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Portada
Sinopsis
Portadilla
Segunda parte. «The story of us»
Dos años más tarde
La boda
1. Ashley
2. Cam
3. Ashley
4. Cam
5. Ashley
6. Cam
7. Ashley
8. Cam
9. Ashley
Acción de gracias
10. Cam
11. Ashley
12. Cam
13. Ashley
14. Cam
15. Ashley
16. Cam
Chicago
17. Ashley
18. Cam
19. Ashley
20. Cam
21. Ashley
22. Cam
23. Ashley
Vodka
24. Cam
25. Ashley
26. Cam
27. Ashley
La «Super Bowl»
28. Cam
29. Ashley
30. Cam
Los testigos
31. Ashley
32. Cam
33. Ashley
El cumpleaños
34. Cam
35. Ashley
36. Cam
La despedida
37. Ashley
38. Cam
La promesa
39. Ashley
40. Cam
41. Ashley
42. Cam
43. Ashley
El futuro
44. Cam
45. Ashley
46. Cam
47. Ashley
El principio
48. Cam
49. Ashley
Epílogo
Agradecimientos
Créditos
Gracias por adquirir este eBook
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Tiene que estar vacilándome. Tiene que ser una broma, eso
es lo que es esto. Caleb Braxton. Podía escoger a
cualquiera para largarse de mi casa en un cochazo. A
cualquiera. Pero no. Ella llama a Caleb Braxton y a mí me
está subiendo muy rápido la rabia por el pecho hasta
colapsar en mi garganta. ¿Cómo no? Ella siempre elige la
peor opción. Elige a Tyler y elige a Caleb, y elegiría a
cualquiera que a mí me pusiera en marcha el instinto
asesino. ¿Por qué él? El que apostó a que podía ligarse a mi
chica cuando acabamos el instituto. El que tuvo los huevos
de besarla aun sabiendo que ella estaba conmigo. No me
cae bien. Y no sé si es solo por eso, o si hay algo más, pero
odio que se haya largado con él como si nada. En la puerta
de mi casa. ¿Y ahora qué? ¿Adónde van a ir? ¿Qué van a
hacer? ¿Que qué van a hacer? No seas ingenuo, Cameron,
van a follar mientras yo estoy en casa cada vez más y más
furioso; mientras pienso en las manos de ese tío tocando su
cuerpo. Su pelo, su piel, sus tatuajes. Mis tatuajes. Por un
momento, siento que estoy teniendo un déjà vu emocional,
porque me siento casi igual que cuando mi mente no
paraba de torturarme pensando que Tyler había pasado por
todos esos sitios que habían sido solo míos. ¿Dejará que
Caleb acaricie su piel justo donde tiene mi marca en la
muñeca? ¿Dejará que bese cada letra de ese fearless como
hice yo miles de veces?
Sacudo la cabeza para intentar frenar los absurdos
pensamientos que creí haber dejado atrás hace dos años.
Ya no puedo volver a eso. ¿Qué estoy haciendo? Ashley es
muy libre de hacer lo que le dé la maldita gana con quien le
dé la maldita gana. Y a mí ya no me importa. Ya no me
importa, de verdad.
Vuelvo al salón, con los puños y la mandíbula apretados.
Mi hermano y Zack se están besando a un lado de la sala y
diciéndose cosas al oído como si fueran unos adolescentes.
Pero yo clavo la mirada en Eric y, cuando me mira también,
le hago una seña para que deje de hablar con mi
hermanastra y se me acerque.
—¿Qué pasa, tío? —pregunta.
Mi hermano y Zack se acercan muy rápido al captar la
tensión que debe de estar generando mi cuerpo. Si hay algo
que les guste más de lo que se gustan el uno al otro es
meter las narices en mis asuntos.
—¿Está saliendo con ese payaso? —Es lo que sale de mi
boca, sin que yo pueda controlarlo.
Ojalá supiera callarme, alguna vez. Porque, ahora mismo,
tal y como están las cosas, creo que el único que está
haciendo el payaso aquí soy yo.
—¿Qué payaso? Mi hermana ha salido con algún que otro
payaso en su vida, sí —bromea Eric para picarme.
Pero lo único que consigue es impacientarme.
—¿Sale con Caleb, sí o no?
Eric ensancha su sonrisa, mientras me mira como si le
resultara muy interesante mi repentino mosqueo. No me
tiene ningún respeto, este mocoso.
—Ah, Caleb —repite, y luego se encoge de hombros—.
Salir es un término muy amplio, Cam. ¿Si sale de vez en
cuando de casa y se monta en su coche cuando está en
Sacramento? Sí, diría que a menudo. ¿Que si es su novio o
algo así? Pues la verdad es que no tengo ni idea, Ash se ha
vuelto bastante celosa de su intimidad en los últimos años.
Gruño. Tengo como mil preguntas para las que quiero
una respuesta inmediata, pero creo que es mejor no
hacerlas. Es mejor no hacerlas, pero es que no me puedo
callar por mucho tiempo.
—¿Desde cuándo?
—Desde cuándo, ¿qué? —contesta Eric, jugando con mi
paciencia. Lo miro con cara de pocos amigos y él levanta
las manos en son de paz—. Mamá me dijo que salieron dos
días seguidos después de la boda de Emily. Puedo
conseguirte toda la información, pero mis dotes de
investigador privado no se venden baratas...
Le golpeo el hombro moderando la fuerza, para no
hacerle daño.
—¿Es que estás celoso, hermanito? —pregunta mi
hermano, y posa una mano en mi nuca de forma delicada.
Me aparto en un movimiento brusco y me giro hacia él
para fulminarlo con la mirada. Me tengo que morder la
lengua cuando estoy a punto de soltar un «no flipes», como
si aún fuera el mismo crío que a los dieciocho.
—Pues claro que no.
Doy la vuelta y salgo del salón.
Subo al segundo piso y me asomo a la habitación de mi
hermano y Zack, para asegurarme de que Alice está
dormida y a salvo. Justo lo que necesitaba para devolverme
la calma. Me acerco despacio, para no molestarla, y Salem
levanta brevemente la cabeza para mirarme antes de
estirar las patas, acomodar su postura y apretujarse más
contra la niña. Acaricio la barriga del gato antes de hacer
lo mismo con el pelo de mi sobrina. La beso en la mejilla
muy suave antes de salir del cuarto para irme al mío.
Lo primero en lo que me fijo al entrar es en el puñetero
corcho que hay en la pared. La última vez que estuve aquí,
mi madre tuvo la delicadeza de quitarlo de en medio, no sé
por qué demonios lo ha vuelto a colgar. Bueno, sí, sí que lo
sé. Por la misma razón por la que ha invitado a los Bennet a
cenar esta noche. Me acerco sin dudar y empiezo a quitar
todo lo que hay allí que tenga que ver con ella. Las fotos,
las notitas, las entradas de cine medio borradas por el paso
del tiempo y todas esas cosas absurdas. Abro el último
cajón de la mesa de un tirón. Está medio vacío y yo lo meto
todo allí, sin orden y sin cuidado. Y, cuando ya lo he
cerrado, me lo pienso mejor y vuelvo a abrirlo, para
estirarme y coger el muñeco daruma de la estantería y
meterlo con todo lo demás. Luego cierro de golpe, de un
solo empujón. Miro el corcho y tengo que mover de sitio las
pocas cosas que quedan en él, para conseguir tapar los
corazones con nuestras iniciales que hay dibujados en la
superficie. No le bastaba con estar en todas partes, ella
también tenía que dejar su marca ahí.
Oigo una llamada a la puerta y, aunque decido ignorarla,
se abre a los dos segundos. Mi hermano asoma la cabeza,
prudente, como si esperara encontrarme pegándole a la
almohada. Procuro relajar la expresión y doy dos pasos
atrás para sentarme al borde del colchón, a los pies de la
cama. Rob pasa, cierra tras de sí y se acerca en silencio
hasta sentarse a mi lado.
—¿Estás bien?
Empuja suavemente mi hombro.
—Sí.
Lo digo firme, sin ningún rastro de duda. Pero él se
levanta y camina hasta quedar frente al corcho,
desmontando toda mi fachada.
—Qué pena, era la parte favorita de Alice de toda la casa
—murmura mientras pasea los dedos por entre las pocas
cosas que aún quedan clavadas con chinchetas en la
superficie.
—Deja de contarle a tu hija cuentos de hadas, anda. Lo
único que os pedí es que dejarais a Ashley fuera de mi vida
y vosotros os empeñáis en hacerlo todo demasiado difícil.
Mi hermano se sienta de nuevo a mi lado. Me observa,
apenado.
—¿Ha sido difícil quitar esas cosas del corcho?
—Ha sido difícil encontrarme esas cosas ahí —replico—.
La última vez que estuve aquí, cuando vine con Lynn,
mamá lo había quitado y pensé que por fin había entrado
en razón... Pero ya ves, le faltó tiempo para volver a
colgarlo.
—Mamá y Julia son muy entrometidas y encima se les da
muy mal hacer de casamenteras. Pero tienen buena
intención, Cam. Os conozco a los dos, a ti mucho más que a
ella. Y ella lleva dos años echándote de menos, pero es que
tú... Tú llevas dos años luchando contra ti mismo para no
echarla de menos también, y no entiendo cómo no estás ya
agotado de eso.
Me giro hacia él para mirarlo contrariado.
—Perdono a mamá, porque ella no tiene ni idea de lo que
pasó en realidad. Pero que Zack y tú sigáis con esto aún,
sabiendo lo que ella hizo, te juro que me jode muchísimo
más que verla largarse en el BMW del puto Caleb Braxton
—gruño entre dientes.
Rob me sostiene la mirada, sin dejarse amedrentar,
aunque su expresión es bastante empática.
—Lo entiendo. No creas que no me acuerdo de cómo
estabas hace dos años, y no creas que no me acuerdo del
daño que te hizo. Pero ella ya está pagando su condena con
creces. Lo que hizo fue una estupidez y lo peor que se le
pudo ocurrir, eso está claro. Pero vosotros dos ya no
estabais juntos y cada uno estaba haciendo lo que podía
para seguir adelante. No la defiendo, Cam —asegura
rápidamente al ver cómo frunzo el ceño—. Y te apoyaría en
toda esta cruzada contra ti mismo si pensara que vas a ser
más feliz así, pero es que no lo creo.
Niego con la cabeza y aparto la mirada. Da igual lo que
le diga a mi hermano, no voy a conseguir que cambie de
opinión. En esta familia adoran a Ashley y eso es algo con
lo que voy a tener que aprender a lidiar si no quiero
volverme loco. Pero lo único que les pido es que la adoren
en silencio y me permitan a mí mantenerla lejos de mi vida,
tampoco es para tanto, ¿no? Deberían respetar eso, al
menos.
—No tienes ni idea de lo que yo siento o no siento, así
que no te pongas a psicoanalizarme, Robbie —advierto,
muy serio—. Y me alegro de que tú la entiendas y puedas
ponerte en su lugar y todas esas cosas que a Zack y a ti se
os dan tan bien para justificar todo lo que Ashley hace mal,
pero yo nunca he podido y ahora ya me da lo mismo. Puede
que no estuviéramos juntos y puede que cada uno hiciera lo
que podía, pero el caso es que mi corazón seguía siendo
suyo, y creía que el suyo seguiría siendo mío. Me hizo
polvo. Y lo único que os pido es que respetéis mi decisión y
me dejéis estar bien, que es como estoy cuando estoy lejos
de ella.
—Muy bien. Intentaré convencer a mamá para que no
vengan mañana a comer —dice con expresión triste—. No
te prometo nada.
Se levanta y da dos pasos hacia la puerta.
Se me enreda un nudo en el pecho cuando pienso en la
cara con la que me mirará mi madre, en que todos
pensarán que esto aún me afecta y en lo feliz que hace a
Alice pasar el tiempo con su amiga Ashley.
—No le digas nada a mamá. Da igual. Soy capaz de
comer en la misma mesa que ella. Estaré bien.
Mi hermano me mira con cierta incredulidad reflejada en
las pupilas. Asiente, pero hace una mueca antes de volver a
hablar:
—¿Sabes? Pensaba que tú no eras de los que se
conformaban, pero si quieres pasar el resto de tu vida
limitándote a estar «bien», es cosa tuya, no nuestra.
No digo nada porque solo quiero que se largue y acabar
con esta conversación de una vez. Quiero que sea pasado
mañana y montarme en un avión de vuelta a Boston y pasar
a recoger a Vodka en cuanto aterrice y volver a mi vida
normal.
—Ah —añade el plasta de mi hermano, con la puerta ya
abierta y medio cuerpo en el pasillo—, y deberías saber que
el corazón de Ashley no ha dejado nunca de ser tuyo,
Cameron. Rebusca bien por tus bolsillos, si no sabes dónde
lo has puesto.
Utiliza mi nombre completo para darle más dramatismo.
Para recordarme a ella. Para llegarme un poco más
adentro. Pero yo no dejo que atreviese mi coraza. Que para
algo hace dos años que la llevo puesta.
Poco después tengo que obligarme a salir de mi guarida
para hacer acto de presencia en el salón y despedir en
condiciones a lo que queda de la familia Bennet antes de
que se vayan.
Cuando por fin me voy a la cama, no puedo parar de dar
vueltas. ¿Está ella teniendo un orgasmo ahora mismo,
mientras yo me pregunto esto como un idiota? No me viene
bien pensar en Ashley teniendo un orgasmo, y mucho
menos si no soy yo el que lo provoca. Joder. Ella y sus
gemidos entrecortados y su manera de estremecerse, y su
forma de pronunciar mi nombre en el clímax...
Ya vale.
Me incorporo y cojo el móvil de la mesilla, porque es
mejor dirigir la frustración hacia algún sitio y sé
perfectamente con quién quiero pagarla esta vez. Me meto
en la conversación con Scott y pulso el botón para grabar
un mensaje de voz: «¿En serio está saliendo con Caleb y no
me has dicho nada? No me puedo creer que tenga algo con
él. Y, lo que es peor, no me puedo creer que tú te lo hayas
callado. Eres un traidor».
Me dan ganas de mandarle otro a Vanessa, diciendo algo
parecido, porque seguro que ella también está bastante al
día de las últimas noticias, teniendo en cuenta que ese
Caleb es uno de los mejores amigos de su novio. Si es que
lo tienen que saber todos menos yo, que es precisamente lo
que yo quería y lo que yo les pedí, claro: no saber
absolutamente nada de Ashley. Y, al contrario que mi
familia, mis amigos están cumpliendo con mis órdenes a
rajatabla.
Suena la entrada de un mensaje. Es Scott. Él ha escrito,
en vez de hablar:
Creía que no querías saber nada de Ashley.
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley
Cam
Ashley