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Gaspar Muñoz Cosme, Introducción a la arquitectura maya. Valencia, España: Biblioteca TC.

General de Ediciones de Arquitectura, 2006.

Para quienes se interesan en el desarrollo portantes ejemplos de las edificaciones


y los logros de la civilización maya, siem- mayas. Al hablar de escalinatas (5.7), por
pre llama la atención la aparición de un ejemplo, olvida el magnífico caso del pa-
nuevo libro vinculado con el tema. Este lacio de Santa Rosa Xtampak, inmueble de
caso no fue la excepción, tras descubrir su 44 aposentos con escalinatas exteriores
presencia en una librería del sur de la ciu- pero también con escaleras interiores en
dad de México. dos de sus tres niveles. Las rampas son
Los primeros capítulos enmarcan a los apenas mencionadas, y no habría sobrado
mayas en el tiempo y en el espacio. Es un comentar, precisamente por su singulari-
resumen apretado pero aceptable, dada dad, las rampas existentes en las calzadas
la amplitud de los temas por desarrollar: de Cobá, aquella de Chakanbakán, o los
el medio natural, los orígenes, los perio- ejemplos de Labná y Chacmultún.
dos de la historia maya, la concepción del El autor apunta la existencia de pa-
universo, la escritura y los escribas, la re- sacordeles (5. 12. 3) consistentes en cilin-
ligión y el sistema político. Se habla luego dros de piedra o de madera empotrados
del urbanismo maya y su peculiar desarro- en los muros, pero olvida mencionar los
llo, así como de la arquitectura (concep- “cortineros” o pequeñas horadaciones cir-
to, función, tecnología, etc.). Los tópicos culares, otras veces muescas en los bordes
están bien presentados, de manera clara y de los sillares, que permitieron el paso de
concisa. cuerdas o de cordeles para soportar telas o
El apartado referente a los materiales pieles que regularan la entrada de luz a las
de construcción (en el capítulo 4) contiene habitaciones. Tampoco menciona el otro
secciones que nos hablan de la piedra, la tipo de “cortinero” consistente en las ho-
cal, la madera, el adobe, el ladrillo y otros radaciones circulares existentes en muchas
elementos. No obstante, la mención del de las partes anchas de las jambas, en es-
sascab es tangencial, como dejado de lado pecial las de la región del Puuc. En tales ca-
(4.1.4). El autor no le dedica un apartado vidades, arriba y abajo del vano, se metían
específico, como lo merece, sino que pre- varas a presión para detener el elemento
fiere tratarlo junto con el kancab o tierra regulador de luz, que al mismo tiempo
roja. Los constructores de ayer lo usaron brindaba mayor privacía al interior.
ampliamente (rellenos, pisos, argamasa, Más adelante, Muñoz Cosme presenta
aplanados, etc.) y en la actualidad no hay un apartado referente a los tipos de edifi-
albañil de la península que desconozca su cios, y al mencionar “Acueductos, canales
uso, pues el sascab equivale a la arena; es y aguadas” (7.11) reconoce la importancia
fundamental para cualquier mezcla. de tales elementos pero carece de buenos
Los capítulos 5 y 6, “Elementos cons- ejemplos gráficos o bibliográficos. Si bien
tructivos y sistemas constructivos”, pu- los menciona ¿por qué no ilustró o abundó
dieron enriquecerse brindando otros im- en el acueducto de Palenque, en el sistema

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hidráulico de Edzná o en las aguadas de autor se hallaba extenuado. Muchos asen-
Calakmul? tamientos que menciona bien pudieron
Algo similar sucedió con las “Murallas” ejemplificar de mejor manera su exposi-
(7.13.), sección en la que decidió omitir las ción. No podrá negar que existe la biblio-
referencias básicas para hablar de tales grafía pertinente. Empezando por Samuel
construcciones. Agregaríamos Aké, Chac- K. Lothrop (1924), a quien no menciona;
chob, Ek Balam, Muna y otros reportados pasando por Pollock et al. (1962) especí-
desde hace más de 20 años por Garza y ficamente para Mayapán, o citando a An-
Kurjack (1980). En ese mismo apartado drews IV y Andrews (1975) para Xcaret o
añadiríamos otro tipo más de edificio: bien a Martos (2003) para otros sitios de
“plataformas”, es decir construcciones ubi- la costa oriental. Obviamente tampoco
cadas en espacios monumentales y sobre conoce los avances del equipo de Peraza
las que pudieron celebrarse rituales, dan- (1999) logrados en Mayapán al finalizar el
zas, sacrificios, arengas, etcétera. siglo xx y en lo que va del presente. Men-
No discutiremos aquí al tema del ca- ciona la existencia de Utatlán, Mixco Viejo
pítulo 8, “Simbología de la arquitectura e Iximché, pero no dice nada de su arqui-
maya”, que al inicio se plantea será pre- tectura y mucho menos de la de Zaculeu,
sentado con “algunos ejemplos concretos, de Cahyup o de Chuitinamit.
preferentemente de Tikal”, y que finaliza Desde mi perspectiva, carece de refe-
con una serie de reflexiones sobre los rencias muy importantes para el estudio
mascarones de mosaico de sillares de la de la arquitectura maya. Además de los
región del Puuc. textos previamente referidos, algunas ci-
El último apartado presentado por tas recomendables de incluir son aquellas
Muñoz Cosme trata los “Estilos arquitec- de libros como los publicados por George
tónicos. Estado de la cuestión”. Desafor- Andrews en la Editorial Labyrinthos (3 vo-
tunadamente en la sección 9.2 repite la lúmenes), la monumental obra de Teobert
vieja noción de la arquitectura petenera Maler (Península Yucatán, editado y anota-
limitada al área maya central y olvida los do por Hanns Prem) y el pequeño pero útil
relevantes vestigios del Petén existentes acopio de Harry Pollock sobre la arquitec-
en tantos sitios peninsulares como Edzná, tura Chenes. Para la región Río Bec hacen
Poxilá, Xocnaceh, Aké, Izamal, Dzilam o falta Mercer, Perigny o simplemente Potter
Cobá. (1977). Las contribuciones relativamente
Después, en la sección 9.5., “Río Bec y recientes de Luz Evelia Campaña o de En-
sus variantes Chenes”, olvidó, o descono- rique Nalda tampoco fueron consideradas.
ce, las varias arquitecturas de la acrópolis También habría sido bueno mencionar
de Ek Balam. Es una omisión notable, dada la sección de sitios mayas contenida en la
la importancia que especialistas y legos Arquitectura prehispánica de Ignacio Marqui-
han dado a dicho hallazgo (Cfr. Vargas y na (obra que utilizó en la página 110, pero
Castillo). que no citó) o, cuando menos, recordar
En las páginas dedicadas a la arquitec- que un tesonero equipo de arquitectos de
tura posclásica (9.7.), el tema es tratado la UNAM, encabezados por Paul Gendrop,
de manera demasiado superficial. Da la generó una interesante serie denominada
impresión de que al llegar a esa altura el Cuadernos de Arquitectura Mesoamericana.

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El libro de Muñoz Cosme tiene una bo- algo más modesta: Breve introducción a la
nita presentación, una organización cohe- arquitectura maya.
rente de los varios temas y una redacción
clara. Con todo y sus carencias, es una
contribución bienvenida, aunque quizá A ntonio Benavides C.
hubiera sido mejor intitularla de manera INAH, Campeche

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