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Unidad de aprendizaje: Electiva III (Literatura)

Nombre del Alumno: Pérez Alcántara Simons


Grupo: 1MM21
Fecha: Agosto – diciembre 2022 Periodo: 23/1
Tema: 2.- La Ilíada.
Calificación:
Canto I

Esta obra comienza con la invocación famosa: “Canta, oh diosa la cólera del
Pélida Aquiles”. El poeta griego creía que el don de la poesía no era
propiamente suyo, sino que le era dispensado por los dioses; de ahí que
pide, el poeta de “La Ilíada”, la inspiración. Era el dios quien cantaba dentro
del alma del poeta. Estos versos iniciales indican que estamos ante la
exposición de un gran asunto: la cólera de Aquiles provocada por los actos
de Agamenón y; Las consecuencias desastrosas que para los aqueos va a
tener esta cólera. El poeta del Canto I mira las cosas sólo del lado aqueo,
no del lado troyano. Los desastres van a ser causados por Zeus, quien
quiere complacer a Aquiles. El límite de estos desastres será la muerte de
Héctor, que anuncia la caída de Troya. No nos dice quién es Aquiles, ni
quién es Agamenón, sino que presupone que el público ya lo sabe. Toma el
material antiguo de las leyendas acerca de la guerra de Troya y crea su
poema. En los poemas homéricos, así como en casi toda la literatura
helénica se da reiteradamente la ausencia de expectación. Esto obedece a
un factor primordial: los poetas trabajan sobre un material ampliamente
conocido. De allí que el interés del público no se proyecte sobre la materia
en sí, sino sobre el tratamiento poético del tema, por un caso; y, por el otro,
por la creación de personajes, sin olvidar la interpretación personal del
artista sobre los hechos. Por otra parte, la acción del relato comienza “in
medias res” (a mitad de la acción), o sea en el décimo año de lucha de la
guerra de Troya. El autor avisa sobre lo que va a cantar, de esta manera
utiliza el anticipo que es un recurso que consiste en adelantar hechos y
acciones. El canto I podría dividirse en dos partes una en la tierra y la otra
en el cielo. Ambas están relacionadas. Lo que pasa en la tierra, y es motivo
de angustia y pelea, pasa en el cielo, y es motivo de festejo y risas. En
ambos planos hay una pelea y un mediador, cambia su final.

El segundo tema de la Ilíada es la autoridad de Zeus. La autoridad de este


está siempre expuesta a la discusión con los demás dioses, en la mayoría
de los casos discutida por su esposa Hera y su hija Palas Atenea. Esta
voluntad no corresponde a un dios omnipotente, su voluntad se cumple a lo
largo, pero no en lo inmediato. Zeus, buscando cumplir el deseo de Aquiles
de que los aqueos pierdan para que reconozcan su valor guerrero un deseo
egoísta pero común en los griegos tratará de neutralizar a los dioses que
están de lado de los aqueos. A largo plazo Zeus quiere
que los aqueos ganen, pero después que Aquiles sea reconocido por ellos.
Canto II

En este canto, la vida de uno mismo puede ser tan intensa y épica como la Ilíada
propia. Su eco es infinito en el tiempo. Creo yo que… La Ilíada tiene decenas de
reflejos de la actitud humana prácticamente en cualquier cultura y momento. Es
una lección que debería ser tomada mucho más en cuenta de lo que
presuntamente se da por hecho ya que, este canto. Es un escrito con mucha
antigüedad, se debe comprender eso previamente. La manera en cómo se relatan
los acontecimientos es prueba de ello; personalmente yo considere leerlo con
perseverancia, como parte de los libros de cultura general. Y lo que más puedo
rescatar de este canto es que: Zeus envía un mensaje a Agamenón por medio de
un sueño para advertirle que debe seguir adelante con la toma de Troya.
Agamenón decide mandar a la población a sus respectivos hogares. Sin embargo,
el éxodo cesa cuando Agamenón se prepara para ir a la guerra y comienza a
enumerar las diferentes embarcaciones de las que disponen para la batalla.
Pienso yo que por algo este canto tiene este nombre, ¿No cree? Algo que me
gusto de este segundo canto es que este inicia con Agamenón, quien no puede
conciliar el sueño, por lo que decide salir de su tienda, es aquí donde su hermano
Menelao igualmente, sale de su tienda y comienza a tener una plática nocturna en
la que Menelao, le pregunta a Agamenón si esta pensando en mandar espías al
campamento troyano, y creo recuerdo que Agamenón le dice a su hermano que
Zeus los ha abandonado, ya que los sacrificios que ellos hacen son en vano, y es
aquí que me puse a pensar en este canto… que es muy interesante porque las
palabras se expresaban de una forma más poética, más hermosa, es muy
interesante esto en mi opinión esto se merece mucho más por los griegos. Pienso
yo que muy buen libro, y sin duda uno de los grandes de la literatura. Escrito por
Homero, poeta griego, que se decía que era ciego, pero tenía la capacidad de ver
lo que otra no podía, y creo que sin duda lo demuestra... Excelente Libro, ¡¡sin
duda de 10!! Por ultimo. Está bueno ver como la vida del hombre y la de los dioses
son prácticamente iguales y la envidia que estos últimos sienten de los primeros.
Canto X

Electos los vigías, Agamenón en unión con su hermano Menelao llama a Néstor y
a los demás jefes y hacen guardia con ellos ante el foso. Toman determinaciones
ahí mismo donde habían sufrido las calamidades y envían como observadores a
Diomedes y a Odiseo. Habiendo avanzado éstos algún tanto, un ave de raudo
vuelo ofreció próspero augurio. Al mismo tiempo había salido cierto troyano,
Dolón, que había sabido las determinaciones de los aqueos, en citado por las
promesas de Héctor, fue aprehendido por los que se habían adelantado más hacia
la base naval. Implorando éste por su vida, denunció todos los sitios de los
campamentos y a dónde se dirigía Reso, el rey de los tracios, pero sorprendido
por Diomedes fue asesinado. Ya marchan a los aposentos de Reso, a quien
habían oído llegar con sus famosos caballos. Atenea amonesta a los héroes para
que no se retarden más tiempo con la esperanza de obtener demasiados botines;
mientras tanto Apolo incita a los tracios y a los troyanos y los regresa a sus
campamentos. Armado Agamenón con espléndidas armas conduce por la mañana
a sus tropas a las filas de combate; lo mismo hacen Héctor y los otros príncipes de
Troya. Ante el insólito valor de Agamenón que enardece a la turba desconocida,
se excitan los troyanos y se inicia una gran batalla. El mismo Héctor apartado por
mandato de Zeus hasta las murallas de la ciudad, evita el coraje del enardecido
adversario, mientras aquél se marcha del combate mal herido. Realizado esto,
Héctor vuelve a pelear e infunde a los suyos un nuevo valor. Diomedes, Odiseo y
Áyax vuelven a la decaída batalla; pero Diomedes herido por Paris se regresa
violentamente hacia las naves (310 400); asimismo Odiseo herido por Soco y
muerto aquél, viéndose rodeado por los troyanos.

Muchas cosas rechinan en él canto X, como la crueldad gratuita de Diomedes y


Ulises con el mensajero, la ausencia de intervención divina en el origen del
episodio (aunque Atenea se manifieste vagamente hacia el final), el hecho de que
nadie mencione este cruel lance con posterioridad, etc. Hay en este canto un halo
de romanticismo y una crudeza que no tienen reflejo en el resto de la Ilíada; no sé
qué opinión les merecería a los griegos antiguos este episodio si es que formaba
parte del texto de Homero tal y como ellos lo conocían y como base de la
educación griega.
Canto XVIII

Homero en el canto XVIII de la Ilíada nos narra la confección de una nueva


armadura para Aquiles, realizada por el dios Hefesto a petición de Tetis la madre
del Pélida. Destaca en el poema la descripción de la decoración del escudo, una
decoración única en una pieza de este tipo, pues nos encontramos con una
cosmología que ha dado lugar a múltiples interpretaciones de su significado a lo
que habría que añadir que asistimos a la primera écfrasis del mundo
occidental. Aquiles tiene el mal presentimiento de que Patroclo está muerto incluso
antes de que llegue el mensajero de Menelao. Al enterarse de la noticia, Aquiles
se arranca los pelos de dolor y maldice "la ira que lleva a los hombres más
cuerdos a estallar de indignación". Derribará su rabia contra Agamenón y volverá a
la lucha. Lo único por lo que vivir es matar a Héctor. La madre de Aquiles, Thetis,
lamenta que deba morir poco después de Héctor. Thetis le dice que no vaya a la
batalla hasta que ella regrese. Ella le traerá una nueva armadura hecha por el dios
del fuego por la mañana. Mientras tanto, Héctor y los combatientes troyanos
persiguen con vehemencia el cuerpo de Patroclo, evitando que los aqueos
escapen. Atenea presta a Aquiles los poderes de los dioses, y sus espeluznantes
gritos de guerra desde la muralla aquea provocan pánico en los troyanos. El
cuerpo de Patroclo es llevado al interior del campamento y los aqueos lloran.
Aquiles jura que Patroclo no será enterrado hasta que mate a Héctor. Temiendo
las consecuencias del regreso de Aquiles, Poli damas recomienda que los
troyanos regresen a Troya esa noche en lugar de acampar en la llanura, pero
Héctor responde con orgullo que nunca huirá de Aquiles. Thetis le pide a Hefesto,
el dios del fuego, que le haga una nueva armadura a su hijo. Debido a que ella lo
ayudó en el pasado, él con mucho gusto hace una coraza, un casco, grebas y un
escudo espectacular decorado con imágenes de los cielos y la tierra, la paz y la
guerra, y la vida y la muerte. A la mañana siguiente, Thetis entrega la nueva
armadura de Aquiles, le da fuerza y promete evitar que el cuerpo de Patroclo se
descomponga. Al reunir a sus mirmidones y a los comandantes del ejército,
Aquiles renuncia a su ira hacia Agamenón y tiene la intención de ir
inmediatamente a la batalla. Agamenón también habla, nuevamente culpando a
los dioses y la locura por sus acciones, pero prometiendo a Aquiles los tesoros
que antes ofrecía y el regreso de Briseida. Completamente indiferente al tesoro,
Achiles está ansioso por comenzar a luchar de inmediato. Pero Ulises insiste en
que el ejército necesita comida para luchar. Agamenón entrega rápidamente los
tesoros prometidos. Aunque no quiere comer, Atenea alimenta a Aquiles para la
batalla con la comida y bebida de los dioses, la ambrosía y el néctar. Se pone su
nueva armadura y sube a su carro, regañando a sus caballos inmortales para
mantenerlo con vida. Con la voz de Hera, un caballo responde que lo salvarán una
vez más, pero que no pueden luchar contra el destino de Aquiles que se avecina.
Aquiles no se conmueve, ya ha elegido su destino.

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