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JUANA JUÁREZ ROMERO • ANTONIO ZIRIÓN PÉREZ

(COORDINADORES)

DESIGUALDADES
SOCIALES EN MÉXICO
ALGUNAS CUESTIONES PRIMORDIALES
DESIGUALDADES
SOCIALES EN MÉXICO
ALGUNAS CUESTIONES PRIMORDIALES

JUANA JUÁREZ ROMERO • ANTONIO ZIRIÓN PÉREZ


(COORDINADORES)

Unidad Iztapalapa / División de Ciencias Sociales y Humanidades


Desigualdades sociales en México. Algunas cuestiones primordiales

© Juana Juárez Romero


Antonio Zirión Pérez
(Coordinadores)

Primera edición diciembre de 2021, Ciudad de México, México

© Universidad Autónoma Metropolitana


Prolongación Canal de Miramontes 3855
Ex Hacienda San Juan de Dios
Delegación Tlalpan, 14387, Ciudad de México, México
Unidad Iztapalapa
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ISBN Gedisa 978-607-8231-79-9


ISBN UAM 978-607-28-2436-2
IBIC: JHBD

Impreso en México / Printed in Mexico

Este libro ha sido dictaminado positivamente por pares académicos


ciegos y externos a través del Consejo Editorial de Ciencias Sociales
y Humanidades de la uam-i, se privilegia con el aval de la institución
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El manuscrito de este libro ingresó al Comité Editorial de Libros del Consejo Editorial de
Ciencias Sociales y Humanidades, para iniciar el proceso de dictaminación en la reunión
trimestral de primavera 2020, celebrada el 16 de agosto de 2020 y quedó aprobado para su
publicación el 30 de julio de 2021.
En memoria de Angela Giglia
Índice

Introducción
La desigualdad social y su relación con
otras problemáticas en el México
contemporáneo. Un enfoque interdisciplinario ........ 13
Juana Juárez Romero y Antonio Zirión Pérez

Primera parte
Jóvenes y precarización laboral

Capítulo 1
¿Por qué la desigualdad se agrava para
los jóvenes? ........................................................................ 31
Néstor García Canclini

Capítulo 2
¿Cómo se reproduce la desigualdad entre
dueños y trabajadores en el sector de
servicios al consumo en la ciudad de México? ....... 51
Ángela Giglia
Segunda parte
Economía, políticas públicas y globalización
Capítulo 3
¿Por qué el salario mínimo ha sido un
instrumento de desigualdad? ....................................... 75
Roberto Gutiérrez
Capítulo 4
¿Cómo inciden las políticas
públicas en la desigualdad social? ......................... 119
Germán Vargas Larios

Capítulo 5
¿Son las grandes corporaciones la solución
para la precariedad en el trabajo? ......................... 151
Marcela Hernández Romo

Tercera parte
Geopolítica y extractivismo
Capítulo 6
¿Por qué son tan desiguales las relaciones
norte-sur? ......................................................................... 177
Laura del Alizal Arriaga

Capítulo 7
¿Qué es el extractivismo y por qué genera
nuevas violencias y desigualdades? ....................... 201
Laura R. Valladares

Sobre los autores ............................................................. 227


Capítulo 7

¿Qué es el extractivismo y por qué


genera nuevas violencias
y desigualdades?
Laura R. Valladares de la Cruz

Este texto tiene por objetivo presentar un panorama general sobre


el modelo económico extractivista que recorre prácticamente todo el
continente americano desde hace por lo menos dos décadas, así como
resaltar algunas de sus particularidades y expresiones en diferentes
países. El abordaje que me interesa presentar es desde la perspectiva
de la antropología jurídica por ser una especialidad o campo proble-
mático que ha documentado y analizado los impactos sociales, cul-
turales, ecológicos y políticos, así como los relativos a la violación
de derechos humanos y colectivos que este modelo está teniendo en
vastas zonas del país y del continente. El enfoque central será en los
impactos negativos que este modelo tiene en los territorios indígenas
al generar nuevas formas de violencia y desigualdad, que se expresan
en el despojo de territorios, devastación ecológica y daños en la salud
y sobre todo por vulnerar los derechos a la autonomía y al territorio
que tienen consagrados los pueblos indígenas en el Artículo 2º de la

201
Tercera parte. Geopolítica y extractivismo

Constitución federal, así como en instrumentos internacionales como


el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas emitida
por las Naciones Unidas en 2007, y la Declaración Americana de los
Derechos de los Pueblos Indígenas aprobada por la Organización de
Estados Americanos (OEA) en 2016.

Extractivismo y neoextractivismo, ¿dos


modelos con los mismos resultados?
El extractivismo alude a un modelo o estilo de desarrollo basado en la
apropiación de la naturaleza que alimenta un entramado productivo
escasamente diversificado y muy dependiente de su inserción inter-
nacional como proveedores de materias primas. El giro económico
extractivista involucra distintas actividades entre ellas las energéti-
cas, como son las vinculadas con la exploración y explotación de pe-
tróleo, la instalación de gasoductos y la producción de energía eólica
principalmente. Otra de las actividades que ha crecido con rapidez es
la minería. También podemos colocar en este tipo de explotaciones o
actividades extractivas a algunas actividades agrícolas, como sería la
producción de monocultivos, en particular de semillas genéticamente
modificadas, siendo el caso más significativo y controvertido la siem-
bra de soya transgénica.
De acuerdo con Svampa (2011), en el último decenio América La-
tina ha transitado del consenso de Washington, basado en la valori-
zación financiera, al Consenso de los Commodities, sustentado en la
exportación de bienes primarios a gran escala. Afirma, con razón, que,
si bien la exploración y exportación de bienes naturales no son acti-
vidades nuevas en la región, resulta claro que desde los últimos años
del siglo XX y en un contexto de cambio del modelo de acumulación,
se fue intensificando la expansión de proyectos tendientes al control,
extracción y exportación de bienes naturales sin mayor valor agrega-
do. El Consenso de los Commodities implica subrayar precisamente
el ingreso a un nuevo orden económico y político, sostenido por el
boom de los precios internacionales de las materias primas y los bie-

202
7. ¿Qué es el extractivismo y por qué genera nuevas violencias...

nes de consumo, demandados cada vez más por los países centrales y
las potencias emergentes. Este nuevo ciclo económico se caracteriza
por la rentabilidad extraordinaria y las altas tasas de crecimiento de
las economías latinoamericanas. Desde una perspectiva moderada,
la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) afirma que, a
pesar de la reciente inversión en la tendencia de los precios, las alzas
durante la primera mitad del año 2010 fueron tan importantes que las
previsiones apuntaban a que los términos del intercambio de América
Latina registraran una mejora importante (Svampa, 2011). Es decir,
para esta organización el modelo extractivo podría generar algunos
cambios positivos para los países de la región; sin embargo, la vulne-
ración de los derechos humanos colectivos y la subordinación de la
soberanía nacional a favor de las grandes corporaciones tiene conse-
cuencias profundamente negativas para nuestros países que se deba-
ten entre la pobreza y la violencia estructural sin horizontes claros de
un futuro mejor en el mediano y largo plazo.
Para entender el giro extractivista, es fundamental considerar no
solamente la demanda creciente de materias primas en el mercado
internacional, pues no es posible comprender a cabalidad las nue-
vas rutas que ha tomado el capitalismo extractivista, sin aludir a los
cambios en los Estados que lo sostienen. Estos últimos viraron la
razón de Estado, consistente en procurar el bien social, a Estados de
control o también denominados de seguridad (Wacquant, 2009; Gle-
dhill, 2014), cuya razón pareciera acotarse a garantizar el beneficio
corporativo. Es incuestionable pues el enorme poder que han adqui-
rido las grandes corporaciones privadas; además, se puede constatar
que los gobiernos en turno han fundido sus intereses con los de las
grandes empresas en desmedro de la soberanía nacional. Por su parte,
las grandes corporaciones mineras transnacionales se han blindado
con un fuerte poder jurídico, un nuevo Derecho Corporativo que las
coloca por encima de los Estados Nacionales; se trata de un derecho
avalado por los tratados de libre comercio, con lo que se encuentran
no solamente por encima del derecho nacional sino incluso del siste-
ma internacional de derechos humanos, generando a su paso lo que se
ha denominado como “las nuevas víctimas del desarrollo” (Herreño,
2015). A esta forma de organización corporativa que impone sus in-

203
Tercera parte. Geopolítica y extractivismo

tereses y somete gobiernos, organizaciones, así como a campesinos e


indígenas, Claudio Garibay (2017) la ha denominado “clúster minero
global”. En tanto que, en términos fácticos, las empresas han suplan-
tado al Estado y su soberanía a favor de sus intereses económicos. En
este nuevo modelo, el Estado actúa como un actor empresarial con
intereses privados, en un duopolio, cómplice de los desastres socio
ambientales actuales (Valladares, 2020).
Para poder dar cuenta de la envergadura y los efectos del extrac-
tivismo en este texto, el enfoque será solo en el caso de la minería,
por ser una de las actividades extractivas que ha detonado múltiples
conflictos en todo el continente, especialmente en México. El creci-
miento de la minería en América Latina obedece a la gran cantidad de
recursos mineros y energéticos con los que cuenta su amplio territo-
rio, por ello su explotación se ha convertido en una actividad que es
considerada como una fuente de ingresos económicos para los Esta-
dos nacionales, aunque como veremos, no siempre así, por lo menos
para el caso de México.
Como una muestra de la importancia del extractivismo minero a
nivel mundial, las cifras señalan que la explotación minera en Amé-
rica Latina es la mayor del mundo, al representar 32% del total, se-
guido por Oceanía con 20% de participación; África con 16%; Asia
con 13%; Norteamérica con 12% y finalmente Europa con 7%. A su
vez, Chile, Brasil y Perú son los países que invierten más dinero en la
exploración y explotación de recursos (CDPI, 2013).
El crecimiento exponencial de las explotaciones mineras ha sido
objeto de grandes críticas pues, por un lado, especialistas en estos
temas han señalado reiteradamente que una economía centrada en la
explotación de materias primas genera una dependencia del merca-
do exterior, con efectos diferenciales en términos regionales al crear
economías de enclave, es decir, que al concentrarse en ciertas zonas,
se crean diferencias económicas entre las zonas con gran afluencia de
inversiones, sobre otras que no las reciben. Otro de los argumentos
críticos centrales es que las actividades extractivistas están siendo
encabezadas por empresas o corporaciones trasnacionales que solo
extraen las materias primas —oro, plata, cobre, entre otros muchos
minerales— para su traslado y transformación en otros países, lo que

204
7. ¿Qué es el extractivismo y por qué genera nuevas violencias...

resulta muy beneficioso para las empresas pues el costo de extracción


de las materias primas es muy bajo en comparación con su valor ya
transformadas en productos finales (Gudynas, 2009; Zibechi, 2014;
Bárcenas y Eslava, 2011 y 2015; Boege, 2012 y 2013). Así, la sa-
lida de minerales y su transformación en otros países hace que las
enormes ganancias se queden en los países de origen de las grandes
corporaciones extractivas. Asimismo, en términos económicos se ha
insistido en que las condiciones laborales de los trabajadores no son
las mejores, pues se pagan salarios muy bajos, en comparación con
los pagos a los trabajadores mineros en otros países. Por ejemplo,
en Canadá, el pago por hora de trabajo es aproximadamente de 25
dólares, mientras que en México se reduce a 3.5 en el mismo lapso
(CDPI, 2013).
Ahora bien, sobre esta nueva fase del capitalismo neoliberal Da-
vid Harvey (2004) acuñó el concepto de acumulación por despose-
sión, entendido como una práctica de despojo los bienes comunes
(de patrimonios sociales —tierras, recursos, riquezas, derechos—)
de un determinado grupo social emplazado en una geografía especí-
fica con el fin de acumular capital que apunta a la expansión sobre
los campos fronterizos de la matriz capitalista mediante el despojo,
ya sea sobre ámbitos internos del capitalismo, como sería la priva-
tización de bienes públicos del Estado, o los ámbitos externos a él,
como son los despojos legales o factuales de patrimonios de uso
común de las comunidades. En tal sentido, la acumulación por des-
posesión será el momento de la “economía política” propiamente
dicha, de la negación de los derechos heredados, de la movilización
de poder para desarticular arreglos sociales precedentes, de la impo-
sición de un nuevo orden organizacional de lo social, del conflicto
entre la matriz capitalista y los grupos sociales locales que se resis-
ten a su desposesión.
Ahora bien, cuando hablamos de extractivismo minero, podemos
distinguir por lo menos tres modelos o formas de gestión que han
sido clasificados de acuerdo con el papel que tienen los Estados para
regular la inversión nacional y extranjera en este sector, como seña-
laremos enseguida.

205
Tercera parte. Geopolítica y extractivismo

Gobiernos y extractivismos mineros


Un primer modelo o forma de gestión del extractivismo minero es-
taría caracterizado por estar altamente regulado por el Estado, como
sería el caso de Canadá, que es importante considerar, no solo por
ser un país americano, sino porque es el país de procedencia de la
mayoría de las empresas mineras diseminadas a lo largo y ancho del
continente. Un segundo modelo estaría representado por los países
sudamericanos que dieron un giro económico denominado postneo-
liberal o progresista durante la primera década del nuevo milenio.
Aquí me refiero a los países que, a través de contiendas electorales,
los ciudadanos eligieron gobiernos que prometían un giro a la iz-
quierda, distanciándose del modelo neoliberal. En este bloque es-
tuvieron países como Brasil, bajo los gobiernos de Lula da Silva
(2003-2011) y Dilma Rousseff (2011-2016), Argentina durante los
gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de
Kirchner (2007-2015), Venezuela con Hugo Chávez (1999-2013) y
Nicolás Maduro (2013-), Bolivia con Evo Morales (2006-2019) o
en Ecuador encabezado por Rafael Correa (2007-2017), entre los
casos más significativos. De este grupo de países solo brindare-
mos algunos datos relevantes para mostrar que las diferencias con
los países neoliberales, que en términos generales consiste en una
mayor intervención y participación del Estado en el rumbo econó-
mico del país, que, en el caso de las explotaciones mineras, se tra-
duce en una regulación de las concesiones e imposición de diversas
tasas impositivas y/o en la participación de capital estatal en las
inversiones extractivas. Sin embargo, el boom minero sudameri-
cano, sea cual sea el tipo de gobierno, está teniendo las mismas
consecuencias en lo que se refiere a crear zonas de enclave, con
las consecuencias negativas que ya hemos señalado en los modelos
neoliberales.
Por otro lado, todo apunta a que el ciclo de gobiernos progresistas
va en franca retirada, así lo muestran la instauración de gobiernos de
derecha abiertamente interesados en fortalecer las inversiones priva-
das en distintos sectores económicos, incluida la minería, —como es
el caso de Brasil bajo los gobiernos de Michael Temer (2016-2018)

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7. ¿Qué es el extractivismo y por qué genera nuevas violencias...

y Jair Bolsonaro (2019-) o el de Argentina durante el mandato de


Mauricio Macri (2015-2019)— que apuntan hacia un giro que vuelve
a colocar el interés privado sobre los intereses sociales y nacionales.
Un tercer tipo de relaciones entre los gobiernos y el extractivismo
es el puesto en marcha por Estados también neoliberales en Améri-
ca Latina, entre los que estarían los casos de México o Perú pero, a
diferencia de Canadá, en estos países latinoamericanos el papel del
Estado está acotado a ciertos rubros, como serían, por ejemplo, el
preparar y aprobar los marcos normativos idóneos para la atracción
de inversiones extranjeras y normar la imposición de cargas tribu-
tarias a las empresas. Por ejemplo, en la experiencia de Perú, los
gobiernos tanto el central como los provinciales, han recibido altas
cantidades de flujo de divisas en dólares, derivado del pago de im-
puestos por parte de las empresas —denominado localmente como
“canon minero”—, que consiste fundamentalmente en que una par-
te de los impuestos van dirigidos a las arcas del gobierno federal y
otra a los gobiernos locales en donde se encuentran los proyectos
mineros. De acuerdo con los estudios realizados por especialistas
como Eduardo Gudynas (2009) y Zibechi (2011), la gran depen-
dencia financiera que provoca el acceso a los recursos fiscales de
las empresas mineras tiene efectos negativos, al mismo tiempo que
se convierten en una fuente fundamental para el gobierno federal y
los gobiernos locales para el funcionamiento y puesta en marcha de
programas y proyectos emprendidos por las autoridades federales y
estatales. En ellos, se da cuenta de los desequilibrios entre regiones,
así como de la crisis que han debido enfrentar los gobiernos cuando
las empresas abandonan sus actividades productivas, la imposibi-
lidad de realizar obras de infraestructura de largo aliento —cuya
construcción por lo general dura varios años. Asimismo, la legis-
lación hacendaria de Perú señala que los proyectos que no ejerzan
todo el presupuesto asignado del “canon minero” deberá devolver-
se al presupuesto federal, lo que significa un cuello de botella al
estar impedidos de reservar los recursos para los siguientes años
fiscales.

207
Tercera parte. Geopolítica y extractivismo

Extractivismo minero en México


En el caso de la experiencia mexicana, como veremos, ni siquiera
podemos hablar de una dependencia financiera que provoque efectos
negativos en las regiones. En primer lugar, porque los impuestos a
esta actividad son de carácter federal y, en segundo, porque las em-
presas pagan una cantidad mínima o simbólica en impuestos, lo cual
pareciera irracional si nos preguntamos qué es entonces lo que recibe
el país, y en qué se está beneficiando a la economía nacional y a los
ciudadanos al concesionar a las grandes corporaciones los recursos
bioenergéticos del territorio nacional.
Ahora demos paso a una caracterización muy general de las polí-
ticas mineras en estos países:

El caso de Canadá
Un primer modelo aludido es el canadiense —país líder minero en el
mundo— que tiene mil empresas registradas en la Bolsa de Valores
de Toronto más otros cientos de empresas colectivas. Estas empresas
son las mayores inversionistas en América Latina. Por ejemplo, en el
caso de México, poseen el 77% de la inversión extranjera total. Aho-
ra bien, la ley minera canadiense es acorde con su modelo federal, la
cual permite que las provincias canadienses tengan potestad absoluta
sobre la exploración, desarrollo, conservación y administración de re-
cursos minerales dentro de sus fronteras políticas. Es decir, ellas con-
trolan legalmente casi todos los aspectos de la minería, mientras que
el gobierno federal tiene algunas facultades que conciernen directa
o indirectamente a las actividades mineras. Entre otras cosas, los in-
versionistas mineros deben consultar a las poblaciones del territorio
canadiense donde buscan explotar minerales, deben preferir a la po-
blación local para emplearla, capacitarlos y deben pagar salarios altos
y prestaciones, lo cual contrasta enormemente con lo que las mismas
empresas canadienses pagan a sus trabajadores en América Latina.
Así mismo, las corporaciones deben acordar los términos de la
relación que establecerán con los dueños de las tierras donde extrae-

208
7. ¿Qué es el extractivismo y por qué genera nuevas violencias...

rán metales y es también obligatorio que los dueños de las tierras


participen de las ganancias de la empresa (CDPI, 2013). Aun cuando
Canadá es considerado como un país de inclusión, pacífico, progre-
sista, socialmente responsable y que además se encuentra a favor de
los derechos humanos, la justicia, el cuidado del medioambiente y la
democracia, existen algunos conflictos en su propio territorio, aun-
que nunca de la envergadura de los que generan sus empresas en
América Latina.
Para dimensionar el valor de la participación de la minería cana-
diense en América Latina, los datos disponibles señalan que para el
año de 2017 sus activos se elevaban a 67.5 millones de dólares, de los
cuales un 55% está invertido en América Latina, lo que se traduce en
la existencia de 80 proyectos mineros en ejecución, de acuerdo con
datos proporcionados por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH, 2021). Sin embargo, una constante es que las em-
presas canadienses no operan de la misma forma que en su país. Exis-
ten decenas de casos donde se documenta que, con la anuencia de los
gobiernos anfitriones, operan violentando no solo derechos funda-
mentales como la consulta previa, libre e informada a las poblaciones
de las zonas donde llegan a instalarse, sino que firman contratos que
en nada benefician a los afectados, generan conflictos intracomuni-
tarios entre los que desean que se instalen las empresas —en par-
ticular, considerando su acceso a un empleo remunerado (Garibay
y Balzareti, 2009; Garibay, et al., 2014)— y aquellos que rechazan
rotundamente su presencia por los daños a la salud, así como por los
efectos ecológicos negativos que provoca envenenando las fuentes
de agua, sean ríos o manantiales. Además se violan los derechos que
tienen sobre sus territorios, como es el caso de los pueblos indígenas,
mismos que están consignados tanto en la constitución federal como
en las estatales (REMA, Valladares, 2020).
Esta situación es muy preocupante porque, a pesar del discurso del
primer ministro de Canadá Justin Trudeau, quien afirma que su go-
bierno está comprometido con una de “Minería Verde” desarrollada
por el Departamento de Recursos Naturales, dependiente del Minis-
terio de Recursos Naturales y Minerales de Canadá, cuyo objetivo es
la reducción de efectos secundarios ambientales en la extracción de

209
Tercera parte. Geopolítica y extractivismo

los minerales, la optimización de recursos y la eficiencia energética


en la industria extractiva. Sin embargo, estos parámetros no tienen
prácticamente ningún efecto en América Latina.

La minería en los países progresistas


de América del Sur
En un sugerente artículo publicado en 2009, Eduardo Gudynas sin-
tetizó de forma crítica las características y efectos del nuevo extrac-
tivismo o “neoextractivismo” que recorría América del Sur, en el
cual señala que hace apenas unos años, el discurso de la izquierda
tradicional siempre había cuestionado los estilos de desarrollo
convencionales, y con ellos el extractivismo —debido en particular
a la dependencia de las exportaciones, al papel de las economías de
enclave, las condiciones laborales y el enorme poder de las empresas
extranjeras. Esa prédica apuntaba a los sectores extractivos típicos,
como la minería y el petróleo. Se reclamaba desandar las reformas
neoliberales, romper con esa dependencia, diversificar la producción,
industrializar las materias primas, y así sucesivamente. En muchos
casos, los actores políticos se unían con grupos sociales en esas mis-
mas demandas. Por lo tanto, desde diversos ámbitos se asumió que
una vez que los grupos políticos de la nueva izquierda lograran ocu-
par los gobiernos nacionales promoverían cambios sustanciales en
los sectores extractivistas (Gudynas, 2004, pp. 188-189).
En este sendero, en varios gobiernos progresistas se implemen-
taron planes y apoyos para profundizar los sectores convencionales
y ampliarlos a nuevas áreas. Por ejemplo, los gobiernos de Brasil y
Venezuela favorecieron aún más la exploración y explotación de hi-
drocarburos, y en Bolivia se tomaron medidas en ese sentido, aunque
sus resultados son contradictorios. Sin embargo, una de las grandes
paradojas fue constatar que estos gobiernos también promovieron
nuevos sectores extractivos. Este es el caso con la minería bajo la
administración de Rafael Correa en Ecuador, o el apoyo de una nue-
va minería del hierro en Bolivia, así como el vigoroso protagonismo
estatal para promover el crecimiento minero en Brasil y Argentina,

210
7. ¿Qué es el extractivismo y por qué genera nuevas violencias...

mientras que la izquierda uruguaya se aventuraba en la prospección


petrolera en su costa (Gudynas, 2009).
Por su parte, el gobierno de Lula da Silva en Brasil se dirigió a
convertir Brasil en una potencia minera: se estimaba que, en el año
2013, este país duplicaría su producción de aluminio, y triplicaría la
de cobre, poniendo en marcha nuevas minas y procesadoras (Gudy-
nas, 2009). Al inicio de la administración del Partido de los Traba-
jadores y sus aliados, en 2003, la producción de cobre pasó de 264
millones de toneladas a 370 millones de toneladas en 2008. Por su
parte, las exportaciones provenientes de minas y canteras superaron
los 6 mil millones de dólares en 2003, y los 21 mil millones de dóla-
res en 2007 (CEPAL, 2009, citado por Gudynas). En Argentina, los
gobiernos Kirchner andarían el mismo camino, promocionando ac-
tivamente la minería, especialmente en la zona andina, como quedó
claro con la aprobación del mega emprendimiento de Pascua Lama
compartido con Chile, dirigido a colocar a este país como el segundo
productor de oro a nivel continental (Gudynas, 2009: 191).

Extractivismo minero en Perú y México


Las políticas extractivistas de países neoliberales como Perú y Méxi-
co, que, si bien comparten el interés por atraer inversiones extranjeras
en distintos sectores económicos, tienen importantes diferencias en
cuanto a los regímenes fiscales que las regulan. Como se ha señalado,
en la experiencia peruana, los recursos provenientes de los impues-
tos mineros (canon minero), se constituyeron como una fuente muy
importante de ingresos, y uno de sus destinos ha sido su inversión en
proyectos de desarrollo, encaminados a la disminución de la pobreza
y la conflictividad social. Sin embargo, el boom minero en dicho país
parece haber declinado dejando como secuela una dependencia de los
recursos que les aportan las empresas extranjeras lo que, de acuerdo
con Zibechi (2015), ha generado importantes conflictos sociales que
han sido acallados con la fuerza del Estado. Se ha registrado una cri-
sis económica, aunada a la social y ambiental provocada, entre otras
cosas, por la reducción de las actividades mineras, ya fuera por el re-

211
Tercera parte. Geopolítica y extractivismo

tiro o cierre de algunas minas y la proliferación de conflictos sociales


en aquellas zonas donde operan las corporaciones.
A diferencia del caso peruano, el mexicano es sumamente atracti-
vo para las inversiones mineras, pues se construyó un modelo fiscal
muy bondadoso para las empresas extractivistas. Es prácticamente
simbólico lo que el Estado mexicano recibe de impuestos pues, de
acuerdo con los datos aportados por la Auditoría Superior de la Fe-
deración,1 entre 2008 y 2013 las empresas mineras dejaron a México
solo el 0.6% de los 1.2 billones de pesos que ganaron. Adicionalmen-
te, el gobierno no finca responsabilidades por el daño ecológico que
las empresas provocan y es omiso ante las continuas violaciones de
los derechos humanos y ambientales, con lo que se ha puesto en ries-
go el patrimonio socioterritorial del país. De tal forma que, con las
modificaciones a la ley minera vigente, se contribuye al despojo de
territorios indígenas a través de un entramado jurídico que, partiendo
de que la propiedad del subsuelo es de la nación, el gobierno puede
otorgar concesiones de exploración y explotación que así considere
adecuadas. En términos comparativos podemos ver en el Cuadro 1
los distintos modelos fiscales de Canadá, Ecuador y México que pro-
porcionan una clara idea de las políticas diferenciales y explican en
gran medida la constitución de nuestro país como un paraíso para la
inversión minera.
Este impulso del extractivismo minero en México fue promovido
vigorosamente a través del Programa de Desarrollo Minero 2013-
2018 emitido por el gobierno de la República. En él se asegura que
“México cuenta con una amplia riqueza de recursos minerales, tanto
de metales preciosos e industriales, como minerales no metálicos.
Se afirma que la existencia de yacimientos de gran calidad favore-
ce la rentabilidad de los proyectos por lo que representan una gran
oportunidad de inversión. Como sustento de esta enunciación se in-
forma que del total del territorio mexicano (1,964,375 km2), el 70%
(1,375,063 km2) tiene potencial para el desarrollo de proyectos mi-
neros porque existe una evolución geológica favorable” (DOF, 2014,

1
En lo subsecuente ASF.

212
7. ¿Qué es el extractivismo y por qué genera nuevas violencias...

Cuadro 1. Modelos extractivistas y regímenes fiscales en Canadá,


Ecuador y México

Canadá Neoextractivismo México


Gobiernos progresistas
de Sudamérica

Impuesto federal 15% Caso Ecuador Pago de las empresas:


5.70 pesos por hectárea
Impuesto provincial 10% Ley minera. concesionada.
+ Impuestos sobre Rol activo del Estado, Pago por valor de la
ganancias retorno a la centralización producción:
de las decisiones en materia
+ Impuesto minero y sobre económica: 2007= 0.5%
regalías 2008= 1.5%
Impuestos:
+ Impuesto sobre nóminas 2009= 2.1%
5% sobre ganancias
+ IVA (regalías) 2014 intento fallido de
25% Impuesto sobre la renta elevar impuestos a:
+ Impuesto uso de
ISR 7.5% de las utilidades
combustibles
12% utilidades determinadas netas.
Es el mayor gasto para las
12% IVA El Informe la Auditoría
empresas.
Superior de la
Recursos obtenidos para Federación (ASF)
El gobierno no ejerce
financiar desarrollo, bajo estima que entre 2008
controles sobre inversiones
el discurso de “minería y 2013 las mineras
en el extranjero, con
sustentable” dejaron a México
lo que incumple sus
responsabilidades apenas el 0.6% de los
extraterritoriales más de 1.2 billones de
pesos que ganaron

Fuente: CDPI, 2013, Estudio sobre la minería en México; Bárcenas y Eslava, 2011, El mineral o la
vida; Gudynas 2009, “Diez tesis urgentes sobre nuevo extractivismo”.

p. 14). Este programa es muy significativo porque reconoció a la


minería como una actividad estratégica para el desarrollo nacional.
Por su parte, la Ley Minera vigente declara en su artículo sexto a la
minería como una actividad de utilidad pública, es decir, preferente
a cualquier otra actividad y libre de contribuciones estatales o muni-
cipales (Bárcenas y Eslava, 2011, p. 17).2 Lo que se ha traducido en
que, para el año 2013, se tenía un registro de 857 proyectos mineros,
entre exploración y explotación distribuidos en 16 estados de la Re-
pública.

2
Véase “Ley Minera”, Diario Oficial de la Federación, 26 de junio de 1992. Últi-
ma reforma: 26 de junio del 2006.

213
Tercera parte. Geopolítica y extractivismo

En este sendero, de acuerdo con los datos aportados por Boege (2013),
la afectación impacta a, por lo menos, cuarenta y dos de los sesenta y
dos pueblos indígenas del país. Ha documentado que, entre los años
2000 y 2012, de los 28 millones de hectáreas identificadas como el
núcleo duro de los territorios indígenas se concesionaron alrededor
de 2 millones 173 mil 141 hectáreas, principalmente para la minería
metálica. Lo anterior significa que, en los últimos 12 años, los indí-
genas han perdido la jurisdicción del 7% de su territorio tan sólo por
concesiones mineras y, en muchas ocasiones, las comunidades ni si-
quiera están enteradas. Sus pesquisas muestran que la mayoría de las
concesiones en el territorio nacional fueron otorgadas al amparo de
la ley minera neoliberal aprobada durante el sexenio del expresidente
Carlos Salinas de Gortari en el año 1992. En este mismo periodo se
entregaron 2,814 concesiones para explotar oro, 71 de plata y 25 de
cobre.
Ya con este paraíso regulatorio y fiscal (véase su evolución en el
Cuadro 2), las inversiones extranjeras se abalanzaron sobre la tierra
con alto potencial minero con inversiones totales que pasaron de 250
millones de dólares en el año 2002 a 8 mil millones de dólares en el
año 2013. Y, en el caso de existir algún conflicto que afecte a los inte-
reses de las corporaciones, cuentan con paneles supranacionales para
la resolución de conflictos —tal es el caso, por ejemplo, del Centro
Internacional de Arreglos y Disputas relativas a Inversiones (CIADI)
del Banco Mundial.3
En este contexto, el despojo o amenaza de despojo de amplios
territorios violenta la autonomía indígena reconocida constitucio-
nalmente en el Artículo 2 de la Constitución Federal, así como en
los principios del Artículo 1º constitucional que señalan que los ins-
trumentos internacionales en materia de derechos humanos tienen el
carácter de norma nacional, en clara referencia a los derechos re-
conocidos en el Convenio 169 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) signado en 1989, y en la Declaración de Derechos de

3
Para mayor información sobre el CIADI véase su sitio web: https://icsid.world-
bank.org/sp/Pages/about/default.aspx, consultado el 2 de junio de 2017.

214
7. ¿Qué es el extractivismo y por qué genera nuevas violencias...

Cuadro 2. Ciclos de la minería en México: nacionalización, privatización y


desnacionalización 1926-2013

Medio siglo de Privatización y desnacionalización


nacionalización de la minería de la minería

Hasta 1920 el 98% de la 1980 Giro neoliberal


inversión minera estaba en
manos empresas extranjeras 1986-1996 privatización sector minero

1926 Nueva Ley minera: 1986 eliminación impuestos de exportación: 98%


estipula elevados depósitos de reservas mineras (6.6 millones de hectáreas en
garantía para el otorgamiento de manos de inversionistas nacionales)
concesiones
1992 Reforma Art. 27 Constitucional
1930-1940 Tasas elevadas para
1992 Nueva Ley Minera: Considera minería de
producción y exportación
utilidad pública
1960 Ley Mexicanización
1994 TLC invierte composición inversión: 70%
Minería: 51% inversión nacional.
capital extranjero, 30% nacional.
Concesiones por 25 años y La inversión puede ser 100% Capital extranjero.
renovables solo a mexicanos
2014 Plan Nacional Minero: actividad minera
1970 el 73% inversionistas estratégica para el desarrollo nacional
mexicanos (40% paraestatales)
2002 a 2013 La inversión en el sector pasa de
250 millones de USD a 8,000 millones de dólares

Fuente: Elaboración propia con base en: Bárcenas y Eslava,2011, El mineral o la vida; CDPI,
2014, Estudio sobre la minería en México, Programa de Desarrollo Minero 2013-2018.

los Pueblos Indígenas aprobada por la Asamblea General de la ONU


en el año 2007 y en la Declaración Americana sobre los Derechos
de los pueblos indígenas, aprobada en 2016, entre otros. En estos
instrumentos se alude específicamente a los derechos culturales, po-
líticos y territoriales de los pueblos indígenas, así como a su derecho
a ser consultados de forma previa, libre e informada sobre aquellos
proyectos y políticas que los puedan afectar. En lo referente a los
derechos colectivos amparados en el Convenio 169 de la OIT en el
apartado sobre tierras comprendido en los artículos 13 al 19, se es-
tipula la responsabilidad de los Estados para respetar y proteger las
tierras y territorios de los pueblos indígenas, así como sus recursos
naturales. Mientras que en el Artículo 15 se establece que los pueblos
indígenas tienen derecho a participar en la administración y conser-

215
Tercera parte. Geopolítica y extractivismo

vación de dichos recursos. En caso de que pertenezca al Estado la


propiedad de los minerales o recursos del subsuelo o tenga derechos
sobre otros recursos existentes en las tierras indígenas, estos tendrán
preferencia para su explotación (Gómez, 2014). De tal manera que lo
que está ocurriendo en la relación entre empresas-gobiernos y pue-
blos indígenas muestra que existen graves contradicciones entre la
legislación en materia energética y minera, y los derechos indígenas,
es decir, estamos ante una clara confrontación de derechos constitu-
cionales en donde se está haciendo prevalecer los intereses privados
sobre el de los pueblos.
Como respuesta a las grandes protestas y denuncias a las que han
sido expuestos tanto el gobierno federal como las empresas mineras,
por poner en riesgo la soberanía nacional y los recursos del país,
además de la constante violación a los derechos de los pueblos y
comunidades en aquellos lugares donde existen trabajos de prospec-
ción o explotación minera, el gobierno de la República, a través de
una reforma fiscal realizada a la Ley Federal de Derechos, aprobada
en 2013, elevó las tasas impositivas para las empresas mineras, ta-
sando con un impuesto del 7.5% sobre las utilidades netas (Artículo
268) y un 0.5% sobre las ventas de oro, plata y platino (Artículo 270)
y elevó conservadoramente el impuesto por hectárea concesionada
en un rango que va de los 0.36 a los 8.2 dólares por cada bienio de
la vigencia de sus concesiones (Artículo 269), (véase el Cuadro 3).4
En este mismo tenor, también quedó estipulado en la Ley Federal
de Derechos, reformada en septiembre de 2016, en su Artículo 271,
que se asignará al recién creado Fondo para el Desarrollo Regional
Sustentable de Estados y Municipios Mineros los recursos por dere-
chos que se recauden en los tres rubros señalados anteriormente. De
acuerdo con la ley, deberán ser empleados en inversión física con un
impacto social, ambiental y de desarrollo urbano positivo. Sin em-
bargo, en el año 2020 el gobierno federal canceló todos los fideico-

4
Véase Ley Federal de Derechos, publicada en el Diario Oficial de la Federación
el 7 de diciembre de 2016. Especialmente las páginas 208 a 212 relativas a la
industria minera. La ley está disponible en: http://www.gob.mx/cms/uploads/
attachment/file/187400/Ley_Federal_de_Derechos_enero_2017.pdf

216
7. ¿Qué es el extractivismo y por qué genera nuevas violencias...

Cuadro 3. Régimen fiscal para las empresas mineras 1988-2017

Presidente ISR Regalías

Salinas Nueva Ley Minera Exenciones fiscales Se eliminó el pago


1988-1994

Zedillo Exenciones fiscales


1994-2000

Fox Pago por las hectáreas


2000-2006 concesionadas a razón
de 31 centavos de
En estos dos sexenios se
dólar
concesionaron 59 millones de
hectáreas equivalentes al 25% del
Calderón Pago por valor de la
territorio nacional
2006-2012 producción
2007= 0.5%
2008= 1.5%
2009= 2.1%

Fuente: Elaboración propia con base en: Bárcenas y Eslava, 2011, El mineral o la vida, CDPI,
2013, Estudio sobre la minería en México; Programa minero 2013-2018.

misos, por lo que, las obras de infraestructura y el resarcimiento del


daño ecológico han quedado suspendidos.Sin embargo, en un país
donde la corrupción ha sentado sus reales, las empresas encuentran
caminos para evadir el pago de impuestos y, en una situación inédi-
ta, las empresas se han amparado contra la reforma fiscal de 2014 y
la Ley de Derechos de 2016 que dieron origen a dichos cobros. De
acuerdo con la documentación consultada de por lo menos tres casos,
la Suprema Corte de Justicia5 dio la razón a las empresas y les con-
cedió un amparo.6 Según el bufete de abogados Baker & Mckenzie,

5
En lo subsecuente SCJN.
6
Véase la Resoluciones de la SCJN en los siguientes casos: Amparo en Revisión
1182/2015, disponible en: https://www.scjn.gob.mx/sites/default/files/listas/do
cumento_dos/2017-04/AR-1182-15-170421.pdf, Amparo en Revisión 251/2015,
disponible en: https://www.scjn.gob.mx/sites/default/files/listas/documento_dos/
2017-05/AR-251-15-170502.pdf y Amparo en Revisión 31/2016, disponible en:
https://www.scjn.gob.mx/sites/default/files/listas/documento_dos/2017-04/AR-
31-16-170421.pdf

217
Tercera parte. Geopolítica y extractivismo

el 30% de las empresas mineras habían acudido a interponer ampa-


ros contra la reforma fiscal, la cual consideraban inconstitucional, y
añaden que el Artículo 27-BIS de la Ley Minera viola el principio de
equidad tributaria consagrado en el Artículo 31, fracción IV consti-
tucional, debido a que libera de gravamen a las inversiones de gas, a
pesar de realizar actividades similares a este sector. Por tal motivo,
argumentan en su querella que los nuevos impuestos se constituyen
como una violación al principio de equidad tributaria.7 Estos son al-
gunos de los argumentos que la Corte revisó y consideró sustentados,
lo cual significaría que las empresas seguirán sin pagar impuestos al
erario.
En otro rubro que pareciera surrealista, varias secciones del Sindi-
cato Nacional de Trabajadores Metalúrgicos y Mineros interpusieron
en 2017 un amparo contra el gravamen ecológico impuesto por el
gobernador del estado de Zacatecas a las empresas mineras, que es
del orden de 13.8 dólares por cada tonelada de gases que generen. Se-
guramente no prosperará el impuesto, porque como hemos señalado,
de acuerdo con la ley minera, en este sector solo podrán imponerse
impuestos federales. Sin embargo, aún no se resuelve este asunto, es-
peremos que no se constituya como otro acto de subordinación a los
intereses corporativos, ahora defendidos por las secciones aludidas
del sindicato minero.8
Como es de sobra conocido, el ambiente de corrupción en el país
es enorme, y son cómplices las autoridades de los diversos niveles

7
Sobre estos amparos puede consultarse la nota aparecida en el periódico El Fi-
nanciero del día 3 de marzo de 2014 http://www.elfinanciero.com.mx/empresas/
mineras-pueden-ganar-amparos-contra-reforma-baker-mckenzie.html
8
El secretario general del sindicato explicó que con esta impugnación, las seccio-
nes 62 de la Minera Fresnillo; la 72 de la Minera Saucito; la 102 de la Minera
Madero; y la 261 de la Minera Tayahua, afiliadas a su sindicato, esperan que se
eche atrás dicho gravamen, que consideran anticonstitucional ya podría traducir-
se en un despido de trabajadores al cobrar altos impuestos a las empresas. Sobre
la argumentación de este amparo contra el impuesto, véase la nota aparecida
en el diario El Norte, disponible en: http://www.elnorte.com/aplicacioneslibre/
articulo/default.aspx?id=1043970&md5=04d868a231d5e0f0ab866012914356b
4&ta=0dfdbac11765226904c16cb9ad1b2efe&po=4

218
7. ¿Qué es el extractivismo y por qué genera nuevas violencias...

de la estructura federal de la nación y ahora hasta del sindicato mi-


nero, en abierto apoyo a las grandes corporaciones internacionales.
Solo así podemos entender el arribo millonario de inversiones en este
sector, si bien México está colocado en el 5º lugar de 94 países eva-
luados positivamente para invertir de acuerdo con las bondades de
su sistema fiscal. En una evaluación que incorpora otros indicadores
para apreciar la factibilidad de las inversiones, México cae hasta el
lugar 57, al ser considerados los siguientes parámetros: 1) seguridad
nacional, estabilidad política; 2) procesos legales y equitativos, no
corruptos y con administraciones eficientes; 3) incertidumbre sobre
reclamaciones de tierras en litigio; 4) acuerdos socioeconómicos,
condiciones de desarrollo de la comunidad; y 5) Normas laborales,
contratos de trabajo, militancia sindical y huelgas (CDPI, 2013).
Como muestran las cifras y, a pesar de que en todos estos indicado-
res el país tiene evaluaciones negativas, la posibilidad de invertir sin
pagar impuestos, sin reclamos ni obligaciones ecológicas y con bajos
salarios, las grandes corporaciones seguirán encontrando condicio-
nes inigualables para invertir en el país (Garibay, et al., 2014).

Resistencias sociales al extractivismo minero


Como respuesta y contraparte al idilio entre gobiernos-empresas, es-
tán los procesos de lucha en defensa de los territorios indígenas y
en contra de los “proyectos de muerte” como los han denominado
las redes y organizaciones que luchan contra el modelo extractivo a
lo largo del país y del continente. Respecto a la envergadura de los
conflictos, de acuerdo con los datos aportados en la investigación de
la geógrafa Sol Pérez (2014), existen 29 conflictos que afectan a once
diferentes etnias localizadas en distintos estados de la República, lo
que representa un 28% del total de conflictos existentes en el país
que se elevan a 113 de ellos. Otro de los datos significativos es que
en solo doce de los conflictos no se registró ningún tipo de violen-
cia, mientras que en 58 se había reportado la militarización de las
comunidades (Pérez, 2014, pp. 238-239), lo cual muestra la delicada
situación que viven los pueblos y comunidades que osan desafiar el

219
Tercera parte. Geopolítica y extractivismo

Cuadro 4. Conflictos mineros en territorios indígenas

Etnia Entidad No. Conflictos

Náhuatl Colima, Michoacán 13

Rarámuri (Taraumara) Chihuahua 4

Tlapaneco, Mixteca, Amuzgo Guerrero 3

Wirrárika Jalisco, Nayarit 2

Otomí Chichimeca Querétaro 2

Totonaca Veracruz 2

Zapotecos, Chatinos y Mixtecos Oaxaca 2

Zapoteca Oaxaca 1

Total 29

Fuente: Pérez, Sol, Territorialidades contenciosas (2014:240).

poder de las grandes corporaciones mineras y de las autoridades que


las protegen. De este universo, el 26% representa 28 conflictos que
tuvieron lugar o se desarrollan en comunidades y territorios indíge-
nas (véase el Cuadro 4).
En cuanto al panorama de la conflictividad provocada por el arribo
de las empresas mineras a los territorios indígenas, podemos señalar
un patrón común de estrategias de defensa que van desde pronun-
ciamientos públicos sobre su rechazo a los “proyectos de muerte”,
o declaratorias de sus territorios como libres de minería, hasta pro-
testas públicas en asambleas comunitarias o públicas, con bloqueos
de carreteras o en la entrada de las minas, acompañadas de mítines
ante las autoridades locales, estatales y federales. De igual modo,
han acudido a los congresos estatales o al Congreso de la Unión en
la Ciudad de México para exigir a los diputados que intervengan pa-
ra detener el desastre ecológico que provoca la minería, así como
para que se revise la legislación en materia energética y minera pa-
ra que no vulneren sus derechos constitucionales. Se han presen-
tado también en reiteradas ocasiones ante las comisiones de dere-
chos humanos buscando tener los despojos, denunciar las persecu-

220
7. ¿Qué es el extractivismo y por qué genera nuevas violencias...

ciones de que son objeto los activistas contra el extractivismo, y


exigir justicia para los criminalizados, los presos y asesinados a lo
largo de esta costosa lucha por la autonomía de los pueblos indígenas
sobre sus territorios (Valladares, 2017).
Como parte de sus resistencias se han aliado y asesorado por
abogados democráticos, ambientalistas, académicos, defensores de
derechos humanos, organizaciones de la sociedad civil, entre otros.
Participan en las redes nacionales e internacionales que se han cons-
tituido como fuertes opositores a los megaproyectos extractivistas,
tales como la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA), el
Movimiento Mesoamericano contra el Modelo Extractivo Minero
(M4), El Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en De-
fensa de los Ríos (MAPDER), la Coalición de Organizaciones Mexi-
canas por el Derecho al Agua (COMDA) y la Asamblea Nacional de
Afectados Ambientales (ANAA), entre las más significativas.
Otra de las vertientes importantes en los procesos de lucha para
detener los despojos territoriales ha sido judicializar los conflictos, es
decir, los pueblos y comunidades agraviados han recurrido a las ins-
tancias de procuración de justicia, como los tribunales agrarios, los
jueces federales y a la Suprema Corte de Justicia. En este camino,
han llegado a instancias internacionales como la Comisión Intera-
mericana de Derechos Humanos, e incluso han acudido a embaja-
das, como la canadiense, a denunciar las constantes violaciones de
derechos que encabezan las empresas que proceden de ese país. Es
decir, en la última década, varios pueblos se han opuesto férreamente
al saqueo de sus territorios, donde se han sumado algunos triunfos,
pocos, pero significativos, pues alientan a otros pueblos afectados a
organizarse e informarse sobre los efectos del extractivismo minero
a corto, mediano y largo plazo —por ejemplo, los casos de las wi-
rárikas en Jalisco, los nahuas del municipio de Chicomuselo, Chia-
pas, los nahuas de Zacualpan, Colima, los Me’phaa de la Montaña de
Guerrero o los zapotecos de San José del Progreso en Oaxaca, entre
los más significativos (López Bárcenas, 2015).

221
Tercera parte. Geopolítica y extractivismo

Conclusiones: repensar el modelo


extractivista
En el recorrido que hemos realizado para acercarnos al modelo ex-
tractivista como generador de nuevas desigualdades en nuestro país
y en América Latina, me parece que podemos apuntar algunos de los
retos que nos depara el futuro si este es el modelo que continuará im-
plementándose bajo el argumento gubernamental de ser un generador
de divisas para el llamado objetivo del “desarrollo” nacional.
Podemos constatar que estamos ante un modelo económico que
tiene grandes consecuencias adversas para nuestras naciones, de la
misma magnitud es la práctica dilución de la soberanía nacional,
pues la razón del Estado ha virado a garantizar la generación de las
inmensas ganancias de la empresas nacionales y transnacionales, en
desmedro de los derechos humanos colectivos en sus diferentes ex-
presiones: derechos a un medio ambiente sano, a un ambiente pro-
ductivo de sustentabilidad y sostenibilidad, violación del derecho que
sobre sus territorios tienen los pueblos indígenas, y por tanto vulne-
rando su autonomía reconocida constitucionalmente. Por otro lado,
este modelo como creador de enclaves mineros, nos vuelve a colocar
como exportadores de materias primas, por tanto, dependientes de
los precios y demanda de los mercados centrales.
Otra de las aristas de enorme preocupación es el escenario de
conflicto social que generan las corporaciones transnacionales y
nacionales, que al vulnerar derechos conquistados previamente se
expresan en conflictos abiertos, protestas y disputas en el marco del
derecho. En este sentido, considero que seguirá siendo muy impor-
tante documentar y analizar las consecuencias de este modelo para
nuestras economías, pues pareciera que a pesar de existir cientos de
estudios sobre extractivismo minero, las distintas disciplinas como
la biología, geografía, sociología, el derecho o la antropología no lo-
gran impactar en la toma de decisiones de los gobiernos nacionales.
Tenemos como científicos un enorme reto de seguir estudiando y
discutiendo, desde diferentes disciplinas, el tema del extractivismo
y presionar para que los tomadores de decisiones tengan la informa-
ción suficiente y científicamente construida para su toma de decisio-

222
7. ¿Qué es el extractivismo y por qué genera nuevas violencias...

nes. Como científicos comprometidos con el futuro de nuestro país,


con su población y sobre todo con las siguientes generaciones de
mexicanos y latinoamericanos, la información que generan los estu-
diosos sobre los riesgos y efectos de esta nueva fase productiva son
relevantes, pues en ellos no solamente se da cuenta de los efectos
nocivos para los ciudadanos, sino que se proponen soluciones a este
escenario preocupante.
Resulta alarmante que, de manera paralela a la aprobación de las
reformas en materia energética, a partir de 1992 se pusiera en mar-
cha un modelo multicultural y un discurso democratizador, basado
en la transparencia y la rendición de cuentas. La política de multi-
culturalismo implicó varios cambios que iniciaron con una reforma
al Artículo 4 de la Constitución en 1992, que reconoció a la nación
mexicana como pluricultural. La segunda reforma constitucional
en materia indígena se llevó a cabo en 2001, y modificó el Artículo
2º constitucional para dar vida a una Ley Indígena, en la cual se
reconoció el derecho de los pueblos indígenas a la libre determina-
ción, expresada en el derecho a la autonomía en el marco del Estado
nacional mexicano. A partir de esta, se inició un importante proceso
de reformas a las constituciones de casi todas las entidades federa-
tivas de México. Se realizaron reformas a diferentes instituciones
gubernamentales en materia de justicia, derechos humanos, salud,
educación y electoral, principalmente (Valladares, 2008). La terce-
ra reforma constitucional relevante fue la realizada en 2011 al Ar-
tículo 1º constitucional, que estableció como eje rector el principio
pro-persona y una perspectiva garantista de los derechos humanos.
Se reconoció la constitucionalización de la legislación internacio-
nal en materia de derechos humanos, con lo que se fortaleció el
reconocimiento de los derechos indígenas asentados en el Artículo
2º, y son el marco jurídico al cual apelan los pueblos indígenas
frente a las empresas mineras que han obtenido concesiones en sus
territorios. De tal manera, podemos constatar la confrontación de
los derechos constitucionales, el de los pueblos indígenas y la legis-
lación en materia energética. Se requiere un gran esfuerzo de mo-
vilización, de reflexión y difusión sobre los costos en materia de de-
rechos humanos, ambientales y de soberanía nacional. Se requiere

223
Tercera parte. Geopolítica y extractivismo

poner límites a las corporaciones transnacionales y nacionales que


han puesto en entredicho el futuro de la nación, sus habitantes y su
sustentabilidad.

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