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En un paseo de una semana por el cantón “El Triunfo”, en Ecuador, me llamó mucho la
atención la forma como se divertían los niños de uno de los sectores de las periferias del lugar.
Había en especial dos que jugaban a diario con una caja de madera tirada por una soga, la caja
hacia las veces de un bus, lo sé por lo que decía el niño que tiraba de la soga, decía “Venga,
venga al centro de shiudad”, en el recorrido que hacían, tenía que cruzar partes con muchas
piedras la caja solía irse de lado, ellos se miraban con complicidad y reinan y volvían a lo suyo.
Luego, cambiaban de roles. Esto lo hacían días tras día después de realizar las tareas de la
escuela, donde, ellos cursaban el cuarto grado. Luego de jugar las madres de los niños los
llamaban a asearse y a comer, en una pequeña mesa a la puerta de su humilde casa, comían
los amigos, cada uno en la puerta de su casa, regularmente comían arroz, algo de vegetales,
carne pollo, con algo de carne, entre otros alimentos. Comían con tanto gusto, que era un
placer verlos. Había ocasiones en que las madres, los enviaban a comprar, lo hacían con tanta
alegría de movían la cabeza expresando felicidad. Legado el atardecer el papá de cada uno de
ellos, llegaba del trabajo, ellos salían a encontrarlos y los abrazaban, sonreían y comentaban lo
pregunté, ¿Cómo ellos construyen la felicidad desde lo más sencillo y cotidiano de sus vidas?
A la felicidad se le suele vincular con vivir en familia, amigos, un trabajo, dinero, fama,
posesiones lujosas, salud, maneras de pesar, entre otras cosas, porque en cada uno de estos
ámbitos buscamos el bienestar, ¿han buscado alguna vez la felicidad en la satisfacción de estos
ámbitos de la vida? ese algo que provoque el sentirse bien consigo mismo y los demás. Sin
desempleo, enfermedad, dinero, entre otras carencias que opacan los colores de la vida feliz.
Por un lado, hay personas que, a pesar de toda carencia, en cualquiera de estos
ámbitos, siéntense feliz con una mirada optimista ante el mundo. Los estoicos decían “La
felicidad no consiste en desear cosas sino en ser libre”, en la historia que hemos citado
anteriormente, podemos darnos cuenta que los niños sin juguetes extravagantes, podían
sentirse libres, su imaginación se aliaba para crear una visión de su circunstancia capaz de
divertir, de hacer sentir la felicidad. Aquí podemos pensar que las posesiones materiales, en
este caso la ausencia de juguetes pomposos, no determinaban la felicidad de los niños. Pero,
¿Serían igual de felicidad los niños con juguetes especiales? la actitud que ellos han
desarrollado de imaginar para jugar y divertirse, es un hábito, buscar que lo que hace sea
divertido es habito bueno y sano, buscan ver lo bueno y con aquello que este a su mano crean
podemos hacer de divertido con esto que está ahora a nuestro alcance, esto conduce a pensar
que ellos si tuvieran los juguetes como un carro a pedal o pasarla en un parque de diversiones
que tienen. Ya lo decía Aristóteles, “La felicidad depende de nosotros mismos”, ellos la crean,
la viven y se divierten haciendo lo que más les gusta hacer a esa edad jugar.
Ser felices tiene que abordar los diferentes ámbitos de la vida del ser humano como decía
Tales de Mileto, “La felicidad del cuerpo se funda en la salud; la del entendimiento, en el
saber” (624 a. C. – 546 a. C.), si se trata del ámbito de la salud, es menester realizar los
cuidados, comida saludable, ejercicio entre otras cosas. Los niños de nuestra historia no se
pararían a pensar que tan mala es la comida, sino mas bien, buscarían con la imaginación como
pueden hacer que sus vegetales tengan un sabor gustoso al paladar. Si hablamos de la familia,
los desacuerdos y controversias son una características del día a día en la familia, si aplicamos
la imaginación de los niños con una mezcla de pensamiento positivo, los miembros de la
ver la dificultad como una oportunidad para crecer, aprovecharían la aparente desventaja y
hasta mirarían con un toque de humor, la felicidad estaría en tener oportunidades para vivir
Con estas cortas reflexiones, podemos darnos cuenta que se construye la felicidad de los más
cotidiano, con ayuda de una actitud exploradora como la de los niños, donde la imaginación ve
Como decía el escritor León Tolstoi “Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no
deseo con exceso lo que no tengo” y el escritor Henry Van Dyke, nos recuerda que “La felicidad
es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos”