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El origen histórico de la sociología coincide con el origen del feminismo. Los factores
que hacen posible el nacimiento de la sociología son los mismos que están en la raíz del
feminismo. Ambos saberes han excluido la tradición y la religión como fuentes de
conocimiento. Y ambas reflexiones apuestan por la razón frente a la superstición y al
irracionalismo. Ambos saberes son hijos de la Modernidad occidental. Tanto el saber
sociológico como la teoría feminista parten de la primacía del individuo sobre las
entidades colectivas. Ambos pensamientos conciben a los individuos como sujetos de
razón y como sujetos políticos. La idea del individuo como sujeto de derechos está en el
corazón del Modernidad.
La sociología tiene que dar cuenta de la jerarquía patriarcal y de cómo se articulan las
instituciones y las ideas que contribuyen a la reproducción de esa jerarquía. De cómo
los individuos varones son socializados para interiorizar los valores del dominio y las
mujeres los de la sumisión. El objetivo de la sociología feminista es comprender la
política sexual de los entramados materiales, pero también el androcentrismo de los
simbólicos. Si el objetivo de la sociología es comprender el funcionamiento de las
estructuras sociales y el impacto que éstas tienen sobre los individuos, la finalidad de la
sociología feminista es comprender de qué forma se crean y recrean las normatividades
masculina y femenina; es decir, cómo se llega a ser mujer o varón en las sociedades
patriarcales y cómo se articulan las instituciones para garantizar la reproducción de esa
jerarquía normativa. Como concluisión, la virtualidad fundamental de la sociología
feminista es que hace posible ver e interpretar un segmento mayor del mundo social.
Bibliografía
STACEY, Judith (2006): “Feminism and Sociology in 2005: What Are We Missing?”,
en Social Problems, volume 53, nº 4, Washington.