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Este documento discute dos tipos de códigos encontrados en la Biblia: la Gematría y la Secuencia Equidistante de Letras (SEL). La Gematría involucra asignar valores numéricos a las letras hebreas y buscar conexiones entre palabras con los mismos valores. Aunque esto es posible, probablemente sea resultado de coincidencias. La SEL, promovida por Michael Drosnin, involucra buscar palabras ignorando los espacios en el texto hebreo y saltando letras equidistantes, pero los eruditos concuerdan en que este método
Este documento discute dos tipos de códigos encontrados en la Biblia: la Gematría y la Secuencia Equidistante de Letras (SEL). La Gematría involucra asignar valores numéricos a las letras hebreas y buscar conexiones entre palabras con los mismos valores. Aunque esto es posible, probablemente sea resultado de coincidencias. La SEL, promovida por Michael Drosnin, involucra buscar palabras ignorando los espacios en el texto hebreo y saltando letras equidistantes, pero los eruditos concuerdan en que este método
Este documento discute dos tipos de códigos encontrados en la Biblia: la Gematría y la Secuencia Equidistante de Letras (SEL). La Gematría involucra asignar valores numéricos a las letras hebreas y buscar conexiones entre palabras con los mismos valores. Aunque esto es posible, probablemente sea resultado de coincidencias. La SEL, promovida por Michael Drosnin, involucra buscar palabras ignorando los espacios en el texto hebreo y saltando letras equidistantes, pero los eruditos concuerdan en que este método
Hemos estado comentando nuestra tendencia natural a querer
descubrir algún sentido profundo y espiritual en la Biblia. En 1997 la editorial Simon & Schuster publicó un libro del reportero Michael Drosnin titulado The Bible Code (publicado en castellano como El Código Secreto de la Biblia). En este libro Drosnin afirmaba la existencia de un código oculto en la secuencia de las letras del texto hebreo del Antiguo Testamento y que ahora podía descifrarse mediante la utilización de la tecnología informática. Por otra parte, argumentaba que este código revelaba ciertas predicciones acerca de algunos importantes personajes y acontecimientos modernos, como el asesinato del primer ministro israelí Yitzhak Rabin, el presidente Clinton, la crisis económica de 1929, el aterrizaje en la Luna de las naves Apolo, Adolf Hitler, Thomas Edison, los hermanos Wright, y otros muchos. El libro de Drosnin se convirtió inmediatamente en uno de los más vendidos. Un buen número de eruditos del hebreo bíblico de diferentes posiciones teológicas, junto con numerosos matemáticos, estudiaron el libro de Drosnin y concluyeron que los argumentos que presentaba en El Código Secreto de la Biblia no eran válidos, y que el supuesto código especial oculto tras la secuencia de los caracteres del texto hebreo no existía. A pesar de este consenso del mundo académico, la idea de un código de la Biblia continúa floreciendo en ciertos sectores de la imaginación popular. De hecho, los libros que tratan este tema han seguido siendo populares.20 Han aparecido asimismo varias páginas web acerca de este tema. ¿Qué es exactamente este código y qué deberíamos hacer con él? En primer lugar, es importante observar que existen varios tipos de códigos de la Biblia. Drosnin es únicamente uno de los más populares de sus modernos defensores. Desde la Edad Media y dentro de la rama mística del judaísmo conocida como «Cábala», se han investigado y presentado varios códigos más, basados en cálculos matemáticos. Sin embargo, de manera general los códigos de la Biblia pueden clasificarse básicamente en dos grupos. El código más antiguo del misticismo judío se llama “Gematría”, mientras que el moderno sugerido por Drosnin y otros proponentes recibe el nombre de «secuencia equidistante de letras» (Equidistant Letter Sequencing [ELS]). Vamos a comentarlos brevemente. Gematría El hebreo bíblico utiliza las letras normales del alfabeto no solo para representar el sonido de las palabras (como en castellano), sino también para la representación de números. Por tanto la primera letra, alef, puede utilizarse como una letra para construir palabras, o puede representar el número 1. Asimismo, la bet, la segunda letra del alfabeto, puede representar también el número 2, y así sucesivamente por todo el alfabeto hasta el número 9. Las letras consecutivas representan las decenas 10, 20, 30, etcétera, hasta el 90; a éstas siguen las letras que representan las centenas del 100 al 900, y así sucesivamente. En la Gematría, se computa el valor numérico de ciertas palabras (sumando los valores de sus letras) y después se establecen equivalencias con otras palabras que tienen el mismo valor numérico. Por ejemplo, la palabra hebrea para padre (‘ab) está formada por las dos primeras letras alef y bet. Alef representa el número 1 y bet el 2, de modo que el valor numérico de esta palabra es 3. La palabra madre(‘am) la forman las letras alef (1) y mem (40), de modo que, la suma y valor numérico de esta palabra es 41. La palabra que se traduce como hijo (yeled) tiene tres letras: yod (10), lámed (30), y dálet (4), que suma 44. De modo que, padre (3) más madre (41) es igual a hijo (44). Este ejemplo ilustra un tipo sencillo de análisis con Gematría. Sin embargo, la mecánica de la Gematría, puede ser extraordinariamente complicada con la combinación de varios tipos de suma, resta, multiplicación y división. Secuencia equidistante de letras (SEL) Éste es el sistema propagado por Drosnin en El Código Secreto de la Biblia. El primer paso es introducir en un ordenador todo el texto hebreo del Antiguo Testamento (algunos investigadores solo trabajan con el Pentateuco). Se ignoran los espacios entre las palabras y, de este modo, el ordenador genera una larga y continua corriente de letras consecutivas. Los operadores ejecutan comandos que hacen que el ordenador busque palabras o patrones de palabras seleccionando letras equidistantes. Por ejemplo, el ordenador busca primero cada dos letras. A continuación cada tres letras, cada cuatro, cada cinco, y así sucesivamente hasta que llega a buscar letras que están separadas por miles de otras letras. El ordenador analiza entonces las secuencias que ha generado e intenta encontrar alguna de las palabras que buscan los operadores. Vamos a poner un sencillo ejemplo de lo que esto podría ser en inglés. Busquemos en Números 4:3. ¿Dice algo este texto acerca de un cat (gato)? Count all the men from thirty to fifty years of age who come to serve in the work in the Tent of Meeting. El primer paso es suprimir todos los espacios que hay entre las palabras. De este modo tenemos: Countallthemenfromthirtytofiftyyearsofagewhocometoserveinthe workinthetentofmeeting A continuación, vamos a buscar cada dos letras, después cada tres, cada cuatro, etcétera, hasta encontrar la palabra cat. ¡Y he aquí que, efectivamente, encontramos el término cat, en una secuencia de espaciado de 32 letras! Comenzamos con la “c” de la palabra «count», nos saltamos 32 letras y llegamos a la “a” de «years», y con otro saltito de 32 letras llegamos a la “t” de «the». A continuación mostramos los resultados de esta operación resaltando en negrita y un tamaño mayor las tres letras que buscamos de la palabra cat: CountallthemenfromthirtytofiftyyeArsofagewhocometoserveinthe workinThetentofmeeting De esto trata la SEL o secuencia equidistante de letras. Cada una de las letras está separada exactamente por el mismo número de letras (en este caso, 32). Por supuesto, es muy fácil encontrar palabras de tres letras. Ésta la encontramos sin ordenador en unos diez minutos más o menos. Las palabras más largas son más difíciles de encontrar, no obstante si buscamos en un texto lo suficiente largo y con ayuda de un ordenador, entonces es bastante fácil descubrir incluso palabras de muchas letras. En uno de los famosos ejemplos de Drosnin, el ordenador tenía que buscar el nombre del primer ministro israelí, Yitzhak Rabin. Se trata de una secuencia de doce letras y no es fácil de encontrar. Afortunadamente, los ordenadores pueden afrontar tales desafíos. Por supuesto, el ordenador encontró una secuencia que contenía el nombre de Yitzhak Rabin. La primera letra de este nombre aparece en Deuteronomio 2:33. El ordenador da entonces un salto de 4722 letras para encontrar a continuación la segunda en 4:42, seguido por otro salto de 4722 que le lleva a 7:20, y así sucesivamente, saltando 4722 letras cada vez hasta alcanzar la última letra en 24:16. No obstante, no es la simple aparición del nombre codificado lo que convence a los proponentes del código SEL, sino la presencia de otros aspectos de carácter conectivo o predictivo que se reflejan en las inmediaciones de los textos que contienen las letras del nombre en cuestión. Así, en el ejemplo de Drosnin, la segunda letra del nombre de Yitzhak Rabin aparece en Deuteronomio 4:42. Este versículo, indica Drosnin de forma muy dramática, contiene la expresión «el asesino asesinará»; de este modo, el versículo en cuestión predijo el asesinato del Primer Ministro miles de años antes de que sucediera. ¿Impresionado? (Nota: Drosnin ha traducido Deuteronomio 4:41–42 de un modo bastante inexacto. El texto de la LA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS dice: «Entonces Moisés designó tres ciudades al otro lado del Jordán, al Oriente, para que huyera allí el homicida que involuntariamente hubiera matado a su vecino sin haber tenido enemistad contra él en el pasado». El texto habla de las ciudades de refugio establecidas en Israel para aquellos que mataban a alguien involuntariamente; no tiene nada que ver con asesinatos.) ¿Cómo, pues, hemos de evaluar estos dos métodos de códigos de la Biblia? En primer lugar, aunque los proponentes de la Gematría desarrollan en ocasiones conexiones un tanto rocambolescas y extravagantes, la idea de que los autores del Antiguo Testamento hubieran utilizado los valores numéricos de las letras hebreas para establecer vínculos intencionados entre diferentes palabras es, al menos, verosímil. Los números tienen, a menudo, un carácter simbólico en el hebreo bíblico. Por otra parte, en el estudio de la literatura de otras culturas antiguas del Próximo Oriente se constata la utilización esporádica de criptogramas numéricos para referirse a sus dioses o reyes. Los autores del Antiguo Testamento utilizaban también, con frecuencia, otros recursos literarios como el quiasmo y los acrósticos. Por esta razón, no sería impensable que los autores jugaran también hasta cierto punto con los números. No obstante, por nuestra parte, no tenemos la certeza de que éste sea el caso, y dudamos de que Dios o los autores humanos consignaran deliberadamente estas conexiones numéricas. Tenemos la sospecha de que la Gematría es fruto de la coincidencia, y que ésta se hace posible por el gran volumen de posibilidades numéricas del texto hebreo del Antiguo Testamento. En otras palabras, nos inclinamos a rechazar este acercamiento, aunque lo hacemos con cautela, abriéndonos a la posibilidad de que los autores del Antiguo Testamento pudieran haber utilizado algún aspecto de la Gematría como otro sofisticado recurso literario. Sin embargo, la teoría de Drosnin acerca de la secuencia de letras equidistantes (SEL), es algo completamente diferente. Tiene todo el aspecto de la actual obsesión de nuestra cultura con la informática y la tecnología combinada con la atracción posmoderna hacia el misticismo. Estamos de acuerdo con la opinión general de la erudición bíblica en el sentido de que, tras los mensajes secretos que Drosnin (y otros) encuentran ocultos en la Biblia mediante la SEL no hay, sino coincidencia. Las refutaciones de los códigos de la Biblia que han llegado desde el mundo académico han sido absolutamente concluyentes. Tales refutaciones han aportado pruebas contundentes de que en la SEL no hay nada místico o divino. Existen, en esencia, dos tipos de argumentos en contra de este método para la búsqueda de mensajes secretos: los que tienen que ver con las probabilidades y los que aluden a las variantes textuales. Probabilidades. La afirmación esencial de Drosnin (y otros) es que los patrones que han encontrado están muy por encima de las probabilidades normales y que son, por tanto, divinos en su naturaleza. Aluden a unos cálculos de probabilidades increíbles respecto a encontrar nombres y conexiones de un modo aleatorio. En este hecho se funda esencialmente la defensa del Código Secreto de la Biblia. No obstante, este argumento ha sido hecho añicos por los críticos del código. Los textos extensos con cientos de miles de letras presentan literalmente miles de millones de opciones de secuencias de letras equidistantes. Weitzman, por ejemplo, afirma que, dando por sentado una distribución igual de las letras, la probabilidad de seleccionar al azar una palabra de seis letras (con un alfabeto de veintidós letras) es de 1 por 110.000.000. Esto parece increíble, y los proponentes de la SEL citan estos cálculos fantásticos como certificación de su método. No obstante, como observa Weitzman, solo el Pentateuco contiene más de 300.000 letras. Basándonos en la metodología de secuencias de letras equidistantes, los nombres pueden leerse hacia adelante o hacia atrás, y la secuencia de los saltos puede oscilar entre 2 y unas 30.000 letras. Con estos criterios las 300.000 letras del Pentateuco arrojan un cálculo de unos 18. 000 millones de combinaciones de seis letras. Por tanto, utilizando un ordenador para realizar la búsqueda de secuencias de letras equidistantes, cualquier nombre o combinación aleatoria de seis letras aparecerán en el Pentateuco alrededor de 160 veces (18,000 millones divididos por 110.000.000). Con 160 opciones no ha de ser difícil encontrar una de las apariciones de la palabra en las inmediaciones de algún versículo que pueda relacionarse libremente con el nombre, especialmente si se utiliza la imaginación o burdas técnicas de traducción (a lo cual Drosnin es bastante proclive). Esta realidad se ha descubierto con la aplicación de las técnicas de la SEL a obras de literatura extrabíblica. Cualquier obra literaria extensa nos ofrecerá cientos de nombres modernos con cientos de vínculos a frases adyacentes. Brendan McKay por ejemplo, copió el texto inglés de la obra Moby Dick en su ordenador y aplicó las técnicas de secuencias de letras equidistantes para buscar «predicciones» de asesinatos de otros dirigentes del siglo XX. Encontró un buen número de nombres con importantes conexiones con el tema de la muerte en los textos cercanos. Por ejemplo, el nombre de Somoza, (el presidente de Nicaragua que fue asesinado en 1956) apareció cerca de las palabras «le dispararon», «muere», y «pistola». Este ejemplo es similar al de Yitzhak Rabin que presenta Drosnin. A no ser que consideremos que el texto de Moby Dick está inspirado divinamente, esta prueba refuta por completo la tesis esencial del Código Secreto de la Biblia. Las variantes textuales. Otra importante deficiencia en el acercamiento de la SEL está en que sus proponentes parecen no ser conscientes de las variantes del texto hebreo del Antiguo Testamento. Recordemos lo dicho en el capítulo 9 en el sentido de que la Biblia se transmitió durante muchos años por medio de manuscritos escritos a mano (como indica el propio término «manuscritos»). Por razón de la gigantesca extensión del Antiguo Testamento y de las dificultades relacionadas con el copiado a mano, no existen dos manuscritos antiguos del texto hebreo que sean exactamente iguales (es decir, idénticos letra por letra). Para empezar, la ortografía hebrea no estaba estandarizada durante la producción y la antigua transmisión del Antiguo Testamento. Un buen número de palabras se podía escribir de varias formas, y los manuscritos antiguos diferían frecuentemente en este punto. De hecho, Waltke indica que después del regreso de los judíos tras la cautividad babilónica, los escribas (a quienes se alude como sopherim) no solo cambiaron el estilo de las antiguas grafías del hebreo cursivo en que estaban escritos los textos a las letras arameas cuadráticas más recientes (como las que se utilizan en las Biblias hebreas de nuestros días), sino que también insertaron las vocales consonánticas (es decir, otras letras que se insertaban en las palabras para que funcionaran como consonantes y facilitaran la lectura y la pronunciación). En otras palabras, en el Antiguo Testamento nunca ha habido una cantidad uniforme o específica de letras. Éste es un problema crucial para un método que se utiliza para buscar nombres cuyas letras están separadas entre sí por millares de caracteres. Recuérdese que el nombre de Yitzhak Rabin que sugiere Drosnin se forma con letras que están separadas por otras 4772 letras y que su recopilación se extiende a lo largo de veintidós capítulos del libro de Deuteronomio. Si en este espacio falta o se añade una sola letra, el sistema se desmorona. Drosnin utilizó una edición de la Biblia hebrea llamada Segunda Biblia Rabínica. Se trata de una edición estándar (aunque no universal) de la Biblia hebrea impresa desde el siglo dieciséis hasta comienzos del siglo XX. La Segunda Biblia Rabínica se basaba en anteriores Biblias hebreas impresas y en antiguos manuscritos medievales. Pero ninguna de las anteriores ediciones impresas era exactamente igual a la Segunda Biblia Rabínica, por lo que hace al número de letras. Asimismo, algunos manuscritos que anteceden cientos de años a la Segunda Biblia Rabínica como por ejemplo, el Códice de Leningrado—la Biblia hebrea más antigua y completa escrita a mano— difieren en un buen número de casos; por supuesto se trata de diferencias menores o insignificantes por lo que respecta al significado, pero que devienen no obstante fundamentales y cruciales cuando sirven para determinar el cómputo de los espacios entre las letras. La mayoría de las ediciones de la Biblia hebrea del siglo XX se basa, asimismo, en manuscritos más antiguos como el Códice de Leningrado. Por tanto, las ediciones críticas contemporáneas de la Biblia hebrea difieren también de la Segunda Biblia Rabínica en el número de letras que contienen. Obsérvese, por ejemplo, la edición moderna llamada Biblia Hebraica, que estaba también a disposición de Drosnin en formato electrónico. Esta Biblia hebrea difiere de la Segunda Biblia Rabínica en cuarenta y dos letras ¡solo en el libro de Deuteronomio! Por esta razón la «predicción» de Drosnin acerca de Yitzhak Rabin no funciona con ninguna de las ediciones modernas de la Biblia hebrea ni con ninguno de los antiguos manuscritos copiados a mano. En cada edición del texto hebreo y en cada uno de los manuscritos antiguos el ordenador encontrará una serie distinta de nombres y predicciones». Defender la validez de una serie particular de nombres supuestamente codificados de alguna edición específica de la Biblia hebrea parece altamente cuestionable. Es fácil deducir que no recomendamos la utilización de códigos de la Biblia. Aunque tenemos dudas acerca de la validez de la Gematría, la respetamos por su antigüedad como método de investigación utilizado por sectores del misticismo judío. Ha estado presente durante cientos de años y probablemente lo seguirá estando junto con el judaísmo. No obstante, la teoría de Drosnin y otros acerca de las secuencias de letras equidistantes, cae dentro de una categoría diferente. Este acercamiento es, en gran medida, una farsa. La corriente de literatura que aboga por la teoría de las secuencias de letras equidistantes huele a sensacionalismo. Tales libros no deben ocupar los estantes destinados a los estudios serios de la Biblia; el lugar que les corresponde es el revistero próximo al televisor donde ponemos las publicaciones sensacionalistas. No seas ingenuo ni crédulo. No te dejes convencer por los argumentos que los postulantes de la SEL citan con tanta autoridad. No necesitamos una teoría inventada como la de la SEL para demostrar que Dios inspiró la Biblia. La hipótesis de las secuencias de letras equidistantes no nos lleva al significado que Dios quiere comunicarnos; sino que, más bien, nos aparta de él. Por otra parte, si leemos cuidadosamente la Biblia, observaremos que Dios reacciona de un modo negativo cuando alguien pone palabras en su boca y afirma: «Así dice el Señor», expresando cosas que Él nunca ha dicho. Conclusión Volvamos a la pregunta del principio: ¿Tiene la Biblia distintos niveles de significado?» Nosotros creemos que no. Hay un solo nivel de significado y es el que está vinculado a los contextos histórico, cultural y literario. Este significado comprende tanto el significado que tuvo el texto para los receptores bíblicos como los principios teológicos que expresa el significado. Puede que el significado del texto tenga distintos aspectos e incluso que haya más de un principio tras aquellos aspectos. Pero no hay significados profundos y «espirituales» ocultos en el texto y desconectados del contexto histórico y literario. La tipología es lo único que casi podríamos llamar una excepción. No obstante, aunque afirmamos los aspectos predictivos de la tipología, no creemos que ésta abra la puerta para crear distintos niveles de significado, no histórico y «espiritualizado». Por otra parte, la tipología del Antiguo Testamento ha de limitarse a aquellos tipos que se identifican claramente en el Nuevo Testamento; No es algo que podemos encontrar o crear mediante nuestra perspicacia y capacidades imaginativas. Asimismo, hemos explicado que la popular práctica de la interpretación alegórica, o los códigos de la Biblia, no nos llevan a niveles de significado más profundo o espiritual de la Biblia, sino que señalan más bien las capacidades especulativas y creativas del lector. En este capítulo hemos aconsejado evitar las tentaciones de la «espiritualización» y la alegorización. Hemos de mantener la búsqueda del significado dentro de los contextos histórico y literario del pasaje. No practiquemos la alegorización como en el caso que hemos comentado de las estacas del tabernáculo. Hemos también advertido respecto a los pretenciosos códigos de la Biblia. Busquemos el significado que quiso dar a sus palabras el autor humano y divino en lugar de las creativas fantasías de las especulaciones humanas. En nuestra interpretación de la Biblia es importante que utilicemos el recorrido interpretativo que se ha propuesto. A lo largo de este libro nos esforzaremos al máximo para presentar las técnicas adecuadas a fin de profundizar en la Biblia, unas técnicas que nos ayudarán a entender la Palabra de Dios para nuestra vida. Nuestro deseo ha de ser encontrar el significado espiritual, pero es necesario que sea el significado espiritual que está en el texto, no el que otras personas han proyectado sobre él. ¿Cuál es el papel que desempeña el Espíritu Santo en todo esto? ¿Puede el Espíritu Santo llevarnos a un significado espiritual más profundo que está más allá del texto? Nos alegra que nos hagas esta pregunta, porque este es el tema del próximo capítulo. FUENTE: Duvall, J. Scott y J. Daniel Hays, Hermenéutica: Entendiendo la Palabra de Dios, en Colección Teológica Contemporánea. Estudios Ministeriales, vol. 26. Barcelona: Editorial CLIE, 2008, 250-279