Disciplina feminicida: el cine slasher y el horror metal de F.K.Ü.
Aydheé Tamara Fernández de la Torre
Licenciatura en Etnomusicología, Facultad de Música, UNAM Introducción: La siguiente ponencia presenta mis avances en el estudio de caso sobre la banda sueca F.K.Ü. (Freddy Krueger’s Ünderwear), donde analizo cómo a través de referencias al cine slasher, la banda introyecta un discurso que coloca a los asesinos de distintas películas en el papel de héroe protagonista, lo que genera una sensación de impunidad que les permite narrar, a partir de lo que llamo disciplina feminicida, una serie de ficciones centradas en el asesinato de una “mujer estorbosa”, lo que podría generar una recepción sexualmente diferenciada de su música, resultando en una composición mayoritariamente masculina de su público. Violencia contra las mujeres en la música La primera referencia que tenemos cuando hablamos de feminicidio y musicología es Susan McClary, quien realizó en Feminine Endings (1991) un análisis de la estructura musical de la ópera Carmen, dando cuenta de cómo ciertos elementos de la armonía y las melodías instrumentales nos invitan a empatizar con el asesino de Carmen, justificando su feminicidio al convertirla en antagonista de la historia. Aunque este trabajo pionero debe ser nombrado antecedente de esta investigación por la temática que aborda, no retomaremos sus principios metodológicos, pues parte del supuesto de que existe una relación directa entre ciertos sonidos y la respuesta emocional que evocan, al tratarse de un análisis anclado en la teoría musicológica occidental, que no considero funcional para hablar del trash/horror metal, pues ha desarrollado un lenguaje propio y complejo, donde no parece posible determinar a priori una relación directa entre sonido y emoción y que, por lo tanto requiere de un análisis propio que excede los límites de este trabajo. Entrando al terreno del metal, cabe mencionar el libro de Robert Walser Running with the Devil. Power, Gender, and Madness in Heavy Metal Music, donde presenta un análisis amplio y profundo sobre distintas dimensiones del Heavy Metal, centrándose, sobre todo, en las relaciones de poder que actúan en ellas. En el capítulo 4, “Forging Masculinity: Heavy Metal Sounds and Images of Gender”, el autor hace uso de la perspectiva de género en un esfuerzo explicativo que intenta mostrar la complejidad de las relaciones de poder entre hombres y mujeres en el terreno audiovisual del Heavy Metal, que el autor caracteriza como lleno de elementos misóginos. Por otro lado, Rosemary Overell, en su trabajo ‘[I] hate girls and emo[tion]s’: Negotiating masculinity in grindcore music analiza la manera en que los miembros de la escena Grindcore en Australia se vinculan afectivamente mediante lo que llama feeling brutal: una intensidad afectiva articulada por la representación de la violencia y agresividad masculina en los nombres de las canciones, y que es experimentada durante las presentaciones en vivo, lo que permitiría la cohesión de dicha escena. Ambos textos utilizan la categoría de género y se posicionan desde los estudios de la masculinidad lo que, si bien permite conocer las dinámicas particulares de sus respectivos casos a partir de la subjetividad de sus actores, llega a ignorar o a minimizar el impacto real que estas representaciones tienen sobre las y los receptores de las músicas en cuestión. Ejes conceptuales En este trabajo propongo la categoría de disciplina feminicida: una serie de representaciones y acciones en las que el feminicidio adopta, implícita o explícitamente, el carácter de “castigo ejemplar” contra aquellas mujeres que desacatan los mandatos patriarcales imperantes en sus contextos. En su artículo Sociología y política del feminicidio; algunas claves interpretativas a partir del caso mexicano, Teresa Incháustegui propone, recopilando y sintetizando otros textos sobre el tema, la clasificación del feminicidio en distintos tipos dependiendo del origen de la agresión. De su propuesta clasificatoria nos interesan el feminicidio sexual sistémico y el corporativo. El primero fue propuesto por Julia Monárrez y se refiere al <<asesinato de mujeres por quienes las víctimas no tuvieron relación sentimental o familiar, pasada o presente, precedidos o secundados por actos de violencia sexual y en los que estuvo presente la privación de la libertad de las víctimas…>>, el aspecto sistémico implica que hay un <<patrón de violencia “copiado”, “reproducido” por diversos asesinos>> y que esto es sostenido por <<una especie de ambiente social feminicida>> que <<prohíja un clima de violencia y desprecio hacia las mujeres>>. Por otro lado, el feminicidio corporativo refiere al <<asesinato por venganza o “disciplinamiento” de las mujeres […], en tanto se realiza a cuenta de otras personas o de lógicas de poder colectivas instaladas en algún espacio o territorio>>, aunque Rita Segato propone esta categoría para nombrar asesinatos instrumentados por el Estado o por organizaciones del crimen organizado, considero que la intención disciplinaria del feminicidio tiene presencia en la creación de la moraleja reafirmada mediante el terror que podría haber aparecido en algunas películas slasher y en el caso de algunas letras de F.K.Ü. En Rostros visibles de la violencia invisible. Violencia simbólica que sostiene el patriarcado, Jessie Blanco menciona, retomando a Bourdieu, que la violencia simbólica <<implica relaciones de poder desiguales histórica y culturalmente establecidas entre hombres y mujeres […] que construyen los cuerpos de una manera determinada, inscribiendo en ellos unas significaciones culturales y sociales >>. Además, menciona cómo este tipo de violencia suele pasar desapercibida y es difícilmente punible por su carácter aparentemente inmaterial, pues pareciera no haber rastros físicos de su existencia sobre una víctima concreta. El análisis de la lírica está enmarcado en la perspectiva de la música como forma de sexualidad, planteada por la musicóloga Suzanne Cusick, quien en su texto On a Lesbian Relationship with Music... menciona que: <<La sexualidad... Puede ser la posición de una persona frente a los medios para expresar y/o representar relaciones de intimidad a través del placer físico compartido, aceptado o dado. Para algunas de nosotras, puede ser que la forma más intensa e importante en que expresamos o representamos identidad a través de la circulación de placer físico sea en la actividad musical...>> Considero, en sintonía con Cusick, que la música como forma de sexualidad es central en la construcción de nuestra personalidad e identidad, pero también como parte fundamental de la organización patriarcal de las relaciones sociales. Mis reflexiones sobre recepción surgen a partir del trabajo de Elizabeth Wood, quien propone la existencia de una voz Sáfica (sapphonics en el original), que no refiere solo al sonido vocal por sí mismo, sino de lo que se está diciendo en el canto y de cómo esto es recibido de maneras distintas por hombres y mujeres gracias a la socialización sexualmente diferenciada que se recibe desde el nacimiento. Entonces ¿Qué sucede cuando las mujeres son receptoras de música que, como la de F.K.Ü., presenta el asesinato de mujeres como hazaña y espectáculo? ¿Podría ser que la presencia de mujeres solo como víctimas o amenazas a eliminar en las letras de la banda tenga influencia en la configuración de su público? Freddy Krueger’s Ünderwear F.K.Ü es una banda sueca de trash/horror metal formada en 1987 y activa hasta el día de hoy. Aquí nos enfocaremos en algunas canciones del Metal Moshing Mad, lanzado en 1999 y que fue el primero de los cinco álbumes que han producido. El núcleo estético y narrativo de la banda gira en torno al cine slasher, principalmente de algunas películas que aparecieron en los 70s y 80s, como La Masacre de Texas, Halloween, Viernes 13 y la serie de películas de Pesadilla en la Calle Elm cuyo antagonista, Freddy Krueger, dará nombre a la agrupación, apareciendo también en los elementos visuales, líricos y performativos de la banda. Llamó mi atención, al buscar sus videos en YouTube, que la mayor parte de quienes comentaban parecían ser hombres. Con la finalidad de tener una idea más precisa de la composición del público de la banda, realicé un análisis cuantitativo de las interacciones en sus publicaciones de Facebook del 2022, teniendo en consideración el sexo expresado en el perfil de las personas que hicieron comentarios y reaccionaron. Se realizó en esta plataforma por la ausencia de información básica sobre administradores de canales de YouTube. Finalmente, se analizaron las 65 publicaciones realizadas en la página oficial de F.K.Ü. a lo largo de este año, en ellas observamos que: Hubo un total de 2870 reacciones en publicaciones, de las cuales: o Hombres: 90.2% o Mujeres: 7.4% o Otras bandas: 1.5% o Medios de comunicación: 0.3% o Otros: 0.3% Las reacciones pertenecen a los rubros “me gusta”, “me encanta” y “me importa”, exceptuando dos “me asombra” en publicaciones con carteles de conciertos y un “me divierte” en un video donde aparece el baterista de la banda tocando solo. Las tres fueron hechas desde perfiles de hombres. Se realizaron un total de 133 comentarios, de los cuales: o Hombres: 87% o Mujeres: 12% o Otras bandas: 0.7% La mayoría de las interacciones de mujeres se presentan en los comentarios de las publicaciones explícitamente hechas para felicitar a alguno de los integrantes de la banda por su cumpleaños. También realizaron comentarios en publicaciones con fotografías promocionales y carteles de conciertos. Disciplina feminicida Para el estudio de caso en curso he analizado la letra de algunas canciones del álbum Metal Moshing Mad que considero representativas de la narrativa centrada en la disciplina feminicida. Las letras originales en inglés pueden ser consultadas en Spotify. En Maniac podemos encontrar una síntesis muy interesante de la trama de la película homónima, cuyo protagonista es el asesino en serie italoamericano Frank Zito, un veterano de Vietnam que sufre un trastorno esquizoide de la personalidad atribuido a la relación abusiva que tuvo con su madre, mujer prostituida que lo sometió a maltrato físico y psicológico hasta su muerte. Nos interesan principalmente dos partes de la letra en que se refuerza la violencia simbólica presentada en el filme: Carmen Zito, el nombre de su madre La mujer que lo volvió loco Ella lo encerró en el closet No hay a dónde correr Y no hay tiempo para rezar porque… ¡JOEY SPINELL! Directo del infierno Él te cazará, te arrancará la vida. Hay dos cuestiones importantes que me gustaría remarcar aquí. La primera es la construcción de Carmen Zito, como una personaje llanamente malvada. Tanto en pantalla como en la canción, se culpa directamente a la violencia ejercida por la madre de las atrocidades cometidas por el hijo. En la película, se nos invita a empatizar con el asesino mediante recursos visuales, mostrando al inicio las cicatrices de su pecho causadas por la guerra y el altar que tiene construido para su madre a pesar del maltrato sufrido, sin embargo, nunca entramos en contacto con la violencia que Carmen sufría al ser víctima de explotación sexual, por lo que nos es imposible sentir empatía hacia su personaje. Los asesinatos cometidos por Zito en pantalla podrían tipificarse como feminicidios sexuales sistemáticos, por su componente de repetición, a lo que sumaría el carácter claramente disciplinario: en una conversación imaginaria con su madre, habla sobre la necesidad de “detener” a las mujeres coquetas de labios rojos que quieren separarlo de ella. Estas “mujeres coquetas” serían, asumimos por la trama, las que mantienen relaciones sexuales “inapropiadas” (en espacios públicos, siendo infieles, en la prostitución). El asesinato de estas personajes es la culminación extrema de un castigo socialmente deseado: las acciones que realizan estas mujeres son reprobables y deben ser castigadas, pero solo el enfermo mental, torturado por su madre, puede ser el ejecutor impune y justificado del castigo ejemplar. El asesinato de una enfermera que decide ir sola a casa por la noche sería un ejemplo disciplinamiento preventivo puro: la ciudad de noche no es lugar para una chica buena, aunque no haga cosas malas. En el caso de F.K.Ü., la intención disciplinaria queda bastante clara si tomamos en cuenta que hay una destinataria implícita pero directa de la canción: Él tomará tu cuero cabelludo y lo coserá a un maniquí Una hermosa peluca para su novia. No se narran los hechos de forma descriptiva, como aparentemente sucedería en una película, sino que se manifiestan como amenaza directa contra cualquier mujer. Ahora, pasemos al ejemplo más importante de disciplina feminicida en este álbum: Bus Bitch Die, Bus Bitch Die pt. 2 y Die Some More. En esta trilogía se relata cómo el protagonista de la canción se encuentra con una mujer descrita como “gorda y fea” que tarda demasiado tiempo en pagar su ingreso al autobús, lo que es tomado por el autor de la letra como una afrenta a su control del espacio público, que tiene por derecho natural, por lo que debe “pagar” y ser asesinada: Su vida es triste, me toca a mí tomarla Se interpuso en mi camino por última vez Trato de subirme al autobús Pero ahí sigue, bloqueando mi camino Gorda y fea, un dolor en el trasero ¡Por qué no pagas! ¡MUERE, PERRA DEL AUTOBÚS!... Este es un fragmento de la letra de Bus Bitch Die, la parte dos de esta canción dura solamente 5 segundos y se trata del grito “Bus bitch die” repetido varias veces y acompañado de golpes de guitarra distorsionada y batería acelerada. En la última parte de esta trilogía, Die Some More, se menciona el uso del espacio como la causa del asesinato: Tú, patético pedazo de mierda Ocupas demasiado espacio […] Tu existencia, una desgracia Te haré morir y entonces… ¡MUERE! Durante el coro, canta la frase “muere, en nombre de la ley”, lo que no solo indica un ambiente de impunidad frente al deseo de matar a una mujer, también indica un aparente consenso (la ley) con respecto a que una mujer con “gorda y fea”, con un cuerpo y actitud “estorbosos” merece un castigo, por no ser útil a la consolidación del dominio masculino, por estar lejos del ideal corporal femenino y por no ceder su espacio y tiempo para la complacencia del deseo masculino, aunque este sea tan trivial como subir a un autobús. La hipótesis que exploraremos en este estudio de caso parte de contrastar canciones como estas: la introyección de los principios morales y el deber ser de las mujeres plasmados en el cine slasher y la identificación con la figura del héroe castigador, generan una sensación de impunidad que permiten a F.K.Ü. crear canciones donde se aplica de forma explícita la disciplina feminicida. Todo esto influiría en la configuración de su público como mayoritariamente masculino. No me deja poner comentarios de manera correcta, es muy poco el corpus de análisis, es necesario que analices más canciones. Además de lo que mencionamos en clase sobre relacionarlo con otras violencias hacia la mujer de otros grupos en el metal. Si no pareciera ser un hecho o caso aislado. Consideraciones finales y trabajo futuro Las consideraciones fianles son un cierre de la presentación, estos planteamientos y sobre todo la metodología que están desarrollando deben ir antes Las hipótesis que continuaré explorando más allá de este estudio de caso tienen que ver con el proceso de recepción, por parte de mujeres, de la lírica e iconografía de algunas bandas de metal en la que se hace referencia a feminicidios brutales. A partir de las observaciones de este caso y de algunas entrevistas a aficionadas del metal, planteo que las referencias sobre feminicidios en la lírica y el material audiovisual de algunas bandas de metal, sobre todo en sus variantes más extremas, dificultaría la identificación de las mujeres con estas bandas y su contenido, haciendo menos probable que se conviertan en seguidoras de su música, como pudimos ver en el análisis cuantitativo del público de F.K.Ü. María, quien escucha distintos estilos de metal desde temprana edad, comenta sobre algunos géneros de metal extremo: También había cosas en las que ya no estaba de acuerdo, por ejemplo, cuando hablé con este metalero que me habló mucho sobre el metal de Noruega, me llegó a decir como, cosas que hicieron allá grupos de metal con las que yo ya no estoy de acuerdo ¿no? Porque se fueron a un exceso de violencia y como que uno que se suicidó y que después esa foto se volvió como la foto de su disco y tal ¿no? Y creo que alguno de ellos sí llegó como a ser agresor y terminó en la cárcel y que sí mató gente o que no y que era una duda y yo como de pues eso ya no lo veo algo como admirable. Areli, quien es violinista y aficionada al metal desde su adolescencia, habla sobre su experiencia al descubrir el significado de una de las canciones que más le gustaban: Avenged Sevenfold también me gustaba. Y había una pieza que me gustaba que era A Little Piece of Heaven y yo de ¡ay, sí, está muy chida! ¿no? Porque, la historia. Pero ya después como que digo, a ver voy a buscar en YouTube qué estoy escuchando […] entonces ya vi lo que era y yo como de güey qué pedo, o sea, qué tipo de pieza me gusta […]. Habla de un bato que mata a su novia y después se la coge ya muerta y después se la come, o sea, neta está super trastornada esa canción […]. Y creo también como que en ese punto, empecé a dejar un poquito el metal porque era como de, güey, si no sé qué estoy escuchando mejor… algo en español o algo en lo que sí pueda tomar en cuenta qué estoy escuchando porque luego es algo bastante, pues degenerado ¿no? Nallely, quien ha sido aficionada al metal durante más de 10 años, narra su experiencia al encontrarse con imágenes violentas en las portadas de algunos discos: Cosas que me desagradan es hasta que investigo o veo portadas de discos y así, y esto ¿no? Ves las portadas y siempre son demonios o cosas así violando mujeres o esto del feminicidio […] como que siento el rechazo hasta ahí, musicalmente quizás… o quizá no, no mucho. Por otro lado, propongo que, en los casos en los que sí existe un consumo y disfrute, por parte de mujeres, de música en la que se narran y exponen feminicidios, las aficionadas pasan por un proceso de desidentificación de su propio cuerpo, de manera que no puedan asociarse con las víctimas de la violencia que están viendo/escuchando. Si bien, esta última propuesta debe desarrollarse y explorarse mucho más, me parece claro que existe al menos una incomodidad al percibir imágenes y narraciones, como las presentadas en este trabajo, que inciden negativamente en la escucha de las mujeres.