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Esta obra comienza con la invocación famosa: “Canta, oh diosa la cólera del
Pélida Aquiles”. El poeta griego creía que el don de la poesía no era
propiamente suyo, sino que le era dispensado por los dioses; de ahí que
pide, el poeta de “La Ilíada”, la inspiración. Era el dios quien cantaba dentro
del alma del poeta. Estos versos iniciales indican que estamos ante la
exposición de un gran asunto: la cólera de Aquiles provocada por los actos
de Agamenón y; Las consecuencias desastrosas que para los aqueos va a
tener esta cólera. El poeta del Canto I mira las cosas sólo del lado aqueo,
no del lado troyano. Los desastres van a ser causados por Zeus, quien
quiere complacer a Aquiles. El límite de estos desastres será la muerte de
Héctor, que anuncia la caída de Troya. No nos dice quién es Aquiles, ni
quién es Agamenón, sino que presupone que el público ya lo sabe. Toma el
material antiguo de las leyendas acerca de la guerra de Troya y crea su
poema. En los poemas homéricos, así como en casi toda la literatura
helénica se da reiteradamente la ausencia de expectación. Esto obedece a
un factor primordial: los poetas trabajan sobre un material ampliamente
conocido. De allí que el interés del público no se proyecte sobre la materia
en sí, sino sobre el tratamiento poético del tema, por un caso; y, por el otro,
por la creación de personajes, sin olvidar la interpretación personal del
artista sobre los hechos. Por otra parte, la acción del relato comienza “in
medias res” (a mitad de la acción), o sea en el décimo año de lucha de la
guerra de Troya. El autor avisa sobre lo que va a cantar, de esta manera
utiliza el anticipo que es un recurso que consiste en adelantar hechos y
acciones. El canto I podría dividirse en dos partes una en la tierra y la otra
en el cielo. Ambas están relacionadas. Lo que pasa en la tierra, y es motivo
de angustia y pelea, pasa en el cielo, y es motivo de festejo y risas. En
ambos planos hay una pelea y un mediador, cambia su final.
En este canto, la vida de uno mismo puede ser tan intensa y épica como la Ilíada
propia. Su eco es infinito en el tiempo. Creo yo que… La Ilíada tiene decenas de
reflejos de la actitud humana prácticamente en cualquier cultura y momento. Es
una lección que debería ser tomada mucho más en cuenta de lo que
presuntamente se da por hecho ya que, este canto. Es un escrito con mucha
antigüedad, se debe comprender eso previamente. La manera en cómo se relatan
los acontecimientos es prueba de ello; personalmente yo considere leerlo con
perseverancia, como parte de los libros de cultura general. Y lo que más puedo
rescatar de este canto es que: Zeus envía un mensaje a Agamenón por medio de
un sueño para advertirle que debe seguir adelante con la toma de Troya.
Agamenón decide mandar a la población a sus respectivos hogares. Sin embargo,
el éxodo cesa cuando Agamenón se prepara para ir a la guerra y comienza a
enumerar las diferentes embarcaciones de las que disponen para la batalla.
Pienso yo que por algo este canto tiene este nombre, ¿No cree? Algo que me
gusto de este segundo canto es que este inicia con Agamenón, quien no puede
conciliar el sueño, por lo que decide salir de su tienda, es aquí donde su hermano
Menelao igualmente, sale de su tienda y comienza a tener una plática nocturna en
la que Menelao, le pregunta a Agamenón si esta pensando en mandar espías al
campamento troyano, y creo recuerdo que Agamenón le dice a su hermano que
Zeus los ha abandonado, ya que los sacrificios que ellos hacen son en vano, y es
aquí que me puse a pensar en este canto… que es muy interesante porque las
palabras se expresaban de una forma más poética, más hermosa, es muy
interesante esto en mi opinión esto se merece mucho más por los griegos. Pienso
yo que muy buen libro, y sin duda uno de los grandes de la literatura. Escrito por
Homero, poeta griego, que se decía que era ciego, pero tenía la capacidad de ver
lo que otra no podía, y creo que sin duda lo demuestra... Excelente Libro, ¡¡sin
duda de 10!! Por ultimo. Está bueno ver como la vida del hombre y la de los dioses
son prácticamente iguales y la envidia que estos últimos sienten de los primeros.
Canto X
Electos los vigías, Agamenón en unión con su hermano Menelao llama a Néstor y
a los demás jefes y hacen guardia con ellos ante el foso. Toman determinaciones
ahí mismo donde habían sufrido las calamidades y envían como observadores a
Diomedes y a Odiseo. Habiendo avanzado éstos algún tanto, un ave de raudo
vuelo ofreció próspero augurio. Al mismo tiempo había salido cierto troyano,
Dolón, que había sabido las determinaciones de los aqueos, en citado por las
promesas de Héctor, fue aprehendido por los que se habían adelantado más hacia
la base naval. Implorando éste por su vida, denunció todos los sitios de los
campamentos y a dónde se dirigía Reso, el rey de los tracios, pero sorprendido
por Diomedes fue asesinado. Ya marchan a los aposentos de Reso, a quien
habían oído llegar con sus famosos caballos. Atenea amonesta a los héroes para
que no se retarden más tiempo con la esperanza de obtener demasiados botines;
mientras tanto Apolo incita a los tracios y a los troyanos y los regresa a sus
campamentos. Armado Agamenón con espléndidas armas conduce por la mañana
a sus tropas a las filas de combate; lo mismo hacen Héctor y los otros príncipes de
Troya. Ante el insólito valor de Agamenón que enardece a la turba desconocida,
se excitan los troyanos y se inicia una gran batalla. El mismo Héctor apartado por
mandato de Zeus hasta las murallas de la ciudad, evita el coraje del enardecido
adversario, mientras aquél se marcha del combate mal herido. Realizado esto,
Héctor vuelve a pelear e infunde a los suyos un nuevo valor. Diomedes, Odiseo y
Áyax vuelven a la decaída batalla; pero Diomedes herido por Paris se regresa
violentamente hacia las naves (310 400); asimismo Odiseo herido por Soco y
muerto aquél, viéndose rodeado por los troyanos.