja esta herramienta se caracterizan por presentar bandas onduladas que
alcanzan las 100 m o mas de ancho. (Figura 9).
 w

79 
 

Figura 9. Micrografías a 100X de huellas producidas por desgaste con basalto en la capa externa de la especie
Spondylus princeps. Arriba: rasgos en el objeto arqueológico; abajo: las marcas dejadas en el en el
experimento con la misma herramienta. 97
Las superficies laterales que se pudieron observar, muestran marcas de
cortes, realizados con lascas de obsidiana. Resultó difícil determinar las áreas con
corte debido a que la mayoría de los rebordes que dejó la separación de la porción
por presión o por percusión la superficie, fueron corregidos con desgaste de las
superficies laterales. Los cortes con obsidiana presentaron líneas rectas continuas
y paralelas entre sí, que miden entre 1.5 a 3.5 m de ancho. (Figura 10).
 w

Figura 10. Líneas rectas continuas y paralelas entre sí, producidas por el corte con lascas de obsidiana. Arriba:
micrografía a 600X del objeto arqueológico. Abajo huellas realizadas con lascas de obsidiana en el experimento
también a 600X 98 
En el caso de las orejeras, las superficies anteriores presentan una incisión
circular, elaborada por medio de la técnica de acanalado , mediante lascas de
obsidiana y/o polvo de obsidiana, polvo de pedernal. Las lascas dejan bandas
irregulares de 4.6 a 18.6 m, de ancho, dentro de las cuales hay líneas de menor
 w

espesor, que van de 0.6 a 1.3 m (Figura 1).


 w

Figura 11. Rasgos dejados por lascas de obsidiana, al llevar a cabo una incisión o acanaladura circular. Arriba:
objeto arqueológico y abajo experimento, ambos a 1000X.
13,7 µm
1.2 µm
13.7 µm
1.2
99
La técnica de pulido se llevó a cabo en las superficies anteriores, por medio
del un nódulo de pedernal, con este instrumento se logran áreas lisas y brillantes,
que hacen que las bandas que se hicieron con el basalto, se suavicen y se observe
un a superficie cruzada por varias líneas de 2 m y bandas más pequeñas de 13
 w

m de espesor. (Figura 12).


 w

Figura 12. Superficies cruzadas por varias líneas contenidas dentro de bandas. Rasgos característicos que deja
el nódulo de pedernal al frotarse en una superficie para realizar la técnica de pulido. Arriba huellas a 1000X en
el objeto arqueológico y abajo en el experimento. 100
Las micrografías observadas de las superficies bruñidas, muestran áreas
cruzadas por bandas rectas y redondeadas en distintas direcciones, su espesor va
de 60 a 80 m, y otras bandas más delgadas de 13 m y líneas rectas de
 w  w

aproximadamente 2 m. El bruñido se llevó a cabo por medio de un trozo de piel


 w

sin curtir, frotándolo en el cara anterior, para obtener mas brillo y un aspecto
lustroso de la superficie (Figura 13).

80
 

Figura 13. Huellas que deja el bruñido de superficies que han sido desgastadas con basalto, pulidas con
pedernal y bruñidas con piel sin curtir. Arriba el objeto arqueológico y abajo el experimento a 100X. 101
Con el estudio de las huellas de manufactura y los experimentos realizados,
se han podido determinar algunas de las herramientas empleadas en la
elaboración de los ornamentos de Atetelco, particularmente los objetos conocidos
como orejeras. Con esta información podemos inferir las cadenas operativas, con
las que proponemos los pasos seguidos desde que el material malacológico no
presentaba transformaciones, hasta que el objeto se encuentra completamente
terminado (Figura 14).
Figura 14. Cadenas operativas inferidas en la manufactura de orejeras producidas con la especie Spondylus
Desgaste de la capa externa de la valva para suprimir el peristraco, mediante
princeps
herramienta de basalto.
Desgaste de superficie lateral para obtener forma de disco, a través de laja
de basalto. Acanaladura o incisión circular en la cara dorsal, por medio de lascas
de obsidiana.
Pulido de la superficie dorsal, con nódulo de pedernal.
Bruñido de la cara anterior, con piel sin curtir.
Baño de estuco pintado en la cara posterior, para unir el sujetador a la orejera.
102
Conclusiones
Se pudieron determinar las técnicas utilizadas en la elaboración de los
objetos ornamentales, gracias al análisis de las huellas de manufactura y a la
arqueología experimental, además de señalar las herramientas empleadas e inferir
los procesos que intervienen en la manufactura de las orejeras producidas con la
especie Spondylus princeps. (Figuras 15 y 16).
Figura 15. Ilustraciones del proceso de producción propuesto para la elaboración de orejeras de Spondylus
princeps.
Arriba: Desgaste de periostraco y de superficie lateral con laja de basalto, Abajo: marca de línea circular para
realizar acanaladura con lascas de obsidiana. Dibujos Víctor G. Alvarez A. 103 
Figura 16. Ilustraciones de las técnicas de acabado inferidas en la manufactura de orejeras de Spondylus
 princeps .
Derecha: pulido de la superficie anterior con nódulo de pedernal. Izquierda: Bruñido de la cara anterior con piel
sin curtir.
Abajo orejera con una ligera capa de estuco para unir el sujetador a la cara posterior del ornamento. Dibujo de
Víctor Álvarez
Sin embargo faltan precisar y comprobar los instrumentos y materiales
usados en algunas de las cadenas de operación; como es el caso de las
micrografías que indican el uso de abrasivos como: el polvo de obsidiana o bien, el

81
 

polvo de pedernal; para aceptar o refutar uno u otro material es necesario llevar a
cabo nuevos experimentos y la caracterización de sus huellas.
Así mismo, existen dudas respecto al desgaste realizado en la cara anterior,
ya que creemos que se eliminó la capa interna de la valva, para hacer que el color
naranja, característico de la especie, se notara. Es muy posible que se llevara a
cabo un desgaste con una herramienta pequeña de basalto, pero no existen
evidencias de las bandas que deja este 104 instrumento, quizá porque fueron
borradas al realizar acabados como el pulido y bruñido en esta superficie.
Por otro lado y de acuerdo a las costumbres funerarias propias de los
teotihuacanos, se sabe que el común de la población era enterrada en las
unidades residenciales, que el bulto mortuorio se acompañaba con los objetos
personales que indicaban la actividad que el individuo tuvo en vida. (Cabrera 1999:
514-516). Por lo cual, se puede interpretar que en Atetelco, hubo individuos que se
dedicaron a actividades artesanales, quizá especializadas en la producción de
objetos de concha.
Hasta ahora, en Atetelco no se han detectado los espacios en donde se
llevaron a cabo las actividades de manufactura de los objetos de concha, no
sabemos si los talleres estuvieron en el mismo conjunto residencial, pero sí hay
indicadores del trabajo en concha.
Es importante mencionar que las técnicas y herramientas utilizadas en la
producción de orejeras, incrustaciones y pendientes, demuestran semejanzas con
los instrumentos y los procesos empleados en la manufactura de los objetos de
concha del Templo de la Serpiente Emplumada (Indumentarias del Entierro 5 y 6).
Lo anterior podría indicar que se trata de una tecnología conocida desde el
inicio de la construcción del basamento (fase Miccaotli, 150-200 d.C.) y que se
siguió usando hasta la fase Xolalpan tardío (500-600 d.C) en Atetelco.
Con lo cual podemos inferir que la tecnología empleada en el trabajo de
concha, no fue modificada por lo menos en 3 o 4 siglos que duraron las siguientes
etapas cronológicas, de la ocupación teotihuacana de Atetelco; que por el
contrario, se fueron especializando tecnológicamente cada vez mas y que,
posiblemente el uso de abrasivos para facilitar la realización de acanaladuras, así 
como el empleo de la piel en la técnica de bruñido, están indicando una mejor
solución tecnológica, en la producción específica de estos ornamentos (orejeras
tipo disco, manufacturadas con la especie Spondylus princeps).

82 
 

Finalmente, se sugiere el estudio de todos los materiales malacológicos que


se han encontrado hasta ahora y los que puedan hallarse en las próximas
excavaciones de este conjunto residencial. También es importantes que el análisis
de huellas de manufactura de los objetos de concha, así como la identificación
taxonómica de las especie utilizadas y la clasificación tipológica de los
ornamentos, junto con las investigaciones relacionadas con 105  materiales de
obsidiana y los análisis de los objetos lapidarios, nos permitirán conocer mas
información con la cual, muestras interpretaciones se complementarán.

Bibliografía
Cabrera Castro, Rubén, 1999 Las prácticas funerarias de los antiguos
teotihuacanos. E n Prácticas Funerarias en la Ciudad de los Dioses. Los
enterramientos humanos de la antigua Teotihuacan. Linda Manzanilla y Carlos
Serrano editores, pp 503-539 UNAM IIADGAPA. México.
Kanjou, Youssef, 2002. Identificación de poblaciones y definición de relaciones
Interpoblacionales en el enfoque biocultural aplicado a la población
 posteotihuacana. Tesis doctoral de Antropología, UNAM, Facultad Filosofía y Letras,
Instituto de Investigaciones Antropológicas, México.
Ortega Cabrera Verónica y David Andrade Olvera, 1999. Proyecto ar queológico
 Atetelco. Informe del análisis de los materiales arqueológicos obtenidos en las
temporadas de excavación 1997 y 19998. México.
Suárez Diez, Lourdes, 2002. Tipología de los objetos prehispánicos de concha. 2ª.
Edición CONACULTA-INAH, Miguel Ángel Porrua, Librero-editor. México.
Velázquez Castro, Adrián, 1999. La Tipología de los objetos de concha del Templo
Mayor de Tenochtitlán. Colección Científica, Serie Historia, INAH, México.
Velázquez Castro, Adrián, 2005. Actualidades ar queológicas pasado y presente.
 Ar queología e x  perimental . La investigación de la tecnología de elaboración de los
objetos de concha a través de la arqueología experimental. Revista, Año 0,
Dic/2005-Mar/2007. No 3. pp. 3-12 Edición grupo Arqueofilos, IIA-UNAM. México,
D.F.
Velázquez Castro, Adrián, Emiliano Melgar Tísoc y Anne Marie Hocquenghem.

83 
 

2006 Análisis de las huellas de manufactura del material malacológico de


Tumbes, Perú. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos IFEA. 2006, 35
(1) 21-35.
106

La lítica pulida proveniente de Atetelco


Gonzalo Morales Hernández1
Una parte importante dentro de la investigación arqueológica, es el
procesamiento e interpretación de los datos obtenidos en excavación, incluyendo el
estudio sin excepción de todos los materiales recuperados en los contextos
arqueológicos, ya que dichos análisis nos permiten contar con una visión general
de las actividades realizadas en la vida cotidiana, al interior de los espacios
arquitectónicos detectados en la gran Ciudad de Teotihuacán.
Con lo anterior es importante mencionar que la lítica pulida es uno de los
materiales que en la mayoría de los casos, siempre dejamos al último para ser
estudiados o en su defecto nunca se llegan a analizar, y esto se debe creo yo, por
un lado a que no son indicadores cronológicos, y por otro lado cuando escuchamos
la palabra lítica pulida lo primero que se nos viene a la mente son los artefactos de
uso doméstico que están relacionados con la preparación de alimentos
(principalmente metates y manos de metates), pero también existe una gran
cantidad de artefactos vinculados con la construcción, habilitación y mantenimiento
de los conjuntos y unidades arquitectónicas, así como elementos arquitectónicos,
ornamentales, artefactos utilizados en actividades de culto, herramientas de
trabajo en los talleres artesanales, entre muchas más.
El trabajo aquí presentado es el resultado de los análisis realizados a la
lítica pulida proveniente de la parte sur del Conjunto Arquitectónico de Atetelco,
durante las temporadas de excavación de 1997 y 1998. La metodología de la
clasificación se basó primeramente en la separación de los materiales de acuerdo
a la industria (esto es, la materia prima en la que fueron elaborados), para

84 
 

posteriormente formar categorías de acuerdo a su posible función y por último ver


los diferentes tipos de artefactos al interior de las categorías.
En primer lugar mencionaré que los artefactos de lítica pulida son aquellos objetos
de piedra, elaborados con la técnica de percusión, ya sea por picoteo o corte por
percusión apoyada, cuyos golpes son efectuados con artefactos de mayor dureza a
la de la materia prima a la que se aplica, para darle una forma específica a la
pieza; el acabado final se obtiene con la técnica de desgaste, con la que se quitan
o consumen las rebabas o sobrantesde la pieza, este desgaste se puede hacer por
abrasión, pulido y/o bruñido.
1 Zona Arqueológica de Teotihuacán 107
En el análisis realizado a la lítica pulida, se encontró que los artefactos
fueron elaborados principalmente sobre dos materias primas, la primera
corresponde a Basalto, que es una roca de origen volcánico formada por la
consolidación de lavas, no presenta cuarzo en su composición y su color varía del
negro al pardo. En la zona del Valle de Teotihuacán se encuentran dos tipos de
basalto, el de hornblenda que se localiza en las cercanías del Cerro Malinalco y el
de olivino que se puede extraer del Cerro Gordo, ubicado al norte de la Ciudad
Antigua de Teotihuacán (Báez,2002).
La segunda materia prima corresponde al Tezontle, que es una roca ígnea
extrusiva y que en términos geológicos sería la escoria del basalto, los colores en
los que la podemos encontrar van del gris y negro al rojo. Algunos yacimientos de
tezontle se encuentran principalmente en el Cerro Gordo. Hasta el momento en
Teotihuacán no se han detectado los talleres de manufactura de los instrumentos,
aunque se sabe que la primera etapa de elaboración se realizaba en los
yacimientos o canteras, en donde se escogía la materia prima de la mejor calidad
para posteriormente darle una preforma y así trasladarla a los talleres, en donde se
les daba el acabado final. El proceso anteriormente citado minimizaba el esfuerzo
físico y el tiempo de transporte de la cantera al taller.
En el estudio de la lítica pulida encontrada en el Conjunto Arquitectónico de
Atetelco se obtuvo un total de 386 instrumentos, que fueron divididos para su
descripción y análisis en grupos que permitieron identificar las diferentes
actividades para las que fueron elaborados, como se presenta a continuación.
Instrumentos de Molienda

85 
 

Metates: Son utilizados para la transformación de diversas materias primas,


ya sea para la preparación de alimentos, así como para moler pigmentos o arcillas,
como lo mencionan Castañeda (1976); Nelken (1968), entre otros, los metates
son la parte pasiva en la actividad de moler, y generalmente están elaborados en
basalto gris (Acosta 1997).
En el estudio se analizó un total de 24 instrumentos, de los cuales 2 son
metates abiertos con soportes y área activa plana, 6 metates abiertos con
soportes y área activa 108  cóncava, 3 metates abiertos ápodos con área activa
plana y 12 metates abiertos apodos con área activa cóncava. El 60% de la muestra
de los metates fueron encontrados, en asociación con materiales cerámicos de las
fases teotihuacanas y el 40% en capas con presencia de materiales
posteotihuacanos, la mayoría de los metates fueron encontrados sobre rellenos o
derrumbes y solo 2 sobre pisos teotihuacanos.
Por otro lado, solamente se encontró un metate con su respectiva mano,
como parte de una ofrenda asociada al entierro 16E dentro de la fosa 1A,
correspondiente a la fase Tlamimilolpa, a continuación se hace la descripción del
instrumento. (Figura 1)
Figura 1
Objetos 105 y 106, Aposento Norte del Patio 8, Fosa 1, Asociado a entierro 16E. Instrumento de piedra en
forma de metate abierto con tres soportes cilíndricos, base cóncava, superficie de molienda convexa y
esquinas redondeadas, la mano es corta cilíndrica y extremos rectos, ambos manufacturados en basalto gris.
(Fotografía Miguel Morales)
Manos de Metate: Es el elemento activo en la acción de la molienda, y es utilizado
en conjunto con un metate adecuado para sus características físicas (Báez
2002:51). Dentro del estudio se analizaron un total de 60 instrumentos de los
cuales 33 corresponden a manos de metate prismáticas, 14 son manos de metate
biprismática y 13 manos de metate cilíndricas. El 57% de la muestra de las manos
de metates fueron encontrados, en asociación con materiales cerámicos de las
fases Teotihuacanas y el 43% en capas con presencia de materiales
Posteotihuacanos, la mayoría de las manos fueron encontrados sobre rellenos o
derrumbes, y solo 4 fueron encontradas en asociación con espacios relacionados
con la preparación de alimentos y el desecho. (Figura 2) 109
Fig.2
Elemento 18, Objeto 4. Instrumento de piedra en forma de mano de metate larga de planta rectangular, con
lados redondeados, de sección transversal cuadrangular, con vértices redondeados, y está elaborada en

86 
 

basalto gris, esta mano presenta en uno de sus extremos huellas de haber sido reutilizada como percutor.
(Fotografía Miguel Morales)
Morteros: son utensilios utilizados principalmente en actividades domésticas, no
obstante también sirvieron para moler pigmentos, arcillas, entre otros, dentro de
los talleres artesanales, o inclusive con fines rituales. Los morteros presentan una
superficie profunda y por lo general de forma cóncava, éstos al igual que los
metates son la parte pasiva en la acción de moler por lo que era necesaria una
parte activa, la cual correspondería a la mano de mortero o mejor conocidos como
tejolote.
En nuestro análisis identificamos 9 utensilios, de los cuales 1 corresponde
al tipo de mortero cuadrado sin soportes, 4 del tipo circulares sin soportes, 1
circular con base anular y 3 del tipo cuadrado con soportes, estos últimos
presentan una característica muy peculiar, ya que en la pared externa tienen
esculpida la representación de un tablero teotihuacano.
Este tipo de morteros también se han localizado en el Barrio de La Ventilla
durante la temporada 2004, aunque tampoco se sabe la función específica ya que
al igual que los de Atetelco, proceden de rellenos constructivos. (Figuras 3 y 4)
Figura 3 Izquierda. Proviene del Conjunto Arquitectónico de Atetelco y Figura 4 Derecha, procede del Barrio La
Ventilla. Morteros cerrados y cuadrados, con soportes circulares con la representación en la parte externa de
un tablero teotihuacano, elaborados en basalto gris. 110
Del total los morteros el 55% de la muestra corresponden a fases
teotihuacanas y el 45% restante corresponden a fases posteotihuacanas. La
materia prima en la que fueron elaborados estos utensilios, corresponde a basalto
de color gris.
Manos de Mortero o Tejolotes: Estos instrumentos son la parte activa en la acción
de moler y por lo general son de forma circular, el área activa es redondeada y
adaptada a la superficie cóncava del mortero, principalmente las muestras
analizadas corresponden a manos de metates reutilizadas, ya que con esto se
ahorran tiempo y esfuerzo en la fabricación de las manos de mortero. La materia
prima en la que fueron elaboradas estas manos corresponde a basalto gris.
De un total de 12 utensilios analizados se obtuvo la muestra siguiente: 4
manos con espiga cónica, 2 con espiga cilíndrica, 3 con espiga prismática y por
último 3 manos prismáticas sin espiga. Del total el 58% se encontraron en rellenos
con materiales de fases posteotihuacanas y el 42% relacionado a fases
teotihuacanas. (Figuras 5 y 6)

87 
 

Figura 5. Izquierda, Elemento 15 objeto 7, utensilio lítico en forma de tejolote, de planta circular plana, con
agarradera cilíndrica. Figura 6. Derecha, mano de metate reutilizada y adaptada como tejolote. Ambos
utensilios están elaborados en tezontle de color gris. (Fotografías Miguel Morales)
Instrumentos de Albañilería
Estos instrumentos son utilizados en la construcción y para realizar los
acabados de espacios arquitectónicos, por lo que existe una gran variedad de
instrumentos como son plomadas, percutores, alisadores, cinceles, etc., pero los
más representativos en la mayoría de las excavaciones son los pulidores con un
mayor porcentaje ante los demás.
Pulidores: Son instrumentos utilizados para darle el acabado final a cualquier tipo
de arquitectura, esto es, sirven para recubrir, pulir y alisar los paramentos de
muros, pisos y plafones. La materia prima más utilizada para la elaboración de los
pulidores es el tezontle 111 principalmente, éste tiene dos colores característicos el
negro y el rojo, aunque hasta el momento no se sabe de la preferencia por el color,
creo que era irrelevante para ellos, el tezontle como ya lo había mencionado es una
roca ígnea extrusiva, por lo que la superficie o el área activa de los pulidores es
muy porosa, entonces es muy común encontrar pulidores con restos de estuco o
pigmentos adheridos a la superficie. (Figuras 7 y 8)
En el análisis se detectó que los pulidores tienen el mayor número en
presencia ya que se estudiaron 237 instrumentos, esto es el 61% del total de la
lítica pulida, por lo que para su estudio se tomaron en cuenta las diferentes
características morfológicas de cada uno, para realizar una clasificación y poder
formar grupos de acuerdo a su base, altura, presencia o ausencia de mangos o
agarraderas, entre otros. En cuanto a la materia prima de la muestra solo dos
grupos de 22 fueron elaborados en basalto.
Figura 7 Izquierda, Elemento 15 objeto 12, Instrumento lítico en forma de pulidor con mango, de base plana,
de planta rectangular elaborado en basalto gris, conserva restos de estuco en la superficie. Figura 8 Derecha,
Instrumento lítico en forma de pulidor con mango, de planta rectangular elaborado en tezontle negro.
(Fotografías Miguel Morales)
E lementos Ar quitectónicos: Esta familia está representada por el 3.61% de la lítica
pulida, esto es 16 piezas que, por sus características, se deduce que estuvieron
integradas directamente a la arquitectura.
Cortineros: Estos objetos se localizaron en las capas de relleno, pero originalmente
se encontraban empotrados parcial o totalmente en los muros que definen los
accesos; los cortineros presentan una perforación bicónica en donde posiblemente

88 
 

era insertado un cilindro de madera que podría servir para restringir el paso al
interior de los cuartos. 112
Figura 9, Izquierda, Elemento 15 objeto 9, Elemento arquitectónico en forma de cortinero, con una perforación
bicónica en un extremo,elaborado en tezontle negro. Figura10 arriba derecha, Elemento 15 objeto 13,
Elemento arquitectónico en forma de cortinero, con una perforación en la parte distal, elaborado en tezontle
negro. (Fotografías Miguel Morales)
 Almenas: Solo se encontraron 6 fragmentos, de éstos, 3 tienen en relieve la
representación de chalchihuites dentro de un recuadro, 3 poseen ganchos
entrelazados y uno más la representación de un espiral, todas provienen de
rellenos con cerámica teotihuacana.
Miscelánea
Este grupo esta integrado por fragmentos de artefactos de varias categorías,
de las cuales, aun no se tiene bien definida su función y por sus características
estilísticas pudieron ser utilizados en diferentes actividades de la vida cotidiana. A
continuación se mencionan solo algunos que considero son los más
representativos de la muestra de misceláneos.
Se cuenta con el 50% de un recipiente de andesita, de paredes curvo
convergentes, borde recto y decoración en alto relieve en forma de gotas sobre la
pared exterior, este recipiente probablemente es de uso ritual o ceremonial, ya que
la representación de estas gotas muchos autores la relacionan con el corazón
sangrante, así mismo se tienen representaciones muy similares en algunas
pinturas murales teotihuacanas. (Figura 11)
Fig.11
Recipiente con la representación de gotas, elaborado en andesita.
113 
Cuenco de soporte anular, se tiene únicamente el 70% de la pieza, por lo
que solamente se pueden apreciar tres acanaladuras verticales y simétricas en las
paredes del cuerpo, el cuenco esta elaborado en basalto de color gris, y
probablemente corresponde a la época del contacto. (Figura 12)
Figura 12. Cuenco con base anular, elaborado en basalto gris
Otra categoría peculiar corresponde a las esferas realizadas en tezontle
negro y rojo, esta categoría representa el 3.61% del total de la lítica pulida (14
piezas), cuya función es desconocida hasta ahora, tienen un diámetro de entre 3.5
y 7.5 cm (Figura 13).
Figura 13. Esfera de tezontle negro
Conclusiones

89 
 

El Conjunto Arquitectónico de Atetelco ha aportado una gran cantidad de


información en cuanto a la organización social interna del sitio, así como las
relaciones e interacciones con los diferentes grupos sociales que coexistieron
dentro y fuera del mismo. 114
Aquí se han identificado dos áreas habitacionales, las cuales eran ocupadas
por dos grupos sociales diferentes, ya que al espacio denominado como sección 2
representa una ampliación del conjunto de Atetelco, realizada durante la fase
Xolalpan tardío, sobre lo que en un momento fue el limite o calle sur del sitio. En
este espacio fueron encontrados alrededor de 6 fogones al interior de dos patios,
por lo que sin duda estos espacios estaban dedicados a la preparación de
alimentos y aunque el número de instrumentos de molienda (metates, manos de
metates, morteros, etc.) no es muy alto en la muestra analizada, sí corresponde en
tiempo y espacio con estos fogones, por lo que sustenta la información obtenida
en los análisis de los diferentes materiales. Dentro del estudio de la lítica pulida se
encontró una concentración muy alta de pulidores, que en la mayoría de los casos
presentaban restos de estuco de color blanco en su superficie activa, y en algunos
casos estos pulidores se encontraban asociados a elementos a los que se les
denominaron aplicadores de argamasa o calotas, estos aplicadores están
elaborados sobre fragmentos de cráneos humanos, que por sus características
morfológicas eran utilizados como contenedores o aplicadores del estuco. Tanto
los pulidores y los aplicadores se encontraron esparcidos por toda el área
excavada o lo que en su momento era la calle sur del conjunto. Es importante
mencionar que hasta el momento no se había reportado un hallazgo de estas
características dentro del conjunto de Atetelco, dada la cantidad de pulidores
encontrados (237 instrumentos), es posible que el grupo que se encontraba
habitando en la ampliación sur del conjunto principal, se estuviera dedicando al
mantenimiento de la arquitectura del conjunto de Atetelco, en donde por supuesto
habitaban personas de elite, los cuales tenían el control político, social y la mano
de obra de los individuos que daban el mantenimiento.

90
 

Bibliografía
Acosta Campos, Manuel, 1997. Informe técnico del análisis de la lítica pulida de
losfrentes 1 y 2 de La Ventilla, Teotihuacán, Mecanuscrito, archivo del Proyecto La
Ventilla,Zona Arqueológica de Teotihuacán, México
Báez Pérez, Miguel A., 2002. La lítica pulida en Teotihuacan: Análisis y 
e x  perimentaciónde un caso específico. Tesis de Licenciatura de la ENAH, México
DF 
Castañeda, Hilda, 1976. Los implementos de molienda en Teotihuacán. Tesis de
MaestríaENAH, México DF 
115 
García Cook, Ángel, 1976.  Análisis Tipológico de Artefactos, INAH, Serie de
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Mirambell, Lorena, 1967. Técnicas lapidarias prehispánicas, INAH, Colección
Científica25, México DF.
91
 

Nelken-Terner, Antoniette, 1968. Los implementos de molienda pre-hispánica.


E nsayometodológico. Tesis de Maestría, ENAH, México.
Ortega Cabrera, Verónica y David Andrade Olvera, 1999. Informe técnico del 
análisis de los materiales recuperados del Proyecto Atetelco 97 y 98 , archivo del
Proyecto Atetelco,Zona Arqueológica de Teotihuacán, México
Séjourné, Laurette, 1966.  Ar quitectura y Pintura en Teotihuacán, Editorial Siglo
XXI, México DF.
Winning, Haso Von, 1987. La iconografía de Teotihuacán, UNAM, México DF.
116

Comparación socioeconómica de las industrias de lítica tallada teotihuacana


y Mazapa en Atetelco
David Andrade Olvera1
En Atetelco existen evidencias de una larga y posiblemente continua
ocupación humana, sin embargo cada uno de los grupos con posición cronológica
diferente ahí asentados, posee características políticas, económicas y culturales
propias. En este trabajo compararemos en términos socioeconómicos dos de los
grupos humanos asentados en el área durante las fases Xolalpan Tardío-Metepec y
Mazapa-Atlatongo respectivamente. Las fases Xolalpan Tardío y Metepec que
representan el epilogo de la secuencia cronológica de Teotihuacán, se ubican entre
el 550-650 d.C. aproximadamente. Este ultimo momento marca el inicio de los
grandes cambios sociopolíticos referidos en lo presente, los cuales afectan a toda
la cuenca, manifestándose plenamente en la fase siguiente (Coyotlatelco) pero
siendo en el periodo subsecuente (Posclásico Temprano) cuando adquieren mayor
intensidad en el nivel local. La fase Tollan de la secuencia de la región de Tula al
parecer se corresponde con la fase Mazapa del Valle de Teotihuacán, aunque las

92 
 

fases Corral Terminal (Tula) y Atlatongo (Teotihuacán) también poseen tipos


cerámicos emparentados. Los materiales denominadas Mazapa líneas ondulantes
y Tolteca rojo sobre bayo (que entonces no sería un producto tolteca en términos
estrictos) son componentes claves de los niveles mazapa del Valle de
Teotihuacán, no así de la región de Tula donde aparecen mezclados con cerámicas
de las esferas Coyotlatelco y Tollan, lo cual hace pensar a Cobean que es el valle
de Teotihuacán la principal área de producción, por lo menos del tipo líneas
ondulantes (Cobean 1990).
En Tula la cerámica Mazapa aparece relacionada con tiestos Coyotlatelco,
en Teotihuacán esto no seria extraño al menos para un corto periodo que
representaría la transición Coyotlatelco- Mazapa. En la antigua área urbana de
Teotihuacán existe una notable continuidad poblacional en cuanto a las aéreas
ocupadas entre las fases Metepec-Coyotlatelco-Mazapa.
1 Zona Arqueológica de Teotihuacán

Para la primera transición (clasico-epiclasico) existe una sensible


disminución poblacional pero el área sigue siendo el mayor foco de población de la
cuenca con entre 30000 y 40 117 habitantes (Sanders, 1979, Parsons 1987).
Estos niveles demográficos harían difícil una sustitución total de la población
teotihuacana por grupos coyotlatelco, ya que esto tendría que aceptarse también
para el resto de la cuenca, donde se observa la misma ruptura en la tradición
cerámica entre el Clásico y el Epiclasico (es decir, una sustitución de cientos de
miles de habitantes). Lo mismo se puede aplicar para la segunda transición:
Coyotlatelco- Mazapa, por lo que suponemos es altamente probable la existencia
de niveles de asociación entre ambas cerámicas como ocurre en Tula.
La explicación de los cambios cerámicos entre las fases señaladas se
tendría que buscar más en el ámbito político y económico que en la ocurrencia de
grandes migraciones que ocasionaran sustituciones de población totales. La
ruptura del sistema de producción y distribución teotihuacano que bien pudo
favorecer a otras aéreas adyacentes incluidas aquellas donde tienen sus
referentes los materiales coyotlatelco, junto con movimientos de pequeños
grupos tales como elites militares, comerciales, religiosas y/o políticas, pueden
explicar no solo los cambios cerámicos sino además las continuidades

93 
 

poblacionales señaladas por Sanders para el Valle de Teotihuacán y el resto de la


Cuenca de México (Sanders, 1979).
Tras la caída de Teotihuacán los artesanos especializados que producían los
tipos cerámicos del Clásico, pudieron salir de la ciudad y dejar de producir tal y
como señala Cobean (1990), pero ya sea que hayan salido o permanecieran en la
urbe, vieron disminuido el número de consumidores y dispersados estos, además
de que fueron testigos de la ruptura del sistema de intercambio. Dichos factores
suponemos provocaron que los artesanos disminuyeran su producción sino es
que provocaron su extinción total. Al no contar con el antiguo sistema de
intercambio que permitía la existencia de especialistas, estos tuvieron que
diversificar sus actividades y ocuparse de otras labores para subsistir, lo cual
favoreció la producción cerámica de otras aéreas cuya economía en expansión bien
pudo apoderarse del mercado total de la cuenca (la oferta de cerámica
teotihuacana disminuyo, no así la demanda de bienes, la cual tuvo que ser cubierta
con otros materiales).
Dentro del valle cada uno de los grupos que analizamos (teotihuacanos y
Mazapa) se distribuyen de forma específica en el espacio: mientras que la
ocupación teotihuacana corresponde al patrón urbano con pequeñas aldeas
satelitales, el poblamiento Mazapa observa un proceso de ruralización y un
decremento poblacional, tal y como ocurre en el 118  resto de la cuenca (Sander
1979). Dentro del espacio que comprendió el área urbana del periodo clásico, el
patrón de asentamientos de ambos pueblos es también contrastante: las altas
densidades relativamente uniformes del clásico difieren ampliamente del
discontinuo patrón del Posclásico Temprano. Aquí la población se distribuyo de
forma dispersa o por lo menos con más bajas densidades aunque se observan
diferentes nucleaciones, que de cualquier forma no alcanzan los niveles de
concentración del periodo clásico. Mediante las excavaciones realizadas en
Atetelco durante la temporada 1997 se libero la denominada sección sur, la cual
es un espacio claramente separado, bien definido y con un solo acceso que lo
comunica con el resto del conjunto y por ende con el exterior; por ello y por la
concentración de fogones en dos patios de esta sección (que nos hablan de la
realización de actividades bien definidas en esta parte y claramente diferenciadas
de las realizadas en el resto del conjunto); por su atípica distribución de espacios,
las bajas calidades de sus materiales y de los acabados constructivos y por la nula

94 
 

cantidad de ofrendas mortuorias de los entierros de esta sección (lo cual contrasta
con el resto del conjunto donde se detectaron entierros con más de 50 objetos),
podemos percatarnos de una clara diferencia en el acceso a los recursos entre los
ocupantes de la sección sur y el resto de Atetelco. Esto es indicativo de una
marcada diferenciación social para la sociedad del clásico la cual se manifiesta
incluso al interior de un mismo conjunto arquitectónico.
En términos numéricos, las ofrendas asociadas a los entierros Mazapa son
más homogéneas entre sí en comparación con las teotihuacanas del clásico,
aunque no son enteramente iguales. Esto puede estar relacionado con una
diferenciación social latente pero atenuada, es decir, menos marcada que en el
clásico. En la sociedad Mazapa el acceso a los recursos inherente a los estratos
superiores no se alejaba mucho de la media propia de los niveles inferiores y
esto fue así no por una tendencia intrínseca del grupo a la igualdad social, sino por
el desarrollo socio económico del grupo. La sociedad Mazapa tiene un menor
control de flujos energéticos que el Teotihuacán del Clásico (que se traduce en un
desarrollo económico más pobre). Esto provoca que haya menos productos y poder
acumulable por los niveles superiores y que la ostentación de esta diferencia social
sea menor a la del Clásico.
En los materiales recuperados en Atetelco se observa un mayor número de
objetos de origen foráneo en la muestra del periodo Clásico en comparación con la
muestra del 119 periodo Mazapa. Estos materiales se refieren tanto a la cerámica
como a la concha marina, piedra verde y pigmentos aloctonos. Tal diferencia,
manifiesta en la disminución tanto del número como en la variedad de objetos se
relaciona con los cambios en las redes comerciales ocurridos tras la caída de
Teotihuacán, mientras que en el Clásico esta región se encontraba en el centro de
las redes extraregionales, durante la fase Mazapa quedo ubicada en un sitio
marginal como mercado más bien secundario. Esto se tradujo en un menor
potencial económico debido a que el valle represento un mercado menos atractivo,
no solo por el menor número de consumidores resultantes del decremento
demográfico, sino además por su dispersión (ruralización) y por no controlar ya con
los suficientes bienes de consumo atractivos para otras aéreas (como la cerámica
Naranja Delgado y posiblemente la obsidiana verde).
La inestabilidad política de la fase previa, es decir la fase Coyotlatelco
(Parsons, 1987) junto con la desarticulación de la organización comercial

95 
 

teotihuacana que permitía el comercio a larga distancia, fueron otros factores que
contribuyeron a sumir al valle en una recesión económica, de la cual ya no se
recuperaría o al menos no en las dimensiones alcanzadas previamente. Para el
Posclásico Tardío, periodo de relativa estabilidad en la región, existió un mercado
en Teotihuacán, pero este debió ser de tercer nivel, ya que fue de menor
importancia incluso que los mercados de Acolman y Otumba. Este ultimo
asentamiento ubicado en el límite Noroeste del Valle de Teotihuacán, fue el que
controlo el comercio a larga distancia en la región para la ultima parte del periodo
prehispánico, ya que de acuerdo con las fuentes históricas, hubo grupos de
mercaderes de este sitio a quienes se les permitía comerciar en los confines del
dominio azteca, aunque al parecer no más allá de sus fronteras (Hassig, 1990).
La recesión económica referida además del decremento en las
importaciones también se manifestó en las calidades de la producción local de
bienes manufacturados. La cerámica de la fase mazapa se caracteriza por una
técnica de manufactura mas descuidada y una menor variedad de formas,
acabados y decoraciones en comparación con las cerámicas netamente
teotihuacanas. Dicha homogeneidad o estandarización se puede relacionar con la
disminución en el numero de talleres, ya que al haber menos especialistas existe
probabilísticamente una menor tendencia a la variabilidad cultural. Al contraerse y
dispersarse el mercado (menos consumidores en un territorio más amplio) el grupo
social 120 como tal puede sostener a solo un pequeño número de especialistas, ya
que la producción cerámica y el intercambio de esta se contraen proporcionalmente
con el número de consumidores potenciales (no tiene sentido mantener una gran
producción que no entre en circulación y que no pueda proveer de los bienes de
consumo necesarios a un numeroso grupo de especialista de tiempo completo). La
industria lítica de ambos periodos también nos indica diferencias económicas.
Una buena parte de los fragmentos líticos recuperados durante el proyecto
Atetelco 1997 proceden de la denominada sección Sur, donde el 99 % de los
objetos recuperados sobre piso son herramientas de corte. El 93 % del total de la
muestra (que incluye materiales sobre piso y procedentes de rellenos y basureros)
son también de corte. Los objetos detectados sobre piso (o mejor dicho apisonado)
fueron utilizados por los ocupantes de la sección sur, cuyo estatus suponemos
inferior en relación a los habitantes del resto del conjunto. Por alguna razón esta
sección fue abandonada, no así otras aéreas de Atetelco, ya que sobre el patio de

96 
 

los tlecuiles y algunos de los aposentos asociados se detectaron basureros de la


fase Metepec, que nos indican que algunas aéreas del conjunto siguieron siendo
ocupadas, siendo precisamente estos ocupantes quienes desalojaron su basura en
la sección sur. Esta sección no posee un acceso independiente con el exterior, por
lo que sería difícil sostener que los habitantes de los conjuntos vecinos fueron los
responsables de los basureros y seria aun mas difícil sostenerlo si tomamos en
cuenta los altos y gruesos muros que delimitan a todos los conjuntos
teotihuacanos separándolos de las calles.
De ser corroborada esta hipótesis podríamos argumentar que el uso de
objetos de lítica tallada en la sección sur fue especializado al existir herramientas
de corte desgaste en un 99 %. Tomando en cuenta también los niveles superiores,
esta proporción se reduce al 93 %, seguramente como resultado del desalojo de
basura del interior del conjunto, donde suponemos también se desarrollaron otro
tipo de actividades. De cualquier forma, las actividades indicadas por la lítica para
el Clásico muestran una clara tendencia al predominio de las acciones
relacionadas con el corte, aunque con una pequeña diferencia entre la sección sur
y el resto del conjunto. En la muestra del Posclásico Temprano existe una mayor
diversificación en la función de los objetos; siguen predominando las herramientas
de corte (42 %) pero se incrementa la proporción de instrumentos de desgaste (18
%), corte desgaste (3 %), corte punción (2 %) y desechos de talla (35 %). Esto
puede 121 relacionarse con una mayor especialización durante el Clásico y una
mayor diversificación de las actividades para el Posclásico. En un mismo espacio,
los habitantes del clásico realizaban un número menor de actividades usando
herramientas de obsidiana, es decir, sus actividades se enfocaban en un corto
espectro, aunque con diferencias claras entre los dos grupos de ocupantes, por su
parte, para el Posclásico Temprano se nota una menor especialización, ya que los
habitantes realizan un mayor número de actividades diferenciadas.
Además de los objetos de obsidiana se detectaron herramientas de basalto
relacionadas con el trabajo de las fibras de maguey, inexistentes para el periodo
teotihuacano (dentro del área urbana) y fácilmente relacionables con la ocupación
Mazapa, debido a su asociación con entierros y ofrendas diagnosticas de esta
fase. Tales piezas, junto con la obsidiana, nos hablan de una mayor diversificación
de las actividades durante el Posclásico, es decir, una menor especialización.

97 
 

En los niveles superiores de Atetelco se detecto una, llamémosle así,


industria lítica poco especializada basada en el trabajo sobre cantos rodados de
obsidiana gris, la cual podemos ubicar cronológicamente en la fase Mazapa, ya que
en diversos salvamentos realizados en la periferia de la zona monumental, este
tipo de objetos se presenta en asociación con cerámica Mazapa. No contamos con
herramientas realizadas a partir de un canto rodado dentro de los contextos
sellados del Clásico, tampoco contamos con asociaciones exclusivas de este tipo
de industrias con cerámicas coyotlatelco y aztecas. Lógicamente en la fase Mazapa
también se emplearon herramientas que denotan una mayor especialización
artesanal, sin embargo el consumo de lítica tallada fue complementado con
instrumentos de producción no especializada, o digámoslo así mas domestica en
oposición a la producción de los grandes talleres del Clásico. Por los problemas
relacionados con la dificultad de ubicar de forma precisa en una fase determinada
la mayor parte de las herramientas líticas de producción especializada, no
podemos aportar datos sobre la proporción en que esta industria sobre cantos
contribuyo a satisfacer la demanda de la fase Mazapa.
Los cantos rodados de obsidiana gris ocurren a lo largo de todo el cauce del rio
San Juan, ya que el curso norte de este arroyo intermitente nace en el área de los
afloramientos de obsidiana gris de Otumba. Por lo tanto, el acceso a este tipo de
materia prima fue fácil a 122 lo largo de todo el Valle de Teotihuacán (figura 1). Esta
amplia distribución de la materia prima junto con la detección de herramientas de
cantos y núcleos-canto en diversas locaciones del valle son diagnósticos de un
acceso no restringido y por consecuencia, de su recolección por parte de diversos
grupos y/o individuos. El aprovisionamiento de materia prima debió realizarse por
los mismos grupos de producción-consumo, es decir, fueron estos quienes además
de hacer las herramientas, recolectaron los cantos rodados en o sobre el rio San
Juan.
Figura 1. Yacimiento de cantos rodados en el rio San Juan
Esta industria lítica del periodo Mazapa comprende dos tipos de
herramientas: aquellas procedentes de cantos-núcleo y las que fueron fabricadas
directamente sobre dichos cantos. En el primer caso, tras la recolección de los
nódulos con tamaño adecuado, se iniciaba la extracción de lascas sin que mediara
una etapa de preparación de la plataforma, ya que las superficies con corteza del
exterior del canto sirvieron con eficacia como puntos de percusión. Frecuentemente

98 
 

se desprendían algunas secciones del nódulo a manera de descortexamiento antes


de extraer las lascas que serian empleadas como herramientas. Inferimos este
paso, ya que no detectamos lascas con huellas de uso que presentaran el 90 o
100 % de su cara dorsal con la corteza típica dejada por el rodamiento. Sin
embargo, no podemos afirmar tajantemente que el descortezamiento referido fuera
un 123  paso necesario, ya que la ausencia de este tipo de lascas puede estar
relacionada con el reducido número de la muestra más que con su total
inexistencia.
Tras el sugerido descortezamiento se iniciaba la extracción de las lascas
que serian usadas con el filo vivo como herramientas de corte. Estos productos
en su mayoría correspondían a las proporciones de lascas, ya que en solo pocos
casos se detectaron productos laminares (con una longitud mayor a dos veces el
ancho máximo). En algunos casos, las lascas extraídas fueron retocadas
comúnmente en el extremo distal, para funcionar como herramientas de corte o
bien de desgaste (figuras 2, 3 y 4).
Figura 2. Lasca con retoque extraída de un canto rodado
En el segundo caso, es decir en el de las herramientas sobre cantos, tras la
recolección de la materia prima se iniciaba el descortezamiento a partir de una
plataforma natural, conformada por la superficie de rodamiento, tras esta fase se
continuaba con la extracción de lascas secundarias para la formación de
herramientas, siendo estas raspadores y perforadores (figuras 5 y 6). Las
herramientas de este tipo no proceden de núcleos sino de cantos rodados los
cuales son modificados para cumplir con las funciones requeridas (desgaste).
Como se puede observar, este tipo de herramientas requieren de un mínimo de
trabajo para su confección, así como de un mínimo de técnica especializada. Por la
distribución y asociaciones de este tipo de herramientas suponemos que fueron los
diversos grupos domésticos quienes las fabricaron para cumplir con sus
necesidades inmediatas debido al retroceso económico general del grupo Mazapa.
01
5 cm
124
Figura 3. Proceso de producción de herramientas a partir de núcleos-canto:
1 Nódulo, 2 Lascas de descortezamiento, 3 Núcleo, 4 Lasca con retoque, 5 Lasca usada con el filo vivo.
125 
Figura 4. Núcleo a partir de un canto rodado
Figura 5. Herramienta a partir de un canto rodado (raspador)
0

99 
 

1
5
126
Figura 6. Proceso de producción de herramientas-canto: 1 canto rodado, 2 lascas secundarias, 3 herramienta-
canto (raspador).
127
Conclusiones
Tras la caída de Teotihuacán ocurren grandes cambios políticos y
económicos en el valle, que bien pueden incluir la llegada de nuevos grupos, sin
embargo esto dista mucho de una sustitución total de la población. La nueva
sociedad, nutrida por grupos de recién llegados observa profundos cambios
económicos, relacionados con el surgimiento de nuevos centros de poder político y
económico. Este proceso iniciado desde la última parte del periodo
teotihuacano se agudiza durante la fase Mazapa y se refleja en diversos
aspectos de la sociedad.
Teotihuacán pierde poder político y económico, lo que permite el surgimiento
primero de centros competidores y luego de sitios que al crecer dominan
económica y políticamente la región. Las bases productoras (sobre todo
artesanos), al romperse la estructura económica a la cual están perfectamente
adaptados y al dispersarse el mercado, observan un gradual retroceso.
Al disminuir la población y romperse el sistema de mercado, la sociedad
controla menos flujos de energía que impiden la acumulación de bienes a gran
escala y por ende impiden una clara manifestación de las diferencias sociales.
Para la fase Mazapa, aparte de una estratificación menos marcada (en lo referente
a la ostentación de objetos de estatus) podemos hablar de una disminución en los
niveles de poder (entendidos estos en términos de Adams como pares de
relaciones dominador-dominado), ya que disminuyen las fuentes de este y los
nichos administrativos.
La producción se vuelve menos especializada al contraerse el mercado y al
romperse las vías de circulación extra regionales controladas por Teotihuacán.
Existe un menor acceso a los recursos aloctonos por la contracción económica
interna. Esta contracción incentiva una producción domestica de artefactos líticos,
que si bien puede no ser la dominante, si complementa la demanda interna y sirve
para reflejar la situación económica imperante.
Durante la fase Mazapa Teotihuacán sigue estando poblada y es un sitio de
cierta importancia en el valle, aunque dista mucho de ser el gran centro económico

100
 

y político del periodo clásico. Para este momento solo es un asentamiento de


segundo o tercer orden, ya que el centro político se ubica en otras aéreas. Si
tomamos en cuenta las fuentes históricas que refieren una alianza política entre
Tula, Otumba y Cluecan para este periodo 128  (Chimalpain, 1991) entenderemos
que Teotihuacán deja de ser un sitio de primer orden incluso dentro del valle. Dicha
situación al parecer predomina durante el posclásico tardío ya que su importancia
política y económica (aunque tal vez no religiosa) se ve opacada por Otumba y
Acolman.

Bibliografía
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de Cultura Económica, México.
2004 E l octavo día: la evolución social como autoorganización de la energía. UAM,
México.
Cobean, Robert H. 1990. La cerámica de Tula Hidalgo. Colección científica 215,
INAH, México.
Chimalpain, Domingo Francisco de San Antón Munon, 1991 Memorial breve acerca
de la fundación de la ciudad de Cluecan. UNAM, México.
Hassig, Ross, 1990. Comercio, tributo y transporte. La economía política en el 
Valle de Mé x ico en el siglo XVI. Alianza Editorial, Mexico.

101
 

Millon, Rene; Bruce Drewitt y George Cowgill, 1973 Urbanization at Teotihuacan


Me x ico. The Teotihuacan Map. Part 1 y 2, University of Texas Press, Austin.
Parsons, Jeffrey R., 1987 El área central de Teotihuacán en: E l auge y la caída
del Clásico en el Mé x ico Central . Joseph B. Mountjoy y Donald L. Brockington eds.
UNAM, México pp.: 37-75.
1989 Arqueología regional en la Cuenca de México: una estrategia para la
investigación futura en:  Anales de antropología Vol. XXVI, UNAM, Mexico pp: 157-
257.
Sanders, William, 1970   A Teotihuacan Valley Proyect, Final Report  . Ocasional
Papers in antropology, The Pennsylvania State University, Pennsylvania.
Sanders, William, J. Parsons y R. Santley, 1979 The Basin of Mé x ico: E cológical 
 processes in the evolution of a civilization. Studies in archeology, Academic Press
New York.
129

La cerámica del Epiclásico y Posclásico temprano de Atetelco


Claudia María López Perez1
Introducción
Teotihuacán es considerada una de las ciudades más importantes del
México prehispánico, es el primer fenómeno urbano a gran escala y ningún otro
centro de ese tiempo alcanzo su densidad ni su grado de planificación. Fue un
centro que controlaba estratégicamente una vasta región, con el objetivo de
proveerse de materias primas para la subsistencia diaria dentro de la gran urbe;
esto implicaba un lugar en el cual se podían encontrar grupos provenientes de
diferentes regiones que llegaron a la ciudad ya sea por intereses económicos o
simplemente atraídos por la grandeza y colorido de sus edificios y de la ciudad
misma. Sin embargo todo este esplendor que llego a tener la ciudad se vio
fragmentado por diferentes causas, provocando una desestabilización no solo en la
ciudad misma, sino también en aquellos sitios que tenían algún tipo de relación
102 
 

directa con Teotihuacán. Aun después del colapso de la gran urbe, grupos
culturales continuaron viviendo en el lugar, reocupando espacios que se
encontraban en estado de abandono total y reutilizando materiales para la
construcción de sus viviendas. Evidencia de esta actividad realizada por diferentes
grupos culturales se ve reflejada en las diferentes exploraciones que se han
llevado a cabo en todo el sitio arqueológico.
Este patrón de reocupación de espacios y la reutilización de materiales
constructivos (aunque los mismo teotihuacanos reutilizaban material para seguir
construyendo); se ve reflejado en el valle de Teotihuacán desde la caída de la gran
urbe hacia 600-650 hasta el momento del contacto en 1521.
Teotihuacán en el Epiclásico ± Posclásico Temprano
Hacia finales de la fase Xolalpan (450 - 500 d.C.) todo aquel esplendor que había
alcanzado la ciudad comienza a decaer, la lucha de poder se va incrementando, los
templos y las esculturas son destruidos sistemáticamente por la población local
(Rattray 2001, retomado de Millon 1978), provocando esta inestabilidad un gran
desplazamiento poblacional, siendo los grupos dominantes (sacerdotes, artesanos
calificados) los primeros que comienzan elbabandono paulatino de la gran urbe
(Rattray 2001).
1 Zona Arqueológica de Teotihuacán
130
Período Año D.C Teotihuacán
Posclásico
1500
Azteca
1400
1300
1200
1100
Epiclasico
1000
Mazapa
900
800
Coyotlatelco 700
600
Clásico
500 Metepec
400 Xolalpan
300
Tlamimilolpa 200

103 
 

100
Figura 1. Tabla Cronológica aplicada a Atetelco en este trabajo (Basada en Rattray 2001)
A pesar del florecimiento que tuvo Teotihuacán hacia el 600-650 d.C., la ciudad se
encontraba ya en un estado de semiabandono, quedando solo evidencia de un
nuevo grupo cultural, que en cierto modo estuvo presente durante la caída de este
gran centro y al que se le atribuye un papel importante durante el colapso de la
antigua urbe.
A este periodo de desestabilización se le conoce como el Epiclasico, el cual:
se identifica como un periodo de cambios demográficos, de transformaciones en
los estilos de vida, en las estrategias de aprovechamiento de recursos, en el
patrón de asentamiento, en la conformación de esferas socio-políticas como
surgimiento de nuevos centros multiétnicos 131 de poder, de movimientos
poblacionales, de inestabilidad social y de reestructuración de las redes de
intercambio (Manzanilla 2005).
Durante el Epiclasico la ciudad antigua de Teotihuacán nunca estuvo en total
abandono, ya que ciertos grupos minoritarios continuaron viviendo en el lugar,
reocupando espacios ya sea para vivir en el lugar o simplemente para realizar
actividades rituales sobre las ruinas de la antigua urbe. La extensión del
asentamiento calcula en 4.75 km², con una población de entre diez y veinte mil
habitantes (Rattray 2006).
Durante este lapso de tiempo tanto en el Valle de Teotihuacán como en la
Cuenca de México, comienza a prevalecer un nuevo complejo cerámico llamado
Coyotlatelco, que indica un estilo de vida diferente. La fecha más temprana para
esta cerámica en Teotihuacán es el ano 646 d.C. (hidratación de obsidiana)
(Manzanilla 1996; López 2003), ubicada en uno de los Túneles que excavo
Manzanilla en su proyecto de 1996.
Actualmente se han identificado a través de diferentes investigaciones
llevadas a cabo en la Antigua Ciudad varios lugares con evidencia tanto
arquitectónica como de grandes concentraciones de materiales y algunos entierros
que corresponden al Epiclasico.
Los materiales reflejan parte del estilo de vida de esta población, la cual
muestra un patrón generalizado de reutilización de espacios y materiales para la
construcción de nuevas aéreas habitables.

104 
 

Las aéreas dentro de la ciudad prehispánica que presentan algún tipo de


evidencia de este grupo cultural son:
- Hacienda Metepec (Rattray 1987; 2006)
- La Ventilla A y B (Gómez Chávez 2000:23; Gómez Chávez y Cabrera Castro 2006)
- Plataforma en U de la Pirámide del Sol (Cabrera Castro 2004; Gómez Chávez y
Cabrera Castro 2006)
- Túneles al este de la Pirámide del Sol (Manzanilla, López y Freter 1996;
Manzanilla 2005)
- Este de la Pirámide de la Luna (Cabrera Castro y Carballo 2002).
Hacia finales del Epiclasico (aproximadamente hacia el 750-800 d.C. (Manzanilla et 
al  1996; López 2003), comienza a predominar en el valle de Teotihuacán otro
estilo cerámico, compuesto principalmente de cajetes curvos convergentes,
platones, platos de paredes 132 levantadas, cajetes de silueta compuesta y vasos,
cajetes trípodes, ollas de bordes evertidos.
Gran parte de ellos presentan decoración al interior en color rojo y un diseño
peculiar que consiste en líneas ondulantes, en su mayoría, además de círculos
rojos, líneas etc. El origen de esta cerámica es incierto, pero es indispensable
mencionar que como parte del complejo cerámico se ubica un tipo de olla,
caracterizada por su decoración y por tener una larga tradición tanto en el Bajío
como más hacia el norte, se llama Blanco Levantado. Se tenía la noción
equivocada de que el grupo cerámico Mazapa pertenecía al complejo cerámico
Tolteca; sin embargo investigaciones recientes (Cobean 1990; Manzanilla 1996,
2005; Sterpone 2005), han revelado que se trata de un grupo cultural proveniente
del Bajío y posiblemente sean los predecesores de Tula (López 2003; López y
Nicolás 2005). Manzanilla (1996 y 2005) es sus investigaciones realizadas dentro
de los túneles que se ubican al este de la Pirámide del Sol, reporta la presencia de
tipos como el Blanco Levantado, asociado al Mazapa líneas ondulantes con una
fecha de 770 d.C. (radiocarbono, Cueva de Pirul) (López y Nicolás 2005). Lo
anterior indica la presencia de este grupo cultural mucho antes de Tula, pero ya
con un complejo cerámico integrado con tipos y formas representativas (López
2003).
La diferencia principal entre ambos complejos cerámicos (Mazapa y Tolteca)
sería la ausencia total de tipos que están presentes durante el auge de Tula, como
el Plumbate, el Naranja Brochazos y el Alicia Calado. A diferencia de la ocupación

105 
 

Coyotlatelco, la ocupación Mazapa en la Antigua Ciudad de Teotihuacán cuenta con


registros mínimos, debido principalmente a lo superficial de sus vestigios, lo que
los expuso a la destrucción. Sin embargo se tienen identificadas cuatro aéreas
importantes, donde se han localizado vestigios de esta fase principalmente
entierros con sus respectivas ofrendas aunque la presencia de arquitectura no
es representativa.
Dichos sitios son:
- Atetelco (Armillas 1950; Cabrera Castro y Gómez Chávez 1998)
- Calle La Paz, San Martin de las Pirámides (Flores, José Alfredo 2000)
- Túneles al este de la Pirámide del Sol (Manzanilla, López y Freter 1996;
Manzanilla 2005)
- Las Palmas, San Francisco Mazapa (Linne 1934) 133  
Conjunto Arquitectónico de Atetelco (en la piedra junto al agua)
En el conjunto arquitectónico de Atetelco se pueden observar cinco
secciones integradas por patios o plazas centrales, delimitadas por aposentos
porticados. Carlos Margain explora las dos primeras secciones, conocidas como
Patio Blanco y Patio Pintado (Giral Sancho 2003), con su sistema de drenaje típico
de la arquitectura teotihuacana. Pedro Armillas menciona que Atetelco tuvo
evidentemente una ocupación teotihuacana, posteriormente menciona la presencia
en abundancia de material Coyotlatelco y por último la ocupación Mazapa,
evidenciada esta ultima por la presencia de cuatro entierros con sus respectivas
ofrendas (Rojas 1991: 213).
Ocupación Coyotlatelco en Atetelco
El complejo cerámico Coyotlatelco se caracteriza por su decoración rojo
sobre café claro, café oscuro y naranja, negativos, sellados e incisos; además de
una serie de ollas, ánforas, cajetes de silueta compuesta, trípodes curvo
divergentes y hemisféricos, cazuelas, comales, sahumadores tetrápodos e
incensarios.
Las exploraciones de Pedro Armillas en 1944 pusieron al descubierto una
gran cantidad de material cerámico Coyotlatelco en los rellenos que cubrían el
Patio Rojo. Medio siglo después las excavaciones coordinadas por Rubén Cabrera
detectaron este material solo en las capas más superficiales, predominando las
formas de objetos relacionados con las actividades de tipo domestico (Cabrera y
Andrade 1999).

106 
 

Además se registro un entierro:


ENTIERRO 21
PRIMARIO, INDIRECTO
FOSA
CAJETE CURVO CONVERGENTE
CAJETE RECTO DIVERGENTE
INTRUYE DENTRO DEL MURO NOROESTE
QUE DEFINE EL ACCESO AL APOSENTO
SUR DEL PATIO 6
Sobre el muro Este de la calle norte-sur, se detecto una concentración de
grandes tiestos pos-teotihuacanos, asociados a fragmentos de cerámica
teotihuacana, en un relleno.
Con esta información aun no podemos hablar de una ocupación Coyotlatelco
en Atetelco, pues los materiales localizados corresponden a rellenos y no se ha
localizado ningún contexto sellado 134
Ocupación Mazapa en Atetelco
A diferencia de la ocupación Coyotlatelco, la de la fase Mazapa fue
intensiva, pues se puede apreciar mayor actividad en el lugar, mostrando evidencia
de una gran presencia, como lo demuestran los 30 entierros localizados en el lugar
en las diversas exploraciones que se han realizado. Pedro Armillas en sus
exploraciones de 1944 detecto cuatro entierros de adultos; tres de ellos contenían
ofrendas, el cuarto no presenta ningún tipo de ofrenda (Armillas en Rojas 1991:
212). Por otro lado, las exploraciones de Cabrera (1997-1998) lograron registrar un
total 24 entierros para esta ocupación, la mayoría presentaba ofrenda, y sobre todo
estaban concentrados en la parte sureste del conjunto:
ENTIERRO 14
ADULTO, INDIVIDUAL PRIMARIO INDIRECTO
CAJETE CURVO CONVERGENTE TRIPODE
CAJETE CURVO CONVERGENTE TRIPODE
CAJETE CURVO CONVERGENTE MAZAPA
CISTA CONFORMADA POR UN ACOMODO DE PIEDRAS IRREGULARES UNIDAS
CON LODO, INTRUYE DESDE EL APISONADO, AL SUR DEL CONJUNTO
ENTIERRO 1
ENTIERRO 2
ADULTOS
PLATOS MAZAPA
VASIJA EN FORMA DE PERRO
PLACA DE CONCHA, PUNTA DE
PEDERAL, UNA OREJERA DE

107 
 

JADEITA, PLAQUITAS DE JADEITA


Y DE PIRITA, CUANTAS DE
CONCHA Y FRAGMENTOS DE
MICA
ENTIERRO3 
ADULTO
SIETE VASIJAS TRIPODES, ENTRE
ELLAS UN MOLCAJETE
ENTIERRO 10
INDIVIDUAL, SECUNDARIO, INDIRECTO (DOS TIBIAS. 2 PERONES Y UN
FRAGMENTO DE FEMUR)
PLATO EXTENDIDO MINIATURA
CUENTA DE PIEDRA VERDE
CALLE ESTE DEL CONJUNTO
135  
ENTIERRO 23
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
MOLCAJETE CURVO CONVERGENTE
CAJETE CURVO CONVERGENTE
MOLCAJETE CURVO CONVERGENTE
PLATO MINIATURA
OLLA MINIATURA
PENDIENTE ANTROPOMORFO DE METAL
FOSA CAVADA A PARTIR DE UN APSIONADO
ENTIERRO 24
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
CAJETE CURVO CONVERGENTE MAZAPA
CAJETE CURVO CONVERGENTE MAZAPA
MOLCAJETE
CAJETE CURVO CONVERGENTE, PATRON DE PULIMENTO
CISTA FORMADA POR ACOMODO DE PIEDRAS IRREGULARES UNIDAS CON LODO,
INTRUYE A PARTIR DEL APISONADO, AL SUR DEL CONJUNTO, AL MURO E-W QUE
LIMITA EL CONJUNTO
ENTIERRO 24
a
ADULTO, INDIVIDUAL PRIMARIO INDIRECTO
AL SUR DEL ENTIERRO 24, EN OTRA FOSA
CISTA FORMADA POR PIEDRAS IRREGULARES UNIDAS CON LODO, INTRUYE A
PARITR DEL APSIONADO, AL SUR DEL CONJUNTO
ENTIERRO 14
a
ADULTO, INDIVIDUAL PRIMARIO, INDIRECTO
CAJETE CURVO CONVERGENTE

108 
 

FOSA CAVADA A PARTIR DE UN APSIONADO, AL SUR DEL CONJUNTO


ENTIERRO 20
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
RECIPIENTE CERAMICO
CAJETE MAZAPA
FOSA CAVADA A PARTIR DE UN APISONADO, ASOCIADO AL MURO QUE LIMITA
LA CALLE POR SU LADO SUR
ENTIERRO 22
ADULTO, INDIVIDUAL PRIMARIO INDIRECTO
RECIPIENTE CERMICO
CAJETE CURVO CONVERGENTE
CISTA FORMADA POR UN ACOMODO DE PIEDRAS IRREGULARES UNIDAS CON
LODO, EN LA PARTE SUR DEL CONJUNTO
136
ENTIERRO 25
INFANTE, INDIVIDUAL, PRIMARIO INIDRECTO
FOSA CAVADA A PARTIR DEL APISONADO, EN LA PARTE SUR DEL CONJUNTO,
SOBRE EL RELLENO DE LA CALLE
ENTIERRO 26
ADULTO, PRIMARIO INDIRECTO
CAJETE CURVO CONVERGENTE, MAZAPA
CAJETE TRIPODE
CAJETE CURVO CONVERGENTE, MAZAPA
CISTA CONFORMADA POR UN ACOMODO DE PIEDRAS IRREGULARES UNIDAS
CON LODO, EN LA PARTE SUR DEL CONJUNTO, INTRUYE DESDE EL APISONADO,
CALLE SUR, INTRUYE LIGERAMENTE EN EL MURO EN TALUD DEL LADO NORTE
DE LA CALLE
ENTIERRO 27
ENTIERRO 27a
ADULTO E INFANTIL, SECUNDARIO INDIRECTO
FOSA, EN LA PARTE SUR DEL CONJUNTO
ENTIERRO 28
ADULTO, INDIVIDUAL SECUNDARIO
CAJETE CURVO CONVERGENTE, MAZAPA
CAJETE TRIPODE
FUERON DEPOSITADAS SOBRE UN ACOMODO DE PIEDRAS IRREGULARES UNIDAS
CON LODO, EN LA PARTE SUR DEL CONJUNTO. ESCALON DE UN ACCESO SUR DE
LA CALLE
ENTIERRO
29
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
OBJETO CERAMICO
CAJETE CURVO CONVERGENTE, MAZAPA
FOSA, AL NORTE DEL MURO QUE LIMITA EL CONJUNTO

109 
 

ENTIERRO 30
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
MOLCAJETE TRIPODE
SE DETECTO EN UNA FOSA, LA CUAL INTRUYE EN UN MURO DE DICHO
CONJUNTO. PARTE SUR DEL CONJUNTO
137
ENTIERRO 33
ADOLESCENTE
CAJETE RECTO DIVERGENTE
CAJETE CURVO CONVERGENTE, MAZAPA
JARRA MINIATURA PULIDA
FIGURILLA ZOOMORFA CON RUEDAS
FIGURILLA ANTROOMORFA FRAGMENTADA
FOSA CAVADA A PARTIR DE UN APISOADO, PARTE SUR DEL CONJUNTO
ENTIERRO 34
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
PECTORAL DISCOIDAL DE PIRITA
CISTA CONFORMADA POR UN ACOMODO DE PIEDRAS IRREGULARES UNIDAS
CON LODO, PARTE SUR DEL CONJUNTO.
ENTIERRO 35
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO ALTERADO
CAJETE CURVO CONVERGENTE, MAZAPA
MOLCAJETE TRIPODE
PLATO MINIATURA
MOLCAJETE TRIPODE
CAJETE CURVO CONVERGENTE
CAJETE CON PATRON DE PULIMENTO
INTERIOR DE UNA FOSA, PARTE SUR DEL CONJUNTO
ENTIERRO 36
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO, INDIRECTO
CAJETE CURVO CONVERGENTE
PLATO MINIATURA
CONCHA
FUE DEPOSITADO SOBRE UN PISO TEOTIHUACANO, PERO LA FOSA INTRUYE DE
UN NIVEL SUPERIOR
ENTIERRO 37
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
CAJETE CURVO CONVERGENTE, PATRON DE PULIMENTO
CAJETE CURVO CONVERGENTE, PATRON DE PULIMENTO
MOLCAJETE TRIPODE
CAJETE CURVO CONVERGENTE, PATRON DE PULIMENTO
OLLA GLOBULAR
JARRA GLOBULAR ALISADA

110
 

CAJETE CURVO CONVERGENTE TRIPODE


HACHA DE BASALTO
LA FOSA DENTRO DE LA CUAL FUE DEPOSITADO EL ENTIERRO, CORTA UN PISO
TEOTIHUACANO, ROMPIERON UN PORTICO.
138  
ENTIERRO 38
ADULTO, INDIVIDUAL, SECUNDARIO INDIRECTO
CAJETE CURVO CONVERGENTE
ESTE ENTIERRO FUE DEPOSITADO SOBRE UN PISO TEOTIHUACANO, PERO EL
NIVEL A PARTIR DEL CUAL INTRUYE LA FOSA CORRESPONDE A LA OCUPACION
MAZAPA.
ENTIERRO 39
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO, INDIRECTO
ESTE ENTIERRO FUE DEPOSITADO SOBRE UN PISO TEOTIHUACANO, PERO EL
NIVEL A PARTIR DEL CUAL INTRUYE LA FOSA CORRESPONDE A LA OCUPACION
MAZAPA
ENTIERRO 40
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
MOLCAJETE TRIPODE
FOSA, FUE DEPOSITADO SOBRE UN PISO TEOTIHUACANO, PERO EL NIVEL DEL
CUAL INTRUYE CORESPONDE A LA OCUPACION MAZAPA
ENTIERRO 41
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
FOSA, ROMPE UN PISO TEOTIHUACANO.
ENTIERRO 42
ADULTO, INDIVIDUAL, SECUNDARIO INDIRECTO
FRAGMENTOS DE CAJETES, FOSA, PARTE SUR DEL CONJUNTO
ENTIERRO 47
ADULTO, INDIVIDUAL, PRIMARIO INDIRECTO
PLATO MAZAPA
FOSA, QUE INTRUYE DESDE ELAPISONADO, PERO AL ELABORARLA AFECTO UN
MURO. INTERIOR DEL MURO EN TALUD QUE LIMITABA AL CONJUNTO139
De los elementos arquitectónicos detectados para esta ocupación se
encuentran: - Un apisonado en el que intruyen la mayoría de los entierros y según
el análisis cerámico la presencia de material Mazapa en este nivel es más
frecuente (Ortega y Andrade1999); además de unos pequeños alineamientos de
piedra, localizados casi a nivel de la superficie (Cabrera y Gómez 1997-1998)
- En algunos casos los entierros fueron colocados en cistas o fosas elaboradas con
piedras irregulares y unidas con lodo.

111
 

Una de las características de esta ocupación es que al momento de


introducir el entierro afectaban evidencias arquitectónicas teotihuacanas,
perforando pisos de concreto teotihuacano y muros con restos de pintura mural.
Es posible que el área habitacional de esta ocupación se haya encontrado en otra
parte del conjunto, incluso fuera de él, ya que solo contamos con evidencia ritual
(entierros). Lo que sí es evidente es que Atetelco fue un lugar importante para esta
época, ya que en ninguna otra área de la ciudad Antigua de Teotihuacán se
encuentra representada una proporción alta de población Mazapa. 140141
Figura 2. Objetos asociados al Entierro 10 (Foto Miguel Morales)
Figura 3. Objetos asociados al Entierro 14 a (Foto Miguel Morales)
Figura 4. Objetos asociados al Entierro 23, sobresale una figurilla antropomorfa de cobre. (Foto Miguel Morales)
Figura 5. Objetos asociados al Entierro 24 (Foto Miguel Morales)
Figura 6. Objetos asociados al Entierro 33 (Foto Miguel Morales)
Figura 7. Objetos asociados al Entierro 35 (Foto Miguel Morales)
Figura 8. Objetos asociados al Entierro 37 (Foto Miguel Morales)
Conclusiones
Atetelco, sin duda, desde sus inicios hasta su época de esplendor fue un
lugar importante para el desarrollo de la ciudad prehispánica, la magnificencia de
sus pinturas lo demuestran, 142 sin embargo como el resto de la ciudad, su
abandono al parecer fue paulatino. Es posible que hacia la fase Metepec el
conjunto arquitectónico ya estuviera en total abandono.
Durante el inicio del Epiclasico, este conjunto no tuvo mayor trascendencia,
podemos afirmar que no tuvo una ocupación Coyotlatelco, los materiales
detectados son parte del relleno, posiblemente utilizado por la ocupación posterior.
Hacia finales del Epiclasico y Posclásico temprano, la actividad realizada al interior
del conjunto arquitectónico se incrementa, se registran en total 30 entierros, la
mayoría de ellos adultos masculinos, con sus respectivas ofrendas, que nos están
reflejando una parte de lo que sería su población. Además nos evidencian que fue
un lugar importante para este tiempo; es posible que el lugar donde habitaba este
grupo, se encontrara cerca de Atetelco, pero lo que sí es evidente es que fue un
lugar importante para la realización de ritos funerarios en este espacio. De las
evidencias arqueológicas que se tiene, para esta ocupación en toda la Ciudad
Antigua de Teotihuacán, Atetelco vendría siendo el lugar más importante de esta
época.

112 
 

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114 
 

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IIA, México 145 

115 
 

Una figurilla de aleación de cobre de la fase Mazapa encontrada en Atetelco,


Teotihuacán. Datos y propuestas
Rubén Cabrera Castro ¹
Dorothy Hosler ²
En las excavaciones arqueológicas de Atetelco, Teotihuacán, realizadas por uno
de los autores de este escrito, se encontró recientemente una pequeña figurilla de
cobre (figura 1) vaciada a la cera perdida y asociada a un entierro de filiación Mazapa
(No.23). Este hallazgo es de gran importancia, ya que ningún otro objeto de metal ha
sido excavado en esta ciudad, tanto en su época de florecimiento y abandono, como
en los subsecuentes periodos Epiclasico y Postclásico. Las fechas de la figurilla son
imprecisas. Los trabajos de Sanders (1986, 1987); Sanders y Murday (1987);
Manzanilla y Arrellin (1999); Manzanilla, López y Nicolás (en prensa) basados en
asociaciones cerámicas, fechan la ocupación Mazapa entre 800 y 900 d.C. Por su
parte López y Nicolás (2005), han argumentado para la ocupación Mazapa en el valle
de Teotihuacán una fecha de 770 d.C. A pesar de la precisión de la fecha este
espécimen es el objeto de cobre más temprano encontrado en el centro de México.
Figura 1. (a) Vistas de frente y posterior. (b) Localización de las muestras tomadas para
el análisis químico y metaligrafico
1 Zona Arqueológica de Teotihuacán, México
2 Instituto Tecnológico de Massachusetts, Cambridge. MA 02139 USA

a
b
146

116 
 

Los objetos de metal aparecen por primera vez en Mesoamérica en la región del
Occidente de México alrededor de 700 d.C. o quizá un poco antes. La tecnología fue
introducida desde la baja Centroamérica y la zona Andina Sudamericana (Hosler
1988a, 1998b, 1994, 2005; Dewan and Hosler 2008). La mayoría de los artefactos
de metal recuperados antes de 1000 d.C. aparecen en sitios a lo largo de la Costa
Pacifica o en sitios con acceso fluvial hacia asentamientos tierra adentro (figura 2)
(Hosler 1988a, 1994, García 2006). Las sociedades de la zona metalúrgica del
Occidente de México (Guerrero, Michoacán, Colima, Jalisco, Nayarit) desarrollaron una
tecnología metalúrgica compleja basada en el cobre, la cual para 1150 d.C. se
caracterizo por el uso extenso del bronce (cobre-arsénico y cobre-estaño), cobre-plata y
otras aleaciones. En Oaxaca y el Sureste Mesoamericano tecnologías metalúrgicas
locales pero relacionadas pueden ubicarse cronológicamente después de 1150 d.C.
La metalurgia Oaxaqueña se distingue predominantemente por complejos
vaciados hechos de oro y aleaciones de cobre-oro y cobre-plata (Bray 1977; Caso
1962; Hosler 1994). En el Sureste de Mesoamérica los vaciados en cobre
(particularmente cascabeles, botones, anillos y otros ornamentos pequeños)
caracterizan esta tradición tecnológica. Fuentes de mineral de cobre para objetos
oaxaqueños están presentes en ese estado (Hosler y Macfarlane 1996). Las tierras
altas de Chiapas, Guatemala y Honduras presentan depósitos de cobre que pudieron
haber servido como fuentes para el material del Área Maya suroriental.
Sin embargo, no contamos con estudios de isotopos de plomo de estos depósitos
para determinar su origen.
Figura 2. Mapa del Occidente de México, Localización de Teotihuacán y algunos de los sitios donde se han
encontrado objetos de metal 147
Además de poseer un contexto inusual, la figurilla Mazapa de Atetelco es
atípica en el repertorio metalúrgico mesoamericano, esto plantea una serie de
preguntas acerca del lugar de manufactura de la misma. Pocos ejemplos de figurillas
de metal son conocidos en Mesoamérica, y de estas, muy pocas existen que sean
estilizadas (Pendergast 1962). Esta pieza en particular presenta un vaciado de espalda
abierta, una técnica rara en Mesoamérica, pero común en la Baja Centroamérica y
Colombia. La composición química del objeto complica la cuestión, ya que nuestros
datos analíticos demuestran que es una aleación de cobre y arsénico, con el arsénico
presente en concentración de 1.86% en peso. Los ejemplos de este tipo especifico de
figuras provenientes de la Baja Centroamérica y Colombia son invariablemente hechos
en una aleación de cobre-oro, típica en estas regiones. Los objetos de aleación de
cobrearsenico son virtualmente inexistentes en esos repertorios metalúrgicos. Si

117 
 

asumimos la fecha de 800-900 d.C. para la figurilla Mazapa, esta aun precede
temporalmente los vaciados en aleación de cobre-arsénico en Mesoamérica (García
2007; Hosler 1994, 2005).
En el siguiente apartado describimos el objeto, su contexto deposicional en
Atetelco y los resultados de los estudios de laboratorio llevados a cabo para
determinar técnica de manufactura, composición química y procedencia. Después
presentamos la que creemos es la explicación más plausible para la presencia de una
figurilla de vaciado de espalda abierta de aleación de cobre-arsénico en un contexto
Postclásico Mazapa.
El contexto arqueológico
La figurilla fue recuperada en una excavación llevada a cabo en el lado sureste
del complejo arquitectónico de Atetelco en Teotihuacán, por el arqueólogo Rubén
Cabrera y sus estudiantes durante 1997 y 1998. Atetelco está localizado en el lado
oeste del recinto ceremonial de Teotihuacán, aproximadamente a 1500 m al suroeste
de la pirámide del sol (figura 3). Este complejo se encuentra en el sector N2W3 del
plano topográfico de la ciudad, elaborado por Rene Millon (1973).
El objetivo de las excavaciones de 1997 y 1998 era explorar el sector sureste
del complejo, y localizar la esquina sureste, (como se muestra en la figura 3) en un
proyecto mas a largo plazo, cuyo objetivo sería definir las dimensiones del complejo,
su secuencia constructiva y la función que pudo haber desempeñado este conjunto en
el 148 contexto urbano de la antigua ciudad. Trabajos anteriores realizados en Atetelco
(Armillas 1950; Margain en Sejourne 1956-1957; Sejourne y Romero 1982; Ortega
1996) proporcionaron información fundamental de este conjunto, pero no se
determinaron sus dimensiones ni su secuencia constructiva, ni el rol que Atetelco pudo
haber jugado en Teotihuacán antes y después del decaimiento de la ciudad.
Figura 3. Localización del conjunto de Atetelco en el marco de la Antigua ciudad de Teotihuacán
149
Como indica la figura 3, las excavaciones definieron la esquina y el limite
sueste del complejo arquitectónico, así como también el espacio donde se interceptan
las calles que demarcan los limites este y sur del complejo, separándolo de los otros
conjuntos que forman este sector de la ciudad. Las excavaciones arqueológicas que
aquí se realizaron revelaron inicialmente un apisonado de tierra compacta ubicado
entre 05- 15 cm bajo superficie. Trabajos subsecuentes demostraron que este piso
correspondía a una ocupación Mazapa post-Teotihuacana: el piso de la última
ocupación Teotihuacana yace debajo de este apisonado, en niveles que varían entre
40cm y 80cm. En el relleno formado entre estos niveles se descubrieron varios

118 
 

esqueletos humanos de filiación Mazapa, ofrendadas con cerámica perteneciente a


esta cultura, lo que sugerían que el piso inmediatamente superior había sido
construido por un grupo Mazapa asentado sobre las ruinas del complejo arquitectónico
Teotihuacano, cerca de la calle que delimita el límite sur del complejo. Entre los
entierros de filiación Mazapa hallados en esta parte de Atetelco se encuentra el
esqueleto que fue registrado con el número 23, el cual se hallaba sobre la Calle Sur
de este conjunto arquitectónico. En esta calle el piso teotihuacano se encuentra a
1.20 m de profundidad, y el espesor del relleno sobre el indica que fue abandonado
durante un periodo considerable de tiempo antes de la ocupación Mazapa.
Figura 4. Ubicación estratigráfica del Entierro 23 en Atetelco, Teotihuacán.
150
Entierro 23 
El entierro 23 donde fue hallada la figurilla de cobre, yacía en el nivel 5,
directamente bajo el piso Mazapa y sobre la calle que delimita el lado sureste del
complejo arquitectónico. El esqueleto se hallaba a una profundidad entre 98 y 121cm
con respecto al Datum (figura 4), ocupando un área de 55 cm de largo por 38 cm de
ancho. Este entierro sufrió daños considerables post deposición, ya que algunas
piezas óseas fueron en parte fragmentadas por el relleno y removidas por raíces de
arboles. No obstante, fue posible determinar que este entierro primario se hallaba
flexionado y en posición sedente, orientado de este a oeste. A causa de la mala
conservación de su cráneo no fue posible determinar si tenía o no deformación
craneana, sin embargo pudo definirse que el entierro era primario, flexionado y
colocado en posición sedente, orientado de este a oeste, y era un joven adulto (Kanjou
2002).
La figurilla de cobre, la cual fue detectada en el momento de levantar este entierro, se
hallaba por debajo del esqueleto, cercana del fémur izquierdo (figura 5a). Además de la
figurilla de cobre, este entierro también contenía cinco vasijas de cerámica Mazapa: un
plato miniatura puesto boca abajo directamente sobre la zona de los pies, dos cajetes
trípodes (5b y c), y un cajete miniatura (5d localizado dentro de otro cajete esférico.
Los cajetes trípodes son de tipo Mazapa rojo sobre crema. Los otros son típicos
recipientes Mazapa, identificados en base a su forma y pasta (figura 6). Dos
fragmentos cerámicos trabajados y un fragmento de cráneo también fueron
recuperados. 151
Figura 5. Entierro 23 y ubicación de las Ofrendas
Figura 6. Cajete hemisferio asociado de los Entierros de filiación Mazapa en Atetelco.

Descripción de la figurilla de Cobre


119 
 

La figurilla pesa 9.95 gr y mide 5.7 cm de largo (figura 1). El cuerpo es plano,
su grosor es de solamente 0.2 cm. La parte posterior de la cabeza es ligeramente
cóncava; la altura de la concavidad levanta la cabeza 0.9 cm en relación al plano del
cuerpo. La longitud de la cabeza, 1.8cm, es un tercio de la longitud total de la pieza.
Los ojos y otros rasgos faciales están parcialmente desvanecidos debido a los
productos de corrosión, pero es claro que están finamente detallados. Como sugiere la
fotografía que muestra el contorno de la cabeza, la cara puede estar cubierta por una
mascara (figura 1). La figurilla tiene la mano izquierda sobre su cintura. El otro brazo,
el cual fue roto antes de su deposición está extendido. La mano faltante pudo haber
sostenido un bastón u otro tipo de objeto. En el centro de la zona media de la figurilla
hay una pequeña protuberancia que representa el ombligo. El radio de la cintura a la
cadera (0.39 cm) produce una cintura angosta y caderas anchas. Los productos de
corrosión sugieren la presencia de una falda como atuendo, sin embargo esta
observación es imposible de confirmar. Los pies están redondeados, sin presencia de
dedos, extendidos y apuntan ligeramente hacia abajo. En la parte superior de la cabeza
hay una pieza con una protuberancia en el centro y otra a cada uno de los lados.
Orejeras redondas o de carrete u otros ornamentos cuelgan de sus orejas y en la parte
posterior del cuello se localiza un aro de suspensión vertical. 152
La figura 1a muestra el anverso de la figurilla donde se señala que está abierta
en su espalda y donde se localiza la posición y orientación del anillo de suspensión. a
figura 1b señala los lugares de donde se tomaron las muestras para nuestro trabajo
analítico, y la leyenda de la figura identifica el procedimiento seguido en el caso de
cada muestra. Aquellas partes del objeto donde se eliminaron las muestras
posteriormente se restauraron.
Estudios analíticos
 Análisis de la composición química en el artefacto
Inicialmente llevamos a cabo escaneos con microscopio electrónico en la pieza.
Aunque la figurilla estaba bastante corroída entendimos que con esta técnica
estaríamos analizando productos de corrosión de la superficie, del lugar del artefacto
de metal subyacente, sin embargo creímos necesario reportar los datos elementales
obtenidos.
Efectuamos análisis espectro métricos de energía dispersiva de rayos X (XEDS
en ingles) usando electrones de energía de 20 kV y obtuvimos datos que identificaron
los elementos mayores y menores presentes en varios puntos de la superficie corroída
de la figurilla. La exactitud de XEDS en modo de presión variable no es suficiente para
determinar concentraciones elementales específicas. Sin embargo, en un punto de

120
 

referencia ubicado sobre el hombro derecho de la figurilla, detectamos cobre, oxigeno y


carbón como elementos mayores y aluminio, potasio, magnesio y hierro como
elementos menores (el cobre y el oxigeno constituían mas de la mitad del material, por
peso, lo cual es normal cuando los productos de corrosión son primordialmente óxidos
y carbonatos de cobre). Estas determinaciones elementales caracterizaron casi todos
los puntos que examinamos de la pieza, además de las zonas de la cabeza y el cuello
donde también detectamos hierro y arsénico en concentraciones pequeñas. La
superficie en la parte posterior del artefacto evidenciaron un espectro similar: oxigeno,
cobre, y carbón estuvieron presentes en concentraciones mayores. El arsénico estuvo
presente entre los elementos menores junto con el silicio y el aluminio. 153 
 Análisis de composición química de las muestras del artefacto
Análisis por SEM-XEDS
Aquellas zonas del objeto de donde las muestras fueron tomadas (figura 7a)
han sido restauradas. Quitamos el aro de suspensión en el punto de unión de este con
el cuello de la figurilla para obtener una muestra y realizar los estudios metalograficos
pertinentes, con el fin de identificar las técnicas de manufactura. Una vez que el aro de
suspensión fue retirado, en el punto de unión sobre el artefacto mostro una superficie
no corroída que pudo ser analizada para una determinación más exacta de la
composición metálica.
Tomamos datos de tres aéreas en la superficie cortada de la parte posterior de
cuello, en la unión de este y el aro de suspensión utilizando XEDS. En cada área el
metal contenía solamente dos elementos: cobre y arsénico (tabla 7b o 7b?). El
espectro del arsénico es evidente, como lo deja claro el espectro reproducido en la
figura 7b. En la punta y en la base del corte oval, medimos la concentración de cobre
en una concentración de cerca de 96-99% en peso y el arsénico en una concentración
de entre 1 y 4% en peso. En el centro del corte, la concentración de arsénico fue
mucho más alta, alcanzando entre 11 y 13% en peso. La importancia y el significado
de estas diferencias composicionales son discutidas en la sección de técnicas de
manufactura.
Análisis por ICP-MS e INAA
Tanto los análisis por espectrometría de masas con frente de plasma de
acoplamiento inductivo, (ICP-MS9, como por instrumental por activación de neutrones
(INAA) fueron llevados a cabo en la muestra #1 extraídas del brazo derecho de la
figurilla (figura 7a). La muestra fue limpiada de productos de corrosión externa antes
del análisis. Los resultados analíticos son dados en la figura 7c. El metal es una
aleación de cobre y arsénico, con el arsénico presente en concentración de 1.68% en

121
 

peso [el promedio de los resultados de ICP-MS (1.64) e INAA (1.86)]. Este valor en la
concentración de arsénico corresponde también a los análisis llevados a cabo por
SEMXEDS (figura 7b) y que fueron determinados en los dos extremos del corte del
metal expuesto en el corte de donde se extrajo el aro de suspensión. 154
Posición en la muestra
kV Cu As [peso %]
Superior 15 95.9 4.1
Superior 15 96.5 3.5 
Punto medio 30 88.9 11.1
Punto medio 30 86.5 13.5 
Inferior 30 99.1 0.9
Promedio 93.4 6.6
Anillo de suspensión, muestra No. 4: XEDS ± Análisis Semi Cuantitativo
a
ICP-MS [peso%] INAA [ppm]
As Fe Zn As Ag Au Cu Sb
1.64 0.033 0.001 18600 168 2050 8 1.6
Brazo, muestra No. 1: Análisis Cuantitativo en Volumen
b
Figura 7. Resultados Analíticos. [a] Análisis XEDS semi-cuantitativos;
[b] Análisis cuantitativos ICP-MS e INAA.
155 
 Análisis de isótopos de plomo (figura 8)
Comparamos los resultados de los estudios de isotopos de plomo de una
muestra (muestra No. 2 tomada de un fragmento de la muestra 1), con nuestros datos
de isotopos de plomo provenientes de minas de cobre mesoamericanas, (Hosler y
Macfarlane 1996), así como también con datos de depósitos de cobre de la sierra y la
costa Ecuatorianas. Como indica la figura 8, existen dos aéreas de procedencia
posibles. La más probable es el Occidente de México (Inguaran y Bastan), donde los
valores caen precisamente en las minas de Michoacán. Las minas del Ecuador Central
() presentan una posible alternativa, pero de cualquier forma son una fuente alterna
menos probable (Andrew Macfarlane, comunicación personal).
Figura 8. Resultados de estudios realizados de las minas en las aéreas norteñas
del Perú y del Ecuador y del Occidente de México.
156
Técnicas de manufactura
Dos muestras fueron tomadas para determinar la técnica de manufactura (como
se muestra en la figura 7a), una del brazo derecho (muestra No.2), y otra del aro de
suspensión (muestra No. 4). Aunque la muestra del brazo es extremadamente delgada
(0.15 cm) y altamente corroída, la microestructura dendrítica típica del metal vaciado

122 
 

es evidente en las microfotografías (figuras 9 y 10). La microestructura provee la


evidencia de que la figurilla fue vaciada.
Figura 9. Fotomicrografía en la muestra tomada a la Figurilla de c obre.
Los brazos dendríticos aparecen en gris en las fotomicrografías, mientras que los
espacios interdendriticos aparecen en blanco. Las zonas blancas corresponden a
aleación rica en arsénico; las aéreas grises contienen menos arsénico que las zonas
blancas. Esta distribución no homogénea del arsénico en la aleación es conocida como
enucleación o microsegregacion y es una función del rango de solidificación de una
aleación fundida.
La fotomicrografía en la figura 9 muestra la microestructura de una de las zonas
ricas en arsénico. El detalle altamente magnificado (500x) revela lagunas de
microconstituyente eutéctico dentro de la zona rica en arsénico, una característica de
aleaciones de cobre-arsénico altamente segregadas. La tosca microestructura
dendrítica que caracteriza el metal junto con el microcontituyente eutéctico formada
durante el 157 enfriamiento de esta relativamente baja aleación de arsénico (con el
1.5  4% en peso), provee evidencia de que la aleación liquida se enfrió
extremadamente despacio en el molde. El molde debió haber estado caliente cuando
el metal fundido fue vaciado y se mantuvo caliente hasta que el metal liquido lleno
todas las cavidades del molde.
Una sección longitudinal fue cortada a través del aro de suspensión y esta
proporciono la segunda muestra para el análisis metalografico. Aunque el aro esta
altamente corroído, la estructura dendrítica visible tanto en los productos de corrosión
como en pequeñas aéreas que aún conservaban metal (figura 10), provee evidencia
inequívoca de una aleación vaciada, que se enfrió extremadamente despacio en el
molde. Además, lagunas de microconstituyente eutéctico son visibles en esta
microfotografía (200x).
Figura 10. Fotomicrografía de la sección longitudinal del anillo suspensor de la Figurilla de cobre.
Los datos metalograficos obtenidos de las muestras del brazo y el anillo de
suspensión dejan claro que el objeto fue vaciado. Más aun, los análisis por SEM-XEDS
tomados en el metal expuesto cuando el aro de suspensión fue removido (figura 7a)
muestra una alta concentración de arsénico (13% en peso) en el centro del corte.
Este dato sugiere fuertemente que el último líquido en el molde, altamente rico en
arsénico, se solidifico en el aro. Esto también puede sugerir que el aro estuvo ubicado
cerca del conducto de vaciado. Ya que la figurilla fue indudablemente vaciada por el
método de 158  la cera perdida, y como la espalda de esta es abierta, (es decir hueca),
la cera tomo la forma de la parte frontal del núcleo de cerámica mientras que la parte

123 
 

posterior del núcleo quedo libre de esta. Esta configuración produjo un vaciado de
espalda abierta una vez que el metal se solidifico y el núcleo fue removido.
Orígenes: Los materiales del Cenote y una fuente Panameña/Colombiana
¿Donde se elaboro este objeto? Varias figurillas fabricadas con la misma
técnica o una similar han sido recuperadas del Cenote de los Sacrificios en Yucatán.
Las figurillas del Cenote fueron elaboradas a la cera pérdida usando oro, aleaciones de
cobre-oro o cobreplata-oro. Varios investigadores opinan que algunas de estas figurillas
fueron importadas de Panamá, de los estilos Chiriquí, Cocle y Veraguas (Lothrop
1952), donde los vaciados a la cera perdida de objetos antropomorfos y zoomorfos
constituyen la base de esa metalurgia. Aunque fechar los materiales del Cenote es
difícil, los investigadores argumentan que las importaciones centroamericanas a
Yucatán y al Cenote datan de 800-1150 d.C. y 1250-1539 d.C. (Coggins 1984:31).
Los artefactos importados fueron arrojados al Cenote de los Sacrificios como ofrendas
y después recuperados en varios proyectos de drenado del Cenote en el siglo XX
(Coggins 1984; Lothrop 1952).
Figura 11. a) Representación de una figurilla del tipo Veraguas, proveniente del Cenote Sagrado de Chichen Itza,
(Lothrop 1952: Figura 96)
b) Ilustración de un prototipo de figurillas de metal del Tipo Cocle del grupo Internacional. (Bray 1992: Figura 3. 4ª).
159
Algunas de las características estilísticas de la figurilla de Atetelco sugieren una
fuente Panameña, quizá de filiación Veraguas o Cocle. Un artefacto recuperado del
Cenote adscrito al estilo Veraguas (Lothrop 1952: figura 96) y reproducido en la figura
11a muestra similitudes cercanas con la figurilla Mazapa de Atetelco, incluyendo la
espalda parcialmente abierta, la orientación y ubicación del aro de suspensión. En los
análisis de este artefacto hechos por Root (Root en Lothrop 1952: tabla XXXIV), se
indica que el objeto fue vaciado usando una aleación de cobre-plata-oro. Lothrop anota
que las figurillas Veraguas (Panamá) son por lo general masculinas.
En su estudio de los artefactos de metal del sitio Conte en la provincia de
Cocle, Panamá, Warwick Bray (1992) identifico esos objetos como pertenecientes
estilísticamente a un grupo internacional. Bray describe las características de este
estilo en cuanto al tratamiento de la figura humana como generalmente simple, a
veces realista, y nunca muestra la extravagancia de la joyería clásica Conte o
Veraguas (Bray 1992:35-36). Dentro de la categoría de figurillas humanas, Bray define
un Tipo A (Bray 1992:36) cuyo prototipo ilustramos en la figura 11b (Bray 1992: figura
34a). De acuerdo a sus características estilísticas este prototipo se asemeja bastante
a la figurilla de Atetelco; no tiene atributos masculinos. Bray relaciona este tipo de
figurilla humana con las figuras Quimbaya del Valle del Cauca en Colombia, pero

124 
 

sostiene que dentro del Istmo son más numerosas en Panamá que en cualquier
otro lugar (Bray 1992:36).
En general observa que tanto los ejemplos Ístmicos como los colombianos
comparten algunos atributos que aparecen con regularidad tales como tocados,
ornamentos para las orejas, y adornos en espiral a los lados de la cabeza (Bray
1992:36). Aunque algunos detalles de la figurilla de Atetelco han sido destruidos por
la corrosión, estos atributos que Bray considera familiares a las figurillas Tipo A
parecen estar presentes en la pieza de Atetelco. Las figurillas humanas que
pertenecen al Grupo Internacional datan para los periodos 5 (500-700/800 d.C.) y 6
(700-800/900 d.C.) definidos por Bray (1992:34, 36). Las fechas Panameñas
coinciden razonablemente bien con aquellas de la figurilla de Atetelco.
En la figura 12 se muestran dos figurillas metálicas del Cenote de los Sacrificios
(figuras 12a y 12c) situadas a los lados de la de Atetelco (figura 12b). Las tres
figurillas se reproducen al mismo tamaño para facilitar su comparación. Coggins
(1984) describe la figurilla 12a como ha sido hecha en el estilo Cocle, con orejas
en espiral, medio collar, objetos en ambas manos y brazos pequeños característicos y
muslos largos (Coggins 1984:65). La figurilla es elaborada con una aleación de
tumbaga que contiene 160 50% de cobre, 47.3% de oro, y 3% de plata en peso. La
ilustramos aquí debido a su postura inusual, con el brazo izquierdo doblado y su mano
en o cerca a la cintura, similar a la figurilla de Atetelco. Coggins data este artefacto
para los años 800-900 d.C. (Coggins 1984:65).
Figura 12. a) Imagen de una figurilla del estilo Clocle del Cenote sagrado (Coggis 1984: Figura 49); con la posición
del brazo izquierdo similar a la figurilla de Atetelco. b) Imagen de la figurilla de Atetelco. c) Imagen de una figurilla
del tipo Veraguas procedente del Cenote Sagrado, no existe similitud entre la indumentaria de estas figurillas y la de
Atetelco. Las tres son presentadas a la misma medida para facilitar su comparación.
La figura 12c fue vaciada con la técnica Veraguas de espalda abierta. Tiene
orejas espirales y sostiene un objeto en cada mano, a la manera del prototipo del
Grupo Internacional Cocle mostrado en la figura 11b. La reproducimos aquí para
mostrar la similitud entre los tocados de esta figurilla y la de Atetelco. La pieza de la
figura 12c fue vaciada usando una aleación que contenía 96.4% de oro y 3.6% de plata
en peso. Coggins data este objeto en 900-1150 d.C. (Coggins 1984:80). Los análisis
de ambas figurillas del Cenote (figuras 12a y 12c) fueron realizados por William Root
(ver Root en Lothrop 1952).
La comparación de la tecnología de producción de la figurilla Mazapa y la de las
figurillas Panameñas provee algunas otras pistas. La figurilla de Atetelco fue vaciada a
la cera perdida con la espalda abierta, un atributo que Lothrop identifica como

125 
 

característico de las figurillas Veraguas. Lothrop también advierte que la principal


diferencia entre en la fabricación de los pendientes de Cocle y Veraguas es que las 161
piezas de Cocle fueron generalmente vaciadas sobre un núcleo de arcilla, mientras que
los objetos de Veraguas siempre fueron vaciados con la espalda abierta (Lothrop
1952:100). En términos del proceso de vaciado, entonces, la figurilla Mazapa entra
dentro del campo de los pendientes de Veraguas.
Esta evidencia, que se centra en las técnicas de manufactura y el estilo, deja
claro que la figurilla de Atetelco hace recordar a los objetos panameños y colombianos
citados por Bray. Su fecha también se ajusta con las fechas de Warwick Bray para el
Estilo Grupo Internacional. Sin embargo, el hecho de que la composición química de la
figurilla de Atetelco, una aleación de cobre-arsénico de bajo arsénico, es totalmente
anómala para las piezas fundidas de Colombia y de la Baja Centroamérica, complica el
problema y formula otras posibilidades de origen para este objeto.
Consideraciones composicionales: una fuente colombiana/ecuatoriana.
Los depósitos de cobre son comunes en Panamá y también están presentes en
Colombia. Por otro lado, datos sobre depósitos de tenantita (una aleación de cobre-
arsénico), arsenopirita o arsénico son menos comunes, pero también son conocidos
en Colombia, y ocasionalmente encontrados en Panamá. La dificultad radica en el
hecho de que hasta la fecha, no hay artefactos de metal analizados que provengan de
estas regiones salvo varias herramientas colombianas trabajadas en frio que son
importaciones de Ecuador que se les ha encontrado arsénico como elemento de
aleación. Los objetos de aleación de cobre-arsénico son particularmente comunes en
los Andes Centrales, especialmente se encuentran en Ecuador y Perú desde 200-300
d.C hasta la conquista española (ver Hosler 1994: capitulo 4). Minas de cobre con
contenido de arsénico son abundantes en esta área. Objetos de aleación de cobre-
arsénico son virtualmente desconocidos en Colombia, Panamá y Costa Rica, donde la
mayoría de los artefactos, incluidas figurillas, consisten en vaciados a la cera perdida y
a molde abierto de cobre-oro y cobre-oro-plata (Hosler 1994; Root in Lothrop 1937,
1950, 1952). Existen ejemplos de cascabeles de Colombia, vaciados a la cera perdida
hechos en cobre (Hosler s.f.). Por otro lado, la tradición metalúrgica del Suroccidente
Colombiano es adyacente a la frontera con Ecuador y algunas características
icnográficas y artefactos son compartidas por ambas aéreas (Plazas 2007). Esto
plantea la posibilidad de que este artefacto fuera fundido en metal ecuatoriano
mediante una técnica colombiana de fabricación y posteriormente pudo haber sido
importada a Mesoamérica. 162
Figura 13. Localización de las aéreas y de los sitios mencionados en este escrito.

126 
 

Aparte de la localización de este hallazgo en un entierro Mazapa-, las otras dos
características notables son el hecho de que el objeto es una figurilla y que fue
vaciada de una aleación de cobre-arsénico. Los datos de los análisis de isotopos de
plomo le asignan una probabilidad mayor de que su manufactura se halla realizado en
de Guerrero/Michoacán que en el Ecuador (Andrew Macfarlane comunicación
personal).
Es necesario enfatizar que las figurillas realistas son poco comunes en el
corpus de artefactos de metal de Mesoamérica aparte de aquellos que fueron
dragados del Cenote de los Sacrificios en Yucatán discutidos anteriormente y que
fueron importados de la Baja Centroamérica. Otros dos ejemplos han sido
mencionados por Saville (1920), uno de Tehuantepec y el otro de El Tajin. Teoberto
Maler refiere una tercera figurilla proveniente de un entierro Zapoteca saqueado (sin
ilustración), la cual es descrita como un rey zapoteca sentado. Ninguna de estas se
parece a la figurilla 163 
Mazapa. Sin embargo cuatro figurillas de espalda abierta, varias incompletas y
una completa, forman parte de las colecciones del Museo Regional de Guadalajara en
Jalisco, México. Estos objetos están elaborados de cobre o aleación de cobre. Uno de
ellos (figura 14) tiene 5 cm de largo y la mano izquierda la tiene en la cadera, en tanto
que con la mano derecha sostiene un bastón u algún otro objeto. En esta figurilla se
definen sus características sexuales secundarias distintivas, y porta un collar de
cascabeles que son diseños típicos del Occidente de México (Hosler 1994). Lleva
cascabeles alrededor de la cintura, porta orejeras y un tocado. Fragmentos de otras
dos figurillas con la espalda abierta, vaciadas en cobre o aleaciones de cobre-arsénico
forman también parte de estas colecciones.
La importancia de estas figurillas se debe a que corresponden a los primeros
ejemplos de la técnica de producción de espalda abierta en el Occidente de México,
usada para hacer figurillas de cobre o sus aleaciones. Más allá de las características
de diseño de la figurilla ilustrada, el collar y el cinturón de cascabeles claramente
reflejan su origen en el Occidente de México.
Figura 14. Figurillas elaboradas con la técnica al vaciado con la espalda abierta. Provienen del Museo Regional de
Guadalajara, Jal.
Con respecto al tipo de aleación, los objetos de aleación de cobre-arsénico
fueron comunes en el Occidente de México después de 1150 d.C. (especialmente
cascabeles vaciados a la cera perdida, ornamentos trabajados en frio, agujas
trabajadas 164 en frio, hachas, punzones, y otros objetos) (Hosler 1986, 1988, 1994).
La arsenopirita es la mena de arsénico más común en México y basados en el

127 
 

conjunto de elementos encontrados en los metales aleados, fue la fuente primaria


usada para los objetos de cobre-arsénico (Hosler 1994: capitulo 2). Sabemos que los
ejemplos más significativos de vaciados a la cera perdida hechos en aleaciones de
cobre-arsénico provienen del la zona metalúrgica del Occidente de México y consisten
de intrincados cascabeles de paredes extremadamente delgadas (0.02 cm-0.05 cm)
cuyos parámetros de diseño requirieron las características de solidificación de las
aleaciones de cobre. Las aleaciones son usadas en vaciados de paredes delgadas
porque estas se solidifican a través de un rango de temperaturas (no en una sola
temperatura, como sucede con los metales puros), así, el metal liquido tiene tiempo
de fluir y llenar todos los intrincados detalles del molde antes que el vaciado se
solidifique completamente. No sabemos si una aleación fue necesaria para producir el
vaciado de la figurilla Mazapa, ya que incluso las aéreas más delgadas (orejeras) son
relativamente gruesas.
Discusión
Dos regiones constituyen las posibles zonas de producción de esta figurilla:
Colombia- Ecuador o la zona metalúrgica del Occidente de México. Como hemos
mencionado, las aleaciones de cobre-arsénico y el vaciado a la cera perdida (aparte de
las figurillas) son comunes en la zona metalúrgica después de 1150 d.C. y están
presentes desde 1050 d.C. (García 2007). Sabemos que en el Sureste de
Mesoamérica fue establecida una tecnología metalúrgica local (existen fuentes de
cobre en Oaxaca, Honduras y en las tierras altas de Guatemala) en la cual cascabeles
de cobre vaciados a la cera perdida y otros pequeños objetos vaciados fueron
comunes (Hosler 1994). Sin embargo, hasta la fecha, ninguno de los análisis químicos
efectuados en estos objetos contiene arsénico como elemento aleante. Más aun, las
firmas de isotopos de plomo para depósitos minerales oaxaqueños no corresponden a
nuestros resultados de los análisis efectuados en la figurilla Mazapa, los cuales caen
específicamente en los campos de las minas de Inguaran y Bastan en Michoacán, pero
también aparecen en los campos Ecuatorianos.
Investigaciones extensivas han documentado el hecho de que la metalurgia del
Occidente de México fue introducida desde la región de los Andes Centrales (técnicas
de trabajo en frio) y que la tecnología de vaciado por su parte, se derivo de la Baja
Centroamérica y Colombia (ver por ejemplo Hosler 1986, 1988, 1994, 2005; García
2006; Dewan and Hosler 2008). Una explicación plausible es que la figurilla fue
transportada al entierro Mazapa a través de los sistemas de intercambio
teotihuacanos, alcanzando inicialmente el Cenote de los Sacrificios y luego el Valle de
Teotihuacán. La discusión sobre esos sistemas en el epiclasico se encuentra más allá

128 
 

del enfoque del presente estudio. Otra explicación es que la figurilla llego desde
Ecuador, por una vía mejor documentada, responsable de la introducción de la
tecnología metalúrgica desde Sudamérica al Occidente. Al mismo tiempo, al menos
cuatro ejemplos de figurillas humanas, hechas de cobre o aleaciones de este y
vaciadas con la técnica de espalda abierta provienen del Occidente de México y una de
ellas muestra iconografía propia de esta región. Estos datos también proveen
evidencia plausible que sugiere fuertemente que la figurilla fue vaciada en el Occidente
Mexicano utilizando metal de la región. Si el peso de la evidencia (estudios de
isotopos de plomo, características estilísticas, metal y aleaciones) señala al Occidente
de México como la fuente para la figurilla Mazapa. ¿Como explicamos que esta
tradición figurillas espalda abierta vaciadas a la cera perdida no surgiera y se
convirtiera en un motivo principal en la producción de objetos metálicos en el
Occidente. No tenemos respuesta excepto que los metalurgistas del Occidente
Mexicano estaban interesados en el metal por el color y sonido (Hosler 1994, 2005)
en cascabeles y hoja de metal más que en figurillas humanas. Puede ser el caso de
que un numero de técnicas y clases de artefactos centro y sudamericanos fueran
inicialmente parte del repertorio experimental del Occidente de México y que con el
tiempo fueran descartados, pero que, al menos uno de ellos, este vaciado particular
de espalda abierta hecho a la cera perdida, llegara hasta el Valle de Teotihuacán
empleado como parte de la ofrenda a perteneciente a un grupo asentado sobre las
ruinas de Atetelco, un conjunto arquitectónico de la Antigua ciudad de Teotihuacán con
filiación Mazapa.

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132 
 

Producción de cerámica de contacto en Atetelco


Erika Carrillo Ruiz1
Los objetos de cerámica de la época colonial temprano, al igual que la
cerámica prehispánica, forma parte importante de la cultura, ya que son elementos
fundamentales para la preparación de alimentos, para su almacenamiento,
transporte y servicio. Estos materiales nos permite elaborar una serie de
inferencias para entender al grupo social que los produjo y permiten reconocer
posibles funciones y actividades desarrolladas dentro de un sitio (como la
especialización de trabajo, ideología, relaciones e intercambios con otras regiones,
además de ser un satisfactor de necesidades).
El material cerámico objeto de este estudio se localizo asociado a un horno
encontrado en las excavaciones realizadas en el Conjunto Arquitectónico de
Atetelco, en el ano de 1988, bajo la dirección del Arqlgo. Rubén Cabrera Castro.
Este hallazgo se hizo mientras se llevaban a cabo los trabajos del mantenimiento y
rehabilitación de un drenaje prehispánico. Para el análisis de la cerámica se
tomaron en cuenta sus formas, técnicas y motivos decorativos.

133 
 

El horno cerámico se construyo en la parte oeste de Atetelco (figura 1), entre


el muro limitante del Conjunto y el muro de un cuarto teotihuacano del segundo
nivel de ocupación; es decir, que el horno se encuentra en un nivel intermedio
entre el segundo y tercer nivel de ocupación teotihuacana; que corresponderían a
las fases Tlamimilolpa (200  350 d.C.) y Xolalpan (350  550 d.C.).
Por las características arquitectónicas que presenta, se trata de un horno
abierto; su planta es de forma circular, con un diámetro interior de 90 cm
aproximadamente y una profundidad de 75 cm. Las paredes exteriores no se
pudieron identificar por encontrarse entre los dos muros señalados anteriormente
(al parecer el horno fue construido desde el interior colocando las piedras sobre el
relleno de las construcciones que lo rodean); en la parte sur, se localizo el orificio o
respiradero de forma rectangular con una laja en su parte superior, cerca de la
tronera hacia el interior existe una pequeña oquedad sobre el piso que
posiblemente funcionaba como fogón para poder avivar el fuego desde el exterior
(Cabrera,1988) (figura 2).
1 Zona Arqueológica de Teotihuacán
170
Figura 1. Croquis de localización del horno en el Conjunto Arquitectónico de Atetelco (tomado de Cabrera,
1988)
Figura 2. Características arquitectónicas del horno cerámico (ídem)
Capa de ceniza
Piso empedrado
Laja
171
La concentración cerámica contenida en el horno se conforma de grandes
tiestos que, por su calidad, tamaño, forma y acabados, es muy probable
correspondan a objetos de uso domestico. Entre las formas que se detectaron
existen ollas, cazuelas cráter y cajetes de silueta compuesta; posiblemente estas
vasijas no fueron utilizadas ya que algunas de ellas se encontraron semicompletas
al interior del horno. Debajo de este depósito cerámico, se registro una capa de
ceniza y carbón pulverizado, de doce a quince centímetros de espesor, y en el
fondo del horno se encontró un piso empedrado donde algunas piedras mostraron
huellas de haber sido expuestas al fuego (figura 3).
Figura 3. Corte que muestra como se depositaron los diferentes Materiales al interior del horno (ibídem)
Respecto a la metodología de análisis aplicada a la cerámica recuperada al
interior del horno, el estudio se concentro en el registro de las características

134 
 

formales y tecnológicas de los tiestos y piezas completas, utilizando criterios de


clasificación ya empleados en el Valle de Teotihuacán para la cerámica colonial
temprano, facilitando así el análisis comparativo.
Se realizo una descripción de las vasijas semicompletas en cuanto a su
forma general, acabado de superficie y a cuatro atributos referentes a la pasta:
desgrasante, (cuarzo, mica, feldespatos, materia orgánica, etc.), textura (fina,
mediana o gruesa), compactación (deleznable, semicompacta o compacta) y el
color, que depende de las arcillas con que fueron elaborado, además de las
condiciones de cocción. 172
A continuación se presentan las piezas completas y semi-completas
recuperadas en el horno:
- Forma: Olla, de base y fondo rectos, con dos asas horizontales simples en el
cuerpo, cuello curvo divergente, boca circular y borde divergente biselado. Con una
altura de 34.0 cm y 28.0 cm., un diámetro de 30.0 cm. y 31.5 cm. Acabado de
superficie: Bruñido en el cuerpo de mejor calidad, alisado en el cuello exterior, al
interior del cuerpo y la base, con engobe en el cuerpo de color rojo. Presenta sales
acumuladas postcoccion en su superficie, por lo que da la tonalidad amarillenta o
lechosa. Pasta: De color café rojiza, con desgrasante de arena, de textura fina,
compacta y sin núcleo por ausencia de materia orgánica y por una atmosfera
oxidante (Figura 4).
Figura 4. Olla de cuello curvo divergente y asas laterales. Engobe rojo. Pasta café rojiza.
1. cuerpo globular 2. cuerpo curvo convergente Fotografía: Miguel Morales
- Forma: Olla, de base convexa, fondo cóncavo, cuerpo curvo convergente, con dos
asas horizontales simples en el cuerpo, cuello recto-divergente corto, boca oval y
borde divergente expandido, ligeramente biselado. Con una altura de 22.0 cm. y un
diámetro de 28.0 cm. Acabado de superficie: Bruñido en el cuerpo de mejor
calidad, raspado en el cuello exterior y alisado al interior del cuerpo, con engobe en
el cuerpo de color café rojizo y algunas manchas ennegrecidas (de cocimiento).
Pasta: De color café rojiza, con desgrasante de arena y mica, de textura mediana,
semicompacta y sin núcleo por ausencia de materia orgánica y por una atmosfera
oxidante (Figura 5).
1
2
173 
Figura 5 (Foto Miguel Morales)

135 
 

- Forma: Olla, sin base ni fondo, cuerpo globular, con dos asas horizontales simples
en el cuerpo, cuello recto divergente alto, boca circular y borde divergente biselado.
Se tiene el 80% de la pieza. Con una altura de 40.5 cm y un diámetro de 34.0 cm.
Acabado de superficie: Bruñido en el cuerpo, raspado en el cuello exterior y alisado
al interior del cuerpo, con engobe en el cuerpo de color rojo, presenta una mancha
de pigmento blanco y amarillo aplicado a brochazos. Con restos de cal en el
interior. Pasta: De color café rojiza, con desgrasante de arena, algunas pequeñas
inclusiones negras (al parecer obsidiana) y cuarzos pequeños, textura fina,
compacta y sin núcleo por ausencia de materia orgánica y por una atmosfera
oxidante (Figura 6).
Figura 6 (Foto Miguel Morales)
- Forma: Olla, sin base ni fondo, cuerpo curvo convergente, con dos asas
horizontales simples en el cuerpo, cuello recto divergente alto, boca circular y
borde divergente biselado. Se tiene el 70% de la pieza. Con una altura de 44.0 cm.
y un diámetro de 36.0 cm. Acabado de superficie: Bruñido en el cuerpo, raspado en
el cuello exterior e interior y alisado al interior del cuerpo, con engobe en el cuerpo
de color café oscuro. Pasta: De color café oscuro, con desgrasante de arena, mica
y cuarzo, textura mediana, compacta y con núcleo oxidante, material orgánico
ausente delimitado por márgenes difusos (Figura 7).
Figura 7 (Foto Miguel Morales)
- Forma: Olla, sin base ni fondo, cuerpo curvo convergente, conserva solo una asa
horizontal simple en el cuerpo, cuello recto divergente alto, boca circular y borde
directo biselado. Se tiene el 50% de la pieza. Con una altura de 49.0 cm. y un
diámetro de 43.0 cm. Acabado de superficie: Bruñido en el cuerpo, raspado en el
cuello exterior e interior y alisado al interior del cuerpo, con engobe en el cuerpo de
color café rojizo. Pasta: De color anaranjado, con desgrasante de arena, algunas
inclusiones pequeñas blancas y negras (al parecer obsidiana), textura mediana,
semicompacta y con núcleo oxidante, material orgánico ausente delimitado por
márgenes difusos (Figura 8).
Figura 8 (Foto Miguel Morales)
175 
- Forma: Olla, sin base ni fondo, cuerpo globular, conserva solo un asa horizontal
simple en la parte media del cuerpo, cuello recto medio, boca circular y borde
directo redondeado. Se tiene el 50% de la pieza. Con una altura de 50.0 cm.
aproximadamente y un diámetro de 42.0 cm. Acabado de superficie: Bruñido en el

136 
 

cuerpo exterior y alisado al interior, con engobe en el cuerpo de color café oscuro.
Pasta: De color café oscuro, con desgrasante de arena, mica y cuarzo, algunas
inclusiones pequeñas negras (al parecer obsidiana), textura mediana, compacta y
con núcleo oxidante, material orgánico ausente delimitado por márgenes difusos
(Figura 9).
Figura 9 (Foto Miguel Morales)
- Forma: Cazuela/cráter, de base y fondo rectos, cuerpo de silueta compuesta, la
parte inferior recto divergente y la parte superior recta, con dos asas horizontales
planas ovaladas en el cuerpo, boca oval y borde directo redondeado. Con una
altura de 22.5 cm., largo 28.5 cm. y ancho 26.0 cm. Acabado de superficie:
Bruñido en el exterior de mejor calidad, raspado en el borde exterior, alisada la
base y el fondo se encuentra muy desgastado, con engobe en el cuerpo de color
rojo. Pasta: De color rojiza, con desgrasante de arena y mica, de textura mediana,
semi-compacta y sin núcleo por ausencia de materia orgánica y por una atmosfera
oxidante (Figura 10).
Figura 10 (Foto Miguel Morales)
- Forma: Cajete de silueta compuesta, de base y fondo rectos, cuerpo de silueta
compuesta, la parte inferior ligeramente recto divergente, la parte central recta y la
parte superior ligeramente recto-convergente, con dos asas horizontales planas
ovaladas en el borde, boca circular y borde convergente biselado. Con una altura de
12.5 cm y un diámetro de 17.5 cm. Acabado de superficie: Bruñido en exterior e
interior y alisada la base, con engobe en el cuerpo de color anaranjado con
pequeñas aéreas ennegrecidas. Pasta: De color rojiza, con desgrasante de arena y
mica, algunas inclusiones pequeñas negras (al parecer obsidiana), de textura fina,
compacta y sin núcleo por ausencia de materia orgánica y por una atmosfera
oxidante (Figura 11).
Figura 11 (Foto Miguel Morales)
En resumen, las características que presenta la cerámica son:
-Formas: grandes ollas, un cráter y un cajete; muestran un acabado de superficie
bruñido y alisado, se aplico por lo general un engobe rojo y café, a excepción del
cajete de silueta compuesta que presento un engobe anaranjado; pastas de color
café, rojo y anaranjado, de grano fino a mediano, conteniendo como desgrasante
arena, cuarzo, mica y algunas pequeñas inclusiones que al parecer son obsidiana.
 Cocción: Se distinguió una atmosfera oxidante, con condiciones de alta
ventilación, lo que facilito la oxidación de las materias orgánicas y los compuestos
137 
 

ferrosos. Esta atmosfera suele producir pastas de color anaranjado, rojizo, café o
beige.
Posterior a la conquista europea, la Nueva España sufre una transformación
cultural, llegan nuevas manifestaciones y tecnologías, entre las que se cuenta la
aportación de la cerámica europea, principalmente la española; se recibieron y
asimilaron la influencia de nuevas técnicas de elaboración alfarera, sobre la base
de una avanzada alfarería prehispánica, y ya que estos cambios fueron más lentos
en el ámbito rural, la cerámica indígena siguió preservando muchos de sus
elementos y tradiciones propias.
Para el periodo Colonial Temprano (época del contacto), surge una tradición
cerámica de gran importancia, la cual aunque ya existían ciertas tradiciones
novohispanas, seguía manteniendo antecedentes prehispánicos. Respecto de esa
tradición cerámica Charlton, Fournier y Cervantes (1995: 137-138) mencionan que
las vasijas exhiben una pintura roja con acabado superficial bruñido y que forman
parte del conjunto al que Noguera llama cerámica del contacto y que el propio
Charlton llama cerámica roja bruñida de tradición colonial. Algunas de las piezas se
encuentran representadas por cerámicas alisadas y bruñidas en color café y rojo,
como lebrillos, ollas, jarras, cajetes y comales.
En Teotihuacán se han recuperado algunas piezas de este periodo gracias a
las intervenciones de salvamento arqueológico, dicha cerámica presenta
inclusiones de obsidiana gris como desgrasante en su pasta, similares a las que
se identificaron en las vasijas de Atetelco, lo cual nos puede indicar que algunas
de las arcillas utilizadas en la elaboración de las piezas fueron recolectadas en las
orillas de los cauces que arrastran estos cantos de obsidiana desde los
yacimientos de Otumba (Andrade 2006) y por consiguiente, haciendo una
comparación entre estos materiales, podemos sugerir que la cerámica 178 
depositada en el horno de Atetelco tiene un origen y una producción local, además
de que conservan características de técnicas prehispánicas y comparten una pasta
similar.
Conclusiones
Para la construcción del horno cerámico, se tuvieron que cortar los dos
pisos de estuco teotihuacano y empotrar la estructura entre dos muros. Por las
características que presenta tanto el horno como la cerámica contenida en el

138 
 

sabemos que fue colocado posterior a la época teotihuacana y pertenecen a la


fase colonial temprano2.
Con los resultados del análisis que se le realizo a la cerámica y en base a
algunas comparaciones que se hicieron con material encontrado en otras aéreas
de la antigua ciudad de Teotihuacán, se determino que la cerámica del horno en el
Conjunto Arquitectónico de Atetelco corresponde al periodo Colonial Temprano o de
contacto y, ya que las vasijas presentan pasta y técnica similar a las de la época
prehispánica y se encontraron contenidas dentro del horno, se trata de producción
local; aunque todavía queda pendiente la cuestión de porque las vasijas se
encontraron semicompletas, probablemente no las utilizaron y hubo un abandono
repentino.
Bibliografía
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Fragmentos recuperados. Materiales provenientes de salvamentos ar queológicos,
Verónica Ortega Cabrera (Coordinadora). Mecanuscrito en prensa
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México, 47-75.
Charlton, H. Thomas, Patricia Fournier y Juan Cervantes, 1995.La cerámica del
periodo Colonial Temprano en Tlatelolco: el caso de la Loza Rojo Bruñida en
Dirección de Salvamento Ar queológico, Presencias y  E ncuentros, INAH, México,
135-155.
2..Pudieron haber ocupado el lugar algunos grupos tan pequeños que no dejaron huellas tangibles en toda
el área que ocupaba la antigua ciudad (.) Puede pensarse que el hallazgo pertenezca a la época Colonial,
aunque no se trata de una cerámica vidriada. En la actualidad, tratándose de una producción local y de uso
domestico, muchos alfareros no emplean esta técnica (Cabrera,1988:69,70). 179
González Rul, Francisco, 1988. La cerámica en Tlatelolco, Colección Científica,
INAH, México.
Jiménez Salas, Oscar H., 2006. Materia Prima y Cerámica Prehispánica en La
Producción Alfarera en el Mé x ico Antiguo I , Colección Científica, INAH, México, 23-
53.
López Cervantes, Gonzalo, 1976. Cerámica Colonial en la Ciudad de Mé x ico,
Colección Científica 38, INAH, México.
Merino Carrión, Beatriz Leonor y Ángel García Cook, 2006. La Producción Alfarera
en el Mé x ico Antiguo II , Colección Científica, INAH, México.

139 
 

Orton, Clive, Paul Tyers y Alan Vince, 1997. La Cerámica en Ar queología, Editorial
Critica. Barcelona, España.
Rattray, Evelyn, 2001. Teotihuacán. Cerámica, cronología y tendencias culturales,
INAH / University of Pittsburgh 

140

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