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«EL MÁS

BUSCADO» :por el
Hermano Pablo
Había logrado eludir a la policía desde 1981. Lo buscaban en todas partes debido a un
crimen que había cometido. Si veía televisión, ahí estaba su imagen. Si abría los diarios,
encontraba su foto. Si iba a un almacén a comprar algo, oía mencionar su nombre.

Cuando ya no aguantó más, Samuel Dillon se entregó a la policía. Figuraba entre los
diez hombres más buscados por la justicia. Y de los diez, era el número uno.

«No soporté más ver mi cara en televisión y en los diarios, y ser llamado “el más
buscado”», le dijo a la policía.

Ser buscado por simpático, o por virtuoso, o por dotes artísticas o por hazañas realizadas
es bueno y agradable. Pero ser buscado por criminal no es nada grato.

Las autoridades y el público en general saben que cuando a un hombre lo llaman «el
más buscado» por la policía, no tarda mucho tiempo en entregarse voluntariamente. La
conciencia lo persigue, el miedo empieza a corroerlo, y su alma termina sin poder
soportar la cacería.

Hay también otra clase de hombre que aunque no lo esté persiguiendo la policía, de
todos modos es «el más buscado». Es el hombre que abandona a su esposa y a sus hijos,
ya que es el más buscado por la infeliz esposa y los pobres pequeños que preguntan
cada día: «¿Por qué no regresa papá?» Pueden pasar semanas, meses o años, y sus seres
queridos siguen buscándolo, porque dejó en la familia un vacío que ningún otro puede
llenar. El amor verdadero —lo dice la Biblia— «todo lo espera» (1 Corintios 13:7).

Este mensaje ha tenido la intención de despertar la conciencia del hombre que se


identifique con el esposo de la aplicación, el hombre «más buscado» por su familia.
Nunca es demasiado tarde para que, por la gracia de Dios, decida presentarse
espontáneamente en su hogar y decir: «Aquí estoy; perdónenme.» Dos grandes amores
lo están esperando: su familia y su Dios. Más vale que regrese hoy mismo a su hogar.

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