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I TEGO ARCANA DEI

“EL TEMPLO”
El simbolismo secreto de
Rennes-le-Château

FERNANDO MIRÓ - FRANK ESCANDELL


GEORGE WEMBAGHER
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¿Dónde encontraré realmente a Dios? –Preguntó el joven aprendiz al
anciano maestro–
- ¿Dónde buscarías a alguien que ve lo que tú ves, que siente lo que tú
sientes y que conoce todo lo que piensas?
-Respondió el anciano con una relajada sonrisa en los labios-
Ya en silencio, el maestro extendió sus brazos hacia el cielo y los curvó,
hasta que las puntas de los dedos de ambas manos se unieron, quedando
cada punto de la circunferencia, equidistante de su cabeza, sin tocarla. Se
mantuvo así unos segundos dejando a su aprendiz reflexionar, hasta que
entregó, finalmente, la respuesta.
- ¿Dónde más que en el centro del círculo?
Desde el inicio de los tiempos, mucho antes incluso de que apareciese la
escritura cuneiforme, el hombre parece haber representado a Dios como
un punto en el centro de un círculo. Desde luego ha habido, en el tiempo,
otros símbolos que se refirieron a Él. Se habla del universo inmaterial,
espiritual o metafísico; un espacio donde las leyes de la física carecen de
valor y son las reglas del espíritu, más allá de la física de la materia las
que rigen su existencia; la metafísica. Es un reino donde no parece haber
formas materiales, sino ideas y conceptos abstractos, aunque para muchos
sean muy reales. Este espacio eterno inmaterial parece ser infinito,
ilimitado. Como la mente, funciona en un espacio virtual existente tan solo
como energía, en la conexión entre neuronas; en circuitos de pensamiento.
La mente humana, un universo donde las leyes de la física no tienen
cabida, como en los sueños o en las fantasías y que se desarrolla en la
región central de un círculo delimitado por el cráneo. Pero no se limita a
este espacio, sino que al no respetar formas lo ocupa todo... Llega hasta el
infinito, excediendo incluso sus propios límites, impuestos por la
circunferencia exterior. En él habitan demonios, como remordimiento y
pena; y ángeles, en forma de recompensa y satisfacción cuando se ha
logrado el objetivo correcto. En aquel espacio infinito, en el centro del
círculo, también habita Dios. Aquél simiente de la armonía universal que
espera dentro de cada persona el ser hallado, despertado y coronado, para
reinar sobre la vida futura de quien conozca su nombre, gobernar sus
actos y traer su paz.
Todas las culturas reconocieron este espacio y dibujaron el símbolo: lo
eterno dentro; en lo más profundo...

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“Debo declarar que sé lo suficiente para aplacar mi lengua, pero no lo
suficiente para hablar; y los no menos que milagrosos frutos que he
encontrado en mi diligente indagación de estos arcanos, me llevan a tales
grados de admiración que ellos comandan silencio y me fuerzan a acallar.”

Elías Ashmole

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Introducción
Esta obra que ha sido el producto de un sueño
común, sueño que en secreto y solitario cada uno de
nosotros perseguíamos desde hace muchos años, hasta que
el destino, siempre tan ignoto y sarcástico, decidió unirnos y
hacernos sentir que debíamos compartir experiencias e
intuiciones; vivencias, conocimientos y trabajo. Soñar con
que era posible hacerlo y trasmitir todo lo que nos hacía
sentir Rennes-le-Châteu y sus “misterios”. Intentar ser como
tantos que nos precedieron, portadores de la “Lux”.

Hemos querido hacer un compendio de significado


profano y simbólico que fuera duradero en el tiempo, de
lectura sencilla y agradable, dentro de la complejidad que
entrañan los conceptos simbólicos para el no iniciado en
este arte, intentado abandonar la explicación profunda en
significación –que no en significado–, en una lucha
continua para alcanzar el máximo rigor y la mayor exigencia.
Todo ello se ha materializado en ésta obra hondamente
humana, incluso humanizante y en algunos pasajes,
espiritual.

Si bien las peripecias y la contumacia del Padre


Saunière –sacerdote de la parroquia y eje fundamental de
nuestra investigación, para quienes no estén bien
familiarizados aún con este tema– no son el objetivo de este
libro. Entendemos que hay miles de ellos en todos los
idiomas acerca de sus peripecias; millones de páginas web
que relatan su vida como una aventura. Sería absurdo
escribir un libro más de esta temática. Aun así deberemos
inquirir ligeramente en su personalidad y en la de sus
variopintos colaboradores, clérigos y laicos, quienes
persiguieron y pretendieron alcanzar, al menos un peldaño

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de la trascendencia, a través de una enmarañada trama
de intrigas.

¿Pero quién en este mundo vive, sea cual fuere su


manera, para salvarse y hacer que su yo y, en algunos casos,
el de otros sobreviva a la actual y aparente configuración
natural de la existencia, que tan pobremente perciben
nuestros sentidos? ¿Cómo conducirnos por este mundo si
nos damos cuenta de que sin espiritualidad alguna –no
siendo ésta un mero consuelo o ejercicio de distracción–
estamos abocados a ser víctimas del caos mismo?

Ésta es la perspectiva desde la cual, mejor podremos


contemplar la intención de esta obra. Y al fin y al cabo
¿qué fue Saunière? sino un hombre con sus propias ideas,
maldiciones, bendiciones, aciertos, agravios; que en
nombre de todos ellos fue partícipe de una convulsión en
toda regla, tanto en el mundillo del pseudo-espiritualismo,
tan latente en la Europa de finales del siglo XIX, de
excéntricas sectas abombadas por la autodenominación.
Asociaciones y sociedades reconocidas tan solo por su
ritualismo mecánico. Por cierto, aquella no parece ser una
situación muy diferente de la actual.

Siempre ha ocurrido que es una minoría la que pudo


absorber el misterio y la información privilegiada,
circundante a las historias que durante siglos abundaron en
las frías praderas del País Cátaro francés. Y allí,
precisamente, comienza nuestra historia.

Como si de un nido de águilas se tratase, visible


desde todo el valle del Aude, la omnipresencia del
pequeño pueblo de Rennes-le-Château anuncia a todo
visitante, que es portador de un gran misterio.

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Desde que una pequeña y única señal, en el cruce
de Couiza, advierte que se inicia la subida hacia el pueblo y
su Iglesia-Monumento, el ánimo del visitante o turista se
encoge. Por fin se realizó nuestro anhelado sueño común:
¡Por fin hemos llegado!

Esta es la crónica de tres “buscadores” que, como


tantos otros, han dejado parte de su vida en descifrar e
intentar comprender la simbología y el mensaje contenidos
en la iglesia de Rennes-le-Château y en sus alrededores, de
los que extravagantes personajes, hoy parte de la historia,
nos han legado un maligno acertijo.

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CAPÍTULO I
Trasfondo Histórico y Simbólico
El pequeño pueblo de Rennes-le-Château se
encuentra en la cima de un monte, a unos cuatro kilómetros
de Couiza, al cual se accede por una empinada y
serpenteante carretera con vistas asombrosas al valle. Sin
otro destino posible, se llega a lo que siglos atrás, en mejores
tiempos, había sido parte de Rhedae: una de las más
importantes capitales y fortín, orgullo visigodo.

La zona, debido a la carencia de infraestructuras y


comodidades, no es especialmente turística excepto en
verano, cuando muchos acuden a practicar el kayak en las
turbulentas aguas del río Aude. Rompiendo las estadísticas
Rennes-le-Château únicamente dispone de cuatro
estacionamientos; quizás una forma de disuadir a la
excesiva afluencia de “buscadores”. No se pretende que
parezcan bienvenidos; incluso se cierra el tráfico una
semana cada mes para facilitar la tranquilidad de los menos
de cien pobladores que en ella residen.

No es, sin embargo, un lugar que deje impasible al


visitante ocasional o incluso habitual. Tanto en uno como en
otro caso se puede disfrutar de una belleza natural y un
paisaje inigualable que permite olvidarse del tiempo,
perdido en los colores que la naturaleza circundante ofrece.
Hacia el sur se despliegan los montes Corbières y más allá se
divisan los nevados picos de los Pirineos, especialmente
bellos si se disfrutan durante el invierno. Es una tierra azotada
por los vientos, fría, inhóspita, cuyo verdor en las montañas
sólo es profanado por la nieve, ocasionales caseríos y por
generadores de energía eólica.

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Todo esto fue en su día parte del Pays Càthare (País
Cátaro). Los Cátaros fueron una corriente cristiana que
compitió con la Iglesia de Roma por las almas de los fieles,
aunque también por el entonces inmensamente lucrativo
dominio sobre numerosas minas de sal que aún existen; y a
pesar del nombre del valle (Aude), ni siquiera el oro era una
fuente de riqueza, ya que aunque se reconoce su existencia,
también se pone de manifestó su mala calidad. Hoy en día,
al igual que ocurre con sus vecinos transpirenaicos
españoles, se degustan y recogen grandes variedades de
setas, que luego habrán de ser parte de la delicia de todo
gastrófilo, pues es complemento de la racial y exquisita
cassoulete (cocido) de oca, pato, cerdo o perdiz; sin olvidar
el salchichón de Arlés, la Gordienne de Toureau (Rabo de
Toro); las fresas de Nimes; y los escargots (caracoles) que se
cocinan de forma tradicional como en Cataluña con
tomate, o a la plancha de cinc, y no como en el norte de
Francia con mantequilla, ajo y perejil.

Corría la primavera del año 1885 cuando un nuevo


párroco, François Berenger Saunière, de tan sólo 33 años,
supuestamente aislado por sus ideas reaccionarias
(antirrepublicanas) y pese a su extensa preparación, era
enviado a continuar apostólica obra de Dios sin apenas
dinero asignado, a una mísera parroquia de un pueblo
vecino de su Montazels natal. Rennes-le-Château no se
podía considerar un premio. Un pueblucho en lo alto de una
montaña, donde se accedía por un camino intransitable; el
pueblo de menos de doscientos vecinos, no constituía una
parroquia importante. A ello hay que sumar el hecho de
que, debido al anticlericalismo de la república, el número
de feligreses quedaba reducido a menos de cien. Y por si
todo ello fuera poco, se trataba de una iglesia casi en ruinas.
Sin duda un “justo” castigo a su incorregible defensa de la
monarquía, en pleno apogeo de la república.
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La historia oficial así lo recoge, pero no podemos
evitar mantener serias dudas respecto de la historia oficial…
¿Verdaderamente Saunière era pobre como han
asegurado algunos autores? Se cuenta que al sacerdocio le
llevó la necesidad económica. Afirmación poco claro, visto
el edificio en el que nació, propiedad de su familia, ubicado
en la plaza principal del pueblo. Asimismo, su padre había
sido alcalde de Montazels, director de la fábrica de harina y
administrador de los bienes del Marqués de Castelmajou;
éstos son hechos que parecen señalar todo lo contrario.
Más aun cuando hablamos de que François Berenguer era
el primogénito de siete hermanos, de entre los que destaca
Alfred Saunière, profesor en los jesuitas y abad, como lo
había sido François Berenger (de un parecido físico tan
impresionante, que muchas de las fotos que se atribuyen a
François, en realidad corresponden a Alfred). La historia de
la gran pobreza es aún más difícil de mantener, cuando se
conoce que sus dos hermanos menores se licenciaron en
Medicina y Derecho; algo que, sobre todo en ese tiempo y
probablemente aún hoy, estaría totalmente fuera del
alcance de quien perteneciese a una familia pobre.

Lo dicho nos afianza en la idea de que su llegada no


habría sido ni casual ni indeseada. Es más, ¿Sería posible
que todo fuese parte de una trama? ¿Una maquinación
ideada con mucha antelación? Ello convertiría a Saunière
en una pate importante de esa trama y, probablemente,
como relataban los vecinos de la zona –entre ellos Noël
Corbú–, no estaría solo en sus extraños quehaceres.

Respecto a si actuaba solo o era el ejecutor de un


plan preconcebido para la búsqueda de algún tesoro, hay
un detalle que ha sido olvidado, posiblemente adrede, que
da luz a esta cuestión. La primera parroquia a la que el
padre Saunière es destinado fue Le Clat. Un pueblecito aún
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más pequeño que Rennes-le-Château y que, casualmente,
era el feudo de la familia Hautpoul-Felins, cuyo antiguo
linaje y genealogía eran reconocidos desde la Edad Media
en las Cruzadas. Otro elemento llamativo es que en Rennes-
le-Château estaba la residencia del Marqués Francois
d’Hautpoul-Rennes, esposo de Marie de Négre d’Ables de
Blanchefort y, por supuesto, de emparentada
consanguinidad con los Hautpoul-Felins. La tumba de
aquella viuda –Marie de Négre–, más concretamente su
lápida y su inscripción, serán el comienzo del misterio y del
mito que dio lugar a todo este enrevesado asunto.

A lo dicho debemos sumar el apoyo que Saunière


recibió de parte de la Condesa de Chambord, esposa de
Enrique Carlos d’Artois (Enrique V) 1 heredero legitimado y
candidato Borbón a Rey de Francia, perdiendo sus
posibilidades de reinado al no aceptar por escrito la
bandera tricolor de la república, autoexcluyéndose. Su
esposa y viuda financiaría parcialmente las obras de
albañilería de la iglesia, donando la cantidad de 3.000
francos en oro; una verdadera fortuna, tanto antes como
ahora.

Conforme a los actuales cálculos oficiales del propio


Banque de France, convirtiendo los 3.000 francos en oro, en
proporción 1 a 15,1 en francos de plata, nos dan 45.300
francos de plata y, según datos oficiales, la vida ha sufrido
un incremento desde 1885 a 2006 del 360,2%, con lo que
estaríamos hablando de 17.214.000 Francos franceses (sin
contar la subida del 2006 al 2012). Y de aquí a euros, con el

1
¿Acaso se puede tachar sólo de mera coincidencia que Amand
d’Hautpoul, sobrino de Marie de Négre d’Ables de Blanchefort, fuera el
preceptor de Enrique V durante su adolescencia?

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cambio del franco (6,6 FF. por cada euro), 2.608.181 euros.
Un fabuloso capital desproporcionado para un pueblecito
perdido de apenas doscientos habitantes, más aun para
arreglar el techo de una pequeña iglesia olvidada, sin
trascendencia alguna por su valor histórico o artístico. Estas
son circunstancias que se van acumulando y sumado a
otras eventualidades que iremos desgranando y que no
ayudan a despejar las contradicciones y misterios que nos
van a ocupar, sino más bien a complicarlas aún más.

Para dar el puntillazo final a esta correlación de


nombres y personajes, no debemos olvidar quién era la
Condesa de Chambord. Se trataba de María Teresa de
Modène, también Archiduquesa de Habsburgo. Ni más ni
menos que la sobrina de Francisco José I, emperador del
Imperio Austro-Húngaro.

Ahora volvamos al más limitado ámbito de la iglesia.


La primera obligación del padre François Berenger Saunière
fue la de reconstruir el templo. La antigua iglesia se hallaba
en un deplorable estado, requiriendo arreglos y
reestructuración de suelo a techo. Por una parte, esto se
debió a la cada vez mayor escasez de recursos de la Iglesia
en Francia; agravado en su caso por la indiferencia de los
feligreses, algunos partidarios del gobierno republicano, la
falta de apoyos del obispado y la del propio alcalde del
pueblo (obviamente también reconocido republicano y
anticatólico).
Por ello, desmitificando la figura de Saunière, estamos
convencidos de que no se sostiene de forma plausible, la
teoría de que su suspensión “a divinis”, provocada por el
cargo de tráfico de misas, fuera la fuente de sus fabulosos
ingresos. La acusación de simonía se nos antoja
simplemente una excusa, pues para el Obispado de
Carcassone, no eran desconocidas ni las grandes sumas
17
que se manejaban en fiestas y fastos, ni las grandes obras
que Saunière realizó, ya que sus propios miembros
participaban de ellas. Tampoco sus extravagantes viajes a
países del este o a España, ni el lujo de los hoteles en que se
hospedaba, ni las fabulosas cantidades de francos que
mantenía en el banco Veuve Auriol et Fils en Perpignan, ni la
descomunal fortuna que ingresó en un banco en Praga y
que perdió por causa de la I Guerra Mundial, ni los lujosos
viajes a París, ni las exclusivas e inusuales amistades que
frecuentaban el pueblo, como el archiduque Juan Salvador
de Habsburgo o la actriz y cantante Emma Calvé (de la que
volveremos a hablar). ¿Qué hacían semejantes personajes
en un mísero pueblo? Se da la circunstancia de que
Sauniére pagó la construcción de un camino decente para
poder llegar con un vehículo hasta el pueblo a cuatro
kilómetros y, además, había proyectando antes de su
muerte, hacer una carretera para poder comprarse un
coche.

El plano de la iglesia y la numeración que él mismo


colocó detrás de cada banco hacen un total de 98 asientos
(ver foto) y, conforme al croquis por él mismo dibujado,
estableciendo el orden de colocación con nombre del
feligrés incluido, sólo esperaba a 81 personas como máximo
a las misas, la mayoría mujeres y, evidentemente, pobres. El
resto de pueblos de la zona disponía de su propia parroquia
y, como se ha dicho ya, la suya estaba en un pueblo
olvidado, en lo alto de una colina, a cuatro kilómetros del
pueblo más cercano (Cuiza) y con una carretera de subida
impracticable. Por todo ello, es poco probable, por no decir
imposible, que ningún vecino de pueblo cercano
encargase misa, mucho menos previo pago; y unos
ochenta feligreses, en su mayoría ancianos y pobres, pocas
misas encargarían. Todo eso sin entrar a valorar el precio de
la misa en esas fechas, que era muy bajo. Sin embargo no
18
dudamos de que al inicio de su estancia en Rennes hiciera
alguna misa más de las tres diarias que se permitían, ya que
esta situación quedaría demostrada por su propio libro de
cuentas. Obsérvese el número que ostenta la última plaza
de la iglesia.

A lo descrito hay que añadir, que durante los trabajos


de reparación la afluencia de dinero se incrementó y la
reforma del templo no fue precisamente una obra ni austera
ni accidental, sino cotosa y deliberada, bajo unos estrictos
cánones que iremos desvelando, que denotan mal gusto en
lo estético, pero serios y fundados conocimientos simbólicos;
probablemente para despistar y producir un efecto
“pareidolico”, por el que el cerebro sólo ve lo que quiere ver.
A la obra se une de forma secuencial la compra de los
terrenos colindantes, la creación del jardín de la iglesia
(Jardín del Calvario) y, en los jardines traseros, los llamados
“Domaine de l’Abbe Saunière” (Propiedades del cura
Saunière), la construcción de su residencia, llamada Villa
Béthanie. También de la Torre Magdala y del Velbedere con
forma de “hortus conclusus”. La magnificencia y todo lujo en
detalles con los que decoró estas obras, como ya hemos
dicho, sus costosas inauguraciones, así como las magníficas
fiestas y banquetes que en ellos se daban, llevaron a un
descomunal y desproporcionado gasto. Todas estas
edificaciones y jardines, no exentos de misterios, serán
objeto de un nuevo libro para su estudio detallado.
19
Pero lo que aquí nos ocupa no es evaluar la
decoración o el gasto suntuario; tampoco el conocer de
dónde procedían los fondos, ni el tipo de tesoro que pudo
haber descubierto. Eso quedará más adelante a la
especulación, aunque la deducción de las pistas que
pueblan la iglesia y los alrededores dio pábulo a la leyenda
de los “tesoros”, que se le adjudica haber descubierto y
gastado. Sí es de nuestro interés interpretar su significado de
la manera más acertada posible, para que se comprendan
más y mejor las verdaderas intenciones del abad Saunière.

Para valorar cualquier iglesia cristiana, debemos


recordar que su intención primaria es o, por lo menos
debería ser, la de emular filosóficamente al primigenio
Templo o templo original, ordenado por el propio Dios y
edificado por el rey de justicia y unificación, que fue
Salomón, continuando el estilo de los templos fenicios de su
época. Esta percepción es la guía para interpretar el
objetivo o el significado, parcial o unificado, de los símbolos
en él representados.

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CAPÍTULO II
El Señor del Anillo
El Rey Salomón gobernó el reino unido de Israel entre
los años 1015 y 975 a.C. Su historia fue contada y luego
escrita en la “Tanaj” o Antiguo Testamento, cuatro siglos más
tarde, luego de que Nacubodonosor conquistara Jerusalén,
ciudad del antiguo reino de Judá 2, en el año 587 a.C.

El gran poder que Salomón ostentaba parecía


consistir, según el relato simbólico y numerosos textos
hermeticistas 3 y cabalísticos 4 posteriores, en su capacidad
de dirigirse a cada demonio y al propio Dios, por su nombre.
Esto le permitía controlarlos y, de hecho, parecía tener línea
directa con Dios al mismo tiempo que había puesto a los
demonios a trabajar para él. Pero como era sólo un hombre,
al fin y al cabo, su poder estaba depositado en dos objetos
de leyenda: una mesa, en la cual podía leer dichos nombres
y un anillo, herencia de su padre David.

Salomón, sin embargo, poseyó un poder particular


como rey de todo su pueblo. Consiguió unificarlo, por

2
El reino de Israel, como tal independiente, sólo duró desde el 975 hasta
el 721 a.C. quedando destruido.
3
El término “hermetista” corresponde a una tradición heleno-alejandrina
que perduró hasta el siglo III d. C. En cambio “hermeticista” se refiere a
quien sincretiza el hermetismo con otras disciplinas, especialmente tras el
Concilio de Nicea hasta el siglo XIX.
4
La Cábala es la exégesis crística y mesiánica de la tradición secreta de
los judíos (Kabalá). A partir de los trabajos de Ficino y de la Mirandolla se
convirtió en una doctrina esotérica de la que luego nacería la Fraternidad
Rosacruz, el cristianismo hermético por excelencia.

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primera vez en la historia de los israelitas. Tanta era su
influencia en esa unión, que después de su muerte, no
tardaron en volverse a dividir y enfrentarse unas tribus contra
otras. Fue él quien consiguió esa unidad por sus muchas
cualidades, sobre todo por su capacidad de administrar
justicia de manera que siempre se conservase, por encima
de todo, la paz. De entre sus virtudes una en particular
destaca: su preclara inteligencia, clave de su éxito.

Como en todas las sociedades antiguas, las divisiones


estaban dadas por cuestiones prácticas, sobre todo por
intereses materiales y de subsistencia. En este caso, las
actividades principales del pueblo eran dos: la ganadería y
la agricultura. Un ejemplo bíblico –y arquetípico– es el relato
de Caín y Abel.

Los pueblos ganaderos se regían por un calendario e,


implícitamente, por un Dios solar. Era el sol el que regía sus
actividades, divididas por los meses del año, el día y la
noche. Sin embargo, los pueblos agricultores que se hacían
sedentarios y los cazadores, a diferencia de los que
trashumaban ganado, regían sus existencias por un
calendario diferente, regido por la luna. Ellos, pues, seguían
a una Diosa, que les resultaba más familiar, según su
actividad cotidiana.

El gran logro de Salomón fue probablemente reunir a


la Deidad. Es decir, integrar al masculino Sol con la femenina
Luna, dando origen a una deidad dual y única que
resolviera estos conflictos. Así nació el concepto de YAHVEH.
Seguramente, como consecuencia de la unión del nombre
Yah, masculino, con Haveh, femenino. El Dios supremo,
entonces, se había convertido en un Hieros Gamus –un
matrimonio sagrado– perenne, activo y móvil en la
eternidad, compuesto por dos principios opuestos y
22
complementarios, capaz de contener la filosofía unificada
de pueblos con intereses diferentes.

Sea como fuere, sólo Salomón ostentó este


impresionante logro, que duró poco más que su reinado. Por
ello, su templo y el propio rey se han convertido en el
símbolo supremo de la estabilidad, la paz y la justicia. Son un
ejemplo a seguir y el objetivo de la búsqueda de todo
hombre de bien. Debemos entender que todo este asunto,
quizás histórico, no necesariamente debió haber existido
como hecho real, ya que es uno más de los múltiples
símbolos presentados en forma de parábola por los libros
sagrados. El Templo del Rey Salomón no necesariamente
debió ser una estructura de piedra que actualmente pueda
hallarse en ruinas por el paso del tiempo, sino que se trata
de un emblema de la construcción que cada hombre debe
llevar a cabo con su espíritu, para consolidar su propia
estructura. Un templo para la adoración de un Dios, que en
realidad reside dentro de cada ser, como si fuese una guía
o un mantra, de gran ayuda para alcanzar ese universo
metafísico y construir en él. Es, por lo tanto, un símbolo útil
para expresar un concepto espiritual. Su búsqueda es como
la del Santo Grial o la del propio Cristo. No debe ser hecha
por la arqueología, pese a que importe mucho la historia
como disciplina científica, sino por la metafísica y el
autoconocimiento.

De allí que haremos los comparativos necesarios


entre éste que nos ocupa y el Templo de los Templos, ya
que esa es la mejor manera de interpretar cualquier iglesia,
desde una humilde parroquia hasta la más enorme de las
catedrales.

23
24
CAPÍTULO III:
Las Columnas del Templo
Las columnas que se hallaban en el pórtico de
entrada del Templo de Salomón eran el detalle que, por
excelencia, más fama y más honor le hacían. No hay iglesia
cristiana construida, desde una perspectiva tradicional, que
no posea columnas, que de alguna manera flanqueen el
pórtico o entrada como dos guardianes siempre en servicio.

En las grandes catedrales góticas, para expresarlas


mejor, además de que suelen estar presentes en la entrada,
son representadas por dos inmensas torres, que no hacen
más que refrendar este símbolo sagrado. En las románicas y
en las parroquias, por falta de espacio y estructura, suelen
ser más pequeñas y se colocan a los lados del o de los
pórticos.

Aquí no hay excepción al respecto. Pese al reducido


espacio con el que se cuenta en nuestra pequeña
parroquia, para colocar el portal, allí están; integradas al
arco pero bien diferenciadas, con sus respectivos capiteles.
Estas dos columnas tienen cada una su significado. Una
representa la estabilidad y la otra la fuerza, porque según las
Escrituras el Señor dijo de ellas: “Con fuerza edificaré ésta, mi
morada, firme para siempre”. Representan los dos
estamentos que sostenían, no sólo al sistema israelita si no al
de casi todas las grandes civilizaciones antiguas: persas,
indoiranios, babilonios, asirios y egipcios que, por cierto,
continuaron vigentes casi hasta el siglo XX. La sociedad
estaba sostenida y gobernada por un sistema mixto,
cuidadosamente equilibrado: la columna política, la del
soberano que llevaba al pueblo hacia la prosperidad y la

25
sacerdotal, que buscaba en Dios la sabiduría para el
hombre, así como su gracia para continuar.

Un sistema que funcionaba a la perfección y que rigió


en Occidente con la misma eficiencia, basándose en la
connivencia entre el papado y la monarquía. No hay duda
alguna de que la sociedad se mantenía en pie sobre estos
dos importantes pilares legados por el mundo antiguo. Sin
embargo, aunque representa claramente lo acontecido en
el mundo, también es un símbolo que se aplica al interior; al
espíritu del hombre, quien debe sostener su existencia sobre
principios estables, no sobre una sola sino sobre dos
columnas; una que rija su vida secular y otra que le dé
sentido mediante su expansión espiritual. Una sirve para
relacionarse socialmente con los demás miembros de la
comunidad y la otra para su vida interior. Una vez más,
como reiteradamente lo hace en su extensa filosofía, llama
al equilibrio como fuente de poder y amor. El amor sin el
poder es improductivo; el poder sin amor es dictatorial. No
todo bondad, no todo maldad; no todo blanco ni negro,
sino en su justo equilibrio. Esto nos comunica el símbolo de
las dos columnas.

Al pasar entre estos emblemas del Templo primitivo, la


mente se ve –aunque lo fuera inconscientemente–
afectada por él en forma positiva, ya que, probablemente,
esa idea arquetípica se encuentre ya archivada en nuestra
memoria afectiva e intuitiva. Por encima de las columnas se
nos presenta el llamado “Delta Luminoso”; ese triángulo
equilátero o isósceles 5 , que por su posición respecto a la

5
Es decir, un triángulo cuyos lados, y por consiguiente, cuyos ángulo son
iguales. En el lenguaje hermético, el triángulo representa al primer
polígono del universo, la primera superficie; por ello, los neoplatónicos y
algunos de los cristianos gnósticos lo asociaban al Logos, el Verbo de Dios,
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tierra, apuntando su vértice hacia los cielos, lleva en él todo
lo que habrá que elevar hacia Dios. Es también una
representación que complementa a las columnas, toda vez
que éstas, al estar dedicadas a Dios, se elevan hacia él en
una curva infinita que acaba uniéndolas, conformando el
llamado Santo Arco Real 6 . Pues bien, el delta es aquel
medio por el cual todo lo que se encuentra “entre columnas”
es elevado al Señor. Como el fuego de los antiguos templos.

El abad Saunière se dedicó a reparar su capilla entre


1886 y 1897; el día 6 de junio de ese año celebró la
inauguración, no sólo sirviéndose de un enorme crucifijo con
poderosas reminiscencias herméticas y alquímicas, sino
construyendo todo un simbolismo logial al descubierto: un
jardín laberíntico (Jardín del Calvario, del que hablaremos
en el próximo libro) como aquel mítico de las Hespérides 7, el
Elíseo de los romanos o el Campo de Juncos de los egipcios,
destacando la presencia de Jesucristo y una Virgen (la
Inmaculada Concepción).

la primera palabra de la Creación. Un ejemplo muy palpable, se


encuentra en el primer capítulo del Evangelio según San Juan.
6
También se llama así a una serie de grados capitulares pertinentes al Rito
de York en la Masonería de tradición anglosajona, al que los masones,
ahora denominados “compañeros”, se reúnen en “Capítulos” del Santo
Arco Real de Jerusalén.
7
Un nombre que adquirirá una vital importancia más adelante en este
libro. Por ahora, sólo diremos que significa “Las Hijas de la Tarde”. En la
mitología helena recibían los nombres Eritia, Eglé y Hesperetusa; ambas
versiones que cuentan su historia, aunque difieren sobre el nombre de sus
progenitores, coinciden en el hecho de que habían nacido de las
tinieblas.

27
En esta iglesia se representa todo lo que se refiere o
dedica a Dios o a la elevación hacia él. En el caso que nos
ocupa, además de un complejo conjunto de símbolos, hay
aquí una serie de inscripciones, frases que conviene
investigar primero. Éstos son los logros conseguidos por una
inédita financiación y una alianza en apariencia imposible.
Las hemos ordenado de forma que pueda leerse mientras
uno se adentra desde el exterior hasta el "Vientre" y las
estancias de Saunière.

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CAPÍTULO IV:
Un Terrible Pórtico de Entrada
"Oh, vosotros que tenéis la mente sana, mirad la doctrina que se esconde
bajo el velo de los versos extraños"
Dante Alighieri
La Divina Comedia
Infierno IX:61–63

Cualquier persona que haya leído algo sobre Rennes-


le-Château esperaría ver en primicia, la primera y más
evidente de las inscripciones en latín presentes en su
entrada. No es este el caso. Recordemos que Saunière era
un hombre con una exquisita preparación académica.
Probablemente, siendo además clérigo y, por qué no,
miembro de algunas sociedades filosóficas importantes
derivadas del iluminismo y la ilustración, no haría algo sin
tener más de una sóla intención. ¿O más de lo que se le
habría ordenado hacer?

Ya hemos escrito sobre la importancia simbólica del


arco del cielo. El arco en geometría, se dibuja con los
compases. En cuanto a la fundación de lugares sagrados,
siempre se habla de la piedra “fundacional”, que es más
bien la cúbica; la piedra perfeccionada situada en el
noreste de la futura construcción. Entonces, la otra piedra
fundamental, que le da el sentido de finalización al templo
es la piedra del arco, de forma trapezoidal, de base plana y
redondeada en su parte superior, sobre la cual recae todo
el peso del edificio. La piedra clave.

La piedra clave del arco de la entrada de la iglesia,


en este caso, porta un escudo papal. Las llaves cruzadas
sobre el triregnum revelan su identidad, así como lo hace el
lema "Lumen in Coelo" (Luz en el Cielo) que, según el
29
catálogo de la Heráldica Vaticana, indiscutiblemente
perteneció a León XIII 8, sucesor en la Silla de Pedro entre
1878 y 1903, época coetánea con los años de vida de
Saunière en Rennes-le-Château. Entre otras cuestiones, el
Conde Vincenzo Gioacchino Pecci –el susodicho Papa León
XIII– restauró la jerarquía en Escocia condenando a la Iglesia
Anglicana 9. Abrió los Archivos Vaticanos para que fueran
accesibles a la investigación histórica y, como dato
relevante, en 1894 ordenó al clero francés y a los pro-
monárquicos que aceptaran al gobierno republicano.

Un detalle que no habíamos visto comentado por


ningún otro autor nos llamó poderosamente la atención: el
escudo papal en cuestión está alterado, pues en su interior,
la estrella original de seis puntas 10 , con una estela
desplegando un ligero ascenso, fue reemplazada por una
de cinco puntas 11 también conocida como “flamígera” o

8
Es bien conocida la querencia de este Papa por algunas ideas de corte
iluminista, incluso a través de sus hermosos poemas escritos en latín.
9
El Anglicanismo fue la fuente de inspiración para uno de los ritos
masónicos más importantes y administrativos en la actualidad, conocido
como Rito de Emulación o Reconciliación, tras la fusión de las dos
grandes (y opuestas) Logias existentes en Inglaterra: la de los Antiguos y la
de los Modernos. Esto a diferencia de los ritos continentales de inspiración
franco-germana, una rama de los cuales se conoce como “Escoceses”.
10
La estrella de seis puntas tiene un origen muy antiguo, que no guarda
en absoluto relación con el Judaísmo, siendo esta una relación moderna
y reciente (debiendo también agregar el adjetivo, trágica). Significa más
bien la unión del fuego (triángulo blanco hacia arriba) con el agua
(triángulo negro hacia abajo).
11
El pentáculo o pentagrama tiene tal diversidad de significados que sólo
nos referiremos a que, en el Cristianismo en general, representa –a partir
de la de cuatro puntas– al Verbo Encarnado, al niño Jesús; la
30
“pentáculo”, cuya estela indica un desplazamiento
ascendente, mucho mayor aunque en sentido contrario
(hacia la derecha) respecto al original (hacia la izquierda).
¿Habrá sido esta una forma de protesta o rectificación
filosófica? Tal vez el significado de aquellos detalles pueda
hallarse en el apoyo del Papa a la nueva ornamentación,
queriendo expresar que bajo aquel fuerte y potente
simbolismo, el hombre podía acelerar su evolución para
ocupar su lugar como obrero de Dios. ¿Defenderían estos
símbolos la actitud “escocista” de aquel Papado?

Por otra parte, la presencia del ciprés en el escudo


papal es de un recóndito significado. Al ciprés, desde
tiempos inmemoriales, se le ha atribuido la facultad de ser el
guía de las almas hacia el más allá. Relativo a Jesús en su
tortuoso camino al Calvario, quién no iba cargando una
pesada unión cruciforme de madera, ya que los
condenados a muerte llevaban a cuestas un “patibulum”;

interpretación hermética más simple complementa explicando al hombre


–o Hijo del Hombre– mismo.

31
un pesado madero hecho principalmente de madera de
ciprés. El asta de la cruz estaría hecha de roble, más
resistente. En el lenguaje hermético, el ciprés ha sido por
excelencia el representante del Cristianismo, así como el
olivo representa al Judaísmo y la palmera al Islam.

Encontramos algunas coincidencias en relación con


esta estrella y ciertos símbolos dentro del templo, a los
cuales nos referiremos más adelante; pero antes, otro poco
de imprescriptible mitología. La emblemática Stella Maris o
Estrella del Mar 12, que tiene ocho puntas, es el símbolo del
espíritu sobre las aguas; estrella que por su posición central
es el pivote cósmico que constituye los cimientos del cielo y
la tierra. En el misterioso epitafio de Marie de Négre d’Ables
de Blanchefort 13 , aparece “la medusa octópoda”, que
comparte significado con la estrella del mar.

Esta medusa o pulpo fue


adoptada en el cristianismo primitivo
como símbolo del alma regenerada
por las aguas del bautismo. No es
entonces eventualidad alguna, el que
dicha medusa o pulpo fuera en su día
el símbolo de los Blanchefort, señores
de Rennes-le-Château, cuyos
enigmáticos pergaminos habían sido
encontrados por Saunière más de un siglo después de

12
Como observaremos más adelante, la misma está ubicada en el altar
de la iglesia.
13
“Blanca de Castilla” fue una noble cátara que se convirtió al
catolicismo. De su familia desciende Bertrand de Blanchefort, Gran
Maestre de la Orden del Templo de Jerusalén.

32
escondidos, por el abad Antoine Bigou, siguiendo las
órdenes de la moribunda marquesa, de la que era confesor,
y persona a quien confiar el secreto familiar, ante el hecho
de la carencia de descendencia.

Volviendo a lo tocante al pórtico, encima de la clave


de arco, sobre la entrada de la capilla, se halla esta
amenazante inscripción: “Terribilis est locus iste”: este lugar
es terrible, que hace alusión al sueño de Jacob, quien en
medio de una epifanía, se despertó temeroso diciendo:
“¡Dios habita en este lugar y yo no lo sabía!”, “¡Qué terrible
es este lugar! Nada menos que la casa de Dios y la puerta
del cielo” –Génesis 28:16-17–. Semejante inscripción es
habitual en muchas iglesias católicas por toda Europa;
básicamente la oración completa que debe
encontrarse es:
«Terribilis Est Locus Iste»
«Hic domus Dei est»
«Et porta coeli»

33
Antes de su estudio simbólico, se ha de reseñar la
extrañeza que supone el orden de la frase, ya que sería más
correcto: “Terribilis est hic locus”. En esta ambigüedad se ha
querido ver un forzamiento de la frase para que estuviera
compuesta de 22 letras y no de las 23 que le confiere su
forma originaria. El número 22 es recurrente en todo el
“Domaine de l’Abad Saunière”.

La citada frase forma parte del Introito o Antífona de


Entrada del Ritual de la Dedicación de una Iglesia, lo que a
primera vista no debería sorprender a nadie. Ciertamente,
siendo ésta una reflexión presente en casi todas las iglesias
construidas de manera tradicional, ya sea escrita o en
símbolos, es bastante cierta: La puerta del cielo es un lugar
terrible. Los caballeros templarios y su Orden en general,
sentían una especial devoción por San Juan Bautista,
atribuyéndole la potestad de ser una especie de
guardatemplo, tanto del cielo como del infierno.

La educación hermética en general se enseña en dos


vertientes; una es por el uso de las palabras y otra por el
simbolismo. Por lo que, para llegar a la puerta del cielo, el
espíritu debe estar libre de peso, de carga material, de
“metales”. Como si uno mismo fuese ese “metal”, es
menester pasar por el fuego purificador de la fundición,
ámbito y terreno de personajes mitológicos 14 a quienes
luego se les tachó de demonios para evitar su adoración
pagana. Sin la labor de éstos, los metales, alegoría para
expresar la vanidad y los deseos materiales, quedan
“adheridos” al espíritu, siéndole a éste imposible elevarse.
Para acceder al cielo antes se debe pasar por el infierno...

14
Ptah, Hefesto, Tubalcaín o Vulcano, entre otros.

34
Son muchas las implicaciones de este simbolismo,
girando, casi todas, alrededor del sufrimiento y la muerte.
No es éste el medio para explicar un proceso iniciático, pero
basta lo dicho para respaldar la afirmación del Génesis,
trasladada a las puertas de este templo.

He aquí uno de los incontables misterios contenidos


en esa pequeña y montañesa parroquia languedociana.
Por alguna razón, el padre Saunière decidió cambiar el
original “et vocabitur aula Dei”: “y ha de ser la Corte de Dios”
(parte que desapareció del misal católico después del
Concilio Vaticano II), por “Domus mea domus orationis
vocabitur”: “Mi casa será llamada casa de oración”. Esto
deja implícito el reconocimiento de la frase pronunciada
por Jesús tras desalojar impetuosamente a los mercaderes
del templo 15: “…vos autem fecisti illan speluncam latronem”
que se traduce: “Pero vosotros la habéis convertido en
cueva de ladrones” 16 , que es un pasaje utilizado en la
Antífona de Comunión.

Cuando estas frases se unen, corresponden al texto


de San Mateo 7:8, dejando entrever un mensaje
inconfundible presente en numerosos ritos iniciáticos propios
de las sociedades secretas auténticamente tradicionales; o
sea, en las que ha habido una transmisión y no una
autodenominación: “Porque todo aquel que pide, recibe; y
el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”. Parecería
que Saunière estuviese invitando, a quien supiera leerlo, a
que procediera como tal.

15
San Marcos, 11:17
16
San Mateo 21:13

35
Se nota que Saunière fue también un astuto estratega,
dejándole saber indirecta y discretamente al Obispo Felix
Billard, quien ofició la inauguración del nuevo templo y las
instalaciones aledañas, lo que opinaba de él. Pero nos
hemos sorprendido mucho del hecho de que un hombre
tan preparado como el Obispo Billard –en su enfrentamiento
contra la ideología de ciertas órdenes, como el Grande
Oriente de Francia– simplemente no se pronunciara de
forma alguna ante el visible maremagno de irregularidades
dogmáticas que presenta esta iglesia.

He aquí otra de las rarezas en el uso de frases,


cuidadosamente elegidas, para enviar disimuladamente
ciertos mensajes: el abad Saunière mandó a inscribir la frase
"Domus mea domus orationis vocabitur" debajo de lo que,
por lo menos a primera vista, aparece como una oscura
inscripción, totalmente fuera de lugar y de contexto:

Regnum mundi, et omnem ornatum saeculi contempsi


propter amorem Domini mei Jesu Christi: Quem vidi, quem
amavi, in quem credidi, quem dilexi

La traducción correcta es: “He despreciado al Reino


de este Mundo y toda su belleza por el amor a mi Señor
Jesucristo a quien vi, a quien amé, en quien creí y a quien
elegí.”
Es interesante observar que, según la teología cátara
–depositaria del saber bogomilo entre otros– el personaje
conocido como Satanás era llamado Rex Mundi, o Rey del
Mundo. Se supone que este mundo –este reino– no era
parte del propósito de Dios, sino que cayó en desgracia por
la tentación, teniendo luego que volver a separarse el

36
espíritu de la corrupción de la carne 17, para retornar a la
patria celestial.
Podemos encontrar innumerables fuentes de dónde
el abad Saunière, todo un portento académico según su
formación, podría haber extraído dicho proverbio, así que
mencionaremos algunas de ellas: pudo ser una corrupción
de la frase que aparece en Dicta, obra de Robert
Grosseteste, del año 1200 aproximadamente; también
aparece en una obra de Salimbene de Adam llamada
Crónica, del año 1287; está contenida en el trabajo de
Orlando di Lasso, un oscuro compositor franco–flamenco,
quien en 1573 publicó su obra “Regnum Mundi”.
Recordando por un momento los indicios sobre la finalidad
de la Torre Magdala, no se puede más que sospechar que
tal lugar fuese una especie de biblioteca.
Hasta aquí, se podría dejar de buscar, pero siempre
es una buena idea examinar las raíces mismas de la
creencia de cualquier verdadero creyente; tal vez no por
casualidad, esta cita está contenida en la Antífona de
Entrada (Lectura VIII) que se efectúa en el onomástico de
Santa María Magdalena, que es el día 22 de julio y que se
canta en la Misa de Ordenación de las Monjas. No
debemos olvidar que la advocación de esta iglesia fue
precisamente a la Magdalena.

La otra inscripción del pórtico, separada del resto es


Hic domus Dei est et porta coeli, que significa “he aquí la

17
Entre las asociaciones denominadas “gnósticas” existen básicamente
dos grandes grupos bien diferenciados y contrapuestos: uno, que cree
que para alcanzar la purificación espiritual, se debe despreciar al cuerpo,
en los que se encuentran los cátaros; y el otro, que solamente a través del
disfrute y la sensualidad del cuerpo se puede superar al mismo.

37
casa de Dios y la puerta del cielo”. Lo analizamos en la
misma línea de lo anterior, como alusión a lo que implica
entrar. Todas estas advertencias son válidas, no sólo para
quienes esperan llegar al cielo a través de la iniciación sino,
a nuestro entender, para cualquiera que espere la salvación
creyendo, sin considerar las profundas enseñanzas
esotéricas presentes en el Catolicismo romano.

Podría resultar terrible, para quienes ciegamente


esperan refrendar sus exotéricas creencias en el Salvador, el
enfrentarse a la historia que cuentan los símbolos de esta
parroquia. Por cierto, no más de lo que significaría
exponerse a entender los secretos que encierra en sus
símbolos cualquier gran catedral, como la de Chartres y la
misma Notre Dame de París; o las de León, Burgos y
Barcelona en España y muchas más... Todas ellas son
lugares terribles para aquellos que, siendo creyentes
empiezan a ver...

El pórtico de entrada está resguardado por lo que


parece ser un compás abierto hacia abajo con un ángulo
de unos 30º, una característica típica de las construcciones
góticas. Justo debajo, la imagen de María Magdalena
sostiene un crucifijo bajo la inscripción: “In Hoc Signo Vinces”
(Con este Signo Vencerás), un expresión usada por el
emperador romano Constantino el Grande, que le fue
inspirada en un sueño por el mismo Dios y que tras colocar
en los escudos de sus soldados, propició su crucial victoria
en la batalla del Puente Silvio, en el año 312 de nuestra era,
contra el hasta ese día emperador de occidente,
Magencio.

Aquí nos topamos con más coincidencias: In Hoc


Signo Vinces también fue el lema adoptado por Enrique
d’Artois, llamado por sus seguidores los “legitimistas”,
38
Enrique V, Conde de Chambord y Duque de Burdeos, que
debió haber sido nombrado Rey de Francia en 1873. Sangre
legítima de los Borbón-Anjou, en su momento rehusó
reconocer al Duque de Orleáns. Buen momento para
recordar, que el preceptor de Enrique V fue Amand
d’Hautpoul, a quien ya nos hemos referido como sobrino de
la Marquesa de Blanchefort.

No es una exageración afirmar que Saunière, Boudet,


Gelis y Grassaud eran verdaderos cruzados, luchando
contra aquello que veían como una amenaza a toda una
forma de vida. Por ello, plasmaron secretamente y a gritos,
a un misterioso centinela en la entrada de la iglesia, de
quien hablaremos más adelante.
Sin todavía adentrarnos en el templo en sí, debemos
continuar advirtiendo que el pórtico aún guarda más
secretos. A sendos lados del mismo hay dos inscripciones:
“+IHS” (pilar izquierdo) y “1646” (pilar derecho). Este último se
refiere a la fecha de su última remodelación, que nos lleva a
un nuevo personaje, cuyas conocidas membresías darán
mucho que hablar: Nicolás Pavillon. Fue Obispo de Alet
entre 1637 y 1677 y sufragaría los gastos de la primera
restauración de la iglesia con el dinero de la diócesis. Este
obispo, a quién se ha pretendido relacionar con el
controvertido Priorato de Sión y con la Orden de San
Sulpicio, fue más bien uno de los inspiradores de la
Compagnie du Saint-Sacrément –La Compañía del Santo
Sacramento–, más conocida como “La Cábala de los
Devotos” a la que posteriormente pertenecieron Saunière y
Boudet, entre otros. Aún la calle principal de Alet-le-Bains
lleva el nombre de Avenue de Nicolas Pavillon.

39
40
CAPÍTULO IV:
El Superior Desconocido
El nombre de Nicolás Pavillon (Paris 1597, Alet 1677)
ha dado motivos para investigar, no sólo porque al restaurar
la iglesia de Rennes-le-Château –no nos referimos a la
restauración efectuada por Saunière y que tanto ha dado
que hablar, sino a una anterior perfectamente
documentada– pudo dar con alguno de los llamados
tesoros, sino porque además, probablemente conociendo
los secretos de los Blanchefort y con su venia, cubrió la
entrada a las criptas que se hallaban en su subsuelo. Ello
significaría estar al tanto de la trama, que toda la evidencia
sugiere que alguna vez existió. Con ello sería muy difícil
tachar de coincidencia, la pertenencia de Saunière a la
Orden creada por Pavillon y el interés de este último por
esta pequeña iglesia. La participación de Pavillon en esta
trama ayuda a mantener la tensión de las investigaciones
sobre lo que pudo esconder, no sólo en la iglesia en
cuestión, sino también en puntos diferentes de la geografía
languedociana.

Cualquier persona que aspire a tener éxito, en


cualquier aspecto de la vida, querría tener la suerte de ser
bien recomendado previamente. En el caso de Pavillon, su
recomendación procedía de una de las figuras más
importantes de la historia de Francia: el Cardenal Armand
Jean Duplessis, Duque de Richelieu, quien fuera el consejero
personal de María de Medici y mentor de su hijo, el Rey Luis
XIII. Un hábil estratega, históricamente comparable al
Cardenal Cisneros en España, sin el cual Francia no habría
alcanzado en su época, la importancia política y militar que
tuvo.

41
En otro orden de cosas –y aquí hágase un ejercicio
de saludable y objetiva especulación– también se
relaciona a Pavillon con una profecía de Michel de
Nostradamus. Este académico muy cercano a los Medici,
cien años antes, escondió sus profecías - y probablemente
alguna otra información que, sin ser profética, debía ser
ocultada bajo el mismo pretexto - bajo el oscuro léxico
mezclado de varios idiomas. Si interpretamos correctamente,
el pórtico de la Iglesia de Rennes-le-Château contendría la
leyenda de un gran secreto. Examinando el texto de
Nostradamus, nos damos cuenta de que puede haber
mucho más de lo que el ojo puede ver, ya que la cuarteta
LXVI de la Centuria VIII, refiere un inquietante texto, que dice
así:
«Quand l”écriture D.M. trouvée
Et cave antique à lampe découverte,
Loi, Roi, & Prince Ulpian éprouvés,
Pavillon Royen & Duc sous la couverte»

Se puede traducir por:


“Cuando la escritura D.M. sea encontrada
Y la antigua cueva con lámpara descubierta
La Ley, el Rey y el Príncipe Ulpiano probados
Pavillon, Reino y Duque bajo la cubierta”

Lo inquietante de la cuarteta es que toda la Iglesia


de Santa María Magdalena está basada en la letra “M”; y a
base de emes, se forman construcciones muy interesantes
en las que Saunière, armado con su lámpara, encontraría
aquello que buscaba en alguna de las innumerables cuevas
de los alrededores. La “ley” podría aplicarse a las normas de

42
la dinastía jesuítica 18; lo de “Rey” es una probable referencia
a Dagoberto II 19, cuya tumba quizá encontrara y de donde
obtendría sus primeros beneficios. Sobre “Príncipe Ulpiano”
se desconoce cualquier referencia, aunque bien podría
tratarse de Sigisberto IV, hijo de Dagoberto II –último rey
merovingio–, que como señala la leyenda fue salvado de
una muerte ordenada por un sector del clero católico,
siendo escondido en el castillo Hautpoul de Rennes-le-
Château (del que hablaremos con más detenimiento más
adelante).

No necesitaríamos creer en Nostradamus como


profeta, pero el lector tendrá que reconocer al menos que
existe un significativo cúmulo de casualidades. No olvidemos
que los misterios como el de Rennes-le-Château, un lugar
tan sacro como mítico, están hilados por extrañas e
inescrutables coincidencias.

No podemos despedirnos del pórtico para entrar en


la iglesia sin dejar de referirnos a otra extrañeza, que
tampoco tiene un evidente sentido: ¿Por qué en una iglesia
del sur de Francia dedicada a Santa María Magdalena
estaría escrito sobre el Pórtico su nombre, en perfecto
español? Es un hecho presumible, incluso se ha llegado a
falsificar una foto, haciendo un montaje para asegurar una
visita a Toledo, y se habla que probablemente visitó Jaén.

18
El adjetivo aquí hace referencia a Jesucristo y su supuesta dinastía.
También podría denominársele davídica. No confundir con el aplicado a
la Compañía de Jesús o jesuitas.
19
Fue el único rey cuyo funeral no obedeció al ritual propio merovingio,
que consistía en enterrarle bajo un río, habiendo previamente cambiado
su cauce, para evitar el hurto de sus bienes.

43
Desde nuestro punto de vista, es más que posible, que en
cualquiera de sus viajes por Europa –visitaba con bastante
asiduidad la República Checa– hubiese recalado en España,
pero sería más lógico pensar que su objetivo fuese el Museo
del Prado, y los cuadros que atesora, más relacionados con
sus intereses que la búsqueda de objetos relacionados con
la tradición salomónica.

44
CAPíTULO IV:
El Guardián del Umbral

Apenas traspasar el pórtico, una atípica pila


bautismal recibe al visitante acaparando su mirada y su
energía, ante semejante perfecto anfitrión. El atrio de los
antiguos templos tenía la función de “catarsis”; de reflexión,
que precedía al ingreso al lugar de contacto con la
Divinidad. Es por ello que en las iglesias que han perdurado
desde la Edad Media, se hallan expresivos monstruos y
personajes ignominiosos, para advertir que los pecados o,
en un sentido más moderno, la ruptura con la ley, debían
quedar atrás. La colocación de seres mitológicos, deformes
y horrendos es típico en las catedrales. También están en
lugares estratégicos, como en los pasamanos de subida a
los púlpitos, teniendo la misma significación; es decir,
recordar al predicador que debe dejar fuera sus pecados y
ordenar sus intenciones conforme al mandato divino; no al
interés o la malicia humana.
Nuestro anfitrión no es más que una poderosa y
pérfida cariátide. Un fulgurante demonio que sostiene sobre
su espalda el receptáculo del agua; Asmodeo. Llamado “El
Cáliz de la Ira”, Asmodeo fue supuestamente, según
diferentes escuelas rabínicas hasídicas, producto de la
incestuosa relación entre Tubalcaín –el primer artesano
místico de los metales y, por tanto, símbolo de la
“fundición”– y su hermana Naama. No parece ser ninguna
falta de previsión el hecho de que Tubalcaín fuera el
“octavo hombre nacido después de Adán”, siendo el
número ocho, recurrente en diversas interpretaciones
isopséficas y guemátricas, referidas también al nombre de
Jesús en griego.

45
En rigor a la verdad, no es posible estar seguro de la
identidad del personaje luciferino de la escultura, aunque es
viable aceptar que es Asmodeo, dada la estrecha relación
que el rey Salomón, emblema de todos los templos e iglesias

46
católicas 20, tenía con este personaje. Y si bien no fue este el
único con el que se relacionaría, sí fue él el encargado de
sostener el templo sobre sus espaldas. En partes del folclore
rabínico se relata que Ashmedai era un ángel del Señor,
siendo oponente de Salomón y rey del sur, junto a sus 66
legiones, no siendo en este caso considerado un ser dañino,
sino caracterizado como un jerub (querubín), un “príncipe
del sheddim” o “gran filósofo”, refiriéndose a una forma
especulativa del conocimiento de la realidad. Éste es un
detalle muy sugestivo, ya que desde la remota antigüedad,
las pilas de agua en la entrada de los templos servían para
mojarse la frente y apagar el fuego de la razón, dando lugar
al “agua de la sumisión”; esto no sólo lo hallamos entre
ciertas denominaciones cristianas en la actualidad; también
en el Islam, cuando el musulmán se practica las abluciones
antes de entrar a la mezquita. A pesar de la multiplicidad de
nombres que recibe, dados los problemas de las desinencias
lingüísticas, en las leyendas salomónicas se le llama también
Marcolf o Morolf. Entre los muchos créditos que recibe, se
dice que inventó la música, la danza y el drama, aspectos
luego adoptados por la otra revolución francesa, la de los
bohemios de finales del siglo XIX; un movimiento cultural
ciertamente detestado por tradicionalistas natos como
Bérenguer Saunière y Henri Boudet.

Sobre éste demonio, las figuras de los cuatro grandes


Arcángeles, Miguel (Fuego), Gabriel (Agua), Rafael (Aire) y
Uriel (Tierra), todos se mantienen sobre el agua clara que
reposa en una concha (pila de agua bendita) la que, a su

20
Sólo mencionamos los templos católicos porque se basan en la
configuración, más que arquitectónica, del Templo de Salomón. La
tradición ortodoxa, u oriental, toma como base el antiguo Templo de
Eleusis, de cuatro columnas en vez de dos.

47
vez, es sustentada por el fornido demonio de tono rojizo
(Asmodeo). Éste, con expresión poco resignada y menos
conforme, soporta su peso y completa el conjunto que, sin
él, no sería artífice de vida.

Ellos representan el cuaternario de atributos divinos


repartidos a los cuatro puntos cardinales, con sus miradas
dirigidas a quien se atreva a entrar y sus alas apenas
desplegadas. En fin, mensajeros celestiales que recuerdan a
las victorias o genios alados del arte grecorromano, con
48
ancestros aún mucho más antiguos. Si se trazan líneas
perpendiculares entre las puntas de los dedos índices de sus
manos derechas, se descubre una cruz griega; pero si se
traza una línea continua, siguiendo el orden del signo
católico (“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo”) se forma una figura como la de un “4” al revés.
Respecto de este “signo”, se
especula si es posible que sea un
mensaje hábilmente simulado por
Saunière, por lo que es habitual que los
buscadores de tesoros, que abundan por
la zona, lo coloquen encima de planos y
lo giren en busca de alguna pista.
Probablemente no sea más que otra especulación sin
fundamento.

El agua descansa bajo sus pies. La tierra se cierne en


la propia concha, que a la vez simboliza el secreto oculto,
que es aquí el protagonista.

Otra correspondencia que hemos podido corroborar


es la de los Decanos. De acuerdo a la antigua astrología,
refiriéndonos a los cuatro ángulos de los cielos donde se
sitúan los puntos solsticiales y equinocciales, existían cuatro
Decanos que eran los más importantes entre las 36
potencias celestiales que existían. Sin embargo, a estos
cuatro directores se les conoce con un nombre hebreo:
Elohim. Recordemos el gran problema que se tuvo al
traducir del hebreo el libro del Génesis (llamado por los
judíos, Bereshit). En hebreo escuchamos “bereshit bara
elohim”, que el sefardí Moshe ben Maimon, más conocido
como Maimónides, tradujo “Con sabiduría Elohim (las
potencias celestiales) construyeron”, dándonos un principio
de las cosas radicalmente diferente. Esta nueva imagen da

49
a entender que la iglesia podría haber sido un recinto de la
antigua sabiduría, donde los antiguos símbolos y valores
magisteriales intentarían hallar su santuario.

Podemos afirmar por numerosos indicios hallados que


en el complejo simbólico de esta iglesia se despliega,
físicamente, una profunda adherencia al Martinismo o, por
lo menos, a muchos de sus principios.

El problema que plantea el catolicismo, en este


sentido, es que tiene por dogmas oficiales sendos misterios
arcanos: de la profundidad y del sentido de la existencia.
Ha habido un descubrimiento paulatino de estos secretos y
uno de ellos, quizá el más grande, es el Misterio del Sagrado
Corazón. Antes de continuar, también señalar que
indudablemente, el sacrificio de la Cruz que efectuara Jesús
es el centro mismo de toda la tradición esotérica occidental.
El Martinismo, como se le llama hoy en día, fue fundado con
el fin de estudiar y experimentar de cerca “la vía cardíaca”,
que se remonta a Eckartshausen y Eckhart.

En dicha orden iniciática, por aquellos días


recientemente reestructurada por Papus en Francia,
encontramos textos propios de su fundador, Louis Claude de
Saint-Martin, que nos hablan de preceptos cuyas lecturas
son más que una mera coincidencia en lo relativo al tema
que nos ocupa. Nos referimos a los antiguos Elus Cohen 21.

21
La Orden de los Caballeros Elus Cohen del Universo fue el suntuoso
nombre que Martinez de Pasqually –mentor de Saint-Martin– creara para
llevar a cabo una orden teúrgica, por tanto, un “catolicismo” quasi-
masónico, caballeresco, mágico y ceremonial.

50
Dicha orden estaba organizada en siete grados; en
su Quinto Grado, llamado Gran Maestro Sacerdote o Gran
Arquitecto, se explica cómo deber estar dispuesto su templo
para realizar los “trabajos”. Curiosamente, hay cuatro
miembros que ejercen como “vigilantes”, representando
simbólicamente a los Ángeles en las cuatro esquinas de la
Tierra, lo que trae a colación más de una lectura sobre las
Tablas de Enoc.

Los miembros de este grado, según prescribe su


memento, se ocupan de la purificación de los sentidos
físicos para participar en los trabajos espirituales, con el fin
de "construir nuevos tabernáculos y reconstruir los antiguos";
es por demás llamativo cómo dichos tabernáculos son
descritos:
Primero: el cuerpo del hombre
Segundo: el cuerpo de la mujer
Tercero: el Tabernáculo de Moisés
Cuarto: el Tabernáculo del Sol, que es uno temporal, el
cual "El Gran Arquitecto del Universo ha destinado para
contener los nombres y palabras sagradas cuya reacción es
material y espiritual, distinguiéndose de la vida universal y
pasajera por la sabiduría como antorcha".

El rito de los Elus Cohen tenía una visión y un propósito


muy especial, ya que era el instrumento de una doctrina
sobre el uso simbólico del mito de La Caída del Hombre, en
relación con los seres animados del orden material,
persiguiendo la restauración de todo –un precepto
auténticamente hermético– cuyo agente diputado sería el
hombre mismo, conllevándole una responsabilidad por
demás divina. De ahí que no resulte extraño observar a un
demonio sometido a estos cuatro agentes. La concha u
ostra a los pies de estas figuras angélicas es una posible

51
alusión a la famosa parábola de la “Perla de Gran Precio” 22
que dice: “También el reino de los cielos es semejante a un
mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado
una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía y la
compró”. Relacionado con esta idea está el desconocido y
profundo hermetismo contenido en El Nacimiento de Venus,
de Sandro Botticelli.

Pero esto es sólo el comienzo de lo que los ojos


curiosos ven en aquella escultura. Su significado encierra
cosas terribles y complejas, acorde a lo que se espera al
desafiar la advertencia de la entrada. La historia de este
demonio, como casi todo lo que encierra a la metafilosofía
que da origen a la religión, está llena de aristas y sorpresas
que, al desvelarse, abren las puertas de un mundo diferente,
creado por el esoterismo. Para comprender lo que ese
complejo símbolo nos puede estar comunicando, es
necesario conocer la historia de este siniestro personaje y la
relación que “le” vincula al lugar sagrado donde reside y se
expresa. Así podremos discernir que, lejos de representar un
desafío a lo sagrado y una aparente y vil apología del
pecado y la herejía, comporta un mensaje espiritual
indispensable para la evolución del hombre a un plano
iniciático superior.

Asmodeo es una figura conocida desde la


antigüedad; probablemente desde Sumeria, aunque su
nombre comienza a mencionarse en concreto en la cultura
persa: en el Mazdeísmo o Zoroastrismo. Figura en la
colección de textos sagrados del Zend Avesta, en el
lenguaje propio de estas escrituras, también nombrado
como Ashmadia, significando Aeshma–deva, demonio de la

22
Evangelio según San Mateo 13:45-46

52
ira. Pero en las posteriores escrituras sagradas judías, que
recogieron todo este bagaje durante su cautiverio en
Babilonia, su papel se volvió sumamente interesante; es útil
conocerlo para ubicarlo en la historia que actualmente nos
ocupa.

Como ya hemos dicho, fue conocido por los israelitas,


durante su período de convivencia en Babilonia, donde
permanecían retenidos, aunque no como esclavos, por el
rey Nabucodonosor. Fue en este período cuando los libros
sagrados israelitas tomaron forma. Los sacerdotes y
ancianos que lideraban a ese pueblo, aprendieron a poner
por escrito su tradición oral. Fue entonces cuando a la Torá
de Moisés le agregaron el resto de lo que consideraban
como su tradición propia, principalmente por los escribas
Esdras y Nehemías, que vivían una situación político–social
muy particular: un cierto cautiverio y un fuerte sentimiento
nacionalista. Por ello, toda la ética sobre el bien y el mal que
en ellos se expresa, debe ser ajustada a lo que sabemos de
las sociedades de entonces, a la hora de hacer un juicio de
valor apropiado al contenido de estas escrituras.

Asmodeo, también conocido como Sydonai y


Jammadai, aparece en la cultura religiosa israelita en el libro
de Tobit23, en el cual se perfila parte de su personalidad y
características. Según el polémico escritor y egiptólogo E. A.
T. Wallis-Budge, a quien se debe el descubrimiento del Libro
Egipcio de los Muertos, “Asmoday enseñaba matemáticas y
podía hacer invisibles a los hombres a los que poseía… y es
quien daba el Anillo de las Virtudes” 24 . En otro texto, el
23
O de Tobías, según la traducción al español, aunque probablemente
incorrecta, ya que Tobías es, en realidad, el hijo de Tobit.
24
Op. Cit. Amulets and Talismans, pg. 377

53
ocultista S. L. MacGregor Mathers 25 publica una traducción
de un documento transmitido de “Abraham a su hijo
Lamec”, donde se dice que Asmoday “enseña las artes de
la aritmética, la geometría, astronomía y todas las artes
manuales” y que “entre las legiones de Amaymon gobierna
72 de ellas…”. Amaymon, un personaje estudiado en la
Demonología, rama de la Teología, se parece al nombre de
Mammon, el demonio de la avaricia y las posesiones
mundanas.

Caracterizado en el Testamento de Salomón como


“furioso y bullicioso”, se trata de un demonio lujurioso, no de
extrema maldad, pero de grandes poderes. En el libro de
Tobit se relata la tortura que le provoca a Sara, estando
enamorado de ella. Provoca la muerte de todos sus maridos
en la noche de bodas, para que no pudiesen tocarla. Siete
en total, hasta que Sara, finalmente, conoce a Tobías, su
primo, hijo de Tobit y se casa con él. Asmodeo es detenido
antes de cometer un nuevo asesinato, gracias a la
intervención del Arcángel Rafael, que enseña a Tobías la
manera de combatir a este demonio, quemando el corazón
y el hígado de un pez recién pescado. Los vapores hacen
huir a Asmodeo, que se oculta en Egipto, siendo finalmente
capturado por Rafael y atado con amarras para impedir su
huida.

Lo interesante, según la parte de la historia que ahora


nos ocupa, es el destino que corrió Asmodeo después de
esta captura a manos del Arcángel. En efecto; fue llevado a
la presencia del mismísimo Salomón, Rey de Israel. Salomón
tenía una extraña relación con los poderes creadores e
impulsores del universo manifiesto, desde el centro mismo
del dualismo. Le había sido concedido por Dios, un poder

25 Ver en La Magia Sagrada de Abra-Melin el Mago


54
peculiar. El Rey sabía y conservaba grabados en su
legendaria y misteriosa mesa, los nombres, tanto del propio
Dios creador del universo, cuanto de sus ángeles y de todos
los demonios que componían la antigua “legión”. El
hermetismo del conocimiento del nombre, conlleva un
significado muy especial, puesto que la creación se
produce por el verbo. Es el verbo, claramente expreso al
inicio del Evangelio según San Juan, el que genera lo
manifiesto y es el conocer su nombre, lo que da poder sobre
cualquier entidad. Así es como el sumo sacerdote invoca la
presencia; y por ello, en el simbolismo de los libros sagrados,
se da al primer hombre el poder de nombrar a cada
criatura del mundo. Es decir, se le da a Adán el control
sobre el resto de los seres no humanos. El nombre es la
esencia de la existencia de algo y por ello, el sacerdote
siempre actúa “en el nombre de…”. De allí, Salomón extraía
su poder de invocar e, incluso, en algunos casos controlar a
estas entidades, lo que usualmente quedaba fuera del
alcance del resto de los mortales.

Al respecto se decía que el Rey tenía a su servicio a


más de setenta y cinco demonios. De todos, Asmodeus es,
probablemente, uno de los más importantes. Trabajó
asiduamente en la construcción del primer Templo de
Jerusalén y, al finalizar la obra, se mantuvo debajo del
mismo como sostén eterno de su sagrada estructura. Otro
relato, con un simbolismo muy poderoso, dice que éste,
cuando estaba por finalizar la construcción de dicho
Templo, habría intentado destronar a Salomón, por lo que
fue perseguido y ajusticiado, en este caso, por el Arcángel
Gabriel.

En lo tocante a la vinculación etimológica, existen


significados mucho más que llamativos, sino directamente
alegóricos y por tanto iniciáticos. El verbo avestaní, lengua
55
de la cual se originó el Farsi, “azmonden” significa tentar o
probar. En hebreo, la palabra “asamod”, destruir o
exterminar. Y ¿Por qué un demonio, lleno de calamidades y
peligros debe convertirse en el sostén de un templo
dedicado a la adoración a Dios?

Lo primero que se debe comprender, más allá de la


creencia y con la mente libre de cualquier posición
subjetiva, es que, en cualquier disciplina hermética, todos
son símbolos. No se puede interpretar el esoterismo si
insistimos en ver a cada personaje de estas historias, como
un ser real del universo manifiesto que actúa
independientemente de los otros o del todo, como si cada
cual fuera otro ser creado, independiente. Se debe asimilar
la idea de que todos estos escritos no expresan historias
sucedidas en este universo material, sino que representan lo
que realmente acontece dentro del propio individuo, que
busca su evolución. Son parábolas y símbolos que explican
la forma en que la mente entiende, tanto la materia cuanto
el espíritu. Y lo hacen de una manera ancestral, que por
algún motivo, logra acceder al inconsciente de cada
individuo para activar un conocimiento arquetípico, que
necesita ser despertado. El resultado de ese despertar, es el
final del camino.

Probablemente ni dioses ni demonios existan como


seres independientes de este universo, sino ambos, como
integrantes o arquetipos del espíritu humano. Es probable
que no sea aconsejable que ninguno de los dos gobierne
en absoluto la conducta del hombre, sino que la ecuación
puede estar dada por el perfecto equilibrio, es decir,
dinámico y pendular. Sólo asumiendo estas historias y
objetos, como símbolos de lo que sucede en el espíritu del
hombre, pueden entenderse estos, aparentemente
intrincados y ocultos mensajes, siendo su objetivo, ese
56
despertar. Ese “Hijo del hombre”, que no es otro que el
espíritu despierto y renacido a través del conocimiento
hermético. Es el propio Cristo, de los helenos, salvador de la
humanidad. No debe resultar extraño deducir que, según
estas conclusiones crípticas, habría dos iglesias: la de San
Pedro, para la población en general y la de San Juan, para
iniciados.

En este instante es correcto informar al lector, que en


Reenes-le-Château, existían realmente dos iglesias, la que es
motivo de este libro, dedicada a María Magdalena, y la que
se encontraba en el jardín aledaño a la Torre Magdala, que
se utiliza de estacionamiento, en donde quedaba parte de
la iglesia y el resto en el jardín propiedad de Saunière frente
–al otro lado de la calle– de Villa Bethania. Curiosamente
esta iglesia, que no ha resistido el paso del tiempo estaba
dedicada a San Pedro.

En este contexto, podemos observar que en toda


filosofía antigua, que da origen a las principales religiones
del mundo, es un principio dualista el que predomina en la
Deidad. El universo danza en un constante giro en torno del
Yin y el Yan, la luz y la oscuridad, el bien y el mal. Es así como
el universo mismo se gesta en el espíritu del hombre, sin
poder negar esta doble o complementaria identidad que
debe ser debidamente conjugada para lograr la armonía y,
a partir de ella, la creación: el tercer elemento surgido de la
conjugación de los dos anteriores. Por ello, dioses y
demonios son imposibles de separar sin destruir el Todo. La
participación de cada parte, lo hace todo. De hecho, el
papel de cada uno es difícil de determinar algunas veces;
puesto que puede ser por designio del Dios –de Yahvé, en
este caso– que se realiza un exterminio, una guerra fratricida
o un acto de extrema intolerancia y, por el contrario, puede
ser un demonio el que aporte una solución productiva,
57
como se verá más adelante, entre las propias características
del personaje que nos ocupa en este capítulo.

Lo importante es que, siendo estos dos, componentes


de la propia creación del espíritu humano, es imposible
prescindir de ninguno, sino que deben actuar en armonía,
cada cual en lo que le compete.

Para que el hombre que ha decidido evolucionar


espiritualmente por ese camino hermético complete su
camino, no es suficiente con el estudio de las artes liberales,
como dicho corpus fue una vez considerado en la
antigüedad, el conocimiento del medio o incluso, la propia
erudición en todos los temas sobre los que se haya escrito. El
despertar del “Cristo”, convirtiéndose en obrero del
inherente principio vital e inmortal en el hombre, es algo
mucho más sutil y pragmático. El hombre, aun siendo bueno
y justo, necesita recorrer un camino personal, a menudo
largo y penoso para desarrollar el verdadero eje de la
sabiduría necesaria para transformarse: el
autoconocimiento. Su espíritu mismo debe transformarse. La
herramienta más didáctica para explicar este fenómeno nos
es brindada por los antiguos alquimistas: el Atanor (“horno”).
Los compuestos que debían cambiar de estado eran
colocados en un crisol –una vasija hecha de materiales
altamente resistentes al calor– generalmente de grafito y
sometidos al fuego en el atanor. Del mismo modo el espíritu
del hombre se somete a estas temperaturas y presiones, en
su crisol, para que se efectúe su transmutación.

Los metales que deben fundirse y escurrirse del alma,


no sólo son los que vinculan al hombre a su vida material,
como riquezas y vanidad, sino también las pasiones
maliciosas que le generan intranquilidad, sentimientos
violentos y contradictorios, alejándolo de la paz y la lucidez
58
necesarias para ver la luz en el camino. Ya lo advirtió
Raimundo Lulio, aquel celebérrimo iniciado, filósofo, poeta y
teólogo español: Para generar oro, se debe tener oro.

Uno de los medios adecuados para generar estas


condiciones, eran las peregrinaciones, que en la
antigüedad realizaban los fieles a Tierra Santa, Santo Toribio
de Liébana, Santiago de Compostela, Caravaca de la Cruz
o tantos otros sitios considerados sagrados. Y lo hacían por
una ruta que les trajera intensos sufrimientos y situaciones de
crisis, cuyo objetivo era, sin mucho más, el más interesante
de todos los estudios humanos: el autoconocimiento.

Existen muchas maneras de introducirse en el atanor,


para cambiar la naturaleza de los metales que contaminan
el espíritu, a tal punto que cada sociedad iniciática
presenta los suyos, a aquellos que escogen su camino para
alcanzar su evolución. Pero es indispensable que este sea
utilizado, de cualquier forma, para que ese cambo se
produzca. Así tenemos estos símbolos presentados en cada
una de las historias sagradas: Osiris atraviesa el mundo de los
muertos antes de regresar a la vida y Jesús abre las puertas
del infierno antes de resucitar, luego de su paso por la cruz,
el crisol alquímico.

Las “pruebas de fuego” que cada hombre pasa


durante su vida, pueden convertirse en su crisol y su atanor,
permitiéndoles el cambio, si además, tienen la adecuada
preparación para aprovecharlas. No es raro que una
sustancia sometida a esa presión, indebidamente
preparada, se malogre, quemándose y desperdiciándose, a
esas temperaturas. La palabra hebrea que describe esto es
“tubal” que significa escoria. Y para prevenir esta desgracia
es que está la formación obtenida por la intención original
de las siete artes y ciencias liberales; es decir, para “liberar”
59
la mente y la comprensión, sobre los secretos de la
naturaleza y los principios de la verdad intelectual.

Pero la purificación por el fuego se considera


igualmente inevitable e indispensable para alcanzar la
evolución. El demonio casi fulgurante a la mirada, es el amo
de la fundición; una moderna representación de quién
fuera Hefesto y Vulcano. El señor del fuego que a la vez que
purifica lo que quema, lo convierte en sutil materia que se
eleva a los cielos, a la morada de Dios… Así, no puede ser
otro que el mismo demonio el que soporte los pilares de la
tierra, por la que transita el hombre en este viaje por la
existencia mortal. Ésta era para nuestros ancestros helenos,
la naturaleza misma de los dioses y los titanes. Para que un
iniciado camine sobre la tierra con el espíritu limpio, debe
haber sido antes purificado por el fuego, ya que sólo con
uno muy intenso es que los metales que lleva adheridos a su
espíritu se licuan, dejándole libre.

Este simbolismo puede apreciarse muy bien en la


Basílica de San Pedro en El Vaticano, en el muro norte del
Coro. Allí, una espléndida estatua alegórica al Papa
Alejandro VII nos presenta a un esqueleto alado sosteniendo
en su mano un reloj de arena, siendo protegido por el
manto que emana del mismo Papa. La iglesia protegiendo
al espíritu libre y purificado de los metales del mundo
material. El reloj de arena es una representación hermética
usual, de lo transitorio de la vida mortal.

Es interesante observar en el templo que nos ocupa,


que en el plano de la tierra, aquí representado por esa
concha, el artista ha colocado las iniciales B. S., sugestivas
de Bérenger Saunière. ¿Será este el sitio de la evolución
personal donde el sacerdote se ve a sí mismo? Pues bien, si
volvemos a usar la herramienta de la asignación numérica
60
de las letras –para el hebreo la guematría y para el griego la
isopsefia– encontramos que el valor absoluto de estas letras,
B y S, es de 302; algunas de las correspondencias
encontradas son: egrégor, brillante, parábola, recipiente,
querubín, tierra, recuerdo, fructífero, fruto, mantener,
abundancia, tesoro, hambruna, vergüenza, noche, grito,
trueno, granadas, amanecer. ¿Es esta una correlación de
palabras con lo estrictamente iniciático o habrá sido un
simple accidente?
Las letras B y S están rodeadas de sendas
salamandras, que en la alquimia simbolizan la pasión, la
destrucción, pero sobre todo la purificación y la energía
espiritual ascendente; es recurrente dicho símbolo y su
empleo por parte de grandes artistas; fuego. Pero tal vez, en
este caso no sea tan místico su significado, sino
probablemente algo más prosaico...

Ya nos hemos referido alguna vez a la relación del


abad Saunière con la familia Chambord; y no debe ser
casualidad que la salamandra forme parte del emblema de
Francisco I, cosa constatable en el propio Castillo
Chambord, posiblemente el más hermoso de los que se
suceden en el valle del Loira, junto a la alusiva divisa “Yo
alimento al fuego del bien y apago el del mal”. Así, las
salamandras serían un ornato idóneo para simbolizar la
pureza y también el apego y la fidelidad a los Chambord, al
mismo tiempo. Algo propio de un reconocido y apasionado
monárquico como era el abad Sauniere.

61
A todas estas especulaciones hay que añadir las que,
aplicando a las salamandras su significación flamígera,
conjeturan con que todo el conjunto representa a los cuatro
elementos de la naturaleza: la tierra personificada por
Asmodeo, el aire por los ángeles, el agua por la “almeja” o
pila que contiene el agua bendita y por fin las salamandras,
el fuego, siendo las iniciales “B” y “S”, las que culminan el
conjunto, otorgando gloria y loor a su creador.

Son, probablemente, muchas otras las funciones de


estos, aparentemente siniestros personajes, plenos de
simbolismo hermético, pero consideramos que lo descrito es
suficiente para comprender el conjunto escultórico
observado.

62
Sin embargo, resta una última reflexión que nos
parece adecuada para el simbolismo en general y, en
particular, para el ideado por este controvertido sacerdote
ya que, hasta ahora, casi cualquier demonio hubiera sido
útil para llevar a cabo esta misión; hasta el mismo Iblis, quien
también interviene en una de las más apasionantes
anécdotas del Rey Salomón. Hay una interesante historia,
recogida del Testamento de Salomón, que merece la pena
relatar, dando una idea de la relación que Salomón, uno de
los modelos para el espíritu del iniciado, llevaba con su
demonio y que nos revela la lección de humildad que hasta
el más poderoso puede recibir si pierde la perspectiva.

Salomón, absorto en su soberbia, por su éxito y sus


numerosos triunfos que habrían de perdurar en el tiempo,
hizo traer a Asmodeo, atado y prisionero, poniéndolo a
trabajar para él en la construcción del Templo. El Rey quería
saber cuáles eran exactamente sus poderes y por qué, le
obedecía sin protestar, siendo él un simple hmano. El
demonio le respondió que si le daba su anillo y le soltaba las
amarras, se lo diría. Salomón, seguro de su poder, cumplió el
deseo de Asmodeo. Lo hizo liberar y se quitó el anilo para
dárselo al demonio. Entonces éste, se tragó al Rey y lo
escupió a más de cuatrocientos kilómetros de distancia, en
pleno desierto. Salomón se vio solo y perdido. Cada vez que
acudía a uno de su pueblo para pedir ayuda, al anunciarle
que debía socorrerlo pues era el Rey de Israel, sólo obtenía
risas y burlas. Nadie le creía ni le imaginaba fuera de su
propio trono.

Entre tanto, Asmodeo se hizo coronar Rey en su lugar.


Salomón recordó que siempre llevaba en su bolsillo una
moneda que su padre, David, le había entregado,
recomendándole que leyera una de sus caras en tiempos
desgraciados y que, en tiempos de gloria, leyera la cara
63
opuesta. La sacó de su bolsillo y leyó: “Esto pasará”.
Recobró ánimos y caminó en dirección a su reino perdido.
Tres años tardó en volver a casa y reclamar su trono. Tres
años gobernó el demonio en su lugar.

Finalmente Salomón recuperó su anillo y su reino. Los


tiempos de bonanza regresaron y, al cabo de unos años
más, entre reverdecidas glorias, Salomón recordó la
moneda que le había dado ánimos en sus momentos de
desgracia. La buscó y recuperó de entre sus harapos,
cuidadosamente guardados, con los que había realizado su
viaje iniciático y se acercó a una vela para distinguir la
inscripción de la otra cara; La que esta vez le tocaba leer en
tiempos de gloria. Entonces leyó: “Esto pasará”.

Asmodeo tiene otras cualidades que le hacen más


apropiado en el contexto general del símbolo. Como
habíamos advertido antes, hay características paradójicas
en estos personajes. Este demonio tiene la particularidad de
que no sabe mentir. Cuando en las culturas antiguas se
explicaba el método para exorcizarlo, se indicaba que se le
debía preguntar su nombre porque él nunca lo negaba. No
mentía. Tanto que llegó a informar al Rey Salomón que su
reino acabaría dividido y extraviado. Se encuentra, además,
arropado por una túnica de un tono celeste muy particular,
que recuerda al que ostentan las llamadas “Logias
simbólicas" en la masonería tradicional, que en ese ámbito,
representan al cielo. Nos preguntamos si, en el imaginario de
Saunière, este demonio se vestiría de “cielo” para existir y
hacer su trabajo…

Para regocijo de los amantes de la búsqueda de


riquezas ocultas, Asmodeo, el elegido, tenía también el

64
poder de enseñar a los hombres los secretos ocultos por la
madre tierra y la forma de descubrir sus tesoros...

Ssobre la pila de agua bendita se puede leer la


inscripción: "Par Ce Signe Tu Le Vaincras" (Por Este Signo Le
Vencerás). Llama poderosamente la atención observar en
la frase un pronombre de complemento indirecto,
señalando entonces a una tercera persona, lo que no
sucede en el original; en él se usó una forma imperativa del
futuro simple del verbo, sólo refiriéndose a una segunda
persona; es extraño ya que los occitanos tienen por
costumbre omitir los artículos y los pronombres. Sin embargo,
esto provoca que el mandato contenga 22 letras por lo que,
buscando pistas al respecto, se llega a tres diferentes
posicionamientos:

• El primero, manteniendo la tensión creativa de los


misterios, es el adecuar la cita al 22; este número será
determinante en la Torre de Magdala, que también tiene
22 escalones y en la visión desde ella de la Cueva Fournet,
sobre la que trataremos en otra ocasión, que se observa
desde la torre a 22 grados exactos, si nos alineamos
perfectamente con ella. Esto sin olvidar que el 22 de julio
es la festividad de María Magdalena y, como hemos
señalado antes, también se forzó la frase del pórtico de la
entrada “terribilis est hic locus iste”. Lo mismo sucede con
el número de dientes de la calavera de la entrada al
cementerio municipal anexo a la iglesia; e incluso es éste
el número total de cartas místicas del tarot y, por tanto,
enraizado en el estudio de la Cábala. De éstos, el último
arcano se conoce como “El Regreso” y simboliza el
esfuerzo por conquistar la ciencia por medios propios,
para el desarrollo iniciático; significa dejar atrás el estado
animal y la adquisición de la conciencia.

65
• El segundo posicionamiento mantiene simplemente que
es una referencia templaria, ya que el último Gran
Maestre Jacques de Molay murió en 1314, siendo el lugar
que ocupan las letras “L” y “E” (el 13 y el 14, de todas la
frase), las cuales, por tanto, han sido añadidas a
propósito, para formar la fecha. Siendo resaltadas estas
letras aún más al ser señaladas con el dedo por uno de
los Arcángeles, se han asegurado de que no pasen
desapercibidas.

• Una tercera explicación, más compleja pero conectada


con la tradición judía, señala hacia dos pasajes del Salmo
119 26 , donde cada letra del alfabeto hebreo tiene su
propio discurso. La letra L, cuya correspondiente en
hebreo es “lámed” 27, habla de la afirmación de la tierra,
de su ordenación. La E, que corresponde a la “he” 28
expresa los peligros de la vanidad, de la avaricia,
suplicando por el entendimiento. En ambos casos se
exige guardar los Mandamientos. La guematría del
conjunto de las letras es 35, al igual que su cálculo
isopséfico (lambda + ypsilon). De los muchos términos con
igual valor numérico, encontramos a cántaro, matar,
enemigo, vivir, mano, amor, judío, ángulo, confianza, traje;
pero el más llamativo de todos es Abel, hijo de Adán y
Eva, víctima de su propio hermano Caín.

26
El Salmo 119 contiene 176 versículos, repartidos en veintidós letras, por lo
que a cada una le corresponden 8 versículos.
27
Salmo 119:89-96
28
Salmo 119:33-40. En las lenguas semíticas no hay vocales.

66
El padre Saunière quiso que todo feligrés que entrase
a la iglesia “ejecutara el signo” haciendo toda una
referencia, ya recurrente en la simbología, deliberadamente
ajustada en ella, al agua. Siglos atrás, había un adagio
popular en esa parte de la actual Francia, que decía que
“el diablo vive tranquilo en su fuente de agua bendita”. Y no
era ajeno a la historia escrita, ya que por ejemplo, Tertuliano
escribió que “al diablo que hasta ahora mandaba sobre
nosotros, le hemos dejado derrotado en el agua”; también
en el Libro de San Cipriano se lee “el diablo no destruye
cruces, pero está en las pilas de agua bendita en las iglesias
para distraernos”.

La posición del diablo Asmodeo, hace preciso


explicar por qué descubre una de sus rodillas: la derecha 29.
En la terminología hermética a esto se le conoce como
Dextrum Genus. Entre las múltiples interpretaciones que el
albedrío humano ha querido dar a esto, se encuentra la de
29
Personajes como el mismo Saunière, Maurice Le Blanc (quien mediante
su personaje Arsène Lupin, escribió obras sugerentes como “El Caballero
Ladrón”) y Jean Cocteau han sido fotografiados haciendo el mismo gesto,
descubriendo su rodilla derecha.

67
“descendencia correcta”, aludiendo una vez más a la
repetitiva teoría de la descendencia davídica, a través de
Jesús, en María Magdalena. En el capítulo 2, sobre las
Columnas del Templo, ya nos hemos referido a la iniciación
espiritual como síntesis, de principio, de todo lo adquirido
durante la existencia. La posición de Dextrum Genus o
“rodilla derecha” está presente en las figuras relacionadas
con Dios, sentado en su trono, apoyando sobre ella su codo
derecho y con su antebrazo apuntando hacia arriba, hacia
lo alto.
Se achaca también el hecho de mostrar su rodilla
derecha, a que allí sufriera una herida que le produjo el
mismo Salomón por causa de haber perdido su sello.

Nos parece más correcto relacionarlo con un signo


de sumisión que apunta al aprendizaje 30. A las piernas se les
puede considerar las “columnas” del cuerpo, que nivelan y
ofrecen estabilidad; cada una nos puede llevar a una vía u
otra. De la misma forma, Jano, siendo el “Dios de las puertas”
para los antiguos romanos, tenía dos caras visibles y una que
se presume invisible. El que despliegue al “Jano de la
derecha” da qué pensar, puesto que en ciertos rituales
herméticos, y órdenes que practican el simbolismo, se habla,
extrañamente, de la necesaria desnudez de las rodillas
como signos visibles de un recipiendario hacia ciertos
grados de iniciación. No es por demás decir, que muchas
de las figuras de esta iglesia revelan sus rodillas, una u otra,
pudiendo valorar así su transcendencia sacerdotal o
profana en el contexto en el que se desarrolló su vida.

30
De la misma manera, Jacob había resultado herido de su
enfrentamiento con el Arcángel, tocando su pierna derecha con la mano
izquierda.

68
Entre tanto perfecto erudito, masones o antimasones,
ocurren ataques mutuos porque muchos de los primeros han
llegado a afirmar, desde su propio punto de vista, que “la
masonería es la luz y la Iglesia es la caverna”, siendo
rebatidos de igual fanática forma. Si hubiese que comparar
a ambas instituciones, habría que situar a la Masonería
como la cueva y a la Iglesia como la luz, usando la famosa
metáfora platónica. Todo lugar entendido para un proceso
–nunca un progreso– iniciático ha de situarse, per se, “bajo
tierra”. Observando esto, hemos de preguntarnos lo
siguiente: ¿Sería ”Por este signo le vencerás” más bien “con
este signo entrarás”, teniendo que arrodillarse sobre esa
rodilla, desnudando además su hombro derecho, para
prestar un juramento y asumiendo una cierta postura para
lograr una admisión? Entonces, el signo de la cruz puede
significar otra cosa.

La cruz, incluso antes del cristianismo, ha sido por


excelencia el signo del “Imago Mundi”, la imagen del
mundo. Su función ha sido, es y continuará siendo, la de
orientar al hombre desde dos puntos de vista: temporal y
plano, luego espacial. Los cuatro puntos cardinales articulan
el eje del planeta, señalando geográficamente el oriente y
el occidente, así como el norte y el sur. La “especialización”
ocurre cuando un tercer eje atraviesa perpendicularmente
a la cruz, creando el Axis Mundi o eje del mundo, por cuya
representación geométrica, el neófito toma consciencia de
la estructuralidad cualitativa, tanto del mundo como de lo
eterno; de lo exotérico y de lo esotérico.

También es desconcertante y no se ha podido dar


explicación alguna, a las cinco marcas que a modo de
dedos o arañazos, se encuentran grabadas, a propósito, en
la capa de Asmodeo, justo al lado de su cabeza.

69
Por cierto, no podemos dejar de recordar que la
cabeza de Asmodeo no es la original, habiendo sido ésta
cortada y robada en el año 1997, impidiendo disfrutar de la
mirada fría del primer Asmodeo, ya que la actual
representación es más grotesca que temible. En ese orden
de cosas, también hay que hacer referencia a que falta el
bieldo que sostenía con su mano derecha, el cual aún le
haría más temido. También se especula con que fuera
retirado por el propio Saunière a causa de reiterados
enganches con faldas de señoras y el evidente peligro para
los niños, debido a la baja altura a la que se encuentra la
figura, generando un riesgoso ángulo de inclinación de la
mencionada horquilla o tridente. Esta mano vacía ha dado
lugar a extrañas teorías, posiblemente solo conjeturas,
acerca de un lugar vecino: la Fuente del Círculo, que por su
cercanía a la Silla del Diablo 31 , ha conseguido atraer
curiosos y buscadores de tesoros que han removido y

31
Ambas localizaciones se encuentran en la falda de una montaña,
cerca de Rennes-le-Bains.

70
trinchado la zona, plagándola de agujeros y extrañas
indicaciones, a modo de mapa descriptivo.

¿Cuál fue la intención de Saunière al poner una


estatua de presencia tan diabólica a la entrada de su
iglesia, generando entre sus feligreses miradas y comentarios
basados en el miedo y la desconfianza?
Quizás parte de la explicación se deba a que los
colores originales del Asmodeo no son los mismos que hoy
en día. En principio, su túnica no era verde sino azul; aún si
Saunière no hubiese pretendido tal cosa, Giscard, un
miembro reconocido de la Masonería, pudo haberlo hecho,
reiterando que el color azul corresponde al que se da a los
tres primeros grados o simbólicos; sin embargo, todo indica
que se podrían haber realizado ritos de grados superiores
llamados “capitulares”, relacionados con alguna forma de
rosacrucismo, y más que probable martinismo.

Finalmente, un aspecto llamativo sobre Asmodeo, es


el hecho de que tenga unos profundos ojos azules, que
contrastan con su piel oscura y su abominable semblante.
Para mirarle a los ojos, cosa que no se hace sin que uno lo
piense por un momento, uno debe postrarse a sus pies,
dada la posición de su cabeza. Todos los visitantes del
templo se descubren a sí mismos, con una rodilla en el suelo,
adorando a un demonio, sin que ello fuera algo previsto
durante su estancia en lugar tan “terrible”. ¿Habrá
pretendido Saunière que se le rindiera respeto a un demonio
dentro de una iglesia cristiana?

71
72
or – he initiate CAPÍTULO V:
El Pavimento de Mosaico

“…Sobre el pavimento de mosaico caminaba el Gran


Sacerdote en el día de la gran expiación de los pecados y su
función era quemar incienso a la gloria del Altísimo y orar con
fervor, para que la paz y la prosperidad le sean concedidas al
pueblo de Israel en el siguiente año…”

Así era conocido el suelo blanco y negro, el damero,


el tablero de ajedrez o cualquiera de los nombres que la
gente ha buscado para definir este emblemático símbolo,
que resplandecía en el Sancta Sanctorum del Templo del
Rey Salomón, representando aquel logro intemporal que el
Rey consiguió con su amplia concepción del mundo. La
unidad mediante la aceptación de la dualidad.

73
En efecto, es el decorado obligado de iglesias y
catedrales, que no estarían completas sin el pavimento de
mosaico. Supremo emblema del origen y la creación del
universo, dirige a la auto-concienciación del ser, a partir de
una deidad dual. Como ya lo hemos expuesto, es el tablero
de juego de la Dama, cuya más simple indagación explica
por qué, por ejemplo, específicamente los católicos
romanos, sienten tal devoción a la figura de la Virgen María.

El imperioso concepto de la integración e


interdependencia de los opuestos, para poder existir en el
universo de la materia, se ve plasmado en el suelo de cada
Templo de la cristiandad. El patrón obedece a dos
intenciones más allá de lo habitual: por una parte, hablando
de integración, apunta a la membresía de Saunière (es
posible que también a la de de su hermano Alfred), a una
logia martinista de Lyon. Del Martinismo, que tuvo su propio
proceso como institución, devino un importante auge tras la
reforma efectuada por Papus 32 . Esta corriente esotérica,
transformada por Louis-Claude de Saint-Martin, tiene por
emblema la Doctrina de la Reintegración de los Seres, de la
publicación original de Martines de Pasqually.

Por otra parte, el ajedrez es un juego diseñado por


místicos de India. Es más que lógico, que en una iglesia

32 Su nombre de pila era Gerard Anaclet Vincent Encausse, médico de


profesión y de origen hispano-francés. Casualmente, quien en 1896
ocupaba el cargo de Secretario en la Sociedad de las Artes y las Ciencias
de Carcassone llegando a conocer a Saunière y a Boudet,
especialmente a este último. Recordemos que Saunière coincidió,
conoció y frecuentó en París a Papus e incluso alternó en su círculo más
íntimo, llegando a tener “amistad” con la famosa cantante de ópera
Emma Calvé, todos integrados en sociedades secretas y místicas diversas.

74
dedicada a “Nuestra Señora” como lo fue la de Rennes-le-
Château, haya un piso ajedrezado, pues no hay una pieza
con tanto poder como la Dama.

Cada color representa un opuesto, complementario


del otro e indispensable para su existencia. Así el bien, no
podría existir armónicamente, sin el mal. Lo interesante es la
dinámica de este símbolo, presentado así desde su origen
en el Templo de Salomón. El símbolo en sí parece estático,
porque es un pavimento, fijo e inmóvil. Pero su significado no
es el de la deidad inerte, ya que expresa el momento en
que, de la nada absoluta, el Ayin (usando nuevamente el
recurso de la Cábala), el cero para los pitagóricos, la
deidad adquiere la voluntad de conocerse a sí mismo o
Ayin Sof; todo voluntad, la totalidad unificada; el Uno para
los pitagóricos. A partir de allí, al emitir su “rayo misterioso” o
Shekinah, se crean los contrastes para que esta luz sea
delimitada y “visible” a los ojos del espíritu. Esas luces contra
sombras, el Dos, que irán finalmente a reflejarse en el
“espejo” de la creación, se expresan en este pavimento de
mosaico. El resultado final es el Ayin sof-or; el universo
creado sobre ese espejo místico, que da origen al vocablo
"especular"; el Tres para los pitagóricos.

Pero como hemos dicho, esto tiene un único objetivo:


La creación. La imagen que en aquel espejo se verá el
mismo Dios para poder “especular”. Por tanto, el simple
pavimento inmóvil, sólo cobra sentido cuando se cierra el
círculo de la creación. El pavimento representa al DOS, de
la dualidad. Para que se “haga” el Tres, lo creado, el “Hijo”,
requiere de algo más. El Tres aparece cuando el hombre, ser
creado con consciencia de sí mismo y de su creador, el
máximo exponente de esa creación, pisa y camina sobre el
pavimento inerte. Así, es el sacerdote o el simple visitante el
que completa el símbolo. Cuando el hombre camina sobre
75
el pavimento, el concepto de la creación y su origen
dualista es representado por completo.

Este pavimento dentro de la iglesia de Rennes-le-


Château en particular, tiene la exquisita cualidad de haber
sido cuidadosamente dirigido hacia los cuatro puntos
cardinales, logrando diferenciar, perfectamente, que el
sentido de la aparición de esta dualidad teológica, está
directamente orientado hacia la creación de lo material.
Por eso, lleva en sí la forma del cuadrado y la firma del
universo creado. El cuatro, dirigido a su vez hacia los cuatro
puntos, que existen sólo en la tierra, porque el cielo se suele
representar como un círculo. Está ordenado. Si recordamos
la forma en la que se mueven las piezas del ajedrez, la Reina
o Dama combina el movimiento del Alfil –movimiento en
diagonales– y de la Torre 33 –movimiento en cruz– o sea que
se puede mover en ocho direcciones distintas (ver
significado del 8, pulpo y Estella-Maris). El Peón, el apenas
neófito, sólo puede avanzar un paso a la vez y no tiene la
libertad de retroceder. Entonces al Rey, que tanto se parece
al poder terrenal de lo profano, le es concedido el honor de
moverse como la Reina, pero únicamente un paso a la vez;
sólo un poco mejor que un simple Peón.

Queda sin más una pieza: el Caballo, sin parangón en


el ajedrez, pues se desplaza formando pasos escuadrados...
El caballo y su movimiento dentro del ajedrez, también son
recurrentes dentro de la iglesia, para ello baste desencriptar
uno de los pergaminos encontrados en el interior del
balaustre por Saunière, que dice así:

33 La traducción de torre al arameo es “migdal”, raíz de donde proviene


“Magdalena”. En la heráldica, la Torre está presente en órdenes militares
como el Temple, y en el escudo de armas de apellidos célebres por su
participación en las mismas.

76
"BERGÈRE PAS DE TENTATION QUE
POUSSIN TENIERS GARDENT LA
CLEF"
"PAX DCLXXXI PAR LA CROIX ET
CE CHEVAL DE DIEU J’ACHÈVE CE
DAEMON DE
GARDIEN 34 À MIDI POMMES
BLEUES"

Cuya traducción sería:


PASTORA SIN TENTACIÓN QUE POUSSIN TENIERS GUARDAN LA
LLAVE (“CLAVE”)
PAX 35 681. POR LA CRUZ Y ESTE CABALLO DE DIOS ACABO
ESTE DEMONIO GUARDIÁN. A MEDIODÍA MANZANAS AZULES.

Como se puede observar, la dificultosa frase es una


referencia constante a las obsesiones de Saunière, y señala
directamente a las pinturas de Nicolás Poussin (Los Pastores
de Arcadia) y David Teniers “El Joven" (San Antonio y San
Jerónimo en el desierto), cuyas copias compró durante su
estancia en París, conjuntamente con el retrato anónimo del
Papa San Celestino V, para poderlas estudiar sin
intromisiones y descubrir su “mensaje” secreto.

34
El investigador holandés Klaas van Urk encontró recientemente las
ruinas de un castillo templario cerca de Alet-le-Bains, al cambiar de lugar
ciertas letras específicamente localizadas en Daemon de Gardient. El ya
mencionado Pavillon sufrió un intento de asesinato cerca de la montaña
en cuestión, supuestamente urdido por los Hautpoul.
35
Existen diversas opiniones sobre la etimología de esta palabra; está
claro que no significa PAZ como se ha publicado. Sería más correcto
especular con un crismón que le falta la letra “omega”. Es decir la P, la X,
y la A “alfa”.

77
Dentro de la iglesia podemos observar la figura de
Santa Germana, que era precisamente una pastora. La
“tentación” está representada por otro de los santos
presentes en el templo: San Antonio Abad.
Todas las referencias, tanto los cuadros a los que
hace explícitamente mención, al caballo y su movimiento
en el pavimento mosaico, al demonio guardián y a las
manzanas azules a las que luego nos referiremos, hacen
referencia a un plan; una forma de obrar; que al extenderse
sobre un plano o lugar, permiten encontrar lo que está
oculto.

En la mitología helena, las Hespérides, sobre las cuales


ya hemos hecho alguna referencia anterior, eran las hijas de
la tarde, quienes asimismo atendían al guardián 36 de las
misma, Landón 37; las manzanas eran las semillas mismas de
la sabiduría secreta (recurso utilizado por los artistas de
todas las épocas para significar la sabiduría y su transmisión)
y más aún, que habrían de transmutar de ideales a ideas,
transformación necesaria para que quedaran al alcance de
la humanidad. Ha sido escrito que el fruto del Árbol en el
Edén –en el Génesis bíblico cuyo ancestro y fuente original
es la Epopeya de Gilgamesh– era también una manzana;
aquí trataremos de hacer un pequeño juego de palabras,
ya que manzana en latín se dice “malus”, término que
también corresponde en español al “mal”. Un término con

36
Otro personaje diabólico, como el guardián de la iglesia… Asmodeo.
37
Ladón era el guardián de las manzanas, el custos hesperides. Como
una de las Labores de Herakles (Hércules), es éste quien mata al dragón-
serpiente para llevárselas. Como toda lo que está en la tierra también
está en el cielo, deberemos observar el cielo buscando a la constelación
de Ofiuco, la décima tercera del zodiaco, cuyo periodo se encontraría
entre finales de diciembre y principios de enero.

78
un doble sentido, deliberadamente incorporado al mito de
La Caída del Hombre, imprescindible para los martinistas,
para aprehender más de una sola cosa.

En ese portentoso texto tan importante de la


Tradición Primordial como es el Cantar de los Cantares, se
dice "deja que mi amado entre en su jardín y que coma del
fruto de sus manzanos" 38 . Razonamos entonces, que si la
advocación de esta iglesia es a la Magdalena, ¿no es esta
una indicación de que ella y no la Virgen María, sería la
antítesis de Eva? Según el relato bíblico y desde el punto de
vista exotérico, fue Eva la que provocó el Pecado Original,
al comer del fruto prohibido –una manzana–.

La referencia al “Caballo de Dios”, obliga a recurrir a


la sabia e inusual claridad de un libro posterior a la época
de Saunière denominado El Misterio de las Catedrales, de un
misterioso personaje o grupo de autores, llamado Fulcanelli.
En 1957, treinta y dos años después de la primera edición de
esta obra, su discípulo Eugène Canseliet, escribió un Prólogo
para esa segunda edición en cuyo texto incluyó la siguiente
indicación: “...Por eso importa distinguir los dos vocablos,
cábala y kábala, a fin de utilizarlos como se debe: el
primero, como derivado de καβαλληξ o del latín caballus,
caballo; el segundo, del hebreo kabbalah, que significa
tradición.”

Al parecer, la llave de la Gaya Ciencia consiste en la


utilización de la cábala y no de la kábala. Entonces, el
Caballo de Dios es una lengua de iniciados, sin olvidar el
gran símbolo que para todo caballero representa su caballo:
su conciencia. El suelo ajedrezado del templo de María

38
Cantar de los Cantares 5:1

79
Magdalena en Rennes-le-Château, ha dado pábulo a
diversas conjeturas, algunas de ella, con fuerte simbolismo e
interesante estética; aunque más parece forzada a fin de
aumentar el misterio que rodea esta población y los hechos
que en ella se han desarrollado a lo largo de los siglos.

Se especula con que el suelo simbolice el tablero de


ajedrez en el que juegan Jesús y Asmodeo –Jesús en la
imagen del bautizo de San Juan y el diablo en la que ahora
nos referimos– siendo el objeto de la partida, el hombre; la
vida misma, el mundo y la continua lucha del bien y del mal,
en el pensamiento y en las acciones de los hombres. Para
relacionar ambas figuras es conveniente fijarse en la postura
de su cuerpo. Son idénticas, con la salvedad de que
cambian las piernas que flexionan y las rodillas que
muestran. Ya se ha argumentado acerca del significado de
las rodillas y las piernas, el hecho de que se hallen cruzadas,
como reflejadas en un espejo, nos muestran a los personajes
como uno y su opuesto.

No es descabellada esta elucubración, de hecho es


de las más vulgarizadas, pero también es innecesaria, pues
el propio suelo ajedrezado ya simboliza este “yihad”;
término que debe usarse en masculino y no en femenino,
que simboliza la lucha interior, el esfuerzo del hombre en su
camino hacia Dios.

80
CAPÍTULO VI:
Un Viaje de Rennes-cimiento

Hemos dicho que Saunière hizo un importante viaje a


la ciudad de Lyon. Esta ciudad ha sido un centro importante
de esoterismo desde el Renacimiento, por lo que no debe
extrañar que hubiese –y aún pueda haber– este tipo de
sociedades estrictamente secretas e iniciáticas, en todo el
sentido de ambas palabras.

Hay quienes afirman que por allí el abad anduvo


buscando patrocinadores con los que conducir y hacer
negocios, para comercializar o gestionar lo que habría
encontrado en su iglesia, siguiendo antiguas pistas, y
entregar obedientemente otra parte a su mentor el Obispo
Billard.

La ciudad de Lyon es altamente importante en esta


trama. Ya durante el último cuarto del siglo II de nuestra era,
San Ireneo cristianizó a los habitantes de Lyon, que fueron
de la misma estirpe espiritual que, diez siglos más tarde,
reapareció en escena con los cátaros. Existe en la
actualidad un barrio en la ciudad con el nombre del santo,
donde se habían establecido aquellos primeros cristianos.
Saunière viajó hasta allí, delegando el control de Rennes-le-
Château en su asistente Marie de Denarnaud para que
contestase cualquier correspondencia. Alquiló un piso en
dicho barrio, lo cual resulta inusual si consideramos que en
el barrio contiguo había varias residencias para religiosos.
¿Por qué alquilaría un piso entero para sí pudiendo haberse
ahorrado el dinero? Lo cierto es que haberse quedado en
una casa de acogida para clérigos, habría dejado
registrada su presencia en Lyon y, para el abad, la

81
discreción en sus viajes era fundamental, en orden a
conseguir sus propósitos.

Es en esta ciudad donde se encuentra con Sullier, un


afamado orfebre que vivía cerca del piso que Saunière
había alquilado en ese barrio de San Ireneo. Aunque es aún
muy difícil probarlo fehacientemente, parece ser que en
este mismo lugar vivirían un número indeterminado de
hombres, en su mayoría clérigos, que eran miembros
además, de la ya mencionada logia martinista de Lyon.
Entre estos se cuenta a un famoso médico o curandero
llamado Phillip de Lyon, amigo íntimo de Papus, quien como
ya hemos señalado, fue el reformador de la Orden
Martinista en Francia. Existen al menos dos registros en dicha
Logia, en lo que se denomina Libro de Presencias, donde se
puede leer el saludo efectuado al "T. C. F. Saunière", siglas
que se utilizan para referirse al Très Cher Frère o Frater, lo que
significa Muy Querido Hermano Saunière.

Otro personaje que conoció en este círculo fue a


Jean Bricaud 39(también conocido como “Tau Jean II) quien
se convertiría en Obispo de la Iglesia Gnóstica de Lyon; una
denominación cristiana no católica muy parecida a ciertos
aspectos del catarismo, llegando a tomar la dirección de la
Iglesia Gnóstica Universal, de la Orden Kabalística de la
Rosacruz Gnóstica y de la Orden Martinista. Era, además,
Gran Hierofante Mundial del rito de Menphis-Mizraim tras la
muerte del propio Papús (que también fue Gran Hierofante

39
Jean Bricaud está relacionado con el Rito Hermético de los Iluminados
de Avignon, una obediencia masónica escocista (de tinte claramente
martinista) abiertamente opuesto al “republicano” Grande Oriente de
Francia. Pero sobre todo con el rito de Menfis-Mizraim del que fue Gran
Hierofante Mundial.

82
Mundial, ambos cuando el rito contaba tan solo con 97
grados).

Tras estas reuniones y el contenido de dichas


conversaciones secretas sobre el que sólo podemos
especular, el abad se fue de excursión no sin antes mandar
a traer de París una cámara fotográfica moderna y unos
potentes anteojos; dos artículos ciertamente fuera de su
alcance económico. Curiosa coincidencia que la empresa
a la que compra tales artículos se llamaba la Societé de
Zion. ¿Qué y dónde, se dirigiría a explorar?

El abad habría viajado hacia el delta del Ródano


internándose en el macizo del Pilat, uno de los puntos más
sagrados de la teología cristiana. El nombre proviene de
Poncio Pilato quien, tras la Crucifixión, se habría ido de
Palestina, llegando a suicidarse en las cercanías del monte.

Más tarde, iría al prestigioso feudo de la familia Loupe,


a quienes los reyes de Francia debían llamar “primos”.
¿Acaso hubo algún parentesco entre éstos? Es lógico
pensar que si el abad había encontrado documentos
relacionados con la genealogía merovingia, habría tenido
que viajar hacia estos recónditos lugares tan alejados de su
parroquia.

Parte de las leyendas ubican a Meroveo subiendo el


monte del Pilat. Este monte está ubicado en una zona
llamada Roussillon. Allí en su cima, encontramos una capilla
consagrada a la Magdalena. Es aquí donde Saunière habría
tomado sus primeras fotos, ya que se comprobó
posteriormente que había un fresco dentro de dicha capilla,
que hizo reproducir en el bajorrelieve del altar mayor de la
iglesia de Rennes-le-Château: María Magdalena, arrodillada
y en avanzado estado de gestación, ante una cruz que más
83
bien parecía un retoño ardiente 40 y mal podado, como
símbolo de resurrección y no de muerte y, justo debajo, un
cráneo sin el maxilar inferior; el símbolo de lo efímero de la
vida, pero también de San Juan Bautista, primo de Jesús.

Más adelante, al otro lado de la montaña, estaba el


antiguo castillo de Guillermo y Beatriz de Roussillon.
Guillermo se marchó a San Juan de Acre y jamás volvería.
Beatriz, llorando su viudez, tuvo una epifanía parecida a la
de Constantino: una cruz en el cielo, pero en este caso, no
sería un signo de victoria, sino una cruz rodeada de estrellas.
Beatriz, según los añejos relatos, siguió la cruz hasta un
antiquísimo sitio de culto céltico (que habría desbordado al
abad Boudet): las Rocas de Merlín, sobre el cual fundó una
abadía: La Cartuja de Santa Cruz. Esta sería tristemente
abandonada tras la barbarie de la Revolución Francesa. En
ella había frescos del siglo XIV inspirados en Gyoto; en uno
de los frescos se observa a María, a su hermana y la
Magdalena al pie de la cruz mientras una copa recoge la
sangre de Cristo. ¿El Santo Grial? ¿No es esto lo que
Saunière representó por los cuatro lados del enorme Cristo
que hizo instalar en el jardín de la iglesia en Rennes?

Las leyendas populares –hasta ahora les hemos


llamado así– dicen que María Magdalena, María Jacobea,
maría Salomé y la Virgen María, acompañadas por José de
Arimatea y Lázaro de Betania habrían llegado a Francia
desde Alejandría, en una barca sin velas ni remos;
concretamente a la desembocadura del Ródano, trayendo
consigo el Santo Grial. Se dice que María Magdalena,
llevada por ángeles, visitaba varias veces al día una gruta

40
La planta ardiente, nos recuerda el apellido Plant-ard, Plantard,
íntimamente relacionado con el mítico Priorato de Sión.

84
en este monte del Pilat. En San Maximin se erigió una
preciosa basílica, donde, al parecer, se conserva el cráneo
de la santa. El creador de dicha basílica fue el Conde
Gerard de Roussillon, antepasado de Guillermo de Roussillon.
No podemos escapar a la especulación de que dicho
nombre fuera una desinencia de Rosino, un puerto romano
por donde habría desembarcado la familia de Jesús.

A principios del siglo XVII, doscientos años antes de


Saunière, el prior de la Cartuja de Santa Cruz, Policarpio de
la Riviere, escribió en sus diarios que había descubierto el
secreto de la Santa Cruz, al mirar la sombra de una estatua
que apuntaba en una dirección determinada.
Inmediatamente se dedicó a reformar todo el claustro –una
conducta en la que parece reinciden otros, tras descubrir
algún místico secreto que les provoca un cambio radical en
su vida–. Era un erudito y escritor y decidió reactar docenas
de volúmenes dedicados a la verdadera historia, tanto de la
Iglesia como de la realeza francesa. Es de nuestro parecer
que estos son los dos temas fundamentales que se habrían
visto irremediablemente afectados por los documentos que
Saunière descubrió en Rennes-le-Château. Tenemos
entonces el mismo curso de acción y los mismos objetivos.

Tras una controversia con las autoridades


eclesiásticas, debido al peligroso contenido de sus escritos y
descubrimientos, el prior Policarpio de la Riviere fue
expulsado, luego desapareciendo sin dejar rastro alguno. En
el altorrelieve de la iglesia de Rennes, hay una escena que
reproduce a la Cartuja de Santa Cruz y a su prior (“El
hombre del paraguas”).

85
86
Capítulo VII:
Los Peones y el Caballo de Dios
“…la Orden, como tal, es principalmente una escuela de caballería
moral, aventurándose a desarrollar la espiritualidad de sus
miembros mediante el estudio de lo invisible y sus leyes, por el
ejercicio de la devoción, el refuerzo intelectual y la creación en
cada espíritu, de una fe cada vez más sólida, basándose en la
observación y la ciencia.”
Gerard A. V. Encausse, “Papus”
Sobre el Propósito de la Orden Martinista

Al otro lado del vestíbulo, equidistante del


Confesionario con Asmodeus, hay una preciosa
representación del Bautismo de Jesús. San Juan Bautista, de
pie al lado del Señor Jesús, dispuesto a ungirle con el agua
del Jordán, según el relato evangélico. El ascético profeta
del desierto, objeto de especial culto en la Orden del
Temple, se encuentra aquí vestido de la siguiente manera:
por debajo, con un traje fino propio de la realeza, con
marcados detalles vegetales y polícromos; sobre este traje,
de una manera burda, lleva la piel de un cordero y sobre
esta, aún más propio de un ermitaño, lo que presumimos es
una rústica piel de carnero o camello, cuyas pezuñas son
visibles a ambos lados del cuerpo.

En diversas corrientes espirituales, el nombre de Dios


ha sido (y continúa siendo) identificado con la letra “I”; por
ejemplo, el tetragrama hebreo comienza por la letra iod
que cumple con la función de “G”; el nombre de Jesús
(“iesu” en griego, “ieshvá” en hebreo e issá en árabe).
Incluso “IXIOS” es un acrónimo griego para decir Jesús Hijo
de Dios el Salvador. Se dice en el Evangelio según San Juan

87
que Jesús es el Alfa y el Omega, lo que nos da tres letras: “I”,
“A”, “O”. Podría suponer uno de tantos problemas
doctrinales para el catolicismo y el cristianismo en general,
el hecho de que dichas letras fueran usadas por ciertas
sectas del cristianismo primitivo conocidas actualmente
como “gnósticas”, en una especie de deidad con cabeza
de gallo, torso y brazos de hombre y como piernas, dos
serpientes, llamado Abraxas. Dicha deidad apareció en no
pocos sellos templarios acompañando a la leyenda
Secretum Templi.

No debemos ignorar el hecho de que estas sectas


fueron receptoras de mucho de los neopitagóricos,
especialmente en lo referente al culto de las letras y los
números.

Con la mano izquierda, el Bautista sostiene su báculo


sacerdotal con la inscripción Ecce Agnus Dei –He aquí el
Cordero de Dios– 41 , pronunciamiento que consumó en
Betania sobre Jesús, declarándole Mesías. Este detalle es
primordial porque Jesús, primo 42 del mismo, será
proclamado como Juez (poder político similar al Rey) por
parte del Sacerdote (poder religioso), en un intento por
volver a reunir, siguiendo la línea de sangre de su padre
terrenal (Josafat), lo que los reyes Salomón y Zorobabel
habían conquistado al construir sus Templos, el primero y el
segundo de Jerusalén: La unidad e independencia del
pueblo de Israel y Judah.

41
Evangelio según San Juan 1:25.
42
Tanto a María como a Isabel, les fueron anunciados sus embarazos, por
el Arcángel Gabriel, mientras estaban ausentes sus cónyuges. Juan, el hijo
de Isabel, era el líder de una de las secta dominantes en Israel, los Esenios

88
Contemplando estos detalles, no es extraño discernir
que Jesús fuera señalado por muchos como rey de los judíos,
cumpliendo, con su presencia en este mundo, las profecías
efectuadas por Isaías, Ezequiel y Daniel respectivamente. Si
bien la narración evangélica dicta que Jesús había sido
inmerso en las aguas del Jordán, en esta representación de
la iglesia, El Bautista le tiene arrodillado a su vera, sobre una
piedra tosca y dos cañas de trigo; lo cual, como muchas
otras cosas en esta iglesia, no atañen a las escrituras
canónicas nicenas. Otra curiosa coincidencia es el hecho
de que las cañas de trigo son huecas, como lo fueron en su
día, las Columnas del Templo de Salomón.

La espiga de trigo es un símbolo muy antiguo,


presente en la mayoría de las culturas del mundo. En
occidente está relacionado con la cornucopia, símbolo
usado por los helenos para ostentar sobre la cosecha y la
abundancia; asimismo, se relaciona con la fertilidad de la
mujer. Muchas sociedades iniciáticas, regularmente
reconocidas por su seriedad, hacen y han hecho referencia
a la espiga de trigo, como la esencia divina – la semejanza
con Dios, si se quiere– que por estar presente y ser inherente
a la condición humana, debe ser irrevocablemente
cosechada, para reconocer su fruto. Según el Evangelio: ”Si
el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo;
pero si muere, da mucho fruto”. El trigo da su fruto una vez
enterrado y podrido. Entonces regenera la vida. Es el
símbolo por excelencia del iniciado y el primero,
probablemente, que se le enseña a un aprendiz, recién
ingresado en la mayoría de las ordenes filosóficas o
religiosas existentes aún hoy en día.

Juan “El Bautista” vierte agua sobre la cabeza con


una concha exactamente igual en diseño, aunque más
pequeña, que la sostenida por Asmodeo, estableciendo
89
claramente una cuestión de grado. Jesús aparece con la
rodilla derecha en tierra y tapada por su ropaje color
naranja; y con su rodilla izquierda desnuda, apoyada por el
pie izquierdo. Con ambas manos realiza más bien un signo
de súplica. Coincide la postura con la que observamos en
Asmodeo, aunque en este caso desnudando la rodilla
contraria.

Hay muchas rodillas desnudas en esta iglesia, pues


incluso Juan, junto a Jesús, posa con ambas rodillas al
descubierto, lo que se supone conferirle una jerarquía mayor
que ambos: Jesús y Asmodeo. Es decir, mayor rango tanto
político como sacerdotal. Es preciso recordar aquí, que la
figura del rey judío es difícil de entender en la actualidad, ya
que no se asemeja al rey propio de las monarquías
parlamentarias actuales e incluso está más alejado de las
características de las monarquías absolutas, sobre todo de
las de tipo medieval. El Rey (columna izquierda) para los
judíos, era un personaje que representaba a su pueblo ante
su Dios -por ello eran llamados Jueces, como aparecen
referidos en la Biblia y en los decorados de catedrales hoy
en día y no Reyes– que servía de intermediario de las
inquietudes y súplicas del pueblo ante Él. Mientras tanto, la
casta sacerdotal y, más concretamente, Juan (columna
derecha), era el representante de Dios ante los hombres y
máximo exponente de la ley divina. De ahí la pregunta que
dirige a Jesús, su primo Juan cuando está encarcelado y
esperando su segura muerte… ¿Acaso eres tú el Mesías?
Esta pregunta sería absurda, si tras la escena descrita en el
bautizo de Jesús, Juan hubiese reconocido la superioridad
de su primo. No era así, sino que le bautiza para que pase a
formar parte de la familia esenia; y lo hace el máximo
exponente de la fe judía, que por voluntad propia y en
contra de toda la ortodoxia, se había retirado a una vida

90
monacal en una cueva, en su intensa búsqueda de sí mismo
y de Dios.

¿Acaso eres tú el Mesías?, es decir, ¿es qué has


ocupado mi lugar?, ¿es qué eres tú del que hablan las
profecías? ¿acaso eres tú la piedra angular que unirá en
una sola, ambas columnas?

El libro de Job es el primero de los llamados libros


poéticos y sapienciales. Job (Ayoub), excepcionalmente
análogo al héroe Arjuna 43 en el Bhagavad-Gita, es un
personaje que es forzado por las circunstancias a caminar
en la oscuridad y no poder ver la luz. A Job se le dice que
hay una forma de escapar de la prisión del mundo. Que la
dualidad entre forma y esencia puede ser unificada. Para
este fin, se enfrentó a un hierofante, al Maligno, quien le
formuló más de cincuenta preguntas relacionadas con la
posesión del mundo y lo material; algo que subyace en este
libro, es que fueran Dios y el Diablo, quienes juntos
confabularan o urdieran un plan para tentar, en otras
palabras, para abogar por la transmutación de este hombre.
Ya hemos leído anteriormente lo que la iniciación espiritual
pretende y donde, necesariamente, desaparece el
carácter exotérico de la dualidad.

Para los cristianos occidentales, especialmente los


católicos, la Cuaresma es el periodo de cuarenta 44 días
entre el miércoles de ceniza y la Vigilia de Jueves Santo. En
esta última ocurren dos sucesos fundamentales en la
doctrina cristiana: una es la institución de la Eucaristía y la
43
Resulta más que curiosa la semejanza entre ambos relatos, pues Arjuna
es puesto a prueba por Krishna, de la misma forma que Job.
44
Número recurrente en los relatos bíblicos.

91
otra, el compromiso aceptado de sacrificarse, ocurrido en el
jardín de Getsemaní, al pie del Monte de los Olivos, donde
Jesús pudo haber sufrido un acontecimiento místico de tal
magnitud que le habría hecho sangrar.

En realidad, contando los domingos, dicho período


terminaría el sábado antes del Domingo de Ramos,
entrando Jesús en Jerusalén a lomos de un burro; pues ese
domingo está marcado por el inicio de la luna llena, sobre la
cual nos referiremos más adelante.

La Cuaresma, representa los cuarenta días de


“instrucción” en los que Jesús se somete a una serie de
pruebas de tentación. Estas están brevemente –y
subrepticiamente– descritas en el cuarto capítulo del
Evangelio según San Mateo. Leemos en él que es el diablo
quien lleva la iniciativa, lo que es para muchos exegetas
cristianos todo un enigma, pues no habla con Jesús
claramente ni le exige una determinada tarea física. Luego,
le incita a cumplir con la espera mesiánica de los judíos,
para que con pompa y prodigio se presentase ante la
“Ciudad Santa”, en un acto de auto-proclamación, para
ubicarle en lo más alto del Templo. Pero la frase más
significativa sucede cuando el Maligno, cumpliendo su
función de instructor e iniciador, le pone a prueba
expresándole: ”Todo esto te daré si de rodillas me adorares”.

Jesús se constituye en un Compañero de Obra,


recordando los antiguos designios. Los ángeles, esgrimiendo
el ya mencionado relato, ayudan a quien es “justo” 45 , a
quien conoce su lugar, por lo tanto a quien se conoce a sí
mismo. Pero no pueden ayudar al ilícito temerario, al suicida,

45
Salmo 91:11

92
que desea conocer secretos que no le incumben. Jesús,
como Job, fue “aquel que no se lamenta y no se queja”.

La verdadera sabiduría espiritual consiste en vivir al


menos de forma paralela con la justicia divina; nunca con
los falsos conceptos inventados por los hombres. La escalera
de nuestras vidas no es recta (como la de Jacob), sino
como de caracol, en espiral. Al ascender (o descender) por
una escalera de caracol, no se sabe que hay dos pasos más
allá, por lo que es una fiel interpretación de la vida misma.
No hay ningún hombre vivo que entienda perfectamente su
naturaleza humana sin temor a equivocarse.

Si mantenemos, y podemos hacerlo, sin especulación


alguna que los sacerdotes Saunière, Boudet y Gelis
ostentaban conocimientos muy superiores y más complejos
de los que pudiera poseer cualquier otro humilde cura de
parroquia campestre. Podemos deducir que no fue casual
haber elegido a Asmodeo.

Entre las fuentes que supuestamente deben haber


consultado, para esta elección, estaría el Malleus
Malleficarum; un libro políticamente incorrecto en una
época, cuando los desmanes del Sílabo y el Concilio
Vaticano I estaban a la orden del día, comenzaron a surgir
movimientos espiritualistas y pseudoesotéricos, combinando
todo lo referido, con el problema político e ideológico de un
régimen corrupto como lo era aquella república.

Semilla y Cordero, Hombre y Dios. Para el bautismo


juanista del agua, Jesús se entrega a su maestro Juan como
una semilla y su maestro tendrá que ponerle a prueba;
luego dando paso a un periodo formativo e intelectual, que
deberá realizar con Asmodeo, quien, como ya hemos visto,
enseña las artes y las ciencias a los iniciados, pero de
93
manera deliberadamente confusa (como los movimientos
del Caballo en el ajedrez), pues es él quien lleva el bieldo,
necesario para separar el trigo de la paja.

Con todo, para el bautismo magistral del fuego, que


ya no requiere de intermediarios sino de la propia voluntad,
el divino Maestro se entrega como un Cordero Pascual,
redefiniendo la antigua “Pesaj” de los judíos salvándose de
la impiedad de los egipcios.

Es sólo ahora cuando El Cristo nos susurra al oído todo


este hermetismo y empieza su ministerio, atrayendo hacia él
quien desee ser salvo.

94
CAPÍTULO VIII:
“Venid a Mí todos los que sufrís…”
En lo alto de la pared oeste de la iglesia, encima del
confesionario, habiendo sido restaurado cuidadosamente,
hay un altorrelieve que capta la excelsitud del Sermón de la
Montaña Florida –“Sermon sur la montagne fleurie”– que
presenta una inscripción en francés citando a San Mateo
11:28.

En su obra, el Hombre Nuevo –“Le Nouvel Homme”–,


San Martin habla del proceso de regeneración presentando
tres épocas: la primera corresponde a la utilización de la
historia de Israel, como siendo la propia naturaleza del
hombre y su Tierra Prometida, expulsando de sí a las

95
“naciones idólatras”. La segunda, relacionada con la vida
de Jesucristo, siendo interiorizada para lograr la obra de la
redención, desde el nacimiento hasta la muerte mística y el
descenso al inframundo, como último y más recóndito
misterio de la Montaña de la Ascensión. La tercera tiene
que ver con la Segunda Venida, el Apocalipsis, cuando el
hombre consiga "un nuevo cielo y una nueva tierra", la
Jerusalén celestial. Esto probablemente se refiera al
momento de cada hombre común, en el que halla a su
propio cristo y muere en martirio, para renacer como un
nuevo salvador del mundo...

Un elemento primordial es el de la “montaña de la


salvación”, tema frecuentemente utilizado en el arte
cristiano primitivo y más aún en el bizantino, representando
a Jesucristo sentado o de pie sobre la montaña o, incluso,
“el árbol de la vida”; ésta última es la descripción que
Wolfram von Eschenbach efectúa en su Parzival, derivado
de la tradición iniciática de los trovadores. Es decir, siempre
que Dios se ha manifestado al hombre, toda vez que ha
pactado una alianza o que le ha instruido con leyes y
secretos, lo ha hecho desde la cima de una montaña, eje
entre el cielo y la tierra. Eje axial del universo manifiesto, del
que ya hemos hablado. Montes como el Ararat, el Sinaí, el
Tabor y su más importante expresión, en el Gólgota, luego el
Carmelo… ¿Podría ser visto así en Rennes-le-Château, un
monte en el país del Alto Valle del Aude?

En él se muestran la colina, las piedras, los árboles y el


agua: símbolos y signos visibles que, desde remotísimos
tiempos, inmemoriales, vociferan en profundo silencio la
sacralidad de este y de cualquier lugar en el mundo que se
precie de ser sagrado. San Pablo aseguró que Cristo era la

96
Roca Espiritual 46 , manifestando así la maestría sobre la
piedra oculta e interior demostrada en esta iglesia y que, no
sólo como un Salvador externo a la condición humana,
Jesús habría venido a este mundo para ser una especie de
hierofante; de psicopompo.

Saunière proclama poéticamente al profeta Daniel,


aquel que puso de rodillas a Nabucodonosor al haber
interpretado sus sueños, emplazándolo a que reconociera la
autoridad del cielo sobre su propia corona: “…desmenuzará
y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para
siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada
una piedra, no con las manos…” 47 . La intención en este
apartado es que neófitos encumbren sus ojos hacia la
montaña “…de donde me vendrá el auxilio” 48, exponiendo
a la sazón, la exhortación magisterial y profundamente
iniciática que se deriva del mismo salmo “…El Señor es tu
sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará por el día, ni
la luna de noche”.

El recipiendario de tales favores, aquel que hubiere


ingresado en esta iglesia logial de tinte masónico-martinista,
iría “…al encuentro del Señor en el aire” 49 , elemento
importante cuando se lee sobre la esencia del templo
hipetreal, como veremos más adelante. No obstante, esta
era una clave, no para todos, sino para aquellos miembros
de las conocidas logias martinistas a las que asistió el padre

46
I Corintios 10:4
47
Daniel 2:44-45. Es interesante leer la posterior referencia a los “metales”.
48
Salmo 121.
49
I Tesalonicenses 4:17.

97
Saunière, no siendo el único, ya que está bien
documentado el hecho de que estas logias o fratrías
estuvieron mayoritariamente conformadas por miembros del
clero católico.

Encontrar “al Señor en el aire” es una fraseología


imprescindible para comprender de dónde proviene todo
este amasijo simbólico. La referencia más moderna es la
denominada Una Sancta; bien conocida como una de las
numerosas doctrinas teosóficas cristianas propias del
Martinismo. Si bien este tema será ampliamente expuesto y
discutido en una próxima edición sobre Rennes-le-Château,
sólo diremos que, además de ser un precepto de la actual
iglesia católica 50 , es también una doctrina que aún se
encuentra en asociaciones como el masónico Rito Escocés
Rectificado, El Alba Dorada –The Golden Dawn– y la
Rosacruz Áurea (desgraciadamente habiendo degenerado,
muchas de estas, en el Movimiento de la Nueva Era) que
recogiera todo este espiritualismo surgido en el siglo XIX.

La “Una Sancta” habla de un pueblo, pero no de


forma étnica sino espiritual, bajo la alegoría de una “gran
fraternidad blanca”. Su lenguaje místico y transfigurístico
propone abandonar todo sentimiento de tristeza y de
soledad, que es lo que observamos en el altorrelieve. Es así
que no se habla de posesiones profanas o mundanas, sino
de un desprendimiento del espíritu, que abandona la carne;
una “mors” voluntaria, un “suicidio” místico figurado con el
fin de recobrar la eternidad en la patria celestial 51 ,

50
Lo que en el credo católico se reza es “una santa, católica y
apostólica”, haciendo alusión a todos los creyentes
51
Hemos utilizado aquí un término propio de Plotino, Utilizado también por
la Masonería tradicional, “el Oriente Eterno” o “La Gran Logia Celestial”.

98
escapando de la rueda de la vida. Esto nos lleva
peligrosamente cerca de dos aspectos fundamentales del
ocultismo desplegado por Saunière en este altorrelieve: uno
es la exacta correspondencia con las creencias mandeas
(llamadas así por San Juan Bautista), una religión de origen
iranio que obedecía a muchos de los preceptos del profeta
Zaratustra, lo que hoy en día sobrevive en los nazaríes. Por
otra parte, a la endura, el más trascendental de todos los
sacramentos cátaros. Esta creencia consistía en recoger a
los justos que florecieran como los lirios (pureza), para
conducirles al reino antes perdido. Estos lirios pueden
observarse en medio del grupo de personas que en el
altorrelieve buscan el auxilio de Jesús.

Como “Una Sancta” se refirió también Arthur E. Waite


en su obra The Church of the Holy Graal –La Iglesia del Santo
Grial–, apuntando más bien a una “misa” del Grial cuya
primera virtud consistiría en la supuesta e hipotética
comunicación de ciertas palabras secretas, de Jesús a
José de Arimatea, que habrían guardado relación con el
misterio de la transubstanciación. Llama entonces la
atención el notar que la figura de Jesús mira fijamente hacia
el Altar, desde el extremo occidental del crucero, que es
donde, mediante el rito eucarístico, ocurre el llamado
Milagro de la Transubstanciación, en el que el Pan y el Vino
han de convertirse en la Carne (la Materia) y la Sangre (el
Espíritu), para ganarse el salario –palabra que deviene de la
sal, aquella que fecunda la tierra según San Pablo– de
llamarse “Cristo”. Ya de por sí, un tema que exigiría su propio
libro.

En el altorrelieve abundan los símbolos masónicos y


herméticos. Pueden observarse un capitel corintio, un río
casi seco, un templo en ruinas, manos levantadas.
Acabamos de mencionar los lirios, que están dispersos sobre
99
las rocas, en actitud descendente, como si Jesús las hubiese
lanzado a los desgraciados y desposeídos. El lirio como
símbolo tiene un papel preponderante en el Antiguo
Testamento –una recopilación variopinta de tradiciones
distintas– ya que se afirma que “…el justo germinará como
el lirio y florecerá eternamente ante el Señor”. Una ovación
un tanto extraña, si se tiene en cuenta que el lirio es
caducifolio: muere en el invierno a falta de sol y adorna al
verano con fragantes flores. Es pues, una clara alusión
sanjuanista por la relación entre el verano y el invierno.
Asimismo, el lirio fue la flor con la que, según la descripción
en el Primer Libro de los Reyes (Jueces), se adornaron los
capiteles de las columnas del Templo de Salomón.

En la parte inferior, observando la inscripción en


francés, uno puede fácilmente percatarse de que en la

palabra “accables” (extenuados), las letras a y c iniciales


son de diferente tamaño que las demás.
La letra final de la palabra
precedente, “êtes” (estáis), podría ser
parte de esta palabra posterior, con lo
que resulta la alusiva frase “sac à blés”,
que significa “saco o bolsa de trigo”;
debemos considerar que el íntimo
amigo de Saunière, el padre Boudet,
defendía que el idioma inglés era la
verdadera lengua de los celtas, por lo
que es inevitable traer a la mente la
frase “sack of blessings” o saco de
bendiciones, conocido con un nombre
100
menos común y más extraño: el Tronco de la Viuda, término
usado específicamente por los masones escocistas, quienes,
en general, se hacen llamar “Hijos de la Viuda”, aludiendo a
la enseñanza ética contenida en el relato evangélico de la
viuda y el fariseo 52 . Los israelitas mantenían, además, la
costumbre de dejar un saco en la entrada de las casas de
las viudas, para que los que pudieran colaborasen con su
sustento. Habitualmente la sal o el trigo eran los aportes que
se hacían a aquel "saco de la viuda", que otras veces era un
trozo de tronco de árbol hueco, por lo que también se lo
conoce como "tronco de la viuda".

Precisamente, debajo del pie derecho de Jesús hay


un gran saco o costal con un agujero, que no se menciona
en la narración original. ¿Habrá sido ésta una forma velada
por la que Saunière aludiera a Santa María Magdalena, una
viuda sola y pobre? O simplemente ¿habría sido esta una
forma de estimar el eremitismo espiritual al que se refieren
las inscripciones exteriores? Recuérdese: “Vosotros la habéis
convertido en casa de ladrones”. Hay quienes afirman que
lo que sobresale de la rotura de dicho saco es un fémur.

En la composición pictórica general, el monte tiene


una tonalidad mucho más clara que el trasfondo, dejando
ver la figura de un arco bien definido, del cual Jesús es su
clave. “Ésta es la señal de la alianza que yo establezco
entre Mí y vosotros…por siglos perpetuos: Mi arco he puesto
en las nubes, el cual será por señal de la alianza…” 53. Esto
habrá querido decir Saunière a quien tuviese ojos detrás de
los ojos, sino antes. Habrá que conocer a los intermediarios.

52
Ver Evangelio según San Marcos 12:41-44 y San Lucas 21:1-4
53
Génesis 9:13.

101
Hasta aquí la parte simbólica, que como puede
observarse, por un lado presenta un mensaje esotérico y por
otro responde al más puro exoterismo. El lector esperará que
tan importante ornamento de la iglesia le ofrezca también,
algunos de los consabidos y anunciados misterios que
rodean a Rennes-le-Château; pues así es. Para nada
defrauda, porque presenta rarezas incomprensibles para los
conocimientos que actualmente se tienen y que rodean la
vida y milagros de tan azaroso personaje.

El “Sermon sur la Montagne Fleurie” ha dado que


hablar, porque así lo presenta el propio Museo colindante a
la iglesia, como una prueba más de la integración de
Saunière en logias masónicas. Se ha creído ver que uno de
los personajes de la izquierda, hace con su brazo izquierdo
un conocido signo de saludo de uno de los tres grados
simbólicos tradicionales de la masonería; símbolo usado
habitualmente por el rito de Emulación. Y aunque no es
descartable del todo, ya que otras zonas de los
denominados “Domaines Saunière”, es decir las
Propiedades de Saunière, los contienen, en este caso
parece más bien una complicada forma de señalar, cómo
el aldeano, que con la otra mano sujeta su muleta,
consigue saludar y glorifica a Jesús.

Sin embargo, sí dan qué pensar, otras alegorías que


se permitió Saunière, al encargar semejante relieve. Estas
continúan hoy sin respuesta y así las presentamos: ¿Por qué
todos los figurantes del relieve van vestidos a la manera
propia, más o menos figurativa, de los tiempos de Jesús y, en
cambio, los personajes infantiles llevan ropas más propias
del siglo XVIII o XIX? Obviamente debe tener alguna
explicación el vestir a nueve personajes conforme a los
cánones previstos y, de forma extemporánea a las otras dos
102
restantes (sin contar al bebé que una de las mujeres tiene
entre los brazos).

Aun así, este es sin duda el más modesto de los


misterios que presenta el relieve, pues es tan evidente, que
la mayoría de personas que visitan la iglesia no lo observan.
La pintura de fondo del relieve, se puede dividir en dos
partes perfectamente iguales, de forma que la de la
izquierda presenta características propias del otoño (muy
ocre y hojas secas), mientras que en el lado derecho es
invierno. Tanto es así que, si algún escéptico quisiera
estudiarlo, sólo tiene que cortar y montar una foto contigüa
a la otra y verá, que la izquierda está realizada con tintes
rojizos y la de la derecha con tintes azulados, con una
notoria diferencia entre una y otra. Parece señalar una
fecha: la del solsticio de invierno, de la festividad de San
Juan Evangelista. El tiempo del Maestro... Ese es el momento
central de semejante cambio de estación y, por lo tanto,
representa a quién está detrás de Jesús y de sus enseñanzas,
en uno de los momentos culminantes del magisterio de
Jesús, el Sermón de la Montaña.

Se dice que la gran caverna universal se abre dos


veces en el año, para dar lugar a la evolución del ser
humano y, por excelencia, al iniciado. En ambos solsticios:
en el de verano, San Juan Bautista, para permitir la entrada
del aprendiz a iniciar su regeneración en el "vientre de la
Madre Tierra" y en el de invierno, San Juan Evangelista, para
parir al maestro en su regreso al universo material, en medio
de la oscuridad del invierno y con el sol renaciendo, y
participando en un nuevo ciclo junto con el sol.

No queda aquí la cosa; y para deleite de los


“buscadores”, parece dejar unas extrañas pistas en la zona
de invierno (derecha), que sólo tienen explicación si se
103
conoce la historia de Saunière con más precisión. Lo primero
que llama la atención es la imagen de un capitel, sobre el
sector de la inscripción, que dice “…et je vous soulagerai”;
dicho capitel presenta un estrecho parecido con el capitel
de la columna de madera, que antaño –antes de la
remodelación de Saunière– sostenía a modo de pilar, el
púlpito. Todo el conjunto fue desmontado para construir una
entrada a través del muro que separa la capilla del
cementerio. Allí se accede por la puerta lateral norte del
altar, tras subir por una escalera de obra hecha al efecto.

El citado balaustre, de un metro de alto, al ser


removido durante las obras para ser sustituido por el actual
pilar, cayó al suelo. Al bajar el sacristán Antoine Captier
(bisabuelo del actual Antoine Captier que hoy mantiene el
Museo) a tocar las campanas, observó que un trozo de
madera se había despegado; también escuchó un sonido
de ruidos de cristal roto en su interior, notando que de él
asomaba una redoma con un papel doblado. Esta forma
de archivo dentro de una columna no es ajena al modelo
seguido por las compañías de constructores o cofradías
masónicas (Procedimiento descrito para la construcción de
las columnas del Templo de Salomón), ya que,
precisamente, forma parte de las enseñanzas del “Grado”
del personaje que anteriormente hemos identificado, como
aquel que saluda a Jesús...

El citado sacristán, que se supone era analfabeto,


entregó a Saunière un mensaje póstumo del abad Jean
Bigou, tío y predecesor del abad Antonie Bigou, del que ya
hemos dicho que había sido confesor de la Marquesa de
Blanchefort (Marie de Nègre d’Ables), a la postre Señora
d’Hautpoul, siendo el depositario de sus secretos, ya que la
marquesa no tenía descendencia o familiares de confianza.

104
Resulta sumamente intrigante el hecho de que fuera
el mismísimo abad Bigou quien trasladó al cementerio de
Rennes-le-Château desde la tumba de Peyrolles, la famosa
lápida que utilizaría para cubrir la tumba de la Marquesa de
Blanchefort y cuyo epitafio, inútilmente intentó evitar que se
conociera raspándolo y degradándolo hasta hacerlo
ilegible Saunière, con ello pretendía que no fuera posible
seguir los pasos de su investigación. Este mensaje llevó a
Saunière a buscar, y luego encontrar, una trampilla en el
pilar hueco, que se descorre la madera mediante un
ingenioso sistema. Este pilar se halla hoy en día en poder de
la familia Corbu-Captier, a quienes fuera legada por Marie
Dénarnaud, la fiel sirviente y compañera de Saunière, antes
de ello el abad la había conservado durante toda su vida
en su despacho. De este balaustre hueco se extrajeron
cuatro pergaminos. Dos de estos con descripciones
genealógicas, uno de 1244 y otro de 1644 y otros dos
redactados en 1780 por el Abad Bigou. Estos dos últimos
tratan acerca de unos textos del Evangelio según San Juan
y de varios versículos de San Lucas, San Mateo y San Marcos;
pero la alteración de las letras y su posterior estudio
criptográfico llevó a descubrir el mensaje oculto. Uno de
ellos ya descrito con anterioridad, y el otro que tras extraer
la clave, simplemente separando las letras que se
encuentran más elevadas en el pergamino:
Renglón 2: a d a
Renglón 3: G o
Renglón 4: b
Renglón 5: E R T
Renglón 6: I I
Renglón 7: R O I
Renglón 8: E T a
Renglón 9: S I O N
Renglón 10: E S T C E TR
Renglón 11: E S O R
Renglón 12: ET I LES
Renglón 13: T
Renglón 14: l a m O R T

105
Uniendo todas las letras dispersas por renglones:
“A DAGOBERT II ROI ET A SION EST CE TRÉSOR
ET IL EST LA MORT”
Es decir:
“A DAGOBERTO II REY Y A SION PERTENECE ESTE TESORO
Y ÉL ES LA MUERTE”
La interpretación y la traducción del texto encriptado
plantea un problema ortográfico, la falta de comas, y de
tildes. Por ello, “la muerte” se refiere al “tesoro”, es decir que
encontrarlo y hacerlo visible supondría la muerte de una
institución o un cambio tan profundo en ella o quien lo
encuentre que es identificado con el simbolismo de la
muerte.
En cambio si se añade un tilde y una coma a la
transcripción de esta manera “ET IL EST LÀ, MORT”, el
significado sería… “y él está allí, muerto”, por lo que la
relación con la muerte sería de Dagoberto II, y señalaría su
enterramiento cercano.

Saunière ya tenía lo que precisaba para encontrar la


tumba de Dagoberto II, único rey merovingio enterrado
fuera de los cánones que señalaba la costumbre, por la que
debía ser enterrado en el cauce de un río, previa alteración
y posterior restauración del cauce, con lo que se perdía
para siempre la posibilidad de su descubrimiento. Esta
costumbre evita el saqueo, ante el hecho de que eran
enterrados conjuntamente con un tesoro suficiente para
garantizar una vida de lujo en el otro mundo. La tumba de
Dagoberto no seguiría estos cánones. Gracias al balaustre,
pronto daría con aquel enterramiento que estaba cubierto
con una losa colocada al revés, llamada hoy Baldosa o
Lápida de los Caballeros –Dalle des Chevaliers–y donde
pudo contemplar la escena de la huida a caballo del niño
Sigisberto IV, para ser salvado de la muerte que sufrió su
padre Dagoberto II junto con buena parte de su familia. En
106
esa tumba hallaría, presuntamente, una cantidad
desconocida de monedas de oro que supondría una
pequeña fortuna, así como joyas y utensilios hechos en
metales preciosos. En cuanto a las monedas, parecen
corresponder al hallazgo de los albañiles Adrien Marre y
Félicien Marçeau, que fueron los contratados para la obra
de remodelación de la iglesia por el propio Saunière. Estos al
excavar y por casualidad fueron a encontrar una sepultura,
en la que se encontraba una gran cantidad de monedas
antiguas, todo ello al desmontar el balaustre, hecho que se
conoce porque forma parte de su declararon a las
autoridades. Y que motivó una suspensión de los trabajos de
remodelación por parte de Saunière, quien
apresuradamente echó de allí a los albañiles, no sin antes
indicarles el escaso valor de las monedas por ellos halladas.

Tanto aprecio tenía


Saunière al balaustre que no
sólo lo guardo y veneró toda su
vida en su despacho, sino que
además mando pintar el
capitel en su altorrelieve, como
testimonio de su secreto y de su
fortuna.
No cesan aquí los misterios del “Fleurie”; junto al
capitel se encuentra un objeto que, debido a su dificultad
para ser identificado, también
puede ser susceptible de
interpretación. Se trata de un
cepillo de carpintero –un grattoir,
en francés–, reconocible por su
característica forma. Su
simbolismo, aunque difícil para
quien no esté familiarizado con el trabajo de la cantería y
con la base simbólica de la Masonería, no lo es tanto para
107
los estudiosos de estas filosofías, ya que tras el trabajo
operativo o “especulativo” de pulir “la piedra bruta”, las
herramientas con que se dota al cantero o iniciado, quedan
deshechadas y dispersas por el suelo, indicando un trabajo
bien hecho y acabado. La piedra o la madera queda
pulida, lista para ser usada en la obra. Es el cepillo o grattoir,
lo que aparece tirado, tras terminar la obra y dejar el
secreto guardado dentro del balaustre. Este se encuentra
ya roto, simbolizando que ha entregado su secreto...

Otra figura (a la que ya nos hemos referido con


anterioridad y cuya foto se puede consultar en páginas
anteriores), que requiere buena vista o aumentar la imagen
considerablemente para poder apreciarla, paseando por el
altorrelieve como con gran desparpajo, es “L”homme avec
un parapluie”, es decir, el “hombre con un paraguas”,
vestido con un gabán negro y una camisa roja. Encorvado,
pasea o busca entre los arbustos en el invernal campo.
Probable alegoría a la búsqueda continua del iniciado, a su
curiosidad y necesidad de saber inagotables, que ni los
achaques de la edad pueden refrenar. Los menos
conocedores de la filosofía iniciática, claman expresando
que se trata de una forma de poner en valor la costumbre
local, de salir a buscar setas y caracoles, que formaban
parte de las pocas diversiones que habría en la época en
un pueblo perdido entre las montañas. No dejaría de ser
absurdo colocarlo a tal altura y con un tamaño tan
pequeño, si se buscase sólo este último sentido. En los
templos no suele haber ninguna decoración casual, solo
mostrada por estética. Eso más bien sería vanidad... Allí
cada imagen o escultura tiene un valor simbólico. De lo
contrario, seguramente no estaría decorando el templo.
Pero Saunière se esforzó aún más: en el ángulo superior del
invierno (derecha), se observa una villa en completa ruina y,
más atrás, una ciudad con espléndidas construcciones.
108
¿Podría significar que el buscador debe hacerlo entre las
ruinas y lo antiguo, no buscando la sabiduría en el brillo de lo
nuevo? El verdadero “buscador” de la verdad debe mirar a
la tradición y no en la novedad.

En estos años, Saunière, tras pertenecer a la Orden o


Sociedad del Santo Sacramento, ser iniciado en el
Martinismo y probablemente en el rito de Menfis–Mizraim, se
acercó (o fue presentado) a un personaje por demás muy
distinguido dentro de los círculos iniciáticos de París: Papus.
Ya hemos dicho que este era el sobrenombre (o “nombre
simbólico”) de Gérard Anaclet Vincent Encausse, médico
de profesión y nacido en España, concretamente en La
Coruña en 1865. Este hombre fue miembro de la Fraternidad
Hermética de la Luz, de la Orden Hermética del Alba
Dorada y, sobre todo, gran impulsor del rito masónico de
Menfis–Mizraim, del que fue Gran Hierofante Mundial.
Dicho rito, practicamente una Orden completa en sí
mismo, resultado de una fusión de dos más antiguos y uno
no masónico, contiene en sus grados más altos, es decir su
centro filosófico, al Martinismo (ya reformado y
reestructurado por Papus), Rosacrucismo y la antigua
Estricta Observancia
Templaria. el rito en sí
plantea un regreso a la
Masonería más antigua
y teosófica relacionada,
en principio, con los
secretos de la
construcción del
templo sagrado. Sin
embargo, también
planteó un alejamiento
de los cambios introducidos por la masonería inglesa y
francesa, con los ritos de Emulación, Escocés Antiguo y
109
Aceptado e, incluso el de York. Estos habían modificado las
bases de la filosofía masónica, algo que nunca aceptó el
rito de Menfis-Mizraim y que le granjeó la respuesta de no ser
reconocido por la Gran Logia Unida de Inglaterra,
alejándole de la llamada o pretendida “regularidad
masónica”, que ésta concede a la Grandes Logias que
aceptan sus reglas y parámetros.

Probablemente el abad Saunière debió haber


conseguido un alto grado masónico en éste rito, a tenor de
las continuas referencias al simbolismo del Grado 18 y
probablemente a algunos grados más elevados, que le
debieron ser conferidos durante sus ya mencionadas
estancias en París. Conocido como el grado de Caballero
Rosacruz, su simbolismo es manifiestamente tangible en los
jardines alrededor de la iglesia y la iglesia mística que en él
se forma, cuyo altar es rosacruz. Esta estructura inmaterial se
puede superponer perfectamente en el jardín exterior o
Jardín del Calvario.

110
Capítulo IX
LA CÁMARA DE LOS SECRETOS
“Al oír confesiones, tenga presente el sacerdote que hace las veces de juez
y de médico y que ha sido constituido por Dios ministro de justicia y a la
vez de misericordia divina, para que provea al honor de Dios y a la salud
de las almas.”
Código de Derecho Canónico
Título IV, Capítulo II
Canon 978.1

En mitad de la pared oeste de la iglesia, bajo el


famoso altorrelieve de “El Sermón del Monte”, al que ya
hemos hecho alusión, encontramos un confesionario
labrado en madera –como deben ser todos los
confesionarios– el cual, al contrario que el resto de la iglesia,
es de un gusto y estilo exquisitos; mucho más de lo
requerido por una pequeña y rural iglesia como esta. Dada
la importancia que tiene la prudencia para la realización
efectiva de dicho sacramento, llama la atención que se
haya puesto justo en el medio. Está situado exactamente a
la mitad de camino entre la pila del agua bendita de la
entrada, sostenida por Asmodeo y protegida por los cuatro
arcángeles y la escena del Bautismo de Jesús en la pared
norte. Otro dato a tener en cuenta es que se encuentra en
los Pasos VII y VIII del Vía Crucis.

La liturgia de la iglesia está dividida en sacramentos;


volvemos aquí a usar la etimología, ya que dicha palabra
proviene del latín, “sacramentum” –juramento de fidelidad–,
siendo estos los signos visibles de lo invisible. La confesión
sacramental fue llamada antiguamente exomologesis, que
significa “revelar algo oculto”. A esto debemos agregar que
el Sacramento de la Penitencia es el de la Conversión. Hasta

111
ahora lo escrito parece corroborar ciertos aspectos del
catecismo católico romano que la mayoría de sus creyentes
ignoran o no recuerdan. Sin embargo, cuando se habla de
conversión, en el contexto tan profundamente místico que
esta iglesia propone, uno debe aventurarse en su significado:
la conversión es un camino de regreso; una acción
centrípeta por excelencia, significando que la ruptura (el
pecado) ha de sanar para volver al Padre, al centro mismo
de la existencia.

El sacerdote facultado para llevar a cabo dicho


sacramento -quien debe usar una estola morada- lo hace
por un signo llamado epiclético, imponiendo sus manos
sobre la cabeza del penitente. ¿Será sólo casualidad que
dicho signo epiclético aplicado a una muchedumbre, se
lleve a cabo justo sobre el confesionario, en el altorrelieve?
Ofrecemos este texto extraído de los Salmos que ilustra
perfectamente la sinergia entre el Confesionario y el
Altorrelieve: “¿Quién subirá a la montaña del Señor y quién
permanecerá en el lugar de su santidad? El limpio de manos
y puro de corazón.” 54

Lo más relevante del confesionario de la iglesia de


Rennes-le-Château, como hemos dicho, es que se
encuentra situado en un lugar un tanto inverosímil, frente al
altar. Se da la circunstancia de que se puede circular desde
el uno al otro sin dejar de pisar el suelo ajedrezado que
representa la dualidad. Es decir, ambos: confesionario y
altar, marcan el camino de la salvación. El hombre, tras
liberarse de la atadura mortal de sus pecados, camina libre
y sin mácula hacia Dios, para entrar en comunión con él por
el sacramento de la eucaristía. Es por tanto la vía de la

54
Salmo 24:3-4

112
salvación. Se puede observar en lo alto del confesionario la
imagen del Buen Pastor, que da de comer a sus ovejas.
Puestos a especular, hay quien señala que Sauniére
simbolizó con esta imagen al pastor, que al ir detrás de una
oveja para que no se perdiera, encuentra oro. Similar al
resultado de su propia búsqueda.

Se deduce, por tanto, que la colocación del


confesionario no es casual, si no que responde al lugar
exacto donde “ponerse al orden”, mirando al Oriente. De
hecho, toda la zona situada tras la última bancada, realiza
una función de atrio o hekal, de forma que el iniciado se
coloca “al orden entre columnas”. ¿Acaso no son esto
columnas, las figuras de Asmodeo y de Jesús? ¿Acaso al
mostrar sus rodillas no nos señalan la situación estratégica de
la columna del aprendiz y del compañero? y ¿Acaso no
está presente el maestro (Juan el Bautista), con ambas
rodillas descubiertas, dirigiendo la ceremonia? y ¿Acaso no
se halla el lugar de los secretos, bajo el de las revelaciones o
de la primera elevación (altorrelieve floral)?

113
114
CAPÍTULO X:
Un Patronazgo múltiple y singular
La iglesia de Rennes-le-Château está consagrada
bajo un patronato doble. Por un lado Santa Madeleine y por
otro San Antonio Abad, aunque en la iglesia haya cuatro
santos. Más que sólo el intento de decorar y abigarrar las
paredes de la iglesia, estos cuatro pueden parecen
significar un camino. Podemos formar una palabra con sus
iniciales mientras circulamos construyendo con nuestros
pasos una “M”. Un singular acróstico.

En primer lugar, en la pared norte encontramos a


Santa Germaine de Pibrac (1579–1601), santa de origen
humilde, nacida en Frouzins, pequeño pueblo cerca de
Toulouse (única explicación plausible de su presencia en la
115
iglesia). Fue una niña rechazada y maltratada por su
madrastra y relegada a vivir en un cobertizo, a dedicarse al
pastoreo y permanecer siempre en contacto con la
naturaleza. Encontraba consuelo en rezar el rosario e ir a
misa todos los días. Mostraba gran devoción hacia el
sacramento de la eucaristía y hacia sus ovejas, a las que
pastoreaba a pesar de estar impedida de una mano y
enferma de escrófula. Practicó el ayuno para aliviar los
pecados de los herejes de su época.

Entre los milagros que se le atribuyen, está el de


ordenar a los lobos que no atacasen jamás a sus ovejas;
separar las aguas de un río al ir a pasar por él en su camino
a su misa diaria, cuando unos campesinos se aprestaban a
burlarse de ella esperando su caída al agua; pero sobre
todo destaca por el siguiente: Su madrastra, que la
maltrataba a diario, la acusó ante los vecinos de haber sido
la autora de un robo de pan, conocedora de que lo llevaba
en el pliegue de su mandil; Germana, aterrada al ser
descubierta, abrió el mismo, descubriendo que las hogazas
de pan se habían convertido en rosas. La noche antes de su
muerte, dos monjes camino de Pibrac fueron adelantados
por dos niñas vestidas de blanco y, aunque asustadas,
prosiguieron su camino. A la mañana siguiente vieron que
volvían tres niñas, la de en medio iba coronada con flores,
siendo Germana. Efectivamente la niña había muerto esa
mañana.

Sus restos fueron objeto de desacralización por parte


de los partidarios de la Revolución Francesa. Su
canonización ocurrió en 1867, sólo unos años antes de que
Saunière llegara a esta iglesia. El barrio parisino en el que se
ubica el Seminario de San Sulpicio, es el barrio de Saint
Germaine-de-Prês. Su festividad es el 15 de junio. Para los
amantes de las coincidencias, deben observar a una de las
116
tres gracias que forman parte del cuadro de Mucha
(importante pintor y decorador de la época) que se
encuentra en la escalera de Villa Béthanie.

Tras Santa Germana, nos dirigimos a la pared sur del


Templo y allí nos encontramos, en primer lugar a San Roque
(1295–1327).

Una leyenda dice que nació con una cruz roja en el


pecho. Siendo de origen noble, dejó toda su herencia y se
dedicó a peregrinar. El perro que le acompaña le salvó la
vida, lamiendo su herida en la pierna y logrando sanarle de
su dolencia. A él se le presenta como el santo de los perros y

117
de sus dueños, de los inválidos, de los que sufren de
pestilencia y de las rodillas. El hecho de comparar las rodillas
con “la roca”, como su nombre lo indica, es más que
llamativo, como ya hemos podido observar.

El perro es considerado un psicopompo en muchas


mitologías, como intermediario y guardián de la puerta
entre la vida y la muerte, entre lo conocido y lo
desconocido. Un guía para los muertos, en su recorrido
inicial por el submundo. Su origen debe buscarse en Anubis,
Dios egipcio de los muertos y guía en su camino hasta la
Diosa Maat, representado con cabeza de perro. Su
festividad se celebra cada 18 de agosto.

Volviendo al lado norte encontramos a San Antoine


L’Ermite, es decir San Antonio el Eremita o Ermitaño, también
conocido como San Antonio Abad, San Antonio el Egipcio o
El Grande. Fue un cristiano nacido en Egipto en el año 251
de nuestra era. A sus veinte años vendió todas sus
posesiones, le donó el dinero a los pobres y se retiró al
desierto, apartándose de toda vida material y de la propia
sociedad. Uno de los primeros eremitas quién, además, creó
un estrecho vínculo con los animales. Se le suele representar
con un cerdo domesticado a sus pies, recordando la
leyenda que lo liga a la jabalina y a sus jabatos, a quienes
curó de la ceguera. En la Odisea homérica, se relata la
historia de Ulises, a quien habló Hermes previniéndole de las
añagazas de la maga Circe, proporcionándole “la hierba
de la vida” para su protección. Como dato curioso, dice el
relato “…cuyas raíces eran tan negras como la noche y las
flores tan blancas como la leche”. Ulises iba en busca de sus
hombres, convertidos en cerdos.

118
El cerdo era y aún es considerado impuro por los
judíos y, desde luego, por los primeros cristianos, judíos en su
esencia y, posteriormente, por los musulmanes; aunque, en
realidad el rechazo a este omnívoro obedece más a
cuestiones higiénicas y culturales que religiosas. La
representación del cerdo a su lado, a sus pies o entre sus
ropajes, es un símbolo de su victoria sobre lo impuro. Como
en el caso de todos los santos representados con un animal
junto a ellos, se expresa con la figura del animal, su dominio
sobre los seres creados. A San Antón se le dio esta jerarquía.

119
Este santo dio origen a la orden de los Antonianos,
estrechamente ligados a la Orden del Temple, siendo
representado con una cruz TAU, además de, usualmente,
estar acompañado por el cerdo. Sus festividades se
celebran el 17 de enero –y téngase en cuenta esta
significativa fecha– siendo muy populares en España, donde
se hacen hogueras en su honor, probablemente
recordando su purificación por el fuego, lograda por sus
años, desnudo en el desierto. Esa fecha es muy significativa,
ya que en la misma, según el calendario gregoriano, fue el
día en el que el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Etiopía
(también llamados Coptos), en la santa ciudad de Aksum,
entró en un santuario cercano a la Iglesia de Nuestra Señora
Santa María de Sión, para hablar con Dios. La Iglesia Copta
afirma que es allí donde está depositada el Arca de la
Alianza, ya que la mayoría de leyendas recogen que fue el
príncipe Menelik I, hijo del Rey Salomón y de la Reina de
Saba, quien la sustrajo del reino de su padre para trasladarla
al reino de su madre y del que sería rey.

En 1670, un pintor flamenco, protegido de Leopoldo


Guillermo de Habsburgo, Archiduque de Austria, cuyo
nombre fue David Teniers “El Joven”, pintó sus célebres
versiones de “La Tentación de San Antonio”, donde es
posible palpar la atracción que sentía por los temas
relacionados con magia y brujería –o más bien alquimia–,
algo que habría de llevar con mucho cuidado para no ser
condenado por la Inquisición, en la peligrosa forma de
entender ésta de los calvinistas. También muestra al santo
dando una serie de instrucciones a través de un tríptico. Sin
duda, debe haber sido intencional la elección de este
símbolo redundante, en dos figuras que aluden a la filosofía
magisterial reinante en la zona. Este hecho debe recordarse
y no perderse de vista al interpretar en su contexto, el resto
del simbolismo del Templo.
120
Siguiendo por la pared sur, encontramos la imagen
de Santa María Madalena o “Magdalena” (Sante
Madeleine). En esa “M” que forma el camino del “GRAAL”,
esta figura quedaría situada en el hueco superior, es decir,
fuera de la propia línea que forma la citada letra “M” de
nuestro recorrido; como coronándola y dándole más fuerza
a la idea de que la colocación de las figuras de los santos,
es cualquier cosa menos aleatoria. No es infrecuente
encontrar, en Francia, iglesias dedicadas a ella;
especialmente en las regiones del sur del país donde, muy al
contrario, es harto frecuente.

Este extraordinario interés de la Iglesia Católica


francesa en dedicar a esta santa la mayoría de sus templos,
parte de una intrincada situación política y filosófica, que
debate la legitimidad del dominio de la iglesia heredada de
Jesús. La probable migración de la familia y seguidores del
mesías, perseguidos por Roma, propiciada por su primo
político Herodes Antipas, salvaría a estas personas
vinculadas a Jesús de la persecución del Imperio. Estos
peregrinos, encabezados por María Magdalena “la
Madeleine”, su hermano Lázaro y Maximino (uno de los
setenta y dos discípulos), se desplazaban desde Alejandría
hasta Saintes Maries de la Mer, pequeño puerto cercano a
Arlés, en el sur de Francia.

Y de allí la Magdalena viajó a Marsella, en donde


comenzó su labor apostólica de evangelizar la Provenza. Su
presencia en la galia, trayendo consigo a la presunta
descendiente de Jesús, propició el no muy discreto reclamo
implícito de los franceses sobre los derechos de los reinos
merovingios, franceses de hecho, sobre la mesiánica
herencia de la Iglesia cristiana. Pero, probablemente, estas

121
cualidades de la historia de la santa, cercanas a este
territorio, no sean las únicas razones de esta insistente e
irreprimible adoración.

María Magdalena dedicó el resto de su vida a la


contemplación eremítica, de la misma manera que lo
habrían hecho todos los otros santos varones representados
en la nave. Se despidió del mundo material o manifiesto, y
se retiró a una cueva a meditar. El objeto y la forma de esa
contemplación está representado en su constante
iconografía: harapos, calavera y cruz.

122
En su despojo absoluto, contempla y medita sobre la
muerte de la carne. El cráneo también hace referencia al
célebre decapitado, San Juan Bautista, Maestro entre los
Esenios. Metafóricamente, este despojo voluntario se
concentra en el símbolo de la cruz, consabido crisol donde
el sacrificio máximo del hombre se lleva a cabo, purificado
por el fuego del sufrimiento y de la muerte, sometido al
atanor alquímico, artífice de la transmutación, como ya
hemos explicado anteriormente. La Magdalena representa,
en ese contexto, el cuerpo de la mujer como emblema
sagrado de la Diosa primordial. La maestría espiritual en su
camino a la “asunción” 55 hacia los cielos, hacia el centro
del círculo de la existencia. En otras palabras, en esta iglesia
se venera el “eremitismo”, el despojo de metales y la
contemplación de la muerte. Idéntico en todo a la filosofía
de los cristianismos de carácter más “gnóstico” que
habitaban la región hasta la Cuarta Cruzada, a principios
del siglo XIII, en la que fueron prácticamente exterminados.
Esto nos recuerda nuevamente a la inscripción dejada por
Saunière en el Pórtico de Entrada.

Por último, una estatua separada de la pared situada


frente al púlpito. Es San Antonio de Padua (1195–1231),
nacido en el seno de una familia aristócrata española –pues
en ese momento Portugal no era una nación independiente
sino parte de España– descendiente de Godofredo de
Bouillon. Este sacerdote tuvo que enfrentarse a los cátaros
en su misión por el sur de Francia. Se celebra su onomástica
el día 13 de junio.

55
Los términos correctamente usados por el credo católico son: Ascensión
(la de Jesucristo), que asciende por uno mismo; el otro es Asunción (la de
la Virgen), ascensión mediante ayuda externa.

123
Este es el santo al que las novias, que desean
contraer nupcias, y si es posible con un buen marido, para lo
cual supersticiosamente lo ponen al revés como castigo; es
decir que “le ponen de cabeza. También se recurre a este
santo –cuyo mayor mérito consiste en haber conseguido la
canonización más rápida de la historia de la Iglesia–, para
recuperar objetos perdidos; algo a lo que Saunière se
dedicó en cuerpo y alma tras el famoso hallazgo de los
pergaminos. Esto motiva, además, una de las más famosas
anécdotas que sobre este asunto se han recogido: el día de

124
la celebración de la inauguración de la reforma de la iglesia,
Monseñor Billard le comentó al abad Sauniere: “has hecho
bien en compartir con Santa María Magdalena el
patronazgo de la iglesia de San Antonio de Padua, ya que
tienes mucho que agradecerle y entiendo que debiste
rezarle mucho, para que te ayudase en tus búsquedas”.
Curioso pero esclarecedor, pues evidencia que conocía las
actividades “secretas” en la iglesia, cementerio y cuevas de
los alrededores, por parte de Saunière, no tomando ninguna
medida al respecto. Se ha significado que esa debe ser la
causa del Monumento del Jardín del Calvario dedicado a
Billard, hacerle ver su agradecimiento por no entorpecer sus
“labores”, puestos a especular, es más probable que
participase de las misma como un “socio” más.

Refiriéndonos al púlpito, “chaire” o cátedra de la


iglesia, es una imponente tribuna desde la cual articular
sermones (demasiado suntuoso para una iglesia tan
pequeña). Es curioso observar que su acceso al mismo está
por detrás, andando entre dos paredes y entrando por una
pequeña puerta de madera. Encima se alza un dosel
emulando a la Jerusalén Celeste, sostenido por cuatro
columnas.

125
La imagen que preside el púlpito está efectuando un
extraño signo con los brazos: el derecho hacia arriba con el
dedo índice apuntando hacia el cielo y el izquierdo hacia
abajo con la palma de la mano abierta. Una de las
aproximaciones simbólicas de esta extraña pose, que
hemos podido deducir, es la de Cautes y Cautopates, los
míticos siervos en el culto de Mithra –un feroz competidor del
cristianismo entre los legionarios romanos– que les indicaba
el amanecer y el atardecer, con grandes implicaciones
esotéricas.

Sin embargo la más probable, por cercana, sería el


axioma hermético “como es arriba es abajo”, uno de los
siete principios enunciados en el Kybalion de Hermes
Trimegistro; concretamente el Principio de la
Correspondencia. También es parte de la filosofía platónica,
por la que “todo lo que se manifiesta en el mundo material,
es una mera copia imperfecta de lo que está en el plano
arquetípico de las ideas”; el universo espiritual.

También se podría especular


con que la imagen representase una
nexo de conducción y transmisión
entre Dios (arriba, señalado por el
dedo) y al cura (abajo, posicionada
la palma de la mano sobre su
cabeza, debido al efecto óptico),
de forma que éste se halla tocado
por la gracia de Dios y es El quien
verbaliza su mensaje a su través,
sirviéndose del sacerdote como
altavoz. Con ello, sería difícil poner
en duda su sermón, dictado por el
mismo Dios.
126
Respecto de la decoración del púlpito, es interesante
señalar que una
mirada más detenida
del mismo, nos sitúa
ante la siguiente
reflexión. Cada uno de
los Evangelistas se
representa
simbólicamente en el
llamado Tetramorfos,
de la siguiente manera:
San Lucas por el buey (o toro), primero de la derecha; San
Juan por el águila, segundo de la derecha; San Marcos por
el león, segundo de la izquierda; y por último San Mateo por
el ángel, primero por la izquierda.

Luego queda el personaje central del púlpito, a quien


podemos identificar con Jesús; de forma que se nos
plantean las siguientes preguntas:
– Si es Jesús quien está al frente de los evangelistas
ocupando la imagen central (dos evangelistas a cada lado),
de la base del púlpito ¿A quién representa la figura
superior?, ya que no parece muy lógico que vuelva a ser el
mismo Jesús.
– Si hemos seguido el camino del “GRAAL”, ¿Dónde
está la figura que representa a la “L” final?

Para responder a esta segunda pregunta, se ha


especulado con que la imagen superior, sea la de San
Lucas, luego ya tenemos la “L”. Y es probable, aunque no
parece la forma típica de ser representado. Normalmente
debería portar una Biblia en la mano –al ser uno de los
evangelistas–, que mostraría abierta sin pudor, pues en ella
reflejó sus noticias, y también sería oportuna una imagen de
127
la Virgen María como inspiradora de su aportación bíblica.
Tampoco parece oportuno que su faz sea semejante a la
de Jesús o de Juan, que si pueden confundirse con facilidad.
Tampoco se puede observar por lado alguno el buey, que
le simboliza.
Si admitimos que sea San Lucas, aún se abriría un
nuevo interrogante: ¿Con qué fin se repite la imagen de San
Lucas, que ya aparece en la parte inferior del púlpito?,
donde por cierto si está correctamente representado.

Resumiendo, la figura a la que nos referimos, podría


ser tanto de Jesús como de San Juan. Nos inclinamos por
esta segunda posibilidad, ante la posición de la figura y el
dedo índice de la mano derecha señalando hacia lo alto,
típica representación de San Juan. Y la “L” que buscamos
está escondida detrás del significado de lo que representa
San Juan, la Lux (“Lucis”), es decir, la sabiduría que fluye a
través de San Juan, columna sacerdotal que sustenta, nutre
y alimenta el verbo eclesiástico, siendo el cura un mero
transmisor de la palabra desde el mismo Dios a los feligreses.
El tetramorfos, además, siendo el símbolo del libro sagrado
de los cristianos, los cuatro evangelios, representa por sí
mismo la Luz que rige el camino de los seguidores de Cristo.
En cualquier caso, es la L de Lux lo que allí parece
representarse. No obstante, la posición de la figura en
cuestión, con la palma de la mano hacia el frente, expresa,
remarcando el significado, la irradiación lumínica de la
creación. “Lux in tenebris”

Con ello se completa el trazo de la “M”, es decir, el


orden de los santos en la iglesia, que –recordemos–
comienza con la “G” de Germaine (Santa Germana), la “R”
de Roch (San Roque), la “A” de Antoine (San Antonio Abad),
la “A” de Antoine (San Antonio de Padua) y la “L” de Lux.
Uniendo las cinco letras, dibujando definitivamente una letra
128
“M”, se forma un acróstico ya conocido en leyendas, mitos y
hasta teorías de la conspiración; la palabra es GRAAL, que
en español conocemos como Grial. ¿Es esto concluyente
para afirmar que se refiere al legendario Santo Grial o
Sangre Real?

El púlpito se sostiene por una suerte de cuatro


cariátides, curiosas figuras extraídas de la antigua tradición
romana –politeísta previa al catolicismo–; vírgenes que con
su pureza sostienen la más pesada estructura. También
representan luz y belleza.

Aquí mantienen en sus delicadas manos y apoyado


en su regazo un cáliz, dentro de cada uno de los cuales hay
una hostia, en las que hay inscrita una cruz, como la figura
cruciforme de la naturaleza humana... aquella que el Divino
Maestro exhortó a cargar a hombros para poder seguirle.
Aclaremos aquí que, a pesar de que esto podría sorprender
a muchos desprevenidos, la hostia en sí, circular y
perfectamente blanca, representa nada menos que al
disco solar. Comprensible si recordamos que el catolicismo,
por muchas de sus características iniciales, establece un
nexo filosófico entre Cristo y el sol, dirigiéndose a este último
para expresar su adoración. Baste mencionar como ejemplo
la orientación, este, de todas las iglesias –hacia el
nacimiento del sol– o el halo dorado (Incluso el significado
del mismo color) que indica santidad. Las cariátides y las
hostias refrendan aún más el simbolismo de la LUX, que
parece imponerse sobre cualquier otro, en este punto del
GRAAL.

129
Se ha escrito mucho acerca de los “misterios” y
“tesoros” de la iglesia y del conjunto monumental de
Rennes-le-Château y poco acerca de este púlpito; y
cuando se ha hecho, no se ha desarrollado el tema con
gran pulcritud y fundamento filosófico. La base del púlpito
presenta una simbología conocida… la flor de lis. Esta flor es
el arquetipo de la pureza y, por tanto, destinada a simbolizar
a la Virgen María y la pureza virginal de su concepción.

Esta simbología se forma a partir de la leyenda que


dicta que, tras su asunción al cielo, su tumba vacía se llenó
de lirios de pétalos blancos y estambres dorados, uniendo
así pureza y dignidad real. Es típico su uso en los cuadros
que referencian el momento de la Anunciación, ya que en
ellos se reclama la virginidad mariana y, por tanto, el
símbolo es de máxima pureza. El color de la flor no es un
detalle anodino, ya que para dejar claro que forma parte
del simbolismo propio de la Virgen, se utiliza el color blanco
en los pétalos y normalmente se usa de fondo el azul (el
cielo; el centro del círculo...), color que acompaña los
130
ornamentos y generalmente la túnica que viste a María. De
ahí que se dé por sentado que la imagen que adorna la
columna del púlpito, con el cáliz en las manos sea la propia
Virgen.

En este caso la flor de lis es azul. Se puede deducir de


forma inmediata, que su simbología no es la misma que la
anteriormente expuesta. Sin embargo debemos echar un
vistazo a otras posiciones que nos alumbren sobre ella. La
flor de lis, conocida simbólicamente desde la antigua
Mesopotamia, en donde sirvió de decoración de la Puerta
de Istar, ha sido utilizada incluso, para poder dotar de
significado divino a algún rey, que pretende basar en el
propio Dios y en su gracia, el origen divino de su reinado. Es
el caso de Clodoveo I, rey franco. Cuenta la leyenda que al
ser coronado y al tiempo bautizado, en la Catedral de
Reims, una paloma enviada por Dios entregó al Obispo San
Remigio (que lo coronaba), la Sagrada Ampolla,
conteniendo el aceite para ungirlo; oleo divino y con él, un
ramillete de lirios.

A partir del siglo XII el lirio ha sido utilizado como


símbolo de la realeza francesa (Luis VII) y también de la
realeza inglesa (Casa de Lancaster); también de los Valois y
de los Farnesio. En su uso esotérico y alquímico, se unió al
buen hacer, al árbol de la vida, a la perfección y al
conocimiento. Ilumina a Isis cuando recupera y une los
trozos diseminados del cuerpo de Osiris y le devuelve la vida.
Forma parte, sin duda, de la masonería hermética, ya que
recuerda al gran constructor Hiram Abi.

Entendemos que Saunière estaría más cercano a su


asociación rosacruciana; por ello, sería más bien un
emblema de la transformación de la abeja (el dibujo de
una abeja es my similar y se corresponde en el simbolismo,
131
con el de la flor de lis –de ahí su uso por Emperadores como
el mismo Napoleón–, la abeja representa además, la
regeneración del hombre.

Es posible añadir un significado más oculto: el que


narra, cómo los Reyes Pescadores formaron unión marital
con los Francos Sicambros, naciendo de ésta una nueva
dinastía reinante, conocida como Merovingia. Éstos,
fundadores de la monarquía francesa, fueron los que
forzaron el uso de la flor de lis como emblema real de
Francia. Aquí llega la relación con Rennes-le-Château… La
familia real merovingia tenía fuertes conexiones con una
rama familiar que se estableció en el Sur francés, fundando
el reino de la Septimania (es decir el Languedoc), en donde
se continuó la línea de descendencia davídica patriarcal de
la que luego nacerían Dagoberto II y Sigisberto IV. Esta
interpretación no es descabellada, si recordamos que el
pilar que sostiene el púlpito sustituye al anterior de madera
(todo el antiguo púlpito fue derrumbado por Sauniére en su
famosa remodelación).

132
No se puede cerrar el capítulo dedicado al pulpito sin
hacer referencia a un juego de palabras, que es más una
diversión que otra cosa, o al menos lo parece. La palabra
púlpito, tiene una estrecha rlación con la palabra pulpo.
Este juego de palabras es inocente en francés ya que al
púlpito se denomina en ese idioma, “chaire”. Su traducción
más propia sería “cátedra”. Hasta aquí parece una broma,
pero la observación de la cúpula del púlpito, se asemeja
bastante a un pulpo que extiende sus ocho patas sobre la
cabeza del sacerdote; le ampara y da cobijo. Todo sin
significado si no unimos a esta elucubración el símbolo, que
conocemos propio de los Hautpoul y que aparece en la
tumba de Marie de Negre d’Arles–Hautpoul, Dame de
Blanchefort: El pulpo.

133
134
CAPÍTULO X:
Del Vía Crucis al Vía Lucis
La historia del Vía Crucis que Saunière mandó instalar
en su iglesia ha llenado páginas enteras de libros y ensayos.
Algunos llenos de inexactitudes, otros incompletos y algunos
exagerados en sus extravagancias.

Lo primero que hay que destacar, es que es


“siniestro”. A esta palabra no se le debe dar la errónea
connotación con la que se le reviste, sino simplemente, que
propone la vía de la “mano izquierda”; es decir, al curso que
sigue la Luna por los cielos. Esto se refiere, según los grandes
tratados de magia a la Nigromancia. Las estaciones parten
en dirección oeste, desde la pared norte de la iglesia,
después del púlpito alternándose de la siguiente manera:

• Estaciones I y II, entre el Púlpito y San Antonio Abad.


• Estaciones III y IV, entre San Antonio Abad y Santa
Germania.
• Estación V, entre Santa Germania y San Juan Bautista (la
escena del Bautismo de Agua).
• Estaciones VI y VII, ya en la pared oeste, entre San Juan
el Bautista y el lado norte del Confesionario.
• Estaciones VIII y IX, en el lado sur del Confesionario, esta
última al lado de Asmodeo.
• Estación X, sobre la pared sur al lado de la entrada, al
oeste de San Roque.
• Estaciones XI y XII, entre San Roque y Santa María
Magdalena.
• Estaciones XIII y XIV, entre Santa María Magdalena y San
Antonio de Padua –santo al que uno se encomienda
cuando necesita encontrar lo que está perdido–.

135
Estación I: Jesús es condenado a muerte.
Se supone que Jesús había sido cruelmente
castigado y torturado por los carceleros romanos cuando se
le llevó ante Poncio Pilato; sin embargo, aquí se muestra
limpio y sin mácula, vestido de la misma manera que
aparece en La Última Cena de Da Vinci. Un niño de raza
negra tiene en sus brazos una jofaina en la que Pilato hunde
una mano; a sus pies hay un animal dorado, parecido a un
grifo –mitad león mitad águila– un ser mitológico con el que
se identificaba a Jesucristo en los bestiarios medievales.
Jesús Barrabás 56 está a la derecha, y por detrás de
Pilatos, haciendo una especie de signo de asentimiento o
de saludo, con una corona en la mano izquierda.

56
El nombre de este “criminal”, Barrabás, proviene del arameo Bar-Aba,
que significa “Hijo del Padre”; recordemos, que Jesús se autodenominaba
“Hijo del Hombre”.

136
Estación II: La Carga de la Cruz, camino del Calvario.
En esta Estación podemos notar que, detrás del
extremo superior de la Cruz, se alza lo que parece ser la
Mezquita de Omar (el Domo de la Roca), edificio que no
existía en esos tiempos; justo al lado, una sección del Templo
de Jerusalén. Le guardan cuatro soldados, todos usando
atuendos distintos que no se parecen en nada a los
romanos. Un hombre joven se arrodilla sobre un casco
dorado, recogiendo un trozo de lanza. Jesús viste una túnica
escarlata.

137
Estación III: La Primera Caída.
Lo primero que cala en la imaginación es el soldado
delante de la Cruz, que lleva un casco dorado en punta. A
este casco se le conoce como el pickelhaube, que usaban
los húsares prusianos. ¿Será una alusión a los Habsburgo?.
Hay un hombre vestido de senador (o parecido) leyendo,
que está soplando un cuerno. Los judíos tienen el shofar: un
cuerno que sólo soplan durante determinadas
celebraciones religiosas, especialmente en el Yom Kippur.
Pero no es el momento y por tanto, no guarda ninguna
aparente relación con la escena. El trasfondo es el del
Templo de Jerusalén.

138
Estación IV: Encuentro con María.
Aquí Jesús se vuelve para dirigirse a la Virgen María,
que está llorando y a la que coge la mano izquierda,
también con su mano izquierda. Pero lo que no se
menciona en los Evangelios canónicos es la presencia de
María Magdalena, que está arrodillada, reconocible por su
pelo rojo suelto y una túnica dorada que viste. En el fondo
se ve una especie de pancarta que creemos que es
simplemente un símbolo romano mal pintado de blanco.

139
Estación V: La ayuda del Cirineo.
No parece haber nada inusual, salvo por el hecho de
que Simón de Cirene, que fuera forzado a ayudar a Jesús a
llevar la cruz, es exactamente el mismo personaje y con el
mismo atuendo, representado en la Cuarta Estación y no un
robusto hombre africano. Es interesante observar ambas
estaciones y comprobar el enorme parecido entre Jesús y
Simón, algo que podría motivar algún tipo de “confusión” en
sus identidades.

140
Estación VI: La Verónica enjuga el Rostro de Jesús.
Reaparece aquí la Mezquita de Omar 57, que como
se mencionó anteriormente no existía en la época de Jesús.
Se podría deducir que el camino hacia el monte Calvario
forma un zigzag serpenteante o que el artista tenía pocos
más recursos que aportar. Detrás de la Verónica aparece un
soldado que no va descalzo, sino con botas marrones cuyo
diseño no existía en la época.

57
En 1930, Wallace Fard Muhammad fundó Nation of Islam (La Nación del
Islam) en EE.UU. Rama heterodoxa y racialmente supremacista del Islam;
entre sus extravagantes enseñanzas, señalan que la Tumba de Jesús se
encuentra bajo la Mezquita de Omar, que a los Templarios se les permitió
acceder y ver dicha tumba.

141
Estación VII: La Segunda Caída.
En esta escena no parece haber ninguna anomalía
digna de destacar; sin embargo son muchos los que afirman
que a través del arco de la fachada del Templo de
Jerusalén, la torre que se observa, es una referencia a la
Torre Magdala.

142
Estación VIII: El Consuelo de Jesús a las piadosas mujeres de
Jerusalén.
Un soldado, aparentemente franco, le sostiene la
túnica a Jesús. En la misma escena, lo que a primera vista
58

parecería una caricatura resultó ser una mujer usando un


velo, con un niño semidesnudo, cubierto por una banda
con tejido típicamente escocés.

En Escocia, cada clan de familias tiene su propio


tartan, que es el diseño (color de la tela y los hilos) que les
identifica por su origen y pertenencia. Resulta sorprendente
encontrar en una villa del sur de Francia, una alusión a un
Clan escocés. Además dicho tartan celeste –como patrón
identificativo–, no está registrado en ninguno de los
catálogos en los que hemos indagado, ni conocemos
referencia alguna por otro autor.

Hemos leído ciertas publicaciones donde sus autores


opinan que el color azul en la banda escocesa apunta a
una posible “identidad” del niño en cuestión, como alusión
al “escocismo” masónico. Esto es un contrasentido, ya que
el color azul o celeste está referido a la masonería inglesa y
al rito de emulación. La masonería “escocesa” o, mejor
dicho escocista, se distingue por su originaria adhesión al
Catolicismo franco-germano, es decir, su color distintivo es
más bien el rojo o escarlata. María Magdalena está aquí

58
Parce ser una mala traducción de la Vulgata de San Jerónimo. En el
Evangelio según San Mateo 27:28 se lee que la túnica era escarlata; sin
embargo, en San Marcos 15:17 y en San Juan 19:2 se lee que la túnica era
púrpura. El color púrpura es recurrente pues simboliza, dualísticamente,
tanto a la riqueza y al poder como a la penitencia, al duelo y al sacrificio.
Dicha dualidad, en el contexto, no sólo de este libro, resulta sumamente
importante. Recordemos que la “Gran Ramera” del Apocalipsis de San
Juan es descrita usando el color escarlata y púrpura a la vez.

143
presente como lo hace en la Escena IV. Pero hay un detalle
interesante, que no debe pasar desapercibido en la
Magdalena: el “signo de horror” que ejecuta. Muy utilizado
en la masonería, paece ser otro indicio de la filiación del
abad.

144
Estación IX: La Tercera Caída.
Un soldado con el torso desnudo sostiene la capa
escarlata de Jesús; porta de nuevo un casco prusiano de
pico. En la misma escena, Simón de Cirene socorre a un
abatido Jesús para ponerle de pie, ya que éste está tirado
en el suelo desfallecido. Detrás hay un caballo blanco y,
sobre él, un soldado usando la indumentaria característica,
de las tropas de Dagoberto II, último rey de los merovingios.

145
Estación X: El Despojo de las Vestiduras.
Vemos a Jesús siendo despojado de sus vestiduras,
retirándosele la capa. Mientras tanto, los soldados romanos
juegan a los dados, apostándose la túnica de Cristo. Hasta
aquí todo parece normal; pero si se observa la jugada de
los dados, el de la derecha muestra el número cinco,
mientras que el de la izquierda un tres y un cuatro. Esto es in
posible de hecho; esos dos números no pueden coincidir en
la vist de un dado. La relación 3–4–5 está determinada por
el Teorema de Pitágoras y posteriormente por la
Cuadragésima–séptima Proposición de Euclides, al efecto
utilizado en los rituales masónicos, rosacruces e incluso
“mágicos”, cuya explicación no viene al caso por extensa,
en este contexto. Sin embargo podemos referir que las
ciencias pitagóricas son la base de la gran mayoría de las
filosofías iniciáticas de occidente.

146
Estación XI: Jesús es clavado en la Cruz.
Se repite la acción en la que un soldado le despoja
de la túnica escarlata. Insólitamente, el fondo tiene un tono
oscuro; sin duda informa que ya es de noche. Para mayor
seguridad, se dibuja el reflejo de la luz de la luna. Es
conocido que, conforme a los evangelios, la muerte de
Jesús se produjo sobre las cuatro de la tarde. Tampoco
puede referirse al fenómeno de oscuridad como muestra
divina de reprobación a lo hecho por los hombres al Hijo de
Dios, pues éste aún está vivo.

Si, como podemos observar en la misma imagen,


Jesús fue clavado estando todo el entramado en el suelo,
¿por qué hay un soldado cargando una escalera en la
parte de atrás? ¿Sería acaso un símbolo recurrente en la
tradiciones masónica y rosacruz, como lo ha sido “la
Escalera de Jacob”? Si intentamos contar el número de
peldaños de la escalera, sumando las distancias y teniendo
en cuenta la altura del soldado, son exactamente siete;
siete es, desde el punto de vista hermético, el número de la
completud del ciclo y también de la maestría masónica.

Encubiertamente se está aludiendo al hecho de que


sin sacrificio no puede haber sabiduría. El cristo está a punto
de reicibir su magisterio y la escalera estásiendo preparada.
Otra anomalía presente en esta estación y en la siguiente es
la ausencia de la inscripción I.N.R.I., que según los
Evangelios significa “Iesus Nazareus Rex Iodeorum” “Jesús
Nazareno Rey de los Judíos”. Dicha abreviatura puede tener
diversos significados:
Isutrum Necare Reges Impios / Ignem Natura Regenerando Integrat / Intra
Nobis Regnum Dei / In Neci Renascor Integer / Iaminin, Nour, Renovatur
Integra / Igne Natura Renovatur Integra /

147
Siendo perfectamente demostable una fuerte
formación Martinista, inspirada por el propio Papus y otros
personajes insignes de dicha Orden, el significado de la
palabra I.N.R.I. que más le atraería sería el último de los
expuestos “Igne Natura Renovatur Integra”. Sería, por tanto,
una forma de “búsqueda de la palabra perdida”. Ahora se
puede entender que la desaparición de la inscripción en las
estaciones, sirve para advertir que el significado oficial y
vulgar es, para él, una mera distracción exotérica.

148
Estación XII: La Muerte de Jesús.
Esta Estación presenta también algunas anomalías: el cielo
parece corresponder al del atardecer, recurso necesario,
probablemente para poder dibujar los rayos y las nubes negras de
la tormenta que pesa sobre la escena, ahora sí como fenómeno
proveniente del desagrado divino por la acción de matar a su Hijo.
La Virgen María y San Juan contemplan la muerte de Jesús en la
cruz, acompañados por Santa María Magdalena, quien en su
afectado dolor se arrodilla ante el cuerpo de Jesús. Éste tiene
ambos pies clavados en paralelo. Además, aquí también hay un
personaje oculto, a un lado y exactamente por encima de la
cabeza de la Virgen, haciendo también (ya habíamos viso uno
semejante en Magdalena en la estación VIII) un gesto de horror,
con la mano izquierda.

149
Estación XIII: El Descenso de la Cruz y la Piedad.
Jesús es bajado de la cruz, extrañamente sin una sola
gota de sangre. El personaje de la Virgen desaparece, no
así la Magdalena, que toma cariñosamente la mano de un
Jesús muerto. Conforme a la tradición judía la madre tenía
prohibido, expresamente, acercarse al crucificado (luego
no es posible el gesto de la Piedad), no así las cónyuges. Y
una nueva anomalía lo llena todo: el velo de María
Magdalena, velo de viuda. Obsérvense las tres rosas rojas
sobre la cabeza de la Magdalena, que tienen un claro
simbolismo masónico y, con la muerte (de Jesús). Tres rosas
se colocan en la tumba de un Hermano masón: “las tres
rosas de San Juan”, que se interpretan como “Luz, amor y
vida”.

150
Estación XIV: Jesús es sepultado.
La Magdalena está ahora con la cabeza descubierta,
como en las estaciones anteriores, mientras que la Virgen
vuelve a aparecer con su manto azul, llorando en brazos de
Juan. Se observa a unos hombres quienes, al amparo de la
noche, acarrean el cuerpo de Jesús. Esta situación es del
todo anómala y resulta ser un grave problema para la
doctrina. Si ya era de noche, sería una gravísima violación,
tanto a las leyes del Shabbat judío –que empieza al
anochecer del día viernes– como a las regulaciones
funerarias, que terminantemente lo prohibían. Aún hay un
problema dogmático más grave: que los cadáveres no
sangran, así de simple. ¿Será esta una representación de la
posible extracción de un Jesús vivo? ¿O quizás una
sustitución?

Sabemos que la Semana Santa cristiana está


marcada por la primera luna llena tras el equinoccio de
primavera, causalmente por el Día de San José
(aproximadamente el 19 de marzo). Para la noche de
Viernes Santo, la luna se encuentra en una posición
parecida a la mostrada en esta estación, sobre la
medianoche. En la tradición primordial existe una expresión
conocida como la “medianoche” 59 , hora en la cual se
llama al espíritu a descansar de los trabajos realizados en
este mundo. está ubicada simbólicamente en el nadir, que
es una metáfora del “centro de la tierra”. En cambio, para
quienes persiguen la consecución de la maestría espiritual,
el conocimiento de sí mismos, este descanso significa más
bien una nueva prueba a su favor, en el caso de estar
preparado. Contrapuesto a este estado espiritual se
encuentra el “mediodía”; el cenit, la hora del trabajo.

59
San Juan de la Cruz le llamó “la noche oscura del alma”.

151
En diversos versículos de los Evangelios se cita este
“descenso”. Jesús, ahora llamado Jesucristo (pues ya ha
sido ungido) lo realiza para recuperar, tras la prueba, a
Adán, Eva y a todos los “justos” que le precedieron. Esta es
una potentísima metáfora sobre cómo la verdadera
iniciación espiritual provoca en el candidato una
recuperación de lo que la condición humana perdió. En
una antigua homilía cristiana sobre el Sábado Santo, se lee
esta sugerente frase: “La tierra está temerosa y sobrecogida,
porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a
los que dormían desde antiguo”.

Por último, en el cuerpo del occiso aparece la herida


que Longino le produjo con su lanza. Estamos dentro de la
teoría mística acerca del Sagrado Corazón de Jesús, el
costado sangrante y todo el significado simbólico del mismo.
Hemos de señalar que las escrituras no definen en momento
alguno en que costado fue herido Jesús. “… pero llegando
a Jesús, como le vieron ya muerto, no le rompieron las
piernas, sino que uno de los soldados le atravesó con su
lanza el costado y, al instante salió sangre y agua” (San
Juan 19:34)

La tradición iconográfica comenzó a señalar el lado


derecho, pero a medida que se incrementaba la devoción
por el Sagrado Corazón, empezó a representarse la herida
en el lado izquierdo. En términos de doctrina cristiana, el
corazón de Jesucristo representa la unión del hombre con
Dios a través del amor mutuo. Tanto darle vueltas a la
estación y las referidas anomalías, nos llevó a vislumbrar un
relieve geográfico familiar. Nos referimos a la Butaca del
Diablo en el bosque de Rennes–le–Bains. El Monte Cardou y
el Castillo Blanchefort son perfectamente distinguibles.

152
El Vía Crucis o “Camino de la Cruz”, se generalizó
como camino de oración a partir del siglo XVII, variando su
número y estabilizándose en catorce. El rezo devoto de la
misma, en público o privado, produce la concesión de
indulgencia plenaria, son especialmente significativas para
los piadosos fieles durante la Cuaresma y aún más el Viernes
Santo. En muchos templos católicos se añade una
decimoquinta estación llamada: La resurrección de Jesús.
153
Estación XV: La Resurrección victoriosa de Jesús…
La estación XV, caso de existir, debería estar
colocada a la izquierda de San Antonio de Padua, entre
éste y la puerta de entrada a la sacristía, en la pared sur de
la nave. Aunque existe una posibilidad (en la actualidad
dada por cierta) sobre la estación XV del Vía Crucis, que es
aún más alarmante, por su irrebatible aunque controversial
contenido, que todo símbolo verdadero está a la vista y es
invisible para quien no posea el sistema categorial
adecuado. La estación XV, sí está, por tal se reconoce el
bajorrelieve de Santa María Magdalena, bajo el Altar. Para
tratar sobre el mismo, antes hemos de indagar sobre la
causa, por la que está allí colocada.

154
CAPÍTULO XII:
El Templo Hipetreal
Cuando uno se encara con el Altar del templo,
observándolo a lo largo del crucero, se da cuenta de que
está ante todo un portentoso bosquejo del mundo antiguo.
En la obra “Le Tableau”, Louis Claude de Saint-Martin
compara al universo con un gran templo, al afirmar que "las
estrellas son sus luces, la tierra es su altar, todos los seres
corpóreos son sus holocaustos y el hombre, sacerdote de la
Eternidad, ofrece los sacrificios".

Lógicamente, la tradición iniciática manda que,


entonces, sea éste “sacerdote de la eternidad” el
holocausto mismo. Esto alude a la ya conocida Doctrina de
la Unidad, donde "Dios es el significado y la gran moralidad;
la creación no es meramente Su signo visible pero sí un
canal, a través del cual Sus pensamientos son comunicados
a todos los seres inteligentes." En la antigüedad, para los
hombres, el cielo era algo totalmente distinto del significado
que hoy en día le damos; era y en realidad aún es, un gran
signo de interrogación para la existencia humana. Para
estos hombres no era simplemente el espacio no terrestre
delimitado por la atmósfera, por la cual podemos respirar y
desarrollar nuestra vida; e incluso, a su resguardo solemos
matarnos, insultarnos, maldecirnos y como no, amarnos los
unos a los otros. Para los antiguos, el cielo era la extensión
infinita de la propia tierra, hacia la morada de los dioses.

En su tercer libro, Vitrubio empleó el término “hipetreal”


para describir a un templo cuya “cella” –es decir, el Sancta
Sanctórum– carecía premeditadamente de un techo
“hecho con las manos”, teniendo como tal a la Bóveda
Celeste. Su etimología revela su significado pues, hipo es
155
bajo (o debajo) y aithor significa “aire” o “cielo”. La zona
primordial de cualquier templo es el altar, donde, sin
importar qué denominación religiosa, se efectúa el
holocausto –idealmente, de uno mismo– a una entidad
invisible, representada en la mayoría de los casos de
manera iconográfica. Esta y no otra es la finalidad del arte
del rito y el ritual.

A partir de la vestidura de la iniciación, a la cual


invita el acervo presente en esta iglesia, todo el recinto del
templo se convierte en una matriz; pero no aquella artificial
e intrascendente que todos los seres humanos tendemos a
buscar tras ser paridos desde las de nuestras madres;
pretendemos entonces protegernos, distraernos,
consolarnos de la angustia que engendra el estado natural
de las cosas; el caos y la incertidumbre. Lo hacemos
mediante relaciones sentimentales y sociales, posesiones,
cuentas bancarias, deportes por TV. En fin, con todo aquello
que hace bajar o subir nuestra mirada hacia la vida.

Para acceder a esta matriz, se debe desear; se debe


permanecer desnudo en la oscuridad, sobre los cuadrantes
donde descienda la construcción simbólica conocida como
la Ciudad de Dios. La validez del emplazamiento depende
del nivel con el que se administra y gradúa el arte hierático
y ministerial, no de la geografía misma, llevandose a cabo
de oriente a occidente; es decir del interior hacia el exterior,
el verdadero fin de todo culto 60: la reintegración luego la
60
A las denominaciones religiosas que hacen uso de iconos, símbolos o
santos se les acusa, quizás por una ignorancia inocente o por vana
enemistad ideológica y política, de ser “idólatras”; en realidad, todas las
religiones y filosofías son idólatras, puesto que ponen en evidencia un
principio no físico como razón y objeto de sus quehaceres. En el peor de
los casos, habría que cambiar el apelativo por “iconolatría” e “iconólatra”,
si el fin del culto es simplemente la imagen misma, vacía de esencia.

156
“resurrección”. Sólo indicaremos que eso se puede lograr,
nunca de una manera mecánica, sino realizando
plenamente su significación.

La cúpula de esta iglesia es un cielo estrellado; uno


que tiene tres niveles diferentes, perfectamente definidos,
entre la entrada, el vestíbulo y su cámara interior –emulando
al del Rey Salomón, cuya descripción es, en hebreo, oulam,
hekal y debir. El primer cielo, color celeste, se extiende
desde el extremo oeste de la iglesia hasta el límite dado por
las Estaciones II y XIII del Vía Crucis. Hemos de aclarar que
en la columna que separa las Estaciones I y II es donde,
cada 17 de enero a mediodía, se puede apreciar el
fenómeno de las “manzanas azules”.

El segundo cielo, más oscuro, es mucho más corto,


cubriendo el espacio que contiene, por el lado norte a la
Estación I y el Púlpito y, por el otro lado, al sur, la Estación XIV,
la estatua de San Antonio de Padua y la Sacristía (esta
última definitivamente cerrada al público). El tercer cielo,
con el azul profundo típico, cuando aún no raya el más
mínimo atisbo del alba, sumido en medio de la noche, tiene
su propio sol: una claraboya 61 a manera de vitral redondo,
perfectamente perpendicular al eje este-norte. Es oscura en
sus tintes, dando la impresión e idea de un sol invisible...
Contiene una escena por demás sugerente donde,
suponemos por su ropaje y su apariencia, que María
Magdalena lava los pies de Jesús, con una clara disposición

61
La claraboya era la única entrada de luz directa al altar, bajo la que
caminaba el Gran Sacerdote el día de la consagración del Templo de
Salomón. Es un símbolo de la apertura de la consciencia humana hacia lo
divino y trascendental.

157
escuadrada entre ambos 62: María sobre el nivel del suelo y
Jesús sentado en aplomada postura vertical.

La exégesis de este escueto pasaje de uno de los


Evangelios sinópticos relegó a María Magdalena, a partir del
siglo IV, a ser una prostituta arrepentida. En el cristianismo
oriental (ortodoxo), no obstante, se le considera “la
evangelista de la resurrección”, pues es a ella a quien
Jesucristo se le aparece tras regresar del averno, para
terminar de cumplir su misión.

Hoy en día, los musulmanes suníes y los judíos


hasídicos conservan la costumbre de lavar los pies de sus
cónyuges, de hombre a mujer y viceversa.

62
La escena es narrada en el Evangelio según san Lucas 7:44.

158
El texto canónico sólo describe las palabras que Jesús
pronuncias a Simón –el fariseo que le invitó a entrar en su
hogar– y a la mujer (llamada la pecadora), que sabiendo
que Jesús se encontraba allí, se presentó en las
dependencias de la casa, se arrodilló y humildemente lavó
sus pies con sus propias lágrimas; los secó con sus cabellos y,
posteriormente los ungió con el ungüento de espicarnardo.
El mismo fariseo la vuelve a llamar pecadora, al volver a
referirse a ella. Nunca se da su nombre. Ni siquiera se sugiere
a la Magdalena en esta escena, por lo que es posible que
lo expuesto en el vitral, sea un relato de otra circunstancia
distinta.

El lavado de los pies es observado por tres personajes:


San Pedro y otros dos apóstoles, además de San Juan, que
observan cómo se unge a Jesús como Cristo. Para ello,
utiliza un jarrón de alabastro con esencia de espicanardos.
San Juan es la última de las cuatro figuras en el vitral; es
159
poco visible, casi escondido, observando la escena con
mirada complaciente. Es precisa la figura de San Juan en el
vitral o claraboya, ya que es gracias al evangelio de San
Juan que identificamos a María Magdalena, como la mujer
que unge a Jesús, cumpliendo así con lo mandado y
convirtiendo su figura en Cristo y Mesías, por los siglos de los
siglos. Además, gracias a esta identificación como
pecadora, tanto San Marcos como San Mateo, al describir
esta escena, nos sugieren que tanto María Magdalena
como María de Betania, son la misma persona. Esta
circunstancia resuelve y aclara el incidente que se da en la
resurrección de Lázaro (Simón), del que tanto han hablado
los autores y artistas, llamado “noli me tangere” –no me
toques–, hilo conductor que nos lleva a conocer la
identidad de la “presunta” esposa de Jesús, ya que en otro
caso no habría motivo alguno para evitar el contacto físico
de manera tan terminante y anunciada.

En la obra "La Última Cena" de Leonardo Da Vinci, se


ha especulado con que el personaje que normalmente se
señala como Juan, sea en realidad María Magdalena, no
siendo descabellado que lo pueda ser también en este vitral.
Sinembargo creemos que cada uno tiene su propio papel y
no debemos confundirnos. El halo que rodea la imagen
divina de Jesús, también se halla presente en la mujer que
lava sus pies y tiene preparado el ungüento. No es propio
semejante artificio para describir a una simple pecadora.
Luego el personaje es más importante y goza del favor
divino. Probblemente, tanto la “pecadora”, cuanto María
de Betania y María Magdalena, fueran una misma persona.

Pasando del segundo cielo al tercero, todos con una


evidente diferencia de tonalidad, el más oscuro en el
oriente, hay una curiosa inscripción que corona el aposento,

160
aparentando ser una “M” mayúscula acostada con una “S”
intercalada, esta última en forma de serpiente.

El mismo símbolo adorna el velo detrás del altar de


Saunière y fue el emblema que Phillipe de Chérisey utilizara
para el diario “La Serpent Rouge” (La Serpiente Roja),
publicación del Gran Priorato de Sión en 1966 (Priorato cuya
existencia se pone en cuestión en la actualidad). Se ha
especulado que el origen de este sigilo habría sido la
Societas Rosicruciana; sociedad masónica tradicionalista
que actualmente continúa dedicándose a la
profundización en el estudio de la teosofía cristiana.
Asimismo hubo, durante la época de Saunière en Rennes-le-
Château, una asociación llamada El Círculo Católico de
Narbona, tan secreto que sólo se conoce su nombre. Otro
candidato a dicho emblema es la Orden de los Servitas u
Orden de Frailes Siervos de María, canonizados por el Papa
León XIII en 1888, quienes poseen un escudo muy similar al
sigilo de la iglesia.
También es muy parecido al símbolo de los
Lazaristas 63 y al Sagrado Corazón; todas estas, asociaciones
afines a la ideología de Saunière.

63
En la parte exterior de la iglesia, en el jardín hay un gran Cristo del
Calvario. En la parte frontal del pedestal, se saluda al Obispo Billard, y
claramente se lee Frère Lazariste (Hermano Lazarista). ¿Será posible que
se refiriera al Obispo en esos términos de una manera tan abierta?

161
A la izquierda del símbolo se ve una especie de jarrón
o cáliz como el que aparece en el vitral central y a la
derecha una cruz latina. Matrimonium Sanctus (Santo
Matrimonio) –siguiendo la línea de investigación
denominada “griálica”– sería una buena explicación. La
palabra matrimonio, de raíz latina, está compuesta de dos
términos: mater (madre) y monium (protección o vientre).

Ambas, indiscutiblemente, comparan a la feminidad


con el concepto de Madre-Tierra, la cual se “mide” con geo
(Gaia) metría (medida). Este símbolo está colocado
también a los lados del templo, en las paredes tapizadas.
No debemos, sin embargo, ignorar el hecho de que pueda
ser un sigilo del mismo Saunière, un sacerdote que no era
reconocido, precisamente por su modestia. Aunque
plantearía un problema de dudosa resolución, en caso de
ser su sigilo; y es que está entrelazado con una flor de lis. Por
lo que se hace más correcta la interpretación primera.

162
Pero sin duda, la más inquietante de las escenas y
figuras de esta extravagante iglesia, es la representada por
las imágenes laterales del altar. Nos referimos a las figuras de
San José y la Virgen Madre; están cada uno sosteniendo un
niño. A tenor de ello ¿Podemos concluir, lógicamente, que
Jesús pudo haber venido acompañado a este mundo? ¿o
el otro niño será Juan el Bautista, su primo? ¿los niños son
personajes distintos o el mismo? ¿o es un simple recurso para
colocar a cada lado a José y María en actitud
paternal/maternal con su divino hijo? Está claro al menos
que se trata de etos dos personajes, a juzgar por las
vestimentas y los ornamentos que portan –San José un lirio
blanco y la Virgen una corona–. El cartel indicador
colocado por el propio Saunière no deja duda sobre dichas
idetidades. De hecho el lirio acompaña a San José, como
flor de la Virgen María y por tanto anuncia la unión marital
entre ambos, ya que la leyenda asegura, que de su bastón
habrían florecido lirios.

La liturgia católica sostiene que San José ofrece a


Dios el lirio de su pureza, que después será ofrecido en
compañía de María, durante todos los años que duró su
matrimonio. En esta iconografía se refleja el arquetipo con el
que se quiere representar a San José: un hombre mayor que,
por su edad. estaría predispuesto a respetar la virginidad de
María y, por ello, florece el lirio de la pureza en sus manos.

163
En el caso de que los niños no sean el mismo
personaje –Jesús–, nos introduce de lleno en una de las más
heréticas tradiciones cristianas que, además, goza de gran
predicamento entre los habitantes de la comarca. Hace
referencia al “presunto” hermano gemelo de Jesús. Baste
recordar “La última cena” de Leonardo da Vinci, donde la
segunda figura a la izquierda de Jesús, representando a
Santiago (con una túnica verde), ofrece un inquietante
pareido con propio Jesús. No olvidemos que Leonrdo
también estaba unido a varias de estas sociedades secretas,
igual de frecuentes en su época y que, trabajando
estrechamente ligado al papado, debía ser muy cuidadoso
en ocultar los símbolos de sus creenccias. Tampoco
olvidemos que era lo suficientemente audaz como para
esconder esos símbolos a la vista, invisibles, sin embargo,
para la mayoría del clero.

Estas coincidencias se han explicado alegando que


los artistas representan, en la mayoría de los casos, a su
primo Juan, intentando reflejar una presunta infancia
compartida de juegos y tiernas reuniones familiares.
También se ha querido ver la figura de Tomás, al que se
llama Tomás Dídimo. No deja de ser intrigante que el
mencionado apellido signifique “gemelo”, con lo que es
más posible que sea un apelativo que un apellido. Los libros
sagrados están llenos de pistas como esta, que aspiran a
llebar al curioso a investigar el símblolo oculto ante sus ojos.
Si es así, cabe preguntarse ¿gemelo de quién?, en ningún
caso la Biblia responde a esta cuestión.

Yendo aún más lejos en la herejía, se ha posibilitado


la sobrevivencia de Jesús tras su condena a muerte,
refiriendo un oscuro pasaje por el cual es sustituido por su
“hermano gemelo”, que es quien, para garantizar la
descendencia y la vida del Mesías, se sacrifica en su
164
nombre, reemplazándolo camino del Gólgota y durante
una de las caídas. Se especula con la connivencia romana,
a cambio de un destierro a la India del mesías;
concretamente a Cachemira. De nuevo se fuerzan las
situaciones para amparar y dar cobertura, a novedosas y
provocadoras teorías como la de Andreas Faber-Kaise, que
en 1976, quién aseguró que Jesús, tras librarse de la muerte
en Palestina, huyó en una caravana de mercaderes y,
atravesando Persia –Irán–, fue a morir a Cachemira.

Alejándonos de estas especulaciones, que en la


actualidad no tienen ni solución, ni explicación plausible, sí
hemos de señalar, como se puede observar en las fotos,
que ambos niños visten igual, tienen los brazos abiertos en la
misma posición y son idénticos en el rostro, aunque esto
tampoco es de extrañar, si fuera su significado el resaltar
que, simplemente son el mismo niño en brazos de sendos
padres, ni tampoco se se quisiera significar que fueran
gemelos.

Ahora bien: no parece tan anecdótico que el niño


que sostiene la Virgen -quién por cierto, porta corona real-
enseña la rodilla izquierda, mientras que el sostenido por San
José, que porta el lirio de la pureza, tiene ambas rodillas
cubiertas. Atendiendo a unos estrictos cánones simbólicos,
se podría deducir que son niños iguales en el físico pero
diferentes personas. Uno –el que sostiene la Virgen–, será el
iniciado y heredero de la dinastía davídica y el otro, en
manos de San José, el hermano gemelo, que quedó al
margen del reconocimiento como tal. El papel de los
gemelos en el Nuevo Testamento no encaja, pero sí en la
tradición gnóstica.

Al parecer, el verdadero tesoro templario, tal vez


aquél que al amparo de la noche descolgaran de
165
Montsegur, antes de su toma y destrucción por las hordas
del Papa Inocencio III y del rey capeto-francés Felipe
Augusto y que fuera presuntamente escondido en Rennes-
le-Château (se busca también en el Castillo de Arginy),
fuese precisamente el llamado “Evangelio perdido de Jesús”;
y nos preguntamos ¿Puede ser esto a lo que se refiera la
“palabra perdida”? En él se sugiere que Jesús no murió en la
cruz y huyó con María Magdalena y sus hijos a las Galias,
siendo crucificado en su lugar Tomás “el Gemelo” –o sea el
“Didimo”–. De forma que hemos conseguido unir el
apelativo, con la leyenda, con los niños gemelos y con el sur
de Francia.

Nos plantea una nueva duda: ¿Sería este evangelio


lo que encontró Saunière y que tanta fortuna le reportara?
No es una simple conjetura más, ya que, de ser así, el
Papado habría intentado acallar a Saunière de cualquier
manera, pues la demostración de veracidad de la línea
griálica-davídica, restaría toda credibilidad al papado y
cuestionaría la valía de toda la Iglesia Católica. Sin
embargo, este habría sido también un fuerte impulso para la
casa de Habsburgo y sus pretensiones imperio-dinásticas.
Recordemos que uno de los ocasionales visitantes del abad
era el heredero: Juan Salvador de Habsburgo (Johann
Salvator von Habsburg). Un heredero, portador de la sangre
de Jesús, reclamaría no sólo el trono sino también, la
autoridad sobre la Iglesia Cristiana...

166
CAPÍTULO XIII:
“Latte”
Bien es sabido, que la más sobrecogedora obra que
se encuentra dentro de esta “terrible” iglesia es el
bajorrelieve del altar, que protagoniza María Magdalena.
Está arrodillada ante una cruz, un cráneo y un libro abierto;
lleva un manto color escarlata, que ya hemos observado, es
recurrente en el Vía Crucis. El color escarlata es el que usa el
cardenalato católico y, entre los judíos, es símbolo de
infamia, al ser de una realeza en teoría inexistente y por ser
el color del exsudado menstrual.

Un detalle a destacar es que la cruz que se ve en el


bajorelieve, símbolo distintivo de Jesús, no es una simple
unión de dos hastas, una vertical y otra horizontal, sino un
retoño. Al pie de la cruz observamos un cráneo, símbolo
distintivo, no solamente de la efimereidad de la vida terrenal,
sino también de San Juan Bautista, que fue decapitado.
167
Cabe señalar que el cráneo como representación del
Bautista, nunca aparece con el maxilar inferior, ya que a él
se le llamaba “la voz que clama en el desierto”, estando su
mensaje en otro ámbito. Lo que se pretende expresar es
que, desde San Juan, pasando por Jesús y llegando hasta
Magdalena, es a esta última a quien le habría
correspondido continuar la sucesión apostólica. María tiene
los dedos de las manos entrecruzados, enseñando un
antiguo signo conocido como “latte”. Este signo consiste en
entrelazar los dedos de las manos y luego, deslizando las
manos hacia abajo, dejar los meñiques sin entrelazar. Se
empleaba para indicar la tenencia de un secreto: “I Tego
Arcana Dei” –Tengo el Secreto de Dios–, una forma de
trasponer las letras de la inscripción en la obra de Poussin
“Los Pastores de Arcadia”: Et in Arcadia Ego (Y En la Arcadia,
Yo). Simbolismo que apenas analizaremos en este estudio.

Si además observamos la forma en que está


arrugado el paño rosado, como de carne abierta, que se
muestra encima de la manta –que se extiende por el suelo
de la cueva y cuyo borde sobresale por detrás, con el que
se abriga– de color marrón que la envuelve, se puede
deducir que el secreto que guarda está o estuvo en su
vientre.

La posición de María Magdalena es propia de una


mujer embarazada; la forma de colocar las piernas y los
brazos, creando un circulo protector con ellos, de la vida
que aloja en su vientre, descansando los brazos sobre las
piernas, muy cerca de las rodillas y con el cinturón–cuerda
un tanto alto. Si unimos esta especulación al hecho de que
la cruz a la que reza, lejos de estar seca, está retallando, no
podemos más que concluir que la simbología del
nacimiento y de la estirpe, queda bastante evidente y clara.

168
.

En la parte inferior del bajorrelieve se puede leer, en


una madera con forma rectangular –se ha de advertir que
tampoco está madera es la original, ya que fue, como otras
piezas, robada de la propia iglesia y posteriormente
sustituida–, lo siguiente:

JÉUS.MEDÉLA.VULNÈRUM + SPES.UNA.POENITENTIUM
PER.MAGDALENAE.LACRYMAS + PECCATA.NOSTRA.DILUAS
Se advierte una nueva incidencia en una inscripción.
Sería más correcta si estuviera escrito así:
JÉUS. VULNÈRUM.MEDÉLA. + POENITENTIUM.UNA.SPES.
MAGDALENAE.LACRYMAS + PECCATA.NOSTRA.DILUAS
Y podría, entonces, ser traducido correctamente:
“Jesús, cura (remedia) nuestras heridas (pesares), única
esperanza para el penitente. Las lágrimas de Magdalena redimen
nuestros pecados.

169
A María Magdalena, como santa católica, se le reza
contra las tribulaciones y las calumnias. Esta devoción parte
de su propia relevancia histórica y de las circunstancias que
la han llevado a ser injuriada en su honor durante siglos –de
hecho aún lo es–, al ser considerada prostituta.

El paisaje del fondo no deja indiferente a nadie. Se


supone que recuerda el lugar donde habitó Magdalena en
el Languedoc; concretamente se asegura que fue una
cueva frente a Rennes-le-Château, que queda
exactamente frente a la Torre Magdala y es visible de forma
precisa desde uno de los ventanales de subida al torreón
(de ello hablaremos en el próximo libro que trata acerca de
las propiedades de Saunière). Puede verse en orentación 22
grados y hasta allí se sube por una escalera de 22 pldaños.
Esta cueva se conoce como la Cueva del Fournet –Cueva
del Hornillo–, de forma que visto desde dentro de la cueva
hacia afuera, posición que habría adoptado el artista para
hacer el bajorrelieve, la visión tras la Magdalena y a través
de la boca de la cueva, sería seguramente, Rennes-le-
Château. Sin duda se refiere a Rennes la montaña que en su
pico tiene una aldea; pero ¿qué decir de la “J” y la “M” que
hay a la izquierda en el paisaje grabado?

170
Todo tipo de especulaciones, a cual más curiosa, ha
provocado este motivo pictórico. Da la impresión, tanto por
la forma de la “J”, como por la forma de la “M”, que no son
letras pintadas a propósito sobre el fondo del bajorrelieve,
sino tachaduras de algo, a las que después se les ha dado
esa forma; o bien para asemejar letras o para que parezcan
una torre y una puerta. De hecho los puntos que
acompañan las letras, no son tales, sino trazos alargados –es
decir tachones–. Se dice que representan la “J” de Jesús o
de Juan y la “M” de María o de María Magdalena. A nuestro
juicio no son ni una cosa ni otra. Baste observar la parte
superior d la “J”, la parte interior de la “M” y los puntos
(como se ha señalado antes). Sería más interesante conocer
que es lo que tapan tales presuntas letras. De hecho, si se
observa a la izquierda de la “J” se puede adivinar
perfectamente la forma de algún otro objeto que
aparecería en la pintura original, así como las propias en los
laterales derechos de las citadas letras.

A nuestro juicio, entendemos que se debe al intento


de borrar un detallado plano, del lugar que se describe
como la auténtica cueva de María Magdalena. Nosotros
nos planteamos algunas dudas acerca de que fuese la
Cueva del Fournet, aquella donde ella pasase sus últimos
años como hermitaña. Esta podría ser más bién un señuelo,
para conformar a los buscadores de tan ansiado lugar e
insitarlos a detener prematuramente su investigación. Un
intento de que, aquel sitio donde podría haber sido
descubierto el tesoro o secreto por el abad Sauniere, en sus
noches de pico y pala por las cuevas del lugar, se
mantuviera oculto. Esta acción de borrar huellas fue
practicada por el propio Saunière, el cual impunemente
borró la lápida de Marié de Negré d’Ables–Hautpoul y, sólo
gracias al inventario –cuya existencia Sauniére desconocía–

171
de inscripciones de lápidas de las tumbas de la comarca,
en poder del Obispado de Carcassonne, se pudo reconstruir.

Entre tanto, la imagen de María Magdalena


embarazada –un tanto disimulada por el paño arrugado
color rosáceo–, rezando a un retoño floreciendo, intenta
expresar de manera simbólica, que María Magdalena trajo
a la región a sus descendientes, más de uno a tenor de los
retallos; probablemente tres. Las más antiguas historias
acerca de los hijos de María Magdalena señalan que fueron
dos varones mayores: Jesús el Justo y Josefes y una hija
menor, que llegó en sus brazos –relativo al culto a las
vírgenes negras, ya que la barca procedía de Alejandría y
arribó a las costas de Saintes-Maries-de-la-Mer–, llamada
Tamara. Probablemente el nombre también contenga un
profundo simbolismo. Significa palmera; y ya que estaba
destinada a perpetuar la dinastía y, por tanto, dar fruto, este
fue simbolizado por sus dátiles. El nombre de Sarah, que se le
adjudica en el sur de Francia, sobre todo por colectivos de
etnia gitana, es más bien un título que significa “Princesa”,
luego descendiente directa de quien es Rey de los Judíos.

172
CAPÍTULO XIV:
Las Puertas
El templo presenta, además de la puerta de doble
hoja de entrada, otras tres. Es interesante conocer donde
nos llevan…

Porte de la Chaire (Puerta del Púlpito): esta puerta se


encuentra entre el púlpito y el muro
de contención del altar, dentro de
la zona del mismo, tras la verja.
Obsérvese en la foto la puerta
citada. Por ella se accede a una
escalera de siete escalones, por
dentro del muro, que lleva al púlpito;
justamente debajo de la imagen
que lo preside, siendo preciso
agacharse para salir a la vista del
templo. Esta disposición fue una idea de Sauniére, aplicada
cuando realizó las obras de remodelación de la iglesia y
arreglo de la techumbre. Ese es el lugar donde se hallaba la
anterior columna que sostenía el antiguo púlpito, en cuyo
interior se halló la redoma con los pergaminos.

Porte du Clocher (Puerta del Campanario), se trata


de una puerta camuflada
con la madera que rodea
todas las paredes y el
dibujo de las mismas, con
terminación de medio
punto, justo debajo de la
estación II del Vía Crucis y,
por tanto, también de San
Antonio “el Ermitaño”.
173
Parece una puerta anodina pero no es así; es la más
importante ya que, bajo la apariencia de una simple puerta
de acceso a un campanario, se esconde probablemente el
lugar más misterioso de toda la iglesia y, para descubrirlo,
hace falta conocer la estructura de la parroquia antes de la
reforma de Saunière, mucho más pequeña y rectangular, a
la que éste añadió la zona de medio círculo del altar y el
adosado de la sacristía.

Este es un buen momento para reflexionar acerca de


por qué, en una iglesia tan insignificante en tamaño, se
celebró el segundo matrimonio de Dagoberto II (el primero
fue con Matilde, una princesa celta) con Giselle de Razés,
hija del Conde de Razés, en el año 671. Dicha boda debió
ser un acontecimiento político de primer orden, pues
consiguió anexionar la Aquitania (Poitiers, Toulouse y el
Languedoc), que hacía 40 años se habían independizado.
Esta unión permitía a Dagoberto II intentar la recuperación
de Austrasia. Para ello, cuenta la historia, se hizo con un
considerable tesoro que –y ahora entra en juego la
leyenda– escondió en algún lugar de Rennes-le-Château.
Tres años después, en el 674 ya era rey de Austrasia y tenía
tres hijos que permitían soñar con una estirpe; dos hijas y,
sobre todo, Sigisberto IV.

Probablemente con estos datos se entiende el


significado de uno de los pergaminos:
“A DAGOBERTO II REY DE SION PERTENECE ESTE TESORO
Y ÉL ES LA MUERTE” (O ÉL ESTÁ ALLÍ MUERTO).

Pues sí, a tenor del tamaño de la iglesia, ya parece


increíble la celebración de una boda real. Aún más
extravagante resultaría que ese fuese lugar de
enterramiento real. Recordemos la costumbre merovingia
174
de hacer un “bypass” fluvial: enterrar profundo el cuerpo del
Rey y con él su tesoro y luego, volver el río a su cauce
original. Sin ebargo, en el caso de Dagoberto II este ritual no
se habría cumplido. Fue enterrado por los suyos,
probablemente en compañía de su mujer, al mismo tiempo.
Ambos fueron asesinados por orden de Pipino de Heristal (él
en el bosque de Stenay por herida de flecha en un ojo y ella,
asesinada en la propia corte, el mismo día: el 23 de
diciembre de 679). Esta habría sido una confabulación con
la participación de los obispos de la zona, debido a que
Dagoberto II jamás aceptó doblegarse a los intereses de la
Iglesia católica. Ese mismo día, una hermana mayor de
Sigisberto le salva de una muerte segura, consiguiendo que
huyese y escondiéndolo, al parecer, en Rennes-le-Château.

Sigisberto IV representa la continuación de la dinastía


merovingia y por tanto la davídica. Este era conocido como
“Plant-Ard" –retoño ardiente–, el cual casó con la hija del rey
visigodo hispano Wamba y así continuó el linaje de su padre
(Merovingios) y el de su madre (Condes de Razés). Sus
descendientes directos son el “Príncipe Ursus”, sobrenombre
que se le daba a su nieto Sigisberto VI, el propio Godofredo
de Buillón, artífice de la cruzada que reconquistó Jerusalén y
primer Príncipe de Jerusalén y, lo más interesnte para
nuestra historia, los Marqueses de Blanchefort. Por ello no es
extraño que los últimos Blanchefort también fueran
enterrados en Rennes-le-Château, pero al estar ya sellada la
entrada a la cripta desde el campanario –recordemos
ahora la figura del gran mullidor de toda esta conspiración,
Monseñor Nicolás de Pavillon, Obispo de Alet–, fueron
enterrados en el cementerio municipal, pegado a la pared
de la iglesia, encima de la cripta de sus antepasados.
Hemos de recordar que en la lápida de Marie de Negré-
Hautpoul última Marquesa de Blanchefort, es donde

175
descubrió Saunière las claves para encontrar “su tesoro”,
fuere este lo que fuese.

El enterramiento de Dagoberto II es uno de los


misterios de Rennes-le-Château, ya que en principio, como
hemos dicho, se asegura que fue enterrado allí, en la Iglesia
de la Magdalena. La historia oficial señala que fue
enterrado en la capilla real de St. Remy y, posteriormente,
tras ser hecho santo (San Dagoberto) por sus propios
enemigos y asesinos, fue trasladado a la iglesia de San
Dagoberto, construida en su honor. Se cuenta que sus restos
fueron dispersados en la revolución francesa y actualmente,
sólo se conserva su cráneo trepanado en el convento de
Mons. Ambas historias se enfrentan y, en ambas, el
enterramiento de Dagoberto II se sale de los cánones y la
praxis merovingia.

¿Qué tiene que ver todo esto con la iglesia y, más


concretamente con la puerta del campanario? Es sencillo;
la pared donde se encuentra la puerta, San Antonio “El
Ermitaño” y las estaciones III y II, que es la única zona con
una sala anexa detrás, que sirve para la escalera del
campanario, debió de estar formada por dos arcos de
medio punto a cada lado, uno de los cuales, el de la
derecha, es la actual puerta del campanario. Por allí se
descendía a una de las criptas, concretamente la cripta
real, donde pudieron reposar los restos de Dagoberto II. La
cripta debió ser sellada en tiempos de la restauración,
hecha en la iglesia por Nicolás Pavillón; de ahí la fuerte
significación de su nombre para Saunière. Ello permite
prever que esta fuera la zona concreta donde,
“presuntamente”, estuvo cavando Françoise Berenguer
Saunière en compañía de su fiel compañera Marie
Dénarnaud, durante las aciagas noches que pasaron en la
iglesia buscando el “tesoro”.
176
Posiblemente alcanzaran a encontrar la cripta
principal; La pista pudo haber llegado tras el derrumbe del
pilar del antiguo púlpito y tras la aparición de la “Losa de los
Caballeros” –Dalle des Chevaliers– , que registra el episodio
de la huida y salvación de Sigisberto IV y que permitió
encontrar debajo suyo, el primer enterramiento –cripta
secundaria– y el cofre con cientos de monedas de oro. Estas
serían las monedas halladas por los dos albañiles durante las
reformas de Sauniere, siendo invitados a abandonar la obra
y dejar todo en manos del abad. El informe hace mención
al “escaso” valor de las piezas encontradas, restando
importancia al hallazgo. Debido a las declaraciones de
estos albañiles, este es el hecho mejor documentado por la
investigación llevada a cabo por el obispado de
Carcassone. De este modo, la comrobada existencia de
estas monedas plantean una duda razonable sobre la
historia oficial, que por experiencia sbemos, que suele ser la
más conveniente pero no siepre la más veraz.

Porte de la Sacristie (Puerta de la Sacristía): se


encuentra frente a la puerta de subida al púlpito, en la
pared sur, dentro ya de la zona del altar, tras la pequeña
verja. Tras abrir la puerta, que queda en un ángulo de 90
grados por causa del estrecho pasillo entre muros, se
accede a la sacristía. Es un cuarto de forma cuadrada, de
unos dieciséis metros de superficie, que alberga en su interior,
solamente una hilera de armarios en la pared este, donde
se guarda el ajuar del sacerdote para celebrar la Santa
Misa (sotanas, alba, estolas, etc.). Solía haber, también una
mesa escritorio que ya no está. Al abrir el armario de la
esquina noreste, encontramos una placa con un espejo en
su centro, en cuyos laterales se puede leer:

177
“ANTE MISSAN” “POST MISSAN”

Arriba del espejo, el siguiente texto:


“DA, DOMINE, VIRTUTEN MANIBUS MEIS,
AD ABSTERGENDAM OMNEN MACULAM,
UT SINE POLLUTIONE MENTIS ET CORPORIS
VALEAM TIVI SERVIRE”

Su traducción exacta sería:


“Purifica, Señor, de toda mancha mis manos con tu virtud,
para que pueda yo servirte con limpieza de cuerpo y alma.

Ésta es la oración que deben rezar los sacerdotes al


vestirse con los ornamentos sagrados, conforme a la misa
instituida por San Pio V. Posteriormente a este rezo, se
establecía otro al vestir el amito y otro al revestirse con el
alba, al ajustarse el cíngulo, etc.

La pared sur está ocupada por un vitral, colocado en


su centro, que toma la luz del jardín del Calvario y la entrega
a la Sacristía. Este es sólo visible desde dentro de la misma.
Como puede observarse en él, Jesús está crucificado, con
una lanzada en el lado derecho, de la que no brota sangre
(luego está muerto). Y al pie de la cruz, María (su madre) a
la izquierda, San Juan (el Apóstol) a la derecha, y al frente,
tapando los pies, María Magdalena, perfectamente
reconocible por su pelo rojo.

178
La sacristía presenta una característica extraña: su
forma no se corresponde con el exterior, en donde hay un
apéndice con forma de cuarto de círculo adosado a la
misma y que no tiene entrada desde el altar, con el que es
medianero. Ahora bien; tampoco la tiene desde la sacristía.
¿Cómo sería interpretado por los feligreses que accedieran
a la sacristía, ese adosado que no tiene entrada por ningún
lado? La pregunta es difícil de contestar; pero sí podemos
responder al interrogante de como penetrar en él.

Este cuarto se conoce como “Le cabinet secret” (el


gabinete secreto). Como puede observarse es una
pequeña habitación, con forma de cuarto de círculo,
formando un perfecto ángulo recto, para lo cual se apoya
en la pared del cementerio y no sobre la iglesia. La luz
penetra por un ventanuco redondo de unos treinta
centímetros de diámetro, con un pequeño marco cuadrado
que se ha hecho coincidir con los límites del círculo.
179
Su entrada se halla a través de uno de los armarios
sitos en la pared este de la sacristía, mediante una doble
puerta que disimula el acceso, tras abrir el armario vestidor a
los ojos de extraños. La puerta del armario abre hacia fuera,
como es habitual y la segunda puerta abre hacia dentro del
gabinete.

Desconocemos el uso que debió dar Saunière a este


recoveco oculto. Incluso se habla de un capricho
arquitectónico o de un mirador para vigilar lo que hace el
pueblo. Esta última aseveración es incongruente, pues la
vista es de parte del jardín del Calvario y la entrada al
cementerio, aunque también se vislumbra a lo lejos, el
castillo de los Hautpoul. Al mirar y comprobar los altos
ventanucos de su torre, pareciera como si se vigilaran el uno
al otro...

180
CAPÍTULO XV
“Por sus frutos los conoceréis...”

El nombre “Manzanas Azules a Mediodía” –A MIDI


POMMES BLEUES– explica un fenómeno óptico que ocurre
a mediodía en punto, cada 17 de enero, cuando los rayos
solares atraviesan una vidriera de la pared sur dentro del
altar –vidriera lateral que muestra a Jesús resucitando a
Lázaro– de la iglesia. Este vitral provoca que en dicha fecha,
unas esferas de color azulado aparezcan dentro de la
iglesia, desplazándose por la nave hasta desvancerse en el
bajorrelieve del altar mayor.

Este fenómeno nos insinúa una relación muy especial


entre esta iglesia y la de San Sulpicio en París. Las vidrieras
de ambos templos evocan al antiguo gnomónico en San
Sulpicio. Ambas iglesias se encuentran unidas por una línea
invisible, marcada en el suelo de la parisina por una barra
de cobre, que señala el paso exacto del meridiano de París.
Este pasa también cerca de Rennes-le-Château,
exactamente a tres kilómetros de la aldea.

Se da la circunstancia de que San Sulpicio “Severo” –


este apodo le ha quedado históricamente por
equivocación al ser confundido con el escritor Sulpicio
Severo (también de las Galias)–, fue obispo de Bourges
(Aquitania) en tiempos de Dagoberto II. Recordemos,
asimismo, que la Iglesia de Saint-Sulpice fue conocida como
“Escuela de Herejes”, por ser uno de los centros de
enseñanza para algunos de los sacerdotes franceses de
mayor reputación. En ella estudió el propio Saunière y
también personajes de la talla de Alphonse Luis Constant,
que abandonó el sacerdocio para dedicarse a “otros

181
menesteres”, bajo el sobrenombre de Eliphas Levi. Lo más
importante es que fue la sede de la Compañía del Sagrado
Sacramento, que algunos relacionan con el desconcertante
“Priorato de Sión”. Es en Saint-Sulpice donde Saunière entró
en contacto con los famosos cuadros de Poussin y Teniers,
de los que mandaría hacer copia al Louvre. Es a través de
estos personajes que pululan por Saint-Sulpice, que logra
introducirse en las sociedades secretas relacionadas con
Menfis-Mizraim y el Martinismo, que copan lo más granado
del ocultismo parisino de la época, como son: Papus, Emma
Calvé, Joséphin Péladan, Guaita, entre otros.

Aquel fruto, la manzana, era altamente valorado por


ellos, dada su habilidad de mantenerse por largos períodos
sin pudrirse y de conservarse facilmente en un lugar seco y a
la sombra. Esto les significaba una metafora del amor y de la
fidelidad conyugal, ya que al pasar la pasión de los años, el
cariño permanece hasta convertirse en un puro nexo de
unión.

Les resultaba un símbolo de creatividad, arte y poesía;


de la virtud, la pureza y la maternidad. Los manuales de
Wicca recomiendan quemar madera de manzano durante
los ritos de fertilidad de otoño (Samhain) e invierno (Yule).
Sus flores florecen en primavera, usualmente cambiando de
color de rosado a blanco, acompañadas de unas hojas
verde claro. Los antiguos celtas decoraban las habitaciones
con capullos de manzano como tributo a la fertilidad y a la
belleza de la vida.

El Ogham, un tema del cual el Padre Boudet era gran


conocedor, es el alfabeto que consiste en 20 caracteres
distintos. Dicho alfabeto, explican los neodruidas de hoy en
día, era un sistema de escritura por el que se persigue la
comunión con la naturaleza, asignando un árbol a cada
182
símbolo del Ogham. El manzano y su fruto tienen a Quert,
equivalente a la “Q” y cuyos valores son el amor, la belleza
y la generosidad. En la religión de los celtas también
significaba conocimiento ancestral. Si recurrimos a la
mitología encontramos que Dionisos, deidad liberadora de
las ataduras de la razón hacia el éxtasis, fue el creador de la
manzana. En este sentido se hacen asociaciones eróticas
con los pechos femeninos y con la vulva, cuando se corta
una manzana por la mitad. Otro ejemplo entre los helenos
fue el llamado Juicio de París, cuando la diosa Eride –diosa
de la discordia– arrojó una manzana dorada instando a
Paris que eligiese a la más bella entre las diosas Afrodita,
Atenea y Hera. El resultado fue la Guerra de Troya.

En la Europa cristiana, la manzana del Jardín del Edén


es la representación misma de la tentación del bien y el mal;
se ha afirmado que el acto de Eva dio como fruto el
nacimiento de la libertad humana, una tesis apoyada por
los círculos gnósticos. En la tradición navideña, se cuelgan
manzanas en el árbol sugiriendo que el nacimiento de Jesús
posibilitaba volver al estado de inocencia, antes de la
Caída. También resulta llamativa, desde el punto de vista
lingüístico, la similitud entre los latines malus (manzana) y
malum (mal).

Desde el punto de vista historico, la coronación del


Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico
demandaba el uso de una corona muy particular, existente
hoy en día, formando parte de la Reichskleisnöden (regalía
imperial). La “manzana imperial” sostiene la cruz dando a
entender que el emperador gobernaba por la gracia divina.
En el caso de los Habsburgo, el primero fue Federico III,
coronado en 1452.

183
Se da la circunstancia que el 17 de enero, es la
festividad de San Antonio Abad, o San Antonio el Ermitaño,
santo del que ya hemos hablado y que, además, es el
personaje central del cuadro de David Teniers “El Joven”,
que tanto interesaba al abad Saunière. El 17 de enero de
1781, es la fecha que aparece esculpida en la lápida de
Marie de Negré Hautpoul-Blanchefort. Lápida que colocó su
confesor Henri Bigou, la que además mando esculpir y
colocó estratégicamente, en la zona del cementerio
pegada a la iglesia, sobre donde debiera estar la cripta real.
Estas inscripciones hechas en la lápida fueron suprimidas por
el propio Saunière para que nadie pudiera volver a seguir
estas pistas, en ella hábilmente colocadas. El 17 de enero de
1917 es la fecha que elige el abad Saunière para su muerte
y encarga, en connivencia con su fiel Mari Denarnaud, su
lápida con dicha fecha pregrabada. No obstante, parece
haber cometido un leve error de cálculo, pues el 17 de
enero es el día en que sufrió la apoplejía que, siendo mortal,
demoraría su desenlace hasta el 22 de enero, a la edad de
65 años. El ataque apopléjico lo sufrió justo a las puertas de
la Tour Magdala. El lector no debe dejar de observar que el
numero 22 es un protagonista constante y muy insistente e
esta historia, compartiendo algunas veces escena con el 17.
Estos números se repiten de forma incesante por todo el
entramado de Rennes-le-Château. Incluso al final, es el 17,
el año que corría del siglo XX, en el que muere el propio
Saunière.

El 17 de enero es también el día en el que, desde


poco antes del mediodía, las manzanas reflejadas del vitral
en el muro norte cambian de color, del rojo al azul, excepto
3, que permanecen rojas. Estas se desplazan por todo el
muro, tocando a Jesús y yendo a perderse, justamente, en
el bajorelieve del altar, donde una "Madelenne" inmersa en
el espíritu divino de la dinastía, parece recibir, en su vientre
184
preparado, la simiente del Mesías. El azul es el color del
universo divino; el rojo el de la sangre de Jesús y el 3, el
número que representa la creación...

El mensaje plasmado en la misteriosa iglesia de


Rennes-le-Chateau está allí, oculto y a la vista, para todos
puedan leerlo. Todos... Cuyos ojos puedan ver...

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EPÍLOGO
El misterio y los “tesoros” de Rennes-le-Château siguen
siendo un enigma que nadie parece capaz de descifrar. Las
especulaciones se amontonan y los datos contrastados y
supuestos también. Nuestra intención es ayudar a
comprender mejor su sentido, intentado dotar nuestras
teorías e investigaciones de una parte de la magia y el
misterio que lo envuelve todo en este magnífico lugar, a fin
de que el lector se familiarice, se interese y, porque no, se
apasione, como nos ha ocurrido a nosotros con ete extraño
paraje lleno de mística y de historia. Y es que… “aún queda
tanto por descubrir”

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FERNANDO MIRÓ FRANK ESCANDELL
GEORGE WEMBAGHER

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