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Lecturas desde la Antropologí¡
social y cultural
Raúl Sánchez Molina
Reservados todos los derechos.
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información y sistema de recuperación, sin pemús4il escrito de Editorial Centro de Estudios Ramón
Areces, S.A. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si
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ISBN-13: 978-84-8004-893-4
Depósito legal: M-7 .831-2009
Indice
Primera Parte
COLONIALISMO, NEW DEAL Y SEGUNDA GUERRA MUNDIAL:
ETNOGRAFÍA AL SERVICIO DEL ESTADO Y DE SUS INSTITUCIONES
Antropología Práctica (Bronislaw Malinoski) ........ ... ..... ...... .. ..... .. .... .. ... .... 57
Métodos de estudio del contacto cultural (Monica Hunter).... ....... .... ........ 73
La Antropología como un servicio público (Godfrey Wilson).................... 87
Una evaluación de la Ley de Reorganización India {Scudder Mekeel) ...... 103
El problema de los cambios de hábitos alimenticios (Margaret Mead). .. .. 113
Segunda Parte
GUERRA FRÍA Y DESARROLLO:
ETNOGRAFÍA DE VALOR EXPLÍCITO Y CAMBIO CULTURAL
ÍNDICE 7
Tercera Parte
POSCOLONIALISMO Y DERECHOS CIVILES:
ETNOGRAFÍA COMUNITARIA Y PARTICIPATIVA
Cuarta Parte
GLOBALIZACIÓN Y TRANSNACIONALISMO:
ETNOGRAFÍA MULTISITUADA, TRANSNACIONAL Y VIRTUAL
1
Lucy Cohen ( 1976) "Conflict and Planned Change in the Development of Cornmunity
Health Services," del libro editado por Michael Angrosino, Do Applied Anthropologists Apply
Anthropo/ogy, Athens: University of Georgia Press, pp. 23-33.
AGRADECIMIENTOS 9
Gracias a las informaciones recibidas -a través de Lucy Cohen- de los profe-
sores Michael Angrosino y Carole HiU, la1Southern Anthropological Society
(http://www.southernanthro.org) cedió los derechos de traducción a español y
la publicación de este capítulo, de ahí que reitere mis agradecimientos a la aso-
ciación y a la profesora Margaret Williamson Hubert, por su pronta disponi-
bilidad.
Otras J!>e:r.sonas que también han seguido más de cerca los avatares de este
proyect0, bm sido los profesorns: Jon Anderson y Ubaldo Martínez Veiga. Jon
Anderson e-s director del Departamento de Antropología de The Catholic
University of America, en Washington, D.C., á quien agradezco enormemente su
interés por este proyecto; incluso colaborando para que pudiera gestionarse la
traducción al español y la publicación de algunos de sus artículos que previa-
mente había seleccionado. 2 Ubaldo Martínez Veiga también me ha acompañado
durante este tiempo. tanto en Madrid como en Washington. Gracias a él en este
Iibro se intenta destacar las aportaciones que a la Etnografía ha hecho al Instituto
Rhodes-Livingstone incorporando un artículo de su primer director, Godfrey
Wilson. 3 Quisiera extender mis agradecimientos a Abel Clair, quien con pronta
disponibilidad realizó las gestiones pertinentes para que la editorial Edinburgh
University Press, la actual editorial de la revista Africa: Journal of the
lnternational African /nstitute (http://www.eupjoumals.com/joumal/afr), haya
tenido la gentileza también de conceder los derechos de traducción y publica-
ción de este artículo, además de los de Bronislaw MaUnoski y Monica Hunter. 4
También agradezco al profesor Ubaldo Martínez Veiga su revisión de las tra-
ducciones de los artículos de Godfrey Wilson y del capítulo introductorio de
Carolyn- Fluehr-Lobban.5
Agradezco el interés mostrado por la profesora Kaja Finkler por uno de los
borradores de este proyecto, y su colaboración en esta compilación con uno de sus
artículos publicado en la revista América lndígena; 6 extendiendo este agradeci-
miento a Guillermo Espinosa Velasco, director del Instituto Indigenista Interame-
ricano (http://indigenista.net) por haber concedido los derechos para la publica-
ción en este libro de este artículo, además de los del de Carmen Viqueira y Ángel
African Jnstitute, 2 (1): 22-38 y Monica Hunter (1934) "Methods of Study of Culture Contact."
Africa: Journal of the lnternational African lnstitute, 7 (3): 335-350.
5 Carolyn Fluehr-Lobban (2003) "Ethics and Anthropology 1890-2000. A Review of Issues
and Principies ." En Carolyn Fluehr-Lobban (ed. ) Ethics and the Profession of Anthropology.
Dialogue far Ethically Conscious Practice. Walnut Creek: Altamira Press, pp. 1-28.
6 Kaja Finkler ( 1977) "El cuidado de la salud: un problema de relaciones de poder." América
Indígena , 37 (2): 435-456.
7
Carmen Viqueira y Ángel Palerm ( 1954) "Alcoholismo, brujería y homicidio en dos comu-
nidades rurales de México." América Indígena, 14: 7-36; Osear Lewis ( 1957) "Urban ización sin
desorganización. Las Familias Tepoztecas en la Ciudad de México." América lndígena, 17:3:
23 1-246.
8 Nina G lick Schiller, Linda Basch y C1istina Szanton Blanc (1995 ) "From Jmm.igrant to
Transmigrant: Theorizing Transnational Migration." Anthropological Quarterly, 68 ( l): 48-63.
9 Margaret Mead (1943) "The Problem of Changing Food Habits." The Committee the Food
Habits. The Problem of Changing Food Habits. Washington, D.C.: Bulletin of the National
Research Council, 108: 21-31.
10
Allan Holmberg ( 1957) "Participant Intervention in the Field." Human Organization,
14( 1): 23-26.
11 Sol Tax (1988) "The Fox Project." Human Organization: 17 ( l): 17- 19.
12
Davydd Greenwood ( l 991) "Collective Retlective Practice through Participatory Action
Research: A Case Study from the Fagor Cooperatives of Mondragón." En Dona.Id A. Schón (ed. )
The Reflective Tum: Case Studies in and on Educational Practice, New York, Teacher's College
Press, pp. 84- 107.
13 Benedicte lngstad (1990) "The Cultural Construction of AIDS and its Consequences for
AGRADECIMIENTOS 11
han puesto en la revisión del artículo de Donald Donham 14 y a Ana Quinta
Rodríguez por la desinteresada revisión que hizo de la traducción del artículo de
Jon Anderson (1995), y sobre todo, por ofrecer su gran talento creativo, a partir
de fotografías de campo, en el diseño de la portada del libro. A todos ellos agra-
dezco profundamente su amistad y su colaboración en este proyecto.
14 Donald Donham ( 1998) "Freeing South Africa: the "modemization" of male-male sexua-
INTRODUCCIÓN 13
un antropólogo norteamericano de la Universidad de Stanford, describe siguien-
do un modelo etnográfico diferente sus observaciones del funeral de Linda, un
activista de los derechos de gays, lesbianas y transexuales, que murió en Soweto
como consecuencia del SIDA. La vida de este activista sudafricano enfrenta a
este antropólogo con problemas que previamente no se había planteado: el de
identidades post-apartheid basadas en la sexualidad. Y es que el final del apar-
theid, según argumenta Donham, no sólo afectó a las estructuras del poder colo-
nial y a sus definiciones esencialistas de la diferencia cultural, sino también al
sistema sexo/género en el que se había sustentado. De hecho, Sudáfrica es en la
actualidad uno de los pocos países del mundo donde se reconocen derechos civi-
les a gays, lesbianas y transexuales. Donald Donham analiza estos cambios en un
país donde, a diferencia de Estados Unidos, estos colectivos recién habían podi-
do reivindicar públicamente sus derechos -después de que el régimen del apar-
theid hubiera caído-. Frente a los análisis de textos que sobre la identidad sexual
en occidente había iniciado Foucault (1976), Donham propone el transnaciona-
lismo como marco explicativo para comprender estos cambios y la Etnografía
como modo empírico para contextualizados.
Estas dos experiencias etnográficas ilustran el objetivo de esta compilación
de lecturas, mostrar propuestas y prácticas etnográficas, sus modelos y sus apli-
caciones siguiendo los contextos políticos y económicos en donde se han ido
dando y desarrollando desde que Malinowski propusiera su crítica "Antropología
práctica" al servicio del colonialismo europeo. Desde entonces, importantes
acontecimientos históricos se han ido sucediendo -Segunda Guerra Mundial,
Guerra Fría, procesos de descolonización, lucha por los derechos civiles, proce-
sos de globalización- que al tiempo que han sacudido estructuras sociales domi-
nantes donde la disciplina se ha desarrollado, también han re-dirigido sus distin-
tas formas de observar, describir y analizar las sociedades y las culturas que
estudia. Si bien la Etnografía, como la Antropología en general, surge durante el
colonialismo, desde entonces se ha ido ideando, proponiendo y empleando de
diversas maneras y con diversas finalidades . Manteniendo los principios natura-
listas de los que surge (Martínez Veiga 2007), los antropólogos han continuado
ampliando sus contextos de observación siguiendo los desplazamientos de los
grupos sociales que estudia y analizando la incidencia de estructuras políticas,
económicas y culturales más amplias en sus re-configuraciones sociales y cultu-
rales, en sus formas de organizarse socialmente y de re-definirse y expresarse cul-
turalmente. De ahí se explica que, a pesar de cambios de paradigmas teóricos, el
mantenimiento de ciertos principios del modo de conocer etnográfico justifique
su validez para conocer y comprender viejas y nuevas instituciones sociales
(Velasco y Díaz de Rada 1997). Estos principios explican, asimismo, sus actua-
les prácticas y aplicaciones poscoloniales, más allá de fronteras políticas y loca-
lizaciones geográficas, como hace Jon Anderson ( 1995) siguiendo y observando
los espacios sociales que actualmente emergen en Internet. La expansión gradual
y global de su acceso favorece nuevos modos de interacción entre personas que,
si bien se encuentran dispersas geográficamente, se conectan on-line movidos por
INTRODUCCIÓN 15
compaginando la observación participante y las entrevistas con el análisis de
textos históricos, historias de vida y materiales arqueológicos (Powdermaker
1966; Stocking 1979; Foster, Scudder, Colson y Kemper 1979). Según Akhil
Gupta y James Ferguson (1997:24) éste último mantiene el carácter más natura-
lista de la Etnografía con respecto a la incorporación y socialización en el
campo, la importancia en la construcción de la empatía y el sentido de colabo-
ración con los informantes. 1 Así y todo, la combinación de ambas tradiciones, y
las importantes contribuciones realizadas por otros antropólogos de otras escue-
las, explican su diversificación en sus prácticas y aplicaciones así como su incor-
poración en otras disciplinas. 2
Desde la década de los treinta, las aplicaciones de la Etnografía fuera del
ámbito académico, es decir, en investigaciones que no sólo buscan la produc-
ción teórica, se han enmarcado dentro de lo que se ha denominado la Antro-
pología aplicada, cuyos inicios se vinculan con los sistemas de control colo-
nial (Magubane 1971; Leclerc 1973). Con todo, debemos advertir que aunque
la Antropología aplicada se haya establecido como un ámbito distintivo en la
disciplina desde entonces, no surge ajena a la tradición académica. 3 En segun-
1
Mientras la Antropología social británica fija su modelo en la sociología positivista de
Émile Durkheim, orientándose en el estudio de las relaciones sociales, la cultural estadouniden-
se lo hace en el comportamiento humano, tanto en sus dimensiones históricas como contemporá-
neas. Franz Boas, influido por científicos naturales y geógrafos proponía la investigación induc-
tiva mediante recolección de datos empíricos para conocer los desarrollos históricos particulares
de las poblaciones indias, apenas aceptando generalizaciones teóricas que no se fundamentaran
en suficientes evidencias empíricas (Bohanna y van der Elst 1998; Aguirre Beltrán 1974).
Malinowski a su regreso de las Islas de Trobiand instaura la observación participante y el cono-
cimiento de las lenguas nativas como medios de estudio de las instituciones sociales, si bien, éstas
ya habían sido utilizados por Frank Cushing y Edgard Lee Hewett en Estados Unidos (Parezo
1993) o por los etnólogos que trabajaron con poblaciones indias y colaboraron con la Oficina de
Etnología Americana (Lassiter 2005).
2 Como destaca Ubaldo Martínez Veiga (2007), el protagonismo que se ha dado a Malinowski
y Boas como artífices del desarrollo de la Etnografía en la disciplina ha relegado a un segundo lugar
las importantes contribuciones etnográficas de los antropólogos británicos del Instituto Rhodes-
Livingston y de Ja Escuela de Manchester en el ámbito de la Etnografía urbana. Michael Burrawoy
(2000), incluyendo las aportaciones de la Escuela de Chicago, también acentúa esta contribución
señalando que los antropólogos de estas instituciones británicas favorecieron el desarrollo de la
Etnografía como proceso social dando importancia, con respecto a las demás tradiciones, a los fac-
tores estructurales más amplios.
3 La primera referencia a este concepto se le atribuye a Daniel Brinton en una presentación
que hizo, en 1896, en la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (Parezo 1993). El tér-
mino reaparece nuevamente en 1906 en el título de un programa de especialización de la Universi-
dad de Oxford hasta que, un año después de que Malinowski (1929) presentara su propuesta de
"Antropología práctica", Radcliffe-Brown ( 1931 :276) lo vuelve a retomar en una ponencia que pre-
senta en un congreso en Australia [citado por Foster (1974:70)]. Las definiciones que posterior-
mente se han dado del concepto tienden a subrayar la resolución de problemas relacionados con los
cambios sociales y/o culturales sin proponer marcos teóricos o metodológicos diferentes a Jos que
se han ido dando en la Antropología en general (Foster 1974; Agar 1982; Chambers 1985; Partridge
y Eddy 1978; van Willigen 2002) .
4
Desde sus inicios la Antropología en México incorpora las tradiciones eu ropeas y nortea-
mericanas, centrándose en los cambios y los problemas estructurales que se dan como conse-
cuencia de la revolución . De ahí que su conocimiento haya sido más inmediatamente apl icado
(Aguirre Beltrán 1974). Como en el caso de México, en otros países, como Canadá (Hedican
1995; Ervin 2000), o incluso en otros con menos tradición esta di stinción también resulta irrele-
vante (Hi ll y Baba 1997).
5 La An tropología en Estados Unidos, por ejemplo, se inicia con el trabajo de Lewis Morgan
y un grupo de antropólogos en torno a William Powell que trabajaron para la Oficina de Etnología
Americana. Entre estos se encontraba James Mooney, cuyo informe, "Ghost Dance and the Sioux
Outbreak of 1890", se cons idera el primer estudio de Antropología política de Ja di sciplina (Van
WiJligen 2002; Partridge y Eddy 1978). En lo que respecta a la Antropología del desarrollo, junto
a las propuestas que se han dado antes de la década de 1980, así como la incorporación de antro-
pólogos a instituciones nacionales o multilaterales como especialistas en el campo del desarrollo
- Alan Hoben , Michael Cernea o Michael Horowitz- , durante las pasadas décadas se ha dado un a
crítica sistemática de relevancia teórica, como Ja que se ha hecho desde una perspectiva postes-
tructuralista, a las definiciones del mismo concepto de desarrollo como discurso históricamente
construido desde occidente (Escobar 1995; Ferguson 1994). Y en lo que respecta a la Antropología
mécLica, que surge en el ámbito de salud pública y del desarrollo internacional, no sólo ha aumen-
tado en las últimas décadas su presencia en instituciones médicas, sino que se ha convertido en un
campo específico de investigación con desarrollos teóricos relacionados con políticas de salud y
atención sanitaria (Rylko-Bauer, Singer y van Willigen 2006).
INTRODUCCIÓN l7
o los británicos para las administraciones coloniales antes de que Malinowski
propusiera su Antropología práctica (Foster 1974; Stewart 1983; Goldschmidt
1979; van Willigen 2002).
Así y todo, no sólo la práctica antropológica fuera del ámbito académico,
sino incluso su producción teórica se ha desarrollado en contextos plagados de
relaciones asimétricas de clase, grupos étnicos o género, reproduciendo patrones
ideológicos dominantes de los distintos países e instituciones que la han promo-
cionado y/o patrocinado (Wolf y Silverman 2001). De ahí que Talal Asad (1992)
proponga que la Antropología se analice como una disciplina holista que se nutre
en una sociedad burguesa y que convirtió en objeto de estudio sociedades no
europeas bajo su control económico, político y cultural. No es por casualidad que
un momento crítico para la disciplina y para la Etnografía coincida precisamen-
te con los procesos de descolonización durante los cuales se cuestionan prácticas
heredadas de su pasado colonial. Esta crítica, si bien ha ido estableciendo límites
a la Etnografía, cuestionando su autoridad y representatividad, paradigmas teóri-
cos y, sobre todo, aplicaciones, también ha propiciado, paradójicamente, nuevas
aproximaciones y desarrollos que explican su actual dinamismo dentro y fuera
del ámbito académico (Rylko-Bauer, Singer y van Willigen 2006). De ahí que se
haga necesario contextualizar las distintas propuestas etnográficas que se han ido
dando en la disciplina, así como sus principios y sus valores dominantes, para
comprender sus actuales desarrollos. 6
El colonialismo europeo, las políticas del New Deal impulsadas por
Franklin Roosevelt y la Segunda Guerra Mundial constituyen un periodo (1930-
1945) en el que la Antropología como disciplina, sus propuestas y sus aplica-
ciones adquieren una gran importancia para su expansión académica, sus ámbi-
tos de especialización y de profesionalización. Durante este periodo gran parte
de su investigación se encuentra relacionada, directa o indirectamente, con ins-
tituciones estatales. Con el inicio de la Guerra Fría y de los procesos de desco-
lonización de las antiguas colonias europeas (1945-1965), la Antropología nor-
teamericana se consolida como disciplina liderando hasta la actualidad muchas
de sus propuestas y desarrollos. Sin embargo, se da una importante crisis conec-
tada con intereses neo-coloniales y de control social. Los tumultos que se viven
qentro del país, con las movilizaciones en favor de los derechos civiles de las .
minorías y en contra de la Guerra de Vietnam, propiciarán una revisión de su
tradición y la reivindicación de una Etnografía más comunitaria y participativa
que supere paradigmas teóricos homogeneizadores del funcionalismo o de cul-
tura y personalidad ( 1965-1985). El desarrollo de estas nuevas propuestas, junto
que éste no podría comprenderse sin la referencia a los contextos políticos y económicos en los que
la disciplina se ha desarrollado y en los que, en cualquiera de los casos, se han reforzado -desde
perspectivas positivistas de supuestos valores universales-, procesos de asimilaciones homo-
geneizadoras.
7
John van Willigen (2002: 25-41) establece otras etapas históricas en el caso del desarrollo
de la Antropología aplicada en Estados Unidos: "Periodo del Servicio Federal" ( 1930-1945),
"Periodo de extensión y del valor explícito" ( 1945-1970) y "Periodo de Investigación Política"
( 1970-hasta la actualidad). Para los propósitos de esta compilación las etapas que aquí se estable-
cen son sólo orientativas ya que tanto contextos políticos y económicos, como marcos teóricos, pro-
puestas etnográficas y aplicaciones se solapan de un periodo a otro.
8 Muchos autores han escrito sobre la importancia de estos materiales, sobre todo de las des-
INTRODUCCIÓN 19
adquiriendo como método de campo en la disciplina la fue apartando de cierta
concepción museística inicial y de un concepto de cultura estático (Wolf y
Silverman 2001) no la desvincula del Estado y de sus instituciones, sobre todo,
como consecuencia de la expansión colonial. 10
Las investigaciones de campo, que se incrementan a partir de la década de
los treinta, se concebían tanto en Europa como en América según los principios
más positivistas de la disciplina: subrayando su capacidad de objetividad cientí-
fica y, en esa misma medida, garantizando investigaciones libres de juicios de
valor. Persiguiendo el reconocimiento y la expansión de la disciplina, antropó-
logos de este periodo pusieron a disposición de instituciones estatales -sobre
todo después de la Primera Guerra Mundial-, sus teorías y métodos para estu-
diar científicamente las culturas y las instituciones sociales de poblaciones que
se encontraban bajo control colonial. Este fue el caso de británicos y franceses
en sus respectivas colonias (Feuchtwang 1992), norteamericanos entre pobla-
ciones indias dependientes (Foster 1974) o mexicanos que investigaron para el
denominado proyecto nacional entre poblaciones indígenas (Hernández Castillo
2001). En el caso de la Antropología social británica estas investigaciones se
basaron fundamentalmente en estudios sobre contacto y cambio cultural en el
continente africano. La falta de perspectiva histórica del funcionalismo británi-
co propicia que en estas investigaciones de campo no se tengan en cuenta el
colonialismo como un sistema ideológico impuesto; centrándose únicamente en
la observación y en el estudio del funcionamiento presente de las instituciones
sociales de estas poblaciones sin considerar la influencia del contexto colonial
en ellas. Todas las propuestas que se hacen durante este periodo, incluso más
allá del ámbito académico, parten de los paradigmas teóricos dominantes en la
época -el funcionalismo británico o el de cultura y personalidad norteamerica-
no-. En ellas los antropólogos/as además de realizar investigaciones de campo,
desempeñan el papel de consultores para el Estado o sus instituciones partiendo
de una visión positivista y, paradójicamente, como destaca Michael Angrosino
(1976), sin cuestionar ni los contextos políticos ni la naturaleza de las institu-
ciones a las que servían.
colecciones privadas o promover sus intereses académicos. Kupper (2005:4), citando a Leach, des-
taca el hecho de que antropólogos británicos de esta época, como Rivers o Alfred Haddon, no
pudieran establecer la disciplina en Cambridge porque no pertenecían a la aristocracia inglesa. O
que décadas más tarde, Malinowski pudiera acceder a la London School of Economics debido a la
orientación socialista de la institución y a su baja consideración social en donde podían estudiar
mujeres o alumnos extranjeros.
10 La situación colonial favoreció, sobre todo en el caso británico, la concentración de inves-
tigaciones etnográficas ya fuera porque se adoptara el sistema del gobierno indirecto (Foster 1992),
porque los antropólogos británicos estuvieran interesados en aplicar sus teorías funcionalistas
(Leclerc 1973) o porque estos pretendieran mantener o extender la disciplina que entonces conta-
ba con poca presencia universitaria y a la que sólo podían acceder alumnos con suficientes recur-
sos -o con posibilidades de conseguirlos- , para costear sus trabajos de campo (Stocking 1979;
Sillitoe 2006).
11
La fundación de esta institución, en Londres en 1926 -actualmente Instituto Internacional de
Lenguas y Culturas Africanas-, fue impulsada por el administrador colonial Lord Lugard, defensor
del gobierno indirecto y promotor de investigaciones etnográficas. Para esta institución colaboraron
destacadas figuras europeas de la Antropología del momento. Así y todo, otras metrópolis coloniales
también contaban con instituciones similares, /'Eco/e Colonia/e de Paris o el lnstitut Universitaire
des d'Outre-Mer de Amberes (James 1992; Foster 1974; Leclerc 1973; Martínez Veiga 2007).
12
Ruxton ( 1930), anterior gobernador de Nigeria, defendiendo esta iniciativa, P.E. Mitchell
(1930), comisario provincial en Tanganika, expresando su escepticismo o Evans-Pritchard (1946)
considerando que estas investigaciones no eran científicas.
INTRODUCCIÓN 21
fica y detallada y a sus niveles de análisis así como la incorporación en la tradi-
ción eminentemente descriptiva de la disciplina de métodos estadísticos que la
Sociología y la Psicología aplicaban en sociedades industriales. Sin embargo, a
pesar de esto -continúa la autora-, el apoyo de las autoridades coloniales a estas
investigaciones fue mucho menor de lo que Malinowski esperaba, éstas fueron
esporádicas y con poca financiación de los gobiernos europeos. 13 La sospecha de
las autoridades coloniales hacia los trabajadores de campo -temiendo que pudie-
ran causar disturbios en las colonias-, la falta de empatía de estos hacia los colo-
nos europeos y las autoridades coloniales, la falta de reconocimiento, a su vez, de
las autoridades al valor práctico de sus investigaciones y las limitaciones de los
trabajadores de campo en la aplicación de técnicas de investigación y de inter-
vención social son razones que la autora destaca para que estas expectativas no
se vieran colmadas.
Entre estas investigaciones se encuentra la de Monica Hunter (1934) en la
Provincia del Cabo (Sudáfrica), financiada por la Fundación Rockefeller, y que
se incluye en esta compilación con el artículo "Método de estudio del contacto
cultural". Forma parte de una serie de artículos sobre técnicas etnográficas que
edita Lucy Mair y que se publican en la revista Africa (Schapera 1935), en él
Monica Hunter describe sus métodos de campo centrándose, como se ha dicho
anteriormente, en el contacto cultural y en los efectos que sobre comunidades
bantúes tienen las actividades de los europeos. Años más tarde, en 1938, se fundó
el Instituto Rhodes-Livingston, bajo la dirección de Godfrey Wilson -esposo de
Monica Hunter-, en la entonces Rodesia del Norte (Zambia). Con este instituto
se pretendía promover también investigaciones científicas en las colonias africa-
nas sobre las consecuencias de la influencia europea sobre las sociedades autóc-
tonas. El Instituto Rhodes-Livingston, que tuvo una gran influencia académica,
se convirtió en un referente para otras instituciones dentro y fuera del continen-
te africano. 14 En el artículo, "La Antropología como un servicio público",
Godfrey Wilson ( 1940) explica los principios y proyectos de esta institución,
proponiendo.una Antropología que fuera a la vez científica y práctica, aunque
partiendo de los límites del método científico en sus aplicaciones sociales. Lo
que el antropólogo como técnico puede ofrecer a los administradores -según
Wilson- es información sobre la organización social, la economía, la política y
13 De esta iniciativa surgieron investigaciones como la de Meyer Portes sobre los tallensi a peti-
ción del Gobierno de Costa de Oro, la de Schapera sobre los tswana a petición del Gobierno sud-
africano o la de Nade! sobre los nupe de Nigeria a requerimiento de Lord Lugard (Richard 1944).
Sin embargo, se tuvo que recurrir a instituciones norteamericanas, como la Carnegie Foundation o
la Fundación Rockefeller, para la financiación de gran parte de estas investigaciones (Crowder 1987;
Fisher 1986; Martínez Yeiga 2007).
14
No sólo el trabajo de Godfrey Wilson, sino también el de sus predecesores, Max Gluckman,
Elizabeth Colson y Clyde Mitchell (Martínez Yeiga 2007). Después de la independencia de Zambia
en 1964, el instituto se incorporó a la Universidad de Zambia centrándose en estudios sociales inter-
discipJjnares (Musambachime 1993).
15
Aparte de la Oficina de Asuntos Indios, el Servicio de Parques Nacionales, el Servicio de
Conservación del Suelo o el Departamento de Agricultura, se financian investigac iones etnográfi-
cas sobre organización industrial, salud o sobre condiciones de trabajo y productividad (Stewart
1983; Partridge y Eddy 1978).
INTRODUCCIÓN 23
procesos burocráticos. Hasta el punto que algunos antropólogos se quejaron de
que los administradores federales impulsaron las constituciones de las poblacio-
nes indias antes de que pudieran concluir sus investigaciones.
En el artículo de Scudder Mekeel (1944), "Una evaluación de la Ley India",
el autor destaca los cambios de política de organización de las poblaciones
indias del país promovidas por John Collier y que el Congreso de Estados
Unidos sanciona con la aprobación de la nueva legislación que, si bien, las
poblaciones indias votaron, no todas aprobaron. Con esta nueva legislación se
pretendía, según Mekeel, la devolución del poder a las poblaciones indias en la
gestión de sus propios asuntos y la consolidación de sus recursos económicos.
De ahí que la nueva legislación exigiera la reorganización de los pueblos indios
a través de la elaboración de constituciones y estatutos propios y su incorpora-
ción a una economía estatal de carácter crediticio. Mekeel compara la nueva
legislación con la del gobierno indirecto británico, en cuanto a sus procedi-
mientos "técnicos"; es decir, ambas funcionan a través de las instituciones nati-
vas. No obstante, resalta que la legislación estadounidense difiere de la británi-
ca en su objetivo, mientras la administración estadounidense pretende rehabilitar
y fortalecer a las poblaciones indias y a sus economías, la británica persigue Ja
explotación económica de las poblaciones nativas a través de la recaudación de
impuestos y de su mano de obra.
Durante la década de los cuarenta, en plena apoteosis del concepto de cultu-
ra en los estudios académicos y del auge de la Etnografía y sus posibilidades apli-
cadas en Ja sociedad contemporánea no1teamericana, universidades como la de
Chicago, Columbia, Harvard o Yale promocionan investigaciones interdiscipli-
nares relacionadas con los problemas sociales o cambios culturales y entre las
que la Antropología ocupa un papel destacado (van Willigen 2002). Tras el bom-
bardeo de Pearl Harbour y la entrada de Estados Unidos en Ja Segunda Guerra
Mundial, la asociación de antropólogos más importante del país, la Asociación
Americana de Antropología (AAA), ofrece su apoyo incondicional a las institu-
ciones estatales y sus servicios en aquellos programas que se relacionen con la
situación social que origine la guerra (Fluehr-Lobban 2003; Montgomery y
Bennet 1979). El Consejo de Investigación Nacional constituye entonces varios
comités para promocionar investigaciones interdisciplinares, en los que relevan-
tes antropólogas, como Margaret Mead y Ruth Benedict, desempeñaron funcio-
nes destacadas: el Comité para el Levantamiento de Ja Moral Nacional, con la
finalidad de estimular la confianza de la población durante la guerra, y el Comité
de Hábitos Alimenticios, para mejorar la nutrición de la población durante la
campaña bélica. De las investigaciones promovidas por éste último se publicó el
libro colectivo The Problem of Changing Food Habits (1943) sobre problemas
relacionados con los cambios de patrones alimenticios y cuya introducción corre
a cargo de Margaret Mead. Uno de los objetivos iniciales de este Comité era
localizar los problemas más importantes de las deficiencias nutritivas de los
hábitos de la población, especialmente, entre las poblaciones de bajos ingresos
del sureste del país, de los trabajadores de los cinturones industriales de las gran-
16 Entre otros, en la Escuela de Formación de Asuntos Civiles del Lejano Oriente, estableci-
INTRODUCCIÓN 25
en Gran Bretaña (Foster 1974; van Willigen 2002). Con todo, durante la década
de los cincuenta los antropólogos británicos continuaron con investigaciones en
ámbitos urbanos en la región del África Central que se coordinan desde la Escue-
la de Manchester bajo la dirección de Max Gluckman (Martínez Veiga 2007).
Estas investigaciones, que suponen una continuación de los trabajos que se rea-
lizaron en el Instituo Rhodes-Livingston, impulsan el desarrollo de Etnografías
en países como Zambia, Zimbabwe o Malawi (Werbner 1984). Aún así, la desin-
tegración del imperio británico, .con el proceso de descolonización que se inicia
después de la Segunda Guerra Mundial, limita el acceso de las nuevas genera-
ciones de antropólogos británicos al campo en sus antiguas colonias, afectando
la expansión de la Antrqpología con respecto a Estados Unidos (Kuper 2005;
Sillitoe 2006). En este país, no sólo se da un aumento de antropólogos en las
universidades, sino en programas gubernamentales para el desarrollo o como
evaluadores de la ayuda técnica internacional que se realizan en países en pro-
cesos de industrialización (Fiske y Chambers 1997; Goldschmidt 1979) y a los
que también se incorporan antropólogos de otras nacionalidades, sobre todo, en
programas que promocionan instituciones multilaterales que se establecen
durante la postguerra. 17 Las condiciones socio-políticas que se dan durante este
periodo de la Guerra Fría, el marcartismo o la Guerra de Vietnam 'influirán, no
obstante, el rumbo de la disciplina en Estados Unidos (Goldschmidt 1979). De
manera general, durante este periodo se observa una doble situación en las pro-
puestas etnográficas, por una parte, continuidad de proyectos que se iniciaron
en el periodo anterior, especificándose ámbitos de estudio como salud, migra-
ciones o desarrollo, y por otro, cambios de paradigmas y de estrategias de inves-
tigación, diversificándose contextos de observación en comunidades campesi-
nas y urbanas.
En cuanto a la pr.imera, el interés sigue centrándose mayoritariamente en
poblaciones no occidentales y sobre problemas relacionados con los procesos
de industrialización. 18 El control neo-colonial estadounidense sobre las ·Islas .de
científicos sociales-, entre los que se encuentran John Embree o Claude Lévi-Strauss, como con-
sultores en temas relacionados con el desarrollo y los procesos de industrialización (Métraux
195 la; Métraux 1951 b). Así como otros organismos multilaterales, como la Organización de Esta-
dos Americanos, para la que trabajó durante trece años en Washington, D.C. Ángel Palerm (Fábrega
1997; Suárez 1995).
18 Margaret Mead (1971), invitada en 1955 a un ciclo de conferencias sobre Antropología
aplicada que organiza la Sociedad de Antropología de Washington, se sorprende que todas las
investigaciones presentadas fueran sobre pob1aoic>nes no occidentales. A este respecto, reivin-
dicaba la necesidad de investigaciones sobre instituciones occidentales que trataran problemas
rel acionados, entre otros, con la industria, el desarrollo urbano, el trabajo social, las relaciones
internacionales o el racismo. Para concluir que, a excepción del ámbito de la Medicina, los antro-
pólogos al preocuparse sólo de las poblaciones no occidentales renunciaban a aplicar en sus pro-
pias sociedades lo que habían aprendido sobre el comportamiento humano y las culturas en otras
sociedades.
19
La Marina estadounidense patrocina el proyecto de Investigación Coordinada sobre Antro-
pología Micronésica (CIMA) en las islas Marshall, Carolinas o Marianas. George Fortes (1974)
ofrece información detallada sobre investigaciones que antropólogos estadounidenses llevaron a
cabo para la administración norteamericana durante este periodo.
INTRODUCCIÓN 27
Programas de prevención sanitaria en América Latina
Los principios holista y comparativo de la investigación etnográfica y el con-
cepto de cultura, según se interpreta desde la perspectiva teórica de cultura y per-
sonalidad, se aplican a investigaciones en el campo de la salud pública para estu-
diar las características de los principios ideológicos, diagnósticos y terapias de
distintas poblaciones latinoamericanas. George Foster (1952) fue uno de los pro-
motores de este tipo de investigación desde la década de los cuarenta, con el obje-
tivo de diseñar programas de prevención sanitaria. En este artículo que se incluye
en la compilación, basándose en experiencias de campo de equipo de antropólo-
gos norteamericanos y latinoamericanos, destaca la importancia de los conceptos
culturales en los programas de ayuda técnica nacionales e internacionales. 20
Según George Foster, la participación de la disciplina en estos programas requie-
re dos condiciones: primera, que sus contribuciones se basen en la tradición teó-
rica de la disciplina -abstracción analítica de los resultados de campo, generali-
zación teórica y predicción científica-, y la segunda, que sus conclusiones se
presenten de manera tal que los funcionarios puedan aplicarlas en sus programas
de intervención y planificación -ya sea en el campo de la salud, la producción
agrícola o la educación de las poblaciones que se estudian-. Siguiendo el esque-
ma de carácter nacional, George Foster (1953), interpreta que se pueden conside-
rar similitudes generales entre estos países como consecuencia de la incorpora-
ción y asimilación de sistemas médicos españoles con elementos de las distintas
culturas de los nativos americanos durante el periodo colonial.
primero, en 1951, en Brasil, Colombia, México y Perú, tanto en áreas rurales como urbanas, y el
segundo, en 1952, nuevamente en Brasil y México y se incluyó Chile, Ecuador y El Salvador. El
marco de las investigaciones se diseñó en la División Sanitaria del Instituto de Asuntos lnterame-
ricanos, con el objetivo de desarrollar un programa de ayuda técnica de salud pública, sobre todo, en
la prevención, en el control de enfermedades específicas y en el saneamiento medioambiental. Los
datos de campo recogidos de estas investigaciones, a través de la observación en centros de salud, y
entrevistas a pacientes y personal sanitario, posibilitan, además de un análisis comparativo, una des-
cripción de la medicina popular en los países estudiados sobre enfermedades y terapias comunes.
década anterior y comenzó sus estudios sobre su población migrante en Ciudad de México en 1951.
En esta nueva fase, el autor pretendía investigar el proceso de urbanización a través del análisis de
los cambios culturales de las familias tepoztecas que se habían asentado en la capital mexicana y,
posteriormente, hacer una comparación de éstas con la de la comunidad de la que procedían.
INTRODUCCIÓN 29
En este artículo, Osear Lewis (1957) describe tanto los procesos de migración
de los tepozcanos a la Ciudad de México como las estrategias y técnicas de
campo utilizadas al respecto, resaltando las diferencias de los procesos etnográ-
ficos entre comunidades rurales y urbanas. 22 Después de describir los cambios
generales observados entre estas familias en la ciudad (nutrición, religión, la ins-
titución del compadrazgo o la salud y la medicina popular), concluye que el estu-
dio demuestra que, si bien la urbanización no es un proceso simple, unitario o
universal, sino mediatizado por condiciones estructurales históricas y socio-cul-
turales que deben tenerse en cuenta, las familias de campesinos mexicanos se
adaptan con mayor facilidad que las estadounidenses a la vida urbana; dándose
pocas evidencias de desorganización y desintegración, entre otros factores, por la
importancia que en estos procesos adaptativos tienen la familia -tanto nuclear
como extensa-, la religión y la institución del compadrazgo.
22 Una versión anterior de este informe se publicó con el mismo título en inglés, "Urbaniza-
tion without Break:down: A Case Study", en 1952, en la revista The Scientific Monthly.
23 Según John Bennett (1996: 34), la metodología de este proyecto se aproxima a la que
Robert Redfield desarrolló con comunidades centroamericanas y en las que Sol Tax también cola-
boró: un profesor supervisa en el campo a un equipo de alumnos en su proceso de formación teó-
rica y metodológica asignándoles ciertos temas de la Antropología.
24 El problema de los valores surge cuando se decide interferir en la investigación , sobre todo
con respecto al hecho de la asimilación, llegando a Ja conclusión de que no era incumbencia de los
investigadores sino de las poblaciones con las que estudian. Entonces deciden, basándose en un
principio restrictivo o "ley de parsimonia", que este asunto pertenece a los indios y que sólo se
enfrentarán a ellos cuando de manera puntual les pueda afectar.
INTRODUCCIÓN 31
esperaban (Foley et al. 1999). Así y todo, éste supuso el inicio de la Antropología
de acción que posteriormente se llevó a cabo con otras minorías en Estados
Unidos (Schensul 1974).
Como en el caso anterior, el proyecto de la Hacienda Vicos que dirigió Allan
Holmberg tenía como objetivo el desarrollo de una comunidad indígena en Perú
como parte del programa denominado "Cultura y Ciencia Aplicada" que, en
coordinación con el Instituto Indígena de Perú, desarrollaba la Universidad de
Cornell. Con esta finalidad se alquiló, en 1952, la Hacienda Vicos, propiedad del
Estado, donde se realizó un estudio preliminar de campo que duró cinco años
con dos objetivos. En cuanto al primero, se pretendía realizar una investigación
de carácter experimental sobre procesos de industrialización y modernización, y
en cuanto al segundo, un proyecto de cambio sociocultural, en un principio diri-
gido a que posibilitara una mayor modernización y, consecuentemente, integra-
ción de estas poblaciones en las instituciones políticas y económicas naciona-
les. 25 Durante las primeras fases de la investigación los trabajadores de campo,
utilizando el modelo de investigación-acción del psicólogo social Kurt Lewin
(van Willinge 2002), asumen el papel del patrón de la comunidad basándose en
el principio de que el desarrollo de la comunidad requiere re-dirigir las condi-
ciones estructurales que producen la explotación de los campesinos andinos
(Rylko-Bauer, Singer y van Willigen 2006). Si el desarrollo de la comunidad se
considera el objetivo científico, los valores humanos, que se definen por la cien-
cia, pueden descubrirse a través de ella. El proceso es un proceso de conquista
de valores en los que las personas trabajan para obtener ciertos fines que la
comunidad considere deseables. Allan Holmberg (1955) destaca en "Interven-
ción participante en el campo" que frente a la forma tradicional de la Antropo-
logía de tratar el cambio cultural -desde una posición externa del investigador-,
éste no sólo debe planificar proyectos sobre estos cambios, sino activarlos. Las
técnicas de observación y entrevistas empleadas se utilizan, de forma experi-
mental, para conocer la aceptación y el rechazo de las innovaciones que se intro-
ducen para acelerar el proceso de transformación -según el autor, en un periodo
de tiempo relativamente pequeño-. 26 Según John van Willigen (2002), aunque
esta propuesta también será una referencia de las metodologías participativas y
la intervención comunitaria que se proponen en la disciplina, su modelo no fue
muy seguido posteriormente.
dad democrática". También según el autor, esta investigación era significativa puesto que represen-
taba a una población indígena de más de lO millones de personas en América Latina, poco inte-
gradas en las instituciones nacionales aún representando el recurso humano más importante para la
industrialización de sus respectivos países.
26 Para seguir la trayectoria del proyecto y las distintas evaluaciones que sobre el mismo rea-
lizan sus participantes: Mario Vázquez, Osear Alers, Henry Dobyns, Allan Holmberg, Paul
Doughty y Harold Lasswell (1965) en el monográfico que le dedica la revista American Behavioral
Scientist, 8 (7).
INTRODUCCIÓN 33
Así y todo, la disciplina continua su expansión y su profesionaUzación fuera
del ámbito académico, sobre todo, en Estados Unidos (Angrosino 1976; Fiske y
Chambers 1997; van Willigen 2002). En las nuevas propuestas etnográficas que
surgen, las/os antropólogas/os además de observadoras/es participantes se con-
vierten en analistas críticos de las sociedades en las que ella/él comparten puntos
de vista nativos (Chock 1986) y de las estructuras políticas y económicas que
influyen en los grupos que estudian (Wolf 1987). Del interés dominante de la
Antropología clásica en las sociedades exóticas y aisladas, y de la Antropología
cultural norteamericana en establecer patrones de homogeneización cultural, se
pone mayor énfasis en la diversidad cultural de las sociedades contemporáneas,
prestándose especial atención a sus minorías sociales (Bennett 1996; Partridge y
Eddy 1978; Chambers 1985). De ahí que entre las propuestas que durante este
periodo surgen destaquen las Etnografías comunitarias, sobre todo, en el ámbito
de las políticas públicas y derechos de la ciudadanía, y participativas, sobre todo,
en temas relacionados con la defensa (advocacy), cambios socioculturales o
empoderamiento comunitario (community empowerment), en las que se acentúan
el papel del antropólogo/a como mediador/a cultural o colaborador/a en la reso-
lución de problemas y necesidades de las comunidades con las que trabaja.
28 Mental Retardation Facilities and Community Mental Health Centers Construction Act.
29
De hecho, durante esta década la ciudad se convirtió en un lugar de especial interés antropo-
lógico en la que se realizaron Etnografías urbanas consideradas hoy clásicas: la de Elliot Liebow
(1967) o la de UlfHannerz (1969) sobre las condiciones que propician la exclusión social de la pobla-
ción afroamericana que contradicen la idea de "cultura de la pobreza" de Osear Lewis ( 1961 ; 1964).
INTRODUCCIÓN 35
distintas manifestaciones del Orgullo Gay que recorren todos los años las princi-
°
pales calles de grandes ciudades en todo el mundo. 3 Con todo, y como sucedió
en el caso de la lucha de los afroamericanos, la organización de estos movimien-
tos se inicia antes, sobre todo a partir de las campañas de acoso y persecución que
estas minorías sufrieron durante el macartismo, considerando a los miembros de
estas minorías no sólo enfermos mentales y/o desviados sociales, sino una ame-
naza, como los comunistas, para la seguridad nacional. 31 Ligados a los movi-
mientos homofílicos y de liberación de la década de los sesenta, surgen en
Estados Unidos durante la década de los sesenta los estudios de gays, lesbianas
y transexuales (Lovaas, Elia y Yep 2006). Y en este contexto se llevaron a cabo
Etnografías como la de Laud Humphreys (1975), Tearoom Trade, que levantó una
gran polémica en su época debido al carácter encubierto de su investigación y al
empleo de técnicas de campo sin el consentimiento debidamente informado de
sus participantes. 32
En Antropología, no obstante, el interés por las diferencias culturales con res-
pecto a las prácticas sexuales no suponía novedad alguna en sociedades no occi-
dentales.33 Con todo, será a partir de la década de los setenta, inspiradas en el
feminismo y desde una perspectiva transcultural cuando se dé un mayor interés
en investigaciones específicas dentro de los estudios de género y de políticas
sociales (Lovaas, Elia y Yep 2006). En este contexto se sitúa la investigación de
Ellen Lewin (1981), "Lesbianismo y maternidad: implicaciones para la custodia
del hijo"; estudio de caso sobre los cambios que en los patrones de la familia
nuclear se están dando en sociedades industrializadas como consecuencia, entre
otros factores, de la incorporación de la mujer al mercado laboral fuera del hogar
30 Estos disturbios se inician el 28 de junio de 1969 después de que la policía neoyorkina lle-
vara a cabo una de sus habituales redadas en este local frecuentado por gays y transexuales situa-
do en Green Víllage, en Mahattan (D'Ernilio 1983).
31
David Johnson (2004) describe esta política que se institucionaliza con el despido sistemá-
tico de miles de funcionarios gays y lesbianas de organismos federales en Washington, D.C. y que
se conoce como Lavender Scare. En la década de los cincuenta comienza a fundarse la Mattachine
Society para la defensa y reivindicación de sus derechos civiles en ciudades como Nueva York,
Chicago y Washington, D.C. Ésta última, fundada en 1961 por Frank Kameny, un astrónomo de la
Universidad de Harvard, víctima de estos despidos.
32 Es una Etnografía sobre encuentros sexuales esporádicos de hombres de clase media - la
mayoría padres de familia- en los servicios públicos de un parque en las afueras de una ciudad nor-
teamericana. Laud Humphreys contacta a sus informantes para entrevistarlos después de registrar
las matrículas de sus vehículos cuando acudían a los servicios del parque. En esta edición, el autor
subordina la utilización de esta estrategia con el fin de su investigación: desmontar prejuicios y
estereotipos dominantes sobre los gays. Así y todo, este trabajo se considera pionero en el ámbito
del activismo político de estas minorías (Galliher, Brekhus y Keys 2004).
33 Investigaciones como la de Hill (1935) sobre el estado de los hermafroditas y travestis
INTRODUCCIÓN 37
En el artículo de Hazel Weidman (1976) que aquí se presenta, "Yendo de
"aquí'' para "'allí"", fa autora destaca fa importancia que para la Antropología
tiene el hecho de que los conceptos de cultura y etnicidad hayan adquirido gran
relevancia -tanto dentro como fuera de la disciplina- para comprender y poder
enfrentarse a los retos de las sociedades contemporáneas como consecuencia de
sus readaptaciones y cambios socioculturales. A este respecto destaca la impor-
tancia de la aceptación de la diferencia cultural de los individuos para que, como
ciudadanos, no terminen siendo "periféricos" para ambas culturas; es decir, para
la de origen y para la dominante. Aplicando el principio de diversidad cultural
en el ámbito de la salud, destaca dos objetivos importantes: el primero, el incre-
mento de la salud a través de mayores niveles de profesionalización que permi-
tan mayor bienestar social; lo que implica una mayor comprensión de las estruc-
turas y del funcionamiento de las distintas comunidades a quienes se tiene que
servir. Y el segundo, la superación de los tradicionales modelos nacionales deli-
mitados culturalmente que, aunque estén legalmente autorizados, se han mos-
trado incapaces de alcanzar su máximo objetivo: garantizar la salud y el bienes-
tar de todos sus ciudadanos. De ahí la necesidad de cambiar modelos de salud
pública que, orientados desde una perspectiva transcultural, se muestren más
flexibles en sus aplicaciones en la atención de las necesidades, sanitarias de las
minorías sociales.
industria naviera en Noruega o en la Corporación de Xerox en Nueva York (Whyte 1989; Whyte,
Greenwood y Lazes 1989). John van Willigen (2002:65) también señala sus aplicaciones en la bús-
quecla .de alternativas no-violem.as de lucha, en procesos educativos en la prevención de VIH o en
apoym (l!e algún proyecto de desarrollo empresarial.
INTRODUCCIÓN 39
GLOBALIZACIÓN Y TRANSNACIONALISMO:
ETNOGRAFÍA MULTISITUADA, TRANSNACIONAL
Y VIRTUAL
Desde sus inicios la Antropología ha estado interesada en la naturaleza de las
conexiones globales de la cultura, sobre todo, si tenemos en cuenta que su mayor
impulso se dio con la expansión colonial (Nash 1981; Gupta y Ferguson 1997;
Burrawoy 2000). Este interés, dejado de lado por el funcionalismo y el estructu-
ralismo, lo retoma la economía política a partir de la década de los ochenta (Wolf
1987) siguiendo marcos de análisis como los del sistema-mundo de Wallerstein
(1974). Los cambios socioculturales que generan los actuales procesos de globa-
lización, las conexiones que producen los cambios tecnológicos en los medios de
comunicación y el transporte, los nuevos espacios sociales de comunicación que
propicia Internet o los cambios socioculturales que propician los actuales des-
plazamientos de millones de personas alrededor del mundo son, entre otros, fenó-
menos sociales en los que se están centrando las actuales investigaciones antro-
pológicas (Appadurai 1991; Hannerz 1998; Inda y Rosaldo 2002) y en las que la
Etnografía se propone como medio para describir y analizar cómo afectan las
dinámicas de estos fenómenos sociales en personas, grupos, familias, comunida-
des o redes sociales.
La crítica y la reflexión sistemática que se inicia en el periodo anterior conti-
núan resaltando el papel central de las personas con las que se estudia en la prác-
tica etnográfica así como las dimensiones éticas de sus representaciones y aplica-
ciones (Fluehr-Lobban 2003). De ahí que continúen dándose propuestas que
refuerzan el saber nativo, como la Antropología del conocimiento nativo (Sillitoe
et al. 1998), la consideración de los informantes como colaboradores -incluso en
la escritura etnográfica- como la Antropología de colaboración (Lassiter 2005) o
destacándose la importancia de las experiencias, motivaciones e incluso emocio-
nes de las investigadoras/es, como la autoetnografía (Behar 1996). También se
replantean, con respecto a la Etnografía tradicional, las localizaciones del trabajo
de campo readaptándolas a las nuevas coordenadas espacio-temporales los fenó-
menos sociales contemporáneos: compaginando distintos contextos de observa-
ción, como la Etnografía multisituada (Marcus 1995), siguiendo y observando los
desplazamientos de los informantes, como la Etnografía global o transnacional
(Burawoy 2000) o incorporando la Etnografía a los espacios virtuales que se ori-
ginan en Internet (Eickelman y Anderson 2003).
Siguiendo la dinámica del periodo anterior, el número de antropólogos que
trabaja en ámbitos no académicos continua aumentando, muchos de ellos incor-
porándose al mercado laboral que les ofrecen organizaciones multilaterales, orga-
nizaciones no gubernamentales o empresas privadas de lo más variopintas (Pink
2006; Chambers 1997; Wilson y Peterson 2002). Muchas de las áreas de profe-
sionalización a las que los antropólogos se están incorporando, si bien no son
INTROIDIJCClON 4.1
me])¡tos pe!isonales, representaciones culturales o descripciones de los contextos
de Sl!li pi;oCih!Icción que pretenden vincular hlstorias de vida con las estructuras y
los procesos global:es de la pandemfa.
En el artículo de Benedicte Ingstad (1990), la autora analiza cómo curande-
ros de Botswana, unl país que no alcanza el millón y medio de habitantes, perci-
ben y clasifican el SIDA como "enfermedad de tswana" o "enfermedad moder-
na" . Rasánd(l)"Se en una Etnografía procesual, cuyo trabajo de campo realizó
durante füo& años ( 1984.-1985) y en posteriores estancias cortas (en 1987 y 1989),
analizai las creencias y prácticas de estos curanderos sobre el SIDA y la infección
del VIH. El'enedicte Ingstad subraya la importancia de estos curanderos como
principales portadores de la tradición médica tswana y tras examinar el concep-
to de transmisióni d~- la enfermedad en el pensamiento de tswana, para compren-
der cómo se e-0>nstruye culturalmente el SIDA, concluye que aunque desde un
punto de vista biomédico estos curanderos no puedan curar el SIDA, ni influir en
su curso, sus prácticas son muy importantes para su prevención.
INTRODUCCIÓN 43
Internet. Su expansión global favorece nuevos espacios sociales donde grupos de
personas dispersas alrededor del mundo y con intereses comunes se conectan
simultáneamente. La incorporación reciente de los/as antropólogos/as a estos
espacios virtuales está promoviendo Etnografías "no-lineales" que difieren de las
que se realizan en espacios localizados geográficamente (Bohanna y van der Elst
1998:86), centrándose fundamentalmente en los aspectos transculturales de estas
nuevas prácticas comunicativas y en su influencia en la construcción de identi-
dades individuales y colectivas (Wilson y Peterson 2002). En estas investigacio-
nes se siguen las redes sociales que la conexión a Internet propicia; de personas
que alrededor del mundo, de muy variada procedencia y con múltiples intereses,
se conectan asiduamente estableciendo nuevos espacios públicos para relaciones
sociales y culturales específicas o para la persecución de objetivos comunes -ya
sean políticos, económicos o religiosos-.
Desde 1992, Jon Anderson (1995) hace un seguimiento de los listados
(listservs) y los grupos de noticias (newsgroups) que se intercambian universita-
rios y profesionales de Oriente Medio que estudian o trabajan en Norteamérica,
Europa o Australia. En su artículo analiza la estructura social y el orden global
que constituye este cyberespacio y lo que él denomina como "cybertribus", o
grupos de ciudadanos que se conectan simultáneamente y globalmente a la red.
Destaca que el carácter de esta comunidad y de su espacio social, tal y como se
dan en Internet, se construye sobre propiedades y prácticas de comunicación y
que lo que se observa son discursos en los que se entremezclan distintos domi-
nios -particularmente ciencia, religión y temas sociales y culturales- que se
basan en formas alternativas de autoridad y legitimidad. Como en otras épocas y
con la utilización de otras tecnologías, Jon Anderson destaca la importancia que
estas diásporas de "cybernautas" tienen en la construcción de los nuevos estados-
nación, entre otras razones, por el hecho de que pueden actuar fuera de las fron-
teras y los límites que imponen sus respectivas tradiciones sociales y culturales.
Y en este sentido, los compara con otros nacionalistas (Anderson 1991 [1983])
que, viviendo también en la diáspora, fueron sujetos activos en la construcción
de los estado-nación que surgieron en la modernidad.
Detrás de muchas de las críticas que han surgido dentro y fuera de la Antro-
pología con respecto a su pasado colonial o a sus implicaciones con estructuras
de poder, nos encontramos con una tarea dejada de lado como es la reflexión
ética de sus prácticas y aplicaciones en su proceso de profesionalización. Por
ejemplo, hasta la década de los setenta no se establecen de manera general códi-
gos éticos profesionales, el rechazo explícito a investigaciones secretas y sólo
muy recientemente se ha incorporado la aceptación explícita del consentimien-
INTRODUCCIÓN 45
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1
Un resumen de este artículo aparecerá en francés en el número de abril con el tema "África".
ANTROPOLOGÍA PRÁCTICA 57
día. También debe preocuparse más por la Antropología del cambio africano y
por la Antropología del contacto entre el blanco y el de color, entre la cultura
europea y la vida de la tribu primitiva. El Instituto desempeñará una labor impor-
tante si se convierte en un lugar de intercambio entre los intereses prácticos y los
teóricos y si favorece su contacto.
Por lo tanto, la tesis de este memorando es que existe un ámbito antropoló-
gico sin utilizar que contiene estudios de economía primitiva, jurisprudencia pri-
mitiva, asuntos de tenencia de tierra, sistemas financieros indígenas e impuestos;
una comprensión correcta de los principios de la educación indígena africana así
como de problemas más amplios sobre población, higiene y perspectiva de cam-
bio. Se hace cada vez más necesario que todos los hombres prácticos de las colo-
nias posean el conocimiento científico de todos estos problemas. Hombres pre-
parados en métodos antropológicos y con una perspectiva antropológica podrían
ofrecer este conocimiento y al proporcionarlo, estos también adquirirían un inte-
rés directo en las aplicaciones prácticas de su trabajo y un juicio más profundo
sobre las realidades de hoy en día.
Con la creación del Instituto se eliminan de sus actividades todos los pro-
blemas políticos. Esto puede fácilmente hacerse si se concentran en el estudio
de los hechos y procesos que estén relacionados con los problemas práctic0s y
si se deja a los estadistas (y periodistas) la decisión final de cómo aplicar los
resultados.
De ahí que el problema principal del gobierno directo, a diferencia del indi-
recto, requiera del estudio minucioso de los distintos procesos en los que las
influencias europeas puedan propagarse en una tribu nativa. Mi propia opinión,
como la de todos los antropólogos competentes, es que el gobierno indirecto o
dependiente es infinitamente preferible. De hecho, si definimos que el gobierno
dependiente es el control de los nativos por medio de su propia organización,
queda claro que sólo puede conseguirse mediante el gobierno dependiente ya que
el gobierno de cualquier raza consiste sobre todo en implantar ideas de justicia,
de ley y orden y hacer que se obedezcan tales ideas.
La diferencia real entre "gobierno directo" y "gobierno indirecto o depen-
diente" se encuentra en que el gobierno directo asume que ·puede crearse total-
mente de un plumazo un nuevo orden. Que en pocos años puede convertirse a los
africanos en semi-civilizados ciudadanos seudo-europeos. El gobiemo indirecto,
por el contrario, reconoce que no puede darse rápidamente por arte de magia nin-
guna transformación, que todo desarrollo social es realmente muy lento, y que es
2 N.T. Plural del ténnino hindú.babu que durante la época colonial britán ica se utilizaba de
manera.despectiva para designar a los indios que habían adquirido cierta educación europea que se
consideraba superficial.
ANTROPOLOGÍA PRÁCTICA 59
Obviamente la organización política de una tribu nativa es una de las prime-
ras cosas que tiene que conocerse con claridad. Ahora bien, la organización polí-
tica de un pueblo africano podría ser de un tipo avanzado, que implique cierto
modo de monarquía, con extensas tradiciones y genealogías, con grandes cere-
moniales y rituales, un sistema financiero desarrollado, de organización militar y
con distintas funciones judiciales. A tales estados nativos se les puede permitir
gobernarse según sus propias pautas, pero antes tienen que ser depuradas y luego
controladas. Aunque sea fundamental tocar lo menos posible el orden estableci-
do, hay que eliminar todos los elementos que puedan ofender las susceptibilida-
des europeas o que puedan suponer una amenaza para las buenas relaciones. 3
Evidentemente que debe adquirirse tal conocimiento. De hecho los primeros
administradores en territorios como Nigeria y Uganda tuvieron que adquirirlo.
Sin embargo, ese tipo de estudio es de hecho una parte del trabajo de campo
antropológico para el que el antropólogo que se ha preparado ha desarrollado
estrategias y métodos que le permiten observar, anotar sus observaciones y for-
mularlas mucho más rápidamente de lo que puede un lego hacer; de la misma
manera que el geólogo especializado ve detalles e interpreta en la superficie
terrestre principios geológicos importantes que se ocultan totalmente a] observa-
dor más inteligente que no se ha preparado.
¿Cuál es entonces el problema?, y ¿por qué se ha empleado tan poco al antro-
pólogo y ha sido de poca utilidad? La respuesta es que aunque los métodos y la
técnica de la observación antropológica son los únicos a través de los cuales
puede darse un conocimiento adecuado de los problemas sociales primitivos, sin
embargo, los intereses de la Antropología han ido en una dirección ligeramente
diferente hasta el momento. Por ejemplo, la institución de la monarquía primiti-
va se ha estudiado según la aproximación circular que sigue la antigüedad clási-
ca. La Antropología actual se ha preocupado por las monarquías salvajes cen-
trándose en el interés que suscitó el reino sacerdotal de Nemi. El aspecto
mitológico del ritual de las monarquías salvajes, las oscuras y curiosas supersti-
ciones concernientes a la vitalidad del rey, las conexiones entre esto y las poten-
cialidades mágicas, todos estos problemas y la importancia teórica que realmen-
te tienen se han estudiado. Pero nuestra información sobre el modo actual en el
que las políticas primitivas se llevan a cabo, la cuestión sobre las fuerzas que sub-
yacen en la obediencia al rey y a sus ministros, el mero estudio descriptivo y ana-
lítico de lo que podría denominarse la constitución política de las tribus primiti-
vas, de todo esto, seguimos en gran medida ignorantes. Como mucho se nos ha
dado tal información como subproducto de lo otro, a través del estudio antiguo
de las instituciones, y no del interés directo ya sea práctico o teórico sobre el
mecanismo de la política primitiva.
4
N.T. Crime and Custom in Savage Society, 1926, New York: Harcourt, Brace & Company;
traducción en castellano, Crimen y costumbre en la sociedad salvaje. Barcelona: Ariel, 1973.
ANTROPOLOGÍA PRÁCTICA 61
tumbres que nos parecen extrañas, pintorescas o incomprensibles. El couvade5 ,
la evitación de la suegra, la disposición de después del nacimiento y las costum-
bres curiosas asociadas con la relación entre dos primos, todos estos han recibi-
do mucha atención. Pero todavía permanecen un tanto en la sombra los proble-
mas amplios y más grandes de la Antropología social. Sabemos mucho más sobre
las denominadas formas anómalas del matrimonio o sobre las exageradas clasifi-
caciones de parentesco que lo que sabemos sobre la organización de la familia.
Tomen excelentes libros como el de Rattray sobre los ashanti, Smith y Dale sobre
los baila, E. Junod sobre los thonga, y se encontrarán con una extraña despro-
porción entre la atención que se le presta a los hechos cotidianos de la vida y a lo
excepcional, entre el tratamiento dado a lo ordinario y a lo pintoresco; a la fami-
lia, por ejemplo, y a las formas más abstrusas de parentesco. 6 Ahora bien, sos-
tengo que el estudio, por ejemplo, de cómo se forma en un principio el carácter
de un individuo dentro del círculo familiar y, luego, dentro del grupo local, y más
adelante nuevamente a través de un ciclo de iniciaciones, es decir, el problema de
la formación del carácter en la rutina de la historia de la vida nativa, es un tema
que puede tratarse antropológicamente, y que es de primordial importancia teó-
ricamente. Sin embargo, hasta el momento, los antropólogos han dejado comple-
tamente de lado este problema tanto en la teoría como en la observación. También
sostengo que la institución de la familia es el factor dominante en la mayoría de
los sistemas sociales, mucho más que esas fantásticas anomalías del parentesco
que tanto le gusta al antropólogo especulador. No necesito extenderme aquí sobre
el asunto ya que le he dedicado a esta controversia dos volúmenes. 7
En el estudio de la formación del carácter del individuo el observador tam-
bién encontraría una manifestación de las fuerzas morales y legales de distintas
5 N.T. La palabra couvade proviene del francés y define distintos comportamientos que los
varones adoptan durante el embarazo y parto de su mujer como expresión de preocupación bien por
los hijos que van a nacer o por sus esposas. Estas costumbres, extendidas en muchas sociedades y
culturalmente muy diversas, han sido estudiadas por los antropólogos desde los inicios de la disci-
plina: Edward B. Tylor (1889) "On a Method of lnvestigating the Development of Institutions;
Applied to Laws of Marriage and Descent" The Joumal of the Anthropological lnstitute of Great
Britain and !reland, 18: 245-272; Ling Roth (1893) "On the Signification of Couvade" The Journal
of the Anthropological lnstitute of Great Britain and lreland, 22: 204-243; Alfred Mextraux (1949)
" The couvade" En Julian Steward (ed.) Handbook of South American lndians, Volume V,
Washington D.C.: United States Govemment Printing Office.
6 N.T. Robert Sutherland Rattray ( 1923) Ashanti. Oxford: Clarendon Press; Smith, E. W. y
Dale, A.M. (1920), The lla-Speaking Peoples of Northern Rhodesia (2 vols.) London: Macmillan
and Co; H. A. Junod (1927) The lije of a South African tribe (2 vols.) London: Macmillan &
Company.
7 Cf. mi Family among the Australian Aborigines 1913, y Sex and Repression in Savage
Society 1927 (N.T. En castellano: Sexo y represión en la sociedad primitiva. Buenos Aires:
Ediciones Nueva Visión, 1974); también mis artículos s.v Kinship and Marriage en la próxima
publicación de la Encyclopedia Britannica, 1929 (N.T. Publicados en ese mismo año "Kinship" En
Encyclopaedia Britannica, 14th ed. vol. 13, pp. 403-409, y en la misma edición "Marriage" pp.
940-950), además de un libro sobre Primitive Kinship, actualmente en preparación.
ANTROPOLOGÍA PRÁCTICA 63
su tribu. Hoy en día tenemos claro que cuando se enseña el vocabulario de algu-
na tribu africana resulta bastante difícil traducir algunos de sus términos más
importantes al inglés. Todas las palabras que se refieren al orden social nativo,
todas aquellas que expresan creencias religiosas, valores morales o procedimien-
tos técnicos o rituales específicos sólo pueden traducirse con precisión haciendo
referencias a la organización social de la tribu, sus creencias, prácticas, educación
y economía. De ahí que el estudio de una lengua nativa deba hacerse conjunta-
mente con el estudio de su cultura.
Incluso su gramática no puede enseñarse bien si no es con la ayuda de la
Antropología social. Hay fenómenos gramaticales, como por ejemplo, la clasifi-
cación de partículas de las lenguas bantús, y algunas lenguas de Melanesia, que
no pueden explicarse si no es mediante términos de costumbres e instituciones
salvajes. Nuevamente, las distinciones sociológicas en el uso lingüístico entre las
diferentes categorías de la sociedad sólo pueden tratarse como parte de la Socio-
logía. La variedad de pronombres posesivos en Melanesia, algunas modificacio-
nes del verbo y el nombre, se relacionan estrechamente con la práctica en sus dis-
tintos contactos culturales donde se incluye la lengua, y, en la mayor parte de los
aspectos del trabajo, sería simplemente una pérdida de tiempo y un trabajo de afi-
cionados separar el estudio de la lengua del estudio de la cultura. Me parece de
vital importancia que para cualquier currículum que se diseñe para cadetes colo-
niales y personas por el estilo se establezca una estrecha cooperación de la ense-
ñanza de la lengua con la formación antropológica. Pero desafortunadamente,
todos los programas de nuestras universidades son todavía totalmente inadecua-
dos desde este punto de vista. También en este aspecto el Instituto podría ofrecer
ayuda práctica haciendo suyo la causa de este nuevo método antropológico efi-
caz en la enseñanza de la lengua.
ANTROPOLOGÍA PRÁCTICA 65
problemas de la propiedad deben estudiarse siempre desde el punto de vista de
su uso actual. Para abordar la tenencia de la tierra resulta trivial citar, como hacen
generalmente las comisiones políticas, a un grupo de testigos y simplemente pre-
guntarles por su forma de propiedad, o lo que es peor aún, por su opinión sobre
cómo debería ser la propiedad. La tenencia de la tierra siempre es muy compleja
entre las poblaciones primitivas. Si partimos de una traducción totalmente inade-
cuada de las ideas nativas en su propia terminología resulta imposible que no se
equivoque una persona sin preparación. Del aficionado siempre se obtiene un
conjunto de afirmaciones contradictorias sencillamente porque, como regla gene-
ral, la tierra la usan diferentes pueblos y los usos de la tien-a se asocian con los
sistemas nativos de parentesco, con frecuencia una mezcla de derecho materno o
paterno, que no comprenden totalmente los europeos sin preparación. Insistimos
en que los nativos destacarán en ciertos momentos los aspectos más utilitarios de
la propiedad y luego traerán a colación algunos derechos mágicos o mitológicos.
Incluso estos últimos, no obstante, no pueden ignorarse en la práctica ya que son
sumamente valorados por los nativos y porque una confusión que origine alguna
injuria o insulto a un lugar u objeto sagrado podría ocasionar serios problemas.
(Cf. Por ejemplo El Taburete Dorado de los Ashanti.) 11
El procedimiento con-ecto es el trazado de un mapa de territorios que mues-
tre las tien-as que pertenecen a cada una de las distintas comunidades así como
los lugares particulares en los que se dividen. De ahí que en lugar de investigar
"la propiedad" a gran escala se necesite estudiar cómo se utiliza cada unidad de
tien-a y averiguar los pormenores más o menos prácticos de cada una, y, además,
todos los vínculos místicos de un trozo de tierra con los distintos pueblos que rei-
vindican algún derecho sobre dicho terreno.
Dicha investigación no alarmaría fácilmente al nativo. A menudo incluso ni
se daría cuenta de que se intenta realizar una investigación sobre la tenencia de
la tierra. Y en segundo lugar, tal investigación no sólo dejaría al descubierto los
derechos legales reales de los individuos, sino que además respondería al proble-
ma, que a menudo es más importante, de cómo se utilizan las tien-as y cuál es el
"mínimo indispensable" que se les debe reservar. Por último, puesto que el antro-
pólogo no tiene ningún interés personal en este problema, ni predisposición algu-
na relacionada con esta investigación, ya que su objetivo es y siempre será la pre-
cisión y la información correcta, es la persona con la mayor credibilidad para
ofrecer al administrador lo que realmente necesita, un informe completamente
ecuánime e imparcial del estado actual de los asuntos.
11 N.T. El taburete dorado fue durante siglos un símbolo de gran transcendencia para los
ashanti de la Costa de Oro. Después de la conquista británica, los ashanti lo escondieron. El des-
conocimiento de los británicos sobre su significado para los ashanti ocasionó ofensas e incluso
enfrentamientos de éstos con los británicos. En 1921 , Robert Rattray, entonces antropólogo guber-
namental en la región, realizó un info1me para el gobierno colonial dando explicaciones sobre su
significado para Jos ashanti (Robert Sutherland Rattray ( 1923) Ashanti. Oxford : Clarendon Press ).
ECONOMÍAS PRIMITIVAS
La tenencia de la tierra sólo es un problema del sistema de la economía pri-
mitiva de la tribu, y si este problema es tan complicado, está claro que el sistema
entero no será fácil de comprender ni de manejar. De hecho, el conocimiento de
lo que podría denominarse la organización económica de una comunidad resulta
fundamental para un conjunto de problemas prácticos, como aquellos relaciona-
dos con la mejora de las condiciones higiénicas, con el trabajo, con la educación,
con la abolición de la esclavitud y el trabajo forzado, y por último, aunque no
menos importante, con los impuestos.
El fundamento del trabajo antropológico serio en este aspecto debe consistir
en el análisis sociológico de la producción y el consumo primitivo, los tipos y las
fases de las actividades económicas, las relaciones entre los aspectos económicos
y religiosos e incluso entre ciertas formas de artes mágicas y prácticas. Los
hechos han de observarse y estudiarse tal como son y funcionan en la actualidad,
y no como un pretexto para la reconstrucción y las hipótesis. La Antropología
debería dirigirse a la comprensión y explicación de Jos procesos económicos más
que al establecimiento de "orígenes y etapas" o "difusiones e historias".
El antropólogo honesto tendrá que confesar sin dilación que la economía pri-
mitiva como materia ha sido dejada de lado tanto en la observación como en la
teoría. Las formas de trabajo e intercambio, la manera en la que la riqueza se
"capitaliza", es decir, se acumula o transforma en valores más permanentes, la
psicología del don y el intercambio, todos estos son apartados que resultan difí-
ciles de encontrar en cualquier registro de trabajo de campo o en los libros de
texto de Antropología. 12
12
Algunos trabajos preliminares útiles sobre economía primitiva han sido realizados sobre
todo en Alemania. La aparición de nombres como los de E. Hahn , H. Schurtz, K. Bücher, R.
Thumwald y Max Weber coinciden con la de la figura del antropólogo. Recientemente se ha publi-
cado en inglés un libro con el título Primitive Economics de R. W. Firth, que llena un vacío impor-
tante, y del que se espera que promueva un interés más intenso por estos problemas. Este libro tam-
bién contiene una excelente bibliografía. Cf. También mi Argonauts of the Western Pacifi.c, 1922
(N.T. En castellano: Los argonautas del Pacífico Occidental. México: Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1943) donde se describe un sistema nativo de intercambio, y artículos: "Primitive
Economics" (Economical Journal, 1921) y "Labour and Primitive Economics" Nature , J926).
ANTROPOLOGÍA PRÁCTICA 67
Desde un punto de vista práctico, están de moda los problemas sobre el tra-
bajo. Cualquier discusión sobre este asunto debería iniciarse con una definición
sociológica del trabajo. La identificación del trabajo con la actividad en general
(como recientemente se ha hecho en un libro de texto un tanto insatisfactorio de
L.H. Buxton, Primitive Labour) no es correcta, ya que se dan varias actividades,
sobre todo juegos y deportes que no son trabajos en el sentido económico. No
pueden clasificarse como trabajo todos los tipos culturales de comportamiento.
El trabajo debe definirse, en primer lugar, como aquello que consigue algo
tangible y útil que sirve para satisfacer las carencias fundamentales del hombre.
La búsqueda de comida y su preparación, la obtención del material para la vivien-
da, vestimenta, armas y objetos directos para el uso, constituyen los tipos más
importantes de trabajo. Incluso los salvajes más inferiores, sin embargo, proveen
de bienes materiales que no son para uso directo del consumo y que pertenecen
realmente a las formas primitivas de capital: herramientas, apaños para el alma-
cenamiento y conservación de la comida, trampas, armas para la caza y demás.
Es erróneo definir al "salvaje", como recientemente ha hecho un escritor, como
un hombre que "no tiene medios para adquirir más riqueza que la que él mismo,
en persona, puede transportar o las demás personas de su familia". Más aún, entre
los salvajes más inferiores se da con frecuencia trabajos dedicados a la produc-
ción de lo que podría denominarse bienes de lujo, objetos de arte y monumentos
de cultura, ornamentos personales, pinturas, esculturas poco sofisticadas y obje-
tos destinados al culto y al ritual. El trabajo debería definirse como una actividad
sistemática con un propósito, que la tradición estandariza y que se dedicada a la
satisfacción de las carencias, la fabricación de medios de producción, la creación
de objetos de lujo, de valor y de fama.
Esta definición, aunque pueda sonar muy académica y divorciada de las posi-
bilidades prácticas, nos permite extraer al mismo tiempo una o dos conclusiones
útiles. Hemos distinguido el trabajo de otras actividades por su finalidad. De una
manera directa surge Ja pregunta: ¿Qué es lo que lleva al hombre en la cultura pri-
mitiva a esforzarse de forma agotadora, prolongada y con frecuencia desagrada-
ble? El problema del trabajo sólo puede tratarse en relación al origen del proble-
ma psicológico del valor. ¿Cuáles son los incentivos efectivos para el esfuerzo?
¿De qué manera se relacionan con el individuo, y hasta dónde es transformado
por Ja cultura? Vemos en consecuencia, que de Ja misma manera que sería inútil
investigar la tenencia de la tierra sin preguntarse por los usos que se hace de Ja
tierra, también resulta imposible comprender el trabajo nativo si no es como parte
del problema de su sistema de valores, incentivos y utilidad. Las formas prima-
rias de trabajo se correlacionan de manera clara con la manera en la que viene a
darse el valor económico. Tanto los empresarios como los administradores jui-
ciosos estarán interesados en conocer cuáles fueron los antiguos valores tribales
y cuáles las formas en las que el deseo económico se daba en su área.
Dando un ejemplo concreto, entre las tribus del noroeste de Norteamérica la
mayor parte de los intereses se centraron en tomo a la producción de ciertos obje-
13 N.T. Charles Gabriel Seligman "Applied Anthropology" publicado en las ediciones de 1926
y 1929 de la Encyclopaedia Britannica.
ANTROPOLOGÍA PRÁCTICA 69
para la industria o, por otro lado, ritmos y canciones de trabajo. Además, la orga-
nización del trabajo en cu.a:drillas propio del trabajo comunal indígena produjo el
efecto deseado, pero todas estas cosas nunca deben improvisarse, un apaño arti-
ficial nunca logrará mantener la imaginación del nativo. Me mantengo en que
cada comunidad dispone de tales medios indígenas para conseguir mayor traba-
jo intensivo y mejores resultados, y que solamente se requiere del estudio de los
hechos para ser capaz de aplicar incentivos eficientes. (Cf. También aquí es inte-
resante el trabajo de K. Bücher, Arbeit und Rhythmus.)
Podrían darse muchos argumentos sobre el tema del trabajo, sus incentivos,
su estimulación, su planificación comunal, su amplia organización dentro de todo
el sistema tribal. Me gustaría añadir aquí que sobre estos puntos, como en cual-
quier otro que el antropólogo realiza, que el trabajo siguiendo esta nueva pers-
pectiva que el Instituto podría desarrollar, no debería meramente reconstruir la
cultura nativa como si existiera o existe independientemente de la influencia
europea, sino que hay que analizar el fenómeno social y mental que la cultura
occidental produce en el africano.
ANTROPOLOGÍA PRÁCTICA 71
Métodos de estudio
de contacto cultural
Monica Hunter
14
N.T. Kaffirland o tambi é n Kaffraria eran términos con los que en Sudáfrica se designaban
a la parte sureste de la Provincia del Cabo y que en la actualidad comprenderían las divisiones
adm inistrativas de Transkei, Podoland, Tembuland y Griqualand East.
15
N.T. Jefe zu lú.
16
El ganado que pasa del grupo del novio a l de Ja novia en el matrimonio.
17
La mayoría de los europeos en Podoland tienen campamentos en la costa a los que van
durante las vacaciones.
18 Africa, vol. vi, nº 3, 1933.
19
Cuando se hace un ritual de sacrificio por una persona enferma con frecuencia la vesícula
se vierte sobre ellos y una tira de piel se ata alrededor de sus cuellos.
21 N.T. Antigua división de la libra esterlina en chelines (shillinglshillins), símbolo "s ", y
Durante muchos años los gobiernos coloniales en África han utilizado ocasio-
nalmente los servicios de antropólogos sociales preparados. A veces los han con-
tratado directamente como "antropólogos del gobierno", otras han concedido
becas a estudiantes para que trabajen con grupos científicos en partes específicas
de la investigación. Pero el establecimiento del primer instituto para investigacio-
nes sistemáticas sociológicas en África colonial se encargó, en 1937, a Sir Hubert
Young, Gobernador de Rodesia del Norte.
Además de él mjsmo, la petición de apoyo al borrador que él escribió en ese
mismo año la firmaron otras doce personas públicas; y en 1938, el Instituto
Rhodes-Livingstone de Estudios Centroafricanos tenía suficientes fondos para
iniciar sus actividades. Con la nueva fundación se pretendía, en palabras de la
solicitud, "una contribución a los esfuerzos científicos que se están realizando
en varias partes con la finalidad de analizar el efecto del impacto de la civiliza-
ción europea en la sociedad nativa africana, mediante la creación de un centro,
en el mismo África, donde el problema del establecimiento de relaciones per-
manentes y satisfactorias entre nativos y no nativos -un problema de urgente
importancia donde, como en Rodesia del Norte, los recursos minerales se esta-
ban explotando en el territorio de una comunidad primitiva- pudiera constituir
la materia de estudio específico". Se pretendía vincular en la mente de la gente
el nombre de "Instituto Rhodes-Livingstone" con el año 1940 - el 50 anjversario
de la fundación , por Cecil Rhodes, de las dos Rodesias en 1890 ... y el centena-
23 Su Excelencia Sir John Maybin, K.C.M.G., Gobernador de Rodesia del Norte (Presidente);
la Secretaría Financiera de Rodesia del Norte; Sir Leopold Moore, M.L.C., Rodesia del Norte; el
Presidente del la Compañía Biitánica de Sudáfrica (British South Africa Company); el Jefe de Ja
Sociedad Federal Caledoniana de Sudáfrica (Federated Caledonian Society of South Africa); El
Comisionado Provincial, Liviagstone; el Mayor de Livingstone.
Gobierno de Rodesia del Sur, Minas de Cobre Mufulira, Corporación Rhokana, Minas de Cobre
Roan Antelope, Gobierno de Tanganika, Beit Trustees, Gobierno de Kenia, Gobierno de Nyasaland,
Compañía de Desarrollo Broken Hill de Rodesia, Gobierno de Uganda.
25 Núm. 1 "The Land Rights of lndividuals among the Nyakyusa" de Godfrey Wilson; Núm.
2 'The Study of African Society" de Godfrey Wilson y Monica Hunter; Núm. 3 "The Constitution
of Ngonde" de Godfrey Wilson; Núm . 4 "Bemba Marriage" de Audrey l. Richards.
28
Para ejemplos concretos cf. Audrey l. Richards, "Tribal Government in Transition." Suple-
mento de Journal of the Royal African Society, octubre 1935; y Godfrey Wilson, "The Constitution
of Ngonde." Rhodes-Livingstone Paper Nº 3.
29 Cf. Audrey Richards, Land, Laboar, and Diet in N. Rhodesia, publicado para el Instituto
Internacional por Oxford University Press, 1939.
declamación. El científico social, como tal, no puede hablar de "libertad", sino únicamente de
"datos que son indeterminados dentro del campo social". Debe dejar abierta la cuestión de si estos
datos son realmente ejemplos de Ubertad o no; ya que algunos filósofos argumentarían que todos
esos datos se determinen en algún campo u otro (por ejemplo, los de la psicología, biología, etc.)
Pero, como probablemente la mayoría de mis lectores crean en la libertad y es un concepto fami-
liar para todos, resulta conveniente utilizarlo aquí.
31 Raymond Firth, We the Tikopia,Capítulo xn: "A modem population problem ."
en método y principio, difiere de las demás ciencias sociales sólo en su material, que es el pasado.
33 La Economía, que es el estudio especializado de un elemento específico del comporta-
miento social, está con diferencia más avanzada que la Sociología general .
35 Margaret Read, "Native Standards of Living and African Culture Change." Suplemento de
TIEMPO Y DINERO
La Antropología social cuesta muy poco, en dinero, por cada investigador,
pero requiere gran cantidad de tiempo en comparación con algunas de las demás
ciencias. No se requieren instrumentos, laboratorios o materiales; y el Instituto de
Rhodes-Livingstone, por ejemplo, es capaz de mantener a dos investigadores en
• © 1994, John Wiley and Sons Ttd, colil permiso de Blackwell Publishing, Ltd.
38 N.'f. Jndian Reorganization Act.
Las condiciones cambian mucho de una reserva a otra. Éstas varían desde
aquellas tribus que han avanzado mucho en el camino hacia la asimilación, hasta
aquellas que han mantenido, en gran medida, sus formas tradicionales; particu-
larmente determinados indios pueblos. Muchas, si no la mayoría, de las tribus en
las que se han quebrado los métodos tradicionales de control social no los han
sustituido por ningún otro que sea exacto en su lugar.
Muchos de los procedimientos que la Ley de Reorganización India exige,
como pueda ser la elaboración de la constitución y los estatutos, el manteni-
miento de libros de contabilidad para los préstamos, y demás, son todos ellos aje-
EL PERSONAL DE CAMPO
Cualquier política que se idee en Washington debe fundamentarse natural-
mente, para su aplicación, en la fuerza del campo. El jefe ejecutivo en el campo
debe comprender la política y estar dispuesto a llevarla a cabo. Partiendo de ese
punto, la carga de la ejecución recae en su personal de campo. Estos hombres son
los que están en contacto diario con el indio. Y el Servicio Indio debe contar con
ellos para la realización final de la política. Examinemos las cualificaciones de
esos hombres con relación a Ja Ley de Reorganización India.
Primero, esos hombres que fueron contratados antes de 1934, que incluía a
una mayoría de hombres con posiciones ejecutivas en el campo, fueron educa-
dos para realizar una política india totalmente diferente, ya que en aquel enton-
ces se trataba de un asunto de asimilación forzosa de los indios tan rápida como
fuera posible. La educación fue parte del procedimiento empleado, y, otra parte,
la distribución en grupos. Muchos individuos con buena voluntad, dentro y fuera
del Servicio Indio, estaban, y algunos todavía están, totalmente de acuerdo con
la asimilación forzosa en el menor tiempo posible. Muchos ven su engaño y su
fracaso y otros no Jo ven. De los últimos, algunos son indios, tanto dentro como
fuera del Servicio. Por supuesto que la mayor parte del personal de campo es
honesta e intenta readaptarse a la nueva política; algunos están convencidos y
otros siguen la política del servicio. Así y todo, el Servicio Indio se ha tenido
que enfrentar, como consecuencia, al "retraso" ante el cambio transcendente de
Ja política y del inevitable reajuste, en la mentalidad y en el procedimiento, del
personal de campo.
En segundo lugar, y más importante aún, la mayoría del personal carece de
un conocimiento de los indios con los que están tratando. Muchos carecen inclu-
so de una comprensión o interés por ellos como seres humanos. Con la política
de distribución esto no parecía tan necesario como en la actualidad (aunque
40
N.T. Las reservas indias de Flathead y Blackfoot están situadas en la parte occidental del
estado de Montana (Estados Unidos).
* © National Academy of Sciences, cortesía de National Academies Press, Was hington, D.C.
INTRODUCCIÓN
Muchos, si no la mayoría, de los antropólogos americanos tienen opiniones
encontradas con respecto a la Antropología aplicada. Nos encontramos, por una
parte, con una opinión, cada vez mayor, de que el antropólogo debe desempeñar
un papel más provechoso en la realidad contemporánea, de que su compromiso
con la sociedad no puede quedarse sólo en la investigación y en la docencia tra-
dicional. Por otra parte se da una manifiesta desidia a la hora de enfrentarse al
desafío de lo "aplicado" por temor a comprometer la integridad científica. Esta
situación tiene su origen en las condiciones históricas y culturales que se han
dado en el desarrollo de las disciplinas de la Antropología. Hasta ahora se man-
1
En el trabajo de campo en el que se basa este informe participaron los siguientes empleados
del Instituto de Antropología Social : Charles Erasmus en Colombia y Ecuador; George M. Foster
en Chile y El Salvador; Isa bel T. Kelly en México; Kalervo Oberg en Brasil; Ozzi Simmons en
Chile y Perú. La Dra. Greta Mostny, del Museo Nacional de Historia Natural en Santiago, ha hecho
importantes contribuciones a la investigación de Chile. En este momento se encuentran en prensa
artículos independientes sobre los distintos países que varias personas han escrito. Aquí sólo se pre-
senta una mínima pa1te de los datos de campo.
EL MARCO DE LA INVESTIGACIÓN
Casi todos los grupos en América Latina tienen una filosofía que explica la
causa y la cura de enfermedades específicas y la prevención de la enfermedad y
que están, en muchos aspectos, en conflicto directo con las enseñanzas de la
medicina moderna. Esta filosofía, no obstante, constituye los fundamentos que
explican las pautas de acción que deben cambiarse de la población en cuestión si
8 Una síntesis de este trabajo fue presentada al IV Congreso Mundial de Salud Mental , cele-
brado en México, D. F., en 1951.
9 Los estudios etnográficos de las dos comunidades se desarrollaron, durante los años 1948-51,
bajo la dirección de la doctora l. Kelly, en un programa patrocinado por el Institute of Social Anthro-
pology de la Smithsonian lnstitution y el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.
10 El primer volumen del informe de Tajín ya ha sido publicado. Cf Isabel Kelly y Ángel
Palerm: The Tajín Totonac, Vol. I, Washington, D. C., 1952; Smithsonian Institution, lnstitute of
Social Anthropology, Publication N° 13.
11
Véase una discusión de este problema en Ángel Palerm: "La civilización urbana'', Historia
Mexicana, México, D. F., 1952, Nº 6.
12
Véase, a propósito de estos términos, a R. Benedict: Patterns of culture, New York, 1949;
The New American Library; sobre su posible aplicación a las culturas indígenas de México, Ángel
Palerm: "Culturas apolíneas y dionisíacas en el México antiguo", conferencia ante la Sociedad
Mexicana de Psicología; parcialmente publicada en Psiquis, México, D. F:, 1949, Nº 6.
13 Tocó al antropólogo que firma este ensayo encontrar uno de los cuerpos en el camino. La víc-
tima había recibido, aparte de los disparos, más de cliez machetazos gravísimos, la mayor parte per-
fectamente inútiles. A pesar de que el muerto era un amigo nuestro, nos fue imposible reconocerlo.
14
Es claro que en un ensayo de esta clase el antropólogo no puede acometer la tarea de una
descripción exhaustiva de la cultura de cada grupo. Tampoco parece deseable hacerla. Sin embar-
go, conociéndola, el psicólogo está en condiciones de apuntar los elementos más s.ignificativos, y
de colaborar con el antropólogo en su exposición. De esta manera, el trabajo no se forma de una
serie de piezas aisladas escritas cada una por un especialista y luego reunidas formalmente. La des-
cripción cultural, por el contrario, queda empapada, por decirlo así, de sentido psicológico, mien-
tras que las interpretaciones y descripciones psicológicas lo están de sentido antropológico.
15 Véase Erich Fromm: "Psychoanalytic characterology and its applicatiun to the understan-
ding of culture", Culture and personality (S. Stansfeld Sargent y Marian W. Smith, Edts.), New
York, 1949; Vik.ing Fund.
16 Véase Abram Kardiner: El individuo y su sociedad, México, D. F., 1945; Fondo de Cultura
Económica. The psychologicalfrontiers of society, New, York, 1947; Columbia University Press.
El carácter social ha sido descrito por Erich Fromm 17 como la base de adap-
tación del individuo a su sociedad. El niño adquiere en la familia el carácter que
le permite ajustarse a las tareas que durante su vida debe realizar en la sociedad.
De esta manera, podríamos decir que el carácter social de un grupo humano es el
adecuado para llenar las funciones determinadas por Ja cultura. Es natural que en
una sociedad diferenciada los tipos socialmente requeridos pueden ser muy varia-
dos.18 Pero en comunidades como las de Tajín y Eloxochitlán, sin verdadera
estratificación ni división social de actividades, podemos considerar que existe un
17 Véase op. cit., y, además: Escape fromfreedom , New York, 1941 ; Farrar & Rinehart ; Man
cf RaJph Linton: "Problems of status personaJity", Culture and personality (S . Stansfeld Sargent
and Marian W. Smith, Edts.), New York, 1949; Viking Fund. Mucho antes, MaJinowski había indi-
cado semejante posibilidad en su crítica al psicoanálisis de la cultura; cf Bronislaw Malinowski:
Sex and repression in savage society, London, 1949; The Humanities Press, Inc.
19
A. Kardiner, op. cit., ya hi zo observar la importancia de los sistemas proyectivos (en lo que
el control mágico de la naturaleza tiene su fundamento) en culturas que no han consegu ido un buen
control de su ambiente físico.
nature, society, and culture (Clyde Kluckhohn y Henry A. Murray, Edits.), New York, 1948; Alfred
A. Knopf.
21 Véase, por ejemplo, Hortense Powdermaker: "The channeling of negro aggression by the
cultural process", Personality in nature, society, and culture (Clyde Kluckhohn y Henry A. Murray,
Edits.), New York, 1948; Alfred A. Knopf.
INTRODUCCIÓN
Este trabajo es un informe preliminar sobre un proyecto de investigación
acerca de la urbanización en Ja ciudad de México. La investigación surgió y es
una continuación de mi trabajo previo en el pueblo de Tepoztlán . Resumiendo,
era nuestra intención conocer lo que pasaba a individuos y familias del pueblo de
Tepoztlán que habían ido a vivir a la ciudad de México.
Antes de presentar algunos de los resultados preliminares, quisiera indicar
cómo nuestro trabajo está relacionado con otros estudios en el mismo campo. En
primer lugar, deberá notarse que ha habido muy pocos estudios de Jos aspectos
sociopsicológicos de la urbanización en México u otros países latinoamericanos.
La sociología urbana en México se ha quedado atrás en relación con adelantos en
algunas de las demás ciencias sociales. Los datos que más podrán compararse con
los nuestros, habrán de encontrarse en los estudios sobre migraciones del medio
rural al urbano, efectuados por sociólogos rurales en los Estados Unidos. Estos
23
La tendencia de considerar la ciudad como fuente de todo mal y de idealizar la vida ru ral
ha sido corregida un poco por el trabajo de los sociólogos rurales en años recientes. Ya no estamos
tan seguros de que la sociedad rural como tal es tan Rousseauniana y Jjbre de ansiedades como
solíamos pensar. Estud ios hechos por Mangus y sus colegas, sugieren una proporción tan alta de
enfermedades psicosomáticas entre la población campesina de algunas partes de Ohio, como en las
áreas urbanas (véase A. R. Mangus y Tohn R. Seeley. Mental Health Needs in a Rural and
Semi rural A rea of Ohio, Mi meo. Bull. No. 1951. Columbus: Ohio State University, enero de l 947).
Además, un estudi o de Goldhamer y Marshall sug iere que no ha habido incremento de las psicosis
(y, por ilación, tambi.én de neurosis) en los últimos cien años en el estado de Massachusetts, un esta-
do que ha sufrido co nsiderable desaJTo llo industrial durante este período (véase Herbert Goldhamer
y Andrew W. Marshall. The Frecuency of Mental Disease: Long-Term Trends and Present Status.
The Rand Corp., julio de l 949).
24
El excelente articulo de Theodore Caplow sobre "The Social Ecology of Guatemala City"
(La Ecología Social de la Ci udad de Guatemala, Social Forces, 28, l 13, diciembre 1949) inruca el
provincialismo de las primeras ideas sociológicas acerca de la naturaleza de la ciudad. Escribe
Caplow: "La literatura de la geografía urbana y sociología urbana tiene una tendencia de proyectar
como universales aque llas características del urbanismo con que están más fami liarizados los estu-
d iosos europeos y norteamericanos ... había hasta fechas recientes una tendencia de atribu ir a todas
las ciudades las características que ahora parecen ser específicas de Chicago ..." (p. 132). Caplow se
pregu nta si "gran parte del carácter anárq ui co e inestable atribuído por muchas autoridades a la vida
urbana en general, no es meramente un aspecto particular de la historia urbana de los Estados
Unidos y Europa occidental a partir del Renacimiento" (p. 133).
viven en la ciudad (Tabla 2). En contraste con Tepoztlán, no había casos de per-
sonas que vivían solas o de familias no emparentadas que vivían juntas.
Probablemente hay más presión económica para que las familias vivan juntas en
la ciudad que en el campo. En Tepoztlán, si los matrimonios jóvenes no se llevan
con los parientes políticos y desean vivir aparte, casi siempre pueden encontrar
alguien que tiene una casa vacía que puede usarse sin pagar renta. Lo mismo ocu-
rre con los ancianos y las viudas, que apenas pueden ganarse la vida con los pro-
ductos de una huerta, y criando gallinas o puercos.
MÉDICOS Y CURANDEROS
CONCLUSIÓN
En resumen, este estudio ofrece nueva evidencia. de que la urbanización no es
un proceso simple, unitario, universalmente similar; sino que asume formas y sig-
nificados diferentes, que dependen de las condiciones históricas, económicas,
sociales y culturales prevalecientes. Las generalizaciones acerca de la urbaniza-
ción deben tomar en cuenta estas condiciones. De nuestro estudio de tepoztecos
que viven en la ciudad de México, encontramos que los campesinos en México
se adaptan a la vida urbana con mucho mayor facilidad que las familias campe-
más "profundo". En relación a esto será interesante comparar los resultados de las pruebas
Rorschach dadas a las familias tepoztecas viviendo en la ciudad, con los resultados de las obteni-
das del pueblo de Tepoztlán. También deberá notarse que nuestros resultados para familias tepoz-
tecas en la ciudad de México no significan que no hay "desorganización" en la ciudad de México
como un todo. Una comparación entre los índices estadísticos del crimen, la delincuencia y el
divorcio entre la población urbana y rural en México, muestra un índice mucho mayor para las
áreas urbanas (véase José E. Iturriaga. La Estructura Social y Cultural de México. Fondo de Cultura
Económica, México, 1951).
Imagínense en el centro de lowa, una superficie de tierra que el río Iowa baña.
Parte de ella, como fondo de un valle inundado, otra parte, ladera arbolada y otra
fracción útil para el cultivo. En los últimos cien años éste ha sido el hogar de una
comunidad cada vez mayor de indios americanos que se denominan así mismos
mesquakies; comúnmente conocidos como los indios fax. Después de Ja guerra
de los blackhawk fueron desplazados de lllinois y lowa hacia Kansas. Pero así y
todo, desafiaron al Gobierno y, en 1857, un grupo de ellos buscaron y recibieron
autorización del Gobierno del estado de lowa para comprar 80 acres de tierra
donde asentarse. Los 80 acres han aumentado a 3.300. La población ha crecido
hasta llegar a unas 600 personas que consideran este asentamiento como su hogar
aunque muchos trabajen y vivan en los pueblos y ciudades del mundo blanco,
que, mientras tanto, ha rodeado su tierra y sus vidas.
Han sido cien años de paz, de coexistencia pacífica. Bastante tiempo para que
los indios y sus vecinos no se presten mucha atención; bastante espacio de tiem-
po para que los indios y los blancos, en sus contactos diarios, sean inconscientes
unos de otros de su presencia. Con alguna ayuda del Gobierno y con mucha inter-
vención oficial, los indios han mantenido su propia comunidad, su lengua, su reli-
gión, sus peculiares interrelaciones familiares, sus valores mesquakies. Célebres
cazadores se han convertido en granjeros improductivos; un estado tribal inde-
27
El Dr. Tax es profesor de Antropología en la Universidad de Chicago. Este artículo fue pre-
sentado en el simposio sobre " Valores en Acción" (Values in Accion) en el encuentro anual de la
Asociación de Antropología Americana (American Anthropological Association), Chicago, diciem-
bre de 1957.
28 N.T. Siglas del inglés Works Projects Administration (WPA) y Civilian Conservation Corps
(CCC).
11
Las dos condiciones irreductibles del cambio en el nivel comunitario son que
el nuevo comportamiento no suponga: l) Una pérdida de la identidad/ax; 2) Ni
una violación de fas creencias morales de losfox. También se da por sentado que
el cambio es prácticamente posible, que el nuevo comportamiento que se requie-
ra sea comprensible y factible, y que haya alguna razón, desde el punto de vista
Anthropological Association).
EL PROYECTO FOX 20 l
ser empíricamente erróneo. El hecho es que lo que es mejor para ellos implica lo
que ellos quieren ser. Operacionalmente esto sólo se sabe observando las alter-
nativas que ellos realmente eligen, y nosotros mismos fracasaremos en la medi-
da en la que elijamos por ellos. Por lo tanto, el resultado es que estamos siempre
descubriendo•y no aplicando conocimiento.
De ahí que nuestro valor de la libertad sea en parte ético y en parte una forma
de aprender la verdad. Al menos no vemos ninguna contradicción entre nuestros
dos primeros valores.
Un tercer valor -¿o es un principio de operación?- es una clase de Ley de
Parsimonia que nos dice no resolver los problemas de los valores a menos que
nos implíquen .. Esto en alguna manera es un valor que para nosotros da por zan-
jado el prnblema de los valores. A comienzos de nuestro programa Fox, después
de haber decidido interferir para lograr algún propósito adecuado, nos acosaba el
problema de los valores. Algunos de nosotros estábamos a favor y otros en con-
tra de la asimilación de los indios. Que momento tan maravillosamente feliz fue
cuando caímos en la cuenta de que esto no era un juicio o una decisión que noso-
tros necesitábamos tom<lf..Era una decisión de las personas afectadas, no nuestra.
Con toda franqueza, en absoluto era de nuestra incumbencia. Esto no sólo nos
liberó, sino que esta situación específica supuso el inicio de la filosofía de nues-
tro progr.ama de acción. Ahora que recuerdo veo que esto fue nuestra solución
general al problema de los valores. Cuando fue necesario decidir la elección de
uno de los valores que entraba en conflicto, finalmente caímos en la cuenta que
no decidíamos y que, por lo tanto, evitábamos la decisión. Tal vez sea éste el
momento de establecer esto sistemáticamente como un valor operativo.
La gente está siempre preguntándonos si creemos que los caníbales tienen
derecho a la autodeterminación. Con respecto al canibalismo, ¿no tendríamos que
imponer alguno de nuestros valores? Ahora bien, ni yo como carne humana, ni me
seduce la idea de que me coman; esa sola idea me repugna tanto como a las demás
personas de nuestra cultura. No tengo ni idea de Jo que haría si me encontrara yo
mismo comprometido en un programa de acción en una isla de carubales; por el
contrario, sólo se me ocurren chistes al respecto. Si intento responder con serie-
dad, me asaltan todas las contradicciones de valores que implica el denominado
relativismo cultural. Pero cualquiera que pueda ser mi posición personal al respec-
to, no tiene ninguna relación importante con lo que deberíamos hacer mañana
para ayudar a los indios fox, o a otros residentes del estado de Iowa, a desarrollar
relaciones que sean más constructivas dentro de su comunidad.
IV
No quisiera que ahora se me interpretara como anti-filosófico; los problemas
de los valores son muy importantes intelectual y personalmente para todos naso-
30 O . Mannoni, Prospero and Caliban (traducido del francés). Methuen & Co., Ltd., London
1956.
31
El Dr. Holmberg es del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de
Cornell.
IV
Debido a la falta de espacio no es posible realizar una exposición completa de
todos los pasos del funcionamiento de Vicos. Sin embargo, estábamos fundamen-
talmente preocupados por el desarrollo y el estudio de dos procesos importantes:
1) Cambiar la imagen inicial (y esperada) de nosotros mismos de patrones hosti-
les a la de consultores y observadores amistosos; y 2) Desarrollar organizaciones
de solución de problemas y toma de decisión independientes entre las poblacio-
nes indígenas que poco a poco pudieran asumir el control y la dirección de los
asuntos de la comunidad de manera racional y humana. Para comenzar estos pro-
cesos de acción, se diseñaron muchos pasos específicos, todos los cuales surgie-
ron de un estudio inicial directo de la comunidad y del entorno. A continuación
se exponen algunas de las medidas que tomamos en Vicos:
1. A los líderes indígenas se les dio responsabilidad (por ejemplo la supervi-
sión de la fuerza laboral) que anteriormente mantenían empleados de
fuera hacia quienes sentían una gran hostilidad.
2. Se abolió los servicios gratuitos que proporcionaban a la hacienda (coci-
neros, pastores y demás) y se contrataron trabajadores remunerados para
las labores estratégicas.
3. Los beneficios del trabajo indígena se invertían en la hacienda para el
desarrollo de la comunidad (mejoras en las prácticas agrícolas, la educa-
ción y demás).
4. Se organizó a un grupo de líderes indios, conocidos como mayorales, con
la finalidad de compartir la responsabilidad en la planificación y ejecución
de un programa integrado de cambio que el grupo de Cornell preparó pre-
via consulta a los líderes indios.
5. Se iniciaron reuniones semanales con los integrantes de la fuerza laboral
para discutir asuntos de la hacienda y de la comunidad.
Tal vez, en este momento, nuestro modo de operación se puede resumir mejor
de la siguiente manera: cuando surgen los problemas, estos se llevan al comité de
líderes indios, con los que nos reunimos para su discusión en un seminario duran-
te un par de horas a la semana. Cuando se logran acuerdos y compromisos, se dis-
cute con los integrantes de la fuerza laboral para que se puedan llevar a cabo las
modificaciones necesarias. Para instaurar las reuniones con la fuerza laboral, nos
aprovechamos de una costumbre antigua de la hacienda, la del mando; una reu-
nión semanal en la que el hacendado asigna las tareas de trabajo a la fuerza !abo-
V
Hasta el momento se ha dicho bastante sobre nuestro modo de proceder en
Vicos como para aventurar unos cuantos enunciados sobre el método de inter-
vención participativa en comparación con otras aproximaciones en el estudio del
cambio. El primero de estos tiene que ver con el nivel de implicación del propio
investigador. En los estudios de pura observación de los procesos naturales de
cambio generalmente se asume que el investigador permanece fuera del proce-
so socio-cultural que está estudiando; que él mismo no forma parte de él. En
dichas aproximaciones el investigador se preocupa poco por los medios o fines
de un proceso socio-cultural; se esfuerza en no influir en la situación ; minimiza
su influencia tanto como le sea posible. De hecho, espera conseguir la comple-
ta objetividad.
No se puede decir lo mismo, sin embargo, del método de intervención parti-
cipativa en donde se sostiene como verdad precisamente lo contrario para la
mayor parte. El investigador se convierte en una parte vital del proceso que está
estudiando; define y manipula Jos medios y los fines; trata estratégica y econó-
micamente de influir en la situación; de hecho, podríamos casi decir que espera
conseguir la subjetividad "objetiva".
Por supuesto que del hecho de que el investigador se encuentre profunda-
mente implicado en el proceso surge un segundo punto, y muy importante, como
son los valores del propio investigador. El observador externo del cambio nor-
malmente puede evitar este problema racionalizando que sus valores tienen poca
influencia en la situación que estudia; aunque dudo que esto sea así. Por otra
parte, la intervención participante debe afrontar el problema del valor, debe res-
ponsabilizarse de la acción que inicia.
Puesto que es imposible aquí considerar todas las facetas del problema del
valor, me gustaría simplemente ceñirme a nuestro trabajo en Vicos: tomamos una
posición de valor, uno que ya ha sido definido con gran detalle: estábamos preo-
cupados con ayudar a los vicosinos a transformar la hacienda de un estado depen-
diente y sumiso en la que ellos ahora viven a una "comunidad justa, apacible,
moral e intelectualmente progresiva de... hombres y mujeres responsables."
Aunque, por supuesto, nunca se puede justificar científicamente dicha posición
de valor, nosotros -y muchos vicosinos- creemos que estos serán fines buenos y
VI
Ahora vamos a dar una breve consideración sobre el papel del investigador
en la aplicación del método de intervención participante en el campo. No puedo
pensar en ninguna otra manera de resumir o iluminar esto que recurriendo a la
analogía para explicar lo que tengo en mente. La analogía incumbe al psicoana-
lista en la situación terapéutica. ¿Qué hace el analista? Comienza con un pacien-
te que aunque lo desea, es incapaz de funcionar con toda su capacidad en el ·
mundo en el que interactúa. El hecho de que no pueda hacerlo así podría ser debi-
do a la sociedad en la que vive, pero si el paciente quiere conseguir una adapta-
ción satisfactoria y deseable a la vida, debe cambiar su comportamiento de varias
maneras. El analista no puede cambiar por él mismo este comportamiento; debe
hacerlo el paciente por él mismo. Lo que idealmente sucede es esto: el paciente
se cura así mismo a través de un proceso de auto-racionalización con estrategias
ocasionales de intervención del analista para que pueda enfrentarse a sus ansie-
VII
Aunque probablemente sea demasiado pronto para valorar los resultados cien-
tíficos globales de nuestra aplicación del método de intervención participante en
el campo de Vicos, nuestra experiencia hasta el momento parece indicar que el
método tiene varias ventajas como aproximación a los problemas teóricos y prác-
ticos que conllevan los programas modernos del desarrollo socio-económico. En
primer lugar, hemos podido llevar a cabo una gran cantidad de estudios científicos
del tipo experimental amplio que habría sido imposible con otras condiciones.
Sólo tengo que decir que en muchos de estos estudios desde el mismo comienzo
pudimos realizar experimentos, a través de la observación y la entrevista, sobre la
aceptación y el rechazo de las innovaciones. En segundo lugar, estamos en posi-
ción de comprobar hipótesis derivadas de otros sistemas culturales y mediante
otros métodos de estudio. En tercer Lugar, nos encontramos en posición de acele-
rar el proceso de cambio y, en un tiempo relativamente pequeño, de ruptura de
cambios que podían haber llevado años para que se dieran a través de procesos
naturales. En cuarto lugar, hemos podido comprobar nuestras predicciones y
mejorar nuestros métodos mientras avanza el programa. Y por último, estando en
una posición de control -político y científico- y teniendo un programa continuo
de intervención y estudio (parcialmente autofinanciado, que no es un asunto
menor en estos días) sentimos que podríamos aislar, integrar y estudiar de prime-
ra mano los factores pertinentes de la transformación de un sistema socio-cultural
como el de Vicos -que es una situación anacrónica en el mundo moderno-, en un
nivel de madurez que mantenga el alto potencial de su gente y la dignidad funda-
mental que corresponde a todos los seres humanos del mundo.
1 Los casos proceden de tres fuentes: Cohen (1971), El-Hehiawy (1971 ) y New, Hess ler y
Cater ( 1973). La autora reconoce con agradecimiento su deuda a Mrs. El-Hehiawy y al Dr. New
por autorizar la utilización de sus materiales en este artículo.
2
Public Law 93-641, 93rd Congress, January 4, 1975. (N.T. National Health Planning and
Resources Development Act.)
3 N.T. Mental Retardation Facilities and Community Mental Health Centers ConstructionAct.
4
Los cinco elementos fundamentales incluían atenc ión hospitalaria, atención a pacientes
externos, hospitalización parcial, atención de urgencia y consulta y educación; también incluían los
componentes de servicio de diagnóstico, servicio de rehabilitación, prevención y seguimiento, for-
mación e investigación y evaluación (Srnith y Hobbs 1966).
5 El 31, 3 por ciento de este grupo tenía ingresos por debajo de los 4.000 dólares en 1959; 24,
5 por ciento por debajo del octavo grado del nivel de educación primaria (Govemment of the
District ofColumbia 1965; El-Hehiawy 1971).
BIBLIOGRAFÍA
Brody, Eugene B. (1975) "Rights, Privileges and Obligations: The Physician as
Bioethicist." En Anthropology and Society, Bela C. Maday, (ed.). Washington:
Anthropological Society of Washington, pp. 18-26.
7
Traducción de Francisco R. Dávila y Ana Verónica Stern. La autora agradece a Sheryl
Pearson por la lectura del manuscrito y por sus comentarios muy úti les .
8 Para un examen de la literatura antropológica, véase Fábrega 1972; Colson y Selby 1974.
9 Aunque el origen del movimiento espiritualjsta requiere estudios posteriores, una hjpótesis
preliminar puede ser lanzada y ésta es que este movimiento, al contrario del espiritista, se originó
en los Estados Unidos. El movimiento espiritualista mexicano que estudiamos se asemeja al movi-
miento espiritualista Norteamericano original (Nelson 1969) y por ello es probable que se haya
difundido desde Estados Unidos llegando hasta México en el siglo XIX. El espiritismo, por otra
parte, está enrruzado en la filosofía abrazada por el espiritista francés Allen Kardec (Macklin 1974).
Ambos movimientos existen en México actualmente.
10
De acuerdo con la autobiografía del fundador, el movimiento en México se origina en
1866, cuando él abandonó el sacerdocio para proclamarse el encarnado del Espíritu Santo. Es de
interés señalar que la madre del fundador del movimiento era una india Otomí del Estado de
Hidalgo.
LOS CURANDEROS
A manera de antecedente acerca de las enseñanzas del movimiento espiritua-
lista tenemos su creencia en la Trinidad: el Padre, Jehová; el hijo, Jesucristo; y el
Espíritu Santo, en el Padre Elías, el fundador del movimiento, quien aparece
como encarnado en la persona de un humilde sacerdote mexicano. 13 Este adve-
nimiento ocurrió el primero de septiembre de 1866, y con él empezó la tercera
era de la humanidad.
Las enseñanzas morales de este movimiento están contenidas en 22 precep-
tos los cuales sirven a los espiritualistas de guía de conducta personal ante Dios
y ante los hombres. A modo de ejemplo hay algunas reglas concernientes al uso
del alcohol, al uso de las armas en contra de sus hermanos (se incluye en éstas la
participación en las guerras civiles) y otras acerca de los deberes para con sus
hijos incluyendo el abandono de estos en ciertos casos. Las enseñanzas de Dios,
transmitidas a través de un medium en trance, son impartidas en todos los tem-
plos del país en horarios regulares que incluyen días y horas. Los días escogidos
son el primero, el nueve, el trece y el veintiuno de cada mes así como también
todos los domingos por la mañana. Más aún, cada día de la semana está designa-
do para una actividad específica que tiene que ser realizada en todos los templos.
Por ejemplo, los lunes, están destinados a entrenar a los médiums. Los martes y
los viernes están dedicados a curar enfermos.
Como se dijo anteriormente, la técnica utilizada por los espiritualistas para
reclutar gente es a través de la curación de enfermos. Ellos no evangelizan. Les
11 A pesar de que el número exacto de templos existentes se desconoce, estimamos que hay
alrededor de unos mil.
12
Para una discusión detallada de estas comunidades representativas de la región cuyos
miembros buscan a las curanderas espiritualistas, véase Finkler 1974, segunda parte.
13 No se indica el nombre del fundador con el objeto de disimular la identidad del grupo en
cuestión.
LOS PACIENTES
Cuando busca ayuda, el paciente se acerca al curandero y saluda al espíritu
protector con una acostumbrada reverencia. El espíritu protector le responde: "Yo
te puedo escuchar, hijo mío", seguido de la recitación de una corta bendición.
Luego el o la paciente, describe usualmente los síntomas de sus padecimientos o
sus problemas. El espíritu protector algunas veces interrumpirá la letanía de pro-
blemas con una pregunta. Por ejemplo, el paciente puede decir, "padezco de dolo-
res de cabeza". El espíritu protector le interrumpe con "¿Verdad que Ud. tampo-
co puede dormir?" y el paciente en forma acostumbrada dice "Sí, eso es verdad".
Con este tipo de cuestionamiento, el espíritu protector practica con destreza la
técnica de conducción de la impresión (impression management) (Goffman
1959), que también ayuda a la efectividad terapéutica del protector. Una vez que
los síntomas han sido explorados cuidadosamente, el espíritu protector se infor-
ma acerca del decurso de la enfermedad, de sus orígenes, de las condiciones eco-
DISCUSIÓN
Sólo existen algunos estudios entre ellos los de Garrison, 1970 y los de
Kleinman, 1976, los cuales han tratado de evaluar sistemáticamente el resultado
de los sistemas terapéuticos no médicos. Quizás aún no sea factible aventurarse
a tan complejo intento afirma Fábrega 1974 y Mechanic, 1968.
Podemos sin embargo proponer varias razones por las cuales los médicos
espiritualistas están patrocinados por grupos tan numerosos, en cambio gran
parte de la sociedad ridiculiza al máximo sus prácticas y peor aún, los condena
como si éstas fuesen brujerías.
En primer lugar, es importante recordar que los pacientes tienen conocimien-
to de la existencia de los curanderos espiritualistas a través de las relaciones de
amigos y parientes. La anterior afirmación parece ser plausible ya que es poco
probable que una persona tropiece con un templo espiritualista sin tener un cono-
cimiento previo de su existencia.
Como señalamos al comienzo, los templos se encuentran ubicados fuera del
área central del pueblo o de la ciudad. Más aún, no hay ninguna indicación en la
fachada del templo para identificarlo como una casa religiosa o como un lugar de
14
Es de interés señalar que en la Ciudad de México la mayoría de las personas dependen de
un salario de subsistencia,de ahí que uno de los pedidos más comunes que se les hace a los espíri-
tus es que les encuentre trabajo. En lo templos rurales donde la población vive de la tierra, los pedi-
dos de trabajo son menos comunes.
BIBLIOGRAFÍA
Universidad de California, San Francisco. La investigación que aquí se presenta forma parte de un
proyecto en curso financiado desde 1977 con la beca NlMH # MH 30890. La autora desea reco-
nocer la colaboración en todas las fases del estudio de su asociada en la investigació n, Terry A.
Lyons. También han ofrecido su asistencia Beverly Nicholls y Linnea Klee. Judith Bak:er, Caro!
Browner, Carol McClain y Harry F. Todd, Jr. que han aportardo comentarios útiles a los borrado-
res iniciales de este artículo. Una versión de este artículo se presentó en el congreso anual de la
Society for Applied Anthropology, Filadelfia, 1979.
16
Aunque el estigma al que los homosexu ales se enfrentan hace difícil cualqu ier esfuerzo por
consegu ir cifras de población que no sean excesivamente especulativas. Las cifras de Kinsey ( 1952)
pueden servir para establecer algunas estimaciones aproximadas. El Índice de Escala Heterosexual-
Homosexual de Kinsey se ideó ( 1948) para que pudieran equilibrarse tanto los aspectos heterose-
xuales como homosexu ales de la historia de un individuo para así evi tar sistemas demasiado bipo-
lares de clasificación. En éste se consideraron tanto las reacciones psicológicas como la experiencia
sexual patente -éstas se sopesaron relacionándose entre sí y se evaluaron para hacer un a escala. A
las personas a las que se las consideró con O fueron clasificadas como "completamente heterose-
xual"; con 6 "completamente homosexual." Los otros índices representan tipos intermedios, con 3
se definen a aquellas cuyas historias son igualmente tanto heterosexual como homosexual. Utilizan-
do esta escala, Kinsey y sus asociados demostraron que no es posible establecer una simple deter-
minación para explicar por qué muchas personas son heterosexuales u homosexua les. La orienta-
ción sex ual se conceptualiza de forma más útil como un continuo entre dos extremos que incluye
todos los tipos intermedios psicológicos y comportamentales.
Dependiendo de qué porción de la escala se selecciona como representación de los individuos
"homosexuales", la proporción de lesbian as entre la población adulta joven podría estimarse que
estaría entre 1 y 20%. Hoeffer ( J 978) aplica estos datos de manera restrictiva, calculando la pobla-
ción de lesbianas madres en el 3% de los 6.6 millones de familias dirigidas por mujeres, cerca de
200.000 en total. Ella señala, si n embargo, que la cifra exacta podría situarse entre esta cifra y la
de Martin y Lyon (1972) que sugieren una cifra de 3 millones, o el 30% de su estimación de 10
millones de lesbianas en Estados Unidos. Esta cifra más alta no sólo coincidiría con las poblacio-
nes de familias dirigidas por mujeres, mujeres que nunca se han casado y/o mujeres que previa-
mente estuvieron casadas, sino que también incluiría alguna mujer casada legalmente y otras que
no ocupan la posición de cabezas del hogar.
17
Especialmente en el caso de lsaacson-Schuter en Washington, el caso Jullion en California
y el caso, en Texas, de Risher (Gibson 1977). Este último fue el tema de una película de una cade-
na televisiva. Hunter y Polikoff ( 1976) ofrecen más material sobre la situación legal de las madres
lesbianas .
18 Entre los factores que pueden tenerse en consideración en el proceso de determinación del
mejor interés del hijo, la "Ley de Ordenamiento del Matrimonio y el Divorcio" (Uniform Marriage
and Divorce Act) incluye (Clark 1975: 870):
1. Los deseos de uno de los padres o los padres del niño a su custodia.
2. Los deseos del hijo a ser custodiado.
3. La interacción e interrelación del hijo con su padre o padres, sus hermanos y cualquier otra
persona que pudiera afectar de manera significativa los mejores intereses del niño.
4. La adaptación del niño al hogar, a la escuela y a la comunidad.
5. La salud mental y física de todos los individuos involucrados.
19 La disposición de este caso fue particularmente irónica ya que los abuelos, que también
tenían un hijo gay, pudieran haber sido considerados las únicas personas implicadas en el caso que
habían demostrado estar capacitadas para criar a un homosexual.
20 Por ejemplo, en Michel v. Michel (1972), un agente de la condicional, un abogado del tribu-
nal de conciliación y un psicólogo, todos ellos favorecieron que se le concedieran los tres hijos a la
madre. El padre no presentó ninguna prueba contra la inaptitud de la madre más allá del hecho de
su lesbianismo y su deseo de darle a los hijos un hogar cristiano. La madre ganó la custodia pero se
le ordenó que no conviviera con su amante mujer y que sólo se relacionase con ella cuando los hijos
estuvieran en el colegio o visitando a su padre. Aunque el juez no reclamó explícitamente que fina-
lizara con la relación, una orden de este tipo, sin duda alguna, podría socavar, como consecuencia,
las relaciones íntimas y el apoyo mutuo de una pareja. De manera similar, en una decisión anterior
(desde que se modificó) en el caso conjunto Schuster v. Schuster e /saacson v. lsaacson (1978) el
juez ordenó que las madres establecieran hogares separados con sus hijos. Vivir juntos, argumenta-
ba, promovería un "ambiente potencialmente destructivo" (Hunter y Polikoff 1976: 698).
21
La enmienda de Briggs, que se presentó en la votación de California de 1978, ejemplifica
estos esfuerzos. Esta iniciativa habría requerido el despido de cualquier maestro o empleado de
escuela que la investigación de un consejo escolar demostrara que fuera homosexual o que sus opi-
niones estuvieran a favor de los homosexuales o a favor de la concesión de los derechos civiles a los
homosexuales. La iniciativa fracasó; con todo, durante la campaña se mantuvieron fuertemente argu-
mentos que defendía la posición de que los homosexuales estarían "por naturaleza" inclinados a aco-
sar sexualmente a los niños o a intentar "reclutarlos" como homosexuales. En estos argumentos sub-
yace el supuesto de que los impulsos sexuales entre los homosexuales hombres y mujeres son
extremadamente poderosos y que no se pueden cohibir a través de medios normales.
22 La literatura psicológica también falla en aclarar los efectos que sobre los hijos tienen dife-
rentes tipos de acuerdos de custodia. Para una crítica detallada sobre la investigación cómo puede
ser, y ha sido, aplicado en la adjudicación de Ja custodia del hijo en familias divorciadas y post-
divorciadas ver Ellsworth y Levy (1969).
23 Los individuos elegidos para las entrevistas se identificaron así mismos como lesbianas/
homosexuales o heterosexuales . Y todos habían tenido relaciones sexuales del correspondiente tipo
durante el año anterior, o habían expresado preferencia por parejas del mismo sexo o contrario en
el caso de que ellas comenzaran una relación. Las personas que se denominan a sí mjsmas corno
bisexuales o que rechazan todas las denominaciones fueron excluidas de la muestra, corno fueron
aquellas cuyo comportamiento sexual declarado contradecía directamente la denominación de la
orientación sexual que habían seleccionado.
24 Todas las mujeres en el estudio habían estado legalmente casadas con el padre de su primer
hijo cuando concibieron o dieron a luz. La inclusión en la muestra requería que ellas estuvieran
divorciadas o separadas y que no vivieran ya con el ex marido. Algunas mujeres habían tenido pos-
teriores descendencia con otras uniones, tanto legales corno consensuadas.
25
N.T. En estos procesos, conocidos popularmente como "salir del armario", se siguen distin-
tos niveles de aceptación, desde de la aceptación personal de la propia homosexualidad hasta su
identificación familiar y/o social. Existe al respecto una variada bibliografía: Eli Coleman (J 982)
" Developmental Stages of the Coming-Out Process" American Behavioral Scientist, 25 (4): 469-
482; Jeanne Miranda y Michael Storms (1989) "Psychological Adjustment of Lesbians and Gay ...
... Men" Journal of Counseling & Development, 68: ...; Daryl J. Higgins (2002) "Gay Men from
Heterosexual Marriages: Attitudes, Behaviors, Childhood Experiences, and Reasons for Marriage
"Joumal of Homosexuality, 42(4):15-34; Sari Dworkin y Fernando Gutierrez (eds.) (1992)
Counseling Gay Men & Lesbians: Journey to the End of the Rainbow. Alexandria (VA): American
Association for Counseling and Development.
26 Estudios en varias partes del país han mostrado que los padres tienden a ser extremada-
mente informales a la hora de cumplir con sus obligaciones en la manutención del hijo. Ross y
Sawhill (1975: 47) citan un estudio de Wisconsin que mostraba que en el primer año de divorcio,
el 42% de los padres no habían realizado Jos pagos de la manutención del hijo que ordenaban los
tribunales, y que después de 10 años el porcentaje había crecido al 79%. Otro estudio (Citizens '
Advisory Council 1972) mostraba que los maridos sólo contribuían en una tercera parte de los casos
encuestados, y que el 67% de los padres no contribuía en absoluto en el mantenimiento de sus hijos.
BIBLIOGRAFÍA
Adelman, Marcy (1977) "Comparison of Professionally-employed Lesbians and
Heterosexual Women on the MMPI." Archives of Sexual Behavior , 6(3):193-
201.
Armon, Virginia (1960) "Sorne Personality Variables in Overt Female
Homosexuality." Journal of Projective Techniques, 24: 292-309.
Aubert, Vilhelm (1969) "Law as a Way .of Resolving Conflicts: The Case of a
Small lndustrialized Society." En Law in Culture and Society. Laura Nader,
(ed.). Chicag.o; Aldine, pp. 282-303.
Bane, Mary Jo (1976) "Marital Disruption and the Lives of Children." Journal of
Social lssues, 32 (1):103-17.
Bieber, L, et al. (1962) Homosexuality: A Psyclwanalytic Study of Male Homo -
sexuals. New York: Basic Books.
De repente los antropólogos se enfrentan por todas partes con dos hechos,
uno de los cuales es agradable y el otro algo incómodo. El primero, el más tran-
quilizador, es que al final se están reconociendo y aceptando la relevancia de los
conceptos de cultura para muchos problemas humanos, áreas del conflicto social,
estrategias pautadas de adaptación y los procesos de cambio que se están dando
en el mundo contemporáneo. El segundo hecho, y más inquietante para los antro-
pólogos, tiene que ver con las consecuencias de tal reconocimiento. "Nuestros"
conceptos de cultura y etnicidad se están incorporando a una variedad de disci-
plinas, revistas profesionales y esferas profesionales como constructos imp011tan-
tes; presentándose como elementos claves para la investigación así como para
programas que se proyectan para ofrecer soluciones a problemas humarullS. Y en
ningún lugar esto es más evidente que en el ámbito de los servicios humanos que
se dirigen a la mejora de la situación sanitaria, además de a las poblaciones nacio-
nales, a los grupos minoritarios.
Cuando escuchamos a los profesionales sanitarios comentar que, " ... en un
sentido nosotros, los profesionales, tenemos nuestra propia tradición cul,tural,"
los antropólogos saben que, al menos inicialmente, se ha entendido el significa-
do del concepto de cultura. Cuando nos encontramos con profesionales .de los
servicios humanos que hacen no sólo preguntas del tipo, "¿por qué ellos (clien-
tes) no hacen esto o lo otro?'', sino que además se preguntan, "¿por qué nosotros
(profesionales) hacemos esto o lo otro?" sabemos en antropología que se ha dado
un giro genuino a la centralidad del concepto de cultura. Y a este respecto, es
comparable con la toma de conciencia que se ha dado con el significado del con-
cepto de etnicidad.
Monograph of the East-West Center. Honolulu: The University Press of Hawaii, 1976.
28 Ponencia Solicitada, "Human Services: Conception and Process ." Presentada en la Sesión
Plenaria de la Primera Conferencia Anual Hispana del Sureste sobre Servicios Humanos, Miami
Beach, Florida, febrero 5-7, 1976.
29 Como se ha definido en H. H. Weidman, "lmplications for the Culture Broker Concept for
the Delivery of Health Care." Ensayo presentado en el Annual Meeting of the Southern
Anthropological Society, Wrightsville Beach, North Carolina, marzo 8-11, 1973. Aceptado para su
publicación en Social Science & Medicine. Próxima revisión , primavera de 1977.
EL PROBLEMA
¿Qué significa que grupos de profesionales bilingües y biculturales de varias
áreas regionales se unan para trabajar sobre temas de servicios humanos? Ellos
organizan seminarios sobre múltiples áreas categóricas (problemas), en los que
se discuten las necesidades, los recursos para satisfacer esas necesidades y las
estrategias para disminuir el vacío que se da entre las dos. Para continuar con el
ejemplo hispano, esto indica un problema dominante de gran magnitud que trans-
ciende las subdivisiones culturales de la amplia categoría hispana. Se da el
mismo principio en las conferencias que utilizan criterios diferentes para la orga-
nización de coaliciones de otros grupos étnicos. El hecho es que, a pesar de nues-
tras leyes, fondos, directrices, no estamos llegando a donde queremos ir. Esto es
así tanto en consumidores como en los proveedores.
El problema es, por un lado, garantizar la igualdad de los servicios disponi-
bles a todo el mundo; y por otro, es el de la provisión equitativa de los servicios
a todas las personas. El objetivo último es, de cualquier manera que lo miremos,
aumentar el estado de salud, por ejemplo, tan óptimo como pueda conseguirse en
bienestar y maestría para todo el mundo.
Desde mi punto de vista existen sólo dos aproximaciones generales para con-
seguir tales objetivos. Uno es reparar o rehabilitar después de que algún tipo de
problema surja o de que alguna crisis suceda; la otra es prevenir, en primer lugar,
si fuera posible, tales problemas o crisis.
La situación actual parece mucho más favorable a la prevención que a la repa-
ración o rehabilitación. Aunque ningún grupo humano ha conseguido todavía
ninguna utopía. Siempre se darán crisis específicas en las distintas áreas proble-
máticas o categorías de trastorno en todas las poblaciones. Podrían mostrarse con
patrones diferenciados, pero se darán. Por lo tanto, debemos concebir una apro-
ximación de amplio espectro y una continuidad de servicios que comience con la
prevención, pero que continúe con la reparación o rehabilitación en cualquier
momento en que se den urgencias o problemas de gran magnitud; luego habrá
que proseguir con el retorno del individuo a su comunidad, con el consecuente
seguimiento y la evaluación de todo el proceso.
Si esto le suena familiar es porque, de hecho, nos es muy conocido. Hace
mucho tiempo que se lleva a cabo en la política nacional, en nuestras leyes, en
los criterios de financiación y en las directrices federales. Pero incluso aunque
todo el mundo esté de acuerdo sobre la validez y viabilidad de tan loables obje-
CONCEPCIÓN
Nos dispusimos a planificar la manera de ir de "aquí" (sistema delimitado
culturalmente) para "allí" (posición transcultural con los servicios cultural-
mente apropiados) mediante procedimientos sistemáticos muy racionales,
metodológicamente sólidos. Con el apoyo del Fondo de la Commonweath de
Nueva York mapeamos el área de nuestra responsabilidad e interés .3 1 Al hacer
sidad de Miami. Los co-investigadores principales son James N. Sussex (Máster) y Hazel H.
Weidman, (Doctorado). Los co-directores del proyecto son Weidman, Janice A. Egeland (Docto-
rado) y Fred Seligman (Máster). La coordinadora del proyecto es Clarissa S. Scott (Máster). Los
ayudantes de investigación son Jos que siguen: Wilma Godfrey (afroamericana); Helena Rolle Eneas
(bahamesa); Manuela Hemández y Esther Carballo (cubanas); Alide P. Lange (haitiana); María
Ramírez, Inés Meléndez y Gregoria Cordero (puertorriqueñas).
32 Cf. Informe del Miami Health Ecology Project para el Fondo de la Comrnonwealth de Nueva
York, 1976. (N.T. Publicado en dos volúmenes por la editorial University of Miami Press en 1978).
33 Cf. Psychiatric Annals 5(8) (Agosto 1975). Monográfico/ Publicación especial dedicada al
Programa de Salud Mental Comunitaria (Zona de Capacitación IV) del Hospital Jackson Memorial
y el Departamento de Psiquiatría, Universidad de Miami, Facultad de Medicina. Editor invitado:
James N. Sussex, M.D.
UNA EVALUACIÓN
* © 199, Teachers College, Columbia University. New York: Teachers College Press.
34
N.T. Traducción del inglés Participatory Action Research (PAR).
LA CALIDAD DE LA PARTICIPACIÓN
EN LAS COOPERATIVAS
¿Qué vamos a hacer con esta información contradictoria que emana del corazón
de uno de los sistemas industriales más igualitarios y participativos que se han fun-
dado? Esto es tanto una decisión analítica clave como de acción. Hay que recordar
que las mesas redondas se estructuraron con el propósito de unir grupos propensos
a disentir en sus puntos de vista. Nosotros las formamos en tomo a temas que se
diseñaron para provocar fuertes sentimientos personales. En las distintas mesas
redondas se dieron de manera conjunta diferentes declaraciones tanto afirmativas
como escépticas en forma de argumento o de diálogo. De todas ellas, he seleccio-
nado las citas más escépticas, debido a que con frecuencia se mitifica la imagen
externa de las cooperativas. Tanto las declaraciones afirmativas como las escépticas
fueron razonablemente equilibradas en las discusiones de las mesas redondas.
Frente a estos materiales se pueden establecer diferentes argumentos posi-
bles: podríamos cuestionar cómo se recogieron los datos, incluyendo la muestra,
la· honestidad de los que responden, la formulación de las preguntas y demás;
podríamos llegar a la conclusión de que las cooperativas están en una crisis pro-
funda como resultado de la desafección dentro de los rangos; podríamos argu-
mentar, como demuestran estos datos, que el cooperativismo es algo imposible.
Durante el estudio que llevamos a cabo de las cooperativas exploramos cada una
de estas-posibilidades.
Frente a tal información, los analistas no deberían apresurarse a establecer
juicios. A los antropólogos se les incita, cuando se enfrentan con información
confusa y aparentemente contradictoria, a que no saquen juicios apresurados o
negativos sobre la cultura que estudian. Estamos disciplinados a asumir que pro-
bablemente no comprendamos lo que está pasando y que deberíamos hacer antes
acopio de más información. Los antropólogos han aprendido mucho sobre otras
culturas controlando la tentación inmediata a establecer juicios.
Una vez que se comprende este camino, el relativismo cultural de la Antro-
pología desempeña un papel importante sobre cómo llegamos a comprender la
información anterior. Después de recoger una gran cantidad de datos, y una vez
que han sido analizados, llegamos a la conclusión de que este cuadro aparente-
mente contradictorio es un retrato exacto de la diversidad de las experiencias que
se dan dentro de las cooperativas. Más aún, llegamos a CI~eeli qµe las tensiones que
se dan entre estas percepciones constituyen la esencia del éxito de estas coopera-
EL CASO
El caso que se presenta es el resultado de tres años de investigación de acción
participativa (IAP) centradas en la cultura organizativa. El proceso involucró a un
equipo de más de 25 personas que estudió el Grupo de Cooperativa Fagor, 12 coo-
perativas industriales dirigidas por los trabajadores en el complejo de Mondragón
en el País Vasco español. Puesto que estas cooperativas se crearon y estructuraron
con la finalidad de reflejar valores específicos democráticos, generalmente se
espera que ofrezcan un caso paradigmático de uniformidad reflexiva. De hecho, la
mayoría de las explicaciones del éxito de las cooperativas depende de las ideas
sobre una homogeneidad cultural subyancente que haga posible la cooperación.
Llegamos a rechazar este tipo de explicación cultural y a construir un punto
de vista diferente. Dentro de las cooperativas, el compromiso con la democracia
industrial es alto, a pesar de que existen percepciones contrapuestas y que conti-
nuamente se diversifican sobre la democracia industrial; éstas resultan ser una
parte fundamental del sistema. Los debates reflexivos suponen una forma ade-
cuada para comprender el complejo cooperativo de Mondragón.
EL GRUPO FAGOR
Aunque el nombre de Mondragón es famoso, el del Grupo Cooperativo Fagor
podría no resultar tan familiar. Es el grupo más grande y el más antiguo de coo-
perativas en el sistema de Mondragón, con más de 6.000 miembros en 12 coope-
rativas establecidas en Mondragón y sus alrededores. Sus ventas representan una
tercera parte del volumen de todas las del complejo de Mondragón y emplea, a
grosso modo, una tercera parte de la fuerza laboral. Las oficinas centrales de
Fagor vinculan y mantienen el mercado de Fagor, el desarrollo tecnológico y las
actividades de dirección financieras.
La edad media de los trabajadores es de 38 años, siendo el 25% mujeres.
Cerca de la mitad de los cooperativistas nacieron en el área de Mondragón; otro
25% procede de provincias limítrofes y el resto de otros lugares de España. Los
cooperativistas llevan un promedio de 14 años de servicio en las cooperativas.
35 N.T. En inglés Joint Spain-Uniled States Committee on Educational and Cultural Exchange.
LOS RESULTADOS
A partir de este punto, el proceso de la IAP se movió en diferentes direccio-
nes. Por una parte, redujimos el equipo de la IAP al equipo más pequeño de
redacción que finalmente elaboró el libro sobre el proyecto. Como consecuencia
de su falta de experiencia con este tipo de escritos, este proceso de trasladar los
resultados a un libro supuso una prueba para los miembros de Fagor. Sin embar-
go, el proceso produjo un análisis sustancioso y mucho mayor de los datos y de
sus implicaciones sobre la acción que de lo que se hubiera dado de otra manera.
Otra línea implicaba una serie de intervenciones pilotos de la IAP para resol-
ver problemas específicos de las cooperativas afiliadas. Éstas intentaban conver-
tir a los miembros del equipo de la IAP en líderes de equipos después del estu-
dio de acción como parte de sus responsabilidades con el personal. La selección
de las intervenciones pilotos fue un proceso complejo. Nosotros seleccionamos
algunas porque una cooperativa particular se encontraba en medio de un conflic-
to en las relaciones entre la dirección y los trabajadores. Seleccionamos otras por-
que un "incidente crítico" importante simbólicamente se hubiera producido allí.
Sin embargo, otras intervenciones se seleccionaron porque varias cooperativas
compartían el problema en cuestión y porque una solución en una de ellas pudie-
ra ayudar a las otras. De este modo, los criterios de selección fueron una mezcla
de centralidad ideológica y de importancia organizativa general.
Estas intervenciones pilotos de muestra las contemplamos como sesiones
prácticas, utilizando miembros del equipo de la IAP para crear pequeños equipos
de estudio de acción dentro de las cooperativas donde las intervenciones tuvieran
lugar. Yo serví como consultor para estas intervenciones. Los resultados fueron
desiguales, pero el proceso permitió a los miembros del equipo de la IAP a que
alcanzaran por ellos mismos un sentido mejor del proceso de dirección de los
proyectos de los estudios de acción.
El equipo de la IAP utilizaba sus nuevas perspectivas sobre Fagor para entrar
en las discusiones de la dirección sobre la imagen corporativa y sobre el enton-
ces recién anunciado programa de "calidad total" en Fagor. Utilizando los resul-
tados del análisis, los miembros del equipo añadían nuevas perspectivas e incor-
poraban nuevas cuestiones sobre la forma en la que estos programas se iban a
dirigir, e intentando asegurar que los procesos seguidos fueran coherentes con las
estructuras y los objetivos de las cooperativas.
RECONCEPTUALIZANDO FAGOR
La visión del sistema de Fagor que el equipo desarrolló es bastante diferente
a la mayoría de las que se han escrito sobre Mondragón con anterioridad. Noso-
tros destacamos la noción de que el sistema de Mondragón es un proceso, un siste-
ma que experimenta continuo desarrollo y cambio, no el del que fundaran héroes
culturales omniscientes. La visión del equipo acentúa la capacidad de llegar a
acuerdos, sobre valores básicos como la democracia y el proceso adecuado, que
genera importantes tensiones dentro del sistema.
Llegamos a conceptualizar Fagor como un campo de debate sobre las formas
apropiadas en las que encamar la democracia industrial más que un lugar en el
que los miembros, como si fueran robots, representen un código ideológico uni-
forme. Estos debates, a menudo de tono alto y enconados, son posibles como
resultado de un acuerdo en conjunto de que todos los miembros deben seguir las
reglas del proceso del sistema. Cualquier cosa puede debatirse y cambiarse siem-
pre y cuando ninguna de ellas viole las reglas básicas de un miembro/ un voto, el
proceso adecuado y la ausencia de huelgas.
Fagor está, después de todo, edificado sobre un conjunto de compromisos éti-
cos. Aunque muchos miembros se incorporen sólo porque las cooperativas ofrez-
can un buen empleo estable, el proceso institucional que implica la pertenencia
origina que ciertos problemas pasen continuamente a primer plano. Cada año
debe votarse el plan anual empresarial. Los miembros deben aprobar los repartos
propuestos de beneficios y los ingresos a las cuentas de capital. Los miembros
deben votar, repetidas veces, o expresarse ellos mismos de otra manera como
miembros igualitarios en las cooperativas. Que los miembros se tomen o no en
serio estas responsabilidades forma parte de la vida cotidiana.
Cuando el miembro debe decidir sobre asuntos difíciles (como la distribución
de pérdidas, cambios de turnos que se asignan a algunos miembros a tumos que
no se desean, inversiones para nuevas infraestructuras en contraposición a mayo-
res salarios netos) el proceso escenifica el nivel en el que todos comparten la pro-
CONCLUSIONES
Las conclusiones que surgen de este análisis son sencillas. Los sistemas cultu~
rales son inherentemente diversos y diversificadores. Ellos responden a las actua- .
les actividades que crean sentido en los miembros de una sociedad. Son una mez-
cla de características compartidas y únicas, reflejando tanto los hechos de la
colectividad social como la exclusividad de los individuos y de sus experiencias.
Aunque la práctica reflexiva esté bien definida y descrita como se aplica a las rela-
ciones de pareja en un "practicum reflexivo," las dinámicas culturales de las prác-
ticas reflexivas combinadas que surgirían en una organización dedicada a la prác-
tica reflexiva requieren que se atienda de manera explícita. Sin esto, hay un peligro
siempre presente que intenta que la práctica reflexiva se utilice de una manera
autoritaria. Al final del todo, sin la atención a esto, los directores y consultores pro-
bablemente fallarán en valorar la diversidad normal de dichos procesos en organi-
zaciones vigorosas y terminarán tratando como débiles las fuerzas organizativas.
RECONOCIMIENTO
Mis agradecimientos a Donald Schon por sus críticas muy útiles a dos borra-
dores de este capítulo, a William Foote Whyte por las críticas y correcciones al
borrador final y a José Luis González por los comentarios al esquema original.
BIBLIOGRAFÍA
Argyris, C. y Schon, D. A. (1978) Organizational learning: A theory of action
perspective. Reading, MA: Addison-Wesley.
Caro Baroja, J. (1971) Los vascos (4th ed.) Madrid: Ediciones Istmo.
Tal vez sean los curanderos tradicionales de Bostwana los portadores más
importantes de la tradición médica tswana. 2 Sin embargo, sus visiones y prácti-
* © 1990, John Wiley and Sons Ttd, con permiso de Blackwell Publishing, Ltd.
1
Reconocimientos: el trabajo de campo, sobre el que se basa este artículo, fue posible a las
becas procedentes de las siguientes financiaciones: El Ministerio Real Noruego de Cooperación
para el Desarrollo, la Organización Mundial de la Salud, la Fundación Carl Lumholtz, el Instituto
Escandinavo de Estudios Africanos en Uppsala y la Universidad de Oslo. Jeanine Stenhjem ofreció
valiosos comentarios. El reconocimiento especial es para mi ayudante en Bostwana Patricia
Ntonge, sin cuya ayuda y entusiasmo apenas hubiera sido capaz de establecer la buena empatía con
los curanderos que aJ final conseguí.
2
En este artículo sigo las convenciones ortográficas de Setsuana: Bostwana se refiere al país ;
batswana a la gente de Botswana; y setswana, a la lengua. Tswana es el término que se utiliza más
comúnmente en la literatura antropológica para Ja gente y la cultura, omitiéndose todos los prefi-
jos. Bakwena se refiere a las personas de la tribu Kwena de Botswana; Kweneng es el distrito en el
que ellos residen.
3 Los principales datos se completaron con unas cuantas entrevistas a curanderos en Gaborone
y en el distrito de Kgatleng.
4
La mayoría de los curanderos entrevistados durante este trabajo de campo no estaban alfa-
betizados y sólo unos cuantos tenían una radio que funcionara.
5 El Gobierno de Botswana ha promovido la formación de los Comités Unidos de Salud
(UHC) en todos los Distritos Sanitarios corno parte de la estrategia del WHO "Salud para todos
para el año 2000'', estimulando la cooperación entre los trabajadores de salud moderna y tradicio-
nal. Durante las reuniones del UHC los trabajadores de salud cosmopolitas y tradicionales se reu-
nían para discutir temas de interés común. En el distrito de Kweneng la mayoría de las veces los
curanderos solían tomar la iniciativa y exponer sus visiones, pero el Funcionario Médico del
Distrito también solía aprovechar esta oportunidad para ofrecer información sanitaria.
6 El hecho de que fuera, además de investigadora, la esposa del Funcionario Médico del Distri-
to supuso una gran ventaja para poder asistir y ser aceptadas en estas reuniones. Estas reuniones me
permitieron conocer a cerca de 60 curanderos en el distrito y escuchar sus expresiones espontáneas
(y veces sus desacuerdos) sobre sus creencias sobre la enfermedad y sus prácticas curativas.
7 El l de mayo de 1989, la WHO afirmaba que se habían registrado 1.982 casos de SIDA en
Zambia (World Health Organization 1989). Sin embargo, la mayoría de las personas familiarizadas
con la situación cree que esta cifra está enormemente infravalorada.
8 A finales de junio de 1989, habían sido registrados en Sudáfrica 23 1 casos de SIDA pero no
se puede descartar la posibilidad de una importante infravaloración (World Health Organization
1989).
11
Sangoma no es un término original tswana sino que también se encuentra en otros grupos
bantúes y que las iglesias zionistas introdujeron en Bostwana.
12
Resaltando, por ejemplo, que los curanderos deben derivar a los pacientes con síntomas de
severo catarro (TB) al hospital, que todos los curanderos deberían asistir a las reuniones del Comité
Unido de Salud y pedirle su ayuda en las campañas para aumentar la concienciación y prevención
del SIDA.
Curandero C, el empresario:
De cierta forma, el SIDA es nuevo. Se da cuando una persona blanca y negra tienen
sexo juntos, porque su sangre (madi) no se mezcla bien. Nosotros no solíamos tener-
la antes, ya que los negros y los blancos se mantenían separados unos de otros. Ahora
se mezclan sexualmente muy a menudo. Cuando el SIDA se da en esta forma, ellos
también pueden expandirla más allá, dentro de su propio grupo, cuando los blancos
tienen sexo con los blancos y los negros con los negros ... Algunas personas dicen que
el SIDA viene de la homosexualidad, pero eso no es así. Nosotros siempre hemos
tenido homosexualidad entre los trabajadores de las minas, pero eso no hacía que el
SIDA se diera ... No, es definitivamente la mezcla de la sangre negra con la blanca lo
Curandero D, el sangoma:
El SIDA es boswagadi, la enfermedad de los viudos. Yo puedo curarla usando "agua
bendita," oraciones y hierbas.
DISCUSIÓN
A partir del material presentado anteriormente vemos que la elección de cla-
sificar el SIDA como una enfermedad "moderna" o tswana apenas puede decirse
que sea fortuito. Por el contrario, es una elección estratégica que debe compren-
derse desde el origen de los curanderos mismos. Sin embargo, resulta importante
tener en mente que aunque estas elecciones podrían representar diferentes tipos de
adaptaciones a las influencias biomédicas, el mismo sistema de clasificación tswa-
na ofrece interpretaciones para ambos.
Los curanderos tradicionales tswana, a pesar de los modelos explicativos
que ellos compartan, no forman una categoría unificada, sino que representan
varios tipos diferentes de curación y podrían variar considerablemente en su
aproximación a casos actuales de enfermedad. Su construcción del SIDA, con
los que ellos se han familiarizado hasta ahora, principalmente a través de la
información de la salud, refleja en parte su herencia cultural. También refleja en
parte sus orientaciones individuales a una situación en la que la medicina
moderna podría ser vista, bien como competencia no deseada, o como una opor-
tunidad para consolidar su propia fuerza a través del reconocimiento legal que
reciban. De este modo, el hecho de que el curandero A (y otros) denominen el
SIDA como enfermedad tswana, lo que implica que puede curarla, es bastante
predecible conociendo su origen y su actitud general hacia la medicina moder-
na. Sería necesario comprender su propia competencia e influencia para elegir
con claridad desde su propia perspectiva. Asimismo, el curandero B ha encon-
trado mayores ventajas dejando el SIDA fuera de su repertorio de curación. A
través de la información que ha recibido sobre salud, él se da cuenta que son
pocas sus oportunidades de encontrar curación. También que si continua siendo
un constructor de puentes entre la medicina tradicional y la moderna le sacaría
más ventaja.
CONCLUSIÓN
***
Una gran cantidad de hogares filipinos son transnacionales, con individuos, recursos,
bienes y servicios moviéndose de un lado a otro entre Estados Unidos, Filipinas y otros
países. Las decisiones que afectan a la vida cotidiana de los miembros de los hogares
se toman más allá de las fronteras nacionales. Incluso Szanton Blanc, mientras parti-
cipaba con organizadores del censo e inmigrantes filipinos que vivían en Nueva York,
en las discusiones que precedieron la administración del Censo de Estados Unidos de
1990, notó que las preguntas de ese censo sobre los hogares no reflejaban el transna-
cionalismo de estas poblaciones. t 4 Las preguntas daban por sentado que todos los fili-
pinos residían en Estados Unidos permanentemente, habiendo cortado sus vínculos
14 Los inmigrantes filipinos tampoco planteaban el tema del transnacionalismo. Incluso aun-
que ellos continúen construyendo sus prácticas y redes transnacionales, los inmigrantes, influidos
con mucha frecuencia por el concepto de "el inmigrante" como desarraigado, ereen que deben
tomar una opción entre su nuevo país y su país de nacimiento. Interacciones con los organizadbres
del censo como éstas refuerzan su creencia en que la sociedad estadounidense quiere que sean lea-
les sólo a Estados Unidos, de ahí que no describan otros aspectos de sus experiencias.
***
Recientemente Click Schiller escuchaba durante una cena a expertos internacionales de
desarrollo cuando debatían el nivel en el que ocupantes ilegales cultivaban la tierra en
el campo haitiano. Estos especialistas no consultaron al único haitiano en la mesa. No
esperaban que éste estuviera familiarizado con cuestiones sobre la tenencia de tierra
en Haití, ya que era una autoridad en la cosmología haitiana que había estado vivien-
do en Estados Unidos desde su adolescencia. Lo que ellos no tuvieron en cuenta era
que el profesor haitiano y su hermano eran propietarios de tierras en Haití y que los
dos hermanos habían negociado una relación laboral con los ocupantes que vivían en
esas tierras. Como tantos haitianos en Estados Unidos, el profesor haitiano se mantie-
ne vinculado con Haití a través de diversas y continuas relaciones sociales y de clase
que influyen en su posición sobre .el desarrollo en Haití. Con frecuencia los expertos
sobre Haití ignoran el impacto de la migración trasnacional en todos los aspectos de
la sociedad haitiana, incluyendo las relaciones de Haití con Estados Unidos.
***
En la Expo de 1993, una feria de muestra y cultural en Brooklyn que patrocinaba la
Cámara de Comercio Americana del Caribe a la que Basch asistía, se exploraba en uno
de los paneles hasta qué punto se daba voz a las experiencias de los afro-caribeños y
afroamericanos en el currículum de las escuelas de Nueva York. Inmediatamente quedó
claro que muchas familias inmigrantes optaban por enviar a sus hijos a las escuelas
privadas de las Indias Occidentales de Nueva York en las que el currículum reflejara
tanto las experiencias caribeñas como estadounidenses, preparando a los niños a vivir
una existencia transnacional. De hecho, a muchos jóvenes de las Indias Occidentales
se les envían a los lugares de origen en las Indias Occidentales como parte de su edu-
cación. Don frecuencia, no obstante, tos funcionarios públicos dedicados al desarrollo
del currículum no reconocen que la socialización de muchos niños transmigrantes se
da en un espacio social interconectado que abarca tanto los lugares de origen de las
sociedades de las Indias Occidentales como los de Estados Unidos.
17
Esta afirmación refleja una tendencia que se da en muchos académicos, influidos por el pos-
tmodemismo, a imaginar un pasado de culturas incambiables y fuertemente delimitadas.
18 Appadurai (1993) ha desarrollado un argumento similar pero sin incluir las funciones mili-
tares y policiales.
19 Gilroy ( 1987) ha analizado Ja respuesta del inmigrante negro joven en Gran Bretaña desde
Harvard Encyclopedia of American Ethnic Groups conforman las narrativas del asentamiento y de
Ja identidad de los inmigrantes.
2 1 La intensidad de las anteriores que dirigen a la asimilación de los inmigrantes podría haber
sido realmente una reacción al hecho de que los inmigrantes de las generaciones anteriores también
tendían a mantener sus vínculos con el hogar. Desde luego que se encuentran vislumbres en el
registro histórico de una gran escala de migración que retoma a Italia (Portes y Rumbaut 1990) y
de Jos movimientos políticos en Europa, incluyendo muchas de las luchas nacionales que en su
composición fueron transnacionales (Higham y Brooks 1978).
22 Los bolcheviques, incluyendo a Trotsky, escribían para la prensa inmigrante en Nueva York
y luego regresaron a Rusia en el curso de Ja revolución para fundar periódicos en la Unión Soviética.
compuesto de correligionarios dentro del Imperio Otomano a una nación con una cultura nacional
compartida y su propio estado.
24 I -
El término de "Indias Occidentales" se utiliza para describir a aquellos países formados del
territorio caribeño bajo el control de los británicos durante el periodo colonial. El término "caribe-
ño" tiene una connotación más amplia, refiriéndose a todas las islas estados situadas en el Mar del
Caribe además de los estados a lo largo del borde norte de Sudamérica (Ver Basch 1987, 1992).
25 Macklin (1992) ha realizado el mayor trabajo sobre las redes garífonas que interconectan
poblaciones en múltiples estados-nación. Macklin identifica un patrón en el que las redes de inmi-
grantes cruzan tantos países que los inmigrantes desarrollan una identidad que en algunas formas
es independiente de cualquier territorio nacional particular o historia.
27 Estas interconexiones, que eran aparentes a comienzos de Ja década de 1980, llevó a Basch
a diseñar un estudio para explorar la extensión y ramificaciones de estas conexiones. Esta investi-
gación se llevó a cabo bajo los auspicios del Instituto de las Naciones Unidas para la Formación y
la Investigación y fue subvencionada por el Fondo de las Naciones Unidas para las Actividades de
las Poblaciones y del Centro Internacional para la Investigación del Desarrollo (Ottawa, Canadá).
Rosina Wiltshire, Wiston Wiltshire y Joice Toney fueron colaboradores de la investigación con
Basch; la asistencia en la investigación de Colin Robinson, Isa Soto y Margaret Souza fueron de
gran ayuda en sus esfuerzos.
28
La legislación sobre inmigración de 1965 y las relaciones sociales y económicas entre
Estados Unidos y el Caribe que enmarcaron su promulgación, las restricciones en gran medida libe-
ralizadas de la inmigración de las Indias Occidentales que habían estado vigentes desde la década
de 1920. Este momento histórico (de 1965 a 1970) fue clave en la expansión de la población de las
Indias Occidentales, de las actividades sociales, políticas y económicas de los indios occidentales
y del aumento de las afirmaciones de una identidad pública de los indios occidentales en Nueva
York. Las organizaciones transnacionales desempeñaron un importante papel en forjar estos des-
arrollos entrelazados.
29
La investigación, además de una investigación en Estados Unidos que proveía apoyo a la
organización étnica haitiana fue subvencionada por una beca del National lnstitute far Child Health
y Human Development (# 281-40-1145) a Josh DeWind y Nina Glick Schiller. Fue llevada a cabo
y administrada por un equipo de investigación que incluía a Marie Lucie Brutus, Carole Charles,
George Fouron y Antoine Luis Thomas. Para una información sobre algunos de los hallazgos ver
Glick Schiller et al. 1992 [1987].
30 En su investigación con organizaciones filipinas en la ciudad de Nueva York Szanton Blanc
3 1 Georges Anglade había utilizado previamente el término en sus escritos pero Arístide lo
popularizó. El concepto de Décimo Departamento infunde una nota resonante entre un conjunto de
inmigrantes de clase media y aspirantes a líderes políticos en Estados Unidos, y ellos procedieron
a mantener una serie de reuniones para organizar la manera en la que podrían asistir a Haití y a ele-
gir representantes oficiales del Décimo Departamento.
32 Arístide también hizo campaña para asegurar que cuando los transmigrantes vinieran ,a
casa a visitar y a gastar su dinero, se sintieran bien recibidos. En el pasado las personas en la diás-
pora eran a menudo devaluadas como oportunistas no auténticos que habían abandonado el barco.
La "diáspora" se convirtió en un término algo peyorativo. Por el contrario, Arístide invitaba a la
población haitiana a dar la bienvenida a los transmigrantes que debían retomar a Haití no para .
asentarse sino como "buenos turistas del propio país" (bon jan pitit kay tourist Kreyol) y verlos,
no como una amenaza, sino como una fuente de asistencia para las luchas de la gente de Haití
(Richman 1992).
BIBLIOGRAFÍA
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kers to settlers? Transnational migration and the emergence of new minority."
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Appadurai, Arjun (1991) "Global ethnospaces: Notes and queries for a transna-
tional anthropology." Recapturing anthropology, ed. R. Fox. Santa Fe NM:
School of American Research Press.
DE ATUENDOS Y DRAG
En febrero de 1993, un hombre negro en sus treinta llamado Linda (un nom-
bre de varón común en zulú) murió de SfDA en Soweto, Sudáfrica. Algo activis-
ta, Linda fue miembro fundador de Ja GLOW, la Organización de Gays y Lesbia-
nas de la Witwatersand. Formada tanto por negros como por blancos, GLOW fue
y es la principal organización de gays y lesbianas del área de Johannesburgo.
Como Linda tenía muchos amigos en el grupo, unos días antes del entierro GLOW
organizó un funeral en la casa de un rrilembro en Soweto.
* © 1998, John Wiley and Sons Ttd, con permiso de Blackwell Publishing, Ltd.
35
N.T. El concepto de coming out se refiere a un proceso psicológico y social de autoidenti-
ficación y aceptación que experimentan gays, lesbianas y transexuales y que popularmente se cono-
ce en español como "salir del armario".
AGRADECIMIENTOS
BIBLIOGRAFÍA
* © 1995, John Wiley and Sons Ttd, con permiso de B lackwell Publishing, Ltd.
36 fon Anderson es el Director del Programa de la American Anthropo logical Association
1995 y ha fijado "New Forms of Communication and Community" como el tema de su congreso
anual en el mes de noviembre en Washington, DC. Ha realizado in vestigación de campo en
Afganistán, Pakistán y en el sur de Estados Unidos. Ha publicado numerosos artículos y una pró-
xima publicación será, Tribalism as Cultural Practice, en Oxford University Press.
BIBLIOGRAFÍA
Anderson, Benedict R. (1991) lmagined communities: rejlections on the origins
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Rheingold, Howard (1993) The virtual community: homesteading on the electro-
nic frontier. Reading, MA: Addison-Wesley.
41
N.T. Society far Applied Anthropology.
42
N.T. Freedom of Jnformation Act.
43
N.T. Coordination Jnvestigation of Micronesian Anthropology.
44
N.T. Trust Territories.
Esta sección cubre el periodo que va desde la edición del original que fue
publicado en 1991 hasta la actualidad. Todavía no se había hecho sentir el impac-
to de NAGPRA y se estaba todavía negociando su intención más importante de
empoderar a las poblaciones nativas y sus derechos a las tumbas de sus ancestros,
a sus objetos culturales sagrados y a su patrimonio. El Comité de Ética que Janet
Levy presidía propuso revisar el código de la AAA adoptado en 1990, pregun-
tando por qué el procedimiento conciliatorio permanecía en efecto cuando no se
había censurado a ningún colega desde su aprobación en 1971. Se hizo un borra-
dor de un nuevo código que ponía el énfasis en la educación ética. A la vuelta del
milenio, mientras la AAA estaba lista para preparar su centenario, tuvo lugar la
que quizás fuese la crisis pública más seria de la profesión de La antropología
como consecuencia de la publicación del Darkness in El Dorado, How Scientists
and Journalists Devastated the Amazon. En manos de unos medios de comunica-
ción de carácter sensacionafüta, esta publicación arrojaba la peor imagen, hasta
el momento, de la antropología.
47
N .T. Na ti ve Ame rica Graves P1Vtection and Repatriar ion Act ( 1990).
COMENTARIOS FINALES
Tomando una perspectiva diacrónica de los problemas que surgieron en la
disciplina de la antropología y de los principios que como consecuencia se han
generado, se pueden identificar los temas recurrentes en la Tabla 3.
Otros problemas han formado parte de la discusión de los criterios éticos,
como la responsabilidad profesional hacia los alumnos, hacia la publicación de
los materiales de investigación y la responsabilidad hacia la disciplina de la
antropología; pero los problemas que seleccioné para esta revisión crítica son
aquellos que han recibido mayor atención en el campo y que han generado mayor
controversia. No en vano, un transfondo clave ha sido el no haber discutido los
problemas éticos más allá de las asociaciones profesionales. La antropología
posee un historial pobre en cuanto a las discusiones éticas dentro de la asociación
profesional más importante. Sin embargo, las quejas sobre los métodos y las
interpretaciones de la investigación de Chagnon se han ido surgiendo durante
años en la AAA, sin conclusión satisfactoria alguna antes de la publicación de
Darkness en El Dorado. Y la antropología no se encuentra exenta del síndrome
del denunciante, que está bien documentado en otras profesiones y que se reco-
noce en la disciplina desde Boas en 1919, a Wolf y Jorgenson en 1970, y, por últi-
mo, a Turner y Sponsel en el 2000.
La cuestión que podría preguntarse es, si los incidentes contra los que se pro-
testan habrían podido alguna vez salir a la luz si esos antropólogos conciencia-
dos no se hubieran decidido a hablar, utilizando los medios públicos de comuni-
cación para lanzar sus preocupaciones. De hecho, otros acontecimientos
igualmente dañinos pudieran haberse perdido públicamente porque no se hayan
destapado. Más podría deducirse de la información recogida a través de la FOIA.
En su correspondencia personal, Eric Wolf decía: "Cuando recuerdo el asunto,
tengo una profunda sensación de que nosotros solamente tocamos una parte muy
pequeña del iceberg" (carta fechada el 19 de diciembre de 1988).
El primer Código de Ética de la Antropología tiene una fecha relativamente
tardía (1971), teniendo en cuenta que el Código de Nuremberg de la posguerra
(1947) tuvo impacto en otros campos científicos. Sin embargo, el primer código
de la Asociación Americana de Sociología se inicio en 1971, mientras que la
Asociación Americana de Ciencias Políticas adoptó su Reglamento de
Proposición de Conducta en 1968. Un amplio consenso ha sido parte de los
1990
Se quita la referencia a la investigación secreta o clan-
destina.
1998
1967
Antropólogos amonestan sobre investigaciones guberna-
mentales.
1971
1990
Se omite la referencia a los contratos de las investiga-
ciones gubernamentales.
1998
4. Relación correcta hacia los Responsabilidad primordi al para las poblaciones que se
que se estudian. 1971
estudian se conserva "la primera responsabilidad es para
aquellos cuyas vidas y culturas estudian los antropó-
1990 lagos".
BIBLIOGRAFÍA
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Anthropological Research and Ethics." Adoptado por el Consejo de la
American Anthropological Association, Marzo. Washington, DC.
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Anthrogology Newsletter (1996) 37(4).
Anthrogology Newsletter (1997) "Amended Code of Ethics." Diciembre 29.
Indice de Autores
A . Bohanna, Paul. .. .. .. ..... .. ...... .. ..... .... ..... ..... 16, 44, 46
Ackerkoecht, E. ... ... .... ....... ... .... .. ....... 229, 243 Bonilla, E ........... ..... .. ........ ............... .. ...... .230, 243
Adams, R................... ....... 23 1, 236, 240, 243, 352 Boggan, E.C .......................... ........ ........... 249, 264
Adelman, Marcy ....................................... 252, 263 Borjas, G ..... ...... .. ............ .. .. ..... .......... ............... 353
Agar, Michel ........................... ..................... . 16, 46 Borrego, Anne ... ...... .. .... ... .... ..................... 409, 417
Aguilar, Pedro ........ ........................... .................. 13 Brekhus, Wayne ................... .. .. ..................... 36, 49
Aguirre Beltrán, Gonzalo .. . 15- 17, 19, 29, 46, 23 1, Brinton, Daniel .... .. .. .......... .... ... .... .. .. .................. 16
243 Brody, E ugene .......................................... 225 , 226
Ahmed, Ghyassudin ...... ..... ............... 310-3 11 , 322 Brown, Gordon .. .. ........................................ .45, 5 1
Aixalá, Fe lipe .. .... .. .. ....... .. .. .. ........ ................. ..... 13 Brown, Karen .. ... ... ....... ... ...... .. ...... .. ...... .. .336, 349
AJbert, Ethel ................... .. ...... .. ... ..... .. ...... 391, 4 18 Brunborg, Helse .. .. ...... .. ... ... .......... ... .... ..... 310, 322
Alburquerque, Klaus de .. .. ....... .. ....................... 353 Brutus, Marie ........ .... ... ............ ... ..... .342, 350, 353
Alland, Alexander ................ .... .. .... ... .. ....... ...... .224 Bryce-Laporte, J ........ ............. .... ...... ......... .... ... 27 1
Alver, Ben te .............................................. 3 13, 322 Bücher, K. .... .. ............................................... 67, 70
Anderson, B ........ 44, 46, 33 1, 334, 348, 367, 372, Burrawoy, Mi chael ............. .. .... ........ .... .. 16, 40, 46
379, 38 1 Buxton, L. H...... .. .............. ............ ... ................ ..68
Anderson, J ... 8, 10- 12, 14, 40, 4 1, 44, 46, 47, 375
Anderson, Sandra ...... ..... .... ...... .... .... .. ...... 3 13, 322 e
Angrosino, M.............. 9- 10, 15, 17, 20, 34, 46, 47 Cameron, Edw in .. ....... .. ...... .. ..... ......... 372, 373
Appadurai, M.40, 46, 328-329, 330, 334, 348, 349 Ca mpo, Teresa ... .. .. ....................... .. ................ .... 1 1
Apthorpe, Ray mond ......... ... ... .. .... .. ............ .. ..... .48 Cantón Alonso, J............................................... 303
Argyris, Chris .. .......... ......... .. ........... .298, 30 1, 302 Caplow, Theodore ............ ...... .... ....... ................ 184
Armenta, Amira ....... ....... ... ...... .... ....................... 13 Caprio, Fra nk .... ...... ..... ... ..... .. .............. .... .252, 264
Armon, Virginia .... ..... .. .. .. .... ..... .... ....... .... .252, 263 Cassee, E . ..... .... .... .. ........ .... ........ ....... .. ..... 237, 244
Artiles, Ligia ... ......... .. .... .. .... ........ .. ... .. ........ .... .... 13 Caro Baroja .... ...... ........ .. ...... ........ ..... ... ..... 285, 302
Asad, Talal ..................... .................... 18, 46, 48-50 Carter, Donald .. .......... .. ...................... .... ..337, 349
Atkin son, Paul ...... ... ............................. ..... ... 15, 49 Cater, P. B........................ ...... .... ... ............ 2 17, 227
Cernea, M ichae l .............................. .. .................. 17
B Chagnon, Napoleon .......................................... 4 13
Baba, Marietta .................................. 17, 41. 48, 50 Chambers, Erve ........ 15, 16, 26. 33, 34. 37, 46, 48
Ballard. Roger ................... ... .................... 337, 349 Chambers, Roberts .. .. ... ....... ..... ... .... .. .... 38, 40, 47
Bane, Mary ............... ......... .. ..... ....... ......... 247, 263 Chauncey, George .... .. .............. ......... .. ...... 371-373
Barth, Frederik .. ... ..... .... .... ... ..... ... ...... .. ..... 3 19, 322 Chappel, Elliot .. ....... .. ............ ...................... .45, 51
Basch, L.8, 11 , 4 1, 42, 46, 49, 325, 327, 33 1, 333, Charl es, Carol ........................... 328, 342, 349, 350
336. 341, 342, 345, 349, 350, 352-354, 375, 381 Chaney, Eisa ............. .. .............. 336, 349, 350, 353
Bateson, Gregory ........ .. .... .. .. .... ... .... .. .... ... 388, 4 17 Chock, Phylli s Pease .................... 34, 47, 332, 349
Beals, Ralph ...... ....... 185, 387, 390, 392, 393, 4 17 Chomsky, Noam .................. ............................. 378
Beatty, Willard .................................................. 107 Clair, Abe l .. ........... .. .. .... .. .. ..... ....... .. .. .. ........ .... .... 10
Beauchanp, T. L. .. .. ...... .. .. .. .... .... .. .. .... .... .. .4 16, 4 17 Clark, Hommer ... ... ... ..................... .. 249, 250, 264
Behar, Ruth ..... .... .... .. ... ............... .... ..... .... .... .40, 46 C lifford , James .. ........................... 33 , 47, 33 1, 349
Benedict, R. .24-25, 122, 124, 163, 168, 386, 388, Cobo, Lucía ............... ......................... ................ 1 1
4 17 Cohen, Lucy ........... 8. 9, 34, 35. 49, 217 , 2 19, 227
Bennett, John ........... ....... 19, 24, 30, 34, 41 , 46. 52 Cohen, Rob in ........ ............ ........ ................ 337, 349
Bennett, Linda ................... ...... ................ ..... 4 1, 5 1 Coleman, Eli ..... ... .. .... .... .. ........ ..... .... ....... ......... 255
Benet, Sula ...... .. ... .. ... .. ..... .. ... .... ..... .. 116, 11 7, 125 Collier, John ... ... .... ...... .. ... .. ... ... ...... .... .. 23, 24. 102
Bernard, Rusell ...... .. .... .. ............. .... ................... .49 Colson, A ....................... ... ................ 229, 240, 244
Bernbaum, Marcy ... ... .. ........ .... ... ... .. ..... .. .. ........ .. 1 1 Colson, Eli zabeth ................................... 16, 22. 49
Berreman, Gera ld ... ..... ............................. 39 1, 4 17 Comaroff, Jean ................................. 3 12, 322, 372
Bieber, L. .... .. ...... ..... .. ..... .. .... .. .. .. .............. 252, 263 Crowder, Mi chael ........... .. ............................ 22, 27
Boas, F .......... 16, 45 , 384-386, 394, 397, 407, 417 Cunningham, Hil ary .. .... .. .... .. .. ... ...... ........... .4 1, 47