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Historia Económica y Financiera

de la Republica Dominicana 1844-1962


Franklin Franco Pichardo
Franklin Franco Pichardo

Historia
Económica y
Financiera de la
República Dominicana 1844-

1962
Quinta Edición
Historia Económica y
Financiera de la República
Dominicana

1844-1962
Al profesor Luis del
Castillo Morales,
maestro de maestros.

A Marcial Soto y Ana Job, -


experiencia
extraña- mis
suegros y amigos.
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SANTO DOMINGO
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES

HISTORIA ECONÓMICA Y FINANCIERA


DE LA REPÚBLICA DOMINICANA

1844-1962
INTRODUCCIÓN A SU ESTUDIO

Franklin Franco Pichardo

Quinta Edición
Septiembre, 2007

Sociedad Editorial Dominicana


Tel.:809 689 7813 | Fax 809 688 9378
021752

Título:
Historia Económica y
Financiera de la República
Dominicana
1844-1962

Autor:
Franklin Franco Pichardo

Sociedad Editorial Dominicana


Ramón Santana #2-B,
Gazcue Santo Domingo,
Rep. Dom.
Tel.:809 689 7813 | Fax: 809 688 9379
Impresión: Editora Taller C. x A.
Impreso en República Dominicana
CONTENIDO GENERAL

1 PERFIL DE LA SITUACIÓN ECONÓMICA DEL MUNDO OCCI-


DENTAL A MEDIADOS DEL SIGLO 19. Los avances de la revolución
industrial. Transformaciones en la Industria del tejido. Innovaciones en el
plano energético. La aparición de la locomotora y los cambios en la
navegación amplían el transporte. La expansión colonial europea. El
surgimiento del proletariado urbano. Las organizaciones obreras Marx publica
“El Manifiesto Comunista". La expansión territorial norteamericana. El
intercambio comercial europeo y norteamericano con América Latina.

2 ANTECEDENTES: Los cambios de la economía ocurridos durante el


régimen de Boyer. Modificaciones en el sistema de la propiedad de la tierra.
La abolición de la esclavitud. Principales artículos de exportación. El código
Rural. El comercio es ampliado. La aparición del campesinado dominicano.
Medidas impositivas afectan economía.

3 LA ESTRUCTURA DE LA ECONOMÍA 1844-1870. Las actividades


productivas básicas de la economía. Los efectos de la guerra dominico-
haitiana sobre la producción. Situación de la zona fronteriza. Datos de
población. La situación de las vías de comunicación. La economía natural.
Las artesanías. Principales ocupaciones. El sistema de cultivo. El corte de
madera y el aspecto contractual de los trabajadores. La baja en las
exportaciones. El comercio en manos de extranjeros. la especulación con el
oro de los judíos. La regionalización de la producción. Los terrenos
comuneros. La aparcería. El cultivo del tabaco y su importancia. Las
artesanías alrededor del tabaco. Los extranjeros en el comercio del tabaco.
Los intermediarios. Datos de exportación de tabaco entre 1844-1870. La
economía durante la anexión o La política impositiva del gobierno español.

4 LO PROBLEMAS MONETARIOS. La sustitución de la moneda


haitiana por la dominicana. Préstamos al gobierno del comercio local.
Situación de las finanzas. La especulación con las monedas de oro y plata.
Primeras emisiones de papel moneda. Situación del comercio y la producción
durante la guerra dominico-haitiana. Ley de Policía Rural para obligar al
campesinado al trabajo y su parecido con el código Rural de Boyer. Ley para
estimulo de la inmigración. Obligan al campesinado a trabajar gratuitamente.
Los efectos de la Ley de
Policía Rural dentro del campesinado Crean peaje para poder entrar a las
ciudades. Datos sobre las emisiones entre 1844-1848. Programa económico
de Buenaventura Báez. Las emisiones monetarias durante su gobierno
Falsifican la moneda dominicana. Nuevas emisiones monetarias. Gobierno
compra tabaco y trata acaparar monedas de oro. Crisis económica y política
de 1857. Especulan con moneda devaluada emitida por Báez. Peso
dominicano se cotiza a 2.000 por peso fuerte. Conflictos monetarios con
cónsules europeos. Siguen las emisiones monetarias. La política monetaria
del gobierno español durante la anexión. Listado de las últimas emisiones
hechas por anteriores gobiernos dominicanos. Informe del gobierno
español de 1862 sobre la cuestión monetaria. El canje de la moneda
dominicana por la española se convierte en negocio que favorece a los
peninsulares y se arruinan muchos comerciantes.

1 LA ECONOMÍA DURANTE LA ANEXIÓN: Datos de población.


Situación de las actividades productivas: miel de abeja, cera, azúcar,
ganadería, corte de madera. Se paralizan las exportaciones. Situación de las
minas. Brigadier español describe situación del agro. Gobierno colonial
amplia burocracia. Déficit financiero. Problemas monetarios. Reforman el
arancel y crean monopolio comercial en favol de España. Nuevos
impuestos. Opinión del general Cablar sobre el estado de la economía.

2 ESTADO Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA: Número de


ministerio en 1844. Distribución de la Ley de Gastos Públicos entre 1846-
47. Guerra y Marina gasta más que todos los ministerios. La ausencia de
controles en la administración pública. Problemas administrativos. Las
deudas con los comerciantes crecen. Reducen aranceles. Malos manejos de
los fondos públicos. Crean Contaduría General. La situación deficitaria se
explica por altos gastos y salarios de la burocracia y excesivos gastos de
guerra. David Cohén, ministro de Hacienda de Báez explica causa del
desorden administrativo. El manejo de las aduanas. Agentes aduaneros
usan fondos del Estado. Aumenta el gasto público. Los sueldos de los
militares fuera de servicio, soldados rasos con bajísimos salarios. Toman
medidas contra quejas de los soldados por sus bajos salarios. Luperón
suprime cargos públicos en intento de reorganizar burocracia.

3 DE LAS COMPAÑÍAS DE CRÉDITO AL ENDEUDAMIENTO EX-


TERIOR. Surgimiento de las compañías de crédito que prestan al gobierno.
Principales miembros de las compañías de crédito. Intereses elevados
pagados a las compañías. Compañías reciben del gobierno Bonos y vales
que luego usan para pagar impuestos. Cifras sobre intereses pagados por el
gobierno motivan quejas de ministro de Hacienda. Cobro del pago de
impuesto aduaneros a plazo crean problemas financieros. Capitales que
manejan las compañías de crédito en 1882. Beneficios que reciben.
Relaciones entre los gobernantes y las compañías de crédito. Cónsul
español describe en 1883 Interioridades de los negocios y los manejos
onerosos de las compañías de crédito. El informe subraya aspectos
fraudulentos de las compañías de crédito. Los inicios del endeudamiento
exterior. Cabral contrata préstamos en Saint Thomas por 100,00 dólares. El
empréstito Hartmont de 1869. Principales cláusulas Cancelan contrato de
préstamo por Incumplimiento al año siguiente. Mr. Hartmont efectúa en
Londres operación de estafa contra Estado dominicano. Europeos con
Bonos supuestamente garantizados por el Estado dominicano se oponen a
nuevo préstamo intentado por el presidente González en 1873.

4 EL REPUNTE AZUCARERO: La producción azucarera de los


trapiches. La inmigración cubana inicia fundación de ingenios. El papel del
colonato. Facilidades gubernamentales para los industriales azucareros. La
escasez de mano de obra, primer problema de la industria azucarera. Traen
labradores de Puerto Rico y de las pequeñas islas antillanas. Azúcar
dominicana llega a mercado norteamericano. Se inicia al despojo del
campesinado dominicano. Hostos advierte sobre la desaparición de la
pequeña propiedad campesina. Bonó critica expansión azucarera en manos
de extranjeros. Ingenios continúan agrandando sus fincas. González
concede franquicias a productores azucareros. Inauguran tranvía eléctrico.
Datos sobre población dominicana 1880. Crece la producción azucarera,
pero las importaciones de productos alimenticios aumentan. Se inicia una
crisis económica en los Ingenios, con la caída de los precios en el mercado
mundial. Desaparecen algunos ingenios. Reducen salarios a los
trabajadores de la industria azucarera. Dominicanos abandonan el trabajo
en los ingenios, y aumenta la inmigración de labradores de las pequeñas
Antillas. Dueños de ingenios Inician la organización del sistema de vales y
fundan bodegas para abastecer a sus trabajadores. Quiebran pequeños y
medianos comerciantes situados en las zonas cercanas a los ingenios.
Comerciante de San Pedro de Macorís protestan contra los buhoneros
árabes. que recién ingresaron al país. Continua la descomposición del
campesinado dominicano. José Ramón López denuncia en obra que
Alcaldes Pedáneos azotan los campos.

5 CAMBIOS EN LA POLITICA ECONÓMICA ENTRE 1863-1900:


Primeras medidas de corte fomentalistas. Intelectuales que apoyan fomento
de la economía de parte del Estado. El pensamiento de Bonó. Listado de
concesiones otorgadas por el Estado dominicano para el fomento de la
agricultura y la industria entre 1866 y 1870. Franquicias favorecen la
introducción del ferrocarril. Política de fomento del presidente González.

6 TRATADO DE LIBRE CAMBIO CON ESTADO UNIDOS


1891-94. Variaciones en el comercio exterior dominicano. Papel de
Alemania, Inglaterra y Francia. Crecimiento del intercambio con los
Estados Unidos. Ley McKlnley promulgada en Estados Unidos, trata de
forzar la apertura al comercio norteamericano. Heureaux firma tratado
con Estados Unidos que permiten la entrada libre de derechos decenas
de artículos norteamericanos, a cambio de que en las mismas
condiciones entrarían a territorio de Estados Unidos, azúcar, café,
cueros, melados, raspaduras, guarapo. Potencias europeas protestan
tratado. Dueños de Ingenios ven con beneplácito el tratado.
Comerciantes nativos representantes de casas europeas disgustados con
el tratado. En 1894 sucumbe el tratado.

7 LA POBLACIÓN DOMINICANA ENTRE 1844-1900 0 Informe de


López de Villanueva sobre la población dominicana de 1843- estima en
100.000 los habitantes. José Ramón Abad la estima para un año después en
126.000. Investigador norteamericano, Porter, describe la composición
racial del pueblo dominicano y calcula la población dominicana en 1846 en
1865 habitantes. Llegan refugiados canarios en 1860. Leyes del pasado
siglo que favorecen la inmigración. Informe de Mariano Álvarez sobre la
población dominicana en 1860 señala la suma de 186,700 habitantes.
Distribución de la población por provincia. Distribución por ciudades. F.
Bona en libro publicado en 1861 estima en 200,000 los habitantes de Santo
Domingo. Datos de población de la Curia Eclesiástica española por
provincias. Los grupos migratorios a fines del pasado siglo. Los “cocolos".
Protestan por actividades comerciantes de los “turcos". Continua la
inmigración árabe. Estiman en 1,000,000 la población dominicana en 1900.

8 LA CRISIS MONETARIA Y LA GUERRA INTERNACIONAL


ENTRE EL ORO Y LA PLATA. Fracasan varios intentos para crear
sistema monetario nacional. La República a merced de las alzas y las bajas
de las monedas extranjeras en circulación. Exigen un 50% en monedas
extranjeras de oro y plata para el pago de impuesto en 1879. El precio del
oro y la plata comienza a descender en todo el mundo. Se inicia en Estados
Unidos guerra entre quienes defienden la representatividad monetaria de la
plata y los que prefieren el patrón oro. Baja de nuevo el valor de la plata.
Guerra del oro y la plata origina inflación en Norteamérica. Inflación
repercute en Santo Domingo. Consagran por ley en Estados Unidos el
patrón oro. Representaciones metálicas de las monedas en circulación a
fines del siglo pasado. Fiebre especulativa el oro en Santo Domingo.
Comerciantes rechazan las monedas de plata. Se disparan los precios de los
alimentos. Demandan aumentos en los salarios. Panaderos se van a la
huelga. Heureaux crea el “peso oro”. Ordenan emisiones de monedas de
plata que resultan de “mala ley". Fijan valor a las monedas de plata
extranjeras. Desorden monetario. Valor de la moneda dominicana respecto
a la norteamericana. Prohíben circulación moneda de plata extranjera.
Derogan decreto que prohíbe circulación moneda de plata extranjera.
Jimenes establece tipo de cambio moneda nacional frente dólar
norteamericano.
9 LA ECONOMÍA DOMINICANA A FINALES DEL SIGLO 19 Y
EL EMPRESTITO WESTENDORP. Producción azucarera. Número de
ingenios. La producción de café, cacao y tabaco. Observaciones de Hostos
sobre la economía dominicana. De Marchena contrata en París préstamo
con el Conde de Oksza. Traspasan préstamo a la Westendorp. Principales
cláusulas del contrato de préstamo. Conflicto entre Heureaux y los
funcionarios del Banco de Santo Domingo. Westendorp traspasa contrato
préstamo a la empresa norteamericana. Santo Domingo Improvement Co.
Gobierno contrata nuevo préstamo. Heureaux ordena varias emisiones
monetarias. Bajan precios de muchos productos dominicanos en el
exterior. Crisis sacude al país. Nuevos líos financieros de Heureaux con la
Improvement. Gobierno ignora cantidad que adeuda a norteamericanos. La
crisis económica y financiera, causa principal de la desaparición de
Heureaux.

10 LOS PRIMEROS BANCOS. Antecedentes. El pensamiento de


Bono en tomo a los problemas financieros. El desorden administrativo.
Déficit en las cajas recaudadoras. La indolencia de los funcionarios frente a
la corrupción. Vales incobrables y letras protestadas en las cajas. La mala
calidad del papel moneda fomenta las falsificaciones monetarias. Valor del
peso dominicano. El proyecto bancario del norteamericano Hollister.
Proyectos de González y Espaillat. Luperón en misión financiera en
Francia. Generoso de Marchena obtiene concesión para fundar banco y la
traspasa al abogado Antonio María Regidor. Gobierno cancela concesión.
La Credit Movilier de París, Francia, funda el Banco Nacional.
Dificultades del Banco Nacional con Heureaux. El litigio judicial.
Condenan al Banco Nacional al pago de una indemnización al dictador. La
quiebra del Banco Nacional. Papel de Santiago Michelena y la familia
Vicini en el aspecto financiero. Jarvis y socios fundan Banco Nacional de
Santo Domingo. The Royal Bank of Cánada abre sucursal. The First
National City Bank ingresa al negocio financiero en Santo Domingo.
Orden Ejecutiva del gobierno militar de ocupación designa a The
International Banking Corporation, como depositario de los fondos del
régimen intervencionista.

11 MEDIOS DE COMUNICACIÓN. 1844-1924. La falta de buenos


caminos acentúa el atraso económico. La bestia de carga, principal medio
de transporte. Intelectuales demandan construcción de carreteras. Opinión
de Bonó. Describen caminos dominicanos. La importancia del negocio de
las recuas. Crean en Santiago asociaciones para construir caminos, pero
fracasa. Gregorio Riva canaliza el río Yuna, comunicando por esa vía al
centro del Cibao con Sánchez y Samaná. Inician construcción de ferrocarril
Sánchez -La Vega. Ferrocarril Santiago-Puerto Plata. Velocidad del
ferrocarril. Tranvías en Santo Domingo y Montecristi. País se afilia a la
Unión Postal Universal. Instalan Telégrafo. Líneas de vapores que
comunican a Santo Domingo con el exterior. Descripción de la situación
de los caminos hecha por el ministro de hacienda en 1909. Precios del
transporte. Cáceres inicia la construcción de la carretera Santiago-Santo
Domingo. Detienen construcción en Los Alcarrizos. Los interventores
norteamericanos reinician los proyectos carreteros de Cáceres.

12 LA DESCOMPOSICIÓN DEL CAMPESINADO: Integración del


campesinado dominicano como trabajador en los ingenios. Proceso de
descomposición del campesinado dominicano. El campesino se transforma
en obrero asalariado de los ingenios azucareros. El proceso de
descomposición del campesinado en la región Este y otros lugares del país.

13 LA INDUSTRIA. LA AGRICULTURA Y LA GANADERÍA


DESDE PRINCIPIO DE SIGLO A 1920: Panorámica sobre el estado de la
manufactura en los principales pueblos: Santo Domingo, Santiago, Puerto
Plata, San Pedro de Macorís. La industria azucarera se consolida como la
primera actividad productiva.

14 LA CONSOLIDACIÓN DE LA HEGEMONÍA
NORTEAMERICANA EN LA ECONOMÍA NACIONAL. Observaciones
sobre la distribución del intercambio comercial dominicano durante el siglo
pasado. Buques de guerra franceses y norteamericanos en puerto de Santo
Domingo, reflejo de la brega entre ambas potencias por el control del país.
Gobierno firma acuerdo en 1900 que redistribuye ingresos aduaneros.
Gobierno de Jimenes interviene aduanas de Montecristi y Puerto Plata.
Protesta de la Improvement. Gobierno crea Comisión compuesta por los
cónsules de Bélgica, Holanda y Estados Unidos para recibir y distribuir
fondos aduaneros. Improvement demanda intervención del gobierno
norteamericano en su conflicto con el Estado dominicano. Gobierno envía a
Estados Unidos y Europa a Henríquez y Carvajal para entrar en
negociaciones con los tenedores de bonos y con la Improvement. Congreso
dominicano rechaza acuerdos alcanzados por el Dr. Henríquez y Carvajal
con acreedores del gobierno. Caen en el mercado internacional los precios
del azúcar, café y cacao. Derriban gobierno de Jimenes en medio de
conflictos financieros con extranjeros. La Improvement demanda el pago
de 11 millones de dólares para retirarse del país. Designan árbitros para
dirimir conflicto con la Improvement. Fallo de la Comisión Arbitral resulta
desfavorable a dominicanos. Estados Unidos desembarca tropas en Villa
Duarte para defender gobierno de Morales amenazado por insurrección.
Morales afirma -enero de 1905- acuerdo que establece que recaudaciones
aduaneras serían realizadas por funcionarios del gobierno norteamericano.
Senado norteamericano rechaza acuerdo. Presidente Rooselvet crea
“Modus Vivendi" que permite mantener el acuerdo en vigencia. Buques de
guerra de Estados Unidos llegan a Santo Domingo en apoyo al “Modus
Vivendi". Militares norteamericanos son designados como recaudadores en
las aduanas dominicanas. Nuevo Presidente dominicano, Ramón Cáceres,
mantiene el "Modus vivendi". Congresos dominicano y norteamericano
aprueban Convención de 1907 que otorga a Estados Unidos el derecho de
recaudaciones aduaneras. Profesor Hollander estima en 40 millones la
deuda exterior dominicana. Datos sobre el comercio exterior dominicano
entre 1905 y 1911. Se instala en el país The Royal Bank of Canada.
Cáceres dicta Ley Bancaria. Decretan ley de partición de los terrenos
comuneros. Despojos a campesinos en la zona Este del país de parte de
ingenios azucareros.

15 LA CONVENCIÓN DE 1907 Y LAS REFORMAS ECONÓMICAS


DEL RÉGIMEN DE CÁCERES: Se expanden los intereses financieros de
los Estados Unidos. Cifras de las inversiones de los Estados Unidos en
distintas partes del mundo. El proyecto del presidente Roosevelt y su
impacto en la República Dominicana. La Convención de 1907 es criticada
por los opositores del presidente Cáceres.
16 EL CAOS POLÍTICO AFECTA LA ECONOMÍA Y LA
ADMINISTRACIÓN PÚBLICA: Asesinan a Cáceres y se inicia el caos
político que es aprovechado por Estados Unidos para actuar como
“mediador" en varios conflictos. Bajan las recaudaciones aduaneras a causa
de los choques armados. Estados Unidos aprueba préstamo a presidente
Bordas Valde por 1,600,000 que desembolsa el Guaranty Trust Co. de New
York. Presidente Wilson interviene en guerra civil dominicana. Secretario
de Estado Bryan presiona a nuevo presidente dominicano Juan Isidro
Jimenes para que permita a Estados Unidos administrar todas las
recaudaciones del Estado y para que reconozca a C. Johnston. como
Contralor Financiero. Senado designa comisión para negociar con gobierno
norteamericano.
Siguen las presiones para que Jimenes del general Arias brinda la excusa a
Norteamérica para ejecutar la 1ra intervención militar.

17 LA POLÍTICA ECONÓMICA DE LA DICTADURA MILITAR


NORTEAMERICANA 1916-1922. Datos sobre población. Tierras bajo
cultivo. Listado de las principales ocupaciones. La artesanía rural.
Situación de los ferrocarriles. Inician construcción de carreteras. Mejoría en
las recaudaciones aduanales. Terminan carreteras que cubren centenares de
kilómetros, y con ellos se consolida el mercado nacional. El uso del
automóvil se va generalizando. Construyen planteles, acueductos, y se
amplia el uso de la energía eléctrica. Crisis de 1920 desploma los precios
del azúcar y demás productos de exportación y bajan las recaudaciones.
Ocupantes militares efectúan varios empréstitos en nombre de la República.
Ley de registro de tierra favorece a empresarios norteamericanos. La
expansión de los ingenios al amparo de esta ley. La reforma arancelaria de
1919 afecta sensiblemente a la artesanía y la incipiente industria nacional:
también a la agricultura y la ganadería. País sufre tremenda inflación.
Huelga de “Cocolos" y haitianos en los ingenios por mejorías salaria-
les. Estados Unidos domina el comercio exterior dominicano. Go-
bierno militar norteamericano estimula el ingreso de braceros
haitianos. Número de braceros en el país.

18 LA SITUACIÓN ECONÓMICA ENTRE 1892 Y 1930. Pago


deuda exterior cubre casi el 50% de las recaudaciones. Dificultades
económicas del régimen de Vásquez. Presidente acude a nuevos
endeudamientos. La Convención de 1924. Ley de 1926 autoriza nueva
emisión de bonos. La política agrícola de Vásquez Mejora la situación
económica. La corrupción del régimen convierte la mejoría en
artificial. Llega al país Misión Daes para estudiar finanzas del Estado.
Sus recomendaciones. Estalla en noviembre de 1929 la crisis
económica en Estados Unidos y en lo inmediato repercute en Santo
Domingo.

19 LA CRISIS DE 1929 Y SUS REPERCUSIONES AÑOS


DESPUÉS. Memorias del Secretario Agricultora sobre la situación del
país en 1930. Bajan los precios de casi todos los artículos de
exportación. Cierran muchísimos comercios, talleres artesanales e
industrias. El hambre azota los pueblos. Se reducen los ingresos del
Estado y gobierno de Trujillo confronta dificultades para pagar los
sueldos. Ciclón de San Zenón de septiembre de 1930 contribuye a
empeorar la situación económica. Opinan deben detenerse los pagos a
la deuda exterior, y por ello decreta una Ley de Emergencia. Estados
Unidos envía contralor financiero. Dictador dominicano amplía
acumulación de capitales consolidando sus negocios en medio de la
crisis. Varias leyes favorecen empresas de Trujillo. Dictan ley para el
fomento del campo que establece zonas agrícolas. Ley favorece con
exoneraciones a “nuevas industrias”. En 1933 comienza a manifes-
tarse cierta mejoría en la economía. Los éxitos en el cultivo del arroz.
La dieta del dominicano. Antecedentes del cultivo del arroz, durante
Cáceres y Vásquez. Crecimiento del consumo durante la Era.
Incentivos para la siembra. Crece el área de cultivo. Instalación de
molinos. Propagandas en favor del arroz criollo. Trujillo y sus socios
crean fincas arroceras. El autoabastecimiento. La especulación origina
sustitución del arroz en la dieta. El consumo de maíz triturado o
“caquito”.

20 LA ECONOMÍA NACIONAL ENTRE 1935 Y LA


SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. Continua la política de fomento a
la agricultura y se establecen colonias en varias regiones. Datos sobre
la población en 1935. Aumenta la producción agrícola y
particularmente algunos productos que se importaban, como el arroz.
Segunda Guerra Mundial estimula economía. Distribución de los
principales cultivos por tareas sembradas. Número de ingenios en
producción. Datos sobre producción azucarera. Exportaciones de
azúcar. La Conferencia Internacional sobre el azúcar de Londres. El
cultivo del cacao y el café Monopolizan exportaciones de café y
cacao. Situación de la producción de tabaco. Reino Unido, mayor
comprador de azúcar. Listado de las actividades empresariales de
Trujillo. Aumento en los precios de los artículos fabricados en Estados
Unidos afecta economía dominicana. Fijan precios para algunos
artículos de primera necesidad; dejan fuera de a la leche y la carne,
principales negocios del déspota. Paralización de la industria del
azúcar de remolacha europea, motivada por la guerra, beneficia a los
ingenios azucareros. Tratado entre República Dominicana y Estados
Unidos, en el marco de la política del "Buen vecino" favorece finanzas
del Estado. Declaran a Trujillo “Restaurador de la Independencia
Financiera”. Gobierno compra The First National City Bank y fundan
el Banco de Reservas. La Guerra perjudica a muchos importadores y
representantes de casas europeas. El intercambio comercial se ve
afectado por la amenaza de los submarinos alemanes. Establecen
controles a varias importaciones. Bajan importaciones. Trujillo amplia
sus negocios en el marco de la guerra mundial. Trujillo crea empresa
naviera y se beneficia con crédito del Eximbank. Listado de los
negocios del déspota en este momento. Artesanías y pequeña mediana
industria se benefician con las restricciones originadas por la guerra.

21 DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL A LA


CREACION DE LA MONEDA NACIONAL. Trujillo
continúa monopolizando la industria y el comercio. Datos sobre
industrias en 1937 y su diferencia respecto a 1942.
Norteamericanos fundan nuevas empresas agrícolas. Extensión
de esas explotaciones. Datos sobre industrias en 1946. Instalan
fábricas de vidrios y una cordelería. Los inicios del uso del
cemento en las construcciones. Datos sobre consumo del
cemento en 1907 y diez años más tarde. Trujillo instala fábrica
de cemento en 1947. Su importancia. Dictador dicta leyes para
proteger empresas. Aumenta la producción arrocera. Sistema de
trabajo en las fincas arroceras. Se deterioran las condiciones de
vida a causa de la inflación. El pago de la deuda exterma.
Función del Banco de Reservas en el pago de esa deuda. La
reforma monetaria crea moneda nacional. Canje del dólar por el
peso. Total de dólares canjeados. FMI reconoce paridad del
peso frente al dólar.
22 DE LA POSTGUERRA AL FINAL DE LA
DICTADURA: Crecimiento de la industria y la balanza
comercial. Diversificación de la industria nacional.
Construcción de nueva vías de comunicación en toda la
nación. Trujillo y familiares se constituye en los
principales propietarios de las más importantes fuentes de
producción de riquezas. La industria textil y la producción
de algodón y sisal. Proceso de inmigración del campo a la
ciudad. El corte de madera en la frontera y en la
Cordillera Central. Ley de Franquicias Industriales y
Agrícola de 1950. Construcción de los ingenios Haina y
Catarey. Política de acoso y descrédito contra los ingenios
propiedad de inversionistas norteamericanos. Aumento
significativo de los ingenios del Estado.

23 PERFIL DE LA SITUACIÓN ECONÓMICA


DEL MUNDO OCCIDENTAL EN LA ÉPOCA DE
LA INDEPENDENCIA NACIONAL Y AÑOS
INMEDIATAMENTE POSTERIORES

Los avances de la revolución industrial. Transformaciones en la industria del


tejido. Innovaciones en el plano energético. La aparición de la locomotora y
los cambios en la navegación amplían el transporte. La expansión colonial
europea El surgimiento del proletariado urbano- Las organizaciones obreras.
Marx publica "El Manifiesto Comunista". La expansión territorial
norteamericana El intercambio comercial europeo y norteamericano con
América Latina

En el momento en que nuestra sociedad alcanzó su


independencia, en febrero de 1844, y en los años
inmediatamente subsiguientes, se estaba registrando en
Europa y Norteamérica un avance arrollador de la
revolución industrial, iniciada durante el siglo anterior.
Este proceso fue el fruto de todo un conjunto de
nuevos descubrimientos técnicos y científicos que.
aplicados a la actividad productiva y al transporte, como la
máquina de vapor liquidaron la producción artesanal y la
manufactura e introdujeron la gran producción fabril y el
maquinismo.
En aquel momento, el país más poderoso
económicamente lo era Inglaterra, pionera de esa
revolución industrial que, puede decirse se inició con la
invención de una nueva máquina de hilar (1779)
perfeccionada más tarde (1843) que revolu cionó de manera
fantástica la fabricación de tejidos de algodón.
Otras innovaciones importantes ocurridas por esos
años lo fueron la introducción del carbón mineral (hulla)
como elemento energético que sustituyó a la madera, y los
nuevos procedimientos descubiertos por Siemens, Martín y
Beseemer, que mejoraron y permitieron aumentar de
manera considerable la producción de acero.
Otro acontecimiento no menos trascendente lo fue la
introducción de la locomotora. inventada en 1814, con la
máquina de vapor de Watt, como medio generalizado de
transporte en Europa durante la década del cuarenta y
cincuenta del siglo pasado. Se adaptó la máquina de vapor
a los buques, procedimiento ideado por el norteamericano
Fulton en 1807. Ambos hechos ensancharon enormemente
la capacidad del transporte de mercancías y pasajeros.
Es decir, el mundo comenzó a achicarse, haciendo los
viajes más breves, menos riesgosos y más confortables. Por
esos años, comenzó a producirse industrialmente la
bicicleta, inventada en Alemania en 1817 por Karl Von
Drais. Este vehículo. que en principio era utilizado como
medio de diversión, jugó años después un papel muy
significativo como medio de transporte de la clase obrera
en casi toda Europa.
Fruto de esa revolución industrial, Inglaterra que ya era
dueña de la más grande ilota marítima del mundo, registró
un crecimiento extraordinario en sus exportaciones: de
14.900.0 libras esterlinas que exportó en 1801, pasó a
175.400.0 en 1850. En tan sólo cincuenta años, sus
exportaciones crecieron en más de un 60 por ciento.
Durante ese período tiene lugar a su vez. una nueva ex -
pansión colonial de Inglaterra, la cabeza dirigente del capi -
talismo mundial y de la revolución industrial. Esa nación
estableció colonias en África, en la India. En América
Latina, donde ya tenía a Canadá, Guyana, Jamaica y otras
pequeñas islas del Caribe, casi a mediados del siglo 19,
ocupó a Belice, en América Central.
La expansión colonial del país más desarrollado del
mundo fue una consecuencia natural de la revolución
industrial, pues con ello Inglaterra se aseguraba no sólo
nuevos mercados cautivos donde podía vender sin
competencia sus productos, sino también, materias primas
baratas.
La revolución industrial que introduce el sistema fabril,
también originó el surgimiento del proletariado urbano,
desplazando al trabajador doméstico, e introdujo en las
fábricas un riguroso sistema de trabajó bajo la dirección y
supervisión directa de capataces, que obligaban al obrero a
trabajar hasta 16 horas al día.
En este momento de la historia económica del mundo
occidental las mujeres y los niños fueron incorporados de
manera masiva al trabajo fabril, sobre todo en el ramo
textil.
La superexplotación que padecían los trabajadores dio
origen a su vez a la organización de los sindicatos, una de
cuyas primeras tareas lo fue la lucha por la reducción del
horario de trabajo y la prohibición del trabajo de los niños
en las fábricas.
Casi de manera paralela al surgimiento y
fortalecimiento del movimiento sindical en Europa, fueron
apareciendo allí organizaciones políticas para la defensa de
los trabajadores. También durante este periodo se inició la
difusión entre las masas de las ideas socialistas.
Al calor del ímpetu de este movimiento y como crítica
al carácter utópico de las ideas socialistas más difundidas
entre los trabajadores en el viejo continente, en 1848. Marx
y Engel, redactaron su famoso “Manifiesto Comunista",
donde inician con rigor la interpretación de la historia de la
humanidad como producto de la lucha entre las clases
sociales, destacando a su vez, el papel revolucionario del
proletariado en la época moderna.
El mismo año de la publicación de esa controvertida
obra de Marx y Engel, Francia fue sacudida por una
revolución donde por primera vez el proletariado participó
con sus propios fines políticos. Esa revolución derribó la
monarquía de Luis Felipe y restableció la República.
En los albores de la independencia dominicana, la
nación más desarrollada en nuestro continente era Estados
Unidos. En esos momentos precisos ese país dio inicio a
una arrolladora expansión territorial hacia el Oeste del
territorio de Norteamérica, la mayor parte del cual le fue
arrebatado a México.
La primera gran anexión norteamericana de te rritorio
mexicano ocurrió en 1844. Justo el año de la procla mación
de nuestra independencia. Mediante tratado, Estados
Unidos se adueñó de la recién proclamada República de
Texas. Cuatro años después, luego de invadir a México,
impuso a ese país otro tratado y se apropió de Nuevo
México y de la Alta California.
En total, en sólo cuatro años, la expansión territorial de
los Estados Unidos costó a México 1,528.241 kilómetros
cuadrados.
En términos teóricos económicos, en casi toda Europa
se fue imponiendo -salvo España- el libre cambio
(liberalismo) como fundamento positivo del intercambio
comercial entre las naciones, y como motor del desarrollo
industrial.
Esa teoría, surgida en Inglaterra y que se afirmó en casi
todo el mundo luego de la publicación de “Las riquezas de
las naciones" de Adams Smith, suplantó al proteccionismo
característico del período mercantilista y contribuyó
enormemente al desarrollo industrial de casi toda Europa.
En el plano del comercio, en los momentos de la
independencia dominicana y años posteriores, primero
Inglaterra y luego Francia, monopolizaban la mayor parte
del comercio exterior de América Latina, aunque Estados
Unidos y Alemania, tenían ya una fuerte presencia en la
zona del Caribe y en América Central. Particularmente en

América del Sur (Brasil, Argentina. Uruguay. Paraguay),


Los cambiosInglaterra
de la economía era la durante
ocurridos principal abastecedora
el régimen de productos
de Boyer. Modificaciones
en el sistemamanufacturados
de la propiedad de la ytierra.
unaLagran comdepradora
abolición de materias
la esclavitud. Principales primas,
artículos de y trataba Elpor
exportación. medio
Código Rural.deEl inversio
comercio es nes. de obtener
ampliado. el control
La aparición
del campesinado dominicano. Medidas impositivas afectan economía.
financiero de esa región, propósito que alcanzó antes de
finalizar el siglo 19.

ANTECEDENTES
La integración de la antigua zona española de la isla de
Santo Domingo dentro del marco de la República de Haití,
efectuado por el Presidente Boyer en 1822, liqui dó los
arcaicos moldes de la economía colonial española vigen tes
hacía más de tres siglos, en el territorio que hoy se
denomina República Dominicana.
En primer lugar, esa integración abrió las puertas del
intercambio comercial en la antigua parte española, hasta
ese momento cerradas bajo las férulas del monopolio
comercial impuesto por España en sus colonias americanas,
y sus habitantes pudieron comerciar con nuevos mercados:
Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Holanda, etc.
Este hecho originó un reavivamiento de la actividad
productiva de los principales productos de exportación:
Madera, tabaco, cueros, mieles, etc.
En segundo lugar, la integración de nuestra zona con la
República de Haití, creó también un cambio radical en el
sistema de la propiedad de la tierra, pues las propiedades de
la Iglesia Católica, principal latifundista durante la colonia,
fueron confiscadas, y asimismo, las de aquellas personas
que. inconformes con la integración, abandonaron el país.
Al mismo tiempo, el gobierno de Boyer derogó todo un
conjunto de impuestos que afectaban de manera sensible el
desarrollo de la economía y dictó disposiciones para
incentivar el comercio.
Pero la más significativa de las modificaciones ocurrió
en el plano de la propiedad territorial y la originó el
repartimiento de tierras iniciado por el gobierno de Boyer
en los primeros años de su mandato, acción que favoreció a
cerca de 10 mil familias, en su mayor parte ex esclavos
durante el período colonial.
Esa extraordinaria distribución de tierras permitió la
aparición del campesinado dominicano, un fenómeno
nuevo en el ambiente sociológico nacional. Con
anterioridad, el habitante del campo, en su mayor parte era
esclavo -sin derecho al disfrute de la propiedad- o liberto.
Más adelante presentamos un cuadro extraído por
nosotros de los datos ofrecidos por José Gabriel García
sobre la situación de la propiedad de la tierra en nuestro
país en 1838, años después de la distribución decretada por
Boyer. El historiador García no incluyó en su relación a
Santiago, ni a Puerto Plata.
Si se toma en cuenta que en aquel momento la
población dominicana no alcanzaba los 100 mil habitantes,
y se parte del hecho de que cada familia tenía por lo menos
cuatro miembros, se puede concluir afirmando que esa
distribución llevada a efecto por Boyer. hizo propietario a
cerca del 40% de los pobladores adultos de la zona Este.
Por otro lado, tanto la posesión de la tierra, como la
propiedad de la misma, estaban afectadas durante la colonia
por capellanía, censos, y otros sistemas impositivos
feudales, los cuales fueron abolidos por Boyer.
La tierra, en consecuencia, a partir de la distribución
llevada a cabo por Boyer. dejó de ser un monopolio de la
Iglesia, de los grupos hateros y la burocracia dominantes,
pasando a ser, en una buena proporción, propiedad de los
cultivadores directos, hecho que favoreció enormemente a
la agricultura, ahora en una buena parte, bajo el control de
un campesinado Distribución de la propiedad y actividad
económica 1839-1840
Cacao Algodó
Común o Hatos Trapiches Frutos
Total n Caña Cafe
sección Tabaco y otros

Azua 355 - - 271 47 37 - - -

Las Caobas 346 - 236 71 14 - 39


18 8
Río Arriba 365 - 285 30 9 14 - 19
8
Arroyo Seco 269 - 219 7 - 3
28 6 6
Tomundo - 223 25 - -
261 1 6 6
Sto. Dgo - - 174 59 - - 567
821 21
Samaná 192 - - - 24 - 149
11 8
Seybo 454 - - - - 137 - 179 138

Bani 390 - - 72 - 39 - - 279


San 770 34 - 39 57 - -
Cristóbal 12 626
Los Llanos 368 - - - 48 - - 310
10
Bayaguana 388 - - - - 310 -
68 10
Monte Plata 322 - - 142 - - -
112 68
Sab. de la
34 - - - - - - 33
Mar 1
San Juan 698 - - - - 141 - - 567

El Cercado 502 - - - - 92 - - 410

Puerto Plata 1,047 - - - - - - - -

Las Matas 492 - - - - 96 - - 396

Bánica 144 - - - - 54 - - 90

Neyba 951 - 13 - 19 421 - 490


18
Dajabón y
Montecristi 422

Totales 9,591 34 976 823 406 1148 257 4408


60
libre y propietario, fenómeno que fortaleció la producción mercantil.
El régimen de Boyer al propio tiempo, dictó varias dispo siciones
para estimular la siembra de productos de exporta ción, tales como el
café y el tabaco.
Todos estos cambios fortalecieron el desarrollo del comer cio y el
crecimiento económico de la pequeña burguesía, gru po social que
sería el sostén de la independencia nacional.
A pesar de estas modificaciones positivas que incentivaron el
avance económico de la antigua colonia española y de paso ampliaron
el universo social que apoyaba al régimen, dos medidas tomadas por
Boyer, a corto plazo, se convirtieron en elementos que conspirarían,
no sólo contra la integración de los haitianos y los dominicanos en un
mismo ordenamiento político republicano, sino además, contra el
natural desenvolvimiento posterior de la economía.
La primera fue la aceptación del compromiso de pagar a Francia
una indemnización de 150 millones de francos, como compensación
por las propiedades perdidas por los colonos franceses, a causa de la
lucha por la independencia de Haití proclamada en 1804, y la otra, la
promulgación del Código Rural.
La primera medida obligó al gobierno de Boyer a crear un
ordenamiento impositivo compulsivo que los dominicanos
entendieron desde el principio como odioso e injusto. Y el Có digo
Rural creó un riguroso ambiente de trabajo en el campo que hacía
recordar el sistema imperante durante la esclavitud abolida por el
mismo Boyer.
El compromiso de indemnizar a los colonos franceses mediante el
pago de una suma grandísima que la República no podía pagar en el
plazo en que fue acordado con Francia, afectó sensiblemente las
finanzas del régimen, y fue, por de cirlo así, el caldo de cultivo que.
junto al despótico sistema de trabajo impuesto al campesinado
mediante la aplicación del Código Rural, creó el ambiente de
inconformidad política que bien pronto envolvió a ambas zonas de la
isla.
Situación esta última que aprovecharon muy bien los independentistas
dominicanos dirigidos por Juan Pablo Duarte. casi todos miembros de la
pequeña burguesía urbana, para echar adelante su proyecto, llevado a feliz
término, el 27 de febrero de 1844.
Moca en 1870, aproximadamente. Dibujo de Hazard.

ESTRUCTURA DE LA ECONOMÍA 1844-1870

Las actividades productivas básicas de la economía. Los efectos de la guerra


dominico-haitiana sobre la producción. Situación de la zona fronteriza. Datos de
población. La situación de las vías de comunicación. La economía natural. Las
artesanías. Principales ocupaciones. El sistema de cultivo. El corte de madera y el
aspecto contractual de los trabajadores. La baja en las exportaciones. El comercio en
manos de extranjeros. La especulación con el oro de los judíos. La regionalización de
la producción. Los terrenos comuneros. La aparcería. El cultivo del tabaco y su
importancia. Las artesanías alrededor del tabaco. Los extranjeros en el comercio del
tabaco. Los intermediarios. Datos de exportación de tabaco entre 1844-1870. La
economía durante la anexión. La política impositiva del gobierno español.
La sociedad dominicana registró importantes cambios en su
economía a partir de la independencia nacional,
pero es necesario subrayar, que los principales renglones
de la actividad productiva
seguirían siendo, hasta 1870, aproximadamente, al igual que como lo
fueron durante el período de integración a la República de Haití, el
corte de madera -caoba, campeche, guayacán-, la cría de ganado
vacuno, y el cultivo de tabaco.
El corte de madera y la cria de ganado vacuno constituían la base
de la economía de la región Sur y Sureste, mientras el cultivo del
tabaco jugó el mismo papel en la región Norte, donde también, aunque
en menor medida, muchos propietarios y contratistas, igualmente se
dedicaban al corte de madera.
La primera modificación importante ocurrida en la economía
dominicana a consecuencia de la independencia nacional se derivó
directamente de la guerra dominico-haitiana, pues el Estado recién surgido
se vio en la obligación de enrolar a miles de trabajadores, -agricultores,
peones, artesanos y pequeños y medianos propietarios- en las filas del
ejército para defender el territorio nacional. Este hecho originó un seño
decaimiento en todas las actividades productivas. Fueron li berados del
servicio militar los grandes propietarios, los comer ciantes, y los
empleados del Estado.
Pero donde ocurrió lo peor fue en la zona fronteriza, prin cipal foco
del conflicto bélico, pues allí fue necesario abando nar durante varios
años todos los cultivos, retirar el ganado vacuno y caballar, y detener el
corte de madera.
Durante más de un lustro aquella zona, a consecuencia de la
permanente situación de tensión y guerra, estuvo desola da, pues una
buena parte de los habitantes varones establecidos en el lugar fue
además obligada a integrarse al ejército.
Es importante tener en cuenta, para poder comprenderla estructura
económica de nuestro país en aquella época, que el Estado dominicano
recién formado y que moldeó sus lincamientos jurídicos con la
promulgación de la Constitución de noviembre de 1844. surgió a la
vida con una característica muy peculiar que debe ser tomada muy en
cuenta.
Esa característica fue la siguiente: El Estado era el princi pal
latifundista de la Nación, pues heredó, no sólo gran parte de las
propiedades de la Iglesia Católica confiscadas por el régimen de Boyer.
sino también centenares de grandes haciendas y miles de propiedades
pequeñas y medianas pertenecientes a ciudadanos haitianos que
abandonaron nuestro territorio, y a soldados y oficiales del ejército de
Haití. Propiedades estas últimas que habían sido donadas por Boyer
para estimular la fidelidad a su persona en las filas del ejército. Aún en
1861. el Estado dominicano era propietario de “por lo menos ocho dé -
cimas partes de su territorio". (Emilio Rodríguez Demorizi.
Antecedentes de la Anexión a España. Academia Dominicana de la
Historia. 1970. Pág. 255.)
Esta peculiaridad se constituyó, durante mucho tiempo, en el
elemento detonante de muchos de los conflictos políti cos registrados en
nuestra nación durante sus primeros años.
En 1844, la población dominicana apenas alcanzaba los 126 mil
habitantes, según José Ramón Abad, hecho por el cual el enrolamiento
forzado al ejército de cerca de 8 mil cultivadores y peones agrícolas,
deterioró seriamente el sistema producti vo de la Nación. Por cierto,
sistema productivo muy atrasado o casi primitivo, carente del dominio
técnico que ya conocían - Europa y Norteamérica, cuyas sociedades
vivían en el pleno apogeo de la revolución industrial que consolidó el
mercado mundial.
La República Dominicana en aquella época, no tenía si quiera
vías adecuadas para la comunicación entre sus pueblos.
A diferencia de los países europeos y de Estados Unidos,
donde el maquinismo había envuelto ya a todas las esferas de las
actividades productivas, incluyendo a la agricultura, y en donde
los ferrocarriles y el barco a vapor, y más luego, el de
combustión, comenzaban a revolucionar todo el sistema del
transporte, haciendo más activo los mercados nacionales y el
mercado mundial, en la recién creada República Dominicana, las
vías de comunicaciones continuaban siendo los viejos ca minos
trazados durante la colonia.
Esto impidió la conformación de un mercado nacional, originan-
do la paradójica situación que hacia que los principales puer tos y
ciudades del país, Santo Domingo, Puerto Plata, Azua y
Montecristi, registraran mayores contactos con el exterior, que
con los pueblos dominicanos establecidos en el interior. Inclu so,
la navegación de cabotaje era escasa y se efectuaba en viejas
goletas y otros buques de vela. Esa limitante, se mantuvo durante
varias décadas, e influyó de manera notable en la economía,
acentuando el atraso.
Dentro de este marco, la economía natural orientada al
autoabastecimiento familiar, tenía un enorme peso, debido
precisamente a la ausencia de un mercado nacional, por la falta de
vías que facilitaran las comunicaciones entre los campos y
pueblos.
Unicamente las unidades productivas situadas en zonas cercas a las
ciudades, tenían posibilidades de participar en el escaso intercambio
comercial.
No existía desarrollo industrial alguno y entre las arte sanías
los sectores dedicados a la elaboración de serones, prin cipal
medio de empaque para el transporte de los productos agrícolas;
la de cigarros y andullos, la dedicada a la fabrica ción de rústicos
muebles de madera. Junto a la artesanía del cuero para la
caballería de sillas para montura, la de los alam biques para la
elaboración de ron a base de alcohol de caña de azúcar, producto
este último fabricado en trapiches movi dos por animales donde
también se elaboraba azúcar y mieles. apenas registraban un
incipiente avance.
Estas últimas unidades productivas, generalmente de ta maño
muy reducido, donde encontramos la presencia de la familia
integrada a la producción, junto al corte de madera, puede decirse
que eran la única expresión en nuestro país, de lo que en la
historia del capitalismo se conoce con el nombre de producción
mercantil simple.
Por otro lado, el examen de las clasificaciones estipuladas en
la Ley de Patentes promulgada a mediados de 1845, nos permite
formar una visión más clara sobre la situación eco nómica del
país.
Las categorías por ocupaciones que contemplaba dicha ley,
que sumaban apenas 25, eran las siguientes: Boticarios, con -
signatarios. dueños de casa de trucos y billares, curtidores,
licoristas, ebanistas y carpinteros, negociantes en madera y frutos,
mercaderes de alquitrán y aceite, quincallerías y jugueterías,
panaderos, traficante de un pueblo a otro, posa deros o mesoneros,
sastres, sombrereros y veleros. No apare ce en la lista una sola
actividad industrial.
No hay documentos que indiquen el número de patentes que
fueron registrados a partir de la promulgación de la ley. Pero
puesto que la referida legislación en principio prohibió la apertura
de negocios en las zonas rurales, donde se concen traba la mayor
parte de la población, más del 80%, de suyo se desprende que el
número de establecimientos patentados era sumamente bajo. La
población urbana era muy reducida. La ciudad de Santo
Domingo, para sólo traer un ejemplo, no te nia en aquel momento
(1845) 12 mil habitantes.
Por otra parte, el trabajo bajo salarlo era escaso, y parti -
cularmente en las labores agrícolas, la fuerza de trabajo fun -
damental era el peón, peculiar reminiscencia dominicana de la
servidumbre española que no pudo abolir la dominación haitiana.
Pero agreguemos a todo ello que la tierra se preparaba para el
cultivo mediante métodos sumamente rudimentarios y pri mitivos.
El desmonte con el fuego y el uso de la coa en la siem bra,
instrumento este último utilizado por los tainos, estaban
generalizados. El arado se comenzó a utilizar en Santo Domin go,
después de 1870.
Sin embargo, en el corte de madera era bastante común el uso
de contrato para la utilización de los servicios. Tenemos que
subrayar que la modalidad de establecer contratos entre los
cortadores de madera y los dueños de los terrenos y sus
concesionarios, ( y también en otras actividades agrícolas y
ganaderas) fue introducida en nuestro país durante el régimen de
Boyer, a partir de la promulgación del Código Rural de 1824, y
que eran mas bien “contratos de servidumbre", muy pareci do a los
acuerdos que en Europa establecían los señores feu dales, con sus
siervos, pues el trabajador contratado se obligaba a no abandonar
su labor sin el consentimiento del contratista.
En el caso dominicano sin embargo, el contrato era tem poral.
de uno y dos años generalmente, y no para toda la vida, como en
el caso europeo y. además, recibía una remuneración, que en 1844
alcazaba apenas a la suma de un peso diario. Por otro lado,
debemos anotar que a causa del decaimiento económico que
originó la guerra dominico-haitiana, las exportaciones registraron
una baja sustancial. Salvo el tabaco, todos los cultivos fueron
afectados. También el corte de madera se redujo bastante.
Es importante que subrayemos, que el comercio -de expor -
tación y de importación- se encontraba controlado por extran-
jeros, varios de ellos de origen judío, los cuales se dedicaban
también a la usura. Entre las principales casas extranjeras
dedicadas a esas actividades pueden citarse: La de los Rothchild,
la Levy et Fils, la Brenan, la Durocher et Fils, Jazan, Jesurum.
Tan tempranamente como en 1846. un grupo de comer ciantes
de La Vega, denunció ante el Presidente de la República, general
Pedro Santana, que varios judíos se dedicaban a la compra de la
onza de oro, además de frutos.
El mandatario dominicano respondió a los comerciantes
veganos rechazando la denuncia, al tiempo que le hacía saber que
los judíos “han sido los primeros en afrontar sus fon dos para
subvenir a los gastos de la guerra". (Hoetink. El Pue blo
Dominicano. Edit. Univ. Católica Madre y Maestra. 1970. Pág.
50).
Casi todas las casas comerciales extranjeras judías, eran
sucursales de otras mas importante establecidas en Curazao y
Saint Thomas. Estas dos islas, durante varias décadas mo -
nopolizaron el comercio de importación y exportación de San to
Domingo.
Las casas comerciales de Saint Thomas y Curazao, com -
praban en Europa y reembarcaban sus mercancías con exce lentes
ganancias a la República Dominicana.
Se trata de un singular comercio triangular que tuvo sus
orígenes, en la ausencia de relaciones comerciales directas entre
nuestro país y Europa. Situación esta que duró varios lustros.

CARACTERÍSTICAS DE LA PROPIEDAD DE LA TIERRA


Y LA REGIONALIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD PRODUCTIVA
En el período comprendido entre los años 1844-1870 que
estamos examinando, la actividad productiva y el sistema de
propiedad de la tierra establecidos en las zonas agrícolas, tie nen
características muy específicas que lo diferencian de otros
períodos.
En primer lugar, es evidente la existencia de tres regiones con
peculiaridades muy propias. En ese orden podemos hablar de una
especialización regional de la actividad económica.
En la región Norte, el cultivo del tabaco era la piedra an gular
de la agricultura, notándose allí la existencia bastante extendida de
la pequeña y mediana propiedad.
En la región Este, la actividad fundamental era la gana dería,
sobre la base de un latifundismo notablemente acentua do. En el
lenguaje de la época el latifundio era denominado como “hato".
En esta misma región, a la ganadería le seguía el corte de
madera. La región Sur conforma ciertas características simi lares a
la región Este -en cuanto a la acentuada presencia de la gran
propiedad-, pero aquí el hato ganadero no tuvo la im portancia que
registró en la región Este.
En la región Sur, además, es notable la existencia bastante
numerosa de pequeños trapiches dedicados a la elaboración de
azúcar, melaza, y alcohol para la fabricación de ron.

Trapiche del siglo X VI I I . encontrado en la región oriental, en el Municipio de los


Llanos.
Tanto en el Norte como en el Este, el pequeño trapiche
aparece, pero no con la profusión que se registra en la región Sur.
A la creación de esa especialización regional de la activi dad
productiva, contribuyeron las diferencias existentes en las
calidades de las tierras de cada región, las variaciones del cli ma. e
incluso, detalles históricos.
Es interesante resaltar que esa realidad antes expresada, que
contribuyó al establecimiento de esa especialización regio nal.
también creó un comportamiento diferente de sus habi tantes
respecto al trabajo.
Varios informes de la época señalan que la conducta del
habitante de la zona Sur y Este, donde el corte de madera y la
ganadería, como hemos dicho, constituían la base de la eco nomía
de dichas regiones, era totalmente diferente a la del ciudadano de
Cibao, donde el cultivo del tabaco ocupaba la posición central.
“La facilidad con la que un hombre trabajando el corte puede
adquirir cierta suma en un lapso de tiempo relativamen te breve, es
el origen de la gran pereza que es característica predominante de
los habitantes del Sur. a diferencia de los de la provincias norteñas
donde la agricultura es la principal actividad económica" señala
Schomburgk. cónsul inglés en informe escrito poco después de la
independencia.
Por otra parte, al terminar la ocupación haitiana el siste ma de
propiedad de la tierra de la República Dominicana se puede
clasificar como:
1) Terrenos propiedad del Estado, heredados del período de la
integración con Haití. A esta franja del sistema de pro piedad hay
que agregar los terrenos confiscados a los re sidentes haitianos de
la parte Este de la isla-civiles y ’ militares- que abandonaron el
país a raíz de la proclamación de la indépendencia nacional.
Para valorar la importancia del sector estatal en el siste ma de
propiedad, es bueno recordar que todas las propie dades de la
Iglesia Católica fueron confiscadas por el
régimen de Boyer y que hasta 1822, esta institución era la
mayor latifundista del país.
En consecuencia, el Estado dominicano heredó del gobier no
anterior propiedades inmensas, que como veremos más
adelante, se convirtieron en focos permanentes de con flictos.
2) Terrenos comuneros: Es decir, propiedades sin delimita ciones
precisas, donde dos o más personas eran propietarias.
Los terrenos comuneros, cuyos orígenes se remontan a la
época colonial, envolvían propiedades pequeñas, medianas y
grandes.
3) Hatos ganaderos, -latifundios- tanto comuneros como de
propietarios individuales.
4) Por último, tenemos la pequeña y mediana propiedad in -
dividual, bastante numerosa sobre todo en el Cibao.
Es importante subrayar que la pequeña y mediana propiedad
mantuvieron la mayor actividad productiva durante este periodo -
1844-1870-, tanto en el Norte como en el Sur.
En la actividad agrícola, el pago de salario era prácticamen te
inexistente y lo mas común era la prestación de servicios bajo
contrato verbal o escrito, donde el propietario de la tierra recibía
la mayor parte de lo que él o los contratados producían. Es lo que
comunmente hoy se conoce como “aparcería". (Véase: El
precapitalismo dominicano de la primera mitad del siglo 19:
1780-1850. J. Rodriguez y Rosagilda Vélez. Editora
UASD.1980.)

CULTIVO DEL TABACO: 1844-1870


Durante el periodo de la integración con Haití, el cultivo del
tabaco registró un aumento en Santo Domingo como nunca antes
se había conocido. Sólo la exportación de 1841, que as cendió a
3,219.690 superó en más de veinte veces las expor taciones
hechas durante los últimos años del período colonial: 1810-1822.
A partir de la independencia nacional, el cultivo del taba co
continuó avanzando. Fue la única actividad productiva no afectada
de manera sensible por los efectos de la guerra do minico-haitiana
que se inició en marzo de 1844 y que mantu vo en tensión al país
por varios años.
Pero hay que destacar, que si bien en. todo el territorio
nacional se cultivaba el tabaco, el Cibao era el mayor produc tor.
En esta región, las provincias de Santiago y La Vega mar charon a
la cabeza.
Debe ser señalado que el cultivo del tabaco se efectuaba
mayormente en pequeñas y medianas propiedades. General mente
el trabajo de siembra, cosecha, cura y selección de la hoja, se
efectuaba en un ambiente familiar.

La plaza del mercado de Santiago. Grabado de Hazar. 1870.

’ El tabaco tenía dos destinos: el mercado exterior y el inte rior.


El tabaco para el consumo local pasaba por una fase artesanal de
elaboración para convertirlo en “andullos" que era utilizado para
fumar en pipa o "cachimbo" y para masticar, costumbre bastante
arraigada en la población campesina.
También se encontraba bastante extendido el consumo del tabaco
en forma de cigarro, elaborado en pequeños talleres artesanales o
individualmente por el propio fumador. Esta última costumbre era
más común en las zonas rurales.
El desarrollo del cultivo del tabaco permitió a la región
cibaeña establecer una dinámica económica muy superior a las
otras regiones del país.
En primer lugar, desarrolló la artesanía dedicada a la fa -
bricación de serones a base de guano, y de coberturas para la
protección de los animales que transportaban el producto hacia
Puerto Plata, principal puerto de exportación de aquella región.
Y asimismo, como no existían carreteras, y era necesario el
uso de animales para su transportación, esa realidad obli gó al
establecimiento de un peculiar negocio de recuas de ca ballos y
mulos.
El periódico El Eco de la Opinión del 26 de abril de 1857
informa que en el Cibao había un capital invertido en anima les
que “no baja de un millón de pesos” y que más de mil hom bres
estaban dedicados a la conducción de las recuas.
La comercialización del tabaco, sin embargo, escapó al
control de los dominicanos, pues fueron comerciantes extran jeros,
en su mayor parte alemanes, quienes monopolizaron su
exportación. Muchos de estos comerciantes eran agentes de casas
comerciales de Bremen y Hamburgo, donde estaban establecidos
los principales compradores del tabaco dominicano.
El investigador dominicano Antonio Lluberes, en un inte -
resante artículo publicado en la revista EME-EME (Vol.6.
No.435, de mayo de 1978) destaca que de 16 firmas expor tadoras
establecidas en Puerto Plata, apenas 2 correspondían a apellidos
nacionales.
Muchos de estos extranjeros exportadores de tabaco, actuaban
también como usureros en el plano de la financia ción de la
cosecha. Facilitan dineros en préstamos a los culti vadores bajo el
compromiso de la compra obligada de la
cosecha.
No pocos cónsules europeos se dedicaron a tales activida-
des, utilizando a representantes suyos que viajaban por el Cibao a
establecer los acuerdos de préstamos. Estos últimos, generalmente,
actuaban también como almacenistas.
Un informe escrito en 1862 por el capitán español Santia go
Moreno señala que el principal negocio de los comercian tes
extranjeros radicados en Puerto Plata consistía en la compra de
tabaco.
El oficial español destaca que: "Estos, adelantando a los
propietarios dinero o efectos, cobran en frutos cuando llega la cosecha
el total adelantado: siendo de notar que la variación de precio en el
papel moneda hasta hoy en circulación, es otra fuente de especulación,
por estar a su arbitrio aquellas variaciones. que como es consecuencia,
siempre redundan en provecho exclusivo para esa clase."
Para tener una idea más
certera de la importancia del EXPORTACIÓN DE TABACO
cultivo del tabaco y de su 1844-1870
constante desarrollo durante
el periodo que examinamos 1844-45 ..30000
-1844-1870- veamos las ci- 1845-46 ..34000
fras sobre su exportación, en 1846-47 ..28.000
el cuadro de la página 1851 ..65000
anterior. 1855 ..50000
Pero antes, 1856 ..55000
debemos aclarar, que la 1860 ..80000
caída que se registra 1861 ..70000
entre los años 1862
1862 ..30000
hasta 1866. obedece a
1863 ..30000
la situación de guerra
1866 ..30000
contra España que 1867 ..67000
vivió núes tro pueblo 1868 .123000
durante esos años
1869 ..91000
1870 .120000

Fuente: Cassa, Roberto. Hlst. Social


y Econ. de la República
.Dominicana.Vol.2.Pág.20.
EL CORTE DE MADERA Y LOS TRABAJADORES
Desde la época colonial, la madera dominicana, debido a su
gran calidad, disfrutó de un alto aprecio en los mercados
europeos. La caoba, el cedro, el pino, el campeche y otras
maderas resistentes fueron artículos importantes de exporta ción.
Durante el período de la integración con Haití, particular -
mente la exportación de la caoba, se constituyó en una de las
principales fuentes de ingresos de divisas.
La caoba dominicana que se exportaba, altamente cotiza da en
Francia. Inglaterra y los Estados Unidos, era utilizada en la
fabricación de muebles, interiores de buques, y en la construcción
de viviendas para puertas y ventanas. La caoba centenaria tenía
un alto consumo pues además era utilizada para viga en edificios.
palacios y en las grandes viviendas de las personas adineradas.
Durante los primeros años de la época republicana el cor te de
madera y su exportación si bien sufrió una ligera reduc ción, a
causa del conflicto bélico con Haití, fue una de las actividades
productivas más importantes.
El informe de Hacienda de 1945-1946 señala que durante ese
año, fueron exportados 3223000 pies de caoba. Diez años más
tarde, en 1855, el Cónsul inglés Schomburgk, en informe enviado
a su gobierno destaca que ese año fueron exportados 3,479.000
pies, a un precio de 122 pesos fuertes el millar, o lo que es lo
mismo, a $0.12.2 centavos de peso fuerte cada pie. Ese año.
ingresaron al país por concepto de exportación de caoba $326245
pesos fuertes. Cifra que delata la importancia que tenía el corte de
madera en la economía nacional, du rante los primeros años de la
República.
A diferencia del tabaco, cuya base productiva se encontra ba
en manos de pequeños y medianos propietarios nativos, la
actividad maderera fue controlada por los hateros, la alta bu -
rocracia estatal y también por comerciantes extranjeros que
hacían las veces de contratistas para el corte.
No pocos de estos comerciantes extranjeros recibieron con -
cesiones graciosas para cortar madera en terrenos de propie dad del
Estado dominicano.
Entre los principales comerciantes extranjeros dedicados al
corte de madera estaban: Abrahán Cohén. J. B. Bouvi -quien años
más tarde se dedicó a la fabricación de billetes falsos- Jules
Grandgerard, Nicolás Durocher y otros.
Una razón importante explica la presencia de comercian tes
extranjeros en el control de la explotación y exportación de la
madera: para dedicarse a esta actividad, había que poseer recursos
financieros, a fin de cubrir los salarios de las cuadri llas de obreros
dedicados al corte y los gastos de su exporta ción. Los
comerciantes extranjeros poseían capitales acumulados
suficientes para dedicarlos a esa actividad.
Generalmente el comerciante extranjero establecía un con -
trato con una persona encargada directamente del corte, una
especie de capataz, quien a su vez enrolaba en esa actividad a un
número determinado de trabajadores.
En muchos contratos que hemos examinados, el contra tista
entrega una suma determinada en avance para que el encargado
de dirigir y controlar el corte, pueda cubrir con el correspondiente
pago salarial de los trabajadores contratados.
Otras veces, el contratista efectúa contratos individuales con
cada uno de los trabajadores que efectuarán el corte de la madera.
En no pocos casos, la persona contratada para dirigir el corte,
es decir el capataz, era el mismo propietario del terreno donde se
efectuaba el corte de la madera, quien incluso, po nía en garantía
su propiedad, la cual torna el riesgo de ser afectada, en caso de
incumplimiento del contrato establecido con el comerciante
extranjero contratante.
En el original del contrato, la persona contratada apare cía
como “vendiendo” una determinada cantidad de pies de madera,
pero en los hechos, no sólo estaba vendiendo sus servicios y los
de las demás personas que junto a él harían el trabajo, sino que
además ponía en garantía su propiedad, la cual podía perder en
caso de incumplimiento.
Es decir, este tipo de acuerdo, envolviendo sumas impor tantes
como avance en dinero, era efectuado cuando el con tratado era
dueño de los terrenos donde se llevaba a cabo el corte, y también en
los terrenos que generalmente obtenían los extranjeros mediante
concesión del Estado por un tiempo determinado, o mediante
arrendamiento a particulares.
Otro tipo de acuerdo muy diferente establecían los hateros
con los encargados directos del corte de madera en sus pro -
piedades. Aquí el cortador directo se comprometía a trabajar en
el corte por un tiempo, recibiendo en cambio una parte en dinero
y otra en lo necesario para su manutención diaria. Al gunos
contratos señalaban que el cortador tenía derecho a alimentarse
con los frutos cultivados en los mismos terrenos donde se
efectuaba el corte de madera.
Generalmente, el hatero contrataba un número determi nado
de cortadores y transportadores -bueyeros- de la made ra y los
situaba bajo el control de un capataz, encargado de vigilar el
trabajo de los cortadores.
En casi todos los contratos se incluía una clausula que
especificaba que el trabajador contratado no podía “en ningún
caso, separarse de dicho corte, sin previo consentimiento de su
propietario o su encargado" durante el tiempo que cubría el
contrato. (Véase: J. C. Rodríguez y Rosajilda Vélez. El
precapitalismo dominicano de la primera mitad del siglo 19.
Editora UASD. Pág. 151.
En este último caso, el trabajador era, por un lado, un hombre
bajo salario-generalmente bajísimo- y por el otro, un siervo
sujeto a la tierra durante cierto tiempo.
Una forma muy peculiar de “contratación" tenían los al tos
burócratas civiles y militares que se dedicaban al negocio del
corte de madera.
En estos últimos casos, el trabajo prestado por el obrero
cortador era gratuito, pues “bajo el pretexto de servicio mili tar.
ellos (las autoridades) piden hombres, procurándose de tal forma,
trabajadores gratis para sus cortes de madera".
Un diplomático francés explicó en 1853 otras de las for mas
más utilizadas por los "empresarios" dedicados al nego cio del
corte de madera. “He aquí como ellos proceden -señaló
el diplomático- se asocian en la explotación de la madera con un
general. Este último llama bajo las armas a los hombres que han
obtenido trabajar para un particular y los envía al corte. Es, pues.
imposible emprender cualquier cosa sin tener un general asociado,
y para tenerlo, es necesario, claro está, recompensarlo
generosamente"...(Véase: Serrulle y Boin. El proceso de desarrollo
del capitalismo en la República Domini cana. 1844-1930.
Ediciones Gramil. 1979.Pág.70).
Por otra parte, como no existían vías de comunicaciones, y los
caminos existentes eran las antiguas rutas de los aborí genes
mejoradas durante la colonia, la madera cortada era trasladada
mediante bueyes hasta la orilla de un río con des embocadura en el
mar. Por ese motivo, los terrenos madereros más valiosos, y que
por tanto, padecieron más rápidamente de la destrucción de sus
bosques, fueron aquellos que se encon traban situados cerca de los
ríos principales del país, o cercanos al mar.
De todas maneras, en la región Sur del país el corte de
madera, sobre todo de la caoba, durante muchos años conti nuó
siendo la principal actividad económica.
“El comercio de la caoba"-dice Schomburgk- “ha dado ori gen
a grandes fortunas y por ello no es de extrañar que haya
monopolizado el capital y la mano de obra disponible en de -
trimento de cualesquiera otras ramas de la producción agrí cola.
Las plantaciones de azúcar, café y añil han desaparecido y
solamente se presta atención a la búsqueda de zonas boscosas que
tengan grandes cantidades de árboles"... Más adelante el mismo
autor apunta: “El negocio de la madera de caoba ha acaparado toda
la mano de obra en una comarca que sufre severamente por lo
reducido de su población y no ha dejado ninguna actividad
económica a la cual recurrir en caso de que se malograra este
peculiar negocio".
Como se podrá notar al observar el cuadro sobre exporta -
ciones de caoba situado más adelante, a partir de la sexta dé cada
del siglo pasado se registró una declinación en la actividad
maderera.
En esta declinación influyeron primero, la guerra que en
esa misma década señalada anteriormente se desarrolló en los
Estados Unidos entre el Norte Industrial y el Sur esclavista y
otros conflictos bélicos desatados en Europa, hechos que afec -
taron a las exportaciones nacionales en sentido general. A esto se
agregó la Guerra de la Restauración que se inició en 1863, cuyo
principal escenario de lucha fue la zona rural.
Pero el factor realmente decisivo que contribuyó de mane ra
definitiva a la declinación de la explotación maderera, lo fue la
tala indiscriminada de los bosques, sin la aplicación de téc nicas
de reforestación.
Ya para la séptima década del siglo pasado, todos los lugares
de la zona Sur cercanas a los ríos y al mar. donde an teriormente
habían existido bosques, se encontraban semidesérticos.

EXPORTACIONES DE CAOBA
1845-1884
AÑO PIES (MILES)
1845 3,223
1855 3,479
1868 1,058
1869 1,182
1870 1,256
1872 1.863
1880 915
1882 713
1884 2,024
Fuente: Cassá. Obra citada. Vol. 2. Pág. 16.
LOS PROBLEMAS MONETARIOS

La sustitución de la moneda haitiana por la dominicana. Préstamos al gobierno del


comercio local. Situación de las finanzas. La especulación con las monedas de oro y
plata. Primeras emisiones de papel moneda. Situación del comercio y la producción
durante la guerra dominico- haitiana. Ley de Policía Rural para obligar al campesinado
al trabajo y su parecido con el Código Rural de Boyer. Ley para estímulo de la in -
migración. Obligan al campesinado a trabajar gratuitamente. Los efectos de la Ley de
Policía Rural dentro del campesinado. Crean peaje para poder entrar a las ciudades.
Datos sobre las emisiones entre 1844—1848. Programa económico de Buenaventura
Báez. Las emisiones monetarias durante su gobierno. Falsifican la moneda dominicana.
Nuevas emisiones monetarias. Gobierno compra tabaco y trata acaparar monedas de
oro. Crisis económica y política de 1857. Especulan con moneda devaluada emitida por
Báez. Peso dominicano se cotiza a 2000 por peso fuerte. Conflictos monetario con
cónsules europeos. Siguen las emisiones monetarias. La política monetaria del gobierno
español durante la anexión. Listado de las últimas emisiones hechas por anteriores
gobiernos dominicanos. Informe del gobierno español de 1862 sobre la cuestión
monetaria. El canje de la moneda dominicana por la española se convierte en negocio
que favorece a los peninsulares y se arruinan muchos comerciantes.

E1 Estado haitiano tenía su sede administrativa en Puer to


Principe, capital de la República. En Santo Domingo y otras
ciudades importantes de la parte Este de la isla, antigua colonia
española, sólo existían cajas de recaudaciones cuyos fondos
periódicamente tenían que ser remitidos a la ciudad capital.
Cuando las autoridades haitianas abandonaron nuestro país en
marzo de 1844, el recién surgi do gobierno dominicano que tomó
el nombre de Junta Central
Gubernativa, apenas encontró en las cajas del tesoro, la suma de
$6068.64, pesos fuertes y $5093.77 en moneda haitiana.
Por ese motivo, después de proclamada la independencia
nacional, el único tesoro existente, era el medio circulante en
moneda haitiana, aunque muchos comerciantes importantes
mantenían siempre en sus arcas monedas extranjeras que eran
utilizadas para cubrir sus transacciones en caso de necesidad.
Es decir, el Estado dominicano arrancó en sus actividades
administrativas sin recursos financieros propios, ni mucho menos
divisas, pues estas últimas se encontraban en manos de los
comerciantes, casi todos extranjeros, muchos de los cuales eran
de origen judío.
De suyo se desprende que el primer gran problema econó -
mico que enfrentaron las autoridades fue el de crear una mo neda
nacional para poder retirar de la circulación la moneda haitiana,
cuestión que fue asumida por la Junta Central Gu bernativa el 29
de agosto de 1844, mediante decreto que orde nó una emisión
monetaria de 150 mil pesos en moneda dominicana. Con
posterioridad a esta primera emisión en bi lletes, se ordenó otra en
moneda metálica de cobre ascendente a 50 mil pesos.
Mientras esas emisiones se efectuaban, para hacer frente a
los gastos de la guerra con Haití que inmediatamente se desató, el
gobierno tomó a préstamo del comercio local la suma de 12 mil
pesos fuertes y $95591.77 en moneda haitiana.
No hay indicios documentales que permitan aclarar cuales
elementos fueron tomados en cuenta para determinar el monto de
esa primera emisión monetaria, pero lo que si es evidente es que
el peso dominicano nació devaluado, y que la especulación
monetaria se constituyó en uno de los más fruc tíferos negocios de
aquella época.
David Porter. quien visitó a nuestro país en 1846 enviado por
el Presidente de Estados Unidos, en el informe final que escribió
para su gobierno, nos ofrece una panorámica suma mente
interesante sobre la situación financiera en aquellos momentos,
cuando señala: “En verdad, las finanzas dominicanas estaban en
condiciones deplorables. El poco dinero que
había en el país estaba en manos de judíos. El dinero consis tía en
monedas de cobre y billetes de papel, y veinte pesos equivalían a
un dólar de plata. Siempre que el gobierno que ría pagar sus
deudas, aumentaba el precio de las monedas de cobre.
Inmediatamente después, el valor del cobre volvía a caer y el del
papel aumentaba. Los especuladores que estaban al tanto de los
secretos del Tesoro hacían dinero con ambas operaciones"
A la cabeza de esa especulación monetaria marchaban los
comerciantes importadores y exportadores, como hemos dicho,
en gran parte de origen judío. Pero lo peor del caso fue la pro -
tección oficial de que disfrutaron los especuladores.
Esa indiferencia del gobierno frente a la especulación
monetaria y la sangría de divisas que originó, pues la moneda de
buena ley representada en monedas metálicas de oro. pla ta y
cobre, comenzó a escasear, profundizaron aún más la
devaluación monetaria y la fuga de divisas, a pesar del decre to
del 23 de enero de 1845, que prohibió la exportación de ese tipo
de moneda.
El desastre financiero bien pronto obligó al gobierno de San
tana tan tempranamente como el 2 de Julio de 1847, a es tablecer
una deuda consolidada ascendente a un millón de pesos
nacionales, para poder facilitar el canje de la moneda devaluada
que comenzó a ser amortizada a razón de 80 pesos promedio por
su valor en oro.
Esa misma resolución, aprobada el día anterior por el
Consejo Conservador, autorizó al Poder Ejecutivo a efectuar una
nueva emisión en papel moneda por la suma de 250 mil pesos.
El propósito fundamental del gobierno estableciendo la deuda
consolidada y ordenando la nueva emisión monetaria, era
adquirir moneda fuerte representada en monedas de pla ta y oro,
para cubrir sus necesidades administrativas y los gastos de la
guerra, y también, para cubrir deudas con acree dores nacionales
y extranjeros.
La medida no tuvo los efectos esperados y el papel mone da
continuó devaluándose. No obstante, él gobierno de Santana
continuó efectuando emisiones monetarias. Entre 1844 y 1849, se efectuaron
emisiones monetarias por un valor superior a los tres millones de pesos, como
veremos más adelante en el listado que presentaremos.
Esas emisiones, el desorden administrativo, la situación de guerra con Haití
que sustrajo brazos a la agricultura y a las artesanías, originaron una crisis
económica terrible.
El cónsul francés Saint Denis, en carta de abril de 1846 dirigida al ministro
Guizot, dibuja la situación reinante con gran claridad, cuando expresa: "La
situación actual es poco alentadora. La depreciación alarmante del papel
moneda y el descrédito en el cual cae cada día. presagian un porvenir bien triste
y una bancarrota inevitable. El comercio está paraliza do, el pueblo sufre y se
queja; los géneros extranjeros y los comestibles están ya a precios exorbitantes.
La falta de brazos ocasionada por el estado de guerra, junto a un letargo
prolongado, hacen enteramente improductivo los terrenos más fecundos. El
Norte de la isla, que saca del cultivo del tabaco sus principales medios de
subsistencia, está este año amenazado de ruina".
Varias disposiciones tomó Santana a fin de superar la situación antes
descrita. La más sobresaliente es la que crea la Policía Rural, con miras a obligar
a la población al trabajo.
Esa ley de Policía Rural, tenía un corte muy parecido al Código Rural
dictado por el gobierno haitiano de Boyer du rante el período de la integración
con Haití. En uno de sus artículos la legislación establecía ‘Todo habitante
residente en una sección rural deberá tener su campo en buen estado de cultivo,
en proporción a la cantidad de brazos que tuviere en su establecimiento, cuyo
cultivo se graduará según la cantidad de terreno”.
Otro artículo señalaba: “Ningún agricultor podrá en los días de trabajo estar
fuera del establecimiento a que tuviera efecto a menos que no sea por necesidad.
El que fuere encontrado, bien dentro de su sección respectiva, o bien fuera de
ella, y no pudiere comprobar causa legitima que le justifique la falta a su trabajo,
será llevado ante el Alcalde Constitucional, quien según la gravedad,
pronunciará lo que fuere de derecho".
El artículo 24 por su parte decía: “No se permitirá que nin gún individuo de
uno y otro sexo deje su residencia en una sección para venir a fijarla a las
poblaciones"...
La legislación, al igual que la de Boyer, contemplaba el estímulo para el
cultivo de productos para la exportación, como el café, el algodón, el tabaco,
cacao, añil, etc. Particularmente para el algodón y el cacao, fijó un premio de
diez pesos por cada quintal cosechado.
Otras disposiciones tomadas por el gobierno de Santana en sus intentos por
superar la crisis económica que padecía el país que merecen ser señaladas son
las siguientes: la que estimulaba la inmigración ofreciendo a cada inmigrante 50
acres de tierra a título gratuito, la que exoneraba del pago del derecho aduanero
a las máquinas agrícolas e industriales, y la de marzo de 1846, que rebajó los
impuestos de importación al arroz, la harina, la papa, frijoles, maíz, azúcar, café,
arenque. queso, carne de vaca y a otros productos de primera ne cesidad.
Merece ser mencionada también, la ley de libre explotación de las minas a
"solicitud de cualquier individuo”, promulgada en mayo de 1848, y la ley sobre
arrendamiento de los bienes nacionales, de mayo del año anterior.
Como se puede notar, la principal medida adoptada por el gobierno para
supuestamente estimular la agricultura tenía un corte represivo. Por ese motivo
no rindió los frutos deseados, pues el campesinado siempre encontró la fórmula
para eludir su cumplimiento.
La más frecuente era la retirada del campesino “conuquero" hacia lugares
menos accesibles a la vigilancia de las autori dades. acción que facilitaba la
escasa población del país, y la
total ausencia dé controles en las inmensas propiedades del
Estado, donde el “conuquero” finalmente encontraba asiento.
Esta conducta del campesinado que se había iniciado con la
puesta en práctica de parte del gobierno de Santana, de su
enrolamiento obligatorio al ejército para combatir las incursiones
de los haitianos, se fue generalizando poco a poco años después,
cuando los caudillos regionales en permanente estado belicoso,
comenzaron a utilizar el mismo patrón para conformar sus tropas
particulares y cuando se dictaron medidas para obligarlo a
ofrecer servicios gratuitos en la reparación y aperturas de
caminos, situación que aprovechaban los hateros influyentes o
“gobiernistas", como eran denominados en el lenguaje de la
época, para conducir a decenas de trabajadores al trabajo forzado
y también gratuito en sus grandes propiedades madereras.
La ley de Policía Rural, paradójicamente, creó un esta do de
desolación en el campo -sobre todo en las regiones Sur y Este-
que afectó aún más considerablemente la actividad productiva
durante muchos años.

Ese grupo bastante numeroso de campesino “conuquero"


huidizo, trabajaba apenas para conseguir lo indispensable para la
subsistencia de su familia y raras veces salía de su conuco para
visitar los pueblos cercanos.
Pero a todo ello debemos agregar que, estímulos reales al
desarrollo agrícola que favorecieran al campesinado domini cano.
Jamás fueron promulgados. Casi todas las disposiciones tomadas
estaban dirigidas a favorecer a los extranjeros y al gran
propietario nativo, que nunca se dedicó directamente a la
explotación de la producción agrícola, siendo mas bien un
propietario absentista.
Peor aún: los agricultores tenían que pagar peajes para poder
entrar a una ciudad a efectuar la venta de sus produc tos. (Véase:
Jaime de Js. Domínguez. Economía y Política. Re pública
Dominicana. 1844-1861. Edit. UASD. Pág. 68.)
Por todo lo antes aquí descrito, fue que fracasaron los pro yectos y
esfuerzos del gobierno por mejorar la economía y el
país siguió languideciendo, al mismo ritmo que se devaluaba su
signo monetario.
Por tales motivos el régimen de San tana entró en una fase de
franco descrédito público, realidad que le obligó a renun ciar en
agosto de 1848.

EMISIONES MONETARIAS DURANTE


PRIMER GOBIERNO DE SANTANA

AÑO CANTIDAD TIPO DE MONEDA


1844 150000 Billetes
1844 50000 Moneda metálica de cobre
1845 300000 Billetes
1845 771830 Billetes
1845 329.228 Billetes
1846 300000 Billetes
1848 250000 Billetes
1848 1000000 Billetes
1848 300000 Billetes

LA CUESTIÓN MONETARIA DURANTE EL PRIMER GOBIERNO


DE BÁEZ Y EL SEGUNDO DE SANTANA
Buenaventura Báez asumió la Presidencia de la Repúbli ca el
24 de septiembre de 1849 y si bien anunció en su discur so
inaugural pronunciado ese mismo día la aplicación de un
programa de gobierno orientado a organizar el sistema mone -
tario, combatir el agio, disciplinar el ejército, e introducir cier tas
reformas en la economía, su política financiera no estuvo
distante de la aplicada anteriormente por el general Santana.
Apenas cuatro días después de pronunciado su discurso
prometiendo enfrentar el problema monetario, en septiembre de
1849, bajo la excusa de hacer frente a los gastos de guerra, el
presidente Báez emitió un decreto ordenando la emisión de un
millón de pesos.
Siete meses después, en abril de 1950, con la misma ex cusa
ordenó a su Ministro de Hacienda reunir 600 mil pesos
en moneda de oro, al tiempo que dispuso otra emisión mo netaria
para cubrir la compra de la suma antes señalada. Los documentos
oficiales no señalan el monto de esta última emi sión, pero si
tomamos en cuenta la gran devaluación que ve nía sufriendo la
moneda nacional, la emisión no debió ser inferior al medio millón
de pesos.
El 15 de mayo de ese mismo año, el descrédito alcanzado por
la moneda nacional emitida sin ningún respaldo, tanto por Báez
como por Santana. obligó al primero, con la aprobación del
Congreso, a negociar un empréstito de dos millones de pesos
destinados a recoger el papel moneda circulante.
Sin embargo, sólo tardaron algunos meses de esta autori -
zación, cuando en septiembre de 1851, levantando por nueva vez
la excusa de la amenaza haitiana, el gobierno de Báez autorizó a
su Ministro de Hacienda a efectuar una nueva emi sión monetaria
en billetes hasta la cantidad de un millón de pesos, supuestamente
para cubrir gastos ocasionados por la movilización de tropas.
Durante este primer mandato del presidente Báez fueron
efectuadas, además de las ya mencionadas, otras emisiones
monetarias, pero algunas fueron secretas y por este motivo se
desconoce el monto total emitido en papel moneda
Otro factor importante que influyó en el desastre moneta rio lo
fue la falsificación de papeletas, acción dolosa que era practicada
por delincuentes con influencias políticas, prime ro durante el
régimen de Santana, y también durante el de Báez. En noviembre
de 1854 se descubrió en la ciudad de Santo Domingo una
falsificación de considerable importancia
Sus autores fueron los comerciantes de la plaza Aniceto
Freites y Juan Bautista Bouví. y consistió en la emisión de 300
mil billetes falsos de cinco pesos, que sumaban 1500.000.
Los billetes fueron impresos en la Estados Unidos e intro
ducidos en el país en una nave procedente de Saint Thomas.
Freites, quien era natural de Puerto Rico y había sido
miembro del Congreso en representación de Santiago, fue el
único apresado. Sentenciado a trabajos forzados a perpetui dad,
murió fusilado luego que intentara organizar una opera
clon para sublevar los presos de la cárcel pública. Bouví aban donó el
país clandestinamente.
La más trascendental, por sus consecuencias económicas y
políticas, y la más escandalosa de las emisiones monetarias
hechas por Buenaventura Báez, ocurrió durante su segundo
gobierno en 1857. Dicha emisión fue hecha con el propósito de
aprovechar la excelente cosecha de tabaco que se registró aquel
año en el Cibao. a fin de reunir recursos financieros que for -
talecieran a su régimen, y al mismo tiempo, ampliaran sus
posibilidades de continuar al poder, pues faltaba poco para la
terminación de su mandato.
En esa oportunidad, en principio se decidió hacer una
emisión de seis millones de pesos, los cuales serían destina dos,
dos millones para retirar papel moneda deteriorado de anteriores
emisiones y el resto a la compra de la moneda fuerte en
circulación en el Cibao y también a la compra de tabaco. Más
tarde se acordó aumentar la emisión hasta catorce millo nes de
pesos.
Para llevar a efecto la compra de tabaco, el régimen utilizó a
importantes personajes amigos del caudillo sureño, quienes
ofrecían un precio de compra muy superior al normal. Para el
negocio de la compra de la moneda fuerte, en cambio, fue de -
signada una comisión oficial.
Ambas operaciones fraudulentas dieron origen, poco des pués,
al desarrollo de un amplio movimiento revolucionario contra
Báez, encabezado por dirigentes de la pequeña burgue sía
cibaeña. Ese movimiento se inició tan pronto los comercian tes y
agricultores de aquella región se dieron cuenta que fueron
timados, pues el valor del peso, que en 1857 se venía cotizan do a
500 pesos nacionales por 1 peso fuerte, a causa de esta
monstruosa emisión, se desplomó hasta alcanzar un cambio de
4725 pesos nacionales por 1 peso fuerte.
Como se conoce, este movimiento revolucionario no alcanzó
el poder, pues después de casi un año de guerra civil, fue trai -
cionado por el general Santana, quien encontrándose en el exilio
regresó al país luego que estalló la lucha armada, con el supuesto
propósito de apoyar la rebelión de los cibaeños.
Es interesante destacar, para tener una idea cabal de cómo
se manejan los asuntos monetarios en aquellos momentos, que el
gobierno provisional que establecieron los revolucionarlos
cibaeños en Santiago, donde fue trasladada la capital de la
República, si bien dictó un decreto en 28 de enero de 1858
desconociendo las emisiones de Báez, dispuso también la rea -
lización de una emisión monetaria por la suma de más de 20
millones de pesos, con el fin de recoger todos los billetes en
circulación.
Antes de abandonar el poder, el 30 de julio de 1857, Báez
forzó al Senado Consultor para que aprobara una resolución que
le concedía una indemnización de 50 mil pesos fuertes por “los
daños sufridos en sus propiedades" durante su carrera política, al
tiempo que ordenaba en diciembre de ese mismo año una nueva
emisión monetaria de dos millones de pesos.
A pesar de que los cibaeños no asumieron el poder, este
movimiento, que dicho sea de paso promulgó una Constitu ción
de corte muy avanzado para la época, tuvo una profunda
repercusión en la vida del país, pues sus principales Idearlos
liberales se convirtieron en consignas que Influyeron en la
orientación de las acciones de los gobiernos que establecieron
los miembros del partido azul que encabezó el general Luperón
años después.
El desorden monetario, profundizado como nunca durante el
gobierno de Báez, no terminó con su salida del poder. Todo lo
contrario, a partir de aquí la situación tomó un derrotero aun
más grave, pues los especuladores, nacionales y extran jeros. se
dieron a la tarea de comprar las papeletas emitidas por Báez a
precios bajísimos. con el propósito de forzar al go bierno
siguiente a que fueran recibidas para el pago de los impuestos
aduaneros y canjeadas a un precio excesivamente elevado. En
complicidad con los comerciantes extranjeros acaparadores de
moneda devaluada, actuaban los representantes consulares.
En efecto: El 11 de abril de 1858 el Senado Consultor apro
bó un decreto, promulgado por el general Santana que dispu so
que los billetes emitidos durante el gobierno anterior, fueran
canjeados con una cotización de dos mil pesos nacionales por un
peso fuerte, cotización que estaba muy por encima de su valor
real, pues el comercio lo venía recibiendo a un cambió de entre
tres mil y casi cinco mil pesos nacionales por peso fuerte.
El decreto promulgado no sólo originó disgusto entre los
comerciantes especuladores, sino también a los cónsules euro -
peos envueltos en el negocio.
El 9 de mayo de 1859, estos últimos dirigieron una protes ta
ante el Ministro de Relaciones Exteriores. Miguel Lavastida.
declarando que consideraban nulo y sin ningún valor el decreto
en lo referente a los nacionales de los países que re presentaban.
pues la cotización que concedía el decreto era “in significante".
La protesta, redactada en términos sumamente altaneros
estaba firmada por los cónsules de Gran Bretaña. Francia. España
y los Países Bajos.
El Ministro dominicano rechazó la protesta y las preten siones
de los cónsules, quienes luego de varios intercambios de notas
con las autoridades dominicanas, decidieron aban donar el
territorio nacional e interrumpir las relaciones de sus naciones
con la República Dominicana.
Los cónsules se retiraron a mediados de mayo, pero regre -
saron en noviembre de 1859 a bordo de buques de guerra de sus
respectivas naciones, con la intención de amenazar a las
autoridades dominicanas a fin de que accedieran a canjear a un
precio más conveniente las monedas que acapararon, tan to ellos
como sus súbditos.
La amenaza tuvo éxito, pues mediante protocolo firmado
poco después, el gobierno de Santana se comprometió a reco -
nocer a los billetes de Báez un valor de cambio altísimo: 500
pesos nacionales por cada peso fuerte.
A continuación, la parte dispositiva del humillante docu -
mento firmado por el gobierno del general Santana con los
cónsules de Inglaterra, Francia y España:
l. -"El gobierno dominicano se obligó a recoger el papel
moneda emitido por el ex Presidente Báez. dando en pago tí tulos de una renta
de 6 por 8, que creará al efecto con la de nominación de Deuda Interior; con
condiciones descritas a continuación.
2. - La deuda interior consistirá en títulos, que llevarán el interés anual
de un seis por ciento, pagaderos por semestres que se vencerán el 1ro de enero
y 1ro de julio de cada año.
3ro.- Los cupones que acrediten la renta de la dicha deu da. serán admitidos
por su equivalente, en pago de los dere chos de importación, por el valor
relativo que representen, como si fuesen moneda fuerte.
4to.- Los títulos de esta renta se amortizarán por el gobier no dominicano,
recibiéndolos por el valor que rezaren en pago del seis por ciento de cada
adeudo que se hiciere en las adua nas de la República, en razón de los derechos
de importación y exportación.
5to.-Con los títulos de dichas rentas, recogerá, el gobier no dominicano el
referido papel moneda, como va dicho arri ba; a razón de quinientos pesos
nacionales del mismo papel, que recibirá en cambio de cada peso fuerte de los
que rezaren los títulos que emite de la indicada renta del 6 por 8. Estimándolos
en los pagos que. conforme al párrafo precedente se hicieren por su equivalente
en moneda de papel corriente al curso prefijado como es de Ley y costumbre.
6to.- Los referidos títulos llevarán la fecha 1ro de julio de mil ochocientos
cincuenta y ocho; los cupones a ellos anexos, la del vencimiento que les
corresponda desde aquella fecha.
7mo.-Los vales, o bonos emitidos por la Administración Báez. que no
hubieren sido pagados y de procedencia legiti ma, serán igualmente canjeados
por el gobierno dominicano, por títulos de la misma deuda; con la diferencia, de
que aquellos que sean de aceptarse por legitimidad y que rezaren pesos fuertes,
lo serán peso por peso; es decir, por cada peso que reze el vale se dará otro en
título; y los que rezaren papel mo-
neda del que se amortiza, se canjearán a razón de quinientos pesos nacionales
por uno de título.
8vo.- Declarando el gobierno dominicano, que las papele tas emitidas antes
de la administración Báez. por la de su antecesor ex Presidente Regla Mota, y
que todas lleven el tipo de diez pesos nacionales, no estaban comprendidas en la
prohibición que se ha hecho de las otras, sus dueños podrán sa carlas a la
circulación; y el Estado las recibirá en sus oficinas en todos los pagos en que
reciba las corrientes de la actual administración.
Hecho en Santo Domingo a los 12 días del mes de diciem bre de 1859".
El referido acuerdo fue aprobado por el Senado Consultor, el 28 de
diciembre de ese mismo año.
No hay indicios documentales sobre emisiones monetarias durante 1859,
pero el año siguiente, el nuevo gobierno de Santana efectuó varias, amparándose
en diferentes motivos.
La primera, aprobada por el Senado Consultor el 4 de ene ro, fue hecha con
el pretexto de “proceder Inmediatamente a recoger los billetes que se han
emitido para que cese su circulación y queden amortizados y extinguidos". En
esa ocasión se autorizaba a emitir billetes hasta la suma de cincuenta mil pesos
fuertes.
Meses después, en mayo, una sesión del Senado Consul tor efectuada en
secreto, autorizó al Presidente Santana a efec tuar una emisión de diez millones
de pesos.
Otra de las emisiones efectuadas ese mismo año. fue efec tuada bajo la
excusa de cubrir gastos para traer emigrantes canarios que residían en
Venezuela, los cuales estaban inte resados en trasladarse a la República
Dominicana debido a la situación de virtual guerra civil que vivía la patria de
Bolívar en aquel momento. (Véase; Herrera. Las finanzas de la Repú blica
Dominicana).
LA CUESTIÓN MONETARIA DURANTE LA ANEXIÓN
Días antes de Analizado ese año de 1860, cuando ya los arreglos para anexar
a nuestro país a España estaban prácti camente listos, un decreto de Santana
emitido el 28 de diciem bre. autorizó una nueva emisión ascendente a ocho
millones de pesos.
La anexión de la República a España fue proclamada por Santana y su grupo
el 18 de marzo de 1861. pero dos días antes, emitió un decreto que fijó un valor
al papel moneda circulante de 250 pesos por cada peso fuerte.
Esta medida de Santana. que era arbitraria, fue tomadas a fin de favorecer a
sus asociados envueltos en el negocio de la especulación monetaria, en la
creencia de que sería acatada por el nuevo gobierno colonial español.
Varios meses después de proclamada la anexión a suge rencia de las
autoridades coloniales fue creada por el Capitán General Santana. una Comisión
Especial para esclarecer la situación monetaria del país. Esa Comisión estuvo
compuesta por don Tomás Bobadllla, Don Miguel Lavastida, don Pedro Ricart y
don Zoilo del Castillo, en calidad de secretario.
La referida Comisión rindió un informe a las autoridades españolas que
señalaba que entre 1844 y 1861. fueron hechas varias emisiones monetarias que
superaban los 148 millones de pesos nacionales. Del total emitido fueron
incinerados más de 64 millones, quedando en circulación casi 83 millones y
medio de pesos nacionales, que al cambio Ajado por el decre to de Santana el año
anterior. signicaban una cifra cercana a los 334 mil pesos fuertes.
El mencionado informe no fue satisfactorio a las autorida des españolas
encargadas de esclarecer el problema moneta rio, y por esa razón el Comisario
Regio, solicitó a Santana el 14 de noviembre de 1861. la entrega de los libros
originales donde se encontraban registradas las emisiones monetarias efec tuadas
por los anteriores gobiernos, solicitud que Santana no pudo complacer en vista
del desorden que se había creado en materia monetaria. Santana respondió al
Comisario Regio que
no todas las administraciones anteriores “han dejado sus asientos
con la regularidad que V.S. supone en su oficio de ayer"
recomendándole a su vez la consulta del informe de la Comisión
Especial.
Una opinión más clara sobre el desorden monetario, la ofre -
ció la Cámara de Cuentas, al ser cuestionada sobre el mismo
problema. “La Cámara -señalan los funcionarios- no tiene hoy un
archivo fundado, explícito y completo. La funesta guerra de
1857-1858 destruyó o dispersó lo que hasta entonces se hallaba
en orden. El gobierno que sucumbió entonces, echó mano en su
agonía, para prolongarse un tanto su convulsa existencia, a la
emisión del papel moneda, sin norma ni medi da. como un
jugador que pierde, y que en un vértigo de desesperación juega la
última prenda de su esposa y el último recurso de sus hijos".
Al final del documento, la Cámara de Cuentas presentó una
relación sobre el papel moneda puesto en circulación entre 1857
y 1861, que copiamos a continuación:
EMISIONES
En 27 de julio de 1857, según registro, había en circula ción
la cantidad de........................................................ $38556930.75.
Del 8 de Noviembre al 21 de enero de 1859. fueron
contrasellados por la Cámara................................$ 19242.000.
Del 4 de mayo al 20 de agosto de 1860, fueron
contrasellados por la Cámara......................................$20000000
Del 22 de agosto al 22 de octubre de 1860, fueron
contrasellados por la Cámara..................................... $10240000.
Del 5 de enero al 16 de febrero fueron contrasellados por la
Cámara.......................................................................... $8000000
Total................................................................. $96038930.75

INCINERACIONES
En el año 1858. según registro de Contaduría ..$32.700
En el año de 1859. según registro de Contaduría...$5834.063
En el año de 1860, según registro de
Contaduría..................................................................... $7797910
En el ciño de 1861. según registro de
Contaduría..................................................................... $7338260
En el año de 1861, según registro de
Contaduría......................................................................... $48345
Total incinerados.................................................. $21051278
Cantidad circulante.......................................... $75037652.75

El Tesorero General, don Manuel Zapatero, por su parte,


escribió un informe adicional que es una verdadera radiogra fía
del desorden monetario creado por los gobiernos de Santana y
Báez entre 1844 y 1861.
Dice así en parte el referido documento: “La única verdad
que hay. con la de su existencia amenazante, es que se arrojó a la
circulación en cantidades que nadie sabe y de que nunca quedó
la constancia fehaciente: porque ni de las emisiones quedaron las
huellas indelebles que para siempre debieron dar fe, ni tampoco
de las amortizaciones en grado de seguridad, y así aunque
parezca de absoluta necesidad que se halla perdi do mucho, e
inutilizado mucho más. nada hacemos en favor. Basta para
aquellos el conocimiento de cómo se maneja, por quiénes, en
qué condiciones y qué travesía corre por campo y caseríos mil
veces mojados y resecados: y en mil formas do blados y
enrollados, y arrugados y estropeados en todos los sentidos...
Además es de la clase de papel común que se va en pedazos y
todo (roto el original) haber producido una continua y no
pequeña pérdida... Mas con todo acordemos de que nada de la
cantidad existente, nada cierto en cuanto a lo que fue, y por todas
partes abunda, llenando cuantas necesidades (roto en el original)
este único agente de valores; lo mismo sirve en los puertos que
en el interior: lo mismo para el menudeo que para todo; con él se
pagan los ganados, las maderas, los tra bajadores en los cortes y
los cargamentos... El tabaco en sus variadas contrataciones y
gastos... Y. ¿habrá quien extrañe un día. el que se halle una
cantidad que exceda a cuanto se su pone? ¿Quién nos garantizará
de que no haya una cantidad
de papeletas falsas? ¿No está patente la facilidad con que han
podido hacerse iguales a las verdaderas? ¿Qué hay en estas que
no pueda hacerse ahora como al hacer aquellas? Excep tuamos
además, la concurrencia de las personas y de algunas
formalidades, de que no ha quedado rastro ni testimonio. (He -
rrera. Las Finanzas de la República Dominicana. Pág. 56.).
Luego de estas y otras indagaciones sobre la cuestión
monetaria de Santo Domingo, en Madrid, el Consejo de Minis -
tros de España acordó, el 14 de febrero de 1862, proceder al
canje de la moneda dominicana, mediante la emisión de bille tes
talonarios al portador, por una cantidad de cuatrocientos mil
pesos fuertes. De esa manera, la moneda nacional, en lu gar de ser
canjeada a 250 pesos nacionales por un peso fuer te, como
esperaban Santana y su grupo, recibió un valor mucho menor,
muy cercano a los 2,000 pesos por cada peso fuerte.

Vista de la Bahía de Samaná. Dibujo de Tailor. Fílente: B. Vega.


'Imágenes del ayer"
LA ECONOMÍA DURANTE LA ANEXIÓN

Datos de población. Situación de las actividades productivas: miel de abeja, cera,


azúcar, ganadería, corte de madera. Se paralizan las exportaciones. Situación de las
minas. Brigadier español describe situación del agro. Gobierno colonial amplía
burocracia. Déficit financiero. Problemas monetarios. Raforman el arancel y crean
monopolio comerical en favor de España. Nuevos impuestos. Opinión del general
Cabral sobre el estado de la economía.

La constante situación de tensión derivada de la amenaza haitiana,


primero, más luego el permanente conflicto político existente
entre Santana y Báez, además del desorden administrativo y la
corrupción reinante, más las desquiciadas políticas financieras
aplicadas por ambos gobernantes. que para 1861 habían originado
más de treinta emisiones monetarias sin respaldo, liquidaron
completamente toda posibilidad de mejorar la economía de la
nación.
Para 1861 la población dominicana ascendía a cerca de 250
mil habitantes y las principales actividades productivas seguían
siendo el corte de madera y la agricultura, sobresa liendo en este
último aspecto el cultivo del tabaco que alcan zó ese año entre los
setenta y ochenta mil quintales. Ese mismo año la exportación de
ese producto se elevó a una cifra cercana a los 700000 pesos
fuertes.
A estos dos renglones productivos le seguía la producción de
miel de abeja y cera. De este último producto se exporta ron el año
antes mencionado cerca de treinta mil libras, con un valor cercano
a los 25000 pesos fuertes.
La producción de azúcar comenzaba a repuntar, aunque su
exportación conservaba aún niveles muy bajos. También se
producía café, cacao, algodón, pero en cantidades insignifican
tes más bien dirigidas a abastecer el mercado interno.
La cría de ganado vacuno, otro renglón importante años
antes, había sufrido muchísimo a causa de las discordias el viles
y las guerras con Haití, y su exportación era prácticamente nula.
La permanente situación de conflicto entre Santo Domingo y Haití,
cerró el mercado de exportación de ganado vacuno en gran
escala hacia aquella República, principal compradora
A pesar de la existencia de minas muy ricas en oro, plata
cobre, sal y otros minerales con buenos mercados, los yací
mientos mineros estaban abandonados. Además, como 1; Guerra
de la Restauración se desarrolló en el campo, el corte de madera
fue prácticamente paralizado.
El brigadier del ejército español Antonio Peláez Campo
manes, quien visitó nuestro país en aquellos días, destacó que “la
agricultura puede decirse que no existe, pues a excepción de
unos setenta mil quintales de tabaco que se recolecta en la
provincia de Santiago, que se exporta para el extranjero, nos
cultiva otro producto, a pesar de la facilidad que se obtendrían
todos con la mayor abundancia; no hago mención del azúcar
porque escasamente se fabrica, pero si merecen los cueros al pelo
y una cantidad considerable de cera que se exporta a Europa”.
(Emilio Rodríguez Demorizi. Antecedentes de la anexión a
España. Pág. 107. Academia Dominicana de la His toria).
Por otra parte, los ingresos del Estado, provenientes en su
mayor parte de los impuestos a las importaciones y en menc
medida a las exportaciones, apenas llegaron en 18601
302.741.61, cuando los gastos superaban el medio millón de
pesos fuertes.
Todos los tratadistas que han estudiado este crucial pe
ríodo de la historia dominicana, coinciden en sostener que fe
la situación de permanente crisis vivida por la República des -
de la proclamación de la independencia en 1844, el factor
clave que empujo a Santana y su grupo, a inclinarse por la
reiencorporación del país a la Corona española.
Los resultados obtenidos con esa ación, sin embargo, fue
ron exactamente contrarios a lo esperado, pues la economía no
mejoró y lo que fue peor. España aplicó un política que ahondó
aún más el ya deteriorado panorama económico de Santo
Domingo, llegando a afectar los intereses de los propios
propiciadores del proyecto anexionista.
En primer lugar, el tren burocrático fue ampliado hasta la
exageración. A Santo Domingo fueron enviados centenares de
nuevos funcionarlos civiles y militares españoles con salarios
altísimos, que desplazaron a los nativos en la administración y el
mando del gobierno.
Ese aumento en la administración creó un déficit crónico en
las finanzas coloniales, pues mientras los ingresos apenas
llegaban al medio millón de pesos fuertes, los egresos supera ron
los tres millones, hecho que obligó a la creación de nue vos
impuestos.
Pero lo peor ocurrió en el plano monetario. Como hemos
dicho, meses antes de proclamar la anexión, el general Santana
emitió un decreto, -para favorecer a los especuladores miem bros
de su grupo- fijando un cambio a la moneda nacional muy por
encima de su valor real, con la esperanza de que fue ra aceptado
por las nuevas autoridades españolas.
Las nuevas autoridades no sólo no acataron el decreto, sino
que además una buena parte de los funcionarios se dedicó al
acaparamiento de la moneda devaluada a fin de especular, y para
facilitar sus propósitos, rechazaban a los dominicanos el papel
moneda supuesto a ser canjeado, bajo la excusa de que se
encontraba muy deteriorado o de que era falsificado, para luego
comprarlo por trasmano a un valor bajísimo.
Esa conducta afectó sensiblemente a muchos comercian tes
nativos, y muchos se arruinaron, pues fatalmente esa acción
coincidió con una notable reducción del comercio causada por la
Guerra de Secesión que estalló en los Esta dos Unidos en aquel
momento. Ese país tenía un mercado importante para los
productos dominicanos y el comercio nacional se abastecía con
muchos artículos norte americanos.
A todo ello debemos de agregarle la política discriminatoria
aplicada por España al comercio exterior de su nueva colonia,
Mientras las importaciones procedentes de ese país pagaban
solamente el 9 por ciento de impuesto de aduana, las de los
demás países europeos fueron obligadas a pagar un arancel de
un treinta por ciento.
En plena guerra de la Restauración, el gobierno colonial
promulgó dos disposiciones sumamente odiosas: la primera fue
el impuesto del 4 por ciento sobre el valor de las viviendas a los
habitantes de la ciudad capital, y la segunda era el deno minado
“servicio del bagaje’que arruinó el negocio del trans porte a
base de recuas, pues obligaba al campesinado dominicano a
prestar sus animales, sus hombres y familiares para el traslado
de .las tropas en campaña.
Pero en verdad, lo que más afectó a la economía de la na -
ción durante la anexión fúe la Guerra de la Restauración que
sustrajo miles de brazos a la agricultura, deterioró la adminis
tración pública y dejó amplias zonas del país comercialmente
paralizadas.
No es exagerado decir que la anexión significó para los
dominicanos una verdadera catástrofe, tal y como lo sostuvo
poco después de finalizada la Guerra de la restauración, el
general Cabral el 2 de octubre de 1865. en discurso pronun
ciado ante la Asamblea Nacional:
"¿Qué os diré, ciudadanos, del sistema monetario, de la deuda
pública, de los gastos y penurias del Tesoro y de las obras y
necesidades urgentes a que tiene'que atender el Erario?
Francamente y sin disimularos los inconvenientes de la situación,
debo manifestaros que la Hacienda no existe; que después de dos
años en una guerra en que el comercio y la industria han estado
completamente paralizados, las poblaciones destruidas, y los
capitales arruinados, el crédito público ha debido resentirse."' -
ESTADO Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

Número de ministerios en 1844. Distribución de la Ley de Gastos Públicos entre


1846-47. Guerra y Marina gasta más que todos los ministerios. La ausencia de
controles en la administración pública. Problemas administrativos. Las deudas con
los comerciantes crecen. Reducen aranceles. Malos manejos de los fondos públicos.
Crean Contaduría General. La situación deficitaria se explica por altos gastos y
salarios de la burocracia y excesivos gastos de guerra. David Cohén, ministro de
Hacienda de Báez explica causa del desorden administrativo. El manejo de las
aduanas. Agentes aduaneros usan fondos del Estado. Aumenta el gasto público. Los
sueldos de los militares fuera de servicios. Soldados rasos con bajísmos salarios.
Toman medidas contra quejas de los soldados por sus bajos salarios. Luperón
suprime cargos públicos en intento de reorganizar burocracia.

Es importante señalar de entrada, para tener una idea más


completa sobre la sociedad dominicana de esta época, que el
Estado surgido en febrero de 1844 y conformado
constitucionalmente en noviembre de ese mismo año, era
sumamente endeble. Sólo cuatro ministerios asumían la
administración estatal: Hacienda y Comercio. Interior y Poli cía,
Justicia e Instrucción Pública y, Guerra y Marina.
Debido a la situación de guerra con Haití, conflicto creado
casi inmediatamente después de proclamada la República, el
Ministerio de Guerra y Marina, era el más importante.
En la Ley de Gastos Públicos del año comprendido entre
1845-1846. donde fue aprobado un presupuesto ascendente a
$1179.890.00, le fueron asignado a Guerra y Marina, un mi llón
de pesos, mientras que a la Secretaría de Justicia e Ins trucción
Pública, dependencia que además de la educación tenía a su
cargo las relaciones exteriores de la nación, sólo le
fueron asignados $75636. De esa partida la instrucción pú blica
apenas recibió $2720.
La mayor parte de la suma asignada a la Secretaría de Estado
de Justicia e Instrucción Pública, fue gastada en via jes al exterior
para cubrir gastos de “misioneros"que, como el Dr. José María
Caminero, fueron enviados tras la búsqueda del establecimiento de
relaciones diplomáticas entre nuestro país, Estados Unidos y
Europa.
Una distribución parecida a la de 1845-1846, fue aproba da en
la Ley de Gastos Públicos el año siguiente. (1846-1847) y debemos
agregar, que tal distribución desigual, se mantuvo durante casi diez
años.
La Ley de Gastos Públicos de 1846-1847, superó en su monto
a la del año anterior, pero continuó otorgando a la Se cretaría de
Guerra y Marina, una suma infinitamente mayor a los demás
ministerios.
El resumen general, es como sigue a continuación:

Guerra y Marina.................................................. $1535775


Interior y Policía....................................................... 63997
Justicia e Instrucción Pública....................................94885
Hacienda y Comercio............................................... 77172

Los problemas administrativos gubernamentales, debido a la


ausencia de controles efectivos de los recursos del Estado y a falta
una selección rigurosa de los principales miembros de la
administración estatal, surgieron muy tempranamente en la
República Dominicana.
En 1845. el comerciante español, Juan Abril, en carta di rigida
al Capitán General de Puerto Rico, colonia española, informando
sobre la situación de la recién surgida República Dominicana,
comenta: “...La elección del ministerio no ha sido muy feliz, puede
que las circunstancias Justifiquen algunos de ellos, pero hay otros
que nada los justificaría”.
Más adelante, en el mismo documento destaca:"Para tra zar
una marcha segura y progresiva al gobierno dominicano, sería
necesario nada menos que una inteligencia superior,
medidas sabias y profundamente calculadas, a fin de aumen tar los
impuestos, evitar la emisión de una suma inmensa de papel
moneda para evitar el crece de la moneda fuerte, y traer, por todos
los medios posibles la emigración, para animar la agricultura e
industrias, sustituyendo el verdadero comercio al monopolio.” (J.
G. García. Hist. de Santo Domingo. Vol. 2. Pág. 272).
¿Qué es lo que en resumen, explica el comerciante espa ñol?
Primero: que el Estado dominicano estaba dirigido por un
Presidente que no tenía capacidad para ocupar esa posición. Y en
verdad, tenia razón, pues el general Santana en custiones
administrativas era prácticamente un ignorante. Segundo, que el
Estado no estaba siendo bien administrado. También esta
observación tenía fundamentos.
La consecuencia inmediata de lo que hemos apuntado sobre
los problemas administrativos, que documentalmente lo expresa el
señor Abril, fue el permanente déficit presupuestal que se registró
durante la administración del primer gobierno establecido en
nuestro territorio.
Esa situación obligó en 1845, al Presidente de la Repúbli ca. el
general Pedro Santana. antes de un año de proclamada la
independencia nacional, a pedir prestado dinero a usure ros,
fundamentalmente extranjeros, de origen judío, y lo que fue más
grave, a las emisiones monetarias sin respaldo, sin controles, o
inorgánicas, como se denominan hoy.
En ese último año. en el capítulo del presupuesto desti nado al
Crédito Público, ya aparecen varias deudas contraí das por el
gobierno con comerciantes ascendentes a la suma de 95 mil pesos
nacionales, y 12 mil pesos fuertes.
En estos momentos, y durante muchos años, la casi tota lidad
de los ingresos del Estado provenían de los impuestos aduaneros.
Por cierto: es importante tener en cuenta que. para esti mular el
comercio, el primer gobierno dominicano rebajó sus tancialmente
los aranceles vigentes durante el último período en que nuestro
país estuvo integrado a la República de Haití, hecho que se tradujo
en una reducción que contribuyó al dé-
ficit presupuestal que registró inmediatamente el nuevo Estado
dominicano
El Ministro de Hacienda, Ricardo Miura, así lo admite,
cuando expresa en su informe de rendición de cuenta en 1847, que
los ingresos, no habían alcanzado las cifras esperadas, y cuando
habla de la necesidad de reformar la ley de aranceles.
Pero además, el manejo doloso de los fondos del Estado, fue
una lacra con la que se inauguró la administración públi ca
nacional.
En 1846 fueron creadas por el gobierno oficinas de conta -
durías particulares en las principales ciudades de la Repúbli ca, a
fin de llevar un registro de los ingresos de la nación, esas oficinas
dependían de la Secretaría de Hacienda. Los contro les establecidos
en esas “contadurías particulares” no funcionaron.
Por ese motivo un año después, el 30 de junio de 1847, el
Consejo Conservador aprobó una ley creando la Contaduría
General, que centralizaría las cuentas de todas las recauda ciones
del Estado.
Este departamento tendría su sede en la capital de la Re -
pública, y al igual que las contadurías particulares, abiertas en las
principales ciudades, dependería de la Secretaria de Hacienda.
La ley indicaba a su vez. que estas dependencias serian
dirigidas por un Contador General, y “tres oficiales primeros".
Aun cuando dependía de la Secretaría de Hacienda, las
atribuciones de este Contador General, eran muy amplias.
Además de llevar las cuentas de las contadurías particu lares
existentes en las principales ciudades, la ley lo autoriza ba a
“distribuir los fondos públicos pertenecientes a la Caja Central y
de los que haya recaudado de las administraciones párticulares,
pudiendo ordenar la traslación o traspaso de fondos de una
contaduría a otra..."( Véase: Consejo Conser vador. Vol. 4.
Colección Trujillo. 1944. Pág. 357.)
Otro de los factores que influían en la situación deficitaria
registrada por el Estado por estos años, lo era la excesiva car ga
burocrática. Sobre todo, la referente a los elevados gastos del
aparato militar, y también, los altos salarios que recibían los
principales funcionarios de la nación.
Por cierto, que en este aspecto de los salarios de la
empleomanía del Estado, existía una diferencia muy grande entre
los salarios que recibían los altos funcionarios -Presiden te de la
República, Secretarios de Estado- que eran muy al tos. y los que
recibían sus subalternos, que ganaban salarios miserables.
El Presidente de la República, por ejemplo, en 1846, según la
Ley de Gastos Públicos, tenia un salario de 1000 pesos mensuales,
y 300 ganaba un Secretario de Estado, mientras el Contador
General de la República, apenas ganaba 160 pesos al mes.
El Director General de Instrucción Pública, que tenía a su
cargo velar por el mantenimiento del precario sistema educa tivo-,
sólo existían en nuestro país en ese momento 6 escue las primarias,
que no reunían 300 alumnos y no habían escuelas secundarias, ni
mucho menos educación superior universitaria-, sino también
organizar su ampliación, recibía un sueldo de ciento cincuenta
pesos mensuales.
Pero donde fue más desgraciada la situación salarial era dentro
de las fuerzas militares encargadas de defender la so beranía de la
nación, es decir, la integridad territorial amena zada, y la
independencia nacional.
Un soldado que prestaba servicio en la frontera, región donde
la guerra, entre 1844 y 1849 era una cuestión cotidia na, y donde
muy pocos regresaban vivos, apenas tenía como salario 4 pesos al
mes. suma que, debido a la devaluación monetaria era igual a "un
peso con cuarenta centavos fuertes". Con el agravante de que no
recibía su salario a tiempo, y el atraso de dos. tres y más meses era
lo habitual. (Véase: E. Rodríguez Demorizi. Papeles de Pedro Feo.
Bono. Pág. 93. Academia Dominicana de la Historia. Vol. XVII.
1963.)
Una situación semejante ocurría en la aduana, principal fuente
de ingreso de la nación. En el Presupuesto y Ley de Gastos
Públicos correspondiente al año 1845-1846, le fueron asignados a
esa dependencia recaudadora la irrisoria suma de
9664 pesos para cubrir gastos de personal y administración. En
esas oficinas había empleados con salarios de menos de 25 pesos
al mes. Como era natural, los bajos salarlos estimulaban la
corrupción y el contrabando.
La manera de cómo eran manejados los recursos del Es tado
está claramente definida en un informe que rindió el se ñor David
Cohén. Ministro de Hacienda de Báez en 1857, quien al revisar
las cuentas del anterior gobierno de Santana, expre só:...’ Mis
esfuerzos por establecer un presupuesto regular han sido
infructuosos a causa del gran desorden administrativo anterior:
las cuentas que yo he encontrado eran erróneas y hasta
fraudulentas, porque en las oficinas de las intendencias existía
una considerable cantidad de bonos de valor nulo que figuraban
como dinero constante; en las intendencias de Santo Domingo, la
capital, y Puerto Plata, se comprobaron déficits considerables: la
emisión de $3000.000 de pesos autorizada por el gobierno ha
sido despilfarrada; la venta de inmuebles realizadas por el mismo
fue fraudulenta y anulable; es indispensable la abrogación de
muchas leyes votadas con el fin de favorecer, en detrimento del
fisco, los intereses de algunos partidarios". (De la Rosa. Las
finanzas de Santo Domingo y el control americano. Edit.
Nacional. 1970. Pág. 19.)
Debemos de subrayar aquí, que declaraciones de esta
naturaleza se reiteran durante este período en diferentes In formes
del Ministerio de Hacienda, sobre todo cuando ocurra un cambio
de gobierno. Lo que significa que el manejo doloso de los fondos
del Estado era cosa común, y que sólo se efectuaban las
denuncias correspondientes, cuando un man datarlo era
expulsado del poder.
Para darle fuerza a la anterior afirmación, sólo tenemos que
decir que el ministro que Báez hizo la denuncia fue el
funcionarlo que tuvo a su cargo la responsabilidad de po ner en
práctica el más grande fraude monetario registrado en la historia
dominicana, cuando ese mismo año fueron efectúa das varias
emisiones monetarias que superaron los 17 millo nes de pesos
nacionales, billetes que fueron utilizados por el gobierno para
canjearlos por pesos fuertes que circulaban en
el Cibao. y para la compra de una elevada proporción de la
cosecha de tabaco de ese año.
Como se conoce, ese fraude originó un movimiento insu-
rreccional que dio al traste con el gobierno de Báez. Los deta lles
particulares de tales hechos, están explicados en el presente
estudio en el capítulo que corresponde a la cuestión monetaria.
Otro elemento Importante que debe ser examinado para tener
idea más completa de lo que era la administración pú blica en la
República Dominicana entre 1844-1900. es la forma en que
fueron manejadas las aduanas, principal fuente de recursos del
Estado.
Si bien se estableció muy tempranamente por ley que to dos
los fondos de las aduanas del país tenían que ser remiti dos al
Ministerio de Hacienda, la ausencia de vías terrestres adecuadas,
permitió que las remesas fueran remitidas muy dilatadamente y
por vía marítima.
La situación dio lugar a que muchos administradores y
agentes aduaneros retuvieran muchas veces más de la cuen ta las
sumas recaudadas, y en muchos casos, a que hicieran uso de tales
fondos durante cierto tiempo.
Por lo demás, los controles e Inspecciones eran inexis tentes.
de tal forma que los administradores de las aduanas del interior -
Samaná. Puerto Plata. Azua, Montecristi- eran prácticamente
autónomos, y lo que era peor, generalmente actuaban en
complicidad con los comerciantes locales permi tiendo
subvaluaciones de las mercancías importadas.
Durante el siglo pasado, en por lo menos 20 informes de los
ministros de Hacienda pueden encontrarse quejas de es tas
subvaluaciones, aunque nunca señalan la participación en el
problema de los administradores aduaneros.
Los importadores, además, pagaban los impuestos adua neros
ya reducidos por las subvaluaciones, a plazo y no al contado; lo
que significaba que cubrían los derechos después de vender sus
mercancías. (Véase: Memoria de la Secretaría de Estado de
Hacienda. 1881).
Por ese motivo, al carecer de recursos fijos, cada gobier no
para poder cumplir con sus compromisos de pago de suel dos a la
burocracia civil y militar, y para solventar sus gastos
administrativos, se veía obligado a acudir a las compañías de
créditos.
Estas compañías de créditos, que cobraban intereses altí -
simos, generalmente superior al 5 por ciento mensual, esta ban
en manos de los principales comerciantes importadores y
exportadores.
Otros factores que imposibilitaban el normal desenvolvi -
miento de la administración pública, y que se derivaba, como
hemos apuntado, primero de la permanente situación de
movilización del ejército entre 1844-1855, y con posterioridad de
las constantes guerras fratricidas en que el país se vio en vuelto
después de la Restauración, lo era el déficit presupuestario y la
desigual distribución del mismo entre los diferentes ministerios.
Todo esto determinó la supremacía de la Secretaria de
Estado de Guerra y Marina, siguiéndole la de Interior y Policía.
Ambos ministerios consumían generalmente cerca del 60 por
ciento de todos los egresos del Estado y a veces más.
En 1872, por ejemplo, durante el llamado gobierno de los
seis años del presidente Báez, los gastos públicos ascendieron a
$894126.56. De ese total, el ministerio de Guerra y Marina y el de
Interior y Policía recibieron erogaciones por un valor de
$612379.22, el primero, y el segundo $91109.84, lo que hace un
total de $794605.02; es decir, casi el 89 por ciento de todo lo
gastado en la administración pública.
Y lo que es mas interesante: de ese total, solo $405.776.31
fueron dedicados al pago de sueldos, mientras para cubrir
'“gastos extraordinarios'sin ningún control, se destinaron
$248,063.25.
Entre los asalariados figuraban centenares de “generales'
que no prestaban servicio alguno, y que recibían salarios en
virtud de su influencia y por los servicios político prestados a
cada gobierno en su comarca o región.
Durante el siglo pasado los miembros del ejército que pres-
taban servicios no tenían salarios elevados. Por el contrario, el
soldado era muy mal pagado. Pero era muy grande el nú mero de
oficiales -generales y coroneles sin mando ni servicio regular-
que recibían del Estado sueldos por una participación distinguida
en alguna revuelta o por simples razones políticas.
Los bajos salarios, por un lado, y la existencia de ese gru po
numeroso de altos “oficiales”sin mando que cobraban sa larios sin
prestar servicios regulares, fue un factor que permanentemente
quebrantaba la disciplina de los soldados del ejército regular
dominicano, e incluso, originaba protestas de rasos y oficiales.
Por esas razones cuando el general González en 1874 in tentó
reoganizar el ejército y fueron adoptadas nuevas Orde nanzas
Militares, los redactores del documento, conocedores del
descontento que reinaba en sus filas, escribieron en el ar tículo
177, lo siguiente:
Todo militar se manifestará siempre conforme al sueldo que
recibe y empleo que ejerce: se le permite el recurso en to dos
asuntos, haciéndolo por sus jefes y con buen modo; y cuando no
lograse de ellos la satisfacción a que se considere acreedor, podrá
llegar hasta el Presidente de la República con la representación
de su agravio: pero se prohíbe a todos y a cada individuo del
ejército, el usar, permitir, ni tolerar a sus inferiores las
murmuraciones de que se altera el orden de los ascensos, que es
corto el sueldo, malo el vestuario, poco el pan, mucha fatiga,
incómodos los cuarteles, ni otras especies que con graves daños
del servicio, indisponen los ánimos sin proporcionar ventaja
alguna: se encarga muy particularmente a los jefes que vigilen,
contengan y castiguen con severidad, conversaciones tan
perjudiciales”. (Colección de Leyes. Decre tos y Resoluciones.
Vol. 5. Pág. 112. Imprenta García Hermanos. 1883.)
Esa última situación comenzó a ser superada durante los
primeros gobiernos del Partido Azul del general Luperón (1879 -
1882) cuando no solo fueron suprimidos muchos cargos públicos
innecesarios, sino también, decenas de sueldos de generales y
altos oficiales que no prestaban servicios, y se
acentuó poco después, cuando se dio inicio al desmantelamiento
del ejército regular, como fórmula que fuera permitien do la
superación del recurrente déficit en las finanzas del Estado.
Sin embargo, con la llegada al poder del general Heureaux en
1882, la práctica de poner bajo salario a “generales” que no
prestaban servicios y a personajes de influencia en el gobier no,
fue reanudada e incrementada aún más.
En las memorias del Secretario de Estado de Hacienda del
gobierno de Woss y Gil, en el año 1885, encontrándose las fi -
nanzas del Estado seriamente deterioradas a causa del des pilfarro
de los fondos públicos y por los elevados intereses que cobraban
las compañías de crédito que hacían préstamos a todos los
gobiernos, se encuentran escritas las siguientes pa labras.
“Hace años que ya la República no tiene ejército organizado
y sin embargo las asignaciones por recompensa de servi cios a los
grados militares absorben tanto cuanto reclamaría la organización
de fuerzas permanentes en el servicio de las armas” (Memoria del
Secretario de Estado de Hacienda. 1885. Gaceta Oficial.)
Años después, entre 1887 y 1889, Ulises Heureaux no
solamente inició la reorganización del ejército, sino también, que
comenzó a crear, con fondos del Estado, una amplísima red de
espionaje integrada por civiles, lo que significó un au mento
sustancial de los gastos públicos.

Billete de 1884
Surgimiento de las compañías de crédito que prestan al gobierno. Principales
miembros de las compañías de crédito. Intereses elevados pagados a las compañías.
Compañías reciben del gobierno bonos y vales que luego usan para pagar impuestos.
Cifras sobre intereses pagados por el gobierno motivan quejas de ministro de
Hacienda. Cobro del pago de impuestos aduaneros a plazo crean problemas finan-
cieros. Capitales que manejan las compañías de crédito en 1882. Beneficios que
reciben. Relaciones entre los gobernantes y las compañías de crédito. Cónsul español
describe en 1883 interioridades de los negocios y los manejos onerosos de las
compañías de crédito. Los inicios del endeudamiento exterior. Cabra] contrata
préstamo en Saint Thomas por 100000 dólares. El empréstito Hartmont de 1869.
Principales clausulas. Cancelan contrato de préstamo por incumplimiento al año
siguiente. Mr. Hartmont efectúa en Londres operación de estafa contra Estado
dominicano. Europeos con bonos supuestamente garantizados por el Estado
dominicano se oponen a nuevo préstamo intentado por el presidente González en
1873.

DE LAS COMPAÑÍAS DE CRÉDITO


AL ENDEUDAMIENTO EXTERIOR

Corno hemos visto en el capítulo donde examinamos las


primeras devaluaciones monetarias, la República Do minicana
surgió a la vida sin recursos financieros. Por esa razón, desde un
principio sus gobernantes se vieron forzados a acudir a
prestamistas para conseguir los fondos re queridos para cubrir los
gastos necesarios para hacer frente a las invasiones haitianas que
se sucedieron poco después de proclamada la independencia
nacional, a fin de preservar la integridad territorial. Es decir, para
la compra de pertrechos y para el mantenimiento del ejército y la
burocracia civil.
Varios de estos prestamistas eran de origen judío, y se habían
establecido en la antigua colonia española durante el gobierno de
Boyer, para dedicarse al comercio de importación y exportación.
Pasado el período de las amenazas de las invasiones
haitianas, con el transcurrir del tiempo, debido al desorden
administrativo y por la ausencia de funcionarios versados en el
manejo de las finanzas y la economía, y también por la co rrupción
que padeció la nación durante las primeras décadas de vida
republicana, el margen de las necesidades financieras del Estado
dominicano se fue ampliando.
Y ya no fue posible que uno, dos o tres prestamistas indi -
viduales prestaran al Estado los recursos requeridos. Fue
necesario entonces que se crearan las denominadas Compañías o
Juntas de Crédito, donde participaban, en calidad de miembros,
varios comerciantes y especuladores, para facilitar préstamos al
gobierno.
Por otro lado, como el país carecía de caminos o carrete ras
adecuadas, cuestión que dificultaba las comunicaciones entre los
pueblos, y como a cada instante en el interior de la República se
presentaban necesidades urgentes que había que atender con
premura -necesidades generalmente derivadas de los constantes
levantamientos armados- en cada población importante -Santo
Domingo, Puerto Plata, Santiago, Azua, Samaná, etc.- se
establecieron Juntas de Crédito.
La primera de estas juntas o compañías fue creada en
septiembre 28 de 1865 y comenzó a operar el año siguiente
prestando al gobierno 200000 pesos.
El primero de enero de 1877 un decreto del presidente Báez
creó una nueva compañía que amplió sustancialmente la es fera de
acción de estas juntas de crédito.
' Además de facilitar préstamos al gobierno, la compañía
autorizada por Báez adquirió el derecho de efectuar "todas las
operaciones de banco: giro, depósito, descuento y emisión; no
debiendo exceder esta de la suma a que alcance en un mes lo que
ella deberá suplir por anticipo y bajo las condiciones que
se fijen en el contrato de cuenta corriente que deberá celebrar se".
La compañía autorizada por Báez estuvo Integrada por una
Junta Directiva compuesta por: Cambiaso Hermanos. Miguel Pou
y Cía., Juan Bta. Vicini y Cía. José María Leyba y Pedro N.
Consuegra.
Años más tarde, durante el gobierno de Meriño, fue dicta da
una nueva disposición que puso algunos límites a las acti vidades
de las compañías de crédito, e incluso, le cambió el nombre por el
de compañías de préstamo.
Entre las regulaciones más importantes introducidas se
encuentra la que especificaba un tope sobre el monto de los
intereses a cobrar al Estado por los préstamos, limitándolo al 6%
mensual.
Los intereses que cobraban estas Juntas de Crédito, como
hemos dicho, eran sumamente elevados: además de cobrar
también lo que denominaban “servicio de escritorio".
Casi todos los créditos concedidos eran a corto plazo -de tres
a seis meses, o uno o dos años- y cuando por alguna ra zón el
gobierno no podía cumplir su compromiso de pago en el plazo
acordado, los prestamistas recibían en lugar de dine ro, vales o
bonos del gobierno, los cuales podían ser utiliza dos para el pago
de impuestos. Cuando esta situación ocurría, generalmente el
prestamista cobraba una nueva prima o in terés sobre el capital
adeudado.
De todo lo anterior se desprende que estas compañías
usureras representaban una carga sumamente onerosa para la
economía nacional, pues no pocas veces los intereses que había
que pagar año tras año. alcanzaban más del 25% de todos los
ingresos de la nación.
Esa situación fue examinada por varios Ministros de Ha -
cienda, sin que se le pusiera coto al problema. En 1881, por
ejemplo, el Ministro Boscowitz. expresaba que si bien era cierto
que las compañías de crédito habían contribuido a mejorar la
situación financiera del gobierno “la cantidad que pierde el tesoro
no baja de $80000. Esta cifra es muy elevada y onero-
sa, porque siendo tan reducidas nuestras rentas ella las merma
considerablemente".
“Preciso es ya. ciudadano Presidente, pensar en sustrae el
Erario de las condiciones que le ligan a las compañías de crédito.
Para este fin el infrascrito cree que el P. E. debe recabar del
legislativo dos cosas: 1ro. El aumento de las rentas nacionales de
modo que ellas estén en perfecto equilibrio con las cantidades
designadas para los consumos públicos. 2do, Facultad para
realizar algunas negociaciones de cuenta corriente más ventajosas
y serias que la de las Compañías o la contratación de un
empréstito". (Informe del Ministro de Hacienda. Febrero 26 de
1881.)
En otra parte del mismo informe el Ministro recomienda
que se termine con la práctica de cobrar los derechos de
importación a plazos y que se cobren al contado.
Ninguna de las propuestas del Ministro de Hacienda pros
peraron pues los miembros de estas empresas financieras te nían
una notable influencia política. Tan grande fue esta influencia,
que impidió en 1882 el establecimiento de un baña que Luperón
había proyectado establecer con la participación de inversionistas
europeos con un capital de dos millones de pesos fuertes. Durante
muchos años más. las compañías dt crédito establecidas en el país
siguieron funcionando.
Estas empresas tenían un capital bastante importante Sólo
en 1882 tenían créditos contra el Estado superior a los
cuatrocientos cincuenta mil pesos fuerte y el “año siguiente
prestaron al Estado otros 924.350 pesos fuertes. Por ambo
créditos recibieron en intereses 289.775 pesos con 56 centavos”.
(Véase: Jaime de Jesús Domínguez. Notas políticas y económicas
sobre el período 1865-1886. Editora UASD Pág. 271.)
El año siguiente', las compañías de crédito obtuvieron ganancias
parecidas. Es importante resaltar que uno de los principales
motivos que generaron la permanente situación de
endeudamiento del Estado dominicano eran las “revoluciones'
que durante décadas padeció el país.
En 1883 el Cónsul español Ricardo Palomino, en informe que
rindió a su gobierno hace una descripción sumamente interesante
de la forma en que operaban estas compañías de crédito. Dice así
el documento: ..." voy a permitirme elevar a conocimiento de V.E.
el modo singular con que el Gobierno Dominicano verifica sus
operaciones de deuda flotante, que aquí se llaman empréstitos
semestrales, con la Junta de Créditos. Componen esta corporación
los principales comerciantes de la ciudad, en su mayoría
extranjeros que son los que garantizan a los imponentes las
operaciones. En esta Junta figuran en primer término como
accionistas el Presidente de la República, los Ministros y muchos
comerciantes".
“El gobierno recibe mensualmente de esta Junta para cu brir los
gastos ordinarios que fija el presupuesto $32000; la Junta que hace
el préstamo está garantizada por el Congreso y perciben los
prestamistas el interés mensual de doce por ciento; además la
Junta recauda las rentas y percibe el 70% del producto de las
aduanas."
“Este mismo sistema se sigue a su vez aunque en canti dades
más pequeñas en las gobernaciones de Puerto Plata. Azua,
Montecristi. donde funcionan Juntas especiales, pero con el mismo
carácter que la central, pues los gobiernos de provincias hacen
idénticas operaciones cuyos resultados son desastrosos por lo
general,..."
“Un cambio de gobierno que ocurra en este país en nada afecta
a las Juntas de Crédito; los gobiernos se suceden y si guen igual
sistema para poder sostenerse en el mando, y sus primeros actos se
consagran a reconocer la deuda que por tal concepto encuentran al
subir al poder. Realmente las Juntas de Crédito han llegado a la
categoría de institución y su siste ma de empréstito a principio
permanente.”
“Aquí todo es amovible, menos ese procedimiento." ( Ro berto
Marte. Estadísticas y Documentos Históricos sobre Santo
Domingo 1805-1890. Museo de Historia y Geografía. 1884.)
De qué manera pesaban sobre las finanzas del Estado es tos
préstamos onerosos, lo explica también el Ministro de Hacienda
en su informe de 1885, cuando expresa:
“Año tras año ha venido absorviendo una gran parte de las
rentas públicas el crecido interés que se amontona día tras día en
las cuentas de las Compañías de Crédito, institución que ha
servido de agente y medio para dar y servir al Estado los
recursos de su vida, cuando los ingresos fiscales no se recau dan
a la vez que se producen, sino a determinado plazo que la ley
manda.”
"Esos intereses acumulándose sobre balances por cobra; de
uno a otro mes, hacen crecer la deuda de tal modo, que resulta
siempre en la cuenta de los gastos públicos un aumento sensible
por casi una tercera parte de la suma que reza el llamado
Presupuesto.”(Memoria del Ministro de Hacienda. 1885)
El Dr. Hollander, quien por instrucciones del gobierno de
los Estados Unidos efectuó a principio del presente siglo una
importante investigación sobre la situación financiera de la
República Dominicana, llegó a la conclusión de que, en las
“revoluciones” que afectaron durante muchos años el normal
desenvolvimiento del país, casi siempre los prestamistas
actuaban como provocadores.
“Son estos prestamistas -señaló el Dr. Hollander-. casi todos
de origen extranjeros, y que conservan celosamente su
nacionalidad, los que por la facilidad con la cual hacen avances
o préstamos a las revoluciones, las provocan muy a menudo,
dominando al mismo tiempo el comercio exterior e interior.
Entre ellos pueden encontrarse algunas personas honradas, de
intención recta, pero en su mayoría constituye una clase de
usureros, exagerados bebedores de sangre, que han contribuido a
la postración en que se encuentra el país Estos banqueros han
explotado hasta el último límite las cri sis políticas que se han
sucedido, a veces provocándolas por todos los medios posibles."
En otra parte de su informe, el Dr. Hollander destaca, que
todas las “revoluciones" terminaban en un entendido que
permitía a los prestamistas cobrar al gobierno el dinero
prestado. “pues incumbía al partido que triunfaba cubrir los
gastos de pacificación y represión, en igual que todas las
obligaciones
del adversario". (Tomado de Las Novedades de New York. Citado
por el Listín Diario. Febrero 19 de 1906).

EL ENDEUDAMIENTO EXTERIOR.
En 1844 un aventurero inglés de nombre Hermán Hen- dricks.
enterado de las dificultades financieras que padecía el primer
gobierno dominicano -Junta Central Gubernativa- en frascado en
una confrontación bélica con Haití, ofreció com prar obligaciones -
vales o bonos- hasta la suma de 1500000 libras esterlinas.
El negocio no prosperó en razón de que los descuentos
altísimos que cobraba -45%, más los intereses anuales de un 5%
sobre el capital que también tendrían que ser pagados con dos años
de avance, -motivaron el rechazo de una comisión destinada a su
estudio.
Tanto este gobierno, como los siguientes, para vencer di -
ficultades financieras inmediatas utilizaron, como hemos vis to,
primero, a prestamistas individuales, y más luego, a las compañías
de crédito.
Otros intentos de endeudar el Estado dominicano con prés -
tamos exteriores, ocurrieron durante el gobierno del general
Cabral en 1867, pero también fracasaron.
Sin embargo, como hemos visto, por esta época varios co -
merciantes judíos establecidos en Curazao -siendo el más con -
notado J. A. Jesurum- facilitaron recursos financieros a varios
gobernantes dominicanos, y sobre todo a Buenaventura Báez, y
estas deudas, que generalmente se contraían por razones políticas
individuales, como el financiamiento de acciones ar madas. luego
eran reconocidas por el nuevo gobierno como acreencias del
Estado dominicano.
Según el investigador haitiano Alexander Poujols, quien bajo
el seudónimo de Antonio de la Rosa publicó en París, Francia, en
1915 en la Revista General de Derecho Interna cional, un amplio
estudio sobre las finanzas de la República Dominicana, bajo el
título de: “Las Finanzas de Santo
Domingo y el Control Americano", la primera deuda exterior
dominicana fue contraída en marzo de 1867, cuando el Poder
Ejecutivo, entonces en manos del general Cabral se hizo au torizar
para contratar en Saint Thomas un empréstito por la suma de
100000 dólares.
Pero en verdad, el endeudamiento exterior se inició con el
fatídico empréstito que el 1ro. de mayo de 1869 efectuó el pre -
sidente Báez por intermedio de la casa financiera, Harmont y Cía.,
de Inglaterra, por la suma de 420000 libras esterlinas.
Este contrato de empréstito que puede ser calificado como el
más oneroso de los acuerdos establecidos por todos los go biernos
dominicanos en la historia nacional, como veremos más adelante,
fue la fuente de un conjunto interminable de maniobras dolosas
financieras que hundieron el crédito del país en el exterior y lo
colocaron a merced de una red infinita de especuladores
internacionales.
Para tener una idea de las características del contrato de
préstamo establecido por el presidente Báez con Harmont y Cía.,
es bueno apuntar que el artículo 2 del documento firma do señalaba
textualmente que:
"Para interés y amortización de esta deuda, el Gobierno
Dominicano se obliga a pagar a los contratistas del emprésti to una
suma de cincuenta y ocho mil libras esterlinas al año, pagadera por
mitad cada seis meses, el 15 de diciembre y ju nio de cada año. a lo
más tarde, por espacio de veinte y cinco años consecutivos. El
primero de estos se efectuará el 15 de junio o de diciembre
siguiente a la emisión del empréstito".
Es decir, esa cláusula obligaba al gobierno a pagar la suma de
1472500 libras esterlinas por un préstamo de 420.000 libras.

A su vez, mediante el articulo 9 se estipulaba que el prés tamo


estaba garantizado “por todo el activo del Estado de Santo
Domingo, sus aduanas, proventos y dominios. Por la presen te se
acuerda a los portadores de títulos de este empréstito, primera
hipoteca sobre los objetos antes dicho, no teniendo el Estado de
Santo Domingo ninguna otra deuda contraída".
El articulo diez del señalado documento afectaba los ingre sos
de las aduanas de Santo Domingo y Puerto Plata, y por medio del
número once, los prestamistas quedaban autoriza dos a designar
empleados en dichas aduanas para verificar los recibos expedidos
por los receptores y asimismo, colectar los fondos “hasta la
concurrencia de la suma necesaria para el pago de los intereses y
de la amortización, y enviarlos al con sulado británico de Santo
Domingo mensualmente, quien los remitirá mensualmente a
Londres”.
Por medio del artículo catorce se ampliaban las garantías a los
prestamistas, pues en este se expresaba que: “Como ga rantía
suplementaria, el gobierno otorga a los empresarios de este
empréstito primera hipoteca sobre las minas de carbón y los
bosques pertenecientes al Estado en la península de Samaná, al E.
del Gran Estero, así como sobre los derechos que ingresen al
Tesoro por la explotación del guano o guanitos de la isla de Alto
Velo". Estas explotaciones se han concedido a los señores
Harmont y Cía. por medio de tratados especia les, y una cláusula
de estos tratados dice: “Que todos los de rechos o proventos
debidos al gobierno dominicano, en razón de estas explotaciones,
se pagarán directamente a los accionistas del empréstito, para que
imputen en pago de los intereses y amortización del empréstito".
Por el mismo acuerdo el gobierno dominicano se compro -
metía a no introducir durante todo el período de la amortiza ción
(25 años) ninguna modificación en su tarifa aduanera que pudiera
disminuir los ingresos arancelarios, sin el consenti miento de los
prestamistas.
Un contrato adicional acordó una comisión de cien mil li bras
esterlinas a los prestamistas en compensación por los riesgos.
Como premio adicional, el Sr. Harmont fue designa do por Báez,
Cónsul de la República en Londres.
De la suma total establecida por el empréstito Harmont
420000 libras esterlinas- el gobierno apenas recibió 38095 a ser
pagadas a los sesenta días mediante libranzas contra la casa Smith,
Payne y Smith, de Londres.
El resto de lo contratado nunca fue recibido, a pesar de que
los prestamistas se habían comprometido a desembolsarlo a más
tardar el 31 de diciembre de 1869.
En febrero del año siguiente, el señor Harmont retomó a
Santo Domingo, ofreciendo cumplir con las remesas estable cidas.
pero entusiasmado como se encontraba el presidente Báez con su
proyecto de anexión de la República a los Esta dos Unidos, prefirió
someter al Congreso un proyecto de resolución. que fue aprobado
el 20 de Julio de 1870, que canceló el acuerdo de empréstito.
Con anterioridad, en enero de ese último año, en Londres,
Harmont estableció un acuerdo con la casa Peter, Lawson & Son,
autorizando a esa empresa a emitir obligaciones en bo nos por la
suma de 757700 libras esterlinas, con el propósito de negociarlas
en el mercado con un gran descuento, para así poder cumplir con
la suma que aspiraba entregar al gobierno dominicano.
Esa empresa a su vez. autorizó a la firma norteamericana
Spofford, Tileston & Co., de New York, a que asumiera las fun -
ciones de agente recaudador de las aduanas de Santo Domin go y
Puerto Plata.
Esa última empresa a mediados de 1870 remitió al gobierno
dominicano una remesa en efectivo de 50 mil dólares, con el
propósito de dejar sin efecto en los hechos, si el dinero era
aceptado, la anulación del contrato efectuada por el Congres de la
República.
La remesa no fue aceptada y para dirimir las diferencias
creadas el presidente Báez ordenó al ministro dominicano en
Washington, un aventurero norteamericano de nombre Josept W.
Farbens, que iniciara nuevas negociaciones.
No se conoce que Farbens y Hartmont llegaran a acuerdo alguno.
Pero se sabe que el segundo se trasladó casi inmeditamente a
Londres, donde sin el consentimiento del gobierno dominicano ni
su conocimiento, entró en negociaciones con la casa inglesa Peter.
Lawsons & Son. para realizar un empréstito por la suma de
757700 libras esterlinas, operación de la cual recibió, luego de los
descuentos. 420000 libras esterli nas. Dicha transacción fue
efectuada teniendo como respaldo el contrato en mayo de 1869
con el gobierno de Báez, que había sido anulado por el Congreso
dominicano.
La estafa, que se mantuvo en secreto por algunos años en
razón de que Hartmont pagaba fielmente los intereses y la suma
correspondiente a la amortización, se descubrió en 1872 por
denuncia del Encargado de Negocio de la República en Francia,
coronel Adolfo Mendes, hecho que desplomó el cré dito
internacional dominicano.
A causa de las rebeliones que tuvo que enfrentar y del
despilfarro que caracterizó su régimen, el presidente Báez go bernó
permanentemente en medio de serias dificultades finan cieras.
En 1870, por ejemplo, luego de firmar el contrato de arren -
damiento de la bahía de Samaná que estipulaba que el Esta do
dominicano recibiría una anualidad de 150 mil dólares y luego de
haber recibido de esa suma en adelanto la cantidad de 50000 en
armamentos y en efectivo. Báez puso en garan tía la totalidad de la
suma restante para lograr un préstamo con una empresa financiera
norteamericana por otros 50000 dólares, con un interés de un 10%
anual.
Por otra parte, tan pronto se conoció en Londres la estafa de
Hartmont, los poseedores de documentos de la supuesta deuda
nacional, crearon un “Comité de Tenedores de Bonos de Santo
Domingo" a fin de actuar unidos en las reclamacio nes que de
inmediato se iniciaron.
Báez fue derrocado en 1873 y el gobierno que asumió el
poder, el del presidente González, siguiendo el mismo camino que
el anterior envió a su Ministro de Hacienda J. M. Glass, a Europa,
con el propósito de concertar un empréstito por la suma de tres
millones de pesos.
En París, J. M. Glass entró en negociaciones con el Banco
General de Cambio y Comisión, pero antes de cerrar la opera ción
llegó a esa ciudad un representante del “Consejo de Te nedores de
Bonos de Santo Domingo" de Londres, quien
amenazó con embargar los fondos del nuevo préstamo si no
llegaban a un arreglo con sus representados, y en consecuencia,
las negociaciones entre el Ministro dominicano y el banco
francés fracasaron.
El fracaso de J. M. Glass no detuvieron las intenciones del
presidente González, y un año después, entendiendo que la
situación creada por Hartmont constituía un obstáculo para
lograr su ansiado empréstito, elaboró en secreto un decreto sólo
aprobado por él y su nuevo Ministro de Hacienda, Francisco 10.
Amiama, donde se ordenaba la amortización de los bonos
puestos a circular en Londres.
Dicho decreto era muy contradictorio, pues en su articulo
dos señalaba que esa acción, no entrañaba “la idea de que el
gobierno dominicano reconoce la legalidad del llamado emprés
tito Hatmont", al tiempo que en el siguiente autorizaba el ini cio
de negociaciones para la “amortización de los bonos”.
Todo indica que el propósito del presidente González es
taba dirigido a llegar a un arreglo con los poseedores de bonos
expedidos por Hartmont. Para tal fin, el gobierno envió a Europa
a Pedro Tomás Garrido.
Paralelo a ese intento de arreglo arribó al país un aventu rero
nombrado George Glavis, quien decía representar al Banco
Anglo-Austríaco, de Londres, personaje que entró en negocia
ciones con el Presidente. Glavis propuso a González la funda
ción de un Banco Nacional que estaría encargado de financiar el
deseado préstamo.
A fin de reunir los recursos necesarios para la fundadóo del
proyectado banco, Glavis emitió, libranzas a favor del go bierno
dominicano contra banqueros de Alemania por un total de den mil
pesos, que fueron remitidas a Pedro Tomás • Garrido, quien se
encontraba en París negociando otro prés tamo y un arreglo con
representantes ingleses.
Señala César Herrera en su obra “De Hartmon a Trujillc que
cuando los banqueros franceses con los que estaba negó- dando
se enteraron de las negociadones que el gobierno do minicano
llevaba a cabo con Glavis,. “telegrafiaron a todas las
casas comerciales de Europa, y muy pronto se impusieron de que
este señor era un caballero de industria”.
Como era natural. Garrido, al igual que J. M. Glass. regresó al
país con las manos vacías en 1875.
En Londres, mientras tanto, ese mismo año. a solicitud de los
Tenedores de Bonos, el Parlamento inglés inició una inves tigación
sobre la estafa de Hartmon que culminó con fallo des favorable
para el gobierno dominicano, veredicto que puso a rodar aún más
por el suelo el crédito internacional de nuestro país y enterró
cualquier posibilidad de empréstito.
La imposibilidad de obtener en el exterior cualquier em -
préstito, fortaleció el papel que desempeñaban las compañías de
crédito como fuentes financieras y el de los prestamistas
individuales que como buitres merodeaban en todos los gobier nos.
EL REPUNTE Y CAÍDA DE LA INDUSTRIA AZUCARERA

La producción azucarera de los trapiches. La inmigración cubana inicia fundación


de ingenios. El papel del colonato. Facilidades gubernamentales para los
industriales azucareros. La escasez de mano de obra, primer problema de la
industria azucarera. Traen labradores de Puerto Rico y de las pequeñas islas
antillanas. Azúcar dominicana llega a mercado norteamericano. Se inicia el
despojo del campesinado dominicano. Hostos advierte sobre la desaparición de la
pequeña propiedad campesina Bonó critica expansión azucarera en manos de
extranjeros. Ingenios continúan agrandando sus fincas. González concede franqui-
cias a productores azucareros. Inauguran tranvía eléctrico. Datos sobre población
dominicana 1880. Crece la producción azucarera, pero las importaciones de
productos alimenticios aumentan. Se inicia una crisis económica en los ingenios,
con la caída de los precios en el mercado mundial. Desaparecen algunos ingenios.
Reducen salarios a los trabajadores de la industria azucarera. Dominicanos
abandonan el trabajo en los ingenios, y aumenta la inmigración de labradores de
las pequeñas Antillas. Dueños de ingenios inician la organización del sistema de
vales y fundan bodegas para abastecer a sus trabajadores. Quiebran pequeños y
medianos comerciantes situados en las zonas cercanas a los ingenios.
Comerciantes de San Pedro de Macorís protestan contra los buhoneros árabes que
recién ingresaron al país. Continúa la descomposición del campesinado
dominicano. José Ramón López denuncia que Alcaldes Pedáneos azotan los
campos.

Como hemos visto, a partir de 1849, después que fue superada


la amenaza de la continuación de la guerra con Haití, en la
zona Sur de la República se había dado inicio a un repunte,
aunque tímido, de la producción azucarera. Los lugares donde
este repunte era más acentuado fueron: San Cristóbal, Azua y
El Maniel.
La base de esta producción era el trapiche, comúnmente
construido de madera, movido por fuerza animal, generalmente.
bueyes o caballos. El trapiche estaba compuesto por un molino de
dos o tres rodillos verticales donde era introducida la caña de
azúcar para la extracción de su jugo, el cual era conducido por un
canal hasta las calderas de cobre o hierro, donde el jugo era
hervido hasta su cristalización.
Además de azúcar los trapiches producían melado y dul ces
como “raspadura”, producto este último muy consumido por la
población rural. El melado era demandado mayormente por las
destilerías dedicadas a la fabricación de ron.
Durante la década que cubre los años de 1850-1860, la
producción de azúcar aumentó ligeramente, lo que permitió su
exportación en pequeña escala.
En 1852 fueron exportadas por el puerto de Santo Domingo
257 quintales y cuatro años más tarde la cifra subió a 990
quintales.

Foto del río Ozama. 1916, aproximadamente. Tomado de B. Vega,


“imágenes del ayer"
Pero no fue sin embargo después de 1868, luego del esta llido
en Cuba de la llamada “Guerra de los diez años” cuando la
producción azucarera dominicana recibió su mayor impul so con
la llegada de capitalistas cubanos que temerosos de la contienda
que se desarrollaba en su patria, se establecieron en Santo
Domingo.
Los combatientes independentistas cubanos consideran do que
la producción azucarera era el principal punto de apo yo
económico del dominio colonial que mantenía España sobre su
patria, establecieron como estrategia el ataque y destruc ción de
los ingenios azucareros.
Esa estrategia, no sólo redujo la producción de azúcar en
Cuba, sino que además forzó a muchos capitalistas y técni cos
cubanos a abandonar su país.
Una buena parte de estos técnicos y capitalistas temero sos se
estableció en Santo Domingo, atraída por la calidad y el bajo
precio de la tierra.
La llegada a La República Dominicana de los capitalistas y
técnicos cubanos dedicados a la producción azucarera, ori ginó un
giro sustancial en la producción azucarera nacional.
En primer lugar trajeron nuevas técnicas fabriles, nuevos
sistemas de cultivo y producción y nuevas especies de caña de
azúcar que tenían un mayor rendimiento.
A partir de ahí, la producción de azúcar de caña comenzó a
pasar del trapiche artesanal al ingenio mecanizado movido por
combustión, primero a base de leña, y luego al ingenio de vapor a
partir de 1874, cuando fue introducida la primera máquina de ese
género.
Pero no todos los nuevos inversionistas y técnicos azuca reros
procedían de Cuba. Los había también norteamericanos,
españoles, italianos, británicos, alemanes, puertorriqueños, etc.
La modalidad principal de estas nuevas empresas era la
propiedad individual y en algunos casos la asociación contrac tual.
Fue muy escasa en esta primera etapa la presencia de com pañías
por acciones dedicadas a la explotación azucarera.
Los nuevos inversionistas que llegaron encontraron ven-
tajas extraordinarias que estimularon sus propósitos. En pri mer
lugar, todos los gobiernos que había tenido hasta ese momento
la República, habían cifrado sus esperanzas de de sarrollar el país
por la vía de la inmigración, y por tanto fue ron muy bien
acogidos, A su vez el precio de las tierras, en comparación con
Cuba y Puerto Rico y otras islas del Caribe, era sumamente bajo.
Pero además existía en el ambiente nacional una preocu
pación real, la cual se manifestaba en la opinión editorial de casi
todos los periódicos de la época, por incentivar el desa rrollo de
la agricultura.
Fruto de esa preocupación fue la ley promulgada en julio de
1876, que dispuso que todo dominicano o emigrante que se
dedicara a la agricultura, adquiría el derecho de ocupar tie rras
del Estado, no ocupada por otros, para dedicarlas al cul tivo de
café, caña de azúcar, cacao, algodón y otros frutos mayores.
Tres fueron las zonas favorecidas por este nuevo desarrollo
de la industria azucarera: las regiones Norte, Sur y Este En esa
última zona ocurrió la mayor concentración de inge nios
azucareros, sobre todo alrededor del distrito marítimo de San
Pedro de Macorís.
No todos los inversionistas extranjeros que llegaron al país
a partir de esta nueva expansión de la industria azucarera eran
poseedores de grandes capitales, aunque la mayor parte man -
tenía relaciones muy estrechas con bancos y financistas
individuales norteamericanos y europeos, los cuales
contribuyeron mediante préstamos, no sólo a la compra de
maquinarias para las nuevas instalaciones, sino también
aportando capitales para posibilitar la arrancada productiva.
El hecho de que no todos fueran capitalistas de grandes
recursos, obligó a muchos propietarios de los nuevos ingenie a
buscar formas de asociación con medianos y grandes
propietarios nacionales. La modalidad establecida, muy
practicada en Cuba y Puerto Rico, fue el colonato, sistema
mediante el cual uno o varios propietarios se comprometían
contractualmente con un ingenio azucarero a sembrar caña de
azucar
car, que sería comprada a un precio establecido entre las par tes.
En otros casos el propietario del ingenio era dueño de la
tierra y efectuaba un contrato de colonato con una persona que se
comprometía a sembrar de caña de azúcar la tierra entre gada.
corriendo por parte del colono el financiamiento de la cosecha y
el corte de la caña.
El gobierno de Meriño trató de evitar que este nuevo des -
pertar de la industria azucarera quedara en manos de extran jeros,
legislando para obligar a los dueños de los ingenios a que por lo
menos, dos tercera partes de los colonos contratados, fueran
dominicanos. La medida tuvo escasa aplicación.
Uno de los mayores problemas que confrontó desde el prin -
cipio la industria azucarera, fue la escasez de mano de obra,
debido ante todo a lo poco poblado del país. El inconveniente se
superó con la traída de sembradores y cortadores de Puer to Rico,
primero, y más luego, de las pequeñas islas caribeñas
anglóparlantes.
Este renacimiento de la industria azucarera, a partir de la
década del setenta del siglo pasado, tomó fuerza considerable.
Según cuadro que aparece en la gaceta oficial No. 418, del 17 de
Junio de 1882. entre 1875 y 1881. habían sido construidos en
nuestro país. 29 ingenios.
La “guerra de los diez años" que se desarrolló en Cuba entre
las fuerzas patrióticas cubanas y las colonialistas españolas
desquició la producción de azúcar en aquella isla, originando en
los Estados Unidos una reducción considerable de las im -
portaciones de ese dulce procedente de la patria de Martí.
Esa situación favoreció en principio al renacimiento de la
industria azucarera dominicana, que pasó entonces a abastecer el
mercado norteamericano. Por ejemplo: De un total de 17.144.437
libras de azúcar exportadas con un valor de $794.345.35 en 1882,
17.144.000, con un valor de $790911.02, lo fueron a los Estados
Unidos.
El crecimiento de las exportaciones nativas hacia los Es tados
Unidos no sólo fue registrado en el renglón del azúcar.
sino además en otras areas, pues el comercio exterior dominicano
desde principio de la “Guerra de los diez años" venia dando un
giro hacia el establecimiento de relaciones más estrechas con el
mercado norteamericano.
Ese año de 1882, el noventa por ciento de las exportaciones
dominicanas fueron hacia los Estados Unidos, y algo pa recido,
aunque en menor grado, venía ocurriendo con las importaciones.
Ese último año, las importaciones dominicanas ascendieron a
$881.679.18. y de ese total. $513.619.45, procedían de aquel país.
Para la arrancada de la nueva industria azucarera, el colonato
jugó un papel importante, pues el interés que despertó la
renovación de la siembra de la caña de azúcar a partir de 1875 o
antes, estimuló la integración de muchos propietarios de tierras -
grandes, medianos y pequeños- a la industria en calidad de
colonos.
Pero donde esa integración alcanzó mayor fuerza lo fue en la
zona Este del país, donde fueron fundados los ingenios más
importantes. Tan tempranamente como en 1880, los siete in genios
instalados en esa región producían aproximadamente el 67% de
toda la producción nacional.
Sin embargo, tan pronto esta nueva arrancada se conso lidó,
el sistema del colonato entró en crisis, pues en la medida en que
los precios del dulce fueron permitiendo mayores ga nancias, a ese
mismo ritmo los dueños de los ingenios fueron adquiriendo las
tierras propiedad de los colonos mediante com pra, unas veces, o
por el desalojo del colono, tras la acusación de violación del
contrato de parte del colono, y consecuentemente, por el
procedimiento del embargo motivado por deu das contraídas por
el propietario de la tierra con el dueño de ingenio.
Sánchez Guerra en su estudio “La caña en Santo Domin go”,
explica con mucha claridad este proceso, sosteniendo que los
dueños de los ingenios bien pronto mostraron interés en sembrar
la caña por su cuenta y decidieron “arruinar a los colonos
independientes o colocarlos en una situación de de pendencia
frente al central".
En pocos años el proceso del despojo de los colonos due ños
de tierras tomó un ritmo tan acelerado que el gobierno, con la
intención de proteger al agricultor nativo, en 1882 dictó una ley
“para que los ingenios se dedicaran exclusivamente a mo ler la
caña producida por los colonos que la cultivasen, me diante
contratos de aparcería, fuese en terrenos propios o de los mismos
ingenios". (Abad, José Ramón. Reseña General Geográfico-
Estadística de la República Dominicana. 1888.)
La legislación no modificó la situación. El propio José Ra -
món Abad lo explica cuando señala al respecto que “los pro pios
poderes públicos se han visto obligados a ser tolerantes frente a
las infracciones de la ley, para no hacer más gravosa la situación
de los ingenios".
El principal argumento de los propietarios de los ingenios
para no cumplir la ley era que se había registrado una caída en los
precios del dulce -como en efecto ocurrió- y que ellos necesitaban
ser los dueños de las tierras para reducir sus costos de producción
y así poder competir con los productores europeos de azúcar de
remolacha.
El problema de los colonos y la desaparición gradual del
campesinado propietario víctima de la voracidad de los due ños de
los ingenios, como hemos dicho extranjeros en su ma yor parte,
fue un tema que preocupó a no pocos dirigentes políticos e
intelectuales.
Las posiciones más certeras las expusieron, primero Pe dro
Francisco Bonó, y más luego Eugenio María de Hostos. El
primero advirtió sobre lo que denominó “la demolición de la
propiedad y la agricultura", es decir “la traslación de la pro piedad
a manos de nuevos ocupantes encubiertos bajo el dis fraz del
progreso".
Negando que esa situación originara progreso en la eco nomía
dominicana. Bonó sentenciaba: “Progreso sería puesto que se
trata del progreso de los dominicanos, si los viejos la briegos de la
tierra de Santo Domingo que a costa de su san gre rescataron la
tierra a cuyo precio estaban adjuntadas, tierras que bañaron y
siguen bañando con su sudor, fueran en parte los amos de fincas y
centrales: si ya ilustrados y ri cos como hacendados, en compañía
de los que nos han hecho el inapreciable favor de venir a
nosotros, trayéndonos su dinero, sus conocimientos, sus personas,
su trabajo, mandaran directamente sus productos a New York.
Pero en lugar de eso, antes aunque pobres y rudos eran
propietarios, y hoy más pobres y más embrutecidos han venido a
parar en proletarios. ¿Qué progreso acusa eso? Mejor entraña una
injusticia y un desastre mañana. (Emilio Rodríguez Demorizi.
Papeles de Pedro Francisco Bonó. Academia Dominicana de la
Historia. Pág. 327.196..)
Hostos también fue un agudo observador del cambio que se
comenzó a originar en la sociedad dominicana desde que inició la
arráncada de la industria azucarera.
“Cuando vinieron los ingenios -señala Hostos- vino con
ellos la oferta de trabajo y demanda de braceros: se hizo bra cero
el antiguo cultivador de breves predios, se abandonó el conuco, se
descuidó la crianza de aves de corral, las pequeñas industrias
agrícolas, la economía rural cuanto por tradi ción o por instinto
había servido para alimentar el consumo general, tanto hizo plaza
el afán de ganar en pocos días el sa lario que sólo en semanas
ganaba y aún meses de trabajo se ganaba antes, y por paradójico
que parezca, el país era menos pobre cuando más rico se hacía el
Estado."
“Todos aquí hemos palpado las consecuencias diarias de esa
anomalía: todos hemos estado muriéndonos de hambre,
literalmente muriéndonos de hambre de aquellos frutos espon -
táneos de la tierra tropicales que a cada paso se han ido ha ciendo
más raros y por lo mismo más costosos, y de aquellos artículos de
primera necesidad que se han ido haciendo menos accesibles a
medida que parecía más fácil la adquisición del numerario."
Más adelante, en el mismo artículo publicado en el Eco de
la Opinión en 1884, Hostos señala que el establecimiento de la
industria azucarera originó en parte progreso “...pero ese
progreso ha prescindido completamente de las condicione
económicas de la sociedad cuyos intereses venía a estimular, y eso
es malo“.
Años más tarde, encontrándose en Chile, Hostos escribió una
serie de artículos donde analizaba las condiciones socia les y
económicas de nuestro país, y refiriéndose al cambio en la
propiedad de las tierras creado con la llegada de los capita listas
extranjeros que se dedicaron a la producción azucare ra, se
expresó de la siguiente manera:
“El mal actual de esa organización está en que los propie -
tarios del suelo no tienen con la sociedad dominicana más
vínculos que el del suelo. Son capitalistas extranjeros, que a lo
sumo, se interesan por aquellos agentes del progreso que van
relacionados con los intereses materiales, pero no tienen ninguno
los incentivos sociales que reclama en todos los gru pos de la
sociedad una reconstrucción."(Eugenio María de Hostos. Páginas
Dominicanas. Editora Taller. 1979. Págs. 110- 111.)
Para tener una idea del grado de expansión de la indus tria
azucarera subrayamos que sólo entre los dos años com prendidos
1882 y 1884, los ingenios azucareros triplicaron la extensión de
sus propiedades. En 1882, las treinta haciendas dedicadas al
cultivo de la caña de azúcar concentraban 4752 hectáreas y en
1884 ya tenían en su poder 13206 hectáreas. Una hectárea es
igual a 15.9 tareas (medida nacional) lo que significa que esos
treinta propietarios -extranjeros en su ma yor parte- tenían bajo su
propiedad o control, 275517 tareas.
Debe ser señalado que la política de otorgar franquicias que
envolvían entrega de tierras de propiedad del Estado y
exoneraciones impositivas a fin de estimular la agricultura, fue
iniciada en 1873 por el presidente González.
Tales facilidades solo fueron aprovechadas por inver sionistas
extranjeros, pues los nacionales con recursos mone tarios
acumulados, que no eran muchos, prefirieron seguir dedicados al
comercio de importación y exportación, por en tender dicha
actividad menos riesgosa.
El presidente González, no sólo otorgó franquicias a par -
ticulares que liberaban al productor de impuestos y la entre-
ga de tierras de propiedad del Estado, para dedicarlas al cul tivo
de la caña, el café, algodón, cacao, “y cualquier otro producto de
exportación”, sino además, para la instalación de líneas
telegráficas, y ferrocarriles.
El 15 de mayo de 1881 mediante concesión el señor Préston
Násson instaló en la ciudad capital la primera red te lefónica
urbana, Cada abonado pagaba por el servicio 3 pesos mensuales,
más 5 pesos por la instalación.
Dos años después, el 18 de agosto de 1883, entró en fun -
cionamiento en nuestro país el primer ferrocarril, instalado en el
ingenio San Marcos de Puerto Plata. Se utilizaba fundamen -
talmente para el transporte de la caña cortada en el campo hacia
las instalaciones del ingenio.
Ya por esta época nuestro país estaba conectado telegrá -
ficamente con gran parte del mundo, al través de los servicios de
la Sociedad Francesa de telégrafos submarinos. El costo del
servicio era sumamente elevado. Por ejemplo: cada palabra
transmitida al Este de los Estados Unidos tenía un precio de
$2.31, y $2.46 era el precio de cada palabra transmitida a
Francia.
Donde no se registró cambio alguno fue en el plano de la
comunicación terrestre entre los pueblos. José Ramón Abad,
autor de: "La República Dominicana: Reseña Geográfica y
Estadística" obra publicada en 1888. señala que ; "los cami nos
que hay en la actualidad son simples trochas a través de los
bosques, o brechas por entre las montañas, o trillados
laberínticos por las sabanas. Inútil es decir que no se aprove chan
para el comercio, ni por la agricultura: y cuando la ne cesidad
obliga a transportar por ellos los frutos, es sacrificando una
buena parte del valor de los mismos, en calidad de pre cios, lo
que apareja una pérdida efectiva en la riqueza na cional". (Abad.
José Ramón. Obra citada. Pág. 170).
A pesar de esto último, el resurgimiento de la industria
azucarera originó sin dudas cambios importantes en la vida del
pueblo dominicano.
En primer lugar, se incrementó el intercambio con el ex -
terior. estimuló la inmigración, elevó el nivel técnico produc
tivo en esa rama de la agricultura, originó un crecimiento el medio
circulante, aumentaron los ingresos del Estado, facili tó el
nacimiento de la clase media moderna ligada a la admi nistración
industrial y comercial y a las labores técnicas, y contribuyó al
nacimiento de la clase obrera asalariada.
Desafortunadamente, factores externos -como la crisis de los
precios que se inició casi a mediados de la década de los ochenta-
además de factores internos, como la instauración de la dictadura
de Heureaux. impidieron un desarrollo más sostenido de la
industria azucarera nacional en los finales del siglo 19.
Además de estos elementos adversos, la nueva industria
azucarera y el desarrollo agrícola en general, encontraron otro
inconveniente serio: la reducida población del país. En 1880 la
población de la República Dominicana apenas llegaba a los
350,0 habitantes. Cifra aproximada, pues durante décadas
ningún gobierno se preocupó por efectuar un censo de pobla ción.
Ese inconveniente para el desarrollo del capitalismo en el
campo, no pudo ser vencido, o sólo fue vencido, como hemos
dicho, a finales del siglo 19 y a principios del 20.
Ese último problema fue motivo de preocupación de casi
todos los gobiernos, y fue examinado con atención por casi todas
las entidades culturales y la mayor parte de la inte lectualidad de la
época.
En 1882, para traer un solo ejemplo, el periódico El Por venir.
de Puerto Plata, se expresaba de la siguiente manera: “El rápido
crecimiento que va tomando la industria agrícola es tal. que ya va
sintiéndose la falta de braceros en todos aque llos lugares donde se
han radicado los principales estableci mientos agrícolas...Por tanto,
es conveniente pensar no sólo atraemos los dominicanos que
vagan por la vecina república, como lo indican algunos órganos de
la capital, sino en hacer conveniente propaganda para que vengan
de los países vecinos donde hay exceso de población y más
facilidades tiene la inmigración, todos los labradores que deseen
colocarse y dedicarse a faenas agrícolas".
Un problema muy serio que generó el repunte azucarero fue
el relacionado con la migración interna. Miles de trabaja
dores de las zonas rurales, atraídos por la posibilidad de
obtener un salario fijo, abandonaron la agricultura dedicadas a
abastecer a las ciudades de alimentos. Esta situación originó
dificultades al comercio en muchas ciudades y creó una ligera
alza en los precios de muchos productos agrícolas de primera
necesidad.

El resultado fue un crecimiento en las importaciones de


muchos artículos de primera necesidad que podían producirse
en el país, como ajo. cebolla, habichuelas, arroz, papas
garbanzos, harina de maíz etc. Abad sostiene, que en estos y
otros artículos de primera necesidad que se importaban, como
la manteca, se gastaron en 1883 cerca de $400000. lo que
representaba casi el 13% de todas las importaciones, que ese
mismo año sumaron en total $3142102.42.

LA CAÍDA
El mismo año en que el periódico de Puerto Plata
destacaba la importancia que había adquirido el desarrollo de
la industria azucarera, tiene lugar en Europa un fenómeno
que afectaría en lo inmediato a esta industria: el empleo de
nuevas técnicas en la siembra e industrialización de la
remolacha para producir azúcar, originó un aumento en la
producción que se fue acentuando año tras año, hecho que
determinó una reducción de los precios del dulce en el
mercado internacional.
Todos los ingenios dominicanos, treinta en total, se vieron
en la obligación de reducir sus costos, unos por vía de la
modernización de sus instalaciones, otros aumentando su
capacidad de producción, no pocos reduciendo los salarios
de los trabajadores y técnicos.
El hecho creó una situación de crisis en la industria azu
carera nacional, resultado de la cual muchos ingenios sucum
bieron. Juan Sánchez en su obra "La caña en Santo Domingo
dice al respecto que “trece ingenios, representantes de valiosos
intereses, fueron desapareciendo uno por uno por las con
mociones de aquella larga situación que afectó todas las ins -
talaciones, para no dejar en pie sino aquellas que tuvieran una
base sólida para resistir y para vencer".
Esa crisis que duró más de dos décadas, impulsó una no table
concentración de capitales de parte de los inversionistas más
hábiles. Juan Bautista Vicini por ejemplo, que hacia poco
tiempo había fundado el ingenio Italia, diez años después era
propietario de cuatro ingenios más: Constancia. Angelina,
Encamación y Ocoa.
Merece singular interés señalar que los ingenios que resis -
tieron mejor la situación de crisis, fueron los instalados en la
región Este del país, alrededor de San Pedro de Macorís, y los
situados en el Sur.
Los siete ingenios instalados alrededor de San Pedro de
Macorís, además, pronto se situaron a la cabeza de la produc ción
nacional. Eran estos: Angelina, Puerto Rico, Quisqueya,
Cristóbal Colón. Porvenir, Santa Fe y Consuelo.
Sólo entre los años 1892 y 1893, estos seis ingenios aumen -
taron su producción de 312504 quintales, a 484120. Esta úl tima
cifra era igual al 67 por ciento de la producción nacional. No
está demás decir que casi todos los ingenios, para resistir la
crisis, aumentaron su área de cultivo considerablemente. En
1882, las tierras dedicadas a la producción azucarera ascendían a
75150 tareas, y siete años más tarde, sumaban 250000. Este
acaparamiento de tierra de parte de los ingenios no se detuvo
sino después de la mitad del siglo 20.

CAÍDA DE LOS PRECIOS AFECTA A TRABAJADORES DOMINICANOS


Como hemos visto, la arrancada de la industria azucare ra
contó con la integración del campesinado dominicano en las
labores agrícolas de los ingenios. Esta situación comenzó a
modificarse en la medida en que los ingenios azucareros, para
poder enfrentar la crisis que creó en el mercado mundial el
aumento de la producción azucarera europea, fenómeno que
deprimió los precios del dulce, iniciaron un proceso de reduc -
ción de salarios a sus trabajadores. Paralelo a este hecho, una
inflación galopante encareció los principales artículos de pri mera
necesidad.
La consecuencia inmediata de la reducción salarial fue el
abandono paulatino, pero sistemático, del campesinado
dominicano del trabajo en los ingenios, que ahora decidió el
retorno al trabajo individual en su conuco. José del Castillo
señala al efecto que “los atractivos que indujeron al campesino
dominicano a participar en la industria azucarera se fueron
diluyendo en tanto los niveles de precio en el mercado azucarero
se mantuvieron bajos hasta los inicios del ascenso durante la
primera guerra mundial..." (José del Castillo. La inmigración de
braceros azucareros en la República Dominicana. Edit.
UASD,1978)
En los momentos en que esta crisis se inicia, más de seis mil
dominicanos, en su mayor parte braceros estaban integra dos al
trabajo en los ingenios. Diez años después, esta cifra se había
reducido considerablemente. El periódico el Eco de la Opinión en
una crónica de fecha 9 de octubre de 1884, explicó en muy
pocas palabras lo que venía sucediendo: “Los trabajadores no
quieren aceptar los salarios que se les ofrecen, porque si bien
exceden a los que se les pagaba en otra época, no compiten con la
carestía actual de los artículos de subsistencia diaria. Dicen que se
cobra un real por una macarela, y un medio de mantequilla no se
puede oler para probar si es buena, porque en la punta de la nariz
se evapora".
El proceso de reducción salarial iniciado inmediatamente
comenzó la caída de los precios del dulce fue aplicado mediante
la utilización de los siguientes procedimientos: los dueños de los
ingenios, en lugar de contratar como antes a cortadores
individuales, a quienes pagaban entre dos y cuatro pesos por
cada tarea de caña cortada, organizaron el trabajo del corte de la
caña mediante la formación de cuadrillas dirigidas por un
capataz o contratista.
Este capataz o contratista dirigía el córte realizado por diez,
veinte o más braceros y era quien se encargaba de controlar el
rendimiento de cada trabajador. Una parte de los trabajadores
recibía salario por cada día laborado. La mayor parte lo
recibía mediante el sistema de “ajuste". El salario diario reci bido
en una u otra forma oscilaba entre los cuarenta y cincuen ta
centavos por día de labor. Más tarde, a principio del siglo 20 fue
establecido el pago mediante el pesaje de la caña cor tada.
El rechazo del trabajador dominicano a las nuevas condi ciones
salariales impuestas fue creciendo día tras día y por ello los dueños
de los ingenios se vieron forzados a la importación de braceros.
En principio, los dueños de los ingenios fueron resistidos por el
gobierno dominicano en sus propósitos, pero al final se impusieron.
El industrial norteamericano Williams Bass, en una expo sición
que elevó al gobierno para vencer una nueva resisten cia oficial a la
importación de trabajadores señaló que: “la clase de trabajadores
que los ingenios desearían importar, no seria inadmisible, pues
vendrían de tales partes como de las pose siones francesas, danesas
e inglesas, donde están ya acostum brados a respetar a las
autoridades, sus vecinos y las propiedades de estos. Cuando se
introduzcan convenientemente. se contentarían con permanecer en
la República. No formarían elementos políticos descontentos y de
ninguna manera se mezclarían en las ocupaciones y aspiraciones de
los ciudadanos dominicano. No se puede argumentar que un
extranjero trabajando en una hacienda de caña, impide que un hijo
del país, que sólo desea trabajar en un conuco, se gane la vida".
Además, según Bass. a diferencia de los trabajadores do -
minicanos que manifiestan una" falta de respeto a la propie dad
industrial “los braceros importados están “bien enterados de la
relación que existe entre el capitalista y el jornalero “(W. Bass
“Reciprocidad". Exposición presentada al gobierno do minicano.
1902).
Trabajadores de 1a plantación cañera de W. Bass. San Pedro de Macoris
1910.

No es posible presentar cifras exactas sobre el número de


braceros extranjeros que fueron importados a finales del siglo
pasado, y durante los primeros años del presente pues no hay
registros documentales. Pero si tomamos en cuenta la actitud de
rechazo del trabajador dominicano al trabajo en los cam pos de
caña, a causa de la reducción salarial que impusieron los dueños de
los ingenios en sus empresas y si se considera que el número de
dominicanos que laboraban en los ingenios entre 1882 y 1890 se
acercaba a los seis mil. es posible dedu cir que ya a finales del siglo
19, no menos de 5000 braceros extranjeros habían sido ya
importados por los dueños de los ingenios para sustituir al obrero
nativo.

LAS BODEGAS DE LOS INGENIOS Y EL SISTEMA DE VALES


Según Juan Sánchez, en la época en que efectuaba su estudio a
finales del siglo pasado sobre la industria azucarera dominicana,
todos los ingenios de la región Este disponían de establecimientos
comerciales, bodegas, para abastecer de ali mento, vestidos,
calzados, etc., a sus empleados y familiares y a los habitantes de
los pueblos y comarcas vecinas.
Paralela a la apertura de tales negocios propiedad de los dueños
de los ingenios, surgió la modalidad de pagar a los trabajadores en
vales que eran aceptados como papel mone da corriente en las
bodegas de los ingenios azucareros.
El profesor Hoetink en su libro “El Pueblo Dominicano 1850-
1900" publicado por la Universidad Católica Madre y Maestra en
1971. destaca que con anterioridad a la instala ción de los ingenios,
los habitantes de las zonas rurales cer cana a fábricas de azúcar,
dependían para su abastecimiento del comercio de los pueblos
cercanos y que los pocos propie tarios de bodegas rurales también
compraban directamente a estos comercios de los pueblos.
El autor citado subraya que el surgimiento de las bodegas en
los centrales azucareros, perjudicó a los comerciantes de los
pueblos de dos maneras: “Por una parte el jornalero era atado a la
bodega por el sistema de los vales, y por otra parte, la bodega
obtuvo como cliente a los vendedores ambulantes y tenderos
rurales, cuyo número aumentaba rápidamente. El comerciante de
pueblo, cuyo capital era frecuentemente limi tado. no podía
competir ni en precios ni en surtidos con las grandes bodegas que
traían sus mercancías directamente del extranjero. Como la bodega
central extendió su radio de ac ción a la región circundante,
vendiendo tanto al detalle como al por mayor, el comerciante y
tendero de pueblo se vio priva do de una porción potencialmente
importante de la creciente economía monetaria”.
Esta situación originó a su vez la quiebra de no pocos co -
merciantes pequeños de las zonas rurales, y como también afectó a
medianos y grandes de los pueblos, el hecho fue de nunciado
vigorosamente en varias oportunidades, tanto en los ayuntamientos
como ante el Congreso de la República.
El 9 de junio de 1896. por ejemplo, un nutrido grupo de
comerciante de San Pedro de Macorís envió al Congreso una
comunicación denunciando el sistema de las bodegas, ponien do
acento en el perjuicio que recibían por las ventas que estas hacían a
los vendedores ambulantes, en buena parte árabes.
Nuestros campos, decían los comerciantes petromacorisanos,
están llenos de casas de comercio... No hay agricultor que no sea
comerciante, todo lo cual nos perjudica notablemente, y este
perjuicio se aumenta en máximo grado con la invasión de árabes en
pueblos y campos, de puerta a puerta, que. dada sus operaciones
comerciales, han abarcado todo el negocio y nos han ido
acorralando hasta convertirse nuestro comercio en un cementerio
desolado y triste. Sus depósitos son de mayor importancia ya que
nuestras casas,) dados sus ínfimos gastos, pues altamente conocida
es su manera de vivir, omitiendo todo gasto que no sea el
estrictamente necesario a la inmunda y mísera vida a que se
someten, es imposible luchar con ellos. La importancia de nuestro
comercio requiere de gastos y atenciones de que ellos están
exentos, y sí tratáramos de competir sus precios, nuestros in tereses
sufrirían. El porvenir comercial de Macorís está es manos de los
árabes y creemos que los árabes no han hecho jamás la felicidad de
ningún país...”
Los comerciantes dominicanos concluyen demandando del
Congreso que a los establecimientos comerciales de los ingenios
sólo se le conceda el derecho de vender provisiones para el
sostenimiento de sus trabajadores “excluyéndoles del derecho de
expender tejidos". Respecto a los árabes que actuaban como
comerciantes ambulantes “privarles la introducción de mercancías o
aplicarles una contribución fuerte que les impida la baratez de ella". (
Hoetink. Obra citada Pág. 27).
El problema denunciado fue debatido por el Congreso, pero no
se tomó ninguna medida para detener a los vendedores ambulantes
árabes ni la expansión de las bodegas de los ingenios.
Por otra parte, el sistema de los vales contribuyó enormemente
a profundizar la expoliación de los trabajadores de te ingenios, no
sólo porque las bodegas vendían a precios mas elevados, sino
además, porque muchas veces, cuando un trabajador necesitaba
dinero en efectivo, canjeaba los vales con un elevado descuento. El
sistema de pago en vales, canjeables
por la administración del ingenio semanal y a veces quin -
cenalmente, además, limitaba la circulación monetaria y crea ba
un monopolio comercial sólo favorable al propietario del central
azucarero.
Aguatero". foto de 1904 en La Vega. Col. B. Vega. 107
CAMBIOS EN POLÍTICA ECONÓMICA 1865-1880

Primeras medidas de corte fomentalistas. Intelectuales que


apoyan fomento de la economía de parte del Estado. El
pensamiento de Bonó. Listado de concesiones otorgadas por
el Estado dominicano para el fomento de la agricultura y la
industria entre 1866 y 1870. Franquicias favorecen la
introducción del ferrocarril. Política de fomento del presidente
González.

Después de la anexión a España y la consiguiente Guerra de la


Restauración, que como hemos expresado profundizaron hasta
la catástrofe el endeble aparato productivo de la nación, una
nueva orientación en la conducción de la economía comenzó a
ser aplicada por los diferentes gobernantes que asumieron el
poder a partir de 1865.
En primer lugar, se fueron adoptando medidas de corte
fomentalistas a fin de incentivar la economía.
En consecuencia, el Estado pasó a intervenir para estimu lar
la producción. Los primeros pasos en esa dirección fueron
tomados por el general Cabral (1866-1868) y continuaron sien -
do aplicados por Báez (1868-1874) y también por los demás
gobiernos que se sucedieron.
El Estado dominicano en aquel momento, como hemos
visto con anterioridad, tenía una enorme ventaja para actuar en
esa dirección: Era propietario de casi el 80 por ciento del
territorio nacional.
Desde hacía bastante tiempo varios intelectuales que ocu -
paron posiciones importantes en la administración pública y
en el parlamento, venían defendiendo la necesidad de que el Estado
adoptase una conducta más activa en el plano de la conducción de la
economía. Hasta ese momento, los distintos gobiernos que se
sucedieron entre 1844 y 1865, habían cifra do sus esperanzas en la
inmigración para desarrollar el país, pero todos los esfuerzos que se
hicieron fracasaron.
Entre los intelectuales que más se destacaron en defensa de la
intervención del Estado en el fomento de la economía se destacan:
Pedro Francisco Bonó. Benigno Filomeno de Rojas, Pablo Pujol y
Manuel de Jesús de Peña y Reynoso.
Entre los tres, el más importante lo fue Pedro Francisco Bonó,
un hombre de una extraordinaria capacidad: Abogado, médico,
ensayista, periodista, economista, etc.
Para Bono, de acuerdo al discurso que pronunció en el Senado
en 1856, la situación económica del país se veía afec tada. desde el
surgimiento de la República, debido a factores adversos -grandes
males, según sus propias palabras- que influían de manera negativa
en su desenvolvimiento.
El primer gran mal era la existencia de un ejército perma nente muy
numeroso que “no deja al hombre trabajar; le roba su tiempo y no le
da compensaciones; hace de una porción de hombres, tal vez la más
apta para el trabajo por su edad y condiciones, una porción de seres
empobrecidos, desnudos, hambrientos; los hace holgazanes, por
falta de la continuidad en el trabajo; los hace descuidados, por lo
convencidos que están de que a merced de voluntad ajena no pueden
completar sus obras; y los hace ignorantes, porque no pueden hacer
aplicaciones de una experiencia cualquiera que no han teni do tiempo
de adquirir”.
Otro gran mal que afectaba la economía del país, era “la falta
de equilibrio en sus rentas y erogaciones; falta que obli ga al
gobierno a emitir continuamente un papel moneda que roe la riqueza
pública..."
Bono pensaba a su vez. que el Estado estaba en la obliga ción de
devolverle a los ciudadanos en servicios, los recursos que aportaba
por medio de impuestos. “Si el gobierno percibe de un labrador $6
pesos fuertes por un impuesto directo o indirecto -señaló el
pensador- es preciso que ese labrador re ciba sus $6 pesos fuertes,
séase en seguridad para su perso na, séase en instrucción para sus
hijos, séase en importación de mejores semillas, séase en fin en
facilitarle los medios para el transporte de sus productos u otra
mejora en que el tenga parte directa o indirectamente; si no es así,
nunca habrá riqueza ni progreso en el país". (Rodríguez Demorizi.
Obra citada. Págs. 7—73)
Conforme a su visión sobre los “tres grandes males” Bono
propone lo que su entender eran más medidas más apremian tes que
tenía que adoptar el Estado para contribuir al desa rrollo de la nación,
a saber: “licenciar al ejército, para darle a los hombres la
oportunidad de que trabajen, establecer escue las primarias y
profesionales, para capacitar a los niños y a los jóvenes, y abrir
nuevos caminos para hacer menos costoso el producto, más rápida la
comunicación, más rápidos los cambios y dar más tiempo para
producir".
En los momentos en que Bono se expresaba, 1856. y aún
décadas después, el Estado dominicano había actuado sola mente
como un captador de recursos, y no ofrecía ningún ser vicio a la
población.
Como hemos anotado anteriormente, casi un noventa por ciento
de los egresos del Estado se gastaban en el mantenimiento de un
ejército de cerca de diez mil soldados muy mal pagados, y apenas
habían sido abiertas en todo el país seis escuelas públi cas y un
seminario administrado por la Iglesia Católica. El total de niños y
jóvenes que recibían docencia no llegaba a seiscien tos y la asistencia
sanitaria era nula, pues sólo existía un hos pital situado en la ciudad
capital.
Por otra parte, los caminos para el transporte de los pro ductos
cultivados en el campo, eran las mismas trochas abier tas durante la
colonia y en algunos lugares las mismas vías trazadas por los
aborígenes.
Los principales correctivos propuestos por Bono nunca fueron
puestos en práctica por ninguno de los gobiernos que tuvo que
soportar la República en el siglo pasado, pero el es píritu
fundamental de su propuesta, que era la de una mayor participación
del Estado en el estimulo al desarrollo económico entró en vigor,
como veremos, a partir de 1866.
Como parte de esta política de fomento que. como hemos dicho
se inició después del triunfo restaurador, diferentes go biernos se
dedicaron a la entrega, mediante concesiones y fran quicias, de
importantes recursos del país a empresas y ciudadanos extranjeros.
Muchas de esas concesiones no entraron en ejecución y otras
fueron traspasadas -como la del telégrafo- y sólo algu nas salineras
realmente entraron en producción.
Resulta interesante destacar que de las 14 concesiones más
importantes codificadas por nosotros, correspondientes a los años
1866-1870. sólo una fue entregada a un ciudadano dominicano.
CONCESIONES 1866-1870
Nombre Nacionalidad Tipo Fecha
Mina de cobre de San
W. L. Casneau Nort. Mateo 1866
M. Matney Nort. Sal Gema de Neyba 1866
E. Prime y E.
Hollister Nort. Fund. Banco Nacional 1866
Indust. Progressive Co. Nort. Minas San Cristóbal 1866
R.M. Funkhouse Nort. Navegación entre S.D., New Yok
y New Orleans I869

F.H. Fisher Nort Const. Ferrocarril entre


Santiago y Samaná 1869

Geological Survey Co. Nort. Mina de oro de Haina 1870


Julien Grandgerad Francés Ferrocarril Azua 1870
P. D. Delgado Nort.-Cubano Varias Salinas 1870
Levi Guiallamo Francés Inst. telégrafo 1870
Carlos Báez Dom. Salinas de Baní 1870

Cambiaso y Cía. Italiano Mina de cobre de Boca de Cuajo 1870

Además de concesiones el gobierno entregó muchas fran quicias


para reducir los impuestos de importación de instru mentos de
trabajo y maquinarias, para exonerar el derecho a puerto y tonelaje a
barcos que transportaran materias primas para ser usadas por
empresas concesionarias, para exonerar o rebajar los derechos de
exportación a exportadores de fru tos y para exonerar de impuestos
los alimentos destinado a los empleados de las nuevas empresas.
Asimismo, en la generalidad de los casos el gobierno posi -
bilitaba la entrega gratuita de terrenos del Estado y las made ras y
materiales de construcción que fueran necesarios.
En esta última dirección llegó tan lejos, que se decretó que los
particulares propietarios de terrenos que requirieran ser usados en la
realización de una obra, están obligados a ven derlos a la empresa o
permitir su utilización. (Véase: Jaime de Js. Domínguez. Notas
Económicas y Políticas. 1865-1886. Edit. UASD. Pág. 83.)
A las principales concesiones decretadas entre 1866 y 1870 se
agregaron otras en la década siguiente. Merecen mencio narse, la
concedida a la United States and Dominican Mines Land, que en
1880 adquirió los derechos de explotación del oro de las arenas
auríferas de los ríos Mao y Bao y otros lugares cercanos de allí, la
cual entró en producción empleando a cerca de 200 obreros. Se
desconoce la cantidad de oro extraída pues no hay registro en las
estadísticas oficiales que generalmente publicaba el Ministerio de
Hacienda.
Para esa misma época la empresa inglesa Hartmont y Cia.,
obtuvo los derechos de la explotación del guano de la isla de Alto
Velo y las minas de carbón de la bahía de Samaná.
También merecen ser mencionadas varias concesiones hechas a
extranjeros para la explotación de materias coloran tes extraídas de la
madera, las cuales llegaron a instalar me dianas industrias donde se
extraía la tintura, que era exportada a Norteamérica y Europa.
Una de estas empresas, la Franco Dominicana, de capital
francés, trabajaba con maquinarias movidas al vapor en dos
establecimientos situados en las cercanías de la ciudad de
Santo Domingo y San Cristóbal. Esta compañía inició sus acti -
vidades en 1873. donde laboraban unos 104 técnicos y obre ros
especializados traídos de Francia.
Esta empresa -y otras dedicadas a la misma labor-apenas
pudieron trabajar unos seis años, pues la tala indiscriminada de
campeche, de donde extraía su materia prima, sin llevar a cabo
ninguna acción reforestadora. la obligó al cierre en 1878. Según uno
de los informes que rindió, la empresa Franco Dominicana consumía
dos mil toneladas de campeche anual mente. que producían noventa
toneladas mensuales de extractos para tintes.
Entre 1876 y 1878 fueron concedidas concesiones y fran -
quicias de gran significación, como la que permitió la construc ción
del ferrocarril Sánchez -La Vega, que comenzó sus trabajos en
1882- también la que estableció el monopolio del transporte
marítimo entre la República y Estados Unidos, y otras menores para
establecimiento de fábricas de jabón, velas y pastas alimenticias.
En esa misma dirección, uno de los pasos más trascenden tales
fue el decreto promulgado el 12 de mayo de 1875 por el Presidente
González, que estableció franquicias para exonerar de derechos de
importación a las máquinas de vapor que fue ran utilizadas por los
ingenios azucareros.
Ese mismo decreto exoneró por tres años la importación de
comestibles para la alimentación de los trabajadores y téc nicos de la
industria azucarera y a los muebles a ser usados por sus
funcionarios. La orden del Poder Ejecutivo también liberaba del
servicio militar a los dominicanos que trabajaban en los ingenios.
La política de franquicias y concesiones entregadas
generalmente a empresas o personas individuales, y que en prin cipio
había estimulado un poco la economía, pronto se convirtió en una
traba para el desarrollo del capitalismo en la agricul tura, pues generó
conflictos entre empresarios dedicados a la misma actividad.
Como las concesiones y franquicias se concedían en tér minos
individuales, ello favoreció el tráfico de influencia en las altas
esferas del Estado. Por lo que sólo eran favorecidos con tales
privilegios, los empresarios que lograban establecer estrechos
contactos con los altos círculos del gobierno de tumo.
La llegada al poder del Partido Azul, proceso que se inició en
1879 cuando el general Luperón asumió provisionalmente la
Presidencia de la República originó un nuevo giro en la po lítica de
fomento a la agricultura y la industria. En lugar de concesiones y
franquicias individuales fueron establecidos lineamiento económicos
generales para el estímulo de la agroindustria.
A decir verdad, los primeros pasos en esa dirección fueron
tomados en 1876 durante el régimen liberal de Espaillat, cuan do
mediante decreto se definió como “repugnantes" los privi legios de
que disfrutaban algunos inversionistas que se habían establecidos en
la industria azucarera.
Poco después, durante el gobierno de Merino (1880-1882) el
Congreso Nacional, acorde con los principios de la libre empresa,
anuló todos los privilegios y concesiones que indivi dualmente
disfrutaban algunos inversionistas, declarando que "la libertad era
un elemento indispensable para el crecimien to y desarrollo de la
industria y el comercio y la salud de la nación".
Esa nueva orientación en el plano de la economía, favore ció
enormemente el establecimiento de nuevos ingenios. En tre 1876.
año de la promulgación del decreto de Espaillat y 1882, fueron
instalados más de diez nuevas industrias azu careras. propiedad de
norteamericanos, cubanos, puertorriqueños. italianos y dominicanos.
TRATADO DE LIBRE CAMBIO
CON ESTADOS UNIDOS: 1891-1894

Variaciones en el comercio exterior dominicano. Papel de Alemania, Inglaterra y


Francia. Crecimiento del intercambio con los Estados Unidos. Ley McKinley,
promulgada en Estados Unidos, trata de forzar la apertura al comercio
norteamericano. Heureaux firma tratado con Estados Unidos que permiten la
entrada libre de derechos decenas de artículos norteamericanos, a cambio de que en
las mismas condiciones entrarían a territorio de Estados Unidos, azúcar, café,
cueros, melados, raspaduras, guarapo. Potencias europeas protestan tratado. Dueños
de ingenios ven con beneplácito el tratado. Comerciantes nativos representantes de
casas europeas disgustados con el tratado. En 1894 sucumbe el tratado.

Hasta el repunte de la industria azucarera ocurrido


como hemos notado a partir de la década de los años
setenta en el pasado siglo, la República Dominica na,
tanto a nivel de sus importaciones como de sus exporta -
ciones, mantuvo relaciones muy estrechas con Europa. Sobre
todo con Alemania. Inglaterra y Francia, países que a partir del
desplazamiento de Saint Thomas y Curazao, se constitu yeron en
nuestras principales plazas comerciales.
Esa situación comenzó a variar a finales del mismo siglo,
precisamente con la consolidación del repunte registrado por la
industria azucarera, pues una buena parte de los inver sionistas
que se establecieron en ese sector, eran norteameri canos o
mantenían relaciones muy estrechas en el plano financiero en los
Estados Unidos.
La mayor parte de las maquinarias compradas por los nuevos
ingenios, incluyendo los ferrocarriles, eran de proce dencia
norteamericanas.
Pero además, a partir de ese momento, los Estados Uni dos
dieron inicio a una firme política comercial tendente a penetrar
los mercados latinoamericanos controlados por las naciones
europeas.
Esa orientación se acentuó en el area del Caribe en 1892,
con la aprobación de la Ley McKinley, la cual facultaba al Pre -
sidente estadounidense a gravar con impuestos cuando asi lo
entendiera prudente, “los azúcares, mieles, café, cueros no
curtidos, procedentes de países que no hubieran celebrado
tratados de reciprocidad comercial con Estados Unidos y co -
brasen a su vez impuestos aduaneros a los efectos produci dos por
ese país y que sean importados por sus aduanas respectivas".
(Memoria del Ministro de Hacienda. 29 de febre ro de 1891.
Gaceta Oficial.)

Calle Cibao. Puerto Plata, 1910. CoL B. Vega.


El propósito de esa ley era forzar la apertura al comercio
norteamericano en aquellos países que realizaban exportacio nes
importantes a Estados Unidos, y en los cuales, la mayor parte de
sus importaciones procedieran de Europa.
La ley McKinley estaba dirigida sobre todo a lograr que las
dos colonias españolas americanas -Cuba y Puerto Rico- que
exportaban azúcar y mieles a Norteamérica, abrieran las puer-
tas a las mercancías de Estados Unidos, pero afectó también a la
República Dominicana y otras naciones latinoamericanas, como
Venezuela y Brasil, y a las pequeñas colonias francesas e inglesas
del Caribe.
Para el momento en que la mencionada ley fue promulga da,
ya Estados Unidos ocupaba el primer lugar entre nuestros
abastecedores, sobre todo porque la madera y otros efectos para
las construcciones, así como las maquinarias para los ingenios y
los repuestos, procedían de ese país.
En 1888, para poner un ejemplo, de 3931000 francos gastados
en importaciones de mercancías. 1400000, proce dían de Estados
Unidos, y tan solo 900000, de Inglaterra, 800000 de Alemania y
500000, de Francia. Ese año. nuestro comercio de importación
con Curazao y Saint Thomas, apenas alcanzó los 81000 francos.
Con todo, la amenaza que envolvía la señalada ley, obligó al
presidente Heureaux a la firma de un tratado de libre co mercio
con los Estados Unidos.
El acuerdo fue firmado en Washington el 4 de junio de 1891 y
en él se estableció que podían entrar libre de derecho a Es tados
Unidos los siguientes artículos procedentes de nuestro país:
azúcar crudo, guarapo, raspaduras, melados, mieles, café y
cueros. El tabaco y el cacao no fueron favorecidos.
Por otra parte, a la República Dominicana procedente de los
Estados Unidos, en iguales condiciones, es decir libres de
derechos aduaneros, podrían entrar: Alimentos como carne, maíz,
aceite, trigo, maquinarias para ferrocarriles e ingenios, materiales
de construcción, etc.
Con un veinticinco de reducción en los aranceles se per mitiría
la importación de: mantequilla, carnes ahumadas, le che. queso,
calzados y artículos manufacturados de algodón.
Tan pronto se conoció de la firma de ese tratado, se desa tó
una ola de protesta contra el mismo de parte de los cónsu les de
Francia. Alemania. Inglaterra. España. Holanda e Italia.
Concretamente, los cónsules europeos antes señalados, con
cuyas naciones nuestro país había establecido acuerdos
comerciales, consideraron el tratado como violatorio a los tratados
pactados, y contrario además al derecho internacional
El gobierno de Alemania no sólo protestó, sino que ame nazó
con afectar las exportaciones dominicanas de tabaco aumentando
sus impuestos arancelarlos, hecho que alarmó a los cosecheros
de tabaco del Cibao, principal centro regional del intercambio
comercial con aquel país.
Las principales firmas importadoras y exportadoras del
Cibao -entre otros Cosme Batlle y Cía., y Juan Isidro Jimenes-
hicieron sentir sus quejas frente al gobierno por dicho tra tado.
Los dueños de los ingenios azucareros, en cambio, los cua
les hacía años venían soñando con una mayor apertura del
mercado norteamericano para su producto, recibieron la fir ma del
tratado con beneplácito.
Esta disparidad de criterios dio origen a una amplia discusión
por medio de artículos publicados en la prensa -sobre todo en El Eco
de la Opinión y El Porvenir- donde cada bando exponía sus puntos
de vista.
El tono de las propuestas de los cónsules europeos, por un
lado, y por el otro, las presiones norteamericanas para que
Heureaux no cediera, más la disputa entre los nacionales que
apoyaban y rechazaban el tratado, creó a partir de 1892 una
situación política difícil al presidente Heureaux. realidad que
facilitó la organización de una peligrosa conspiración dirigida por un
amplio núcleo de figuras de prestigio del Cibao.
La conspiración fue tan importante, que el representante
norteamericano recomendó a su gobierno el rápido envío de un
buque de guerra para "proteger los intereses y la vida de sus
nacionales”.
La trama, sin embargo, fue descubierta por el gobierno y sus
principales dirigentes fueron apresados.
La única virtud que tuvo el tratado de libre comercio con
Estados Unidos, fue el modificar -por breve tiempo- la situación
de dificultades que venía atravesando la industria azu carera desde
la crisis de los precios iniciada en 1884, pues a reducción de
impuesto al azúcar crudo, permitió una ligera alza en las
exportaciones de ese producto hacia el mercado norte americano.
El tratado perjudicó a la artesanía, la agricultura y la
ganadería dominicanas, además de las importaciones france sas,
inglesas, alemanas, y a la empresa financiera holandesa
Westendorp, que había establecido, un acuerdo de préstamo con
el gobierno en 1888, en el cual el último se obligaba a re nunciar a
la facultad de otorgar concesiones y exoneraciones en los
impuestos, que originaran reducciones en los ingresos aduaneros,
sin el consentimiento de los prestamistas.
En pleno conocimiento de lo que dicho acuerdo significa ba
para ella, apenas a los ocho meses de firmado el tratado con
Estados Unidos, la empresa holandesa traspasó sus derechos a la
empresa norteamericana Santo Domingo Improvement Co.,
creada para tal propósito.
Con esa operación, como veremos más adelante, se inició lo
que puede ser definido, como el proceso de consolidación de la
hegemonía financiera y comercial de los Estados Unidos en la
República Dominicana.
El tratado de libre comercio se mantuvo vigente hasta 1894.
Ese año, en agosto, el Congreso norteamericano apro bó una nueva
tarifa arancelaria que gravó con un 40 por ciento ad-valorem, el
azúcar de procedencia extranjera.
Heureaux respondió a esa medida, dictando un decreto el 28
de septiembre de ese mismo año, que anulaba el convenio con
Estados Unidos de 1891.
POBLACIÓN 1844-1900

Informe de López de Villanueva sobre la población dominicana de 1843 estima en


100000 los habitantes. José Ramón Abad la estima para un año después en 126000.
Investigador norteamericano, Porter, describe la composición racial del pueblo
dominicano y calcula la población dominicana en 1846 en 166000 habitantes.
Llegan refugiados canarios en 1860. Leyes del pasado siglo que favorecen la
inmigración. Informe de Mariano Alvarez sobre la población dominicana en 1860.
señala la suma de 186,700 habitantes. Distribución de la población por provincia.
Distribución por ciudades. F. Bono en libro publicado en 1861 estima en 200000
los habitantes de Santo Domingo. Datos de población de la Curia Eclesiástica
española por provincias. Los grupos migratorios a fines del pasado siglo. Los
"cocolos". Protestan por actividades comerciales de los “turcos”. Continúa la
inmigración árabe. Estiman en 1,000,000, la población dominicana en 1900.

Para tener una panorámica más completa sobre la so ciedad


dominicana durante la parte del siglo pasado que examinamos, es
importante conocer la situación de su población.
Lamentablemente no es posible, debido a la ausencia de
controles estadísticos de población, tener una idea exacta. Sin
embargo, los datos documentales que aparecen en relaciones,
informes y asientos de la época, nos pueden ayudar a confor mar
una visión de conjunto de la población dominicana del periodo
que estudiamos que puede bien contribuir a compren der mejor la
situación económica general.
De este momento, el informe más antiguo que se conoce, es
el de Antonio López de Villanueva, elaborado en 1843. Se-
gún este funcionario colonial español, la población dominica
na en aquel año era de aproximadamente 100 mil habitantes.
José Ramón Abad, en cambio, en su obra: “La República
Dominicana: Reseña General Geográflca-Estadistica”, la es -
tima en 126.000.
Por su parte, el teniente Dixon D. Porter, agente norteame
ricano que visitó nuestro país en 1846 por instrucciones de su
gobierno, quien luego de recorrer los principales pueblos es
cribió un interesante informe sobre nuestra sociedad bajo el
titulo de “Diario de una misión secreta a Santo Domingo’ es
timó la población dominicana en 165,000 habitantes.
El teniente Porter describe de la siguiente manera la
composición racial del pueblo dominicano: “Cinco mil son
blancos o casi blancos, setenta y cinco mil son cuarterones,
sesenta mil mulatos claros y veinte mil son africanos".
De todas maneras, lo más importante es señalar que la
población dominicana en los momentos de su independencia
era sumamente escasa y prácticamente todos los dirigente
políticos de la época abogaron por favorecer una fuerte
corriente migratoria, cuestión que considerabán era
absolutamente necesaria para el avance de la sociedad.
Fuera del plan migratorio establecido por Boyer. durante el
periodo en que nuestro territorio estuvo integrado a la Re
pública de Haití, y de algunos centenares de nativos de las islas
Turcas, Saint Thomas y Las Bahamas que se establecieron en
Puerto Plata, pocos años después de la proclamación de la
independencia, hasta 1861 el movimiento migratorio estuvo
paralizado desde principio del siglo 19.
A causa de ello, apenas dos pequeños hoteles existían o la
capital dominicana, y su sostenimiento era tan precario, que los
huéspedes eran atendidos por sus propios dueños. Ninguno de
los dos podía dar albergue a una docena de personas El
teniente de la armada de los Estados Unidos, David D. Porter
informa, que uno de los mencionados hoteles "no tenía siquiera
un huésped".
Un aspecto interesante a ser subrayado es que si bien di -
ferentes gobiernos dictaron disposiciones especiales para es -
timular la inmigración, el deseo de todos los mandatarios era
lograr inmigrantes blancos europeos, pero no personas de color.
Poco antes de la anexión a España, en 1860 llegaron a
nuestro país varios centenares de refugiados españoles nati vos
de las Islas Canarias, que huían de un conflicto bélico que se
desató en Venezuela. Fue este el mayor flujo migratorio
registrado hasta la llegada de los inmigrantes cubanos a par tir de
1868, a causa de la denominada "Guerra de los diez años”, y
cuyo número algunos autores estiman entre 5 y 6 mil.
Debemos señalar sobre esta última inmigración, que una
buena parte regresó a su patria inmediatamente cesó la con tienda
bélica. Sólo permanecieron en nuestro territorio los que se
habían dedicado a la producción azucarera, y algunas do cenas de
técnicos y profesionales.
Durante el siglo pasado fueron dictadas disposiciones para
favorecer la inmigración en: 1847, 1851, 1852, 1860, 1866,
1867,1876, 1879, 1884, 1888, 1891, 1894 y 1896, sin resul tado
positivo alguno.
Don Mariano Álvarez, en informe escrito para el Ministe rio
de Estado español en 1860. señaló que la población domi nicana
ascendía a 186.700 en aquel momento, dividida de la siguiente
manera por provincia:
Santo Domingo...................................................... 85000
Azua....................................................................... 15200
El Seybo................................................................. 20000
Santiago................................................................. 33500
La Vega................................................................. 33000
Este mismo autor ofrece una interesante relación sobre la
población urbana de las principales ciudades, de donde se
desprende que casi el 90% de la población total del país resi día
en la zona rural.
POBLACIÓN URBANA DE LAS PRINCIPALES
CIUDADES
1860
Santo Domingo.......................................................8000
Azua........................................................................1600
El Seybo..................................................................1500
Santiago..................................................................7000
La Vega..................................................................3600
En 1864, es decir. 20 años después de la proclamación
¿ la Independencia, don Mariano Torrente, publicó en Madrid.
España, una obra referente a las relaciones españolas con
Inglaterra, Estados Unidos y las Antillas, bajo el titulo de ‘Po -
lítica Ultramarina", y en dicha obra se estima que nuestro país
tenia 150 mil habitantes.
Según este otro autor español, que por cierto había
visitado la República Dominicana dos años antes en misión
secreta, la población dominicana estaba distribuida de la
siguiente manera:
Santo Domingo..................................................... 28000
La Vega................................................................ 38000
Azua...................................................................... 17000
El Seybo................................................................ 27000
Santiago................................................................ 40000
Como se puede notar, la región del Cibao, que compren
día en aquel entonces a las provincias de Santiago y La Vega
tenía 78000 habitantes. Es decir, era la más poblada y reunía
casi el 50 de la población total.
Este mismo autor redactó una relación bastante
interesante sobre la población urbana dominicana, donde
incluyó el número de viviendas existentes en cada una de las
ciudades. He aquí el listado:
Bani ...120 viviendas .....600 almas
Azua 300 viviendas 2000 almas
El Seybo 250 viviendas 1500 almas
Neyba ..100 viviendas 600 almas
San Juan de la M.. ..500 viviendas 450 almas
Higüey ...120 viviendas 800 almas
Hato Mayor..........50 viviendas................................ 300 almas
La Vega................1000 viviendas..........................3500 almas
Cotuí.....................250 viviendas.............................. 800 almas
Moca....................350 viviendas...............................830 almas
San Feo. de M......200 viviendas.............................. 800 almas
San José de las M. ...100 viviendas.................. 234 almas
Montecristi...........22 viviendas.................................. 80 almas
Santiago...............870 viviendas............................ 3200 almas
Puerto Plata..........500 viviendas............................ 2000 almas
Torrente no informa el número de habitantes que tenía la
ciudad capital en ese momento, pero otro informe escrito por
W.S. Courtney señala para la ciudad de Santo Domingo la
cantidad de 10000 habitantes.
Por su parte. F. Bona, en su libro:“Cuba, Santo Domingo y
Puerto Rico" impreso en Madrid en 1861, estima la población
dominicana en 200 mil habitantes, mientras José Ferrer, en otro
publicado ese mismo año con el título de:“La Reincorpo ración
de Santo Domingo a España" la sitúa en 250 mil.
Aunque los diferentes autores guardan algunas diferencias
en sus apreciaciones, se aproximan sin embargo a la cifras
arrojadas por el censo hecho por la Curia Eclesiástica espa ñola
en 1863, poco antes de iniciarse la Guerra de la Restau ración,
donde se consigna que la población total de Santo Domingo
ascendía a 206300 habitantes, distribuidos de la siguiente
manera:
Provincia de Santo Domingo................................. 41000
Provincia de El Seybo............................................ 29000
Provincia de Azua.................................................. 36000
Provincia de La Vega............................................. 53000
Provincia de Santiago............................................ 35000
Distrito de Pto. Plata................................................ 9500
Distrito de Samaná................................................... 2100
Pero independientemente de las diferencias en las distin tas
fuentes que hemos citado, una cuestión está clara: el re ducido
índice de población del país.
Este detalle explica los numerosos esfuerzos que hicieron
casi todos los gobiernos por estos años (y con posterioridad) por
originar una corriente migratoria que contribuyera a in centivar la
economía. Como se conoce, todos los esfuerzos fra casaron,
aunque debe ser resaltado que muchas familias dominicanas que
habían emigrado hacia Cuba, Venezuela, Puerto Rico y otras
islas del Caribe, durante el período de integración con Haití,
regresaron poco después de la proclama ción de la
independencia, cuando la paz se alcanzó.

LA POBLACIÓN ENTRE 1865-1900


Pese a todos ios esfuerzos que realizaron casi todos los
gobiernos por enfrentar la escasa población para lograr un gran
flujo migratorio, muy pocos extranjeros decidieron establecerse
en nuestro suelo. Durante la segunda mitad del siglo 19 sólo
algunos grupos migratorios importantes -pero no en las
cantidades deseadas- arribaron a la República. El primero fue el
de los cubanos, que ya hemos mencionado, y el segundo lo fue
el de los canarios, que llegaron al país procedentes de Venezuela
en su mayor parte durante la anexión; el tercero los árabes, los
cuales iniciaron su introducción en los finales del mismo siglo,
años en que comienzan a llegar los braceros barloventinos para
ser empleados en la industria azucarera
Este último grupo, llegó casi al mismo tiempo que arriba ron
algunos centenares de Jíbaros y técnicos puertorriqueños también
para ocuparse de labores en la industria azucarera. Los “Cocolos"
como fueron denominados por los dominicanos los inmigrantes
negros de las posesiones inglesas, fundamen talmente, aumentaron
en gran cantidad a partir de los inicios del siglo 20, estableciéndose
casi todos, en los ingenios situados alrededor de San Pedro de
Macorís. Durante ese último periodo, también llegaron algunos
centenares de inmigrante de color procedentes de Aruba y Curazao.
El número de los puertorriqueños llegados durante el siglo
pasado debió ser grande, pues en 1882 las autoridad coloniales
españolas tomaron disposiciones para detener esa migración, y
varios periódicos de Borinquen, alertaron sobre
el daño que la misma causaría a la agricultura de aquella isla.
(Véase: Roberto Marte. “Cuba y la República Dominicana.
Transición económica en el Caribe del siglo 20". Edic. UNAPEC.
Pág. 174.)
Los proyectos dominicanos dirigidos a lograr un flujo mi -
gratorio de personas de la raza blanca procedente de Europa
fracasaron por diferentes razones. Entre otras podemos men cionar
las siguientes: La intranquilidad política reinante, la competencia
de Estados Unidos y otras naciones de América Latina, más ricas
y grandes que nuestro país. (Argentina, Chile, Venezuela. Brasil,
etc.) que tenían en ese entonces el mismo interés de atraer
inmigrantes europeos.
Pero además, la República Dominicana era prácticamen te un
país desconocido y las escasas noticias que llegaban a Europa
dando cuenta sobre nuestra existencia, a causa de las constantes
guerras civiles, no eran atractivas.
No hay informaciones estadísticas que permitan valorar a
plenitud la importancia de las migraciones árabes y “cocolas" a
nuestro país durante el siglo pasado, pero el impacto de ambas en
nuestra sociedad fue importante.
Los árabes iniciaron su incursión en nuestro territorio en la
década de los ochenta del mencionado siglo. Casi todos eran sirios
y cristianos maronistas libaneses. Se conoce que uno de los
primeros miembros de la colonia árabe en llegar a Santo
Domingo, lo fue Nacif P. Haché, quien fundó en Puerto Plata una
casa comercial con ese mismo nombre, que luego trasla daría a
Santiago. (Véase: Orlando Inoa. “Los Arabes en Santo Domingo
“Separata de la Revista de Estudios Sociales. Oct. de 1991).
Casi todos los miembros de la colonia árabe, y que el pue blo
dominicano denominó como “turcos" en razón de que una gran
parte venia con pasaporte de Turquía, se dedicaron al comercio
minorista. La mayor parte se Inició como buhoneros,
estableciendo un sistema de venta totalmente desconocido en
nuestro medio: la venta a plazos de vestidos, calzados, efec tos del
hogar, etc.
Como ese tipo de actividad encontró rápidamente una
buena clientela en la población dominicana, los árabes fueron
intensamente combatidos por los comerciantes minoristas
dominicanos, pero en cambio protegidos por el gran comercio, en
su mayor parte en manos de extranjeros: Españoles, ita lianos.
alemanes, ingleses, etc; y también por los colonos azu careros y los
dueños de los ingenios, en cuyas bodegas se abastecían los árabes
comprando al por mayor.
En los archivos de los ayuntamientos de San Pedro de
Macorís, Santiago. Puerto Plata, Salcedo, etc; hay decenas de
quejas de comerciantes minoristas dominicanos, contra la
competencia “desleal" que les hacían los buhoneros árabes.
En su libro “El Pueblo Dominicano: 1850-1900”, el nota ble
investigador holandés J. Hoetink trató el tema con profun didad.
Uno de los comerciantes quejosos de los árabes citado por Hoetink,
expresó en carta fechada el 9 de Junio de 1896 dirigida al Congreso
Nacional, lo siguiente : “...una invasión de árabes en pueblo y
campo, de puerta en puerta que, dadas sus operaciones
comerciales, han abarcado todo el negocio y nos han ido
arrollando hasta convertirse nuestro comercio en un cementerio
desolado y triste".
Las protestas de los comerciantes nativos contra los ára bes
duraron años, y ni los ayuntamientos, ni el Congreso, ni el Poder
Ejecutivo, donde fueron dirigidas, tomaron disposi-

Calle del Comercio. Santiago. 1910.


ción alguna, y al cabo de varias décadas los inmigrantes do -
minaron. Junto a los españoles, el comercio de tejido y afines.
No es posible hoy en día conocer con exactitud el número de
inmigrantes árabes que llegaron a finales del siglo pasado, pues en
nuestro país no existía en aquel entonces un registro estadístico
organizado, pero resulta fácil deducir que los mis mos sumaron
varios centenares, que unidos a los que ingre saron a principio del
presente siglo, alcanzaron varios miles.
Pese a los esfuerzos y las pequeñas migraciones que he mos
señalado, la República Dominicana continuó siendo un país de
escasa población, pues en 1900 sus habitantes no lle gaban al
medio millón. Una breve reseña elaborada por el gobierno
dominicano para ser distribuida en 1897 en la exposición de
Bruselas estimaba la población en 486 mil, mien tras un breve
Album Gráfico Estadístico editado en 1900 la situó en 457 mil.

Calle de la Marina. Santo Domingo. 1900.


LA CRISIS MONETARIA Y LA GUERRA INTERNACIONAL
ENTRE EL ORO Y LA PUTA

Fracasan varios intentos para crear sistema monetario nacional. La República a merced de las alzas y las
bajas de las monedas extranjeras en circulación. Exigen un 50% en monedas extranjeras de oro y plata
para el pago de impuestos en 1879. El precio del oro y la plata comienza a descender en todo el mundo.
Se inicia en Estados Unidos guerra entre quienes defienden la representatividad monetaria de la plata y
los que prefieren el patrón oro. Baja de nuevo el valor de la plata. Guerra del oro y la plata origina
inflación en Norteamérica Inflación repercute en Santo Domingo. Consagran por ley en Estados Unidos
el patrón oro. Representaciones metálicas de las monedas en circulación a fines del siglo pasado. Fiebre
especulativa el oro en Santo Domingo. Comerciantes rechazan las monedas de plata. Se disparan los
precios de los alimentos. Demandan aumentos en los salarios. Panaderos se van a la huelga. Heureaux
crea el 'peso oro". Ordenan emisión de monedas de plata que resultan de 'mala ley". Fijan valor a las
monedas de plata extranjeras. Desorden monetario. Valor de la moneda dominicana respecto a la
norteamericana. Prohíben circulación moneda de plata extranjera. Derogan decreto que prohibe
circulación moneda de plata extranjera Jimenes establece tipo de cambio moneda nacional frente dólar
norteamericano.

Durante el siglo pasado, a pesar de que fueron efectuados varios proyectos para crear
un sistema monetario nacional, ninguno pudo ser materializado, y en consecuencia,
nuestro país careció de un patrón monetario propio sólido. Las monedas en
circulación que disfrutaban de mayor confianza entre los comerciantes y el pueblo en
general; debido a los desordenes financieros recurrentes que crearon decenas de
emisiones monetarias ordenadas por casi todos los gobiernos, eran las metálicas
extranjeras.
La inexistencia de un sistema monetario propio, mantuvo a la República
Dominicana a merced de los movimientos de alzas y bajas monetarias que
continuamente se registraban en los grandes mercados financieros del mundo. Sobre
todo, a merced de los mercados de aquellos países con los cuales mantenía relaciones
comerciales estrechas: Estados Unidos, Inglaterra. Alemania, Francia. España, etc.
Por tales motivos los efectos de cualquier variación en los valores de las monedas
de esas naciones, tenía en lo inmediato su repercusión en la economía dominicana
La carencia de confianza en la moneda nacional era tan grande, que casi todos los
gobiernos durante el siglo pasado exigían que una buena parte de los impuestos
aduaneros fuesen pagados por los comerciantes en monedas extranjeras, generalmente
de oro y plata.
El 5 de octubre de 1874, por ejemplo, un decreto del pre sidente González
estableció que los recaudadores aduaneros exigieran que los impuestos aduaneros
fueran cobrados al comercio de la siguiente manera: un 25 por ciento en vales, títulos
u otras acreencias de la nación.
Otro 25 por ciento en documentos que indicaran el sumi nistro de dinero en
efectivo al gobierno de González.
Un 50 por ciento en monedas extranjeras de oro o plata.
Es decir, tanto los comerciantes como los gobiernos pre ferían usar en sus
transacciones monedas extranjeras, y por esa razón dichas monedas se encontraban,
frente a las nacionales. en un constante aumento de su valor.
A veces, el valor que recibían esas monedas extranjeras en la República
Dominicana, estaba muy por encima del que tenían internacionalmente.
Para 1879, momento en que comienza a registrarse en casi todo el mundo un
desplazamiento de las monedas de plata y a imponerse las acuñadas en oro, y por
tanto, a consolidarse como patrón monetario mundial el oro. las monedas extran jeras
que circulaban en Santo Domingo registraban los siguien tes valores frente al peso
fuerte, según la resolución No. 1767 de ese último año. (Gaceta Oficial. 1879):
Pieza de 20 pesos oro americano........................................ $21.00
Media pieza de 10 pesos oro americano.............................$10.50
Onza española de oro......................................................... $17.00
Pieza de $20.00 de oro granadino mexicano......................$20.00
Onza de oro colombiana, mexicana o peruana...................$16.50
Pieza de 20 franco francés.................................................. $4.00
Pieza de plata americana..................................Su valor nominal
Pieza de plata española....................................Su valor nominal
Pieza de plata de antiguo cuño........................................... $1.00

Cinco años antes de esta resolución dominicana, en 1871, Alemania. Holanda, los
países escandinavos, y dos años des pués. en 1873. la Unión Monetaria Latina,
integrada por Francia, Suiza, Bélgica, Italia y Grecia, adoptaron el patrón oro, y el
precio de la plata comenzó a descender rápidamente.
Esos cambios monetarios registrados en casi toda Euro pa occidental pronto
repercutieron en toda América, comenzando por los Estados Unidos, que era el país
americano que mantenía más intensas relaciones comerciales con el viejo continente.
Esa realidad creó en Norteamérica una verdadera guerra entre los defensores del
mantenimiento del dólar representado en plata y aquellos que entendían que esa
nación debería adoptar el patrón oro.
Las continuas bajas que registraban las monedas de pla ta condujo en 1873 al
gobierno de los Estados Unidos a la designación de una comisión que estudiara la
cuestión, y más tarde, en 1878. a la promulgación de una ley. -La ley Bland Allison-
que dispuso que se lanzaran certificados del tesoro garantizados en el dólar de plata,
pero la misma no detuvo las bajas continuas de las monedas de ese metal.
Más tarde, en 1890. se dispuso mediante otra resolución -La ley de compra de
plata- la compra por el Ministro de Hacienda. de 4500000 lingotes de plata por mes,
medida que también fracasó pues la plata continuó su caída. (Véase: Historia
Económica de los Estados Unidos. Harold Underwood Faulkner. Edit Nova. Buenos
Aires. Argentina. 1954. Pág. 583.)
La guerra monetaria entre el oro y la plata que acarreó una tremenda inflación en
la economía norteamericana, hecho que repercutió en nuestro país, donde todos los
productos de importación encarecieron, no era sino el preludio de una si tuación más
grave: La crisis económica de 1893 que estalló encontrándose en el mando el
presidente Cleveland,
El renombrado economista norteamericano Underwood Faulkner señala en su
estudio sobre la historia económica nor teamericana. que ese último año quebraron más
de 600 instituciones bancarias, setenta consorcios ferrocarrileros, y más de 15 mil
comercios, y que disminuyeron sensiblemente la produc ción de hierro y carbón, y
también la cosecha de trigo.
La crisis norteamericana que se inició en 1893 duró varios años y condujo a la
promulgación en 1890 de una ley monetaria que liquidó el bimetalismo monetario y
consagró el patrón oro, tal y como había ocurrido en Europa casi veinte años antes.
Al igual que en los Estados Unidos, en la República Do minicana las monedas de
plata fueron perdiendo su valor y se impusieron con fuerza las monedas de oro: dólar
americano de oro, onzas españolas de oro, franco francés de oro, oro gra nadino o
mexicano, etc.
Cuando esa situación comenzó, gobernaba en nuestro país Ulises Heureaux.
quien en 1889 había intentado hacerle frente a la constante devaluación de la moneda
de plata, dictando una ley monetaria dirigida a crear una unidad monetaria nacional
que denominó el “Dominicano de plata", equivalente a seten ta y cinco céntimos de
franco francés.
La mencionada ley. número 2811, promulgada el 14 de agos to del citado año,
ordenaba efectuar emisiones monetarias de plata y oro. Circulaban en aquel momento
además monedas de níquel, cobre, estaño y zinc, como piezas menudas.
Un año más tarde, una nueva resolución de Heureaux es tableció que el "franco de
plata" dividido en den centésimos, seria la unidad monetaria nacional.
Esta última legislación era curiosa y a la vez reveladora de que las monedas de
oro eran las que mayor garantías conti nuaban teniendo en el comercio y la industria,
pues en su artículo 15 se admitía que “Los particulares no estarán obliga dos a recibir
en cada vez (en cada pago o transacción) más que 50 francos en monedas de plata".
Esta ley guarda estrecha relación con la resolución No. 2807 del 26 de julio de
1889, que otorgó una concesión monopolis ta para el establecimiento de un banco a
una empresa financiera francesa, la Credit Moviliar de París, el cual tenía además de
sus atribuciones normales de banco comercial, el poder de efectuar emisiones
monetarias.
El 17 de Junio de 1893, Rafael Abreu Licairac en un artí culo publicado en "El
Eco de la Opinión", describió en breves palabras la trágica situación que originó en
nuestro país la guerra entre el oro y la plata que se desarrollaba en los Esta dos Unidos.
“...Hoy vemos reducida nuestra fortuna pública -dice el articulista- y
considerablemente aumentado el precio de los objetos de consumo de procedencia
extranjera, en razón del extraordinario desnivel existente en la actualidad, entre la
plata y el oro; y este último es que regula universalmente, puede decirse, el valor de la
producción y los cambios."
“Hoy valen aquí cien pesos en oro ciento cincuenta en plata mexicana. De ahí la
supremacía de aquel y el insoportable yugo del agio que produce, en detrimento de los
intereses generales; de ahí el escaso valor comparativo de nuestra riqueza pública, y la
excesiva carencia de los productos extranjeros cuyo consumo es, en este país,
relativamente superior al de casi todos los países del mundo, cuenta habida de la
insignificancia de nuestra industria fabril y de nuestra relati va escasa producción de
materia alimentaria."

REPERCUSIONES SOCIALES DE LA CRISIS

La crisis económica norteamericana que se inició con la guerra entre el oro y la


plata, de la cual salió ganancioso el primero, creó un ambiente de profunda inquietud,
sobre todo en la clase media, los trabajadores y los artesanos, entre otras a causa de la
terrible inflación que. como hemos visto, se de sató en la República Dominicana, pues
la mayor parte de los artículos que el pueblo consumía diariamente, eran de proce -
dencia extranjera: el arroz, harina de trigo, arenque, bacalao, ajo. habichuelas, grasas
comestibles, etc. Agréguese a todo ello: vestidos, tejidos, calzados, muebles,
instrumentos de trabajo, utensilios de cocina, maquinarias y repuestos, etc.
Por su parte, para defenderse de la inflación, también los campesinos nativos se
vieron forzados a aumentar los precios de los víveres y las legumbres. El 25 de agosto
de 1894, el periódico “El Porvenir” informa no sólo sobre la inflación, sino sobre el
grave proceso devaluativo de la plata, señalando en una crónica que: ...Los
campesinos casi han duplicado el valor de los víveres de consumo diario que traen a
vender a la plaza del mercado de la ciudad (Puerto Plata) y se resisten a recibir el peso
mexicano (acuñado en plata) por un peso.
Por otro lado, la inquietud social, vino acompañada con una fiebre especulativa
del oro. fenómeno este último que originó no pocos conflictos.
En 1895, por ejemplo, los arrendatarios de la enramada del muelle de la ciudad de
Santo Domingo, lugar donde eran depositadas las mercancías que llegaban, y las
destinadas al extranjero, se resistieron a recibir de los consignatarios el pago que
cubría el uso de aquel lugar en monedas de plata. El con flicto fue resuelto mediante la
intervención del gobierno.
En realidad, prácticamente nadie quería recibir pagos en monedas de plata, e
incluso los braceros de los ingenios en va rias oportunidades demandaron la cobertura
de su salario en otras monedas.
Pero al final, como los comerciantes, los usureros, los dueños de los ingenios y
haciendas, se dedicaron al acapara miento de las monedas acuñadas en oro. las de
plata, aun cuando constantemente perdían valor, junto a las de bronce, zinc, y níquel,
continuaron su circulación, con notable perjuicio para la gente pobre.
El 15 de junio de 1894. describiendo la situación reinante en nuestro país, el
periódico “El Porvenir", expresa: "Con mo tivo de la carestía que ha ocasionado el alza
de los artículos de primera necesidad que en todas partes se procura abara tar, no se
oye más que el grito general de la clase proletaria, que es la víctima expiatoria de la
crisis económica que venimos atravesando y haciendo cada día más difícil la
existencia",
Todos estos hechos condujeron a varios gremios, que años antes habían iniciado
su organización, a declararse en huel ga en demanda de aumentos salariales. El primero
en actuar en esa dirección lo fue el de los panaderos, más tarde, en marzo de 1894
también se fue a la huelga el gremio de los cigarreros.
Este conflicto entre el oro y la plata que estamos exami nando. forzó al gobierno
de Heureaux en 1894 a la promulgación de la ley No. 3400 mediante la cual se intentó
crear el “peso oro" en su representación metálica igual a “veinte y cinco gramos del
peso Troy". como unidad monetaria nacional. La moneda de plata siguió circulando,
pero muy devaluada, ahora. incluso por esta misma ley.
Pero como el Banco Nacional -que disfrutaba de derecho de poder efectuar
emisiones, no aceptó el compromiso de ordenar la emisión del “peso de oro", poco
después, el gobierno efectuó una emisión en monedas de plata. que resultaron de
“mala ley” por la escasa representación de ese metal en la misma.
La ley que hace un momento citamos, a su vez. prohibió la importación de
monedas extranjeras, práctica muy exten dida en el comercio nacional, pues en razón
de los constantes problemas financieros, y las continuas devaluaciones del pa pel
moneda dominicano y las monedas de plata, los exportadores, como hemos dicho,
exigían su pago en monedas extranjeras, generalmente de oro.
Por otro lado, todo indica que el valor fijado por el gobier no a la moneda de plata
extranjera, fue más bajo de su valor real en el mercado internacional, y esto facilitó
que los especuladores se dieran a la tarea de recoger monedas extran jeras de ese metal
para exportarlas. Una resolución de fecha 17 de marzo de 1896, prohibió esa práctica.
Pero la prohibición duró poco tiempo, apenas seis meses, pues las presiones del
"gremio del comercio" obligaron a su derogación
El desorden monetario y financiero existente durante los últimos años del
gobierno de Heureaux era colosal, y al con flicto entre el oro y la plata se añadían las
constantes emisiones de papel moneda que el tirano ordenaba, por medio del Banco
Nacional, bajo control de la Sociedad Credit Mobiliar, de París, Francia, entidad que
se estableció en el país en 1889. y que. según el acuerdo establecido por ella con el
Estado, además de poder actuar como banco comercial, disfrutaba de la facultad de
poder hacer emisiones monetarias, aunque bajo las órdenes y los controles
gubernamentales. En 1895 este banco fue traspasado a la Improvement Co.
En verdad, no es posible conocer la totalidad del monto de las emisiones de papel
moneda efectuadas durante el régimen de Heureaux. pero lo que si está determinado es
que fueron excesivas y por ello el público terminó rechazando las “pape letas de Lilis",
como fueron llamadas.
Pero estas emisiones monetarias, apenas eran un ingre diente más en el conflictivo
panorama creado en la República Dominicana por la “guerra entre el oro y la plata",
situación que si bien cesó en Estados Unidos y Europa al cabo de algu nos años, donde
existían sistemas monetarios eficientes y bien controlados, continuó en nuestro país
durante muchos años más.
En 1897. por ejemplo, año en que fue dictado el decreto No. 3725 que
supuestamente creaba una moneda nacional, el gobierno, que había prohibido
nuevamente la circulación de moneda de plata de cuño extranjero, se vio obligado a
aceptar la moneda de oro norteamericana prácticamente como unidad monetaria
nacional.
El decreto que comentamos, en su artículo No. 2 especifi caba: “Los derechos de
importación, de puerto, de registro, etc., y los impuestos municipales y de especies
timbradas, serán pagados en oro americano o su equivalente en moneda nacio nal al
100% de prima, o sea. dos pesos moneda equivalente a un peso oro norteamericano".
Ese mismo decreto prohibió de nuevo la circulación de moneda de plata de cuño
extranjero (Art. 3) estableció la acep- tación, además, de la libra esterlina, el marco
alemán, el franco francés, etc., indicándose en el mismo, el valor que tendrían esas
monedas frente al dólar, al momento en que fuesen reci bidas por las oficinas
recaudadoras del Estado.
Resulta interesante destacar, que uno de los primeros de cretos emitidos por el
gobierno provisional de Horacio Vásquez, que sucedió a Heureaux, publicado en
septiembre de 1899. derogó la disposición que prohibía la circulación de la mone da de
plata mejicana, que era la que tenía mayor circulación.
Otro decreto del presidente Jimenes. el No. 3940 del 9 de diciembre de ese último
año. que expresaba entre sus considerandos que,"... Es imprescindible necesidad
resolver la crisis monetaria originada por la depreciación de la moneda de plata del
año 1897 (como hemos señalado anteriormente de “mala ley") y toda la de cobre y
níquel que hay en circulación" autorizó al Poder Ejecutivo a efectuar el cambio de esas
monedas metálicas al “tipo de cambio de cinco pesos oro na cionales por un peso oro
del cuño norteamericano y por monedas de plata del mismo cuño, equivalente de oro".
Casi seis meses después, el 2 de Julio de 1900, el presi dente Jimenes emitió el
decreto No. 3999. mediante el cual se estableció que "sólo se comprenderá bajo la
denominación de peso, al dollar americano", y a pesar de que en el mismo se ex -
presaba que el Poder Ejecutivo podía admitir en las oficinas fiscales “el billete y la
plata americana en igual valor que el oro acuñado, mientras lo juzgue conveniente" la
discriminación de la moneda de plata continuó, pues el articulo 6 de ese misma ley
refiere que: “En ningún pago en especies por una suma mayor de cincuenta pesos,
estará el acreedor obligado a reci bir más de treinta unidades en moneda de plata
nacional o americana, ni de níquel ni de cobre más de cinco unidades, salvo
estipulación contraria entre las partes".
Cinco años más tarde, en 1905. durante el régimen de Morales Languasco, en
razón de que la moneda de plata no superó el largo proceso de deterioro que venía
registrando en casi todo el mundo, y puesto que ya los Estados Unidos tenían el
absoluto control financiero del país, una resolución No. 4579
de fecha 21 de junio decretó que: “Todas las transacciones y pagos que se hagan en
la República serán efectuadas sobre la única base de la moneda de oro, tomándose
como tipo el oro acuñado norteamericano". De esa manera, el dólar estadouni dense
se convirtió oficialmente en el principal medio de pago.
A partir de aquí y hasta la intervención norteamericana de 1916, las monedas
metálicas de oro acuñadas en Estados Unidos, alcanzaron la supremacía en el medio
circulante dominicano.
Durante la ocupación militar norteamericana, pasó a ocu par poco a poco el
lugar de la moneda de oro norteamericana, el papel moneda, también
norteamericano. (Véase: Orden Ejecutiva No. 150, del 18 de abril de 1918).
Esto ocurrió debido a que casi todos los pagos que eran efectuados por el
gobierno interventor eran efectuados en pa pel moneda, hecho que permitió
rápidamente al dólar asi representado, el dominio en el plano de la circulación
monetaria.

Niños vendedores de agua. 1916.


Fuente: B. Vega. “Imágenes del ayer’. Fundación Cultural Dominicana 1990
LA ECONOMÍA A FINALES DEL SIGLO XIX
Y LOS EMPRÉSTITOS CON LA WESTENDORP
Y LA SANTO DOMINGO IMPROVEMENT CO

Producción azucarera. Número de ingenios. La producción de café, cacao y tabaco.


Observaciones de Hostos sobre la economía dominicana. De Marchena contrata en
París préstamo con el Conde de Oksza Traspasan préstamo a la Westendorp.
Principales cláusulas del contrato de préstamo. Conflicto entre Heureauxy los
funcionarios del Banco de Santo Domingo. Westendorp traspasa contrato préstamo a
la empresa norteamericana, Santo Domingo Improvement Co. Gobierno contrata
nuevo préstamo. Heureaux ordena varías emisiones monetarias. Bajan precios de
muchos productos dominicanos en el exterior. Crisis sacude al país. Nuevos líos
financieros de Heureaux con la Improvement. Gobierno ignora cantidad que adeuda a
norteamericanos. La crisis económica y financiera, causa principal de la desaparición
de Heureaux.

Durante los últimos años del siglo pasado, la sociedad


dominicana, que según José Ramón Abad, alcanzó en 1887 los
415 mil habitantes, vivió una situación verdaderamente
paradójica. Por un lado había registrado cam bios significativos,
como consecuencia del desarrollo de la in dustria azucarera, pero
ese mismo desarrollo azucarero, como hemos visto, llenó los
campos de miseria.
Fuera de la industria azucarera, el país contaba con tres
fábricas: Dos de jabón y una de fideo y espaguetis, las dos
primeras en la ciudad capital y otra en Puerto Plata. Más tar de fue
instalada una fábrica de hielo y una cervecería, que fracasó.
La industria azucarera pasó de 4000 toneladas producidas en
1879, a 17000 en 1887. Cerca de treinta ingenios ha bían sido
instalados, varios con vías férreas propias, y el ferrocarril unió el
corazón del Cibao con el puerto de Sánchez Antes de finalizado el
siglo otra línea ferroviaria unió a Santiago y Puerto Plata y ya en la
ciudad capital habían sido instalados el alumbrado eléctrico y el
servicio telefónico, aunque con pocos usuarios privados.
Las exportaciones y las importaciones también habían
crecido, pasando las primeras de 1282994 en 1880, a 2544423 en
1887, y las segundas de 1748913 a 2057928 en el mismo período.
Según un comentario del Secretarlo de Hacienda, las im -
portaciones seguramente eran mayores, pues los comercian te
tenían como costumbre el rebajar el valor de las productos
importados.
Además del azúcar, habían aumentado su producción el café,
el cacao y el tabaco. El primero pasó de 2997 quintales en 1881, a
31041 quintales en 1893. El cacao de 2420 quintales en 1880, a
41546 en 1893.
Ese último año se tomaron nuevas disposiciones para el
fomento del cultivo del cacao y del café. Fue decretado que todo
el que cultive “cacao o café en los diez años siguientes recibi rá
50 pesos por cada 2000 matas en producción; los que ya tienen
dos mil serán declarados exentos del servicio militar ordinario".
A fines del siglo 19 el cultivo del cacao se había extendido a
casi todo el territorio nacional -salvo la provincia de Azua aún
cuando La Vega. Pacificador (hoy Provincia Duarte) San Cristóbal,
Samaná y Moca, ocupan las principales posiciones
Ese incremento del cultivo del cacao a su vez impulsó la
aparición de una artesanía cacaotera que se dedicaba a so
transformación, para la elaboración de chocolate en barras. Ya |
para finales del siglo que examinamos, cada uno de los principales
pueblos del país tenía su pequeña fábrica de chocóla
te. Facilitó la industrialización del cacao, el desarrollo de la
industria azucarera, pues como se conoce, en la elaboración del
chocolate, el azúcar constituye un componente fundamen tal.
Merece ser señalado, que al igual que como ocurrió con la caña
de azúcar, la promulgación de leyes para incentivar la agricultura
de 1883. 1884 y la de 1893. atrajeron á inversionistas extranjeros
que se dedicaron al cultivo del cacao. aunque no en la misma
magnitud que como ocurrió en el primer caso.
En Sabana de la Mar se establecieron varias familias eu ropeas.
alemanas, francesas y suizas, las cuales se dedicaron al cultivo del
cacao.
Un experimento agrícola muy importante ocurrió en San
Cristóbal, donde los señores Luis de Boyre y Eugenio Pereire,
ambos franceses, establecieron la hacienda Fundación, pro piedad
que dedicaron a la siembra de cacao, plátanos, caña, café y otros
frutos, y a la crianza de ganado vacuno. Al cacao dedicaron más de
250 tareas, sembrando casi 200000 matas. De guineo y plátano
tenían sembradas más de 100 mil plantas.
El desarrollo de esa hacienda adquirió tal magnitud, que un
documento recogido en el libro “San Cristóbal de Antaño" de E.
Rodríguez Demorizi, señala que uno de sus dueños, Boyre, buscó
el apoyo del ayuntamiento para una solicitud que elevó ante el
gobierno central, para la construcción de su pro pio embarcadero en
las cercanías de Nigua. El 13 de febrero de 1889. le fue concedido
el permiso.
En su carta dirigida al ayuntamiento Boyre explicaba que
solicitaba tal apoyo, en razón de que no podía dar abasto ya "al
traslado de los frutos conduciéndolos por tierra, expues tos a las
dificultades que ofrecen a veces los caminos en tiem pos de
lluvia"... (Emilio Rodríguez Demorizi. San Cristóbal de antaño.
Archivo General de la Nación. Vol. VI. Pág. 33. Edito ra Montalvo.
1946).
Debemos de subrayar que no es sino a partir de los ini cios del
siglo 20, periodo en el cual comienzan las construc ciones de
carreteras y caminos de cierta importancia, cuando el café y el
cacao pasan a ocupar posiciones cimeras en el pla no de la
economía nacional.
Las artesanías, fuera de unos 20 pequeños talleres dedi cados a
la elaboración de cigarros para el consumo nacional- también se
encontraban muy atrasadas. Un informe del Cón sul español de
1883 señala en este aspecto que... “Existen al gunas carpinterías,
tabaquerías, tejares, hornos de ladrillos, zapaterías, alambiques, y
talleres dedicados al curtido de pie les. pero todo en tan reducida
escala que se hace necesario importar del extranjero todo lo
necesario para el consumo" ...(Roberto Marte. Estadísticas y
Documentos Históricos sobre Santo Domingo. 1805- 1890. Museo
de Historia y Geografía. Pág. 253. 1984).
Pese al repunte que se había registrado en el plano del cultivo
de la caña de azúcar a partir de 1870- 1880 y años si guientes, las
demás ramas de la agricultura continuaron es tancadas. salvo el café
y el cacao que aumentaron sus áreas de cultivo, pero en pequeña
escala y que. como veremos, más tarde adquirieron importancia en
el renglón de las exportaciones. a partir del siglo siguiente.

LOS MANEJOS FRAUDULENTOS DE HEUREAUX


Durante la dictadura de Heureaux. aumentaron significa -
tivamente los ingresos del Estado, pero la inflación continua, las
emisiones monetarias excesivas, la devaluación del valor de la
moneda de plata, unido a los despiltarros de los fondos públicos de
parte de Heureaux y su camarilla, y el pago de intereses altísimos a
los usureros dueños de las compañías de crédito que prestaban
dinero al Estado, en 1887 colocaron al gobierno de Lilis en una
situación delicada. En diciembre de ese año. el régimen tenia un
atraso de siete meses en el pago de los sueldos a los empleados
públicos.
Esa situación fue examinada por el gobernante en su men saje
al Congreso el año siguiente, señalando: "La crisis econó mica que
amenaza con echar al suelo mi gobierno, produce esencialmente
una aguda escasez de circulante. Para reducir sus efectos sociales y
políticos, es necesario conseguir nuevos e importantes ingresos, los
que en la presente situación solamente pueden ser obtenidos
mediante un empréstito internacional. (Jaime de Js. Domínguez. La
Dictadura de Heureaux. Pág. 54).
Cuando el tirano pronunciaba tales palabras, ya hacía varios
meses que había enviado a Europa a un socio suyo, Generoso de
Marchena, en calidad de representante guberna mental, con la
misión de entrar en contacto con los círculos financieros del viejo
continente, a fin de obtener un préstamo.
En París, Francia, Generoso de Marchena entró en nego -
ciaciones con el Conde de Oksza, un hombre de negocio muy
conocido en la República Dominicana por haber sido la figura
principal de la empresa francesa que instaló las líneas telegrá ficas y
el cable submarino que comunicó a nuestro país con una buena
parte del mundo.
De Marchena en representación del gobierno dominicano,
firmó un contrato de empréstito con el Conde de Oksza por un
monto nominal de 770000 libras esterlinas. Dos meses des pués el
Conde de Okzsa traspasó su compromiso a la firma holandesa
Westendorp. de Holanda, reservándose como comi sión descontable
del monto del empréstito, la suma de 28000 libras esterlinas.
Por medio del acuerdo de préstamo con la Westendorp, por la
suma de 770000 libras esterlinas al 6% de interés anual, con un
plazo de 30 años, el cual fue aprobado por el Congreso el 26 de
octubre de 1888, el gobierno dominicano a su vez se obligó a pagar
142860 libras esterlinas reclamadas por la empresa financiera
inglesa Hartmont y Cía., desde hacía va has décadas, suma que
correspondía a un préstamo originalmente contratado en 1869
durante el gobierno de Báez.
El préstamo firmado por el Gobierno de Heureaux con la
Westendorp era desembolsable en varias partidas, pues como la
empresa no tenía el monto total pactado, se estableció la emisión de
bonos, que serian colocados en los mercados finan ciero europeos,
con la garantía del Estado dominicano.
La primera partida ascendente a 31525 libras esterlinas, fue
dedicada en la redención de la deuda interior, contraídas en su
mayor parte, con las compañías de crédito, y para cu brir gastos
efectuados a causa de una revuelta capitaneada por el general de
Moya.
El acuerdo envolvía, como garantía a los prestamistas la
“hipoteca general de todas las rentas y un primer privilegio sobre
los ingresos de todas las aduanas “(Artíc. 4).
El artículo 5to. expresaba: “Se creará en Santo Domingo el 1ro
de noviembre de 1888 una Caja General de Recaudación de
Aduanas que será encargada de efectuar el ingreso de los derechos
de importación y exportación percibidos en todos los puertos de la
República actualmente abiertos al comercio ex terior, o que puedan
serlo en lo adelante. Esta Caja General de Recaudación será
administrada por delegados de los Señores Westendorp y Co.. o los
que representen sus derechos, du rante toda la duración de este
contrato y hasta la extinción del empréstito".
El acuerdo también establecía que de las sumas mensua les
recaudadas por las aduanas, las primeras partidas serían utilizadas
para el pago de amortización e intereses de la deu da contraída. $
3000 para pagar los gastos administrativos de la Caja General, y
“una suma máximum de $75000 pesos mejicanos que estarán a
disposición del gobierno para el ser vicio de su presupuesto
administrativo”.
Además de asumir el total control de las aduanas y envol ver la
hipoteca de todas las rentas del Estado, el contrato de préstamo
convirtió a la empresa holandesa en fiscalizadora de los recursos del
país, pues en el acápite 2 del artículo 12 se consignó lo siguiente:
“Los pagos a cuenta sobre los $7500000 mejicanos mencionados
en el artículo 7mo. del presente con trato, se harán sobre mandatos
regulares correspondientes al estado de gastos que deberá ser
entregado a la Caja General de Recaudación".
En caso de diferencias en tomo a la interpretación del contrato,
el gobierno dominicano aceptó como arbitro absolu to. según el
artículo 17, al gobierno de Holanda, sin derecho a apelación.
Además, si se toma en cuenta que según el préstamo cada
bono vendido produciría al gobierno dominicano el 75 por cien to
de su valor, en lugar de 700000 libras esterlinas sólo se rian
recibidas 525000 libras esterlinas. Las restantes 175000 quedarían
en manos de los europeos.
Un año después, con el pretexto de la necesidad de cons truir
una linea ferroviaria que uniera a Santiago con Puerto Plata, el
gobierno de Heureaux firmó un segundo acuerdo de préstamo con
la Westendorp. Esta vez por la suma de 900 libras esterlinas,
también al 6% anual, pagaderos en 50 años.
Según este segundo acuerdo, aprobado por el Congreso de la
República mediante resolución No. 2872 del 14 de mayo de 1890.
el Estado se comprometió a la entrega de una suma anual de 24000
libras esterlinas, procedente de lo producido por las recaudaciones
aduaneras que ya administraban los prestamistas, durante 56 años,
además de que garantizaba en rendimiento del ferrocarril una suma
ascendente a la suma de
33,0 libras esterlinas, al tiempo que como garantía adicional,
también el ferrocarril quedaría afectado por una hipoteca.
En el artículo 6 se agregaba otra garantía de cobro, que
señalaba: "Si el producido neto de la primera sección del fe rrocarril
central, no alcanzare la cifra de 33000 libras esterli na. la Caja
General de Recaudaciones estará obligada a completar la diferencia
con los derechos de aduana” (Colección de Leyes. Vol. 10. Res.
No. 2874. 14 de mayo de 1890)
El historiador dominicano César Herrera en su obra “De
Hartmont a Trujillo" destaca sobre estas operaciones que:... “nunca
se supo ni se sabrá jamás cuánto recibió el gobierno dominicano.
Los trabajos del ferrocarril Puerto Plata-Santia go. tuvieron que ser
financiados con nuevos préstamo”.
El año de 1891 (y los siguientes) fueron años difíciles para el
gobierno y para la economía dominicana, pues el azúcar comenzó a
bajar de precio e igual fenómeno ocurrió con el taba co. Esa crisis
se enlazó con la norteamericana de 1893 y su re sultado en la
industria azucarera nacional fue la desaparición de varios ingenios,
pues de treinta que existían 1882, en 1891 sólo quedaban veinte, y
muchas de estas fábricas por causas de deudas contraídas, pasaron
a otras manos, en lo que fue el ini cio de un proceso de
concentración de capitales. Varios de es tos ingenios, como hemos
dicho anteriormente pasaron a manos de norteamericanos, y el
italiano Juan Bautista Vicini, socio de Lilis en muchos negocios,
quien originalmente sólo poseía uno, salió de la crisis con varios.
En medio de esa crisis a su vez estalló en 1892 un grave
conflicto entre el presidente Heureaux y los dueños del Banco
Nacional, entidad fundada en 1889 por la firma financiera fran cesa,
Crédit Movilier, de París, con capital de dos millones de dólares.
El problema se inició cuando Generoso de Marchena, ins -
pector del banco, luego de ser derrotado por Heureaux en las
elecciones de 1892, logró suspenderle los préstamos que usual -
mente concedía la entidad financiera al Presidente, impidien do que
el dictador retirase el dinero que tenía depositado, bajo el alegato
de que se encontraba muy atrasado en sus crédi tos. Pero este
aspecto con más detalles lo veremos en capítulo siguiente.
Este hecho, más la prisión de un ciudadano francés pro pietario
de una fábrica de Jabón, acción ordenada para liqui dar la
competencia que le venía haciendo el ciudadano galo a otra fábrica
propiedad del dictador, como veremos más ade lante. crearon un
ambiente de tensión entre el gobernante dominicano y el gobierno
francés, que retiró su representante diplomático. El conflicto sólo
pudo ser resuelto el año siguiente, por la mediación y el apoyo
dado por el gobierno norteameri cano al “Pacificador". Pero aún así.
el gobierno dominicano se vio obligado a pagar a Francia, una
indemnización de cerca de un millón de francos.
LA LLEGADA DE LA SANTO DOMINGO IMPROVEMENT CO
A mediados del mismo año que estalló el conflicto con Fran -
cia. agosto de 1892. recibió el Ministro de Hacienda domini cano.
Juan Francisco Sánchez, una comunicación de la empresa
holandesa Westendorp donde se le informaba que de acuerdo a las
estipulaciones contractuales pactadas en 1888 y 1890. había
transferido sus derechos y obligaciones, inclu yendo el contrato de
construcción del ferrocarril Puerto Plata -Santiago, a la empresa
financiera norteamericana. Santo Domingo Improvement Co.
En principio el gobierno dominicano rechazó el traspaso
efectuado por los prestamistas europeos a los norteamerica nos. e
incluso, ordenó la retención de los fondos aduaneros y su entrega al
Cónsul de Holanda, situación que duró unos cinco meses, pero al
final, en marzo de 1893, entró en acuer do con la Santo Domingo
Improvement Co. logrando a su vez obtener un nuevo empréstito
de la firma norteamericana por la suma de $1250000 dólares. Los
fondos para cubrir de este préstamo, al igual que como ocurrió con
los anteriores europeos. fueron reunidos mediante una nueva
emisión de bonos que fueron colocados esta vez en el mercado
financiero estadounidense. con la garantía del gobierno
dominicano.
Conseguidos esos recursos, uno de los primeros pasos dados
por “el Pacificador", fue cubrir deudas pendientes por la suma de
659 mil pesos a varios socios suyos, entre los que se encontraban
Jacobo de Lemos. Juan Bta. Vicini. Pedro A. Lluberes y Cosme
Batlle, todos miembros de varias compañías de crédito que
prestaban al gobierno.
Al mencionado contrato de préstamo, le siguió obro efec tuado
en abril de ese mismo año. por la suma de 225 mil pe sos. destinado
a la compra de armas “para cubrir gastos de guerra" y gastos
extraordinarios. En este acuerdo de présta mo el gobierno se
comprometía a pagar un 2% de interés mensual.
Cuando fueron efectuados tales acuerdos, que no mejora ron la
situación económica del país, pero que beneficiaron las finanzas del
dictador y sus socios, la economía dominicana se encontraba
padeciendo una tremenda inflación que tenía sus orígenes en los
cambios monetarios que se registraban en los Estados Unidos,
donde el patrón oro se impuso y las mone das de plata, que eran de
mayor circulación en la República Dominicana, fueron devaluadas.
La plata misma también bajó de precio en el mercado mundial.
Este hecho incentivó el acaparamiento de las monedas de oro.
fenómeno que Heureaux enfrentó ordenando nuevas emi siones
monetarias sin respaldo, utilizando para ello al Banco Nacional de
Santo Domingo. Como era natural, esas emisio nes monetarias,
incrementaban más la inflación.
Sólo entre 1894 y 1899 el dictador Heureaux ordenó emi -
siones por encima de los 7 millones de pesos en billetes y monedas
de níquel, plata y bronce. Las de plata, perdieron in mediatamente
su valor pues el pueblo bien pronto descubrió que de ese metal las
nuevas monedas tenían apenas un diez por ciento.
En febrero de 1897, cuando el gobernante se juramentó por
quinta vez como Presidente de la República, la crisis econó mica del
país era ya insoportable, hecho que fue creando un ambiente de
inconformidad generalizado. Y para agravar más aún la situación
los precios del azúcar, el café y el tabaco de nuevo bajaron.
En 1896 el tabaco se cotizaba a 131 marcos alemanes los 100
kilos, y el año siguiente bajó a 102, y tan solo a 73 mar cos en 1898.
El café, por su parte, a causa de la superproduc ción brasileña, bajó
de 108 francos los 50 kilogramos en 1884, a 65 francos en 1897.
. El 9 de agosto de ese último año. para hundir más a la nación en
la bancarrota financiera, el Congreso aprobó una ley sobre
consolidación de la deuda exterior y flotante, bajo el supuesto
interés de unificar las deudas de la República en un solo paquete,
pero con el claro objetivo de aumentar la deuda extranjera con la
Santo Domingo Improvement y sus firmas asociadas.
Esa Ley fijó en 4236750 libras esterlinas el monto total de los
bonos que serían emitidos para lograr la reunificación de la deuda y
en consecuencia cubrir el pago de los tenedores de bonos europeos
y otros compromisos que el Estado domi nicano mantenía en
Europa, entre otros, el pago al gobierno de Francia de una
indemnización de 750000 francos france ses, por los daños
materiales que el gobierno de Heureaux había ocasionado a dos
ciudadanos de esa nación. Boimare y Caccavelli.
Esa misma ley estableció que el plazo para la amortización de
esos bonos alcanzaría el 30 de octubre de 1999. La Santo Domingo
Finance Co.; subsidiaria de la Santo Domingo Improvement Co..
tendría a su cargo la negociación de los nue vos bonos en el
mercado financiero.
Una Comisión Financiera al arbitrio de los gobiernos de
Holanda. Inglaterra. Francia. Bélgica y los Estados Unidos,
vigilaría el cumplimiento del acuerdo.
Luego de promulgada la ley. un acuerdo secreto firmado días
después entre el Ministro de Hacienda y Comercio domi nicano.
José de Jesús Alvarez, en representación del gobier no y Charles W.
Well. Vicepresidente de la Santo Domingo Finance Co.. determinó
el reparto del excedente que produci ría la emisión de bonos que
ascendía a 1250000 libras es terlinas. De esa suma la empresa
financiera norteamericana entregaría al gobierno dominicano la
cantidad de un millón de dólares.
César Herrera, después de analizar el conjunto de las ope -
raciones a que se obligaba el gobierno dominicano, actuando como
intermediaria frente a los tenedores de bonos europeos la Santo
Domingo Finance Co., califica dicha acción como “de fraude
colosal" pues incluso hasta los bonos Hartmont. origi nalmente
emitidos en 1869 durante el gobierno de Báez, can celados en 1888
mediante acuerdo del gobierno dominicano y el Comité de
tenedores de Bonos de Londres, fueron de nuevo incluidos en el
arreglo de la reunificación de la deuda exterior efectuado por la
Santo Domingo Finance Co. Para recoger esos bonos, el gobierno
dominicano entregó 50000 libras esterli nas en las nuevas
emisiones.
El desorden financiero ocurrido durante el régimen de Lilís
fue tan grande, que se ignora la suma total que fue recibida durante
la operación antes señalada con la Santo Domingo Finance Co. Ni
aun los propios funcionarios conocían el mon to total de las deudas
de la nación, pues en 1898 Juan Fran cisco Sánchez, encargado
interinamente del Ministerio de Hacienda y Comercio, escribió una
carta al Agente Fiscal dominicano en París. Francia, donde le
encargaba efectuar “una vista general sobre el conjunto de la
operación de crédito realizada últimamente y rendir a este
ministerio una cuenta detallada de todas ellas, sin olvidar, como
Ud. comprenderá, la que se refiere a la amortización de los Bonos
de los empréstitos antiguos que han quedado convertidos y de
cuyos valores necesita el gobierno descargarse a la mayor brevedad
(César Herrera. De Hartmont a Trujillo. Pág. 87. Impresora
Dominicana. 1953).
En definitiva, la reunificación de la deuda exterior signifi có un
fiasco tremendo para Heureaux. pues los especuladores
norteamericanos no cumplieron con los compromisos con el
gobierno francés y otros acreedores europeos: ingleses, holan deses.
belgas etc., todos tenedores de bonos dominicanos de otras
emisiones.
Puerto Plata. Calle Sánchez. 1915.
El gobierno apenas logró, señala César Herrera, “cambiar el
nombre de las emisiones de bonos y canjear los antiguos por
nuevos, se aumentó la deuda extranjera a la enorme suma de
4236750 libras esterlinas" (C. Herrera. Obra citada. Pág. 87).
Por ese motivo, apremiado por la gravedad de la crisis, en
1898 Heureaux promulgó una ley. con la aprobación del Con greso,
que aumentaba en 10% los impuestos aduaneros.
El año siguiente, la situación del régimen era verdadera mente
desesperada, pues además de las constantes devaluaciones de las
monedas de plata mexicanas, las de mayor circulación, las
"papeletas de Lilis” venían siendo recha zadas por el comercio,
hecho por el cual se dictó una nueva tarifa impositiva para las
exportaciones. Del total recaudado por ese concepto el gobierno
especializó el 20% para destinarlos a recoger el papel moneda.
En febrero de 1899 el régimen entró en negociaciones con un
prestamista ingles, F.H. Harris, con la esperanza de efec tuar un
nuevo empréstito destinado a recoger las “papeletas de Lilis” pero
para poder lograrlo tenía que recibir la aproba ción del Congreso y
allí se levantaron voces opositoras, como la de Isaías Franco Bidó.
quien en abril de ese año criticó abiertamente el proyecto.
Pero a su vez. para obtener ese préstamo el gobierno tenía que
recibir la autorización de la Improvement. que controlaba los
ingresos de las aduanas. El 26 de julio de 1899 el dictador cayó
abatido a balazos y el proyecto fue olvidado.
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LOS PRIMEROS BANCOS: ANTECEDENTES

El pensamiento de Bono en tomo a los problemas financieros. El desorden


administrativo. Déficit en las cajas recaudadores. La indolencia de los funcionarios
frente a la corrupción. Vales incobrables y letras protestadas en las cajas. La mala
calidad del papel moneda fomenta las falsificaciones monetarias. Valor del peso
dominicano. El proyecto bancario del norteamericano Hollister. Proyectos de
González y Espaillat. Luperón en misión financiera en Francia. Generoso de
Marchena obtiene concesión para fundar banco y la traspasa al abogado Antonio
María Regidor. Gobierno cancela concesión. La Credit Movilier de París, Francia,
funda el Banco Nacional. Dificultades del Banco Nacional con Heureaux. El litigio
judicial. Condenan al Banco Nacional al pago de una indemnización al dictador. La
quiebra del Banco Nacional. Papel de Santiago Michelena y la familia Vicini en el
aspecto financiero. Jarvis y socios fundan Banco Nacional de Santo Domingo. The
Royal Bank Of Canadá abre sucursal. The First National City Bank ingresa al
negocio financiero en Santo Domingo. Orden Ejecutiva del gobierno militar de
ocupación designa a The International Banking Corporation, como depositario de
los fondos del régimen intervencionista.

Entre los más serios inconvenientes con que surgió a la vida


independiente la nación dominicana, no solamente se encuentra el
de la falta de recursos financieros, sino además, la carencia de un
grupo dirigente con plenos dominios de la economía y las finanzas.
El primer Presidente de la República, el general Pedro
Santana. era un hombre de una educación elemental, algunos
historiadores, incluso, lo han calificado como semianalfabeto, y
si bien tuvo a su lado como ministros y asesores a persona-
lidades de elevada educación, éstos, carecían de conocimien tos
profundos sobre la ciencia de la economía.
Entre el equipo de dirigentes que conoció la Primera Re -
pública (1844-1861) sólo dos hombres, Benigno Filomeno de
Rojas y Pedro Francisco Bonó, este último más que el prime ro.
tenían conocimientos algo profundos sobre la ciencia de la
economía. Pero ninguno de los dos ocupó una posición deci -
sivamente influyente en el marco del poder, y por tanto, sus
opiniones, expresadas, ya en el Congreso o en reuniones mi -
nisteriales, durante este período, nunca fueron tomadas en cuenta.
De ahí, la adopción de parte tanto del Poder Ejecutivo, como
del Senado Consultor, de todo un conjunto de disposi ciones que.
en lugar de introducir alguna mejoría en el preca rio ambiente de
dificultades en que se desenvolvía la República, la hundieron más
en la desolación y la ruina. Entre todas es tas medidas absurdas, las
que más perjudicaron fueron las relativas a la cuestión financiera,
destacándose entre estas, como hemos visto, todo un torrente de
emisiones monetarias hechas sin tomar en cuenta en lo absoluto la
magnitud del aparato productivo nacional.
Pedro Francisco Bonó fue el primer dominicano que enfo có el
problema financiero del Estado dominicano con la agu deza de un
economista. En reunión del Senado Consultor el 9 de octubre de
1856, señaló que uno de los males fundamen tales que afectaban la
economía dominicana era el “de la falta de equilibrio en sus rentas
y las erogaciones; falta que obliga gobierno a emitir continuamente
un papel moneda que roe la riqueza pública con su depreciación,
sin que por eso lo saque de apuros". Según Bonó, para superar esa
situación, “lo que hay que hacer es no poner en circulación más de
lo que se percibe, e ir amortizando paulatinamente el papel
moneda y poniendo en circulación la moneda fuerte (extranjera
F.J.F.) que entre en contaduría a razón de un peso (fuerte) por cada
70 papeletas amortizada”. (Senado Consultor. Actas, Resoluciones,
y Provi-
dencias. 1856-1858. Edición del Gobierno Dominicano. Pág. 134.
Colección Trujillo. 1944).
En esa misma intervención. Bonó propuso la creación de un
Banco Nacional, “cuya garantía será la renta del Gobier no, los
valores de caja y las propiedades nacionales” para po der
restablecer la confianza en las obligaciones del gobierno, entre las
que se encontraba el papel moneda emitido a partir de 1844, el
cual cada día se devaluaba más.
La creación de un banco nacional había sido formulada en la
Constitución de 1844 en su artículo 94. incisos 5. 6. y 7. pero
Jamás el propósito fue puesto en práctica.
Otro de los grandes problemas lo era el desorden adminis -
trativo y la conducta dolosa de una buena parte de los funcio narios
que tenían a su cargo las recaudaciones del Estado. Y lo que era
peor: la indolencia exhibida por los altos funciona rios cuando se
ponía en evidencia cualquier malversación de los fondos públicos.
En 1856, para traer un solo ejemplo, fue ron descubiertas
irregularidades en varias Cajas Administra tivas de las principales
ciudades. Santo Domingo, Puerto Plata y La Vega, y ninguno de
los funcionarios de esas dependencias fueron a la justicia.. En La
Vega, particularmente, se des cubrió un déficit considerable, pero
paradójicamente “no aparecieron pruebas suficientes" para
condenar al funcionario que cometió el delito. (Véase: Senado
Consultor. 1856-1858. Colección Trujillo. Vol. 7 Pág. 51.
Editorial El Diario. 1944.)
El año siguiente de 1857, no solo se registraron los mis mos
déficit ya recurrentes, sino lo que era más grave, según el informe
del Senador Francisco Fauleau. encargado de exa minar el informe
del Ministros de Hacienda, fueron encontra dos en caja “cerca de
500000 pesos en vales incobrables y “letras protestadas". Una
buena parte de estos vales incobra bles, eran recibidos por
concepto de pagos de impuestos aduanales, y otros correspondían
a avances de sueldos a funcionarios públicos.
Sobre este último aspecto el Senador propuso que: "nada más
legal que los Señores Administradores paguen a los ac-
tuales funcionarios deudores, con sus mismos vales, deducién doles
cuando menos una tercera parte cada mes; y por los que no se
puedan descontar hacer responsable al funcionario que tomó sobre
el hacer iguales servicios con los fondos públicos".
Otro de “los males que a menudo perjudican el erario pú blico,
es que casi siempre que el gobierno se dedica a la cons trucción de
una obra, los gastos exceden considerablemente a lo que se había
propuesto, circunstancia que no podemos atribuir sino a la falta de
un presupuesto hecho con exacti tud" señala un informe de la
Cámara de Cuentas de ese último año. (Idem).
Por último debemos señalar la cuestión de las constantes
falsificaciones del papel moneda, cosa que facilitaba la esca sa
calidad de la impresión y el papel utilizado. En 1860, el Vi -
cepresidente de la República se expresaba de la siguiente manera
sobre papel moneda dominicano:
“Hecho en papel común de muy poco valor y en letras de
molde y algunas viñetas que se hallan en todas las imprentas, y
revestido de algunos sellos casi imperceptibles, y de dos o tres
formas las más veces ilegibles, bastan algunos pesos y un tanto de
habilidad para inundar el país de papeletas falsifica das...".
Por los daños que venían causando a la economía de la nación
las falsificaciones, el 22 de junio de 1860, el Senado Consultor
aprobó una ley condenando a la pena de muerte a los falsificadores
y a los que “tuvieren relación con su intro ducción, emisión o
circulación en el territorio nacional de los billetes falsificados"
(Véase: Senado Consultor. Vol. 11. Colec ción Trujillo. Pág. 351.
Editorial El Diario, 1944).
Para ese año. la devaluación monetaria había alcanzado
niveles insospechados. El peso dominicano apenas valía dos
quintos de centavos del peso fuerte. (Idem. Pág. 261). “De lo que
resulta- señala el Vicepresidente del Senado Consultor, J.M.
Delmonte en un informe leído ante el Congreso- que para contar,
por ejemplo, medio millón de pesos nacionales, equi valentes a dos
mil duros, es preciso gastar muchos días". Delmonte señala más
adelante, que “los habitantes del cam-
po que traen sus cosechas al mercado no saben como hacer se para
llevar consigo por los innumerables ríos que tienen que cruzar,
invadeables muchos de ellos en ciertas estaciones del año. y las
frecuentes lluvias, y los gastos de peones y bestias para conducir
esos valores, colocados por lo común en malos baúles, serones o
sacos...". (Senado Consultor. 1860. Colección Trujillo. Vol. 11.
Págs. 262-263. Editorial El Diario. 1944).
Todos estos problemas, a los que hay que añadir los deri vados
de un estancamiento económico que duró décadas, con virtieron el
anhelo de la fundación de banco, en una tarea poco menos que
imposible.
No obstante, hay que expresar que se registraron varios
intentos. Por ejemplo: Durante el régimen de los seis años de Báez,
una disposición del Poder Ejecutivo autorizó en 1869 a los
norteamericanos Edward Prime Jr. y Edward P. Hollister, a fundar
un banco que se denominaría Banco Nacional de Santo Domingo,
el cual tendría un capital de $100000 pesos fuertes. Esa entidad
podría realizar todas las operaciones de cambio, descuento,
depósitos, hipotecas, ventas, etc. obliga ción de reembolso a la vista
en la ciudad de Santo Domingo".
Uno de los artículos del contrato firmado entre el gobier no de
Báez y los norteamericanos para la fundación del Ban co Nacional
de Santo Domingo, establecía que el banco pagaría al gobierno el
1% sobre los billetes emitidos. Esos billetes se rian recibidos en
pago de impuestos municipales, compra de tierras públicas, y toda
clase de impuestos, pero no en el pago de los derechos aduanales.
El proyecto bancario de los norteamericanos bien pronto
fracasó, pues si bien abrió sus puertas en la ciudad capital con un
pequeño capital, los fundadores no pudieron reunir la can tidad
originalmente establecida, y su administrador residen te. E. Prime,
declaró la empresa en bancarrota.
También durante esa administración de Báez. en 1872, otro
intento bancario que venía unido al arrendamiento de la bahía de
Samaná a una empresa estadounidense se derrum bó, precisamente
a causa del derrocamiento de ese régimen.
Otros proyectos bancarios fallidos se efectuaron durante el
gobierno de González en 1875. en el efímero mandato de Espaillat
en 1876, y también en el gobierno del arzobispo Merino,
encontrándose asociados en este último proyecto, el comerciante
dominicano Maximiliano Grullón con el norteame ricano Manuel
Codina.
Actividades para la fundación de un banco se efectuaron más
tarde en Europa, primero el general Luperón. quien fue
comisionado para tal efecto por el Presidente Heureaux a prin -
cipios de 1883, y un íntimo amigo suyo, el patriota puertorri queño,
Dr. Ramón Emeterio Betances, encargado de la legación
dominicana en París, Francia. Ambos llegaron a firmar con tratos
con inversionistas franceses, pero ninguno de tales pro yectos se
convirtió en realidad.
Tres años después, encontrándose en el poder el general Woos
y Gil, el cónsul norteamericano en nuestro país, Mr. H.C.C.
Astwood, asumió la tarea de organizar lo que llamó: “El Primer
Banco Nacional de Santo Domingo", sin poder mate rializar su
propósito. Al año siguiente, el funcionario consu lar de Estados
Unidos intentó de nuevo alcanzar la ansiada meta, sin resultado
alguno.

LA CREDIT MOVILIER, DE PARIS, Y EL BANCO NACIONAL


El 26 de noviembre de 1888. el presidente Ulises Heureaux,
otorgó a su socio y amigo, el general Eugenio Generoso de
Marchena, una concesión para la fundación de un banco. Por sus
relaciones con capitalistas europeos, fundamentalmente ingleses y
franceses, de Marchena en aquel momento se ha bía convertido en
el principal consejero financiero del gobier no. en cuya
representación había logrado conseguir un acuerdo con la casa
Westendorp y Co. que abrió de nuevo las compuer tas al
endeudamiento exterior dominicano.
Tres meses después, en enero de 1889, en un arreglo cu yas
interioridades se desconocen, de Marchena traspasó su concesión
al abogado español con oficina en Londres. Antonio María
Regidor, quien había servido como representante del gobierno
dominicano ante el Comité de Bonos Extranjeros
grupo que reunía a los poseedores de los bonos que puso en
circulación la casa Hartmont. a partir de 1869.
Antes de finalizar el año, sin embargo, mediante otro acuer do
con el abogado español, a cambio de la entrega de nuevos bonos
emitidos en 1888 con motivo de las negociaciones con la
Westendorp y Co.. el gobierno consiguió la anulación del traspaso
de la concesión efectuada por de Marchena a Regidor, y el 26 de
junio de 1889, Heureaux entonces otorgó a la So ciedad Credit
Movilier. de París, Francia, los derechos nece sarios para
establecer en nuestro país un banco. La concesión envolvía un
periodo de cincuenta años.
Esa entidad financiera, según el artículo siete del acuer do
establecido entre los banqueros franceses y el gobierno
dominicano, tendría un capital de dos millones de pesos en oro,
pero “la primera emisión de acciones deberá ser por un míni mo de
ochocientos mil pesos oro".
Por el artículo diez se estipuló que el banco “tendrá el de recho
exclusivo de emitir billetes pagaderos en metálico al portador y a
representación, del importe que respectivamente fije a cada billete
de administración en Europa, en una exten sión equivalente al
duplo del capital efectivo del banco y sien do su circulación legal
dentro de la República".
Los banqueros se comprometieron a abrir sucursales en la
ciudad capital. Santiago, Puerto Plata. Montecristi y Samaná.
El banco a su vez se comprometía- artículo 15- a otorgar al
gobierno un crédito de cien mil pesos “y el balance que pu diera
resultar contra el gobierno al finalizar el año. será lleva do a nueva
cuenta al año siguiente “.
El artículo 16 liberaba al banco de todo tipo de impuesto, y
por el 23 se estableció que todo préstamo que decida levan tar en el
exterior, “lo hará por el conducto del banco ..." (Ban co Central de
la República Dominicana. Compilación de las disposiciones
legales dictadas sobre moneda metálica en la Re pública
Dominicana, con anterioridad a la ley monetaria de octubre de
1947. Pág. 63. Santo Domingo. 1955).
Por medio del articulo 23 este banco obtuvo el control del
servicio de la deuda exterior contraída con los señores de la
Westendorp en 1888.
El Banco Nacional, que quedó debidamente instalado en
noviembre de 1889, con oficinas en la calle Colón, de la ciu dad
de Santo Domingo, puede decirse, fue la primera institu ción
financiera de este tipo que operó en la República Dominicana.
Pero su funcionamiento normal no duró mucho tiempo, pues a
finales de 1891, entró en conflicto con el presidente Heureaux.
con motivo de un préstamo que, por la suma de ciento cincuenta
mil pesos, solicitara el dictador dominicano.
En el contrato personal establecido por el gobernante do-
minicano con el Banco de Santo Domingo, se estipulaba que esa
entidad podía elevar el préstamo hasta la suma de trescientos mil
pesos, compromiso que no pudo cumplir, y como esa entidad
financiera no había abierto las sucursales que contractualmente se
obligó a abrir en el interior del país, el Ministro de Hacienda de
Heureaux comunicó en forma amenazante, que si el no cumplía
con el desembolso de la suma total que especificaba acuerdo de
préstamo, el gobierno podía anular la concesión bancaria, en virtud
de que no habían sido abiertas las sucursales en el interior que se
señalaban en el contrato original.
Don César Herrera señala sobre este particular, que para
“encontrar una solución a este problema el Banco negoció con el
general Heureaux. a titulo personal, un arreglo por cuyo medio
Heureaux entregaba al Banco $ 1275000.73 en hojas de sueldos y
bonos de la deuda pública con un 5% de descuento. Este
documento, fechado en Santo Domingo el 30 de di ciembre de
1891. fue seguido por otro acuerdo con fecha del día siguiente entre
los dirigentes del banco y el Ministro de Hacienda, con el propósito
de otorgar al banco los beneficios que había exigido por su
negociación directa con el general Heureaux". (César Herrera. Las
Finanzas de la República Dominicana. Pág. 128. Impresora
Dominicana. 1955).
El acuerdo a su vez anuló la obligación que tenía el banco de
abrir sucursales en el interior del país.
Un año después, el 3 de diciembre de 1892, Heureaux di rigió
una carta al Banco Nacional de Santo Domingo, informan do que
traspasaba sus obligaciones al Sr. Jacobo de Lemos, un socio
suyo, propuesta que el banco rechazó. La negativa originó una
demanda Judicial del general Heureaux contra el banco, siendo
condenado este último el 22 de diciembre de ese último año por
el Tribunal de Primera Instancia a pagar una indemnización de
$60000.00 al dictador.
Aparentemente inconforme con el fallo, el dictador domi -
nicano apeló la sentencia, hecho por el cual fue remitido el caso a
conocimiento de la Suprema Corte de Justicia, tribunal que
también condenó al banco a la misma indemnización estable cida
en la sentencia anterior, más el pago de los gastos del proceso.
La institución financiera se resistió a cumplir con la sen -
tencia. y entonces el gobernante acompañado de la fuerza pública
se presentó personalmente al banco, y con la ayuda de mecánicos
norteamericanos facilitados por el Cónsul de los Estados Unidos,
rompió las cajas fuertes y se apropio de la suma reclamada.
Este hecho dio origen a un serio conflicto diplomático entre el
gobierno de Heureaux y Francia, y un almirante de la marina de
ese país con varios buques de guerra viajó a Santo Domingo para
demandar una reparación de los daños causa dos. Sin embargo, la
intervención de los Estados Unidos y la de la empresa
norteamericana Santo Domingo Improvement Co. salvó al
dictador dominicano de peores consecuencias.
Desalentados y sorprendidos los franceses con la conduc ta del
general Heureaux, decidieron poco después en 1895, vender su
empresa bancaria. traspasando dicha concesión a los accionistas
de la Santo Domingo Improvement Co. empresa norteamericana
fundada no hacía mucho tiempo.
Tales incidentes dieron comienzo a la decadencia del ban co.
el cual dejó de operar después de una primera declaración de
quiebra dictada en noviembre de 1900.
Con el propósito de obligar a los accionistas del banco a
mantener la garantía sobre los billetes emitidos por el Banco
Nacional de Santo Domingo, que se encontraban en circula ción.
una sentencia de la Suprema Corte de Justicia revocó, en julio de
1902. la declaración de quiebra, pero ya era tarde. La absoluta falta
de confianza del público impidió la reapertura de la entidad
financiera, y las reclamaciones en su contra- y las propias de los
banqueros norteamericanos contra el gobier no dominicano- fueron
incluidas como acreencias en el Lau do Arbitral firmado por el
presidente González con el gobierno de los Estados Unidos en
1904.
A partir del cierre de Banco Nacional de Santo Domingo,
algunos comerciantes importantes actuaron individualmente como
agentes financieros, realizando préstamos, descuentos de
documentos, y transacciones. Cabe mencionar a la familia Vicini y
a Santiago Michelena, quien llegó a actuar incluso como
representante de los intereses del First National City Bank.
En 1912 fue organizado el Banco Nacional de Santo Do mingo.
cuyos accionistas principales eran los norteamericanos Samuel M.
Jarvis, y Frank M. Mitchell. En calidad de accio nistas participaron
en su fundación los dominicanos Jaime Vidal, Angelo Porcella.
Arturo Pellerano Alfau, Pedro R. Nadal. P. A. Ricart. y la firma
Ricart y Cía.
Ese mismo año. también fue abierta en Santo Domingo, una
sucursal de The Royal Bank Of Canadá.
Al igual que el anterior banco de origen francés, el Banco
Nacional de Santo Domingo, además de dedicarse a las ope raciones
bancarias normales- préstamos, depósitos, hipote cas, etc., tenía la
facultad de poder emitir billetes pagaderos al portador.
El capital inicial del banco era de quinientos mil pesos oro
americanos, pero podía ser elevado hasta la suma de dos mi llones,
según consta en su acta de constitución.
Un año después de haber sido fundado, este banco se con virtió
en el depositario de los fondos del Estado dominicano, pero un año
más tarde, en octubre de 1914, durante el gobier-
no provisional del Dr. Ramón Báez, perdió esa calidad, que le fue
otorgada a Santiago Michelena, representante, como he mos dicho,
del First National City Bank en nuestro país.
En 1917, durante la ocupación militar norteamericana, este
último consorcio financiero adquirió los negocios de Michelena y
abrió una sucursal en Santo Domingo bajo el nombre de The
International Banking Corporation. Una Orden Ejecutiva del
gobierno interventor norteamericano de abril de 1917, designó a
este banco como depositario de los fondos del gobierno militar.
Tres años más tarde, es decir, en 1920. The Bank Of Nova
Scotia abrió también una filial en nuestro país.

Arreglando la carga. 1916. Foto tomada de: R Vega. 'Imágenes de ayer".


Fundación Cultural Dominicana.
MEDIOS DE COMUNICACIÓN: 1844-1924

1844-1924. La falta de buenos caminos acentúa el atraso económico.


La bestia de carga, principal medio de transporte. Intelectuales demandan
construcción de carreteras. Opinión de Bonó. Describen caminos dominicanos. La
importancia del negocio de las recuas. Crean en Santiago asociación para construir
caminos, pero fracasa. Gregorio Riva canaliza el río Yuna, comunicando por esa vía
al centro del Cibao con Sánchez y Samaná. Inician construcción de ferrocarril
Sánchez- La Vega. Ferrocarril Santiago-Puerto Plata. Velocidad del ferrocarril.
Tranvías en Santo Domingo y Montecristi. País se afilia a la Unión Postal Universal.
Instalan Telégrafo. Líneas de vaporea que comunican a Santo Domingo con el
exterior. Descripción de la situación de los caminos hecha por el ministro de
hacienda en 1909. Precios del transporte. Cáceres inicia la construcción de la
carretera Santiago-Santo Domingo. Detienen construcción en Los Al carrizos. Los
interventores norteamericanos reinician los proyectos carreteros de Cáceres.

Como hemos dicho en otra parte de esta obra, el principal medio


de comunicación durante el siglo 19 fue el animal de carga, pues
hasta la primera y segunda década del presente siglo, en nuestro
país no se construyeron carreteras. Este detalle contribuyó con
mucho peso a acentuar el escaso desarrollo que padeció la economía
nacional durante muchos años.
Tanto en la región del Cibao, como en la ciudad capital,
asociaciones e intelectuales de prestigio trataron en vano de
motivar a diferentes gobiernos para que emprendieran la ta-
rea de construir carreteras que permitieran la comunicación
terrestre entre las principales poblaciones. Los reclamos ca yeron en
el vacío, primero debido a la inestabilidad política, y cuando esto
fue superado, a causa de la corrupción existente en el manejo de
los fondos del Estado.
Pedro Francisco Bono, entre todos los reclamantes, fue quien
más insistió en la solución del problema. “Nuestros ca minos-
señaló Bono- en buena definición no son caminos; los vecinales
son veredas, los de sabanas, carriles de ganado; y los denominados
reales son pasajes incomunicados en los que ni el Rey ni Roque,
han puesto un dedo".
En otro artículo con las misma orientación de denuncia y
reclamo, Bono destaca que un viaje entre Santo Domingo y
Santiago duraba cerca de una semana, y la comunicación te rrestre
entre esta última ciudad y Puerto Plata, con apenas 16 millas de
distancia, duraba dos días. Naturalmente, siempre y cuando las
condiciones atmosféricas lo permitieran, pues muchas veces las
lluvias y las consiguientes crecidas de los ríos detenía al viajero en
el camino por varios días más
Esa ausencia de carreteras normalmente transitables, dio
origen al empleo de “las recuas" de animales de carga, activi dad
que durante el siglo 19 se convirtió en un excelente ne gocio. El
dueño de una o varias recuas que no pocas veces reunía más de
cien caballos, asnos, mulos para servir al trans porte de mercancías
de todo género, fue un personaje impor tante, y algunos incluso
llegaron a incursionar en la política.
Pedro Francisco Bonó, quien dio mucha importancia al
problema de las comunicaciones, pues el creía con razón que la
falta de buenos caminos y carreteras era el principal incon veniente
para el desarrollo de la agricultura, nos dejó una descripción muy
interesante sobre el papel de los recueros, donde refiere:
“Cuando uno viaja por los caminos de Santiago a Puerto Plata
y de Moca a Santiago en estos tiempos, se admira de su
movimiento. A cada diez minutos se topan o alcanzan a arriar
(recuas) gordas, fuertes y lustrosas, ya de ida, ya de vuelta de viaje.
El capital que representan es grande, y el cuidado que
requieren para mantenerlas asi, es constante y penoso. La comida
de estas bestias es nutritiva y abundante para poder hacer viajes
largos, que un buen recuero repite tres veces al mes sin relevos en
los mismos caballos. Para el efecto, las tiene en abundancia el
labrador arriero, en malojo sazonado o potrero de yerbas guinea
tierna, sin contar un pienso de maíz diario. Los aperos son
guardados o colgados en caneyes o en ramadas especiales,
revisados con esmero, lavadas las cuer das sucias, renovadas a cada
viaje, sobre todo la albarda, y lo más correcto posible el aparejo,
para no lastimar ni el espina zo ni las costillas de las bestias. Al
arriero cibaeño no le espanta. ni el peso ni la carga, ni su forma o
volumen, su inventiva hace reducciones, envoltorios y arreglos
increíbles para llenar su cometido con las solas fuerzas de que
dispone. Tongadas de planchas de hierro galvanizados de dos varas
de largo de hojas afiladas y puntas agudas las transporta al tra vés
de lomas y precipicios; loza, cristalería, armarios, muebles de todas
dimensiones, llegan intactos al lugar de destino, con tal de que les
sean entregados en buenas condiciones". (Emi lio Rodríguez
Demorizi. Papeles de Pedro Francisco Bono.).
El camino que conducía de la ciudad capital al Cibao, era
mucho más difícil y por ello menos transitado. W. P. Blake,
miembro de la Comisión de Investigación que visitó nuestro país
en 1871 refiere que “era un camino pobrísimo. casi im practicable
en tiempo de lluvia o poco después. El profundo suelo arcilloso se
toma en una pasta blanda de barro por la que los caballos y los
mulos deben vadear a veces hasta la cincha. Gran parte del camino
que seguimos estaba en peores condiciones que la carretera del
istmo que llevaba de Cruces a Panamá. De La Vega Real se llevan
muy pocos productos, acaso ninguno, a Santo Domingo, por el Sur;
pero se envían a lomo de animales a Puerto Plata, cruzando las
montañas vía Moca y Santiago". (Emilio Rodríguez Demorizi.
“Informe de la Comisión de Investigación de los Estados Unidos".
Pág. 269).
El profesor Hoetink apunta que en las ciudades, para la década
de los años setenta, las mudanzas se hacían a lomo de burro, pues
en muchos pueblos “no habían sino algunas que otras carretas,
tiradas por mulos, acaso de uso particular y de dos ruedas".
Para tener una idea de la importancia que adquirió el ne gocio
de las recuas, es bueno apuntar que según Bonó, el pre cio de un
caballo era de cuarenta pesos oro y el de un burro veinticuatro, un
dineral para aquel tiempo.
La ausencia de carreteras estimuló también la crianza de
caballos de paso fino para el uso del viajero individual. En el Cibao
y en la región Este del país, decenas de haciendas se dedicaban a su
cria con fines de venta.
Por otra parte, la indiferencia de los gobiernos frente al mal
estado de los caminos, condujo a varios productores y comer -
ciantes y a algunas asociaciones, a crear proyectos e intentar llevar
a la práctica algunos planes para solucionar el proble ma. Por
ejemplo, en 1846 la Sociedad Patriótica de Fomento de Santiago
trató de conseguir los recursos necesarios para construir una
carretera que uniera a esa población y Puerto Plata, pero fracasó en
su intento. Un año después consiguió que el Congreso dictara una
ley autorizando la creación de un peaje a los viajeros y a las recuas
que transitaban por el ca mino que comunicaba a esas poblaciones,
con el propósito de reunir los fondos para construir una buena
carretera que facilitara la comunicación terrestre, pero los fondos
recolectados en aplicación a la ley nunca fueron dedicados al
objetivo propuesto.
Algunos productores individuales, incluso, llevaron a cabo
iniciativas dirigidas a mejorar los caminos, pero generalmen te en
aquellos tramos cercanos a sus propiedades.
El esfuerzo más importante lo llevó a efecto Gregorio Riva,
fundador de un pequeño poblado situado en el Noroeste de! país al
borde del rio Yuna que fue denominado Almacén del Yuna, y que
hoy lleva como nombre Villa Riva.
Gregorio Riva. natural de Moca, quien había sido oficial del
Ejército Restaurador, a partir de la década de los años seten ta se
dedicó a los negocios de exportación y al propio tiempo a canalizar
las aguas de los ríos Camú y Yuna. el primero afluen te del
segundo, a fin de utilizar sus aguas para el transporte de productos
agrícolas, desde el centro del Cibao, hasta la bahía de Samaná,
donde desemboca el último.
La iniciativa de Riva fue exitosa y en poco tiempo el pobla do
de Almacén del Yuna se convirtió en un centro comercial y de
depósito de frutos de toda la región. Las poblaciones de Sánchez y
Samaná. destino final de los embarques, lugares donde eran
recogidos los frutos para ser exportados, también adquirieron
notable actividad.
Riva llevó a Samaná una imprenta y “tomó a su cargo el hacer
publicar un periódico así como folletos de propaganda acerca de la
conveniencia del cultivo del cacao". (Rufino Martínez. Diccionario
Biográfico-Históríco Dominicano. Pág. 421. Editora UASD).
A su vez. Riva fue un propulsor de la construcción de un
ferrocarril. Esa vía. que comunicó a La Vega con Sánchez, un
tramo de 132 kilómetros, fue construido con capital inglés. Fue
inaugurado en 1887. Su propietario era la Compañía Escoce sa.
cuyo principal accionista era Alexander Bair. El ferrocarril era
utilizado para el transporte de carga y pasajeros.
Años antes, tanto el italiano Juan Bta. Vicini. como el
norteamericano Bass y otros dueños de ingenios, habían ins talado
en sus empresas ferrocarriles para el transporte de la caña desde el
campo a la factoría.
El proyecto que unió a Sánchez con La Vega, fue denomi nado
originalmente. Ferrocarril Santiago-Samaná. pero no alcanzó a esas
poblaciones. Aunque más tarde fueron cons truidos ramales que
enlazaron a San Fco. de Macorís. Salcedo. Moca, y Santiago a esa
vía férrea. El tramo de Santiago a Moca fue inaugurado el 24 de
octubre de 1909. y el de Moca a Salcedo en 1918, durante la
ocupación norteamericana.
A esta importante vía ferroviaria le siguió, el ferrocarril que
unió a Santiago y Puerto Plata. Fue construido durante el go bierno
de Heureaux con financiamiento de la Santo Domingo
Improvement Co. y nunca se pudo conocer su verdadero cos to.
La construcción de las dos principales vías ferroviarias del
país presentaron serios problemas a sus constructores. La vía que
comunicaba a La Vega con Sánchez fue diseñada siguiendo un
curso casi paralelo a las líneas trazadas por las cuencas de los ríos
Camú y Yuna, trayecto sumamente húmedo que las lluvias y las
crecidas de los ríos empeoraban.
En los primeros 16 kilómetros que atravesaban manglares,
zona cercana a la bahía de Samaná “fue necesario rellenar con roca
caliza para formar un terraplén firme, hasta 10 metros de
profundidad en algunos lugares”. (G.R Lockie. The Railway
Magazine. U.S. 1934. Artículo reproducido por el Listín Dia rio.
Julio 17 de 1992).
Y aún así, en la temporada de lluvia la vía férrea se inun daba
hasta 30 centímetro de profundidad por varios kilómetros.
En la construcción del ferrocarril a Santiago con Puerto Plata,
la principal dificultad fue lo montañoso del terreno, pues esa vía
atravesaba la Cordillera Septentrional. En principio fue necesario
usar carriles de cremallera para hacer más seguro el tránsito por las
pendientes, y además, construir un túnel de cerca de 180 metros en
un lugar denominado La Cumbre.
La velocidad promedio de crucero de ambos ferrocarriles era
muy baja, apenas alcanzaba los 30 kilómetros por hora, con
máquinas que arrastraban entre 12 y 20 vagones. Los via jes se
hacían dos y tres veces por semanas.
Como dato curioso debemos decir que en esa época (1880 -
1900) funcionaban en la ciudad capital y en Montecristi, dos
tranvías movidos por caballos para el transporte de pasajeros.
Por otra parte, en 1881 fue instalado en la ciudad capital el
primer servicio telefónico. La instalación del teléfono costa ba
cinco pesos y tres pesos fuertes mensuales el servicio.
Sobre la comunicación postal hay que apuntar que nuestro
país firmó un acuerdo ese último año con la Unión Postal
Universal, hecho que facilitó enormemente la corresponden cia con
todo el mundo, aunque el servicio de correo al interior del país,
debido a la falta de carreteras, continuó siendo difi cultoso y
dilatado. Sobre ese particular Abad apunta que: “...Desde la capital
sólo se hacen tres o cuatro expediciones por semana, para las
ciudades principales de la República: otros
pueblos sólo tienen dos comunicaciones semanales, y el tiempo
que se emplea en el tránsito tiene que ser excesivamente muy
largo y muy duro el trabajo que realizan los postas". (José Ramón
Abad. Reseña Geográfico- Estadística de la República
Dominicana. Pág. 205. Imprenta García Hnos. 1888).
Para ese momento, ya dos empresas extranjeras- La Cía
Telegráfica de las Antillas y la Sociedad Francesa de los Telé -
grafos Submarinos- habían conectado a la República con el
exterior por medio del telégrafo. La primera además estable ció
líneas telegráficas en el interior del país. Aunque hay que aclarar
que sólo en los pueblos principales como Santo Domingo,
Montecristi, Santiago, La Vega. Puerto Plata. Azua, El Seybo.
Moca, fueron instaladas estaciones intermedias.
El costo del servicio, tanto hacia el exterior como al inte rior,
era muy caro. Cada palabra transmitida a Francia costa ba $2.26, e
igualmente para Inglaterra y Alemania. A Estados Unidos costaba
$2.21 y $2.31, respectivamente.
Una línea de vapores alemana, otra española y una fran cesa,
comunicaban con Europa. Los vapores de estas tres úl timas líneas
tocaban los puertos de Santo Domingo, Puerto Plata, Montecristi y
Azua- aproximadamente cada treinta días. Pero una buena parte
del transporte entre nuestro país y las pequeñas islas del Caribe, se
efectuaba en buques de vela.
A partir de 1878. la empresa naviera norteamericana Clyde
monopolizó el tráfico marítimo entre nuestro país y el puerto de
Nueva York, principal punto de embarque de las mercade rías que
de Estados Unidos se importaban y de arribo de las que desde aquí
se exportaban. El contrato estableció que por este “servicio", la
empresa naviera recibiría el tres y medio por ciento del impuesto
cobrado tanto a las exportaciones, como a la importaciones.
(Gaceta Oficial No. 1718. 1878).
Retomando al problema de los caminos carreteros, debe mos
de subrayar que aún bien entrado el siglo 20, en nuestro país no
existían vías terrestres adecuadas para las comunica ciones entre
sus pueblos. Y en ese orden el Cibao, con la cons trucción de sus
dos vías ferrocarrileras, gozaba de una
situación privilegiada respecto a la parte Sur. hecho que esti muló
allí bastante la agricultura y el comercio.
En la zona Sur. incluido el territorio dé la ciudad capital, no
existían ferrocarriles entre los pueblos, aún cuando casi todos los
ingenios importantes habían instalado trenes para el transporte de
la caña desde el campo a la factoría y algu nos hasta el muelle
donde era recogida el azúcar para su exportación.
Durante el gobierno de Heureaux se mejoraron algunos
caminos y fueron construidos algunos puentes, como el del río
Ozama. pero no se construyeron carreteras que permitiera el
tránsito normal.
Esa situación que afectaba de manera muy sensible el avance
de la agricultura, fue descrita de manera patética en 1909 por E.
Tejera Bonetti, Secretario de Estado de Hacienda y Comercio del
gobierno de Ramón Cáceres. Dice así el documento de Tejera:
“La República utiliza aún la vereda indígena y el tortuoso
sendero preñado de dificultades. Los baches y los pantanos que se
producen en la época de las lluvias dificultan de tal suerte la
locomoción, que a veces el pobre agricultor prefiere aban donar sus
cosechas antes de intentar conducirlas al mercado a lomo de
caballo.
“En los alrededores de esta ciudad capital de la República,
puede estudiarse prácticamente el hecho que con profunda pena me
veo a describir con todos sus colores..."
Tejera destaca en su informe que esa situación encarecía
enormemente el transporte, convirtiéndose en una barrera que
impedía el desarrollo agrícola. En su documento enfocó el pro -
blema poniendo un ejemplo aleccionador, cuando señalaba:
“Actualmente el transporte de un quintal de cacao de la
común de Yamasá a esta ciudad, expuesto a las lluvias- cues ta no
menos de $1, tomando como base una partida de 20 quintales. Y
Yamasá está a menos de 50 kilómetros de la ca pital. Ese mismo
quintal de cacao puede transportarse de cual quier puerto de la
República a New York con sólo $0.25 centavos".
La carestía de los transportes es asunto más grave de lo que
parece, cuando se piensa que nosotros debemos producir lo más
barato posible para poder competir con los similares de nuestros
frutos en los mercados extranjeros.
Calcúlese la posición desventajosa en que se encuentra el
productor de cacao dominicano que tiene que luchar, por ejem plo.
con el productor brasileño, que sólo ha pagado menos de $0.20
centavos por el transporte de un quintal, desde cualquier punto del
territorio del Brasil hasta el puerto de embarque". (Gaceta Oficial.
Memoria del Secretario de Estado de Hacien da y Comercio. Abril
26 de 1909).
Durante el régimen de Ramón Cáceres se dio inicio a la
construcción de una carretera que uniría a la ciudad de San to
Domingo, situada en la zona Sur. con el Norte. El proyecto fue
iniciado en 1910 pero quedó trunco, pues a la muerte del
Presidente el año siguiente, sólo había sido abierta una peque ña vía
de unos 14 kilómetros que apenas llegaba a Los Alcarrizos.
A partir de aquí el proyecto fue abandonado, entre otras cosas
porque el país vivió un período de verdadera anarquía envuelto en
guerras civiles hasta 1916, cuando fue intervenido militarmente
por los Estados Unidos.
Por otra parte, desde el siglo pasado los munícipes de San
Cristóbal, población situada a unos treinta kilómetros de la ciudad
capital, venían presionando a distintos gobiernos para que fuese
construida una vía férrea que uniera aquel lugar con Santo
Domingo, pero nunca fueron atendidos.
En 1918. el gobierno militar impuesto por la intervención
norteamericana (1916-1924) retomó el proyecto de Cáceres.
aprovechando la notable mejoría que se había registrado en los
ingresos del fisco, a causa del alza en los precios de los prin cipales
productos de exportación: azúcar, café y cacao, como
consecuencia de la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, después de iniciado el proyecto, en 1920 ocu rrió
un desplome en los precios de esos productos en el mer cado
mundial, y un encarecimiento del acero y el petróleo, por razones
derivadas de esa misma guerra, y para poder conti- nuar con esa
obra, y con otras obras públicas, el gobierno in terventor, actuando
en nombre de la República Dominicana, apeló al endeudamiento
exterior.
Con la aprobación del Secretario de Estado Hughes en 1921
los interventores contrajeron un préstamo de $2500000, y más
luego mediante la Orden Ejecutiva No. 735, también autorizada
por el gobierno de los Estados Unidos, en marzo del año siguiente,
emitieron bonos para ser negociados en el mer cado internacional
por la suma de $10000000, de los cuales $6700000 fueron
colocados en el mercado de valores norteamericano.
La construcción de la carretera que unió a la ciudad capi tal
con el Cibao, y otra que comunicó a esa misma ciudad con
Barahona, y la del Este que llegó hasta La Romana, estuvie ron a
cargo de empresas norteamericanas.
Esas nuevas carreteras dieron un notable impulso a la
economía, pues unificaron el mercado nacional, haciendo po sible
la utilización del automóvil como medio de comunicación
terrestre, originando al propio tiempo un reducción en el cos to del
transporte de los productos agrícolas y otros.
LA DESCOMPOSICIÓN DEL CAMPESINADO

Integración del campesinado dominicano como trabajador en los ingenios. Proceso de descomposición del
campesino dominicano. El campesino se transforma en obrero asalariado de los ingenios azucareros. El
proceso de descomposición del campesinado en la región Este y otros lugares del país. El estado de
inseguridad creado por la falta de trabajo en el campo. Samaná como ejemplo de abandono y despojo.
Guarda Campestres son investidos con carácter de autoridad pública. Los Alcaldes Pedáneos, máxima
autoridad de los campos dominicanos. José Ramón López analiza sobre los hechos la conducta y el proceder
de los Alcaldes Pedáneos.

Como hemos dicho, en principio una buena parte del campesinado


dominicano, atraído por la seguridad de un ingreso monetario fijo (salario) se integró
al trabajo en las nuevas empresas azucareras.
No pocos abandonaron sus pequeños y medianos predios y otros los vendieron
para dedicarse a las labores en las nuevas zonas cañeras.
Pero la reducción salarial que comenzó a originarse en 1882, y además, la
intensidad de la explotación de su fuerza de trabajo, muchos tenían que trabajar 10
horas y más al día, bien pronto trajo la desilusión y el posterior abandono de la
industria azucarera de parte de esos campesinos.
El advenimiento de esa masa desposeída, sin tierra y sin trabajo, creó un proceso
de descomposición en los campos que más tarde alcanzaría a las zonas urbanas, lugar
de refugio obligado del campesinado hambreado.
Este proceso de descomposición del campesinado se acen tuó, como era natural, en
las zonas donde se establecieron los nuevos ingenios.
Particularmente en la región Este del país el aumento de
la criminalidad, robos y asaltos- fue muy alto, tanto así que
provocó en 1893 una reunión de las autoridades judiciales, gu -
bernamentales. policiales y militares, para examinar el proble ma,
donde se decidió “fusilar sin más a los sospechosos" (H. Hoetink.
El Pueblo Dominicano. Universidad Madre y Maestra. Pág. 184).
La Suprema Corte de Justicia desaprobó la medida, violatoria
dé las leyes y la Constitución.
Como una buena parte de los delitos que cometían los
campesinos desposeídos y desarraigados ocurrían en los in genios y
las grandes haciendas, los industriales azucareros y los dueños de
grandes plantaciones de guineo y cacao, crea ron cuadrillas
armadas para custodiar sus propiedades. Es tas cuadrillas armadas
fueron luego autorizadas por el Estado y bautizadas con el nombre
de Guardas Campestres.
Los Guardas Campestres, al ser autorizados por el Esta do,
fueron investidos con el carácter de autoridad pública, y aunque su
actuación se limitó a la propiedad de sus contra tantes. se
convirtieron pronto en una plaga que azotó los cam pos cercanos a
los ingenios y haciendas donde prestaban servicio.
A tales cuerpos privados armados, sólo eran ingresados
individuos de probada conducta belicosa, en muchos casos,
delincuentes condenados por hechos de sangre.
En la provincia de Samaná, en 1898, las actuaciones de esa
masa campesina desposeída y desarraigada que se veía obligada
por el hambre al hurto menor y a otros delitos más graves para
poder subsistir, adquirieron un carácter bien se rlo. Ese año. el
Gobernador de aquel lugar elevó quejas al go bierno central
señalando que "la fuerza policial de la gran finca de guineo de la
Samaná Fruit Co. situada en Sabana de la Mar, era insuficiente
para contener la desgracia que a diario se suceden allí, donde
vienen a refugiarse, so pretexto de obte ner trabajo, los
malhechores de todos los puntos de la República “ (Jaime de Js.
Domínguez. Notas Económicas y Políticas. Editora UASD).
Otro factor influyente que contribuyó a originar el proce-
so de descomposición del campesinado, lo fue la total ausen cia al
respecto de los derechos ciudadanos de parte de milita res.
funcionarios gubernamentales, y muy particularmente, de los
llamados Alcaldes Pedáneos, máxima autoridad en los cam pos.
encargados según la ley de vigilar el orden social y el res pecto a la
propiedad.
José Ramón López (1866-1922) extraordinario escritor
dominicano que estudió sobre el terreno la conducta de los Al -
caldes Pedáneos y que escribió varios artículos interesantísi mos
sobre la problemática del campesinado de nuestro país señala que:
“El alcalde Pedáneo cree que los pobladores de su sección no son
otra cosa que un rebaño. No tienen sueldos estos funcionarios: pero
ellos se lo forman espléndidos con las injusticias más odiosas, más
brutales y más abusivas que puede sufrir un ciudadano de una
nación independiente y soberana.
“Cuando un Gobernador de Provincia nombra un Alcalde
Pedáneo o un Jefe de Fuerzas lo primero que le pregunta el
favorecido es:
¿Cuántos hombres puedo poner a trabajar?
Y el Gobernador le autoriza a utilizar los servicios de un
máximo que regularmente es de diez.
Esos diez hombre trabajan, obligados, en las tierras del
Alcalde. Esos le desyerban, le cercan, le siembran, le cosechan, le
hacen todas las operaciones del cultivo sin más remunera ción que
la comida, de plátanos o de batatas. Completamente esclavos.
“El amor sexual del jefe, cualquiera que sea, es un peligro de
muerte para las familias que tienen hijas nubiles. Comien za el Jefe
por agobiar a servicios militares, a condenas autocráticas a los
varones de la familia, y si la resistencia de la joven no amaina
puede ocurrir el hecho de homicidio del padre o de los hermanos,
crímenes que quedan impunes y. a veces, hasta ignorados".
"Si el habitante tiene un buen animal, y el Jefe lo desea, ha de
vendérselo a precio vil o regalárselo, porque si no llueven sobre el
legítimo dueño las injusticias y los abusos más
vejaminosos: servicios militares, destrucción de cercas, mul tas.
cuanto mortifica y arruina la víctima. No hay otro reme dio que
regalarle el animal al mandón que lo codicia.
“El dinero lo recaudan los Alcaldes por medio de multas que
no están en otra ley que la de la conveniencia del condottiere hecho
autoridad. En el Cibao hay fincas donde el alcalde de la sección
percibe en multas que impone a discre ción a los labriegos hasta un
20% de los jornales que paga la empresa. Todo es objeto de una
multa: trabajar mucho, trabajar poco, el daño que hace un animal
escapado, caerle antipático a la autoridad, protestar contra el abuso.
La cuestión es trasegar el 20% con cualquier pretexto.”
“Otro medio de recaudación es el reclutamiento: un padre
acomodado tiene uno o varios hijos. El Alcalde los recluta y los
amarra para remitirlo a la ciudad a hacer servicio de soldado.
Entonces el padre viene, trata con el Alcalde y quedan redimi dos a
razón de cincuenta pesos por cabeza, en dinero o en animales “.
(José Ramón López. Ensayos y artículos. Bibliote ca de Clásicos
Dominicanos. Fundación Corripio. Inc. Santo Domingo 1991. Pág.
144).
LA INDUSTRIA, LA AGRICULTURA Y LA GANADERIA DESDE
PRINCIPIO DE SIGLO A 1920

Panorámica sobre el estado de la manufactura en los principales pueblos: Santo


Domingo, Santiago, Puerto Plata, San Pedro de Macorís. La industria azucarera se
consolida como la primera actividad productiva. Aumento de la producción de azúcar
de remolacha en Europa origina dificultades a los ingenios. Diferencias arancelarias
entre el azúcar dominicano y cubano que entra al mercado de Estados Unidos.
Norteamericano Bass escribe folleto demandando más privilegios para la industria
azucarera. Decretan exoneración de impuesto al azúcar exportado. Las medidas de
Caceres en el plano agrícola. Datos sobre el número de trabajadores empleados en los
ingenios del país. Datos sobre tierra bajo cultivo controlada por los ingenios.
Informaciones sobre las vías férreas en los ingenios. Primera Guerra Mundial bene-
ficia al azúcar dominicano y otros producto. Población dominicana en 1917. Los
salarios de los trabajadores indican índice de miseria. Campesinos son víctimas de
usureros, según explica José Ramón López. Progreso en la cría del ganado vacuno.

El examen del “Directorio de la República Dominicana”


de Enrique Dechamps. publicado durante el régimen de Ramón
Cáceres en 1907, nos sirve de base para determinar el desarrollo
industrial alcanzado por la Repúbli ca Dominicana a principio de
siglo, pues trae listados de las principales actividades
manufactureras en cada una de las principales ciudades del país.
Según Dechamps. en la ciudad de Santo Domingo, en aquel
momento con apenas 20.000 habitantes, existían los siguien tes
establecimientos: 19 zapaterías. 10 peleterías, 3 talabarterías. 11
tabaquerías. 3 chocolaterías. 2 Jabonerías, 8
panaderías, fábrica de fideos, 1 fábrica de fósforos. 1 fábrica de
hielo, 1 fábrica de galletas, fábrica de medias, fábrica de velas. 1
fábrica de licores, 1 fábrica de ladrillos a vapor, 1 fá brica de
mosaicos, losetas y granitos, 3 sombrererías y tres alambiques.
Santiago, con 40000 habitantes, conforme a un censo de 1903
contaba con los siguientes establecimientos manufactu reros: 19
alambiques, tres licorerías, 10 chocolaterías, 26 tabaquerías, (una a
vapor) 15 zapaterías. 8 talabarterías, 12 alfarerías, 12 latonerías, 7
herrerías. 5 sombrererías. 8 pana derías. 1 fábrica de ladrillos a
vapor. 1 fábrica de hielo, 1 fá brica de cigarrillos a vapor. 1 factoría
de café y 1 aserradero, principalmente.
El personal empleado en las 26 tabaquerías y la fábrica de
cigarrillos, el sector manufacturero más desarrollado, según el
mismo censo, ascendía a 237 trabajadores. De ese total. 14 eran
mujeres.
Puerto Plata con 20000 habitantes, tenía en el plano
manufacturero. 3 alfarerías, 1 chocolatería, 5 destilerías, 2
talabarterías, 1 fábrica de fósforo, 1 fábrica de Jabón. 1 tene ría, y 3
tabaquerías.
La Vega, siguiendo a Dechamps, registraba 4 peleterías, 13
talabarterías. 12 zapaterías, 14 destilerías, 8 alfarerías. 3 latonerías,
3 herrerías, 3 aserraderos y 3 tipografías.
En San Pedro de Macorís, fuera de los ingenios azucare ros,
existían 2 fábricas de camisas, 3 chocolaterías, 5 licore rías. 2
alambiques. 1 fábrica de fideos. 4 panaderías, 3 tabaquerías, 4
talabarterías y 8 zapaterías.
Por otra parte, al amparo de un conjunto de disposiciones
orientadas a estimular su expansión,- decretadas desde las décadas
finales del siglo pasado por diferentes gobiernos, la industria
azucarera, se había convertido en el principal pun tal del desarrollo
del capitalismo en la economía nacional.
Este proceso de expansión de la industria azucarera na cional,
sin embargo, en varias oportunidades se vio seriamente amenazado,
primero por las diferentes crisis económicas que afectaron el
comercio mundial, por las propias crisis sufridas por el sector
azucarero, como las ocurridas en 1884 y 1902, que afectaron
seriamente los precios del azúcar, y también por los problemas
derivados de la inestabilidad política que duran te varios períodos se
registraron en nuestro país.
Particularmente grave era la situación de esa industria en 1902,
pues una sucesión de años con precios bajos, a causa del
extraordinario aumento que desde las últimas dos déca das del siglo
pasado registró la producción de azúcar de remo lacha en Europa,
cuyo crecimiento entre 1882 y 1901 fue de casi el 200%, colocó a
los industriales cañeros en casi todo el mundo, en una situación
desesperada.
La industria remolachera europea había registrado una
verdadera revolución tecnológica en las últimas décadas del siglo
19, que le permitió multiplicar sus índices de producti vidad. en base
a más elevados niveles de rendimiento agrícola. unido al encuentro
de variedades de remolachas más resistentes y con mayor
porcentajes de sacarosa.
La industria azucarera cañera se había quedado atrás tec -
nológicamente. notándose un descenso notable en la propor ción de
su participación en el mercado mundial respecto al azúcar de
remolacha. En la producción mundial de 1899-1900, la industria
azucarera cañera apenas ocupó el 31%, mientras la de remolacha
acaparó el 69%, de un monto total de
8,043,0 toneladas.
Además, la industria azucarera del viejo continente disfru taba
de incentivos, como eran las primas que pagaban los Estados a los
exportadores, y por ese motivo el azúcar de re molacha podía
venderse en el mercado mundial a un más bajo precio que el azúcar
de caña producido en las islas antillanas.
A todo esto hay que agregarle el tratamiento desigual que
recibía el azúcar producido en la República Dominicana, res pecto a
la producción cubana, filipina, puertorriqueña y hawiana. A partir
de 1902 Cuba disfrutó, en virtud de un tratado de reciprocidad
firmado con Estados Unidos, de una re ducción de un 20% en los
derechos arancelarios en el mercado norteamericano, mientras
Hawai desde 1879, no pagaba derecho alguno. Puerto Rico, ya
colonia de Estados Unidos des de 1898, disfrutaba de las mismas
condiciones.
Todos estos factores adversos, con los años, crearon una
situación verdaderamente calamitosa a la industria azucare ra
nacional, y muchos ingenios desaparecieron. Los que per -
manecieron laborando se vieron obligados a bajar los salarlos de los
trabajadores y a modernizar sus sistemas productivos, cuestión esta
última, que sólo los grandes inversionistas pudieron llevar a efecto.
Precisamente ese último año, Willlam L. Bass, empresario
azucarero norteamericano, elaboró un folleto que circuló tanto en la
República Dominicana como en Norteamérica, donde denunciaba
las penurias de la industria del azúcar, a causa de la discriminación
que padecía en su comercio. En ese trabajo Bass proponía la
concertación de un tratado de reci procidad entre nuestro país y los
Estados Unidos.
Argumentaba Bass en su folleto, que los crudos domini canos
se cotizaban a $3.50 el quintal, teniendo que pagar de ese monto la
suma de $1.65 por derechos arancelarios en los Estados Unidos,
más $0.35 en gastos de colocación en el mer cado. quedándole al
productor un saldo de $1.50 para cubrir gastos de producción y
beneficios.
El empresario norteamericano sostenía que: “la práctica ha
demostrado que ese $1.50 es insuficiente para permitirle a la
industria azucarera el que viva, y mucho menos el que pros pere”,
agregando que: “Hoy sobreviven solamente unos pocos ingenios, y
estos están al borde de la bancarrota, sus propie tarios ya no tienen
inconvenientes en admitir esta verdad" (W. Bass. La Reciprocidad.
Imp. Revista Cuna de América. 1902. Santo Domingo).
El sistema proteccionista europeo a su industria remolachera,
que fue muy perjudicial a la industria azucare ra dominicana,
terminó en 1903. cuando en Bruselas. Bélgi ca. fue efectuada una
convención internacional donde participaron los principales
productores y compradores del mundo de azúcar.
En 1902, la situación de la industria azucarera llegó a ser tan
difícil, que para evitar su ruina, es decir, el cierre de los ingenios, el
gobierno dominicano, respondiendo a las presiones de los dueños
de los industriales, tuvo que decretar una total exoneración de
impuestos a la exportación de azúcar durante 25 años. Los
empresarios por su parte, como hemos dicho, redujeron
notablemente los salarios. Un bracero que laboraba en el campo
doce horas cortando caña, es decir, de sol a sol. ganaba entre 40 y
60 centavos al día. e ingenios había donde apenas se ganaba 25
centavos por jomada diaria. Esa reducción salarial fue respondida
por el trabajador dominicano con el abandono casi total de las
labores de corte de la caña, siendo sustituido, como veremos, por
braceros extranjeros.
La exoneración impositiva decretada a favor de los inge nios no
duró mucho, pues al año siguiente el régimen que emitió ese
decreto, el de Horacio Vásquez, fue derribado, y el que le siguió
estableció un impuesto de 10 centavos por cada quintal de azúcar
producida, con lo que gravó, no solamente la exportación, sino
también el consumo local del dulce.
La emisión de este decreto originó un serio conflicto entre el
gobierno dominicano, presidido por Morales Languasco. y los
dueños de los ingenios, que se negaron a acatar el mismo.
El problema fue resuelto poco después, pues al encontrarse
Morales necesitado de urgentes recursos para hacer frente a una
insurrección en su contra que amenazaba con derrocar lo, pactó con
los empresarios azucareros un arreglo mediante el cual estos
entregarían al gobierno la suma de $15500.00. dólares,
comprometiéndose Morales a decretar una exoneración de impuesto
al azúcar por veinte años.
Cuatro meses más tarde, agotados los recursos que reci bió del
los empresarios azucareros, con las arcas de Estado completamente
en ruina, a causa de los gastos en que incu rría para aplacar la
insurrección en su contra, el mismo pre sidente Morales firmó, el 30
de abril de 1904, un decreto restableciendo el impuesto de
producción, acción que desató de nuevo otro conflicto, pues los
dueños de los ingenios reiteraron su negativa a pagar ese impuesto,
apelando entonces a los tribunales.
El problema entre los dueños de los ingenios y el presidente
Morales Languasco duró varios meses en litigio, pero fue final -
mente resuelto con el derrocamiento del gobierno, pues el
mandatario que le sucedió, Ramón Cáceres, derogó el impuesto a la
producción y restableció, por otra ley. la exoneración a las
exportaciones de azúcar.
El gobierno de Cáceres, que duró desde 1905 hasta 1911,
favoreció en gran medida el desarrollo del capitalismo en la
agricultura, conducta que benefició a los inversionistas azu careros.
Pero además durante este período, los precios del azúcar en el
mercado norteamericano comenzaron a registrar una ligera mejoría.
Entre las medidas tomadas por Cáceres para estimular el
desarrollo agrícola, merece ser mencionada el decreto de abril de
1911 que declaró como de utilidad pública, la mensura, deslinde y
partición de los “terrenos comuneros", formas de propiedad de
origen colonial sin delimitaciones precisas, me diante la cual dos o
más personas eran dueños de un pedazo de tierra, que podía ser
pequeño, mediano o muy grande.
Otra legislación importante para el desarrollo agrícola pro -
mulgada por Cáceres, lo fue la ley de crianza, medida orienta da a
establecer las áreas que podían ser dedicadas a la cria de ganado de
manera libre, es decir, fuera de cerca. La prácti ca de criar el ganado
libremente, se había convertido, no so lamente en una traba para el
desarrollo de la agricultura, sino también en una fuente permanente
de conflictos entre ganaderos y agricultores. La ley de crianza
prohibió la crianza libre en zonas agrícolas, y en un radio de 4
kilómetros alrededor de las cabeceras de provincias. (Revista de
Agricultura. 2 de abril de 1911).
El gobierno de Cáceres además, dictó leyes creando fran -
quicias especiales para estimular la economía, reduciendo
considerablemente los impuestos a la importación de maquinarias e
instrumentos destinados a la agricultura y la industria.
Esa política favoreció no sólo a los dueños de los ingenios, sino
también a los cultivadores de café, cacao, tabaco, guineo, y otros
frutos. Durante Cáceres, el cultivo de estos cuatro pro ductos
crecieron, llegando a ocupar en 1910, más de 26 por ciento del total
de todas las exportaciones, Pero el azúcar continuaba siendo el
principal producto de exportación, con un valor superior al 50 por
ciento del total general exportado.
Para tener una idea más clara del desarrollo registrado por la
agricultura dominicana durante el gobierno de Cáceres, sólo
tenemos que apuntar que en 1905. año en que tomó posesión, las
exportaciones dominicanas ascendieron a $6896098, mientras cinco
años más tarde alcanzaron a $10849625.
Se estima que durante este periodo, cerca de tres mil bra ceros
procedentes de las pequeñas islas del Caribe angloparlantes
llegaron a la República Dominicana, para in tegrarse al trabajo en
los ingenios, sobre todo a los situados en la región Este.
Después de la muerte de Cáceres, nuestro país registró varios
años de intranquilidad política, que afectaron mucho su
desenvolvimiento económico, pero la industria azucarera si guió
avanzando por encima de las dificultades.
En 1915, es decir, exactamente un año antes de la prime ra
intervención norteamericana, el total de ingenios existen tes en el
país y el número de trabajadores empleados en los mismos, según
José Ramón López, en ese momento Director de Estadística,
dependencia creada en años anteriores durante el régimen de
Ramón Cáceres. era el siguiente:
Provincia de San Pedro de Macoris
INGENIO TECNICOS OFICINISTAS BRACEROS
Consuelo 10 7 3500
Angelina 1 3 1160
Santa Fe 10 4 1400
Puerto Rico -
1 250
Porvenir 10 3 2000
Cristóbal -
2 500
Quisqueya 4 28 300
PROVINCIA DE SANTO DOMINGO
Italia 4 8 1200
San Isidro 11 8 1200
San Luis 12 2 280
PROVINCIA DE PUERTO
PLATA
Amistad - 2 240
Cuba 5 1 1200
Mercedes 2 3 200

PROVINCIA DE AZUA
Ansonia 1 2 1000
Azuano 3 2 400
Ocoa 7 1 149

López señala en su estudio sobre la industria azucarera, que


además de estos ingenios, existía en el poblado de La Romana, una
extensión de 716475209 metros cuadrados sembrados de caña,
propiedad de un consorcio norteamericano que enviaba ese
producto a Puerto Rico, donde era molida en el Central Guánica.
En estas tierras fue instalado pocos años después el Cen tral
Romana, que vino a ser uno de los más importantes del país.
Este año de 1915 que examinamos ya la industria azuca rera
empleaba más de 10 mil braceros, en su mayor parte extranjeros
procedentes de las pequeñas islas antillanas, los cuales obtenían un
salarios, según José Ramón López, de cuarenta a sesenta centavos
por día.
Estos dieciocho ingenios, habían construido 406 kilómetros de
lineas férreas para el transporte de la caña, donde tra bajaban 66
locomotoras que arrastraban 2767 carros. Por su parte, los caminos
interiores tenían una longitud de 253 kilómetros.
La cantidad de azúcar fabricada en la zafra de 1913-1914,
alcanzó la suma de 100386194 kilogramos, sin incluirla producción
de los ingenios San Luis y Cubano, que no la ofre- cieron. (Véase:
José Ramón López. Ensayos y Artículos. Biblio teca Clásicos
Dominicanos. 1991. Pág. 103).
Por cierto, que ese último año estalló en Europa la Prime ra
Guerra Mundial, conflicto que afectó sensiblemente la pro ducción
de azúcar de remolacha, en el viejo continente, y ese hecho originó
una mejoría en los precios del dulce y también un aumento, como
veremos, en las exportaciones los años posteriores.
Un fenómeno parecido motivado por esa guerra, pero no de la
misma magnitud, también ocurrió con el café y el cacao.
La Primera Guerra Mundial a su vez. obligó a una decli nación
del intercambio comercial de nuestra nación con Ale mania. país
envuelto en la conflagración, haciendo girar el comercio exterior
dominicano en más de un 70 por ciento hacia los Estados Unidos.
La población dominicana durante este periodo era suma mente
escasa. Según el Album Estadístico Geográfico en 1900 el país
tenía 457000, habitantes, y ocho años más tarde oficial mente se
estimó nuestra población en 605000. El investiga dor
norteamericano Otto Schoerich señala que en 1917, la población
dominicana era de 795432, distribuida de la siguiente manera:

Santo Domingo...................................................... 127976


Santiago................................................................. 123972
La Vega..................................................... .......105000
Pacificador.............................................................. 90000
El Seybo.................................................................. 68135
Espalllat................................................................... 64108
Azua........................................................................ 59783
Puerto Plata............................................................. 55864
Montecristi.............................................................. 41453
Macorís................................................................... 28000
Barabona................................................................ 17891
Samaná.................................................................... 12675

Schoerich agrega en su estucho, "Santo Domingo, un país con


futuro" que un censo gubernamental efectuado en la ciu dad de
Santo Domingo en 1908. reveló una población urbana de 18629
habitantes. Es decir, no solamente era escasa la población del
territorio dominicano, sino que además, cerca del 85 por ciento de
sus habitantes vivían en el campo.
Tal y como ocurría en los ingenios, en las ciudades los salarios
de los trabajadores eran también bajísimos. En un artículo
publicado en la revista Renacimiento el 22 de abril de 1915. José
Ramón López demostró que el “límite mínimo del salario era
inferior al costo de la vida" y que esa realidad im pedía el flujo
migratorio, tan deseado por los distintos gobiernos. (Véase: José
Ramón López. Artículos y Ensayos. Biblioteca de Clásicos
Dominicanos. 1991. Pág. 251. Ediciones de la Fundación Corripio.)
Según López, el salario máximo del bracero urbano era de
sesenta centavos, lo que significaba que ganaba al mes $16.20, El
estudioso subraya que el costo del alquiler mensual del "más
modesto bohío" era de $10. 00, de lo que se desprendía que para su
alimentación y la de su familia, el trabajador apenas disponía de
$6.20 al mes.
El articulista agrega, para demostrar cabalmente su afir
mación, que en ese momento - 1915 - una libra de carne cos taba
entre 12 y 20 centavos, y entre 8 y 14, el litro de leche, rematando
que: "No hay medio de que a esos precios, resulte completa la
alimentación diaria de seis personas que dispo nen de seis pesos con
veinte centavos al mes".
En consecuencia, para poder subsistir, la mujer del tra bajador
tenía que emplearse como lavandera, o en otros ofi cios domésticos,
y los hijos, aún menores, también dedicarse algún tipo de labor.
Por otra parte, si bien como hemos dicho, durante este período
se registraron alzas sostenidas en los principales rublos de
exportación, no muy significativas en el caso del tabaco, pero si en
el cacao y el café, las condiciones imperantes en sentido general en
la agricultura dominicana eran deplorables. pues el campesinado,
analfabeto en casi su universalidad, carecía de medios técnicos y de
conocimientos avanzados
que permitieran una mejor utilización de los suelos. La agri cultura
se practicaba con métodos que se venían utilizando desde la época
colonial y aún antes, como el desmonte median te el fuego. La coa
taina, aún era utilizada en la siembra, y el riego sólo lo empleaban
los dueños de los ingenios o de algu nas grandes haciendas. El uso
de fertilizantes dentro del campesinado pequeño y medio era
desconocido.
El Ministerio de Hacienda, a partir del gobierno de Cáceres,
distribuía en algunos campos un boletín informativo dirigido a los
agricultores, con orientaciones para el mejoramiento de los
cultivos. Pero como la gran mayoría, como hemos expre sado, era
analfabeta, sus resultados eran muy escasos.
En estos momentos estaba muy desarrollado en el campo el
sistema cooperativo de trabajo para las grandes Jomadas, que el
campesinado aún llama “convite”. Mediante este siste ma, el
campesino invita a sus vecinos a que le ayuden en de terminadas
tareas que ameritan el empleo de decenas de trabajadores, o
menos. El campesino favorecido está en la obligación, en
reciprocidad, de ayudar en otra oportunidad a quienes le prestan
su cooperación.
Por otra parte, como no existía ninguna institución oficial
dedicada al crédito agrícola, el pequeño y mediano agricultor
siempre fue víctima de los usureros.
Sobre ese particular López destaca: “Quien se aparecía a
prestar era el usurero que legalizaba un contrato de présta mo al
once por ciento mensual, con hipoteca de la finca. No pagaba -
era imposible- el campesino, y el usurero se queda con la
tierra..."..(Idem. Pág. 274).
Ese año de 1915, fue el año de la gran arrancada de la
industria azucarera, pues el estallido de la Primera Guerra
Mundial, particularmente, y más luego, la Intervención Mili tar
Norteamericana de 1916, fueron dos hechos favorables a la
expansión de esa industria.
En primer lugar, los ingenios ampliaron su fondo agrario,
pasando de cerca de 900000 tareas que tenían ese último año, a
2542617 en 1920, mientras el número de braceros se ele vó de casi
15 mil a 22121, en el mismo período. (Véase: José
del Castillo y W. Cordero. La economía dominicana durante el
primer cuarto del siglo 20. Pág. 47. Fundación García
Arévalo.1979).
Y asimismo la producción de azúcar, que ascendía a 102800
toneladas métricas, subió a 158803. Pero lo más sig nificativo pasó
con el precio de ese dulce, pues los precios en el mercado mundial,
a consecuencia de la casi paralización de la industria azucarera
remolachera de Europa envuelta en la guerra, aumentaron
sustancialmente, manteniendo un prome dio durante ese
quinquenio cercano a los 13.5 centavos de dólar, hecho que
originó un aumento notable en el valor de las exportaciones de ese
producto. De un valor de $7671000. en 1915, se elevaron a
$43305000 dólares en 1920.
Durante ese último año. que fue denominado el de la “dan za
de los millones” el precio del azúcar en el mercado mundial llegó
a alcanzar los 28.53 centavos de dólar.
Sin embargo, como veremos más adelante, ese mismo año comenzó
una profunda crisis mundial en los países industrializados que motivó el
desplome, no solamente en los precios del azúcar, sino en muchos otros
productos de exportación.
Al fenómeno se unió la caída de los precios de los artícu los
manufacturados que se importaban, hecho que condujo a la
quiebra a muchos comerciantes nativos que habían abarrotado sus
negocios con mercancías que fueron compradas a elevados
precios, durante “la danza de los millones” y se vie ron forzados a
venderlas por debajo de su costo. (Nota: Un buen enfoque de este
problema se encuentra en la obra citada anteriormente de José del
Castillo y W. Cordero).
Por último, es importante señalar que la cría del ganado
vacuno, seriamente afectada durante el siglo pasado, prime ro, a
causa de la guerra dominico-haitiana y segundo, por las constantes
guerras civiles que padeció el país, comenzó a re cuperarse casi
paralelamente se fue desarrollando la indus tria azucarera, debido,
entre otras cosas, al papel clave que le tocó jugar a los bueyes en el
plano de la recogida en carretas de la caña y su traslado a los
ingenios o a las vías férreas, y como fuerza fundamental para arar
la tierra.
Fue precisamente a finales del siglo pasado y a principio del
presente, cuando se iniciaron introducciones de importan cia de
padrotes de la raza Holstein y Short Horn, para fines de cruce con
el ganado criollo. Por su alto rendimiento lechero, no pocos
ganaderos se dedicaron a la importación de estas dos razas
manteniéndolas en su estado puro.
Es importante subrayar que la mayor parte del ganado era
criado libremente, es decir, suelto por los montes y no en ha -
ciendas o potreros. Esta práctica hacia daños tremendos a la
agricultura y originaba conflictos permanentes entre agricul tores y
ganaderos. Una ley del gobierno de Ramón Cáceres en 1911.
estableció que “no se podía criar animales fuera de cer ca"
resolviendo el problema.
Con los años los dueños de los ingenios se fueron convir tiendo
en los principales ganaderos del país. Un informe de un agente
diplomático inglés señala que en 1911, el ingenio Con suelo tenia
más de 2000 cabezas de buen ganado. (Haití y Santo Domingo.
Informe No. 5039 del Foreing Office and Board Trade. Londres.
Pág. 6).
Por su parte, el “Libro Azul" editado durante la ocupación
militar norteamericana de 1916-1924, destaca que en 1920 el
Central Romana tenía unas 4.000 cabezas de ganado vacuno.
El Censo de 1920, informa que ese mismo año existían en nuestro
país 340106 cabezas de becerras, novillas y vacas, y 141110 entre
becerros, novillos, toros y bueyes, lo que hace un total de 481216
cabezas.
El ganado caballar, según ese mismo documento, arrojó una
cifra de 95611, mientras la existencia de cerdos era de 702367.
El ganado mular y el asnal estaban presentes con las si guientes
cantidades: 28606 mulos, y 92055 burros. El mulo era utilizado
fundamentalmente en el transporte por regiones montañosas,
mientras el burro en el acarreo de frutos en cam pos cercanos a las
poblaciones.
L A CONSOLIDACION DE LA HEGEMONIA
NORTEAMERICANA EN LA ECONOMIA NACIONAL

Observaciones sobre la distribución del intercambio comercial


dominicano durante el siglo pasado. Buques de guerra
franceses y norteamericanos en puerto de Santo Domingo,
reflejo de la brega entre ambas potencias por el control del
país. Gobierno Arma acuerdo en 1900 que redistribuye
ingresos aduaneros. Gobierno de Jimenes interviene aduanas
de Montecristi y Puerto Plata. Protesta de la Improvement.
Gobierno crea Comisión compuesta por los cónsules de
Bélgica, Holanda y Estados Unidos para recibir y distribuir
fondos aduaneros. Improvement demanda intervención del
gobierno norteamericano en su conflicto con el Estado
dominicano. Gobierno envía a Estados Unidos y Europa a
Henríquez y Carvajal para entrar en negociaciones con los
tenedores de bonos y con la Improvement. Congreso
dominicano rechaza acuerdos alcanzados por el Dr. Henríquez
y Carvajal con acreedores del gobierno.

El siglo 20 se inició para la República Dominicana bajo el marco


del dominio cada vez mayor de Estados Unidos sobre su
economía.
El proceso que se había iniciado durante las tres últimas
décadas del pasado siglo, primero con la incursión de capi-
talistas norteamericanos en el resurgimiento de la industria
azucarera, segundo, en el viraje del comercio exterior domi-
nicano de Europa hacia Norteamérica, y fue coronado con el
traspaso de la mayor parte de las acreencias de la deuda
exterior, de manos europeas a la empresa especuladora nor-
teamericana, The Santo Domingo Improvement Co.
Sin embargo, debe ser tenido en cuenta que durante las últimas
décadas del siglo pasado, aún era fuerte la influencia europea
sobre la economía nacional. Alemania, Francia e Inglaterra, sobre
todo, tenían una importante participación en el intercambio
comercial. Estas tres naciones manejaban poco más del 40% del
comercio de importación y exportación del país. Estados Unidos
monopolizaba más del 50%.
Durante los primeros años del siglo 20, los planes norte -
americanos orientados a liquidar esa influencia europea sobre
nuestra economía, y la brega que de tales propósitos se deri vó.
afectaron de manera determinante la vida política nacio nal.
creando una situación de verdadera anarquía.
Entre 1900 y 1916, año este último en que se produjo la
Primera Intervención Militar Norteamericana en Santo Domin -
go, el país vio sucederse dieciséis gobiernos.
No pocos de estos gobiernos fueron impuestos directamen te
por los Estados Unidos.
Esa situación de inestabilidad política, creada por la lu cha
desatada por Estados Unidos para controlar la economía
nacional, situación que sólo fue superada brevemente duran te la
dictadura de Ramón Cáceres entre 1905 y 1911, reper cutió
sobre la economía nacional, sobre todo en el aspecto financiero,
de manera desastrosa.
El sector productivo menos afectado fue el azucarero, que
se encontraba en manos de inversionistas norteamericanos, y en
lo que atañe a la administración pública, sus resultados fueron
verdaderamente trágicos, pues el desorden fiscal fue casi total.
Retomando al derrotero de los acontecimientos históricos,
debemos de recordar que en gran medida fueron los problemas
financieros, los elementos claves que determinaron la muerte de
Heureaux en 1899 y la desaparición de su dictadura. El régimen
provisional que le siguió, presidido por Horacio Vásquez,tomó
algunas medidas para encarar el problema, entre otras, destinó diez
mil pesos mensuales para ir retirando paulatinamente de
circulación el papel moneda emitido durante el gobierno anterior, y
además, como había sucedido en Norteamérica años antes, adoptó
el patrón oro como sistema monetario, estableciendo un cambio
para la moneda metálica de plata igual a $5.00 de moneda de ese
metal por una de oro.
En los hechos, el peso representado en plata resultó de
valuado a 20 centavos respecto al peso de oro.
Otra medida importante tomada por el gobierno de
Vásquez, que apenas duró cerca de cuatro meses, fue la obli -
gatoriedad de pagar los derechos aduaneros en monedas de oro y
plata.
Con anterioridad los importadores y exportadores domini -
canos pagaban sus derechos aduaneros utilizando los billetes
inorgánicos emitidos por el dictador desaparecido, y no en
monedas metálicas, e incluso, con vales emitidos por el “Paci -
ficador”.
El mandatario que sucedió a Vásquez. Juan Isidro Jimenes al
igual que su anterior, puso especial interés en resolver los
problemas financieros nacionales. Ya en esos momentos el país
tenia una monstruosa deuda exterior, cercana según los acree -
dores, a los 34 millones de pesos, contraída en su mayor par te
durante el régimen de Heureaux, y los ingresos fiscales no
alcanzaban los 60 mil pesos mensuales.
El primer paso importante dado por el presidente Jimenes.
estuvo dirigido a determinar el monto total de la deuda del
Estado dominicano con la Santo Domingo Improvement Co., y
otros acreedores menores europeos, pues como se recorda rá, el
Ministerio de Hacienda, incluso ignoraba la suma total de las
obligaciones nacionales en el exterior.
El dictador Heureaux manejaba como cosa suya las finan zas
del país y después de su muerte muchos contratos sobre deudas
no fueron encontrados en los archivos gubernamen tales.
Agréguense a todo ello, lo que sostiene Max Henríquez Ureña en
su obra “Los Yanquis en Santo Domingo", quien dice que, “al
desaparecer la administración de Heureaux, el mayor
desconcierto reinaba en los asuntos oficiales, pues mucha
documentación fue destruida al saberse el avance de la revo -
lución que derrocó a Figuereo".
Pero los planes del presidente Jimenes de aclarar la situa ción
de la deuda exterior dominicana se vieron contrariados pues, la
Santo Domingo Improvemente Co., no manifestó nin gún interés
real en la petición que le fue elevada oficiosamen te por el
gobierno.
Y además, tan pronto se conoció en Europa de la muerte del
dictador, los acreedores ingleses, franceses, belgas, italia-
nos, etc., que habían ya sido engañados por la empresa
especuladora norteamericana que se había comprometido mediante
contrato que aumentó considerablemente la deuda exterior
dominicana, a descontar el valor de los bonos europeos a sus
tenedores, en lo inmediato presionaron a sus go biernos para que
sus cónsules demandaran el pago de sus acreencias.
El gobierno de Francia sumó a tales reclamaciones, la exi -
gencia del pago de 280000 francos que Heureaux se había
comprometido a entregar como indemnización, para resolver el
conflicto del dictador con el Banco Nacional, sucursal de empresa
francesa Crédit Movilier. de París.
El gobierno de Jimenes respondió a la exigencia elevada por
Francia con la promesa de cubrir la deuda pendiente me diante
pagos parciales, pues según argumentaba, los ingresos fiscales
apenas alcanzaban los 60 mil pesos mensuales.
El cónsul de Francia rechazó la oferta y al mismo tiempo
amenazó con embargar los ingresos del Estado en manos de la
Improvement, acción que no pudo materializar, solicitando
entonces a su gobierno el envío de varios buques de su armada.
La actitud de Cónsul de Francia condujo al presidente
Jimenes a emitir una declaración al país informando sobre el
conflicto, documento que encontró apoyo en todos los secto res
sociales. En los principales pueblos del país se crearon juntas que
organizaron colectas que recaudaron casi la tota lidad de la suma
que exigía el gobierno de Francia.
Días antes del pronunciamiento del presidente Jimenes, tres
buques franceses arribaron al puerto de Santo Domingo y en lo que
todo el mundo interpretó como un desafio a la conducta del
gobierno galo, poco después, un buque de la marina de Estados
Unidos hizo acto de presencia frente a las costas de la ciudad capital.
La presencia del buque norteamericano, más la llegada a Santo
Domingo poco días después del Ministro de Estados Unidos en
Haití, Mr. Powell, hizo bajar el tono de la reclamación del Cónsul de
Francia, pero originó un nuevo conflicto al gobierno de Jimenes,
pues el diplomático norteamericano pre sentó una nueva exigencia
en demanda de que fuera indem nizado un ciudadano
norteamericano de apellido Mckay, a quien el Ayuntamiento de
Santo Domingo había cancelado un contrato para la construcción
de un puente sobre el rio Ozama.
La reclamación de Mr. Powell fue atendida por el presidente
Jimenes y lo que resultó peor, el 20 de marzo de 1900 firmó un
nuevo contrato con la Santo Domingo Improvement Co., sin esta
empresa haber rendido un informe detallado de sus cuen tas.
reclamo generalizado de la opinión pública nacional.
Ese nuevo acuerdo concedía un plazo de seis meses para que
la empresa financiera norteamericana y el gobierno pro cedieran a
un ajuste de cuentas. Igual plazo se concedía al Banco de Santo
Domingo, a la compañía del Ferrocarril Cen tral y a la Finance,
consorcios hermanos de la Improvement que durante el gobierno
de Heureaux habían efectuado acuerdos con el Estado dominicano.
En ese nuevo acuerdo se estipuló una nueva distribución de
los ingresos aduanales, afectados en favor de la Improvement, los
cuales serían distribuidos de la manera siguiente:
A) El 49% serían entregados al gobierno para cubrir el pre -
supuesto.
B) Para los gastos del personal de la Caja de Recaudación se
destinaba el 3%.
C) El 5% sería utilizado para cubrir varias concesiones otor gadas
por el gobierno a contratistas que tenían arrendado los muelles
de Azua, Puerto Plata. Samaná. San Pedro de Macorís,
Sánchez y Santo Domingo. Para la instalación de un faro en el
puerto de la ciudad capital, para la canaliza ción de río Yaque
del Norte, y otros gastos menores.
Por medio de este contrato la Improvement se comprome tió a
lograr el visto bueno de los tenedores europeos para que el pago de
los bonos vencidos fuera aplazado hasta el 1 de abril de 1903.
El contrato envolvía otras estipulaciones, pero sólo hemos
mencionado las principales. El documento fue aprobado por el
Congreso de la República el 18 de abril de 1900 a pesar de que
mereció criticas severas de la opinión pública.
Meses después la empresa norteamericana informó al go -
bierno dominicano que había conseguido la aprobación de los
tenedores de bonos europeos para aplazar el pago, pero la afir -
mación era falsa, pues el Ministro belga de Relaciones Exte -
riores informó que los tenedores de bonos de Amberes. habían
rechazado el acuerdo.
La conducta de la Improvement, más las presiones de la
opinión pública condenando el arreglo, obligaron a Jimenes a
quitar a la empresa norteamericana de la administración de las
aduanas de Puerto Plata y Montecristi, a fin de realizar una
distribución más equitativa entre todos los acreedores. Esa
acción fue tomada, mediante resolución del Poder Ejecutivo, el
10 de enero de 1901.
La señalada resolución creó una Comisión integrada por los
cónsules de Bélgica. Holanda y Estados Unidos, más dos
representantes nacionales, que tendría a su cargo el “recibir y
conservar en depósito los valores que habrán de servir para el
pago de la deuda flotante o para el de los intereses de los
tenedores de bonos".
Cuando la Improvement recibió la información de esta
acción del gobierno dominicano, protestó enérgicamente y en lo
inmediato solicitó la intervención del gobierno de los Esta dos
Unidos, argumentando que los acuerdos firmados con el Estado
dominicano habían sido violados por el presidente Jimenes.
La petición de la Improvement ante el gobierno de su país
recibió inmediata atención, y el Secretario de Estado norteame -
ricano, Mr. Hay. envío enseguida un cable a su Cónsul en Santo
Domingo, solicitando más informaciones, e indicando su
disposición a actuar en defensa de los especuladores
estadounidenses.
Esa situación y el serio conflicto que se veía venir con los
tenedores de bonos europeos y sus gobiernos, condujeron al
presidente Jimenes a enviar a los Estados Unidos y Europa al
Dr. Henriquez y Carvajal, en misión especial, con instruccio nes
que indicaban:
1ro. Tratará de ponerse en contacto con delegados de los Comités
de Amberes. Bruxelas y aún de la Asociación de Tenedores
Franceses de Bonos Dominicanos que venga a New York, y de
impulsarles a una vez, a que intenten una acción contra la
Improvement, y pidan el embargo de las 32 unidades
destinadas al pago de las deudas flotantes y de la
Improvement. La acción de los Comités debe ser encaminada a
derrocar a la Improvement de su calidad de Trustee en cuanto a
los Tenedores de Bonos 2.3/4. de modo que quede establecido
judicialmente que el Gobierno Dominicano pueda pactar
directamente con los repre sentantes de esos Tenedores, sin
tener en cuenta a la Improvement. a no ser que esta sea
mantenida por los Tenedores de Bonos, y deba figurar en el
arreglo general que se lleve a cabo con todos los acreedores.
2do. Deberá intentar un arreglo general con los Tenedores de
Bonos, según el cual el interés anual de nuestra deuda durante
cuatro años sea reducido a la mitad, expidiéndose certificados
por la otra mitad, los cuales serán capitaliza dos y gozaran de
un interés de 4%. debiendo ser amortizados en el término de
diez años, que se contaran a partir de la expiración de los 4
primeros años.
También tratará de obtener que se aplace hasta 1910 el
comienzo de la amortización para los empréstitos actua les.
3ro. Tratará de obtener que los Tenedores de Bonos con vengan en
que su garantía consiste en un tanto por cien to de las entradas
aduanales: asegurándoles que se les conservará la
supervigilancia y control de las aduanas de la República; pero
consintiendo ellos en que todo pago se haga en nuestra
Contaduría General de Hacienda, quitándose a los acreedores
toda intervención de los asuntos de la Administración Pública.
El Gobierno Dominicano deberá conservar toda su
independencia en cuanto a facultad de legislar sobre asuntos
económicos y sólo deberá comprometerse a suministrar la
suficiente garantía de pago a sus acreedores, si por algún
motivo se viere precisado a intro ducir modificaciones en la
forma o en la cuantía de los impuestos públicos.
4to. Deberá hacer diligencias en el sentido de averiguar si es
posible combinar alguna operación financiera, por me dio de la
cual pueda convertirse la deuda actual en una nueva deuda que
reduzca la primera a un 50 ó 60% de su montante actual.
5to. En cuanto a la Improvement. deberá intentar un en tendido con
esta compañía, encaminado a pagarle sus cré ditos. si los tiene y sus
derechos sobre el ferrocarril o cualquiera otros que legítimamente
invocare, en una forma racional y posible, obligándole un tanto por
ciento o pagándole al contado, mediante empréstito contratado
sobre el mismo tanto por ciento que se destinare aquel fin.
6to. Podrá admitir que en el arreglo que el Gobierno Domi nicano
intente sean comprendidas todas aquellas perso nas que tuvieren
créditos contra la Improvement, retuvieren en cambio y en prenda
Bonos de la república y quisieran pasar a ella sus créditos y sus
garantías mediante un arreglo con el gobierno.
7mo. El arreglo arriba propuesto debe partir de la siguiente base:
que el Gobierno Dominicano necesita para su pre supuesto de
cincuenta y cinco a sesenta por ciento de sus entradas: que la
deuda extranjera sea garantizada por un treinta por ciento, y
distribuyéndose esta parte entre los diversos grupos de
acreedores, que un cinco por ciento sea destinado a la Deuda
Flotante Interior, más el excedente que resulte en la deuda
Exterior y un cinco por ciento a la Deuda Pública Interior".
(César Herrera. De Hartmont a Trujillo. Págs. 106- 107).
La misión del Dr. Henriquez y Carvajal en los Estados Unidos
fue en parte exitosa, pues logró negociar con los direc tivos de la
Improvement y sus consorcios un acuerdo firmado el 25 de marzo
de 1901, donde se estableció la anulación del contrato firmado el
18 de abril “renunciando a su vez a todos
los derechos y privilegios que le han sido otorgados en las le yes y
contratos anteriores".
Pero por otra parte, la Improvement no presentó informe
alguno sobre el monto total de la deuda, y lo que fue peor, y este es
el aspecto más negativo de la misión del Dr. Henriquez, dicho
acuerdo creó un Tribunal de Arbitraje integrado por tres
miembros, de los cuales uno sería nombrado por el Gobierno
Dominicano, otro por el de Estados Unidos, y sí bien el terce ro
quedaba a opción de la parte dominicana, esta estaba obli gada a
escoger el tercer miembro entre el Presidente de la Suprema Corte
de los Estados Unidos o un Juez del Circuito de Apelación de
aquel país.
En caso de que se presentara algún problema para desig nar a
los dos anteriores, el gobierno dominicano estaba obli gado a
"recurrir solo o en unión del de los Estados Unidos, ante su
Majestad el Rey de Suecia para que hiciera la designación".
(César Herrera. Idem.).
Luego de la firma de ese acuerdo, el Dr. Henriquez se tras -
ladó a Europa, para negociar con los inversionistas belgas,
franceses y holandeses, regresando a nuestro país a mediados de
1901, y cuando fueron conocidos aquí los términos del con trato
establecido con la Improvement recibió duras criticas de
periodistas, parlamentarios y líderes de la oposición.
Dicho acuerdo finalmente fue rechazado por el Congreso,
siendo uno de los argumentos principales, el que la Improvement
no había efectuado, como se demandaba, "una rendición general
de cuentas" hecho que originó la renuncia del Dr. Henriquez de su
posición de Ministro.
El rechazo del Congreso al acuerdo establecido con la
Improvement motivó la protesta inmediata de la empresa fi -
nanciera norteamericana, la cual señaló que “las cuentas no han
constituido Jamás una dificultad entre las partes", agre gando en
comunicación al gobierno dominicano, que había resultado
perjudicada con la incautación de las recaudaciones aduaneras.
Poco después la Improvement reclamó y obtuvo la intervención
del Departamento de Estado de Estado Unidos para proteger sus
intereses.
En los momentos en que este conflicto se desarrollaba, en el
mercado internacional caían los precios del azúcar, el café y el
cacao, principales productos de exportación, y una conspiración
encabezada por el vicepresidente de la República, general
Horacio Vásquez, derrocó al presidente Jimenes, en abril de 1902.
Con apenas días de instalado, el nuevo gobierno de Vásquez
recibió la visita del Ministro norteamericano, Powell, y de Mr.
Aboth, Vicepresidente de la Improvement, quienes plantearon al
gobernante dominicano la firma de un nuevo acuerdo. Vásquez
designó a su Ministro de Relaciones Exte riores. Juan Fco.
Sánchez, para que le representara en las negociaciones.
En esa oportunidad la compañía norteamericana endure ció
su posición, señalando en una propuesta, que se encon traba en
condiciones de retirarse del país, a cambio del pago de 11
millones de dólares, suma que envolvía una indemniza ción por
las pérdidas que según entendía, había tenido por la acción
gubernamental de apropiase de los fondos aduaneros, más el total
que reclamaba como acreedora. El gobierno do minicano en
cambio ofrecía sólo $4500000.
Las discusiones entre el gobierno dominicano, la
Improvement, y la representación estadounidense duraron hasta
que el 31 de enero de 1903 cuando el Ministro, Juan Fco.
Sánchez, y el ahora encargado de negocio de los Estados Uni dos.
Powell, firmaron un protocolo de acuerdo más lesivo a los
intereses del país que todos los acuerdos anteriores. Nótese que este
acuerdo no fue firmado con la Improvement, sino con el gobierno
norteamericano que actuaba como protector de la empresa
norteamericana.
El documento estipuló, entre otras cosas, que las condi ciones
para el pago de la suma acordada serian determinadas por una
Comisión de tres árbitros designados, uno por el gobierno
dominicano, otro por el norteamericano y el último se leccionado
entre los miembros de la Suprema Corte de Justicia de los Estados
Unidos o de la Corte del Circuito de Apelación de aquel país. Es
decir, de los tres jueces, dos serían norteamericanos.
En el mismo, el gobierno dominicano se comprometía, fren te
al de los Estados Unidos, al pago de $4500000 a favor de la
Improvement.
La Comisión de Arbitraje pronunció su fallo el 14 de julio de
1904, totalmente desfavorable al gobierno dominicano, y en él se
establecía, primero que la Improvement restituía al go bierno
dominicano las 6338 acciones del Banco de Santo Domingo, que
no funcionaba desde hacia tiempo, y por tanto, sin ningún valor;
segundo, que la empresa financiera abandonaba sus derechos
sobre el Ferrocarril Central, en esos momentos seriamente
deteriorado por falta de mantenimien to en las máquinas y las
líneas; tercero, que entregaría 1182.54 libras esterlinas en títulos
(bonos) dominicanos, que apenas valían en el mercado europeo el
10%; cuarto, abandono de parte de la empresa norteamericana de
las aduanas. Pero en otros artículos donde se establecieron las
formas de pago de los $4500000, y sus intereses, se consignó que
en lo adelante. como garantía, “sería el gobierno de los Estados
Unidos el encargado de las recaudaciones aduaneras por medio
de un agente financiero, sin cuyo consentimiento no podría
efectuarse ningún pago" . (Véase: Antonio de la Rosa. "Las
Finanzas de Santo Domingo y el Control Americano". Editora
Nacional. 1970. Pág. 112).
Este Laudo Arbitral originó una lluvia de protestas, la pri -
mera de las cuales provino de parte del gobierno dominicano, en
ese momento encabezado por el general Morales Languasco;
luego de los tenedores de bonos europeos, que fueron despo jados
de la administración de las aduanas de Santo Domingo y San
Pedro de Macorís, de acreedores dominicanos, y de to dos los
sectores sociales del país.
Pese al interés manifestado por Estados Unidos de poner en
vigencia en lo inmediato el Laudo, y a los deseos del presi dente
Morales Languasco, que más tarde se mostró partidario de su
aceptación, la situación política no lo permitió, pues el país venía
siendo estremecido por una guerra civil, reflejo
nacional de las pugnas interimperialistas que, por el control del
comercio en esta parte del continente americano, llevaban a efecto
Estados Unidos y Alemania.
Para tratar de detener la guerra civil, el gobierno de los
Estados Unidos envió a Santo Domingo al comandante Dillighan,
quien llegó en el buque de guerra “Detroit" inician do en lo
inmediato negociaciones con los bandos en pugna, pero con la
clara intención de consolidar en el poder a Mora les. quien era
incluso partidario, según S. Welles, de la inter vención
norteamericana.
Con la asistencia militar directa de los Estados Unidos, que
llegó a desembarcar tropas en Villa Duarte para atacar a opo sitores
de Morales,, el tambaleante gobernante dominicano pudo
sostenerse, pero no por mucho tiempo, pero si el sufi ciente para
convencerle de que firmara un protocolo - el 20 de enero de 1905-
con el gobierno de Estados Unidos, por medio del cual se
establecía que las recaudaciones aduaneras serían efectuadas y
administradas por representantes del go bierno de los Estados
Unidos, los cuales serían distribuidos de la siguiente manera: un
45% sería entregado al gobierno do minicano para el pago de sus
gastos: el 55 restante, aplicado al pago de las obligaciones
reconocidas por el gobierno dominicano.
El documento fue ligeramente modificado por expertos
norteamericanos y sometido al Senado de Estados Unidos con la
siguiente recomendación del presidente Roosevelt: “Este
documento ofrece un medio práctico de probar la eficiencia del
gobierno de los Estados Unidos en su mantenimiento de la doctrina
Monroe".
Pero el Senado norteamericano no aprobó el acuerdo, el cual
fue remitido a una comisión para su estudio. El Senado
dominicano tampoco conoció el expediente.
Estos inconvenientes condujeron al presidente Roosevelt a
buscar una fórmula para poner en ejercicio lo pactado: la entrega
de las aduanas dominicanas al gobierno de su país, autorizando
entonces la creación de lo que fue denominado como "Modus
Vivendi". es decir, un acuerdo que suplantaría
el anterior, y que entraría en vigencia inmediatamente. Median te
ese nuevo paso se "consentía que todas las recaudaciones
aduaneras serían recolectadas bajo la dirección de un repre sentante
del Presidente de los Estados Unidos". De la suma recaudada el
45% seria entregado al gobierno dominicano, otra parte para
gastos de administración de las aduanas, y el res to retenido hasta
tanto se lograse la ratificación final del acuer do original por el
Senado de aquel país. Este pacto no fue objetado por los
acreedores europeos, y en el mismo se esta bleció que el dinero
recaudado sería depositado en el National City Bank de New
York, sin recibir intereses.
Como consecuencia de este acuerdo, el 31 de marzo de 1905
el gobierno del presidente Morales emitió una resolución
aceptando lo pactado.
Para facilitar la puesta en práctica del "Modus Vivendi".
varios buques de guerra fueron enviados a los principales puertos
dominicanos, y particularmente en el de Montecristi, el
comandante Leyper fue designado agente recaudador por el
almirante Sigsbee.
Otro militar, el coronel George Colton. fue nombrado por el
gobierno de los Estados Unidos como jefe de todas las ofici nas
recaudadoras.
Lejos de lograr la pacificación del país, la presencia mili tar
norteamericana y la firma del “Modus Vivendi" irritaron como
nunca a los opositores del gobierno, (que ya en ese mo mento era
prácticamente todo el pueblo) y por ello la insurrec ción tomó un
carácter generalizado, y hasta el Consejo de Secretarios de Estado
abandonó al presidente Morales, quien acosado por todos los lados
terminó su mandato, primero insurreccionándose contra sus
propios ministros, y luego, presentando renuncia y asilándose en la
Legación de los Estados Unidos.
A Morales le sucedió en el poder el general Ramón Cáceres.
su Vicepresidente, quién en el problema de la deuda exterior
continuó los pasos de Morales, primero aceptando la vigencia del
“Modus Vivendi", y segundo, iniciando negociaciones que, como
veremos, condujeron a la firma de una convención con
el gobierno de los Estados Unidos, más un préstamos de veinte
millones de dólares con banqueros norteamericanos.
Con todo, la administración de Cáceres introdujo cierto orden
en el plano de la administración pública, pues primero creó en
septiembre de 1905 una oficina de estadísticas, y se gundo. logró
durante su mandato aclarar el monto total de la deuda exterior e
interior y también reducirla en una buena proporción en sus
negociaciones con funcionarios y banque ros norteamericanos y
acreedores dominicanos.
Durante su mandato, además se descubrió el gran fraude que
desde hacía años venía llevando a cabo la Improvement Co., que
administraba el Ferrocarril Central -Puerto Plata- Santiago-, pues
dicha empresa, que tenía a su cargo su admi nistración. no
entregaba al gobierno los ingresos correspon dientes a ese servicio,
o entregaba una suma insignificante, cuando el contrato que fue
pactado con el Estado dominicano se decía que la mencionada
compañía sólo retendría el 50% para ser aplicado a las exigencias
del tráfico, a su manteni miento. y al pago de los intereses y del
capital de los bonos que. con la garantía del Estado dominicano,
habían sido emitidos para reunirlos fondos necesarios para su
construcción.
Para así actuar, años tras años la Improvement rendía un
informe donde se justificaban en gastos todos o casi todos los
fondos recaudados. En 1905, por ejemplo, el Ferrocarril Cen tral
tuvo ingresos que ascendieron a 143161.56, y en el in forme que
rindió la Improvement al Ministro de Hacienda, justificó en gastos
de mantenimiento, mejoría y de administración, una suma
exactamente igual.
En las Memorias que presentó el Ministro de Hacienda,
Federico Velázquez. al Presidente Cáceres, correspondiente a ese
último año, se leen las siguientes palabras sobre el pro blema:
“Resulta del examen de todo esto, que la compañía explotadora del
Ferrocarril, cuyo capital aprontó el gobierno al prestar su garantía a
la emisión de bonos para su construc ción. deuda que gravita sobre
el tesoro público; cuyos gastos de explotación se cubrían con los
mismos proventos del ferrocarril y cuyo déficit lo cubría también
el gobierno, lo ha toma-
do todo para sí y ha gozado de todo sin compromiso de ningu na
especie “ ... (Gaceta Oficial. 21 de abril de 1906)..."

Animales ayudando a un primitivo vehículo de motor a cruzar un río, cerca


de BanL 1916. Foto de B. Vega. "Imágenes del ayer"
LA CONVENCIÓN DE 1907 Y LAS REFORMAS ECONÓMICAS
DEL RÉGIMEN DE CÁCERES

Se expanden los intereses financieros de los Estados Unidos. Cifras de las inversiones
de los Estados Unidos en distintas partes del mundo. El proyecto del presidente
Roosevelt y su impacto en la República Dominicana. La Convención de 1907 es
criticada por los opositores del presidente Cáceres. Logros obtenidos en el piano
económico durante el régimen de Cáceres. Estadísticas del comercio exterior en el
período 1905-1911. Primera ley sobre organización bancaria dictada en el país.
Pioneros en el negocio hipotecario y bancario. La educación en el régimen de
Cáceres. Incremento en las instalaciones físicas de escuelas. Situación de penuria y
abandono de las condiciones de vida de la población campesina y pobre. Despojo de
la tierra a los campesinos de la región Este.

Durante los últimos años del pasado siglo y los primeros del
presente, en todo el mundo se registró una expansión sin
precedente de los intereses financieros de los Estados Unidos. Pero
en nuestro continente la penetración de los capitales
estadounidenses fue mayor que en cualquier otra reglón.
Por ejemplo, las inversiones directas de Estados Unidos en
Europa en 1897 eran de 151.10 millones de dólares, pasando a
489.2 millones en 1908.
Durante ese mismo período, las inversiones norteamerica-
nas en Latinoamérica y Canadá pasaron de 498.0 millones de
dólares en 1897. a 1765.4 millones de esa misma moneda.
Cifra que significaba el 42. 2 por ciento del total las inversio-
nes norteamericanas en todo el mundo.
Particularmente, en las Antillas, los capitales norteameri-
canos aumentaron de 49.0 millones de dólares en 1897, a
336.3 millones en en 1908.
En el caso específico de la República Dominicana, esta no pudo
escapar a esa tendencia expansionista de los capitales de Estados Unidos,
cuyo presidente Roosevelt. además tenía particular Interés en la
expulsión del territorio continental de los inversionistas, comerciantes y
agentes financieros europeos a fin de lograr el pleno control económico
regional.
En nuestro país facilitó el proyecto de Roosevelt, primero la cuantía
de la deuda exterior, estimada en 33 millones de dólares por el gobierno,
pero en 40 millones de esa misma moneda por el profesor Jacobo H.
Hollander, enviado confidencial del Presi dente de los Estados Unidos que
visitó la República Dominicana en 1906 con el propósito de efectuar una
investigación sobre la deuda global dominicana; en segundo lugar,
también facilitó la intención del gobernante norteamericano, el dominio
que ya tenían los estadounidénses sobre el comercio exterior dominicano,
el control que ejercían sobre la industria azucarera nacional, e incluso, la
propia inestabilidad política registrada, y el consecuente desorden
administrativo existente por esos años.
Todo lo anterior explica la imposición a nuestro país de la
Convención de 1907 que cercenó la soberanía nacional, y la propia
conducta benevolente del presidente Cáceres frente a las presiones de
Estados Unidos para la firma de ese acuer do, y en la apertura del país a
los inversionistas norteamericanos.
Para resolver lo que entendían como el "problema domini cano" el
presidente Roosevelt y el profesor Hollander, elabo raron una estrategia
financiera que envolvía:
1ro. Lograr que un banco norteamericano prestara al go bierno
dominicano, con la garantía norteamericana, la suma de 20 millones
de dólares.
2do. Utilizar parte de esa suma en la compra de las acreencias europeas, a
fin de retener la deuda exterior sólo en manos norteamericanas.
3ro. La reducción de la deuda dominicana, tanto la exterior como la
interior, viejo reclamo del gobierno dominicano, en razón de que
existían indicios claros que indicaban que
una buena parte de esa deuda había sido conformada de
manera fraudulenta.
Sobre la reducción, es bueno recordar que ya en 1901 el Ministro
dominicano, Henríquez y Carvajal, había llegado a un acuerdo con los
acreedores europeos, que permitía reducir la deuda de los mismos en un
50 por ciento.
Para materializar el proyecto del presidente Roosevelt. viajó a los
Estados Unidos el Ministro de Hacienda del presidente Cáceres. Federico
Velázquez, y allí se decidió que agentes do minicanos viajaran a Europa a
fin de comprar la deuda con traída por la República en el viejo continente,
mientras se negociaba con el mismo propósito con los representantes de
la Santo Domingo Improvement Co., pero con escaso éxito.
El resultado final de tales negociaciones fue el siguiente: la empresa
financiera Kuhn, Loeb Co.. facilitaría al gobierno dominicano un
préstamo de 20 millones de dólares, estable ciéndose en dicho acuerdo
que tenía que ser amortizado en 50 años, y no podía ser redimido antes de
los diez, y en este caso pagadero al 102%. En dicho préstamo se
establecía un interés de 5% anual, con una prima de descuento del 4%.
De la suma acordada en ese préstamo. 17 millones de dó lares serian
usados para pagar el monto total de la deuda ex terior e interior, y el resto
entregado al gobierno que lo usaría para dar inicio a, varias obras
públicas.
Como parte del arreglo, la deuda europea fue liquidada pagando el
50% aproximadamente de la misma, la Improvement recibió el 90 % de
lo reclamado, pero los acreedores dominicanos sólo recibieron entre el 10
y el 20 por ciento de lo que pretendieron.
Tanto el préstamo como la Convención fueron duramente criticados
por la oposición, pero el gobierno de Cáceres siguió el camino trazado.
Ambos acuerdos fueron aprobados por el Congreso de la República, la
Convención el 3 de mayo de 1907. y el préstamo diez días después.
La Convención, como hemos expresado, entregó la respon sabilidad
de las recaudaciones aduaneras al Presidente de los Estados Unidos,
quien designaría un Receptor General de las
Aduanas, y este último todos los empleados necesarios para su labor,
"hasta tanto queden pagados o retirados todos y cada uno de los bonos
emitidos por el gobierno dominicano de acuer do con el plan y dentro de
las limitaciones en cuanto a plazos y cantidades más arriba señalados; y
dicho receptor aplicará las sumas así recaudadas como sigue: primero, al
pago de los gastos de la Receptoría; segundo, al pago de los intereses de
dichos bonos; tercero, al pago de las cantidades anuales se ñaladas para la
amortización de dichos bonos; cuarto, a la compra y su cancelación de
cualquiera de dichos bonos; conforme con dichos términos, según
disponga el gobierno dominicano". (Max Henríquez Ureña. Los Yanquis
en Santo Domingo Pág. 41).
Para la administración de las aduanas se dispuso del pago de una
suma “que no excederá del 5% del monto total" de los ingresos
aduaneros.
El acuerdo estableció además que el gobierno dominicano no podía
efectuar modificaciones en los aranceles aduaneros sin el consentimiento
del gobierno de los Estados Unidos.
Por otra parte, durante el gobierno de Ramón Cáceres aumentaron de
manera significativas las exportaciones y las importaciones, registrándose
siempre un balance favorable a la República Dominicana. A continuación
un cuadro sobre el comercio exterior dominicano durante esos años:
COMERCIO EXTERIOR 1905 1911
(En miles de pesos)
Año Exportaciones Importaciones Balance

1905 6896 2737 4159


1906 6536 4065 2471
1907 7924 4949 2975
1908 9396 4768 4628
1910 10849 6257 4592
1911 11004 6949 4055
Este aumento constante de las exportaciones obedecía, primero al
desarrollo de la industria azucarera, al crecimien to del cultivo del cacao,
café y tabaco, y otros frutos, pero tam bién a los nuevos controles
aduaneros que limitaron en mucho el contrabando. Particularmente en la
región fronteriza, donde este mal era endémico, fue suprimido casi por
completo.
Durante el régimen de Cáceres también fue dictada la pri mera ley
sobre organización bancaria en noviembre de 1909, y un año antes, se
había instalado en el país el The Royal Bank Of Canadá, institución que
prestó un buen apoyo crediticio a medianos y grandes cultivadores,
quienes con anterioridad sólo tenían como única fuente de crédito a los
usureros. También los comerciantes se vieron favorecidos pues el
descuento de giros, letras y pagarés, renglón que. junto al negocio
hipotecario, se constituyó en una de las principales actividades de The
Royal Bank of Canada.
Con anterioridad, sólo algunos pocos comerciantes importadores y
exportadores, efectuaban este tipo de opera ciones, cobrando intereses
generalmente muy elevados.
Pioneros en este último tipo de actividad fueron, en San tiago, Baduí
M. Dumit, Nacif P. Haché. Junto a la Casa Espaillat; en La Vega, los
hermanos Moya y Rafael Franco; en Sánchez. Casimiro de Moya; en
Puerto Plata. J. M. Battle. Jacobo de Lemos, Junto a varios comerciantes
alemanes, y en la ciudad capital la Sociedad Anónima Bancaria.
propiedad de la familia de Lemos. la Casa Vicini, etc. (Véase. " La
Moneda, la banca y las finanzas”. Julio C. Estrella. Universidad Madre y
Maestra. Santiago. 1971).
Es importante anotar que el régimen de Cáceres ofreció particular
asistencia a la educación, pues fueron mejorados los salarios de los
profesores y se construyeron en tan solo seis años casi trescientas
escuelas. En 1904 en toda la República apenas existían 200 planteles
escolares y en 1910 su número ascendía a 491. Algunas de las nuevas
escuelas fueron instaladas en zonas rurales altamente pobladas, en su
mayor parte en el Cibao central.
Pero a pesar de la mejoría registrada en la economía du rante el
gobierno de Cáceres. motivado entre otras cosas por el auge de la
industria azucarera y el crecimiento del cultivo y exportación del café, el
cacao y el tabaco, y del aumento de las recaudaciones fiscales, la mayor
parte de la población domi nicana. sobre todo el campesinado que
componía más de un 80% del total, y la clase media rural y urbana, vivía
una situación de penurias y de agravamiento de sus condiciones de vida.
Esta situación fue más palpable y grave en la región Este. Allí el
proceso de despojos ilegales y por la fuerza de las tie rras. llevados a cabo
por los dueños de los ingenios azucare ros. norteamericanos en su mayor
parte, contra pequeños y medianos campesinos, tomó un giro dramático.
Decenas de familias fueron víctimas de falsificadores de títulos al
servicio de los dueños de los ingenios o de grandes hacendados locales
asociados a ellos, tragedia que se aceleró luego de la promulgación de la
ley sobre partición de los terrenos comuneros de Junio de 1907.
El campesinado del Este también fue víctima de agrimen sores y de
notarios sin escrúpulos que se prestaban a todo género de acciones
dolosas para lograr el desalojo "legal" de pequeños y medianos
campesinos. (Véase: “Títulos de los te rrenos comuneros”. Rafael
Alburquerque. Santo Domingo 1964).
EL CAOS POLÍTICO AFECTA LA ECONOMÍA
Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

Asesinato del presidente Cáceres. Presiones del jefe del ejército, Alfredo Victoria.
Insurrección contra los Victoria. Misión especial del general norteamericano
Mclntyre, del Departamento de Guerra de los EE.UU. y de W.T Doyle jefe de la
División Latinoamericana de Departamento de Estado. Eladio Victoria renuncia a
la presidencia de la nación. El general Bordas Valdez es juramentado presidente de
la República por el Congreso. Retorna la anarquía al país. La guerra perjudica la
producción agrícola en la región Norte. Nuevos préstamos endeudan más el país.
Juan Isidro Jimenes gana las elecciones. Presiones norteamericanas no se hacen
esperar ante el nuevo presidente.

Cáceres fue asesinado en noviembre de 1911. y la sociedad


dominicana a partir de ese momento comenzó a ser sacudida por
un conjunto de revueltas que afectaron su aparato productivo,
exceptuando el sector azucarero. y también su tren administrativo.
Los problemas políticos se derivaron de las presiones ejer -
cidas por el jefe del ejército, el general Alfredo Victoria, quien
trató y logró imponer, no sin dificultades, a su tío, Eladio
Victoria, como sucesor de Cáceres, hecho que originó varios
levantamientos armados.
En febrero de 1912, la insurrección contra los Victoria había
tomado ya un camino peligroso, y en Monte Cristi y en la
frontera, los fondos de las aduanas cayeron en manos de los
insurrectos.
El hecho irritó al enviado de los Estados Unidos, William
Russell, quien llegó a demandar del gobierno de su país la
Intervención militar norteamericana en la República Domini -
cana.
En uno de los cables que por esos días envió al Departa mento
de Estado. Russell se expresaba de la siguiente mane ra, “Sólo el
completo control por nuestro gobierno podría asegurar el orden y
la Justicia de una manera permanente, pero cualquier grado de
control sería beneficioso; efectivamente, sin nuestro control
efectivo, aquí una administración es tan bue na como otra
cualquiera. Una vez que fueran desembarcadas tropas para la
protección de las aduanas dentro de los dere chos que nos confiere
la Convención, podríamos dictar una política beneficiosa para el
país. (S. Welles. La Viña de Naboth. Vol. 11. Pág. 159).
Pocos días después, en respuesta a esa solicitud, fue envia do
en Misión Especial a Santo Domingo, el general Mclntyre, del
departamento de Guerra de los Estados Unidos. Junto con W.T.
Doyle. Jefe de la División Latinoamericana del Departamento de
Estado. Ambos llegaron en el buque de guerra "Praire”. acom -
pañados de 750 soldados.
La primera solicitud que hicieron los enviados al presidente
Victoria fue la de una mayor cooperación de las fuerzas guber -
namentales en el mantenimiento de la guardia aduanera de la
frontera, cosa imposible de cumplir pues esa zona se encon traba en
manos de los rebeldes.
También demandaron los comisionados que el gobierno
dominicano aceptara un“Consejero Financiero” norteameri cano. y
como se enteraron que Victoria, había contraído va rias nuevas
deudas para poder hacerle frente a los insurrectos, y de que había
hecho uso de 400 mil dólares destinados a va rias obras públicas
que levantaban varios contratistas norteamericanos. argumentaron
que todo esto violaba la Convención de 1907, y que por lo tanto, se
ordenaría a la oficina recaudadora la suspensión de la entrega de
los fondos aduaneros que le correspondían, dineros que se
empleaban para el pago a la burocracia civil y militar.
Los comisionados a su vez demandaron y lograron bajo
fuertes presiones, incluyendo la amenaza de imponer un go bierno
militar norteamericano, que el presidente Victoria acep-
tara entrar en negociaciones con los bandos rebeldes, para la
formación de un nuevo gobierno.
El 26 de noviembre de 1912, Eladio Victoria presentó su
renuncia ante el Congreso. Ese mismo organismo, luego de un
acuerdo con la oposición rebelde, designó a Monseñor Adolfo A.
Nouel. Presidente Provisional, hasta la celebración de nue vas
elecciones.
Nouel duró en el poder apenas cuatro meses, pues agobia do
por las presiones que se derivaban de los bandos políticos en
permanente estado de pugna, (horacistas, Jimenistas y
velazquistas) los cuales estaban representados dentro del pro pio
gobierno ocupando cargos ministeriales, no encontró otro camino
que el de presentar su renuncia.
Luego de un acuerdo entre las partes en conflicto, donde
actuó como "mediadora" la misión norteamericana, le sucedió en
el mando el general Bordas Valdez, quien fue juramentado por el
Congreso, el 14 de abril de 1913.
Dos meses después, otra brega desatada por el dominio del
control administrativo del Ferrocarril Central, desató la rebe llón
entre horacistas y Jimenistas. y el país de nuevo retomó a la
anarquía.
A partir de aquí las insurrecciones no pudieron ser dete nidas,
a pesar de los esfuerzos del gobierno de los Estados Unidos, pues
como la lucha afectaba sus intereses, es decir, las recaudaciones
aduaneras, decidieron en principio darle todo su respaldo a Bordas
Valdez. En 1913 las recaudaciones aduaneras ascendieron a
4260162. mientras en 1914 a causa de la guerra bajaron a
3094584.
Esa guerra también perjudicó sensiblemente la producción
agrícola de la región norte, sobre todo en el plano de los rublos
alimenticios, y desorganizó aún más la administración públi ca.
pues el gobierno a causa de la caída de las recaudaciones
aduaneras sufrió una merma sensible en los ingresos fiscales de
más de medio millón de dólares en 1914. y ello motivó un serio
atraso en el pago de los salarios a los empleados públi cos. Los
ingenios, sin embargo, continuaron laborando normalmente.
Para salvar su precaria situación económica, Bordas Valdez
apeló a un nuevo empréstito. Con la aprobación de Estados Unidos
en 1914 logró un préstamo de $1600000 dólares del Guaranty
Trust Co., de New York, pero antes tuvo que aceptar la exigencia
norteamericana de que un “experto financiero” nombrado por el
Presidente de Estados Unidos, controlara las finanzas del Estado.
Pero el nuevo préstamo no fortaleció a Bordas Valdez y su
régimen siguió tambaleándose en medio de una insurrección cada
día más fuerte. Esa realidad condujo al presidente Wilson, a
elaborar un plan en abierta violación de la soberanía de nuestro
país, donde se indicaba que “si los líderes no se po nen de acuerdo
el gobierno de los Estados Unidos designaría uno, y le brindaría
todo su apoyo para sostenerlo en el poder (César Herrera. “De
Hartmont a Trujillo". Pág. 171).
En julio de de 1914, el presidente Wilson emitió una larga
declaración que envolvía un ultimátum, y dos días después lla mó a
dos amigos suyos para solicitarles que aceptaran la mi sión de viajar
a Santo Domingo para mediar en el conflicto. Eran ellos Franklin
Fort, ex gobernador de New Jersey, y Char les Smith, abogado de
New Hampshire. Ambos enviados lle garon a Puerto Plata, ciudad
que se encontraba en manos de los rebeldes, a mediados de agosto
de 1914, iniciando negociaciones con Horacio Vásquez, Juan
Isidro Jimenes, Federico Velázquez, Luis Felipe Vidal, por un lado,
y el presidente Bordas, por el otro.
En principio Bordas se resistió a la propuesta de los co -
misionados norteamericanos, de que renunciara a la presiden cia,
pero finalmente cedió a fines de agosto. En esas mismas reuniones
entre los líderes opositores y la misión norteameri cana se decidió
entonces la formación de un nuevo régimen que de manera
provisional gobernaría el país hasta la celebra ción de elecciones el
próximo año. Fruto de ese acuerdo resultó seleccionado el Dr.
Ramón Báez, hijo de Buenaventura Báez, quien se juramentó días
después.
Los comicios para elegir al nuevo Presidente de la Repú-
blica se efectuaron el 25 de octubre del año siguiente, resul tando
ganador Juan Isidro Jimenes.
No habían pasado dos meses de su llegada al poder, cuan do el
presidente Jimenes recibió las siguientes exigencias de parte del
Secretario de Estado Bryan:
1. Que situara todas las recaudaciones fiscales del Estado bajo el
control de la Receptoría de Aduanas.
2. Que reconociera a Charles M. Johnston, como contralor
financiero del gobierno.
3. Que concediera mayor independencia al director General de
Obras Públicas, Mr. Collect, impuesto en esa posición hacia
más de un año.
4. Que redujera los gastos militares, que sumaban casi el 50 %
del presupuesto de la República.
Las exigencias fueron examinadas por el Senado de la
República, organismo que se inclinó por no tomarlas en cuenta,
decidiendo en cambio el gobierno el envío a Estados Unidos de
una comisión para discutir la cuestión. Esa comisión es tuvo
integrada por: Jacinto B. Peynado, Secretario de Estado de Justicia
e Instrucción Pública; Federico Velázquez, Secre tario de Estado de
Fomento y Comunicaciones; Dr. Francisco Henríquez y Carvajal,
y el licenciado Enrique Jimenes, Minis tro Plenipotenciario en
Washington.
La misión fundamental de la comisión era la de llegar a un
acuerdo para evitar la presencia del "agente financiero", pero en el
tratado que firmaron que alcanzaron la esfera de acción de la
Receptoría fue ampliada, hasta permitir a dicha oficina
recaudadora extranjera, sino todas, la mayor parte de las fun ciones
que el gobierno norteamericano entendía debía tener el "experto
financiero".
Pero además, el señor Johnston fue designado en un pues to en
la Receptoría de Aduanas, a pesar de que el gobierno dominicano
había solicitado que no fuese designado en nin gún cargo en
nuestro país, y al cabo de varios meses de logra do el acuerdo en
Washington, el gobierno de Estados Unidos por medio de su
representante diplomático Russell el 19 de noviembre de 1915,
ahora en tono insolente reiteró su petición
de que fuese admitido el nombramiento de un “experto finan -
ciero". Agregando a su vez. que antes del reconocimiento del
gobierno de Jimenes de parte de Estado Unidos, tanto el Pre -
sidente como Federico Velázquez. se habían comprometido a
aceptar la presencia del “experto financiero" (Véase: Franklin
Franco Plchardo. Historia del pueblo dominicano. Pág. 417.
Sociedad Editorial Dominicana. 1993).
En Nota No. 14. de la Legación de los Estados Unidos en -
viada al Secretarlo de Estado de Relaciones Exteriores, donde
reiteraba su demanda de sobre el “experto financiero" Russell
señalaba que “los funcionarlos del gobierno del Presidente
Jimenes se están enriqueciendo mientras dejan en necesidad a los
empleados civiles del gobierno".
En esa misma nota, el diplomático agregaba otra exigen cia al
gobierno dominicano: la creación de una Guardia Civil,
organizada y comandada por Estados Unidos.
Todas estas exigencias eran levantadas en nombre de los
derechos supuestamente adquiridos por Estados Unidos, con la
firma de la Convención de 1907.
Mientras el presidente Jimenes entraba en conflicto con el
enviado norteamericano, entró también en dificultades con sus
opositores al querer destituir de sus puestos a un grupo de
seguidores de Horacio Vásquez, hecho que dio origen al levan -
tamiento armado del Gobernador de Puerto Plata. Quirico Feliú.
La amenaza de la guerra civil retomaba al país y enton ces el
enviado norteamericano, para envolver al mandatario dominicano
entre sus redes, le ofreció “toda la ayuda y las fuer zas necesarias
para sofocar cualquiera revolución". Jimenes prudentemente
rechazó el ofrecimiento, aun cuando en el Cibao la Insurrección
tomó fuerzas y en la región Este, las guerrillas de Chachá
Goicochea y Evangelista Jimenes reaparecieron.
Las reclamaciones norteamericanas fueron rechazadas en un
memorable documento escrito por el Ministro de Relacio nes del
gobierno dominicano, Bernardo Pichardo de fecha 8 de diciembre
de 1915. El diplomático estadounidense no respondió.
A principio de 1916 la situación política de Jimenes encon tró
nuevas dificultades pues fue enterado de que su Ministro de
Guerra, el caudillo de la región de La Línea, general Desiderio
Arias, conspiraba contra el gobierno. Arias no era bien visto por
los funcionarios norteamericanos, y en varios documentos
confidenciales lo calificaban como “bandido" y hasta de “ladrón".
Jimenes respondió a la conspiración con una disposición que
arrancaba de las manos del grupo de Arias la administra ción del
Ferrocarril Central, acción que indignó al grupo y a su caudillo, y
en el Congreso de la República los seguidores de este último
iniciaron ataques despiadados contra el Presi dente de la República.
Igual actitud asumieron los legislado res del grupo de Horacio
Vásquez. En consecuencias, el gobierno perdió la mayoría
congresional.
Abatido por las presiones de la oposición, por la división de
su grupo y por las presiones norteamericanas, el presiden te
Jimenes, quien tenía setenta y un años de edad, enfermó y sus
médicos le aconsejaron que descansara. Por ese motivo se retiró
por unos días a una hacienda propiedad del Arzobispa do cercana a
la ciudad capital. Encontrándose allí recibió el Presidente noticias
aún más graves sobre la conspiración de Arias, pues indicaban que
estaban envueltos en la misma los hermanos Mauricio y Cesáreo
Jiménez, ambos generales del ejército. El primero. Comandante de
Armas de Santo Domingo, y el segundo, jefe de la Guardia
Republicana, hecho por el cual el 14 de abril de 1916, ordenó el
arresto de ambos.
Cuando el jefe de la conspiración, el general Arias se en teró
del arresto de estos dos conjurados, su respuesta fue in mediata: Se
dirigió a la fortaleza y asumió allí el mando y se declaró en abierta
rebelión contra el Presidente.
Jimenes. mediante decreto, destituyó al Ministro de Gue rra en
rebelión, y designó en ese cargo a José Manuel Jimenes, pero el
Senado, donde ya el Presidente carecía de apoyo al perder la
mayoría, en una sesión efectuada el 1 de mayo, con vocada por los
partidarios de Arias y rodeado por fuerzas mi litares, objetó el
nombramiento, y lo que fue peor: Acusó al
anciano mandatario de “violar la Constitución” y también de
“malversación de los fondos públicos", demandando, además, su
comparecencia ante ese organismo para destituirle.
El mismo día que el Senado tomó esa resolución, arribó al
muelle de la ciudad de Santo Domingo el buque de guerra
norteamericano "Praire" bajo el mando de comandante Crosley.
Al día siguiente. 2 de mayo, el presidente Jimenes respon dió
al reclamo de su comparecencia ante el Senado, argumen tando que
“no se sometía a lo resuelto por emanar de unas Cámaras
revolucionarias que deliberaban bajo el imperio de la fuerza” .
(Luís F. Mejía. De Lilis a Trujillo. Pág 120).
El comandante Crosley, por su parte, ese mismo día remitió
una carta dirigida a la Cámara de Diputados y al Senado, don de
expresaba que sus tropas protegerían la Legación norteame ricana.
advirtiendo en forma amenazante, contra cualquier acto hostil
contra sus fuerzas.
Días después, otro buque de guerra norteamericano arri bó a
Santo Domingo, trayendo a bordo al contralmirante Caperton, alto
Jefe militar de las tropas norteamericanas que el año anterior
habían intervenido militarmente en Haití. Ape nas habían pasado
diez días de estos sucesos, cuando, por órdenes del presidente
Wilson. ya cinco buques de guerra norteamericanos se
encontraban en el puerto de Santo Domingo. mientras otros eran
enviados a Puerto Plata, San Pedro de Macorís y Monte Cristi.
Por su parte, el comandante Crosley. se comunicó con el
presidente Jimenes. a quien expresó que el gobierno de los Estados
Unidos estaba decidido a sostener con sus fuerzas su mandato,
ofrecimiento que ya había expresado el ministro Russell. El
Presidente dominicano rechazó el ofrecimiento, solicitando en
cambio a título de préstamo, fusiles y pertrechos militares,
petición que no fue aceptada.
El presidente Jimenes, conmovido por la presencia de miles
de soldados norteamericanos, sin fuerzas suficientes para aplastar
la insurrección de Arias, convencido de que “un cho que armado
arrojaría sobre la nacionalidad el sonrojo de la
Intervención extranjera", decidió presentar renuncia, en una
histórica carta dirigida al país, el 7 de mayo de 1916.
Siete días después el contralmirante Caperton en docu mento
dirigido a los generales Desiderio Arias, Cesáreo y Mauricio
Jiménez, demandó el desarme de sus fuerzas mili tares. Arias
abandonó con sus soldados la ciudad de Santo Domingo sin
disparar un tiro, dirigiéndose a Santiago.
Ya el quince de mayo, las fuerzas militares habían ocupa do
completamente la vieja ciudad colonial, y la ciudadanía recibió a
las tropas con indignación. “Más que una ciudad" es cribió Max
Henríquez Ureña “parecía que los soldados habían ocupado un
cementerio".
Mientras tanto, en el Congreso se dio inicio a un largo pro ceso
de discusiones y consultas orientadas a elegir un nuevo Presidente
de la República que culminó a finales de junio con la designación
en esa posición del Dr. Francisco Henríquez y Carvajal, un médico
dominicano residente en Cuba.
Henríquez y Carvajal regresó a su país el 35 de Julio de 1916,
juramentándose pocos días después, e inmediatamente comenzó a
recibir presiones de parte de la representación diplomática
norteamericana para que aceptara la presencia del "experto
financiero", situara todas las recaudaciones fiscales bajo el control
de la Receptoría de Aduanas, más el control norteamericano de las
fuerzas armadas. Como el Presidente dominicano no aceptó tales
imposiciones indignantes, la representación diplomática de
Estados Unidos se negó a entre gar al gobierno de Henríquez y
Carvajal, los fondos que le correspondían de las recaudaciones
aduaneras.
En consecuencia, el gobierno carecía de un solo centavo para
pagar los empleados públicos, pero tampoco disponía de soldados,
ni de recurso alguno para atender las necesidades de los hospitales
y los presidios, etc. Era en verdad un gobier no legal pero no real,
aunque disfrutaba del apoyo de casi toda la ciudadanía.
Cuatro meses duró esta situación, período en el cual las tropas
norteamericanas fueron ocupando paso a paso todos los pueblos
del país, hasta que formalmente el 29 de noviem-
bre el comandante H. S. Knapp, actuando “bajo la autoridad y por
orden de los Estados Unidos", proclamó el estado de ocu pación
militar por las fuerzas bajo su mando.

Soldados norteamericanos bajo la lluvia patrullan la calle Isabel la Ca-


tólica. 1916. Tomado de B. Vega. “Imágenes del ayer“.
LA POLÍTICA ECONÓMICA DE LA DICTADURA MILITAR
NORTEAMERICANA, 1916-1922

1916-1922. Datos sobre población. Tierras bajo cultivo. Listado de las principales ocupaciones. La
artesanía rural. Situación de los ferrocarriles. Inician construcción de carreteras. Mejoría en las re-
caudaciones aduanales. Terminan carreteras que cubren centenares de kilómetros, y con ellos se consolida
el mercado nacional. El uso del automóvil se va generalizando. Construyen planteles, acueduc tos, y se
amplia el uso de la energía eléctrica. Crisis de 1920 desploma los precios del azúcar y demás productos
de exportación y bajan las recaudaciones. Ocupantes militares efectúan varios empréstitos en nombre de
la República. Ley de registro de tierra favorece a empresarios norteamericanos.

Un censo de población realizado por los ocupantes en 1920, estableció en


894665 el número de habitantes de la República Dominicana. De ese total, el
83.4 % vivía en el campo y sólo el 16.6 en las zonas urbanas. Ese nuevo censo
expresó que en el territorio nacional se encontra ban bajo cultivo 8629403
tareas, es decir el 49.9 del total. Fuera de esa condición se encontraban
8649198; el 50.1%.
Del total de los 17278801 tareas de tierras actas para el cultivo
consideradas en el mencionado censo, más de 25% se encontraban bajo el
dominio de los ingenios azucareros norteamericanos.
Fuera de los ingenios azucareros, el desarrollo industrial dominicano era
escaso. Las fábricas existentes, salvo como hemos dicho el caso de los
ingenios, eran verdaderos talleres artesanales. Los principales artículos
elaborados en el país eran: muebles, vestidos, calzados, cigarros y cigarrillos,
ron. alcohol, embutidos, chocolate, ladrillos y tejas, pan, queso y mantequilla,
dulces, etc.
Calle El Sol. Foto de 1918.

Para tener una idea más completa del escaso desarrollo de la sociedad dominicana
durante la época que examinamos, a continuación un listado de las principales
ocupaciones en las zonas urbanas, y el número de personas empleadas en las mismas:

Electricistas...................................................................16
Mecanógrafos................................................................48
Plateros........................................................................108
Profesores....................................................................915
Relojeros.......................................................................24
Mecánicos..................................................................1118
Músicos.......................................................................207
Fotógrafos......................................................................45
Comadronas.................................................................123
Carpinteros, ebanistas................................................3338
Alfareros......................................................................111
Choferes.....................................................................715
Costureras..................................................................4618
Dulceras......................................................................506
Empleados de comercio.............................................4216
Empleados municipales.............................................1216
Empleados del gobierno.........................................2813
Planchadores........................................................... 2156
Lavanderas.............................................................. 2581
Tabaqueros.................................................................. 714

Como agricultores el censo registra a 137, 764 dominica nos, y como ganaderos a
160. En el campo era escaso el uso del arado y de los fertilizantes, salvo en las grandes
haciendas y en los ingenios. Los instrumentos fundamentales del pequeño y mediano
campesino eran la coa, de origen taino, y el machete. El transporte de carga
generalmente se efectuaba a caballo y en carretas.
Una buena parte del campesinado dominicano vivía en “conucos” donde se
cultivaba lo indispensable para la subsistencia y un pequeño excedente para el
intercambio en el mercado del pueblo más cercano.
Las principales actividades de los artesanos rurales eran la fabricación de andullos
(tabaco envejecido y prensado en yagua), raspaduras, utensilios de barro cocido para
uso doméstico; muebles, tales como sillas y mecedoras de madera y gua no, catres, etc.
además de serones de guano, sombreros de cana, monturas para caballos, mulos y
burros. En las medianas y grandes haciendas se elaboraba queso y mantequilla.
En el centro del Cibao y en los ingenios funcionaban fe rrocarriles. El Ferrocarril
Central, unía a Santiago con Puerto Plata, y otra vía ferroviaria entrelazaba a esa
misma ciudad con Moca. San Francisco de Macorís. Villa Riva, (denominada an -
tiguamente como Almacén del Yuna) y Sánchez.
Ambos ferrocarriles transportaban cargas y pasajeros. Pero la carga de los
productos agrícolas tenía que ser llevada a las ciudades, pues los ferrocarriles tenían
pocas paradas intermedias, y todas en pequeños pueblos situadas al borde de la via.
Para la época en que fue efectuado este censo, los ocupan tes norteamericanos
habían dado inicio a la construcción de tres importantes carreteras que comunicarían a
la ciudad de Santo Domingo, con las regiones Norte. Este y Sur. Pero esta ban
inconclusas.
LAS REFORMAS ECONÓMICAS
Durante los primeros cuatro años de la intervención mili tar norteamericana, el
Departamento de Estado prestó poca atención a la situación dominicana, debido a su
permanente ocupación en los quehaceres de la Primera Guerra Mundial, y todo lo
concerniente a la administración del país estuvo en manos de la marina de Estados
Unidos, cuerpo donde se creó una tendencia de altos oficiales que llegó a
manifestarse por la anexión de nuestro territorio, unos, y otros por una larga
ocupación.
Esto explica en gran medida el énfasis que puso el gobier no militar en llevar a
efecto, todo un conjunto de obras mate riales importantes que contribuyeron a la
transformación d el país.
Naturalmente, tales iniciativas fueron posibles gracias a la gran mejoría que se
registró en los precios de los principales artículos de exportación - Azúcar, café,
cacao, etc., como consecuencia del estallido de la Primera Guerra Mundial, mejo ría
que originó un notable aumento en las recaudaciones fiscales.
Particularmente en el plano de las obras públicas, el go bierno militar realizó una
tarea de importancia: fueron cons truidas - o terminadas - centenares de kilómetros de
carreteras en el Norte. Sur y Este de la República, hecho que permitió unir a la
ciudad capital con los principales centros agrícolas y ga naderos, y con las
principales ciudades.
Esas carreteras lograron la consolidación del mercado nacional y favorecieron a
la agricultura y a la ganadería.
Cuando en 1922 se instaló el Gobierno Provisional de Juan Bta. Vicini, acorde
con los términos de la desocupación esta blecidos en el Acuerdo Hughes -Peynado,
415 kilómetros de carreteras ya habían sido construidos, y los principales mue lles
habían sido rehabilitados o mejorados.
En el plano de las obras públicas además, se construye ron decenas de planteles
escolares, varios hospitales y un leprocomio en Nigua, lugar cercano a la ciudad
capital: tres
acueductos, varias fortalezas y cárceles, y algunos edificios públicos, en la ciudad
capital. Puerto Plata y Santiago. También fue ampliado el uso de la energía eléctrica
en las ciudades que ya tenían ese servicio y el alumbrado de las calles.
Las nuevas carreteras facilitaron el incremento del uso del vehículo de motor, que
poco a poco se fue convirtiendo como el principal medio de transporte.
Pero muchos de los proyectos de obras públicas iniciados en 1917 y 1919 con
recursos internos, tropezaron con un se rio problema antes de ser concluidos: la gran
crisis económica de 1920 que desplomó los precios de los principales productos de
exportación, azúcar, café, tabaco, cacao, etc., ori ginó de paso una notable reducción en
las recaudaciones fiscales. Por ejemplo, de $1015315 dólares recaudados durante el
año fiscal de 1919- 1920, los ingresos bajaron a $842087 dólares el año siguiente, y a
$561217, durante el año fiscal de 1921-1922.
Para concluir las obras iniciadas, incluidas las carreteras, la dictadura militar
norteamericana, actuando a nombre de la República Dominicana y con la aprobación
del secretario Hughes, abrió de nuevo las compuertas del endeudamiento exterior.
El primer préstamo fue establecido en junio de 1920, ope ración que fue efectuada
con la empresa financiera estadouni dense Equitable Trust Co., de New York, por un
monto de US$2500000, con un interés del 8% anual y vencimiento en 1925. Para ese
préstamo, como para los demás, se emitieron bonos a nombre de la República
Dominicana.
En enero del año siguiente se emitieron nuevos bonos por valor de 500 mil
dólares, amortizables en cinco años. En marzo de ese mismo año, el gobierno de
Estados Unidos autorizó a los Jefes militares de la ocupación efectuar una nueva
emisión de bonos, esta vez por US$10000000. De esa suma sólo fue ron utilizados
US$67000000, en compromisos redimibles en veinte años, con un 5% de interés.
Todos esos compromisos fueron utilizados supuestamen te en la continuación de
los trabajos de las obras públicas, y para pagar compromisos vencidos.
Por otra parte, en julio de 1920 la dictadura militar norte americana dictó una Ley
de Registro de Tierra que implantó en nuestro país el sistema inglés de mensura
catastral, favoreciendo enormemente a los dueños de los ingenios azucare ros.
Dos de los objetivos de dicha ley eran, primero, obligar a los dueños de terreno a
registrar su propiedad y anular el sistema de los terrenos comuneros, mediante el cual
dos personas o más eran dueñas de un terreno que no tenía delimitaciones precisas, y
el otro, crear un impuesto que elevara los ingresos del gobierno.
Como la mensura era muy cara, el campesinado domini cano terminó, unos
vendiendo sus propiedades, y otros, cediendo gran parte de sus tierras a los
agrimensores y abogados, como pago de la mensura y registro de su propiedad. Los
agrimensores y los abogados hicieron su agosto con la aplicación de esta ley.
Los dueños de los ingenios azucareros y otros grandes hacendados fueron
también favorecidos, pues un artículo de la Ley de Registro de Tierra, declaraba como
propietario a todo aquel que tuviera más de 10 años en posesión de un terreno
dedicado a cualquier actividad productiva.
A partir de aquí los dueños de los ingenios registraron una inusitada expansión de
sus predios. En 1915 los ingenios azu careros poseían 452000 tareas de tierras, pero en
1921 la cifra se elevó a 2700662 tareas.
Pero no fueron sólo los dueños de ingenios quienes a par tir de la promulgación de
la Ley de Registro de Tierra quienes se dedicaron al acaparamiento de terrenos. Esa
práctica se extendió incluso hasta los propios funcionarios de la Receptoría de
Aduanas. H. L. Orme y J. H. Edward. dos empleados de esa dependencia, el primero
también presidente de la compañía maderera Orme Mahogany Co., reportaron que
tenían propiedades que reunían aproximadamente un millón de acres.
Una empresa registrada en Virginia, la Habanero Lumber
Co., reportó el inicio de reclamaciones legales que envolvian casi la mitad de las
tierras de la provincia de Azua, y la Maryland and Tumber Co., de Philadelphia,
registró derechos sobre otros 100000 acres.
Muelle y puerto de San Pedro de Macoris. 1918.

Debemos de subrayar que este proceso masivo de acapa ramiento de tierras, fue
más amplio en la región Este que en las demás regiones del país. Esa realidad explica
la fuerza que tomó dicha región el movimiento patriótico guerrillero contra la
intervención militar norteamericana.
Ese proceso de acaparamiento de tierras, además, acele ró la descomposición de la
economía natural de subsistencia del campesinado dominicano, y afectó a la mediana
y pequeña producción agrícola, hecho que forzó al aumento de la proletarización en el
campo, pero también el desempleo y el bandidaje.
Una de las medidas más perjudiciales a la economía na cional tomada por el
gobierno militar de ocupación impuesto a nuestro país por Estados Unidos a partir de
1916, fue la reforma arancelaria promulgada en 1919 y que entró en vigor el día 1 de
enero de 1920.
Mediante esa reforma fueron declarados libres de derechos 245 artículos y
reducidos los aranceles de otros 700, con el supuesto propósito, según declaró la
comisión que hizo las recomendaciones pertinentes, de “favorecer a la porción pobre
del pueblo”, pero con el real objetivo de abrir aún más el mer cado norteamericano a
las importaciones.
A partir de esa reforma fueron declarados libres de dere chos las importaciones de
pieles de todas clases, el café, el cacao, las carnes de vaca y cerdo, las aves de corral,
el maíz machacado, la cebolla, las maquinarias para la producción de artículos de
exportación, la harina de maíz, los frijoles, cebo lla, sal molida, ladrillos, cal y
rebajados entre un 40 y un 75 por ciento las importaciones de calzados, vestidos,
jabones de tocador, etc.
Otra orden impositiva decretada por los interventores fue el impuesto a la
propiedad inmobiliaria, o impuesto territorial. Este impuesto sólo pudo ser cobrado
parcialmente, pues tan pronto fue decretado surgió un amplísimo movimiento de opi -
nión en su contra, y además, gran parte de los propietarios se resistieron a su
cumplimiento.
La reforma tributaria y los efectos desastrosos de la depre sión de 1920, sembraron
la ruina y la desolación en casi todo el pueblo. (Véase: Antonio Hoepelman y Juan A.
Senior. “Documentos Históricos", el informe del Lic. Fco. J. Peynado. Pág. 263.
Librería Dominicana. Col. Pensamiento Dominicano. Vol. 51. 1973).
Para tener una idea de los efectos trágicos de ambos fenó menos sobre la economía
dominicana, es importante observar el movimiento de las exportaciones. En 1920 estas
ascendieron a 45305620 dólares, mientras durante el año siguiente tan solo alcanzaron
14338354 dólares.
Esa reforma arancelaria perjudicó fuertemente a la agri cultura, la ganadería, las
artesanías y a la pequeña industria manufacturera local.
Particularmente los productores de café se fueron a la ruina inmediatamente, pues
los comerciantes importadores comenzaron enseguida a importar ese producto de
Brasil, pues su precio era mucho más bajo.
Los únicos beneficiarios fueron los importadores, grupo integrado en su mayor
parte por extranjeros: españoles, ita lianos, ingleses, alemanes, árabes, y los dueños de
los ingenios, que ahora compraban libres de derechos sus maquinarias y las
mercancías que importaban y vendían en sus bodegas a una clientela cautiva, pagaban
muy pocos impuestos.
Paralelo a todo lo anterior, a consecuencia de la crisis de 1920, y de la caída de la
producción nativa motivada por las reducciones arancelarias, el país padeció una
espiral inflacionaria en casi todos los productos de primera necesidad, como jamás
había conocido. La manteca, por ejemplo, subió de 14 centavos en 1919, a 30 el año
siguiente, y el arroz de 4 centavos a 14, mientras las habichuelas de 5 centavos, se ele -
varon a 15; la carne, que se cotizaba el año anterior a 15 cen tavos, se elevó a 30
centavos.
Pero lo más curioso ocurrió con el precio al detalle del azú car: mientras en el
mercado internacional los precios bajaron estrepitosamente de 20 centavos a 4
centavos la libra, en el mercado local el consumidor tenía que pagar 10 centavos y más
por libra.
Para tener una idea más completa de lo ocurrido con los precios de los artículos
antes indicados, es bueno apuntar que el salario diario de un trabajador, oscilaba entre
30 y 60 centavos.
Donde más fuertemente se dejó sentir la crisis fue en la región Este. Allí, el alza
de los precios originó incluso huelgas de trabajadores cañeros “cocolos" y haitianos,
en demanda de aumentos salariales.
También el pequeño y mediano comercio padeció de los efectos de esa crisis, pues
muchos se descapitalizaron y se arruinaron.
A finales de 1920, la situación era tan desesperante en este último sector y entre
los agricultores, que la revista “Letras”
demandó en un artículo que el gobierno militar “ponga en cir culación, de los fondos
no comprometidos en otra cosa, la suma de cuatro millones de pesos oro bajo una
de las siguientes formas: hipotecas de propiedades rurales o sobre propie dades
urbanas, o hipotecas de mercancías...”, solicitud que no fue atendida. (Véase:
Revista “Letras". Diciembre 12 de 1920).
El profesor Bosch señaló que durante la crisis de 1920, el "descenso en la
escala social, en términos económicos, no de categoría relativa, fue violento. La
mayoría de los sectores de la pequeña burguesía nacional cayeron más bajo de
donde habían estado en 1915. Muchas firmas importantes desapa recieron (Juan
Bosch. Composición Social Dominicana. 1970. Pág. 140).
Un elemento que contribuyó a agravar la situación aún más, lo fue el cierre casi
total del crédito de los exportadores norteamericanos y europeos a los comerciantes
del país, lo que provocó que muchas casas comerciales paralizaran sus acti vidades
durante más de un año.
El comercio inició su recuperación a partir de 1922, a raíz del alza que comenzó
a registrarse en el mercado mundial en las manufacturas textiles y también por la
mejoría que poco a poco se fue manifestando en los precios del cacao, el café y en
menor medida en el azúcar.
Sobre este último producto hay que subrayar que a partir de 1922, las
exportaciones de azúcar comienzan a girar, del mercado norteamericano al inglés y
al canadiense, debido a las nuevas tarifas arancelarias aprobadas en Estados Unidos.
Sin embargo, el azúcar era enviada a Norteamérica, generalmente a New York,
donde era almacenada, y desde allí los intermediarios norteamericanos que controlaban
su comercialización, la distribuían a otros mercados.
Para tener una idea de la magnitud del giro registrado en el plano de las
exportaciones de azúcar, un cuadro de las ex portaciones entre 1921 y 1925, según
países de destino.
Años País Kilos Valor en US$
1921 Estados Unidos 145761512 12007981
Reino Unido 4951112 252944
1922 Estados Unidos 48370811 2646751
Reino Unido 37885388 1792256
Canadá 78576228
1923 Estados Unidos 56285236 6039597
Reino Unido 42850513 4408392
Canadá 69955511
1924 Estados Unidos 50778540 5517193
Canadá
1925 Estados Unidos 6267161 364304
Reino Unido 155608172 8086605
Canadá 98906050
Fuente: Reporte anual de la Receptoría de Aduanas.
• Se cotizaba en el Reino Unido.

En ese momento. 20 ingenios laboraban a plena capaci dad productiva. Allí, en las
tierras de propiedad de las empre sas azucareras y en las colonias asociadas a ellas,
laboraban unas 24 mil personas durante la temporada de la zafra. De ese total, 22121
eran braceros provenientes de las pequeñas An tillas inglesas, francesas, holandesas, y
haitianos en su mayor parte.
La dictadura militar norteamericana, en coordinación con el gobierno militar que
Estados Unidos había instalado en Haití en 1915, estimuló la contratación de braceros
haitianos, pues el trabajador dominicano, debido a los bajísimos salarios, y a las
horribles condiciones de trabajo prevalecientes en los cen trales azucareros, donde se
trabajaba bajo un régimen casi de esclavitud, desde los finales del siglo pasado se fue
desligando de las labores en los ingenios.
He aquí, por nacionalidades, el número de braceros extran jeros existentes en
aquel momento:
Haitianos.................................................................. 10124
Ingleses..................................................................... .7865
Franceses...................................................................1621
Holandeses.................................................................1279
Daneses .......................................................................355
Norteamericanos (Islas Vírgenes)................................646
Norteamericanos (Puerto Rico)....................................218
Otros..............................................................................13
Total........................................................................22121
De esos 22121 braceros extranjeros, 12866 se concen traban en la provincia de
San Pedro de Macorís y 2837 en la de El Seybo, donde se habían instalado, en la
primera, 10 ingenios, y en la segunda, el Centra Romana, uno de los más importantes
del país. De ese total, 16847 eran hombres, 3754 eran mujeres y 1520 eran niños.
José del Castillo, en un interesante estudio sobre los bra ceros cañeros titulado:
“La inmigración de braceros en la Re pública Dominicana" apunta que la mayor parte
de estos braceros llegaban bajo contrato efectuado por ellos con los agentes de los
propietarios de ingenios, otros eran traídos por goleteros que cubrían la navegación a
vela entre nuestro país y las pequeñas Antillas, quienes actuaban en combinación con
los dueños de ingenios, y una buena parte venía por cuenta propia. En todo caso, el
agente reclutador de braceros recibía una comisión que pagaba el ingenio por cada
bracero traído al país.
Con el paso de los años, con el crecimiento de la industria azucarera nacional, el
papel de los reclutadores, función que ejercían en principio los capitanes de goletas o
los dueños de las embarcaciones, para el caso de los trabajadores que pro cedían de las
pequeñas Antillas, y militares establecidos en Haití como miembros del ejército
norteamericano que ocupaba aquella nación o haitianos o dominicanos vinculados a
los ingenios, tomó una gran importancia, pues esa actividad se convirtió en un jugoso
negocio.
Para evitar que los braceros disgustados por cuestiones salariales u otras razones,
intentaran regresar, como ocurrió en muchas ocasiones, una Orden Ejecutiva No. 259
de marzo de 1919, prohibió a los capitanes de buques y a las agencias navieras,
venderles pasajes o permitirles embarcar, sin antes haber cumplido un año en el país.
Otra Orden Ejecutiva decretada por el gobierno militar norteamericano un mes
después de ese mismo año. y que re vela la imperiosa necesidad que tenían los ingenios
en mantener a los braceros bajo su absoluto control, prohíbe la exportación de
trabajadores, tanto nacionales como extranje ros. (Véase: Nelson Carreño. Historia
Económica Dominicana. Agricultura y crecimiento económico. Siglos 19 y 20,
Universidad Tecnológica de Santiago. 1989. Pág. 151).

Tranvía de la Ciudad de Montecristi


LA SITUACIÓN ECONÓMICA ENTRE 1922-1930

Pago deuda exterior cubre casi el 50% de las recaudaciones. Dificultades


económicas del régimen de Vásquez. Presidente acude a nuevos
endeudamientos. La Convención de 1924. Ley de 1926 autoriza nueva emisión
de bonos. La política agrícola de Vásquez. Mejora la situación económica. La
corrupción del régimen convierte la mejoría en artificial. Llega al país Misión
Daes para estudiar finanzas del Estado. Sus recomendaciones. Estalla en
noviembre de 1929 la crisis económica en Estados Unidos y en lo inmediato
repercute en Santo Domingo.

En 1922 los norteamericanos, en cumplimiento del acuerdo de


evacuación que se conoce con el nombre de Plan Hughes-
Peynado, instalaron un Gobierno Provisional presidido por Juan
Bautista Vicini con el propósito fundamental de que organizara
comicios para elegir un Presidente Constitucional y al cuerpo
legislativo.
En régimen de Vicini no tomó en el plano de la economía,
ninguna medida significativa, pero el que le sucedió, presidi do
por el viejo caudillo Horacio Vásquez, adoptó algunas dis -
posiciones que merecen ser tomadas en cuenta.
Pero antes debemos decir que las principales actividades
productivas por estos años eran la siembra e industrialización del
azúcar, el cultivo del cacao, café, tabaco, la cria del gana do
vacuno y el corte de madera, aunque este último renglón, que
durante muchas décadas del siglo pasado había sido el principal
producto de exportación, había descendido muchísimo a causa de
la deforestación sin reforestación.
La nuestra era en aquellos momentos una sociedad agrí cola. y su
población osciló, de 895 mil habitantes en 1920. a
1.250,0. en 1930. Durante ese decenio, la mayor parte de la
población vivía en el campo, analfabeta en más de un 90 por ciento.
A diferencia de otras sociedades agrícolas atrasadas, con
economías orientadas en lo fundamental al mercado interior, la
economía dominicana apuntaba hacia el exterior, y no po día suplir las
necesidades de alimentación de su población En 1927 para poner un
ejemplo, las importaciones ascendieron a 27784000, y de esa suma,
más de 7 millones fueron invertidos en la compra de alimentos.
Cuando Horacio Vásquez llegó al poder por medio de elec ciones
en Julio de 1924. la situación económica nacional no era de bonanza,
sino de dificultades. Los precios de los principales artículos de
exportación, que se desplomaron en 1920 a causa de la crisis
mundial, no habían logrado su completa recuperación, y la tendencia
en el mercado mundial era de inestabilidad.
Tal realidad redujo los ingresos del Estado, y por este motivo,
muchas escuelas que habían sido cerradas durante el gobierno militar
norteamericano, no pudieron ser abiertas en lo inmediato.
Además de que los Ingresos del Estado no eran altos, afec taban
las finanzas del Estado de manera lacerante, los fondos que se tenían
que invertir para cumplir con su deuda exterior.
En 1924, por ejemplo, la suma total recaudada por el ré gimen de
Vásquez. alcanzólos 10320730.07 dólares, y de ese total tuvo que
pagar 4519476.62 dólares, es decir, casi el 50%.
Por tales razones, necesitado de recursos para poder cum plir con
sus promesas electorales, Vásquez acudió al Congre so para que le
permitiera emitir bonos por la suma de
2,500.0 dólares con un interés de 5 1/2 %, redimibles a los dos
años, petición que fue cumplida mediante resolución.
Esa emisión se amparó en una Orden Ejecutiva del gobier no
interventor, que aprobó una emisión de bonos por la suma
de 10000000 de dólares, de la cual sólo se utilizaron
6.7000.0. dejando pendiente la suma de 3300000.
Con la aprobación del gobierno de Estado Unidos, requi sito
establecido en la Convención de 1907, una firma norte americana
descontó los bonos. Con esta nueva emisión la deuda exterior
dominicana se elevó a $13534276.14 dólares, según un informe de
la Receptoría de Aduana.
Los recursos obtenidos mediante este nuevo empréstito fueron
utilizados, una parte, a la continuación de los trabajos de obras
públicas, y en la compra y reparación de las empre sas que
suministraban el agua y la luz en las ciudades de Santiago y Puerto
Plata, en ambos casos, propiedad de una firma norteamericana.
Esta última operación fue muy criticada, pues fueron in -
vertidos allí 400000 dólares, y la oposición entendía que no valían
siquiera la mitad, debido al estado de deterioro en que se
encontraban.
A finales de 1924, el viejo caudillo cibaeño estableció un
acuerdo con el gobierno norteamericano para la firma de una nueva
convención que entró en vigencia el año siguiente, lue go de ser
aprobada por los congresos de Estados Unidos y el de nuestro país.
Ese nuevo documento, que reemplazó a la convención de 1907
firmada durante el régimen de Cáceres. copiaba casi tex tualmente
los articulados de la anterior, pero al menos el Es tado dominicano
recuperó el derecho de poder modificar su arancel.
Agotados los fondos obtenidos con la emisión de bonos
efectuada en 1924, en 1926, mediante ley No. 516 del Congre so
Nacional, Vásquez fue autorizado a negociar una nueva emi sión de
bonos por la suma de 10000000 de dólares, cantidad que fue
finalmente dividida en dos partidas, cada una de
5.0. 000 de dólares. Ambas emisiones fueron negociadas con
banqueros norteamericanos con un interés de un 5 1/2%. Estos
bonos fueron negociados al tipo de $98.07 por cada bono valorado
en $100.00
Según la ley que permitió este nuevo empréstito, los fondos
serían utilizados en:
A) Acueducto de la ciudad de Santo Domingo. $2500000.
B) Mejora y dragado de los puertos de Santo Domingo, Puer to
Plata y San Pedro de Macorís. $2000000.
C) Carreteras y caminos. $2500000.
D) Plan de Riego, colonización de la frontera, compra de te rrenos,
etc. $2500000.
E) Construcción de diez escuelas en La Vega, Puerto Plata,
Santiago, Moca. Barahona, El Seybo, Samaná. San Cristóbal.
$200000.
F) Fondo inicial para la organización del Banco Agrícola.
$500000.
Durante sus primeros cuatro años, el régimen de Vásquez dio
inicio a tareas dirigidas a la reorganización estatal y de fomento a la
agricultura. Fueron declaradas varías zonas agrí colas como
privilegiadas, donde se ofrecían ayuda técnica y económica al
pequeño y mediano propietario.
Por otra parte, Vásquez también derogó algunos privilegios
otorgados por la anterior administración militar norteameri cana a
las empresas azucareras estadounidenses, como la que exoneraba
de impuestos a las importaciones de maquinarías e implementos
agrícolas, y limitó por decreto las extensiones de terrenos que
podían ser dedicadas a la siembra de caña de azúcar, con el
propósito de obligar a los inversionistas extranjeros a diversificar
su producción, objetivo que no logró.
Durante los cinco primeros años del régimen de Vásquez, se
puede afirmar que se fue registrando una acentuada mejo ría
económica, realidad que se refleja en el aumento de los ingresos del
Estado. Por ejemplo: en 1924 los ingresos fiscales alcanzaron a los
$10 320730.07, mientras en 1928 se elevaron a $15385843.75.
Y otro detalle importante que permite establecer esta me joría
es el siguiente: si bien los precios de los principales pro ductos de
exportación durante estos cinco años no mejoraron gran cosa, la
producción global aumentó, en unos casos, y en otros se mantuvo
estable.
Pero la política financiera del gobierno de Vásquez convir tió
esta mejoría en artificial, pues en la medida en que fueron
creciendo los ingresos del Estado, el país se fue endeudando. Ya en
1928, la deuda pública ascendía a $20000000.
El año de 1929 no fue muy bueno para la economía na cional,
ni mucho menos para las finanzas del gobierno, pues Vásquez
quien pretendía reelegirse, abrió de par en par las puertas de la
corrupción en la administración pública y en el ejército. Ese año.
una misión de expertos en cuestiones financieras contratada por el
gobierno, la cual estuvo encabezada por Charles Dawes, ex
vicepresidente de los Estados Unidos, recomendó recortes en el
presupuesto de la nación y descu brió manejos turbios en los fondos
que administraba el ejército.
La “Misión Dawes” elaboró un importante informe final que
fue presentado a Vásquez y sus ministros en abril de 1929,
documento que sirvió de base para la promulgación de una serie de
leyes y reglamentos que modificaron completamente el sistema
administrativo financiero del Estado, como fueron: la Ley de
Presupuesto: la Ley de Contabilidad, que creó los cargos de
Contralor y Auditor General, y la Contraloría Gene ral de la Nación;
la Ley de Hacienda.
Julio C. Estrella, en su obra: “La moneda, la banca y las
finanzas” publicada en 1971 por la Universidad Madre y Maes tra,
señaló sobre las nuevas reformas del sistema administra tivo
gubernamental dominicano que “de hecho, la actual estructuración
del mecanismo fiscal de la República Domini cana, continúa
siguiendo fundamentalmente el esquema di señado en el informe de
la “Misión Dawes".
Por último debemos de subrayar que todas las reformas
sugeridas en 1929 por la "Misión Dawes”. seguían casi al pie de la
letra el modelo administrativo fiscal norteamericano.
Ese mismo año de 1929, específicamente el 24 de octubre,
estalló la gran depresión de la economía norteamericana, he cho que
originó el cierre de la bolsa de valores de New York, y los precios
del azúcar y todos los productos dominicanos de exportación, salvo
el café, de la misma manera que como ocurrió durante la crisis de
1920, se desplomaron, y el gobierno se vio obligado a aplicar una
rígida política de austeridad su primiendo centenares de empleados
públicos. Al propio tiempo, decenas de pequeños, medianos
comerciantes, y hasta grandes importadores y exportadores,
comenzaron a entrar en dificultades, pues vieron de pronto su
crédito restringido o cerrado, registrándose una paralización casi
total de las ventas.
Pero esa crisis que se inició en 1929, y que meses después se
llevó de paro al régimen de Vásquez, la analizaremos con más
detalles en el próximo capítulo, que estará dedicado a estudiar los
vaivenes de la economía nacional durante la Era de Trujillo.
Pero antes debemos de subrayar que entre las primeras
medidas tomadas por el nuevo gobierno provisional instalado y que
presidio el licenciado Rafael estrella Ureña, se encontra ban la
derogación de todas las leyes aprobadas durante el ré gimen de
Vásquez que afectaban en algo los intereses azucareros
norteamericanos. Entre otras, la que limitaba la extensión de los
cultivos de la caña de azúcar, y la ley No. 815 por medio de la cual
se establecía un impuesto de 150% al valor de las importaciones de
implementos y maquinarias agrícolas de las industrias azucareras.
LA CRISIS MUNDIAL DE 1929
Y SUS REPERCUSIONES AÑOS DESPUÉS

Instalación del general Rafael Leonidas Trujillo como jefe del Estado dominicano
y la crisis mundial de 1929. Memorias del Secretario de Estado de Agricultura. Los
ingresos del Estado se reducen significativamente. El ciclón de San Zenón azota
las regiones Este y Sur. Recomiendan moratoria en el pago de la deuda externa
dominicana. Ley energética. Acuerdo del gobierno dominicano y la empresa
norteamericana Cia. Agrícola Dominicana. Creación de empresas propiedad de
Trujillo. Promoción de cultivo de diversos productos de alto consumo. Fomento de
la agricultura. Legislación en favor de la industria. Los éxitos en el cultivo del
arroz.

En los momentos en que el general Rafael L. Trujillo Molina se


juramentaba como Presidente Constitucional de la República, el
16 de agosto de 1930, la cri sis mundial que estalló en Estados
Unidos en octubre del año anterior, había entrado en su fase más
aguda y ya se había extendido en todo el mundo, haciendo
estragos muy profundos en toda América Latina, y muy
particularmente en nuestro país, cuya economía era absolutamente
dependiente de la norteamericana.
Las memorias del Secretario de Estado de Agricultura do -
minicano hablan con absoluta claridad sobre la situación: “La
crisis económica ha venido acrecentándose cada día más. El año
1930 ha presenciado los consiguientes efectos de ella. La parcial
restricción del crédito internacional y la nota ble disminución del
poder adquisitivo del público han contribuido a disminuir las
importaciones. (Memoria del Secretario de Estado de Agricultura
relativa al año 1930. Publicada en febrero de 1931 por “Litografía
la información”. Véase además.
el capítulo titulado. “La crisis de 1929 y la génesis del trujillato" en la obra.
“América Latina en los años treinta." Pablo González Casanova, Coordinador.
Editorial Universidad Autónoma de México. 1977).
Es decir, el principal renglón desde donde el Estado cubría su presupuesto -los
impuestos a las importaciones y exportaciones- se había desplomado. Y puesto que
también eran las aduanas, administradas por un funcionario designado por el
gobierno de los Estado Unidos, la fuente de ingreso fundamental para el pago de la
deuda exterior, hasta allí también llegó el desastre.
A finales de 1930 la crisis económica había llegado al fon do: el hambre
azotaba los pueblos, el cierre por quiebra del comercio y de talleres artesanales era
cuestión cotidiana, y asimismo, la pérdida de cosechas que no encontraban salida.
El panorama era verdaderamente sombrío.
El azúcar, principal producto de exportación, que ya ha bía bajado el año
anterior a 2.3 centavos libra, continuó cuesta abajo, situándose en 1930 a 1.5
centavos libra. Fenómeno parecido se registraba con el café, el cacao, y el tabaco.
Ese último año. los ingresos del Estado se redujeron en casi un 25%. De
9879843.75, dólares, bajaron a 7350000.00, y el año siguiente seria peor.
Para tener una idea de la magnitud del desastre, recorde mos que durante el
periodo fiscal de 1928- 1929, el Estado re gistró un ingreso superior a los 15
millones de dólares.
Ese año de 1930 el gobierno tuvo dificultades en pagarlos sueldos de sus
empleados, y por ello aplicó una política de austeridad que se inició con el despido de
centenares de empleados públicos, llegando hasta el cierre de planteles escola res. En
pocas palabras, el país se encontraba al borde del colapso.
Para empeorar la situación, el 3 de septiembre de ese año que analizamos, un
poderoso ciclón que fue bautizado con el nombre de San Zenón azotó las regiones
Este y Sur de la geografía nacional, derribando más de mil viviendas en la capí- tal.
originando miles de victimas, y causando terribles daños a la agricultura.
Tan desastrosa era la situación económica que la nación atravesaba, ahora
agravada por los efectos del ciclón, que el Receptor interino de Aduana,
cablegrafió a su gobierno indicando que se necesitaba declarar una moratoria en
los pagos de la amortización de la deuda exterior, e incluso, demandó que le fuera
otorgado al país un nuevo empréstito.
En Washington, el Secretario de Estado asistente. Cotton, fue más lejos,
señalando que no sólo estaba de acuerdo con la petición del Receptor de Aduana,
sino que también estaba de acuerdo con detener el pago de los intereses.
En cambio, el gobernante dominicano. Rafael L. Trujillo Molina, declaró que
tenía la “inquebrantable resolución” de continuar pagando la deuda. (Véase:
Bernardo Vega: ‘Trujillo y el control financiero norteamericano. Pág. 13. Editora
Fundación Cultural Dominicana. 1991).
Sin embargo, a pesar de que Trujillo se expresaba así. apresuradamente se
acercó a la sucursal del Nacional City Bank de Santo Domingo en solicitud de un
préstamo de tres millones de dólares, y más tarde también tocó las puertas de la
empresa constructora norteamericana J. G. White, donde solicitó cinco millones
para ser invertidos en obras públicas. Ninguna de las dos solicitudes fueron
atendidas.
Tres semanas después del ciclón arribo al país el enviado del presidente
Hoover. E. Wadsworth, con el propósito de es tudiar la situación financiera del
gobierno.
El enviado estadounidense rindió un informe favorable a la moratoria, pero
recomendaba que tales fondos fuesen ad ministrados por representantes del
gobierno de su país, para evitar que “los políticos dominicanos lo cojan".
La aprobación de la moratoria se tardó casi un año. pues antes el gobierno de
los Estados Unidos tenía que contar con la aprobación de los tenedores de bonos
dominicanos, y por tales motivos, necesitado el gobierno de recursos urgentes,
envió a Estados Unidos una Comisión financiera integrada por Elias Brache,
Secretario de lo Interior, y por Roberto Despradel.
Secretario de Finanzas, con la intención de lograr un présta mo de 25 millones de
dólares. Este préstamo, de acuerdo a los términos de la Convención de 1924, tenía
que tener la aprobación del gobierno de los Estados Unidos. La misión no al canzó
sus objetivos, entre otras cosas, porque el Departamento de Estado se enteró de
que los comisionados aspiraban a que los prestamistas le dieran una comisión por
sus “servicios
Además, el Departamento de Estado era de opinión, que antes de establecer
cualquier compromiso, sea la moratoria o un nuevo préstamo, el gobierno
dominicano tenia que aceptar la presencia de un contralor financiero
norteamericano, obligación que Trujillo aprobó.
El funcionario designado para controlar las actividades financieras nacionales
fue Williams F. Dunn. quien había sido Director de Rentas Internas en Haití entre
1924 y 1927. Dunn arribó a Santo Domingo en marzo de 1931.
Este funcionario advirtió a su gobierno, que a causa de la crisis, la inquietud
social estaba creciendo, subrayando, que si no se ayudaba al gobierno de Trujillo,
este caería, debido a las presiones de todas clases, y esto último, según expresó,
sería “muy adverso sobre los préstamos existentes” (B. Vega. Idem).
Según expresó Dunn a su gobierno, él tenía "la convicción que si no se logra
algún tipo de financiamiento en una forma temprana, el país revertiría al desorden
interno y a la anarquía y su postración económica se hará más profunda e
inevitablemente surgirá un atraso en la deuda extema”. (B. Vega. Idem. Pág. 54).
A mediados de 1931 el Ministro dominicano ante Washing ton. Roberto
Despradel, con el propósito de obtener su auto rización, entregó al Departamento
de Estado un proyecto de “Ley de Emergencia" elaborado por Dunn y aprobado
por el Ministro Norteamericano en la República Dominicana. Schoenfeld, en el
que se establecía una moratoria sobre el pago de la amortización de la deuda
exterior, pero no en el pago de los intereses.
En la nota diplomática entregada por Despradel al Depar tamento de Estado
Junto al proyecto de ley, se indicaba que cuando los Ingresos fiscales aumentaran
a US$ 2050000, la ley seria anulada.
El proyecto de legislación, que recibió el visto bueno del Gobierno de los
Estados Unidos, fue convertido en ley por el Congreso dominicano a fines de
octubre de 1931, ayudó a mejorar un poco la situación del gobierno de Trujillo,
pues puso en sus manos cerca de $125000 mensuales. Naturalmente, el aparato de
propaganda de la dictadura presentó la cuestión deformándola, pues se dijo a la
opinión pública que la ley había sido formulada a iniciativa del dictador.
Poco después de aprobada la Ley de Emergencia, un de creto del Poder
Ejecutivo designó a Dunn, Agente Especial de Emergencia, con la misión de
fiscalizar los fondos provenientes de la misma.
Además de esta ley. el gobierno dictó varias leyes impositivas para elevar los
ingresos del Estado. Entre otras, la ley No. 140, que modificó la Ley de Patentes,
elevando su costo sustancialmente; otra ley creó la Cédula Personal de Identidad,
y más tarde, el impuesto al manifiesto aduanero, aplicable a toda importación o
exportación.
También ese año con el propósito de conseguir recursos, fueron arrendados
por el gobierno, la Lotería Nacional, por la suma de $4000 dólares semanales los
primeros dos años, y
5,0 dólares a partir del tercero, y el acueducto de Santo Domingo por $750000.
El arrendatario del acueducto era una firma norteamericana -Illinois Slag and
Ballast- dedicada a la construcción.
Según el acuerdo establecido en el contrato de arrenda miento del acueducto,
la suma total envuelta sería empleada en la construcción de carreteras y puentes,
destruidos por el ciclón, y en varias edificaciones, pero diferencias surgidas entre
el dictador y la empresa estadounidense originaron el rompi miento del acuerdo
poco después de iniciadas algunas obras.
El gobierno dominicano se comprometió a pagar a la em-
presa constructora norteamericana una indemnización de
$10812500 dólares.
Ese año de 1931. también fue vendido el servicio telefóni co,
y el Ferrocarril Central, propiedad del Estado, fue arren dado.
En el plano de la actividad productiva, la única cuestión de
importancia ocurrida durante ese último año lo fue el acuer do
firmado por el gobierno con la empresa norteamericana Cia.
Agrícola Dominicana, mediante el cual dicha firma adquirió
terrenos y otras concesiones para dedicarse a la siembra y
exportación de yuca, en Quinigua, Provincia de Santiago, con una
inversión de dos millones de dólares.
También ese año el gobierno de Trujillo otorgó ocho con -
cesiones mineras a ex soldados de la marina norteamericana,
amigos suyos y a quienes conoció durante la ocupación mili tar
norteamericana de 1916- 1924, pero ninguna de las mis mas
entraron en actividad productiva. Se trataba de privilegios
concedidos y que eran mantenidos en cartera para fines de
negociaciones futuras.
El año siguiente, el gobernante dominicano que ya había
creado una pequeña fortuna acumulada mediante actos de
corrupción cometidos durante su permanencia en el ejército, dio
un paso importante a su favor, tanto política como eco -
nómicamente: creó una estructura partidaria única, que de nominó
Partido Dominicano, obligando a la disolución “voluntaria" de
todas las demás entidades políticas nacionales. En los estatutos de
ese partido se estableció que todo miembro del mismo que fuese
empleado del Estado, estaba obligado a una contribución igual al
10% de su salario, suma que era descontada, mes por mes, por la
Tesorería Nacional.
Con ese golpe maestro, Trujillo adquiría una fuente ex -
traordinaria de ingresos fijos, parte importante de una estra tegia
para la acumulación originaria de capitales que, se inició y se
mantuvo, teniendo como vía principal, la utilización del aparato
estatal en sus negocios personales.
Importante es tener en cuenta, para poder entender el sis tema
político y económico establecido por Trujillo entre 1930
y 1961, que fue precisamente en medio de la más profunda crisis
económica nacional, - y mundial- que se tomaron todo un
conjunto de disposiciones legales, administrativas y finan cieras,
que hicieron posible levantar los cimientos de lo que más tarde
llegaría a convertirse, en el más extraordinario mo nopolio
económico al servicio de una sola persona, fenómeno nunca antes
registrado en ningún lugar del mundo en la época moderna.
Además de la fundación del Partido Dominicano, que como
hemos dicho se convirtió en una apreciable fuente de recur sos
para el dictador, ese año de 1932 el gobernante dominica no
mediante ley No. 201 prohibió la extracción de sal de las zonas de
Baní y Montecristi, obligando a los comerciantes dis tribuidores a
comprar ese producto en una mina de su propiedad.
Poco más tarde, otra ley, la No. 544, estableció la obligato -
riedad de los patronos de asegurar a sus trabajadores, para
favorecer otra empresa que había fundado hacía poco: la ase -
guradora San Rafael C. x A.
Para ese momento, además, se había establecido como una
práctica común, que todo contratista de obras del Estado, te nia
que entregar al dictador el 10% del valor total de toda obra
contratada, y la mayor parte de los materiales utilizados para
levantar la misma, tenían que ser comprados en un negocio
ferretero propiedad de su amante, y más tarde esposa, María
Martínez, administrado por su hermano. Francisco Martínez Alba.
Asimismo, mediante la aplicación de supuestas medidas
sanitarias, Trujillo obligó a las lecherías y carnicerías de la ciudad
capital a abastecerse de carne y leche de la producción de una
hacienda de su propiedad, situada en las cercanías de Santo
Domingo.
Para 1932 el dictador tenía ya varias haciendas con más de 50
mil tareas de tierra. Lo que significa que en apenas dos años y
algunos meses como gobernante, Trujillo se había con vertido en
un potentado.
Pero hay que admitir, que a contrapelo del extraordinario
esfuerzo dedicado al levantamiento de las bases de su empo rio.
Trujillo también tomó tempranamente un conjunto de dis -
posiciones orientadas a mejorar la economía de la nación, como
lo fueron la promoción del cultivo de varios productos agríco las
que se importaban, - arroz, maíz, frijoles, etc-. Cabe men cionar
también, que poco después se impusieron trabas a la importación
de manteca junto a las grasas comestibles y se estimuló el cultivo
del maní.
En este último caso, la iniciativa fue tomada para favore cer
una empresa piloto fundada por esos años, dedicada a la
industrialización del maní: La Sociedad Industrial Dominica na,
C. x A.
Pero a pesar de todas esas disposiciones y de los fondos
aportados al gobierno por la Ley de Emergencia, todavía a fi nes
de 1932, las repercusiones negativas de la gran crisis mundial que
estalló a finales de 1929, no habían sido superadas.
Ese año. el Receptor de Aduana se expresó en los siguien tes
términos sobre la economía nacional:
"La tendencia que tenían las condiciones económicas a de caer
prevaleció durante todo el año y se reflejó en la capaci dad
adquisitiva del pueblo, y en la disminución general en el volumen
de las importaciones” . (Rafael L. Trujillo. Reajuste de la Deuda
Extema. Vol. VIL Pág. 48).
Todo ello condujo al gobierno, previa autorización del go -
bierno de Estados Unidos, a extender poco después la Ley de
Emergencia, originalmente promulgada para estar en vigen cia
sólo dos años.
En 1933 se tomaron otras disposiciones importantes para el
fomento de la agricultura. Fueron las leyes No. 686 y 758. ambas
dirigidas al establecimiento de la colonización agríco la. Por
ambas legislaciones se concedían tierras propiedad del Estado a
personas interesadas en su cultivo. La segunda sólo la ofrecía en
la zona fronteriza, dentro de un plan que más tarde fue
denominado como de “dominicanización de la frontera”. En
ambos casos, los colonos sólo tenían derecho a la posesión de la
tierra, pero después del quinto año, cumplidos ciertos re-
quisitos. podían pasar a ser propietarios. En la frontera el máximo
de tierra entregada era de 60 hectárea, y 30 en el res to del país.

Fábrica de puertas y ventanas. Santo Domingo. 1950.

Para 1935 habían sido asentadas en tales colonias. 909


familias, a las cuales les fueron repartidas 19.876 hectáreas. Toda
la producción de las colonias era controlada por el Esta do, que
disponía, incluso, el tipo de cultivo. El colono sólo te nía derecho a
cultivar lo que deseaba en el 10% de la parcela, porción que
generalmente dedicaba a los frutos menores para el mantenimiento
de su familia.
Otra legislación importante que merece ser tomada en cuenta y
que fue promulgada ese año de 1933. fue la ley No. 672. mediante
la cual se liberaba de impuestos a las. “nue vas industrias que
fueran creadas con el propósito de fabri car artículos diferentes a
los que se producen en la República Dominicana”.
Fruto de esa política económica, ya en 1934. - año en que tiene
lugar la primera reelección del dictador- los índices in dican que el
país entraba en un proceso de ligera recupera- ción. Ese año se
estimó que la economía del país había logra do un ahorro cercano a
los 7 millones de pesos, al reducirse las importaciones de arroz,
papa, queso, mantequilla, jabón, calzados, etc.
Y además, ya en 1933. a finales, se comenzó a registrar un
aumento en los ingresos de los principales productos de ex -
portación, a causa del mejoramiento en los precios en el mer cado
internacional. También se registró un lijero aumento en el
volumen de la producción.
Las exportaciones, por su parte, se elevaron de $962547300.
en 1933. a $1289463600, en 1934.
Paralelo a todo esto, entre 1932 y 1934. con los fondos
aportados por la Ley de Emergencia y de otros provenientes de
nuevos impuestos que fueron creados, como hemos visto, se
intensificaron las obras públicas, permitiendo la inaugura ción de
importantes construcciones en 1935, que envolvían puentes,
caminos vecinales, carreteras, edificios públicos, es cuelas. etc.
Solo la empresa norteamericana U.S. Steel Product Co., consiguió
contrato para tres puentes de acero.
En 1935, fueron inauguradas unas 80 obras, pequeñas,
medianas y grandes, como el alcantarillado de la ciudad de Santo
Domingo, varios caminos vecinales y algunos canales de riego,
iniciadas el años anterior. Ese mismo año se dio ini cio a la
construcción del puerto de la ciudad de Santo Domingo.

LOS ÉXITOS EN EL CULTIVO DEL ARROZ


El arroz, como elemento en la dieta del dominicano comen zó
a ser consumido durante el siglo pasado, pero únicamente a nivel
de los grupos socialmente elevados y sólo en las zonas urbanas.
Durante cientos de años, es decir, desde los tiempos coloniales,
los componentes fundamentales de la dieta del dominicano
fueron: el plátano, la yuca (hervida o elaborada como casabe) y
otros víveres, junto a la carne de res y de cer do. generalmente
saladas y secadas al sol.
Desde principio de siglo, sin embargo, el consumo de arroz
se fue extendiendo entre la clase media y en el marco de los
pequeños grupos de trabajadores asalariados urbanos. Sin em bargo,
casi todo el arroz que se consumía era importado. La producción
nacional era insignificante. Durante el régimen de Cáceres se
iniciaron los primeros esfuerzos importantes para incentivar el
cultivo del arroz, pero muy poco se logró. Los demás gobiernos
que le sucedieron, en razón de que duraron muy poco, no tuvieron
tiempo de encarar el problema, mien tras el consumo crecía año tras
año.
Durante el régimen de Horacio Vásquez, se retomó la aten ción
al cultivo del arroz y se desplegaron algunos esfuerzos. Para tales
fines fueron construidos varios canales de riego a partir de 1926 y
se importaron semillas de mejor calidad que las que se venían
utilizando. Incluso, fueron traídos al país ex pertos españoles en la
siembra de arroz y fue creada una co lonia agrícola dedicada
exclusivamente a su cultivo: Villa Vásquez. Para esa fecha, la
importación de arroz alcanzaba casi el 10% del total de todas las
importaciones.
Sin embargo, los logros alcanzados por dicho gobierno fueron
escasos, mientras el consumo del cereal se expandía entre la
población dominicana. Entre 1920 y 1924, (últimos cuatro años de
la ocupación norteamericana) por ejemplo, fueron importadas
92487 toneladas métricas de arroz, por un valor de $ 9361.1,
mientras entre 1925 y 1929, las importaciones de arroz ascendieron
a 130.340.3 toneladas métricas, con un valor de $ 10160.7. (Véase:
Orlando Inoa. El arroz como ejemplo de la producción campesina
para el mercado intemo en la Era de Trujillo. Revista Estudios
Sociales. No. 92. Abril, -Junio de 1993).
Es decir, durante los ocho años anteriores a la Era de Trujillo,
creció de manera vertiginosa el consumo del arroz, debido a la
generalización de su consumo entre casi todos los grupos sociales
de la población dominicana.
Ese vertiginoso crecimiento en el consumo del arroz, y su
significación en el marco de una economía seriamente afecta da a
causa de la crisis mundial que estalló en 1929 y que se extendió en
nuestro país durante varios años más, conduje-
ron al régimen de Trujillo muy tempranamente, al diseño de una
política dirigida a reducir año tras año su importación, mediante el
estímulo de su producción.
Según explica el profesor Orlando Inoa en su estudio an tes
citado, a pesar de que desde los primeros años de la déca da del
treinta la producción arrocera comenzó a aumentar - estimulada
por toda una seria de medidas tomadas por el go bierno- el primer
inconveniente que encontró en su camino “fue que a la población
no le gustaba consumir el arroz criollo, debido a la mala calidad
del producto". Por ese motivo, conti núa Inoa. el gobierno se vio
en la necesidad de iniciar “una amplia campaña a favor de su
consumo".
Esa campaña ponía énfasis en señalar que el arroz criollo era
“más nutritivo y saludable”, que el importado.
Es bueno señalar, que en ese momento, -1930-1935- la mayor
parte del arroz que se producía era sembrado en secano, y que
dicho producto se descascaraba en rústicos pilones, lo que
originaba un gran fraccionamiento del grano.
Con la instalación de cuatro grandes molinos, propiedad del
tirano y sus asociados, el inconveniente antes descrito quedó
superado.
Sin embargo, subrayamos que el consumo del arroz crio llo,
aún bien descascarado, era más intenso dentro del cam pesinado y
las clases pobres urbanas. Las clases elevadas continuaron
consumiendo arroz importado, sin importar la superación en la
calidad del nacional. Pero después que fue creada la "Oficina para
el control de arroz", - mayo de 1942- y logrado el
autoabastecimiento (1940) la importación de arroz prácticamente
desapareció.
Contribuyó al autoabastecimiento, la puesta en práctica, a
partir de 1936, de un amplio plan de construcción de cana les de
riego. En su mayor parte, esos canales fueron construi dos para
favorecer las fincas arroceras del tirano y su grupo. Las fincas del
general José Estrella, para poner un solo ejem plo, representante
de horca y cuchillo del tirano en el centro del Cibao, fueron
favorecidas con un canal cuya extensión tenia más de 20
kilómetros.
La superficie cultivada de arroz, entre aquellos años, pasó de
26763 hectáreas, en 1935, a 52169, en 1940; es decir, en apenas
cinco años, casi se duplicó.
Por otra parte, debe ser subrayado el papel que jugó el cultivo
y comercio del arroz, en el crecimiento de la fortuna personal del
tirano.
En primer lugar, Trujillo, - y sus asociados- no sólo crea ron
grandes fincas arroceras, donde eran enviados a trabajar de manera
gratuita y forzada centenares de presos comunes y políticos, sino
que además, entraron a controlar su comercialización, creando
varias empresas para este último propósito.
Esto motivó, a principio de la década de los años cuaren ta,
una retirada acelerada de amplios núcleos campesinos dedicados
al cultivo de ese producto; muchos retomaron a esa actividad bajo
presiones represivas. Y además, una tremenda especulación
dirigida por el tirano y sus socios, disparó el pre cio del arroz de 4
centavos, en 1938, a 12 centavos en 1944.
Ambos fenómenos, - además de las exportaciones hacia las
pequeñas Antillas que se iniciaron por esos años- crearon una gran
escasez, hecho por el cual, sobre todo en el centro del Cibao, el
campesinado y los pobres de las poblaciones urba nas. se vieron en
la obligación de sustituir el arroz de su dieta diaria por el maíz
triturado. Esa situación duró casi tres años. El maíz triturado fue
bautizado por la población con el sobrenombre de “caquito".
Una décima popular, cuyos primeros versos citamos, consagró
la amargura del pueblo en aquellos días.

"Caquito poi la mañana, Caquito ai medio día.


Si Dios no mete su mano, Caquito tre vece ai día".
LA ECONOMÍA NACIONAL ENTRE 1935
Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Continua la política de fomento a la agricultura y se establecen colonias en varias


regiones. Datos sobre la población en 1935. Aumenta la producción agrícola y
particularmente algunos productos que se importaban, como el arroz. Segunda Guerra
Mundial estimula economía. Distribución de los principales cultivos por tareas
sembradas. Número de ingenios en producción. Datos sobre producción azucarera.
Exportaciones de azúcar. La Conferencia Internacional sobre el azúcar de Londres. El
cultivo del cacao y el café. Monopolizan exportaciones de café y cacao. Situación de
la producción de tabaco. Reino Unido, mayor comprador de azúcar. Listado de las
actividades empresariales de Trujillo. Aumento en los precios de los artículos
fabricados en Estados Unidos afecta economía dominicana. Fijan precios para
algunos artículos de primera necesidad; dejan fuera de a la leche y la carne, princi-
pales negocios del déspota.

Como hemos señalado, tanto la Ley de Emergencia, como la política de fomento a la


agricultura aplicada por el régimen de Trujillo durante los primeros años de los inicios
de su larga dictadura, contribuyeron a mejorar los efectos de la crisis económica
mundial que se inició en 1929 y que se extendió mucho más allá.
Esa política de fomento a la agricultura, que luego fue abandonada a finales de la
década de los cuarenta, durante el período que estudiamos adquirió relativa importancia.
Téngase en cuenta que en apenas cinco años fueron favorecidas un total 2815 familias que
fueron asentadas en colonias agrícolas dedicadas al cultivo de café, cacao, arroz, plátanos
y otros frutos menores. La colonia agrícola más importante fue establecida en Pedernales,
donde fueron distribuidas 320000 tareas de tierras entre 135 familias campesinas.
En 1935 la población de la República Dominicana era de 1479417 habitantes, de los
cuales más de un 82% vivía en
el campo, porcentaje igual a 1212852 personas. En la zonas
urbanas apenas residían 266565 personas.
En total, mediante ese plan de creación de colonias agrí colas
creado por la ley No. 758 del 18 de agosto de 1934, fue ron
distribuidas, hasta enero de 1937, 847819 tareas de tierras. De ese
monto sin embargo, sólo se encontraban bajo cultivo, ese último
año, 247010 tareas.

Transportando caña. Haina. 1942.

Fue esa política de fomento a la agricultura, que pronto dio


buenos frutos, lo que permitió a la dictadura en pocos años, lograr
el abastecimiento de la población en el consumo del arroz y de
habichuela, elementos fundamentales en la alimen tación, y que
hasta 1938 se importaban.
En 1930, por ejemplo, la producción de arroz apenas lle gaba a
los 11000000 kilogramos, elevándose nueve años después de la
aplicación de la política de fomento a la agricul tura, a 45844300
kilogramos.
En el periodo que vamos a analizar en este capítulo, se ponen
en evidencia, como los efectos de otro gran evento ex traño a
nuestra realidad, la Segunda Guerra Mundial, reper cute en nuestra
economía, primero afectando áreas como la
de los servicios, -transporte- para más luego constituirse en un
estímulo que contribuyó a elevar y ampliar aún más el apa rato
productivo nacional, tanto en su sector agropecuario como en el
industrial.
De acuerdo con el censo de 1935, los principales renglo nes
productivos del país, según el orden de Importancia, eran: el
azúcar, cacao, café y tabaco. Estos cuatro productos reunían la
siguiente distribución, según el área bajo cultivo:

Producto Tareas
Caña de azúcar..................................................... 1528863
Café........................................................................ 926289
Cacao................................................................... 1020851
Tabaco.................................................................... 185788

La ganadería por su parte ocupaba un total de 7696408 tareas


sembradas de pastos, mientras la agricultura dedica da a la
siembra de frutos menores y otros cultivos registró la siguiente
distribución.

Producto Tareas
Plátanos................................................................ 1103204
Yuca....................................................................... 631725
Maíz....................................................................... 564734
Arroz...................................................................... 425588
Guineos.................................................................. 261387
Batatas.................................................................... 254587
Habichuelas............................................................ 245211
Otros...................................................................... 147264

Entre todos los sectores productivos nacionales, el más


desarrollado era el dedicado a la siembra e industrialización del
azúcar. En 1936 un total de 13 ingenios se encontraban en
actividad productiva, entre los cuales 9 eran de propiedad de
empresas norteamericanas y cinco de nacionales.
Los ingenios de los empresarios norteamericanos sin embargo
controlaban el 89.1% de toda la producción nacional. Los
nacionales sólo el 10.9. (Véase: Carlos Chardón. Recono cimiento
de los recursos naturales de la República Dominica na. Editora de
Santo Domingo. 1976. Pág. 120).
La producción nacional de azúcar llegaba a las 457884
toneladas métricas. El consumo interior era de apenas 25000
toneladas anuales. El Estado cobraba un impuesto de 2 3/4
centavos para el azúcar de consumo nacional.
En esos momentos, el Secretario de Agricultura de los
Estados Unidos, estableció una cuota de ese dulce ascenden te a
25017.2 toneladas de dos mil libras. En consecuencia todo el
azúcar que se producía tenía mercado asegurado.
La industria azucarera nacional estaba concentrada en las
provincias de El Seybo y San Pedro de Macorís, donde tenían a su
disposición un 75 por ciento de todas las tierras. Una parte
dedicada al cultivo de la caña, y otra, a la cría de ganado va cuno
utilizado en el transporte de la caña cortada en el cam po a las
factorías.
Ese año de 1935 la República Dominicana efectuó expor -
taciones de azúcar que alcanzaron los 497170917 kilos. In glaterra,
con 247488934, fue el principal comprador de azúcar dominicana,
pero esta no era vendida directamente desde nuestro territorio,
sino desde los Estados Unidos, don de el azúcar crudo era retinado
con fines de reexportación.
Para tener una idea de la importancia del sector azucare ro en
el marco desarrollo industrial del país, apuntemos que de un total
de 31956 personas empleadas en ese sector, la industria azucarera
empleaba a 21370. Es decir, 13 ingenios azucareros daban
ocupación a más de dos de las terceras partes de la fuerza de
trabajo existente en el sector industrial nacional.
En 1936, la exportación de azúcar cruda bajó un poco. Fueron
exportados 433023226 kilos. El azúcar refinada ex portada sumó
11784181 más 112264182 de mieles, y de sirop de caña, 8575.64.
Lo que significaba el 64% de todas las exportaciones, con un valor
total de $9670871 dólares.
Por esos años, es decir, a partir de 1935, el consumo de azúcar
en los mercados de los países industrializados fue en aumento,
entre otras cosas, a causa del crecimiento del con sumo de bebidas
gaseosas, del aumento de la población y de la superación de los
efectos de la crisis mundial que se inició en 1929.
Ese aumento en el consumo del azúcar fue respondido por los
principales países productores con una ampliación en la capacidad
productiva, y todos estos fenómenos amenazaban con crear un
caos en el comercio mundial de ese dulce. Todo esto condujo a la
celebración de una conferencia internacio nal que fue efectuada en
Londres, en 1937, a la que asistie ron los principales países
productores y consumidores. Allí fueron establecidas cuotas
básicas. A la República Dominica na le fue fijada una cuota de
400000 toneladas métricas. En ese momento a su vez el Secretario
de Agricultura de Estado Unidos le fijó otra cuota de 25017.02
toneladas para el dulce dominicano destinado al mercado
preferencial norteamericano.
El mismo año en que fue efectuada la conferencia inter -
nacional efectuada en Londres, mediante ley No. 1798. fue crea do
el Instituto Azucarero Dominicano, que tendría como función
principal el estudio de todo lo concerniente a la pro ducción y
distribución del azúcar.
Por su parte, el café y el cacao, ese mismo año de 1936,
ocuparon 21.23% de todas las exportaciones, con un valor de
$3605363.
El cacao y el café fueron siempre dos cultivos altamente
ventajosos para la economía de la nación, pues eran (y son)
cultivados fundamentalmente por pequeños y medianos pro -
pietarios. y con ello contribuían a una distribución más equi tativa
de las riquezas nacionales. Los datos estadísticos revelan que no
existían 30 grandes haciendas dedicadas al cultivos de estos frutos.
Y contrariamente a como ocurría con el azúcar, cuya pro -
ducción estaba altamente concentrada en la región Este del país,
con el café y el cacao existía una distribución de produc tores que
cubrían casi todo el territorio nacional. Veamos, por ejemplo, el
siguiente cuadro sobre las provincias productoras del café,
ofrecido por la Dirección General de Estadística en 1936.
PROVINCIA HECTAREAS % DEL TOTAL
Distrito Nacional 15
Trujillo 8732 15.0
Azua 12542 21.6
Barahona 8852 15.2
San P. Macorís 29 -
El Seybo 1062 1.8
Samaná 846 0.8
Santiago 4727 8.2
La Vega 4580 7.9
Duarte 4014 6.9
Espaillat 7632 13.2
Puerto Plata 4859 8.3
Montecrísti 720 1.2
Total Hectáreas 28250

El cacao, por su parte, desde que comenzó a aparecer en tre


los productos dominicanos de exportación en los años fi nales del
pasado siglo (1870- 1880) inició un crecimiento acentuado. Por
ejemplo, en 1929, su producción era de 21,204 toneladas métricas,
mientras en 1937 se elevó a 29220, pa sando la República a ocupar
el quinto lugar en el mundo en tre los países productores de ese
fruto. Y dato curioso, el cacao fue uno de los escasos productos
que no fue afectado por una gran reducción en el consumo durante
los años de la gran depresión: 1929-1933. (Véase: Carlos Chardón.
Obra Citada Pág. 167).
Pero el cacao, al igual que el café, tenía un serio inconve -
niente que perjudicaba grandemente a los productores: su
comercialización estaba en manos de tres o cuatro exportadores,
cuyos agentes se desparramaban por todo el país comprando en
quintales de 50 kilos, que significan 110 libras o poco más, para
vender en el exterior en quintales de 100 li bras. En este engaño
perdía el campesino el 10%. Pero ade más. las casas comerciales
exportadoras, pagaban precios al campesinado generalmente con
más del 25% por debajo del precio del mercado internacional.
De los productos tradicionales de exportación, el que más
sufrió con la crisis fue el tabaco. En 1927 el país exportó más de
20 millones de kilos, que registraron un valor de 2582486, dólares,
reduciendo en 1936, tan sólo 4792817 kilos, con un valor de $
198537, dólares.
A partir de 1931 Francia ocupó la primera posición entre los
países compradores de tabaco dominicano en hoja. En 1936, año
que examinamos, esa nación realizó compras de tabaco por valor
de $58849, dólares.
Además de los efectos de la crisis mundial, otros elemen tos
afectaron al tabaco limitando su comercialización. Entre estos, la
mezcla de variedades diferentes y el deterioro de la calidad, a
causa una deficiente fermentación de la hoja, y de un pésimo
almacenamiento.
También ese año de 1936, aunque no de manera signifi cativa,
se logró exportar maíz, cera, plátanos, miel de abeja, frijoles,
harina de maíz, yautía, por un valor general de $743838. En ese
grupo, el primer lugar lo ocupó el maíz, que registró una
exportación de $308434 dólares.
En el plano de la agricultura, como hemos visto, uno de los
aumentos más significativos fue el registrado por el arroz, cereal
que comenzó a cultivarse en pequeña escala en la re gión de Mao,
durante el régimen de Vásquez.
Ese aumento en la producción del arroz, lograda durante los
primeros años del régimen de Trujillo, redujo considerable mente
su importación. De 21872 toneladas métricas que se importaban
en 1930, con un valor de $ 1522052 dólares, en 1936 solo fueron
importadas 9,053 toneladas métricas, con un valor de $ 360274
dólares. Años más tarde, como hemos di-
cho, al continuar aumentando la producción de arroz, la na ción
alcanzó la autosuficiencia.
La exportación de ganado vacuno en pie, los cueros y las aves
dé corral, alcanzaron la cifra de $272240, mientras la madera, el
dividivi, resinas, etc., llegaron a $187089 dólares.
Ese año de 1936, el Reino Unido, con un 37.0, igual a
5599010, dólares, y los Estados Unidos, con el 30%, que ascendió
a $4601616, dólares fueron los principales compra dores de los
productos de exportación dominicanos, siguién doles Francia, con
un 11%, Holanda con un 3.3%, Marruecos, con un 3.%, Nueva
Zelandia con un 2.2, al igual que Alema nia, que registró el mismo
porcentaje. Un detalle importante que se desprende del examen del
listado de países que negociaban con la República Dominicana en
aquel momento, es el siguiente: el escaso intercambio que
teníamos con las islas antillanas más cercanas.

Foto de la industria “La Manisera”. 1945.


Por otra parte, a la par que el país fue alcanzando una cier ta
mejoría en el desenvolvimiento de su economía, mejoría que no
llegaba plenamente a la gran masa trabajadora, pues los salarios
continuaron siendo muy bajos no sólo en la industria azucarera,
sino también en las artesanías y en la incipiente industria situada
en las zonas urbanas, fue aumentando pero de manera vertiginosa
la fortuna personal del dictador, envuel to en un sin fin de negocios
y dueño ya de varias grandes fincas ganaderas y arroceras, donde
eran enviados, como hemos dicho, los presos comunes a trabajar
gratuitamente de manera forzada.

Trujillo además manejaba ya en 1937, las siguientes acti -


vidades lucrativas:
1) Monopolio de la sal.
2) Banco de descuento que compraba al costo de un 10% el
salario de casi todos los empleados públicos.
3) Monopolio de la distribución de la leche en la ciudad ca pital.
4) Dueño de la principal fábrica de calzado.
5) Dueño de la principal fábrica de cigarrillos.
6) Principal accionista de una pequeña empresa marítima que fue
ampliada durante la segunda guerra mundial.
7) Propietario de varios aserraderos.
8) Propietario de una empresa distribuidora de vehículos y
repuestos.
9) Dueño de un negocio ferretero que vendía materiales de
construcción al Estado.
10) Accionista mayoritario de una empresa piloto dedicada a la
elaboración en pequeña escala de aceite de maní. Agreguemos
a todo esto, que todos los contratistas que
trabajaban en obras del gobierno, tenían que entregar al dic tador un
10% del valor total de la obra contratada.

En ese momento el “Jefe" ya tenía en proyecto la instala ción


de una fábrica de cemento que fue inaugurada años des pués.
En consecuencia, podemos afirmar que el dictador se en -
contraba en esos momentos en la fase expansiva de la acumu lación
originaria de capitales, siendo en tal virtud, la encamación misma
de la burguesía dominicana, que era un grupo muy reducido,
embrionario se puede decir. Con el agravante, además, de que los
principales escasos burgueses que existían eran de origen
extranjero, tanto en el plano del comercio como en el reducido
sector industrial nacional, como Vicini, empresario azucarero, o
como Anselmo Copello, a quien Trujillo compró una fábrica de
cigarrillos.
Como se conoce, debido a la presión internacional surgi da
inmediatamente después de la matanza de los haitianos, hecho
ocurrido a finales de 1937, el dictador no pudo reele girse en 1938,
y su partido postuló a un íntimo de su círculo, Jacinto Peynado.
Pero en la realidad Trujillo siguió en el mando y sus negocios
florecieron durante este periodo como nunca, debido a que
continuó utilizando el Estado para crear dispo siciones que
convertían sus negocios en monopolios, y tam bién. por las
condiciones que se crearon luego del estallido de la Segunda
Guerra Mundial en 1939.
El primer ingrediente que aportó a la economía nacional la
Segunda Guerra Mundial fue un alza descomunal en casi todos los
artículos de primera necesidad, incluyendo el azú car, y en todos los
productos que se importaban, entre los que se encontraban también
muchos productos alimenticios.
Ese fenómeno era un reflejo de lo que venía ocurriendo en la
economía de Estados Unidos, nuestro principal abastecedor, donde
luego de la entrada de ese país en el conflicto, en lo inmediato los
especuladores elevaron los precios a práctica mente todos los
productos en más de un 25%. (Véase: Harold Underwood
Faulkner. Historia Económica de los Estados Uni dos. Vol. 2. Pág.
782. Editorial Novas. Buenos Aires. Argentina. 1956).
Esa alza en los precios obligó al gobierno a crear una Co -
misión Nacional de Alimentos y a dictar una ordenanza el 2 de
diciembre de 1939, fijando precios a los artículos de primera
necesidad. El precio del arroz tipo búfalo fue fijado a 6 centa vos la
libra, azúcar parda a 5 centavos la libra, la botella de manteca de
cerdo a 25 centavos, la margarina a 40 centavos libra, la
mantequilla a 45 centavos cada libra, el queso blanco a 40 centavos
libra, y la harina de maíz a 2 centavos la libra.
A la luz de la realidad de los salarios, estos precios no eran
bajos, sino altos, pues para poner un solo ejemplo, el salario
promedio de un trabajador del campo en la zona del Cibao, según
el Censo Agropecuario de 1940. era de 32 centavos dia rios. y una
suma aún más baja ganaban los trabajadores agrí colas de los
ingenios.
Pero además, esa disposición tomada en diciembre de 1939,
no fijó precios a la carne, ni a la leche, sal. aceite de maní, ni a
otros artículos cuya monopolización se encontraba en manos de
Trujillo.
La Segunda Guerra Mundial, que prácticamente paralizó la
industria de remolacha en el centro de Europa. (Alemania Francia y
Bélgica), y en la zona Este, (Checoslovaquia, Polo nia. Hungría,
Rumania, y parte de la URSS) originó una me joría en los precios
del azúcar en el mercado internacional, situación de la que
aprovechó muy bien el gobierno, pues a iniciativa de Trujillo, fue
aprobada una ley que afectaba en un 20% todo exceso de precio
que superase los $2.50 el quintal. Al año siguiente ese impuesto fue
aumentado al 25%, si el azúcar se vendía a $3.00 el quintal, y con
un 50% cuando superara los $ 5.00.
Por otra parte, la Segunda Guerra Mundial, unida a la política
de “Buen Vecino" que aplicó el presidente Roosevelt de los
Estados Unidos en los países de América Latina, propicia ron un
clima favorable para que el gobierno dominicano, que luego de la
suspensión de la Ley de Emergencia venía cum pliendo muy
fielmente el pago de su deuda exterior, lograra alcanzar un nuevo
acuerdo que anulara algunos elementos irritantes de la Convención
de 1924, como lo era el control norteamericano de las aduanas.
Ese nuevo acuerdo firmado el septiembre de 1940, y que fue
bautizado en la República Dominicana como. “Tratado Trujillo-
Hull", eliminó la Receptoría de Aduana y el control
norteamericano sobre los aranceles, y permitía al gobierno
aumentar su deuda extema sin tener que pedir permiso a Estados
Unidos, cláusulas claves de la Convención de 1924.
En este nuevo acuerdo sin embargo, el gobierno domini cano
se vio obligado a admitir un mecanismo de pago acelera do. y a
comprometer no sólo los ingresos aduaneros, sino todas sus rentas
internas.

En el nuevo acuerdo, en tal virtud, la suma a pagar para


amortizar la deuda exterior dominicana aumentaría en la mis ma
medida en que aumentaran los ingresos del Estado.
Para capitalizar los efectos de este acuerdo a su favor, el dictador
viajó a Washington, para firmar dicho documento en
representación del gobierno dominicano. Por la parte norte -
americana el tratado fue rubricado por el Secretario de Esta do.
Cordel Hull.
Poco después de la firma de este acuerdo el Congreso do -
minicano otorgó a Trujillo el titulo de "Restaurador de la In-
dependencia Financiera” y el Poder Ejecutivo le designó cate -
drático de economía política, aunque jamás impartió una sola
docencia.
El año siguiente, el gobierno dominicano entró en negocia -
ciones con altos funcionarios norteamericanos y ejecutivos de la
sucursal de Santo Domingo del First National City Bank, para
comprar esa entidad financiera, la cual había llegado al país
durante la primera ocupación militar norteamericana, y que era la
depositaría de los fondos del Estado.
El First National City Bank en esos momentos se encon traba
descapitalizado pues sus ejecutivos años tras años ex portaban sus
beneficios, y sus principales actividades bancarias se derivaban
precisamente de la monopolización de los depósitos del Estado,
como también lo era de una buena parte de los fondos de las
empresas azucareras norteamerica nas. las cuales mantenían
relaciones muy estrechas con ese banco.
Aprovechando el sistema bancario del City Bank y su ex -
periencia. e incluso, algunos de sus altos funcionarios, el go bierno
fundó el Banco de Reservas.
No se conoce la suma completa pagada tras bastidores para la
compra de dicho banco, pero el contrato de compra especi fica que
durante 10 años el Estado se comprometía a pagar a los
vendedores el 1% del valor de los depósitos privados, pero nunca
más de $50000 al año. (Véase: Bernardo Vega, Trujillo y el
control financiero norteamericano. Pág. 474. Fundación Cultural
Dominicana. 1991).
Con esta operación Trujillo dio un salto en sus actividades
como inversionista, pues abrió una fuente de crédito y
financiamiento de gran valor para sus negocios, los de sus
familiares y allegados.
Pero además, efectuó la operación de compra en un mo mento
en que el crédito internacional privado, por los efectos de la Guerra
Mundial, se había reducido muchísimo, hecho que aumentaba la
importancia de la compra.
En esos momentos, por ejemplo, muchos comerciantes que
antes de la guerra mantenían relaciones de importaciones y
exportaciones con Alemania, y en menor medida con Italia, aliada
de la primera, se fueron a la quiebra, pues el conflicto bélico cerró
el crédito y todo tipo de intercambio con esos paí ses, y además
muchos importadores de esos países fueron situados por el
Departamento de Estado en una,“lista negra", como sospechosos de
simpatizar con las potencias del Eje, y ninguna empresa
estadounidense podía entrar en tratos con ellos.
Y lo mismo le ocurrió a los comerciantes que mantenían
relaciones con Francia, pues la economía francesa de expor taciones
e importaciones prácticamente se paralizó, luego de ser invadida
por Alemania.
A todo estos problemas que afectaron el intercambio co -
mercial. pero fundamentalmente las importaciones, se le agre gó el
asedio de los submarinos alemanes a los buques de los aliados que
navegaban en las aguas del Caribe. En 1942, los dos principales
buques de carga de la empresa naviera del “Jefe", fueron hundidos
por submarinos alemanes, igual que como ocurrió con decenas de
buques aliados en el Atlántico y en el Pacífico. Por ese motivo,
además, los fletes subieron muchísimo: más de un 25%.
Pese a todos estos problemas creados por la guerra mun dial. y
a las restricciones que fue necesario imponer a muchos artículos
que se importaban, como vehículos, repuestos, com bustibles, etc.,
lo reiteramos, el conflicto finalmente fue favo rable al
desenvolvimiento de la economía de la nación, que se vio
favorecida con un aumento en el valor de sus exportacio nes.
mientras la reducción de las importaciones impulsó el crecimiento
del saldo favorable del comercio internacional.
En los comienzos de la guerra en 1939, nuestras exporta ciones
sumaban 18643302, mientras cinco años después, en 1944, en el
umbral del final del conflicto, se elevaron a 60269328 dólares.
Durante esos cinco años, nuestra balanza comercial ob tuvo un
saldo favorable de $92420123, dólares.
Y fue precisamente ese saldo favorable, el que luego de
terminada la Segunda Guerra Mundial, permitió a la endeble
burguesía dominicana, pero fundamentalmente a Trujillo y
familiares, envueltos como hemos dicho en un sin fin de activi -
dades comerciales, agrícolas, de servicios, e industriales, el tener a
su disposición las divisas que fueron utilizadas en la importación
de bienes de capitales para la instalación de muchas nuevas
industrias que abrieron sus puertas después de la guerra.
Trujillo mismo, en el propio marco de la guerra, amplió la
Sociedad Industrial Dominicana C. x A., empresa dedicada a la
industrialización del aceite de maní, que antes de la guerra era
apenas una empresa piloto, y otras empresas y, como ve remos,
fundó otras nuevas.
Entre los negocios de Trujillo ampliados durante esta merece
mencionarse también su empresa marítima, la cual se vio
favorecida con una aportación de $300000.00 dólares fa cilitados
por el Exibank de los Estados Unidos, entidad que por
recomendaciones del Economic Warfare de Washington, dise ñó un
programa para estimular el desarrollo de la navegación para el
Caribe mediante el uso de barcos de vela, en respues ta a los
ataques de los submarinos alemanes a los grandes buques que
usaban maquinarias, los cuales por ese motivo eran fácilmente,
detectados.
El objetivo central de este programa era el abastecimiento de
las pequeñas islas del Caribe. Este plan sirvió de estimulo a la
producción agrícola nacional. Sin embargo, como Trujillo era
propietario de los buques de vela que transportaban los productos
dominicanos hacia las pequeñas islas antillanas, y también de las
agencias exportadoras, no quedaron muchas huellas de la
magnitud. Se conoce que sólo a Martinica fueron enviados
productos dominicanos por un valor de $400000.00 dólares. Los
principales productos exportados fueron: Maíz, ganado en pie,
arroz y carne congelada. (Véase Bernardo Vega. Los Estados
Unidos y Trujillo Vol. 11. Pág. 102).
El grado de monopolización, por un lado, y de extorsión y
control, por el otro, alcanzado por Trujillo - y también por sus
socios y familiares- de todas las principales actividades comer-
ciales e industriales de la nación era ya tan grande, que el
propio embajador de los Estados Unidos escribió en uno de sus
informes de julio de 1944, que "... Ninguna empresa co mercial o
industrial de proporciones valederas puede ser esta blecida por
dominicanos sin obligarse a compartir las ganancias con Trujillo o
algunos de sus asociados. Es posible- agrega el embajador más
adelante - que este efecto mortal en la vida eco nómica del país
pueda convertirse eventualmente en algo más perjudicial que la
concentración de ganancias en manos del gobernante. “(B. Vega.
Obra citada. Pág. 128. Vol. 2).
Otro informe de la misma embajada de los Estados Uni dos de
septiembre del año siguiente, estimaba en más de seis millones de
dólares los ingresos anuales del tirano. Los divi día de la siguiente
manera: tres y medio, de sus empresas y negocios, y dos y medio
de los “controles” y la especulación establecidos con motivo de la
guerra.
Según este último documento, Trujillo era dueño de los
siguientes negocios:
NOMBRE DE LA EMPRESA ACTIVIDAD DE NEGOCIO
Salinera Nacional C. x A. Dedicada al monopolio de la
sal.
Naviera Dominicana C x A San Transporte marítimo
Rafael C. x A. Seguros
Sociedad Industrial de Carnes Carnes y embutidos Billetes
Lotería Nacional Compañía de lotería Cigarros y
Anónima Tabacalera Aserradero cigarrillos. Maderas Caoba
Santelises Industrial Caobera Fábrica de aceite de maní
Sociedad Industrial Dominicana Tejidos
Fábrica de Sacos y Cordelería La Periódico
Nación Leche y ganado
Hacienda Fundación Central Leche pasteurizada
Lechera Ferretería Read Compañía Materiales de construcción
Dominicana de Aviación Textilera Tráfico aéreo
Dominicana
Tejido de algodón
Es decir, ya para tales momentos Trujillo había concen trado
en sus manos una inmensa fortuna. Los propios funcio narios de la
embajada de los Estados Unidos en varios informes escritos casi al
final de la Segunda Guerra Mundial, estimaban que el tirano
dominicano tenia en sus manos un capital superior a los cien
millones de dólares. Todo esto, sin tener en cuenta los recursos
acumulados por sus hermanos y demás familiares.
Por su parte, las restricciones legales que fueron puestas a
muchos artículos que se importaban normalmente antes de la
guerra, más las dificultades que el propio conflicto creó al
intercambio comercial, estimularon grandemente las artesanías y a
la pequeña y mediana industria nacional. Por ejemplo, durante el
período de la guerra las estadísticas regis tran un crecimiento
inusitado de pequeñas y medianas fábri cas de ropas, calzados,
muebles, etc.
Pese al auge que registraban las artesanías y la incipiente
industria manufacturera, y también la industria azucarera, los
salarios dé los trabajadores permanecieron estacionarios du rante
los primeros años de la guerra. Aunque en esta última industria se
registró una ligera mejoría a partir de 1942, lue go de una huelga
decretada por los trabajadores.
Ese auge que hemos subrayado con motivo de la guerra
mundial pudo haber sido mayor, pero como Estados Unidos volcó
casi todo su aparato productivo hacia la fabricación de
armamentos, al igual que los demás países industrializados del
mundo envueltos en el conflicto, la compra de maquinarias se tomó
en una empresa difícil, y muchas de las nuevas indus trias
instaladas durante este periodo, y las que fueron amplia das. lo
hicieron con maquinarias usadas, como la Fábrica Dominicana de
Cemento, empresa de Trujillo que inició sus actividades en este
período.
Las restricciones legales y no legales, favorecieron enorme -
mente a los negocios Trujillo y sus familiares, pues ellos pa saron a
controlar directamente la importación de muchos productos que
escaseaban, como vehículos, repuestos, los neumáticos, ciertos
tipos de tejidos, etc.
Es imposible calcular la cantidad de millones de dólares que
mediante el control monopolístico del negocio de los artí culos que
se encontraban restringidos en su importación, ob tuvieron el
dictador, sus familiares y allegados. Pero lo cierto es que la guerra
infló de manera extraordinaria las finanzas de este grupo
burocrático acaparador.

Vista de la carretera La Vega -Jarabacoa. 1945.


DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
A LA CREACIÓN DE LA MONEDA NACIONAL

Trujillo continúa monopolizando la industria y el comercio. Datos sobre


industrias en 1937 y su diferencia respecto a 1942. Norteamericanos fundan
nuevas empresas agrícolas. Extensión de esas explotaciones. Datos sobre
industrias en 1946. Instalan fábrica de vidrio y una cordelería. Los inicios
del uso del cemento en las construcciones. Datos sobre consumo del
cemento en 1907 y diez años más tarde. Trujillo instala fábrica de cemento
en 1947. Su importancia. Dictador dicta leyes para proteger empresas.
Aumenta la producción arrocera. Sistema de trabajo en las fincas arroceras.
Se deterioran las condiciones de vida a causa de la inflación.
El pago de la deuda externa. Función del Banco de Reservas en el pago de
esa deuda. La reforma monetaria crea moneda nacional. Canje del dólar por
el peso. Total de dólares canjeados. FMI reconoce paridad del peso frente
el dólar.

Si tomamos en cuenta lo que era la economía dominicana en 1930. y


los años finales de la Segunda Guerra Mundial, puede decirse que entre aquel
año. y los inmediatamente posteriores a la culminación de aquel conflicto
universal, en el orden económico, el país registró un crecimiento considerable,
aún cuando hay que advertir que la mayor parte de su población continuó
viviendo en la miseria.
Durante ese periodo que cubre algo más de 15 años, comenzó a aparecer un
cierto desarrollo industrial orientado a la sustitución de importaciones, proceso
que. como hemos visto, fue favorecido por leyes que lo estimularon y hasta por
los propios inconvenientes comerciales creados por la guerra. En este período la
producción azucarera fue ampliada, el cultivo de nuestros productos
tradicionales fue en aumento, -con ligeras caídas- y se expandió la producción
de muchos productos de primera necesidad que se importaban, como el arroz,
las habichuelas, las grasas comestibles, etc.
Vista interior de la fábrica de cigarrillo "La Habanera’

Sin embargo, ese incipiente desarrollo industrial fue mo -


nopolizado por Trujillo, sus socios y familiares, quienes am parados
en el control político y militar absoluto del país, se constituyeron
en el principal grupo burgués nacional. Las in dustrias más
importantes creadas durante estos años y con posterioridad- eran
propiedad de este grupo.
Durante ese periodo, la industria azucarera, en manos de
empresarios norteamericanos, era el pilar del desarrollo indus trial.
Para tener una idea más completa sobre ese, “desarrollo"
industrial que estamos señalando, de su magnitud, es impor tante
que apuntemos lo siguiente: En 1937. por ejemplo, el parque
industrial nacional tenía 1342 empresas con una in versión global
ascendente a 62408322 dólares, de los cuales 51893845 dólares se
encontraban invertidos en los 12 inge nios azucareros. El resto de la
industria nacional apenas reunía $10514447 dólares.
Y lo que es más significativo: En esas 1342 empresas que
componían la industria nacional, laboraban 31956 emplea dos. De
ese total. 21370 trabajaban en los ingenios. El resto de la
“industria" nativa, empleaba a 10586 trabajadores.
Hablando en términos económicos reales, puede decirse que
en aquellos momentos, la República Dominicana era una gran
factoría azucarera, con una artesanía en transición ha cia la
manufactura, en cuyo alrededor existían dos o tres do cenas de
verdaderas industrias, estas últimas, casi todas propiedad de
Trujillo y su grupo.
Ese sector industrial artesanal nacional en vías hacia la
manufactura, registraba la siguiente concentración en cuan to a sus
actividades productivas principales.

NÚMERO DE EMPRESAS ACTIVIDAD PRODUCTIVA


250...................................................... Fábricas de zapatos
212..................................................... Fábricas de muebles
87........................................................ Fábricas de ataúdes
87................................................ Fábricas de chocolates
28....................................................... Fábricas de cigarros
17........................................................ Fábricas de camisas
16.......................................Fábricas de harina-molinos
10....................................................... Fábricas de Jabón
6......................................................... Fábricas de licores

El hecho de que las fábricas de ataúdes ocupen el tercer lugar


en la concentración anterior, constituye un signo claro del grado de
miseria en que vivía la mayor parte de la pobla ción dominicana, a
pesar del avance registrado en relación a los años primeros de la
década del treinta.
Ello no significa que la economía no progresaba, sino que ese
progreso sólo se registraba en la cúpula que tenía el do minio
político y económico del país, en los estrechos círculos sociales de
la incipiente burguesía dominicana, y en los grupos de
inversionistas extranjeros.
Que se avanzaba, nos lo dicen las cifras estadísticas de los
años posteriores. Por ejemplo: de un total 62408322 dóla res
invertidos en la industria en 1342 establecimientos exis tentes en
1937, como hemos visto, en apenas 5 años, es decir, en 1942. ese
sector registró una inversión de $76137317 dólares, y reunía a 2011
establecimientos. Es decir, 669 nue vas empresas, aunque en su
mayoría pequeñas, se habían creados en esos cinco años.
El número de personas empleadas en la industria nacio nal,
pasó de 31956 en 1937 a 39475 en 1942. Pero al igual que como
ocurría en 1937, la industria azucarera empleaba cerca del 70 por
ciento del total de los trabajadores bajo sala rios del sector
industrial.
Por estos años, entre las nuevas fábricas que aparecieron, se
cuentan queserías, fábricas de ladrillos y bloques, varias empresas
dedicadas a la confección de tejidos, dulcerías, fá bricas de
embutidos, panaderías, zapaterías, más dos nuevos ingenios
azucareros, etc.

Cortadores de caña.

„ En estos cinco años, las exportaciones crecieron en casi dos


millones de dólares, y las importaciones se mantuvieron
estancadas. Los ingresos del Estado, por su parte, se dispa raron de
11561867.48 dólares, en 1937, a 16799839.03 dólares en 1942. Los
egresos aumentaron, pero en una pro porción menor: de
11570861.03 en 1937, a 14781695.33, dólares, en 1942.
En los años inmediatamente posteriores a 1942, el avan ce del
sector industrial se incrementó más aún. Por ejemplo, el número de
establecimientos industriales pasó de 2011, en 1937 a 3002 en
1946, y los capitales invertidos se elevaron a $84770444 dólares,
aumentando a su vez el número de em pleados que ese último año
arrojó de 48151 personas.
Por estos años, tres nuevas empresas norteamericanas se
instalaron en el país. Una dedicada a la siembra y procesa miento
de la Yuca, la cual fue instalada en la provincia de Santiago; la
segunda, dedicada a la siembra y exportación de guineo,
subsidiaria de la United Fruit Co., fue instalada en la bahía de
Manzanillo, provincia de Montecristi. Estas dos em presas
explotaban terrenos con una extensión cercana a los
80,0 acres.
La tercera, establecida el 9 marzo de 1945, lo era la Alcoa
Exploration Company, que se dedicó años después a la explo tación
de la bauxita. materia prima para la elaboración del aluminio.
Varias industrias importantes fueron creadas en este pe ríodo
que examinamos. Naturalmente, las más grandes, pro piedad de
Trujillo y su grupo. Entre otras: una fábrica de cemento, que inició
su producción en 1947, con una capaci dad anual de 115000
toneladas anuales; una industria para la fabricación de sacos y
cordelería, con una capacidad de pro ducción de 1000000 sacos
anuales y 45000 kilos de sogas y cordeles; la empresa piloto de
aceite vegetal (maní) se convirtió en una industria con una
capacidad de producción de
3,0, 000 litros al año; un frigorífico con capacidad de
industrializar la carne de 140000 cabezas de ganado anua les.
Años después se instaló una empresa para elaborar cho colate
amargo, una industria para preparar alimentos balan ceados para
animales, varias industrias de hilado y tejido de algodón, una
fábrica de vidrio soplado con una capacidad de fabricación de
8000000 botellas anuales.
Varias legislaciones promulgadas por la tiranía le asegu raron
un próspero mercado a las nuevas empresas: Dos leyes
prohibieron el uso de botellas viejas y sacos usados, para fa vorecer
las empresas de Trujillo: Fábrica Nacional de Vidrio C. x A., y
Sacos y Cordelerías C. x A.
Merece un comentario aparte, la importancia de la insta lación
de la fábrica de cemento, también propiedad del tira no, con una
inversión original de $2166656.02 dólares.
Hasta principio de siglos, en nuestro país sólo se usaba en las
construcciones la madera y la manipostería, este último
procedimiento, al viejo estilo colonial, que consistía en la mez cla
de cal. arena o tierra fina, piedras no labradas y agua.
A partir de 1907, durante el régimen de Cáceres, el cemento
hizo su introducción, y se fueron abandonando la madera y la
manipostería, sobre todo en las construcciones en las ciu dades.
Los datos estadísticos expresan, que en 1907 se impor taron 11550
barriles de cemento, con un valor de 18683.00 dólares, y diez años
más tarde, fueron importados 17124159 kilogramos, con un valor
de 18998900 dólares. (Véase: Juan U. García Bonnelly. “Las obras
públicas en la Era de Trujillo". Impresora Dominicana. 1955. Col.
Trujillo. Vol. 11. Págs. 202203).
A partir de aquí, la importación de cemento, que era utili zado
no sólo en la construcción de viviendas, sino también en la
construcción de puentes, aceras, obras de riego, registró un
crecimiento explosivo. Cuando Trujillo inauguró su fábrica de
cemento en 1947, y aún un año después, en razón de que el primer
y segundo año la nueva fábrica registró algunas difi cultades y no
producía a plena capacidad, la importación de ese material
alcanzaba casi el millón de dólares. Pero a partir de 1949, la
importación de cemento bajó considerablemente, alcanzando el
país años después el autoabastecimiento.
La agricultura también avanzó durante este periodo, pero el
logro más importante ocurrió en el arroz, pues como hemos
anotado, el país alcanzó su autoabastecimiento, pasando a ser
además exportador de ese grano. La producción arrocera en 1937
era de 39093 kilogramos, elevándose en 1946 a 52192153,
kilogramos, de los cuales fueron exportados 3809072.
Dos factores, lo hemos dicho, pero queremos recordarlo,
influyeron en este crecimiento: Primero, la construcción de nuevos
canales de riego, y segundo, la utilización de mano de obra
semiesclava en las fincas de Trujillo, sus familiares y alle gados. El
dictador puso en práctica el método de llevar a sus fincas, y a las
de su grupo, a presos comunes, - y también a presos políticos- que
trabajaban allí compulsivamente sin recibir paga alguna. Pero
además, cuando el número de presos no era suficiente, se ordenaba
al ejército el apresamiento de campesinos pobres que eran
conducidos al trabajo forzado.

EL ASPECTO FINANCIERO
Desde la perspectiva financiera, uno de los logros más
importante de la tiranía durante este período, además de la creación
del Banco de Reservas, en 1941, y la fundación del Banco
Agrícola e Industrial en 1945, entidades estatales que Trujillo
utilizó para la ampliación de su crédito personal a fin de ensanchar
sus actividades comerciales e industriales, lo fue el pago de la
deuda exterior a mediados de 1947 que ascendía en esos momentos
a $9271855.55 dólares, acción que le permitió, poco después, la
promulgación de un conjunto de leyes dirigidas a implantar el
signo monetario nacional, que sustituyó al dólar que circulaba
legalmente en nuestro país desde 1905.
Para reunir la suma pagada para cubrir la deuda exterior, el
gobierno ordenó al Banco de Reservas la compra de una emisión
de bonos del Estado por la casi totalidad de la suma a ser cubierta,
pagaderos en 17 meses.
Bernardo Vega describe de la siguiente manera, la opera ción
llevada a efecto por el régimen a fin de conseguir los dó lares para
el pago de la deuda exterior: “... Los dólares para el pago de la
deuda provendrían de la alta liquidez que en ese momento tenía el
Banco de Reservas, liquidez constituida tanto por depósitos del
sector público como del sector privado, pero principalmente de
este último. El grueso de esos dólares fue, en cierto sentido,
prestado al gobierno por los depositantes
privados del banco, ya que un 72% de los depósitos de esa
institución, en 1947. eran del sector privado. Al 31 de diciem bre
de 1946, el Banco de Reservas tenía una gran liquidez pues la
relación entre efectivo y depósito era de un 73%..." (Bernar do
Vega. Trujillo y el control financiero norteamericano. Fun dación
Cultural Dominicana. 1990. Pág. 579).
Para llevar a efecto la reforma monetaria, en enero de 1947
fue reformada la Constitución dominicana, para anular una
cláusula que prohibía las emisiones de papel moneda desde hacía
casi cuarenta años, y fue promulgada la ley monetaria No. 1528,
del 13 de octubre de ese mismo año, más la ley or gánica del Banco
Central.
Diez días después de promulgada la primera legislación, el 23
de octubre de 1947, se procedió a hacer el canje del dó lar
norteamericano en circulación por el “peso oro“ dominica no.
equivalente a 0.888671 de gramos de oro igual al contenido por la
unidad monetaria de Estados Unidos. El peso domini cano. como el
dólar, fue dividido en cien partes iguales denominadas centavos.
Edificio Armenteros, construido en 1923. San Pedro de Macoris.
Al momento de efectuarse el canje de la moneda extranje ra
por la nacional, el acervo total en dólares existente en el país -
circulante, más depósitos en los bancos- ascendía a US$ 60087174
dólares. (Véase: Ambrosio Álvarez Aybar. Algunas palabras sobre
nuestra moneda. Secretaría de Finanzas. 1955. Pág. 17).
La reforma monetaria de 1947, estableció la libre
convertibilidad de la moneda nacional con cualquier divisa
extranjera. El año siguiente, una resolución del Fondo Mone tario
Internacional, institución internacional de control finan ciero,
creada en 1944 con los Convenios de Bretton Woods, reafirmó la
paridad del peso dominicano frente al dólar.
DE LA POSTGUERRA AL FINAL
DE LA DICTADURA

Crecimiento de la industria y la balanza comercial.


Diversificación de la industria nacional. Construcción de
nuevas vías de comunicación en toda la nación. Trujillo y
familiares se constituyen en los principales propietarios de las
más importantes fuentes de producción de riquezas. La indus-
tria textil y la producción de algodón y sisal. Proceso de
inmigración del campo a la ciudad. El corte de madera en la
frontera y en la Cordillera Central. Ley de Franquicias
Industriales y Agrícola de 1950. Construcción de los ingenios
Haina y Catarey. Política de acoso y descrédito contra los
ingenios propiedad de inversionistas nortemericanos. Aumento
significativo de los ingresos del Estado.

El análisis de los datos estadísticos permite establecer que en


los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra
Mundial, la política de sustitución de importaciones, al tiempo
que favoreció el crecimiento al sector industrial y estimuló
favorablemente la balanza comercial, originó un proceso de
concentración de capitales que afectó seriamente a las
artesanías, a las industrias pequeñas y medianas; estas últimas
empezaron a decaer a partir de 1955.
Entre 1945 y 1955, la inversión de capitales en el sector
industrial se multiplicó casi en un doscientos por ciento, de bido
entre otras cosas, a la ampliación del mercado nacional que se vio
fortalecido con la construcción de nuevas carrete ras y caminos
vecinales que hicieron más fáciles las comuni caciones entre
pequeños pueblos y villorrios, y entre estos, la comunidad rural, y
las principales ciudades del país.
El crecimiento industrial registrado durante este perío do,
fuera de la industria azucarera, se limitó fundamental-
mente a los siguientes géneros: alimenticio, vestido y cons trucción.
Hay que subrayar, que a pesar de este ligero auge, la industria
azucarera continuó siendo la principal rama in dustrial nacional, y
que esta también creció durante el perio do antes señalado de manera
considerable, pues de un promedio de producción de 450.3 miles de
toneladas con anterioridad a 1950, pasó a novecientos mil toneladas
en 1955. En 1945, las inversiones en esa industria sumaban
RD$61583999.00, mientras en 1955 alcanzó la suma de
RD$134392551.00.
Cabe destacar en la rama alimenticia, las nuevas
descascaradoras de arroz y café, los dedicados al procesa miento del
chocolate, la fábrica de aceite vegetal, “La Manicera” todos con
inversiones superiores a los 7 millones de dólares; en la rama de la
construcción la nueva fábrica de cemento, de bloques de cemento y
varias fábricas de ladrillos; en el plano del vestido, la gran fábrica
de calzado “FADOC", y varias industrias textiles.
También crecieron durante este período, el sector tabaquero y
las industrias dedicadas a la elaboración de be bidas: ron y cerveza.
En la mayor parte de todas estas nuevas empresas, el tirano,
sus familiares y conocidos eran los principales accio nistas.
Durante este periodo muy pocas industrias fueron fun dadas
por el sector privado, no vinculado políticamente a la dictadura, y
cuando ello ocurrió sus fundadores se vieron obligados, para poder
subsistir, a entrar en negocios con el dictador y sus asociados. Tal el
caso, por ejemplo de la industria textil “La Algodonera”, fundada en
1950, que vendía una buena parte de su producción al Estado, con
precios previamente arreglados para beneficiar al tirano.
El auge de la industria textil, por su parte, favoreció el
surgimiento del cultivo de algodón y el sisal (este último para la
producción de sacos), industria que el tirano también monopolizó.
Aunque posteriormente, en 1955, vendió esa empresa (Fábrica de
Sacos y Cordelería CxA) y las plantacio nes a un inversionista de
origen salvadoreño nombrado Gadala María.
Es durante este período que comienza a sentirse con
fuerza el proceso de inmigración de los habitantes del campo hacia
la ciudad capital, Santiago y otras ciudades; proceso que no se ha
detenido hasta la fecha.
Algunos economistas dominicanos han sostenido que la
ampliación y la modernización de los servicios públicos en las
principales poblaciones, unido al crecimiento industrial, fueron los
estímulos principales que originaron la inmigra ción de grandes
núcleos humanos desde la zona rural hacia la urbana. Sin embargo,
olvidan que durante este período aumentó también la política de
despojo de la tierra del pe queño y mediano propietario, y asimismo,
aumentó como nunca antes el reclutamiento de los campesinos para
ser conducidos al trabajo forzado en las grandes haciendas de
Trujillo, sus familiares y asociados.
Otra rama de la industria que registró notable auge du rante el
período que estudiamos, fue la madera, donde tam bién el tirano
incursionó, aprovechando la existencia de grandes bosques en la
zona fronteriza y en la Cordillera Cen tral sin registros privados de
propiedad -tierras del Estado- donde eran instalados aserraderos
administrados por sus íntimos. Y también ordenando desalojos en
grandes pinares y en fincas madereras de pino, caoba y cedro. El
transporte de esta madera aserrada se efectuaba generalmente en ca -
miones del ejército o de dependencias del Estado
Merece mencionarse además, el auge de la industria del papel
y la del jabón; la primera fue creada por iniciativa de los consejeros
económicos del tirano, y la segunda, permane ció raramente en
manos del sector privado no vinculado di rectamente con los
negocios de Trujillo.
Es importante que subrayemos que las empresas pro piedad de
Trujillo y sus familiares, y sus accionistas princi pales, pagaban
bajísimos impuestos sobre los beneficios que obtenían, y a partir de
1953, año en que el Estado adquirió por la suma de 13.5 millones de
pesos la Corporación Dominicana de Electricidad, propiedad de un
grupo de inversionistas norteamericanos, tampoco pagaban la
energía eléctrica o el pago era simbólico.
Para favorecer aún más sus inversiones y el horizonte de sus
beneficios, Trujillo, mediante la Ley de Franquicias Industriales y
Agrícolas, promulgada en 1950, exoneró del
pago de impuestos a las maquinarias y los insumos de las empresas
sustitutivas de importaciones. El monto de las exoneraciones, sólo
en 1953, alcanzó los casi 11 millones de dólares.
Por estos años Trujillo además inició su incursión en la
industria azucarera, con la construcción de los ingenios Haina y
Catarey, que totalizaron una inversión de 21.2 millo nes de dólares,
entre 1949 y 1952.
Entre 1950 y 1952, además, el tirano desató una políti ca de
descrédito y acoso contra los ingenios de propiedad de inversionistas
norteamericanos para forzar a los dueños que vendieran sus
propiedades. La West Indies Sugar Co., por esa causa, años más
tarde vendió sus cinco ingenios. Natu ralmente, los norteamericanos
accedieron a complacer sus pretensiones, pero fijaron precios
altísimos que alcanzaron la suma de US$3583000.00. Durante ese
período también compró el ingenio Montellano, propiedad del
también estadounidense Edwin Kilbourne. Sólo la Puerto Rico Sugar
Co., con su Central Romana, y la Casa Vicini, con dos ingenios,
permanecieron como empresas privadas en la industria azu carera.
De esta manera coronó un proceso de concentración de
capitales en sus manos, que alcanzó el control de casi el 60% de la
producción industrial nacional.
Si tenemos en cuenta la magnitud de la empleomanía que
laboraba en las propiedades industriales, y a ella suma mos los
empleos del Estado -también controlados por Trujillo- se llega a la
conclusión que más de un 75% del total de la fuerza laboral
nacional, dependía del control de la tiranía, sus familiares y
asociados.
Este auge económico que estamos estudiando, en los años
comprendidos entre 1947 y 1953, originó un aumento significativo
de los ingresos del Estado. Este último año fue aprobado el
presupuesto de ingresos más elevado de toda su historia: RD$89
086057.00 pesos.
Tal situación de auge permitió, a su vez, al gobierno de
Trujillo, no sólo el pago de la deuda exterior, operación que ya
hemos examinado, sino también la liquidación total de la deuda
pública interna que ascendía a RD$31318936.91. y aumentar el
capital del Banco Agrícola, fundado en 1945, de RDS20000000.00 a
RD$ 100000000.00.
Durante esos años, los artículos tradicionales de expor-
tación (azúcar, cacao, café, tabaco) registraron aumentos tanto
en el valor de las exportaciones como en su volumen, reiterando
a su vez la misma tendencia que, a partir de los últimos años de
la Segunda Guerra Mundial, favoreció nuestra balanza
comercial.
Año Importaciones RD$ Exportaciones RD$ Saldo RD$
1945 18125622.00 43564113.00 25438491.0
1946 27664187.00 66,688,804.00 039024617.0
1947 53447938.00 83205993.00 029758055.0
1948 65329183.00 82800633.00 017471450.0
1949 46013551.00 73748548.00 027734997.0
1950 43557221.00 86864425.00 040307204.0
1951 58,595,441.00 118712052.00 060,116,611.
1952 96900591.00 115014717.00 00
18466145.0
1953 86526946.00 105320706.00 0
18793760.0
1954 82827010.00 119726923.00 0
36899913.0
1955 98056155.00 114849773.00 0
16793618.0
0
Por estos años, puede decirse, que el comercio exterior de
la República Dominicana tenía un carácter triangular, pues la
mayor parte de sus importaciones provenían de Estados Unidos,
mientras que la mayor proporción de las exportaciones,
constituida por azúcar cruda, estaba destinada a Inglaterra.
Entre los años de 1944 y 1953, inclusive, la República
Dominicana importó de los Estados Unidos la suma de
$370512668.00 millones de dólares, mientras las exportaciones a
ese país ascendieron a $284341643.00 dólares, registrando un
déficit de un poco más de 86 millones de dólares.
Merece resaltarse, el injusto ordenamiento de desigualdad
que imponían las grandes potencias al intercambio comercial
dominicano, en tomo a los precios de los artículos que se
exportaban e importaban.
En 1931, por ejemplo, para pagar un quintal de artículos
diversos importados, el país necesitaba $36757, dólares,
mientras un quintal de azúcar se vendía en el exterior a $1135
dólares, el quintal. Y esa brecha entre los precios de
los artículos importados y el precio del principal artículo de
exportación, se mantuvo (y se mantiene aún) permanentemente.
Así tenemos que en 1952 el precio estimado de un quintal de
artículos diversos importados ascendía a $10750, mientras el
quintal de azúcar se vendía en el mercado exte rior a un precio
promedio de $4500.
La situación que originaba el desigual intercambio co mercial
dominicano con el exterior fue expuesta por la dele gación
dominicana que asistió a la Décima Conferencia Interamericana
efectuada en Caracas, en 1954, con las siguientes palabras:
“Los términos en los cuales la República Dominicana debe
efectuar ahora el cambio de sus azúcares por los pro ductos que debe
importar, refleja, mejor que nada la injusti cia económica cometida
por las grandes potencias industria les contra los países poco
desarrollados y la cual clama por una justa solución". (Revista de
Hacienda, Enero-Marzo de 1954. Publicación Trimestral de la
Secretaría de Estado del Tesoro Crédito Público).
Debemos señalar también que entre los factores que in -
fluyeron en el ligero auge económico que registró nuestro país en
los últimos años examinados, el factor demográfico fue también
importante, pues la población dominicana, se gún el censo de 1950,
creció a un ritmo de 238.73 por cien to. en relación a la población
registrada en 1920.
En 1920, la población nacional ascendía a 894665 ha bitantes,
pasando en 1950, según el censo de ese año, a 213872 habitantes.
Otro factor importante de este auge lo fue también la política
de irrigación establecida por la tiranía por estos años, pues en 1945
el sistema de riego del Estado regaba solamente 19720 hectáreas,
pasando en 1955, con la cons trucción de nuevos canales, a 71623
hectáreas la superficie bajo irrigación.
Sobre esto debe hacerse una aclaración necesaria: la mayor
parte de estos canales fueron construidos para benefi ciar
fundamentalmente a las grandes propiedades de Trujillo, sus
familiares y asociados y a una buena parte del latifundismo criollo
que le apoyaba; en algunos casos, inclu-
so, fueron construidos canales de riego para exclusivo bene ficio de
algunos de sus socios, como el canal de riego cons truido por el
Estado en La Herradura, provincia de Santiago, en una inmensa
propiedad del general José Estrella.
Es decir, la ampliación del riego favoreció, sobre todo, el
aumento de la producción en las grandes propiedades, y sólo
marginalmente favorecía a medianos y pequeños propietarios del
campo. Pero aún así debe considerarse esta ampliación, como otro
factor que también contribuyó al ligero auge eco nómico registrado
en los años que estudiamos.
Pero el auge económico registrado por estos años no fa -
voreció a la clase trabajadora. En ese orden, José Cordero Michel
señala: “El grado de explotación al que están someti dos los obreros
es en extremo elevado y sus condiciones de vida, son de las más
miserables del mundo. En 1946 el sala rio medio de los obreros
industriales de Santo Domingo -que es la ciudad con el costo de
vida más alto del país- era de RD$1.44, por día, en 1950 era de 1.88
y en 1956 de RD$2.65 diarios. Mientras los salarios han aumentado
en un 84% en diez años, el índice general de precios ha aumenta do,
-durante el mismo período- en un 180%. El salario real se ha
reducido a menos de la mitad de lo que era hace diez años”. (José
Cordero Michel. Informe sobre la República Do minicana. Pág. 68.
Universidad Autónoma de Santo Domingo. 1970.)
Por esos años (1945-1946) fue promulgada una legisla ción
laboral que fue bautizada con el nombre de “Código Trujillo de
Trabajo", supuestamente para proteger los dere chos de los
trabajadores. Pero en realidad sólo existía en el papel, pues aunque
esta legislación consagró el derecho de los trabajadores a una vida
digna, a la huelga, y otras reivin dicaciones, durante la dictadura de
Trujillo casi todos los movimientos huelguísticos terminaron
ahogados en sangre.

INICIO DE LA CRISIS
En 1955 el régimen de Trujillo cumplió 25 años en el poder,
y para tal ocasión desde el año anterior se dio inicio a la
construcción de todo un conjunto de edificaciones y obras
suntuarias para conmemorar el hecho. Asimismo fueron or -
ganizados programas festivos y la inauguración de la “Feria
de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre”, en un lugar si tuado en
lo que era en aquel momento, la zona oeste, límite de la ciudad,
donde se construyeron los principales grandes edificios donde fueron
alojadas las exposiciones industriales nacionales y extranjeras,
organizados para tales festejos.
En ese mismo lugar se construyeron además los pala cios del
Congreso y de la Municipalidad, y cerca del lugar, dos lujosos
hoteles: el Paz y el Embajador.
Además, para tal ocasión fue ampliado el Malecón de la
ciudad capital y su autopista de cemento, vía que fue bauti zada con
el nombre de Avenida George Washington.
Se ignora la suma exacta que costaron tales construc ciones y
los demás gastos incurridos en el festival de activi dades que fueron
efectuadas durante el 25 aniversario de la tiranía, pero se estima que
se encontraba cercana a los 50 millones de pesos, casi la mitad del
presupuesto nacional.
Independientemente de la ausencia de informaciones exactas
sobre la suma envuelta en la fastuosa celebración del 25 aniversario
de la Era de Trujillo, los hechos demues tran que fue sumamente
elevada, pues a partir de aquí el ordenamiento económico nacional
comenzó una situación de dificultades que se inició con una notable
reducción de la liquidez en las reservas monetarias, y que como
veremos, al entrelazarse con la recesión que se inició dos años
después en la economía norteamericana, condujo a un proceso de
crisis económica que se fue profundizando año tras año, situa ción
que solo fue superada con la desaparición de la dictadu ra en mayo de
1961.
En 1958, urgido de recursos para terminar la construc ción y
equipamiento del ingenio Río Haina, Trujillo se vio for zado a
obtener un préstamo de 18 millones de dólares de The Bank Of
Nova Scotia, situando como garante de esa deuda a las reservas
monetarias naturales del Banco Cen tral. (Véase: B. Vega. Trujillo y
el Control Financiero Norteamericano. Pág. 605. Fundación Cultural
Dominicana. 1993).
Fue en el marco de ese proceso de crisis económica na cional
(1955-1961) donde surgieron los conflictos sociales que permitieron
crear la situación política que dio al traste con la tiranía.
Y lo que era más grave: esa crisis económica nacional surgió
en un momento en que en el área del Caribe se inicia ba un proceso
de democratización que comenzó en 1958, con la caída de la
dictadura venezolana del general Pérez Jiménez, y con la de
Fulgencio Batista, de Cuba, al año siguiente.
Esa crisis económica, que desplomó el crecimiento del
Producto Interno Bruto, de 6.5% entre 1950 y 1958, a tan sólo 1.3%,
en 1959, en primer lugar, obligó a Trujillo no sólo a elevar la tasa de
varios impuestos, sino además a crear otros nuevos. Por ejemplo,
durante estos años el impuesto fijo que pagaba la ciudadanía, por
medio de la Cédula Personal de Identidad, fue aumentado y
convertido en un nuevo impuesto sobre ingresos y beneficios.
Asimismo, el valor de los sellos requeridos para todo tipo de
certificación oficial fue aumentado junto con la tarifa postal; se
aumentó asimismo la tarifa del servicio de la ener gía eléctrica a la
población, y también los aranceles aduane ros. (Véase decreto
No.5261, octubre de 1959, que cancela exoneraciones a
industriales).
Todas esas medidas, más la situación de crisis econó mica,
profundizaron como nunca la situación de miseria del campesinado y
de los trabajadores, afectaron sensiblemente a la reducida clase
media, pero también a la burguesía tradi cional y hasta a la propia
burguesía burocrática surgida al amparo del régimen dictatorial.
Todos estos hechos se conjugaron con el fortalecimiento de los
grupos opositores exiliados, pues el proceso de demo cratización
abierto en Venezuela en 1958, condujo al poder a Rómulo
Betancourt al año siguiente, mientras la caída de Fulgencio Batista
en Cuba en enero de 1959, llevó al poder a Fidel Castro.
Ambos gobernantes eran enemigos declarados del dicta dor
Trujillo y no ocultaron sus propósitos de contribuir con el
derrocamiento de su régimen.
Tal realidad obligó a Trujillo, en medio de la crisis eco nómica,
a efectuar todo un conjunto de gastos no contem plados en los
presupuestos, como la instalación de una fábrica de armas, la compra
de aviones, de armas y nuevos equipos militares, y también, a
ampliar de manera significa tiva el número del personal militar en
todas las ramas, llegando a sobrepasar los 25000 soldados y policías.
Tales gastos profundizaron el desequilibrio de la balanza de pago y
esto amenazaba nuestro signo monetario, razones por las cuales el
gobierno se vio obligado a firmar un acuerdo stand-by, con el Fondo
Monetario Internacional por la suma de 115. millones de dólares. De esa
suma sólo llegó a utilizar 4 millonee
Ese deterioro económico condujo de nuevo a la dictadu ra a
ampliar la cobertura impositiva, y ese hecho creó lo que muy bien
puede definirse como una situación de asfixie eco nómico colectivo,
fenómeno que a su vez originó el surgimiento en el seno del pueblo,
de un clima generalizado de inconformidad que alcanzó a los
propios círculos de la burguesía burocrática creada por Trujillo.
Es significativo dejar sentado que durante ese período que
analizamos, la tiranía profundizó la represión y el con trol de la
ciudadanía, sobre todo, a partir de la expedición patriótica del 14 de
junio de 1959, a nivel de un verdadero estado de sitio de corte
terrorista.
Los nuevos impuestos creados afectaron a la leche,, el pan, las
pastas alimenticias, el vestido, el calzado, los aceites lubricantes y el
cemento. (Véase: Ley No-, 5144 del 6 de junio de 1959).
La crisis creada originó al propio tiempo un peligroso proceso
de salida de divisas, en el que se encontraban en vueltos, no sólo la
burguesía tradicional dominicana, en sus sectores comerciales e
industriales, sino incluso muchos miembros de la burguesía
burocrática, y hasta miembros de la familia Trujillo. Como las
operaciones de la salida de divisas se efectuaban en secreto y con la
complicidad de los funcionarios del Banco Central y del Banco de
Reservas, se ignora el monto total de los depósitos efectuados en la
banca del exterior.
La suma sin embargo fue muy elevada, pues se sintió en una
reducción drástica de las reservas de divisas que ba jaron de 32.1
millones de dólares, a finales de 1959, a ape nas 4.7 millones, a fin de
1961. (Véase: Julio C. Estrella. La Moneda, la banca y las finanzas.
Vol. 2, Pág. 281. UCMM. 1971).
Y ello ocurrió a pesar de los esfuerzos personales del dictador
por evitarlo, pues en enero de 1959 había hecho promulgar la ley
No.5071. que prohibía toda exportación o transferencia de divisas
depositadas en las bancas nacionales, y el año siguiente creó la junta
coordinadora de importaciones y exportaciones, situando en su
dirección a su hijo Ramfis.
El deterioro de las reservas de divisas condujo al gobierno
dominicano ese mismo año de 1960, a un nuevo acuerdo con el Fondo
Monetario Internacional, mediante el cual obtuvo un préstamo de 15
millones de dólares. Con ese préstamo, la deuda exterior se elevó a 20
millones de dólares.
Se agregó a la crisis económica, para ahondarla aún más, no
sólo por sus efectos económicos, sino también políti cos, la
resolución final de la VI Reunión de Cancilleres de la Organización
de Estados Americanos, efectuada en San José de Costa Rica, en
agosto de 1960, que condenó al régimen por su intento de asesinato
a Rómulo Betancourt. con un embargo del comercio internacional
dominicano, que si bien no fue cumplido cabalmente, condujo al
gobierno de Estados Unidos a retenerle la suma de 23 millones de
dólares, producto de un descuento en el monto total de las
exportaciones de azúcar, equivalente a la diferencia existente entre
el precio del mercado preferencial norteamericano y el precio' del
mercado mundial.
Para principios de 1961, la situación económica y financiera de la
nación era desesperante. La producción agrícola se había reducido en casi
todos sus renglones, las importaciones cayeron de 134 millones en 1958, a
tan sólo 69 millones y medio de dólares, y aunque en menor medida,
también caían las exportaciones; los artículos de primera necesidad a su
vez aumentaron considerablemente de precio a causa de la baja
producción y por los nuevos impuestos creados, originando un
mortificante desabastecimiento en la población; por su parte, el Banco
Central había sido saqueado, mientras era dictada una ley que obligaba a
los exportadores a depositar en esa institución el 50% de las divisas que
recibían.
Ese desastre económico condujo a Trujillo a ordenar al Dr.
Joaquín Balaguer, quien ocupaba la Presidencia de la
República por la renuncia del hermano del tirano Hétor B. Trujillo,
a nombrarlo en un nuevo cargo especialmente crea do para él
mediante el decreto No. 5479 del 20 de enero de 1961: Presidente
de los Bancos del Estado.
Con esa designación Trujillo pasó a ser el jefe absoluto de
todas las instituciones financieras del Estado.
Pero Trujillo no tuvo tiempo de disfrutar del cargo ni de ver
superada la crisis que su política de monopolización de los negocios
había creado, pues murió abatido a tiros apenas cuatro meses
después: el 30 de mayo de ese último año.
Poco después de la muerte de Trujillo, el Presidente Joaquín
3alaguer en el marco de un ambiente de repudio ge neralizado que
crecía día a día, con la clara intención de desactivar la ola de
agitación en demanda de su renuncia, adoptó un conjunto de
medidas económicas que beneficiaron a la economía popular.
Estas medidas fueron: rebaja de los precios del azúcar, de la
harina de trigo, del cemento, del aceite de maní, la melaza, la
exoneración por un año a la importación de baca lao, el arenque y
otros artículos de primera necesidad, y también a varios
medicamentos de intenso consumo (véase: Frank Moya Pons.
Empresarios en conflicto. Fondo para el Avance de las Ciencias
Sociales. 1992. Aparece allí un listado bastante completo en las
págs. 76 y 77).
Otras de las medidas tomadas por el Presidente Balaguer en
su empeño de permanecer en el poder, estuvie ron dirigidas a
confiscar las empresas propiedad de Trujillo, medida que fue
adoptada con la anuencia del hijo del dicta dor, Ramfis. Por medio
de esas medidas el Estado pasó a ser propietario de 30 empresas
comerciales, industriales, 17 empresas comerciales, 6 inmensas
fincas ganaderas y 12 ingenios azucareros.
A pesar de estas medidas dirigidas a buscar simpatías en los
sectores populares, la agitación política continuó y en diciembre de
1961, una huelga general que duró doce días estremeció su gobierno
y preparó las condiciones para que se viera forzado a conformar un
Consejo de Estado compuesto por siete miembros que él mismo
presidió, donde integró a personalidades de la oposición
antitrujillista.
La acción, sin embargo, no detuvo la ola de agitación en
demanda de su renuncia, y por tales motivos, luego de un intento de
golpe militar que el Dr. Balaguer tras bastidores dirigió, otra huelga
más violenta que la anterior , que estalló a mediados de enero, lo
obligó a renunciar a la presidencia y a buscar asilo en la Nunciatura
Apostólica, y finalmente, a abandonar el país.

LA SITUACIÓN ECONÓMICA DESPUES DEL


DESMANTELAMIENTO DE LA TIRANÍA (1962-1965)
Bajo las presiones de los partidos políticos y de las ma sas
populares, el nuevo Consejo de Estado, presidido por Rafael
Bonnelly, conformado luego de la salida del Presiden te Joaquín
Balaguer a principios de 1962, fue forzado a mantener las
expropiaciones ejecutadas a la familia Trujillo.
Las propiedades estatales sumaban RD$ 155269650.00
invertidos en empresas industriales, más RD$7920650.00 en
empresas comerciales.
En aquel momento, el total invertido en el sector indus trial de
la nación ascendía a la suma de RD$306833025.00; de este monto,
130 millones correspondían a inversionistas extranjeros, lo que
representaba el 42%; el sector privado nacional registraba capitales
por un monto de RD$21567375.00, apenas un 7%. En consecuen -
cia, con esas confiscaciones el Estado dominicano pasó a controlar
el 51% de toda la inversión industrial nacional.
En el sector agrario, por su parte, el Estado pasó a ser
propietario de RD$3065336.38. tareas de tierra. (Véase: Luis
Gómez. Relaciones de Producción Dominantes en la Re pública
Dominicana. 1875-1975. Pág. 104. Editora Alfa & Omega. 1984.
Esa enorme confiscación, al tiempo que originó en el seno de
la burguesía tradicional dominicana una situación de permanente
conflicto, pues dicha clase se dividió en gru pos diferentes, cada uno
de los cuales aspiraba al usufructo de los bienes expropiados e
incluso un grupo aspiraba a que las empresas les fueran vendidas a
precios viles, creó a su vez una situación paradójica en nuestra
subdesarrollada sociedad, que vio surgir de la noche a la mañana, el
capitalismo de Estado, fase que sólo habían conocido hasta
ese momento, los países capitalistas altamente desarrolla dos.
La desaparición de la tiranía al propio tiempo permitió un
cambio de rumbo en la orientación del modelo económico nacional,
pues de ahora en adelante veremos que tanto la burguesía
tradicional, como los sectores burgueses anterior mente socios de
Trujillo en la industria y en otros negocios y que no fueron
expropiados, tendrían una participación más directa en la dirección
de los lineamientos económicos del Estado, y al propio tiempo, una
participación más dinámica en el plano de las inversiones.
En otras palabras, el país se liberó de las ataduras que imponía
la dictadura al desenvolvimiento económico y entró en una fase de
liberalización de su economía. Por otro lado, esa liberalización de la
economía y de la vida política del país, dio impulso a un intenso
proceso de sindicalización de los trabajadores, y hasta de los
empleados públicos, hecho que permitió encauzar diferentes luchas
que condujeron a una sensible mejoría salarial en todos los órdenes.
Para tener una idea de la importancia de los aumentos
salariales, ponemos como ejemplo lo ocurrido en la industria
azucarera, que pasó de un salario promedio anual de RD$324.8, en
1960, a RD$740.4, en 1962.
Esa mejoría salarial impulsó el crecimiento de las im -
portaciones pues el parque industrial nacional no se encon traba en
condiciones de abastecer la demanda generada, so bre todo en la
rama de los electrodomésticos, maquinarias etc. En 1961, el país
efectuó importaciones ascendentes a algo más de 69 millones de
dólares, mientras tan sólo tres años después, alcanzó la suma de
192373452 dólares.
Dos hechos significativos marcan sin embargo este pe ríodo
que examinamos: mientras por un lado vemos surgir un crecimiento
industrial acentuado, en gran parte estimu lado por la propia
liberalización de la economía y por la me joría salarial, en el plano de
la producción agrícola, se registra no un estancamiento, sino un
descenso.
Según un estudio efectuado por la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), entre
1958 y 1962, la producción agrícola por habitante en tre esos años se
redujo en un 4%.
INDICE

PERFIL DE LA SITUACIÓN ECONÓMICA DEL MUNDO OCCIDENTAL


en la Apoca de la independencia nacional Y años inmediatamente
POSTERIORES............................................................................................11
Antecedentes_______________________________________________________ 19
Estructura de la economía: 1844-1870 ...................................................................25
Características de la propiedad de la tierra y la reorganización DE LA
ACTIVIDAD PRODUCTIVA.
El corte de madera y los trabajadores
Los PROBLEMAS MONETARIOS....................................................................... 43
La cuestión monetaria durante el primer gobierno de Báez
Y EL SEGUNDO DE SANTANA.

La economía durante la anexión.............................................................................. 61

Estado Y administración pública................................................................................65

De las compañías de crédito al endeudamiento exterior.......................................75


El ENDEUDAMIENTO EXTERIOR

El repunte Y caIda de la industria azucarera........................................................89


CAIDA DE LOS PRECIOS AFECTA A TRABAJADORES DOMINICANOS.
Las bodegas de los ingenios y el sistema de vales
Cambios en la política económica: 1865-1880....................................................... 109
Tratado de libre cambio con Estados Unidos:
1891-1894..............................................................................................................117

Población 1844-1900.............................................................................................. 123


LA POBIACIÓN ENTRE 1865-1900
LA CRISIS MONETARIA Y LA GUERRA INTERNACIONAL ENTRE EL
ORO Y LA PLATA.............................................................................................133
Repercusiones sociales de la crisis
La economía a finales del siglo XIX y los empréstitos con la Wesntendorp y la
Santo Domingo Improvement Co................................................................143

LOS MANEJOS FRAUDULENTOS DE HEUREAUX


Los primeros bancos: antecedentes...........................................................................157

La CREDIT Movilier de París y el Banco Nacional

Medios de comunicación: 1844-1924.........................................................................169

La descomposición del campesinado.........................................................................179


La industria, la agricultura y la ganadería desde principios DE SIGLO A 1920
..........................................................................................................................183
La consolidación DE LA HEGEMONIA norteamericana en la
ECONOMIA NACIONAL..................................................................................197
La convención de 1907 y las reformas económicas del
RÉGIMEN DE CACERES.................................................................................213
El caos político afecta LA ECONOMIA y la administración
PÚBLICA..............................................................................................................219
La POLITICA ECONÓMICA DE LA DICTADURA MILITAR NORTEAMERI-
CANA: 1916-1922..........................................................................................229

Las reformas económicas


La situación económica entre 1922-1930 .................................................................243

La CRISIS MUNDIAL DE 1929 Y SUS REPERCUSIONES, AÑOS

DESPUÉS .................................................................................................................. 249


Los ÉXITOS EN EL CULTIVO DE ARROZ
La economía nacional entre 1935 y segunda guerra
MUNDIAL.......................................................................................................... 263
De la segunda guerra mundial a la creación de la moneda nacional......... ...281

De la Postguerra hasta el final de la dictadura de Trujillo_________________________291


El autor de este libro ha sido profesor de la Universidad Autónoma de Santo

Domingo durante más de veinte años y profesor invitado de varias academias

latinoamericanas y europeas. Ganador a su vez, del Premio Internacional de

Ensayo de Casa de Las Américas, de la Habana, Cuba.

Entre sus obras más exitosas y que han merecido múltiples reediciones,

además del presente texto, que lleva ya cinco ediciones, se encuentran:

Historia del Pueblo Dominicano. Historia de las ideas políticas. El

pensamiento dominicano. Los negros, los mulatos y la nación dominicana. Para

aprender a investigar. Santo Domingo: Política, cultura e ideología. Ensayos

profanos. República Dominicana: Clases, crisis y comandos, entre otros, y

Además, fue director y principal redactor de la “Enciclopedia Dominicana”.

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