Está en la página 1de 1

Hola, soy Kevin.

Vivo con papá y mamá en una casa que es amarilla por dentro
y verde por fuera. Soy un niño muy feliz, bueno en realidad lo era, hasta hace
poco.
Primero les contaré de papá y mamá. Papá es para mí un super héroe, él
siempre me salva como el hombre araña a su chica. Me gusta mucho pasar
tiempo con él y jugar a los dinosaurios. Papá es alto como un edificio, es
amoroso y dulce también, como un caramelo. En las noches me lleva a dormir
y con un beso me despide para el día siguiente.
Mamá es mágica, ella trabaja, pero pareciera que llega volando a la casa y
siempre está lista para cuidar de mí y de mi papá. Hace comidas increíbles, es
más talentosa que un chef. Sus ojos parecen dos estrellas, tan brillantes como
ellas. Cada mañana me despierta con un beso antes de irse a trabajar. Creo
que tengo una familia sin igual.
Un día sentí mi casa diferente, parecía que una nube gris había entrado por la
puerta y se había instalado en todas las habitaciones. Aunque papá seguía
sonriendo yo notaba algo en su mirada y los ojos de mamá no tenían el brillo
de siempre.
Así pasaron varios días, en realidad no estoy seguro de cuántos, pero un día la
nube que había entrado por la puerta se hizo más grande, cubrió todos los
espacios y objetos de mi casa. En el baño y por debajo de la cama la nube ahí
estaba.
Pero… ¿y papá? A él ya no lo miraba. Ahora juego con los dinosaurios yo solo
y el beso de todas las noches se ha convertido en un abrazo apachurrador que,
aunque no puedo ver, sí puedo sentir.
Mamá me dijo que papá se ha mudado a otra casa, una casa aún más cerca
que ésta en la que vivimos. Esa casa está dentro de mí, ¡papá se ha mudado a
mi corazón!
Las personas tan especiales como papá no se quedan para siempre poder
verlas, pero sí para siempre poder sentirlas junto a nosotros.

También podría gustarte