Podemos identificar las siguientes glándulas o estructuras en la piel:
Glándulas sudoríparas ecrinas: Situadas en lo profundo de la dermis, son tubos
enrollados sin ramificaciones. Son responsables de la secreción de agua y electrolitos, utilizando su función principal, que es regular la temperatura corporal a través del sudor. Por lo general, la sudoración, que está principalmente termorregulada, comienza en la frente y el cuero cabelludo y termina en las plantas de los pies y las palmas de las manos. Es un proceso secretor estimulado por fibras nerviosas simpáticas colinérgicas. Glándulas apocrinas: son glándulas tubulares enrolladas como las glándulas ecrinas que drenan en los folículos pilosos. Sus ubicaciones son en la axila, la ingle, la areola y la zona perianal. Las secreciones que producen tienen la misma composición que el sudor, con la adición de lípidos y proteínas que actúan como agentes antibacterianos o sustancias olorosas responsables del mal olor corporal durante su degradación. Las mujeres están más desarrolladas que los hombres. Glándulas sebáceas holocrinas: Son glándulas ramificadas cuya parte secretora se localiza en la dermis. Se distribuyen por todo el cuerpo excepto en las palmas de las manos y las plantas de los pies. Sus secreciones, llamadas sebo, están compuestas de triglicéridos, ésteres cerosos y escualeno. A través de sus secreciones, se encargan de mantener la flexibilidad de la piel y prevenir la deshidratación, además de actuar como antifúngico y antibacteriano. Las glándulas sebáceas son las únicas glándulas holosecretoras del cuerpo, lo que significa que la secreción de sebo implica la muerte de las células secretoras. La función habitual de estas glándulas es proteger la piel y el cabello, manteniendo la piel húmeda y evitando que se reseque.